Está en la página 1de 9

CAMPAÑA DEL CÁUCASO

Desde el final de las batallas de Sarikamish y Ardahan en la región del


Cáucaso, las fuerzas otomanas retrocedían desordenadamente ante el avance
de las fuerzas del General ruso Nikolai Yudenich, que avanzaron en dos
direcciones, al norte, hacia la fortaleza de Erzurum, mientras que al sur,
atacaron al X° Cuerpo del General Yusuf Izzet Pasha, que ante la derrota se
retiró de manera precipitada en dirección oeste, por lo que a principios de
Mayo, los rusos capturaron Tutak y el 11 Manzikert.
Hacia mediados del mes de Junio de 1915, ante la política de represión
ordenada por el llamado gobierno de los tres Pashas, los armenios decidieron
sublevarse, siendo el principal punto de resistencia, la ciudad de Van a orillas
del lago de mismo nombre, donde luego de varias semanas lograron derrotar a
sus opresores.
Estas derrotas, llevaron a que las tropas otomanas continuaran retirándose
hacia el interior de la Península de Anatolia. Esta situación llevó a que el
Ministro de Guerra y hombre fuerte del gobierno Ismail Enver Pasha
asesorado por militares alemanes, decidiese reforzar al III° Ejército, que
estaba bajo el mando del General Abdul Kerim Pasha.
Por su parte, el General Mikhail Oganovski, comandante en jefe de la
vanguardia del Ejército del Cáucaso del General Yudenich, sin tener informes
de inteligencia claros, decidió avanzar con sus 22.000 hombres contra las
tropas otomanas que alcanzaban los 40.000 efectivos, en las colinas al oeste de
la aldea de Manzikert.
Finalmente el 10 de Julio de 1915, las tropas rusas se lanzaron al ataque, luego
de un potente fuego de artillería, y si bien lograron progresar, pronto se
toparon con la superioridad del enemigo bien desplegado, por lo que se vieron
obligados a retirarse a las posiciones de partida. Para el final de la jornada, el
mando otomano estaba confiado en poder detener al inesperado pero poco
organizado ataque en
LAWRENCE DE ARABIA

Durante la Primera Guerra Mundial se produjo la


rebelión árabe, inducida por los ingleses y los
franceses, con la pretensión de expulsar a los
turcos de su territorio y crear un Estado cuya
capital sería Damasco. Y así comenzó una
epopeya cuyo protagonista fue Lawrence de
Arabia.

