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En resumidas cuentas, la presidencia de Azcona iba a despedirse con una sensación general de

balance plomizo, escasa en realizaciones y, de hecho, bastante monocorde. Ello puso en bandeja
la victoria al nacionalista Rafael Leonardo Callejas sobre el aspirante del plh, el ex ministro con
Suazo, Carlos Roberto Flores Facussé, en las elecciones presidenciales del 26 de noviembre de
1989. Tras el traspaso de poderes, el 27 de enero de 1990, el ex presidente hondureño se mantuvo
activo en la política nacional y regional, como diputado en el Parlamento Centroamericano
(Parlacén), dirigente del plh y creador de opinión en diversos asuntos de actualidad. El ex
presidente Azcona, que pese a su avanzada edad, 78 años, gozaba de aparente buena salud
(aunque ya en diciembre de 1995 tuvo que ser hospitalizado por una dolencia cardíaca), falleció
súbitamente el 24 de octubre de 2005 de un ataque al corazón, en su residencia de Tegucigalpa y
en compañía de su esposa Miriam Bocock. Rafael Leonardo Callejas concurrió a las elecciones
presidenciales del 24 de noviembre de 1985, no obstante los intentos de descalificación de los
liberales, que le acusaron de cometer corrupción en su etapa de ministro, y que además
competiría con otros dos candidatos de su partido, Juan Pablo Urrutia Raudales y Fernando
Lardizábal Guilbert, cabezas de sendas facciones del pnh. En este su primer envite electoral,
Callejas obtuvo más votos, exactamente 189,000 papeletas de diferencia, suponiendo 42.6% del
total, que el contrincante liberal José Simón Azcona Hoyo, pero el particular código electoral
entonces vigente frustró este éxito relativo, porque los cuatro candidatos del plh sumaban 51.5%
de los sufragios. Al prevalecer el voto corporativo de las listas sobre el de los candidatos
individuales, resultó que Azcona, con sólo 27.5% de los sufragios totales, fue proclamado
presidente en lugar de Callejas, quien, a la sazón, recolectó 94% del voto nacionalista y se impuso
en 17 de los 18 departamentos de la República. Contando de nuevo con la confianza del partido,
Callejas se presentó a la edición del 26 de noviembre de 1989 y esta vez sí materializó su
contundente victoria, con 52.3% de los votos, sobre el liberal, aunque no faltaron las denuncias de
irregularidades. Con su asunción presidencial el 27 de enero 1990 para un periodo de cuatro años,
Callejas se convirtió en el primer presidente del pnh desde que, en diciembre 1972, fuera
derrocado en golpe de Estado (por López Arellano) Ramón Ernesto Cruz Uclés, y también en el
primer candidato de la oposición en ganar unas elecciones desde 1932. Adicionalmente, el pnh se
convirtió en el primer partido del Congreso al obtener 71 de sus 128 escaños. Hombre muy
vinculado a los intereses políticos y económicos de Estados Unidos en una etapa en que toda
Centroamérica viraba a gobiernos democráticos de derecha, Callejas deshizo la ambigüedad de
Azcona en lo referente a la postura diplomática ante Nicaragua. La conclusión de los procesos de
paz en las vecinas Nicaragua y El Salvador se antojaba muy positiva para Honduras en términos de
desmilitarización del Estado y la sociedad. Ahora bien, durante el mandato de Callejas siguieron
registrándose casos de violaciones de derechos humanos por miembros de las Fuerzas Armadas,
que hasta entonces se habían amparado en la tensión general producida por la guerra civil
nicaragüense para extralimitarse en sus funciones y cortocircuitar la autoridad civil. El caso fue que
durante la presidencia de Callejas no se realizaron avances importantes en la subordinación de las
Fuerzas Figura 5.29 RafaelLeonardoCallejas. 05_ZELAYA_Capitulo-5.indd 268 07/12/11 10:36 269
capítulo 5  Periodo Contemporáneo Armadas al poder civil, de manera que, a la luz de ciertos
gestos y actitudes, el sistema hondureño todavía siguió presentando la traza de una democracia
tutelada por la cúpula castrense. A los episodios de violencia de signo político contribuyeron
