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INTRODUCCIÓN
1
Collingwood, R. G., Idea de la historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1952.
2
Aftalión, Introducción al Derecho, Buenos Aires, 1967.
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PARTE PRIMERA
LA ANTIJURIDICIDAD
I. LA POSICIÓN DE LOS PARTIDARIOS DE LA TEORÍA OBJETIVA
DE LA ANTIJURIDICIDAD
3
Podemos citar como partidarios de la teoría objetiva de la antijuridicidad a:
Raúl Carrancá y Trujillo, Derecho Penal Mexicano. Parte General, Tomo I, México,
Porrúa, 5ª edición, 1958, p. 212; Ricardo Franco Guzmán, Delito e Injusto (formación
del concepto de antijuridicidad), México, 1950, pp. 77 a 87; del mismo autor, La subje-
tividad en la ilicitud, Puebla, Editorial José M. Cajiga Jr. 1ª edición, 1959, pp. 24 a
44; Ignacio Villalobos, Noción Jurídica del delito, México, Editorial Jus, 1952, pp. 92
y ss.; Sebastian Soler, Derecho Penal Argentino, Tomo I, Buenos Aires, 3ª reimp.,
1956, pp. 344 y 345; Carlos Fontan Balestra, Derecho Penal. Parte General, Buenos
Aires, 2ª edición, 1953, pp. 259 a 261; Ricardo C. Núñez, Derecho Penal Argentino.
Parte General, Tomo I, Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, (prologado
en 1959), pp. 294 a 297; Luis Jiménez de Asúa, Tratado de Derecho Penal, Tomo III,
Buenos Aires, Editorial Losada, S. A., 2ª edición, pp. 957 a 984; Eugenio Cuello
Calón, Derecho Penal (parte general), Tomo I, México, Editorial Nacional S. A., 9ª
edición, 1963, p. 338; Guiseppe Bettiol, Diritto Penale (parte generale), Palermo, G.
Priulla Editor, 3ª edizione riveduta e aggiornata, 1955, pp. 217 y ss.; Edmundo Mezger,
Tratado de Derecho Penal, Tomo I, Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado,
1955, pp. 339 a 345; Biagio Petrocelli, La antijuridicidad, traducción del italiano
por José L. Pérez Hernández, México, Universidad Nacional Autónoma de Méxi-
co, 1963, notas 49 y 50 en p. 40, menciona, entre otros, a los siguientes objetivistas:
Nagler, Der heutige der Lehre von der Rechtswidrigkeit, en Festgabe für Binding, 336;
Von Hippel, Strafrecht. II, 187; Bierling, Juristiche Prinzipienlehere, III, 13, 14; Hegler,
Subiektive Rechtwidrigkeitsmomente en Festgabe für Frank, 302-303; Fischer, Die
Rechtswidrikketi, 134.
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4
Reconocen estas dos funciones del Derecho: Ignacio Villalobos, op. cit., p. 92
y ss.; Giussepe Bettiol, op. cit., p. 223; Edmundo Mezger, op. cit., Tomo I, p. 340;
Reinhart Maurach, Tratado de Derecho Penal, Tomo I, traducción del Deutsches
Strafrecht ein Lebrbuch. Allegemeier Teil, por Juan Córdoba Roda, Barcelona,
Ediciones Ariel, 1962, p. 357.
5
Mezger, op. cit., tomo I, p. 340.
6
Mezger, op. cit., tomo I, p. 343.
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7
Franco Guzmán, La subjetividad, op. cit., p. 34.
8
Carlos Binding, Die Normen und ibre Ubertretung, I, Leipzing, 1922, parágrafo
45, I, 1, pp. 295 y 299; parágrafo 46, III, p. 303 (citado por Ricardo C. Núñez, op.
cit., p. 295); Adolfo Merkel, Zur Lebre von den Grundeinteilungen des Unrechts
und Seiner Rechtsfolger, en Kriminalistiche Abhanlungen, Vol. I, pp. 42 y ss, (citado
en Mariano Jiménez Huerta, La antijuridicidad, México, Imprenta Universitaria,
262 JOSÉ NIEVES LUNA CASTRO
1952, p. 37); Von Ferneck, Die Rechtswidrigkeit, Vol. I, pp. 266 ss. y 355 y ss. (citado
en Aldo Moro, La antijuridicidad penal, traducción directa del italiano por Diego A.
Santillán, Buenos Aires, Editorial Atalaya, La fuente 138, 1949, p. 26.
9
Petrocelli, op. cit., p. 38.
10
Petrocelli, op. cit., pp. 46 y 49.
