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Tradtt.

«Wn<U
VÍCTOR OLOSTEI l

NUNCA FUIMOS
MODERNOS
Ensa yo de antropología imétrica

por
Brllllo Latour
)l()
Siglo veintiuno editores Argentina s.a. Índice
TUCUMÁN \62 1 7° N (C10SOAAG). 6UENOS .AlRES. REPÚBL ICAARGEN TINA

Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.


CERRO DEL AGUA 248, OELEGACIÓN COYOA CÁN, 04310 , MÉXICO, O. F.

Siglo veintiuno de España editores, s.a.


CIMENÉ NOEZ P lDAL. 3 BIS (28036) MADR ID

Cet ouvrage, fnw lié dans le c(J,(b-e


du Prvgramme d'Aide A,,,oradecimie ntos 11
a la Publication VictoriaOcampo,bénéficiedu S()U(ien
du Minisrh'e de.sA!Jaire.sEtrangereset du Servúe Culturel
de l'A mbrmade de l•'rana en A rgentine.
l. Crisis 13
Esta obra, publicada e n el mar co de l Pro grama de Ayuda
a la Ed ición Victoria Oca mpo , ha sido beneficiada con e l apoyo 2. Constitució n 31
d el Minist e rio de Asu ntos Ext ra njeros y del Servicio Cu ltu ra l
de la Embaja da de Francia en la Argenti na. 3. Revoluc ió n 81

l.ato ur, Brun o 4. Relativism o 135


Nunca füim os mode rnos. Ensayo de antrn pologí a simétrica /
Bruno l.atou r 5. Redistribu ció n 189
! ' ed. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2007
224 p.; 2h14 cm
Tradu cción de: Víctor Goldstei n
Refer encias bibliogr áficas 213
ISBN 978-987-1220-8&-4
1. Antropologí a. !I Títul o.
CDD 128

Tí tulo orig ina l: No-us n 'avons jcm1aü éte1Mdernes.


faS(l.i d'anthropowgiesy,nitrique
© 1991, Édit ions La Découvene, París
© 1997 , Éditions La Déco uvene &Syms , París

Ponada de Peter Tje bbes


Imagen de tapa: fo togra fía de Bru no Latour (fragmento)

© 2007, Siglu XXI Editor es Arg entin a S.A.


lSBN 978-987•1220-8.S--4

Imp reso en Artes Gr áficas Delsnr


Almirante Soler 2450, Avellaneda,
eo el mes de mayo de 2007

Hecho e l dep ósito que marca la ley 11.723


Impreso en Argenúna- Made in Argentin a
Para Elí.zabethy Luc
Agradeciinientos

De no haber sido por Franc;ois Geze no habría escrito este


ensayo, cuyos defe ctos ciertamente son innumerables, pero que
habrían sido todavía más sin los preciosos consej os de Gérard
de Vries, Francis Chateauraynaud, Isabe lle Stengers , Luc Bol-
tans ki, Elizabeth Claverie y mis colegas de la Escuela de Minas .
Agradez co a Harry Collin s, Erm an McMullin, Jim Griesemer,
Michel lzard , Cli.fford Geertz y Peter Galison por ha berme per-
mitido ensayar sus argumentos du rante diversos seminarios que
ellos tuvieron la amabilidad de organizar para mí.
l.
CRISIS
La proliferación de los h.l'bridos

En la página 4 del diario leo que este año las medicio nes
por enc ima de la Antár tida no son buenas: el agujero de la ca-
pa de ozono se agranda peligr osament e. AJ continuar con la lec-
tura, paso de los quí micos d e la atmósfera a los ejec utivos de
Atochem y de Monsanto, que modifican sus cadenas de prod uc-
ción para remplazar los inocent es clorofluorcarbonos, acusados
de crimen contra la ecosfera. Algunos párrafos más adelante te -
nemos a los jefe s de Estado de los grandes países ind ustrializa-
dos que hablan de química, hel ade ras, aeros oles y gases inert es.
Pero en la parte inferior de la colu mna, me encuentro con que
los meteorólogos ya no están de acuerdo con los químicos y ha-
blan de fluctuaciones cíclicas. Por si fuera poco, los in dustria-
les ya no saben qué hacer. Los capitos tes también vacilan. ¿Hay
que esperar? ¿Ya es demasiado tarde? Más abajo, los paíse s del
tercer mundo y los eco logistas se mete n do nde no los llaman y
hablan de tratados internacionales, de derech o de las gen era-
cio nes futuras , de derecho al desarrollo y de moratorias.
Así, el artí culo mezcla reacciones químic as y políticas. Un
mismo hilo relaciona la más esotéric a de las cien cias y la polí-
tica más baja , el cielo más lejano y una fábri ca espec ffica en las
a.fueras de Lyon, el peligro más glob al y las eleccio nes que vie-
nen, o el próxim o consejo de admini stración. Los tamaños , los
desafios, las duraciones, los actores no son comparables y sin
embargo ahí están, comprometidos en la misma historia.
En la pági na 6 del diario me en tero de que el virus del sida
de París contaminó al del laboratorio del profesor Gallo, que
16 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 17

los seño res Chirac y Reagan , sin embargo, habíanjurado solem - artículos híbridos que dibujan mad ejas de cie ncia, de polític a,
nemente no volver a cuest ionar el historial de ese descubri - de economía , derecho, religión, técnica, ficción, se multipli -
miento, que las industrias qufmicas se demoran en poner en el can. Si la lectura del diario es la oración de l hombre mod erno ,
mercado medicamento s reclama dos a voz en cuello por enfer- entonces es un hombre muy extrañ o el que hoy ruega leyendo
mos organi zados en asociaciones militantes, que la epidem ia se eso asunt os embro llados. Aquí, la cultura y la naturaleza resul-
extien de en el África negra. Una vez más, capirost es, químicos, tan mezcladas todos los días .
bió logos, pacientes de sesperados, industriales , se encuentran Sin embargo, nadie parece preocupar se por eso. Las pági-
compro metidos en una misma historia incierta. nas de Economía, Pol ítica, Ciencias , Libros, Cultu ra, Religió n,
En la página 8 se habla de computa dora s y de mic r ochips Policiales se reparten los proyectos como si tal cosa. El más pe-
controlados por los japoneses; en la 9, de embriones conge la- queño virus del sida hace que uno pase del sexo al inconscien-
dos; en la 10, de bosques que arden arrasando en sus columnas te ' al África , a los cul tivos de células, al ADN, a San Francisco;
de humo especi es en peligro que algunos naturali s~ quieren pero los analistas, los pensadores, los periodistas y los que to-
protege r ; en la 11, de ballenas provistas de collares · con radio- man decision es van a recortar la fina red que dibu ja el virus en
balizas adosad as; también en la 11, un basural del Nort e, sím- pequeños compartimientos limpios donde sólo se encontrará
bolo de la explotación obre ra, que se acaba de clasific ar como ciencia, economía, representaciones soc iales, policiales, pie-
reser;a ecológica a causa de la flora rara que allí se desarrolló. dad , sexo. Aprieten el aerosol más inocent e y se verán llevados
En la 12, el papa, los obispo s, Roussel-Uclaf· 1 las trompas de Fa- hac ia la Antá rti da, y de ahí hacia la Universidad de California
lopio y los fundamentalistas tejanos se reúnen alrededor de l en Irvine, las cadenas de montaje de Lyon, la química de los ga-
mismo contraceptivo en una extraña cohort e . En la 14, lo que ses inertes, y de ahí qu izás hacia la ONU , pero ese hilo frágil se-
vincula al señor Delors , Th omson , la Comunidad Económica rá roto en ou·os tantos segm entos cuantas disciplinas puras hay:
Europea, las comisio ne s de estandarización, de nuevo los japo- no mezclemo s el conoci miento, el interés, la justicia, el poder.
neses y los productores de telefilmes. Se cambian algw1as líneas No mezclemos el cie lo y la tierra, lo global y lo local, lo huma-
en el estándar de la pantalla y los miles de millones de fran cos, no y lo inhuman o. "Pero, ¿esas mad ejas con stituye n la mez cla
los millones de televisores, los miles de horas de telefilme s, los -dirán ustede s-, tejen nuestro mundo?" "Que sea como si no
cent enares de ingenieros, las de cenas de ejecutivos se ponen a existieran", responden los analistas. Ellos cortaron el nudo gor-
baila r. diano con una espada bien afilada . El timón se ha roto: a la iz-
Felizmente, en el diario hay algunas páginas tranquilas don- quierda el conocimiento de las cosas, a la derecha el inter és, el
de se habla de pura política (una reunión del partido rad ica l), poder y la política de los hombres.
y el suplemento de libros donde las novelas relatan las aventu-
ras exultantes del yo profundo ( te amo, ya no te amo). Sin esas
páginas despejadas, uno se marearía. Lo que ocurre es que esos Volviendo a atar el nudo gordiano