también pequeñas organizaciones subversivas izquierdistas. En el plano económico, Callejas
afrontó las dificultades de otros gobiernos de la zona a la hora de aplicar medidas de estabilización
financiera y ajuste estructural siguiendo el precepto del fmi, trascendental empresa que puso en
marcha confiado en la popularidad de la que gozaba como flamante mandatario. Objetivo
prioritario de Callejas era retomar el diálogo con los organismos multilaterales de crédito, cuando
se cumplía un año de la declaración por el Banco Mundial a Honduras como país inelegible para el
desembolso de nuevos préstamos. La Ley de Ordenamiento Económico, traducida en sucesivas
devaluaciones de la moneda nacional, el lempira —que desde 1920 había mantenido un tipo de
cambio fijo con el dólar—, los despidos masivos en el sector público y la reducción del gasto social,
castigó inevitablemente a extensas capas de la población ya de por sí golpeadas por las carencias
propias de un país pobre y con un reparto de rentas muy desequilibrado, y el reciente y agudo
desabastecimiento de todo tipo de productos de primera necesidad, provocando, ya en los
primeros meses de la administración de Callejas, una fuerte contestación social que se expresó en
agitaciones callejeras y huelgas sectoriales convocadas por unas organizaciones sindicales muy
batalladoras. Por de pronto, el presidente, al menos, pudo presentar como un logro la
reanudación de la asistencia financiera internacional, lo cual, unido a las excelentes relaciones con
la potencia norteamericana, facilitó la condonación por Washington, en septiembre de 1991, de
430 millones de dólares de deuda bilateral. Al final de su mandato, la política neoliberal de Callejas
se saldaba con un balance bastante discreto en la macroeconomía, con un crecimiento anual
medio de sólo 1.5% del pib y una inflación errática que únicamente en el ejercicio de 1992 cayó
por debajo de 10% anual, e indiscutiblemente desastroso en el terreno social. Por lo que se refiere
a las relaciones exteriores, en el haber del gobierno de Callejas merece destacarse la sentencia
favorable emitida el 11 de septiembre de 1992 por el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya
sobre el contencioso con El Salvador por la jurisdicción de 420 km² de territorio fronterizo (motivo
de un conflicto bélico en 1969) en el golfo de Fonseca, que supuso la entrega a Honduras de tres
cuartas partes del área disputada y la confirmación de su brazo de costa en el océano Pacífico.
Carlos Roberto Reina alcanzó la presidencia de la República de Honduras en noviembre de 1993.
En las elecciones del 28 de noviembre de 1993, Reina se impuso con 52.3% de los votos al
postulante oficialista, José Oswaldo Ramos Soto, antiguo presidente de la Corte Suprema,
mientras que en las legislativas el plh se hizo de 71 de los 148 escaños del Congreso. El 27 de
enero de 1994 El Gallo Colorado, como le conocían sus seguidores, o El Hombre del Machete,
apelativo que se ganó a pulso por sus advertencias de que iba a “cortarles las uñas largas a los
corruptos” con este instrumento propio del campesino hondureño, tomó posesión como cuarto
presidente constitucional de Honduras desde 1982 y con un mandato cuatrienal, dispuesto, según
sus palabras, a “derrotar la corrupción y cambiarle a la patria su rostro avergonzado”. En su primer
discurso presidencial lanzó su revolución moral: “Empeño mi palabra de honor, —dijo— ante Dios,
ante el pueblo y ante la historia, de que saldremos adelante en la empresa que nos hemos
impuesto. Derrotaremos a la corrupción, pondremos en vigencia el liberalismo social. Llevaremos
a cabo la revolución moral”, aunque en el campo de los hechos, asentó las medidas de corte
neoliberal realizadas por sus antecesores y predecesores hasta la actualidad. Llevando la prédica a
los hechos, Reina emprendió acciones definitivas para subordinar al poder civil los últimos
mecanismos con los que las Fuerzas Armadas habían tutelado a los sucesivos gobiernos
constitucionales. Pasos decisivos para la desmilitarización del Figura 5.30 Carlos Roberto Reina.
