Está en la página 1de 221

LA COMUNIDAD DEL REY

Howard A. Snyder
ICGLESiA- túA T u$A L £Z 4 0 6

O 1983 Editorial Caribe


Departamento de ventas:
3934 S.W. 8 St., Suite 303
Miami, Florida, 33134
U.S.A.
- Departamento editorial y de producción:
Apartado 1307
San José, Costa Rica

Título del original en inglés: .


Community o f the King

. _ Traductor: Alejandro Gallegos

ISBN: 0-89922-207-2

Primcraedici6n7l983

Reservados todos los derechos.


Prohibida la reproducción total
ó parcial de esta obra sin la
autorización escrita de los editores.
Impreso en México
Printed-in México------------------
No temáis,
manada pequeña,
porque a vuestro padre
le ha placido
daros el reino.

(Le. 12:32)

%
Gilbert M. James

y
~ Charles W. Kingsley— _ _ ^__r _______

quienes en muy diferentes formas combinan las dimensio­


nes profètica y evangelística del Reino de Dios
CONTENIDO

Prefacio ................................................................. 11
Introducción ......................................................... 13

Percibiendo el Reino

Conciencia del R e in o ............................................ 25


Modelos de la Iglesia.............................................. 39

Entendiendo la comunidad del Reino

El plan maestro de D io s ....................................... 55


La Iglesia en el plan de D io s................................. 63
La comunidad mesiánica ............................... 87

Formando la comunidad del Reino '

El mandato en relación al R eino............... .. 119


Crecimiento de la Iglesia y crecimiento
del R e in o ............................................................... 141
La forma de la Iglesia .. ........................ .. 165
La-unidad de -la-iglesia : . t — n —203
EpílogorDé aqufal ReincTT^ - • 219
PREFACIO

Este libro ha surgido de frustración y esperanza. Frustra­


ción, con lo mucho que he visto y experimentado en la
iglesia contemporánea, lo cual me ha llevado a preguntarme
seriamente si podrá ser renovada alguna vez. Pero también
de esperanza, a causa de la resurrección de Jesucristo y a
causa de esas fíeles comunidades de creyentes que han
existido a través de la historia y que lo han seguido since­
ramente revelando la realidad de la comunidad del Rey.
Aunque en cierto modo el presente libro es una secuela
de El problema de los odres, que trata de la estructura
eclesiástica, aquí la atención se enfoca en la relación entre
la Iglesia y el Reino de Dios. La cuestión de la estructura
de la iglesia se examina solo en forma secundaria. El libro
es esencialmente una versión aumentada de un ensayo titu­
lado “The Church Ás God’s Agent of Evangelism” y que
fuera preparado para el Congreso Internacional sobre la
Evangelización Mundial efectuado en 1974 en Lausana,
Suiza. El capítulo nueve comprende, en forma más o me-
12 / La comunidad del Rey

“T h p ^ N f materria‘ qUe apareció como un capítulo en


pL , n W, °f n8e'*cal¡sm”, editado por C. René
Padilla (Inter-Varsity Press, 1976).
Al leer el Nuevo Testamento, me impresiona ver que los
pnmeros cnstianos y los escritores de esta parte de la Bi-
büa concebían la Iglesia como parte de la dramática acción
de D,os en Jesucristo de reconciliar todas las cosas a sí mis­
mo, ... las (cosas) que están en los cielos, como las que
están en la tierra (Ef. 1:10). El Nuevo Testamento llama
a esta obra reconciliadora, el Reino de Dios. Este Ubro ex-
plora la relación entre la Iglesia y el Reino.*
He tratado de presentar en estas páginas lo que la Escri­
tura enseña y lo que la historia ilustra acerca de la Iglesia
e considerado con toda seriedad el registro bíblico como
a revelación confiable y autoritativa de Dios para noso­
tros. Pero al hablar de la Iglesia y del Reino, me he preo­
cupado poco de seguir teorías específicas, teologías o puñ­
os e vista tradicionales. En las páginas siguientes no se
adopta ni se presupone un sistema milenial particular. La
Iglesia y el Reino poseen un carácter dinámico que ninguna
teoría milenial o dispensacional podría abarcar. Obviamen-
te, tampoco este libro puede hacerlo.

En este libro las palabras Iglesia y Reino se escriben con mayúscu­


la cu“ d o * refieren a la Iglesia y al Reino de Dios únicos y ver­
dadero,, c „ ^ d o se refieren a expresiones históricas o locales es-
f --'flcas -de- !t l*les1a , o cuando se usan com o adjetivos, se escri-
ben con minúscula.................... ’ M'u
INTRODUCCION

¿TRAE LA IGLESIA CONSIGO EL REINO?

¿Constituye noticia decir que la Iglesia tiene éxito?


En una ocasión un teólogo escribió: “Hablando con
franqueza, no sé realmente si la próspera condición actual
de la iglesia es más agradable a Dios que su humildad ante­
rior. Quizá aquella condición era mejor, ¡pero la presente
es más grata!” 1
Así habló Otto de Freising, apologista del Sacro Imperio
Romano en el siglo XII. El identificaba el Reino de Dios
con la Iglesia y veía que aquel empezaba a disfrutar del or­
den político y eclesiástico de su día, no obstante que apa­
rentemente le atraía la “debilidad” y simplicidad de la igle­
sia primitiva. El anhelo de un retomo al cristianismo pri­
mitivo se transformó eventualmente en un impulso cons­
ciente hacia la reforma que llevó a lo que algunos han lla­
mado “el renacimiento del siglo XII” que alcanzó su clí­
max espiritual con Francisco de Asís y su humilde banda
de seguidores.
’ El “éxito” que la Iglesia tuvo en varias épocas de la his-
14 ¡La comunidad del Rey

\ tona causó una inquietud que, junto con una nueva visión
de los primeros días, incitó a una nueva evaluación, a la re­
forma e, incluso, a la renovación. La Reforma Protestante
es la mejor conocida de esas varias épocas. En nuestros días
los seguidores de Jesús harían bien en ponderar otra vez el
contraste entre la aparente prosperidad de la comunidad
cristiana actual y la humildad de la del primer siglo.
Muy poca atención se ha dado a la doctrina de la Iglesia
en mucho del pensamiento moderno sobre la evangeliza­
tion, el discipulado y la acción social. Donald Bloesch en
The Evangelical Renaissance observa que “las doctrinas
de la iglesia y de los sacramentos están ausentes conspicua­
mente en gran parte de los escritos evangélicos contempo­
ráneos’*. Y sin embargo, una reflexión apropiada sobre los
ministerios de la Iglesia puede ocurrir solamente en el con­
texto de una comprensión clara y bíblica de la Iglesia mis­
ma. Es estimulante entonces, que la cuestión de la Iglesia,
esté empezando a recibir atención primordial dentro del
protestantismo ortodoxo en una forma nueva. La señal
dél movimiento del Espíritu en años muy recientes es un
ñuevo interés por descubrir la imagen bíblica de la Iglesia.
Hay un convencimiento cada vez mayor de que muchos de
los problemas del cristianismo contemporáneo tienen su
origen directo en un punto de vista que considera a la Igle­
sia como esencialmente estática, organizacional e institu­
cional.
En este libro, la Iglesia es vista como la comunidad del
pueblo de Dios, un conjunto de personas llamadas a servir­
le y a vivir juntas en una verdadera comunidad cristiana
como testimonio del carácter y de los valores de su Reino.
La Iglesia es el agente de la misión de Dios en la tierra.2 Pe­
ro, ¿cuál es esa misión? No es otra que la de colocar todas
las cosas y, primordialmente, todas las gentes de la tierra
bajo el dominio y la autoridad de Jesucristo. No obstante
que no todas vendrán voluntariamente, toda rodilla se do-
Introducción ¡15

blará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor


(Fil. 2:10-11). ... _ ... ,____ ■ . - ■ -___ i
Pero decir que la Iglesia es el agente de la misión de Dios
en la tierra equivale a decir que la Iglesia es el agente del
Reino de Dios. La Iglesia es la comunidad mesiánica, la
comunidad de aquellos que reconocen al verdadero Mesías,
lo confiesan ya como Señor y proclaman sus buenas nue­
vas hasta los confines de la tierra.
Entonces la Iglesia es el agente del Reino de Dios. Ha­
blar del papel profètico o del papel evangelístico de la Igle­
sia sin relacionarlo con su misión relativa al reino, es perder
la perspectiva bíblica y desarrollar una visión trunca de.su
llamamiento. Bíblicamente, ni la evangelización ni la ac­
ción social tienen sentido si están divorciadas del hecho de
la comunidad cristiana como la expresión visible y terrenal
del Reino de Dios.
La Iglesia es el único medio divinamente señalado para
propagar el evangelio.3 Como ha escrito Melvin Hodges:
“La Iglesia es el agente de Dios en la tierra, el medio a tra­
vés del cual se expresa ante el mundo. El no tiene ninguna
otra agencia redentora en la tierra”. El llamamiento del
evangelio es un llamamiento a algo, y ese algo es más que
una doctrina, más que una experiencia o que una transac­
ción celestialmente jurídica o que el ejercicio de la fe o,
incluso, más que Jesucristo exclusivamente. El evangelio
intenta llamar personas al cuerpo de Cristo, es decir, a la
comunidad de creyentes que tiene a Jesucristo como su ca­
beza esencial y soberana.4 ----- -------
Entonces, la Iglesia es él ¿génté~de Diós"para“^restableció
miento de su Reino. Es el principal medio por el cual El es­
tá consumando su propósito reconciliador. Por lo tanto, la
Iglesia es inseparable del designio cósmico de Dios de reu­
nir todas las cosas en Jesucristo (Ef. 1:10): la esencia y
meta del Reino.
Hablo de la Iglesia como el agente del Reino y no mera­
mente como una señal o símbolo del mismo o como'un
16 ! La comunidad del Rey

instrumento inanimado en las manos de Dios. Agente vie­


ne del verbo latino agere, “actuar” . Es una palabra que de­
nota acción. Dios actúa recreativa y redentoramente. Su
acción incluye “un plan para el cumplimiento de los tiem­
pos, para unir todas las cosas” en Jesucristo. En este plan
no actúa solamente Dios, sino también el hombre. El Rei­
no de Dios es la obra de Dios; sin embargo, deatro del plan
de Dios hay lugar para la acción del hombre. Así de grande
es la gracia de Dios. La Iglesia jamás podrá ser, entonces,
un instrumento inanimado en las manos de Dios. No es
simplemente un objeto, sino un sujeto. Lleva a cabo la
obra de Dios; no obstante, eso hace que siga siendo, lite­
ralmente, obra de Dios. De modo que la Iglesia en relación
al Reino no es un evento sino un acto; más que un símbo­
lo, es un agente.
Jesús vino predicando el Reino. Fue de uri lugar a otro
“enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evan­
gelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolen­
cia en el pueblo” (Mt. 4:23). Su mensaje, “Arrepentios,
porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 4:17),
era el mismo mensaje que Juan había predicado (Mt. 3:2)
porque el Reino había aparecido realmente en el tiempo y
en el espacio, en la persona misma de Jesús. En más de
ochenta ocasiones en los Evangelios, Jesús se refiere al
Reino.s Incluso contó parábolas (Mt. 13) que nos dan
una idea de cómo es que el Reino viene. La misión de Jesús
era decir las buenas nuevas del Reino, mostrar cómo era el
Reino, mostrar sus obras, decir cómo se entra en él y esta­
blecer la comunidad mesiánica en forma embriònica. El
murió en la cruz y resucitó para derrotar al reino del mal y
para introducir la era del Reino de Dios.
¿De qué habló Jesús después de su resurrección? Se apa­
reció a sus seguidores “durante cuarenta días...hablándo­
les acerca del reino de Dios” (Hch. 1:3). Este era su tema.
Cuando los discípulos quisieron saber si era entonces cuan­
do, finalmente, Jesús iba a “restaurar el reino a Israel”, les
Introducción /1 7

dijo que lo importante era que ellos serían sus testigos, por
medio del poder del Espíritu Santo, hasta lo último de la
tierra (Hch. 1:6-8). Su testimonio, el testimonio de la
Iglesia, tendría importancia en relación al reino.
Pero necesitamos definir el Reino de Dios en forma un
poco más precisa. El Reino es el dominio o soberanía de
Dios y no predominantemente un lugar o jurisdicción.
Bíblicamente, el Reino “se refiere en primer lugar a una
soberanía, dominio o autoridad y solo secundariamente a
la jurisdicción en la cual se ejerce una soberanía”. Por lo
tanto, hablar del Reino de Dios es recordarnos a nosotros
mismos que Dios es el Señor soberano. “Del Señor es la tie­
rra y su plenitud” (Sal. 24:1).
El Antiguo Testamento no habla del “Reino de Dios”
como tal, pero a través de los Salmos y los Profetas conti­
nuamente nos recuerda que Dios es Rey. En el Nuevo
Testamento el misterio del Reino es que el dominio y el
plan de Dios se centran en la persona de Jesucristo. El es el
Mesías, el ungido Hijo del Rey. El es Dios encamado, “«1
Verbo hecho carne”. Y Jesús vino predicando el Reino,
anunciando que en El, la autoridad, la soberanía y el do­
minio de Dios estaban presentes en la tierra en una nueva
forma.
Veamos lo que dijo e hizo Jesús. Habló del Reino; reu­
nió a la Iglesia; no dijo mucho acerca de la Iglesia y rehusó
establecer la clase de reino que la gente esperaba. En lugar
de eso habló del “misterio” del Reino. A través de su vida,
muerte, resurrección y visitación en Pentecostés^estableció
no el Reino sino la Iglesia, la comunidad a la que se le con­
fió la tarea de vivir y proclamar el misterio del Reino hasta
los confines de la tierra.
Jesús habla del Reino de Dios y Pablo de Dios reconci­
liando todas las cosas a través de Jesucristo (2 Co. 5:19;
Col. 1:20). Son dos formas de decir la misma cosa, porque
Dios está reinando y reconciliando'a través de Cristo. -
18 / La comunidad del Rey

Esta forma de entender el Reino de Dios puede aclararse


considerando lo que el Nuevo Testamento llama “el miste­
rio” o “secreto” (musterion) del Reino. Jesús dijo a sus
discípulos. “A vosotros os es dado saber el misterio del rei­
no de Dios” (Mr. 4:11; véase Mt. 13:11 y Le. 8:10).
Por medio de la fe en Jesús, los discípulos fueron capaces
de entender lo que para otros estaba encubierto, que el
Reino de Dios se había aproximado en la persona misma
de Jesucristo. Más tarde entenderían que todas las prome­
sas de Dios concernientes a su Reino vendrían a cumplirse
a través de Jesucristo.
Pablo habla de “el misterio del evangelio” (Ef. 6:19), de
“el misterio de Cristo” (Col. 4:3), de “el misterio de la pie­
dad” (1 Ti. 3:16). El veía este misterio como la revela­
ción de los propósitos de Dios encubiertos previamente y
revelados ahora en la vida, muerte y resurrección de Jesús
y en la creación de una comunidad de creyentes reconcilia­
da y reconciliadora a través de la proclamación de Cristo
(Ro. 16:25-26; 1 Co. 2:7-10; Col. 1:26-27; 1 Ti. 3:16).
Pablo habla en forma más completa de este “misterio” en
Efesios 3:2-10, donde dice que el “misterio de Cristo” es
que la salvación se extienda a los gentiles, lo mismo que a
los judíos. A partir de entonces tanto los judíos como los
gentiles son miembros de “un cuerpo” , la Iglesia. La volun­
tad de Dios es que “la multiforme sabiduría de Dios sea
dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y
potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito
eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro- Señor”_(EL
3:10-11). O, de nuevo, “el misterio de su voluntad” es
“reunir todas las cosas en Cristo...así las que están en los
cielos, como las que están en la tierra” (Ef. 1:9T10).
•Jesús habla de “el misterio del reino” . Pablo habla de
“el misterio de Cristo”. Porque Cristo es la clave para el
Reino. El Reino de-Dios es la obra reconciliadora de Dios
en Cristo que está en procesó, vista desde la perspectiva
Introducción /1 9

del establecimiento definitivo y final del dominio de Dios,


cuando Cristo regrese a la tierra. Cristo tiene que regresar
para establecer completamente su Reino. Pero por su Espí­
ritu,. El obra actualmente en la' tierra a través de su cuerpo,
la Iglesia.
¿Por qué es esto un secreto, un misterio? La Escritura
llama al designio del Reino de Dios un misterio por varias
razones. Estaba encubierto hasta que vino Jesucristo/Fue
revelado por el Espíritu Santo, no por el entendimiento
humano. Se opone a la sabiduría del mundo. Está presente
ahora en sufrimiento y debilidad. Está basado únicamente
en la obra de Cristo. Requiere fe. Y no será revelado com­
pletamente sino hasta que Jesucristo regrese a la tierra.

¿Qué es, entonces, el Reino de Dios? Es Jesucristo y, a


través de la Iglesia, la reunión de todas las cosas en El. Para
el presente, es el crecimiento en el mundo de la gracia, el
gozo, la sanidad, la paz y el amor vistos en Jesús. El Reino
es al mismo tiempo presente y futuro, tanto terrenal como
celestial, lo mismo encubierto que en vías de manifestarse.
Es tan concreto y tan de este mundo como el polvo cu­
briendo los pies de Jesús o como el viento de Galilea ju­
gueteando en su cabello; es tan costoso como la crucifi­
xión; tan celestial como el Cristo resucitado, sentado a la
diestra del Padre. “Se está expandiendo en la sociedad co­
mo el grano de una semilla de m ostaza...; buscando pene­
trar en la sociedad-como la levadura en la masa.6 Sus ver­
dades y valores son aquellos que enseñó y vivió Jesucristo
y que entregó al núcleo de sus seguidores. Pero este Reino
puede manifestarse completamente solo cuando Jesucristo
regrese a la tierra.

¿Cómo deben percibirse la Iglesia y el Reino en estos


días, entre la primera y la segunda venida de Jesucristo?
Examinaremos ahora esta cuestión a la luz de las percep­
ciones contemporáneas del Reino y de la Iglesia.
20 ¡La comunidad del Rey

NOTAS

1. Marie-Dominique Chenú, Nature, Man and S ociety in the


Twelfth Century, trad. Jerome Taylor y Lester K. Little (Chi­
cago: University o f Chicago Press, 1968), p. 240. Chenú
señala que la aspiración de restaurar la Iglesia a su estado pri­
mitivo “no solamente provocó un movimiento hacia la refor­
ma moral, sino que también alimentó una búsqueda profunda
de la fe cristiana que trajo avances significativos en la teología’*
(ibid.). Las dos direcciones de este esfuerzo renovador pueden
simbolizarse con los nombres de Francisco y de Tomás de
Aquino. De esa misma manera la Iglesia necesita h oy una reno­
vación tanto teológica com o en sus dimensiones personal y
corporativa.
2. Véase Orlando E. Costas The Church and its Mission: A Sha-
ttering Critique from the Third World (Wheaton, Illinois:
Tyndale, 1974), pp. 8-10, 21-57. El análisis de Costas es
esencialmente paralelo al m ío. El habla de “la iglesia com o el
agente de la misión de Dios” pero no habla de esta misión par­
ticularmente en términos del Reino de. Dios.
3. La actividad de Dios en el mundo no se reduce a la redención
evangélica; incluye también la preservación y el juicio. Por lo
tanto, Dios actúa también fuera de la Iglesia y aun en juicio
sobre la Iglesia. Pero en lo relativo a la redención, lajglesia es
el único agente que Dios ha escogido, ¡para que la salvación
pueda ser por la gracia!
4. Ser una parte de Cristo significa ser parte de su cuerpo. Pero el
cuerpo de Cristo tiene que ser entendido bíblicamente com o la
comunidad del pueblo de Dios, no primariamente en términos
de sus expresiones institucionales.
5. Jesús habla de “el reino de Dios” , “el reinó del cielo” , “mi
reino” , “el reino de mi Padre” , y así sucesivamente. Aunque
-— “ tal vez Ehquería dar énfasis d iferen tesry o n o creo q u eJ esú s tu­
viera en m ente ninguna diferencia fundamental en significado
entre las dos frases “reino de D ios” y “reino del cielo” (o , li­
teralmente, “de los cielos”). De hecho, las dos frases pueden
representar simplemente la preferencia de Mateo y no dife­
rencias en el uso que Jesús hacía de esas expresiones.
6. Marvin R. Vincent, Word S tudies in the N ew T estam en téNew
York: Charles ‘ Scribner & Sons, 1911), I, 311. Para George
. . Eldon X a d d , el punto-central de- la parábola de la levadura es —
que el Reino de Dios entra en el m undo casi imperceptible-
Introducción / 21

mente, y no que el Reino opera com o la levadura para permear


la sociedad. Pero éste es un argumento innecesario que obliga a
elegir entre las dos alternativas; lo importante es tanto que el
Reino empieza ocultamente com o que trabaja gradualmente
para leudar toda la masa. Aunque Ladd cree que la idea de per-
mear hubiera sido “completamente extraña al pensamiento ju­
d ío ” , no lo es más que la enseñanza misma de Jesús acerca de
la naturaleza del Reino.
PERCIBIENDO
EL REINO

El Reino de Dios no viene en forma visible,


ni dirán, “helo aquí”,
o uhelo allí”,
porque el Reino de Dios está dentro de ustedes.
(Le. 17:20-21)
CONCIENCIA DEL REINO

A pesar de las diferencias denominacionales y de otro tipo,


las iglesias cristianas dentro de una sociedad determinada
a menudo revelan una perspectiva teológica notablemente
similar. Las tradiciones denominacionales pueden diferir,
pero con frecuencia es evidente una posición común.
Esta perspectiva común existe hoy dentro del protestan­
tismo latinoamericano. Aunque incluye una amplia varie­
dad de denominaciones y de tradiciones específicas, el mo­
vimiento evangélico muestra claramente un particular pun­
to de vista teológico,-marcado-por la-forma-de-la-cultura-y-
por la herencia común del movimiento evangélico en la
controversia entre modernismo y fundamentalismo.
Los años sesenta vieron la reafirmación de la conciencia
social del protestantismo evangélico. Se redescubrió la in­
quietud social prefundamentalista del cristianismo y libros
como Revivalism and Social Reform de Timothy Smith se
hicieron muy populares.
Pocos evangélicos dudarían de qué esta evolución fue
2 6 /L a comunidad del R e y

bU.ena„ S/ es ciert0 que ha habido un “Renacimiento Evan


f í n T HPara UtlllZar Ia frase de Donald Bloesch), esto ha
gnificado en parte, la recuperación de la dimensión social
de evangelio y el fin de la controversia entre m o d e r n ^
1900aT 950 qUe tUV° IUSar *'aProx*madamente) de

hada'dónde va?*ej° S ^ Ue8ad° moVÍmiento eva" ^ c o y


¿Es suficiente reafirmar simplemente de palabra y con
acción una conciencia social evangélica? ¿Descansa la teo-
iogva evangélica actual sobre una base bíblica suíiciente-
Y s" es dTrtoPanra aC.°meter d fUtUr° Creativa y fielmente?
hiPnHn 1 t 16 movlmiento evangéhco está “sucum-
Carl F h " * “ a CrÍSÍS de iden«dad”, como sugiere
cial evangélico? ^ ^ P3ra d teSt™ »-
A pesar de que el movimiento evangélico ha logrado un
progreso significativo en los últimos veinticinco añ o f-teo "
acfuateTtoHUC10I!ial Y numéricamen te -, la base teológica
tual todavía demasiado restringida. A menos que se al-
v ^ d aedUh l r 1S10n maS COmprensiva y má* Penetrante de la
Evangéhco” n,’, T Ste a PelÍgr° ^ qUe 6‘ “Renac™iento
“ ?.Ueda 0 degenerar en un nuevo “establish-
í ex clu siv n ^f6 C° ° fragmentarse en pedazos mutuamente
| exclusivos. Los evangélicos tienen que ir más allá de una
| conciencia social a una conciencia bíblica del Reino. ’

1. Del fundamentalismo al movimiento evangélico —


„ raP‘da revisión histórica aclarará este puntoTExamF
ando la historia del protestantismo en este siglo, uno pue-
e descubrir tres etapas más o menos distintas-
Vel i L Z 0T nCÍa Ín‘mnqUUa■ Esta' etaPa PWde, por co n -
emencia, ligarse a la publicación del libro de Carl F.H.
1 0 A7 !leas^ Conscience o f Modern Fundamenta­
lism, en 1947. En ese libro, Henry escribió •
La "conciencia intranquila”. .. n0 es una conciencia}u^
Conciencia del Reino ¡27

fofa por las grandes verdades bíblicas,... sino más bien I


afligida por las frecuentes fallas al aplicarlas efectivamente I
a los cruciales problemas a los que se enfrenta la mente í-
gtodema. Yo abogo por una explicación de los fundamen- I
tos de la fe, no por una revuelta en contra de ellos. f
Esta etapa se inició cuando el polvo de los campos de \
batalla se estaba asentando, tanto literalmente (Segunda
Guerra Mundial), como en sentido figurado (controversia
entre modernismo y fundamentaüsmo), y cuando los con-
- servadores, teológicamente hablando, tuvieron tiempo para
reflexionar. La posibilidad de una autocrítica surgió cuan­
do menos en algunos círculos fundamentalistas. Hombres
como Carl F.H. Henry y Harold Ockenga estuvieron en la
avanzada de los que hicieron examen de conciencia.
La etapa de la conciencia intranquila duró aproximada­
mente de 1947 hasta los primeros años de la década de los
Sesenta. Los remordimientos de conciencia por la parciali-
---------------------------- t -------------------------- ---------------------------- ) . . . , . ! .

_ d a d .del .fundamentaüsmo provocaron, o cuando menos


acompañaron, varios acontecimientos significativos en los
aflos cuarenta y cincuenta: la fundación del Seminario
Teológico Fuller (1947), de Visión Mundial (World Vision)
(1947), de la Sociedad Teológica Evangélica (1949), y el
nacimiento de Christianity Today (1956). La aparición de
la Asociación Nacional de Evangélicos un poco antes
L_.íi?42) no dejó de guardar relación con esto. De importan­
cia paralela fue el innegable impacto de la evangelización
masiva de Billy Graham a partir de 1949. Estos aconteci­
,
,

mientos han sido referidos cronológicamente en forma ade­


i
,

cuada en The New Evangelicalism de Ronald Nash, The


j . I

New Evangelical Theology de Millard Erickson y, más re­


cientemente, en The Great Reversal de David O. Moberg y
^ e Evangelicals de Wells y Woodbridge.
El resultado de la conciencia intranquila del fundamen-
- — tfittsmo fue el nacimiento del movimiento evangélico. Esta
transición tuvo como resultado un nueyo interés por la éti-
_ ca social y por el involucramiento social, un renovado énfa-
. -W =Ȓ|
=SÜ !ÍífJ

2 8 1La comunidad del Rey ‘ '

sis en la erudición y el surgimiento de una apologética m & P


cordal y con una base más amplia. Llevó c ü re c tL e n tlra H
siguiente paso de alejamiento del fundamentalismo. 7

• Conciencia social. Ninguna frase ha sido utilizada


más eficazmente en años recientes para señalar el énfasis
mas amplio del movimiento evangélico que conciencia so-'
Z ¡ ^ V oh° 61 llbr° Tke Social tonscience o f the Evan-
gehcal de Sherwood, publicado en 1968. Esta etapa empe-‘
zó a mediados de los sesenta y continúa hasta el presente -
Las marcas de la despertada conciencia social del movi­
miento evangélico pueden verse en el mayor énfasis en las ’
cuestiones sociales en la Asociación Nacional de Evangélí- 1
eos y organizaciones similares, en la incorporación de mi-
mstenos sociales en las cruzadas de Billy Graham y LeiglT-
ton Ford y en la mayor sensibilidad de los evangélicos al
problema racia y a la crisis urbana, con cambios concomi­
tantes en los planes de estudio de universidades y semina- ,
evangélicos. La fase de conciencia social es todavía—
más evidente sin embargo, en la actividad editorial evangé^
ca reciente.
^ Ejemplo de esto
-------1Ü son los numerosos ¡libros que ~
S numerosos
en una forma j» ___ j- libros que
en una fonna nu ntro
otra tratan de cuestiones sociales; un -ma- -M
n° e' ?S,S e" S problemas sociales en las revistas e v an g é l­
icas y a creciente influencia de publicaciones “evangélicas
Z nn q ce; e T eCÍaÜZan en cuestiones sociales,’c Z r 1 1
b lL ru X í ° iourner!¡, Principalmente.1 David Mó-~
berg en su libro The Great W * , / menciona en o rd eír ¿i
cronológico una creciente lista de ejemplos de “evangeliza- ■
ción más acción social”. El concluye afirmando qué hoir-

losevangehcos^e están dawdocüéñTá-de sus inconsistencias
ci re®resan 3 la totalidad del evangelio cristiano’’
t i movimiento evangélico probablemente se encuentre
en estos momentos en la cima de la fase de conciencia so=
cial No solamente hay numerosos llamamientos al interés
por lo social y demostraciones importantes de la realidad
de dicho interés, sino que también ha surgido én relación
a esto un consenso teológico aé b W S Ü y ajn'plja-------------
Conciencia del Reino / 29

z .En una palabra, este consenso evangélico dice que evan-


—jelizadón-e interés social van juntos y que son ambos esen-
para el evangelio, que es uno. Algunos ejemplos re-
^ 'ÍUeizan la uniformidad de este consenso. Sherwood Wirt
C~¿cáribe: . “Oponer la acción social a la evangelización, es
;T crear un dilema falso, algo que Jesús habría destruido con
r " una frase. El mandó a sus discípulos que difundieran las
" Buenas Nuevas y que dejaran que su preocupación por lo
acciai se manifestara a través de las vidas transformadas de
j i__ personas de. gran valía” . Cari Henry dice: “El punto de
L . .vista bíblico afirma que tanto la conversión individual co-
; mo la justicia social son indispensables. La Biblia hace un
l llamamiento a la santidad personal y a cambios sociales
r— arrasadores; rehúsa sustituir la responsabilidad social por
I la religión privada o el compromiso social por la sumisión
| personal a Dios” . De la misma manera, Leighton Ford co-
menta: “Es un escándalo que nosotros como discípulos de
f Cristo dividamos nuestra vida en compartimientos, ponien­
do nuestra devoción personal en un segmento y nuestra
responsabilidad social en otro, en circunstancias que las
í __dos van juntas” . Afirmaciones similares han sido hechas
l—^por.Billy Graham, Elton Trueblood, John Warwick Mont-
>*__gomery y muchos otros.
t n r ~ E j surgimiento de una conciencia social evangélica fue,
sr“ Para muchos, un acontecimiento positivo y bien recibido.
Tal vez marcó el fin de la desviación modemista-fundamen-
i__±talista. Si los evangélicos no han causado todavía el impac-
- - to social que debieran, cuando menos se ha diagnosticado
— dónde está la falla y se han definido cursos de acción más
_—.bíblicos__
'v:x~ Pero, ¿es realmente suficiente el consenso sobre lacon-
cien eia social? ¿Es lo suficientemente amplio? Yo creo
— <iue, no obstante lo actualizado que es, lleva todavía las
pensamiento dicotòmico del pasado, Necesita-
inos ir más allá de esta dicotomía, hasta alcanzar una visión
comprensiva. De hecho, hay señales de que el movi­
30 / La comunidad del Rey

miento evangélico está avanzando hacia una tercera etapa.


Si el consenso sobre la conciencia social se redujera a
una fórmula, esta sería: Dios salva a personas que a su vez
tienen la responsabilidad de la evangelizadon y de la
acción social. La perspectiva es la del cristiano individual
que observa vigilante e interesado al mundo. Pero hay otro
punto de vista posible: la perspectiva del que se coloca fue­
ra del debate evangelización/acción social e intenta ver el
plan total de Dios para su creación. Esto es lo que Pablo
hace en los tres primeros capítulos de Efesios, cuando ha­
bla del plan de Dios de reunir todas las cosas en Cristo Je­
sús a través de la Iglesia (Ef. 1:10; 1:20-23; 3:10). Aquí
se ven, no dos polos —evangelización y acción social—sino
un designio cósmico. Al centro mismo de este designio está
la reconciliación personal con Dios a través de Cristo, pero
dentro del círculo uno percibe también un plan cósmico
para la reconciliación de todas las cosas. Si hubiera una fór­
mula, tal vez sería: Dios, en Cristo, está reconciliando con­
sigo mismo a toda la creación y su acción a través de la
Iglesia es parte central de su plan.2
Aquí y allá aparecen indicios de que el movimiento
evangélico está avanzando hacia esa visión comprensiva.3
Esta es la siguiente etapa.
1.3 Consciencia del Reino. Toda salvación viene de Dios.
Toda renovación y toda reconciliación genuina —sea perso­
nal, comunal o cultural— tiene origen en la acción de Dios
y, por lo tanto, en su propósito y plan. Teniendo conscien­
cia de esto desde el principio, uno puede encontrar el lugar
bíblicamente apropiado para cualquier énfasis cristiano le­
gítimo, sea evangelización, acción social, renovación de la
iglesia o discipulado.
Las Escrituras enfatizan el propósito eterno, plan o vo­
luntad de Dios, que El está llevando a cabo en la historia
para lograr la reconciliación de todas las cosas. Este pro­
pósito divino se identifica con el Reino o gobierno de Dios.
~ No es cuestión de agregar una dimensión social a un
Conciencia del Reino / 31

evangelio de salvación. Más bien, la evangelización, la con­


versión, la justicia social y otros énfasis del evangelio deben
ser vistos como parte del plan redentor cósmico-histórico
de Dios. Este es el testimonio cristiano contemporáneo,
visto a la luz del Reino que se acerca.
Hasta cierto punto, Cari Henry se mueve ya en esta di­
rección en el último capítulo de A Plea for Evangelical
Demonstration. Henry escribe.' “La Biblia da una visión
nada menos que de un hombre nuevo, una nueva sociedad,
un cielo y una tierra verdaderamente nuevos en los que
prevalece la justicia universal”. Henry habla de un “man­
dato divino en relación a la cultura” dado al hombre y di­
ce que “tanto en su perspectiva como en la práctica, el cris­
tiano ha de dar testimonio de la dimensión espiritual y mo­
ral divina en el trabajo y en el ocio, en el conocimiento y
en las artes, en la familia y en la vida pública” . Aquí está
el principio de una perspectiva que va más allá de la con­
ciencia social: incluso ahora, antes del regreso de Cristo,
el hombre que está en Cristo tiene una responsabilidad por
toda la cultura.
Francis Schaeffer representa otro paso en la dirección de
la consciencia del Reino. Prácticamente desconocido fuera
de un pequeño círculo antes de la publicación de The God
Who Is There en 1968, Schaeffer es hoy, quizá, el escritor
teológico evangélico más ampliamente leído. ¿Por qué esta
popularidad? Una razón es ciertamente lo inclusivo del aná­
lisis de Schaeffer, es decir, su insistencia en que todo lo de
la cultura está interrelacionado, en que el plan de Dios
comprende todas las áreas de la vida, en que ninguna disci­
plina o categoría es independiente de los valores y las ver­
dades bíblicas.
En Pollution and the Death o f Man, Schaeffer enfatiza:
“Como la muerte de Cristo redime a los hombres, inclu­
yendo sus cuerpos, de las consecuencias de la caída, así su
muerte redimirá a toda la naturaleza de sus perniciosas
consecuencias” Aunque esta redención cósmica no se
32 / La comunidad del Rey

llevará a cabo completamente sino hasta “el momento en


que seamos resucitados de los muertos, debemos estar bus­
cando desde ahora, con base en la obra de Cristo, una sani-
I dad sustancial en todas las áreas afectadas por la caída” ,
j Schaeffer cita la cuádruple alienación que resulta de la
; caída (separación del hombre de Dios, de sí mismo, de
\ otras personas y de la naturaleza) y enfatiza que Dios está
' efectuando una restauración parcial en cada una de esas
áreas: “Los cristianos...no son simplemente llamados a
decir que un día habrá sanidad, sino a proclamar que por la
gracia de Dios, sustancialmente, con base en la obra de
Cristo, una sanidad verdadera puede ser realidad, aquí
y ahora” .
Schaeffer expresa algo que va más allá de lo que la ma­
yoría de los evangélicos, incluyendo a los que enfatizan
la conciencia social, han venido diciendo. Encontramos
una perspectiva global, cósmica que ve el plan de Dios en
su totalidad temporal y espacial y se centra en lo que Dios
está haciendo a través de la Iglesia, aquí y ahora. Esto re­
presenta un avance, cuando menos, en dirección de una
nueva consciencia del Reino de Dios.

2. Una consciencia del Reino hoy


Los cristianos necesitan hoy esa visión del Reino. Solo la
claridad y la amplitud teológicas pueden oponerse a la tec-
noutopía de acero inoxidable del secularista y a la nebu­
losa seudoutopía del psicodélico.
Una consciencia de la realidad presente del Reino de
Dios y la confianza en él, ciertamente no han sido ajenas
al protestantismo; más bien han sido típicas. H. Richard
Niebuhr nota en The Kingdom o f God in America que “el
Gran Despertamiento y los avivamientos fueron introduci­
dos por una consciencia del Reino que se acercaba” . Nie­
buhr continúa diciendo:
La expectativa del reino que se acercaba... se transfor­
mó en la idea dominante en el cristianismo americano. Si el
Conciencia del Reino / 33

siglo X V II es el de la soberanía y el X V III el del tiempo del


reino de Cristo, el X IX puede ser llamado el período del
reino que se acerca... Entre los cristianos de América,
cuando menos, el optimismo del siglo X IX estaba relaciona­
do íntimamente con la experiencia de la revolución cristia­
na anticipada.
Aunque el cristiano contemporáneo puede no estar de
acuerdo con ciertos énfasis de esta consciencia del Reino
es significativo, no obstante, el hecho de que tal conscien­
cia existiera. Enfatizaba la transformación de Dios de todos
los sectores de la sociedad, desde la Iglesia hasta el arte, la
ciencia y el gobierno. Lo que sucedió más o menos después „
de 1890 es que los evangelistas sociales secularizaron esta
visión del Reino y los conservadores la espiritualizaron. Se
produjo una polarización y el equilibrio bíblico se perdió.
El resultado fue la controversia entre modernismo y funda-
mentalismo. Niebuhr argumenta que aunque “muchos in­
térpretes del llamado ‘evangelio social’ han supuesto que
antes de .1907 o de 1890 la esperanza de un reino sobre la
tierra prácticamente no existía y que los cristianos dirigían
todas sus expectativas a la ciudad celestial” , esto es, de he­
cho una caricatura. Los evangélicos de mediados del si­
glo XIX tenían una activa consciencia del Reino que fruc­
tificó en una reforma social y cultural, lo mismo que en
una evangelización diligente. Donald W. Dayton ha docu­
mentado recientemente este movimiento evangélico de avi-
vamiento-más-reforma en Discovering an Evangelical
Heritage.6'
Desde la perspectiva actual, este énfasis en el Reinó del
siglo XIX parece afectado por un optimismo no bíblico.
El fundamentaüsmo, por supuesto, viró hasta llegar a ser
una actitud esencialmente pesimista, adoptando el premile-
nialismo y un rígido dispensacionaüsmo. Todo optimismo
se reservaba para el reino milenial, que podía llegar solo ca-
taclísmicamente y si las condiciones históricotemporales
empeoraban: “mientras más empeoren las cosas, es mejor” .
3 4 1La comunidad del Rey

El movimiento evangélico contemporáneo tiende hacia


un equilibrio más bíblico entre optimismo y pesimismo,
pero es débil en su consciencia del Reino. Sin embargo, es
precisamente una percepción profunda de la naturaleza
dual del Reino como algo presente, pero también cómo al­
go que se acerca, lo que es necesario para mantener ese
equilibrio. El movimiento evangélico necesita hoy una
consciencia del Reino, una percepción del Reino de Dios,
similar a la del protestantismo americano del siglo ante­
rior, pero con fundamentos más bíblicos.
¿Qué elementos son esenciales para una consciencia
evangélica del Reino en el día de hoy? Cinco elementos son
particularmente cruciales.
Primero, un énfasis en la dimensión cósmica del evan­
gelio.
La salvación personal es el centro del plan cósmico de
Dios, pero no es la circunferencia del plan. Todo el.primer
capítulo de Efesios enseña que la redención personal enca­
ja en un designio cósmico divino integral, es deci£, la recon­
ciliación de todas las cosas en Cristo.5 De hecho, la Biblia
entera habla del designio cósmico de Dios mucho más de
lo que lo refleja la teología evangélica de hoy.6 Esta di­
mensión cósmica necesita ser redescubierta y explorada.
En términos teológicos tradicionales, tenemos que recor­
dar que Dios es soberano y que Jesucristo ha conquistado
los principados y las potestades.
Segundo, una recuperación de la amplitud dinámica de
la Palabra de Dios.
Es una supersimplificación decir que la neo-ortodoxia
veía a Cristo^com<3rla~Palabrá‘de Dios, mientras que el mo­
vimiento evangélico ve a la Biblia como la Palabra de Dios.
No obstante, hay algo de verdad en esta afirmación. Pero
es claro que la Biblia misma es “la palabra de Dios” ; es una
realidad dinámica, Dios comunicándose, que comprende
tanto a Jesucristo como a la Biblia. Los evangélicos necesi­
tan ser lo suficientemente sabios para continuar afirmando
Conciencia del Reino / 35

que la Biblia es la infalible Palabra de Dios y al mismo


tiempo ir más allá y afirmar que la Palabra es mucho más
que un libro. Es dinámica, creativa, siempre nueva. Es, de
hecho, “viva y activa y más penetrante que cualquier espa­
da de dos filos” (He. 4:12). El contexto muestra clara­
mente que este pasaje no se refiere solamente a la Biblia.
Tercero, una recuperación del sentido de la historia.
El Reino de Dios es un hecho histórico. No aparece
violentamente en la escena mundial en toda su magnitud
desvinculado de la historia, sino que en cierto sentido es el
resultado de la acción de Dios en toda la historia y, sobre
todo, en los eventos de la vida, muerte y resurrección de
Cristo. También es cierto que Dios está obrando ahora en
la historia, principalmente “a través de la iglesia” (Ef. 3:10).
Los evangélicos necesitan reafirmar la importancia de la ac­
ción humana dentro del proceso histórico sin, al mismo
tiempo, dicotomizar o deificar la historia.
- Cuarto, un nuevo énfasis en la ética del Reino.
Las enseñanzas de Jesús establecen claramente que el
Reino de Dios en su realidad presente significa un estilo de
vida discipular. “La iglesia es la forma sufriente del reino
de Dios”. La expresión actual del Reino demanda una
ética de crucifixión, no una ética de triunfo. La Iglesia no
debe vivir hoy como si el Reino estuviera ya plenamente
establecido sino que está llamada a vivir la paradoja del
Rey que terminó en una cruz. Por lo tanto, una nueva
consciencia del Reino en el día de hoy significa una nueva
percepción de las demandas del discipulado. '
Y finalmente, un punto de vista cristiano de la cultura.
Este es un componente necesario de una, visión del Rei­
no. Hay un mandato cultural para el cristiano, lo mismo
que un mandato evangelístico. El evangelio se interesa en
la totalidad de la sociedad, no solamente en la iglesia insti­
tucional. Y la esfera de acción de Dios no se limita al
círculo de creyentes sino que comprende toda la creación,
como nos lo recuerda repetidamente la Biblia.
36 ¡La comunidad del Rey

Los evangélicos insisten correctamente en la centralidad


y en la prioridad de lá conversión personal y de la edifica-
aón de la comunidad cristiana, la Iglesia. A menudo reco­
nocen, también, que conversión y comunidad cristiana
implican una responsabilidad social fundamental. Pero esta
visión tiene que ir más lejos. Debe tomar en consideración
la cuestión toda de la cultura y de la formación de la cul-
, , m' ¿ , es 8011 las implicaciones del punto de vista bí­
blico de la realidad, para el arte, la educación, la política
la música, la filosofía? Todas estas áreas afectan a perso­
nas; todas son proyecciones de la obra humana y de la per­
cepción humana de la realidad. Y todas deben someterse 5
al señorío de Cristo. ' i
El Reino de Dios no ha llegado plenamente, pero se I
acerca. Su establecimiento pleno espera el regreso de Cris- I
to Pero a través de la vida y la obra del pueblo de Dios -la I
Iglesia- continúa creciendo y expandiéndose. Y la com-- I
prensión del Reino está íntimamente ligada a la compren- 1
sion de lo que la Iglesia es. §

NOTAS"
1. Hasta 1976 Sojoum ers se llamaba The P o st American. Aunque
es cierto que algunos evangélicos jóvenes prefieren separarse
del movimiento evangélico y por lo tanto de la etiqueta de
evangélicos, no obstante sus relaciones históricas y su acepta­
ción de la autoridad bíblica (aunque redefinida) los coloca to ­
davía dentro del contexto más amplio del movimiento evan­
gélico contemporáneo. ______ ____
2.
Para evitar una concepción universalista de esta “reconcilia­
ción de todas las cosas” uno debe tener en m ente aquellos pa­
sajes de la Esentura ,u e hablan del juicio y de la condenación
eterna de Satanás y de todos los que rechazan a Cristo, y la
repulsión de todo lo impuro, im pío y falso.
3.
H Pacto de Lausana puede ser considerado com o un paso en
esta dirección (véase el capítulo 2).
4.
Harper & Ro«r, 1976. Donald W.' Dayton habla en términos -
generales del envolvimiento en y del compromiso con el abolí-
Conciencia del Reino ¡3 7

donism o, el fem inismo, la reforma educativa y el interés de


predicar el evangelio a los pobres, del movimiento evangélico
del siglo XIX.
Véase la nota 2 , anterior.
Muchos dispensacionalistas, por supuesto, no vacilan en deli­
near un programa cósmico divino, pero en este programa hay
poco lugar para la actividad humana (excepto por lo que se
refiere a la actividad de los pecadores), y es discontinuo en re­
lación a la historia en el espacio y en el tiem po.
pr*
r*K---j—f-4¿*-4-J
--H
' r.p T;
ill
. 1J3
i
J
Í tl
- 3 - ... tí
4 .. I-- Ili
- t í - ±J
jaí ..(..
-j: •}h.'
2
_ MODELOS DE LA IGLESIA

La posición de cada quien determina lo que ve. Asimismo,

Ij
la posición que uno tiene respecto a la Iglesia afecta la for-
|
|
ma en que uno cree que el evangelio debe vivirse y lo que
uno piensa que el Reino de Dios realmente significa,
¿Cómo hemos de ver la Iglesia? ¿Cuáles son las figuras
) y metáforas básicas a través de las cuales podemos enten-
j derla? Hacer estas preguntas es identificar un cierto cambio
1 r que se da hoy en la forma en que el cristianismo se entien-
I de a sí mismo.
•j Unos 3500 líderes evangélicos interesados en las misio-
■ " nes y en la evangelización en todas partes del mundo se
i reunieron en Lausana, Suiza, en el Congreso Internacional
sobre la Evangelización Mundial, en 1974. El Congreso ex-
i pidió un notable documento, el Pacto de Lausana, expre­
sando el consenso de los participantes en un gran número
' de cuestiones relacionadas con la evangelización mundial.
De particular interés para este libro es lo que se dijo acerca
~ de la Iglesia.
40 ¡La comunidad del Rey

Lausana ciertamente no fue una asamblea eclesiástica :


formal o un “concilio ecuménico” en el sentido técnico i ii
Y sin embargo, en cierto sentido, el Congreso Internacional ¿
sobre la Evangelización Mundial se coloca en la misma lí- ]
nea que los concilios históricos de la Iglesia. Considerando j
el número total de participantes y la amplitud de la repre- |
sentación denominación al y geográfica (aunque esta repre- f
sentación no era oficial y era teológicamente restringida), g
se podría argumentar que en cierta forma Lausana tiene t
más derecho al título de ecuménico que muchos de los £
“concilios ecuménicos” de la historia. Y a pesar de que el %
Congreso concientemente no se vio a sí mismo como un |
concilio eclesiástico, sería ingenuo considerar que su sig- ¿
nificado no tiene relación con la historia conciliar del cris- %
tianismo. Esto es así, sobre todo si es realmente cierto, co­
mo lo afirma el Pacto, que la Iglesia es .“la comunidad del '
pueblo de Dios más bien que una institución” . í
El Pacto de Lausana, por lo tanto, es significativo como f
expresión de un consenso incipiente de alcance mundial, \
entre evangélicos cuando menos, en relación a la naturale- ^
za de la Iglesia. Por tal razón, lo que dice acerca de la Igle- .
sia, merece un escrutinio más cercano.
Las dos afirmaciones claves sobre la Iglesia en el Pacto
de Lausana se encuentran en la Sección 6, “La Iglesia y la *
Evangelización” : “La iglesia está al centro mismo del pro­
pósito cósmico de Dios y es el medio que El ha designado :
para extender el evangelio... La iglesia es la comunidad
del pueblo de Dios más bien que una institución, y no
debe ser identificada con ninguna cultura en particular,
con ningún sistema social o político ni con ninguna ideolo­
gía humana” . En otra parte, el Pacto habla del llamamien­
to de Dios “a un pueblo a Sí mismo” (Sección 1) y de la
“nueva comunidad” llamada por Cristo (Sección 4).1 Es
claro que Lausana vio a la iglesia principalmente en térmi-
nos _de comunidad y de pueMo^ El documento titulado
“Una Respuesta a Lausana” , proveniente de la reunión
7"

Modelos de la Iglesia ¡41

ad hoc sobre “discipulado radical”, de la misma manera


señalaba el aspecto “comunidad” , hablando de la Iglesia
como una comunidad “carismàtica” y “mesiánica” .2
La trascendencia de estas afirmaciones radica tanto en lo
que dicen como en lo que no dicen. Su importancia se hace
*más obvia cuando se les coloca al lado tanto de las formu­
laciones protestantes tradicionales de la Iglesia como de las
declaraciones del Vaticano II.

