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Al comienzo, sólo hubo vida en el mar

Miles de millones de años necesitaron las células que se organizaron en grupos, para transformarse en
animales parecidos a los que conocemos hoy. La mayoría eran invertebrados, es decir, que no tenían
huesos, y la forma de gusano fue quizá la más abundante durante mucho tiempo.
A medida que iban llegando a otros lugares, tales organismos adaptaban sus cuerpos al ambiente nuevo.
Hubo un grupo que, para protegerse, encontró fácil llevar siempre la casa a cuestas, de tal manera que
cuando se presentaba un peligro, se podían esconder pronto; he ahí los antepasados del pulpo, de los
calamares y del caracol.
Otro grupo prefirió no cargar la casa, sino vivir dentro de ella; estos animales rodearon sus partes blandas
con una capa dura o esqueleto, como lo hicieron los antepasados del cangrejo y, ¡quién lo creyera!, de los
insectos y arañas de hoy.
El tiempo pasaba y la cantidad de seres vivos en el agua aumentaba; buscar alimento y protegerse se hacía
cada vez más difícil; sólo los animales más ágiles sobrevivían. Para conseguir agilidad, los cuerpos de
algunos empezaron a desarrollar una estructura parecida a un cordón, el inicio de la espina dorsal; entonces
aparecieron los primeros peces primitivos.
Después de millones de años, ese cordón se ha transformado en la columna vertebral que tiene nuestro
esqueleto y el de animales como perros, vacas, aves, entre otros.

Aparecieron los anfibios y los reptiles


Como las plantas ya crecían en tierra, había oxígeno y alimento; entonces era el momento apropiado para
que los animales también trataran de vivir fuera del agua. Muchas especies intentaron hacerlo, pero caminar
o volar en la tierra con aletas de pez era muy difícil; para vivir en la tierra necesitarían patas o alas.
Algunos animales que salieron del agua y vivieron en la tierra volvieron a ella, pues sus cuerpos aún no se
adaptaban.
Es probable que durante los periodos de sequía, un grupo de peces primitivos con aletas lobuladas se
arrastraron desde lagos que estaban casi secos, salieron a tierra y, con el tiempo, se volvieron menos
dependientes del agua. Aquel primer grupo que logró vivir en la tierra, evolucionó, dando origen
probablemente a los ancestros de los anfibios; de allí descienden las ranas y sapos de hoy. Llamamos
anfibios a los animales que pasan una parte de la vida en el agua y otra en la tierra.

Los reptiles dominaron la Tierra


Algunos animales que buscaban alimento y protección en tierra, desarrollaron patas para correr, saltar o
trepar, y otros, alas para volar. Gran variedad de reptiles hicieron su aparición y poblaron el planeta;
había muchas clases, diversidad de formas y variedad de tamaños; unos eran tan pequeños como un
pollo, otros, del tamaño de un edificio de cuatro pisos. Muchos ponían huevos. La mayoría se
alimentaban de plantas, pero otros eran grandes carnívoros.
Unos reptiles eran terrestres, otros voladores y algunos vivían en el agua. Entre estos reptiles se
encontraban los dinosaurios, que dominaron la Tierra durante mucho tiempo.
Pasaron millones y millones de años y varias ramas de reptiles evolucionaron y dieron origen a las
lagartijas, los caimanes, las tortugas y las serpientes que hoy conocemos; otra rama diferente dio origen
a los mamíferos; y otra, más tarde, dio origen a las aves.

Y los mamíferos…
La desaparición de los dinosaurios permitió el desarrollo de los mamíferos, un grupo de animales que
para proteger sus crías, las guardó por más tiempo dentro del cuerpo. A este grupo pertenecemos los
seres humanos, las vacas, los osos, los perros, las ratas y muchos otros animales. Vivimos un tiempo
llamado gestación, en el vientre de la madre, y luego nos alimentamos con la leche que ella misma
produce. Parece que los primeros mamíferos que aparecieron en la Tierra eran de pequeño tamaño y de
apariencia similar a un reptil.

Tomado de: Planeta vivo, colección Secretos Para Contar

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