05_ZELAYA_Capitulo-5.indd 269 07/12/11 10:36 270 Historia de Honduras Estado, que era como
decir el fortalecimiento de la democracia y la sociedad civil, fueron la creación de una Policía Civil y
la abolición del servicio militar obligatorio (6 de abril de 1995), considerado por Reina innecesario
tras la desaparición de las tensiones regionales con la consolidación de los procesos de paz en El
Salvador, Nicaragua y Guatemala. En febrero de 1995, el gobierno anunció que el objetivo no era
otro que la total profesionalización del Ejército, al que se llegaría de forma paulatina. La
presidencia puso en marcha la Comisión Interventora y Fiscalizadora del Estado para investigar los
actos de corrupción y dotó de medios al nuevo fiscal general, Edmundo Orellana Mercado, un
abogado de reconocida honorabilidad, pero las bienintencionadas y sinceras iniciativas de Reina
para moralizar las instituciones y la vida pública hondureñas se saldaron con unos resultados más
que dudosos. Así, las investigaciones judiciales sobre el entorno del ex presidente Callejas por la
presunta comisión de delitos de corrupción y abuso de autoridad terminaron empantanadas, a la
vez que menudearon unos escándalos de corrupción administrativa que golpearon de lleno al
Ejecutivo liberal, el cual difícilmente podía reclamar credibilidad si no aseguraba la probidad de sus
propios miembros. Los casos más sonados fueron la venta ilícita de pasaportes para ciudadanos
asiáticos, que supuso la ruina política y personal del ministro de Exteriores, Ernesto Paz Aguilar,
apartado del cargo en 1995; el desvío de recursos de la Corporación Hondureña de Desarrollo
Forestal (cohdefor) hacia el Banco Continental, o el desbarajuste contable del comité organizador
de los Juegos Centroamericanos en San Pedro Sula. Mayor fortuna tuvo el Ministerio Público en la
promoción de juicios contra altos mandos militares involucrados en violaciones de los derechos
humanos perpetrados en la década de 1980. Por lo que respecta a la economía, el balance, mixto,
fue objeto de diversas interpretaciones. En el cuatrienio reinista la media de crecimiento del pib
fue de 2.5% por culpa de la recesión, de 1.9% de 1994, ya que 1995 y 1997 registraron una tasa
positiva de 4.5%. La inflación se mantuvo los tres primeros años por encima de 25%, y sólo en el
último descendió hasta 12.7%, comportamiento que fue parejo a las recuperaciones de la
cotización del lempira con respecto al dólar y del nivel de las reservas de divisas. Las subidas
impositivas y el encarecimiento de la cesta de la compra crearon descontento social, y el irregular
crecimiento de la economía no fue notado en absoluto por una amplia mayoría de la población
afectada por estrecheces y penurias de toda índole. La crisis energética que al comienzo del
mandato generó interminables apagones eléctricos, trajo perjuicios añadidos a la economía
nacional. Además de asistir a las cumbres anuales iberoamericanas y a otras multilaterales del
hemisferio, en el quehacer exterior de Reina se destacó la organización de la xvii Cumbre de
Presidentes Centroamericanos, en San Pedro Sula, del 13 al 15 de diciembre de 1995, donde, entre
otros instrumentos jurídicos, fue firmado el Tratado de Seguridad Democrática en Centroamérica,
por el que los seis países se comprometieron a alcanzar un equilibrio de fuerzas militares a través
de un sistema de limitación de armas y el intercambio de informes anuales sobre la presencia de
consejeros extranjeros en los respectivos territorios nacionales. El tratado también establecía la
cooperación en la lucha contra el narcotráfico y el contrabando de armas, así como en las
campañas de repatriación de los refugiados y desplazados de la región. Aquejado en los últimos
tiempos por un cáncer de páncreas y convaleciente de una intervención quirúrgica en Texas,
Estados Unidos, que, en apariencia, le había devuelto a casa el 7 de agosto con un aspecto físico
sumamente mejorado, el 19 de agosto de 2003 saltó la noticia luctuosa de la muerte de Reina, a
los 77 años de edad, en su domicilio sito en la colonia Loma Linda Norte de Tegucigalpa. En una
primera versión del deceso, que fue recibido con muestras de consternación por la opinión pública