1. £1 punto de vista de la Reforma


La visión de la Iglesia adoptada por los reformadores
protestantes fue expresada en forma clásica por Lutero y "
Melanchthon en la Confesión de Augsburgo (1530) cuando
dijeron que la Iglesia es “la congregación de los santos, en
la cual el evangelio es enseñado correctamente y los sacra­
mentos son administrados correctamente” . Su “verdadera
unidad” está basada en la “unidad de creencia en relación
a la enseñanza del evangelio y a la administración de los
sacramentos” .3 Aquí la Iglesia es vista fundamentalmente
en términos de la creencia correcta, la enseñanza correcta
y el orden correcto. Esta definición de la Iglesia, como ha
observado E. Gordon Rupp, “tendió a influir todas las
definiciones posteriores” .4
De tono más calvinista es la Confesión de Westminster,
un siglo más tarde, que decía que la Iglesia invisible es “el
número total dé los elegidos” y visible “todos aquellos”
que, en todas partes del mundo, profesan la verdadera reli­
gión, junto con sus hijos” . El énfasis aquí está en la elec­
ción, la creencia correcta e, implícitamente, en los sacra­
mentos y el orden correcto.
Aunque estas afirmaciones son muy diferentes, hay tres
cosas que sobresalen: (1) se pone un énfasis predominante
en el evangelio más que en la obediencia a la jerarquía;
(2) la incorporación a la iglesia se ve principalmente como
un asunto de creencia correcta o profesión; y (3) las figuras
de comunidad, gente o pueblo no son de importancia pri-
42 ¡La comunidad del Rey

mana. El énfasis se traslada de la institución del sistema


eclesíástico~católico~Tomano~aia~institución de la Palabra
proclamada y de los sacramentos administrados.
En el siglo XVI era difícil tener una concepción de la
Iglesia como un conjunto de personas distintas del resto
de la sociedad o como una comunidad específica separada
del mundo. Tal concepción de la Iglesia era tan revolucio­
naria que se la consideró herética y tan amenazadora que
parecía políticamente subversiva. En gran parte por esta
razón, aquellos que llegaron a afirmar el derecho y la nece­
sidad de la Iglesia de ser una comunidad separada, distinta
del pueblo de Dios, los anabaptistas, murieron por centena-
' res por su fe. Es ciertamente más que una coincidencia que
/ el redescubrimiento contemporáneo del anabaptismo haya
venido paralelo con un nuevo énfasis en la Iglesia como
comunidad y como pueblo.5

2. Una mezcla de metáforas


Los modelos o metáforas básicos a través de los cuales
uno entiende la Iglesia son más potentes de lo que podrían
parecer a primera vista. El teólogo jesuíta Avery Dulles,
ha señalado esto en su libro, Models o f the Church. Dulles
muestra que aunque hay muchas figuras válidas para la
Iglesia, en épocas diferentes han prevalecido figuras o mo­
delos distintos. En la actualidad hay varios modelos en bo:
ga y los puntos de vista en relación con aspectos específi­
cos de la Iglesia son determinados en gran parte por el mo­
delo particular que se esté presuponiendo.
Peter Savage sugiere que son cuatro los modelos de la
Iglesia especialmente comunes en la actualidad. Miichós
ven a la Iglesia como una sala de conferencias a donde los
creyentes van a oír una exposición de la Biblia. Para otros
<yla Iglesia es un teatro donde los fieles se reúnen para ser
testigos del drama del sacramento actuado en presencia de
ellos. Además, la Iglesia puede ser vista como una corpora­
ción eficiente y con una gran orientación hacia los progra-
Modelos de la Iglesia / 43

mas, con un equipo pastoral ocupado en dar religión a las


masas en dosis pequeñas.-Finalmen te, -Savage- sugiere _que_
¿i^niuchos ven a la iglesia como un club social del que algunas
' personas se hacen miembros para encontrar satisfacción a
ciertas necesidades, de la misma manera que uno podría
unirse a cualquier otra organización para encontrar satis­
facción para otras necesidades. Savage pasa luego a analizar
4a Iglesia como la comunidad escatológica y sacramental
de discípulos. ■ ■ _
Dulles mismo . discute cinco, modelos básicos que han
operado a través de la historia: La Iglesia como institución,
como comunión mística, como sacramento, como heraldo*
y como siervo. Estas metáforas no son mutuamente exclu­
sivas y ninguna de ellas comprende tampoco toda la verdad
sobre la iglesia, la cual, después de todo, sigue siendo un
misterio. Sin embargo, quizás Dulles tenga razón al decir
que “aunque todos los modelos tienen sus méritos, no to­
dos tienen el mismo valor y algunas presentaciones de al­
gunos de ellos tienen, positivamente, que ser rechazados.
Mi interés está especialmente en los dos primeros mode­
los de Dulles: la Iglesia cómo institución y la Iglesia como
comunión mística, porque aquí se encuentra una cierta
polaridad y la cuestión de la prioridad de un modelo sobre
el otro, a la luz de la Escritura, adquiere gran relevancia.
Hjstóricamente, la teología católica romana ha enfatiza­
do en tal forma la naturaleza institucional de la Iglesia co­
mo la “sociedad perfecta” que puede decirse que la Iglesia
como institución ha sido el principal modelo detrás de la
eclesiología católica romana, cuando menos desde la Con­
tra Reforma hasta los años recientes. Pero como lo señala
Dulles, el Vaticano II marcó un cambio de énfasis. El Car­
denal Joseph Suenens da una expresión gráfica a este cam­
bio en su libro, A New Pentecost? El testifica:
Cuando yó era joven, la Iglesia se nos presentaba como
una sociedad jerárquica: era descrita como jurídicamente_
perfecta”, teniendo dentro de sí misma toda la potencia
44 ¡La comunidad del Rey \

necesaria para asegurar y promover su propia existencia.'


Este punto de vista reflejaba una imagen de la Iglesia mo­
delada en forma m uy parecida a la de una sociedad civil o,
incluso, a la de una sociedad militar: había una jerarquía
descendiente, una uniformidad que era considerada como
ideal y una disciplina rígida que se extendía hasta el más
pequeño detalle...
Suenens señala, sin embargo, que “al mismo tiem po...
otra visión de la Iglesia iba tomando forma gradualmente
ante nuestros ojos” . Un buen número de teólogos católicos
empezaron a hablar de la Iglesia como el cuerpo místico de
Cristo, y esto preparó el camino para las afirmaciones del
Vaticano II. Dice Suenens:
El Segundo.Concilio-Vaticano enfatizó la Iglesia como el
Pueblo de Dios en peregrinaje, m L servicio del m undo... ■
Esto se hacía' cóñ el propósito de enfatizar la prioridad de1 ;
bautismo y la igualdad radical de los hijos de Dios, y auto-' |
máticamente implica una reforma del concepto de la Igle- J
sia que hoy llamamos “piramidal”, situando en esta forma |
el ministerio en la parte central y al servicio de todo el ¿
cuerpo eclesiástico. La perspectiva se hizo más evangélica ,
y menos jurídica sin repudiar, sin embargo, el papel de la -
jerarquía. ¿
Esta afirmación, viniendo de un vocero católico tan emi- *
¡nente, es significativa a varios niveles. Desde el punto de )
' vista de este capítulo, su importancia principal es que
documenta un cambio en el énfasis católico romano de ■'
gran magnitud, de la Iglesia como institución a la Iglesia ~
como comunidad y como pueblo. Dulles señala este mismo
punto: 1
El Concilio Vaticano II en su Constitución sobre la Igle- *
sia hizo amplio uso de los modelos del cuerpo de Cristo y
del sacramento, pero su modelo dominante fue más bien el
de Pueblo de Dios. Este paradigma enfocó la atención so- .
bre la Iglesia como una red de relaciones interpersonales,
sobre la Iglesia como comunidad. Este es todavía el mode-
Modelos de la Iglesia / 45

lo dominante para muchos católicos romanos qué se con­


sideran a s i mismos como progresistas y que invocan las
enseñanzas del Vaticano II como su autoridad.
Sería fácil exagerar la importancia de este cambio de
una visión institucional de la Iglesia a una orgánico-comu-
nal. Se tiene que recordar que el carácter institucional de la
Iglesia y las prerrogativas de la jerarquía, fueron reafirma­
das explícitamente por el Vaticano II. No obstante, es
obvia una cierta degradación del concepto institucional a
favor de uno basado en los símbolos del pueblo y comu­
nidad.

3. Los modelos de Lausana


Resulta interesante que tanto el Pacto de Lausana como
los documentos del Vaticano II, enfaticen el mismo con­
cepto básico de la Iglesia: la Iglesia es la comunidad del
Pueblo de Dios.6 Como ya se ha señalado, esto repre­
senta un cambio de énfasis de consideración en la teología
católica romana, un cambio que probablemente actuará
como fermento en todo el mundo católico.
El Pacto de Lausana, sin embargo, marca un cambio de
consideración similar en la concepción de la Iglesia de par­
te del protestantismo evangélico.7 Puede ser que el cam­
bio no sea tan grande en vista de que el protestantismo
nunca estuvo totalmente casado con la visión jerárquica de
la Iglesia. Pero que el Pacto de Lausana representa efectiva­
mente un cambio de consideración en los modelos para la
__comprensión_queJaJglesia_tiene_de^í misma_es obvio_para____
cualquiera que compare esta afirmación sobre “La Iglesia y
la Evangelización” con pronunciamientos protestantes his­
tóricos sobre la Iglesia como las confesiones de Augsburgo
y Westminster. Entonces, puede ser tanto una señal de un
nuevo interés de los evangélicos en la eclesiología como un
cambio hacia una visión menos institucionalizada de la
Iglesia.8. __________________________ _________________
Si los reformadores no endosaron específicamente la vi-
46 / La comunidad del Rey

sión institucional-jerárquica de la Iglesia, tampoco tenían"


razón para rechazarla. Tal vez William R. Estep va dema-
sido lejos al afirmar que “la Reforma fue uña revuélta éñ
contra de la autoridad papal pero no en contra del concep
to romano de la iglesia como una institución” , porque al
reducir los sacramentos a dos, los reformadores hicieron
añicos mucho del sistema medieval eclesiástico católico
romano. A pesar de esto, la Confesión de Augsburgo es J
ciertamente compatible con una concepción institucional | |
de la Iglesia, si es que no la presupone de hecho. ¿f1
Entonces, el protestantismo en sus principales corrien-^
tes ha heredado conceptos que se prestan a un entendi-§§
miento institucional de la Iglesia. Esto se ve con mucha cla­
ridad en la casi universal aceptación protestante de la jáis-
tinción clero-laicado, preservada por la ordenación clerical 1|
exclusiva, y en la práctica de llamar “iglesias” a las estructu- ~
ras denominacionales. ¥:
Tal tradición puede combinarse fácilmente con las ten- |
dencias seculares de la sociedad moderna a producir una t
visión de la Iglesia esencialmente institucional y organiza-
cional, la cual choca con la idea de la Iglesia como comuni­
dad y como un pueblo. La moderna revolución tecnológi- ^
ca con su tecnocracia tiende a reforzar el concepto de la
Iglesia que está demasiado preocupada con las formas de
operación técnicas e institucionales y que es peligrosa­
mente susceptible a las técnicas administrativas y concep- |
tuales que deben más a B.F. Skinner que a Pablo o a
Jesús. .. ___________________________ ____
— Es-significativo-que-Jesús-rechazó-los-modelos-jerárqui-
cos tanto religiosos como políticos para sus seguidores en
dos pasajes relacionados, Mateo 20:20-28 y 23:1-12.
Aquí encontramos afirmaciones tan radicales como éstas:
“Ustedes saben que los gobernadores de los gentiles se en­
señorean sobre ellos y que sus altos oficiales ejercen auto­
ridad sobre ellos. No será así con ustedes. En lugar de esto,
el que quiera hacerse -grande -entre ustedes-será su servidor
Modelos de la Iglesia / 47

y el que quiera ser primero será su esclavo” (Mt. 20:25-27).


“Ustedes no han de ser llamados ‘Rabí*, porque ustedes
tienen solamente un Maestro y todos ustedes son herma­
nos "..Ni han de ser llamados ‘maestros’, porque tienen un
Maestro, el Cristo” (Mt. 28:3, 10). La arrogancia jerárqui­
ca y los títulos que crean distinciones entre los creyentes
son cuestionados. Los seguidores de Cristo son vistos co­
mo hermanos y consiervos.
Al describir ,a la Iglesia como “la comunidad del pueblo
de Dios más que como una institución”, Lausana endosó
una visión de la Iglesia que es al mismo tiempo bíblicamen­
te radical y prácticamente importante. El Pacto de Lausana’
no da, por supuesto, una definición completa de la Iglesia,
ni tampoco el Congreso sobre la Evangelización Mundial
tenía el propósito de escribir una declaración doctrinal co­
mo tal. Como la palabra institución tiene un gran número
de acepciones, habría sido preferible que el Pacto hubiera
dicho que la Iglesia no es principalmente una institución,
en lugar de eliminar completamente cualquier aspecto ins­
titucional. Pero la declaración en la forma en que fue emi­
tida, es significativa y puede ser un paso hacia un entendi­
miento más auténtico y más bíblico de la Iglesia.

4. La Iglesia y el Reino
Como sugiere Dulles, ningún modelo puede definir com­
pletamente la Iglesia o lo que Dios está haciendo a través
de ella. Debe utilizarse una pluralidad de modelos y figuras
para ayudámos a entender la variada riqueza de la Iglesia.
Pero lógicamente, algunos modelos deben tener priori­
dad sobre otros. Bíblicamente, parecería más válido enten­
der a la Iglesia como la comunidad del pueblo de Dios y no
como una institución jerárquica o una “sociedad jurídica­
mente perfecta” . Ciertamente, figuras bíblicas como la
del pueblo y el rebaño de Dios, el cuerpo y la esposa de
—Cristo, y como la de comunidad o compañerismo del Espí-
48 / La comunidad del Rey
•|i
ritu Santo, tienen prioridad sobre otros modelos menos es-1
pecífícamente bíblicos.—-_____ __________ _ ____ ■§
Una concepción propiamente bíblica del Reino de Dios $
es posible solamente si se entiende a la Iglesia, predomi- .J§
nantemente, si no exclusivamente, como una comunidad íft
carismàtica y el pueblo peregrino de Dios, su reino de sa-.j'p
cerdotes. En este libro intentaré mostrar por qué ésta es ^
hoy la forma más válida de entender la Iglesia. 0
Alguien puede argumentar, por supuesto, que este cam- J |
bio de modelo es solamente un acomodamiento a la sode-
dad moderna. La idea de personas y de pueblo ha sido re- V-
descubierta y explotada por la publicidad y por los medios
de comunicación. Todo banco, tienda o compañía gigan- .i
tesca quiere ser conocida como “gente que ayuda a la gen- --
te” o como “el tipo de gente que prefieres” o como “gente
exactamente como tú”. ¿No está la Iglesia simplemente ^
identificándose con esta tendencia? *.
Sí y no. Lo que ha venido sucediendo es esto: el creci­
miento de la tecnología computarizada, automatizada, T
entrelazada en la educadón, el gobierno, la mercadotecnia y
y la industria, há hecho que la persona individual se sienta
menos independiente, con un control menor y más amena- *
zada por fuerzas impersonales que ni entiende ni sabe có- *
mo tratar. Los medios de publicidad no fueron tomados- *
desprevenidos y han descubierto rápidamente estatenden- :
da y se han embarcado en una ingeniosa campaña compu- T
tarizada para asegurar a la gente que hay un ser humano
detrás de cada máquina. La U. S. Steel no es realmente un '
conglomerado gigante ; es solo un grupo de gente buena
que trata de ser útil. - - :
La Iglesia puede explotar esta tendencia y usarla para
mánipular a las personas y a sus creencias, o ir más allá y
hacer preguntas más fundamentales: ¿Qué es la Iglesia, en
verdad? ¿Cuál es la idea bíblica al respecto? La sociedad
moderna se parece- cada vez m á s a u n hombre bionico: se
ve blando, humano, vulnerable y amistoso en su exterior
Modelos de la Iglesia ¡49

pero debajo de la superficie es una masa de acero y cables


y nadie está seguro de quién lo controla. También la Iglesia
puede ser únicamente una maquinaria que funciona a la
perfección con una fachada humanal. O puede ser una co­
munidad de creyentes solícita, radicalmente bíblica y ren­
dida completamente a Jesucristo.
A esto último, me parece, se refiere el Reino de Dios.
Pero debe ser visto como el pueblo de Dios en relación al
Reino de Dios o, en otras palabras, como la comunidad
mcsiánica, la comunidad del Rey.

NOTAS
1. J.D. Dougles, ed., L e t the Earth Hear His Voice, Volumen
Oficial de Referencia del Congreso Internacional Sobre la
Evangelización Mundial (Minneapolis: World Wide Publica-
tions, 1975), pp. 3-9.
2. La junta sobre discipulado radical” fue probablemente más
alerta a las implicaciones de la terminología comunidad-pue­
blo que los participantes en general. Los adjetivos carismático
y mesiánico en el trabajo “A Response to Lausanne” sugieren
temas bastante semejantes a los que se tratan en este libro.
3. Henry Bettenson, éd., D o cu m en tso fth e Christian Church (New
York: Oxford University Press, 1947), p. 298. Lutero distin­
guía siete marcas de la Iglesia, todas las cuales se relacionan
con la Palabra de Dios. La Iglesia tiene las marcas de (1 ) la
Palabra predicada y creída, la Palabra simbolizada e imparti­
da a través del (2) bautismo y (3) la Santa Com unión;la Pala­
bra propiamente administrada y salvaguardada, que requiere
de (4) ministros y (5) del oficio de las llaves; (6) la Palabra
usada en la adoración; y la Palabra vivida, la cual es vida con la
marca de (7) la cruz. Todas, excepto la última, se refieren más
o menos exclusivamente al culto bíblico de la Iglesia.
El tratamiento que hace Calvino de las marcas de la Iglesia
es aparentemente muy diferente del de Lutero, pero en reali­
dad es muy similar. Calvino dice repetidamente que hay dos
marcas de la Iglesia visible: el ministerio puro de la Palabra y la
celebración pura de los sacramentos. “Dondequiera que vea­
mos la Palabra de Dios predicada y oída sinceramente, donde
quiera que veamos los sacramentos administrados de acuerdo
5 0 / La comunidad del R e y
•i
■s í j Í S ? 1“ " ?e Crist0- aUÍ » 0 podem os dudar que la I ¡ J

« J L C i T lT ")a E ^ - " ¿ ImtiMes ofthe CA%


o . - uñó s e ^ a
la administración Dronia” h» i™ p a (-'alvuio§;j
nistro ordenado y la n ^ c e j a d í “ ™ " “ *05 re«uiere ™ » t f
nión Y 9, w • * ne?esidad de la provisión para la excom u-#

Un area de diferencia es que Calvino n o menciona la cruz <M

Z Z Z Z r ? marCa de 13 Iglesia- CaMno « c o n o c e e l ?


te m 1 , 2 eXperKnCia cristi“ a apárenteme»- í
t e ñ o ve la persecución o el sufrimiento com o una marca nece- !

en su U s T '* “ “ aUn<,U° la « « « -» C :¡

matíon”°en ^ rh /n ^ Doctdjlt o f the Oiurch at the Refor-

( N a s h ^ A b ^ r ^ : ! p ¿ cí r ' t ed- Dow mpatrick


tero com o Calvino creían que la Iglesia era d g o más’q ' , ^ tx

P e r ^ lo ,e¡ PUebl0 de DÍ° S>Ia Comunión de los elegi-


h ,V ori! , . atIV0 a 511 “ “ ifestación reconocible en la
m ent 61 “ emp° y en el • * " * > . el énfasis („ o é x c C a
aDroD ¿ d m ° P.n n “ p ataen te) “ ‘aba en la enseñanza y el orden
apropiados més bien que en la comunidad o en la L u Z 2

‘ S 3 ^ » « s & « s b

c io ló g ic ^ e n te d i s ^ T 011 3 **IgleSia COmo 11113 comunidad so-

k = 2 ? * “ " = = ^ = k s :

‘ s S g g s r r ttz s s & s s z

los protestantes

• Un cam bio más


un cambio más o menos
“ * CUeS*Í6n
paralelode
ha“ocurrido
* « ** “enCesa nart*
S a* i
■gles.a asociada con el Concilio Mundial d™
Modelos de la Iglesia / 51

Esto es cierto, cuando menos, para aqüellos que participaron


en el Congreso de Lausana. Una reunión de administradores de
la iglesia, más que de líderes evangelísticos, podría haber pro­
ducido una declaración diferente en relación a la Iglesia.
E N TE N D IE N D O
LA CO M U NIDA D DEL REINO

Así es el Reino de Dios.


Un hombre echa semilla en la tierra.
Día y noche, sea que duerma
o se levante, la semilla brota y crece,
sin que él sepa cómo.
Por sí mismo el suelo produce grano.
Primero el tallo, luego la espiga,
después grano lleno en la espiga.
Y cuando el grano está maduro,
mete la hoz, ----- ------------
porque ha llegado la cosecha.
(Mr. 4:26-29)
3
EL PLAN MAESTRO DE DIOS

Para ser bíblicos tenemos que ver a la Iglesia y al evangelio


dentro del contexto del plan cósmico de Dios.
Dios está salvando almas y preparándolas para el cielo,
pero eso no es una definición adecuada de la misión de la
Iglesia. Es demasiado restringida. No es bíblica, porque la
Biblia habla de un plan maestro divino para toda la creación.
1. Jefe de una gran familia
¿Cuál es este plan cósmico? Está expresado en forma
muy concisa en los primeros tres capítulos de Efesios, y es
aquí-donde-principiaré mi-análisis bíblico. - Dos notables
hechos emergen de estos capítulos: Primero, Dios tiene un
plan y un propósito. Segundo, este plan se extiende a todo
el cosmos.
Pablo habla de “la voluntad de Dios” (1:1), “su afecto
y voluntad” (1:5), “el misterio de su voluntad según su be­
neplácito, que se había propuesto en Cristo” (1:9). Pablo
dice-repetidamente que Dios nos “escogió”, “designó” y
“predestinó” de acuerdo a su voluntad. Pablo deseaba ha-
56 / La comunidad del Rey

blar de la Iglesia como el resultado de, y dentro del contex-1§


to de, el plan y propósito de Dios. -4 |
Nótese especialmente Efesios 1:10. La palabra que a ve- jgj
ces se traduce “plan” es oikonomía, que viene de la pala- jf
bra que se usa para “casa” o “los que viven en una casa” o | |
familia. Se refiere a la supervisión de una unidad familiar, | |
o al plan o arreglo para la administración de una familia.
La idea “es la de una gran familia de la cual Dios es el Señor
y la cual tiene un cierto sistema de administración sabia- «4
mente ordenado por El” . 1 Aquí hay un plan o designio
para la salvación divino, premeditado, ordenado. La figu- J
ra de lenguaje que usa Pablo es particularmente apropiada **
ya que en otras partes se refiere a la Iglesia como a la “fa- z
milia de Dios” , oikeios (Ef. 2:19), y la misma figura se ex-
tiende algunas veces a todo el mundo habitado. (El vocablo ^
ecuménico viene de la misma raíz.) Entonces la idea de un
plan cósmico está implícita en la fraseología de Pablo. ~
Puede ser incluso que Pablo haya tenido en mente las pa-
rábolas de Jesús en las que Dios aparece como el padre de
familia que arreglará las cuentas en el Reino de Dios (Mt. ^
13:27; 20:1, 11; 21:33; Le. 13:25; 14:21). 1
En segundo lugar, Pablo ve el plan de Dios en una pers- u
pectiva cósmica. El plan de Dios es “reunir todas las cosas t
en Cristo... así las que están en los cielos como las que es- ^
tán en la tierra” (1:10). Cinco veces Pablo habla de “los 2
lugares celestiales” . Dios es el “Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos”, y Cristo ha “aseen- J
dido por encimajdeiodosJos cielos.paEaJlenar-todo el uni-__
verso” (4:6, 1 0 ). Particularmente notable es 1:20-23, ~
donde Pablo habla del poder de Dios el cual operó en Cris-
to, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra “
en los lugares celestiales, muy por encima de todo princi- l
pado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo título
que puede otorgarse, no solo en la edad presente sino tam-
bién en la. venidera. Y Dios colocó todas las cosas debajo— -
de sus pies y lo designó cabeza sobre todas las cosas para j
El plan maestro de Dios / 57

¡a iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que to­


do lo llena en todo.
¡Qué punto de partida tan sublime para entender a la
Iglesia y al Reino! No nos atrevemos a apresuramos a exa­
minar versículos favoritos tales como Efesios 2:8-9 ó
4 : 1 1 - 1 2 ó 6 : 1 0 - 2 0 sin prestar atención cuidadosa al plan
de Dios, basado en la victoria de Cristo. La Palabra de Dios
es muy clara: empezamos a entender a la Iglesia y su mi­
sión cuando la vemos como parte del plan y propósito de
Dios para toda la creación.

2. No es un “Plan B”
Pero, ¿cuál es el plan maestro de Dios? Simplemente
éste: que Dios se glorificará a sí mismo a través de reunir
todas las cosas en Cristo. “El plan de Dios es reunir y re­
conciliar todas las cosas en Cristo de modo que los hom­
bres puedan servir otra vez a su Hacedor”.
Claramente, la idea clave es la de la reconciliación. El
plan de Dios es restaurar su creación, reparar, en cumpli­
miento glorioso, el daño hecho a las personas y a la natura­
leza por la Caída. El designio de Dios para la reconciliación
de todas las cosas en Cristo reafirma la intención original
que tuvo en la creación, ajustada ahora a la realidad de la
presencia del pecado en el mundo. Pero esto es hablar hu­
manamente, es adoptar la visión inadecuada de la realidad
que tiene el hombre, de que el plan cósmico de Dios para
la reconciliación es el “Plan B”, una alternativa de segunda
-clase, un plan de apoyo en el que Dios pensó porque falló
en la creación. Pero el plan eterno de Dios es anterior tanto
a la Caída como a la creación; existía en la mente de Dios
“antes de la creación del mundo” (Ef. 1:4) . 2
Este plan incluye no solamente la reconciliación de la
gente con Dios, sino también la reconciliación de “las cosas
que están en el cielo y en la tierra” (Ef. 1:10). O, como lo
expresa Pablo en Colosenses 1:20, es la intención de Dios a
través de Cristo “reconciliar a sí mismo todas las cosas, sea
58 / La comunidad del Rey

que estén en la tierra o en el cielo, haciendo la paz a tra­


vés de su sangre, derramada en la cruz” . El aspecto central
de este plan es la reconciliación de las personas con Dios a
través de la sangre de Jesucristo. Pero la reconciliación ga­
nada por Cristo alcanza a todas las alienaciones que resul­
taron de nuestro pecado: entre el hombre y sí mismo, en­
tre el hombre y el hombre, entre el hombre y su ambiente
físico. Abrumador como es este pensamiento, la Escritura
señala que esta reconciliación incluye incluso la redención
del universo físico de los efectos del pecado al ser puesto
todo bajo la propia autoridad de Jesucristo (Ro. 8:19-21).
O, como lo sugiere la Nueva Versión Internacional al tra­
ducir Efesios 1:10, el propósito de Dios es “poner todas las
cosas que están en el cielo y en la tierra, juntas bajo una
cabeza, Cristo” .
Este es el plan maestro de Dios, según se ve en Efesios.
La misma perspectiva se proyecta en los otros escritos de
Pablo, especialmente en los dos primeros capítulos de Co-
losenses. En 2 Corintios 5:17-21, aprendemos que “Dios
estaba reconciliando al mundo a sí mismo en Cristo” y que
ha encargado a la Iglesia tanto el mensaje (logos) como el
ministerio (diakonia) de la reconciliación. De importancia
similar es la enseñanza de Romanos 8 en el sentido que la
libertad del cristiano que viene por la salvación, en el plan
de Dios, se extenderá a toda la creación, porque “la crea­
ción misma será liberada de su esclavitud de corrupción y
traída a la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Ro.
8 :21 ).
~Eñ~fodos estos pasajes, Pablo principia con el hecho de
la salvación personal, individual y colectiva, a través de
Cristo. De ahí pasa a colocar la salvación personal en una
perspectiva cósmica. No se permite aquí escoger, no se acep­
ta una visión espiritual de túnel que deje fuera lo que está
en la periferia. La redención de personas es el centro del
plan de Dios, pero no es la circunferencia de ese plan. Pa­
blo cambia de una fotografía de cerca a una visión teles-
El plan maestro de Dios / 59

cópica. Utiliza una lente zoom, tomando frecuentemente


una fotografía de cerca de la redención personal, para
luego alejarse a una distancia mayor para tener una visión
más amplia que incluya “todas las cosas” : visibles e invisi­
bles; pasadas, presentes y futuras; que están en los cielos
y en la tierra; todos los principados y potestades en la es­
cena cósmico-histórica. Para comprender verdaderamente
lo que Dios ha hecho en Cristo para el hombre y a través
del hombre, tenemos que alejamos y contemplar el desig­
nio cósmico de Dios en su perspectiva total.
Este es el punto de vista paulino del plan maestro de w
Dios. ¿Será también la visión bíblica en un sentido más
amplio? En otros pasajes de las Escrituras, encontramos
esencialmente la misma perspectiva, porque toda Escritura
es revelación de Dios. Todas las promesas de restauración
cósmica del Antiguo Testamento se aplican aquí, alcanzan­
do su clímax en la sublime visión de Isaías (Is. 11:6-9;
35:1-10; 65:17-25). El mensaje básico del libro de Apoca­
lipsis es la reunión armoniosa de todas las cosas bajo el
señorío de Cristo al ser destruidos todo mal y toda discor­
dia. En un contexto un poco diferente, esta misma pers­
pectiva de “re-unión” es evidente en Hebreos 1 y 2. Las
parábolas del Reino señalan también en esta dirección. Y
también Isaías, Pedro y Juan hablan de que Dios creará un
cielo nuevo y una tierra nueva (Is. 65:17; 66:22; 2 P. 3:13;
Ap. 21:1). El testimonio de la Escritura es consistente: el
mismo Dios que creó perfecto el universo y que lo sostiene
en su condición de caído (He. 1:3), restaurará todas las co­
sas a través de la obra de Jesucristo. Como veremos, es la
tarea particular de Pablo enfatizar el papel de la Iglesia en
esta redención cósmica.
No podemos entender completamente este designio
cósmico, esta oikonomia de Dios de reunir todas las cosas
en Cristo. Es por esto que Pablo continuamente lo llama
una cosa secreta o escondida, un musterion. 3 Pero cuando
menos podemos entender el bosquejo básico de este plan
60 / La comunidad del Rey

que se centra en la gran obra reconciliadora, conquistadora


de Jesús consumada a través de su vida, muerte y resurrec­
ción y que está siendo ahora aplicada a través de la obra
continuadora del Espíritu Santo.

3. ¿Ahora, o después?
Un problema muy espinoso es la cuestión del mal. Si
Dios está “reconciliando todas las cosas a sí mismo” a tra­
vés de Jesucristo, ¿qué sucederá a aquellos que rechazan a
Cristo, y a Satanás y a su reino? La Escritura no contesta
todas nuestras preguntas, pero sí establece claramente que
toda autoridad y potestad ajenas, serán destruidas (1 Cor.
15:24-25). Jesús mismo habló enfáticamente de la destruc­
ción eterna de los malvados (Mt. 25:31-46, etc.). Apoca­
lipsis nos dice que Satanás y sus seguidores sufrirán un jui­
cio eterno (2 0 : 1 0 ; 2 1 :8 ) y que nada impuro entrará en la
Nueva Jerusalén (21:27). Estos pasajes declaran lo que los
Salmos proclaman repetidamente: Dios el Rey conquista­
rá y destruirá a todos sus enemigos. Nuestra comprensión
del plan de Dios para la reconciliación tiene que ser consis­
tente con estos pasajes, aunque no podamos entender com­
pletamente cómo será posible esto.
¿Cuándo terminará Dios su obra reconciliadora? Casi to­
dos los cristianos admiten que, en un sentido o en otro,
Dios está llevando la historia a un clímax cósmico. Pero
una rama de la Iglesia dice: “No ahora, sino ¡después!” Co­
mo reacción, otro grupo afirma: “No después, sino ¡aho­
ra!” La discusión se centra en la naturaleza del Reino de
Dios. Aquellos que posponen cualquier presencia real del
Reino hasta después del regreso de Cristo (“No ahora, sino
¡después!”) esperan por ahora una renovación sustancial
solo en el área de la experiencia religiosa individual pero no
en la política, el arte, la educación o la cultura en general,
y ni siquiera en la Iglesia. Por otro lado los que enfatizan
en tal forma la renovación social presente niegan o minimi­
zan tanto la conversión personal como el futuro regreso de
El plan maestro de Dios'!'61

Cristo en el tiempo y en el espacio. Parecieran no tomar en


serio nuestra profunda naturaleza pecaminosa y nuestra re­
belión.
Los cristianos ortodoxos de todo el mundo deberían
llegar a ver que el Reino de Dios no es ni enteramente pre­
sente ni enteramente futuro; que no existe una falsa antíte­
sis entre la presencia y la venida futura del Reino; que el
Reino de Dios (la reunión de todas las cosas bajo Cristo)
está ahora aquí, se acerca y vendrá. Esta es ciertamente
una de las lecciones de las parábolas del Reino.
Francis Schaeffer expresa este punto de vista cuando
habla de una “sanidad sustancial” ahora, en todas las áreas
de alienación causada por el pecado. Evitando los extremos
que a veces se encuentran tanto en el pre-milenialismo co­
mo en el post-milenialismo, Schaeffer dice que los cris­
tianos no deben posponer toda reconciliación real hasta
un futuro escatológico; tampoco deben esperar perfección
total ahora. Lo que Dios promete es una sanidad sustancial
ahora y una sanidad total después del regreso de Cristo.
Lo que esto significa es que Dios ha empezado ya la re­
conciliación de todas las cosas en la historia humana. El
“cumplimiento de los tiempos” ha llegado (Gá. 4:4; Ef.
1:10), pero no en plenitud total. El acto decisivo de la
obra reconciliadora de Dios ha tenido lugar en Jesucristo.
El plan cósmico de Dios se está revelando ahora.
La Iglesia no es el Reino pero está circundada por el Rei­
no. Es el pueblo del Reino de Dios, la “comunidad escato-
lógica” la que vive ya bajo la autoridad de Dios y la procla­
ma. Los discípulos de Jesús son sus colaboradores en la
revelación del Reino, porque la cabeza y el cuerpo actúan
juntos (2 Co. 5:18-6:1; 1 Co. 3:9). Pero incluso en su
acción la Iglesia sabe y confiesa que el establecimiento
completo del Reino, espera la revelación final de Jesús en
su segunda venida.
Debemos examinar ahora en mayor detalle la cuestión
del lugar de la Iglesia en el plan maestro de Dios.
62 ¡La comunidad del Rey

NOTAS

W. Robertson, N icoll, ed., The E x p o sito r’s G reek Testam ent


(Grand Rapids: Eerdraans, 1961), III, 259. De ahí nuestra
palabra económ ico. N ote también la palabra oikonom ia y sus
diferentes traducciones en Efesios 3:2; Colosenses 1:25; 1
Tim oteo 1:4; Lucas 16:2-4.
Note la recurrencia de esta significativa frase en Mateo 13:35;
25:34; Juan 17:24; Efesios 1:4; Hebreos 4:3; 1 Pedro 1:20;
Apocalipsis 13:8; 17:8. Estos pasajes establecen claramente
que Cristo fue designado salvador desde la eternidad y que el
plan del reino de D ios es eterno.
A. A. Van Ruler, al citar W. C. van Unnik, nota que “los Padres
usan la palabra m ysterion no solamente para los sacramentos,
sino para toda la acción de Dios en la historia, todo el tiempo
llenado por el Espíritu en y de Jesucristo. Creo que debemos
regresar a este uso amplio y profundo del térm ino” .

/
4
LA IGLESIA EN EL PLAN DE DIOS

¿Cuál es el lugar de la Iglesia en el plan cósmico de Dios?


¿Qué es, de hecho, la Iglesia?
En Efesios 3:10 se encuentra una frase notable. El plan
cósmico de Dios, dice Pablo, es que “a través de la iglesia,
la multiforme sabiduría de Dios debe darse a conocer a los
gobernadores y autoridades en los lugares celestiales” . 1
Veamos este pasaje más de cerca:
Al leer esto, luego, ustedes serán capaces de entender mi
[ conocimiento del misterio de Cristo, que no fue dado a co-
f nocer a los hombres en otras generaciones como ha sido re­
velado ahora por el Espíritu a los santos apóstoles y pro­
fetas de Dios. Este misterio es que.aJravés del evangelio los
gentiles son herederos junto con Israel, miembros del mis­
mo cuerpo, y ^copqriícipes deja promesa en Cristo Jesús. ..
Aunque yo soy menos que el menor de los hijos de Dios,
esta gracia me ha sido dada: que predique a los gentiles
las inescrutables riquezas de Cristo y que aclare a todos mi
administración (oikonomia) de este misterio que en las
64 / La comunidad del R e y

T c i r Su
las cosas_ t V intención
t T 0 escondido en Dios■
era que ahora, « uiende la iglesia
a través
la multiforme sabiduría de Dios fuera dada a conocer aTos
gobernadores y autoridades en los lugares M i e s de
acuerdo con su propósito eterno que alcanzó en Cristo Je
sus nuestro Señor (Ef. 3:4-6; 8-11).
El misterio, dado a conocer ahora, es que los gentiles lo

aue tndn ’ i P ■ intermedla de enemistad”. De modo


VO” Esto3 e0^ “ , 30" Un CUel” ° ’ “un hombre nue-
sus hostilidades” r(Ef. 2 : , t ? 6 ) 13 P° r ^ " matÓ
Note que hay aquí dos dimensiones. Los creyentes iu

u i o c o n d o tr o T r 0" ^ 05 C° n ° Í0S tan to c o m o «1


concitadora que
. “ a sc ie n d e y
y d e s tr u y e Tla “a“n tigre'adÓn
u a h o stilí- ■

ñas y no £ £ £ £ ^ ^ ^ !
¿Cuál es entonces el misterio del plan de Dios’ Es que
n Cristo, Dios actúa con tal poder redentor que es capaz -
de superar odios y eliminar hostilidades. El misterio no es -
simplemente que el evangelio es predicado a los gentiles- '
es que a través de esta predicación los creyentes' géntües '
son ahora coherederos” y “miembros de uV cu-go?“
l O u C , , ? “ 0 r P° demos ^ " d e r dTersículo
iu. La multiforme sabiduría” de Din<? cp Ho o
ahora a través del amor reconciliador de Cristo eícuaíune"
al judio y al gentil como hermanos en la común dad de
pueblo de Dios la Iglesia. Pero, ¿solo al Judío y a, gent Í '
¿ agoto el milagro del evangelio con la reconciliación del
judio y el gentil en el primer siglo después de Cristo’ ¡Cier­
tamente que no! En el misterio del plan de Dios hay algo]
mas. Esa reconciliación inicial, histórica, nos muestra que!
La Iglesia en el plan de Dios j 65

Dios reconcilia asimismo personas y pueblos alienados a


través de ¡a sangre de la cruz. Esto que empezó con la
reconciliación del judio y el gentil, se extiende al esclavo y
al libre, al hombre y a la mujer, al blanco y al negro al rico
y al pobre (Col. 3:10-1 l ; G á . 3:28).
Por esta razón Pablo puede decir que ahora, “a través de i
la iglesia, la multifoime sabiduría de Dios” se “ha dado a
conocer a los gobernadores y autoridades en los lugares ce­
lestiales . Porque es precisamente en la Iglesia donde esa
reconciliación tiene lugar. La Iglesia es el fruto del amor re­
conciliador de Cristo, y por lo tanto la revelación de la mul-
tiforme sabiduría de Dios. Y la Iglesia, como el cuerpo de
Cristo, tiene parte en la obra reconciliadora de Cristo.
Es en este sentido que la Iglesia es el agente del plan de
l a n t J ^ , P 0 He S t 0 ? US Pedr° ’ Pab'° ’ S a n t i a g 0 y Juan hacen
tantos llamados a los creyentes a que se reconcilien el uno
con el otro, a que se fijen en la forma como andan, a evi­
tar toda parciaUdad, a andar en amor y comunión con los
hermanos y hermanas. Su fidelidad, y la nuestra, tienenjág-
. nificado para el Reino. s
, .^a- i! 1®siaes i?lás <¡u®eI asente de Dios para la evangeliza-
cion o el cambio social; es, en sumisión a Cristo, el agente
‘ rtp ? roposito cosmico de Dios en su integridad. El Reino
Dios se acerca y en el grado que este acercamiento del
clan °¡íUrra en la historia antes del regreso de Cristo, el
está hPlI t 3 ^ COnSumarse a trav«s de la Iglesia. Esto
d fn ^ “™ ente de a c u e r d 0 con que ya hemos visto: el
es^el^üerDo^ffS~eumr.todasIas- cosas en Cristo, y la Iglesia
' rn -1 7 Cnst0- Lo que Dios está haciendo en Jesu-
'E í m Z ? hadend° ^ y 3 tr3VéS de 13 “
siaC d th r Íera qU! S6a ’a f° ™ a en que entendamos la Igle-
««’ ser vista en relación a los propósitos que Dios
S o T n l ! e m ° / e r 0 d6CÍr que la IgIesia es el agen‘e del
7 _-,......... s Puede Significar algo radicalmente diferente
contradictorio, dependiendo de cómo se entienda
66 / La comunidad del Rey

la Iglesia. Por lo tanto, debemos examinar cuidado sámente^


la imagen bíblica de la Iglesia.----------- - -

1. La perspectiva bíblica
La Biblia dice que la Iglesia es nada menos que el cu erp o ^
de Cristo. Es la esposa de Cristo (Ap. 21:9), la grey de Dios^f
(1 P. 5:2), el templo viviente del Espíritu Santo (Ef. 2 :2 l-A j
2 2 ). Virtualmente, todas las figuras bíblicas enfatizan una yl
relación esencial, viviente, amorosa entre Cristo y la Iglesia.-V
Esto subraya el papel clave de la Iglesia en el plan.de Dios^
y nos recuerda que “Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí
mismo por ella” (Ef. 5:25). Si la Iglesia es el cuerpo á e * 0
Cristo, el medio de acción de la cabeza en el mundo, en- ^
tonces la Iglesia es una parte indispensable del evangelio y
la eclesiología es inseparable de la soteriología. Por lo tan­
to, adoptar lo que puede ser llamado una “posición anti- yp
iglesia” sería diluir el evangelio mismo y al mismo tiempo
mostrar una comprensión inadecuada del significado que
en la Biblia tiene “la iglesia” .
La Biblia muestra a la Iglesia en medio de la cultura, lu­
chando por ser fiel, no obstante que algunas veces sufre
adulteraciones por alianzas no naturales con el paganismo
y con el legalismo judío. En la Escritura los aspectos te­
rrenal y celestial de la Iglesia encajan juntos en un todo y
no nos dejan con dos iglesias incompatibles o con una vi­
sión dividida de la Iglesia. La Iglesia es una; es el cuerpo
único de Cristo que existe ahora tanto en la tierra como
“en los lugares celestiales” (Ef. 1:3; 2:6; 3:10). Esta visión,
de Ia~Iglesia es agudamente relevante para la edad moder­
na por razones que son básicas para el punto de vista
bíblico.
Primero, la Biblia ve a la Iglesia en una perspectiva cós-
mico-histórica. Es vista en la perspectiva del plan cósmico
de Dios discutido .en el capítulo anterior. La Iglesia es el
pueblo de Dios que Dios ha venidjj.formando.y a.través del
cual ha estado actuando en la historia. En este sentido la

si
La Iglesia en el plan de Dios ¡67

Iglesia tiene raíces que se remontan al Antiguo Testamento


e, incluso, a la Caída, en tanto que su misión se extiende
hacia el resto de la historia y hacia la eternidad. Esta línea
horizontal es la dimensión histórica.
La dimensión cósmica nos recuerda que nuestro mundo
de espacio y tiempo es realmente parte de un universo ma­
yor, espiritual, en el cual Dios reina. La Iglesia es el cuerpo
que ha sido dado a Cristo, el salvador-conquistador. Dios
ha decidido colocar a la Iglesia con Cristo al centro mismo
de su plan de reconciliar el mundo a sí (Ef. 1:20-23).
La misión de la Iglesia, por lo tanto, es glorificar a Dios
continuando en el mundo las obras del Reino que Jesús
empezó (Mt. 5:16). Esto, al mismo tiempo, justifica y de­
manda el ministerio más amplio de la Iglesia de “predicar
las buenas nuevas a los pobres... proclamar libertad a los
cautivos y vista a los ciegos, liberar los oprimidos, procla­
mar el año del favor del Señor” (Le. 4:18-19).
Segando, la Biblia ve a la Iglesia en términos carismáti-
cos más que institucionales. Aunque la Iglesia es, en un
sentido amplio, una institución, más fundamentalmente
es una comunidad carismàtica. Es decir, existe por la gra­
cia (charis) de Dios y es edificada por los dones de gracia
(charismata) derramados por el Espíritu. Bíblicamente, no
está estructurada en la misma forma que una corporación
comercial o una universidad, sino que está estructurada
como el cuerpo humano, sobre la base de la vida. A su nivel
más básico es una comunidad, no una jerarquía; un orga­
nismo, no una organización (1 Co. 12; Ro. 12:5-8; Ef. 4:1-
16; Mt. 18:20; 1 P. 4:10-11).
Tercero, la Biblia ve a la Iglesia como la comunidad del
pueblo de Dios. Aquí lo cósmico y lo carismàtico se unen,
y vemos a la Iglesia tanto dentro del mundo como trascen­
diéndolo.
Como la Iglesia es el pueblo de Dios, incluye a todas las
personas que han pertenecido a Dios en todo tiempo y en
todo lugar, lo mismo que aquellas que ya han cruzado la
68 / La comunidad del Rey

barrera del tiempo y del espació y viven en la presencia in­


mediata de Dios. Pero el pueblo de Dios debe tener una ex-
presióiLSÍmple,JocaLy.a ^este^nivel) la Iglesia es la comuni­
dad deJ Espíritu^Santo. Como ha dicho Samuel'Escobar,
“Dios llama a aquellos que llegan a ser su pueblo a que
sean parte de una comunidad. En esta forma la nueva hu­
manidad que Cristo está creando se hace visible en comu­
nidades que tienen una calidad de vida que refleja el
ejemplo de Cristo”.
Las figuras bíblicas de cuerpo de Cristo, esposa de Cris­
to, familia, templo o viña de Dios y así sucesivamente, nos
dan la idea básica de la Iglesia. Cualquier definición con­
temporánea debe estar en armonía con estas figuras o mo­
delos. Pero éstas son metáforas y no definiciones. Creo^ue
la definición más bíblica es decir que la Iglesia es la comu-
niaad del pueblo de Dios. Aquí los dos elementos clave son
•fa'TgleSr'como un pueblo, una nueva raza o humanidad, y
la Iglesia como una comunidad o compañerismo, la koino-
nia del Espíritu Santo . 2

2. La comunidad del pueblo de Dios


Estos conceptos gemelos enfatizan que la Iglesia es, en
primer lugar, pueblo, gente y no una estructura institucio­
nal:- Enfatizan además, que la Iglesia no es una mera colec­
ción de individuos aislados, sino que tiene una naturaleza
corporativa o comunal absolutamente esencial para su ver­
dadera existencia«» Y finalmente, estas verdades muestran
que el ser una comunidad y un pueblo eTuh don que viene
-de“Dios~a~trávés de'Tá~obra de Jesucristo y de la presencia
del Espíritu Santo. No es producido por técnicas o planes
humanos. La Iglesia es constituida el pueblo de Dios por
la acción de Jesucristo, y esta realidad abre la puerta a la
posibilidad de una comunidad verdadera y profunda. En
este caso la figura del cuerpo adquiere significado adicio­
nal, incluyendo tanto el hecho de la comunidad como el
"del pueblo (véase Figuía 1 ).
La Iglesia en el plan de Dios ¡ 69

Este concepto de pueblo está firmemente arraigado en el


Antiguo Testamento y subraya el hecho objetivo de la ac­
ción de Dios a través de la historia para llamar y preparar
“un pueblo escogido, un real sacerdocio, una nación santa,
un pueblo que pertenezca a Dios” (1 P. 2:9; compare
con Ex. 19:5-6). La palabra ¿riega para “pueblo” es laos,
de la cual viene “laicado”. Esto nos recuerda que toda la
Iglesia es un laicado, un pueblo. En este caso se enfatiza
la universalidad de la Iglesia, el pueblo de Dios disperso por
todo el mundo en cientos de denominaciones específicas,
movimientos y otras estructuras. Es la realidad corporati- •,
va, mundial, inclusiva de la multitud de hombres y mujeres ^
que, a lo largo de la historia, han sido reconciliados con \
Dios a través de Jesucristo. Este hecho celebra la forma emL
que Dios se mueve en la historia para constituir un pueblo ^
peregrino y está relacionado especialmente al concepto de j
pacto. Vista en perspectiva cósmico-histórica, la Iglesia es [
el pueblo de Dios.