Desde hace unos veinte años , mis amigos y yo estud iamos


1 Ro\1:.sel-Uclaf es una filiaJ de la firma alemana Hoechst, que produj o la esas siruaciones extrañas que la cultura intelectual en la que vi-
RU-486, llamada la píldora del día despu és, (T.] vimos no sabe dónde ubicar. A falta de otra cosa, nos llamamos
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BRUNO LATOUR
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miento , de las cosas en sí, sino de su inclusión en nuestros co-
sociólogos, historiadores, economistas, politólogos, filósofo~, a~- lectivos y en los sujet0s. No hablamos del pen sam iento instru-
tropólogos. Pero a esas disciplinas venerables siempre a~ad 1- mental sino de la misma materia de nuesu-as sociedad es. Mac-
mos el genitivo: de las ciencia s y las técnicas. Science studte.s es Kenzie de sp liega toda la Armada norteamericana y hasta a los
la fórmula de los ingleses, o ésta, demasiado pesada: "Ciencias , diputados para hablar de su central de inercia; Callan movili-
técnicas, sociedades". Sea cual fuere la etiqueta, siempre se tra- za a Électricité de France y Renault así como a grandes sec to-
ta de volver a atar el nudo go rdiano atravesando, tantas veces res d e la política energética francesa para comprender los in-
co m o haga falta, el corte que separa los cono cimi entos exactos tercambios de iones en el extremo de su electrodo; Hughes
y el ejercicio del poder, digamos la naturaleza y la c_ultur:a.Hí- reconstru ye todo Estados Unidos alrededor del hilo incandes-
bridos nosotros mismos, in sta lados de soslayo en el 1ntenor de cente de la lámpara de Edíson; sí uno tira del hilo de las bacte-
las instituciones científicas, algo ingenieros, algo filósofos, ter- rias d e Past eu r lo que viene es toda la sociedad francesa del si-
ceros instruidos sin buscarlo, hicimos la elección de describir glo XIX, y se vuelve imposible comprender los péptidos del
las madejas dondequiera que nos lleven . Nuestro veh~CIJ.~O es 1~ cerebro sin adosarles una comunidad científica, los instrumen-
noción de traducción o de red. Más flexible que'la noción de tos, las prácticas, pertrechos que se parecen muy poco a lama- .
sistema, más histórica que la de esrructura, más empírica que teria gris y el cálculo.
la de complejidad, la red es el hilo de Ariadna de esas historias "Pero, en tonces, ¿es política? ¿Usted reduce la verdad_científi-
mezcladas . ca a intereses y la eficacia técrúca a maniobras políticas?" Este es el
Sin embar go, esos trabajos siguen siendo incompren sible s segundo malentendido. Si los hechos no ocupan el lugar a la vez
porque están recortados en tres según las cat egorías usuales de marginal y sagrado que les rese1"aJ) nuestras adoraciones, ahí los
las críticas. Forman parte de la naturaleza, de la políúca o del tenemos, reducidos de inmedia to a menlS contingencias locales y
discurso. a pobres artimañas. Sin embargo, no hablamos del con texto social
Cuando MacKenz.ie des cribe la central de inercia de los mi- y de los intereses de poder, sino de su inclusión en las comunida-
siles intercontinentales (1990); 2 cuando Callan describe los des y los olajetos. La organiz.ación de la Armada norteamericana se
electrodos de las pilas de combustible (1989); cuando Hughes modifica profundamente por la alianza que se hace entre sus ofi-
describe el filamento de la lámpara incand escente de Edison cinas y las bombas; Électricité de France y Renaultse vuelven irre-
(1983a); cuando yo describo la bacteria d el ántrax atenuada conocibles según inviertan en la pila de combustible o en el mo-
por Pasteur (1984) o los péptidos del cerebro de Guillemin tor de explosión ; los Estados Unidos no son los mismo s antes y
(1988a), los crí ticos se imaginan que estamos hablando de téc- después de la elecuicidad; no se trata del mismo contexto social
nicas y de ciencias. Como en su opinión escas últimas son mar- del siglo XIX según esté construido con gente pobre o con pobres
ginales o a lo swno no manifiestan más que el puro pensamien- irúectados de mkrobios; en cuanto al sujeto inconsciente tendido
to insuumental y calculador, los que se interesan en la política en su diván, cuán diferente es según su cerebro seco descargue
o en las almas pued en dejarlas a un lado. Sin embargo , esas in- neurotransmisores o su cerebro húmedo segregue hormonas. Nin-
vestigacion es no tratan acerca de la naturaleza o del conoci- guno de esos estudios puede volver a emplear lo qu e los sociólo-
gos, los psicólogos o los econo rnísras nos dicen del contexto social
2 Las referen cias entre paréntesi s remiten a la bibliografía al final del o del sujeto para aplicarlos a las cosas exactas . Cada vez, tanto el
volumen.
20 BRUNO LATOUR
NUNCA FUIMOS MODERNOS 21

contexto como el ser humano resul tan redefin idos. Así como Si los seres que a ustedes les interesan atraviesan las tres, dejan
los episte mólo gos no reconocen ya en las cosas co_lectiviza~as de ser comprendidos. Ofrezcan a las disciplinas establecidas al-
qu e les ofrecemos las ideas, los con ceptos, las teonas de su in- guna bella red sociotécnica, algunas bellas traducciones, las pri-
fan cia, de igual modo las cien cias humanas no pueden recono- meras extraerá n los conc eptos y arra ncará n todas sus raíces que
cer en esos colectivos llenos de cosas qu e desplegamos los jue- podrían unirlas a lo social o a la retórica; las segundas les cor-
gos de poder de su adole scen cia militante. Tanto a la izq~ierda tarán la dimensión social y política y la purificarán de cualquier
com o a la derecha, las finas redes trazad as por la pequena ma- objet o; las terce ras, por último, cons ervarán el discurso pero lo
no de Ariadna son más invisibles que las de las arañas. purgarán de toda adherencia indebida a la realidad -horresco
"Pero sí usted no habla ni de las cosas en sí, ni de los hwna - referens- y a los juegos de poder. El agujero de la capa de ozo-
nos en tre ellos, es porqu e no habl a más que , del discurso, de la no sobre nuestras cabezas, la ley moral en nuestro corazón, el
repr esentación, del lenguaje, de los textos." Este es el tercer ma- tex to aut óno mo, por separado, pueden atraer a nuestro s críti-
lentendido. Los que ponen entre parén tesis el referente exte- cos. Pero que una delicada lanzadera haya unido el cielo, la in-
rior -la naturaleza de las cosas- y el locutor -el ~ontdcto prag- dustria, los textos, las almas y la ley mo ral, eso es lo que sigue
mático o social-, en efecto no pu ed en hablar más que de los sien do ignorado, indebi do, in au dito . .
efectos de senúdo y de los juegos de lengu aje. Sin embargo,
cuando MacKenzie escruta la evolución de la central de ine rcia,
está hablando de dispo siciones que pueden matamos a todos; · La crisis de la crítica
cuando Callon sigue de cerca los artí culos científi cos, de lo que
está hablando es de estrategia industrial, al mismo tiempo que Los críticos desarrollaron tres repertorios distintos para ha-
de retórica (Callan, Lawy otros, 1986); cuando Hughe s analiza blar de nuestro mundo: la natura lización , la socialización , la
los cuade rnos de no tas de Edíson , el mund o interior de Menlo deconstrucción. Para no andar con rodeos y con un poco de
Park pronto será el mundo exterior de todo Estado s Unidos; injusticia, digamos Changeux, Bourdí eu, Derrid a. Cuando el
cuando yo describo la domesticación de los microbios por Pas-- primero habla de hechos naturalizados, no existe ya ni socie-
teur, lo que movilizo es la sociedad del siglo XIX y no sólo la se- dad ni sujeto ni forma del discurso. Cuando el segundo h abla
miótic a de los textos de un gran homb re ; cuando describo la in- de p oder sociolo gizad o, no hay ya ni ciencia ni técnica ni tex-
vención-descubrimiento de los péptidos del cerebro, realm ente to ni contenido. Cuand o el tercer o habla de efectos de ver dad,
estoy hablando de los mismos péptidos y no simple mente de su creer en la existencia real de las neuronas del cerebro o de los
representación en el laboratorio del profesor Guillemin. Sin em- juegos de poder sería hacer gala de una gran ingenuidad. Ca-
bargo, en verdad se trata de retórica, de estra tegia textual, de da un a de estas form as de crític a es poderosa en sí misma pero
escritura, de puesta en escena, de semiótica, pero que de una imposible de combinar con las otras. ¿Pueden imaginarse por
forma nueva conecta a la vez la naturaleza de las cosas y el con- un momento un estud io que haría del aguj er o de ozo no algo
texto social, sin redu cirse no obstan te ni a una ni a otro. naturalizado, sociologizado y deconst.ruido? La na turale za de
Es evidente que nuestra vida intelectual está muy mal hecha. los hechos estarí a absolutament e estableci da, serían previsibles
La epistemología, las ciencias sociales, las ciencias del texto, ca- las estrategias de poder, pero, ¿no se trataría sino de efectos de
da una tiene su casa propia, pero a condición de ser distintas. sentid o que proye ctan la pobre ilusió n de una naturaleza y un
22 BRUNO l..ATO UR~UNCA FUIMOS MO DERNOS 23

