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Enriqueta A. Ciarlo Bonanno,.nacida en 1953 en la ciudad de Bs.

As, actualmente
es estudiante de Antropología Social en la UBA.. Su cuento Alondra y su Pena de Nieve obtuvo una mención de
honor por su contenido en el Certamen Internacional Jorge Amado y una distinción de honor por su creatividad los
relatos El Vestido y Carta a Una Princesa en el certamen Internacional José Martí, ambos en el año 2002. Además es
autora de varias poesías.

“Una alondra y su pena de nieve” es un libro de cuyas páginas emana un sentimiento


espontáneo y simple, es el amor herido por el desamor ,expresado en palabras. No soy
escritora. Estudié Psicología, un tiempo, luego intenté seguir la carrera de Veterinaria, y ahora
estoy estudiando Antropología en la UBA. Pero “Una alondra...” no tiene nada que ver con
ésto, sino con la Enriqueta mujer. Y mi seudónimo Lilinquen da cuenta de una historia
romántica que nunca sucedió, que flota entre la fantasía y la realidad, pero que deja una
impronta imborrable en el alma. A mis casi 50 años y peleándole a la vida me reconocí mujer en
una mirada enigmática y burlona que me hizo sentir viva. Y quise comunicarlo a otros y a la vez
que mi canto cobre vida propia en este libro, me prolongue y, presuntuosa de mí, sirva para
revivirnos y unirnos a estas dos almas distantes, cada vez que alguien recorra las paginas de
“Una alondra y su pena de nieve”.
Enriqueta Ciarlo (lilinquen@yahoo.com)

La autora donó ejemplares a las Bibliotecas Nacional, del Congreso de la Nación, y varias populares
del paìs.
Prólogo

El amor es un contrato aleatorio.


Enriqueta padeció el amor, y lo trasmutó en poemas. En la larguísima tradición de la poesía
amorosa, de Safo a Garcilaso, de la Compiuta Donzella a Alfonsina Storni, toda una vertiente se
nutre y crece, se expande y medra de la contrariedad. De la pasión que estalla, que quiere y que
no puede, que anhela y que no alcanza.
En los poemas de Enriqueta encontraremos esos tópicos eternos: cada pequeña cosa, cada hecho
cotidiano es ocasión para el recuerdo y el lamento. La mirada, alimentada por el deseo, descubre
las circunstancias del día a día bajo otra luz. Lo pasajero, lo más prosaico y llano, como una
tarjeta de crédito o un vestido en una vidriera, se recubren de un sentido que los agiganta,
adquieren un espesor inusitado; son signos, huellas que conducen siempre a un mismo punto.
Que arrastran ciega y obstinadamente al momento que selló para siempre una existencia. Estos
versos contienen la ingenua intimidad de un dolor que se expone para pedirnos simpatía y
comprensión. Como furtivos testigos, espiamos, con pudor fraterno, el grito desgarrado que no
hace sino repetir, en palabras que tal vez nosotros mismos no habríamos sabido elegir, nuestro
propio grito:
“El mar bañará tu cuerpo...Cómo lo envidio”, “...esperando ver(...)el avión que te trae a mi lado”,
“un montoncito de hojas secas sobre mi falda”.
Cualquier análisis desde la crítica literaria sería fútil y hasta impropio. Vana pedantería que
debería sonrojarse y enmudecer. Ya algún pensador lo reconoció con humildad: aún la filosofía,
saber de saberes, cuestiona y pregunta, pero no responde. El poeta, en cambio, bucea en lo
profundo y regresa con la perla; nos revela, en el exiguo territorio de unos pocos versos, la
esencia de las cosas.
Por eso, como mujer, como ser humano que alguna vez también amó sin esperanzas, recomiendo
leer a Enriqueta así, recurriendo a esa sabiduría ancestral que adquirimos en un instante. El
momento inolvidable en el que intuimos que ESE era el amor, y que nos estaría vedado.
Marisel Santín
Dedico este libro a mi hijo que está conmigo, a mi mamá que habita en mí y a mi
amor imposible, Luis Alberto, que es mi inspiración. Este es mi homenaje para él.
Luis Alberto y su hijo Pedro

“...hice por ti un nido aquí en mi árbol, y una nube


blanca colgada de una rama...muy blanca, muy blanca...” Ana Belén

Una alondra y su pena de nieve


(mi corazón te perdonó que no me hayas querido)
A mi amor etéreo ...y eterno”

El sol bañaba de plata las alturas de las montañas y las aguas gélidas del lago, que permanecían
en calma con su suave ondular . Amanecía. Las aves emergían del follaje cantando la alegría de
una nueva mañana en la tierra del Ngünechen

Un hombre delgado, vestido con una campera verde oscura, se acercaba con paso lento a la
playa. Llevaba algo como una pequeña urna en sus manos, la sostenía cual a una copa de cristal
que fuera a romperse al primer contacto con el frío punzante del alba.

Del otro lado, sentado en una piedra, ya lisa por la costumbre, como todos los días a esa hora
temprana, el anciano, apoyándose en su bastón ,trataba de aguzar la vista mirando quien sabe qué
misterioso objeto, lejos , hacia la otra costa del lago :quizás queriendo seguir el vuelo de algún
pájaro hasta la pequeña isla habitada por duendes nocturnos.

En realidad no buscaba nada en particular, sólo el hábito de ver siempre más allá. Con la mano
que le dejaba libre su bastón de caña lustrada, se acariciaba distraído la espesa y casi totalmente
blanca barba, que enmarcaba un rostro de líneas afiladas y labios carnosos. Su abundante pelo
plateado por el tiempo era juguete del viento y caía sobre sus ojos negros, sus ojos brujos,
todavía vivaces , como rebelándose a sus ochenta y pico de inviernos. Sus pies ,abrigados por
unas botas de gamuza y piel, apisonaban la arena y las pequeñas piedras que brillaban con sus
distintos colores a la luz del sol. Todo lo demás, en el paisaje ,era verde ,en sus diversos tonos;
menos el cielo azul y el lago plateado en su mitad ;y ahora, ya alto el sol, de un incomparable
azul-verdoso, en su otra mitad.

El hombre más viejo al divisar la pequeña lancha amarrada al muelle, fue atraído por la
presencia de aquel extraño que se subía a la embarcación sin dejar de proteger entre sus manos
esa misteriosa urna. _ Claro_ , pensó el profesor _ es una urna con restos humanos,
seguramente_ . La curiosidad lo hizo incorporarse trabajosamente, erguido parecía un rey moro,
alto, con su metro ochenta y nueve, enhiesto como el mástil de un viejo barco pirata. Sin
despegar la vista de la lancha, se acercó ,con paso de león, de antílope . Así mantenía todavía el
estilo en su andar.

En realidad, a su edad, tan cerca de su propia muerte ,era morboso interesarse en observar
aquella ceremonia fúnebre tan peculiar.

Pero el profesor siempre se había caracterizado por su ávida curiosidad, y los años no lo iban a
distraer de ella.

Ya a pocos metros del muelle, el hombre en la lancha reparó en él y se quedó parado,


esperándolo.