Comunidad del Pueblo

de Dios
< 7

Koinonía . Laos \
Organismo carismàtico—------ Realidad cósmico-histórica
Localidad de la Iglesia ------ Universalidad de la Iglesia
Compañerismo— ------ Misión
Grupo pequeño- ------ “Gran congregación”
Dones espirituales--------------- Reino de sacerdotes
Nueva naturaleza moral—------ Nueva humanidad

Figura 1. La Iglesia como la comunidad del Pueblo de


Dios.
a comunidad del Rey
ñ
Por otip-íad o ^ Ig lesia es una comunidad o compañeris^
"mo, un¡Ckoinon f a u ste énfasis se encuentra más claramen^
te en eiNuevo Testamento y surge directamente de la e x |
periencia de Pentecostés. Si el aspecto “pueblo” subraya la]
continuidad del plan de Dios d^l Antiguo al Nuevo Testa
mento, el a sp e tto ^comün^dad” llama la atención a “nuevo;
pacto” , al <íyino mxeys&fd. la “nueva cosa” que Dios hizoi
en la resurr^cdÓiTcíe Jesucristo y en el bautismo del Espí­
ritu en Pentecostés. En este caso se pone el énfasis en la
localidad de la Iglesia en su vida común intensa e interacti-
__ va. Vista como un organismo carismàtico, la Iglesia es la.l
-— comunidad del Espíritu Santo. ^
La Iglesia como comunidad enfatiza la vida localy_iem¿
poral de la Iglesia en un contexto cultural dado. Aquí
“bajamos" de las alturas etéreas al asunto básico de los cris­
tianos-viviendo juntos, compartiendo una vida común. Des­
cubrimos también aquí, el hecho básico de que una verda­
dera comunidad es esencial para un testimonio efectivo. Y
también, como resultado, nos enfrentamos al problema de
los odres, la necesidad de tratar con estructuras prácticas
\]t¿ a fin de permitir y estimular la verdadera comunidad.
Hablar de la Iglesia como comunidad es adoptar una
visión un tanto más restringida, ya que la Iglesia es más que
n-una comunidad. Es también el pueblo de Dios disperso, la
levadura del evangelio en la masa del mundo, obrando en
todas las áreas de la sociedad. Pero la comunidad es esen­
cial, porque donde no existe y donde no hay estructuras
funcionales para nutrirla, la levadura se vuelve inactiva y
la sal pierde su sabor.
Es críticamente importante, especialmente en una situa­
ción multicultural y global como la que la Iglesia enfrenta
hoy, que quede claro que la esencia de la Iglesia es el pue­
blo, no la organización; que es una comunidad, no una ins­
titución. La gran división en èn^ensam ì^^
neo acerca de la Iglesia se localiza precisamente aquí.
Bíblicamente, la Iglesia es la comunidad del pueblo de
La Iglesia en el plan de Dios / 71

Dios, y ésta es una realidad espiritual válida en cualquier


cultura. Pero todas las instituciones eclesiásticas, sean se­
minarios, estructuras denominacionales,sociedades misio­
neras, casas editoriales y otras por el estilo, no son la Igle­
sia. Más bien, son instituciones de apoyo creadas para ser­
vir a la Iglesia en su vida y misión. Están limitadas cultural­
mente y pueden ser entendidas y evaluadas sociológica­
mente. Pero ellas mismas no son la Iglesia. Y cuando tales
instituciones son confundidas con la Iglesia, o son vistas
como parte de su esencia, se produce toda clase de malos
entendidos y la Iglesia es limitada a una expresión cultural
presente, particular.
Una de las necesidades más grandes de la iglesia institu-*
cional en el día de hoy es establecer una distinción clara
y contrastante entre la iglesia tal como se presenta bíbli­
camente y la variedad de instituciones eclesiásticas subsi­
diarias, incluyendo las estructuras denominacionales, que
tan frecuentemente confundimos con la Iglesia. Una vez
que esta distinción sea entendida claramente, la Iglesia
tendrá más libertad para evangelizar el mundo sin la de­
safortunada contaminación intercultural. Al mismo tiem­
po, todas las organizaciones eclesiásticas serán considera­
das menos sagradas y serán vistas como estructuras que
pueden ser utilizadas, modificadas o descartadas de acuer­
do a las necesidades. La relación entre lo que propiamente
se llama Iglesia y las estructuras eclesiásticas institucionales
será discutida con cierto detalle en el capítulo ocho.

3. El mayordomo deJa. gracia-de J)ios________________


J El Nuevo Testamento y los escritos de los primeros pa­
dres de la Iglesia muestran que la iglesia primitiva se veía
a sí misma principalmente como una comunidad carismà­
tica o como un organismo, no como una institución o una
organización. Con su institucionalización gradual, sin em­
bargo, la idea de la Iglesia como organización se hizo más
prominente y casi eliminó .la. visión carismáticororgánica,
72 / La comunidad del Rey

especialmente en Occidente. Por eso, según nota Hans Küng,1


“en la historia de la teología, la Iglesia como com'unida d |
de los fíeles ha sido ignorada muy a menudo, en favor de la
Iglesia como institución”. ,
En la visión bíblica Dios otorga su gracioso, don de sal­
vación sobre la base de la obra de Cristo y a través de la\ !
operación del Espíritu Santo. Esto provee la base de la vida u
de comunidad de la Iglesia. La luz pura de la “multiforme
gracia” (1 P. 4:10) de Dios es refractada entonces al p a -:
sar a través de la Iglesia, como cuando la luz pasa a través
V .de un prisma, produciendo la variada, policroma, charisma-
ta, o dones del Espíritu (véase la Figura 2). La palabra gne
ga poikilos, “multiforme” (1 P. 4:10 y Ef. 3:10), am e-
nudo expresa la idea de “policroma”, algo semejante a
la variedad de colores en las flores o en la ropa. Esto su­
giere que la pura, intensa pero invisible luz de la gracia glo­
riosa de Dios se hace visible en muchos colores en la diver­
sidad de dones.espirituales en la comunidad cristiana.
Esta operación del Espíritu Santo provee la base para la"
diversidad dentro de la unidad de la Iglesia (Ef. 4:1-12; 1
Co. 12). La edificación de la iglesia resulta entonces del
ejercicio de los dones espirituales cuando “todo el cuer-jü
po, concertado y unido entre sí por todos los ligamentos, |
crece y se edifica en amor, al realizar cada parte su fun- .q¡
ción” (Ef. 4:16). j
Esto es importante para la obra y testimonio de la Igle- i
sia en el mundo ya que el Nuevo Testamento asocia el mi- |
nisterio con el ejercicio de los dones espirituales (Ef. 4 :1 1-—|
12). Para que la Iglesia esté viva y en crecimient0 7 debe es=~i
tar basada en un modelo carismàtico, y no en un modelo j
institucional. Establezco esté^corrtraste con el objetó de re- jj
gresar a lo que es básico en la Iglesia y distinguir entre lo —|
primario y lo secundario. Este es un primer paso esencial
[para alcanzar un entendimiento bíblico claro de la Iglesia.
Pero, por supuesto, al establecer esta distinción surgen
muchas preguntas. La eclesiología católica romana
La Iglesia en el plan de Dios / 73

lo carismàtico a lo institucional, considerando lo institu­


cional primario-y-lo-carismático-secundario',.sujeto a.la au=
toridad de la jerarquía institucional. Como el aspecto ins­
titucional de esta visión está claramente basado en la tra­
dición, postapostólica y no en las Escrituras, sugiero que
la solución tradicional católica romana a este problema
no es un camino que los protestantes pueden tomar legí­
timamente. Si nuestra visión de la Iglesia ha de descansar
lisa y llanamente en lo que dice la Escritura, tendremos
que insistir en la prioridad de lo carismàtico sobre lo insti­
tucional. 3
Es necesario, sin embargo, definir más precisamente lo
que queremos decir por institucional y por carismàtico, en
vista de que ambas palabras se entienden en diferentes ma-

Iglesia .„ . .
La luz pura \
deja gracia de Dios \ Los dones
(rhnri.c) - --- - - \ dé muchos colores
\ del Espíritu
- \charismata) -

La gracia de Dios hecha visible para el mundo a través


del prisma de la Iglesia x

Figura 2. La Iglesia como “mayordomo de la gracia _


policroma de Dios” (1 P. 4:10-11).
741La comunidad del Rey j
— M
. -
•AH
- i’jg
ñeras Consideremos primero -la-cuestión de si la Iglesias
■uw»a.'
puede ser propiamente llamada una institución. • • ^

- 4.* ¿Es la Iglesia una institución? ~ .


La Iglesia .como elpueblo de Dios, definitivamente no es]
una institución en el mismo sentido que lo es la Genera^
Motors, la Universidad de Ofxord o las Naciones Unidas^
Esto es cierto no porque las instituciones eclesiásticasseanl
empíricamente muy diferentes de las instituciones seculájg
res, ya que desde el punto de vista sociológico las similari-^
dades son mucho más'impresióñáñtes que las diferencias1^
Es cierto, más bien, porque a su nivel más básico y esen-li
cial la Iglesia es algo más que las estructuras institucionales !
ligadas:a ella..No hay que confundir Ios-odres con-el-vinor-^J
Aunque la Iglesia no es esencialmente una institución,S
tiene, sin embargo, un aspecto institucional en la mismajj
forma en que la familia lo tiene. Y la Iglesia ha dado ori-a
gen a literalmente miles de estructuras institucionales las J
cu ales, so ciológicamen te, 'són'"pánéntes~oércHós”de~oir^j
organizaciones humanasrcorporaciones y burocracias:
Sociológicamente es demasiado simple decir que la Igle­
sia no es en ningún sentido, una institución. Cualquierjggl|
trón de conducta cojej^iva^j^u^ hab itu al^ confl
suetudinario, es ya un a institución. En este sentido~Ia“C§l
S ^ ó r e su iT ^ n stítu a ó n ; e incluso un pequeño grupol¡
de estudio bíblico, si se reúne continuamente por un perío^
do de tiempo, se transforma en una institución. VI L
__Un cierto gradp„de.„instituciorialización-es, por tanto,-|
inevitable-e-incluso-deseable-en-la-Iglesia—Es-simplemente- !
un resultado del hecho de qüe la. gente vive en el espacio
en él tiempo. ¡La institucionalización sería inimaginable
en la eternidad! E|jociólogo_David.O.-Moberg ha escrito
“Toda organización religiosa tiene cierto grado de formalis­
mo o institucionalización. Esto-es cierto incluso en grupos
que pretenden ser ‘meramente un'compañerismo, no úna
denominaciónV y~en-aquellos'organizados“tan~infdrmal=yr
La Iglesia en el plan de Dios / 75

. fajadam ente que pretenden que no tienen ninguna orga-


--nización” —Y-Moberg- continúa citando á los sociólogos
pouglass y Brunner: -- • ...
Luego, el intentó de concebir una religión no institucio­
r
nalizada para el hombre moderno es sociológicamente in­
fantil. Es un ataque a la racionalidad y a la estabilidad éti­
ca mismas. La religión no puede tener aceptación sin desa­
rrollar alguna forma generalizada, y una forma generaliza­
da implica hábitos resistentes al cambio, que son la esencia
- de la institucionalización.
En este sentido una cierta institucionalización de la Igle­
sia es evidente ya en el Nuevo Testamento: reuniones regu­
lares en casas, algunos patrones de liderazgo, la celebración
“ de la Cena del Señor y aparentemente algunas oraciones y
confesiones. Lo sorprendente sin embargo es que estos ele­
mentos institucionales eran altamente funcionales en la
iglesia primitiva. No se encuentran en el Nuevo Testamento
organizaciones oficialmente estructuradas, formalizadas,
semejantes a las sociedades o denominaciones de hoy en
'díá. La mrtitú'cionalización de este tipo más rígido, jerár­
quico y organizacipnal surgió hasta el segundo y tercer si­
glos, en parte como'una reacción a los excesos carismáticos
de los montañistas.
- Estas consideraciones sugieren que la Iglesia inevitable­
mente manifestará algunos patrones institucionales, pero
=ninguria institución puede ser jamás la Iglesia. La Iglesia
no puede ser nunca esencialmente una institución, aunque
"necesariamente será institucional en algunos aspectos de su
vida.
— La institucionalización es acumulativa. Y como este pro­
ceso es inevitablemente una mezcla de lo bueno y lo malo,
la institucionalización llegará después de cierto tiempo a
convertirse en algo enervante. A menos que el proceso sea
invertido por la renovación institucional, la institücionali-
zación significará muérte espiritual para cualquier iglesia o
movimiento. Y como el evangelio es vida, algunas veces es­
76JL a comunidad del Rey

to llevará a nuevos movimientos que busquen restaurar lá.


vida de la iglesia primitiva cuando las estructuras institucio •
nales se hagan demasiado rígidas.4
“~Eñ~ muchas áreas', lá Iglesia hoy es.tá encajonada en es­
tructuras institucionales rígidas que han impedido tanto
el crecimiento como la relevancia cultural. Tal vez el ochen­
ta por ciento de tales estructuras no son formales ni oficia­
les, sino simplemente tradicionales y culturales. .En los Es­
tados Unidos, por ejemplo, pocas denominaciones, si es
que hay alguna, han adoptado un artículo de fe que decla­
re que las reuniones de adoración deben celebrarse entre
las 1 0 y las 1 2 , el domingo en la mañana y sin embargo
éste es uno de los patrones institucionales más rígidos del
cristianismo norteamericano. En muchas áreas lo mismo se
aplica a la liturgia, al proceso de toma de decisiones, a las
ideas acerca del “clero” e incluso a los métodos de evange-
lización. Mucho de esto es simplemente tradición que no
tiene ninguna base bíblica. Solamente un pequeño porcen­
taje es parte de la forma oficial de gobierno de la iglesia.
No obstante, es precisamente esta parte de la estructura
de la iglesia, tradicional y percibida a medias, la que es
más rígida, más resistente al cambio y a menudo más ener­
vante para la vida de la Iglesia. Me recuerda la reacción
inicial de John Wesley a la “predicación en el campo” en
Inglaterra, hace dos siglos: “Habría considerado un pecado
el salvar almas si no se hubiera hecho en el templo” .
¿Hay alguna esperanza para las iglesias cuya esponta­
neidad espiritual y vida en comunidad son sofocadas por
formas-institucionales rígidas? Esta es uña cuestión de re­
novación institucional. En tales iglesias la renovación espi­
ritual individual entre los creyentes no es suficiente y por
sí misma puede provocar divisiones y facciones, de la mis­
ma manera en que el vino rompe los odres viejos. Un prin­
cipio general para iglesias altamente institucionalizadas es
que la renovación institucional debe acompañar la renova­
ción-personalrDondz esto"'no'"e's posible o donde los guar-
La Iglesia en el plan de Dios / 77

dianes oficiales de la institución no lo permiten, la institu­


ción tiene que ser abandonada o tiene que dar origen a
nuevas estructuras. Hay ocasiones en que los odres viejos
tienen que ser reemplazados por nuevos. Esto ha ocurrido
repetidamente en la historia de la iglesia.
;.Es, entonces la Iglesiajma institución? JEn el másjun-
piio sentido sociológico sí lo es. Pero incluso en ese sentido ^ ^
eI eíémentolñstituc 7 óñarfeS“,e9 triCtamente secundario y de- ^ 4
rivado y debe ser funcional. Esta afirmación no implica
tampoco que cualquiera o todas las formas institucionales
sean legítimas para el uso de la Iglesia. Y en el sentido más »
restringido de una organización jerárquica formalmente
constituida, la Iglesia no es ni puede ser nunca una institu­
ción, porque la Iglesia es la comunidad del pueblo de Dios.
Debemos buscar alguna otra base para entender las estruc­
turas eclesiásticas institucionales y no confundirlas con la
esencia de la Iglesia.

/ 5. EJ/significado de carismàtica
Atínque algunos puedan objetar el uso de la palabra ca­
rismàtica debido a la posible confusión con el significado
sociológico moderno o con el significado pentecostal de
,1a palabra, creo que la precisión bíblica nos obliga a rein­
tegrar el término si queremos entender la Iglesia hoy.
jA Ü so carismàtica aquí en el sentido bíblico preciso, es
"‘-decir como referencia al funcionamiento y otorgamiento
de poder de la gracia o charis de Dios. La palabra nos re­
cuerda tanto la gracia por la cual somos salvados como los
dones especiales o carismas (charismata) que Dios promete
a la Iglesia. En este sentido carismàtica no hace referencia
específica a la glosolalia excepto en el sentido general de
que el hablar en lenguas es uno de los carismas menciona­
dos en el Nuevo Testamento.
El énfasis carismàtico, y particularmente la doctrina de
los dones espirituales, es demasiado importante para que se
le abandone por la controversia que hay en relación a úna
78 / La comunidad del Rey
/
. \
palabra. Carismàtica es un término bueno y altamente bí-
blico que necesita ser restaurado a la Iglesia en todo su sig-
nificado. Aunque el término no es de propiedad exclusiva
del movimiento carismàtico, sí nos recuerda que Dios ha
utilizado este movimiento para llamar a todo el cuerpo de
Cristo a un énfasis bíblico ignorado. Como ha comentado
Geoffrey Bromiley, el protestantismo de la Reforma debe
hoy llegar “a darse cuenta en una nueva-forma de que el
ministerio cristiano es, y tiene que ser, un movimiento
carismàtico’'.
Aquellos que creen que la palabra carismàtico se ha
transformado en un término demasiado viciado o tenden­
cioso para ser útil hoy, deben pensar en términos bíblicos
como presbiteriano, episcopal, bautista y ecuménico. To­
das estas palabras, como carismàtico, vienen directamente
del Nuevo Testamento en griego. Las connotaciones mo­
dernas que tienen no constituyen una buena razón para
abandonar esas palabras, sino que al contrario deben moti­
vamos a redescubrir y reafirmar su verdadero significado
bíblico porque dicen algo importante acerca de la Iglesia.
Como sugiere Bromiley, el énfasis carismàtico se relacio
na particularmente al ministerio de la Iglesia y, por lo tan­
to, es importante para el papel de la Iglesia como agente
del Reino. Con demasiada frecuencia nos encontramos con
iglesias que no son comunidades carismáticas en las que ca­
da persona ministra de acuerdo con los dones que ha reci­
bido. En lugar de esto son organizaciones poco diferencia­
das fundamentalmente de otras organizaciones de la misma
cultura. Tales iglesias institucionalizadas intentan en vano
ministrar a través de programas, entrenamientos y técnicas
siempre en proceso de mejoría y expansión. Bajo un lide­
razgo excepcionalmente talentoso, esas iglesias tienen éxito
y todo el mundo aplaude ese éxito y lo utiliza como
modelo. „Pero en la mayoría de los casos esa tecnología
espiritual falla y deja a las iglesias locales frustradas, ham­
brientas de una real comunión espiritual y preguntándose
La Iglesia en el plan de Dios / 79

por qué el programa tan efectivo de otra iglesia “no da re­


sultado” en su situación. Por estas razones sugiero que la
iglesia contemporánea debe buscar conscientemente un mo­
delo carismàtico para su vida que tome el lugar del modelo
institucional prevaleciente.
r Un modelo carismàtico u orgánico es uno guerra di^jjn-
gue por tener la comunidad! relaciones interpersonales,
muHáMaH e interdependencia. EsTÍexIBle y dejaTugár pa-
ra uñ^alfó gradó'dé espontaneidad. La Biblia nos da tal mo­
delo para la Iglesia: el cuerpo humano.*")
En contraste, un modelo institucional u organizacional
está basado en la jerarquía, la delegación de autoridad, re­
laciones impersonales y formalidad. Esta es una forma legí­
tima de organización humana admirablemente apropiada
para algunos tipos de esfuerzos, pero no es un modelo
propio para la estructura de la Iglesia. Todas las figuras
bíblicas para la Iglesia sugieren un modelo carismàtico y
orgánico más bien que uno institucional: un árbol, una vi­
ña, un rebaño, una familia, una nación, las personas que
viven en una casa e incluso un “templo santo” viviente y
en crecimiento. Los elementos institucionales legítimos de­
ben estar subordinados a la naturaleza carismàtica de la
Iglesia.
Sería apropiado empezar aquí una discusión detallada
de la estructura de la iglesia que permitiera ver la relevan­
cia del modelo carismáticororgánico para la estructura de
la comunidad del pueblo de Dios. Pospondremos esa discu­
sión hasta el capítulo ocho, sin embargo, con el propósito-
de regresar al tema básico de este capítulo y mostrar más
completamente cómo la Iglesia es el agente del Reino de
Dios.

6 . ¿Levadura o lancha salvavidas?


Si la Iglesia es esencialmente la comunidad del pueblo de
Dios en lugar de una institución, es entonces a través de
ella como pueblo que Dios está llevando a cabo su plan
Wi 8 0 1La comunidad del Rey

cósmico y no, en primer lugar, a través de organizaciones^]


e instituciones, aunque éstas puedan ser instrumentosiif;
útiles. " ' ¿sáfe
\ Entonces, ¿cómo está Dios reconciliando todas las cosasf||
¡sa i ; a través de Cristo y a través de la1 Iglesia? ¿Cumple laft|f;
! r't.-4v:í
m r.i L Iglesia el propósito cósmico de Dios'como una lancha sal- í?,;jp ?
l
| vavidas para las almas que se están ahogando? ¿Es princi-r^
.* ' • i ' pálmente una levadura para producir fermento y cam bios.^
U-M\' -i
•4*rf % : sociales? ¿O es como una materia colorante siempre en ex-‘*j^|
pansión que penetra progresivamente todas las estructurasT 7
:U&. de la sociedad, dando gradualmente a toda la cultura el
4 *íJ color de la justicia? ¿O es la Iglesia en algún modo, una ^
combinación de todas éstas?
1 La carta de los Efesios revela una respuesta doble. El i]
pasaje clave es Efesios 2:8-10:
Porque es por gracia que ustedes han sido salvos, a través
de la fe, y esto no viene de ustedes, es un don de Dios, no ■;
por obras, para que nadie se jacte. Porque somos obra de ^
Dios, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las
cuales Dios preparó por anticipado para que nosotros la ", ^
hiciéramos. 'f.
\ En este pasaje resaltan dos hechos: primero, todos los
J cristianos han sido salvos por gracia por medio de la fe, ^
{ como un don de Dios; y segundo, todos los cristianos han | |
, sido creados para caminar en las buenas obras que Dios
| preordenó. Ésto significa que la Iglesia cumple el plan
I de Dios a través de lo que es (una comunidad reunida) y
; a través de lo que hace (buenas obras). Esto es semejante
«F ■ a la vida y obra de Jesucristo, la cabeza de la Iglesia, quien
fue la Palabra de Dios hecha carne y quien dijo que había
venido “a hacer la voluntad del que me envió y a terminar
\ 1 su obra” (Jn. 4:34).
-vf; Entonces, la primera tarea de la Iglesia es ser verdadera-
/ m^ e ~ la 'n c ^ llm d a ¿ xedimida; 'La~d¿moitración genuina
..de comunidad cristiana es el primer pasó haciá7.él cumpli­
miento-del plan cósmico^de Dios. Esto és un milagro y los
La Iglesia en el plan de Dios j 81

milagros _atraeru.EJ plan de Dios requiere que lajglesia_se_a-


un microcosmos de la reconciliación cósmica_ que _El_está
tráyendo. Por tanto^en. el. grado .en .que. la iglesia^.crezca y
se expanda por todo el mundo y muestre úna verdadera
comunidad^ cm ^‘a ^,_¡en..ese..gradov.eí.Reino.Jde .Dios ha
llegado a ia tierral . .. .
LaTlglésiá'íio es un instrumento inanimado en las manos
de Dios que El utiliza para lograr sus fines. Esto violaría
el concepto mismo de Iglesia que hemos descrito y a. en
términos generales. Lo primero para la iglesia es ser y des­
pués hacer. “Cristo amó la iglesia y se entregó a sí mismo
por ella” (Ef. 5:25). Por lo tanto, la Iglesia tiene valor
porque es, ya que es el objeto del amor de Cristo. El amor
de Cristo por la Iglesia elimina cualquier visión meramen­
te utilitaria de la Iglesia.
Dios no usa la Iglesia como un objeto sin vida, porque
esto sería contrario a todo lo que El quiere hacer dentro de
la Iglesia. La voluntad de Dios es que la Iglesia y cada
miembro de ella alcance~?^da~ laJmedida~de~'l¿'perfección
que jejencuentra_en_Cristo” 2 Ef3 r ^ ) " Ü i o s ^ í e r e u n cre-
cimiento espiritual,hacia la madurez_en la Iglesia. Al crecer
la Iglesia en esta forma, cumplirá el plan de Dios de hacer
conocfdí “á través de la iglesia, larnultiforme sabiduria.de
Díos.7. a* los gol^emadores_y_„autpric3ades,.en„los Jugares
\ óaTéstíal¿s”TÉf. 3 : 1 Ó)'.* : . ... ' -V - -
"l ; Luego la Iglesia no ha de concebirse principalmente co­
mo un medio para la transformación de la sociedad: Esto
sería menospreciar la siñgüíáridád y el valor infinito que
para Dios tiene la comunidad cristiana .5 Además, el he­
cho sorprendente y profundo es que la Iglesia transforma
enjnayor grado'Tár^cieda3"cuañd^ eílTmiisma está crecien­
do y siendo perfeccionada.en.eLamor_de„Cristo. En efecto,
cuando la Iglesia se considera simplemente-como.un,me3io
para transformarla la sociedad, se logra muy poco. Porque
en ese caso se mina la singularidad de la Iglesia y entramos
^ __a. la. batalla en las mismas condiciones que las fuerzas secu-
82 / La comunidad del R e y .

lares e impías. Suponemos que la batalla por el derecho y %


la justicia puede ser ganada_a trayés.deJa.fuerza,-de-la_téc-£
nica, de la acción. Y esto no es cierto. Claramente éstas^
no son las amias"-de la batalla espiritual del cristiano (Ef~i
6 :10-2~0)T~Uña verdadera transformación cristiana de la-^
cultura se logra a través de amor, comunidad y manera
de ser deCnstó (es decüTsaciifíciales).
Pero este hech'ó^delfuñgíjría manera elimina la responsa- 'é
bilidad de hacer, de actuar, de andar en las obras de D ios^
Más bien, el ser y el hacer van juntos. El ser es fundamen-\
tal, pero el hacer es el resultado natural del ser. 1
Lo que enseña con gran fuerza Efesios 2:10 es que so­
mos salvados por Dios con el propósito de que-hagam os-^
buenas obras. Parte del propósito de Dios-al salvamos es I f
que se lleven a cabo buenas obras. Además, estas mismas
obras, “Dios las preparó por anticipado” . Esto, no en el
sentido de predeterminación de nuestros actos, sino en el
sentido de un plan divino preexistente que Dios está*
llevando a cabo a través de la salvación de personas y a tra­
vés de las obras que estas personas hacen en consecuencia.
Encontramos aquí otra, vez, entonces, el hecho del plan
de Dios, de su propósito. Somos salvados no solamente pa­
ra nuestro propio beneficio, sino también porque hay cosas
específicas, obras particulares, que Dios, en su sabiduría,
desea realizar. Y El desea realizar estas cosas a través de la
actividad de aquellos que son salvos; en otras palabras, por
medio de la Iglesia. El plan de Dios (“que ahora,~a-través
de la Iglesia, la multiforme'sabidwía~de~Dios~sea'Uada_á'ca:"
nocer”) va a llevarse a cabo, al menos en parte, al realizar ,
la Iglesia esas obras “que Dios preparó por anticipado”. - .
La frase “que Dios preparó por anticipado” (o “de-an- -=
temano”, como se traduce en otra versión) es crucial. Ya ^
está en la mente y en el plan de Dios que ciertas cosas que
son parte del plan general que está llevando a cabo,, sean
efectivamente hechas por la ~Iglesia como"buenas obrasT W
¡fEntonces los hombres v las muieres.redimidQSJtienen-oarte -M
1 ' ' ' ............ ............. M
“3
La Iglesia en el plan de Dios / 83
* *• \
en la realización del designio cósmico de Dios. Lo que Dios /
se ha propuesto desde la creación del mundo, “reunir las
cosas que están en el cielo y en la tierra bajo uno, Cristo” ,'
se va a cumplir en parte a través de las buenas obras de los
salvos. 7 Se va a cumplir ^a trayés .de-laJglesia’J ^no.como
muchos individuos aislados, sino precisamente como “una
nueví c lá^ d e^ o m u riid ad ^q W ^’éniná^cTase^de vida radi­
calmente míe va,rr " “ ~ y
Pero, ¿qué son específicamente esa£ “buenas obras^que /
Dios preparó por anticipado”? La BibHanolTos^a^un catá-‘v
logo~especTñco de tareas del Reino .8 Sin embargo, no es \
difícil identificar criterios bíblicos para determinar cuáles j
obras-son parte del plan de Dios y cuáles se oponen a él. ^
Puede aplicarse una prueba que cubre cinco aspectos: los
cristianos están llevando a cabo el designio preordenado de
Dios siempre que sus obras (1) tengan su origen en el amor
cristiano, (2 ) estén basadas en la obediencia al evangelio y
a la mayordomía de. los dones espirituales, (3) sean hechas ‘
en el nombre de Jesús, (4) busquen la reconciliación, la i
sanidad y la belleza en el mundo, en cualquier área y (5) '
glorifiquen al Padre. Donde un cristiano esté obrando en el
nombre de Jesús en favor de la reconciliación, tratando de
corregir los desajustes del mundo y de sanar las enfermeda­
des causadas por la Caída, y en los casos en que tal activi­
dad tiene origen en él amor cristiano y en un verdadero
sentido de la vocación cristiana, allí Dios está obrando y
haj^ui^eñaljLelJ^eino.9 -
X alarea de~lalglésía^ñtonces/y su lugar en el designio
cósmico deDios, ^eSpnmero,. ser genuinamente la comuni­
dad redimida, mesiánica y, luego, hacer las obras de Dios y
continuar las obras de Jesús. Al ser verdaderamente la co­
munidad de los discípulos de Jesús, la Iglesia se comprome­
te a un patrón de vida corporativa y a una forma de rela­
cionarse el uno con el otro, que es un rechazo de, y por lo
tantoliITdesafióla, las estructuras sociales y políticas del
jnundo.JD_e^este_modo_la_existencia misma de la Iglesia se
84 ¡La comunidad del Rey

transforma en algo al mismo tiempo profètico y evange-


lístico. Y al hacer las obras de Dios la Iglesia repudia las
armas camales del mundo (violencia, fuerza, engaño., pro­
paganda, tecnología manipuladora) y emplea las únicas ar­
mas que son dignas de su propia naturaleza y las únicas ar­
mas que por esa razón son efectivas: verdad, justicia, be-,
nignidad, fe, oración y la Palabra de Dios (Ef. 6:14-18).

NOTAS

1. La frase po r m edio de la iglesia es traducida ambiguamente


“por la iglesia” en la Versión Autorizada de la Biblia en in­
glés, oscureciendo el hecho de que la Iglesia es el agente del
plan de Dios. (En español no existe este problema. N ota del
traductor.)
2. Hans Küng en forma similar describe la Iglesia com o “el Pue­
blo de D io s... la comunidad de los fieles” ; la Iglesia es “la
comunidad del nuevo pueblo de Dios, llamado a ser un pueblo
separado y a reunirse” . Structures o f thè Church, trad. Salva­
tor Attanasio (London: Bums y Oates, 1964), pp. x, 11.
3. Aunque manteniendo todavía que la Iglesia es legítimamente
una institución, un gran número de eruditos católicos contem ­
poráneos admiten, e incluso insisten, que el aspecto carismático-
orgánico de la Iglesia debe tomar precedencia sobre el aspecto
institucional.
4. Esta afirmación no tiene el propósito de justificar cualquiera
y todos los m ovimientos de renovación, aunque sean teológi­
camente ortodoxos. En esos casos hay m uchos factores que de­
ben tomarse en consideración y cada instancia debe ser evalua­
da en sus propios m é r ito s....................................
5. Por supuesto, la Iglesiajio_tiene iin valor distintivo, excepto
porque lleva la imagen de Dios y es la receptora de la gracia y
el amor de Dios.
6. Véanse pp. 134-136.
7. En contraste, el plan de Satanás es reunir todas las cosas en el
cielo y en la tierra bajo su propia autoridad, o bajo la autori­
dad ue una persona o un sistema que él controle.
8. Véase el capítulo 6 para una elaboración adicional de las tareas
de la Iglesia relacionadas con el re in o -...................— ~
9. Los criterios sugeridos se derivan de todo el tenor de la presen-
La Iglesia en el plan de Dios / 85

tación. del evangelio del Nuevo Testamento y por deducción de


pasajes tales com o Mateo 5:3-16; 1 Pedro 2:11-17; Filipenses
2:12-16; 1 Corintios 10:31; Juan 13:35; Romanos 12:3-21;
2 Corintios 5:16-21, y otros.
5
LA COM UNIDAD MESIANICA

La Iglesia es el agente del Reino de Dios, en primer lugar,


a través de lo que es. Sirve mejor a los intereses del reino
como la comunidad mesiánica del pueblo de Dios que
como una institución eclesiástica.
El libro de los Hechos da una imagen equilibrada de la
<experiencia cristiana primitiva: evangelización e Iglesia,
proclamación y comunidad, testimonio y compañerismo. ,
Los dos intereses primarios de la iglesia primitiva eran la (j
proclamación del evangelio y la edificación de la comuni- i
dad cristiana. La evangelización surgió de la comunidad, y {
la comunidad creció a través de su testimonio. La evangeli—
zación no era simplemente algo que los cristianos indivi­
duales hacían; más bien era el resultado natural de la pre­
sencia e influencia de la comunidad cristiana en el mundo, j
La comunidad dio credibilidad a la proclamación verbal. i

1. La prioridad de la comunidad
La proclamación presupone una comunidad que da tes-
88 / La comunidad del Rey
4

timonio. Como ha escrito John Howard Yoder:


Pragmáticamente, es evidente que no puede haberprocla'
mación sin una comunidad, distinta del resto de la sociedad, 'Ü
que la haga. Pragmáticamente es igual de claro que no pue- ,J|
de haber llamamiento evangelístico dirigido a una persona, JS
invitándola a venir a formar parte de un nuevo tipo de %
compañerismo y de aprendizaje, si no hay un cuerpo de 3 ¡
personas, otra vez, distinto de la totalidad de la sociedad, J|
al cual pueda venir y con el cual pueda aprender... Si no %
es el caso que existan en un determinado lugar hombres de %
varios caracteres y orígenes que hayan sido reunidos en y -§
por Jesucristo, entonces en ese lugar no existe la nueva hu- f
manidad y en ese lugar el evangelio no es cierto. Si, por V
otro lado, ha ocurrido este milagro de la nueva creación, 'j.
entonces todas las verbalizaciones e interpretaciones a tra- x
vés de las cuales esta fraternidad se comunica con el mun-
do que la rodea, son simplemente explicaciones del hecho í
de su presencia. 1 ¿
Si Jesucristo realmente dedicó más tiempo a la prepara-
ción de una comunidad de discípulos que a la proclama- M
ción de las buenas nuevas (lo cual es cierto), entonces la '!?
Iglesia contemporánea debe reconocer también la impor- |
tanda de la comunidad para la proclamación.j(La prioridad
de la comunidad necesita ser enfatizada en dos direcciones: 4
Men relación al creyente individual y-yen relación a Jaobrajie J;
\estimonio.
ll'N ---\ ..
\ i En primer lugar, la comunidad es importante para el ere- 4
yente individual. El protestantismo tradicional ha enfati- 4
zado al individuo sobre la comunidad y esto.puede verse en %
sus estructuras hasta en sus himnos y cantos evangelísticos. 4
Ha tenido un agudo sentido de la responsabilidad de la per- ~T
sona individual delante de Dios, pero poco sentido de la jff
vida comunal del cristiano. Con demasiada frecuencia jl
la Iglesia ha sido vista más como una mera colección de al-
mas salvadas ~qüe~cbmo una comunidad de personalidades •#
qué iñteractúan. El crecimiento cristiano ha sido una cues-
La comunidad mesiánica / 89

tión de cultivo del alma individual más que de edificación


de la comunidad del Espíritu.- Santos que vivieron aislados,
vidas solitarias, fueron a menudo colocados en un pedestal
por encima de aquellos cuyas vidas fueron vividas en verda­
dera comunidad. Por supuesto, estas tendencias son parte
de la herencia que el protestantismo recibió de la época an­
terior a la Reforma.
Pero cuatro verdades bíblicas deben llevamos a aceptar 1
la prioridad de la comunidad: ( 1 ) el concepto de pueblo de (
Dios, (2) el modelo de Cristo con sus discípulos, (3) el \
ejemplo de la iglesia primitiva y (4) las enseñanzas explí- ] '
citas de Jesús y de los apóstoles. La declaración de Cristo: ¡ „
“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo .
con ellos” (Mt. 18:20) define muy adecuadamente a la \
Iglesia. La auténtica vida cristiana es una vida en comuni­
dad cristiana.
Obviamente, esto no significa que nos vayamos al extre­
mo opuesto de disolver la identidad individual en el grupo.
El énfasis individual es bíblico, pero parcial. 2 " — '
El crecimiento espiritual1 sé~dá~en mejor forma dentro
de una comunidad interesada. Hay verdades espirituales
que nunca podré comprender y normas cristianas que nun­
ca alcanzaré, a menos que tenga parte en una comunidad
con otros creyentes, y éste es el plan de Dios. El Espíritu
Santo nos ministra a unos a través de otros, en gran medi­
da. Esto es lo que Pablo quiere decir cuando afirma que
“en todas las cosas creceremos en aquel que es la Cabeza,
esto es, Cristo. De él todo el cuerpo, unido y concertado
por todos los ligamentos,-crece y-se -edifiea-en-amarT-al-----
realizar cada parte su función” (Ef. 4:15-16). Esta interac­
ción de los muchos miembros en un cuerpo es la vida del
cuerpo. Karl Barth señala correctamente que cuando el
Nuevo Testamento habla de edificar, “habla siempre de la
edificación de la comunidad. Yo puedo edificarme a m í
mismo solamente al edificar la comunidad” .
Esto tiene implicaciones inmediatas para la tarea evange^
90 / La comunidad del Rey

lística. El creyente individual tiene una responsabilidad ehf:


primer lugar con la comunidad cristiana y con su cabeza,
Jesucristo. La primera tarea de todo cristiano es la edifica^
ción de la comunidad de creyentes. Si decimos que la evan-r
gelización o el ganar almas es la primera tarea del creyente^
estamos forzando el Nuevo Testamento y poniendo sobre ,
las espaldas de algunos creyentes, una carga que no pueden
llevar. La idea de que la primera responsabilidad de todo
cristiano es ser un ganador de almas ignora las enseñanzas
j bíblicas acerca de los dones espirituales. Además, coloca
'todo el énfasis en el punto de la conversión y concede un
valor menor a la edificación de la Iglesia que es esencial pa­
ra una evangelización efectiva y para el crecimiento de la
Iglesia.
jpyEsto nos lleva a afirmar, en segundo lugar, la prioridad
<íe la comunidad en relación a la obra de testimonio._Com-
’pañerism óf^ida^eñ^m uH iíiad son necesarias dentro de la
Iglesia para equipar aJos^cristianos para los diferentes tipos
de^estimoniq^y_semdo^En una forma o en otra todo cris­
tiano es un testigo en el mundo y debe compartir su fe.
Pero él puede ser un testigo efectivo solo en el grado en
que experimenta la vida común de la Iglesia, que lo capaci­
ta para ello. Y esta vida común puede capacitar verdadera­
mente solo en el grado en que la comunidad se transforma,
a través de la presencia de Cristo y del ejercicio de los do­
nes espirituales, en la koinonía del Espíritu Santo.
Esto lleva naturalmente a un discusión de los dones del
Espíritu en la comunidad cristiana. Porque los dones deben
ser vistos, np_como beneficios espirituales extra, sino como-
algo completamente central para la vida, experiencia y fun­
cionamiento de la comunidad cristiana. ~

2. Los dones del Espíritu


Pablo dice: “Hay diferentes tipos de dones espirituales,
pero el mismo Espíritu” (1 Co. 12:4). “Tenemos diferen­
tes dones, de acuerdo con la gracia que nos es dada” (Ro
La comunidad mesiánica / 91

1 2 :6
). En la misma forma Pedro dice: “Cada quien debe
usar el don espiritual que haya recibido para servir a otros,
administrando fielmente la gracia de Dios en sus diferentes
formas” (1 P.4:10). - - -
Por generaciones, el asuntp_.de,.lQ¿_d.ones.espirituales fue
entendido en forma muy incorrecta o ignorado-por gran
parte de ía Iglesia cristiana. Él Nuevo Testamento da ense­
ñanzas ciaras enrelación a los dones-espirituales y afirma
cnfáticamen.te_que_el ejercicio de estos dones es parte de la
vida normal de la comunidad cristiana (1 Co. 12-14). Y
sin embargo, incluso en el día de hoy, muchos cristianos
niegan la validez de los dones, limitándolos a la iglesia pri­
mitiva únicamente, o reinterpretándolos en una forma que
les quita su impacto y los presenta como semejantes a las
habilidades naturales. Esta ignorancia y entendimiento
erróneo de los dones ha producido un énfasis sobre ellos a
veces exagerado en algunos grupos. Esta reacción puede
representar el juicio de Dios sobre las principales corrientes
del protestantismo por haber ignorado esta verdad bíblica.
Ha resultado una polarización, un grupo que niega o ignora
los dones espirituales y otro que a menudo los sobre-enfa­
tiza o que eleva uno o dos de ellos al nivel de credenciales
espirituales. Afortunadamente, estamos empezando a ver
un nuevo énfasis tanto entre pentecostales como entre
no-pentecostales, en el hecho de que los dones espirituales
tienen que ser entendidos en su contexto bíblico, esto es,
como parte del plan de Dios para el funcionamiento nor­
mal de la comunidad cristiana.
— La-cuestión básica no-es si dones espirituales específi­
cos, como el de apóstol, profeta o el de hablar en lenguas,
son válidos en el día de hoy. La cuestión es si el Espíritu
todavía “da dones a los hombres” , y la respuesta es que sí.
Cuáles dones da específicamente en cualquier época en
particular, es prerrogativa de Dios y nosotros no debemos
prejuzgar a Dios. Las interpretaciones en relación a dones
específicos pueden variar. Pero no tenemos autoridad bí­
9 2 / La comunidad del Rey

blica para restringir la charismata a la iglesia primitiva nf


tampoco para censurar algún don específico el día de hoy/
Los argumentos en contra de los dones generalmente pr<>~
vienen de consideraciones secundarias, no bíblicas, y del-
temor a excesos y abusos. _
Mi propio estudio d e ja Iglesia en el Nuevo,Jes^tamento^
me convence de que podemos entender el plan de Dios pa—
ra la Iglesia solamente si damos una atención apropiada a~
losdones espirituales. Esta no es una doctrina extraña sino
v algo que la iglesia primitiva entendía muy bien. ÉnJEfesios,
y los dones espirituales forman el eslabón..que.cone.cta jajsx-
( posición que hace Pablo del plan cósmico de_Dios_para la
] Iglesia con su descripción de la vida normal de la iglesia lo-
i cal: “Hay un cuerpo y un Espíritu... pero a cada uno de
nosotros ha sido dada gracia de acuerdo con la forma en
que Cristo la distribuyó... fue El quien dio a unos el ser
apóstoles, a otros el ser profetas, a otros el ser evangelistas
y a otros el ser pastores y maestros” (Ef. 4:4, 7, 1 1 ). Ha­
biendo sido salvados por gracia, “somos obra de Dios, crea­
dos en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios
preparó por anticipado para que las hiciéramos” (Ef. 2:10).
Hay una relación entre estas “buenas obras” preordenadas
y los dones espirituales, ya que es principalmente a través
del ejercicio de dones espirituales que el individuo realiza
esas buenas obras de las que se compone el plan cósmico
de Dios. . . . . . .
La vida y el crecimiento de la iglesia primitiva puede
verse mejor como una comunidad de cristianos llenos del.
Espíritu ejercitando sus..dones_espiritualés—Algunosy-co—
mo Pedro, Pablo, Bernabé, Silas, Felipe y Apolos, utiliza­
ron sus dones en la proclamación directa del evangelio al
mundo. Otros usaron sus dones para sustentar la vida inter­
na de la Iglesia, como por ejemplo, Timoteo, Ananías
(Hch. 9:10), María, la madre de Marcos (Hch. 12:12), Fe-
be (Ro. 16:1-2), Priscila y Aquila (Ro. 16:3), y muchos
otros demasiado numerosos para poder-mencionarlos:
La comunidad mesiánica /9 3
• s

— Pablo claramente expresa que su “don de la gracia de


pios” como apóstol era “predicar a los gentiles las inescru­
tables riquezas de Cristo, y hacer clara para todos mi admi­
nistración de este misterio” del evangelio (Ef. 3:7-9).
pablo era un apóstol; éste era su don espiritual. Para él
evangelización y formación de iglesias era lo mismo que en­
señanza y supervisión espiritual. El era efectivo porque es­
taba ejercitando el don y el llamamiento que había reci­
bido de Dios.
Felipe era un evangelista. Agabo era un profeta, y no te­
nemos evidencia de que fuera un evangelista. Dorcas “esta­
ba siempre haciendo el bien y ayudando a los pobres”
(Hch. 9:36); ésa era la forma en que ella ejercitaba sus do­
nes espirituales. Lidia de Filipos dirigía un grupo de ora­
ción y practicaba el don de la hospitalidad (Hch. 16:13-
15). Silas era un profeta (Hch. 15:32), y Febe era una dia-
conisa (Ro. 16:1 ) . 3 Y así sucesivamente en toda la iglesia
primitiva. No todos éstos eran evangelistas, pero todos eran
testigos de la grácia de Dios. Y cada uno, a su manera, era i
útil en el testimonio de la Iglesia.
Los ejemplos del Nuevo Testamento revelan dos direc-
ciones de los dones espirituales: extema, ministerio en el
mundo; e interna, ministerio dentro d e ja Iglesia. Ambas
son importantes y ambas son^necesarias, porque la procla­
mación y el servicio deben provenir de la experiencia de
comunidad de la iglesia! “ -~ —
Las enseñanzas de Pedro en 1 Pedro 4:10-1 1 dan tal vez
el mejor resumen de la enseñanza bíblica en relación a los
dones espirituales. El dice: “Cada uno debe usar el don es­
piritual (don de gracia, charisma) que haya recibido para
servir a otros, administrando fielmente la gracia de Dios
(chatis) en sus diferentes formas. Si alguno habla, debe
hacerlo como quien está hablando las palabras mismas de
Dios1 Si_ alguno sirve, debe hacerlo con la fortaleza que
Dios da, de modo que en todas las cosas Dios sea glorifica­
da-a-través de-Jesucristo”¿ Este pasaje es-importante por-
9 4 1La comunidad del R ey

La comunidad mesiánica f 95
un* idea de no e ^ s o W ¿ ¿ f j
' y Efesios 4:11-12. Aquí están cuatro ■listas d i W *
comúnmente en‘la iglesia" nn n aceptad osy entendidójf
los dones del Espíritu. Aunque las listas son « ?
niendo que Pablo no fea d a S 2:4 < * S * similares, Pablo puede haber i ? esencialmente
«a
rente en mente "en , ^
rde dCIiaies>
señales Prodigios
p ro d ig ó y varios m
mil*
ü l Z T v l ' euo
e“ ° por med¡ í'?
... P°T™W a lo que tenía en Romanos 12-6-8 y 1 C o n r ° S i t V “ 1 2
Santo distribuidos de acuerdo Y. d° nes del EsPMtu f.j En los últimos dos pasajes el é n f w Cormtlos 12:8-10.
espiritual ,n ! 1 cada ha recibido algún doir-¡ dones mismos y de la resultan* j-6S 2 6n 61 hecho de los
unidad del cu e* o d e C r i s t o P a l “ de" tr° de ,a
d,pS “ i V-Oic uc enseñanza, sanidad y a s í «uro • ac|u^ de profecía,
de profetas, maestros, s a n a d o re s ^ " * 6’ “ ^ de habiar
' a ^ a b í r s i 5 u n o S - ? y e & ' OS;
”° T,e”’ diakonei).O bviament
los dones espirituales a dos sola™
PráC‘ÍC° ( ‘‘SÍ ^
u ? ° ®S para lin,itar}
'
Efesios ^ ^ l - n ’ y t & r i r t L ^ n ^ f s T L 6" mente “ "
hablando de todos los dones esoirit bie" Pedro está ■
2 z r . ? í s : dp r f b r Y e n ia

amplias categorías, proclamación vlrbaTv s 6" dos ¡


de la misma manera a u e ln h y servic>o práctico - orden de la iglesia Flpnlv,------- —- E ^ j e s ^ n o en el
Hechos 6 .« Esta e ^ a d ° ^ ^ d¡SCÍpUlos «
división técnica -rígida ó tóri al y P á tic a , no u n a - aPropiado~de
simplemente: “Cualquiera que *1^ 1 d ^ **“ d¡C,endo^ ------„ dos pasajes U
El colocar estos no a,
uno al o t i l a d o del otro
bido - s e a el de hablar o el de servir- , ^ hayas rec' - ; da una imagen compuesta del! orrfP„
orde; T , “ 7 UC‘ U‘r° nos
m o buen administrador de la era r a íl elm en te. co- -
Pueda ser glorificad o” (10 cual es J ’ P3ra que Dios l°s_Principios bíblicos y carismático^ y^ugiere^na"
de los dones espirituales). Pre el proPó sito final je
distinción funcional entre dos daTes de dones:
Efesios 4:11-12
1 Corintios 12:28
■ Apóstoles, profetas, evan­
, ^ " » í t , t s ¿ T Pr ,'" “ s

gelistas, pastores, maestros Apóstoles, profetas, maes­


ias ,isías m«s detalladas de d o n e s T Í 0” V6r algunas de­ tros
que estos dones-son mencionarte S^ lüaie s *-a forma en-2 i para
luego ■
y la variedad de palabras g2 as utl? *1 Nuevo Testamento r el equipamiento de los san­
los que hacen milagros,
una advertencia en contra de una ! d6ben constituir ~ tos para su obra de minis­
restringida. El énfasis del Nuevo T ' " teipretació" rígida o ' terio. los que sanan, los que ayu­
dan, etc.
versidad de los dones del Espíritu r ? 6 " * 0 en ,a di‘ ?

Z » Z Z Z 1 S ‘ M ‘ ° ' - - t e s s - k ¿

^ e s son R o m a n o i relación a los V Pastores, que pueden se r ™ * 38rega evan8elistas


1 2 : 8 - 1 0 y 12: 28. s¡ón de los que están incluidos™ ICori
les, profetas y maestros. Conntios como aposto-
7™°^
96 / La comunidad del Rey
■ s
En 1 Corintios 12:28, después de mencionar “primero
que todo apóstoles, segundo profetas, tercero maestros’^
Pablo sigue adelante y menciona varios otros dones: “luego
los que hacen milagros, también los que tienen el don de
sanidad, los que ayudan, aquellos que tienen dones de ad­
ministración, y finalmente aquellos que hablan diferentes
tipos de lenguas” . Es evidente que aquí existe una división
natural. Esta es una distinción funcional entre los dones de
liderazgo básico o dones que capacitan y la gran variedad
de otros dones más específicos que el Espíritu da.
Nótese que Pablo no se está refiriendo aquí a una jerar­
quía organizada, fija, en la Iglesia, a pesar de que algunas
veces se lee entre líneas esta interpretación. Más bien, Pa­
blo está mostrando que Dios mismo ha hecho provisión
para el orden, dando a cada congregación local y a la Igle­
sia en general, personas capaces de realizar las diferentes
funciones que son necesarias.
Vemos, entonces, que los dones de liderazgo básico de
apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro son dados a
la Iglesia para ejercer un ministerio de equipamiento, pre­
parando a cada creyente para un ministerio específico. Y
¿cuál es esta obra de ministerio? Para cada miembro es di­
ferente, pero vemos algunas de las cosas que involucra: sa­
nidad, ayuda, administración, profecía. En todos los casos
el propósito es el mismo, esto es, “que la iglesia pueda ser
edificada” (1 Co. 14:5), que “todos alcancen unidad en la
fe y en el conocimiento del Hijo de Dios y que lleguen a
ser maduros, alcanzando toda la medida de perfección que
se encuentra en Cristo” (Ef. 4:13), “de modo que en todas
las cosas Dios pueda ser glorificado a través de Jesucristo”
(1 P. 4:11).

