El documento describe el significado simbólico del mandil del compañero masón. El mandil representa el progreso del compañero en su viaje para adquirir más herramientas y conocimientos. El triángulo invertido en el mandil simboliza el espíritu en constante evolución a través del aprendizaje. El compañero usa el mandil como guía en sus viajes para perfeccionarse a través de la práctica y bajo la dirección de maestros experimentados.
El documento describe el significado simbólico del mandil del compañero masón. El mandil representa el progreso del compañero en su viaje para adquirir más herramientas y conocimientos. El triángulo invertido en el mandil simboliza el espíritu en constante evolución a través del aprendizaje. El compañero usa el mandil como guía en sus viajes para perfeccionarse a través de la práctica y bajo la dirección de maestros experimentados.
El documento describe el significado simbólico del mandil del compañero masón. El mandil representa el progreso del compañero en su viaje para adquirir más herramientas y conocimientos. El triángulo invertido en el mandil simboliza el espíritu en constante evolución a través del aprendizaje. El compañero usa el mandil como guía en sus viajes para perfeccionarse a través de la práctica y bajo la dirección de maestros experimentados.
Viviendo en una sociedad sin límites ni fronteras, nada más contingente que un mandil para protegernos precisamente de nuestros trabajos operativos, así como también de nuestras pasiones. Pero, ¿qué interpretaciones pueden realizarse de nuestro simbólico mandil? Desde luego la metáfora del trabajo es tan válida aquí como en el mandil del aprendiz. El hombre de trabajo hace a la iniciación operante un acto valioso, requiere por tanto de su protección. Pero, así como el hábito no hace al monje, el mandil no hace al masón. Y en este caso, el masón que usa el mandil de compañero, debe cuidado e inteligencia a sus actos, pulcritud y sencillez a sus trabajos, porque debe demostrar que ya no necesita la crucial protección de la totalidad de la baveta triangular elevada del mandil del Aprendiz. El Compañero carga con más herramientas y el mandil simbólicamente se iguala al delantal del carpintero o al mandil del obrero de la construcción, su solapa queda ahora abajo para dar soporte en el trabajo a sus nuevas herramientas. Aldo Lavagnini en su “Manual del Compañero Masón”, advierte sobre la presencia simbólica de las herramientas cuando nos indica: “Fingen así los dos triángulos, respectivamente, la plomada y el nivel que caracterizan los dos grados: la Fuerza que el primero busca en su Palabra Sagrada por medio de su conocimiento de lo real; el establecimiento en la conciencia de dicha Fuerza, presente dentro de su propio corazón, que, con su firmeza, fidelidad y perseverancia, quiere conseguir el segundo.” El mandil del compañero lo acompaña por sus viajes, que parten en su iniciación. Recordando cuando incomprensiblemente fuimos echados del templo para iniciar una búsqueda también en el mundo exterior, acompañados de los elementos que más tarde reconoceríamos en nuestras cámaras: dominar y ser dominados, encontrarnos en la Naturaleza misma del aire, del fuego, del agua y de la tierra. Y allí estuvo nuestro nuevo mandil para protegernos y recordarnos que nuestras herramientas se habían ampliado precisamente para hacer del viaje algo más productivo y provechoso. El viaje da una nueva significación al mandil del compañero, ahora viajará con el fin de perfeccionarse en la práctica de su arte; acompañando los procedimientos y se esforzará en trabajar bajo la dirección de los Maestros más experimentados. El mandil del masón moderno está ahí pues para recordarnos a los Compañeros, que aún hay un gran camino que recorrer, que aún hay muchos Maestros de los que aprender, pero al mismo tiempo que debemos ser cuidadosos de las obras que emprendemos en nuestros viajes. El Compañero está menos cubierto, es porque ya no necesita ser defendido de una excesiva impresionabilidad. El mandil así vestido es una invitación a viajar, a aprender y empaparse de nuevos conocimientos. En lo personal, espero viajar como el agua tal y como indica la posición invertida del triángulo, la figura más perfecta de la geometría, y que antes llevé sobre la línea de mi cintura. Me ciño aquí a la interpretación simbólica que Alfredo Terrones Benítez hace de ambas figuras: “Simbólicamente, el Triángulo representa al Espíritu y a todas las fuerzas espirituales susceptibles de educación y de Progreso. El Cuadrado representa a la Materia y a todas las fuerzas materiales susceptibles de modelación o transformación.” La Escuadra que forma mi Mandil me recordará el valor de la equidad y la razón mientras tenga contacto con otros en mis viajes; me exigirá ser un buen trabajador para hacer honor a mi Logia. Me encuentro motivado a recorrer la esfera completa de la tierra simbólica representada en la correa de mi mandil, no olvidando que ella es una constante reflexión de mis límites y mis obligaciones para con mis hermanos masones. Coincido con René Guenón cuando manifiesta que la iniciación masónica “conlleva tres fases distintas, consagradas sucesivamente al descubrimiento, a la asimilación y a la propagación de la Luz. Estas fases están representadas por los tres grados, Aprendiz, Compañero y Maestro, que corresponden a la triple misión de los masones, que consiste en buscar primero, para poseer después y, finalmente, poder difundir la Luz”. Deseo en los viajes que espero realizar, trazar el camino posible entre el descubrimiento y la asimilación, como quien transita entre la tensión que hay entre ocupar y poseer. Espero pues convertirme en un triángulo equilátero, como el faldón de mi mandil, para multiplicarme por dos y formar el cuadrado completo, representación de las cuatro entidades que ya antes nombré, de las cuatro estaciones del año y a los que sumo en esta declaración de intenciones, los cuatro puntos cardinales que marcan la dirección de todo viaje.