11
Carlos Binding, Normen, I, parágrafo 38, considera que una acción contra-
ria a la norma debe ser dolosa o culposa: sólo hay ilicitudes culpables; ilicitudes
inculpables no existen. (Citado por Sebastián Soler, en op. cit., nota 6, p. 345)
Hold Von Ferneck, op cit. pp. 266 y ss. y 355 y ss., estima que la nortwidrigkeit
(contrariedad a la norma) se identifica con la pflichtwidrigkeit (contrariedad a la
obligación) (citado por Aldo Moro, en op. cit., p. 26).
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12
Edmundo Mezger, op. cit., tomo I , p. 351.
13
Franco Guzmán, La subjetividad, op. cit., p. 41.
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Penal Federal en tanto que los artículo 67 y 68 han sido sustancialmente modifica-
dos pues en ellos se establece: Artículo 67. En el caso de los inimputables el
juzgador dispondrá la medida de tratamiento aplicable en internamiento o en li-
bertad, previo el procedimiento correspondiente./ Si se trata de internamiento el
sujeto inimputable será internado en la institución correspondiente para su trata-
miento (
); Artículo 68. Las personas inimputables podrán ser entregadas por
la autoridad judicial, o ejecutora, en su caso, a quienes legalmente corresponda
hacerse cargo de ellos, siempre que se obliguen a tomar las medidas adecuadas
para su tratamiento y vigilancia, garantizando, por cualquier medio y a satisfacción
de las mencionadas autoridades el cumplimiento de las obligaciones contraídas./
La autoridad ejecutora podrá resolver sobre la modificación o conclusión de la
medida en forma provisional o definitiva considerando las necesidades del trata-
miento, las que se acreditarán mediante revisiones periódicas, con la frecuencia y
características del caso.
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15
Carrara, op. cit., volumen I, pp. 48 y 61.
16
Lessenza piú intima. Filippo Grispingni, Diritto Penale Italiano, volume
secondo, seconda edizione, Milano, Dott. A. Giuffré Editore, 1950, p. 13. Así también,
mutatis mutandis: Francesco Antolisei, Manual de Derecho Penal. Parte General, tra-
ducción del italiano por Juan del Rosal y Angel Torino, Buenos Aires, Editorial
Uteha, 1960, p. 142; Aldo Moro, op. cit., p. 22.
17
Antolisei, Manual, op. cit., p. 146.
18
Ejemplo de ello lo encontramos en Grispingni, quien escribe: debe reco-
nocerse que para la construcción sistemática de la teoría del delito, y especial-
mente para la recta solución de muchas cuestiones controvertidas, el admitir una
antijuridicidad objetiva se presenta como muy útil. Y entonces quizá es posible
conciliar las dos exigencias dando a la expresión antijuridicidad objetiva el signi-
ficado de aspecto objetivo de la antijuridicidad
donde ésta existe, no existe todavía
toda la antijuridicidad, sino sólo una parte de la misma
pero para que el hecho
pueda dar lugar a sanciones jurídico-penales falta comprobar si es antijurídico tam-
bién en su aspecto subjetivo
. (Op. cit., pp. 13-14).
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PARTE SEGUNDA
LOS ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL INJUSTO
19
Están de acuerdo en señalar a Fischer como iniciador de la teoría de los
elementos subjetivos del injusto: Jiménez de Asúa; op. cit. tomo III, p. 820; Mezger,
op cit., tomo I, pp. 346-347, y Franco Guzmán, La subjetividad, op. cit., p. 48.
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Esta definición aparece como subtítulo de la obra de Marcelo Finzi el lla-
mado dolo específico en Derecho penal argentino y comparado, Buenos Aires, 1943
(citado por Franco Guzmán en La subjetividad, op. cit., p. 143).
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21
En este punto seguimos, con algunas modificaciones, a Cuello Calón; op.
cit., tomo I, pp. 371 a 375.
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22
Guillermo Wundt, Compendio de Psicolgía, traducción por J. González Alores,
Madrid, La España Moderna, p. 254; así también: Gregorio Fingerman, Lecciones de
Psicología, Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 24ª., edición, 1964, p. 262. Es por
demás interesante la diferenciación que hace Silvio Ranieri entre intención, fin y
motivo: Intención, fin y motivo
son vocablos que indican momentos diversos
del elemento psicológico y tienen, en el derecho positivo, una valoración diversa.
Mientras la intención no supera el resultado del cual la ley hace depender la exis-
tencia del delito, el fin está más lejos de tal resultado y el motivo es la causa que
ha dado impulso al querer. Por lo tanto, mientras la intención tiene relieve para la
existencia de todos los delitos dolosos, y el fin ulterior para la existencia de aque-
llos delitos que particularmente lo requieren, el motivo tiene relieve como razón
agravante de la pena en su medida y cualidad. (Diritto Penale, parte generale, Casa
Editrice Ambrosiana, Corso Buenos Aires 14, Milano 1945, pp. 228 y 229).
