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2 Samuel 9:5-8):

Nuestra realidad es que el ser humano lucha con estructuras emocionales y


mentales que impiden aceptar las bendiciones y honra que vienen de Dios

En este texto podemos ver algunas fortalezas que se oponen o estorban la


bendición que viene de Dios para nuestra vida:
a) La desesperanza.
Desesperanza significa literalmente “estar sin salida; estar completamente
perdido y sin recursos” Se refiere a estar en un estado mental tal en el que
uno cree que no hay esperanza alguna para su situación sea esta crisis
económica, problemas de matrimonio, hijos rebeldes. O enfermedad
incurable,.
La desesperanza deshonra a Dios. Degrada a Dios, al Todopoderoso, a una
fuerza impotente, que insinúa no solamente que Él no puede sino que
además incumple sus promesas.
Los que están desesperanzados en última instancia significa que han
perdido la fe, la cual es como sabemos esencial para la vida cristiana. Los
que han caído en desesperanza ponen su mirada en los recursos del
mundo, en lugar de confiar en la capacidad de Dios. Los que han perdidos
la esperanza como dice Hebreos 12:3 se “cansan” hasta “desmayar”.
Es necesario aquí creer que el Señor es poderoso para cambiar un desierto en
tierra fértil. Todo es posible para Dios. Cuando decidimos confiar en él veremos la
manifestación sobrenatural de su poder a nuestro favor. 
b) El miedo. Debemos destacar la expresión del rey David cuando dijo “No tengas
temor” seguramente sus manos temblaban o sus ojos delataban su miedo, a lo
mejor esperaba una condena por parte del rey, o quizá una venganza por ser
nieto del rey Saúl quien ferozmente persiguió al rey David. 

El miedo es un imán para las desgracias, siempre espera lo peor; en contraste la


fe atrae y genera las bendiciones de Dios sobre sus hijos. Es por eso que la Biblia
nos dice: "Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe"
c) Una autoestima equivocada.
La Autoestima es el valor, estima, opinión e imagen que se tiene de sí
mismo.
De sí mismo Mefi-boset dice “soy un perro muerto”. Es importante tener en cuenta
aquí que para la mentalidad judía un perro era un animal inmundo, y también
llamaban perros a los que no eran hebreos pues los consideraban impuros. 

Vemos pues que llamar a alguien "perro" no era sólo un grave insulto, sino que
indicaba que no era pueblo de Dios. El corazón de Mefi-boset esta muy herido y
lleno de rechazo, pero Dios estaba empezando su sanidad y restauración. 

Debemos también considerar que decir “perro muerto” significaba que valía
menos que nada. Así se veía Mefi-boset y esa visión no le permitía creer que el
rey lo quería bendecir, esa visión de sí mismo lo llevo a vivir muy mal, y por
supuesto no se consideraba parte del pueblo de Dios aunque era hijo del príncipe
Jonatán y nieto del rey Saúl. Por supuesto, Dios lo veía de manera muy diferente.

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