Thomas Edward Lawrence, conocido como


Lawrence de Arabia, nacido el 16 de agosto de
1888 y fallecido el 19 de mayo de 1935, es un personaje
controvertido y desconcertante. Ha sido objeto de grandes estudios
realizados por historiadores y políticos por tratarse de una figura
singular resaltada por unos como un gran líder y censurada por otros
por ser considerado un espía de Gran Bretaña. Su nombre se ha
asociado a lo que se conoce como la “rebelión árabe” ocurrida
durante la Primera Guerra mundial, por ser el artífice y el principal
organizador de aquella revuelta contra el Imperio Otomano que
dominaba entonces la mayor parte de Oriente Próximo. Lawrence
influyó decisivamente tanto en el resultado militar como en el
periodo posterior a esa rebelión.
Militar y agente político británico, estudió historia en la Universidad
de Oxford y realizó entre 1910 y 1914 diversas excavaciones
arqueológicas en Siria, Irak y Egipto. Su primer viaje a Oriente
Próximo fue en junio de 1909 para estudiar los castillos de Siria y
Palestina, como parte de las investigaciones necesarias para su tesis
de licenciatura sobre la arquitectura militar de las Cruzadas. Regresó
a su país en noviembre de ese mismo año. Durante el viaje,
Lawrence descubrió una cultura distinta a la suya y comenzó el
proceso de asimilación de una forma de vida que posteriormente
sería parte esencial de su personalidad, de sus éxitos y fracasos. En
este viaje demuestra una notable capacidad de adaptarse al estilo de
vida de los árabes y vivir incluso como uno de ellos. Recorrió a pie
gran número de pueblos y ciudades en Siria, Palestina y Líbano. En
la escuela de la misión norteamericana en Jebail, al norte de Beirut,
disfrutó de la calurosa hospitalidad de la señorita Holmes, misionera
norteamericana, y conoció a Fareedah el Akle, maestra siria que más
tarde sería su profesora de árabe y una buena amiga.
Su segundo viaje fue en diciembre de 1910 y duró hasta junio de
1914, interrumpido por tres viajes a Gran Bretaña que suman un
total de seis meses.
Durante estos años pasó gran parte del tiempo en la región de
Karkemish, en lo que ahora es el sur de la Turquía central, y en el
norte de Siria, aunque los viajes le llevaron hasta zonas
noroccidentales de Mesopotamia y hasta Akaba y la península del
Sinaí como zonas más meridionales. Durante su estancia en esta
región, Lawrence tuvo contactos con muchos pueblos, etnias,
confesiones y culturas: árabes establecidos en poblaciones,
nómadas, beduinos, kurdos, turcomanos, cristianos, armenios…
Durante los años que pasó en Karkemish, Lawrence llegó a conocer
a fondo las complejas relaciones de rivalidades y tabúes tanto
tribales como familiares; intervino para resolver innumerables
disputas entre los trabajadores árabes, entre los habitantes de la zona
y autoridades diversas e incluso entre los propios británicos y los
funcionarios árabes y turcos. Gracias a su conocimiento, Lawrence
fue asumiendo crecientes responsabilidades como mediador en
disputas locales, una función que iba a cumplir con habilidad
durante la guerra.
Gozaba de algunas dotes personales extraordinarias que fueron
claves para lanzarse a la gran aventura de liderar la rebelión árabe.
Era, según sus biógrafos, un genio poco corriente, versátil y
equilibrado, apasionado por la arqueología y la arquitectura militar
medieval, interesado por la literatura y con una gran capacidad de
entablar lazos de amistad. Antes del estallido de la Primera Guerra
mundial, Lawrence ya se había incorporado al servicio militar como
agente de inteligencia en el cuartel general británico de El Cairo. La
sublevación del jerife de La Meca contra la autoridad otomana, en
junio de 1916, brindó a Lawrence una excelente oportunidad para
examinar sus talentos. Su objetivo era, por un lado, reunir a las
fragmentadas tribus árabes en la zona de Hiyaz, Siria y Palestina
para levantarse contra los turcos y conseguir su independencia y, por
otro, ejecutar la política militar de Gran Bretaña diseñada para
Oriente Próximo.
Entre diciembre de 1914 y octubre de 1916, Lawrence estuvo en El
Cairo asumiendo un papel más activo en la revuelta árabe y
desempeñando funciones varias en el servicio de inteligencia.
Buscaba potenciar la campaña bélica británica capitalizando los
diferentes movimientos independentistas árabes en distintas zonas
del Imperio Otomano. En octubre de 1916, Lawrence hace su primer
viaje a Arabia, el cual marca el inicio de su implicación en las
campañas del desierto. Para ganar la confianza de los árabes,
Lawrence usa ropa nativa y aprende a montar en camello.
Acompañado por Lawrence y su comitiva, Feisal, hijo del jerife
Hussein, lanzó la ofensiva que terminó en Damasco. Con la asesoría
de Lawrence, desarrolló una estrategia adecuada para el terreno y la
capacidad de lucha de sus hombres. Subiendo por la península
Arábiga, los rebeldes libraron una guerra de guerrillas que aterrorizó
a sus enemigos y ganó reclutas de otras tribus.
Esquivaron los fuertes turcos y dinamitaron el ferrocarril de Hiyaz,
descarrilando trenes e inutilizando locomotoras. En enero de 1917
tomaron el puerto Wejh, en el mar Rojo, y con la rendición de
Akaba en julio, la campaña de Hiyaz terminó en una aplastante
victoria para los árabes.
En 1917, Lawrence hizo dos peligrosas incursiones tras las líneas
enemigas para enardecer a los árabes sirios. En la aldea Dera’a, en
noviembre, fue detenido brevemente por los turcos, que tal vez no
supieron quién era. Aún está en discusión lo que ocurrió allí. Según
sus memorias de la posguerra, Lawrence fue torturado y vejado por
sus captores. Sin embargo, tres semanas después de volver de
Dera’a, Lawrence ya estaba repuesto para marchar a Jerusalén con el
general británico Edmund Allenby. Durante el invierno siguiente,
Lawrence y los árabes mantuvieron las acciones de apoyo del flanco
derecho del ejército de Allenby en Palestina hasta que, el 1 de
octubre de 1918, entraron con el general británico en Damasco. Poco
después, comprobó que su idea de crear una federación árabe ligada
a Gran Bretaña había quedado abortada dos años antes, merced al
tratado Sykes-Picot, por el cual su país cedía a Francia un mandato
sobre Siria, reparto que se confirmó en el Tratado de Versalles de
1919.
Aunque profundamente decepcionado, en 1921 aceptó un cargo en
el departamento de Oriente Próximo como consejero de Winston
Churchill, a quien asesoró en asuntos árabes y acompañó a Egipto y
Palestina. En este cometido, medió entre árabes y judíos y, al mismo
tiempo, contribuyó a consolidar políticamente a Abdullah, hermano
de su amigo Feisal, como rey de Transjordania. Poco después
decidió retirarse y, rechazando las condecoraciones que quiso
concederle Jorge V, se alistó en la RAF bajo el nombre de John
Hume Ross. Descubierta su nueva identidad, en 1923 se enroló,
también con nombre falso, en una unidad acorazada. Durante dos
años sirvió como soldado raso en India, antes de reingresar en la
RAF como mecánico. El 19 de mayo de 1935 falleció en un
accidente de motocicleta al intentar esquivar a dos ciclistas. Sólo
Churchill y unas pocas personas más, aparte de sus parientes
próximos, supieron que el Thomas Shaw que había muerto en el
hospital militar de Wool era el legendario Lawrence de Arabia.
 

