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LECCIÓN 5 DERECHO ALTOMEDIEVAL

4. 2 Naturaleza del derecho medieval: tesis germanista y revisión crítica

El derecho de la Edad Media encierra en si dos fases diferenciadas: una primera,


en la que predomina el fragmentarismo o la pluralidad normativa, con múltiples textos
que rigen en diferentes ámbitos; y una segunda, caracterizada desde principios del siglo
XIII por el creciente uniformismo fruto de la recepción del llamado “derecho común”.
Vamos a centrarnos en esa primera etapa que corresponde a la Alta Edad Media.

Una cuestión se plantea a la naturaleza de ese derecho medieval. ¿Qué fue ese
derecho y hasta qué punto se compuso de ingredientes germánicos, romanos,
costumbres jurídicas primitivas u otros elementos? ¿Cuál fue la vigencia del Liber
Iudiciorum en los territorios cristianos liberados en el período altomedieval?

A) Tesis Germanista

Hasta los años 50 se aceptó el carácter germánico del derecho medieval español.
Esta tesis viene a afirmar que los visigodos, pese a su legislación romanizada,
mantuvieron sus costumbres germanas. Siendo el ordenamiento de los reyes visigodos
una normativa teórica de escasa aplicación. Con la invasión árabe, ese derecho germano
afloró y se desarrolló en los reinos cristianos durante la Alta Edad Media.

Esta teoría fue defendida fundamentalmente por el alemán Ficker (Sobre el


íntimo parentesco entre el derecho godo hispánico y el noruego-islándico) y el español
Hinojosa (El elemento germánico en el derecho español). Ambos coinciden
básicamente en destacar la diferencia entre el derecho altomedieval y el Liber
Iudiciorum, muy romanizado; por el contrario, señalan la similitud entre aquel derecho
medieval con el germánico (lo que les hace concluir que el derecho altomedieval
procede de las costumbres jurídicas de visigodos y suevos). Esta teoría fue corroborada
por Menéndez Pidal desde otra perspectiva (la tradición oral de los cantos germánicos
habría dado paso a la formación de la epopeya medieval, así igual que se habían
transmitido por tradición oral los versos se habría podido difundir y conservar un
derecho consuetudinario distinto del legislado, que se habría de manifestar en los textos
y fueros altomedievales).

Este derecho germánico se habría de manifestar en una serie de costumbres:

- La venganza de la sangre.
- La responsabilidad colectiva de los miembros de la familia o la
comunidad en los delitos cometidos por los miembros.
- La existencia de cojuradores o juradores solidarios.
- La prenda extrajudicial o realizada por el acreedor sin decisión del juez.
- El duelo judicial para dirimir un conflicto.

Como estas instituciones se constatan en la Alta Edad Media y también en los


primitivos germanos, y no aparecen en la legislación visigoda, la explicación fue que el
derecho de la Reconquista fue fruto del derecho consuetudinario germánico que los
godos transmitieron.
B) Tesis Revisionista.

La interpretación anterior fue rechazada por García-Gallo y Álvaro D’Ors en


torno a 1955. Para este último profesor los godos habían perdido su derecho
consuetudinario por su contacto con los romanos, y concluía que esas instituciones
medievales extrañas al derecho romano eran de influencia franca.

García-Gallo, en su polémica con Menéndez Pidal, apuntó:

- La venganza de la sangre era común a las culturas antiguas y no sólo del


derecho germánico.
- La responsabilidad colectiva se había dado ya en la España Prerromana.
- Los juramentos solidarios aparecen en muchos pueblos como el
musulmán.
- La prenda extrajudicial también se daba en los musulmanes y no era
extraña al propio derecho romano.
- El duelo judicial también se daba en la España primitiva.

García-Gallo destacaba el origen prerromano y peninsular de buena parte del


derecho considerado como germánico (enlaza con la teoría de las supervivencias de
Joaquín Costa). Destacó además cómo una minoría goda pudo imponer sus costumbres
a la mayoría, incluso en zonas donde no habían habitado. Pero García-Gallo no niega la
influencia germana sino el carácter necesariamente germánico del Derecho
altomedienval.

La teoría germanista fue rehabilitada por Sánchez Albornoz (para él el derecho


consuetudinario visigodo aparece en los textos del período y no sólo en el siglo XI y
XII; y no considera probado el origen prerromano de las instituciones prerromanos).

Para Escudero la tesis de García-Gallo sigue siendo “sustancialmente válida”:

- La objeción al carácter necesariamente germánico del derecho


altomedieval (¿Cómo una minoría impuso sus costumbres a la mayoría,
incluso en territorios que no habían controlado?)
- Las instituciones consideradas como germánicas eran conocidas por
otros pueblos.
- Exista divergencia o no entre el Liber Iudiciorum y las costumbres
germánicas está claro que cuando más patente es la presencia del Liber
es menor la de las costumbres. Las últimas investigaciones acreditan la
supervivencia del antiguo código.
- Es conveniente evitar una generalización a la hora de valorar el derecho
altomedieval hasta la Recepción. Existen posibles vestigios germánicos,
visigodos o francos. Existen en determinados territorios e instituciones
huellas prerromanas. A todo hay que agregar la persistencia romanizante
del Liber. Así por pluralismo altomedieval no sólo debemos entender la
multiplicidad normativa sino el diferente origen de ese derecho.
4. 4 Sistemas jurídicos de la España altomedieval: Régimen
visigótico, fazañas y fuero.