4. Liderazgo carismàtico
¿Cómo hemos de entender estas funciones de capacita­
ción-del apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro
en el día de hoy?
La comunidad mesiánica ¡9 7

En primer lugar hay una diferencia en el objetivo o esfe­


ra de acción de estos diferentes dones. William Barclay
resume la evidencia bíblica e histórica en relación al lide­
razgo en la iglesia primitiva, como sigue:
En la Iglesia primitiva había tres clases de personas que
tenían cargos. Había unos cuantos cuyo mandato y autori­
dad eran reconocidos en toda la iglesia (apóstoles). Había
muchos cuyo ministerio no estaba confinado a un solo lu­
gar, sino que tenían un ministerio itinerante, e iban a don­
de el Espíritu los llevaba y a donde Dios los enviaba (pro­
fetas y evangelistas). Había algunos cuyo ministerio era
un ministerio local confinado a una sola congregación y a
un solo lugar (pastores y maestros).
El alcance tan amplio del papel de liderazgo de los após­
toles se nota claramente en todo el Nuevo Testamento.
Aunque el don de profecía a menudo se ejercitaba dentro
de las congregaciones locales (1 Co. 14), muchos profetas y
evangelistas tenían un ministerio itinerante parecido al de
los profetas del Antiguo Testamento (Hch. 11:27-28, 21:8-
10; Ef. 3:5; 2 P. 3:2; Ap. 18:20). Al contrario de los após­
toles, ellos no eran supervisores. Finalmente, el ministerio
de los pastores y maestros estaba confinado básicamente a
las congregaciones locales (Hch. 13:1; 20:17-20). Algunas
veces se habla de los ancianos como pastores o maestros
(Hch. 20:17-30; 1 Ti. 5:17; 1 P. 5:1-3).
El patrón de liderazgo que realmente existía en la iglesia
primitiva constituyó la base para lo que Pablo enseñó más
tarde en relación a los dones en sus epístolas. Por esta ra^
zón la enseñanza de Pablo en Efesios y 1 Corintios debe
tener prioridad sobre las descripciones de Hechos de los
varios líderes que estaban de hecho surgiendo en esos mo­
mentos. En su evangelización Pablo vio la necesidad del li­
derazgo y, guiado por el Espíritu, designó ancianos en las
iglesias que fundó. Más tarde, al escribir a estas iglesias,
Pablo reflexionó en lo que había pasado y le dio una inter­
pretación mostrando lo que Dios había hecho: “En la igle-
98 f La comunidad del Rey
•I
sia Dios ha designado primero que todo apóstoles, segunda
profetas, tercero maestros” . Bajo la inspiración divina. Pa^l
blo da esta explicación, mostrando que Dios ha actuado y
actuará, para proveer el liderazgo. Y Pablo muestra, que1
este liderazgo ha de ser entendido en términos de dones
espirituales: el dio “a algunos el ser apóstoles, a algunos el
!S ser profetas, a algunos el ser evangelistas, a algunos el serj
pastores y maestros” . Estos no son todos los dones, perol
son específicamente los dones de liderazgo o de capacita­
sm
ción.
Aquí la interpretación de Pablo se transforma, entonces,
no en mera descripción sino también en revelación, la re -J |
velación del plan de Dios, su oikonomia, para el liderazgo y J
el orden en la Iglesia. Sea que los llamemos ancianos, diá-Jfe
conos, pastores, obispos o superintendentes, el hecho es'W
que Dios provee el liderazgo en la Iglesia a través del ejer-
cicio de los dones del Espíritu. Esta es la eclesiología de';!
Dios. .%
Nuestra comprensión sería mayor si recordáramos el sig
nifícado fundamental de palabras que han venido a ser co­
nocidas solo como títulos. Estos términos eran entendidos
en los días del Nuevo Testamento no como títulos eclesiás-jg
ticos sino como funciones prácticas. Algunos de estos tér- 3ST
minos habían sido utilizados para los líderes en el ju d a ís-J|
mo (por ejemplo el de anciano). Mientras que otros eran
comunes en la cultura griega. Pero cada término fue toma--J|
do por la iglesia porque describía una función del liderazgo qfr
que estaba surgiendo. Nótense los términos en la Tabla 1. .
Estos términos fueron utilizados para designar a los lí-- r
deres que el Espíritu de Dios estaba levantando. Eran más_¿
descriptivos que normativos. Tomados en conjunto, no re- JX
presentan una jerarquía fija de posiciones que debían lle--~¿
narse, sino que más bien indican las funciones de liderazgo
que eran llevadas a cabo por hombres y mujeres que Dios v
había levantado. Esto es lo que quiere dzcÁrJiderazgo„caris: 'y 7
mático, liderazgo inspirado por el Espíritu de Dios, dotado
La comunidad mesiánica / 99

Tabla 1. Raíces de los títulos eclesiásticos

Término én - Término Significado Derivados e n ..............


Español Griego Básico Español

anciano presbu teros una persona ’presbítero


de edad de
mayor madu­
rez, o líder

siervo, diakonos uno que sirve diácono, diáconisa


ministro,
diácono,
diaconisa

pastor poimen pastor

obispo, episkopos supervisor obispo, episcopado


supervisor

apóstol apostolos mensajero, uno apóstol


que es enviado
o comisionado

evangelista euaggetístes uno que dice evangelista


las buenas
nuevas

maestro didaskalos maestro (didáctico)

con las necesarias gracias o cansinas y reconocido en for-


mTapropiada por la comunidad creyente.
JolmTíowafd'Tod^Tí^líevádo a cabo un estudio deta­
llado del liderazgo carismáticQv_enlendido-bíblieamenter~
qüeTmérece ser citado con amplitud por la luz que ofrece
sobre la naturaleza del liderazgo en general y especialmen­
te sobre la cuestión del vocabulario utilizado en el Nuevo
Testamento para el ministerio. Yoder nota que toda so­
ciedad tiene un lugar para el “religioso profesional” que es
sostenido por la comunidad y que se hace cargo de sus fun­
ciones religiosas. Al desviarse la Iglesia de los principios bí­
blicos se hace igual a otras religiones y sistemas culturales
1 0 0 1La comunidad del Rey

y acepta el papel del religioso profesional y su autoridad.


Si vamos al Nuevo Testamento con esta visión del minis
terio del “religioso profesional”, preguntando “¿Qué es
lo que se enseña sobre este asunto?” entonces podemos
reunir algunas cosas que Pablo dijo acerca de sí mismo co­
mo apóstol, algunas cosas que escribió a Timoteo y a Tito~
acerca de ellos mismos, algunas otras cosas que les escribió
en relación a los obispos y diáconos, algunas cosas que los
Hechos reportan acerca de los líderes en Jerusalén y Antio-
quía, sazonar la mezcla con algunas reminiscencias del A n- y
tiguo Testamento, y llegar a formar un paquete muy im- J |
presionante de la “Visión bíblica del ministerio
Sin embargo, si aceptamos el Nuevo Testamento en sus -s’
propios términos y analizamos su propio vocabulario en
relación al ministerio, encontramos una “profunda nega- I
ción” de los supuestos en los que se basa la visión del reli- ^
gioso profesional.
Yoder señala que “hay un número considerable de mi- 'ri
nisterios que pueden distinguirse” o funciones en el Nuevo " Ij
Testamento lo mismo que “una diversidad en el número, -jf
designación e interrelación de estos oficios” . Además, jí
“existe una cierta prioridad lógica en la designación del
apóstol y el profeta, pero no hay una jerarquía de valores...
No hay ningún indicio de un “escalafón” en relación al
cual el mismo individuo puede progresar ‘hacia arriba’ de ^
un oficio a otro” .
Tomemos m uy seriamente la advertencia de 1 Corintios | |
12 de que no tratemos de establecer una jerarquía de valo-~~á$
res entre los diferentes dones. Esta advertencia es el propó­
sito del pasaje: que hay muchos dones no es el mensaje del *r
capítulo, porque eso es auto-evidente, cuando menos en
Corinto. Todo el interés de Pablo es que se reconozca que
todos estos dones tienen la misma fuente, y que todos son
(cada uno en su lugar) del mismo valor. J¡L
En relación al vocabulario del Nuevo Testamento refe
rente al liderazgo: Parece que se usan tres términos para já
La comunidad mesiánica /101

designar el mismo oficio: “Anciano” se deriva del uso que


de este término se hacía en la sinagoga, “supervisor” (obis­
po) es una descripción funcional y “pastor” una descrip­
ción en sentido figurado. Los tres términos aparecen como
sinónimos en Hechos 20 y 1 Pedro 5, y obispo-anciano en
Tito 1. Constituían ellos el liderazgo colegiado de la con­
gregación local que se autogobemaba. Hay varios de estos
hombres en una congregación dada.
En relación al supuesto “oficio” de diácono, Yoder ob­
serva que en el Nuevo Testamento la palabra diakonos nor­
malmente “significa simplemente ‘uno que sirve’ sin ningu­
na implicación clara de oficio”. Por lo tanto, no se debe"
suponer que el llamado oficio de diácono sea una función
de liderazgo fija en el Nuevo Testamento.
Todo el liderazgo en la Iglesia, por tanto, está basado en
los dones espirituales. Bíblicamente, uno no puede simple­
mente hacer “el supuesto de que carisma y oficio están en
dos niveles diferentes, el uno espontáneo y el otro perma­
nente. El uno lleno de vida y el otro digno de confianza...
La única manera de definir ‘oficio’ de forma que no tenga
relación alguna con ‘don’ es hacer una tarea determinada
tan objetiva, formal, impersonal que debe y puede ser eje­
cutada por alguien a quien Dios no ha preparado para
ello” .
El análisis de Yoder muestra lo cuidadoso que uno tiene
que ser para no leer entre líneas en el Nuevo Testamento
acerca de la existencia de estructuras de liderazgo rígidas
y permanentes que simplemente no se encuentran ahí. De
hecho, la descripción del Nuevo Testamento de la Iglesia
como la comunidad mesiánica, debilita la base misma de
cualquier visión institucional-jerárquica y coloca al minis­
terio sobre una base carismática-orgánica. Las enseñanzas
importantes del Nuevo Testamento son: (1) Dios proveyó
los líderes necesarios, ( 2 ) este liderazgo era visto en térmi­
nos del ejercicio de dones espirituales, y (3) había una gran
flexibilidad y fluidez en la forma en que estas funciones de
102 / La comunidad del Rey

liderazgo operaban y eran entendidas en la iglesia primitiva.


Esta flexibilidad y fluidez en la terminología del lideraz-^
go está apoyada por ejemplos bíblicos. Felipe, por ejemr
pío, era reconocido como un “servidor de mesas” y como1
un evangelista al mismo tiempo (Hch.,6:5; 21:8). Silas¿
el compañero de Pablo, era uno de los “hombres promi­
nentes” y también un profeta (Hch. 15:22, 32). La iglesia
en Antioquía tenía “profetas y maestros” (Hch. 13:1)..
Los líderes reunidos en el Concilio de Jerusalén son llama­
dos repetidamente “apóstoles y ancianos” (Hch. 15); indu­
dablemente muchos de estos ancianos eran los pastores y
maestros de varias congregaciones locales. Escribiendo a la
iglesia en Filipos, Pablo se dirigió a “los santos..., junto con
los supervisores y diáconos” (Fil. 1:1). Parece que los ancia­
nos, diáconos y obispos (supervisores) eran líderes nombra­
dos que se reconocía que tenían uno o más de los dones
de liderazgo citados por Pablo en 1 Corintios 12 y Efe-
sios 4 . 6
La enseñanza bíblica más clara en relación al liderazgo
en la comunidad cristiana es el hecho de que existen dones
de capacitación básicos de apóstol, profeta, evangelista,
pastor y maestro. Veamos brevemente cada una de estas
funciones:
4.1 Apóstoles.
Pablo estaba muy consciente de que era un apóstol y del
ministerio apostólico en general. La Iglesia está “edificada
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con Cristo
Jesús mismo como la piedra angular” (Ef. 2:20). El plan de
Dios por medio de la Iglesia, “ha sidaxev-eladQ-ahora-Por el
Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Dios” (Ef.
3:5).
En la iglesia primitiva un apóstol era alguien que tenía
una posición de liderazgo preeminente reconocida y auto­
ridad en la Iglesia. A menudo jugaba un papel clave en la
evangelización intercüíturaL A los apóstoles originales, es
decir, a los discípulos.escogidos de-Jesús y a Pablo,' se les
La comunidad mesiánica /103
. \
reconocía que tenían una autoridad particular debido a su
cercanía a Cristo: ellos lo habían visto y fueron testigos
de su resurrección, aunque (significativamente) en el caso
de Pablo esto tuvo lugar a través de una visión y por reve­
lación directa y no por asociación física.
Pero ¿continuó el apostolado después del período del
Nuevo Testamento? Debido a la obvia singularidad de los
apóstoles originales, algunos han argumentado que no exis­
ten apóstoles ya en el día de hoy. Pero esta conclusión
se opone a la evidencia bíblica y produce una ruptura de­
masiado violenta entre los apóstoles originales y los líde-_
res de la iglesia que les sucedieron.
La palabra apóstol (apostolos) o apóstoles aparece 81
veces en el Nuevo Testamento. Al examinar los pasajes en
que esto ocurre surgen varias conclusiones.
Primero, y esto es lo más obvio, los “apóstoles” eran los
doce discípulos especialmente escogidos por Jesús. La pala­
bra aparece con este significado siete veces en los Evange­
lios, lo mismo que en Hechos 1:2 y posiblemente en Judas
17.
Segundo, apóstoles es una palabra que se usa para desig­
nar a los principales líderes de la iglesia primitiva en el li­
bro de los Hechos. En Hechos 1, Matías fue escogido para
reemplazar a Judas y “fue agregado a los once apóstoles”
(Hch. 1:26). La frecuente mención de apóstoles en Hechos
1 al 6 (catorce veces) se refiere muy claramente a “los do­
ce” (Hch. 6:2), los once originales y Matías.
Pero principiando en Hechos 8 , ya no podemos estar
seguros de que la palabra apóstoles se refiera únicamente a
los doce. Gradualmente, el significado del término parece
ampliarse para incluir a otros líderes que estaban surgien­
do. Con el tiempo no solamente Pablo y Bernabé (Hch. 14:
4, 14) sino también Santiago, el hermano de Jesús (Gá. 1:
19), Apolos (1 Co. 4:9) y Silas (1 Ts. 2:7) fueron llamados
apóstoles. Andrónico y Junias (Ro. 16:7), este último posi-
104 ! La comunidad del Rey

blemente una mujer, parecen haber sido considerados após- ;


toles también.
En el libro de Hechos, apóstoles, usado en el sentido
más amplio de líderes de la iglesia en general —no necesa­
riamente restringidos a los doce—, aparece veinticuatro ve­
ces. La identidad de los “apóstoles y ancianos” en Hechos
15, no se especifica y no tenemos bases sólidas para supo­
ner que en este caso apóstoles se refiera únicamente a los
doce, especialmente considerando la prominencia de San­
tiago en el concilio de Jerusalén (Hch. 15:13).7
Además de usarlo con estos significados, haciendo refe­
rencia a los doce y luego a un grupo creciente de líderes de
la iglesia, el Nuevo Testamento usa también apóstol en un
sentido todavía más amplio, haciendo referencia a mensa­
jeros o misioneros. Este es el caso por ejemplo, en Juan
13:16, 2 Corintios 8:23 y Filipenses 2:25.
Debemos entender la designación que hace Pablo de
apóstol como un don espiritual teniendo en mente este uso
del término en la iglesia primitiva (1 Co. 12:28-29; Ef.
4:11). No tenemos ninguna base para restringir en este
caso el significado a los doce originales. 8 Seguramente
que podemos reconocer un apostolado único, que no pue­
de repetirse en el primer grupo de apóstoles. Pero ya en los
días de Pablo había otros apóstoles. Pablo no se refiere a
los doce originales, sino a la función de apóstol que Dios
ha dado como un aspecto permanente de la naturaleza
carismàtica de la Iglesia. No hay nada en* el tratamiento
que hace Pablo de los clones espirituales que sugiera que él
estaba describiendo un patrón para la iglesia primitiva sola­
mente. Todo lo contrario. Para Pablo la Iglesia es un cuer­
po en crecimiento, lleno de gracia y los apóstoles son una
parte permanente de la vida de ese cuerpo. ,
No se puede sostener con éxito, por lo tanto, que el mi­
nisterio apostólico desapareció con la muerte de los doce
originales. Ni tampoco hay evidencia bíblica, por otro la­
do, de que el ministerio apostólico fuera transmitido for­
La comunidad mesiánica /1 0 5

mal y jerárquicamente a través de la historia de la Iglesia.


Más bien, la Escritura enseña que el Espíritu continúa y
carismáticamente da a la Iglesia la función de apóstol.
Apóstoles, entonces, usualmente son (1) líderes genera­
les de la Iglesia (2) cuya posición y autoridad son recono­
cidos en toda la Iglesia (3) debido a una convicción general
de que el Espíritu de Dios los ha levantado. Son líderes ge­
nerales cuya autoridad está basada en el hecho de que fue­
ron levantados por Dios y en su fidelidad a la verdad re­
velada, es decir, a la Biblia. Su autoridad es contingente a
su fidelidad como testigos; si cesan de testificar fielmente
a la verdad de la revelación de Dios, dejan de tener autori­
dad.
Entonces, los apóstoles hoy, son los líderes generales de
la Iglesia, aquellos que tienen la responsabilidad de la su­
pervisión general de la Iglesia. Estos son los líderes que
Dios escoge como testigos de su revelación y como guardia­
nes de esa revelación; líderes responsables del buen orden
de la Iglesia.
¿Cómo llegan a ser reconocidos y a ejercer su función
dentro de la Iglesia, los apóstoles que en verdad han sido
designados divinamente? Esto hace que suija la cuestión
ele la estructura organizacional que el Nuevo Testamento
no trata explícitamente. Es de presumirse que es posible
una gran variedad de patrones organizacionales, siempre
que esas formas no violen los principios bíblicos mismos
que hacen el liderazgo válido y funcional. Desde el punto
de vista bíblico no importa que los apóstoles sean llamados
hoy obispos, superintendentes, moderadores, presidentes o
cualquier otra cosa. 9 Es importante que la estructura sea
lo suficientemente flexible y abierta para permitir que los
verdaderos apóstoles puedan ejercer su función neo-testa­
mentaria (algo bastante raro en la estructura de muchas
iglesias) y, de la misma manera, que los medios para desig­
nar a esos líderes permitan y estimulen una sensibilidad a
106 ¡ La comunidad del Rey

la voz del Espíritu Santo de modo que aquellos que sean!


escogidos sean de hecho los que Dios quiere.
Debe ser obvio que no hay autoridad inherente en el 1
oficio de apóstol, simplemente porque el apostolado no es
un oficio para ser dado a una persona escogida por la Igle­
sia. 10 El apostolado es una función, un don. Dios no ha es­
tablecido el oficio de apóstol, profeta, evangelista y así
sucesivamente. Esto sería pensar en términos estáticos,
institucionales. Más bien, “sus dones fueron que algunos
deberían ser apóstoles, profetas, evangelistas”. El don de
Dios son personas, no oficios. Esta distinción es útil en el
día de hoy debido a la tendencia a pensar en términos ins­
titucionales y organizacionales, en lugar de hacerlo en tér­
minos personales y carismáticos (y por lo tanto bíblicos) . 11
Entonces, la autoridad apostólica no puede ser ni confe­
rida ni transferida, a no ser que sea el Espíritu Santo el que
lo haga. 12
4.2 Profetas.
Del Nuevo Testamento y de los escritos de los primeros
cristianos, sabemos algo de la función de profeta en la igle­
sia primitiva. William Barclay nota que, “los profetas iban
de un lado a otro por toda la Iglesia. Se consideraba que su
mensaje no era resultado de reflexión y estudio, sino que
venía directamente del Espíritu Santo... Iban de una igle­
sia a otra proclamando la voluntad de Dios, como Dios se
la había dicho” . Es obvio, de la forma que Pablo utiliza
el término en Efesios y en otras partes, que los profetas,
como los apóstoles, eran reconocidos por tener un minis­
terio general y preeminente en toda la Iglesia. En un senti­
do un poco más restringido, la profecía era también un
don que frecuentemente era ejercitado por individuos
dentro de la iglesia local (1 Co. 14:26-40).
¿Quiénes son los profetas de nuestros días? A menudo
son los llamados líderes carismáticos (en. el sentido socio­
lógico) que surgen en la iglesia. Casi todas las denominacio­
nes y movimientos tienen en su historia a esas personas ins-
La comunidad mesiánica /1 0 7

pitadas por el Espíritu, a quienes todos reconocen como


líderes y hombres y mujeres de Dios, aunque puedan no te­
ner una posición oficial en la Iglesia. Generalmente no son
administradores o supervisores. Muchas veces estas perso­
nas se transforman en los evangelistas itinerantes y predica­
dores especiales en la iglesia, o pueden ser encontrados en
organizaciones especiales o movimientos dentro de la igle­
sia organizada o paralelos a ella (por ejemplo, movimientos
juveniles y organizaciones misioneras) o, eventualmente,
pueden ser involucrados en el liderazgo denominacional
como obispos u oficiales generales. Más frecuentemente,
sin embargo, el líder carismàtico no es considerado al ele­
girse tales oficiales porque es demasiado independiente
y difícil de predecir para el oficio. O, si es escogido, él
puede rehusarlo porque ve el oficio como algo que lo li­
mitaría. Estas, personas, si verdaderamente son del pueblo
de Dios, son demasiado valiosas para un oficio creado
previamente. (Un buen ejemplo contemporáneo de esto lo
fue E. Stanley Jones en la Iglesia Metodista, quien rehusó
el oficio de obispo.)
En la Biblia se hace mención entonces del llamado lí­
der carismàtico, individualista, que surge dentro de la co­
munidad cristiana. Si es genuinamente un hombré de Dios,
lleno del Espíritu (porque los profetas falsos también
abundan), puede ser un profeta que Dios está levantando.
Su ministerio será de relación directa con Dios y con la
Iglesia. Tendrá todo el poder —y toda la posibilidad de
salirse de lo convencional y de ser difícil de predecir— de
un verdadero profeta. También estará sujeto a los peligros
del extremismo, ya que su mensaje viene directamente de
Dios, y tendrá la tentación de hablar por cuenta propia y
pretender que lo que dice viene de Dios. En todos estos as­
pectos vemos una relación directa con el profeta del Anti­
guo Testamento.
El profeta en la iglesia puede o no ser un líder, oficial_
Eso es incidental. Un profeta es designado por el-Espí-
108 ¡ La comunidad del Rey ‘J jj

ritu de Dios, independientemente de cualquier posición^!


oficial. Si la iglesia es espiritual, reconocerá la autenticidad ^
e inmediatez del don profètico. j f
Como lo dice la Biblia, así debe ser en la iglesia: el pro-
feta es el instrumento de Dios que habla directamente a #:
su pueblo (y quizás secundariamente al mundo) con estí- r
mulo, exhortación, advertencia o juicio, de acuerdo con
la situación. La validez de su mensaje no depende de la
aprobación o aceptación de la iglesia. Su mensaje, sin em- ■ ’«;
bargo, es válido solamente si está en armonía con la Biblia
porque el Espíritu de Dios es un Espíritu de orden, no de f;
confusión. No se contradice a sí mismo.
Luego la iglesia no escoge a sus profetas. Solo los reco- i
noce y los escucha. Puede, en una forma o en otra, soste- -f—
nerlos. Y la aparición de verdaderos profetas en la iglesia,
podemos estar seguros, es una señal de la operación de
Dios entre su pueblo porque El ha prometido levantarlos.
¿Por qué, entonces, hemos de alarmamos cuando aparecen?
4.3 E vange lis tas.
El término evangelista no aparece con mucha frecuencia —¡
en el Nuevo Testamento, lo que es sorprendente. Las úni­
cas ocasiones en que se menciona están en Efesios 4:11,
Hechos 21:8 (“Felipe el evangelista”) y 2 Timoteo 4:5
(“haz la obra de un evangelista”). ¿Por qué tan pocas re- ¿c
ferencias? La respuesta es que Pablo, y la iglesia del Nuevo
Testamento en general, no concebían la evangelizadón ^
principalmente como un trabajo de especialistas. La.evan:
gelización tenía lugar; era la expresión natural de la vida de -r
la-Iglesia. Casi no había necesidad de exhortar a la gente a ~
evlngelizar o de levantar un grupo especial de evangelistas
porque los nuevos cristianos iban por todas partes “chis­
meando” las buenas nuevas acerca de Jesús. —-
Pero si esto es así, ¿por qué Pablo tuvo que mencionar
a los evangelistas? La respuesta está probablemente en el
simple hecho de que habían surgido en la iglesia personas
que tenían el don de evangelistas y que eran reconocidas
La comunidad mesiánica /1 0 9

com o tales (y no como apóstoles y profetas con los que,


presumiblemente, tenían mucho en común). Pablo reco­
noció que estos hombres y mujeres estaban dentro de la
eclesiología de Dios. El crecimiento de una iglesia saluda­
ble no depende del trabajo de los evangelistas, sin embar­
go, porque la Iglesia es una comunidad testificante. Pero
una iglesia saludable puede tener apropiadamente y utilizar
provechosamente a tales “especialistas” . Esta, aparente­
mente, era la situación en la iglesia primitiva.
Los apóstoles eran también evangelistas (Pedro, Pablo)
pero Pablo se refiere especialmente a aquellos cuya función
estaba más o menos limitada a la evangelización. Particular­
mente, a diferencia de los apóstoles, los evangelistas no te­
nían la responsabilidad de la supervisión general de la igle­
sia, aunque su función puede haber incluido la proclama­
ción de las buenas nuevas a y dentro de la comunidad cris­
tiana lo mismo que fuera de ella. 13 La función primaria
era siempre la proclamación, “portar las buenas nuevas” .
Entonces, los evangelistas llevan a cabo una función le­
gítima dentro de la iglesia y podemos esperar que Dios le­
vante evangelistas en nuestros días dentro de la iglesia local
y más generalmente en la Iglesia en su conjunto. La Iglesia
debe estar alerta para reconocer a estas personas y debe es­
timular y facilitar su trabajo. Sin embargo, no debe caer en
el error de pensar que solamente esos evangelistas tienen
la responsabilidad de la evangelización. Todos los cristia­
nos tienen que ser testigos en una forma o en otra y mu­
chos cristianos, tendrán-.un don-en-el- área-de-evangéliz-ación-,
incluso si no son llamados específicamente evangelistas.
4.4 Pastores y maestros.
Puede considerarse que éstos forman un grupo o dos
grupos distintos. Algunos eruditos los colocan juntos co­
mo pastores-maestros. En la práctica esto no importa, ya
que estas distinciones no son rígidas. Los ministerios pasto­
ral y de enseñanza son dos funciones-más o- menos distin­
tas, pero que tienen algo en común. Y esas funciones, en la
1101La comunidad del Rey 1X\ La comunidad mesiánica /111
■ S
mayoría de los casos, requieren líderes locales cuyo minis- ''' : - Son dones de Dios para la Iglesia “para preparar al pueblo
teño va dirigido a la congregación-local y se ejerce dentro“ —~de Dios para obras de servicio” .
de ella. . , ' Sería bueno .que cada una de las denominaciones que
No hay nada aquí (ni en alguna otra parte del Nuevo existen en nuestros días y cada iglesia local tomara esta
Testamento) que sugiera que el vocablo pastor tuviera en lista y la pusiera al lado de una lista de los líderes sanciona­
la iglesia primitiva algo semejante al carácter altamente es~ *1 dos por la estructura organizacional oficial de la iglesia y
pecializado y profesional que ha llegado a tener en el pro-~ “ que, delante de Dios, hicieran una comparación. ¿Es posi­
testantismo moderno. Efesios 4 :1 1 es, de hecho, la única ' ble siquiera comparar estas listas? ¿Cómo funciona real­
ocasión en que la palabra pastores se utiliza en el sentido mente la iglesia en comparación con lo que la Palabra de
de líderes congregacionales en el Nuevo Testamento, aun-— -Dios dice? ¿Es siquiera posible la aplicación práctica de
que la idea de congregación como un rebaño al que hay - i Efesios 4:11 y de 1 Corintios 12:28 en nuestra iglesia,
que cuidar se halla en Juan 21:16, Hechos 20:28 y 1 Pedro * dada su estructura actual? Si no, ¿qué querría Dios que
hiciéramos? En algunos casos la alternativa puede ser real­
Nos quedamos, entonces, no con un oficio como tal, si- ~ mente o cambios completos en la estructura organizacional
no simplemente con la función pastoral. Esta función de _ o una cancelación efectiva de la Palabra de Dios en este
pastorear es necesaria para la edificación y el crecimiento punto.
de la Iglesia. En la congregación local normal (esto es, en la ¿Cuál es la relación entre estos dones básicos de lideraz­
bíblica) Dios levantará a aquellos (no solo a uno) cuyo mi go o de equipamiento y los dones de ministerio de la co­
nisterio es pastorear al rebaño. Este es un don espiritual. munidad cristiana en general? Nuestros dos pasajes lo acla­
_ ^ pastorear incluye la enseñanza. El ministerio de ense­ ran: estos dones de liderazgo tienen el propósito de equi­
ñanza era y es esencial en la Iglesia. Pablo muestra en otra ~i£. par a los santos para su obra de ministerio y estas obras
parte su preocupación por el ministerio de enseñanza ( 1 ■-# de ministerio involucran (representativamente, no exclu­
Ti. 3:2; 4:11-12; 2 Ti. 2:2) y él mismo dedicó tiempo a ;ZÍ sivamente) el ejercicio de dones como sanidad, profe­
enseñar a los conversos de las ciudades en donde él evan­ cía, milagros, lenguas, servicio, administración e interpre­
gelizó. -.i—
tación de lenguas (Ef. 4:11; 1 Co. 12). La meta es la edi­
Hay muchas cosas que enseñar. Está la enseñanza d o c - ^ í ficación de la Iglesia y a través de ella la glorificación de
trinal, que es esencial; la enseñanza en las disciplinas de la ~ Dios y el cumplimiento de su plan cósmico.
vida cristiana; el entrenamiento en evangelización; y la en El patrón de liderazgo y ministerio presentado en for­
senanza de la Biblia en general. Independientemente de ma general en los párrafos anteriores no permite una dis­
que se enseñen otras cosas en la iglesia local, seguramente tinción rígida entre clero y laicado. El Nuevo Testamento
que éste debe ser el plan de estudios básico. simplemente no habla en términos de dos clases de cristia­
nos, “ministros” y “laicos” , como lo hacemos en nuestros
5. El patrón del Nuevo Testamento y el nuestro ^ días.^D^cu^da^conJa^Biblia, el pueblo (laos, “laicado”)
Estos son entonces, los cuatro o cinco ministerios bási- de Dios comprende a_todos íosjcnstianos^y-.todos los cris­
eos de liderazgo o de capacitación en el Nuevo Testamen­ .. tianos a través del ejercicio de los^dones espirituales tie­
to. apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. — L nen alguna “obra de ministerio”. De modo que si desea-
112 / La comunidad del Rey

mos ser bíblicos, tendremos que decir que todos los cris­
tianos son laicos (pueblo de Dios) y todos son ministros.
La dicotomía clero-laicado no es bíblica y, por lo tanto,
no es válida. Surgió como un accidente de la historia de la
iglesia y realmente constituyó un alejamiento de la fideli­
dad bíblica.
En los días del Antiguo Testamento sí existió un sacer­
docio profesional, distinto. Pero en el Nuevo Testamento
este sacerdocio fue reemplazado por dos verdades: Jesu­
cristo es nuestro gran sumo sacerdote y la Iglesia es un rei­
no de sacerdotes (He. 4:14; 8:1; 1 P. 2:9; Ap. 1:6).
Por lo tanto, la doctrina del ministerio del Nuevo Tes­
tamento descansa no en la distinción clero-laicado sino en
las columnas gemelas y complementarias del sacerdocio de
todos los creyentes y de los dones del Espíritu.14 Hoy,
cuatro siglos después de la Reforma, las implicaciones de
esta afirmación protestante no se han descubierto por com­
pleto todavía. La dicotomía clero-laicado viene directa­
mente del catolicismo romano anterior a la Reforma y es
un regreso al sacerdocio del Antiguo Testamento. Es uno
de los principales obstáculos para que la Iglesia sea efecti­
vamente el agente de Dios del Reino el día de hoy, porque
crea la idea falsa de que solo “hombres santos”, es decir,
ministros ordenados, están realmente calificados y pue­
den ser responsables del liderazgo y de un ministerio sig­
nificativo. En el Nuevo Testamento hay distinciones fun­
cionales entre varias clases de ministerios pero ninguna di­
visión jerárquica entre clero y laicado.
_Como_repetidamente-creemos-encontrar-esta-dicotomía
en la Biblia, se ha convertido en un gran obstáculo para
que podamos entender bíblicamente a la Iglesia. Es precisa­
mente en este punto que se ha necesitado por mucho tiem­
po una reflexión fundamental.

6. El papel mesiánico
La afirmación-de Tos primeros cristianos de que “Jesús
La comunidad mesiánica /1 1 3

es Señor!’ debe ser el anuncio de la Iglesia en el día de hoy.


El Mesías prometido ha venido, y la Iglesia es tanto su es- ¡
posa como su cuerpo. Es esa nueva realidad social, esa I
“nueva creación” en el mundo la que es llamada a dem os-1
trar el verdadero carácter del Reino que se acerca.
Esta es la razón por la que la Iglesia es verdaderamente
el agente del plan cósmico de Dios, solo si es verdadera- •
mente la comunidad del pueblo de Dios. Como una institu­
ción eclesiástica, la Iglesia puede mostrar poco del Reino.
Pero como la comunidad mesiánica, funcionando como
un cuerpo carismático la Iglesia puede hacerlo, y de hecho
revela la verdadera naturaleza del Reino y apresura su
venida. 1

NOTAS

1. John Howard Voder, “A People in the World: Theological In­


terpretation” , en The C oncept o f the Believers’ Church, ed.
J.L. Garrett, Jr. (Scottdale, Penn.: Herald Press, 1969), p.
259. El evangelio es objetivamente cierto, a pesar de la infide­
lidad de la Iglesia. Pero puede ser traicionado y falsificado ante
el mundo por la desobediencia de la Iglesia.
André Biéler comenta: “Cuerpo y alma son co-iguales; indivi­
duos y comunidad son co-iguales. Una concepción dualística
del hombre y de su estructura es una falsa división y una alie­
nación de su verdadera esencia. La Biblia descarta lacónica-
■ mente tanto a los materialistas com o a los espiritualistas. En la
misma forma, son extraños al pensamiento bíblico de la com u­
nidad o un enfoque colectivista que daría a la vida de la com u­
nidad una posición privilegiada en detrimento del individuo” .
3 Diafconon en Romanos 16:1 puede traducirse o “siervo” o
“diaconisa” (com o lo hace correctamente la Nueva Versión
Internacional en inglés). La función precisa de Febe es im po­
sible de determinar.
4. Aunque la palabra charisma no se encuentra en este pasaje,el
pensamiento de “distribuciones del Espíritu Santo” sugiere
que el autor estaba hablando de los carismas.
5. Hay un paralelismo que llama la atención entre 1 Pedro 4:10-
11 y Hechos 6:2-4 (en donde puede muy bien ser que Pedro
114 / La comunidad del Rey

estuviera hablando). Aunque el pasaje de Hechos es consideri^


do a menudo com o “la institución de los diáconos” , el nombré^
para diácono no aparece en él. Lo que sí aparece es “el m in ij^
teñ o de la palabra” (diakonia tou logou, v. 4) y el ministerio^
de “servir las mesas” (diakonein trapedzais, v. 2). Esto es paraci
lelo a la distinción “si alguno h a b la... si alguno sirve” de 1 P ¿íf
dro 4 :1 1 . .. '«j?
6. Esta misma fluidez de vocabulario aparece en el D idache (del *
año 150, D .C ., aproximadamente), donde apóstol y profeta
son usados casi en forma intercambiable, y obispos y diácono»
son asociados con los ministerios profètico y de enseñanza. ' * -
7. Note también las referencias generales, sin especificar en 1 Co¿ -
rintios 9:5; 15:7; 17:9. Aparentemente, a p ó sto le stiene un sig- ,
nificado más amplio que solo los doce también en 1 Corin­
tios 15:3-7. Pablo dice que el Jesús resucitado apareció prime­
ro a Pedro, “luego a los doce” , y más tarde “a Santiago, y lue*
go a todos los apóstoles” .
8. Watchman Nee argumentaba que mientras los doce apóstoles -
originales fueron designados por Jesús antes de su ascensión,
otros apóstoles fueron designados por el Espíritu Santo des*
pués de Pentecostés. Por lo tanto, apóstol com o don espiritual
en Efesios 4 ho se refiere a los doce sino a aquellos que Dios
designa a través del Espíritu durante la edad de la Iglesia.
9. La terminología utilizada establecerá la diferencia práctica, por
supuesto, en la forma en que se percibe el papel de apóstol. ~
Por esta razón algunos de los títulos eclesiásticos más “fuerte- ^
mente cargados” podrían ser reemplazados ventajosamente
por otros más funcionales.
10. Pablo enfatizaba frecuentemente su función apostólica y la uti­
lizaba com o fundamento de su autoridad. Sería fácil concluir
de esto que Pablo basaba su autoridad en el hecho de que tenía
el oficio de apóstol. Pero ésta sería una conclusión equivocada.
Pablo basaba su pretensión de autoridad precisamente en el he-
_______ch o -d e que había sido llamado y com isionado directamente
por Dios. Para Pablo, el apostolado no era un oficio que él
desempeñaba sino un llamamiento y una condición que venían
de Dios al que él tenía que ser fiel. La autoridad no era extrín­
seca, basada en el oficio, sino intrínseca, basada en el llama­
m iento y en la obra continua del Espíritu Santo en la propia
vida de Pablo. Para Pablo, el apostolado y la fidelidad continua
eran inseparables,
ll-.. La verdadera concepción bíblica de ministerio es a menudo
La comunidad mesiánica /115

oscurecida en la Versión Autorizada por la forma en que son


traducidos algunos pasajes. El lector moderno debe tener en
cuenta que la misma estructura de poder que publicó la versión
“King James” en 1611 fue la que condenó a muerte a dos disi­
dentes el mismo año por la amenaza que representaban al sos­
tener que la Iglesia debía estar separada del Estado y que debía
ser una comunidad creyente más que una institución jerárqui­
ca. Por lo tanto, no es sorprendente que la Versión Autorizada
refleje ciertas suposiciones institucionales-jerárquicas que no
están presentes en los documentos originales. Un ejemplo es
1 Timoteo 3:1, donde la Versión Autorizada habla de “el ofi­
cio de un obispo” . El griego no tiene la palabra oficio; dice
simplemente, “Si alguno aspira a supervisar” (episkopes). La
Nueva Versión Internacional en inglés, traduce correctamente
“si alguno dispone en su corazón ser un supervisor” , y la Nue­
va Biblia en inglés dice, “aspirar al liderazgo...” Supervisar de­
be preferirse a obispo hoy, ya que la tradición eclesiástica ha
dado a obispo un significado jerárquico específico completa­
mente extraño al Nuevo Testamento.
12. Decir que Dios ha dado a la Iglesia la prerrogativa de transfe­
rir o conferir la autoridad apostólica, de modo que un acto de
las autoridades eclesiásticas es ipso facto una operación del
Espíritu Santo, es algo que descansa en fundamentos bíblicos
endebles y lleva fácilmente a un abuso de las funciones de lide­
razgo.
13. Kittel y Friedrich, Theological Dictionary o f the N ew Testa-
ment, II, 736-37. Aparentemente, a Timoteo no se le había
dado el don de evangelista, aunque Pablo lo exhortaba no obs­
tante a “hacer la obra de un evangelista” como parte de “las
responsabilidades de tu ministerio” (2 Tim. 4:5). La evangeli-
zación era parte de su ministerio, pero no su principal función.
14. Como decía claramente Lutero en su sermón sobre el Salmo
110:3, donde él relaciona específicamente el sacerdocio de to­
dos los creyentes con los dones del Espíritu:
A q u í el profeta aplica el oficio y atavío sacerdotales a los
cristianos, el pueblo del Nuevo Testamento. Dice que su culto
a D ios ha de consistir en el hermoso y glorioso sacerdocio de
aquellos que están siempre en la presencia de D ios y que ofre­
cen solamente sacrificios san tos...
Bueno, ¿qué es este “atavío san to”, estas vestiduras sacer­
dotales que adornan a los cristianos en form a tal que los trans­
forman en Su sacerdocio santo? N o son otra cosa que los her-
116 / La comunidad del Rey

mosos, divinos y diversos dones d el Espíritu Santo, com o lo i


dicen San Pablo (Ef. 4:11, 12) y San Pedro (1 Pedro 4:10), los
cuales fueron dados a la cristiandad para que hicieran avanzar el
conocim iento y la alabanza a D ios, una función que se lleva a '
cabo preem inentem ente a través del m inisterio de predicación 1
del evangelio...
...E s el Espíritu Santo el que los adorna en gloria y santi­
dad y el que los viste con Su p oder y con Sus dones. (Comen­
tario del Salmo 110. Jaroslav Pelikan and H elm ut T. Lehman,
Eds., Obras de Luíero [Philadelphia: FortressPress, y St. Louis:
ConcordanciaPublishingHouse, 1956-75], Vol. 1 3 ,pp. 294-95).
Esta relación entre el sacerdocio de los creyentes y los do­
nes del Espíritu en el pensamiento de Lutero ha recibido apa­
rentemente m uy poca atención. Y sin embargo, sin este énfa­
sis la doctrina de Lutero del sacerdocio de los creyentes apa­
rece más estática de lo que él la concibió, aparentemente. Lu­
tero veía el ejercicio de las funciones sacerdotales dentro de la
comunidad cristiana com o algo animado por la presencia y el
ministerio vivificantes del Espíritu Santo.
En contraste, Calvino apenas menciona el sacerdocio de los
creyentes, y ve el “sacerdocio real” de 1 Pedro 2:9 (un versícu­
lo clave para Lutero) en términos más bien estáticos y particu­
larmente en términos de elección y sostiene que “los dones es­
tán necesariamente conectados con los oficios” . El fuerte én­
fasis de Calvino en la elección fue la causa de que viera “el mi­
nisterio de la Palabra” en términos de oficios instituidos divi­
namente por un “decreto inviolable” . (Véase el comentario de
Calvino de 1 Pedro 2:1-9 y de Efesios 4 :1 1 .) Por lo tanto, se
pone un énfasis menor sobre los dones del Espíritu que el que
encontramos en Lutero y la visión del ministerio de Calvino es,
por lo tanto, más rígida y más sugerente que la distinción clero-
laicado.
FORM ANDO LA C O M U NID A D DEL REINO

Te digo la verdad, a menos que un hombre sea nacido


del agua y del Espíritu, no puede
entrar en el Reino de Dios.
(Jn. 3:5)

Donde dos o tres se reúnen en mi


nombre, allí estoy yo con ellos.
(Mt. 18:20).
6
EL M ANDATO
EN RELACION AL REINO

La existencia imisma de la comunidad cristiana es una señal


del Reino de Dios. Pero, como hemos visto/la Iglesia es
también responsable de andar en esas buenas obras que
Dios preparó de antemano. Tiene que continuar haciendo
en el mundo las obras de Jesucristo.
El papel de la Iglesia es tanto evangelístico como pro­
fètico, sin ser exclusivamente el uno o el otro. La autén­
tica evangelización es profètica en sí misma, y una verda­
d e ra yoz profètica es evangelística. La Iglesia está llamada
_a~-ser—profèticamente—evangelística—y evangelístieamente
profètica*
1 En cierto sentido la evangelización es buenas nuevas y
la profecía, malas nuevas/ La evangelización y la profecía
constituyen las cargas positiva y negativa de la energía es­
piritual de la’Iglesia.55La evangelización proclama el ofreci­
miento de perdón, de nueva vida en Cristo y de un nuevo
-estilo de-vida en-la comunidad cristiana. La profecía pro­
clama qüe-incluso si este ofrecimiento es rechazado, Dios
El mandato en relación al Reino /121
120 ! La comunidad del Rey

sigue siendo soberano y finalmente establecerá su Reino e n » - de la iglesia primitiva era decir las buenas nuevas acerca de
justicia y en juicio/La evangelización es el ofrecimiento d é l t Jesús y la resurrección; dar testimonio de lo que había
salvación presente; la profecía es la seguridad de ju i c i o ^ sido visto, oído y experimentado. -
Algunos escritores que se ocupan de la Iglesia han en­
final. . __ J¡^
Hay muchas formas en que pueden verse las tareas de l a i . fatizado la palabra kerygma, que se refiere a la predicación
Iglesia relacionadas con el reino^Uno puede hacer sim ple-^ en la iglesia primitiva. Sin embargo, es claro de los docu­
mente una lista de las cosas que la Iglesia debe estar hacien­ mentos del Nuevo Testamento, que el mensaje esencial
do. O pueden considerarse cada una de las responsabilida- " de los primeros cristianos era más que una fórmula “kerig-
des de la Iglesia: en relación aMndividuo,ila familiare! Es- ^ mática” , y era más que una predicación formal. Muy pro­
tado,'el medio ambiente y^el mundo. En este capítulo, sin“"“ bablemente era más que la proclamación que hacían los
discípulos de una interpretación subjetiva, existencial del ^
embargo, he decidido simplemente tratar en términos gene-“^
rales las funciones evangelística y profètica de la Iglesia, “evento de la resurrección” . Más bien, la kerygma o pre­
dicación estaba basada en el anuncio de las buenas nuevas
enfatizando que esto no implica que haya una dicotomía
acerca de la resurrección de Cristo, de la cual los primeros
entre las dos. cristianos habían sido testigos. Tanto el claro significado
que se desprende del libro de los Hechos como un estudio
1. El mandato evangelístico
de términos más técnicos revelan la prioridad del testimo­
Así como la mayoría de las imágenes bíblicas de la Igle­
nio y de la proclamación del evangelio en la iglesia primiti­
sia implican vida, también sugieren crecimiento o reproduc--~~~
^ ción. Es parte de la naturaleza de la Iglesia crecer y multi- -~ va.1 ^
Michael Green sugiere en Evangelism in the Early
plicarse, en la misma forma que el plan de Dios siempre ha
Church que marturia más que kerygma (testimonio más
incluido el mandato “Fructificad y multiplicaos” (Gn ~
que predicación) debe ser considerada probablemente
1:28). A este principio vital se agrega la urgencia de la
la palabra característica de la evangelización en el Nuevo
Gran Comisión, las palabras del Cristo resucitado. —~
Testamento. Cuando los primeros cristianos proclama­
, El mandato de proclamar y testificar es central en el
1 plan cósmico de Dios, porque este plan se centra en lo q u e ^ ban las buenas nuevas, eran testigos y cuando morían
Dios está haciendo por la gente (la redención que trae sal--, f- como mártires (martures) eran testigos: La tarea evan­
vación eterna y edifica la Iglesia). Y debe ser igualmente - gelística incluía, e incluye el día de hoy, testimonio tan­
: claro que la. tarea e-vangelística-no-es-simplemente-la-tarea^p- to de palabra como a través de la vida. Los primeros cris­
de los creyentes individuales sino que es una función de la ~ tianos habían visto y experimentado (1 Jn. 1:1-3) las bue­
■ Iglesia como la comunidad del pueblo de Dios. ^ nas' nuevas; el hecho de que habían sido testigos oculares
- Dos de las palabras más características en los Hechos son T ■ formaba la base de su predicación.
marturein, “dar testimonio” (de la cqafse deriva la palabra P L a tarea evangelística de la Iglesia es proclamar las bue­
mártir) y euaggelizesthai, “proclamar el ev^ñgélio” (de la nas nuevas de salvación en Jesucristo por todo el mundo,
cual viene la palabra evangelizar). Ambas pálabras se menrr haciendo-'discípuios y edificando la Iglesia; es cumplir la
cionan en una forma o en otra más de veinte-veces en el-li-— - -Gran Comisión de Mateo 28:19-20, Marcos 16:15 y Hechos
bro de Los Hechos.'La gran preocupación y fuerza motriz ' 1:8. Aunque el papel de la Iglesia en el plan de Dios no ter-
122 / La comunidad del Rey

mina con la tarea evangelística, empieza allí; el cumpli­


miento .del. propósito de Dios depende de que esta tarea;;
se lleve a cabo.
Mencionaré rápidamente aquí tres puntos importantes:
1 Primero, la evangelización es la primera prioridad del
ministerio de la Iglesia en el mundá. Esto es cierto por va­
rias razones: el claro mandato bíblico de evangelizar; la
centralidad y necesidad de la conversión personal en el |
plan de Dios; la realidad del juicio; el hecho de que perso- jj
ñas transformadas son necesarias para cambiar la sociedad; j
el hecho de que la comunidad cristiana existe y se expande *
solo en el grado en que la evangelización se lleva a cabo. 1
La iglesia que no evangeliza es al mismo tiempo bíblica­
mente infiel y estratégicamente miope.
Algunos se oponen a lo que ellos llaman la “priorización
de la evangelización” porque consideran que traicionan la
integridad del evangelio. ¿Debe realmente la evangeliza- .
ción ponerse en primea-lugar? La prioridad básica de la
Iglesia es glorificar a Dios. Eso viene primero, incluso an-„
tes que la evangelización, aunque la evangelización puede
ser una forma de glorificar a Dios. Pero la evangelización J
puede ser auténtica o una traición al evangelio dependien­
do de cómo se lleve a cabo. Una evangelización que se
enfoca exclusivamente en las almas o en una transacción
para el otro mundo que no indtite ningún cambio aquí y j
il ahora, es infiel'al evangelio. Una evangelización de gracia
barata que no invita a una lealtad verdadera, presente, a
Jesús como Señor, no es urfá evangelización genuina.
Lo que se necesita es el tipo de evangelización radical
que llama a las personas a Jesucristo y a su cuerpo y a una
identificación con el pueblo por el que Jesús mostró inte­
rés. Hombres y mujeres necesitan que^sús pecados sean *
perdonados; necesitan nacer de nuevo a través del poder
regenerador del Espíritu Santo. Pero ellos tienen que saber .
que esta regeneración implica lealtad a Jesús como Señor
y no solcTcomó Salvador. La evangelización debe incluir,
El mandato en relación al Reino /123

'dice Gilbert James, “una reunión de ios aspectos personal


y social de la experiencia cristiana que enfatice obediencia
total a Óristo como Señor en todas las categorías de la
vida”.
'Segundo, la evangelización es esencialmente testimonio.
Esto es, los varios elementos que componen la evangeliza­
ción surgen de. experimentar lo que Dios ha hecho en Cris­
to y en la Iglesia. La evangelización es dar testimonio en
varias formas y por varios medios, de lo que Dios ha hecho.
Decir que la evangelización es esencialmente testimonio
no es restar importancia o negar la proclamación verbal de
un mensaje específico con contenido específico. Más bien,
es enfatizar que la evangelización es tanto la predicación
de las buenas nuevas como la demostración de estas buenas
nuevas.
Este testimonio es declarar lo que Dios ha hecho en la
historia-, principalmente en la vida, muerte y resurrección
de Jesucristo. Es la proclamación y demostración de la li­
beración que Jesús trae. Esta liberación es primero que to­
do, espiritual y moral: el hombre es liberado del poder del
pecado y envuelto en un compañerismo con Dios y con
otros creyentes. Es también social y política, aunque no
en el sentido de que requiere o justifica un programa polí­
tico particular. Debido a que la Iglesia es una realidad co­
lectiva, social, es (cuando es fiel al evangelio) tanto un he-
pho político como un desafío político.
^Tercero, el testimonio es una función de la Iglesia como
comunidad. Si el Nuevo Testamento nos muestra los viajes
de Pedro y de Pablo para predicar el evangelio, también
nos presenta la realidad de la comunidad cristiana a la que
ambos servían, como la que hizo posible la proclamación
del evangelio y también como la que permitió la verifica­
ción de esa proclamación. Los evangelistas del Nuevo Tes­
tamento eran testigos verbales fieles en gran parte porque
la comunidad cristiana era una testigo fiel a través de su vi­
124 / La comunidad del Rey

da común y tle su acción en el mundo. Testimonio y coj


munidad van juntos. ÜrTcóñcépto de evangelización que'
ve individuos aislados llevando la Palabra independientes
mente a través del mundo, sin relación con la vida y tes¿
timonio de la comunidad cristiana, es trunco y lleva en sí*
mismo el germen de su destrucción. La evangelización tie­
ne lugar a través de la vida de la comunidad que testifica}
(Jn. 13:35).