hondureña y, en especial, por la compungida militancia liberal, los medios informaron
simplemente que el estadista había muerto por una complicación de la enfermedad que le
afectaba al páncreas y la glán05_ZELAYA_Capitulo-5.indd 270 07/12/11 10:36 271 capítulo 5 
Periodo Contemporáneo dula biliar. Sin embargo, al cabo de unas horas trascendió que Reina, en
realidad, se había suicidado. Reina concluyó su mandato el 27 de enero de 1998 con la toma de
posesión del presidente salido de los comicios del 30 de noviembre de 1997, su compañero de
partido Carlos Roberto Flores Facussé. Pese a que las cifras macroeconómicas mejoraron, la
pobreza en el país continuó en un 80% de los hondureños. La tasa de analfabetismo… en el 40% y
más de un millón de desempleados y una delincuencia desatada. Uno de los principales objetivos
de Carlos Roberto Reina durante su gobierno, fueron las reformas a las Fuerzas Armadas, las
cuales, en su mayoría, él llevó a cabo durante su primer año en el poder. La primera reforma fue el
traspaso total de todo poder en manos de los militares al poder civil. Seguido por la abolición del
servicio militar en el país. En las elecciones presidenciales del 30 de noviembre de 1997, Flores
triunfó sobre la candidata del pnh, Alba Nora Gúnera de Melgar, viuda del ex dictador militar Juan
Alberto Melgar Castro (1975-1978), con 52.8% de los votos, mientras que en las legislativas, el plh
confirmó su dominio en el Congreso Nacional, haciéndose de 67 de los 128 escaños. El 27 de enero
de 1998, Flores tomó posesión de la jefatura del Estado para un periodo de cuatro años, en un
acto al que asistieron ocho presidentes de la región. De inmediato, el nuevo presidente anunció la
adopción de un programa de ajuste económico, acordado con el fmi, para reducir la inflación, que
pese a la tendencia declinante en los últimos años seguía por encima de 10%, y para corregir los
desequilibrios en las finanzas públicas. Sin embargo, los desvelos económicos del gobierno
tropezaron a finales de octubre de 1998 con la inmensa catástrofe del huracán Mitch, que a su
paso por Honduras arruinó la cosecha del banano, destruyó completamente la tercera parte de las
infraestructuras de transporte y comunicaciones, causó daños graves a otra tercera parte y se
cobró, según estimaciones del gobierno, 6,600 muertos, 8,000 desaparecidos, 12,700 heridos y
1,400,000 damnificados por la pérdida de sus hogares, esto es, casi la cuarta parte de la población
de Honduras. La devastación a causa de las riadas y los deslizamientos alteró la morfología del
terreno hasta el punto de hacerlo irreconocible en muchas partes si uno intentaba guiarse con un
mapa. Flores declaró que el desastre, con daños materiales valorados en 3,800 millones de
dólares, mucho mayores que los sufridos por la vecina Nicaragua, Guatemala y El Salvador, iba a
lastrar el crecimiento económico nacional durante años y multiplicó sus peticiones de ayuda
internacional a un país ya de por sí apurado en recursos. El coste de las labores acometidas por el
Gabinete Especial de Reconstrucción Nacional, nombrado por el presidente el 25 de noviembre y
encargado de ejecutar el Plan Nacional de Reconstrucción y Transformación Nacional, agravó por
de pronto el déficit de las finanzas públicas. Sin embargo, la recuperación económica fue mucho
más rápida de lo esperado, gracias a la asistencia financiera y humanitaria del exterior, que
impidió también una escalada de precios en los productos de primera necesidad. Así, tras el 3% de
crecimiento con que cerró 1998, la contracción en 1999 fue de –1.9%, mientras que en 2000 el pib
hondureño remontó con fuerza y anotó 57% positivo. En marzo de 1999, el fmi otorgó a Honduras
un crédito trienal de 215 millones de dólares dentro de su Servicio Reforzado de Ajuste Estructural
(esaf) y en diciembre siguiente el país fue declarado elegible para acogerse al nuevo Servicio para
el Crecimiento y la Reducción de la Pobreza (prgf), que reemplazaba al esaf y estaba dirigido a los
Países Pobres Altamente Endeudados (ppae/hipc). Esto suponía que Honduras, de entrada, podía
beFigura 5.31 Carlos Roberto Flores Facussé. Figura 5.32  El huracán Mitchcausógravesdaños.