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23
Giandomenico Romagnosi, Génesis del Derecho Penal, traducción del italiano
por Carmelo González Cortina y Jorge Guerrero, Bogotá, Editorial Temis, 1956,
parágrafo 662, p. 255.
24
Romagnosi, op. cit., parágrafo 667, p. 257. Para una información más comple-
ta sobre la tentativa, véanse las monografías de. J. Ramón Palacios, La tentativa (El
mínimo de ilicitud penal), México, Imprenta Universitaria, 1951; Luigi Scarano, La
tentativa, traducción del italiano por Luis E. Romero Soto, Editorial Temis, Bogotá,
1960.
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25
Luigi Scarano, op. cit. considera de tanta importancia el requisito del
fin, que su monografía se orienta a demostrar que es el núcleo del delito tenta-
do; en especial dedica todo el Capítulo III (pp. 75 a 98), al tema que hemos
mencionado.
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26
Exigen elementos subjetivos en la legítima defensa: Cuello Calón, op. cit.,
p. 332; Jiménez de Asúa, op. cit., tomo IV 1961, pp. 196 a 202; Welzel, Derecho
Penal, parte general, traducción del alemán por el Dr. Carlos Fontán Balestra, Bue-
nos Aires, Roque Depalma Editor, 1956, pp. 92 y 93.
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27
Op. cit., tomo IV, p. 201. Más adelante, Jiménez de Asúa, insiste sobre el
requisito de ánimo de defensa: lo que más nos importa es denunciar la falsa con-
cepción que exige exclusivamente el impulso de defensa, cuando debe
demandarse
es que concurra ese ánimo, aunque existan también otros, y que
sólo se invalida la naturaleza legítima de la reacción, cuando se procede exclusiva-
mente por un impulso ilegítimo, op. cit., p. 202.
28
La Suprema Corte de Justicia ha declarado reiteradamente que en la riña se
requiere animus rigendi, ánimo de ofender, o ímpetu lesivo. Ver Semanario Judicial
de la Federación, amparos directos: 2304/50 vol. XXIV, p. 58.
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29
Creímos haber sido originales con la terminología propuesta, pero queremos
aclarar que, con posterioridad a haber escrito el texto, nos dimos cuenta de que
Mezger hace uso de ella mucho tiempo antes que nosotros (op. cit., tomo I, p. 358).
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30
Jiménez de Asúa, Tratado, op. cit., Tomo III, pp. 793 y 817.
31
Mezger, op. cit., pp., 349 y 350.
32
Mezger, op. cit., pp. 357 y 358.
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pero estos elementos subjetivos del injusto tienen, también, la ta-
rea y función de condicionar el carácter antijurídico del hecho al ca-
rácter culpable del mismo.33
C) También han existido quienes con el ánimo de conservar una
antijuridicidad rigurosamente objetiva y una culpabilidad meramente
subjetiva sostienen la postura que concibe los momentos anímicos del
injusto como dolo específico, o como elementos de la culpabilidad.
En este sentido puede citarse a Eusebio Gómez, quien sostiene la
existencia de un dolo genérico y dolo específico. El primero está re-
presentado por la coincidencia entre el efecto de la acción y la inten-
ción que se tuvo al ejecutarla; es la intención de cometer un delito.34
En cambio el dolo específico es identificado por este autor con
los elementos subjetivos del injusto. Dolo específico es el que la ley
tiene en cuenta, en relación a ciertos delitos, para caracterizarlos o
para hacer de él una circunstancia calificativa (
).35
D) Finalmente surge con la teoría de la acción finalista de Hans
Welzel, una diferente y clara visión respecto de la actitud adoptada
frente al problema de los elementos subjetivos del injusto.
Para esta posición el dolo pertenece a la acción, refiriéndose a un
dolo de hecho, pues solo así puede encajar en el ámbito de la acción,
que es ontológico. Además en el terreno de lo normativo es donde,
según la opinión de los causalistas, WELZEL rompe con los concep-
tos tradicionales, ello en virtud de que los delitos dolosos y culposos
aparecen como entidades completamente distintas, agregan los crí-
ticos de esta teoría, que como consecuencia surgen dos clases de
injusto, regidos por principios diferentes:
Una antijuridicidad para las acciones dolosas, las que son con-
templadas en sus consecuencias finalistas; otra para las acciones
culposas que se aprecian en sus consecuencias puramente causales.
La realidad es que conforme a la posición finalista junto al dolo,
como elemento genérico personal-subjetivo (
) aparecen en el tipo,
frecuentemente, elementos especiales personales-subjetivos que
36
Welzel, op. cit.
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