En la España de los primeros siglos de la Reconquista conoce tres tipos


fundamentales de sistema jurídico: zonas de influencia del Liber, zonas en las que la
sociedad vive conforme a normas consuetudinarias sancionadas por sentencias
judiciales, zonas en las que aparecen los fueros. Esta clasificación (García-Gallo) no
debe interpretarse en sentido rígido ya que, con el tiempo, se pueden entrecruzar unos
sistemas con otros en una misma zona geográfica.

A) El régimen visigótico

Tradicionalmente se ha aceptado la vigencia del Liber entre los hispani en


Cataluña, en la zona de León y en Toledo en el siglo XI gracias a los mozárabes.

Hoy se admite también la presencia del Liber en otras zonas. De hecho la


presencia de esta obra ofrece una tercera opción al binomio germanismo-prerromanismo
para explicar el derecho altomedieval. Otero defiende la influencia del Liber en Castilla,
Navarra y en la zona pirenaica aragonesa. Veamos las zonas clásicas de vigencia.

Cataluña

Tras la conquista musulmana, la población visigoda de Cataluña mantuvo su


propio derecho (Liber). Este régimen jurídico prosiguió en la etapa en que los hispani
dependieron de la monarquía franca (que dio algunas normas a Cataluña). De este modo
el Liber fue el derecho de Cataluña desde el siglo VIII al X. Otra cuestión es la vigencia
efectiva de esta obra; mientras algunos autores defienden la vigencia real del Liber
(Iglesia), otros aluden a un “conocimiento confuso” (Lalinde).

León

En la primera mitad del siglo IX Alfonso II restauró el orden visigótico, pero la


aplicación del Liber no se puede afirmar hasta el siglo siguiente con la llegada de los
mozárabes, de modo que se fue imponiendo a los derechos locales. Desde el siglo X es
un texto de aceptación general al que acuden voluntariamente las partes para dirimir sus
pleitos (es el juicio del Libro).

Toledo

Al ser reconquistada la ciudad (1085) existía una importante población


mozárabe cuyo derecho era el Liber. Pero con la conquista cristiana supuso la llegada de
otras comunidades como los francos y castellanos que de forma progresiva fueron
abandonando su derecho y aceptando ese derecho de raíz visigótica. Se pasa de un
sistema en el que coexistían diversos ordenamientos a una uniformidad jurídica
presidida por el Liber, que no debió suponer obligatoriamente una unidad de
jurisdicciones o tribunales.
B) Las Fazañas

Donde no existe un texto jurídico de implantación general, el derecho surge


como una creación espontánea de la propia sociedad. El juez decide de acuerdo a su
libre albedrío los pleitos o litigios que se le presentan. Es un derecho de creación
judicial.

La sentencia conforme al libre albedrío da lugar en Castilla y otros territorios a


la fazaña. El juez puede crear derecho cuando decide a su arbitrio un caso determinado
qué es lo justo, al interpretar una costumbre controvertida por los litigantes o algún
texto legal confuso. Pero no todas las sentencias judiciales dan lugar a las fazañas (en
algún caso pudieron proceder de hechos distintos a la propia sentencia). A menudo hubo
fazañas dictadas por el rey (cuando actúa como juez) o confirmadas por él.

Las fazañas reflejan el arcaísmo y la simplicidad de un mundo jurídico


rudimentario. Estas fazañas fueron en ocasiones recogidas en colecciones con lo que se
fijo la norma cara al futuro. Este sistema se impuso en Castilla como reacción al Liber
que imperaba en León, pero este sistema no logró sobrevivir a la presión legislativa y
técnica de los siglos siguientes.

C) Los Fueros

Los fueros constituyen la fuente por excelencia del derecho medieval español.
Pero el término fuero es ambiguo y difícil de precisar al tener diversos significados en el
tiempo y en el espacio.

La palabra fuero deriva del latín forum que, entre otros significados, alude al
Tribunal, a su jurisdicción y modo de actuar. La segunda acepción conlleva la idea de
privilegio (poder acogerse a la jurisdicción de un Tribunal).

¿Cómo, dónde y por qué aparecen los fueros? En Castilla y otros lugares primó
un derecho judicialista, las fazañas. Las fazañas respondían a casos concretos, las
colecciones que se fueron haciendo eliminaron lo episódico para conservar la norma de
carácter general, como apuntó Galo Sánchez de la sentencia se extrajo el precepto
jurídico abstracto “la fazaña se convirtió en fuero”. Si esto es así, que los fueros derivan
de las fazañas, debieron abundar donde dominó el derecho de libre albedrío y escasear
donde los jueces dispusieron de un código para juzgar. Hubieron fazañas y fueros en
relación inversa a la vigencia del Liber. A más Liber menos fueros y viceversa.

Al proceder de la costumbre fijada por los jueces, el fuero no fue al principio


algo escrito. A partir del siglo XI y XII comienzan a fijarse por escrito (comienza a
utilizarse ese término para designar al texto que contiene ese derecho).

Los fueros representan un derecho tradicional frente al uniformismo jurídico


extraño que supone el derecho común a partir del siglo XIII.

Los fueros se han clasificado en breves, extensos, locales y territoriales. Pero


esta clasificación resulta caprichosa en la práctica ¿Cuándo un fuero deja de ser breve o
local? Además algunos fueros tuvieron distintas redacciones a lo largo del tiempo con lo
que se hicieron más extensos, y muchos fueros locales se territorializaron.
Escudero distingue entre fueros agrarios, fueros de privilegio y fueros de
carácter local con vigencia más o menos generalizada.