locutor? Un patchwork semejante sería algo grotes co. Nue stra Este dilem a carece rfa de solución si la antro pología no nos
vida intelectual sigue siendo reconocible mien tras los episte-hubi ese h abituado desd e hace tiempo a tratar sin crisis n i eti-
mó logos, los sociólogos y los dec onstrucc ionistas p ermanez can tica el tejido sin costura de las naturalezas-culturas . Hasta el más
a dista ncia con veniente, nutrien do sus críti cas con la debilid ad racionalista de los etnógrafos, una vez enviado a tierras distan-
de los otros dos abordaj es. Desarrollen las ciencias , desp lieguen tes, es capaz de re lac ionar en una misma monografi a los mitos,
losjuegos de poder , desprecien la creencia en una realidad, pe-las etnoci encias, las genealogías, las formas polític as, las técní-
ro no mezclen esos tres ácidos cáusticos. :as, las religion es, las epopeyas y los ritos de los p ueblos que es-
Sin embargo, una de dos: o bien las redes que hemos des- tudia . Envíen lo entre los arape sh o en tre los achua r, entre los
plegado no existen real mente, y los críticos tienen buenas ra- :ore anos o los chinos , y obtendrá n un relato que rel aciona el
zone s para mar ginar los estudio s sobre las ciencias o trocearlos :ielo, los ancestros, la forma de las casas, los cultivos de ñames,
en tres conjun tos distintos -h echos , poder, discurso - ; o bien nandioca o arroz, los ritos de iniciación, las formas de gobi er -
las redes son tal y como las hemos descrito y atraviesan las fron- 1.0 y las cosmo logías. Ni un ele mento que no sea a la vez re al,
teras de los grandes feudos de la crítica, y no son ni ¿bjeúvas ni ;ocial y narrado.
sociales ni efectos de discurso al tiempo que son real es, cole e- Si el analis ta es sutil , les descri birá rede s que se parecerán
tivas y discursivas. O bien nosotros, los porta dores de malas nue- :orno dos gotas de agua a las mad ejas soc iotécnicas que noso-
vas, deb emos desaparece r, o bien la crítica debe entrar en cri- ros dibujamos siguiendo los microbios, los misiles o las pilas
sis a causa de esas redes sob re las que se rompe los dientes. Los :ie combustible en nuestras propias sociedades. Tambi én nos o-
hechos científico s están construidos pero no pueden reducir- :ros tenemos miedo de que el cielo se nos caiga sobre la cabe-
se a lo social porque éste se pueb la de objetos movilizados pa- ~- Tambi én noso tros vincul amos el gesto ínfimo de apretar un
ra con struirlo. El agente de esca doble construcción viene de 1erosol a proh ibiciones qu e ata ñen al cielo. También nosotr os
un conj unto de prácticas que la noci ón de deconstrucc ión cap- iebem os tener en cu enta las leyes, el poder y la mora l para
tura tan mal como le es posible. El agujero de ozo no es <lema- :omprender lo que dicen nuestras cienci as sobre la química de
siado social y d emasiado narrado para ser realme n te natural; a alta atmósfera.
la estra tegia de las firmas y de los jefes de Estado, demasiado Sí, pero nosotros no somos salvajes, ningún antro pólogo nos
llena de reacci ones quím icas para ser reducida al poder y al in- :studia de tal modo , yjustamente es imposibl e hacer sobre nu es-
terés; el discurso de la ecosfe ra demasiado real y dem asiado so- ras natu ralezas-c ulturas lo que es posible en otras partes, entre
cial para reducirse a efectos de sentid o. ¿Es nuestra la culpa si os otros . ¿Por qué? Porq ue nosotros somos modernos. Nuestro
!,as redesson a la vez real,escomo la natu raleza, narradas como el dis- ejido ya no es sin costura .3 Por ello, la continuidad de los aná -
curso, colectivascomola sociedad? ¿Debemos seguir abandonán- isis resulta imposible. Para los antropólogos tradicional es, no
dolas a los recu rsos de la crítica, o abandonar las adhiriéndonos 1ay, no puede haber, no deb'e haber antropol ogía del mund o
al sentido común de la tripartición crítica? Nuestras pobres re-
des son como los kurdos apropiados por los iraníes, los iraquíes
y los turcos que , caí~a la noche, atra~e san 1~ fr~nte :3-5,se ca- 3 Alusión al ep isodio del reparto del ropaje de Cristo , que se dividieron
san entr e ellos y suenan con una patri a com un extra1da de los :>S soldado s haciendo cuatro momones , salvo la túnica, qu e era sin costura.
tres país es que los desme mbran. ,ímbolo de unidad. (T.]
24 BRliNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 25

moderno (La tour, 1988b) . Las etnocien cias pued en rel acionar- comunicado de victoria de aque llos que escaparon por un pe -
se en pane con la socie dad y el discurso; la ciencia no puede ha - lo al leninismo. Al querer abol ir la explotació n del hombre por
cerlo. Incluso se debe al hecho de que somos incapaces de es- el hombre , el social ismo la hab ía multipli cado indefinidamen-
tudiarnos así por lo sutiles y distantes que somo s cuando vamos te. Extrañ a dial éctica que resucita al explotador y e ntierra al se-
a los trópicos a estud iar a los demás. La triparti ción crítica nos pul turero tras ha ber enseñado al mund o la gue rra civil a gran
protege y auto riza a resta blecer la continuidad en codos los pre- escala. Lo reprim ido retorna, y lo hac e por par tida do ble: el
modemos. Nos volvimos capaces de hac er emo grafia sólid amen- pueblo expl otad o, en cuyo nombre reinaba la vanguardia del
te ado sados a ella. De allí extraji mos nue stro coraje. proletaria do, vuelve a ser un pu eblo; las elites con dientes afi-
La formu laci ón del d ilema ahora se ha modificado: o bien lados, d e las qu e uno hab ía pen sado que podía abstenerse, re-
es imposible hac er la antr op olog ía de l mundo mo derno, y exis- gresan ené rgicam ente para recuperar en los Bancos, los comer-
ten buenas razo nes para ign orar a aquellos que pretenden ofre- cios y las fábricas su viej o trabajo de expl otación. El Oc cidente
cer una pa tria a las rede s sociotécnicas; o bien es posjbl e hacer - liberal n o cabe en sí de alegría. Ha gana do la guerra fría .
la au nq ue habría que alt erar la definición de mundo mod erno. Pero ese triunfo es de co r ta duración. La celebra ción en Pa-
Pasamos de un problema limitado -¿por qué las re des son ina- rís, Londres y Amsterda m , en ese glorioso año de 1989, de las
sibles?- a un problema más amplio y más clásico: ¿qué es un prim eras co nfer encias sobre el estad o globa l del planee.a sim-
moderno? Al pr ofund izar la inco mprensió n de n uestros mayo- boli za, para alguno s observadores, el fin del capita lismo y de
res respecto de esas redes que, según prete ndem os, tejen nues- esas vanas esperan zas de conquis ta ilimi tada y de dominaci ón
tro mundo , percib imos sus raíces antropol ógicas . Felizm ente, tocal de la naturaleza . Al querer desviar la explo tación del hom-
nos ayud an a ello aconte cimientos considerabl es qu e entie rran bre por el hombre sobre una explotación de la natu raleza por
al viejo topo crític o en sus propios túnel eas. Si el mundo mo- el hombre, el capitalismo multiplic ó inde finidam ente amb as.
derno resulta a su vez capaz de ser antropo logizad o, es po rque Lo reprimid o reto rna, y lo hace por partida doble : las multitu-
alg o le ocu rrió. De sde el salón de Mme. de Guer man tes sabe- des que se quería salvar de la muerte vuelven a caer por cente-
mos qu e se necesi ta un cata clismo como el de la Primera Gue- naes de mill ones en la mis eria; las naturalezas, a las que se que-
rra Mundial para que la cultura in telectual modifiq ue ap enas na dominar por completo , nos dominan de m anera tamb ién
sus costumbre s y por fin re ciba en su casa a esos arri bistas qu e globa l amenazándonos a todos. Extraña dialéc tic a, que hace
nadie invita ba. del esclavo dominado el amo y pos eedor del hombr e, y nos en-
señ a de pron to que inventamos a los ecocidas al mismo tiem-
po que las hambrunas a gran escala.
El milagroso año 1989 La sime tría perfec ta entr e el derru mbe del muro de la ver-
güenza y la desaparición de la natura leza ilimita da sólo se ocul-
Todas las fechas son con venciona les, pero la de 1989 lo es ta a las ricas democra cias occidental es. En efecto, los socialismos
un poco menos que las otras. El derrumbe del Muro de Berlín des truyeron a la vez a sus pueblos y sus ecosis temas , mientras
simboliza par a tod os los cont emp oráneos el del soci alismo. que los del Noroeste pud ieron salvar a sus pueblos y algu nos de
"Triunfo del liberalism o, el capitali smo, las democracias occi- sus paisaje s destru yen do el resto del mundo y hundiendo en la
dentales sobre las vanas esp eranzas de l marxi smo ", ése fue el miseria al re sto de los pueblo s. Doble traged ia: los ex social.is-
26 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERJ"IOS 27