_Buenos Días_, dijo el anciano sin dar a entender que había comprendido bien lo que pasaba_
Buenas .._ contestó el hombre. Su pelo era castaño, sus facciones suaves y varoniles, pero en sus
ojos había tristeza. Sin embargo le sonrió con cordialidad de persona educada.

Sin esperar ser interrogado Abel, que así se llamaba el más joven, le explicó al anciano que en
esa urna estaban las cenizas de su madre. Según su último deseo, él iba a arrojarlas al lago, justo
en el sitio que ella le había señalado.

Debía ser a la altura de esa playa, y en la mitad de camino entre ésta y la isla de enfrente, distante
a 1,5 Km. aproximadamente.

El anciano quedó aún más intrigado y se animó a preguntarle a Abel, porqué tanta precisión y si
tanto ella como él eran de la zona.

Más desconcertante fue la respuesta negativa, ambos eran de Buenos Aires, su madre sólo un par
de veces en su vida había estado en ese lugar.

_Es largo de contar _, le dijo el hombre al anciano biólogo, como para desalentarlo en su
ansiedad por saber más.

Lejos de resignar su curiosidad, el viejo se acaricio la barba con su mano arrugada, y le pidió a
Abel que le contara.

_Es una vieja y triste historia de amor. No le va a interesar, seguramente _, agregó Abel.

_Bueno, yo ya soy un viejo aburrido, pero puedo todavía escuchar su historia ,joven _ dijo
curioso el anciano, con ese sarcasmo que le era propio.

_Suba a la lancha abuelo, acompáñeme al medio del lago y mientras le cuento _, le pidió Abel .
Ambos hombres fueron alejándose del muelle mientras el ruidoso motor de la lancha quebraba el
silencio de la fría mañana otoñal.

_ Sucedió hace muchos años _ , comenzó el relato con cierta tristeza en el tono de su voz, _mi
madre conoció por carta, en un correo de lectores, a un hombre; se enamoró locamente, y hasta
llegaron a conocerse en persona.... Pero el amor no prosperó, él se mostraba muy hosco y
desconsiderado con mi querida madre, que lo adoraba. Ella nunca dejó de escribirle, al
principio lo abarrotaba de cartas, luego se fueron espaciando, y más tarde ella escribía las
cartas pero no se animaba a enviarlas. Así fue pasando el tiempo. Transcurrieron muchos años.
Ella no volvió a verlo nunca más. Pero no lo olvidó._ siguió Abel _ En sus ojos siempre se
podía ver un brillo especial, que lucía desde que comenzó a amar a ese desalmado_. Abel
respiró profundo antes de seguir el relato -.Y al fin, cuando en su último aliento se despidió de
mi, y de sus nietos, que éramos lo que ella más quería , fue que me pidió tímida pero
resueltamente su última voluntad _ terminó diciendo Abel, con cierta amargura en su voz.

Mientras transcurría el relato, el viejo y rústico biólogo no sólo seguía cada palabra con avidez
sino que sus ojos comenzaron a enrojecerse en lo blanco, sin perder su misterio y embrujo. Su
mirada , otrora seductora y pícara, se tornó distante y hasta algo triste.

_ Continúe, hijo _ dijo el anciano , como acariciando con su mirada el rostro del hombre.

. Su voz era mas bien apagada, y a Abel le pareció vacilante, por una comprensible emoción,
pues seguramente, por su avanzada edad era pasible de caer en cierta melancolía .

Abel miró a los ojos a su interlocutor y terminó su relato visiblemente embargado por su dolor , _
Mi madre me pidió que sus restos fueran cremados y sus cenizas puestas en una urna de
cerámica. Luego yo debería venir aquí y arrojar la urna en este sitio exacto.

Era su voluntad reposar cerca de su amado, y en medio de las aguas donde alguna vez él la tuvo
en su pensamiento, hace más de tres décadas . Eso es todo _,concluyó el hombre, algo atribulado
.

Ya estaban llegando al lugar indicado. El motor acalló su ruido, algunas gaviotas se acercaron a
la embarcación batiendo sus alas y el sonido típico de sus gritos rompieron el silencio respetuoso
de la naturaleza. El anciano rozó las manos de Abel que sostenía la urna con las cenizas de su
madre, y lo miró suplicante. Abel vio sus ojos húmedos y enrojecidos, y escuchó su temblorosa
voz pidiéndole que le deje arrojar las cenizas de la
mujer a las aguas del lago, él mismo. No entendió, pero le entregó al anciano las cenizas de su
madre para que las dejara caer en la profundidad del lago.

De pronto el anciano preguntó, emocionado, sosteniendo con un cuidado amoroso los restos de
la mujer: _ Su mamá se llamaba Amelia?._ Sí _ ,respondió Abel sorprendido de que el anciano
supiera su nombre. _ Yo soy José Eduardo_ continuó el biólogo , _ Yo soy el mismo que tu
madre amó_ Estas últimas palabras se perdieron en el aire , porque su voz se apagaba más y
más...

Repentinamente, José Eduardo besó la pequeña urna de cerámica que contenían las cenizas entre
lágrimas que no se preocupó en contener. Esas cenizas habían sido antes los labios que una vez
besara, el cuerpo que nunca tocó, los ojos que aquella tarde lo miraron avorazados. Arrojó la
urna al agua .
Abel creyó escuchar un _¡ perdón, mi amor!_, en un suspiro agonizante de su garganta. El le
dijo eso ahora...él..., que no sabia pedir perdón, él... que no le había dicho nunca más amor, él...
que desviaba la vista cuando la espantaba con palabras crueles, que la habían lastimado
tanto...Sin embargo, ella nunca había dejado de quererlo.

El profesor sintió de pronto una congoja inexplicable, dados su carácter fuerte y su dureza de
espíritu.

Ella ya estaba para siempre ahí, cerca suyo, donde seguramente él pronto reposaría también.
José Eduardo pensó con alivio, que al final estarían juntos, como su “avecilla” le había dicho
alguna vez.

Regresaron en silencio a la costa,.Abel no supo qué decir, ni cómo tratar a aquel hombre que le
había dado a su madre lo mejor y lo peor de su alma. Pero ya ambos se habrían reconciliado.
Todo estaba bien. Amelia estaba en paz, donde quería y cerca de quien amaba, aún mas allá de la
muerte.

No hicieron falta despedidas, ni palabras agradables, sólo una mirada del viejo, en cuyo interior
Abel vio reflejada la imagen de su madre; como aquella mañana de febrero, cuando José
Eduardo la buscó en la playa, inútilmente.

En el rostro gastado del viejo se dibujó una casi dulce sonrisa. Se fue alejando con su andar de
león, de antílope , de cóndor evidente, calle arriba, al tiempo que fijaba sus todavía bellos ojos
pardos ...sus ojos brujos...en aquella gaviota que cruzaba el cielo, con sus alas de alondra.
Murmuró, entonces , muy bajo, casi imperceptible:

_“alondra gris, tu dolor me conmueve, tu pena es de nieve”._ . _Serían esos versos de Homero

Manzi?_ , pensó él; mientras revoloteaban en su frágil memoria de viejo vencido, aquellas rimas
que le escribiera una tarde de mayo a su “pajarita” :

“Quisiera ser nido


para tus alas rotas,
cobijarte, protegerte,
encamarte en mi heno,
cosquillearte todo el tiempo” *

Desde entonces, yo siempre lo veo llegar, a mi amor, bajando su calle de tierra , casi oculto bajo
los cipreses añosos, y él sabe que lo estoy esperando. Siempre ansioso por acercarse a las aguas
heladas del lago y ver mi sonrisa reflejada en su azul. Tiene la egoísta certeza que esa sonrisa es
sólo para él, sólo él me puede ver y oír mi canto de alondra,..su alondra...
FIN

* rimas escritas por Sancho para Queta el 28 de mayo del 2000


(publicado en el Rincón Literario de la page www.barilochenyt.com.ar y en Arte y Cultura –
cuentos/cuentos para disfrutar, page www.santacruz-ya.com)
El vestido

A mi amor L. A.