2. Evangelización basada en la iglesia, r


Si la visión de la Iglesia presentada en este libro es váli­
da, entonces, la evangelización bíblica tiene que ser evan-
gelización basada en la iglesia. Es decir, la evangelización
debe producir crecimiento de la iglesia, y la vida y testimo­
nio de la iglesia deben producir evangelización. En este.
sentido la iglesia es tanto el agente como la meta de la-
evangelización.
La evangelización centrada en la iglesia, es evangeliza­
ción que la edifica. Surge de la vida y testimonio de la co­
munidad cristiana y tiene como consecuencia el crecimien-'
to y la reproducción de la comunidad en un proceso
continuo.
El experto en misiones C. Peter Wagner y otros han cri­
ticado con razón los puntos de vista sobre la evangeliza­
ción que no enfatizan lo suficiente el crecimiento de la
iglesia. Hablando de “evangelización por medio de la pre­
sencia” y de “evangelización por proclamación”, Wagner
insiste en que ninguno de los dos es,adecuado, porque la
__evangelización debe incluir persuasión. La presencia cris­
tiana debe ser la base de la proclamación cristiana y estas
dos juntas persuaden a las personas a que vengan a Cristo: j

Presencia-------- proclam ación--------- ^Persuasión

La evangelización bíblica está interesada en los resulta-,


dos; se preocupa de cósech'ar;~no solo de sembrar. Desde
El mandato en relación al Reino ¡125

gste' punto de vista, el objetivo final de la evangelización


es hacer discípulos.-------------------- ------------
^Pero, ¿es suficiente incluso decir que la meta final de
ja evangelización es hacer discípulos? Aunque el hacer
discípulos ciertamente implica la formación y edificación
de la comunidad cristiana, lo hace solamente en forma im­
plícita, no explícita. Para hacer justicia al concepto bíblico
de la Iglesia, tenemos que ir un paso más allá y decir que
¡a meta de la evangelización es la formación de la comu­
nidad cristiana.2 Es hacer discípulos y, además, transfor­
mar estos discípulos en células vivas del cuerpo de Cristo,
en nuevas expresiones de la comunidad del pueblo de Dios.
La evangelización basada en la Iglesia se interesa, entonces,
en la proclamación (en el sentido fundamental de repro­
ducción o multiplicación a través de la procreación) lo
mismo que en la persuasión. Esta evangelización basada en
la iglesia puede ser ilustrada en mejor forma a través de
este diagrama:

Presencia—^Proclamación— j»Persuasión— ¡»Propagación

En este proceso, la propagación o reproducción alimenta


un ciclo continuo el cual, investido de poder por el Espí­
ritu Santo, hace de la Iglesia un organismo dinámico, vi­
viente. La meta de la evangelización por lo tanto es la for­
mación de la comunidad cristiana, de la koinonía del Espí­
ritu Santo. Esta no es una definición completa de evange­
lización porque no incluye las muchas motivaciones posi­
bles ni los medios involucrados. Pueden existir varios moti­
vos legítimos para la evangelización. Y sin embargo, la
meta debe ser siempre la formarión de la Iglesia bíblica.
Esto es necesario con el objeto de alcanzar la verdadera
meta última de la evangelización: la gíorificación-de Dios.
Si se están formando nuevas congregaciones cristianas,
entonces todos los otros objetivos legítimos de la evange­
lización se están alcanzando también: los cristianos están
126 ! La comunidad del Rey
r
presentes; están proclamando; están temendo lugar co n v eS ^
siones; se están haciendo discípulos. Pero si cualquiera d l £
estos pasos preliminares se toma como el objetivo prim ¿:'v
no, el ciclo bíblico de crecimiento puede quedar incom pl¿fv
o. Hombres y mujeres pueden convertirse genuinamente^
e incluso ser entrenados como discípulos, pero si no s ¿ í -
incorporados a la comunidad del pueblo de Dios, el plan d¿¿ j
ios para la Iglesia como agente de la evangelizaciónV
queda sin cumplirse.
Antes de considerar con mayor detalle el crecimiento de^
la iglesia, veamos la función profètica de la Iglesia..

3 . Sal, luz y ovejas entre lobos ¿


En su vida y en sus enseñanzas, Cristo mostró concreta-^
mente los valores del Reino de Dios. El Sermón del Monte“
nos dice cómo es el Reino de Dios, la clase de valores y re “
lacioneí: que lo caracterizan.
Los efectos prácticos y la importancia de las enseñanzas^*
del remo de Cristo frecuentemente han sido puestos er¡T
cuarentena por - dos errores. Uno de wivo
ellos uiuc
dice que
que las
las paia-“
p a la ^
as de Cristo son exclusivamente para el Reino defíniti-1
vamente establecido y que, por lo tanto, no tienen aplica-Ü
cion para la Iglesia contemporánea en la historia, excepto L
para mostrar cómo será (o cómo debía haber sido) el Rei-fc
no. bsta clase de dispensacionalismo debe ser rechazada^
por antibíblica. Tiene el mismo efecto que eliminar estosfc
pasajes de la Biblia y descansa en una interpretación alta-Ü
mente selectiva. ¡La Iglesia debe prestar mayor a ten ció n ^
precisamente a esas enseñanzas que nos parecen im prác^-
ticas o imposibles de aplicar! r:
El otro error dice que el Sermón del Monte trata de éti-I
ca personal, pero no de ética social; por lo tanto la Iglesia^
e e buscar en otra parte (en otros pasajes o ’-**en el aná—
isis científico de la lucha dé clases” o en las enseñanzas^
e otro maestro) guía para las cuestiones sociales y polí-^
icas. Este punto de vista descansa en una premisa falsa 7 T
a.
El mandato en relación al Reino /1 2 7

en una dicotomía también falsa. El Sermón del Monte, co-


- -m o las enseñanzas de Jesús en general;-si algo tienen es qué
son altamente sociales. No hay dicotomía en Jesús entre
las dimensiones individual y social. La comunidad cristia­
na es un hecho social, y en el Sermón del Monte Jesús
delinea las cualidades apreciadas por esa comunidad. “La
personalidad que El proclama como un llamamiento a la
sanidad y al perdón, está integrada a la novedad social de
la comunidad sanadora”.
Entonces Jesús muestra cómo es el reinado de Dios; la
misión de la Iglesia es encamar y demostrar los valores que
El enseñó. La Iglesia ha de ser una señal del Reino en el
mundo.
Jacques Ellul define la función del cristiano en el mundo
en términos de tres figuras utilizadas por Cristo: la sal de
la tierra, la luz del mundo y ovejas entre lobos. Cada una
de estas figuras sugiere una función específica de la Iglesia.
La sal sugiere la función de preservación de la Igíesia.
Como sal, la Iglesia es una señal del pacto entre Dios y su
pueblo (Lv. 2:13). La Iglesia, en relación con Dios por
medio del pacto, se infiltra en la sociedad y en sus estruc­
turas, preservándolas de la muerte y deteniendo la insana
carrera del mundo hacia su autodestrucción. Es Cristo el
que momento a momento sostiene la creación caída (He.
1:3; Col. 1:17), y a su propio nivel la Iglesia participa en
esta obra de sostén.
_ Cc>mQ luz, la Iglesia es un medio de revelación a los
hombres. La Iglesia, por supuesto, no tiene ninguna revela­
ción en sí misma; pero es “una comunidad bajo la Palabra”
No solo vive en fidelidad a la Palabra; sino que su función
es también llevar la luz de la Palabra al mundo para que lo
ilumine y le muestre la verdadera naturaleza de sus proble­
mas. Es capaz de hacer esto solamente porque ha recibido
prim eroj^ falabra_de_pios_y_la'ha obedecido^Aquí el pa­
pel del cristiano va más allá de la preservación: “El revela
128 / La comunidad del Rey

al mundo la verdad acerca de su condición y da testimonio


de la salvación de la cual él es un instrumento.3
Finalmente^ Ia Iglesia vive como las ovejas entre los lo"
bos. Esto sugiere la demostración en la carne de la realidad
del Reino. Cristo es el Cordero de Dios, y su manada peque­
ña, la Iglesia, entra en el Reino a través de la misma puerta
por la que Jesús tuvo que pasar. El sacrificio de Jesús fue
único y final, pero “la vida que se da” es el principio ético
permanente para la Iglesia. La única ética cristiana verdade­
ra es la ética de la crucifixión. Ellul explica:
En el mundo todos quieren ser “lobos”, y nadie se con­
sidera llamado a jugar el papel de una ‘'oveja”. Y sin em­
bargo, el mundo no puede vivir sin este testimonio vivo de
sacrificio. Esa es la razón por la cual es esencial que los
cristianos sean muy cuidadosos de no ser “lobos” en el sen­
tido espiritual, es decir, personas que tratan de dominar a
otros. Los cristianos deben aceptar el dominio de otra gen­
te, y ofrecer el sacrificio diario de sus vidas, el cual se une
al sacrificio de Jesucristo.

4. La función profètica
Estos comentarios sugieren el carácter básico de la fun­
ción profètica de la Iglesia. Más específicamente, yo men­
cionaría las siguientes cuatro formas en las cuales la Igle­
sia cumple con su función profètica.
4.1 La iglesia es profètica cuando crea y sostiene una
comunidad de creyentes reconciliada y reconciliadora (2
Co. 5:16-21; Col. 1:21-23; Fil. 2:1-11; Ef. 2:1-22). Cuan-,
do esto sucede, la evangelización adquiere dimensiones
proféticas. La reconciliación con Dios debe ser demostra­
da por una reconciliación genuina dentro de la comunidad
cristiana y por un ministerio continuo de reconciliación en
el mundo. ^
Esto significa que en cada asamblea cristiana local, la
reconciliación debe ser más que una teoría y más que una
transacción espiritual invisible. La reconciliación debe ser
El mandato en relación al Reino /1 2 9

real y visible. La explotación racial y económica y todas las


formas de elitismo (incluyendo la de un clero profesionali­
zado) deben ser desafiadas bíblicamente. Divisiones im­
pías en el cuerpo de Cristo deben ser consideradas pecado
y mundanalidad (1 Co. 3:3-4). De la misma manera, la
iglesia local debe trabajar para lograr la reconciliación to­
tal de los matrimonios, de los padres con los hijos, de los
empleadores con los empleados cuando se descubre aliena­
ción y discordia en estas relaciones dentro de la Iglesia (Ef.
5:1 - 6 :9 ) .
Tal comunidad de reconciliación puede existir en el
mundo solamente en abierta oposición con la cultura que
nos circunda. Las diferencias y la distancia entre la comu­
nidad cristiana y la comunidad humana en su totalidad va­
riarán en el tiempo y en el espacio, dependiendo del grado
en el cual la cultura es atea y del grado en que esté bajo el
dominio de Satanás. Conforme la sociedad se vuelve más
impía, la Iglesia debe en grado creciente tanto considerarse
a sí misma, como estructurarse concretamente como una
contra-cultura. Esto es necesario -para su propia fidelidad
al evangelio y para una función profètica verdadera en el
mundo. En muchas partes del mundo la Iglesia está llegan­
do a una era en la que debe en grado cada vez mayor ad­
quirir las características de una contra-cultura.
4.2 La Iglesia es profètica cuando reconoce e identifica
al verdadero enemigo (Mt. 10:28; Le. 12:4-5; Ef. 6:12; Ro.
8:38-39; 1 Co. 15:26; Ap. 12:9; 20:2, 14). El truco de Sa­
tanás consiste en señalar enemigos falsos y en proponer al­
ternativas también faTsás. El hombre en su ceguera produci­
da por la nubosidad del pecado se deja llevar, porque está
demasiado listo a creer que el villano verdadero es algún
otro (y no él mismo) y que la verdadera potestad es alguna
fuerza impersonal o algún proceso histórico (la suerte, el
destino, el progreso, la tecnología, la dialéctica, o, incluso,
“la Voluntad de Dios” en un sentido impersonal, abs-
tracto)r~La~íeaccíóh_dé~Adán y Éva en el Edén después
130 / La comunidad del Rey

de su caída ilustra esta actitud de querer echar la culpa


a otro. ,
j El verdadero enemigo del hombre es Satanás y los “prin-
l cipados y potestades” que están bajo su control (Ef. 6:12)- ’
| Por lo tanto, la verdadera liberación significa siempre, en-
primer lugar, acabar con la esclavitud del pecado a nivel*"
personal a través del poder de Jesucristo. “En él tenemos-
redención por medio de su sangre, el perdón de los peca­
dos, de acuerdo con las riquezas de la gracia de Dios”
: (Ef. 1:7). Esto es lo que significa ser “hechos vivos” des-1
pués de haber estado “muertos en ... transgresiones y pe­
cados” (Ef. 2:1). La salvación empieza aquí; ésta es preci­
samente la puerta estrecha indispensable que Satanás quie­
re bloquear, porque es aquí que el hombre muere a su pro- - -
pió yo, repudia a Satán y reconoce a Dios como soberano
y a Jesucristo como el único camino hacia Dios y su Reino
(Hch. 4:12).
A Satanás le gustaría introducir un atajo para llegar al.
Reino que evitara la cruz y que le permitiera no ser consi­
derado el archienemigo. El pone perpetuamente delante
de la Iglesia la misma tentación que sugirió a Jesús: “Todo .
esto te daré... si postrado me adoras” (Mt. 4:9). Larespues-“
ta de Jesús es el mandato permanente para el pueblo de
Dios: “Al Señor tu Dios haz de adorar, y solo a él haz de*'
servir” (Mt. 4:10). J
La tentación de aceptar dioses sustitutos y satanases fal­
sos está siempre delante de la Iglesia. En varios períodos de__
la historia la Iglesia ha sido engañada y lanzadas luchar—
contra falsos archienemigos: los turcos, los sarracenos, la in­
subordinación contra la jerarquía, la necesidad de unnue-"'
vo bautismo, los indios, los judíos, los negros, los blancos,v
el nazismo, el comunismo, el socialism o,^ burguesía, el- -
capitalismo, el imperialismo. En nombre de la oposición
a estos enemigos los cristianos han estado dispuestos a:
matar a otros; porque cuando la Iglesia acepta la definición-­
El mandato en relación al Reino /131

de enemigo que le sugiere Satanás, adopta también de bue­


na gana sus tácticas.
La Iglesia debe ver lo suficientemente claro para, por un
lado, identificar al verdadero enemigo y, por otro, dis­
cernir cómo y dónde está obrando Satanás el día de
hoy. Satanás sí obra a través de las estructuras sociales,
ideologías, movimientos y personas. Pero la Iglesia debe
ver al enemigo que está detrás del enemigo, para evitar al­
ternativas falsas y una definición falsa del problema. No
debe reducir la fe a una ideología, incluso si se trata de una
ideología religiosa, y en esa forma comprometer la natura­
leza misma del evangelio.
Enemigos falsos requieren soluciones falsas que general­
mente son la imagen opuesta del supuesto culpable. Así
la Iglesia cae en el truco de pelear en el terreno del enemi­
go y con sus armas. Con demasiada frecuencia la Iglesia ha
permitido que el mundo defina la naturaleza de la batalla.
Así, si el comunismo es visto como el adversario, los
cristianos tienen la-tentación de comprometerse sin reser­
vas con el sistema de la libre empresa. Si el enemigo es el
“capitalismo dependiente y el neocolonialismo”, los cris­
tianos se alinean con el socialismo marxista. Si el peligro es
un punto doctrinal, los cristianos transforman la ortodoxia
en una cachiporra; si es un comportamiento específico, el
conformismo se transforma en una camisa de fuerza.
La Iglesia tiene que aceptar siempre la definición que da
la Biblia del problema del hombre y su identificación del
enemigo. La Biblia es muy clara cuando dice que “el últi­
mo enemigo que será destruido es la muerte” (1 Co. 15:
26). La identificación de este enemigo puede serima prue­
ba para la Iglesia. Todas las ideologías, instituciones, hom­
bres y movimientos son impotentes frente a la muerte. La
Iglesia da en el blanco solo si su batalla y su lucha llevan a
una victoria sobre la muerte. “ ¿Qué clase de salvador o
dios sería aquel que no pudiera o que no nos salvara de la
muerte, del pecado y del infierno?” escnoió Martín Lutero.
132 ¡ La comunidad del Rey

Para agregar: “Lo que el verdadero Dios promete y cumple


debe ser algo grande” . Si la Iglesia ve claramente y actúa
con fidelidad, compartirá la victoria de Cristo sobre la
muerte literal, física, y también ganará muchas victorias
para el reino a lo largo del camino. Pero si, engañada, pelea
contra falsos enemigos, perderá su poder redentor y estará
impotente a las puertas de la muerte.
4.3 La Iglesia es profètica cuando renuncia a la defini­
ción que el mundo hace del poder y a la forma en que lo
practica. (Mt. 20:20-28; 23:1-12; Mr. 9:35-37; Le. 9:46-
48; 22:24-27; Jn. 13:12-17; Fil. 2:1-11; 1 Co. 1:18-31).
Jesús habló acerca del poder, pero El insistió en que sus se­
guidores utilizaran y vieran el poder en una forma diferen­
te a la del mundo.
Los dos pasajes en Mateo (20:20-28; 23:1-12) deben ser
examinados cuidadosamente. En Mateo 20:25-28, en res­
puesta a la petición de Santiago y Juan de poder preemi­
nente en el reino próximo y en respuesta a la reacción de
los otros discípulos a esta petición, Jesús dijo:
Ustedes saben que los gobernadores de los gentiles se
enseñorean de ellos, y que sus altos oficiales ejercen auto­
ridad sobre ellos. No ha de ser así con ustedes. En lugar
de esto, el que quiera ser grande entre ustedes debe ser su
siervo, y el que quiera ser primero debe ser su esclavo, así
como el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a ser­
vir, y a dar su vida en rescate por muchos.
Superficialmente pareciera que aquí el problema es el
deseo de Santiago y de Juan de tener una posición que no-
les pertenecía legítimamente. Pero Jesús define la situación
en forma más profunda: el concepto que el mundo tiene
del poder no debe operar dentro de la Iglesiá. “No ha de
ser así con ustedes” . El poder en la Iglesia no es una cues­
tión de posición o de jerarquía o de autoridad ; es uná cues­
tión de función y de servicio. La grandeza de un cristiano
no está en relación a su oficio, status, grados o reputación,
sino en relación a cómo él o ella funciona como siervo.
El mandato en relación al Reino /1 3 3

- En la política esto es diferente. En la política “los altos


oficiales ejercen autoridad”, pero no así en la Iglesia. Con
una afirmación, Jesús rechaza el modelo político para la
Iglesia.
En forma similar en Mateo 23:1-12 Jesús rechaza el
modelo jerárquico religioso. Los líderes religiosos, como
los políticos, ejercen autoridad. Pero no practican lo que
predican. Se preocupan del status, la posición y los títu ­
los, pero, ¿qué dice Jesús acerca de esto a sus propios se­
guidores?
Ustedes no han de ser llamados “R a b í”, porque tienen
solamente un Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no
llamen a nadie en la tierra “padre”, porque ustedes tienen
un Padre, y él está en los cielos. Y tampoco han de ser lla­
mados “maestro”, porque ustedes tienen un Maestro, el
Cristo. El más grande entre ustedes será su siervo. Porque
cualquiera que se exalta será humillado, y cualquiera que
se humilla será ensalzado4 (Mt. 23:8-12).
Jesús muestra aquí que la forma política de pensar de
Mateo 20:25 ha sido asimilada por los líderes religiosos
establecidos. Pero El la rechaza para la Iglesia. Status y
autoridad basados en la posición jerárquica son totalmen­
te extraños a la clase de comunidad que Jesús forma.
Por supuesto, podría argumentarse que Jesús está sim­
plemente exhortando a la humildad y no dando una base
fundamentalmente diferente de la del mundo para las re­
laciones. Pero tomadas en lo que valen, las afirmaciones de
Jesús en ambos pasajes sugieren algo más fundamental: el
siervo o esclavo es el verdadero modelo para el ministerio y
para las relaciones entre los seguidores de Jesús. Y si estas
enseñanzas eran válidas para los doce, son válidas para no­
sotros. Expresan el deseo de Dios para la comunidad cris­
tiana en el período entre la primera y la segunda venida de
Cristo.
¿Qué es lo que realmente está rechazando Jesús? ¿No
está rechazando todo poder que se base en la posición y el
134 / La comunidad del Rey

status en lugar de en el carácter cristiano y en la semejanza


a Cristo? Esta idea es escandalosa para el mundo porque el
mundo dice que el poder y la posición son sinónimos y que
la meta del poder es el control. Jesús dice que la meta del
cristiano es servir al hombre y glorificar a Dios y que se lle­
ga a ese servicio a través de la cruz. Este es el verdadero po­
der, sin importar qué tan fatuo le parezca al mundo.
El mundo está engañado. Cree que el verdadero poder es
una cuestión ~de política. Como nos recuerda Jacques Éllul:
“Hay una especie de nube de confusión que circunda la
política, una obsesión política de acuerdo con la cual nada
tiene significado o importancia aparte de la intervención
política y, cuando todo se ha dicho y hecho, todas las
cuestiones son políticas” . Esta supuesta importancia fun­
damental de la política es la “ilusión política” que hace
presa de la Iglesia. “Por lo tanto, rechazamos toda sobrees­
timación de las decisiones políticas, toda idealización de
cualquier régimen p o lítico ...” Porque la política es relativa
y por su misrria naturaleza tiende a presentar cuestiones
relativas en términos absolutos.
La Iglesia debe rechazar el que se haga de la política o el
estado algo fundamental y sagrado. Debe renunciar a las
armas políticas én'favor de-la armadura de Dios de Efesiós
6:10-20. Este pasaje nos muestra tanto las amias de la Igle­
sia como, en contraste, las del mundo. Las annas de la
Iglesia que se mencionan son verdad ¿justicia, el evangelio
defpaz, fe, salvación, la Palabra de Dios y la oración. Para
cada uná de ellas el mundo tiene su distorsión demoníaca.
En lugar de la verdad el mundo blande la propaganda.
La propaganda es una verdad distorsionada con fines polí­
ticos. En la batalla secular la verdad no es sagrada sino sim­
plemente un instrumento a utilizar. ¡Pero ntí debe ser así
en la Iglesia! Debe haber una adhesión estricta a la verdad
en todo sentido; no puede haber ninguna concesión aquí,
porque Dios es un Dios de verdad y Jesucristo es la verdad
(Jn. 14:6).
El mandato en relación al Reino /1 3 5

r 'En lugar de justicia o rectitud, el mundo pone violencia


y opresión, y las llama justicia. En la batalla humana, la
rectitud es una víctima en casi cualquier sentido. La Iglesia
debe buscar la justicia, definida en términos bíblicos y de­
be rechazar firmemente toda violencia, manipulación e
injusticia.
# En lugar del evangelio de paz, el mundo predica el evan­
gelio de poder. La liberación se transforma en una mera lu­
cha por el poder en la cual el poder político es usurpado a
los malos y dado a los buenos. El arma de la Iglesia es pre­
dicar las buenas nuevas acerca de la shalom que Cristo trae:
paz con Dios, reconciliación entre las personas y armonía
en toda la creación de Dios. La Iglesia renuncia al evangelio
del poder porque en última instancia es tanto ilusorio co­
mo inefectivo.
„ En lugar de la fe, el mundo crea la ideología. La ideolo­
gía es una fe falsa que lleva a un compromiso total con dio­
ses falsos (el Führer, el estado, o la ideología misma). El
mundo reconoce el valor de la fe; la fe es funcional. Es
indispensable para la guerra. Y en esa forma la fe se trans­
forma en una técnica, en simplemente un medio para al­
canzar un fin, en el instrumento de la ideología. Para la
Iglesia, “el escudo de la fe” significa compromiso total a
(y dependencia de) Jesucristo (no a algún “ismo” incluyen­
do el “cristianismo”). La relación personal con el Jesús
vivo y liberador es la mejor defensa contra la ideología.
kEn lugar de la salvación, el mundo coloca una utopía
falsa de este mundo. El mundo seculariza 4a escatología
cristiana y luego considera sagrado el resultado. Define un
Reino de Dios falso, formado política y económicamente,
y luego coloca esta meta a nivel de bien absoluto. Pero la
Iglesia insiste en el integral significado bíblico de la salva­
ción.
ü En lugar de la Palabra de Dios, el mundo fabrica sus pro­
pias fuentes humanas de revelación. Estas son* frecuente­
mente la ciencia, la tecnología, la filosofía o un falso me-
136 ! La comunidad del Rey

sías (sea político o religioso). La Iglesia no tiene fe en eL


análisis científico ni en los logros tecnológicos excepto er¡|
el grado en que puede demostrarse que están en armoníaj
con la Palabra encamada y con la Palabra escrita. La vivifij
cadora, discemidora Palabra de Dios debe ser siempre la?
fuente última de revelación de la Iglesia.
f En lugar de la oración, el mundo pone la acción efectiva
Para el mundo la oración es un subterfugio y una opiata
para evitar que la gente haga lo que es realmente importan­
te. Pero la Iglesia renuncia a esta visión falsa e insiste en-^l.J¡ÍÜ
que, a la luz de la Palabra de Dios, la oración es acción £
efectiva. jT
La Iglesia .debe caracterizarse por tener una confianza í
total y exclusiva en la armadura de Dios. El mundo consi* J
derará esto como una debilidad y como un disparate. “Pe-_£
ro Dios escogió lo necio del mundo para avergonzar a los
sabios; y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los,
fuertes” (1 Co. 1:27). El evangelio y la Iglesia son débile
precisamente en las áreas en que el mundo busca fortaleza
Este es el patrón que Jesucristo nos dejó. Esta renuncia^,
ción al poder, muestra el misterio y lo absurdo del Reino,
de Dios, y es verdaderamente profètico.
4.4 La Iglesia es profètica cuando trabaja en pro de f a ji
justicia en la sociedad (Sal. 82:1-4; Am. 5:21-24; Le. 3: 10-5
14; 4:18-21; Mt. 11:4-6; Ef. 5:11). Los cristianos tienen
una responsabilidad particular con los pobres y los oprimi­
dos. El pueblo de Dios está llamado a defender la causa de
los pobres y de los necesitados dentro de cada nación y en
todo el mundo. La forma en que son tratados los pobres,
los necesitados y “aquellos que no tienen poder social” se
transforma en una prueba de la justicia de cualquier socie
dad o sistema político. Por lo tanto, cuando |a Iglesia tra­
baja en favor de los pobres está satisfaciendo una necesidad
humana específica y está haciendo una contribución polí'
ticamente significativa.
La Iglesia trabaja para satisfacer las necesidades sociales
El mandato en relación al Reino /1 3 7

y físicas de la gente no como si ésta fuera la tarea primaria


o exclusiva de la Iglesia, sino como un testimonio de que la
redención y la santidad (que son verdaderamente espiritua­
les y morales) incluyen todas las áreas de la vida.
En la esfera política, la Iglesia está menos interesada en
la igualdad que en la libertad y salvaguarda de los derechos
y dignidades personales, especialmente los de los indefensos.
El evangelio es en primer lugar un mensaje de liberación,
y luego, en forma derivada, de igualdad. Es necesaria una
insistencia en la libertad para garantizar que cualquier
igualdad que se haya alcanzado no degenere en un iguali­
tarismo al nivel mínimo, entendido simplemente en tér­
minos cuantitativos o económicos.
Si los cristianos deben participar én los procesos polí­
ticos y en qué forma, es una cuestión que tiene muchos as- ,
pecios y que depende de una multitud de factores. Tal vez
podamos concebir una gama de posibilidades, a un extre­
mo de la cual está la contracultura y al otro, la participa­
ción social y política. En algunos contextos la Iglesia tiene j
que existir casi exclusivamente como una anticultura; en
otras situaciones la sociedad puede estar infiltrada en tal
forma por el evangelio que es posible la participación polí­
tica y social activa. Entre estos dos polos existe un amplio
rango de formas posibles de participación de la Iglesia. En
cualquier contexto específico, conforme la cultura se dete­
riora moral y espiritualmente y se coloca en grado cada vez
mayor bajo el dominio de Satanás, la Iglesia debe abando-
nar progresivamente la participación activa y transformarse
en una contracultura. Es de presumirse que lo contrario
sería posible si las condiciones fueran las opuestas. Estas
cuestiones y circunstancias requieren gran discernimiento
espiritual.
La Iglesia es profètica cuando verdaderamente es la cov'
munidad mesiánica que revela la naturaleza del Reino y la (
mente-y„la,estatura.de Jesucristo. Al.llevar.a. cabo las obras í
de Cristo, cumple con sus funciones én relación al Reino. (
Pero éste nunca será un camino agradable, definido, L
triunfante para la Iglesia. La obediencia al evangelio en uñ
mundo en el que Satanás está activo todavía, significa vivir -
en tensión. Esto es parte del significado de la Encamación.
La Encamación tiene sentido solamente a través de la fe en
Dios. Si la trayectoria de la Iglesia es fiel, tendrá gran seme:T
janza con la de Jesucristo.
Nosotros, como cristianos, nunca podemos estar seguros
de que tenemos todas las respuestas o de que vemos todas ~
las cosas claramente o de que realmente “estamos progre-
sando” . Por lo tanto, tenemos que regresar constantemente"
a una dependencia total del Cristo encarnado. Debemos
alarmarnos cuando nos sentimos a gusto en el mundo o te­
nemos una total “paz”. La vida cristiana en un mundo n.o_
cristiano es tensión, esfuerzo y a veces, incluso, agonía.
Todo un sistema de técnicas sociales trata de ajustar al in­
dividuo y de eliminar tensiones. Pero ser un seguidor de
Jesús significa aceptar el escándalo de las declaraciones de
Jesús de que El vino a traer no armonía sino discordia; no
paz sino la espada (Mt. 10:34-36). Porque solo a través
de esto puede, finalmente, venir la verdadera paz.
En resumen, las tareas de la Iglesia en relación al Reino
incluyen la proclamación del evangelio en forma tal qué
hombres y mujeres respondan en fe y eñ obediencia a Jesús -
y que colaboren en la edificación de la comunidad cristia­
na. Esta comunidad es una nueva realidad social que, por
medio de su semejanza a Cristo y de su renuncié a las de­
finiciones y tácticas del mundo, revela la verdadera naturar
le za d e laso b e ra n íad e 'D io s.'“N uesffoSénórlíám óycon^
tinúa llamando a una nueva sociedad de personas compro­
metidas incondicionalmente a cambiar los valores de la so- -
ciedad circundante por los del Reino de Jesús” . Solo con ba­
se en esto puede la Iglesia trabajar con integridad por la
justicia y por la paz en el mundo. Entonces, las dimensio­
nes profètica y evangelística de las buenas nuevas están
El mandato en relación al Reino /139

totalmente entrelazadas en la vida y testimonio de la co­


munidad del Rey.
Será útil retroceder un poco y explorar una cuestión que
surgió anteriormente: ¿Cuál es la relación entre el creci-
iniento de la iglesia y el Reino de Dios?

NOTAS

1. Green nota que: “La naturaleza precisa de esta proclamación


en la iglesia primitiva ha sido muy discutida en años recientes,
particularmente desde la publicación de The A postolic Preach-
ing and its D evelopm ents de C. H. Dodd, en 1936. Pero ha ha­
bido una concentración indebida en lo que ha venido a cono­
cerse técnicamente com o el ‘Kerygma’, que se supone que era
un cuerpo más o menos fijo de material de predicación que era
común a los primeros m isioneros... En el Nuevo Testamento
la raíz kerussein (‘proclamar’) no es de ninguna manera prima­
ria. Es solo una de las tres grandes palabras utilizadas para re­
ferirse a la proclamación del mensaje cristiano, siendo las otras
d oseuaggelizesthai ( ‘decir las buenas nuevas’) y marturein ( ‘dar
testim onio’).
2. Tal vez algunos dirán que cualquier cosa que vaya más allá de
producirse conversiones ya no es evangelización sino que se
transforma en labor de seguimiento o de crecimiento. El asun­
to es, sin embargo, que la tarea evangelística no está realmen­
te. completa hasta que se hace algo auto-perpetuante. Wagner
comenta: “Algunos consideran la labor de seguimiento como
un paso separado que viene después de la evangelización mis­
ma, pero esto es una falacia demasiado común en la estrategia
evangelística”. Jesús no separaba la labor de seguimiento de la
evangelización. El la incluía en el mismo paquete de “hacer
____ discípulos” ...
3. Jacques Ellul afirma esto en términos del cristiano individual;
y o enfatizaría que esta tarea es especialmente comisión de la
Iglesia com o la comunidad creyente de discípulos.
4. Jesús se está refiriendo aquí a títulos en la Iglesia, no al uso de
términos com o padre o maestro en el sentido fundamental.
Así, el término padre es rechazado no en su sentido literal den­
tro del hogar, sino com o un título dentro de la Iglesia. Los tí­
tulos más apropiados dentro de la Iglesia son hermano y her-
140 / La comunidad del Rey
• s>
.... mana porque no son títulos sino que más bien describen la ver.
dadera naturaleza de la relación de compañeros creyentes'
en Cristo.
7
C R E C IM IE N T O D E LA IG LESIA
Y C R E C IM IE N T O D E L R E IN O

¿Es lo mismo el crecimiento de la Iglesia que el progreso


del Reino de Dios? ¿Contribuye al crecimiento del Reino
el crecimiento numérico de la Iglesia?
El crecimiento de la Iglesia hace que el Reino de Dios
avance, si es que entendemos por crecimiento de la Iglesia,
el crecimiento, tanto numérico como espiritual, de la ge-
nuina comunidad del pueblo de Dios. En la Escritura, el
plan de Dios a través de la Iglesia está unido con su propó­
sito de “reconciliar todas las cosas” en Jesucristo. Jesuses
tanto la cabeza de la creación como la cabeza de la Iglesia
(Ef. 1:10, 22-23; Col. 1:17-20). La misión de la Iglesia es
demostrar esta autoridad de Jesucristo dentro de la co­
munidad cristiana y mostrar signos de su verdad en todas
las áreas de la vida. La tarea de la Iglesia es vivir su fe en
que Cristo efectivamente ha conquistado los principados y
las potestades y en esta forma trabajar por la manifestación
progresiva del Reino hasta que Jesucristo regrese a la tierra
a establecer final y eternamente el dominio de Dios.
142 ¡La comunidad del Rey

El mismo Dios que reina sobre el mundo es el Dios de la


Iglesia, el Padre de Jesucristo. Por lo tanto, cuando es fiel
al evangelio, la Iglesia colabora a la causa del Reino a través
de su crecimiento. Pero, ¡una palabra de advertencia! Si
se confunden las estructuras institucionales con la autén­
tica Iglesia de Jesucristo, puede incurrirse en engaño y
creer que es lo mismo el éxito de la iglesia institucional que
el crecimiento del Reino. Esto es una mentira y un engaño
y lleva a la idolatría. El crecimiento numérico de una deno­
minación no impulsa el Reino de Dios a menos que esa de­
nominación sea fiel al evangelio en su vida interna de co­
munidad, en su culto y en su testimonio en el mundo. Las
cartas a las siete iglesias en Apocalipsis deben estar ante
nosotros como una advertencia continua.
Pero Dios ha llamado a su Iglesia a hacer discípulos de
todas las naciones a través de toda la tierra y esto implica
un crecimiento numérico. Los discípulos pueden contarse.
De ahí que tengamos el pasmoso pero objetivo registro del
crecimiento numérico en el libro de los Hechos. Lucas nos
da estadísticas suficientes para mostrar que cuando el Es-^
píritu actúa, la Iglesia crece numéricamente, pero no en
forma suficiente como para permitirnos aferramos al cre­
cimiento numérico como si fuera la esencia de la Iglesia o.
la única forma de medir la vitalidad y efectividad de una
iglesia. Aquí es crucial mantener un equilibrio bíblico. r
¿Cómo crece la Iglesia y cómo crece el Reino? Examine­
mos con cierto detalle el proceso de crecimiento de la Igle-,
sia y luego comparémoslo con el crecimiento del Reino.

1. El crecimiento normal de la Iglesia


La comunidad del pueblo de Dios crece al traer personas
a la fe en Jesucristo y al incorporar a estos nuevos discí­
pulos en el cuerpo de creyentes. Este debe ser el patrón
normal de crecimiento de la Iglesia. Hay varios aspectos
de ese proceso de crecimiento que necesitan ser discutidos.
Crecimiento normal significa crecimiento que se ajusta a
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /1 4 3

la^ norma del evangelio. Por normal no quiero decir ni pro­


medio ni habitual. Más bien, me refiero al crecimiento que
resulta cuando la Iglesia se adhiere a la norma bíblica para
su vida, estructura y testimonio. Esta es la única norma
que cuenta, y el único criterio válido.
Hay algo espontáneo en el crecimiento genuino de la
Iglesia. El crecimiento normal no depende de programas o
técnicas efectivas, aunque la planeación tiene su lugar.
Más bien, el crecimiento es la consecuencia normal de la
vida espiritual. Lo que tiene vida, crece. El crecimiento
normal de la Iglesia es espontáneo en el sentido de que la
naturaleza de la Iglesia es crecer, espiritualmente, numéri­
camente y en su impacto cultural. Como el de Jesús, su
crecimiento debe ser “en sabiduría y estatura, y en favor
para con Dios y los hombres” (Le. 2:52). Roland Alien
tenía razón al hablar de “la expansión espontánea de la
Iglesia” . El crecimiento de la Iglesia no es cuestión de traer
a ella lo que es necesario para que crezca, porque si Cristo
está ahí, las semillas del crecimiento están presentes ya.
Más bien, es cuestión de remover los obstáculos que exis­
ten para ese crecimiento. La Iglesia crecerá naturalmente
si no está limitada por barreras no bíblicas.
¿Cuáles son algunas de estas barreras? Potencialmente
existen muchas: falta de unidad espiritual, inmoralidad y
doctrina falsa son algunas de las que vienen a mi mente al
pensar en la iglesia del Nuevo Testamento. Otros dos obstá­
culos que se relacionan especialmente con su naturaleza y
estructura son las tradiciones antibíblicas y las estructuras
institucionales rígidas. Estos eran dos de los factores que
se encontraban presentes en el judaismo y que requerían
la formación de una iglesia distinta del judaismo, cuando
Cristo viniera. Hablando a los escribas y fariseos, Jesús
dijo: “Ustedes nulifican la palabra de Dios por causa de
su tradición” (Mt. 15:6). En otra ocasión El dijo: “El
vino nuevo tiene que ser echado en odres nuevos” (Le.
5:38). En ambas ocasiones El se estaba refiriendo a las
■ . i
■4
144 / La comunidad del Rey 2

tradiciones y estructuras que se habían formado en el ju-£


daísmo y que estaban realmente sofocando la obra de;
Dios.
Lo mismo ha sucedido tantas veces en la historia de la
Iglesia. Tradiciones y estructuras no bíblicas han limitado
su crecimiento hasta no ser corregidas o (más a menudo)
destruidas, de la misma manera que el vino nuevo rompe y
destruye los odres viejos.
Por supuesto, estas barreras son resultado del pecado
como lo son la inmoralidad y las doctrinas falsas, pero más
en el sentido de nuestra incapacidad, debida a la caída, para
percibir y seguir fielmente el plan de Dios para la Iglesia.
He señalado ya la dicotomía clero-laicado que tiende a li­
mitar el crecimiento al sofocar la iniciativa “laica” y el
ejercicio de dones que son esenciales para el crecimiento.
Otros factores son el complejo edificatorio de la iglesia ins­
titucional o dependencia de los edificios, la rigidez de las
estructuras denommacionales y misioneras y las inflexibles
tradiciones en lo que respecta al tiempo y a la forma de las
reuniones de la iglesia. Patrones estériles de culto son un
problema particular y un área crucial en donde se necesita
la reforma.
El crecimiento normal de la Iglesia se da especialmente
entre las masas más pobres. Michael Green nota que los
primeros cristianos “en la mayoría de los casos atraían las
clases más bajas, simples e iletradas”, y que “ésta continuó
siendo la tendencia general por algún tiempo, aunque con
excepciones notables” .1 Tertuliano decía en el siglo II:
“Los no educados constituyen siempre una mayoría entre
nosotros” . Desde el principio y a través de la historia, el
crecimiento más rápido, permanente y transformador de la
sociedad ha ocurrido normalmente entre los pobres.
Nos enfrentamos aquí, sin embargo, no solamente a un
hecho empírico sino también a un mandato bíblico. Tanto
el ejemplo como las enseñanzas de Jesucristo apoyan su
afirmación de que, en cumplimiento de la profecía, El ha­
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /1 4 5

bía venido “a predicar buenas nuevas a los pobres” (Le.


4:18).
El crecimiento normal de la Iglesia no está limitado real­
mente por la escasez de recursos financieros o de instala­
ciones físicas. No encontramos a Pablo quejándose de que
podría hacerse más si se contara con más fondos. Ni tam­
poco hay evidencia de que la iglesia primitiva viera obsta­
culizado su crecimiento por la falta de edificios. Si acaso,
lo opuesto es cierto. Una alta inversión financiera en edi­
ficios, propiedades y programas efectuada con el propósito
de facilitar el crecimiento de la iglesia, frecuentemente se
transforma en un factor limitante. Se cambia el énfasis a
estas cosas y la visión de ministrar el evangelio simple y di­
rectamente a personas se oscurece o se pierde completa­
mente.
La historia de las misiones apoya lo anterior. En Brasil,
por ejemplo, hay una correlación inversa muy alta entre el
crecimiento de la iglesia y la cantidad de fondos recibidos
de fuera del país. Aquellas denominaciones que reciben la
mayor ayuda financiera son las que crecen más lentamen­
te; y las que reciben poca ayuda monetaria crecen con ma­
yor rapidez.
Obviamente, puede ser que haya otros factores involu­
crados aquí (mayordomía apropiada, el grado de partici­
pación y de madurez del liderazgo nacional, el grado de
control de las instituciones que apoyan a las iglesias loca­
les). Pero es incuestionable que el amor y la mayordomía
cristianos demandan que se compartan recursos entre cul­
turas. Y sin embargo es un hecho que el rápido crecimien­
to de la Iglesia no depende ni del dinero ni de los edifi­
cios. Es más probable que dependa de la disponibilidad de
personas, extranjeras o nacionales, que estén listas a ejer­
cer sus dones en el testimonio y en el ministerio.
Con esto no se quiere atacar la inversión disciplinada de
fondos ni la construcción de edificios que se utilizan en
ministerios específicos como escuelas, hospitales, orfana-
146 / La comunidad del Rey

torios, etc. Estas instituciones auxiliares, de apoyo, pueden-


servir bien a los intereses generales del Reino. Pero ni ellas,
ni otro tipo de empresas financieras de mayor alcance sórT’
la clave para el crecimiento normal de la iglesia. 1 . -ui.

2. El ciclo de vida del crecimiento de la Iglesia ;


Hay un patrón de crecimiento de la Iglesia. El crecimien-¡
to varía de un lugar a otro y de una época a otra;no obs-~"
tan te, hay ciertos patrones que emergen consistentemente.
El Espíritu Santo produce el crecimiento de la Iglesia;r
es él quien acerca los hombres a Cristo. Examinando e H
Nuevo Testamento y la historia de la Iglesia, podemos per­
cibir algunas de las formas en que el Espíritu obra para
producir tal crecimiento. Deseo enfatizar en particular cua-_-¿
tro factores que son componentes esenciales de crecimien- r
to y que están cimentados en la naturaleza bíblica básica -
de la Iglesia. Donald McGavran y otros han señalado co­
rrectamente la importancia de los factores externos: in­
fluencias políticas, religiosas, ideológicas, socioeconómicas-—
y de otro tipo, que determinan la receptividad de un puer__i
blo. Estas necesitan ser tomadas en consideración también,- —
pero no se relacionan directamente con la naturaleza mis- ~r:
ma de la Iglesia. ’
Estos cuatro factores constituyen el ciclo de vida de.la..Zi
Iglesia conforme crece y se reproduce. Ellos son (1) pro- ¿
clamación de las buenas nuevas, (2) multiplicación de las.,^.
congregaciones, (3) edificación de la comunidad cristiana é
y (4) ejercicio de los dones espirituales.
2.1 Proclamación de las buenas nueyas. ELmandato__2
de la proclamación es central en el plan cósmico de Dios, ~
ya que este plan se centra en lo que Dios está haciendo por ~-
el hombre. Se relaciona con la redención que trae salvación
eterna y edifica a la Iglesia.
La Iglesia después de Pentecostés evangelizó inconteni-
blemente. El gran interés y fuerza motora de la iglesia pri- rS
mitiva era comunicar las buenas nuevas acerca de Jesús y——*
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /1 4 7

de la resurrección, dando testimonio de lo que habían vis­


to, oído y experimentado. El impulso evangelístico es in­
herente al evangelio y a la experiencia de conversión y bau­
tismo del Espíritu. : •,
...La tarea evangelística de la Iglesia es proclamar las bue­
nas nuevas de salvación en Jesucristo por todo el mundo,
hacer discípulos y edificar la Iglesia (Mt. 28:19-20; Mr.
16:15). Por lo tanto, la evangelización debe ser siempre la
primera prioridad del ministerio de la Iglesia en el mundo.
2.2 Multiplicación de las congregaciones cristianas. Sin
embargo, la proclamación evangelística no es un fin en sí
misma. Debe apuntar más allá de la propia proclamación,
a la formación de discípulos. No es el mero crecimiento
numérico sino la multiplicación de las iglesias locales lo
que constituye la prueba de una iglesia saludable, en creci­
miento. El ideal bíblico no es introducir una multitud de
nuevos cristianos que viven vidas desvinculadas, separadas,
ni expander las iglesias locales existentes hasta que su
membresía llegue a ser de miles. El patrón bíblico es for­
mar nuevos conversos que se integren a las congregaciones
locales y multiplicar el número de congregaciones al aña­
dirse nuevos conversos.
El ministerio de Pablo y de otros evangelistas del Nuevo
Testamento fue un ministerio de multiplicación de iglesias.
Los conversos en muchas ciudades rápidamente llegaron a
ser miles; y sin embargo, por casi doscientos años no se eri­
gieron edificios para las iglesias. El crecimiento en esas
condiciones puede ser explicado solamente en términos de
-una-multiplicaeión de pequeñas congregaciones. No es sor­
prendente, por lo tanto, que el Nuevo Testamento a me­
nudo se refiera a “la iglesia en tu (o su) casa” (Ro. 16:5; 1
Co. 16:19; Col. 4:15;Flm. 2).
Recientemente un pastor dijo: “Estoy convencido de
que la iglesia local puede transformarse en una gran institu­
ción” . Eso es cierto, pero es un enfoque equivocado. Se
_cae demasiado fácilmente en la tendencia a edificar grandes
148 /[La comunidad del Rey

congregaciones locales, con el inevitable institucionalismo


burocracia y énfasis en edificios que la acompañan. La sut:
tentación de imitar los modelos institucionales seculare
como el gobierno, la industria y la universidad llega a se
abrumadora y la iglesia cae en el institucionalismo con lá
rigidez, impersonalidad y jerarquía que son parte del pa
quete. _J:
El crecimiento normal se da a través de la división de las
células, no a través de la expansión ilimitada de las células,
que ya existen. El crecimiento de las células individuales
sin que haya división es patológico más allá de un cierto
punto.-Los estudios sobre crecimiento de la Iglesia verifi­
can que “solo cuando el número de iglesias se multiplica/
crece la proporción que los cristianos representan de la po¿
blación total” en una sociedad determinada. *
El tamaño óptimo de una congregación local variará,
por supuesto, de acuerdo con factores culturales y no se
puede establecer ningún límite arbitrario. La investigación
sobre crecimiento de la Iglesia pp-ece sugerir, sin embargó,
que una vez que una congregación ha crecido hasta tener
unos cuantos cientos de miembros, la tasa de crecimiento
bajará a menos que se formen nuevas congregaciones que
sean ramas de la principal, a través del crecimiento por’
división. Cuando se han encontrado excepciones notables
a este patrón, un examen más cuidadoso generalmente h?
revelado que la “congregación” local con miles de miemu
bros, en realidad es toda una red de “subcongregaciones”
más pequeñas en la que, como patrón normal,.está tenienr
do lugar el crecimiento por división.2----- — — ----- ------- -
El crecimiento viene a través de la multiplicación de
congregaciones de creyentes, no necesariamente a través
de la multiplicación de los edificios de la iglesia o de las es-
tructuras institucionales. Si la Igíesia pudiera crecer sola­
mente con la rapidez con que los edificios son construidos
o los pastores académicamente preparados, o los presu­
puestos aumentados, entonces eLcrecimiento estaría-li
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /1 4 9
. S

nritado por los recursos disponibles para estos propósitos.


