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Venimos a este funeral con pesar y dolor, y la vez con fe y esperanza. Aunque tenemos
la seguridad de que nuestro amado se ha ido a estar con el Señor y que está vivo y en el
cielo hoy, todavía las lágrimas llenan nuestros corazones.
Pero no hay consuelo más grande cuando la muerte viene. QUE EL QUE DIOS NOS DA
El apóstol Pablo afirma en 2 Corintios 1:3 que Dios es "Dios de toda consolación". Él da
consuelo a los que sienten hoy profundamente la pérdida.
1. Dios nos consuela con la promesa de descanso. Sabemos que Pablo sin duda se
cansaba en sus viajes misioneros. Una parte de nuestra vida la pasamos apresurados y
nos agotamos físicamente. La Biblia promete descanso para los que están cansados.
Apocalipsis 14:13 dice: "¡Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren
en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus arduos trabajos".
Una persona que ha padecido enfermedad, vejez y hasta de luchas en los años de la
juventud, muy a menudo anhela reposo. Dios provee descanso para los que enfrentan
las presiones de la vida. Realmente no querríamos traer a los que partieron, a una vida
de dificultad.
La recompensa de una vida hermosa nos espera. Cuando leemos las palabras
gloriosas de 1 Juan 3:2, 3 no podemos menos que impresionarnos con lo que Dios
tiene para su pueblo. Cuando la reina de Saba visitó a Salomón, declaró: "Era
verdad lo que había oído... Yo no creía las palabras hasta que vine, y mis ojos lo
han visto. Y he aquí que no se me había contado ni la mitad..." (1 Reyes 10:6, 7).
Tendremos la imagen del Salvador glorificado. Esa será una vida de asombro y
gloria para siempre.