LA DISOLUCIÓN DEL IMPERIO ROMANO

El Imperio otomano, que tuvo vigencia desde el año 1299 hasta el


1923, fue uno de los grandes imperios de Occidente. En su época de
máximo esplendor ocupó parte de Europa, África y Asia, y se
ubicaba alrededor de lo que hoy conocemos como República de
Turquía.
Este imperio se caracterizó por su gran potencia militar, la cual era
temida por todos sus territorios aledaños, y por acabar con lo que
quedaba del Imperio bizantino, a la vez de arrasar con otros grandes
imperios. Llegó a tener 29 provincias bajo su control y diversos
Estados vasallos que le rendían tributo

Pero todos los imperios que ascienden están destinados a caer, y seis
siglos después de que el Imperio otomano surgiera en los campos de
batalla de Anatolia, se desmoronó de forma catastrófica en el
escenario de la Primera Guerra Mundial.

Osmán I, el líder de una tribu túrquica nómada de Anatolia (actual


Turquía), empezó a conquistar la región a finales del siglo XIII
mediante incursiones contra el Imperio bizantino cristiano, que
estaba cada vez más debilitado. En torno a 1299, se autodeclaró líder
supremo de Asia Menor y sus sucesores siguieron expandiéndose
por territorio bizantino con la ayuda de mercenarios extranjeros.
En 1453, los descendientes de Osmán, ahora denominados
otomanos, derrotaron al Imperio bizantino cuando capturaron la
ciudad supuestamente inconquistable de Constantinopla. La ciudad
que llevaba el nombre de Constantino, primer emperador cristiano
de Roma, pasó a denominarse Estambul (una versión de stin
polis que en griego significa «en la ciudad» o «a la ciudad»).
El Imperio otomano, que ya era un imperio dinástico con capital en
Estambul, siguió expandiéndose por los Balcanes, Oriente Medio y
el norte de África. Aunque era una dinastía, solo un papel —el del
sultán, gobernante supremo— era hereditario. El resto de la élite del
Imperio otomano debía ganarse sus puestos independientemente del
nacimiento.

el Imperio otomano fue un actor importante en la política europea y


albergaba más cristianos que musulmanes. Sin embargo, en el siglo
XVII empezó a perder fuerza. Hasta entonces, siempre había habido
nuevos territorios por conquistar y nuevas tierras que explotar, pero
cuando fracasó un segundo intento de conquistar Viena en 1683,
empezó a debilitarse.
La intriga política en el sultanato, el fortalecimiento de otras
potencias europeas, la competencia económica debido a las nuevas
rutas de comercio y el comienzo de la Revolución Industrial
desestabilizaron un imperio antaño sin igual. Para el siglo XIX,
habían puesto al imperio el mote burlón de «el hombre enfermo de
Europa» por su territorio disminuido, su recesión económica y su
mayor dependencia del resto de Europa.
Haría falta una guerra mundial para poner fin de una vez por todas al
Imperio otomano. El sultán Abdul Hamid II, ya muy debilitado,
flirteó brevemente con la idea de una monarquía constitucional antes
de cambiar de rumbo a finales de la década de 1870. En 1908, los
Jóvenes Turcos reformistas organizaron una revolución y
restauraron la constitución.
Los Jóvenes Turcos que ahora gobernaban el Imperio otomano
querían fortalecerlo, lo que asustó a sus vecinos de los Balcanes. Las
subsiguientes guerras de los Balcanes provocaron la pérdida del 33
por ciento del territorio restante del imperio y de hasta un 20 por
ciento de su población.
Con la Primera Guerra Mundial al acecho, el Imperio otomano
estableció una alianza secreta con Alemania. La guerra posterior fue
desastrosa. Durante la Gran Guerra, el ejército otomano perdió más
de dos tercios de sus soldados y murieron hasta tres millones de
civiles. Entre ellos figuraban 1,5 millones de armenios, asesinados
en masacres y en marchas de la muerte durante su expulsión del
territorio otomano. En 1922, los nacionalistas turcos abolieron el
sultanato y acabaron con el que en su día había sido uno de los
imperios más prósperos de la historia.

BIBLIOGRAFÍAS

https://centenarioprimeraguerramundial.wordpress.com/tag/campana-del-caucaso/
https://www.rtve.es/play/audios/una-historia-de-pelicula/lawrence-tribus-arabes-
otomanos/6185083/
https://www.politicaexterior.com/articulo/lawrence-de-arabia-un-rey-arabe-sin-corona//
https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/12/auge-y-caida-del-imperio-otomano

También podría gustarte