mos creen pode r remediar sus dos desgracias imitand o al Oes- no suena muy afinada ni en arce ni en economía ni en política
te; éste cree habe r escapa do a las dos y que, en efecto, puede ni en cienc ia ni en técnica. Tanto en las galer ías de pintura co-
dar lecciones mientras deja morir tanto a la Tierra como a los mo en las salas de conciert o, a lo largo de las facha das de los edi-
hombr es. Cree ser el único en posee r la martin gala que permi- ficios al igua l que en los in stitutos de desarrollo, se sien te que
te ganar para siempre, mientras que quizá lo ha perd ido todo. faltan las ganas. La voluntad de ser moderno par ece vacilante,
Tras este doble desví o de las mejores inten ciones, noso tros, en ocasiones hasta pasad a de moda.
los modernos, parece mos haber perdido un poco la con fianza Todos, seamos antimod ernos, modernos o posmodernos,
en nosotros mism os. ¿No había que intentar ponerle fin a la ex- estamos cues tionados por el do ble desastre del milagroso año
plotaci ón del hombre por el hombre? ¿No había que tratar de 1989. Pero si lo consideramos justamente como un doble de-
ser amo y poseedor de la na tura leza? Nuestras más altas virtu- sastre, como dos lecciones cuya admirabl e simetr ía nos pem1Í-
des fueron puestas al servicio de esa doble tarea, una del lado te recup erar de otro modo todo nues tro pasado , entonc es re-
de la política, la otra de las cienc ias y las técnic as. Y .sin embar- cupe ramos el hilo del pensam iento.
go, de buena gana nos volveríamos hacía nues tra juventud en- ¿Y si nunca fuimos mod ernos? Entonces la antropología
tu siasta y bienpensante, como hicieron los jóven es aleman es com parada se volvería posible . Las redes tendrían un hogar.
con sus padres de pelo gris. "¿A qué ór de nes criminales hemos
obedec ido?" "¿Vam os a decir que n o sabíamos?"
Esa duda sobre la legitimidad de las mej ores int enciones lle- ¿Qué es un moderno?
va a algunos de nosotros a volverse reac cion arios de dos mane -
ras diferentes: ya no hay que querer ponerle fin a la domina- La moderni dad tiene tant os sentidos como pe nsadores o
ción del hombre por el hom bre , dicen unos; ya no hay que periodi stas hay. No obstante , tod as las definicione s designan de
tratar de dominar la natu raleza, dicen los otro s. Seamos deci - una u otra manera el paso del tiempo. Con el adjetiv o moder-
didam ente antimodem os, dicen todos. no se designa un régime n nuevo, una aceleración, una ruptu -
Por otro lado, la exp resión vaga de posmodernidad resu - ra, una revoluc ión del tiemp o. Cuando las pala bras "moderno",
me co n claridad el escepticismo incon clus o de aque llos que re- "moden 1izació n", "moderni dad" aparece n, definimos por con -
chazan una u otra de esas reacciones. Incapaces de creer en las traste un pasado arcaico y estable. Además, la palabr a siempre
dobles promesas del socialismo y el "naturalismo'', los posmo - resul ta proferida en el curso de una pol émica , en una pelea
demos tamb ién se cuidan de ponerlo todo en dud a. Perman e- dond e hay ganado res y perd edores, Antiguos y Mod ernos . "Mo--
cen suspendi dos entre la creencia y la duda mien tras esperan demo", por lo tanto, es asim étrico dos veces: desi gna un quie -
el fin del milenio. bre en el pasaje regular del tiempo, y un combate en el que hay
Por ú ltimo , los que rechazan el oscurantismo ecológico o vencedores y vencidos. Si ho y en día tantos contemp oráneos
el oscurantismo antisocial ista, y que no pueden satisfacerse con vacilan en emp lear ese adjetivo, si lo calificamos mediante pre-
el escepticismo de los posmodemos, deciden continuar como posiciones, es porque no no s sentimos tan seguros de mante-
si tal cosa y siguen siendo resue lta.mente modernos. Aú n cr een ner esa doble asimetría: ya no podemos designar la flecha ilTe-
en las promesas de las ciencias, o en las de la eman cipación , o versíble del tiempo ni atribuir un premio a los venced ores. En
en ambas . Sin embargo, su confianza en la moderni zación ya las innu merab les peleas de los Antiguos y los Moderno s, los pri-
28 BRUNO LATOUR 29
NUNCA FUIMOS MODER.i'\10S

