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CONÓCETE A TI MISMO

El desarrollo unipersonal implica autoconocimiento, cuyo fin es lograr un camino de


transformación y excelencia personal. No en vano en el frontispicio del oráculo de Delfos
se leía: Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo de los dioses”
La autoconciencia es un proceso mediante el cual se adquiere conocimiento sobre uno
mismo, en un momento específico del tiempo y que define una serie de circunstancias
internas y externas como la pertenencia a un determinado círculo cultural o clase social y
sus factores predominantes.

El reflejo y relación del ser humano con la materia inanimada y su compromiso con la
biota, desarrollan su conciencia social en virtud de la acumulación de la información que
otorga el conocimiento y su aplicación y perfilan el diseño del futuro de la humanidad junto
con la construcción ontológica que fundamenta y mejora la civilización humana.
El saber correlaciona de manera precisa al que conoce con el objeto conocido, abordado
este último desde la óptica del sujeto, cuyo factor primario es la individualidad psíquica y
material y única del sujeto particular, pero imposible de trascender hacia una verdad
absoluta y universal.

¿Cuál es el conocimiento que libera y enaltece a la humanidad? ¿Hacia qué fin


epistemológico conduce el conocimiento? ¿Está el fin del conocimiento limitado al sujeto?
¿Tiene el conocimiento un fin en sí mismo?

El intelecto es dado al hombre, no para investigar y conocer la verdad, sino para poder
orientarse en la realidad. El conocimiento humano recibe su sentido y su valor radica en su
destino práctico. Su verdad consiste en la congruencia de los pensamientos con los fines
prácticos del hombre, en que aquellos resulten útiles y provechosos para la conducta
pragmática de éste.

Así pues, la bondad y la verdad, deben ser medidas de acuerdo con el éxito que tengan en la
práctica. En general, la verdad radica en la utilidad y en el éxito de ésta, por lo tanto, todo
conocimiento es práctico si sirve para algo y si es posible de realizar.
Entonces, se distingue en el intelecto humano dos tipos de conocimiento: el compartido, de
carácter social, y el personal, de carácter individual. El primero es producto de la
combinación e interrelación de dos o más conocimientos individuales, agrupadas en áreas
más o menos definidas. Este evoluciona y se transforma progresiva e infinitamente, puede
darse de manera gradual o repentina, según la construcción histórica de la sociedad
poseedora del conocimiento colectivo, sea ésta una cultura, una familia, un grupo étnico, un
conglomerado humano, etc.

El conocimiento personal, en cambio, influencia enteramente a cada individuo y su


subjetividad, aprehendido por medio de la práctica, la experiencia, sus intereses, valores,
etc... Es decir, este conocimiento individual, apegado a la experiencia social del individuo,
es el que define el proceder de este. Se caracteriza, frecuentemente, por ser difícil de
comunicar y compartir expresamente.

El conocimiento personal también incluye un mapa de nuestras experiencias personales en


el mundo. Está formado por varias formas de conocimiento, tales como los recuerdos de
nuestra vida pasada, las percepciones sensoriales a través de las cuales obtenemos
conocimiento del mundo, las emociones que acompañan a dichas percepciones sensoriales,
los valores y el significado que le otorgamos a estos pensamientos y sentimientos.
De esta forma, es el conocimiento personal el que determina al individuo, su proceder y ser
en la sociedad, y de la misma manera, es esta experiencia en el mundo la que modela este
conocimiento.

La naturaleza nos ha dado todas las herramientas necesarias para sobrevivir en el mundo y
desde un principio el hombre ha estado a la expectativa puesto que a medida que decide
enfrentarse al mundo empieza a "conocer", a enterarse de las cosas ‘buenas o malas’ que
están a su alrededor y de esta manera se refleja el conocimiento que jamás termina; cada día
hay más cosas por descubrir y por experimentar y esto es lo que le da el verdadero sentido a
la vida que da pábulo a la búsqueda del conocimiento y la verdad.
El hombre se aproxima al conocimiento por medio de las interpretaciones que le da a las
diferentes situaciones dentro de un contexto y una experiencia de lo vivido a través del
tiempo. Así irá adquiriendo saberes y aprendizajes que lo ayudaran a estructurar el
verdadero conocimiento. Al adquirir experiencias el hombre comprende el porqué de las
cosas por medio de procesos de percepción de tal forma que el hombre forme sus propios
conceptos y conocimientos.

El conocimiento puede ser visto como interno porque para darle un propósito a nuestra vida
se necesita tener conocimiento de uno mismo.

La necesidad del hombre por conocer para comprender la realidad se encuentra enraizada
en el mismo hecho de su nacimiento, dado su estado de inmadurez congénita y su
impotencia o debilidad frente a un mundo que se le presenta hostil.
La ciencia es hoy la clave alrededor de la cual gira la realidad de la cultura, puesto que de
ella se desprenden primordiales categorías de análisis para la comprensión ontológica de
dicha realidad, a tal punto que la filosofía se ha visto obligada al re-trazado de su terreno en
un intento por contextualizar la racionalidad, de ser la conciencia crítica de la ciencia, de
lograr la comprensión crítica de las dimensiones conceptual y social de la ciencia... dando
lugar al nacimiento de la Epistemología. Ella es la toma de conciencia acerca del proceso
de crear o justificar el conocimiento. Al contactarse con la realidad, se repliega sobre sí
misma para reflexionar acerca de sus resultados, se interroga sobre sus mismos
fundamentos, se hace cargo de lo subyacente al conocimiento humano. La ciencia se ha
encargado de describir y explicar el mundo, la realidad.