£s sorprendente que la iglesia primitiva no estuviera limi­
tada por estos factores. Y éstos no son los verdaderos obs­
táculos al crecimiento de la Iglesia el día de hoy.
2.3 Edificación de la comunidad cristiana. Incluso la
multiplicación de las congregaciones cristianas no es la me­
ta final, sin embargo. La multiplicación debe llevar a la edi­
ficación de la comunidad cristiana en cada caso particular,
ya que la voluntad de Dios es que. “todos alcancemos la
u n id a d en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios” (Ef.
4:13). Esto es el discipulado.
La evangelización requiere de la existencia de una co­
munidad testificadora y el crecimiento de la Iglesia ha de
convertirse en un proceso continuo. Como se sugirió en
el capítulo cinco, la proclamación efectiva presupone la
exigencia de una comunidad de creyentes que son los que
hacen la proclamación. Esto es cierto incluso en las socie­
dades más paganas donde no existe todavía una iglesia or­
ganizada. Porque incluso allí, tan pronto como el testi­
monio cristiano entra en la sociedad, la Iglesia se hace pre­
sente (Mt. 18:20), y los que escuchan son llamados a for­
mar parte de la nueva comunidad. Aunque uno puede se­
ñalar, por supuesto, algunas excepciones, éste parece ser el
patrón bíblico normal.
Ni Jesús, ni Pedro ni Pablo evangelizaron solos normal­
mente. Casi inmediatamente después de su bautismo, Je­
sús tenía discípulos que le rodeaban: una comunidad cris-
— liana incipiente.,(Jn. 1:29-42). Jesús envió a sus discípulos
de dos en dos, no de uno en uno. Pedro se hizo acompañar
cuando fue a Samaría y a la casa de Comelio en Cesarea
(Hch. 8:14; 10:23). Pablo casi siempre estaba acompaña­
do por uno o más compañeros; Hechos 13:13 habla de
“Pablo y compañía” o “Pablo y sus compañeros” . Aun­
que hay excepciones a este patrón (Felipe en Hch,. 8:4-8
y-8:26-40; Pablo en Atenas), parecen ser precisamente
~ éso, excepciones, no la regla.3 Normalmente, a donde
1 5 0 1La comunidad del Rey

fueron los misioneros, allí- fue la Iglesia (en el sentidoSÍy


de cuando menos un compañero), de modo que el l l a ^
mamiento evangelístico era en parte un llamado a un comi^ il
pañerismo comunal ya existente y demostrado, a unav'l
nueva.forma de vivir juntos. Esto da nuevo significado?7
a la afirmación de Jesús de que estaría presente en medioT
de dos o tres creyentes reunidos (Mt. 18:20), lo mismo ^
que a la evangelización en las casas. , ,‘fj
Muchas iglesias no comparten el evangelio efectivamente
porque su experiencia comunal del evangelio es demasiado^
débil e insípida para que valga la pena compartirla. No en- /
tusiasma al creyente hasta el punto de que quiera testifi­
car, y (como lo sospecha el creyente con desagrado) no es
de ninguna manera atractiva para el incrédulo. Pero donde
el compañerismo cristiano muestra lo que el evangelio es, _
los creyentes se animan y los pecadores sienten curiosidad
y quieren saber cuál es el secreto. En esta forma la verda: ;
dera comunidad cristiana (koinonía) se transforma ta n to -
en la base como en la meta de la evangelización.
Una de las funciones importantes de la vida cristiana
en comunidad es el mantenimiento de la disciplina y de los_.
niveles aceptados por el grupo. Aquí comunidad y doctriná
se juntan y la “ortodoxia de credo” se une a la “ortodoxia_
de comunidad”, para utilizar las palabras de Francis Schae- ’
ffer. La comunidad es la única escuela de discipulado efec--
tiva. Por todas estas razones, la edificación de una verdade- -
ra koinonía es un eslabón indispensable en el ciclo de vida .
del crecimiento de la Iglesia..
2.4 Ejercicio de los dones espirituales. La importancia
de los dones espirituales en relación a la comunidad ha sido
enfatizada ya en el capítulo cinco. Aquí enfatizo que el
despertamiento y ejercicio de los dones es una parte esen­
cial del proceso de crecimiento de la Iglesia. Una iglesia
verdaderamente carismàtica es una iglesia creciente. El cre­
cimiento produce diversidad y la diversidad da lugar a más
Crecimien to de la Iglesia y crecimiento del Reino /151

crecimiento. Ese es el secreto de la Iglesia, el cuerpo que


posee los dones.
No debemos pensar, por lo tanto, ¡que solo el don de
evangelización es evangelístico! Todos los dones espiri­
tuales contribuyen a la evangelización en una forma o en
otra. En primer lugar, varios de los líderes designados por
Dios (aquellos que tienen el don de ser apóstoles, profe­
tas y evangelistas especialmente) llevan a cabo un trabajo
evangelístico significativo en el mundo. Esta evangelización
sirve para ganar conversos, para fortalecer y entrenar a la
Iglesia para la evangelización y el testimonio cotidiano y
para interpretar al mundo la fuente de la vida de la Iglesia.
Segundo, los creyentes individuales tienen un testimonio
evangelístico en el mundo en la medida en que son equipa­
dos para tenerlo por los ministros encargados de la capaci­
tación. Aunque no todas las personas tendrán el don de
evangelistas, el ejercicio fiel de cada don será un verdadero
testimonio del amor de Cristo. Tercero, aquellos que ejer­
citan los dones más “internos” de sanidad, estímulo, ense­
ñanza y así sucesivamente, proveen el apoyo espiritual
continuo (y a veces incluso el apoyo económico) para
aquellos qué llevan a cabo la evangelización en el mundo.
Cuarto, aquellos que ejercitan sus dones para sostener la
vida interna de la comunidad, contribuyen a la evangeli­
zación por medio del entrenamiento e integración de los
nuevos conversos a la Iglesia, una función esencial y muy a
menudo descuidada. Finalmente, este funcionamiento to­
tal armonioso de la comunidad cristiana es una demostra­
ción de la verdad del evangelio y por lo tanto un testimo­
nio en y para el mundo.
Al examinar estos cuatro componentes del crecimiento,
vemos que no son factores aislados sino que cada uno hace
una contribución a los otros en un ciclo permanente de
edificación y expansión (Figura 3). Cuando la Iglesia está
creciendo bíblicamente, la proclamación del evangelio lleva
a la multiplicación de las congregaciones. Esto; provee, el-
152 / La comunidad del Rey

Edificación de hi com u n id ad

Figura 3. Ciclo de Vida de la Iglesia Local


Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /1 5 3

Edificación de la comunidad .

Figura 4. Vida Normal de la Iglesia


154 / La comunidad del Rey

mayor impacto evangelístico de la Iglesia en el mundo al


formarse nuevas iglesias. Dentro de cada congregación, sin
embargo, debe edificarse la verdadera comunidad cristiana.^
Conforme la comunidad “se edifica a sí misma en amor
un caleidoscopio de dones espirituales se despierta y em-~í
pieza a funcionar y el discipulado se toma seriamente. A
través de sus dones los creyentes ministran externamente al
mundo e internamente a la comunidad cristiana.
Un resultado es una sanidad sustancial en las diferentes Z3r
áreas de la sociedad; esto produce un impacto cultural sig- ^
nificativo que glorifica a Dios. Algunos dones son más di-__
rectamente evangelísticos y por lo tanto fortalecen y dan
continuidad al esfuerzo evangelístico de la iglesia; y en esta,
forma se completa el ciclo dinámico de su crecimiento
normal.
Este ciclo es lo que se da en el plano horizontal, por ^
decirlo así. Tal crecimiento, sin embargo, es auténtica- *
mente bíblico, solo en el grado en que la Iglesia mantiene H
una relación viviente, vital y vertical con Dios. Entonces, IH
una concepción más completa de la vida de la Iglesia es la 1M
que sugiere la Figura 4. Una evaluación cuidadosa de cada -
uno de los elementos de este diagrama debe revelar cuáles
son los eslabones débiles en el ciclo de vida de cualquier 1
iglesia u organización evangelística. (Algunos aspectos a d i-i¡g
cionales de este análisis cuádruple del crecimiento se sugie-T¿
ren en la Tabla 2.) J

3. Crecimiento por división ^


El crecimiento por división o la multiplicación de las
congregaciones locales no es un principio bíblico en el
mismo sentido que la vida cristiana en comunidad o el
ejercicio de los dones espirituales lo son. Es más bien una
conclusión a la que muchos han llegado a través del estudio
de la Iglesia en el Nuevo Testamento y del crecimiento de_
la Iglesia a través de la historia. Su base bíblica es doble: la-
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /155

Proclamación Se multiplican“ "Edificación Ejercicio'de


Evangelistica las de la los dones
congregaciones comunidad

Palabras Id por todo el Haced discípu­ Enseñándoles El que per­


de Cristo mundo y procla­ los en todas que guarden manece en
mad el evange­ las naciones todo lo que m í... lleva
lio (Mr. 16:15). (Mt. 28:19). Je- os he manda­ mucho fruto
Y me seréis rusalén... Ju- do (Mt. 28: (Jn. 15:5).
testigos (Hch. dea y Samaría 19). Que sean Hará aun
1:8). y hasta lo úl­ uno com o no­ mayores co­
timo de la sotros somos sas (Jh. 14:
tierra (Hch. ‘ uno (Jn. 17: 12).
1:8). 22).

Ejemplo Proclamación de Preparación de Vida de co­ Jesús pre­


de las buenas nue­ discípulos pa­ munidad con dica, sana,
Cristo vas. ra este minis­ los discípu­ aconseja,
terio. los. enseña.

Principio Siembra de se­ Reproducción, Metabolismo, Vid y pám­


vital millas. división celu­ vida corpo­ panos, di­
lar. ral. versidad
en unidad.

Función Comunicación, Establecimien­ Maduración, Ministerio


se ganan con­ to de nuevas capacitación internó y
vertidos. iglesias, con­ . y “ perfeccio­ externo, e-
servación de namiento” es­ vangeliza-
resultados, piritual, dis­ ción, rea­
continuidad. ciplina. lización,
autoexpre-
sión.

Movimien­ Evangelización Crecimiento de Movimiento de Movimiento


tos ' en masa y mo­ iglesias, algu -' renovación, carismáti-
afínes vimientos, de nos movimien­ movimiento de co, pente-
evangelización tos misioneros. pequeños gru- costalismo.
a nivel perso- pos.

Peligros Frutos perdi­ Denominaciona- Subjetivismo Individua­


de énfa­ dos, desnutri­ lismo exagera­ exagerado, e- lismo exa­
sis par­ ción espiri- do, mentalidad gotropismo, gerado,
cial. ritual, tecno­ triunfalista, aislamiento descuido,
logía evangelis­ acomodación al del mundo. doctrinas,
tica. mundo. fracciona­
miento.

__ ..Tabla 2. Cuatro Factores en el crecimiento normal de la iglesia.


......

-- ----- ------ -- ____ ___ _ . . ,, .

V *
156 ¡La comunidad del Rey

analogía con la vida física y el ejemplo de la iglesia pri­


mitiva. . . . . . ___
Será útil contestar ahora muchas preguntas que han sur­
gido en relación al principio del crecimiento por división
en el ciclo de vida de la iglesia.
3.1 ¿Es posible en todas las situaciones el crecimiento
por división? La multiplicación de células locales de cre­
yentes es más difícil en unas culturas que en otras, pero es
totalmente imposible solo en los más represivos regímenes
totalitarios. Donde la vigilancia del Estado es prácticamen­
te completa, será difícil seguir este principio. Esto es algo
que tenemos que dejar en las manos de Dios.
Es importante señalar, sin embargo, que no estoy ha­
blando aquí ni de la multiplicación de edificios ni de ía
multiplicación de organizaciones eclesiásticas oficiales
aprobadas por el gobierno. Estoy hablando de la prolife­
ración de células locales, tal vez altamente informales, de
creyentes cristianos. En los regímenes totalitarios pue­
de ser que estas células no logren crecer hasta convertir­
se en iglesias organizadas grandes, pero la multiplicación
de pequeños grupos de compañerismo es frecuentemente
posible, aunque sea arriesgado. En algunos casos, sin em­
bargo, la Iglesia debe continuar simplemente viviendo co­
mo la Iglesia sufriente, con su vida comunitaria restringi­
da casi totalmente a familias individuales que esperan el
día de la cosecha o de la liberación. Los recientes repor­
tes que se tienen de la China continental revelan una pro­
liferación subterránea muy amplia dejas„células cristianas-
locales, lo que sugiere que ese tipo de crecimiento es po­
sible incluso bajo gobiernos totalitarios. En este caso, de
hecho, jes la única clase de crecimiento de la iglesia que
es posible! En la mayoría de los casos ei crecimiento por
división puede tener lugar si se tiene la visión necesaria.
3.2 ¿Es prudente el crecimiento por división en áreas
donde ya existen muchas iglesias cristianas? En algunas
áreas donde la iglesia ha estado establecida por siglos, pa-
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /1 5 7
■ s
^rece que existen demasiadas iglesias, aunque muchas de
ellas son cristianas solo nominalmente. ¿Es la multipli­
cación realmente la respuesta en esos casos?
De nuevo, no estoy hablando de la multiplicación de
edificios o d e ; organizaciones. En muchas ciudades occi­
dentales, jlo que menos necesita la Iglesia son más edifi­
cios! Lo que sí necesita a menudo, sin embargo, es redes­
cubrir la verdadera comunidad o compañerismo cristianos.
El grupo pequeño es de ayuda aquí. Y al formarse grupos
pequeños, tenderán a multiplicarse. El número de iglesias
oficiales organizadas puede permanecer siendo el mismo
mientras que el número de iglesias bíblicas realmente se
multiplica en forma rápida conforme más y más individuos
van descubriendo una nueva vida en Cristo y un nuevo es­
tilo de vida en la verdadera comunidad cristiana. Este fue
el patrón de la Reforma del siglo XVI, tanto en las corrien­
tes principales como en los grupos radicales. Más que desa­
lentar ,ese movimiento, las iglesias organizadas deben ani­
marlo y estimularlo y buscar guiarlo por caminos que estén
de acuerdo con la Biblia.
3.3 ¿No es cierto que la división ocurre generalmente
por razones camales y no por razones espirituales? Con de­
masiada frecuencia tal es el caso. Muchas iglesias se han
multiplicado y crecido, no porque hayan tenido una visión
para el crecimiento sino simplemente porque ¡los herma­
nos no se llevaban bien entre sí! Claramente, esto está mal
y sin embargo Dios ha utilizado milagrosamente esas divi-
_^Lonel_PMaJ 0gr_ar el .crecimiento. de la Iglesia.
Pero estas divisiones impías a menudo tienen lugar pre­
cisamente por falta de una visión saludable de la multipli­
cación de la Iglesia. Si se forman nuevas iglesias con la
visión de lograr un eventual crecimiento por división, si
esto se entiende desde el principio, entonces el crecimien­
to se dará naturalmente y por razones adecuadas, no por
razones de otro t i p o . ___
-L as iglesias pueden dividirse por motivos inadecuados,
158 ¡La comunidad del Rey

pero este hecho no invalida el principio de la njiulti^lica-


ción, de la misma manera que el cáncer no invalida el prin^
cipio de la división normal de las células. La multiplicación^
por crecimiento puede ser planeada por razones apropia-^
das, en lugar de dejar que ocurra por razones inadecuadas. , ~
3.4 ¿No es cierto que la multiplicación de pequeños
grupos y comunidades aumenta la posibilidad de desvia-
dones doctrinales? La multiplicación efectivamente au­
menta el riesgo, ya que el que haya más vida significa que
hay más oportunidad de que se den aberraciones. Pero hay
salvaguardas. Las más potentes de ellas son el Espíritu y la
Palabra. Al primero se le debe prestar cuidadosa atención;
la segunda, debe ser estudiada y aplicada cuidadosamente
en toda la Iglesia. También, es importante dentro de una
iglesia local o grupo de iglesias, que haya cierta coordina­
ción de esfuerzos para lograr la multiplicación de las igle­
sias. A veces los temerosos líderes de las iglesias locales
no se dan cuenta de que un ministerio de grupos pequeños
y de multiplicación de células, iniciado y coordinado por
la iglesia local, tiene muchas mayores probabilidades de
conservarse doctrinalmente bien que grupos que se forman
independientemente cuando la iglesia falla y no ofrece esta
clase de liderazgo. Tiene más sentido proveer el alimento
necesario que condenarlos a fuentes extrañas de abasteci­
miento.
3.5 ¿Dónde encuentra la Iglesia suficiente liderazgo
cuando se forman nuevas congregaciones? La respuesta a
esta pregunta se encuentra en el discipulado, los dones es­
pirituales y la vida en comunidad de la Iglesia. Si vivimos
con nuestros hermanos y hermanas en una verdadera co­
munidad cristiana y si esperamos que el Espíritu provea los
dones espirituales necesarios, los dones apropiados de lide­
razgo aparecerán en el momento oportuno para satisfacer
las demandas que origine el crecimiento. La estructura tra­
dicional de^ la iglesia, con su baja relación de dirigentes a
seguidores, a menudo es incapaz de desarrollar el liderazgo
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /1 5 9

>latente porque las responsabilidades se concentran en unas


cuantas personas.
Cuando encontramos personas que tienen talento co­
mo multiplicadores de iglesias, podemos trabajar con ellos
y guiarlos hacia una mayor efectividad. Normalmente el
crecimiento por división debe ser un proceso carismàtico
basado en los dones espirituales.
La multiplicación de congregaciones debe resultar del
crecimiento de grupos pequeños de compañerismo. Tales
grupos ofrecen la estructura ideal para despertar, discipli­
nar y entrenar los dones espirituales. El crecimiento por
división es simplemente un paso en el proceso total de la
vida y crecimiento de la Iglesia. Cuando la Iglesia es ver­
daderamente la comunidad del pueblo de Dios, es el Espí­
ritu de Dios el que provee el liderazgo necesario. Esta es
su promesa para nosotros.
3.6 ¿No debilitará a la iglesia madre el crecimiento por
división? En los casos en que el crecimiento por división
es parte de un proceso continuo,- como se delineó antes,
fortalece en lugar de debilitar a la iglesia madre. Un éxodo
continuo, esperado, de la iglesia madre, crea nuevas opor­
tunidades para el compañerismo y para el uso de los dones
espirituales entre los que se quedan. Emergen ministerios
no utilizados o no detectados. Una iglesia local debe medir
su éxito no por los edificios o presupuestos, sino por el
número de hijos y nietos espirituales que ha producido. Es­
to es especialmente cierto en las iglesias más grandes. Pue­
de ser que las iglesias estén engordando solamente y que su
salud no mejore. Dar origen a una nueva congregación es
uno de los privilegios más grandes que puede tener una
iglesia local y es cien veces más significativo que lograr pre­
supuestos altos, un equipo ministerial numeroso o edificios
nuevos.
La iglesia madre no sufrirá, si es que ella misma está
viviendo y creciendo de acuerdo con los principios bíbli­
cos. Si está estructurada de acuerdo con un modelo caris-
160 ! La comunidad del Rey

mático más bien que institucional, prosperará. Pero si e s tá j


estructurada institucionalmente y depende en forma casia
total de una larga lista de consejos y comités, tendrá d ifi-l
cultades para producir nuevas congregaciones. Como lo h e |
sugerido ya, el crecimiento por división es un proceso or-;?
gánico y carismàtico, no un proceso institucional.4 ,

4- Una planta y levadura


Se supone que el Reino de Dios, no solo la Iglesia, debe
crecer. De hecho, ¡Jesús habló más del crecimiento del
Reino que del crecimiento de la Iglesia! Habló de la exten­
sión progresiva del dominio de Dios sobre naciones y gen­
tes hasta que el Reino prometido llegara completamente
(Mt. 13:18-52; Mr. 4:26-32; Le. 13:18-20). La Escri­
tura revela el plan -de Dios de traer toda la creación bajo la
autoridad de Jesucristo. Dios habló a las naciones hace
mucho a través de Isaías, diciendo:
¡Vuélvanse a m í y sean salvos, todos los térmi­
nos de la tierra! Porque yo soy Dios, y no hay
. otro. Por m i mismo hice juramento, de mi bo­
ca salió en justicia una palabra que no regresará:
“Ante m í se doblará toda rodilla, toda lengua
jurará ” (Is. 45:22-23).
Pablo volvió a tomar el mismo tema, diciendo: “ En el
nombre de Jesús toda rodilla se ha de doblar, en el cielo,
en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios el Padre” (Fil.
2:10-11). Hay un crecimiento progresivo, oculto, del Rei­
no de Dios, incluso ante oposición y furia satánicas severas,
hasta que Cristo regrese para establecer definitivamente su
reino.
Luego vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios
el Padre después de que naya destruido todo dominio,
autoridad y potencia. Porque él tiene que reinar hasta que
Dios haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.
El último enemigo que será destruido es la muerte. Porque l i
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /161

Dios “ha puesto todo debajo de sus pies”... Cuando haya


hecho esto, entonces el Hijo mismo se sujetará a aquel que
puso todo en sujeción a él, para que Dios sea todo en to­
dos (1 Co. 15:24-28).
El crecimiento del Reino de Dios es la extensión progre­
siva del dominio de Dios sobre toda la creación. No es un
crecimiento geográfico. El campo de batalla central en la
lucha entre el Reino de Dios y el reino falso de Satanás es
la mente y el corazón de la gente. Es allí donde tiene lu­
gar el choque de voluntades: “El reino de Dios está dentro
de ustedes” (Le. 17:21).
Jesús habló frecuentemente del Reino de Dios como de
una realidad oculta que la gente puede experimentar o en
la que puede entrar ahora pero que se hará manifiesta solo
en el futuro. A los ojos del mundo, el Reino está ausente
o adormecido, pero los creyentes saben que en Jesús el
Reino se ha acercado (Mt. 4:17; 10:7) y está en medio de
ellos (Le. 17:21). El Reino puede y debe ser predicado y
proclamado (Mt. 24:14; Le. 4:43; 8:1; 9:2, 60; 10:9-11).
Ahora su presencia es un secreto y puede verse solo con los .
ojos de la fe. Pero eso no quiere decir que el Reino esté
ausente ahora, o que sea estático o que esté congelado.
Continúa extendiéndose y creciendo pero en una forma
oculta.
Algo extraño y maravilloso está sucediendo en el mun­
do, y el mundo no sabe qué es. Y no lo creerá porque no
ve un gran poder, ejércitos o parlamentos que lo impresio­
nen. Pero los cristianos saben que el Reino de Dios ha apa­
recido en Jesús, está presente ahora implícitamente en la-
Iglesia, está trabajando secretamente en el mundo y vendrá
en poder verdadero, creador, restaurador y juzgador cuan­
do Jesucristo regrese a la tierra.
Varias de las parábolas de Jesús hablan del crecimiento
del Reino. Notamos especialmente las dos parábolas que se
encuentran en Mateo 13:31-33.
El reino de los cielos es como una semilla de mostaza,
162 / La comunidad del Rey

que un hombre tomó y plantó en su campo. Aunque es la


más pequeña de todas las semillas, no obstante cuando cre­
ce, es la mayor de las hortalizas y se transforma en un ár­
bol, de modo que los pájaros del aire vienen y hacen nido
en sus ramas... El reino de los cielos es como levadura que
una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina
hasta que leudó toda la masa. _:
Una planta y levadura. Estas son analogías tomadas de
la vida. El mismo Dios que puso vida en la semilla de mos­
taza y en la célula de levadura está obrando diariamente
en forma imperceptible para reconciliar todas las cosas
en Jesucristo. Esa es la forma en que el Reino crece. Los
inicios son modestos y poco impresionantes, pero el cre­
cimiento se logra y el Reino avanza.
Entonces, crecimiento del Reino no es lo mismo que
crecimiento de la Iglesia. Los dos están relacionados; el
mismo Dios está obrando; es el mismo Jesús el que es Se­
ñor. Pero el crecimiento del Reino es más escondido, más
misterioso, más sutil. El crecimiento de la Iglesia es visible
y puede ser estudiado estadísticamente; el crecimiento del
Reino no puede equipararse nunca con el crecimiento
cuantitativo de la Iglesia. El crecimiento del Reino no pue­
de nunca ser manipulado con técnicas humanas; es siem­
pre, invariablemente, fiel a la naturaleza misma del Reino.
Opera única y exclusivamente sobre la base del patrón de
verdad y vida revelado en Jesucristo.
El Reino de Dios es el reino de la verdad. No conoce ni
la falsedad ni la mentira. ¿Cómo crece el Reino? Como la
levadura; como un fermento. Entonces, donde el evangelio
ha sido llevado con fidelidad, allí la verdad ha leudado la
sociedad. La iglesia puede ser muy pequeña numéricamen­
te, y sin embargo el poder de la verdad penetra en la textu­
ra de la sociedad, eliminando la falsedad. Ha sido en gran
medida el fruto del evangelio que hoy, en muchas culturas,
hayan caído barreras sociales y dé casta, que la esclavitud
sea vista como algo malo e inhumano, y que las religiones
Crecimiento de la Iglesia y crecimiento del Reino /163

paganas hayan sido privadas dé sus elementos más burdos.


El comunismo mismo es un producto de la verdad cristiana
en el sentido de que ha tomado ciertos ideales cristianos
(fraternidad, sociedad sin clases, paz), los ha secularizado y
los ha convertido en la base de una visión falsa de reino.
Así es que el Reino de Dios actúa como la levadura.
Leuda culturas y sistemas sociales, reemplazando lo falso
con la verdad. Y sin embargo, Satanás está obrando para
trastornar la verdad donde quiera que se encuentre para
distorsionarla y volverla en contra de Dios.
La Iglesia debe dar testimonio siempre del dominio
de Dios. Nunca debe estar satisfecha con su propio creci-.
miento numérico y perder de vista su verdadera meta. De­
be recordar que es la comunidad del Rey y no volverse in­
diferente a la calidad e integridad del evangelio que procla­
ma y demuestra. Debe proveer la base para una sociedad
humana justa y verdaderamente reconciliada, especialmen­
te en los países del Tercer Mundo, en los cuales hay que
tomar en consideración un creciente nacionalismo, el idea­
lismo inherente de là "juventud‘y una influencia política
y económica emergente. Es crucial que se predique el evan­
gelio íntegro y que se viva en toda su dimensión profètica
y evangelística. Debemos ser cuidadosos precisamente aquí,
si estamos interesados en el testimonio y fidelidad de la
Iglesia no solamente hoy, sino dentro de cincuenta o cien
años.
En el capítulo anterior examinamos la función profèti­
ca de la comunidad cristiana. Cuando la Iglesia es verdade­
ramente profètica, hace que la causa del Reino avance. Y
cuando es al mismo tiempo profètica y evangelística, es fiel
al Reino. En ese caso el crecimiento de la Iglesia implica el
crecimiento del reino.
164 ¡La comunidad del Rey

NOTAS Vr
1. Es fácil señalar excepciones notables, tanto en el primer siglo
com o posteriormente. Individuos de las élites intelectuales y~
sociales se convirtieron y se transformaron en cristianos sobre­
salientes. Pero la gran mayoría de los primeros creyentes, aque- „
líos que aceptaron más rápidamente el evangelio, eran de las
masas pobres.
2. Véase la sugerencia de Peter Wagner de una estructura de “cé­
lula de celebración y congregación” en las iglesias más nume­
rosas ( Your Church Can Grow [Glendale, California; Regal,
1976], pp. 97-109). Tal vez la primera pregunta al tratar de
determinar el tamaño óptim o de una congregación local sea,
¿en qué m om ento el crecimiento ulterior requeriría un cam­
bio importante en las instalaciones, com o un nuevo edificio?
La clave es planear el establecimiento de una o más congrega­
ciones nuevas cuando se está llegando al lím ite de uso de las
instalaciones actuales.
3. Considere que el encuentro de Felipe con el eunuco etíope fue
una situación de uno a uno única y que los esfuerzos de Pablo
en Atenas no fueron especialmente exitosos. El ministerio de
Felipe en Samaría fue dramáticamente exitoso desde el punto
de vista numérico, pero era débil en el aspecto mismo de co ­
munidad hasta que Pedro y Juan llegaron de Jerusalén.
4. El Dr. Win Am del Institute for American Church Growth
(Arcadia, California 910 0 6 ) ha producido una película, “Plan-
ned Parenthood for Churches” , que ilustra en forma efectiva
varios de estos puntos sobre la multiplicación de la iglesia.
8
LA FORM A DE LA IGLESIA

Había una vez un hombre llamado Juan que estaba harto


de la iglesia institucional. “Está tan encerrada en la tradi­
ción ” , decía, “que no puede existir libertad espiritual. ¡No
hay esperanza! Renuncio a la iglesia institucionar\
Juan reunió entonces a un pequeño grupo de amigos
que pensaban como él y les dijo: “Vamos a hacer a un lado
todo el institucionalismo y a tener una iglesia simple, sin
estructura, neotestamentaria”.
___ Se reunieron todos un domingo_en.la_noche..Eran-once..
Pasaron aproximadamente dos horas y media simplemente
compartiendo, cantando, orando y estudiando la Biblia.
Fue una reunión formidable. Todos estaban entusiasma­
dos. Era la primera vez que la mayoría de ellos experi­
mentaba un compañerismo tan libre, tan abierto, y el
grupo se sintió unido y fortalecido espiritualmente.
---- Al -llegar -la-hora -en -que~ tenían "que ~termin ar, "Ju an
dijo: “Búeño7esto ha sido realmente formidable. Creo.que
166 / La comunidad del Rey

con esto hemos empezado algo. ¿Podemos reunimos otra


vez la próxima semana?” •
Todos estuvieron de acuerdo. A la misma hora, en el
mismo lugar. (La cuestión práctica del espacio y del tiem­
po otra vez.) Valía la pena que se continuara con esta nue­
va experiencia de compañerismo.
Y así nació un nuevo compañerismo, de hecho una nue­
va iglesia local. El grupo creció, se diversificó en cierto
grado y satisfizo las varias necesidades conforme fueron
surgiendo. ¿Y, el cuidado de los niños? ¿Y la hora y dura­
ción de las reuniones? ¿Y el liderazgo? ¿Y los días espe­
ciales? ¿Y el costo de los materiales? En cada caso, se
hicieron arreglos permanentes sobre la marcha, de modo
que el grupo pudiera funcionar sin mayores problemas y
no tuviera que estar tomando constantemente decisiones
de rutina.
Pero, ¿es cierto que no tenía estructura? ¡Por supuesto
que no! Inmediatamente desarrolló sus propias estructuras;
inevitablemente tomó forma institucional. Tal vez las. for­
máis que adoptó fueron buenas formas; tal vez mucho me­
jores que aquellas que habían dejado atrás y quizá servían
mucho mejor para el verdadero propósito de la iglesia. Es
probable que haya sido así. Pero las estructuras aparecie­
ron de hecho, porque toda vida tiene que tener forma. Vi­
da sin forma se enferma y muere; perece porque no puede
sostenerse a sí misma. Así ocurre con toda vida, sea espi­
ritual, humana o botánica, porque Dios es consistente en
su creación. _______ _________ . ______
Llegamos así a la cuestión de la estructura de la iglesia,
de la forma de la iglesia. La tesis de este capítulo es que la
estructura es inevitable, pero que no todas las estructuras
son igualmente válidas. _
Hemos visto lo que bíblicamente es la Iglesia: la comu­
nidad del pueblo de Dios, no una estructura institucional
u _ organiz ación al—Hem os—visto-tam bién-cóm o -la-Iglesia
cumple con el plan de Dios: a través de la demostración de
La forma de la Iglesia ¡167

la'realidad de la salvación de Dios en comunidad, y de la


realización de esas obras preordenadas que producen sani­
dad sustancial y que apuntan hacia el futuro, definitivo
establecimiento del Reino de Dios. Además, hemos visto
que la Iglesia cumple con su mandato al ser la comunidad
mesiánicá y al testificar de acuerdo con los dones que Dios
da. Esto es lo que significa ser la comunidad del Rey.
Al examinar más de cerca la estructura, enfatizo que la
misma no es la Iglesia, de la misma manera como el odre
no es el vino. Pero la estructura es necesaria para que la
Iglesia pueda vivir y servir en el tiempo y en el espacio. To­
do grupo cristiano de compañerismo debe tener una forma
de hacer las cosas culturalmente apropiada a ciertos lugares
y a ciertas épocas.
Una iglesia que pretende crecer y servir al Reino de
Dios debe estar estructurada en armonía con ía concep­
ción bíblica de la Iglesia. Esto no quiere decir que una igle­
sia estructurada en forma diferente no crecerá, ya que ob­
viamente iglesias con las más diversas estructuras han cre­
cido y sobrevivido. Pero una iglesia que no está estructura­
da en armonía con los principios bíblicos nunca alcanzará
la calidad de crecimiento y la autenticidad de discipulado
que Dios quiere.
La estructura de la iglesia no es en sí misma mala o ilegí­
tima. La cuestión se refiere a las clases de estructuras que
sirven mejor a la Iglesia en su vida y en su testimonio. Es­
tructuras particulares serán legítimas o ilegítimas depen­
dien d o no solamente de lo que se quiere lograr a través de
ellas, sino también de su funcionamiento, de lo que real­
mente se logra.
En este capítulo se verán primero los criterios para de­
cidir si las estructuras son funcionales: ¿Cómo podemos
estar seguros de que odres específicos son realmente fun­
cionales? En segundo lugar, se verá la necesidad de estruc­
turas que son particularmente útiles para la Iglesia en. su
testimonio y se distinguirá entre estructuras eclesiásticas
J 4 «
168 JLa comunidad del R ey T
• \

y paraeclesiàsticas. Finalmente, daremos algunas directri-v


ces posibles para la estructura de la iglesia en el día de hoyTT
y las aplicaremos a la cuestión del testimonio intercultural -
de la Iglesia. . , C'

1. Estructuras funcionales ¿
La Biblia da muy pocas indicaciones específicas en rela- i
ción a la- estructura de la iglesia. Traza un claro perfil de lo
que se pretende que la iglesia sea, y presenta la historia de­
sús primeros días en dos contextos culturales: la sociedad —
palestina judía y la sociedad greco-romana del primer si­
glo. Con base en este testimonio bíblico, en cada época la •
iglesia forma aquellos odres que parecen más compatibles
con su naturaleza y misión dentro de su contexto cultural. ~
La cuestión de la estructura surge dentro del área más
amplia de libertad que la Biblia permite. La Escritura no ;
señala explícitamente estructuras específicas. Y sin em­
bargo, la imagen bíblica de la iglesia ayuda a delinear eri- —
terios prácticos para evaluar su estructura en cualquier con­
texto histórico. Aquí, yo solo hago sugerencias. (Es útil
recordar la discusión del capítulo cuatro en relación al
modelo institucional versus el modelo carismàtico para en­
tender la iglesia.)
Primero, la estructura de la iglesia debe ser bíblicamen-
te válida. Es decir, la estructura de la iglesia debe ser c o r n ^
patible con la naturaleza y forma del evangelio y de la igle­
sia que se presentan en la Biblia.
, Los escritores del Nuevo Testamento fueron celosos pa-
ra guardar la verdad del evangelio y de la iglesia de intrusio-
nes del mundo o del judaismo. Insistir en la circuncisión
era negar el evangelio (Gá. 5:2-6). Hacer distinciones den- ■?
tro de la comunidad cristiana con base en la riqueza, la
posición social o las tradiciones religiosas, era transgredir
la ley de Dios (Stg. 2:1-13; Gá. 2:11-21). Jesús hizo la ad- r
vertencia_de_jno._invalidar Ja .Palabra. de.Dios por adherirse
a-la tradición humana (Mt. 15:6). Cualquier tradición, 1
1
!

La forma de la Iglesia /1 6 9

estructura o patrón que lleve a los creyentes a contradecir


en la práctica la fe que profesan, es antibíblico y debe ser
rechazado.
Aunque este principio debería ser obvio y fundamental,
es violado frecuentemente. Se forman o engendran estruc­
turas que son básicamente contrarias a la Biblia. Son las
que se transforman en las tradiciones antibíblicas y en las
instituciones rígidas mencionadas anteriormente. No obs­
tante, con qué frecuencia en la iglesia, incluso al nivel lo­
cal, fragmentamos la comunidad en ricos y pobres, minis­
tros y laicos, negros y blancos, jóvenes y adultos; con qué
dedicación llegamos a ocuparnos de la preservación de pro­
gramas y qué poco comprometidos estamos el uno con el
otro o con las estructuras que verdaderamente nos ayudan
a ser. Necesitamos formular algunas preguntas difíciles
(que asombran y ofenden a alguna gente): ¿Es la estruc­
tura tradicional de la escuela dominical bíblicamente
defendible? ¿Adoran realmente a Dios o tienen un en­
cuentro con El, los creyentes en los servicios de nuestras
iglesias? ¿Se enseña y se escucha realmente la Palabra de
Dios? ¿Los creyentes realmente “hablan la verdad en
amor” el uno con el otro, o se dicen solo cosas agradables
e irrelevantes? ¿Toman en serio nuestras estructuras los
dones del Espíritu y el sacerdocio de los creyentes? ¿Hay
estructuras que hacen viable la koinonia y las misiones?
En términos sencillos, el criterio de validez bíblica signi­
fica que todas las estructuras de la iglesia deben ayudarla
efectivamente a ser auténtica y a llevar a cabo su misión.
Deben ser estructuras que promuevan la comunidad, que
edifiquen a los discípulos y mantengan el testimonio.
Las estructuras que logran esto de hecho, son válidas; las
estructuras que no lo hacen, son inválidas sin importar qué
tan estáticas, eficientes o veneradas sean.
Segundo, la estructura de la iglesia debe ser culturalmen­
te viable. Debe ser compatible con las formas culturales de
170 / La comunidad del Rey

la sociedad en la que se encuentra. Esto significa que sus


estructuras no pueden ser trasplantadas indiscriminada-^
mente de una cultura a otra sin causar serios problemas y-
confusiones fundamentales en relación a su verdadera na­
turaleza.
La iglesia del primer siglo, a pesar de todos sus proble­
mas, ofrece todavía ejemplos sobresalientes de adaptación
cultural y de viabilidad. A través de Esteban, Felipe, Pablo
y otros, alcanzó rápidamente al mundo de habla griega del
Mediterráneo (Hechos 6 y siguientes). Reuniéndose en ho­
gares, y generalmente siguiendo el patrón de la sinagoga
en lo que se refiere a la estructura local, los primeros cris­
tianos fueron capaces de multiplicarse rápidamente sin una
superestructura organizacional grande. A través de un pa­
trón de predicadores y evangelistas itinerantes, la iglesia
mantuvo una red de comunicación, enseñando y estable­
ciendo grupos que alcanzaron a gran parte del Imperio
Romano. Este patrón fue utilizado con gran efectividad
por las órdenes de predicadores mendicantes en la última
parte de la Edad Media.
En la moderna época misionera, la Iglesia ha crecido más
efectivamente, y más auténticamente, cuando ha sido ca­
paz de adaptarse a las realidades culturales sin comprome­
ter la verdad transcultural del evangelio. Por otro lado, la
violación del principio de viabilidad cultural a veces ha
resultado en una lenta penetración donde las diferencias
culturales eran grandes. Uno de los principales factores de­
trás del lento crecimiento de la iglesia en Japón ha sido la
introducción de tradiciones relacionadas con la vida con-
gregacional y con el ministerio pastoral que eran extrañas
y culturalmente inapropiadas. Esta es una violación del
principio de viabilidad cultural. (Uno podría cuestionar
también si esas tradiciones son bíblicamente válidas.)
Pero no es necesario cruzar el océano para encontrar una
cultura diferente. Las ciudades modernas son un microcos-
La forma de la Iglesia /171

mos cultural, de modo que el ministerio efectivo en las


áreas urbanas requiere capacidad de percepción de "estos ~
aspectos.
Obviamente, la validez bíblica es más importante que la
viabilidad cultural. La Iglesia, después de todo, siempre
estará en tensión con la cultura circundante. Pero debemos
esmeramos para aseguramos de que esta tensión viene de la
antítesis entre luz y tinieblas, no de la incompatibilidad de
formas culturales. Donde sea posible, la Iglesia debe estruc­
turarse siguiendo el modelo de otras estructuras de una cul­
tura dada. Pero esto requiere de discernimiento, ya que so­
lamente puede hacerse mientras no se traicione la fidelidad
a la Biblia. ^ _ •
La Iglesia no puede asumir estructuras de la cultura que
la rodea indiscriminadamente, de la misma manera que no
puede importarlas del exterior indiscriminadamente. Pero
puede evaluar cada estructura en términos de su validez
bíblica y de su viabilidad cultural. A menudo se encontrará
que algunas estructuras indígenas (por ejemplo, tal vez, la
estructura familiar) no son de ninguna manera incompati­
bles con la vida y el testimonio de la Iglesia, una vez que
estas estructuras han sido entregadas al Señor.
Tercero, la estructura de la iglesia debe ser temporal­
mente flexible. Debe estar abierta a modificaciones según
lo requieran circunstancias cambiantes.
Aquí nos enfrentamos no solamente a la dimensión es­
pacial sino también a la cultural, -Las-culturas-san-diná-~
micas, no estáticas. Conforme cambian, serán necesarios
también cambios en la estructura de la iglesia. La estructu­
ra que es efectiva hoy, puede no ser tan efectiva dentro de
treinta (o quizás dentro de diez) años. Esto es especial­
mente cierto en la moderna edad tecnológica de rápidos
cambios. El hecho es que la fidelidad a la inmutable verdad
bíblica a menudo requiere estructuras que cambien con el
correr del tiempo. — ~~~~ ■ :
172 / La comunidad del Rey

2. Estructura en la iglesia primitiva


El libro de los Hechos muestra que la iglesia primitiva
no carecía totalmente de estructura, aunque no existían
estructuras organizacionales formales.1 Se llevaban a cabo
todas las esenciales funciones de adoración, comunidad,
liderazgo, nutrición y testimonio. El libro de los Hechos
muestra que se reconocían y se satisfacían en la iglesia
primitiva todas estas necesidades:
2.1 Adoración. Los primeros cristianos no ignoraban
la adoración y el culto corporativo. Adoraban juntos en el
templo (Hch. 2:46; 5:42), “alabando a Dios y disfrutando
del favor de todo el pueblo” (Hch. 2:47). Más tarde, por
supuesto, cuando los cristianos judíos fueron excluidos del
culto judío y se convirtieron muchos gentiles, el cuito cris­
tiano se desarrolló en una forma única. Y por supuesto, las
reuniones de oración y compañerismo en las casas también
eran reuniones de adoración.
2.2 Comunidad. La iglesia primitiva era un compañeris­
mo o comunidad (koinonía). Los primeros cristianos “se
dedicaban a... la comunión” (Hch. 2:42). Se reunían como
grupos en casas privadas (Hch. 2:46; 5:42) y las necesida­
des materiales de unos eran satisfechas por otros (4:34-35).
El hogar fue el centro de la vida común de la iglesia duran­
te sus primeros doscientos años.
2.3 Liderazgo. La iglesia primitiva se dedicaba “a la
enseñanza de los apóstoles” (Hch. 2:42). Maravillas y se­
ñales eran hechas “por los apóstoles” (Hch. 2:43). El lide­
razgo estaba inicialmente en las manos de los apóstoles
originales (Hch. 4:32-35); posteriormente surgieron otros
líderes o fueron escogidos. Se nos recuerda que “en la igle­
sia en Antioquía había profetas y maestros” (Hch. 13:1).
2.4 Nutrición. La iglesia primitiva se dedicaba “a la
enseñanza de los apóstoles” . La nutrición no simplemente
se daba; la verdad cristiana era enseñada cuidadosamente.
Los apóstoles estaban “en el templo enseñando a la gente”
(Hch. 5:25), entre la que probablemente había muchos
La forma de la Iglesia ¡173

nuevos conversos. E incluso con persecución, “día tras


día, en el templo y de casa en casa, nunca dejaban de en­
señar y de proclamar las buenas nuevas de que Jesús es el
Cristo” (Hch. 5:42).
2.5 Testimonio. La iglesia primitiva claramente tenía
un testimonio evangelístico dramático, tanto a través de la
proclamación de los apóstoles (Hch. 4:33; 5:42) como a
través del ejemplo y testimonio de todo el cuerpo de cre­
yentes (Hch. 8:1-4). El poder de la proclamación y el
poder del amor demostrado en comunidad dio como resul­
tado que los cristianos inicialmente “disfrutaban del favor
del pueblo” , y en esa forma “el Señor añadía diariamente
al número de ellos, aquellos que iban siendo salvados”
(Hch. 2:47). En el grado en que este testimonio era ver­
dad, incluía predicación en el templo y en las casas priva­
das, predicación al aire libre y el testimonio diario de per­
sona a persona de la multitud de creyentes. Pero era más
que verbal; incluía el servicio (diakonia) lo mismo que la
proclamación.
Todas estas necesidades funcionales se satisfacían duran­
te los primeros días de la Iglesia cristiana. Al avanzar en el
libro de los Hechos y en todo el Nuevo Testamento, encon­
tramos que estas cinco funciones se llevaban continuamen­
te a cabo, aunque en formas variadas. Pablo mismo predicó
y enseñó constantemente, estableció comunidades cristia­
nas, enfatizó la adoración y proveyó un liderazgo continuo.
¿Qué clase de estructuras alimentaban esta vida tan va-
riada de la iglesia primitiva? Es estéril tratar de descubrir
una organización formal detrás de la vida de la iglesia pri­
mitiva. La suposición de que los primeros creyentes “de­
ben haber tenido” una organización más formal de la que
aparece en el Nuevo Testamento es .una especulación infun­
dada que dice más acerca de nuestra moderna manía de te­
ner una organización _que_acerca_.deJo. que la. Iglesia.real-_
mente necesita para ser efectiva. Vale la pena notar no sola-
< v X ‘‘ •

174 / La comunidad del Rey ’ ' "í ]

mente que es imposible detectar una estructura formalizar :. -


da, sino también que no se prescribe ninguna.- -r----------- *,—----
Si se estudia cuidadosamente el libro de los Hechos trá-
tando de hallar lo que dice en relación a la estructura, se
pueden encontrar varias cosas: ”7!
Primero, a lo largo de todo eí libro hay una prueba con— |
siderable de estructuras que estaban surgiendo. Se escogen-
o surgen líderes; emergen patrones para las reuniones; se
toman decisiones. Vemos a una iglesia joven desarrollando ......
formas funcionales conforme surgen necesidades o problei;__ :
mas particulares.
Segundo, no hay una enseñanza formal acerca de las es­
tructuras ni una exposición de éstas como tales; no hay^-- - ■
prescripciones.
Tercero, algunas estructuras y la terminología para e l^ ^
liderazgo son tomadas aparentemente de la práctica judía, *
como por ejemplo, el patrón de la sinagoga. . -
Cuarto, se crean nuevas estructuras para satisfacer nece-
sidades que van surgiendo. Esto es especialmente evidente^
en los capítulos 2, 4-6, 12, 13, 15 y 20. No es siempre e v i-f 1
dente, sin embargo, si arreglos particulares (como la eje<>__ ■
ción de los siete en Hechos 6) se transformaron en patró-- _
nes permanentes o simplemente fueron provisión para una- >
sola vez.
Quinto, algunas cosas simplemente están ausentes eji los——
Hechos, muy notablemente, un clero ordenado formal-* ~
mente y una constitución formal o libro de disciplina. Vé-^
mos que au n que “un buen número de sacerdotes se hicie=~~~
ron obedientes a la fé” (Hch. 6:7), no hay evidencia de_
que inmediata o automáticamente sé transformaran en*lf~-
deres en la comunidad cristiana. ...
Finalmente, el libro de los Hechos revela diferencias e rr' ~
las estructuras en variadas circunstancias. No se nos dice^
que el patrón de la iglesia de Jerusalén (Hch. 2-5) fueran. •
seguido en Antioquía, o que el patrón de_An.tioquíajfuera_j
seguido en Efeso. Sin lugar a dudas, había muchas semejan^ -
La forma de la Iglesia /175

-zas de un lugar a otro, pero podemos suponer que eran co-


[ muñes diferencias y adaptaciones. No vemos ninguna preo-
! cupación por estandarizar los patrones, ni se prescribe una
estructura general para todos. Aparentemente surgieron pa­
trones comunes con base en una forma de ver las cosas
también común pero con adaptaciones e innovaciones
locales.
¿Qué tenían en común las comunidades cristianas loca­
les del primer siglo? ¿Cuáles estructuras les ayudaron a
llevar a cabo las funciones necesarias? A partir de la eviden­
cia bíblica, he podido identificar muy pocos patrones en la
vida de la iglesia primitiva que pudieran ser llamados justa­
mente “estructuras” . De éstos, los tres más generales y más
básicos son liderazgo carismàtico, adoración en grupos gran­
des y comunión en grupos pequeños.
Liderazgo carismàtico. La discusión de los dones espiri­
tuales del capítulo cinco ha subrayado la importancia del
liderazgo carismàtico para la comprensión bíblica de la
iglesia. El aspecto que quiere enfatizarse aquí es que el
liderazgo basado en los dones era, en la práctica, la nor­
ma para la iglesia primitiva (y no solo una bonita teoría
de San Pablo). Esto puede verse realmente como una es­
tructura.
En la iglesia primitiva, el liderazgo era esencialmente
una cuestión de reconocer líderes divinamente designados,
por medio de la sensibilidad a la acción del Espíritu que
irnpartía dones espirituales. Inicialmente no había provi-
-----^M_de_jina__organización formal para elegir o reemplazar
líderes; aquellos que tenían dones de liderazgo los ejerci­
taban y eran reconocidos como apóstoles, profetas, evan-
^ gelistas, pastores o maestros. En la iglesia local eran llama­
dos generalmente diáconos o ancianos. Este, aparentemen­
te, era el patrón del Nuevo Testamento. Más allá de esto,
- no pueden discernirse provisiones escritúrales para las
---- estructuras .de liderazgo en la iglesia. Entonces, en nuestros
-j- días cada comunidad cristiana local tiene libertad para
176 / La comunidad del Rey

desarrollar sus propios patrones de liderazgo, siempre q u e T H I


estos patrones sean sensibles y estén en armonía con la -38
provisión bíblica básica de liderazgo a través de los dones j K
espirituales.
Pero, ¿no es el “liderazgo carismàtico” fundamental-"^^
mente carente de estructura? ¿Puede llamarse propia- ^
mente una estructura el liderazgo a través de los dones es- 'T“
pirituales? Sí, porque en primer lugar, ésta es una perspec- ^
tiva definida desde la cual puede considerarse la cuestión *-4
del liderazgo; y en segundo lugar, porque en ausencia de e s --if-
ta perspectiva surgen rápidamente patrones definidos y
muy permanentes. En cualquier grupo, son los patrones de
liderazgo los que más rápidamente y más firmemente se
institucionalizan.
Reuniones en grupos grandes y la comunión en grupos
pequeños. La adoración en grupos grandes y la comunión
en grupos pequeños son estructuras básicas, complemen­
tarias. .... ....____ __
La iglesia primitiva mantenía su vida y testimonio al r
continuar “teniendo reuniones en el templo” y al partir T* ■
el pan en las casas de los creyentes (Hch. 2:46). Los d o s__ j
puntos focales de su vida estaban “en el templo y en el ho- —
gar” (Hch. 5:42). Este era el patrón tanto para el testimo-
nio como para el sostenimiento de la vida que llevaba al.-^T"
testimonio.
No todas las reuniones de grupos grandes eran en el
templo, por supuesto. Había una atractiva libertad en la vV
iglesia primitiva de los primeros días en cuanto a depender 3
de los edificios. A veces esas reuniones se llevaban a cabo
en las casas más grandes o en los salones (Hch. 1:13; 12: —r-:
12), o bien sencillamente al aire libre (Hch. 2:6-14; 3:11). ^
¿Dónde aprendió la iglesia primitiva a realizar estas reu-
niones de grupos grandes y de grupos pequeños? En gran ^
parte, por supuesto, era la forma natural de hacer las
sas. Pero es significativoj^ue éste era el patrón que los após- *gl
toles habían seguido con Jesús.-Por dos o tres años*™
La forma de la Iglesia ¡177

ce- habían pasado la mayor parte de su tiempo con Jesús,


entre multitudes que se reunían ai aire libre o en el templo,
o en asambleas privadas para grupos pequeños con El. Exis­
tía siempre ese ritmo armonioso grupo pequeño/grupo
grande, en el que el grupo pequeño proveía la vida intensa
de comunidad que daba profundidad a las reuniones del
grupo grande (sea que este último se reuniera para adorar
o para dar testimonio).
Otra vez, podrían citarse aquí muchos ejemplos, tanto
del ministerio de Pablo como de los dos primeros siglos de
historia de la iglesia. Sabemos que Pablo utilizaba la sina­
goga, reuniones al aire libre y (cuando menos en una
ocasión) una sala de conferencias {Hch. 19:9-10). Y sa­
bemos, también, de las referencias que hace Pablo a reu­
niones en las casas y a “la iglesia que se reúne en tu casa”
(Flm. 2; Col. 4:15; Ro. 16:5; 1 Co.'l6:19).