meros ganan tantaS veces como los segundos, y nada permite rrolle sino a través de la proliferación de los híbrido~. En cua~-
ya decir si las revoluci on es cu lmin an los an tigu os re gím en es o to ponemos nuestra atención ª.la ve z _sobre ~l trabaJO de pun -
lo s rematan. De ahí proviene el escepticismo llamado curiosa- ficación y el de hibridación, de inmediato deJamos de _ser total -
mente po sm odemo, aunque no sepa si es cap az de remplazar mente mo derno s , nuestro porvenir co mienza a cam bia r. En el,
para siempre a los modernos . mismo momento dejamos de haber sido modernos, en pr~t e-
Para volver sobre nuestro s paso s, deb em os re tom ar la defi- •rit o pe rfecto, dad o que retrospec~va_men~e tomamos ~onc1en-
nición de la modernidad, interpretar el sín tom a de la posmo- cia de que los dos co njuntos de praco.cas s1~mpre estuviero n ya
dernidad y comprender por qué no adherimos con toda el al- en obra en el perí odo histórico que culmma. ~u estro _pasado
ma a la doble tarea de la dominación y la emancipación. Para comi enz a a cambiar. Por último, si nunca ha b1amos sido mo-
resguardar las redes de ciencias y técnicas, pue s, ¿ha y que re- dernos, por lo menos a la man era en que la ~rítica nos lo cuen-
mover cielo y tierra? Sí,justamente : el cielo y la tierra. ta,las rela ciones atormentadas que mantuvunos con l~ _otras
La hipótesis de este ensayo -s e trata de una hipótesis y en naturalezas-culturas resultaría n tran sformadas. El _relat1~1smo,
verd ad de un en sayo- es que la palabra "modémo" designa la dominación, el imperialismo , la mala conciencia, el sincre-
dos conjuntos de prácticas totalmente dif er entes que, para se- tismo serían expli cados de otr o modo, modificando en tonces
guir siendo eficaces, deb en permanecer dis tinta s aunque ha- la antropología comparada. .,
ce poco dejaron de serlo. El primer conjunto de prácticas ¿Qué rel ación existe entre el trabajo de traducclon o de me-
crea, por "tra du cci ón", mezclas en tre gén eros de ser es total- diación y el de la purificaci ón? Ésa es la ~r egunta _que me gus-
ment e nue vos, híbridos de naturaleza y de cultura. El segun- taría poner en claro. La hipótesis, todaVla demas~ad o grosera,
do, por "purificación", cr ea do s zonas ontológi cas p or com - es qu e la se gun da generó la primera; cuanto m as se pr~híbe
pleto distintas, la de los humanos, po r un lad o, la de los n o uno pensar Jos híbridos , más posible se vuel~e su cruce : e~a es
humanos, por el otr o. Sin el primer co njunto, las prácticas de la paradoja de los modernos que al fin perm1te captar la situa-
purificación serían huecas u ociosas. Sin el segundo , el traba- ción excepcional en que nos encontramos. La segunda pregun-
jo de la traducción sería ami no rad o, limitado o hasta pro hi bido . ta. rec ae sob re los premodernos, sob re las otras ~aturalezas-
El pri me r conjunto corr esponde a lo que llamé redes, el segun- culturas. La hipótesis, también demasiado ampha, _esqu:_ al
do a lo que llamé crítica. El primero , por ejemplo, relaciona - de dic ars e a pe nsar los híbridos, prohibier~~ ~~ proliferac1on.
ría en una cadena conti nua la química de la alta atmósfera, las Es ese desfase lo que explicaría la Gran D1vts1on entre Ellos ., . Y
estrat egi as científicas e industriales, las preocupaciones de los Nosotros, y lo que permitiría resolver finalmen te la cuesuon _1~-
jefes de Estado, las angustias de l~s ecologistas; el segundo es- soluble del relativismo. La tercera pr egunta recae sobre_la cns1s
tab le cería una partición entre un mundo natural que siempre actu al .. s1· la modernidad fue tan eficaz en su doble crabaJO, de
. se-.
est uvo presente, una socied ad co n interese s y des afíos previsi- paración y proliferación, ¿por qué se debilita ho y ~n d1a 1m~1-
bles y estables, y un discurso independ iente tanto de la referen- di ~- donos ser mod ernos de una buena vez? De alh surge la ul-
. d
cia como de la socied ad. · pregunta que es también la más difícil: si dejam os e ser
orna , 1:c ·-
Mientras co nsideremo s por separado esas dos prácticas, so- modemos, si ya no podemos separar el trabajo de P:º u.era c100
mos modernos de veras, vale d eci r, adherimos de buena gana y el de purifi cación , ¿qu é pasará con nosotros? ¿ Como qu_erer
al pro yecto de la purificación crítica, aunque éste no se <lesa- las Luces sin }a modernid ad? La hipótesis, también demasiado
30 BRUNO lATOUR

enorme , es que habrá que aminorar, desviar y regular la proli-


feració n de los monstruos repres entando oficialmente su exis-
tencia. ¿Resultaría n ecesaria otra d emoc ra cia? ¿Una democra-
cia extendid a a las cosas? Para respond er a estas preguntas voy
a tener que seleccionar entre los premodemos, los modernos,
e incluso en tre los posmodemos, lo que tienen de duradero y
lo que tienen d e fa tal. Demasiadas preguntas , me doy cu enta ,.
2.
p ara u n ensayo que n o tiene o tra excusa qu e su b re ved ad. CONSTITUCIÓN
Nietzsche decía de los grandes pr oblemas que eran como los ba-
ños fríos: hay que entrar rápido y salir del mismo modo.
La constitución moderna

A menudo se define la modernidad por el humanismo, ya


sea para saludar el nacimiento del hombre o para anunciar su
muerte. Pero este mismo hábito es moderno por ser asimétri-
co. Olvida el nacimiento conjunto de la "no humanidad", el de
las cosas, o los objetos, o los animales, y aquel, no menos extra-
ño, de un Dios tachado, fuera de juego. La modernidad viene
de la creación conjunta de los tres, luego del recubrimiento de
ese nacimi ento conjunto y del tratamiento separado de las tres
comunidades, mientras que, por abajo, los híbridos siguen mul-
tiplicándose por el mismo efecto de ese tratamiento separado.
Es esa doble separación lo que debemos reconstruir entre lo al-
to y lo bajo por un lado, entre los humanos y los no humanos
por el otro.
Con esas dos separaciones ocurre más o menos lo mismo
que con la que distingue el Poder Judicial del Poder Ejecutivo.
Esta última no puede describir los múltiples lazos, las influen-
cias cruzadas, las negociaciones continuas entre los jueces y los
políticos. Y sin emba rgo , quien negara su eficacia se equivoca-
ría. La separación moderna emre el mundo natural y el mun-
do social tien e el mismo carácter constitucional, con la diferen-
cia de qu e hasta ahora nadie se puso en la posición de estudiar
simétricamente a los políticos y a los científicos porque paxecía
no existir un lugar central. En un sentido , los artículos de la ley
fundamental que se refieren a la doble separación fueron tan
bien redactado s que se la tomó por una doble distinción onto-
lógica. En cuanto se dibuja ese espacio simétrico -y de ese mo-
BRUNO LATOUR NUNCA FUlMO S MODERNOS 35

do se restablece el ent endimiento común que organi za la sepa - mía entre dos mundo s cerrado s e irreductiblem ente opuest os:
ración de los poderes natu rales y político s-, se deja de ser mo- el mnn do cultural de la sociedad humana y el mundo natu ral
derno. de la sociedad anima l. Sin embargo , exis te un momento en
Se llama con stitución el texto comú n que define ese enten- que el conjunto homogé neo de sociabilidad se interrumpe pa-
dimiento y esa separación. ¿Quién debe escribirlo? Para las ra dar paso a un universo salvaje irreductiblemente ajeno al
constituciones polí ticas, la tarea correspo nde a los j uristas, pe- hombre. Incomparablemente más reducido que el ámbi to de
ro hasta ahora ellos no hicieron más que un cuarto del trabajo la cultura, ese pequeño segmento de naturaleza comprende
porque olvidaron tanto el poder científico como el trabajo de el conjunto de las cosas con las que ninguna comunicación
los híbridos. Respecto de la naturaleza de las cosas, la tarea es puede ser establecida. A los seres de lenguaje (aents) cuya en-
de los científicos, pero ellos no hicieron más que otro cuarto carnació n más aca bada son los humano s se opone n las cosas
del trabajo porque fingieron olvid ar el pode r político y niegan mudas, qu e pueblan universos paral elos e inaccesibles. La in-
a los híbridos cua lquier eficaci a, al tiempo que los multjpl ican. comun icabilidad a menu do es atrib uida a un defecto de alma
Par a el trabajo de traducción , es tarea de los que estudian las ( wakan) que afecta a algunas especies vi.vas:la mayoría de los
redes, pero ellos sólo cumplieron la mitad de su contrato por - insectos y peces , los animales de corral y numerosas plantas
que no explican el trabajo de purificación que se hace por en - son dotados así de una existencia maquina l e inconsecuente.
cima de ello s y que explica esa proliferación. Pero la ausencia de comunicac ión en ocasiones es función de
En cuanto a los colectivos extranjeros, es tarea de la antro- la distancia ; infinitamente alejada y prodigiosamente móvil, el
pología hablar a la vez de todos los cuadrantes. En efecto, lo he alma de los astros y los meteor os perman ece sorda a los razo-
dicho, cada etnó logo es capaz de escribir en una misma mono- namientos de los hombres (p. 399).
grafía la definición de las fuerza s en presencia, la distribu ción
de los pod eres en tre los humanos , los dioses y los no human os, La tarea de la antropología del mundo moderno consi ste
los procedimi entos de entendimiento, los lazos entre la rehgión en desc rib ir de la misma manera el modo en que se organizan
y los pod eres, los ancestros, la cosmología, el derecho de pro- todas las ramas de nuestro gob ierno, inclusive la de la natura-
piedad y las taxonomías de plantas o animales. Bien se cuidará leza y las ciencias exactas, y explicar de qué manera y por qué
de hacer tres libros, uno para los conocimientos, otro para los esas ramas se separan, así como los múltiples arreglos que las
poderes y uno más para las prácticas. No escri birá más que uno reúnen. El etnólogo de nuestro mundo debe colocarse en el
solo como aquel, magnífico, donde Descola trata de resumir la punto común donde se distribuyen las funcione s, las accion es,
constitución de los achu ar de la Amazonia (Desco la, 1986) : las com petencias que permitirán definir tal entidad como ani-
mal o material, tal otra como sujet o del der echo, ésta como do-
Sin embar go, los achuar no mejo raron completa mente la na- tada de conciencia, aquélla como maquinal, esa otra como in-
turale za en las redes simbólicas de la domesticidad. Por cier- consciente o incapaz. Hasta debe com parar las maneras siempre
to, aquí el campo cultural es singulannente englobante, por- diferentes de definir o no la materia, el derecho , la concienc ia
que resultan ordenados animales, planeas y espíritus que entran y el alma de los animales sin parti r de la metafísica moderna. De
en el ámbito de la naturaleza en ocras socieda des amerindias. igual modo que la constitución de los juristas define los dere-
En consecuen cia, no se encuentra entre los achuar esa antino- chos y deberes de los ciudadanos y el Estado, el funcionarnien-
36 BRUNO LATOU R NUNCA FUIMO S MODERNOS 37