“Intuía que eras romántica y lamento sinceramente tu amor no


correspondido
aunque yo encuentro muy atractivo en las mujeres la capacidad de
entregarse / abrirse a quien aman, espero que no tengas miedo en volver a
hacerlo.
Con el tiempo puede que recuerdes más lo hermoso que fue estar
enamorada que
la amargura de la separación. Yo trato de verlo así.”
Pedro S.

Yo no acostumbro a pararme en las vidrieras de las boutiques elegantes de la Recoleta. No me


agrada contemplar vestidos que sé que no están a mi alcance, que nunca luciré.

Pero aquella tarde algo extraño me sucedió. Pasaba por la Av. Alvear y sin darme cuenta, casi
distraídamente, me detuve en una lujosa vidriera.

Me había llamado la atención un vestido...Me acerqué y me quedé mirándolo...era especial...sus


colores vivos...su diseño
sensual..confeccionado en una fina y sedosa tela. Qué bonito era!

Vi salir a una jovencita que acercándose me dijo: _ La deslumbró el vestido,


verdad?...pase...quiere que se lo muestre?_ _ No _ le dije yo, _no puedo comprarlo....no es para
mí, no seria adecuado usarlo en el ambiente que frecuento_.
_ No crea que no está a su alcance, a Ud. le agrada...y es para Ud., le quedará precioso...entre por
favor_ dijo la vendedora señalando el interior del negocio.

Debo confesar que me tentó....quizás solo pronunció las palabras que yo estaba
esperando...Entré al negocio y sobre el mostrador pude ver de cerca el vestido que extendía con
sumo cuidado la joven, sonriéndome complaciente.

_ Llévelo, Ud. merece lucirlo...no se preocupe por el costo...después convenimos la forma de


pago_ insistió la empleada sonriendo.

Yo no podía creer que fuera a ser mío ..,en sus ondas azules veía lagos transparentes, en sus
rojizos el sol atardecido, en su verde...bosques aromáticos, en sus naranjas...flores silvestres, en
su fondo blanco..vuelos de gaviotas...

Encandilada lo rocé apenas con los dedos... Abrí mi bolso negro, hurgué dentro de él...y
aparecieron arrugados billetes,,,Todo lo que tenía, que era bien poco, se lo entregué
resueltamente a la empleada, que ya estaba escribiendo sobre un recibo de reserva mi
nombre...mencionando el número de articulo del vestido y destacando su exclusividad de diseño.
Era el último que quedaba en stock...

Me despidió aclarándome que el vestido ya era mío, y que solo debería retirarlo al día siguiente y
luego resolveríamos el modo de pago.

Salí del negocio con una sonrisa dibujada en mi cara y un brillo como de estrellas en los
ojos...caminé apresurada hacia la parada del 50. Solo unas horas me separaban del vestido....y
comencé a imaginármelo puesto, su suave tela acariciando mis muslos, su costura torneándome
el cuerpo, sus colores iluminando mi rostro....como si una brisa fresca me rejuveneciera, me
embelleciera como por arte de magia. Sí, era magia, definitivamente.

Esa noche soñé que lo lucia con la frente alta como una reina, sabiéndome merecedora de
sentirme majestuosa, envuelta en mi vestido; como si fuera un manto que me cobijara y
protegiera contra todo lo malo del mundo.

En las primeras horas de la tarde del día siguiente, estaba yo entrando entusiasmada a la boutique
con la boleta de reserva en mi mano.

Ah, el vestido, bueno.... tengo que decirle que desgraciadamente ha sido vendido, ya no lo
tenemos...ya fue.._ las palabras de la vendedora sonaron huecas en mi oído. No podía ser posible,
si había un compromiso de entrega, una seña pagada... Me dijo la muchacha que no me
preocupara , que el dinero me sería devuelto y me harían una atención...tal vez un pañuelo para
el cuello o... __
_ No!_ le dije con énfasis. Yo no quería ni una atención...ni el dinero de la seña....yo quería mi
vestido.

_ No puede ser y Ud. lo sabe...,fue vendido_ dijo la muchacha ; ya no sonreía...


Salí con lágrimas en los ojos, de rabia...de dolor por lo perdido..ni siquiera me lo había
probado...no pude saber realmente cómo lucia mi cuerpo ceñido por su tela suave y vistosa...

Me llevaba conmigo la boleta de reserva...porque volvería por el vestido a cada momento....no


podía ser que no me lo entregaran sin explicación coherente, ya era mío, como me había dicho el
día anterior la empleada...

Periódicamente pasaba por la boutique...miraba la vidriera con la esperanza de volver a verlo ahí
esperándome...de vez en cuando entraba y preguntaba si no lo habían enviado de vuelta...Al poco
tiempo ya la empleada se mostraba poco amable conmigo, me decía que no insistiera que no
había tal vestido...que buscara otros... Yo tomé conciencia de mi obsesión..miraba de reojo otras
vidrieras sin acercarme....no me atraían esos brillosos y fastuosos vestidos que mostraban en
otros negocios..._Qué busca?_ me preguntaban algunas vendedoras....yo no buscaba nada
especial,,,buscaba lo que era mío, mi vestido.

Una tarde conversando con algunas vecinas, les comenté la historia del vestido...Una de ellas me
interrumpió diciéndome_ Te referís al vestido de la boutique de la Av. Alvear?_ y agregó sin
esperar mi respuesta:_ Yo lo lucí hace dos meses en una fiesta....lo alquilé por esa noche, aunque
luego me arrepentí por el alto costo del alquiler y ni siquiera salí en alguna foto con él_.

Yo la miré sin entender....pero cuando entendí lo que me estaba diciendo...la odié con todas mis
fuerzas y se lo dije, sin importarme lo que pudieran pensar ella y las otras mujeres. Ella se había
puesto MI vestido! Había sentido la suavidad de la seda en su piel, ajustándose a su cuerpo;
había lucido sus bellos colores...y no merecía más que yo haberlo tenido.

Quizás esa descarada se impuso ante la vendedora y le ofreció una propina para que se lo
alquilara. Y por qué esa empleada no me había propuesto a mí rentarlo al menos...? Pienso que
sería porque al ver mi entusiasmo temió que no quisiera devolverlo después....seguro que fue
eso...y prefirió alquilarlo a una mujer a la que le diera lo mismo un vestido que otro, y sólo lo
quisiera por una noche...

Era sólo un vestido...


Era sólo un hombre...