3. Dos patrones
Sin embargo, nosotros no estamos viviendo en el primer
siglo d.C. Observamos la vida de la iglesia primitiva a tra­
vés de la experiencia de casi veinte siglos. Aunque éste es
un problema (¿qué hacer con el peso acumulado de dos
mil años de tradición eclesiástica?) es también una ventaja.
Un examen cuidadoso de los siglos transcurridos debe dar­
nos una perspectiva única desde la cual examinar lo que su­
cedió en esas primeras décadas de la era cristiana.2
Donald Bloesch, al evaluar el impacto del resurgimiento
de la vida comunal cristiana en este siglo, nos ofrece un es­
tudio cuidadoso de los cambiantes patrones del discipula­
do cristiano en su libro Wellsprings ofRenewal. Bloesch su­
giere que no obstante que “todos los cristianos son llama­
dos a la perfección o santidad, no todos los cristianos son
llamados a la santidad en la misma forma” .
En la historia bíblica y eclesiástica pueden discernirse
dos sendas hacia la santidad, y debe considerarse que am­
bas tienen igual validez a la vista de Dios. Han surgido dos
178 ¡La comunidad del Rey
- s ;
patrones de discipulado, teniendo ambos fundamento bíi
b lico.P orun lado están aquellos que son llamados a vivirá
en forma íntegra en el mundo por causa del evangelio'/y}
esto incluye la vida familiar, las propiedades, y la particM
pación en los asuntos del estado... Por otro lado, algunos¡
cristianos se hallan bajo el imperativo de cumplir su voca3
ción apartados del mundo en comunidades religiosas o erv
testimonio solitario, lo que a menudo incluye renunciar a\
la familia, a las propiedades, y al uso de la fuerza y de laí
violencia. .Tales personas serán siempre una minoría crea-i
tiva, pero no puede negarse que son necesarias para la vida
de la Iglesia.3 . --p
Estos comentarios pueden ser útiles al considerar la
cuestión de la estructura. Bloesch coloca el resurgimiento
actual de las comunas cristianas y de otros tipos de comu­
nidades formadas expresamente, en el contexto de toda la
tradición monástica. Muchas de las órdenes monásticas
eran, cuando monos en sus inicios, intentos de discipulado -
radical en términos tanto de separación del mundo como ;
de servicio al mundo. El ejemplo más obvio y, para muchos
el más atrayente, es el de los franciscanos, los seguidores de
San Francisco de Asís.
La cosa que perturba en esta sugerencia de “dos patro­
nes de discipulado”, especialmente a los protestantes, es
la implicación de una cierta ética de dos niveles o con ni- “'
veles -dobles que cancela las exigentes demandas del evan­
gelio para .la mayoría de los creyentes y eleva una mino-
fíá~á~la^átegoríándé uña élite superespiritual. Esta tenden­
cia .debe .rechazarse. Ciertamente no puede haber dos ni- .
veles de discipulado. No hay creyentes que sean llama­
dos a ser más santos que otros, ni unos pueden ser menos
obedientes que otros.
: Pero Bloesch no está sugiriendo dos niveles sino dos pa­
trones^ esjtructuras)_de. discipulado. Si podemos admitir
que todos son llamados al discipulado, pero no todos en la
La forma de la Iglesia /179

'misma forma, podemos aumentar nuestro entendimiento'


total del problema de la estructura de lá iglesiá.—— —
Bloesch llama a las diversas comunidades cristianas que
han surgido “como protesta contra la mundanalidad de la
iglesia” formas para-parroquialés, “y i que existen ál lado....
de la parroquia o iglesia institucional. Al mismo tiempo, es
importante que estén en una relación oigánica con la igle­
sia para que no se hagan sectarias... Una comunidad reli­
giosa idealmente debe ser una ecclesiola (pequeña iglesia)
en la ecclesia” . Bloesch pasa a sugerir siete marcas de ‘‘una
comunidad o hermandad bíblicamente fundamentada, en
el mundo el día de hoy” ; (1) debe ser genuinamente evan- *
gélica, comprometida con el evangelio y debe tomar su
principal inspiración de la Biblia; (2) debe ser un modelo a
pequeña escala de la Iglesia, y por lo tanto debe mostrar
visiblemente la realidad de la comunidad cristiana; (3)
debe ser un agente de reconciliación entre las iglesias, ca­
tólicas como evangélicas, en el sentido propio de estos_
términos; (4) debe querer alcanzar a otros y tener un fer­
vor misionero evangelístico; (5) estará en conflicto con los
principales valores y con el espíritu de la cultura que lá ro­
dea demostrando en esta forma’qüe existe una línea entre
la Iglesia y el mundo; (6) debe ser una señal escatológica
del Reino de Dios que se acerca, por medio de su testimo­
nio radical del señorío de Cristo ; y (7) debe dedicar tiem­
po al estudio y a la instrucción lo mismo que a la oración
y a la proclamación.
Al hablar de dos patrones de discipulado, Bloesch está
tocando realmente la cuestión de la estructura de la iglesia.
Aunque no todo creyente puede ser llamado a la vida co­
munal o cuasi-comunal, no obstante, sugiere Bloesch, la igle­
sia necesita de estas comunidades formadas exprófeso
como un patrón básico dentro de su estructura general.
Algunos creyentes serán llamados especialmente a este pa­
trón. Entonces, hay lugar para el compañerismo más pe-__
queño, más íntimo o ecclesiola dentro de la comunidad
180 i La comunidad del R ey

total más numerosa de la Iglesia. Todos los cristianos son


llamados al mismo compromiso total con Cristo, pero los
miembros de una comunidad como esas, están más com­
prometidos a los otros miembros del grupo y a la misión es­
pecífica para la cual el grupo existe.
El historiador y experto en misiones Ralph D. Winter ha
estado examinando la cuestión de la estructura de la iglesia
desde otra perspectiva. Su interés principal es encontrar
aquellas estructuras que son más efectivas en la propaga­
ción del evangelio y en el establecimiento de la Iglesia al­
rededor del mundo. El presenta un análisis de las estructu­
ras para las misiones que incita a la reflexión y que, en cier­
ta forma, es paralelo a los “dos patrones de discipulado”
de Bloesch.
Como la primera de “dos estructuras de la misión reden­
tora de Dios”, Winter señala la iglesia local, cuya caracte­
rística básica es que incluye familias completas. Tal estruc­
tura debe, por lo tanto, preocuparse de todo el rango de in­
tereses humanos. No puede enfocar efectivamente solo un
interés, o a lo menos no puede hacerlo por mucho tiempo.
En otras palabras, hay algo en la naturaleza de la iglesia
—trátese de una estructura local, de una denominación a
nivel nacional, de una comunión internacional o de toda
una tradición religiosa (es decir, familia de iglesias)—que de­
pende vitalmente de la integridad humana. La gloria de la
iglesia, incluso de una iglesia local, es que pacientemente se
esfuerza en formar una comunidad equilibrada, redentora,
que trasciende todo el rango de edades, las diferencias en
sexo e incluso las diferencias de situación en la vida.
En contraste, Winter señala una segunda “estructura re­
dentora” que .es más restringida. Tomando un grupo del
Compañerismo Cristiano Interuniversitario* como ejem­
plo, Winter dice que tal grupo “existe expresa (y urgente­
mente) para llenar la necesidad de compañerismo y adora-

* Inter-Varsity Christian Fellowship


La forma de la Iglesia /181

'á ó n homogéneos. Pero precisamente por eso no puede sa­


tisfacer la otra necesidad continua de compañerismo y ado- -
ración heterogéneos”.
La función de un grupo como ése, más restringido, pue­
de contrastarse con el papel más general de la iglesia: “La
l iglesia, entonces, preserva característicamente la saludable
unidad de la comunidad humana mientras que el estudio
bíblico para hombres, la sociedad de mujeres, la clase de
; escuela dominical para estudiantes y el grupo juvenil, ma-
í nifiestan la saludable diversidad de la comunidad humana” .
Winter cree que a estas dos estructuras, una más inclusi­
va y general, la otra más restringida y, potencialmente, más "
; orientada hacia las misiones, se les puede seguir la huella a
través de la historia de la iglesia, incluso remontándonos
hasta los días del Nuevo Testamento.4 La comunidad de la
iglesia primitiva tomó su estructura básica de la sinagoga:
“Reconozcamos la estructura tan orgullosamente llamada
‘la iglesia neotestamentaria’ como básicamente una sinago­
ga cristiana” . Las iglesias nuevas establecidas por Pablo, en
particular, eran “esencialmente formadas siguiendo el mo­
delo de la sinagoga judía, incluyendo la comunidad de los
1 fieles en un lugar determinado”. La cosa realmente singular
de estas comunidades era su habilidad, a través de la obra
reconciliadora de Cristo, para derribar “la pared interme­
dia de hostilidad” entre los judíos y los gentiles y para reu-
nirlos en un compañerismo abierto (Ef. 2:11-22). El pa­
trón común de la iglesia en el Nuevo Testamento era una
comunidad tipo sinagoga, la cual (como he argumentado
en los párrafos anteriores) se centraba alrededor del culto
corporativo en grupos grandes y de células de culto y com­
pañerismo en grupos pequeños que se reunían principal­
mente en las casas.
Pero Winter ve una segunda estructura, más restringida,
operando en el Nuevo Testamento, especialmente en la
obra misionera de Pablo. Dice: - - ---------------------
Mientras que sabemos muy poco acerca de la estructura
182 / La comunidad del Rey La forma de la Iglesia /1 8 3

de la empresa evangelistica dentro de la cual obraron l¿¿l: continuó el mismo patrón de dos estructuras comple­
judíos proselitistas prepaulinos,, sí sabemosrr. querello^'" mentarias, pero en diferente'forma.- La iglesia parroquial
■trabajaron por todo el Imperio Romano. Sería s o rp r e n d e n : dentro.de una diócesis se desarrolló por todo el imperio
te que Pablo no hubiera seguido procedimientos más o me-' y “siguió preservando la membresía básica de la sinagoga,
nos semejantes. Y sabemos mucho más acerca de la forma-'- es decir, la combinación de adultos y jóvenes, hombres y
en que Pablo trabajaba. El fue, esto es cierto, enviado por:'1 mujeres, es decir, la de un organismo que se perpetúa bio­
la iglesia de Antioquía. Pero una vez lejos de AntioquiaT^ lógicamente” . Mientras tanto, “la tradición monástica en
parecía que andaba por su cuenta. El pequeño equipo qué^ ~ \ varias formas primitivas, se desarrolló como una segunda
formó era ecoriómicamente autosuficiente cuando la o c a ^ p estructura” . Entonces, en el siglo IV hay ya dos tipos de
sión lo requería. Era también dependiente ocasionalmente~~~ estructuras muy diferentes: la diócesis y el monasterio,
no solamente de la iglesia de Antioquía, sino también de~ ‘ ambas importantes en la transmisión y expansión del cris­
otras iglesias que habían surgido como resultado de sus la~-^T tianismo. Son, cada una de ellas, patrones tomados del
bores evangelísticas. El equipo de Pablo puede ser cierta- ~ contexto cultural de su tiempo, de la misma manera que
mente considerado como una estructura. lo fueron la sinagoga cristiana y el grupo misionero ante­
En otras palabras, Pablo tomó prestado del judaismo riores,6
tanto la sinagoga como la estructura de un grupo misione­ Muchos protestantes casi instintivamente reaccionan en
ro. Estos proveyeron el patrón en el establecimiento de — contra del monasticismo, pero su reacción generalmente es
iglesias y en el ministerio misionero. Entonces, de a c u e rd ó le en contra de la forma decadente de monasticismo que exis­
con Winter, el grupo misionero de Pablo puede ser con-— tía en tiempos de la Reforma. El monasticismo primitivo,
siderado como un prototipo de todos los esfuerzos misio- T- a pesar de un desafortunado dualismo en la teología, muy
ñeros subsecuentes, organizado con obreros comprometí- ; a menudo fue altamente creativo y socialmente reforma­
dos, experimentados, que se afiliaron en una segunda deci- :~- dor. En cualquier caso, la conversión de gran parte de Eu­
sión que iba más allá de la membresía en la primera estruc- — —- ropa se debió principalmente a las órdenes monásticas, y
tura” .5 muchos movimientos de renovación medioevales principia­
Esta estructura adicional de segunda elección, orien tad á^ ron dentro de estas órdenes o llevaron a la fundación de
hacia una tarea, mantenía un vínculo con la iglesia de An- ' nuevas. Entonces, sin justificar toda la teología involucra­
tioquía, pero era semiautónoma. Como estaba compuesta da, uno puede cuando menos señalar la utilidad de la es-
de un grupo más pequeño de adultos; todós~éÜós~compró- -ímctura_vL_ci.tarla_como un ejemplo de un grupo más res­
metidos en la misma misión, tenía la libertad y la flexibili-_ tringido, orientado hacia una tarea.
d^ad de llevar a cabo su misión (evangelización y establecí- Z Winter establece un paralelo histórico final: el surgi­
miento de iglesias) mucho más efectivamente que lo que miento de sociedades misioneras independientes durante
podía hacerlo la comunidad mayor actuando como un los cien años anteriores, al que se ha debido en gran parte
todo. la fundación de cientos de nuevas iglesias cristianas alrede­
dor del mundo. Otra vez, la estructura es diferente extema­
¿Qué sucedió cuando la iglesia primitiva llegó a ser;dor_ mente- tanto-del-grupo-misionero-del Nuevo .Testamento
minante en todo el Imperio Romano? Winter ve que como de la orden monástica medioeval u orden de predi­
184 / La comunidad del Rey La forma de la Iglesia f 185

cadores, pero se puede notar la equivalencia funcional y giere Winter, o la de comunidades formadas exprofeso,
ponderar el significado de este paralelismo. - - - ----- comprometidas con algún tipo de ministerio social cristia­
El principal punto de contacto entre los “dos patrones no, como lo cita Bloesch. Tales grupos pueden ser total­
de discipulado” de Bloesch y las “dos estructuras de mi­ mente independientes de las denominaciones existentes o
sión” de Winter es el reconocimiento de la utilidad prácti­ pueden estar afiliados denominacionalmente. Los puntos
ca de un compañerismo más restringido, formado en una importantes son que estas estructuras (1) están formadas
segunda decisión, comprometido a llevar la misión cristia­ por personas comprometidas las unas con las otras y con
na al mundo. Ambos argumentan (correctamente, creo) una misión particular y (2) se ven a sí mismas no como la
que estas dos estructuras se justifican bíblicamente y tie­ Iglesia sino como una “orden” o estructura misionera den­
nen numerosos precedentes a lo largo de la historia de la tro de la iglesia, con la que permanecen en comunión y co­
Iglesia. municación.
Estamos tratando aquí con estructuras para las misio­ Al nivel local, uno puede imaginarse la siguiente situa­
nes. Esto significa estructurar la comunidad del pueblo de ción. Varios compañerismos pequeños y diferentes entre sí
Dios en tal forma que sirva más efectivamente como agen­ están funcionando dentro de la comunidad más grande de
te del Reino, llevando a cabo aquellas tareas que “Dios la iglesia. Estos son grupos misioneros o grupos orientados
preparó por anticipado” . El análisis bastante diferente de hacia una tarea, cada uno de los cuales existe para un pro­
Bloesch y Winter, más mi propia experiencia y reflexión, pósito específico pero diferente. Mientras que el estudio
me convencen de la necesidad de grupos más pequeños, de la Biblia, la oración y el compartir son comunes a todos
más restringidos, orientados hacia las misiones dentro de los grupos, cada grupo tiene también una misión muy espe­
la comunidad de la iglesia en general. Esto es cierto al nivel cífica para la cual existe y a la cual se dedica.
local, ciertamente, y también al nivel denominacional y a Así, el miércoles por la noche, por ejemplo, en el edifi­
otros niveles más amplios. Dentro de la iglesia local, por cio de la iglesia el grupo de música acaba de terminar su es­
ejemplo, los cristianos preocupados por necesidades especí­ tudio bíblico y tiempo de oración y está en una sesión de
ficas o interesados en ministerios particulares podrían agru­ planeación de la música. Algunos de los miembros del gru­
parse provechosamente como grupos con un propósito par­ po se reunirán días más tarde para un ensayo. Al otro ex­
ticular, funcionando como pequeños compañerismos al­ tremo del pueblo otra docena de personas se está reunien­
rededor de ese ministerio o misión específicos. Gordon 1 do en la casa de uno de los miembros. Este es el grupo mi­
Cosby ha explicado recientementej;ómo deben funcionar * sionero. El grupo ha compartido en oración peticiones re­
tales grupos en su libro, Handbook for Mission Groups, - * cientes del campo misionero y se ocupa ahora de la planea­
que está basado en su extensa experiencia con grupos mi­ ción e implementación del programa misionero de la igle­
sioneros en la innovadora Iglesia del Salvador de Washing- ; sia. Simultáneamente en otra casa el grupo de reforma so­
ton, D.C. ’ cial está estudiando una pieza de legislación que ha surgido
A los niveles denominacional, regional y otros, son úti- ! en el Congreso, con el objeto de saber cuál debe ser la res­
les estructuras similares para ministerios especiales. Estas < puesta de la iglesia. Mientras tanto, dos de los equipos de
pueden tomar la forma de sociedades semi-autónomas, mi=____ j. visitación evangelística han salido a la comunidad y otro
siojieras y para el establecimiento de iglesias, como lo su- -H está involucrado en un estudio bíblico de seguimiento. Sin
186 ¡La comunidad del Rey

embargo, no todos los grupos se reúnen la misma noche; el


de medios de comunicación masivos, el de crecimiento cris--
tiano y otros, se reúnen en otras ocasiones.7
Las ventajas de este arreglo son' muchas. En particular,
estos grupos con una misión especial, ofrecen las siguientes
características positivas:
Primero, el arreglo por grupos con una misión específi­
ca reconoce y permite la diversidad de personalidades y de
dones espirituales. No todos los cristianos son llamados a
la misma tarea específica, ni todos ellos tienen los mismos
dones espirituales. “Teniendo dones que difieren de acuer­
do a la gracia que nos es dada, usémoslos” (Ro. 12:6).
Es una tragedia tratar de forzar a todos los creyentes para
que tengan el'mismo ministerio, como si todos tuvieran el
mismo lugar en el cuerpo; y es una tragedia todavía mayor
cuando los dones no se utilizan. Los grupos con una misión
específica proveen una estructura compatible con los do­
nes espirituales.
Segundo, el arreglo por grupos con misión específica,
reconoce que ciertas tareas son tan urgentes y de tan alta
prioridad que demandan el compromiso total de unas
cuantas personas dedicadas. En esta forma, esta estructura
permite un reconocimiento apropiado de prioridades y una
forma práctica de responder significativamente a las nece­
sidades prioritarias. Es más efectivo y menos frustrante
lograr que un pequeño grupo se involucre en una misión
específica que intentar lograr que un número grande de
personas se anime y se comprometa a llevar a cabo esa
tarea.
Tercero, este arreglo reconoce también que la misión
se lleva a cabo en igual forma en el contexto de comuni­
dad. El'empresario solitario y el vigoroso individualista
no ejemplifican el modelo apropiado para el servicio
cristiano. El cristiano bíblico está llamado tanto a la co­
munidad como._a_la.misión. Esto es bíblico y es psicoló­
gicamente realista. Aunque hay un lugar legítimo para el
La forma de la Iglesia ¡ 187

- líder fuerte, ese liderazgo debe funcionar a través de la co­


munidad de un grupo pequeño que permite el liderazgo de
equipo y tareas compartidas. El servicio cristiano efectivo
es siempre Jesucristo obrando a través de su propio cuerpo,
llevando a cabo las obras que El hizo mientras estuvo en la
tierra.
Cuarto, el arreglo por grupos de misión específica satis­
face al mismo tiempo la necesidad de compañerismo y ado­
ración homogéneos y heterogéneos. La iglesia debe ser un
compañerismo reconciliador que trasciende las barreras de
sexo, posición social, edad, trasfondo racial y étnico y si­
tuación económica. No obstante, algunas tareas son lleva­
das a cabo, de un modo o de otro, en mejor forma por gru­
pos más homogéneos. Un arreglo tal contiene al mismo
tiempo unidad y diversidad, homogeneidad y heterogenei­
dad, en una forma que permite al cuerpo de Cristo ser lo
que Dios quiere que sea.
Finalmente, por las razones mencionadas con anteriori­
dad, los grupos con una misión específica son a menudo
más efectivos para realizar ciertas tareas y alcanzar metas
específicas que individuos solitarios, comités o juntas nom­
brados, o la comunidad toda de la iglesia en general. El
grupo con una misión tiene un nivel más alto de compro­
miso en relación a la misión específica involucrada. Con­
centra y enfoca la luz del evangelio en forma tal que incide
en la meta. Su reducido número de miembros, su alto ni­
vel de compromiso y de libertad de otras preocupaciones
(ya que no está abrumado con todo el peso del programa
de la iglesia) le dan una flexibilidad envidiable que aumen­
ta la efectividad.
Todos los grupos con una misión, sin embargo, deben
estar unidos al cuerpo. Cada grupo, en realidad una subco-
munidad, funciona como parte de la comunidad más gran­
de de la iglesia. Mucho daño puede hacerle al cuerpo un
grupo pequeño con un espíritu independiente que se des­
188 ¡La comunidad del Rey

vía por una tangente y crea división. Por lo tanto debe


existir coordinación entre estas estructuras, tanto al nivel
local como a un nivel más amplio. En la comunidad de una
iglesia local, cuando menos una persona de cada grupo,
con algunos dones de liderazgo, debe participar en un gru­
po coordinador que actúe como una cámara de compen­
sación para la información y como un centro de ideas y
planeación. En esa forma los grupos se apoyarían mutua­
mente y cada uno colaboraría con los otros, mostrando
todavía en otra forma, la mutualidad del cuerpo de Cristo.
De la misma manera, cada grupo no ha de llevar a cabo
su misión específica en aislamiento o independencia to­
tal de los otros grupos. Todos los grupos son parte del
cuerpo. La cooperación es necesaria entre los grupos para
alcanzar la máxima efectividad. Esto es cierto dentro de la
comunidad de una iglesia local y lo mismo se aplica a va­
rias iglesias locales dentro de una ciudad o de un sector
de la ciudad. James F. Engel y H. Wilbert Norton en su li­
bro What’s Gone Wrong with the Harvest? demuestran la
necesidad de tal cooperación y muestran cómo llegar a te­
nerla. Esta cooperación es igualmente necesaria a nivel re­
gional, nacional y mundial donde la planeación cooperati­
va y la coordinación entre sociedades misioneras, organi­
zaciones evangelísticas y grupos similares, evidentemente
no existe. Como sugiere David McKenna, demasiado fre­
cuentemente en la Iglesia “una gran distancia... existe
entre hermanos que comparten una fe común y socios
que_están dispuestos a compartir recursos comunes” .
La estructuración de la iglesia, tanto local como más
generalmente, con base en tareas discernidas y dones es­
pirituales descubiertos, es una forma de llegar a una es­
tructura más carismàtica y orgánica, que es al mismo
tiempo más fiel a la imagen de la iglesia del Nuevo Testa­
mento y más funcional en una sociedad tecnológica. Con­
cebida., en .forma apropiada y llevada hasta sus últimas,
consecuencias, es una forma de evitar las restricciones del
La forma de la Iglesia /1 8 9

institucionalismo y los efectos enervantes de los programas


y promociones impersonales.. — -------
Pero debe añadirse aquí una palabra de precaución. Es
demasiado fácil para el cristiano nominal, bien institucio­
nalizado decir: “Sí, eso está bien: dos estructuras de disci­
pulado. Tú tomas el camino difícil y yo el fácil. El disci­
pulado costoso puede interesarte a ti, pero no a m í”.
Claramente, esto no es suficiente. Una persona es un dis­
cípulo de Jesucristo o no es ni siquiera cristiano. Un cre­
yente experimenta la koinonía costosa, íntima, con sus
hermanos y hermanas en Cristo o tiene solo la más vaga
de las nociones de lo que la Iglesia es realmente.
Y sin embargo, no todos los discípulos de Jesús eran
parte de los doce que dejaron todo y lo siguieron. A cada
discípulo se le da un don diferente y una forma distinta de
ministerio. A algunos se les da incluso el don del celibato
(1 Co. 7:1-7). Pero todos, sin excepción y en el mismo gra­
do, son llamados al discipulado. .. _
Podemos, entonces, introducir dos aclaraciones en lo
que ha sido dicho en las páginas precedentes. Primero, to­
dos los cristianos deben estar involucrados en alguna forma
en un diálogo de grupo pequeño en torno a la Palabra. No
estoy hablando aquí acerca de grupos de compañerismo su­
perficial, sino de células de verdadera koinonía en las que
los creyentes asumen una seria responsabilidad el uno por
el otro al vivir sus vidas en el mundo.
Segundo, no debemos confundir ninguna expresión his­
tórica de patrones de discipulado con la norma-bíblica.
Podemos aprender, por ejemplo, del monasticismo, de las
estructuras misioneras contemporáneas o de los ejemplos
del Nuevo Testamento. Pero ninguno de ellos es presenta­
do aquí como el modelo perfecto a imitarse en el día de
hoy Sobre todo, debemos evitar la visión de dos niveles de
discipulado que frecuentemente ha comprometido el testi­
monio de la Iglesia en el pasado. La tarea de la Iglesia en el
día de hoy es encontrar esos patrones de obediencia que
190 / La comunidad del Rey

reconocen diferencias entre un llamamiento específico por


un lado, y el llamamiento universal al discipulado y a la”
obediencia, por el otro. - - •

4. La Iglesia y las estructuras institucionales


La discusión en el capítulo cuatro de la dimensión caris­
màtica de la Iglesia versus la institucional, enfatizaba que
la Iglesia inevitablemente asumirá algunas formas institu­
cionales, aunque ella misma no es la institución. Será útil
decir algo más acerca de las diferencias entre la Iglesia
como la comunidad del pueblo de Dios, como se le presen­
ta en la estructura, y todas las estructuras institucionales
de apoyo o estructuras paraeclesiásticas que ostensible­
mente existen para servirle.
Cuando observamos a la Iglesia contemporánea, vemos
no solamente la comunidad del pueblo de Dios; encontra­
mos también una proliferación de organizaciones locales,
denominaciones, instituciones, agencias, asociaciones y así
sucesivamente. Obviamente, tales estructuras no tienen ba­
se bíblica explícita. ¿Cómo hemos de considerarlas?
Las dos tendencias más comunes han sido o decir que
estas estructuras son realmente una parte de la esencia de
la Iglesia y por lo tanto son sagradas, o tomar una posición
antiinstitucional y decir que todas esas estructuras care­
cen de valor y tienen que ser abandonadas. La primera
opción es esencialmente la de la eclesiología católica roma­
na tradicional, aunque muchos protestantes han adoptado
indiscriminadamente el mismo punto de vista. La segunda.,
opción es popular entre aquellos que han visto las faltas
del cristianismo institucional y que, como Juan al princi­
pio de este capítulo, piensan que un cristianismo sin insti­
tuciones es posible en alguna forma.
Sin embargo, una opción más útil es considerar todas las
estructuras institucionales como elementos paraeclesiás-
ticos que existen al lado y en forma paralela a la comuni­
dad del pueblo de Dios pero que no son en sí mismas la
La forma de laíglesh / 191

iglesia. Tales estructuras tienen tres cosas en común: están


organizadas institucionalmente más queorgánica-o-caiis-
máticamente; existen junto o en forma paralela a la comu­
nidad de la iglesia; y existen ostensiblemente para servir a
la Iglesia. "
Las estructuras paraeclesiásticas son útiles en el grado
en que ayudan a la iglesia en su misión, pero son hechas
por el hombre y están determinadas culturalmente. Mien­
tras que la iglesia misma es parte del vino nuevo del evange­
lio, todas las estructuras paraeclesiásticas son odres útiles,
a veces indispensables, pero siempre sujetas al desgaste y al
deterioro.
Al tratar con la cuestión total de la estructura de la igle­
sia, entonces, es útil establecer una distinción clara entre
Iglesia como la comunidad del pueblo de Dios y todas las
estructuras paraeclesiásticas, sean formas organizacionales
de la iglesia local, estructuras denominacionales, agencias
misioneras, organizaciones evangelísticas, instituciones
educacionales u otras estructuras eclesiásticas (Figura 5).
Por tanto, la iglesia es una realidad espiritual siempre válida
interculturalmente. Pero las estructuras paraeclesiásticas
no son la esencia de la iglesia. Los creyentes que están
dentro de estas estructuras, en su vida común como un
pueblo y una comunidad, son la iglesia. Cuando tales es­
tructuras paraeclesiásticas son confundidas cqn la igle­
sia, o vistas como parte de su esencia, resultan toda clase
de desafortunadas confusiones, y limitamos la iglesia a su
particular expresión cultural y estructural.'
Varios beneficios resultan de esta distinción entre la igle­
sia y las estructuras paraeclesiásticas. (1) Lo que es siem­
pre interculturalmente relevante (la iglesia) se distingue de
lo que es culturalmente limitado y determinado (estructu­
ras paraeclesiásticas). En esta forma, uno está libre para
ver a la iglesia como culturalmente relevante e involucrada
y al mismo tiempo_como-culturalmente_no_limitada._(2)_
Uno tiene también la libertad de modificar las estructuras
r'íaWfliMr'-i
I !*■ I--~ -

192 ! La comunidad del Rey

%l.
ti n
Ur 8

Figura 5. La Iglesia y las estructuras paraeclesiásticas


La forma de la Iglesia f 193

paraeclesiásticas cuando la cultura cambia, porque éstos


no son en sí mismas la iglesia y por lo tanto están, en su
mayor parte, determinadas culturalmente más que bíbli­
camente. (3) Finalmente, esta distinción hace posible ver
un amplio rango de legitimidad en las confesiones y es­
tructuras denominacionales. Si tales estructuras no son en
sí mismas la iglesia y están culturalmente determinadas,
entonces volúmenes enteros de controversia y polémica
pierden su urgencia y se transforman en algo meramente
secundario. Confesiones con grandes diferencias quedan
libres (cuando menos potencialmente) para concentrarse
en aquello que las une, es decir, en que son el pueblo de
Dios y para llevar a cabo las tareas relacionadas con el
Reino, relegando las diferencias estructurales al plano de
la relatividad cultural e histórica. Entonces, la considera­
ción crucial para las estructuras viene a ser no la legitimi­
dad bíblica sino la relevancia funcional.
La Tabla 3 sugiere ulteriores implicaciones de esta dis­
tinción entre la iglesia bíblica y las estructuras paraecle­
siásticas. Para lograr un análisis mejor, las diferencias en-
tie las dos se ponen aquí en mayor relieve del que nor­
malmente tienen en los casos concretos.
Esta distinción no es meramente otra forma de expre­
sar la concepción visible-invisible de la Iglesia. La Iglesia
es al mismo tiempo visible e invisible, lo mismo que las
estructuras paraeclesiásticas; incluso una organización
secular tiene sus dimensiones invisibles, como lo ha señala­
do Jacques'Ellul. Estoy distinguiendo, más bien, entre la
iglesia como se concibe bíblicamente y las estrücturas ecle­
siásticas auxiliares que no existían normativamente en los
días del Nuevo Testamento sino que han aparecido en mu­
chas formas a través de la historia eclesiástica. Estas son
paralelas a ella, porque decir que cualquier estructura parti­
cular es teológicamente necesaria para la existencia de la
_Iglesia, sería lo mismo que decir que la Iglesia del primer
siglo no era verdadera y completamente la Iglesia.
194 ¡La comunidad del Rey

- Tabla 3. Diferencias entre la Iglesia y las estructuras


• • . _p^a-eclesiásticas

La Iglesia - : Estructuras para-


......: : ^eclesiásticas

1. Creación de Dios - - 1. Creación del hom-


• bre
2. Hecho espiritual- . 2. Hecho sociológico
3. Intercult uralm en- 3. Culturalmente li­
te válida mitada
4.. Bíblicamente en- ---- 4. . Sociológicairiente-------
tendida y evaluada entendidas y eva­
luadas
5. Validez determi- 5. Validez determina-
nada por las cuali- da por su funciona-
__ dades espirituales y miento en relación
la fidelidad a las Es- . a la misión de la
crituras . Iglesia
6. Agente de Dios de 6. Agentes del hom-
evangelización y re- bre para la evange-
conciliación . . . nzación y el servi­
cio '
_7...Esencial... .....,—.—:~-.7..-Extinguibles
8. Eterna 8. Transitorias y tem-
* - -- - porales ."

9. - Revelación divina 9. -Tradición humana

10. Propósito: glorifi- 10. Propósito: servir a


. . car a Dios la Iglesia
La forma de la Iglesia J 195
• s
- El término estructuras paraeclesiásticas ha sido utiliza­
do habitualmente para designar organizaciones no deno-
minacionales e interdenominacionales como el Compañeris­
mo Cristiano Interuniversitario, la Cruzada Estudiantil para
Cristo, Visión Mundial o para designar un concilio de igle­
sias. Pero el intento de hacer un análisis bíblico (y no me­
ramente pragmático) de esta cuestión, encuentra una difi­
cultad básica en esta concepción tradicional. No hay bases
bíblicas para úna distinción fundamental entre estructuras
denominacionales y organizaciones paradenominacionales;
ni tampoco hay ninguna base para considerar organizacio­
nes denominacionales obviamente creadas por el hombre,
que son un desarrollo relativamente reciente en la historia
de la iglesia, como esenciales para la Iglesia. En otras pala­
bras, la distinción más básica parece existir entre la Iglesia
como el cuerpo de Cristo, la comunidad del pueblo de
Dios, y todas las estructuras institucionales, incluyendo a
las denominaciones. Ralph Winter ha sugerido que a dichas
estructuras se les llame estructuras infraeclesiásticas para
enfatizar su relación subordinada pero de apoyo a la Igle­
sia, y que se evite el hacer, una completa ruptura entre la
comunidad cristiana y sus estructuras.
Mi convicción es que el punto de vista protestante de la
Escritura y de la revelación no nos permite incluir estruc­
turas denominacionales u otro tipo de estructuras organi-
zacionales que no se encuentran en la Biblia como real­
mente parte de la Iglesia misma. Aquí hay una diferencia
fund.amental entre la visión protestante y la visión tradi­
cional católica romana de la Iglesia, aunque las implica­
ciones de la Reforma en esta área de la eclesiología nunca
han sido llevadas a su conclusión lógica. Los protestantes
que distinguen entre revelación bíblica y tradición.ecle­
siástica no deben tener ninguna dificultad para distinguir
entre la Iglesia bíblica y las estructuras institucionales de la
iglesia. Las categorías son paralelas. La Iglesia bíblica está
basada en la revelación bíblica; las estructuras paraeclesiás-
196J'La comunidad, del Rey

ticas ó infraeclesiásticas están basadas en una tradición


eclesiástica postbíblica:________— .. : . . -
¿No es esta distinción entre Iglesia y estructuras para-
eclesiásticas simplemente otra ,forma de distinguir entre
pueblo y organización? En cierto sentido, sí. La Iglesia es
el pueblo de Dios. Pero este pueblo, para ser la Iglesia, de­
be vivir en comunidad a través de estructuras apropiadas y
a través del ejercicio de dones espirituales, sin importar las
organizaciones institucionales dentro de las cuales puede
estar involucrado secundariamente. Una vez que distingui­
mos entre estructuras eclesiásticas institucionales y la Igle­
sia como el pueblo de Dios (dibujando la línea de demarca­
ción allí en lugar de dibujarla entre la denominación o igle­
sia local y los ministerios no denominacionales), entonces
podemos ver más claramente cómo puede llevarse a cabo
un efectivo ministerio.
Hablando bíblicamente es irrelevante, por ejemplo, que
la evangelizados sea llevada a cabo por una denominación
ó por una estructura no denominacional. En ambos casos
la estructura que patrocina es en realidad una estructura
paraeclesiástica, no la Iglesia misma. No es fundamental­
mente importante si las misiones en el extranjero (para to­
mar otro ejemplo) son llevadas a cabo por las juntas misio­
neras denominacionales o por agencias misioneras inde­
pendientes. Ambas formas de ministerio pueden ser igual­
mente válidas o inválidas, dependiendo de si de hecho ex­
tienden y edifican realmente la comunidad del pueblo de
Dios. ......- ............ •"
La~evangelización, sin importar la agencia que la patro­
cine, es legítimq solamente en cuanto establece y edifica
a la Iglesia o extiende su testimonio. Todo ministerio so­
cial, sin importar la estructura que lo patrocine, es bíbli­
camente válido solo si en alguna forma es una expresión
auténtica de la comunidad del pueblo de Dios. Los esfuer­
zos evangelísticos y misioneros queform annuevas comuni­
dades cristianas o agregan a aquellas ya formadas, son legí-
La fórma de la Iglesia f 19 7

'timos si realmente edifican a la Iglesia, biblicamente conce­


bida. Si no lo hacen, son un desperdicio de esfuerzo, sin
importar cómo estén estructurados y sin importar sus pre­
tensiones de legitimidad bíblica. Por supuesto es funda­
mentalmente importante que todo ministerio, sea profèti­
co o evangelístico, tenga cuidado de contribuir a la unidad
visible y espiritual, y no a la desunión del pueblo de Cristo.
La cosa importante para toda forma de ministerio es que
la Iglesia bíblica sea edificada y que crezca hacia la madu­
rez en Cristo, es decir, que las comunidades cristianas lo­
cales o compañerismos se multipliquen,, que tales comuni­
dades demuestren verdaderamente la calidad de vida vis­
ta en Jesucristo, y que la Iglesia viva en el mundo como el
pueblo redimido de Dios. Desde un punto de vista bíblico,
las cuestiones de afiliación de estructura denominacional o
no denominacional, son estrictamente secundarias.
En resumen, la Iglesia como la comunidad del pueblo de
Dios se estructura mejor con base en los dones espirituales
de liderazgo y con base en alguna forma de reuniones de
grupos grandes y de grupos pequeños. Debe reconocer la
utilidad de, y estimular, grupos con misión específica más
restringida que se forman con base en una segunda decisión
y que están dentro del cuerpo más grande. Después de es­
to, la Iglesia debe tener cuidado de distinguir entre su esen­
cia propia y todas las estructuras paraeclesiásticas para que
no llegue a estar culturalmente limitada y, por otro lado,
para que en períodos de intranquilidad el vino no sea arro­
jado junto con los odres. Estos principios son ilustrados en
la Figura 6.

5. Implicaciones para el testimonio intercultural


Finalmente, de la discusión anterior sobre estructura de
la iglesia, resultan varias conclusiones en relación al testi­
monio intercultural.
198 ¡La comunidad del Rey

Ministerio en el mundo

Figura 6. Un modelo para la estructura de la Iglesia


La forma de la Iglesia /1 9 9

5.1 La Iglesia, como es presentada bíblicamente, es


interculturalmente relevante. Esto es cierto porquería
Iglesia como la comunidad de los creyentes en el tiem­
po y en el espacio, es un organismo cósmico-histórico-
carismático, que tiene su origen en la acción divina y tras­
ciende cualquier forma cultural particular.
5.2 De la misma manera, las estructuras básicas del li­
derazgo carismàtico y las reuniones de grupos pequeños y
de grupos grandes son siempre interculturalmente viables.
Esta conclusión se deriva del análisis anterior y también
ha sido abundantemente ratificada a través de la historia
de la iglesia y en la época misionera moderna.
5.3 Por otro lado, las estructuras paraeclesiásticas no
son necesariamente válidas interculturalmente. Cómo son
culturalmente determinadas, solo serán transferibles de una
cultura a otra en el grado en que las dos culturas sean com­
patibles. À menudo tendrán que hacerse adaptaciones bá­
sicas. Los misioneros deben preocuparse de la transferencia
e implantación de la Iglesia bíblicamente descrita y no de
instituciones o formas secundarias que realmente no son
más que estructuras paraeclesiásticas.
5.4 El ejercicio de los dones espirituales traerá como
consecuencia la evangelización y el testimonio intercultu­
rales. Desde el primer intento de alcanzar a los gentiles re­
gistrado en el libro de los Hechos y a través de las edades,
Dios ha estado llamando y enviando sus misioneros caris­
màticamente equipados. El patrón de Antioquía (Hch.
13:1-13) se ha repetido en innumerables oeasiones-^con-
tinuará repitiéndose hasta que Cristo regrese (Mt. 24:14).
Es Dios el que llama y el que da los dones, y ios dones y el
llamamiento van juntos.
5.5 La Iglesia es ella misma una comunidad misionera,
y cualquier grupo de misioneros puede ser una expresión
concreta legítima de ella. Esto significa que no puede exis­
tir la cuestión de la Iglesia versus las estructuras misioneras.
Donde quiera que estén los misioneros, allí está la Iglesia y
200 / La comunidad del Rey

e/i ese lugar los misioneros son responsables de demostrar


la realidad de la comunidad cristiana. El verdadero punto
de tensión, por lo tanto, está entre la Iglesia como la comu­
nidad del pueblo de Dios y las expresiones institucionales
de ella. ¡Los misioneros jamás podrán ir a otra cultura, de­
jando atrás la Iglesia! Pero sí podrán, y a menudo deben ha­
cerlo, dejar atrás o modificar las formas paraeclesiásticas
peculiares de su propia cultura.
5.6 Por otro lado, deben crearse estructuras misioneras
y evangelísticas paraeclesiásticas donde quiera que sean
necesarias para llevara cabo la tarea. Mientras que la Iglesia
es el agente de Dios para la evangelización, las estructuras
paraeclesiásticas dinámicas pueden ser los agentes de evan­
gelización del hombre, útiles en las manos de Dios para la
propagación más rápida y efectiva del evangelio. Los
grupos denominacionales deben colaborar libremente con
otras organizaciones paraeclesiásticas que están llevando a
cabo el trabajo que ellos mismos no pueden realizar, o que
pueden ayudarles a continuar su propia obra evangelística.
Tales organizaciones, sin embargo, deben dedicarse siem­
pre, en última instancia, a la formación de la Iglesia (aun­
que en formas muy diferentes), sin permitir que se les con­
funda con ella y sin transformarse en un fin en sí mismas.
5.7 Como son creadas por el hombre y culturalmente
definidas, todas las estructuras paraeclesiásticas deben
sujetarse a un continuo y riguroso análisis sociológico y
teológico para determinar su efectividad como instru­
mentos de la Iglesia. No debemos titubear para hacer los
más metódicos estudios sociológicos de las agencias misio­
neras, los movimientos evangelísticos, los grupos de refor­
ma social y las estructuras denominacionales. La historia
nos enseña que muchas de esas estructuras eventualmente
sucumbirán al institucionalismo y en lugar de ser una ayu­
da, se transformarán en obstáculos para el evangelio. El
hecho de que Dios haya levantado un movimiento no es
una garantía en contra de la eventual infidelidad o idola-
La forma de la Iglesia / 201

'tría del mismo. Al haber diferenciado claramente tales es­


tructuras de la esencia de la Iglesia, podemos preguntamos
libremente en qué grado estas formas están realmente fun­
cionando sin temor de que estemos de alguna manera pro­
fanando cosas santas.
En último análisis, la estructura de la iglesia es una cues­
tión de cómo usa la comunidad del pueblo de Dios la inte­
ligencia y creatividad que Dios le ha dado para manufactu­
rar herramientas útiles para ayudar en el extendimiento
del testimonio, recordando siempre que estos instrumentos
creados por el hombre están expuestos al juicio de Dios y
no deben ser nunca objeto de adoración.

NOTAS
1. Nuestra teología de la Iglesia debe derivarse predominante­
mente de las Epístolas y de los Evangelios, más que del libro
de los Hechos. Pero los Hechos es la mejor fuente de informa­
ción por lo que se refiere al funcionamiento y a la estructura
de la iglesia primitiva.
2. Los cristianos de hoy están en la muy especial situación de sa­
ber realmente más, cuando menos potencialmente, acerca de .
la iglesia primitiva y de los primeros siglos del cristianismo que
cualquier generación previa. Esto se debe principalmente a los
descubrimientos y avances del siglo XX en la arqueología, la
historia, los estudios bíblicos y en campos relacionados. Aque­
llos que toman seriamente el nacimiento y la vida de la Iglesia
cristiana com o algo que provee una guía para la Iglesia el día
de h oy, deben estar en la avanzada de esas investigaciones.
3. Me preocupa, sin embargo, que Bloesch establece requerimien­
tos demasiado fáciles para aquellos qüé ño soñ llamados^a la
forma de discipulado más restrictiva.
4. Winter llama a estas dos estructuras modalidad y sodalidad.
Una modalidad es una comunidad eclesiástica entera, que com ­
prende familias completas, mientras que una sodalidad es una
comunidad más pequeña dentro de la iglesia con membresía
más restringida y dedicada generalmente a una tarea específica,
com o las misiones o la evangelización.
5. En el grado en que estos ecclesiolae o grupos con misión espe- —
cífica toman formas institucionales, se transforman en estruc-
202 / La comunidad del Rey

turas paraeclesiásticas, aunque los creyentes dentro de ellos


‘ no dejan por eso de constituir la verdadera IglesiarDonde quie~
ra que se encuentren y com o quiera que funcionen, las estruc­
turas eclesiásticas institucionales deben considerarse mejor
com o paraeclesiásticas y no com o parte de la esencia de la
Iglesia. ' . .
6. El plan diocesano se tom ó de la administración política roma­
na; Winter ve la comunidad monástica com o algo que se le de­
be a la organización militar romana.
7. Estos grupos con misión específica son solo una sugerencia,
por supuesto. Una iglesia íoc. dependiendo de su tamaño,
puede tener dos o más gm pos involucrados en cuestiones so-~
cíales m uy específicas, tales com o el abuso de las drogas, el
cuidado de los infantes o la alimentación de los hambrientos,
en lugar de un solo “compañerismo de reforma social” que en­
vuelva todo esto. De la misma manera, varios grupos pueden ~
estar involucrados en la evangelización de diferentes tipos. Los
grupos surgen de un sentido de necesidad, de m odo que serán
9
. tan variados com o los dones de los grupos y tan, específicos
com o las necesidades identificadas.
LA UNIDAD
DE LA IGLESIA

La iglesia local es siempre parte de la única, santa, apostó­


lica, universal Iglesia de Jesucristo. Debe ser vista desde es­
ta perspectiva más amplia para ser entendida correctamen­
te. En cierto sentido, la Iglesia (con mayúscula) está plena­
mente. presente en cada comunidad local de creyentes por­
que Jesucristo está allí. Pero cada iglesia local participa
también del pueblo único de Dios esparcido por todas par­
tes del mundo.
- Así pues, vamos ahora a considerar la cuestión de la uni-
-dad-de-la Iglesia.-En el capítulo dos comentamos algo de
lo que dice el Pacto de Lausana (producido por el Congre­
so Internacional Sobre la Evangelización Mundial de 1974)
-—I
acerca de la naturaleza de la Iglesia. Empezamos ahora ha­
ciendo notar lo que el Pacto dice sobre la unidad de la Igle­
sia, bajo el título “Cooperación en la Evangelización” .
Afirmamos que la unidad visible de la Iglesia en la ver­
dad es el propósito de Dios. La evangelización nos llama
también a la unidad, porque nuestra unicidad fortalece
204 ¡ La comunidad del Rey

nuestro testimonio, de la misma manera que nuestra desu­


nión debilita nuestro evangelio de reconciliación. Recono­
cemos, sin embargo, que la unidad organizado nal puede
tomar muchas formas y que no necesariamente promueve
la evangelización. No obstante, nosotros que compartimos
la misma fe bíblica debemos estar claramente unidos en
compañerismo, acción y testimonio. Confesamos que algu­
nas veces nuestro testimonio ha sido dañado por' el indivi­
dualismo pecaminoso y la duplicación innecesaria. Nos
comprometemos con nosotros mismos a buscar una unidad
más profunda en la verdad, el culto, la santidad y la misión.
Los participantes en el Congreso Internacional Sobre la
Evangelización Mundial de 1974 en Lausana se regocijaron
en la unidad que experimentaron al compartir el uno con
el otro durante diez días. Diversas culturas, lenguas y tradi­
ciones eclesiásticas se mezclaron temporalmente al partici­
par los creyentes cristianos en la adoración, el compañeris­
mo, el estudio y el diálogo, unidos por la misma fe vital en
Jesucristo.
Sin embargo, ese gozo vivencial de estar juntos, tan real
y tan válido, no debe impedirnos ver hoy tres hechos fun­
damentales que inciden en la cuestión toda de la coopera­
ción en la evangelización y el testimonio mundial de la
Iglesia. (1) La experiencia de Lausana fue posible porque
creyentes de carne y hueso se reunieron en un tiempo y
un lugar particulares. (2) La unidad, aunque real, fue tem­
poral; continúa^ existiendo más como un recuerdo que
_como-unJhecho-presente. (3-)~Esta-unidad ,-aunque-basada
en el evangelio trascendente, fue hecha posible por el Con­
greso, que fue una estructura específica creada por el hom­
bre, en el tiempo y en el espacio, con varios comités y gru­
pos de apoyo. Se experimentó la unidad porque se creó
una estructura específica que la facilitó.
Es bueno tener en mente estas observaciones al conside­
rar el problema de la llriidád^de lalglésiaT- - -
La unidad de la Iglesia /2 0 5

,1. Unidad: una expresión del evangelio .