to de la justicia y la transmisión de poderes, de igu al mo do esa ¿ Cómo , hist óricam ente , los actor es cien tíficos distribuían los
Constitución -q ue escribo con mayúscula para disti ngui rla de ele me ntos según su sistema de deli mita ción (no según el nues-
las otras- · de fin e a los humanos y los no humanos, sus propie - tro), y cómo podemos estudiar en forma empírica sus ma ne-
dades y re lacione s, sus com pe tencias y agrup amien tos. ras de adaptarse a ellos? Esa cosa que se llama "ciencia'' no tie-
¿Cómo describir esa Constitución? Esco gí co ncen trar me ne una dem arca ción qu e se pu eda tomar por un a frontera
en una situación eje mplar , muy al comienzo de su escriru ra, natur al (p. 342).
en ple no siglo xvn, cuando el cien tífico Boyle y el p olitólogo
Hobbe s dis puta n so bre la dist ribuci ón de los po deres cient ífi- Esta lar ga cita extraíd a del final de un libro de Steven Shapin
cos y po líticos. Tal elecci ón podría pare cer arbitra ria si un li- y Sirnon Schaffer (1985) señala el verda dero co mie nzo de Wl.aan-
bro n otable no viniera a emprenderla con esa doble creació n tropo logía com parad a que to maría en serio a la cie nci a (Lat our ,
de un co ntexto soci al y un a natural ez a que le esc aparí a. Boy- 1990 c). Ell os no demuestran cómo el contexto social de Ingla-
le y sus desc en dientes, Hobbes y sus ém ulos me servirán de em- terra po día jus tificar el desarrollo de la física de Boyle y el fra-
blema y de resu me n para una histor ia much o rnás larga que caso de las teor ías matemáticas de Hob bes, sino que la e mpren-
soy in cap az de desc ribir aquí pero que otros , mejo r equipa dos den co n el fun dame nto mismo de la filosofía política. Lejos de
que yo, sin dud a des arroll ará n. "situ ar los trab ajo s cient ífico s de Boyle en su context o soci al " o
de mostra r có mo la polí tica "imp rim e su m arca " a los co nteni-
dos cien tíficos , examinan cómo Boyle y Hobbes se pel ea ron pa-
Boyle y sus objetos ra inve ntar una cie nci a, un conte xto y una demarcación e ntre
amb os. No están en con di ciones de expli car el cont enido po r
No co ncebim os la política como algo exteri or a la esfera cien- el contexto, pues to que ni uno ni otr o existían de esa maner a
tífica y que , de algún mo do, podría difun dirs e sobr e ella. La nu eva, antes de que Bo yle y Ho bb es alca n zaran sus objetivos
comunidad expe rim ental [creada por Boyle]jus tam ente se pe- resp ec tivos y ajus taran sus dif er endos .
leó pa ra imponer tal vocabulari o de la demarca ción , y noso- La belle za de su libro provien e de ha ber desen terr ado los
tro s nos esforza mos por situar históricam ent e ese lenguaje y trabajos científicos de Hobbes -que los pol itólogos ignoraban
exp licar el desar rollo de esas nu evas conv en ciones del discur- por qu e tenía n ve rgüen za de las e lucubraciones matemáticas de
so. Si deseamo s que nu estra investigac ión sea consecu ente de s- su héro e-y sacado del olvido las te orías políticas de Boyle (qu e
de el punt o de vista histórico, debe mos evitar utilizar a la Jio-e- los h istoria d ores de las ciencias ignoran porque se esfuerzan
º
rala lengua de esos actores en nu estras p rop ias expli caciones. p or oc ultar el trabajo de organización de su héroe). E n vez de
Es precisam ent e el lenguaj e el que perm ite co ncebi r la políti- un a asimetr ía y una distribución -a Boyle la cienci a, a Hobb es
ca co mo ex terior a la cie ncia que tratamos de comprender y la teoría política -, Shapin y Scha ffer di bujan un cuadrant e
exp licar. Aquí trope zarn os con e l sentimiento gen era l de los ba sta nte bello: Boyle posee un a ciencia y una teoría política;
histori ad ores de las cienci as, que pretend en habe r superado Hob bes una teoría políti ca y u na ciencia. El cuadrante no se ría
desde hace tiempo las nociones de "inter ior" y de "exterior" notable si los héroes de es tas do s histori as tuvieran pe nsami en-
de la cien cia. ¡Grave er ror! Sólo comenzamos a vislumbrar los tos demasiado alejad os; si, por eje mplo , uno fuer a un filó sofo
prob lem as plantead os por esas co nvenciones de delimitación . en la línea de Paracel so y el otr o un legista al estilo de Bodin. Por
38 NUNCA nJIMOS MODERNO S 39
BRUNO IATOUR