Los conocimientos son construcciones sociales y abstractas pero fuertemente ancladas a la


realidad: tienen que servir para explicar, predecir, manipular. Y a través de esos procesos se
ponen a prueba.

La secuencia histórica de las teorías científicas es una sucesión de teorías verdaderas o


aproximadamente verdaderas. Hay progreso en la ciencia pero no es lineal, ni acumulativo,
ni simple. Además, el progreso científico debe también medirse en el cumplimiento de los
ideales sociales y humanos de la ciencia, traducido en el progreso general de la humanidad
a la que sirve.
El ser humano, necesita del conocimiento para realizarse en la sociedad; conocerse a sí
mismos para lograr alcanzar sus objetivos, y cada uno de sus conocimientos, de carácter
útil, tiene la finalidad de alcanzar dicho propósito, para el individuo. Más, este no es el fin
universal y absoluto del conocimiento; este se dirige a la sociedad, se dirige a la naturaleza
y a la realidad de los sujetos cognoscente y a la aplicación en los objetos cognoscibles. El
hombre no puede declararse a sí mismo como un ente pensante mientras ese pensamiento
no se socialize y concrete en hechos reales de crecimiento en conjunto con la realidad
social, económica, antropológica y técnica a la que se pertenece.

Por otro lado, la antropología sostiene que el amor no pudo ser la base de la sociedad,
porque los primeros homo sapiens no llegaron a conceptualizar el amor Y no lo hicieron
hasta llegar a la edad antigua... El amor es una construcción cultural del ser humano como
animal racional", argumentan los puristas del conocimiento.

Es que el amor no se conceptualiza, se lo siente y se lo racionaliza desde la experiencia y la


proximidad. Hablamos del amor racional, pues el amor universal está más allá de lo
racional, lo trasciende. Por eso Platón dice que “El amor es también una vía de acceso a lo
inteligible, un medio de ascender a las Ideas. Se trata de una dialéctica pasional. En el amor
se produce una ascensión desde las cosas sensibles hasta la Idea de la Belleza”. Entonces, la
organización societaria se genera al calor del amor universal, es decir, a lo que unos llaman
instinto y otros, inclusive yo sabiduría colectiva o grupal, y que se manifiesta en la
taxonomía de manera maravillosa desde la organización mitocondríaca celular misma hasta
las sociedades más complejas, pasando por el discutible homo sapiens y antes de la
aparición casi eterna del ADN (génesis).

George Clark en su ensayo El héroe trágico romántico dice que. “la Ilustración impulsó la
idea de que el pensamiento racional era el mejor de los caminos hacia la prosperidad y el
progreso. El pensamiento científico, técnico e instrumental, habían elevado a la categoría
de conocimiento a solamente aquellas áreas del saber humano que se adecuaban a sus
herramientas racionales. El romanticismo considera que este criterio limita el conocimiento
universal del hombre y propone la validez y práctica de otras formas de conocer. La
emoción y el sentimiento también nos permiten conocer la realidad de otra manera. En
general, en la historia se ha considerado lo emocional como sinónimo de irracional, es
decir, aquello carente de razón." pero no es realmente así. Einstein decía que la intuición,
reputada como irracional, es un gran arma para acceder al conocimiento científico
inclusive, y sin ella no hubiera existido muchos de las y teorías y adelantos científicos de
los que la sociedad contemporánea disfruta. La intuición es la hermana menor del Amor o
Conocimiento Universal. Ya el mismo Einstein argüía que “La única cosa realmente
valiosa es la INTUICION “. Y tenía bastante razón. La intuición es un canal que surge entre
nosotros y el Universo, es el acceso directo a una sabiduría universal (es decir el
Conocimiento con Amor) y está allí para que la utilicemos y medremos. ‘“La mente
intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional, un leal siervo”. Pero nuestra sociedad
−actual honra al siervo y se olvida por completo del regalo’.

Las teorías científicas de avant garde ya se cuidan de ser tan materialistas y comienzan a
acceder a otras instancias del conocimiento. La neurociencia ha comenzado a hablar de
otras conexiones que la mecánica cuántica ha dado algo de método y teoría y hablan de
conciencia celular, por ejemplo y de la epigenética.

La Física Cuántica argumenta finalmente que nosotros creamos nuestra realidad y,


entonces, ¿qué mejor conocimiento que el de crear nuestro propio entorno, para así
conocernos mejor a nosotros mismos? ¿No se afirma en la Teoría del Conocimiento que el
objeto del conocimiento es su utilidad? Y si yo puedo crear mi realidad, qué mejor praxis
que aquella que yo creo al calor del amor y no solo de la fría ciencia materialista? Si mi
realidad está basada en el Amor, pues el mundo mío y por ende el de mis congéneres ─es
decir las sociedades humanas que no son más que la reunión interesada y organizada de
individuos con necesidades y objetivos comunes─ será más entretenido, trascendente y
vivible, pues se basará en el conocimiento y en valores deontológicos basados en el buen
vivir, como motor común es el amor y el Servicio desinteresado, su expresión superior.

JoMerod.

Septiembre-2015

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