Fin

Publicado en www.patagonia-news.com.ar en sección un libro &/ un cuento, y en www.misescritos.com.ar


Carta a una Princesa

publicado en el diario digital www.bariloche2000.com el 18 de enero del 2003

“ no hay nada más bello que lo que nunca he tenido


nada más amado que lo que perdí...” Serrat

“La vida es realmente bella aún sin mi hermano”


Arturo G. S.

Querida Princesa Máxima

Te felicito por haber alcanzado tu sueño de ser Princesa,,,y que te ame así tu Príncipe Azul. Es
azul !!, vestido con su uniforme de aviador.
Cuando saliste al balcón del Palacio a saludar al pueblo que te aceptó como su princesa...y
besaste a tu esposo Guillermo, se cumplió tu sueño. Es el sueño de todas las niñas....encontrar su
príncipe azul,,. Casarse con un vestido de una cola de cinco metros, lucir las joyas de la reina,
pasear en una carroza bañada en oro...Qué maravilla! Pero no te envidio,,,porque si tuviera lo
que tenés aún me faltaría él...y si lo tuviera a él,,,no me faltaría nada más...
Es que donde encontraste tu sueño, ahí mismo, en ese balcón....se quedó atrapado mi sueño...una
mañana de verano,,,hace tiempo.; después de que él paseara por los Jardines de la Reina...y
seguramente fuera atraído por ese balcón de Palacio.
En el último e-mail que me envió desde Ámsterdam me decía que apenas llegara ese sábado me
llamaría por teléfono ...pero nunca hubo un llamado...y no quiso verme más. No se qué pasó allá,
qué embrujo le torció su voluntad..
Mi sueño es muy pequeñito al lado del tuyo, sin embargo no pudo ser...
El no es un príncipe rubio y joven,,,más bien es un profesor barbudo y hosco... cincuentón....pero
es a quien amo. Quizás lo hayas visto bajando la montaña algún invierno, o cruzando el Centro
Cívico apurado, como es su costumbre. Seguramente llamó tu atención su altivez y arrogancia.
El es así y así lo quiero.
Te pido, princesa, que la próxima vez que salgas al balcón busques en algún rincón acurrucado, o
en un hueco atascado o quizás escondido debajo de una baldosa...a mi sueño que quedó ahí. Y
cuando lo encuentres...lo liberes!!! Princesa, para que él y yo nos encontremos de nuevo como
me prometió una vez.
Te pido que busques mi sueño....con esmero y paciencia,,,hasta encontrarlo,,,porque mi pena
es grande ...y si acaso lo hallas, mi alegría será más grande que la tuya
ahora...Princesa....Gracias
Cordialmente,
Alondra

“Poemas de amor para Sancho”

“...tu recuerdo se hace cada día más dulce


el olvido sólo se llevó la mitad”... Serrat

“Vivir sin tu amor”

Vivir con el dolor


de no haberte tenido,
desgarrándome...
Vivir con este amor estéril,
sin tu amor;
vivir con tu olvido
vos ignorándome
yo amándote...

Vivir sola ,sin alas,


con mis lágrimas,
secándome...

Vivir soñándote
dentro de mí,
yo húmeda y caliente
apretándote...

Vivir sin ilusiones


sin nido, sin tiempo,
esperándote...

Vivir, vos en mi alma


para siempre
cosquilleándome...

Vivir tu desamor eterno


y yo, amándote...
año 2000
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“Si hubiera sabido que....”

Si hubiera sabido que


no te iba a ver más,
habría demorado
mis ojos en los tuyos
por una eternidad.

Si hubiera sabido que


no te iba a ver más
habríame fundido
en tu apurado beso...
y esperado aquella noche
en la escalera del Orleáns
hasta verte llegar.

No tengo que quejarme si


aún guardo tu poema,
tu beso, tu mirada,
un "te llamo” de mentira
y tu mano en mi espalda.

Si hubiera sabido que


no te iba a ver más,
aquella tarde de otoño
habríame quebrado
el deseo de llorar.

año 2000

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“Envidia al mar”

El mar bañará tu cuerpo


cosquilleará tu vientre
Recorrerá tus piernas
sostendrá tu cintura,
tus pies y tu nuca.
Acariciará tu cara
y te salará los ojos
tus bellos ojos pardos

Agitará tu pecho
y te quitará el aliento

Envidio al mar
Cómo lo envidio!

Enero Año 2001


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“Llao Llao”

Como el llao llao


te apretaste a mi tronco
y te envolvió mi corteza

Ya sos parte de mí;


si te arrancara,
muriera
Al desprenderte
me queda
una herida abierta

Se seca mi savia
mi flor se marchita
mi fruto se pasa

por favor,
no te vayas...
del todo.

enero 2001
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“Para que no me olvides”


Ojalá, cuando mires a una gaviota
volar sobre las olas,
pienses en mi.

Cuando al pagar con tu “dainers”


escribas el nombre de tu calle,
te acuerdes de mi

Y cuando camines con tu hijo


por la playa, altivo, orgulloso,
en tu mente, como un relámpago,
me cruce yo....

. enero 2001
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Mi amor

mi amor es un amor desprendido


de todo lo útil, de lo que sirve,
de lo que lucra, de lo que cuesta
mi amor es un amor de coraje,
de alma, de cielo, luna y estrellas
esta hecho de lágrimas y de alas,
para amarte, amor
para amarte...a vos
2001
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“siempre”es una ilusión
(me dijiste)

Tendré que trabajar mucho mi pensamiento


Para creer en Dios y en otra vida
Más allá de la muerte.
Quizás entonces nos volvamos a encontrar
Acaso me mires con otros ojos
Y “siempre” no sea una ilusión,
Sea tenerte...
2001
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El Muro

Me cuesta tanto cruzar el muro


Entre tus labios....aquella tarde
Y otros labios de tantas noches
Me cuesta tanto...
Anclar en miradas de otros hombres
Y no buscar tus ojos oscuros
Me cuesta tanto..me duele mucho
Tantas esperas..puertas que se abren
Entre las mesas..a que aparezcas
En esos otros ,desconocidos.
A quién espero?...a tantos otros
En cada instante
Me cuesta tanto...
En las esquinas, entre las mesas
En esos rostros, en otros ojos
En cada instante....
Aún y ahora...y todavía
Y para siempre...y como nunca...
Sigo esperándote...
año 2002
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“En vos”

Pienso en vos
Y vivo
Pienso en vos
Y sueño
Pienso en vos
Me duele...
Pienso en vos
Y espero
Y mientras espero
Pienso en vos..
....Estoy viva!
Cuando no te piense
Cuando no te sueñe
Cuando no me duelas
Cuando no te espere
No te habré olvidado

Es que entonces...
Ya estaré muerta.

20 marzo de 2002
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“Mi corazón”

Mi corazón: potro desbocado...


Es un mar embravecido,
Es volcán erupcionando.
Te llevo en mí, amor...
Dolor...dulzura...
Clavado así, amor...
Hasta la empuñadura...

30.01.02
publicado en www.palavreiros.com , homenaje a Pablo Neruda en el aniversario de su nacimiento, secciòn
Argentina, autora Enriqueta Ciarlo

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“Olvidarnos”

Cuando me olvides
Será como un viento frío
Que se lleve las últimas
Hojas del otoño

Pero cuando yo te olvide,


Si te olvido,
Será como un tornado
Que arranque los árboles
De la tierra,
Que borre montañas y lagos,
Que se lleve todos los pájaros,
Mis suspiros y mis lágrimas,
Y que deje un hueco
Donde todo estuvo;
Para que nunca olvides
Que yo te olvidé.