La unicidad es una característica fundamental y esencial
del evangelio. La fe bíblica descansa en esta afirmación
básica: “El Señor nuestro Dioses un Señor; y amarás al Se­
ñor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con todo tu poder” (Dt. 6:45; véase Mr. 12:29-30). La
Biblia insiste en que hay solo un Dios, en que Dios es uno
y en que todo lo que existe viene de sus manos. La Escri­
tura rechaza radicalmente todo dualismo ontològico (sea
entre bien y mal o entre espíritu y materia) principiando
con Dios y haciendo que el universo entero dependa de la
Palabra creativa de Dios. Dios y el universo pueden distin­
guirse entre sí y solo Dios es eterno.
En contraste, toda filosofía y religión no bíblica es fun­
damentalmente dualistica. Al rechazar la verdad revelada,
la humanidad tiende a hacer retroceder hasta la eternidad
el problema presente del mal y a hacer toda realidad eter­
namente dicotòmica. Tal dualismo está detrás de todo pen­
samiento no bíblico y ha contaminado a menudo la teolo­
gía cristiana.
El hecho de que Dios es uno provee el fundamento pa­
ra el énfasis que el Nuevo Testamento da a la unidad del
evangelio y de la Iglesia. “Hay un cuerpo y un Espíritu
—de la misma manera como ustedes fueron llamados a una
esperanza cuando se les llamó—, un Señor, una fe, un bautis­
mo; un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por
todos y en todos” (Ef. 4:4-6). Entonces, la unidad de la
Iglesia es en cierto sentido parte de su esencia. El evange­
lio es uno y no hay más que un evangelio porque es la ver­
dad revelada del Dios único. Y sin embargo, el hecho mis­
mo de que la Iglesia es, por naturaleza, una, si no se entien­
de bíblicamente, puede llevar fácilmente a un dualismo
platónico entre una Iglesia ideal (que es verdadera y segura­
mente una) y la iglesia real sobre la tierra. Esta última de
hecho está fragmentada pero creemos que no es necesario
preocuparse por esto en vista de que, después de todo, la
206 / La comunidad del R ey .

Iglesia ideal, “espiritual*’ es inalterablemente una* que es


lo que importa, o cuando menos es lo que pensamos.
Debido a que hay un Dios, no hay más que un evangelio.
Y porque no hay más que un evangelio no hay más que
una Iglesia. Jesucristo es uno y la Iglesia es su cuerpo que
es único también. Al encontrarse con facciones en la iglesia
corintia Pablo preguntaba: “ ¿Está dividido Cristo?” (1
Co. 1:13). No lo está, ni en la cabeza ni en el cuerpo. Y
sin embargo, la realidad temporal y espacial de la Iglesia
frecuentemente falla al tratar de mostrar esta unidad, exac­
tamente como sucedía en Corinto en el primer siglo. Mu­
chos grupos “profesan ser seguidores del Señor pero difie­
ren en su forma de pensar y siguen diferentes caminos, co­
mo si el mismo Cristo estuviera dividido” .
Los evangélicos no tienen ningún problema para afirmar
la unidad de Dios e, incluso, la del evangelio, pero frecuen­
temente nos metemos en dificultades con respecto a la Igle­
sia. ¿Qué'significa “un Señor, una fe, un bautismo” en tér­
minos prácticos cuando nos enfrentamos con la realidad de
la Iglesia en la historia?
En el grado en que ese segmento de la Iglesia que se lla­
ma a sí misma evangélica tiene dificultad con la unidad de
la Iglesia, revela un problema teológico que los evangélicos
no han tratado adecuadamente todavía: la doctrina de la
Iglesia. El hecho es que el protestantismo nunca ha desa­
rrollado una doctrina completamente bíblica de la Iglesia.
El protestantismo (y por lo tanto el movimiento evangéli­
co contemporáneo) opera con una visión a menudo con­
fusa y un tanto platónica de la Iglesia que reduce la posi­
bilidad de llegar a una solución bíblicamente correcta de
muchos problemas relacionados con la naturaleza y misión
de la Iglesia. Esto es cierto sea que se trate del problema de
la unidad, la evangelización, el testimonio social o de cual­
quier otro. La única solución, por lo tanto, es regresar a las
JEscrituras_y _extraer concienzudamente una eclesiología
bíblica que no entre en conflicto con la soteriología bí-
La unidad de la Iglesia / 207

^blica; que vea a la éclesiología y a la soteriologia como una


sola cosa, y a la Iglesia como parte del evangelio.- ........ - -
La eclesiología católica romana está basada sobre los
pilares gemelos de la Escritura y la tradición. Pero tradi­
ción generalmente ha significado predominancia de lo ins­
titucional sobre lo carismàtico en la experiencia y doctrina
de la Iglesia. Demasiado frecuentemente los protestantes
conservadores han aceptado tácitamente esta forma de
concebir el cuerpo de Cristo. El resultado ha sido un énfa­
sis excesivo en la cuestión de la unidad organizacional ver­
sus la espiritual, que las ve como categorías casi mutua­
mente excluyentes. Debido a los excesos del catolicismo
romano y del movimiento ecuménico, muchos evangélicos
tienden a rechazar al instante cualquier conversación sobre
unidad organizacional y están satisfechos con una unidad
“espiritual” vaga e indefinible que, consecuentemente,
tiene muy poco significado histórico y práctico. Henri
Blocher tiene razón cuando dice que “la unidad invisible
debe ser expresada en una forma visible”. Su pregunta:
“ ¿No hemos caído en una autosatisfacción fácil cuando
hemos aclamado nuestra unidad espiritual?” puede ser
contestada afirmativamente.
La recuperación del entendimiento bíblico de la Iglesia
significará la habilidad para ver que la unidad espiritual y la
unidad organizacional (o mejor dicho, estructural) son di­
ferentes pero no necesariamente antitéticas. Las opciones
no son meramente aceptar a la Iglesia como esencialmente
institucional (que es la visión tradicional católica romana)
o de lo contrario, rechazar la validez de, y por lo tanto la
necesidad de, toda unidad organizacional. Las estructuras
organizacionales e institucionales tienen su validez funcio­
nal, siempre que sean consideradas como estructuras para­
eclesiásticas y no como algo sagrado.
Que no hay sino un Dios y un evangelio significa que
tampoco puede haber sino una Iglesia de Jesucristo. Pero
la afirmación una Iglesia debe ser entendida bíblicamente.
208 ¡La comunidad del Rey

No hay sino un pueblo de Dios sobre la tierra, y es como


pueblo de Dios que la Iglesia es una.1 Esto es mucho más
que una unidad invisible, espiritual. Esta unicidad no debe
ser eludida hasta la “eternidad” porque existe en el espacio
y en el tiempo, aunque imperfectamente y tanto por razo­
nes teológicas como por razones prácticas debe recibir al­
guna expresión estructural. La unidad de la Iglesia es re­
querida, por lo tahto, como una expresión del evangelio
mismo. La Iglesia debe ser efectivamente “una en el Espí­
ritu” . ^
Dos veces la declaración sobre “Cooperación en la Evan-
gelización” en el Pacto de Lausana (citado antes) usa la fra­
se, “unidad en la verdad” . Unidad en la verdad es unidad
en Jesucristo, que es la verdad. El es, en efecto, la verdad
encamada. De modo que la unidad de la Iglesia en la
verdad significa encamar la verdad de Jesucristo en el mun­
do y en las culturas de hoy.
Juan 17 es especialmente útil en este caso. Varias cosas
sobresalen en la oración de Cristo por la unidad de la
Iglesia.
Primero, el propósito primario de la unidad de la Iglesia
es que Dios pueda ser glorificado. Jesús ora: “Glorifica a
tu Hijo, para que tu Hijo pueda glorificarte a ti” (Jn. 17:1).
La mayor preocupación de Cristo, aquí como siempre, es
que Dios el Padre pueda ser glorificado. Ocho veces Jesús
se refiere a esto en su oración. Cristo ora por la unidad y el
testimonio de sus discípuUps con el objeto de que Dios pue­
da recibir gloria. Jesús dice de sus seguidores en el versícu­
lo 10: “He recibido gloria a través de ellos”. Este es, sobre
todo, el propósito y objetivo de la Iglesia. El pueblo de
Dios está llamado a vivir “para alabanza de su gloria” (Ef.
1:12); “a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús” (Ef.
3:21). Como nos recuerda Peter Beyerhaus: “Hoy es extre­
madamente importante enfatizar la prioridad de este obje­
tivo doxológico antes de cualquier otro objetivo de misión”.
Segundo, el propósito de la unidad de la Iglesia es la co­
La unidad de la Iglesia ¡ 209

municación auténtica de las buenas nuevas. Esto se expresa


más claramente en los versículos 21 y 23. Jesús ora que to­
dos sus seguidores “puedan ser uno, Padre, así como tú es­
tás en mí y yo estoy en ti. Que ellos también puedan es­
tar en nosotros para que el mundo pueda creer que tú me
has enviado... Yo en ellos y tú en mí. Que ellos puedan
ser traídos a una unidad completa para que el mundo sepa
que tú me enviaste y que los has amado como me has ama­
do a m í” . La Iglesia debe mostrar “unidad en la verdad”
para que las buenas nuevas puedan ser creíbles.
Tercero, unidad en la verdad es unidad con Cristo y por
lo tanto con la Trinidad. La oración de Jesús es “que ellos
puedan ser uno como nosotros somos uno” (v. 11). Esta
unidad es: “Yo en ellos y tú en m í” (v. 23). Además, la
misma clase de unidad que existe entre las personas de la
Trinidad ha de encontrarse dentro de la Iglesia y entre Cris­
to y la Iglesia. La Iglesia ha de ser una “de la misma mane­
ra que tú estás en mí y yo estoy en ti” (v. 21). La palabra
clave en toda esta oración es como. Debemos notar espe­
cialmente el versículo 18: “Como tú me enviaste al mundo,
yo los he enviado al mundo” (compare con Jn. 17:18). La
Iglesia ha de demostrar dentro de sí misma y en relación
con Jesucristo la misma calidad de relación que existe en­
tre Jesucristo y Dios el Padre. Esta es unidad en la verdad,
verdadera unidad.
Finalmente, esta unidad en la verdad significa tanto uni­
dad en el credo como unidad de vida; tanto ortodoxia co­
mo ortopraxis. Unidad en la verdad significa unidad en el
credo. Los cristianos comparten la misma esperanza, la
misma fe (Ef. 4:4-5). Cristo ora por sus discípulos porque
ellos han recibido y guardado sus palabras (Jn. 17:6-8).
El versículo 17 es la afirmación clave: “Santifícalos a tra­
vés de la verdad; tu palabra es la verdad” . Unidad en la ver­
dad es unidad en la Palabra de Dios y en las palabras de
Cristo. En cuatro ocasiones aquí Jesús habla de la palabra
que ha recibido del Padre y transmitido a sus discípulos.
2 1 0 1La comunidad del Rey

Lo que Cristo compartía con sus seguidores tenía un verda­


dero contenido que podía ser comunicado; no era simple­
mente una experiencia existencial, supra-racional. Es signi­
ficativo que Cristo ora “por aquellos que creerán en m í a
través de su mensaje” (v. 20), no solamente a través de su
vida. La evangelización involucra la comunicación de un
mensaje. Y la unidad en la verdad debe estar basada en un
acuerdo básico en relación al contenido de ese mensaje.
Pero unidad en la verdad significa también unidad de vi­
da. Significa ortopraxis, o lo que Francis Schaeffer ha lla­
mado “ortodoxia de comunidad”. La Encamación requiere
que se vivan en la experiencia diaria las implicaciones de la
verdad revelada. Esto será incluido también en la oración :
“Santifícalos a través de la verdad” (v. 17). Los seguidores
de Cristo son enviados al mundo como Jesús mismo fue
enviado: como verdad encamada (v. 18). Sus discípulos
han de ser conocidos por el amor (v. 26) y el gozo (v. 13)
que demuestran. Que la Iglesia sea una en Cristo como
Cristo es uno con el Padre, ciertamente significa más que
un mero acuerdo doctrinal. La cruz debe ser tomada como
la base no solamente de la soteriología sino también de la
ética. “No hay dicotomía bíblica entre la Palabra hablada
y la Palabra hecha visible en las vidas del pueblo de Dios.
Los hombres mirarán mientras escuchan y lo que ven debe
estar de acuerdo con lo que oyen” . Tanto la unidad como
la evangelización implican mucho más que simplemente
trasmitir lo que Samuel Escobar ha llamado “resúmenes
verbales” del evangelio.
La unidad de la Iglesia, especialmente a escala general,
ciertamente no involucrará acuerdo en cada punto de doc­
trina, práctica o metodología. Pero debe estar basada en la
unidad en la verdad tanto en su dimensión verbal como en
su dimensión encamacional.

2. Un ecumenismo evangélico
Como ya se ha señalado, Jesús mismo subrayó la impor-
La unidad de la Iglesia / 211

' tanda pragmática de la unidad para el testimonio cuando'


oró: “que todos puedan ser uno,... para que el mundo
pueda creer que tú me has enviado” (Jn. 17:21).
Extrañamente, las empresas evangelísticas y misioneras
entre los evangélicos han tendido a menudo más hacia la
fragmentación que hacia la unidad. Aquellos que están
más profundamente preocupados por la evangelización
son a menudo los más firmemente opuestos, o indiferen­
tes, a las cuestiones prácticas de la unidad. Por causa de
una evangeliz ación efectiva, debemos considerar más seria­
mente la oración de Jesús por la unidad.
Si tanto la evangeliz ación como la gloria de Dios nos lla­
man con urgencia a la unidad, esta cuestión se transforma
en una preocupación mayor para los cristianos de buena fe
de lo que ha sido hasta ahora. Los evangélicos harían bien
en considerar lo que Donald G. Bloesch ha escrito en su
capítulo sobre la unidad cristiana en The Reform o f the
Church. Dice Bloesch:
La meta del ecumenismo auténtico no es una superigle-
sia con poder y prestigio sino más bien uña comunidad
mundial de creyentes unidos bajo la Palabra y dedicados a
la conversión y salvación de la humanidad. Lo que debe­
mos buscar es... un ecumenismo evangélico que coloque
a la misión cristiana por encima de la supervivencia insti­
tucional.
La meta de tal “ecumenismo evangélico” , dice Bloesch,
“no sería simplemente la unidad de la iglesia sino también
y-sobre-todo-la_conversión del mundo” . El motivo misio­
nero, más que ser una excusa para continuar la fragmenta-
dón, debe ser la razón de la convergencia evangélica.2 En
el presente la mayoría de los ecumenistas parecen estar
preocupados por la unidad en sí misma y no tener ningu­
na preocupación por la evangelización (en el sentido bíbli­
co), al mismo tiempo que demasiados evangélicos parecen
estar preocupados por la evangelización en sí misma pero
con poca preocupación por la unidad y la cooperación
212 ¡La comunidad del Rey La unidad de la Iglesia ¡213

evangelísticamente necesarias. El llamado de Bloesch a un que no pudo ser integrado en la experiencia diaria de con­
ecumenismo evangélico es oportuno. gregaciones cristianas locales específicas. Se reconoce aho­
Parecería que la mayoría de los evangélicos no están ra generalmente que esta fue la principal debilidad de las
realmente convencidos de que la cooperación y la unidad primeras cruzadas de Evangelismo a Fondo. Si ha sido tam­
son esenciales para una evangelización efectiva. Si están bién una debilidad de otros esfuerzos estructurados más re­
convencidos de esto, podemos preguntar legítimamente, cientemente y en forma un tanto diferente, es algo que es­
¿dónde está la prueba? Hay pocos signos de unidad visibles tá todavía por determinarse.
en el día de hoy, además de las cruzadas evangelísticas o El mandato evangelístico-misionero llama hoy con ur­
esfuerzos similares que son esencialmente excepcionales y gencia a la Iglesia a esfuerzos cooperativos más efectivos en
de corto plazo y que están, generalmente, conectados con la evangelización y también a alguna forma de unidad visi­
la Iglesia solo en forma marginal. La tendencia, por supues­ ble de la Iglesia misma. Y en ambos casos, la unidad se
to, es a minimizar tal carencia afirmando la “unidad invisi­ transforma no solo en un problema de concepto sino tam­
ble, espiritual” de la Iglesia. bién en un problema de estructura.
Yo sugiero que el problema aquí es, otra vez, el de nues­ En su oración de sumo sacerdote, Jesús ora por la unici­
tra concepción de la Iglesia. La falta de una visión suficien­ dad de todos los creyentes, no meramente por “coopera­
temente bíblica de la Iglesia produce dos resultados: pri­ ción en la evangelización” . Jesús estaba preocupado por la
mero, la tendencia a limitar toda la cuestión de la unidad unidad de la Iglesia, y los cristianos deben compartir esta
a la dimensión invisible-espiritual, y segundo, la tendencia preocupación en el día de hoy. Pero cualquier ecumenis­
de los esfuerzos de cooperación a estar relacionados solo mo evangélico válido debe estar basado no en un pragma­
marginalmente con la verdadera edificación de la Iglesia. tismo evangelístico sino, más fundamentalmente, en un
¿Qué es lo esencial para la proclamación efectiva del claro entendimiento bíblico de la Iglesia.
evangelio, esfuerzos evangelísticos cooperativos o la unidad Ni la evangelización ni el ecumenismo son una entidad
visible misma de la Iglesia? ¿Qué es lo más crucial, unidad en sí mismos. Ambos son aspectos de la vida de la Iglesia
en la evangelización o la unidad del pueblo de Dios? ¿Se en el mundo. Y ambos están definidos por el mandato
convencerá el mundo más fácilmente a través de los es­ bíblico de la Iglesia y el evangelio. Cuando tanto la evan­
fuerzos evangelísticos unidos o a través de la unidad cor­ gelización como el ecumenismo sean definidos con base
porativa de la Iglesia como el pueblo de Dios? en una comprensión oíblica de la Iglesia (es decir, con base
No es cuestión de escoger entre, una cosa o la .otra, por - en la éclesiología y no solo en la soteriología concebida en
supuesto. Ciertamente la evangelización cooperativa debe forma restringida), entonces será aparente que estas dos
ser estimulada. Pero tal evangelización debe estar relaciona­ preocupaciones están esencialmente interrelacionadas.
da integralmente a la vida y edificación de comunidades
Por lo tanto, sugiero que tanto el mandato evangelís­
locales de creyentes. El principal problema con los esfuer­
tico como el motivo ecuménico están llamando a la Igle­
zos evangelísticos hasta ahora es que tales esfuerzos en
sia contemporánea a una nueva búsqueda del concepto
gran parte no han estado relacionados con la vida comuni­
taria de la Iglesia qije tiene lugar todos los días.. Han sido bíblico de pueblo de Dios. La cuestión eclesiológica ne­
un programa especial, extraordinario, intensivo, adicional, cesita ser investigada ulteriormente para que pueda proveer
214 ¡La comunidad del Rey

una base adecuada para el desarrollo futuro de las empresas


evangelísticas y ecuménicas.

3. Un problema de estructura
He enfatizado que el Congreso Internacional Sobre la
Evangelización Mundial fue una estructura específica crea­
da por el hombre. Además, en gran parte fue posible debi­
do a la existencia y a los recursos de otra estructura evan­
gélica importante: la Asociación Evangelística de Billy
Graham.
La cooperación y la unidad no “simplemente se dan” se­
paradas de estructuras que las hagan posibles. Dios obra
hoy, como lo ha hecho a través de la historia, no solo a tra­
vés de seres humanos sino también a través de estructuras
humanas. La cooperación y la unidad de la Iglesia son, por
lo tanto, también problemas de estructura. La cuestión es,
¿qué clases de estructuras pueden y deben ser creadas pa­
ra mejorar la unidad de la verdadera Iglesia y la proclama­
ción efectiva del evangelio?
Deben crearse a varios niveles estructuras para la coope­
ración y unidad de las diversas comunidades del pueblo
único de Dios. La diversidad cultural dicta una variedad
considerable en la adoración y en el estilo de vida comuni­
tario de la Iglesia, pero a cada nivel esta diversidad debe
ser trascendida por algunas estructuras para la unidad, vi­
sibles. La diversidad cultural no debe ser transformada en
una excusa para la falta de alguna demostración visible de
reconciliación y de verdadera unidad. Argumentos en favor
de la organización de “unidades homogéneas” no deben
minar la insistencia bíblica sobre la unidad del cuerpo de
Cristo.
El principio estructural para la expresión de la unidad
de la Iglesia es el del cuerpo. La Iglesia es el cuerpo del que
Cristo es la única cabeza. Este principio se aplica bien a to­
dos los niveles. Por lo tanto, las estructuras válidas para la
unidad deben estar basadas en un modelo carismático-orgá-
La unidad de la Iglesia / 215

nico, en lugar de estarlo sobre un modelo institucional-


jerárquico. En la práctica, esto significa que tales estructu­
ras deben ser flexibles y funcionales y deben ser considera­
das como estructuras paraeclesiásticas para la expresión
de la unidad, y no como una parte esencial de la Iglesia
misma.
Debe darse prioridad a la expresión de la unidad cristia­
na en los centros urbanos del día de hoy. Jacques Ellul su­
giere que “la ciudad es la obra más grande del hombre. Es
su gran intento de alcanzar autonomía, de ejercitar su vo­
luntad e inteligencia” . La ciudad moderna es el campo de
batalla donde la Iglesia se enfrenta con los principados y
potestades. Es por lo tanto, el lugar principal donde nece­
sita demostrarse la unidad cristiana.
En las ciudades alrededor del mundo donde sea posible,
deben celebrarse regularmente concentraciones públicas
masivas que unan a todo el pueblo de Dios de la ciudad
que esté dispuesto a cooperar. Si en las principales ciuda­
des alrededor del mundo todos los verdaderos cristianos
pudieran unirse regularmente en una “gran congregación”
para cantar gozosamente alabanzas a Dios, escuchar la Pa­
labra y dar testimonio, el impacto sería incalculable. Ta­
les concentraciones darían un testimonio público, visible
de la unidad del cuerpo de Cristo y pondrían otra vez a la
fe en el centro de la atención pública. Estas reuniones de­
ben ser regulares y frecuentes (probablemente una vez al
mes) y deben unir a todos aquellos que están dispuestos a
confesar que Jesucristo es Señor y Salvador, sean católi­
cos, protestantes u ortodoxos. Deben llevarse a cabo en lo­
cales públicos grandes, donde esto sea posible. Y así, en
cada ciudad, la Iglesia podría recuperar algo del sentido de
ser un pueblo que atravesaría las líneas denominacionales
y confesionales; y en esta forma el mundo podría vislum­
brar la realidad visible de la Iglesia unificada.
Para el compañerismo y el testimonio unificados, es ne­
cesaria alguna forma de estructura a nivel mundial Esta
216 / La comunidad del Rey

estructura debe servir principalmente como (a) un “centro


nervioso” de información para difundir lo que está suce­
diendo en el mundo entero con el crecimiento y el testi­
monio de la Iglesia; (b) un punto de contacto y comuni­
cación entre las numerosas estructuras evangélicas que exis­
ten alrededor del mundo, tales como estructuras evangéli­
cas y misioneras, denominaciones, sociedades bíblicas, se­
minarios, universidades y las comunas evangélicas que es­
tán surgiendo; (c) una estructura que facilite o que actúe
como catalizadora para lograr la comunicación directa en­
tre estructuras similares de varias partes del mundo. Su
función debe ser primariamente de información, comunica­
ción y coordinación, y no de iniciación de nuevos progra­
mas por cuenta propia, porque esto originaría una tenden­
cia hacia el institucionalismo y la duplicación de los minis­
terios existentes.
Si tal estructura está basada en una comprensión clara
de la Iglesia, podrá dar con todo éxito alguna expresión
visible y organizada sin tender a convertirse en una super-
iglesia. La estructura debe ser esencialmente para-eclesiás-
tica y no s^per-eclesiástica. Debe situarse al lado del ver­
dadero cuerpo de Cristo y servirlo, sin estar nunca por
encima de él ni apropiarse jamás las prerrogativas de la
cabeza, Jesucristo. De este modo promoverá una unidad
que es al mismo tiempo espiritual y visible.
El cristianismo evangélico es en el día de hoy más que
un grupo de iglesias teológicamente conservadoras. Es cada
vez en menor grado una rama específica del protestantis­
mo occidental y cada vez en mayor grado un movimiento
transconfesional en favor del cristianismo bíblico dentro
de la Iglesia mundial de Jesucristo. Podría transformarse
en un movimiento que ofreciera la esperanza de poder
romper la esclavitud del “cristianismo de cultura” america­
no y europeo que tiene el movimiento evangélico occi­
dental.3
No es ésta la ocasión, sin embargo, para el triunfalismo;
La unidad de la Iglesia / 217

las tensiones y las manchas del movimiento evangélico, tan­


to presentes como potenciales, son demasiado serias para
eso, sino más bien para el surgimiento de lo que Donald
Bloesch llama “un movimiento evangélico católico” . “La
clase de teología que debemos buscar”, dice, “es una que
sea al mismo tiempo profundamente evangélica y autén­
ticamente católica”. Bíblicamente, “uno no puede ser
completamente evangélico sin al mismo tiempo ser verda­
deramente católico. Y uno no puede ser católico sin ser
también evangélico” .
Hoy puede ser el tiempo apropiado para el surgimiento
de un movimiento evangélico enteramente bíblico que in­
cluya católicos, protestantes, ortodoxos y judíos cristianos.
Arthur Glasser nota que “los protestantes evangélicos están
empezando a encontrar católicos evangélicos” y están des­
cubriendo que “muchos católicos leales conocen y aman a
Jesucristo con una intimidad y una devoción que sobrepa­
sa la que ellos tienen” . El énfasis bíblico y carismàtico
dentro del catolicismo romano en el despertamiento del
Vaticano II está invalidando rápidamente muchas de las
tradicionales críticas protestantes a la iglesia romana. El
movimiento carismàtico está reuniendo ya a muchos cató­
licos y evangélicos. Y en algunos países donde los católicos
están experimentando una renovación se hace la pregunta
que no puede contestarse fácilmente: ¿Quién está llevando
a cabo más evangelización, los católicos o los protestantes?
El Pacto del Congreso Internacional sobre la Evangeliza­
ción Mundial es un documento no sectario. En efecto, ni
siquiera es un documento específicamente protestante.
Debido a que intentó ser al mismo tiempo evangélico y bí­
blico, tuvo éxito también en ser sorprendentemente cató­
lico. Este Pacto, o algo semejante, podría servir muy bien
como la base de un compañerismo cristiano a nivel mun­
dial que fuera al mismo tiempo evangélico, católico y caris­
màtico.
¿No deben ser éstas, en efecto, las marcas de la unidad
218 ¡ La comunidad del Rey

en la verdad que está surgiendo en el movimiento evangé­


lico? Porque la Iglesia de Jesucristo debe ser evangélica, só­
lidamente basada en el evangelio bíblico puro y en sus re­
querimientos para el testimonio y el discipulado. La Iglesia
debe ser también católica, preocupada por la unidad, uni­
versalidad y santidad de la Iglesia. Y debe ser también ca­
rismàtica, viviendo en una comunidad íntima a través de la
existencia del amor, la gracia y el poder del Espíritu Santo
como una realidad presente. Es en esta forma que “todo el
cuerpo, concertado y unido por todos los ligamentos, cre­
ce y se edifica en amor” (Ef. 4:16).

NOTAS

1. Esta afirmación no tiene el propósito de excluir a los judíos,


que en un sentido especial continúan siendo el pueblo de Dios.
2. Es conveniente recordar que el m ovimiento ecum énico moder­
no surgió de una genuina preocupación evangelística y m isio­
nera. Pero con el tiem po abandonó su contenido bíblico y teo­
lógico y se desvió considerablemente. A causa de esto, muchos
evangélicos prácticamente equiparan el ecumenismo con
herejía.
3. Los evangélicos más jóvenes de los Estados Unidos, que han
reaccionado, comprensible y necesariamente, en contra de la
estrechez teológica y de la limitación cultural de gran parte del
movimiento evangélico americano, en su intento de ser radi­
calmente bíblicos, necesitan que se les recuerde que el movi­
miento evangélico a nivel mundial no puede ser definido ya so­
lamente en términos de su expresión norteamericana. Hay mu­
chos líderes evangélicos que están surgiendo en el Tercer Mun­
do que comparten muchas de sus preocupaciones y de sus pers­
pectivas y que pueden tener mucho que enseñarles.
EPILOGO:
DE AQUI AL REINO

“Tanto de nuestra investigación como de la opinión de los


misioneros de carrera que preparamos”, escribe Charles H.
Kraft, de la Fuller Seminary School of World Mission,
“resulta la abrumadora impresión de que una de las partes
más débiles en nuestra armadura teológica es nuestra doc­
trina de la Iglesia. Tendemos a hablar de la Iglesia en tér­
minos idealistas o a criticar ásperamente las expresiones de
la Iglesia que vemos alrededor nuestro porque están lejos
del ideal. Pero a menudo parecemos tener poco entendi­
m ien tojeald ejQ jg u ejin x laj]^
ra ello, ya que los enfoques teológicos a la doctrina igno­
ran en una gran parte las facetas culturales y sociológicas
que constituyen la mayoría de las características manifies­
tas de la ‘calidad de iglesia’” .
En este libro, he intentado tomar al mismo tiempo lo
ideal y lo real en ese extraño organismo llamado “Iglesia”
y de alinear concepciones teológicas con realidades cultura­
les y sociológicas, cuando menos en una forma sugerente y
220 / La comunidad del Rey

rudimentaria. En esta última sección, en un intento adicio­


nal de ser práctico y hablar de la Iglesia en términos fun­
cionales, me gustaría ofrecer siete sugerencias prácticas pa­
ra renovar la autenticidad de la Iglesia y contribuir a su vi­
sión del Reino.

1. Siete pasos hacia la renovación


¿Qué puede hacer una iglesia local para mejorar su vi­
sión del Reino y para llegar a ser más auténticamente la
comunidad del Rey?
1.1 Emprender un estudio de la naturaleza bíblica de la
Iglesia. Muchas congregaciones locales podrían ver revolu­
cionada su existencia por medio de un estudio de la Iglesia
que durara todo el año. La predicación y la enseñanza po­
drían coordinarse con estudios bíblicos en grupos peque­
ños en los cuales la Iglesia fuera el tópico principal. La
atención podría concentrarse en libros tales como Hechos,
1 Corintios, Efesios y Colosenses, dando atención también
al desarrollo del plan de Dios en el Antiguo Testamento
(particularmente a los conceptos del pacto y del pueblo de
Dios) y al material relevante en los Evangelios. La lectura
de libros importantes sobre la Iglesia debe ser también par­
te de este proceso.1
Sin embargo, todas las lecturas y la consideración de
otros materiales deben estar subordinadas al estudio de las
Escrituras y a lo que ellas revelan acerca de la Iglesia y del
Reino. Mi propio pensamiento sobre la Iglesia se ha benefi­
ciado inmensamente del examen hecho en estudio^ bí-
blicos en grupos pequeños.
1.2 Evaluar la calidad de la vida de comunidad de la
Iglesia. Alguna forma de autoestudio -o tra vez, usando
grupos pequeños- puede ser útil. La tarea de evaluación
provee el enfoque objetivo, mientras que la interacción en
el grupo pequeño profundiza la experiencia personal de
comunidad. Lawrence Richards en A New Face for the
Church da indicaciones para una evaluación tal, junto con
Epílogo: De aquí al Reino / 221

ejemplos e ilustraciones. El estudio bíblico debe acompa­


ñar la evaluación.
1.3 Intentar pensar en todo lo que la Biblia enseña
acerca de los dones del Espíritu. Más calor que luz sale de
este tema, pero las enseñanzas bíblicas son muy claras.
Tanto el énfasis pastoral como el de grupo pequeño en los
dones (y los dos deben ir juntos) se enfocaría en pasajes
tales como Romanos 12, 1 Corintios 12-14, Efesios 4 y 1
Pedro 4, con un estudio concomitante de la doctrina rela­
cionada del sacerdocio de los creyentes. El objetivo sería
crear una “conciencia de los dones” y ayudar a cada cre­
yente a identificar y a usar sus dones.
1.4 Intentar conscientemente trascender la dicotomía
clero-laicado tanto en pensamiento como en palabra. Esta
sugerencia aparentemente fútil es más sustancial de lo que
parece. Nuestros patrones de lenguaje hablado reflejan y
refuerzan nuestros conceptos, y nuestros conceptos deter­
minan en última instancia nuestras acciones. Darse cuenta
de que existe un lenguaje no bíblico al hablar de la Iglesia
es tan importante como darse cuenta del uso de términos
sexistas o racistas. Eliminar la palabra laico del vocabula­
rio de uno, por ejemplo, fuerza a la persona a reconsiderar
su concepción de la Iglesia y es una disciplina que tiene su
recompensa. Además, grupos pequeños podrían estudiar
los conceptos bíblicos de ministerio y de pueblo, y empe­
zar a incorporar sus descubrimientos en su pensamiento y
en su lenguaje. El objetivo es remover cualquier dualismo
antibíblico y crear la conciencia de que todos los creyentes
son pueblo de Dios y tienen alguna “obra de ministerio” .
(En este libro, laico y laicado no se usan excepto en pasa­
jes explicativos como éste.)
1.5 Considerar la formación de una o dos nuevas con­
gregaciones a partir de la iglesia local existente. Algunas
iglesias nunca empezarán a crecer hasta que se dividan. Las
iglesias que tienen varios cientos de miembros deben consi­
derar seriamente el reunir unas cuantas familias que vivan
222 / La comunidad del Rey

en la misma área y utilizarlas como el núcleo de una nueva


congregación. Frecuentemente, esto es más efectivo que
una misión de predicación, campañas “de avivamiento” u
otros esfuerzos intensivos a corto plazo porque crea un
segundo centro de crecimiento y profundiza el involucra-
miento de los que participan.
Este proceso de multiplicación podría ser el resultado
natural de las primeras tres sugerencias. El nuevo grupo
que se forma no termina inmediatamente su relación con la
iglesia madre, sino que empieza a llevar a cabo su propio
ministerio y vida de comunidad a través de grupos peque­
ños, de servicio y de adoración. Cuando el crecimiento es
lo suficientemente importante, el grupo puede tener que
cambiarse a lin sótano grande o garage o a alguna otra es­
tructura. Puede rentar una escuela, centro social o salón de
la comunidad. Al concentrarse en las personas en lugar de
hacerlo en programas o edificios, muy pronto el grupo será
capaz de sostener uno o más obreros de tiempo completo.
Al darse el crecimiento normal de la iglesia, pueden tener
lugar divisiones sucesivas.
1.6 Formar algunos compañerismos de grupos peque­
ños como grupos de misión o de ministerio especial, como
se indicó en el capítulo ocho. Estos grupos pueden ser es­
pecialmente efectivos en el ministerio social de la iglesia.
Gordon Cosby explica con todo detalle una forma en que
tales grupos pueden funcionar en su libro Handbook for
Mission Groups.
1.7 Identificar segmentos de la población circundante
especialmente abiertos al evangelio, entre los cuales po­
drían establecerse nuevas iglesias. Yendo un paso más
allá de la quinta sugerencia, una iglesia local puede de he­
cho buscar grupos receptivos fácilmente al alcance de la
iglesia e intentar ministrar ahí. Particularmente en los cen­
tros urbanos, algunos miembros de la iglesia probablemen­
te vivirán cerca de grupos específicos que pueden ser alta­
mente receptivos al evangelio. Tales grupos pueden incluir
Epílogo: De aquí al Reino / 223

a los habitantes de las zonas pobres de la ciudad, grupos


étnicos u ocupacionales, a personas recluidas en hospita­
les, asilos o prisiones y prácticamente olvidados por la
sociedad. Dos o tres familias con el apoyo activo de toda la
iglesia podrían iniciar un ministerio evangelístico con la
meta específica de establecer una nueva congregación au-
tosuficiente. El librito de Melvin Hodges, A Cuide to
Church Planting, ofrece consejo excelente para aquellos
que desean iniciar un ministerio de establecimiento de igle­
sias.

2. El costo del Reino


Estas sugerencias no significan que no sean necesarias
innovaciones fundamentales adicionales en la Iglesia en el
día de hoy. Nuestra experiencia de la Iglesia, en general, es
todavía demasiado superficial La koinonía no ha sido per­
cibida todavía por la mayoría de nosotros en sus dimensio­
nes críticas o bien sigue siendo una visión no alcanzada por
la que suspiramos. Anhelamos ser francos y honestos y ca­
riñosos y útiles a nuestros hermanos y hermanas y que
ellos sean así con nosotros. Pero los medios para llegar a
ese nivel de afecto o nos eluden o parecen ser demasiado
costosos.
Requerirían que abriéramos a otras personas áreas de
nuestras vidas a las cuales apenas permitimos a Dios que
se asome.
Por lo tanto, debemos aprender de nuestras hermanas y
hermanos cristianos de otras comuniones que están vivien­
do y experimentando ahora la profunda realidad de com­
partimiento de la Iglesia. En muchos casos encontramos
que lo que practican es tan puro y bíblico como nuestra
propia doctrina.
Debemos examinar las nuevas formas de comunidad
cristiana que están surgiendo alrededor de nosotros y, don­
de sea necesario, iniciar patrones nuevos nosotros mismos.
Varias formas de comunas cristianas u otras comunidades
224 ¡La comunidad del Rey

formadas exprofeso pueden ayudar a la iglesia en su con­


junto a aprender más plenamente el significado del discipu­
lado. Pueden mostrar nuevas formas de ministrar e incor­
porar los recursos de los de edad avanzada y de los reclui­
dos en instituciones. Pueden proveer un hogar para minis­
terios cristianos creativos en las artes, en la literatura y en
la reflexión teológica.
El Reino de Dios en su plenitud probablemente no es­
tará aquí mañana. Ni la semana próxima. Por ahora, más
importante que tratar de oír el sonido de la trompeta en
los cielos, es escuchar cuidadosamente el clamor de los per­
didos y de la gente sin esperanza y cuidar de los niños que
están demasiado débiles para llorar porque no tienen qué
comer.
Y, ciertamente, debemos volver nuestra mirada a Jesús
resucitado, sentado a la diestra de Dios y seguro de regre­
sar. Pero también debemos recordar que Jesús anduvo
en esta tierra y murió en la cruz.
Pensemos en Jesús en la cruz. ¿Qué significa su sufri­
miento para nosotros en este ínterin antes de que el Reino
venga plenamente? ¿Debe ser su cuerpo, la Iglesia sobre la
tierra hoy, como El mismo fue hace dos mil años?
Algunos dicen que Cristo sufrió para que nosotros no
tuviéramos que sufrir. Jesús tomó nuestro lugar en la cruz
y sufrió allí para salvamos. A través de su muerte tenemos
vida. Por medio de su tristeza tenemos gozo. A causa de
que El renunció a sí mismo nosotros somos ricos.
Pero otros miran en forma diferente el sufrimiento de
Jesús. Ellos dicen que su sufrimiento revela las dimensio­
nes del discipulado cristiano. La muerte y resurrección de
Cristo nos muestran lo que pasa a toda persona que busca
primero el Reino de Dios. La crucifixión es una demos­
tración para nosotros del significado y del costo del disci­
pulado. Por lo tanto, la cruz no es nuestro escape del su­
frimiento sino más bien nuestra garantía de sufrimiento.
Jesús es más nuestro modelo que nuestra ruta de escape.
Epílogo: De aquí al Reino ¡225

¿Cuál punto de vista es bíblico?


.. Ambos. Jesús efectivamente tomó nuestro lugar en la
cruz; a través de ese sacrificio tenemos vida. Hemos sido
hecho ricos. “Porque ustedes conocen la gracia de nuestro
Señor Jesucristo, que aunque él era rico, no obstante por
causa nuestra se hizo pobre, para que ustedes a través de su
pobreza pudieran ser enriquecidos” (2 Co. 8:9).
Pero esa no es toda la historia y no es la definición de
discipulado. Porque Pablo dice: “Su actitud debe ser la
misma que la de Cristo Jesús; quien, siendo en su naturale­
za misma Dios, no consideró la igualdad con Dios algo a lo
que podía aferrarse, sino que se anonadó a sí mismo, to­
mando la naturaleza misma de un siervo, siendo hecho en
semejanza humana. Y siendo encontrado en apariencia
como un hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obedien­
te hasta la muerte —¡y muerte de cruz!” (Fil. 2:5-8). Y
Juan dice: “En este mundo somos como él” (1 Jn. 4:17).
Jesús dijo: “Si alguien quiere venir en pos de mí, tiene que
negarse a sí mismo y tomar su cruz diariamente y seguir­
me” (Le. 9:23). “El que dice que vive en él debe andar
como Jesús lo hizo” (1 Jn. 2:6). Y el apóstol Pedro nos
dice: “A esto fueron ustedes llamados, porque Cristo su­
frió por ustedes, dejándoles un ejemplo, que ustedes deben
seguir en sus pasos” (1 P. 2:21).
Cuando hablamos acerca de nuestra redención, de nues­
tra salvación eterna, entonces podemos decir gozosamente
que Cristo ha sufrido para que nosotros no tengamos que
sufrir. El ha tomado sobre sí mismo la culpa y el castigo
por el pecado. Pero cuando hablamos de nuestra vida en
el mundo, de discipulado, vemos otra verdad que está vi­
gente. La Escritura es consistente al mostramos que el dis­
cípulo tiene que ser como su maestro y que la negación de
sí mismo, la autorrenunciación y la crucifixión son marcas
universales de aquellos que siguen a Jesús.
¿Pero qué clase de auto-renunciación? Es fácil tener una
visión distorsionada de lo que la Biblia quiere decir al res-
226 ¡La comunidad del Rey

peoto. Dios no nos está pidiendo que descendamos hasta el


fondo de nuestra espiritualidad, tomemos nuestra propia
individualidad por las raíces y la arrojemos por la borda.
La verdadera fe cristiana es autoafírmadora, no automu-
tiladora. El cristiano verdadero no trata de eliminar su yo o
de matar su voluntad; más bien determina voluntariamente
hacer la voluntad del Padre. El verdadero discipulado es to­
mar la determinación de hacer lo que Jesús mostró que
sus seguidores deben hacer. Amor por Cristo significa
obediencia al estilo de vida de Jesús. Cuando Pablo de­
cía, “estoy crucificado con Cristo” , no estaba describiendo
un proceso psicológico introspectivo a través del cual esta­
ba reduciendo su ego a cero; más bien estaba diciendo,
“en efecto determino renunciar a mis propios derechos en
la misma forma que Jesús lo hizo; decido no simplemente
acumular los beneficios que Cristo ha provisto, sino seguir
su modelo al compartir estos beneficios con el mundo” .
Por eso Pablo dice en otra parte “considero todo como una
pérdida comparado con la sublime grandeza de conocer a
Cristo Jesús mi Señor, por cuya causa he perdido todas las
cosas... Quiero conocer a Cristo y el poder de su resurrec­
ción y la comunión de compartir en sus sufrimientos,
haciéndome como él en su muerte, y así, de alguna mane­
ra, alcanzar la resurrección de entre los muertos” (Fil. 3:8,
10- 11 ).
La ética del Reino, por lo tanto, es ética de crucifixión,
vida marcada por la cruz. Es la vida que se ofrece. Y esto
va contra la naturaleza humana. Como humanos, preferi­
mos sustituir la ética de crucifixión por ética de triunfo.
Queremos apresuramos de la cruz a la corona. Queremos
vivir ahora como si el Reino hubiera venido ya en pleni­
tud; preferimos “reinar sobre la tierra” espiritualmente. A
través de los siglos la Iglesia ha sido tentada a actuar como
si el Reino hubiera venido ya, a hacer las paces con el mun­
do y a conformarse con disfrutar cómodamente los frutos
del evangelio.
Epílogo: De aquí al Reino / 227

Pero entonces vislumbramos a Jesús, caminando fatigo­


samente en la oscuridad con su pequeño grupo de discí­
pulos o quedándose dormido de .cansancio en una barca
que se mece con las olas. O levantamos nuestra vista y lo
vemos extendido sobre la cruz, sostenido por tres clavos.
Sus manos están muy abiertas y la corona que usa está he­
cha de espinas.
Cierto, nosotros no tenemos que morir en una cruz.
Jesús hizo eso por nosotros. Y sin embargo, estamos lla­
mados a vivir una ética de crucifixión. Estamos llamados
más a llevar la cruz que a usar la cruz. Y la cruz no signi­
fica simplemente nuestras enfermedades y nuestros proble­
mas y el vecino con el que no podemos llevamos bien. Más
bien la cruz significa decidir voluntariamente vivir nuestras
vidas para otros, dejando que la vida de Jesús nos muestre
lo que es la verdadera espiritualidad.
Durante una discusión informal alrededor de la mesa,
una joven y dulce esposa cristiana preguntaba: “ ¿Está mal
que los cristianos disfruten de cosas bonitas?”
¿Está mal? No, por supuesto que no. Nuestros ojos de­
ben ser sensibles a la belleza, a la excelencia y a la armo­
nía. Tampoco era malo que Jesús disfrutara de cosas boni­
tas. No hubiera sido malo que El hubiera nacido en un pa­
lacio o que hubiera tenido ropa cara o que hubiera comido
suntuosamente todos los días, porque El es Dios y Rey y
Señor.
Pero volvamos a Filipenses 2. Jesús era y es Dios pero
“él se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la
muerte —¡y muerte de cruz!” No es malo que disfrutemos
de cosas bonitas. Pero, ¿qué es lo que quiere Jesús que no­
sotros hagamos? No está mal que el cristiano tenga los bie­
nes de este mundo, pero Juan dice: “Si alguno tiene pose­
siones materiales y ve a su hermano en necesidad y no se
compadece de él, ¿cómo puede el amor de Dios estar en
él?” (l Jn. 3:17). . ................... ....................
No es malo comer tres veces al día y tener un techo so­
228 / La comunidad del Rey

bre nuestras cabezas. Pero, ¿qué piensa Jesús de aquellos


que no tienen un techo sobre» sus cabezas y que no co­
men ningún día? Confieso que me siento muy intranquilo
cuando oigo a los cristianos decir que como Dios ha pro­
metido damos “los deseos de nuestros corazones” debe­
mos por lo tanto esperar toda clase de “bendiciones ma­
teriales” de Dios. Podemos llegar a pensar que un nivel de
vida de clase media siempre creciente es una especie de sa­
lario mínimo garantizado de la fe cristiana, algo que viene
junto con la salvación. Las implicaciones teológicas de un
punto de vista tal son aterradoras. Dios es Rey, pero si
creemos que esto significa que los cristianos han de vivir
como la corte real en un mundo que se muere de hambre,
entonces debemos volver al Nuevo Testamento y echar
otra mirada al Jesús que predicó el Reino.
¡Gracias a Dios por todos los beneficios que recibimos
a través de la muerte en la cruz! Pero vamos a agradecerle
también por mostramos la clase de vida que sus seguidores
han de llevar; vamos a darle gracias por su Santo Espíritu,
que nos dio para capacitarnos para vivir la vida de disci­
pulado con los valores del Reino.
La manera de trabajar efectivamente por el Reino el día
de hoy no es principalmente a través del énfasis en la evan­
gelización o en la justicia social como algo en sí mismas,
sino a través del redescubrimiento de la Iglesia como la co­
munidad del Rey. Cuando la Iglesia es la Iglesia bíblica­
mente entendida, crece y contagia al mundo con una epi­
demia de salud.
El testimonio del Reino y el crecimiento de la iglesia
no es cuestión de traer a la Iglesia lo que se necesite para
que tenga éxito, en cuanto a métodos, técnicas o estrate­
gias. La fidelidad al Reino es cuestión de remover los obs­
táculos a la vida y al crecimiento. Una vez que estos obstá­
culos (no solamente el pecado individual sino también las
tradiciones humanas, las estructuras obsoletas y las concep­
ciones erróneas de la naturaleza de la Iglesia) sean removí-

También podría gustarte