suerte, empero, conc~er~an en casi todo. Quieren un rey, un detectar el ,~ento de éter postulado por sus adversarios, o ex-
Parlamento , una Iglesia docíl y unificada, y son adeptos fervien- plicará la cohesión de cilindros de mármol, o hará sofocar ani-
tes
. de la
. filosofía me can icista · Pero aunque profiu n d amente ra- malitos y apagará velas, como lo popularizó más tarde la entre-
cionalistas ambos, sus opiniones divergen en lo que hay que es- tenid a física del siglo >CVIII.
perar de la experimentación , del razonamiento científico, de Cuando una docena de guerras civiles causan estragos, Boy-
las fo~as de argumentación política y, en especial, de la bom- le escoge un método de argumentación, el de la opiníón, de-
ba de atre, verdadera heroína de esta historia. Los desacuerdos nigrado po r la más vieja tradición escolástica. Boyle y sus cole-
de e~tos dos hombres, que se entienden en todo el resto, los gas abandonan la certeza del razonamiento apodíctico por la
conVJerten en l~ "drosófilas" de la nueva antropología. dóxa. Esta doxano es la imaginació n dívagante de las masas eré--
_ Boyle se abstiene con cuidado de hablar de bomba de va- d ulas, sino un dispositi vo nuevo para acarrear la adhesión de
ct?. Para poner ~rden en los debates que siguen al descubri- los pares. Más que sobre la lógica, las matemáticas o la retóri-
miento del es~ac~o de ToniceJli en la parte superior d~ un tu- ca, Boyle se funda en una metáfora parajuridica: algunos testi-
bo de mercuno mvertido en una cuba del mismo metal no gos creíbles, ad inerados y de buena fe reunidos alrededor de
pret~nde buscar más que el peso y el resorte del aire sin to:nar la escena de la acción pueden atestiguar acerca de la existen-
parudo en la pelea entre partidarios de lo pleno y del vacío. El cia de un hecho, the matt,erofJact, aunque no conozcan su ver-
aparat o que desarrolla a partir del de Otto von Guericke para dadera naturaleza. Así, Boyle inventa el estilo empírico que uti-
sacar en forma duradera el aire de un recipiente de vidrio lizamos todavía hoy (Shap:in, 1991a).
transp ~e~te es el equivalente para la época en cuanto a costo, Éste no requiere la opinión de los gentileshombres, sino la
comphc_ac16n, novedad, de uno de los grandes equipamientos observac ión de un fenómeno producido artificialment e en el
de la física act ual. Ya se trata de Bi<7Science La gran ta· d lugar cerrado y protegido del laboratorio. Irónicament e, la
l . º · ven !lª e
cuestió n clave de los constructivistas -¿los hechos son construi-
os equipos ~e ~oyle es permitir la observación a través de las
par edes ~e vtdno y poder introducir o incluso manipular mues- dos de cabo a rabo en los laboratorios?- es precisam ente la
~ras gra~1as a u.na serie de ingeniosos mecanismos de esclusas y cuestión que Boyle suscita y resuelve. Sí, lisa y llanam ente los
. pas. N1 los pistones de la bomba ni los gruesos vidrios ni las he chos son construidos en la nueva instalación del laboratorio
JUnturas_pose~n l~ :alida d necesaria. Por lo tanto, Boyle debe y por el intermedio artificial de la bomba de aire. El nivel en
lle~ la mvesug~c•o~ tecnológica lo bastante lejos para poder realidad desciende en el tubo de Tonicelli inser tado en el re-
r~a.lizar ~aexpenenc1a que más le interesa: la del vacío en el va- cinto transparente de la bomba accionada por técn icos sin
c10. Encierra un tub o de Tonicelli en el recinto de vidrio de 1 aliento. "Los hechos son hechos", diría Bachelard. Per o, cons-
?omb~ Y así obtiene un primer espacio en la cumbre del tub; truidos por el hombre, ¿son por ello falsos? No, porque Boyle ,
mverudo. Luego ' al acc1·on ar lª b om b a por uno de sus tecnicos
- · así como Hobbes, extiende al hombre el "constructivismo" de
-:-por lo demás invisibles (Schapi n , 199lb )- , sup rim e lo sufi- Dios; Dios conoce las cosas porque él las crea (Fun kenstein ,
ciente el peso ?el ai_repara hacer descender el nivel de la co- 1986). Nosotros conocemos la naturaleza de los hechos porque
lumna, que baJa casi al nivel del mercurio de la cubeta. Bovl los h emos elaborado en circunstancias que con tro la mos a la
desarrollará decenas de experiencias en el interior del reci¿t; perfección. La debilidad se convie rte en una fuerza , con tal que
confinado de su bomba de aire, como aquellas encargadas de se limite el conocimiento a la natural eza instrumencalizada de
40 BRUNO LA.TOUR
NUNCA FUIMOS MODERN OS 41
los hechos y que se haga a un lado la interpretación de las cau-
sas. Una vez más, Boyle transform a un defect0 -l o único que solo poder si se quiere po ner término a las guerras civiles. Por
produc imos son matlers ojja ct cread os en laborat orios y que no eso , la mayor parte del Leviatán hace la exégesis de l Antiguo
tienen otro valor que no sea el lo cal- en una ven taja dec isiva: Testa mento y del Nuevo. Uno de los mayores peli gros para la
jamás se mod ificarán esos hechos , no importa qué ocurra, por paz civil viene de la creenci a en los cuerpos inm ateria les tales
lo demás, en mate ria de teoría, de metafísica, de religión, de com o los espí ritus, los fantasmas o las almas, a los que ape la la
política o de lógica. gente contra el juicio del pod er civil. Antígona , al proclama r la
superioridad de la piedad sobre la "razón de Estad o" de Creon -
te, sería peligrosa; los igualitarios, los Leuellersy los Diggerslo son
Hobb es y sus temas todavia más cuando invocan los poderes acti vos de la materia y
la interpretación de la Biblia para desobedecer a sus pr íncipe s
Hobbes desaprueba tod o el dispositivo de Boyle. Él también legítimos. Una mate1i a inerte y mecánica es tan ese ncial para
qui ere poner fin a la gue rra civil; él también qtú ere abañ donar la paz civil como una in terpreta ción merame nte sim bólica de
la interpretación libre de la Biblia hecha tanto por los clérigos la Biblia. En ambos caso s, conv iene evitar a cualquie r precio
como por el pueblo. Pero pretende alcanzar su objetivo me- que algunas facciones puedan invocar una Entid ad superior
diante una un ificación del cuerpo p olítico. El soberano crea- -la Natural eza o Dios- que el soberano no controlaría plena-
do por el contrato - "ese Dios mortal al que debemos, bajo el mente.
Dios inmorta l, nuestra paz y nuestra protec ción"- no es más Este reduccionismo n o cond uce a un Esta.do totalitario,
que el representante de la mul titud. "Es la uni dad de l que re- puesto que Hobbes lo aplica aun a la Repú blica: el sobe ran o ja-
presenta, no la unidad del rep resentado, lo que hace una a la más es otra cosa que un actor designado por el contra to social.
persona." Hobbes está obsesiona do por esa unidad de la Per- No hay derecho divin o ni instancia superi or que el soberano
sona que es , para empl ear sus términos, el Actor cuyos Aut ores podría invocar pa ra actuar como él lo entiende y desmantelar
somos nosotros, los ciudadanos (Hobbes, 1971). Precisamente el Leviatán. En este nuevo régimen donde el cono cimiento
a causa de ella no puede haber trascendencia. Las guerras civi- iguala el poder, todo está reducido: el soberano , Dios, la mate-
les caus arán estragos mientras existan entidad es sobrena tura- ria y la multitud . Hobbes hasta se prohíbe hace r de su propia
les a las que los ciud adanos se sientan con derecho a implorar ciencia del Estado la invocación de una trascendencia cualquie-
cuando las autoridad es de este mundo mise rable los persigan. ra. Él no llega a sus resulta.dos científico s a través de la opini ón,
La lealtad de la vieja socieda d medieval -Di os y el Rey-ya no la observación o la revelación, sino por una de mostración ma-
es posible si cada uno puede implorar directamente a Dios o temá tica, el únic o método de argumenta ción capaz de obligar
designar a su rey. Hobbes quiere hacer tabla rasa de cualquier a cada uno a dar su asentimi ento, y a esta demos tración no lle-
llamado a enódades superiores a la autoridad civil. Quiere re- ga mediante cálculos trascend entale s, a la manera del rey de
cuperar la uni dad católica, pero cerrando todos los acc esos a Platón , sino mediante un instrumento de pura computación ,
la trascen dencia divina. el cer ebr o mecánico, computadora pr ecoz. Hasta el famoso
Para Hobbes, el poder es conocimi ento, lo que equival e a contrato social no es más que la suma de un cálcu lo al que to-
dec ir que no puede existir más que un solo con ocimiento y un dos los ciudad anos aterrorizados que tratan de liberarse del es-
tado de la natu raleza llegan juntos súbitamente. Tal es el cons-
42 NUNCA FvlMOS MODERNOS 43
BRUNO l.ATOUR