3 de junio de 2002
publicado en www.palavreiros.com , homenaje a Pablo Neruda en el aniversario de su nacimiento, secciòn
Argentina, autora Enriqueta Ciarlo

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“Mi manera de amarte”

Amar así , de esta manera


Es haber perdido el miedo
El miedo a sentir
Y a creer
El miedo a vivir
Y a perder...

Amar así, como yo te amo


Es haber perdido el miedo
El miedo a morir..
.a la soledad
El miedo a soñar...
y a la locura

Amar así, como te amaré siempre


Es haber perdido el miedo
El miedo a que me hieras
y a que me duelas
el miedo a no tenerte
y a escribirte poemas...

Amar así, como yo te amo, amor


Sin resguardo...
Sin medida...
Sin presente..
Sin pasado...
Sin después..

Sin miedo.

23 de junio 2002, a la 1 y pico de la mañana del día que mi mamá (fallecida en 1973) cumpliría
80 años
publicado en www.palavreiros.com , homenaje a Pablo Neruda en el aniversario de su nacimiento, secciòn
Argentina, autora Enriqueta Ciarlo

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abrazarte

Tengo tantas ganas de abrazarte!.


Me muero de amor por vos...para no morirme
Me vuelvo loca por vos...para no enloquecer
Tu veneno me mata y de tu veneno vivo

Este amor desmesurado sin principio ni final


Que alimenta mi espíritu y quiebra mi cordura
Me da vida y me la quita en cada instante...

Soy tuya!

(25 de junio 21,30 hs ,quizá estés en línea pero no puedo verte)

A veces...

Los viernes de tarde siento


en mis labios tu beso
y de vez en cuando en sábado
miro a lo más alto del cielo,
esperando ver en su fondo
El avión que te trae a mi lado
según convinimos, hace tiempo

Aún intento engañarlo


A mi corazón, simulando
Que ya te olvidé...
Mas el muy pícaro no lo cree
Y aquí estás desbordándome
La piel y el alma ...

Últimamente...
Intuyo que ya no sos
El hombre de carne
Que habitaba mis desvelos
Sino sólo un personaje,
Del mundo de las ideas,
Así plasmado en mis versos,
Cosquilleándome los sueños...

Por favor...Que no te importe


Esta lágrima a destiempo
Que me nubla lo que escribo

Esperá...Voy por un pañuelo..


Pucha! Cómo me traiciona
el sentimiento!

Medianoche del 25 de julio 2002

Yerma

Yerma como la tierra de semillas muertas


Yerma como la faz de la luna hasta donde
la luz radiante del sol nunca llega. Yerma
con tu voz silenciada por tu ausencia
y el hueco en mis ojos de tus ojos pardos
Yerma como la hendidura desangrada
que en mi corazón sin latidos queda
Yerma como la vacía huella de tu mano
sobre mi espalda desolada...huérfana.
Ahora sé qué se siente, amor. Yerma,
sin el espejo de tu espacio
en el que me reconocí hembra.

Agosto 2002
Vestida de lluvia

Qué maravilla vestirme alas!


Volar al cielo, bienamado.
Y hecha lluvia
contemplarte alelada
detrás del cristal.
Y de cuando en cuando
sorprenderte en tu calle,
sin resguardo.
Entonces gota a gota besarte
los labios..las manos
y tus ojos pardos.

Pero eso sí, ni se te ocurra


sediento beberme lluvia!
pues descubrirías mi secreto:
Que no soy lluvia sino lágrimas!

agosto 2002
publicado en la revista barrial de Lugano VECINOS en marzo 2003

Mis primaveras

Septiembre, tiempo de semillas,


de pétalos nuevos y retoños;
de pimpollos ardientes, rojos.
Y yo, mustia, opacada
por el profundo hueco
de su ausencia.

Oh!, soledad sin remedio;


no hay compañía alguna
que pueda distraerme
de la sombra artera
de su desamor.

Ay! espíritu travieso


que me desvaneciste
en el fondo incierto
de sus ojos negros.

Y fui deshilándome
Poco a poco, perdiendo
Todas mis primaveras.

Sólo me quedan: un montoncito


de hojas secas sobre mi falda,
y un manojo de escarcha
en estas manos mías
que me dejó su olvido....

Sin permiso

Me enamoré de vos una tarde de otoño


sin pedirte permiso
te sorprendí otra tarde en el borde de una pileta
sin pedirte permiso
me desbordo en mi locura y muero por vos
sin pedirte permiso
seguire amándote aunque no me lo permitas
sin pedirte permiso
porque el amor fluye como el agua del deshielo
que baja de la cumbre cada primavera
el amor no hace daño,y se entrega entero
no se previene de ser lastimado
el amor no es cruel como la indiferencia
el amor no tiene medida, no espera retribución
el amor es un homenaje, una alabanza
el amor admira siempre, no se venga
ni envidia, ni siquiera cela...
el amor explota primaveras
asi te amo yo, y sabes?
aunque muchas veces lloro
hay veces que río sin saber porqué,
siento una paz inmensa y hasta soy feliz
No importa si no me quieres, si te burlas
si me desprecias, ni tu indiferencia.
Tanto así te amo yo, amor mío!!!

Y mirá qué loca, qué mamarracho:


esto que te escribo desde el alma
nunca lo leerás y yo estoy mirandote
en tu foto a mi izquierda y siento
que lo estas leyendo en este mismo instante.
Es que estás conmigo para siempre!!!

5.9.2002

FIN

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no incluidos en el libro

INTI

No necesito usar joyas


Ni adornarme el pelo
Llevo en mis ojos el brillo
Incomparable, luminoso
Que pusiera él en ellos.

Hasta cuando duermo


En mis ojos cerrados
Relampaguean estrellas
bajo mis párpados yertos

El me dio el brillo único


que adorna mi faz
El, que no me ama
ni me amará nunca

Algo increíble, mágico,


ha producido en mi alma
para que yo lo ame así
Algo grande tuvo que ser:

Me dio su corazón por un instante


y yo le di todo de mí para siempre.
Sí, eso fue.

Lilinquen, 20 septiembre de 2002


TE VI

Te vi llegando hasta mí
Mas no terminaste de llegarme

Y yo me quedé mirándote
Mis brazos extendidos
El corazón abierto en llamas
Mis labios húmedos, ardidos
De alborozado desconcierto.

Mis pies apenas despegados


Entre el suelo y el aire.

Oh, desolación!

Tanto daño a mi corazón


Ensartado en tu espada!
Que mis ojos no te vieran
Si no ibas a llegarme

OH, desolación!

Por qué entonces,


Bajo el mismo cielo, en llagas,
Heme aquí, esperándote?

09/06/2003

Desde el alma

Te pienso con mis labios


Te pienso con mis ojos
Te pienso con mis manos

Te sueño imaginando
Con el corazón te toco
Te escribo mil poemas
Para oler tu viento

Y persigo tu huella
Dibujando senderos
Te reflejas en mis ojos
en el fondo de mi espejo
Te siento, te toco, te pienso
Y te amo , desde el alma.