Los fueros agrarios aparecen de dos formas: como documentos jurídicos


privados que dan cabida a un contrato agrario colectivo entre el señor y los cultivares; o
cartas de población también de carácter privado para estimular el asentamiento de
gentes en una localidad.

Los fueros de privilegio son textos de carácter público, provenientes de un poder


público (rey, noble), que concede privilegios o exenciones a villas o monasterios.
Cuando estos documentos responden a una fundación o repoblación de territorios son
cartas de población pero a diferencia de las anteriores éstas son de naturaleza pública.

Los fueros locales y territoriales son ordenamientos jurídicos más desarrollados


para regir en pueblos y ciudades. Son redacciones de derecho consuetudinario que
florecieron en ciudades pequeñas.

Por último señalar la existencia de las familias de fueros, diversos textos


emparentados con uno principal del que proceden. También las áreas de fueros
engloban a territorios con cierto rescoldo de uniformidad jurídica al tener un fuero o un
derecho local común que se territorializa.

4. 5. Principales fueros de Castilla y León I: Caracteres generales, Castilla


condal, León, Sahagún, Asturias.

Caracteres generales

La desaparición del Reino visigodo y la ruptura de la unidad política y el


desarrollo de la repoblación hicieron posible una diversidad de ordenamientos jurídicos,
vigente cada uno en determinados lugares y comarcas.

Desde el siglo XI los reyes suelen dictar normas de carácter general, pero
también comienza a fijarse por escrito el derecho consuetudinario de cada zona. Esta
tarea fue impulsada por instancias oficiales e incluso por los particulares.

Castilla y León se caracterizaron tanto por la implantación del Liber como del
libre albedrío en esta época. El primero es redescubierto en Toledo donde era derecho
personal de los mozárabes, pero se extendió como derecho local otorgado a varias
ciudades con lo que convierte en derecho territorial. Para esto fue fundamental la
traducción del Liber al romance, dando paso al Fuero Juzgo. Este texto sería otorgado
por Fernando III y Alfonso X a ciudades como Murcia, Sevilla o Córdoba.

Pero también se recogieron por escrito las fazañas dando paso al fuero, lo que
facilitó su difusión al otorgarse a varias localidades un mismo derecho con lo que se
territorializa. También aparecieron textos que pretenden fijar de modo directo el
derecho territorial sin referencia al lugar donde debía aplicarse. Desde el siglo XIII los
reyes castellanos pretendieron implantar un derecho general para todo el reino
superando el ámbito territorial, lo que originó conflictos.
Castilla condal

El texto más antiguo del condado castellano son los Fueros de Brañosera, carta
de población que concedió el conde Nuño Núñez a 5 pobladores. Se data en 824
(García-Gallo retrasa su fecha 60 años). Fue confirmado por los condes posteriores.

El fuero de Melgar de Suso otorgaba una serie de privilegios y concedía a esta


localidad jurisdicción sobre otras doce. Para algunos (Gibert) es la primera formulación
escrita de principios típicamente municipales.

El fuero de Castrojeriz otorgó a sus pobladores la condición de infanzones


(antecedente del derecho de frontera castellano). Escrito en latín, siglos más tarde fue
traducido al romance.

También concedieron los condes castellanos cartas de inmunidad y privilegios


en la zona de Santillana.

León

Entre 1017 Alfonso V dio una serie de decretos, que fueron revisados y
ampliados ese año o en 1020 que contienen las primeras leyes territoriales de la España
medieval, y han sido identificados tradicionalmente con el Fuero de León.

García-Gallo desestimó por su carácter general como derecho estrictamente


leonés, haciendo notar que esos decretos quedaron en el olvido ya en el siglo XI sin que
ciudad los conceptuara como derecho particular o propio. Para él el fuero de León
aparece como fruto de un proceso más complejo. En el siglo XI se concedieron unos
privilegios que sufrieron diversas redacciones, en concreto 5. En base a alguna de estas
redacciones se concedió el fuero de León a otras localidades, en concreto a localidades:
Villavicencio, Pajares, Castrocalbón, Benavente y Rabanal. Estas localidades integran
su ordenamiento con el fuero de León junto a privilegios propios. Hay que destacar los
Fueros de Benavente que se extenderán por Asturias.

Sánchez Albornoz rechazó la teoría de García-Gallo, defendiendo que el Fuero


de León es fruto de una única redacción.

El Fuero de León mantuvo su prestigio hasta bien entrado el siglo XIII. Su


divulgación quedó asegurada al figurar como apéndice de algunos códices del Liber o
en el Fuero Juzgo. Pero poco a poco perdió arraigo ante la expansión del propio Fuero
Juzgo, y la proliferación de otras cartas y privilegios reales convirtiendo al Fuero de
León en un texto más y anticuado que cayó en el desuso.

Sahagún

Una antigua capilla se convirtió en monasterio en la Alta Edad Media. Alfonso


VI lo potenció para introducir la reforma cluniacense, fundando una villa que dio cabida
a una burguesía de origen internacional. Esta villa exigió una regulación jurídica.
Alfonso VI (sobre 1080) concedió a la villa un fuero con exenciones y garantías a los
pobladores, reconociendo el señorío del monasterio. Tras la muerte del monarca, ya en
el siglo XII, un abad manipuló y alteró el fuero primitivo; esto motivó el levantamiento
de los burgueses de la villa en un movimiento antiseñorial. Esto coincidió con las luchas
entre doña Urraca y Alfonso el Batallador. El concejo triunfó y los burgueses
reelaboraron el fuero originario, confirmado por Alfonso VII a mediados del XII. Este
nuevo fuero es un símbolo del derecho burgués privilegiado que se va a conceder a
diversas villas de Asturias y a Santander.