05_ZELAYA_Capitulo-5.indd 271 07/12/11 10:36 272 Historia de Honduras neficiarse de una
condonación de deuda externa de 22.5 millones de dólares (apenas un pellizco, para un monto
global de 5,000 millones) y obtener otro préstamo de 21.4 millones y con un tipo de interés
mínimo de 0.5%. En febrero de 2000, el Grupo Consultivo para la Reconstrucción, integrado por
delegados de varios organismos internacionales, aprobó el plan de recuperación propuesto por el
gobierno de Flores y que cuantificaba las necesidades del momento en 1 400 millones de dólares.
La respuesta positiva de la comunidad internacional a los requerimientos hondureños tras el paso
del huracán reforzó la convicción de Flores, un liberal ortodoxo, de someterse a las recetas
fondomonetaristas de control monetario de la inflación, consolidación fiscal (aunque teniendo en
cuenta las necesidades del gasto social como consecuencia del Mitch) y privatizaciones, pero una
serie de imponderables le obligaron a replantearse esta estrategia en varios terrenos. Las
privatizaciones afectaron a los aeropuertos internacionales de San Pedro Sula, Tegucigalpa, La
Ceiba y Roatán. El presidente arrancó también un controvertido y accidentado proceso de
privatización de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones, Hondutel, a pesar de ser la
compañía más rentable del Estado, muy útil para financiar el presupuesto nacional. Hondutel, en
virtud de la Ley Marco del Sector de Telecomunicaciones de 1995 y bajo la regulación de la
Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), gozaba del monopolio en los mercados de
telefonía de larga distancia internacional, telefonía de línea fija y pública, aunque esta exclusividad
expiraba en 2005. La vigorosa oposición de los sindicatos a los ajustes de plantilla y la mediocridad
de las pujas de los licitadores extranjeros obligaron al gobierno a suspender sus planes de
deshacerse de 51% de Hondutel, so pena de encajar una huelga general o, aún peor, de hacer un
pésimo negocio con la privatización parcial de una empresa que valía bastante más de lo que
ofrecían por ella. El gobierno tampoco se atrevió a ejecutar otras reformas estructurales
consideradas imprescindibles por los organismos donantes, pero que tenían un coste social a
todas luces muy elevado, como las del sistema tributario y el sector bancario. En 1999, el
mandatario tuvo que gestionar el grave deterioro de las relaciones diplomáticas con Nicaragua a
causa de la ratificación por Honduras en enero de 1998 del tratado de 1986 de delimitación de
fronteras con Colombia, que supuso reconocer la soberanía de este país sobre las islas caribeñas
de Providencia y San Andrés, reclamadas por Managua. La citada ratificación se produjo días
después de llegarse a un acuerdo de principio con El Salvador para cerrar el contencioso sobre la
frontera terrestre común. Flores llegó, pues, al final de su mandato con un balance incierto de
luces y de sombras, que los oficiales de su gobierno siempre podían achacar a las desgracias de
una naturaleza implacable. Hombre sobrio y discreto, a diferencia de otros mandatarios de la
zona, no se cernieron sobre él sospechas de corrupción ni tampoco fue blanco de acusaciones de
hacer un uso patrimonialista del poder. También fue elogiado por su capacidad de liderazgo
durante la crisis del Mitch y por su gestión acertada de la ayuda internacional, que no fue
succionada por la corrupción y que impidió la aparición de epidemias. Asimismo, su presidencia se
ligó a la normalidad democrática en Honduras, al menos en su lectura políticoinstitucional.

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