Julio2003

Cumpleaños

Ayer desperté mujer madura


Cincuenta años tras de mí
Fue un dia como otros
Nada especial
Como todos, sin vos
Por la noche vi tu foto
Acaricie tu rostro
Ni te besé
No hacía falta
Si te estoy besando
Todo el tiempo en mi alma
Hoy desperté mujer enamorada
Mi corazón es tan joven, todavía!
Por y para vos palpita
Mañana despertaré pájaro
Volando hasta tu sueño
Hasta rozarte con mis alas
El peso de mi equipaje
De medio siglo, se aliviana
Porque te amo
Porque te amo, siempre
Seguiré despertando al alba
Cincuenta años? no!
Son sólo quince
En el fondo de mi alma

3/7/03

Si no sabes más de mí

Si pasado el tiempo, no sabes más de mí


Si extrañas que no te lleguen vía correo
en negritas time new roman mis lágrimas
que tan ocupado, te hacen perder el tiempo

Amor mío; alivia tu gesto, ya nunca más


te fastidiaré. Habrá sucedido que... morí,
de muerte natural, no por vos, ni por mí.

No traicionaré la vida, sólo recibiré la noticia


Con cierta dulce melancolía, pues si mi fin
es para vos la paz que trae mi partida
me iré feliz de aligerarte la vida.

Mas con un secreto tan bello!.

Porque ya no me verás nunca, pero ...


Por toda la eternidad desde el cielo
Te estaré acariciando con el viento

Te encandilaré con la luz del sol


Te estaré refrescando en el río
Te bañaré en noches de luna llena

Cuando yo muera, sí que valdrá mi pena


Tu agradable sensación por mi ausencia
Será mi dicha de tenerte tan cerca.
Oh, sublime mortaja!
Seré la dueña de tu boca , de tus cejas,
De tus ojos negros, de tu alma seca.

Si pasado el tiempo, no sabés más de mí


Alégrate, que me he muerto
Que ya soy feliz..
Que ya te tengo.

Lilinquen 7.7.2003

La Revelación

Alondra se había convertido en una dulce anciana, Los años fueron generosos con ella.
Ese no era su nombre real, era un seudónimo que usó durante años; y tanto se identificaba con él
que decidió adoptarlo para siempre. Sobre todo porque algunas amigas gustaban llamarla así, y
por alguna otra razón misteriosa que ella no revelaría a cualquiera.. Ya había casi olvidado su
verdadero nombre. Después de todo, pensaba, el nombre es identidad y una tiene todo el
derecho a elegir cómo quiere ser llamada y recordada. Detrás de su carácter dócil la anciana
poseía una manera de ser independiente y de fuertes convicciones. Infundía respeto, ocultando
su vulnerabilidad No iba a declinar su manera de pensar porque la tildaran de loca, rara, tonta o
tozuda..
Aún conservaba sus facciones suaves y sus ojos tristes, de tan soñadores. Usaba el pelo
corto. Era todo de nieve, tan blanco y brillante, que se podían ver estrellitas mientras lo peinaba
cada mañana.
Sus manos, algo regordetas, que heredó de su madre, eran bellas, a juzgar por la opinión
que de ellas tuvieron algunos hombres que pasaron por su vida.
Alondra vivía desde hacia algún tiempo en una tranquila residencia para ancianos que le
había encontrado su amado hijo. El viajaba mucho y quería para su madre un lugar donde
pudiera sentirse cómoda y encontrarse con personas de su edad.
Además, allí estaba rodeada de frondosos árboles, flores perfumadas y el canto de los
pájaros, que le daban marco al amplio parque.
Ella era casi feliz. Su cara reflejaba la paz que reinaba en su alma. Lo que atesoraba de lo
vivido, era el amor de su hijo y algunas amigas y familiares que aún frecuentaba; sus libros y
poemas: y el recuerdo de los animalitos que la habían acompañado a lo largo de su vida. Más
que suficiente para ella. Su última compañera había sido una gatita, que fue su consuelo durante
veinte años.
Por las mañanas Alondra solía leer recostada en una reposera en el jardín. Por las tardes,
en la sala de la residencia, mantenía largas conversaciones con las gentes más cultas y amistosas
. Había hecho un puñado de amigos, con quiénes compartía agradables momentos.
Pero muchas veces prefería quedarse sola escuchando música, o poemas e historias, que
leían en la radio locutores de voz impostada, mientras ella tejía al crochet, como hace
muchísimos años había visto hacerlo a su abuelita Vicentina. A cada lazo que entrecruzaba le
parecía entretejer estrellas, al tiempo que imaginaba historias, fruto de su temperamento
romántico y su gusto por escribir.
Sin embargo, rara vez escribía. Desde hacía tiempo había dejado de fabular cuentos y
de llorar poemas de amor.
El tejido, al que le dedicaba gran parte de la vigilia, se hacia interminable, pues solía
destejerlo de tanto en tanto, para luego volver a recomenzar.
Parecía ser una bufanda, de un intenso color rojo.
Esa tarde, mientras estaba tejiendo en la sala principal, la dueña de la residencia se
acercó a todos para presentarles a un nuevo huésped. El era un viejito muy alto, de abundantes
cabellos blancos y enrulados, que llevaba descuidadamente largos. Sus ojos eran muy negros y
de mirada intensa, enmarcados en tupidas cejas. Su rostro se adivinaba de líneas afiladas, debajo
de su abundante barba, completamente cana.
Caminaba con dificultad, ayudado por un elegante bastón de fina caña.
El viejo recorrió los rostros de todos y fijó la vista en ella. Alondra lo miró. Por un
instante, le pareció reconocer esa mirada. Pero no.
Ya no buscaba más en miradas de extraños, la que había perdido hacía tanto tiempo.
Ese hombre, del que no alcanzó a escuchar su nombre, tan distraída con su tejido, lucía
muy callado y con una expresión distante en sus ojos , como si hubiera “caído “ allí por un
lamentable error.
Aquella noche, en la cena, sirvieron ravioles de ricota con tuco. Era domingo. Y las
pastas “reinaban” en aquel sitio tranquilo, cada domingo.
Alondra se fue a dormir temprano después de cenar. Normalmente se quedaba de
sobremesa charlando con los demás, pero esa noche se sentía especialmente cansada.
Su habitación era pequeña , luminosa y muy cálida. En las paredes colgaban cuadros de
su madre, una otrora talentosa pintora. Representaban bucólicos paisajes cordobeses.
La cama de Alondra estaba cubierta por una colcha de lana, que ella misma había tejido el
año anterior. Era multicolor, azul, roja, amarilla y verde. Le gustaban los colores alegres y
juveniles. Ella siempre decía que era una joven atrapada en el cuerpo de una anciana.
En la mesita de noche, la foto de su hijo, sonriéndole, la contemplaba. Se puso el
camisón rosado , y se acostó. Apagó la luz, y pronto una luminosidad incomparable asomó por la
ventana. Era la luna. Alondra la contempló un momento. Iba a cerrar el cortinado de voile
blanco, cuando algo la detuvo. Creyó sentir un extraño llamado. Podía ser ella, la
luna, que quería decirle algo? Se estremeció. El corazón comenzó a palpitarle aceleradamente.
Miró fijamente la blanca y redonda luna rodeada de brillantes estrellas pequeñitas.
Era una noche magnífica. Entonces, se sintió transportada a lo más alto del cielo, como
antes, cuando “volaba” soñando imposibles. La luna le estaba revelando algo, importante y
definitivo. Le estaba diciendo que “él” estaba ahí, muy cerca de ella; y que el destino los iba a
reunir para siempre. Pronto, gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas, sin control. La congoja la
hizo suspirar. Podía acaso llegar la felicidad en el final del camino? La oscuridad y el silencio
envolvieron sus ansias. Intentó dormir.
La mañana la encontró con los ojos bien abiertos y el corazón trémulo como una hoja a
merced del viento. Se vistió torpemente. Fue al comedor. Si no lo hacía, pensó, iban a notar su
ausencia. Entonces, iba a ser peor para ella tener que explicar aquella revelación de la luna.
Se sentó y tomó una tostada con mermelada de frambuesa La única que quedaba en el
plato.. No era muy temprano, y la mayoría de los viejitos ya habían desayunado y, seguramente,
estarían disfrutando de un paseo por el parque o conversando sentados en la sala.
Afuera había estallado la primavera. Alondra salió a la galería. Se sentó en un sillón de
mimbre. Sus manos temblaban, y todo su ser, como si acabara de cumplir los quince y ... El, ya
la había visto antes que ella lo reconociera, detrás de las glicinas. Era él, sin duda. Ella no podía
contener su emoción. Pensó, cómo sería poder abrazarlo por primera vez. O tomar su mano .
Apenas si había sentido la fugacidad de su beso en los labios, aquella mágica tarde de otoño de
principios de siglo. Sus manos apretaron el tejido, desesperadamente.
El le sonrió. Se acercó a ella , inclinando levemente su cabeza, como hace tantos años al
entrar a la confitería de Córdoba y Callao. Clavó sus negras pupilas en las suyas, y exclamó: _
Alondra?_
Ella no pudo hablar, los ojos se le llenaron de lágrimas; y sus labios, como un pimpollo
encarnado y bañado de rocío, se entreabrieron en una sonrisa. Sólo balbuceó:
_ Hola, Luis Alberto_.
Luego, se incorporó y rodeó su cuello con la bufanda roja que acababa de terminar.
Le sentaba tan bien el rojo ...