Asturias

Los fueros de León, Benavente (que en buena medida es el de León) y el de


Sahagún se conceden a diversas localidades asturianas.

A comienzos del siglo XIII (Alfonso IX) se concedió el Fuero de Benavente a


Llanes. Más tarde se refundió el texto de Benavente con otras disposiciones posteriores
(Alfonso X) que las gentes de Llanes buscaron en el lugar de origen. Otros lugares
también recibieron el Fuero de Benavente (Luarca y Villaviciosa).

El Fuero de Sahagún fue concedido (mediados siglo XI, Alfonso VII) a Oviedo
y Avilés.

4.6. Principales fueros de Castilla y León II: La Rioja, Sepúlveda, Toledo,


Soria y Cuenca.

La Rioja

La etapa inicial de la Rioja cristiana, gracias al impulso navarro-leonés, supuso


el mantenimiento de la tradición visigoda y la recepción del derecho navarro. Pero a
partir del siglo XI surge un derecho propio.

Los primeros textos riojanos de la época Navarra son fueros de carácter agrario.
Algunos autores las califican como cartas vecinales (Martínez Díez), la más antigua es
la otorgada a Cirueña (972). Estos textos regulan las prestaciones de los vecinos a sus
señores, bien mediante trabajo personal o rentas en dinero o en especie.

Tenemos fueros de reducida extensión, destacando los de Nájera y Logroño


(otorgados por Alfonso VI en la segunda mitad del siglo XI)1.

El de Nájera recoge el antiguo derecho navarro. Contiene destacados privilegios


de orden penal y procesal, pero descuida la organización municipal.

El Fuero de Logroño articula el derecho de los francos que van a repoblar la


zona. Tendrá una difusión extraordinaria no sólo en la zona, también en Navarra,
Burgos, Santander y Vascongadas. Se ha destacado en él su mayor protección jurídica,
tanto penal como procesal, aseguramiento del orden público y del tráfico mercantil
respecto al de Nájera, y su papel como garante de libertades.

Este fuero se siguió otorgando hasta una época muy tardía, cuando otros fueros
ya estaban en declive. El Fuero de Logroño se seguirá otorgando a ciudades junto al
Fuero Real o al Ordenamiento de Alcalá.
1
Otros dos fueros a destacar son los de: Ocón de redacción original, y el de Haro que defiende la
autonomía municipal.
Sepúlveda

El derecho de frontera se caracteriza por ser un ordenamiento privilegiado. A


mediados del siglo XII se tiende a fijar por escrito el derecho consuetudinario de la
zona, sobre estos textos se producen refundiciones extensas que suponen la etapa de
madurez de este derecho en el siglo XIII.

Entre ese derecho de frontera destaca el de Sepúlveda en la “Extremadura


castellana”. Un primer texto fue confirmado por Alfonso VI (segunda mitad siglo XI),
posiblemente recogiendo el derecho consuetudinario de tradición oral. En 1300 el
concejo elabora un texto más extenso de 254 capítulos que fue confirmado unos años
más tarde por el rey (Fernando IV).

Es un derecho que se caracteriza por su carácter privilegiado. Hay que destacar


las inmunidades que concede, la equiparación judicial de villanos e infanzones y una
clara benignidad penal. Sepúlveda se convirtió con este fuero en el centro modelador de
la organización jurídica de Castilla bien directamente o a través del Fuero de Cuenca.

Unos cien años más tarde de la primera redacción del Fuero de Sepúlveda
(1179), el maestre de Santiago, con el acuerdo del rey, concedió a Uclés un fuero
compuesto en buena parte por el de Sepúlveda, que quedó como supletorio. A mediados
del siglo XIII hubo una segunda redacción del Fuero de Uclés con más de 200 capítulos,
que fue utilizado por la Orden de Santiago para repoblar algunos lugares de sus
dominios.

Toledo

Tras la conquista de Toledo (1085), Alfonso VI debió regular el status jurídico


de toda la población de la ciudad, tanto de los que vivían ya como de los nuevos
pobladores (moros, judíos, mozárabes, castellanos y francos, aparte de los eclesiásticos
que se rigen por el derecho canónico).

Moros y judíos conservan su derecho aunque hay dudas de que fuese fijado por
escrito. La población mozárabe recibió un estatuto que fijaba su condición jurídica
(carta firmitatis). Se les reconocía la posibilidad de utilizar el Liber para las cuestiones
privadas y sus litigios privados. Pero las cuestiones penales y los pleitos entre
mozárabes y castellanos se regulaban por el derecho de los castellanos.

Para atraer a los castellanos de la Ribera del Duero, Alfonso VI les otorgó
numerosos privilegios y jurisdicción propia (Carta castellanorum). Esta carta, en una
redacción ampliada, fue utilizada para el Fuero de Escalona.

Hubo pues una dualidad de jurisdicciones y un doble sistema jurídico para la


población cristiana de Toledo. La convivencia entre los cristianos llevó a la unificación
jurídica. Se extendió la vigencia del Liber y tuvo lugar la refundición de los diversos
ordenamientos jurídicos. En la segunda mitad del siglo XII un texto reconocía la
vigencia general del Liber y unificó los estatutos jurídicos de la nobleza mozárabe y
castellana, con privilegios de carácter militar de los que quedaron exentos los francos
por dedicarse al comercio. Este fuero fue confirmado por Alfonso VIII que otorgó otros
privilegios.

