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ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
RESTAURACIÓN.
EN EUROPA?
RESOLUCIONES Y ACCIONES.
CONFERENCIAS Y CONGRESOS”.
VIENA.
INDICE
AMÉRICA LATINA……………………………………….20
BIBLIOGRAFÍA
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EL CONGRESO DE VIENA
El funcionamiento del Congreso de Viena. — Desde septiembre de 1814
—es decir, desde antes de los Cien Días—, se reunieron durante unos ocho
meses, en la capital del Imperio austríaco, los representantes de las
potencias afectadas por Napoleón.
Reyes y agentes diplomáticos de más de 90 Estados quisieron olvidar las
guerras y penurias que, durante un cuarto de siglo, habían asolado a la
Europa entera. La corte imperial preparó un extraordinario programa de
diversiones: grandes banquetes, suntuosas recepciones, selectas
representaciones teatrales y fastuosos bailes ocuparon buena parte del
tiempo de los negociadores de Viena.
El zar de Rusia, Alejandro I, antiguo aliado y reciente opositor de
Napoleón, el emperador de Austria, Francisco I, amigo de Napoléon; y el
rey de Prusia, Federico de Guillermo III, figuraban entre los principales
monarcas del Congreso. El canciller austríaco Metternich, los ministros
ingleses Castlereagh y Wellington, y el francés Talleyrand, completaron las
grandes figuras de la histórica reunión.
Los llamados Cuatro Grandes, Rusia, Inglaterra, Austria y Prusia—
acordaron resolver directamente, y entre ellos, los problemas europeos, sin
intervención de las demás potencias, que deberían aceptar sus decisiones.
El representante francés Talleyrand anuló ese propósito, pues mediante
una hábil política predicó el desinterés más absoluto, y dijo que las
aspiraciones de cada país debían ajustarse al derecho internacional.
Defendió el principio de la legitimidad debía devolverse a cada Estado lo
que hubiera poseído al iniciarse la Revolución, tanto en lo concerniente a
sus territorios como a sus pobladores y gobernantes.
Talleyrand fue, además, el defensor y sostenedor de las paz. Aquellas
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potencias, que veían con temor los acuerdos y repartos proyectados por el
zar y sus aliados. Esto le atrajo gran popularidad. Tales manejos, que
volvían a hacer de Francia una importante potencia, y convertían a
Talleyrand en árbitro de la constitución de la nueva Europa, se frustraron
en parte, con el regreso de Napoleón, que consolidó la unidad de los Cuatro
Grandes.
Las potencias vencedoras, constituyeron varias comisiones para
estudiar los problemas europeos. Esas comisiones discutieron y redactaron
tratados particulares entre los diversos Estados que, reunidos en el Acta
Final del Congreso, publicaron las ocho grandes potencias, nueve días antes
de Waterloo. Allí, en 121 artículos, se consignó el nuevo ordenamiento
europeo. Los Estados secundarios se limitaron a adherirse al Acta Final y a
contentarse con sus disposiciones.
Las resoluciones del Congreso.
El Acta Final encerró resoluciones de orden territorial, político y
jurídico internacional.
a) Las resoluciones de orden jurídico internacional. El Congreso de
Viena se ocupó de algunos asuntos que, desde tiempo atrás eran causa de
conflictos: la navegación de los ríos, la trata de negros y la precedencia
entre los diplomáticos.
Era costumbre en aquel entonces considerar a los ríos navegables como
propiedad de los países ribereños, quienes permitían o no su navegación y
el comercio en ellos. Inglaterra, país navegante y comerciante, logró que el
Congreso declarara que “es enteramente libre la navegación de los ríos, y
no podrá obstaculizarse el comercio en ellos”.
El Congreso declaró, también a propuesta de Inglaterra, que
“recomendaba la más rápida abolición de la trata de negros en todo el
universo”, pero dejaba librado al criterio de cada país “el modo y la época
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El Congreso de Verona
(octubre de 1822).
Quedaba en pie el problema de España donde la revolución liberal de
1820 había restablecido el régimen constitucional.
Fernando VII solicitó de los aliados que le devolviesen el poder absoluto
y le ayudaran a recuperar sus colonias de América, ya virtualmente
independientes.
El Congreso accedió al primer pedido y encargó a Francia de restaurar el
absolutismo en España. Cien mil soldados de Luis XVIII vencieron a los
liberales de la Península. Inglaterra se opuso a esta intervención, que sería
la última. Castlereagh, el íntimo amigo de Metternich, había muerto pocos
días antes de la reunión de Verona. Su sucesor, Canning, definió la política
de no intervención expresando que cada país tiene el derecho de elegir su
propia forma de gobierno. Como pese a ellos los demás aliados acordaron
la citada intervención, Inglaterra se retiro de la Santa Alianza.
En cuanto al segundo pedido, formulado por Fernando VII, de
devolución de sus colonias americanas, no fue considerado por el Congreso,
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contra los turcos, que los derrotaron e iniciaron una severa represión,
lo que estimuló nuevamente la insurrección servía que finalmente,
trinfó en 1820. Los servios siguieron siendo parte del imperio otomano
pero con autonomía. Tuvieron su propio gobernante hereditario,
reclutaron sus propios ejércitos y recaudaron sus propios impuestos.
El segundo episodio de la cuestión de Oriente fue la insurrección
nacional de los griegos en 1821-1829. Los habitantes de Grecia y de las
islas del Egeo, los helenos, habían logrado gracias a su riqueza y su
instrucción una posición destacada dentro del imperio turco. Poseían
una importante flota, de cerca de mil barcos, con los que traficaban,
por el mar Mediterráneo y el mar Negro.
Un núcleo de ricos mercaderes, que residían en el puerto ruso de
Odesa, formaron la Hetairía (reunión de amigos), sociedad secreta, que
promovería la insurrección contra los turcos, para independizarse. Su
jefe, Alejandro Ipsilanti, llegó a ser ayudante de campo del zar
Alejandro I.
La rebelión estalló en el año de 1821. Los turcos, exasperados,
iniciaron una terrible represión en Constantinopla, donde ahorcaron al
Patriarca y a los principales jefes de la iglesia griega. Un ejército
musulmán exterminó en la isla de Chíos, a 20 000 de sus habitantes.
Los restantes 50,000 fueron vendidos como esclavos. Las matanzas de
Chíos repercutieron dolorosamente en Europa, e influyeron para la
formación de sociedades de ayuda a los griegos que reunieron
municiones, armas y dinero, y legiones de entusiastas, que ofrecieron
sus propias vidas por la causa griega. Entre ellos se contó el poeta
romántico inglés Lord Byron.
El zar Nicolás también ayudó a los helenos. Inglaterra y Francia apoyaron
la nueva política del zar ruso, y las tres naciones firmaron el tratado de
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LATINA.