FIN
Lilinquen
Publicado en el diario digital Rio Negro, sección “cuéntanos tu historia”

Buenos Aires, mujeres vos y yo


Buenos Aires, la que escuchaste mis primeros “berridos” hace medio siglo. Te he recorrido
toda, a lo largo de mi vida. Nací en tu Norte elegante, pero mis primeros años de infancia me vieron
retozando por el empedrado colonial de San Telmo. Recuerdo, como una sombra, el crujir de las
carretas desfilando por el empedrado de Humberto Primo y Defensa, en las festividades patrias.
También recuerdo despertar por las mañanas oyendo el canto a la bandera de los chicos de
guardapolvos blancos, inmaculados, formados en el gran patio de la escuelita donde vivíamos con mi
padre, que era el director. Yo los contemplaba con el asombro de mis tres añitos desde la ventana del
dormitorio, en el primer piso
Años más tarde en el barrio de Once, veo los camiones pasar por mi calle en dirección al
Mercado de Abasto. Desde el balcón del departamento de mis abuelos me fascinaba leer las
leyendas que lucían en sus carrocerías de madera barnizada. Si parece mentira, Buenos Aires,
cuando el lechero nos traía la leche suelta. Y el vendedor de escobas, plumeros y escobillones, con
su caballo gastando las herraduras en el empedrado. Los gritos del botellero y del afilador eran la
señal de la media mañana. Sin olvidar el carrito del verdulero, claro.
Como el hornero, he anidado en varios rincones de tus barrios, Buenos Aires: Colegiales,
frente al club Montañeses: Primera Junta en Caballito; Flores, frente a la placita Varela. Invaden mi
memoria aquellos encuentros sabatinos con amigas o “pretendientes” en las esquinas del Trust
Joyero frente al Obelisco y del Paulista en Pueyrredòn y Corrientes. Tampoco olvidé las
trasnochadas en el cine Arte, o en el IFT; las pizzas en Banchero y los “mostacholes” en Pipo,
compartidos entre risas y animadas charlas. Ahora mi hogar está en un rincón olvidado del sur, junto
a la Dellepiane , entre álamos y ceibos; calandrias y gorriones. A veces, subo el puente peatonal ,
miro hacia abajo los autos y pido tres deseos. Aún vivo de ilusiones como vos, “gambeteando” la
realidad que me viste de pobreza. Cuánto has cambiado Buenos Aires!. Cuánto quedó de mi en tu
avenida Corrientes! Mi infancia en la calle Ecuador , mis días de secundario saliendo del normal y
luego tomando el subte para ir a las clases de gimnasia en el club Atlanta. La ronda alrededor del
obelisco cuando nos recibimos de bachilleres. Y mi última ilusión tronchada en Callao y Corrientes,
hace pocos años.
Fue una tarde de otoño de principios de siglo, cuando después de “revolver” libros en las
librerías de Corrientes, como acostumbraba en los años de mi juventud, entré en una para comprar la
novela : “El Nadador”, de Gonzalo Contreras. El me había dicho que el personaje principal se le
parecía mucho. Y yo quería saber cómo era él. Esa tarde sería nuestra primera cita. Yo estaba
nerviosa. Hacía muchos años que no me citaba con un hombre. Días antes por Internet me había
pedido que lo invitara un café en la “Ricchieri”. Era casado. Jamás a mí se me hubiera cruzado por
la mente aceptar un encuentro con un hombre casado. Además, lo había conocido “chateando”.
Doblemente peligroso. Su poema improvisado una tarde de mayo y su “conversación” en “time new
roman”, culta, entre tierna e irónica, y bastante desenfadada, me habían seducido lo suficiente como
para no dejarlo insistiendo demasiado tiempo. Así fue que acepté que nos conociéramos
personalmente. El es del Sur. No vino especialmente por mí, estaba de paso.
Recuerdo haber contado las monedas que me quedaban luego de comprar el libro. No quería
pedir un café en esa elegante confitería de Callao y Córdoba, para después no tener con qué pagar mi
cuenta, si él me plantaba. No confiaba mucho en los hombres, Mis anteriores fracasos me pusieron a
la defensiva. Sin embargo, mi romántica ingenuidad podían hacerme entregarlo todo, por una palabra
o un gesto....apenas eso hacia falta.
Buenos Aires. Nos engañan fácilmente a nosotras. O será que nos dejamos engañar para no
perder nuestros sueños. O seremos algo tontas, después de todo.
El vino a la cita. Era más buen mozo que en la foto que me envió por e-mail. Medía casi un
metro noventa. Sus abundantes rulos canosos, su barba oscura y las cejas tupidas le daban a sus ojos
un aire de intelectual y seductor “enfant terrible”. Yo le sostuve la mirada unos largos segundos ante
sus cautivadores ojos negros. Venciendo mi timidez, quería hacerle saber que yo era la misma con
quién había mantenido esos diálogos por momentos atrevidos, durante largas horas por Internet. Se
comportó como todo un caballero, tal como yo le había advertido. Pidió un tostado al mozo, y me
convidó. Yo le agradecí sonriendo, pero apenas probé, pues estaba muy salado para mi gusto. Noté
que era callado, y también noté su grueso y dorado anillo matrimonial, el cual no se preocupaba en
ocultar. A los pocos minutos me propuso buscar una disquerìa pues quería obsequiarme un “compact
disc” de una cantante venezolana desconocida para mi, pero que él admiraba mucho, Soledad
Bravo..
Caminamos juntos por Callao. Me conducía galantemente, con su mano en mi espalda
dejándome el lado de la pared.. Yo lo miraba subyugada y pensaba lo cómoda que me sentía a su
lado. Por momentos, sin quererlo, nos rozábamos al caminar. Yo le hablaba muy animadamente.
Recuerdo que cuando pasamos por mi escuela normal, le señalé entusiasmada la ventana de mi
quinto año. Quería compartir con él mis recuerdos de adolescencia...y tantas cosas más. Cruzamos
Callao, luego Corrientes. No encontramos el compact que había pensado regalarme, pero me dio a