La reconquista en Andalucía y Murcia supuso la expansión del Fuero de Toledo.


Este texto fue otorgado por Fernando III a Córdoba y Sevilla, y por Alfonso X a
Cartagena y Murcia. Pero estos fueros andaluces no hacen constar su origen toledano.

Soria

Tuvo un primer fuero de Alfonso el Batallador que no ha llegado a nosotros


(sabemos de su existencia por haber sido concedido a la localidad navarra de Cáseda).
El texto extenso que conocemos es del siglo XIII (aparece en una redacción posterior)
de casi 600 capítulos.

La importancia de este fuero viene dada por su relación con el Fuero Real. En
un principio se pensó que había sido fuente para esta obra de Alfonso X (Galo Sánchez,
1919). Gibert puso en duda esta hipótesis, defendiendo todo lo contrario: Soria debió
tener un fuero anterior a 1256; entonces, Alfonso X le concedió el Fuero Real,
derogando el anterior; al redactar el concejo el fuero de 1272, que conocemos, se tuvo
en cuenta el Fuero Real que sería fuente del Fuero de Soria y no a la inversa. Esta
hipótesis la desarrolló Martínez Díez.

Para ello cotejo ambos textos con el Liber. Pudo comprobar que son pocas las
coincidencias del texto soriano con la obra visigoda, en cambio el Fuero Real recoge
muchos preceptos del Liber. Es más, todos los pasajes sorianos donde consta la
influencia del Liber aparecen casi con la misma redacción que encontramos en el Fuero
Real. En definitiva, el Fuero Real es una versión más próxima al Liber y el Fuero de
Soria es más alejada. Esto confirma que el fuero alfonsino es anterior y que fue utilizado
por los redactores del Fuero de Soria.

Cuenca

El Fuero de Cuenca es el más importante de los fueros medievales y paradigma


de las recopilaciones extensas de derecho medieval. Consta de 982 capítulos (casi 1000)
escritos en latín, vertidos más tarde al romance. Este fuero fue publicado por Rafael
Ureña, quien atribuyó su autoría a Alfonso VIII en torno a 1190.

Por su volumen y calidad técnica se le consideró cabeza de muy diversas


familias de fueros existentes en Castilla, Aragón y Portugal. Todo esto ha sido
cuestionado en los últimos años.

García-Gallo afirmó que el Fuero de Cuenca fue obra de un jurista privado (no
de Alfonso VIII). Retrasa su elaboración a la primera mitad del siglo XIII (los códices
latinos son de esa época). En cuanto al rey Alfonso que se menciona como otorgante de
la primera concesión no sería Alfonso VIII (que “sólo” fue rey de Castilla) sino un
Alfonso que fue rey de Castilla y León, condición que cumplen Alfonso VI y Alfonso
VII (la cláusula que aparece se encuentra en otros fueros de la Extremadura leonesa).
Tampoco acepta que todos los fueros relacionados con el de Cuenca procedan de
él. Sostiene la existencia de un texto previo que sirvió de modelo, que habría de
acomodarse en distintas fechas a diversas ciudades. Se trataría de un formulario de
fueros susceptible de ser utilizado en tal o cual lugar utilizando el topónimo oportuno.
En ese formulario aprecia la gran fuerza motriz del uniformismo jurídico municipal de
la Baja Edad Media castellano-leonesa. Este formulario habría sido elaborado en
Cuenca, siendo un derecho tipo que se expande a Extremadura.

Esto influye en la relación del Fuero de Cuenca y otros fueros “de su familia”,
en especial con el Fuero de Teruel (para Ureña este fuero aragonés procedía del de
Cuenca; Caruana defendió la tesis inversa). La existencia del formulario se traduce en
una revisión global de las fuentes medievales de la Extremadura castellano-leonesa y en
especial con los textos relacionados con el Fuero de Cuenca (Fueros de Baeza, Úbeda,
Sabiote en Jaén, o Chinchilla y Alcaraz en Albacete).

4. 8. Formación del derecho territorial castellano: Devysas, Libro de los


Fueros, Fuero Viejo.

El antiguo derecho de Castilla sufrió a fines del siglo XII importantes mudanzas.
Se desarrollaron los fueros municipales, que se fueron extendiendo a otras localidades.
Además las costumbres originarias de un lugar fueron asumidas por otros, y los
privilegios que tenían unos beneficiarios concretos al incluirse en el fuero afectaban a
otras personas. Todo supone una masa informe y dispersa de derecho territorial que a
mediados del siglo XIII comienza a fijarse por escrito. Esta tarea se desarrolla en la
comarca de Burgos, donde una serie de juristas recogen ese derecho disperso que se
aplica en la vida diaria y se recoge en diversos textos:

Devysas

La falta de seguridad en el medio rural y de una autoridad pública hizo que los
débiles buscasen la protección de los poderosos. Esta situación fue una constante
histórica. Esta protección generó diversas formas de encomendación o patrocinio, que
podemos reducir a dos tipos:

- Los que no tenían propiedades entraron en servicio de los potentes por


vínculos de carácter personal.
- Los que tenían propiedades, basaron en éstas su protección.

Surgieron así dos tipos de encomendación: la personal y la territorial. El primer


tipo fue poco frecuent;, el segundo tuvo su apogeo con el predominio de los propietarios
libres.

La relación de patrocinio de los propietarios dio lugar a dos tipos : en Galicia y


Portugal, la incommuniatio (el patrocinado entrega al señor la mitad de la propiedad de
todos sus bienes o de sólo alguno de ellos); en Castilla y León, la benefactoría (con
fórmulas más flexibles, desde la entrega de todos los bienes al pago de un censo).

