Está en la página 1de 2

2 Corintios 1:3, 4 El Dios de toda consolación

Venimos a este funeral con pesar y dolor, y la vez con fe y esperanza. Aunque tenemos
la seguridad de que nuestro amado se ha ido a estar con el Señor y que está vivo y en el
cielo hoy, todavía las lágrimas llenan nuestros corazones.

Aunque lloramos en un funeral, también tenemos un sentido de consuelo y seguridad.


Los miembros de la familia se apoyan unos a otros. Esta es una relación saludable.
Caminamos juntos en un tiempo como este. Oramos unos por otros, expresamos amor y
apoyo en toda manera posible.

Pero no hay consuelo más grande cuando la muerte viene. QUE EL QUE DIOS NOS DA
El apóstol Pablo afirma en 2 Corintios 1:3 que Dios es "Dios de toda consolación". Él da
consuelo a los que sienten hoy profundamente la pérdida.

1. Dios nos consuela con la promesa de descanso. Sabemos que Pablo sin duda se
cansaba en sus viajes misioneros. Una parte de nuestra vida la pasamos apresurados y
nos agotamos físicamente. La Biblia promete descanso para los que están cansados.
Apocalipsis 14:13 dice: "¡Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren
en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus arduos trabajos".

La carta a los Hebreos nos recuerda de un reposo para el pueblo de Dios. La


declaración en 4:9 es que "Queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios.
David en el Antiguo Testamento llegó a agotarse como un muchacho pastor y como rey.
En el Salmo 127:2 él escribió: "A su amado dará Dios el sueño".

Una persona que ha padecido enfermedad, vejez y hasta de luchas en los años de la
juventud, muy a menudo anhela reposo. Dios provee descanso para los que enfrentan
las presiones de la vida. Realmente no querríamos traer a los que partieron, a una vida
de dificultad.

2. Dios nos consuela con la promesa de resurrección. La gente siempre ha


anhelado una vida que no termine. Es decir, el hombre tiene dentro de sí la
creencia de que de alguna manera, en la providencia de Dios él seguirá viviendo.
A la luz de la muerte física, ¿cuál es la respuesta para una vida que continúa?
Jesús tiene una palabra segura para nosotros acerca de la resurrección. En Juan
11:25 encontramos palabras que Jesús pronunció cuando visitó la tumba de
Lázaro. El Salvador dijo: "Yo soy la resurrección y la vida". La Biblia claramente
afirma que es "Mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del
Señor" (2 Cor. 5:8). Una promesa mayor se da en 1 Corintios 15:52-55 que
declara que cuando Jesús venga resucitará nuestros cuerpos mortales y débiles.
Romanos 8 y 1 Tesalonicenses 4:16, 17 nos dicen claramente que tendremos
cuerpos glorificados que un día se unirán con nuestras almas y nuestros espíritus.
Simón Pedro dio una gran promesa de resurrección en 1 Pedro 1:3-5. Tendremos
una herencia incorruptible que nunca se marchitará. Esto es consuelo para
nosotros.

3. Dios nos consuela con la promesa de recompensas. El Señor da buenas


recompensas en esta vida presente. Ahora tenemos una "vida abundante" (Juan
10:10). Aquellos que no han recibido a Jesucristo como salvador personal deben
abrir su mente y su corazón a Jesús creyendo en él y recibiéndolo para tener la
vida abundante de Dios.

La recompensa de una vida hermosa nos espera. Cuando leemos las palabras
gloriosas de 1 Juan 3:2, 3 no podemos menos que impresionarnos con lo que Dios
tiene para su pueblo. Cuando la reina de Saba visitó a Salomón, declaró: "Era
verdad lo que había oído... Yo no creía las palabras hasta que vine, y mis ojos lo
han visto. Y he aquí que no se me había contado ni la mitad..." (1 Reyes 10:6, 7).
Tendremos la imagen del Salvador glorificado. Esa será una vida de asombro y
gloria para siempre.

Nos espera la recompensa de una hermosa comunión. Podremos sentarnos con


los profetas, con el salmista, con los poetas, con los apóstoles y, sí, hasta con
Jesús. Los redimidos de todas las edades van a estar allí. Las huestes
angelicales, millones de ellas, nos esperan en el cielo. ¡Qué compañerismo para
siempre!

También podría gustarte