elegir entre dos de esa cantante, Yo preferí el de los poemas de Rafael Alberti que incluía recitados
del poeta. Junto al mostrador, pagando su regalo para mì con su tarjeta de crédito, altísimo y tan
serio, todo èl emanaba un aire de hombre protector. Me sentí contenta de que él me hiciera ese regalo
a mì. Significaba que yo le agradaba. Luego, cuando nos despedimos en la calle, ya que debía
encontrarse con su hijo en Talcahuano a las seis, me dijo que me iba a llamar a su vuelta de Europa.
En ese momento mi corazón se abrió de par en par. Yo estaba convencida de que nos volveríamos a
ver. Sólo nos separaríamos ocho días. Serian las seis de la tarde, las luces de Corrientes ya se habían
encendido.
Salimos, y segundos antes de cruzar apurado y perderse entre los autos, me dio un beso. Yo
le ofrecí la mejilla, y de pronto sentí la tibieza de sus labios en los míos y la suavidad de su barba en
la cara. Luego, lo vi irse. Me fui a tomar el 50 apurando el paso, con esos pasitos rápidos y cortitos
que solía hacer mi mamá cuando estaba contenta; mientras apretaba contra mi el compact, que era la
prueba real de que no estaba soñando. A los tres días me escribió un e-mail desde Holanda, donde
me repetía que ni bien llegara a Buenos Aires, me llamaría por teléfono.
Ese sábado esperé su llamado con incontenible ansiedad Pero mi teléfono nunca sonó. Fue
entonces que supe que no lo volvería a ver. Después de haber escuchado durante días una y otra vez
la colorida voz de Soledad Bravo y la bella poesía de Alberti; en un rapto de rabia y dolor, fui a su
hotel, sabiendo que él no había estado en todo el día, y le dejé el compact con una notita. Le decía
que yo no aceptaba regalos de desconocidos. Luego, bajé de prisa las escaleras y me fui . Entonces,
de mis ojos brotaron las primeras lágrimas que iba a derramar por él.
Pasaron años. El se separó de su esposa pero siempre se negó a encontrarse conmigo. Como
si estuviera huyendo de mí. Tampoco intentó que yo entendiera por qué. A pesar de todo yo intuía
(delirante intuición femenina) que “algo le pasaba” conmigo. El sabia que yo estaba locamente
enamorada . Y su ego masculino se nutría de mis lagrimas. Al final, hace muy poco , supe que “otra”
se lo llevó. Una mujer “del montón” que conoció por Internet, que no era más atractiva que yo, y
que estoy segura, no lo amará jamás como yo. Aún hoy, de vez en cuando, “nos adivinamos” el uno
al otro por la web , sin decirnos nada. Sólo nos comunicamos a travès de imágenes, las fotos que èl
pone en la ventana del messenger.
Ay, Buenos Aires, mujeres, ambas. Vos, dándole la espalda al río y mirando siempre a tu
centro, pendiente de él, el obelisco, que te da identidad de ciudad mujer, de ciudad porteña. Y yo,
buscando su olor, el de mi amor patagónico, que me hizo sentir mujer Por tus venas de cemento y
empedrado corre tu sangre apasionada. El tango es tu canto en la melancolía. El mío es mi poesía. Y
el recuerdo de ese hombre corre por mis venas y por las tuyas, Buenos Aires. Cada vez que piso tus
veredas, las que caminamos juntos esa tarde, siento el dolor de su ausencia. Como a vos, me duele
tanto el olvido. Ambas, padecimos de amores y desamores. Los que más te han querido te
abandonaron. No obstante, de lejos nunca dejaron de añorarte. Gardel, Cortázar y Borges te amaron.
Sin embargo , te abandonaron y murieron sin despedirse de vos, lejos, muy lejos.
Borges, Gardel, su nostalgia y mi pena se amalgaman en sus versos cuando dicen, “mi Buenos
Aries querido, cuando yo te vuelva a ver” , o “no nos une el amor sino el espanto, será por eso que
la quiero tanto” Querida ciudad mía, prisionera de los seductores de siempre, los que se abusan. Se
lucen junto a vos cuando caminàs por Recoleta, de taco aguja, de boquita pintada y Cannel nº 5. Pero
tus pies están descalzos y llagados , buscando algo para comer en las bolsas de basura, por la Boca,
Lugano, Soldati y Pompeya. Entonces, ellos, indiferentes , miran para otro lado: París, Londres, New
York. Y hoy, Buenos Aires, después de medio siglo vivido; caminando tus calles, no me reconozco,
no te reconozco. Ni vos ni yo somos las mismas. Ambas lastimadas, lastimándonos. Ambas, mujeres,
hembras heridas, abatidas, aún ilusionadas. Quiero unirme a las palomas, y volar. Me voy de aquí,
muy pronto. Lo decidí, finalmente. Ambas, vos y yo, no sabemos cual rumbo tomar. Pero vos no
podès elegir. Tendrías que arrancarte tus venas de cemento y empedrado, tus paraísos y jacarandaes,
tus estatuas y tus fuentes, tu corazón de tango. Yo en cambio, puedo elegir, aunque también me
desgarre.
Buenos Aires, estoy pensando en dejarte. Es tarde y no quiero cometer el mayor de los
pecados, no ser feliz, como decìa Borges.. Por eso, voy a cruzar el mar hasta encontrar mi sueño; el
que ya no busco en tus entrañas.

Lilinquen

Presentado en concurso /2004/ de cuentos de mujeres y Buenos Aires, auspiciado por la


Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

“...nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sin su futuro
y sin su cielo
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
quizá tuviera un alma triste
como mi alma...
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena

yo imaginaba que era un niño


pero sólo era un niño muerto...
y ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudiéramos haber sido
para él...
que no pudo ser nuestro...”
Mario Benedetti (fragmentos de “Vos lo dijiste”)

El ... al final se fue con otra ....


Y yo, aquí, juntando los pedacitos de mi corazón....
Mas, la luna sabe...y me dijo, que cada vez que sus ojos se posen en ella, él sabrá que
como yo nadie lo amarà...

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