La benefactoría es una relación entre dos hombres libres, de condición desigual,


por la que el más poderoso protege al pequeño propietario a cambio de tierras o el pago
de un censo, también le presta obediencia y fidelidad y le llama señor. En ocasiones
estos contratos no fueron tan libres, el poderoso pudo coaccionar al débil. El vínculo
entre los señores y los hombres de benefactoría fue de carácter variable, pudiendo ser de
carácter hereditario. El encomendado pudo legalmente romper el vínculo con el señor a
su arbitrio y buscar otros señor.

Los hombres de benefactoría aparecen desde el siglo XIII como hombres de


behetría. Se ha producido la evolución del término que sigue respondiendo a la
encomendación territorial. Como el hombre de behetría lo es por poseer unas tierras con
cuya renta paga la protección del señor, las tierras pasan también a ser tierras de
behetría o behetrías. El término pasa a designar a las tierras.

Pese a la identidad con las benefactorías, las behetrías suponen algunas


novedades. Las benefactorías personales o familiares, pasan a ser behetrías colectivas
(se sustituyen los individuos o familias por aldeas o lugares de behetría). La relación
tiene ahora carácter hereditario y tienen dificultades para cambiar de señor (sólo se
puede cambiar de señor dentro de la misma familia, “behetrías de linaje”). También las
behetrías pagan unas gabelas de carácter señorial. Muchas de estas tierras no dependen
de un único dueño, sino de un linaje o conjunto de familias (esas “behetrías de linaje”
explica la existencia de los “deviseros” o copartícipes de los beneficios de la behetría).
En suma, las behetrías han dado lugar a un mosaico de relaciones de patrocinio
territorial con una multiplicidad de situaciones.

La situación de estos lugares en el siglo XIV con sus dueños, deviseros y gabelas
quedó recogido en el Libro becerro de las merindades de Castilla o más simplemente
Libro becerro, elaborado en 1352 tras la petición de los hidalgos en las Cortes de
Valladolid del año anterior.

El texto en el que se recogen los derechos y prestaciones de los deviseros podían


exigir a sus patrocinados son las Devysas. Es una colección de 36 capítulos, de autor
desconocido que en el siglo XIII recogió los usos no de una comarca sino que pretendió
reunir la costumbre de Castilla sobre el tema, haciendo referencia a las variantes en cada
uno de los territorios.

El Libro de los Fueros de Castilla

Es una obra de más de 300 capítulos y es la más antigua de las redacciones


extensas de derecho territorial castellano. Es de autor desconocido, el texto tiene como
base una colección que inicia todas sus rúbricas “esto es por fuero”. Contiene preceptos
de carácter local y una importante colección de fazañas.

Galo Sánchez apuntó la hipótesis de que esta obra se formó sobre una antigua
fuente antigua perdida (llamada X y que también lo fue del Fuero Viejo). Este modelo
pudo ser múltiple.

Este texto recoge también textos locales, apreciando cierta dosis de derecho
señorial en aquellos preceptos que comienzan “esto es por fuero de Castilla”.
El Fuero Viejo de Castilla

A mediados del siglo XIV un jurista anónimo lleva a cabo la redacción


sistemática del Fuero Viejo. Consta de cinco libros: derecho público, penal, civil,
organización judicial y procedimiento. Contiene diversas prescripciones de derecho
nobiliario.

El Fuero Viejo sistemático se redactó en base al Fuero Viejo asistemático, que se


formó a su vez en base a la redacción X y el Psedo Ordenamiento I de Nájera, llamado
así por unas Cortes de esa ciudad.

El Fuero Viejo asistemático (al que se hace referencia en el prólogo del Fuero
sistemático, algunos han dudado de su existencia), ha llegado a nosotros por tres
extractos:

-Pseudo Ordenamiento II de Nájera, con un centenar de artículos.


-Pseudo Ordenamiento de León, más breve y que recoge el derecho nobiliario
antes señalado (es el fuero de los fijosdalgo).
-El Fuero Antiguo de Castilla, de muy escasos preceptos.

Los dos últimos textos aparecen en el primer texto, de todos modos la relación y
naturaleza de estos textos no está clara.

4. 9. Aragón y Navarra.

El Derecho de Aragón y Navarra tuvo raíces comunes, pues ambos pueblos


compartieron la primera etapa de formación y desarrollo de sus ordenamientos jurídicos.
Ambos compartieron monarcas hasta bien entrado el siglo XII. La muerte de Alfonso I
el Batallador (1134) separa políticamente a uno y otro reino. Aragón se oriente hacia
Cataluña, dando origen a la Corona de Aragón; y Navarra seguirá como independiente
bajo influencia francesa.

El primitivo derecho de estos reinos pirenaicos, reconquistado por los reyes


francos aunque con un dominio más teórico que real, es de presumir un influjo franco
presente en los valles y comarcas. No se conoce el Liber pero la tradición jurídica
visigoda persiste fragmentariamente por el uso de formularios y documentos de
aplicación del derecho. Las sentencias judiciales (iuditia en Aragón) no hacen referencia
a ningún tipo de ordenamiento. Este derecho altopinenaico debió ser rudimentario y
costumbrista.

Fuero de Jaca

A mediados del siglo XI (1063, unos 20 años antes de la conquista de Toledo) el


rey Sancho Ramírez concedió a Jaca un fuero para atraer población, facilitando un
derecho igualitario y un clima de libertad. Jaca se convierte en ciudad, y sus habitantes
reciben unos “buenos fueros” que garantizan la propiedad privada, limitan las
obligaciones militares y reconocen el aprovechamiento de pastos.
Este fuero favoreció el asentamiento de artesanos y mercaderes extranjeros
(burgueses), provocando una revolución en la estructura económica y social. Muchos
de esos extranjeros (francos) se asentaron en barrios de Estella, que recibe un fuero a
imitación del de Jaca.

El Fuero de Jaca sirvió de modelo para muchos textos locales y para


territorializar el derecho de la zona subpirenaica. A principios del siglo XII se otorgó a
Sangüesa y al burgo de San Cernín de Pamplona.

Este fuero introdujo en España la propiedad por la posesión de un año y un día,


limitó el duelo judicial como medio de prueba, defendió la libertad ya que nadie podía
ser detenido si ofrecía fiadores suficientes, fue tolerante con los delitos sexuales y
ofreció garantías procesales. En definitiva, ofrecía seguridad jurídica. No era poco para
su época.

El derecho nobiliario de Sobrarbe

A diferencia del derecho burgués de Jaca, la comarca de Sobrarbe desarrolla un


derecho de carácter nobiliario y militar, apropiado para quienes participaban en la
Reconquista y deseaban tierras como recompensa. El derecho de Sobrarbe fue
concedido a Alquézar en el último tercio del siglo XI, y en 1100 a Barbastro por Pedro
I, que quedó regida por infanzones. El Fuero de Sobrarbe también es conocido como
“Fuero de los infanzones de Aragón”. Con el primer nombre lo recibe Tudela, y con el
segundo Zaragoza en 1119, que diez años más tarde recibe el privilegio del tortum per
tortum o de los veinte, ya que los habitantes de la ciudad quedan legitimados para
tomarse la justicia por su mano (daño por daño), que se tradujo en la elección de veinte
ciudadanos que juraban los fueros y que luego recibían el juramento de los demás. Los
fueros de Zaragoza de 1129 sustituyeron a los anteriores y fueron dados a pequeñas
poblaciones de la zona con posterioridad.

La separación de los Reinos.

Tras la separación de Navarra en 1134, la historia de las fuentes del derecho


aragonés tiene dos etapas, diferenciadas por la promulgación de los Fueros de Aragón o
Código de Huesca en 1247. Vamos a centrarnos en la centuria que corresponde a esa
primera etapa, caracterizada por la expansión del derecho autóctono aragonés que se
territorializa, como el arraigo en la Extremadura aragonesa de un derecho de raíz
castellano.

Territorialización del derecho aragonés. El Fuero de Zaragoza se difunde en la


segunda mitad del siglo XII, que se concede a poblaciones aragonesas, catalanas y
algunas valencianas. Surgen cartas de población de acusada similitud, la mayoría muy
simples y otras más complejas como la de Alcañiz.

El incremento de territorios conquistados no supuso una multiplicación de fueros


o privilegios. Predominó un derecho consuetudinario, fijado mediante sentencias
judiciales o la labor de juristas prácticos que redactan el fuero, lo desarrollan, explican o
comentan los textos. ¿Cuál fue ese derecho básico para territorializar el derecho
aragonés? La inmensa mayoría de los autores se remiten al Fuero de Jaca. Lalinde
defiende el triunfo del derecho militar o nobiliario de Sobrarbe, que no afecta al Bajo
Aragón o Extremadura aragonesa donde se desarrolla un derecho de influencia
castellana.

Fueros del Bajo Aragón o Extremadura aragonesa. El término Extremadura, que


se refiere a los territorios más allá del Duero, en Aragón alude a los territorios al sur del
Ebro. En esta zona se pretendió extender el derecho nobiliario altoaragonés, como
sucedió en Daroca; sin embargo, este ordenamiento no era apropiado para las
necesidades militares de la zona pues eximía del deber de tomar las armas. Para atraer
población era precisa una normativa de corte igualitario capaz de fortalecer los concejos
de frontera. El modelo apropiado era el castellano.

Los fueros de la extremadura aragonesa tuvieron un fondo común (quizás el


Fuero de Soria) reelaborando el Fuero de Calatayud, que revisado y ampliado sirvió de
modelo a los fueros de Daroca, Alfambra y Teruel (otorgado por Alfonso II en 1177
fecha similar a la conquista de Cuenca, se otorgó a territorios circundantes y estuvo
vigente durante 3 siglos).

El derecho navarro. Distinguimos tres núcleos:


-Los Fueros de Jaca y Sobrarbe se habían concedido en la primera etapa a
algunas ciudades navarras.
-La introducción del derecho castellano de Medinaceli (Cáseda) y Soria
(Carcastillo).
-Dos zonas jurídicas independientes:
Fuero de Viguera y Val de Funes. A principios del siglo XII, Alfonso el
Batallador concedió a las localidades del valle de Funes, en la confluencia de los ríos
Aragón y Arga (Funes, Marcilla y Peñalén), en premio a su lealtad un fuero de
Calahorra desconocido. Luego tuvo lugar una recopilación privada, el Fuero de Viguera
y Val de Funes, atribuido al mismo monarca. Es un ordenamiento de casi 500 capítulos,
recoge derecho civil y penal de los villanos, como el privilegiado de los infanzones. El
texto tuvo una larga vigencia (hasta fines del siglo XV) y se extendió a otras
poblaciones.
Fueros de la Novelera. Es el propio de 5 localidades (Artajona, Larraga,
Berbinzana, Mendigorría y Miranda). Formados en la segunda mitad del siglo XII.
Otorga privilegios de carácter fiscal, político y militar, entre los que destaca la exención
del pago de la novena parte de los frutos que los campesino debían al rey. La exención
de esa novena parte explica que este ordenamiento sea conocido como Fueros de la
Novelera. Es un derecho de campesinos, de 317 capítulos. Es un ordenamiento prolijo y
detallado, no exento de primitivismo y rudeza.

4. 10. Cataluña.

Al producirse la ocupación musulmana, los hispani de Cataluña se regían por el


derecho visigodo, que también conservaron bajo el dominio franco. Pero junto al Liber,
esos hispani quedan sujetos a las normas dadas por los reyes francos, los cuales aun
reconociendo el derecho visigodo, condicionan y limitan su aplicación. Las
disposiciones de los emperadores carolingios son conocidas como capitulares.
Los capitulares procuran resolver los problemas derivados de la incorporación
de un territorio al que se conserva su derecho, salvaguardando los derechos de la
monarquía dominante. También tratan sobre la adquisición de tierras mediante la
ocupación y cultivo (aprissio), obligaciones militares o prestaciones de los hispani.

Independientemente de las disposiciones de aplicación general para todo el


Imperio carolingio, tres reyes dictaron capitulares expresamente dirigidas a Cataluña.
Una capitular de Carlomagno (812) reguló la condición de los españoles ante los abusos
de los francos. Ludovico Pío dio dos (815) sobre la administración de justicia y la
propiedad de la tierra. Finalmente Carlos el Calvo (844) sobre temas similares y
autorizó el derecho visigodo excepto en las causas criminales de homicidio, rapto e
incendio.

La etapa de formación del derecho propiamente catalán está comprendida entre


el siglo IX y XII, que afecta a la “Cataluña Vieja”. Se caracteriza por:

-El mantenimiento y posterior ocaso del Liber.


-La aparición de cartas de población y franquicia.
-La expansión de un ordenamiento jurídico de carácter feudal: los Usatges
(constituciones de los condes de Barcelona y acuerdos de su curia).

La persistencia del derecho visigodo tiene lugar gracias al Liber que aparece
inflexible y anquilosado. Las nuevas disposiciones no se incorporan a su texto, cuya
renovación es prácticamente nula excepto algunas cuestiones eclesiásticas. A partir del
siglo XI surge un derecho complementario en un clima de violencia. Poco a poco se
difumina su aplicación, su agonía (según Iglesia), aunque la tradición jurídica visigoda
persista integrada en la propia catalana y se conceda como derecho supletorio de
algunas costums locales.

Con el proceso repoblador surge el sistema de cartas de población y de


franquicia, textos que se conceden a lugares de nueva población o bien a aquellos otros
cuyo desarrollo se pretende impulsar. En teoría, las cartas de población se dan a lugares
que se pretende repoblar y donde deben establecerse gentes nuevas; las carta de
franquicia constan de exenciones, liberar antiguas cargas o mejoramiento de un régimen
jurídico preexistente y más gravoso u oneroso para lugares ya poblados. Pero en la
práctica, como estudió, Font Rius, existe una gran similitud entre unos textos y otros.

Estas cartas, tanto las de población como las de franquicia, comparadas con las
de otros territorios tienen un contenido más sucinto y restringido. La persistencia del
derecho visigodo y el derecho feudal explican que no se desarrollase un ordenamiento
extenso como sucedió en otros territorios de España. Son pocas las cartas que aparecen
como auténticos estatutos jurídicos locales, siendo la de Cardona el paradigma de las
cartas de grandes pretensiones (986). Ocasionalmente estas cartas remiten al
ordenamiento general, con lo que de alguna forma éste se concreta y cobra una mayor
vigencia en el ámbito local.

La singularidad del derecho catalán lo representan los Usatges, ordenamiento


vinculado a las instituciones políticas y a la regulación de la estructura feudal de
Cataluña. Los Usatges surgen para regular la sociedad feudal, aunque no son derecho
exclusivamente feudal.
En la segunda mitad del siglo XI, con Ramón Berenguer I, se forma el núcleo
primitivo de este derecho, compuesto por los usos judiciales de la curia del conde, junto
a algunas disposiciones o constituciones de este conde. A este núcleo se agregaron
disposiciones de otros condes, así como las “constituciones de paz y tregua” (la paz y
tregua de Dios fue una institución fomentada por la Iglesia, cuyos sínodos y concilios
establecían la paz en un territorio y la tregua en unos lugares o en un tiempo
determinado, bajo pena de excomunión; al concurrir en el siglo XI el príncipe y altos
cortesanos a las reuniones eclesiásticas adquieren éstas un carácter mixto, dictando esas
constituciones de paz y tregua).

En el siglo siguiente, un juez de la época de Ramón Berenguer IV reunió éstos y


otros textos formando los Usatges de Barcelona. Con agregaciones sucesivas da lugar a
un cuerpo legal de 174 artículos, que debido a la preeminencia de Barcelona se extendió
a otros territorios catalanes y a Mallorca. En las Cortes de Barcelona de 1413 se pidió al
rey que se tradujesen al romance, junto a las Constituciones de Cataluña y los capítulos
de Cortes, publicándose una recopilación de estos textos a finales del siglo XV.

También hay que señalar la temprana e intensa recepción del derecho romano,
que se explica también por razones geográficas (las relaciones con Italia y el sur de
Francia). Los propios Usatges dan cabida a ciertos capítulos de derecho romano.

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