c~_ctivis~o gene ralizado de Hobbes para pacificar las guerras La mediaci ó n del laboratorio
ci~ es: ~inguna trascen d en cia, sea cual fu ere, ningún recurso
a .D~os~1 a una materia activa ni a un poder de derecho divino Esta interp retación polí tica del pl enismo de Hob b es no bas-
m s1qu1era a las ideas matemáticas . tar ía para hacer del libro de Shap in y Schaffer la fundación de
Ahora todo está preparado para la confrontación entr e la antropo lo gía comparada. En suma , cualquier buen hist oria-
Hobb es Y ~yle. Después de qu e H o bb es reduj o y reunificó el do r de las ideas habría porudo hacer el mismo trabajo . Pero en
c~~rpo pohuco, de pronto sobreviene la Royal Society para di - tre s capítulos de cisivos nu estros autores abandonan los confines
Vldir las cosas de nuevo: algunos gentile shombres pro cla m an de la historia int electual y pasan del mundo de las opin ione s y
el dere cho a poseer una opini ón independiente en un espacio de la argumentación al de la práctica y las redes. Por primera
cerrado, e l laboratorio , sobre el cua l el Estado no ejerce nin- vez en los estudios sobre las ciencias , tod as las ide as relativas a
gún contr ol. Y cuando esos facciosos se ponen de acuerdo no Dios, al rey, a la mat eria , a los mil agr os y a la moral son tradu-
es ~ediante una dem ostración matemática que tod os escarian cidas, transcritas y forzadas a pasar por los detalles d e funcio-
obhgados a aceptar, sino a través de experie n cias ·observadas namien to d e un instrum e nto . Antes que ellos, otro s histo riado-
p~r los sentid os engañosos , experiencias que permane cen inex- res de las ciencias habían es tudiado la práctica científi ca; otros
pl.1cables y poco concluy entes . Pe or aún , esa nueva cama rill a historiadores habían estudiado el contexto religioso, pol ítico y
ehge conce~trar sus tra bajos sobre una bomba de aire que vuel- cultural de la cienci a; pero h as ta aho ra nad ie había sido capaz
ve a producir cuerpos in m ateriales, el vacío, ¡como si a H obbes de hacer las dos cosas a la vez.
no le hubiese costado el sufic iente trabajo librarse d e los fancas- Así como Boyle logró transformar el bri co lage alrededor de
mas y los espíritus! ¡Yaquí estarnos otra vez, se inqui eta Hobbes una bomba de aire remen da da en el asentimie nt o p arcial de
en ple~a guen-a civil!Ya no tendremos que pade cer a los Leve~ gen cilesho mbre s a propós it o de hechos ya indis cu tibles , del
Y los D_iggers,que imp ugn aban la autorid ad del rey en nombre mismo modo Shapin y Schaffer logran exp licar cómo y por qué
de su m~erpr etación personal de Dios y de las propiedades de las discusiones acerca del cuerpo políti co, Dios y sus mil agros,
la ~atena -de he cho se los ha exterminad~, pero será nece- la materia y su poder, d ebe n pasar po r la bomba de aire. Este
sa~o pa_decer a esa nueva pandilla de sabio s, ¡que va a ponerse misterio jamás fue aclarado por aquellos que buscan una expli-
a d~cuur la autori dad de cada uno en nombre de )a natura le- cación contex tualista de las cienc ias. Pareen del principio de
za invocando acon teci mi entos de la bo ratorio fabricados de que existe un ma crocontexto social -In glaterra, la querell a di-
punta a cabo! Si ustedes permit en que las experiencias produz- nástica, el capitalismo, la r evolu ció n, los comerciant es, la Igle-
can sus mattersoffa.ct Y si éstas dejan gue el vacío se infiltre en sia- y que ese contexto, de cie rta man era , influ ye, fonna, re-
1~ ~omba de aire y, de ahí , en la filosofia natural , entonces di- fleja, re percute y eje rce una presión sobre "las ide as relat ivas"
~dirán la autoridad : )os espí ri tus inmateriales volverán a empu- a la materia, a la elasúcidad del aire, al vacfo y los tubos de To-
jar a cada un.o a la re be ldía ofre ciendo una cor te de apelac ió n rricelli. Pero nunca explican el establecimiento previo de un
a las frustraciones. El conocimiento y el poder serán dividid lazo entre Di os, el re y, el Parlamento y un pájaro que se sofoca
~ "'' os en el re ci nt o cen-ado y transparente de una bom ba, cuyo aire
un a vez mas . verán doble", según la expr esión de Hobbes . Ésas
s?n l~ advertencias que le dirige al rey para denunciar las ar- es aspirado gracias a una manivela accio nad a por un técn ico.
t1manas de la ~ oyal Society. ¿Cómo la experi en cia del pája ro pu ede traducir , des pla zar,
44 BRUNO IATOUR NUNCA f1JlMOS MODERNOS 45

transportar, deformar todas las otras controversias , de tal ma- hechos que, aunque fabricados por el hombre, no son obra
nera que aquellos que dominan la bomba también dominen al de nadie y que, aunque no tengan causa, no obstante son ex-
rey, a Dios y su contexto entero? plicables. ·
Hobbes realmente buscaba soslayar todo cuanto tiene rela- ¿Cómo entregar una sociedad, se indigna Hobbes, al lamen-
ción con el trabajo experimental, pero Boyle fuerza a que en table fundamento de los mau.ersofJact? f.l está particularmente
la discusión intervenga un conjunto de detalles sórdidos refe- irritado por el cambio rel at ivo en la escala de los fenómenos.
rentes_ a las fugas, las junturas y las martivelas de su máquina. Según Boyle, las grandes cu estiones referentes a la materia y a
Del mlSroo modo, los filósofos de las ciencias y los historiado - los poderes divinos pueden ser sometidas a una resolución ex-
res de las ideas querrían evitar el mundo del laboratorio, esa perimental, y esta resolución será parcial y modesta . Sin embar-
cocina repu gnant e donde se sofocan los conceptos con frusle- go, Hobbes rechaza la po sibilidad del vacío por razones onto-
rías. Schapin )' Schaffer obligan a sus análisis a gir ar alrededor lógicas y políticas de filosofia prima1ia y sigue alegando la
del objeto, alrededor de tal fuga, taljuntura de tal borp ba de existencia de un éter invisible que debe estar presente, aunque
aire. La prá ctica de fabricación de los objetos recupera el lugar el obrero de Boyle ya casi no tiene a lient o para accionar su
preponderante que había perdido con la crítica. El libro de bomba. En otras palabras , exige una resp ue sta macroscópica a
nuestros do s camaradas no es so lamente empírico porque sus "macro"argumentos , una demostración que probaría que
abund_a en detalles, es empírico porque hace la arqueología de su ontología no es necesaria, que el vacío es políticame~te
ese obJeto nuevo que nace en el siglo XVlI en el laboratorio. Sha- aceptable . ¿Yqué hace Boyle como respuesta? Por el contra.no,
pin y Schaffer, como Hacking (Hacking, 1989), ha cen de una elige volver más sofisticada su experien cia , para mo strar el efec-
ma_nera casi etnográfica lo que los filósofos de las ciencias ya to que produce sobre un detector -¡ una simple pluma de po-
casi no hacen : mostrar los fundamentos realistas de las cien cias. llo!- el viento de éter postulado por Hobbes, con la esperan-
Sin embargo, más que hablar de la realidad exterior out there za de invalidar la teoría de su detractor (p. 182). ¡Ridículo!
afianzan la reali dad indiscutible de la ciencia, down there,en I~ Hobbes susc ita un problema fundamental de filosofía política,
mesa de trabajo. ¡y uno refutaría sus teorías con una pluma en el interior de un
Lasexperiencias nunca funcionan muy bien . La bomba tiene vaso en el interior del castillo de Boyle! Por supuesto, la pluma
fugas. Hay que remendarla. Los que son in cap aces de explicar no tiembla ni por asomo , y de esto Boyle saca la conclusión de
la irrupción de Jos objetos en el colectivo humano, con todas las que Hobbes está en un error, qu e no hay viento de ~ter. Sin e~-
manipulaciones y prácticas que requieren, no son antropólogos, bargo, Hobbes no puede equivocarse, porque se ~1ega a admi-
po_rque lo que constituye, desde la época de Boyle, el asp ecto tir que el fenómeno del que hab!a pueda producirse a ot~ es-
mas fundamen tal de nuestra cultura se les escapa: vivimos en cala que la de toda la República. E.l nie ga lo que va a converorse
sociedades que tienen por lazo soc ial los objetos fabricados en el carácter ese ncial del poder mod erno : e l cambio de esca-
en laboratorio ; se remplazaron las ideas por las prácticas , los la y los desplazamientos que pre supon e el trabajo de laborato-
raz.onamientos apodícticos por la (U)xa contro lada y el acuerdo rio . Boyle, nu evo Gato con Botas, no te ndrá más que apo dera r-
universal por grupos de colegas. El bello orden que H obbes tra- se del Ogro re du cid o al tamaño de un ratón.
taba de recuperar es aniquilado por la multiplicación de los es-
pacios privados donde se pr oclama el origen trascendental de
46 BRUNO U.TOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS
47

El te stimo nio de los no humanos m ienta s de no hu mano s en un labo ratorio tra nsforma do en
co rte de justic ia. Para Boyl e, e mpero, las experiencias en lab o-
La invención de Boyl e es compl eta. Contra la opi ni ón de ratorio tien e n m ás autoridad que las depos iciones no confir -
Hobbes, se adueúa del viejo repertorio del d erecho pen al y de madas por testigos honorables:
la ex égesis bíbl ica, pero para aplic arlas al testi monio de las co-
sas puestas a prueba en el laboratorio . Co mo lo escriben Shapin En nuestra expe riencia [de la camp ana de buzo] aquí expues-
y Schaff er : ta, la presión del agua tiene efectos visibles sobre los cuerpos ina-
nimados que son incapaces de prejui cios o de no dac más que
Sprat y Boyle invocab an "la práctica de nuestraS corte s de ju s- inform acio nes par ciale s, y tend rá más peso ante personas sin
ticia en Inglate rra n para garantizar la certi dumb re mo ral de sus prejuicios que los relatos sospechosos y en ocasione s co ntradic-
co nclusiones y para volver más válido su argumento de que la torios de buzos ignorantes, cuyos preconceptos están some tidos
mu ltiplicación de los testigos suscitaba un "concurso de proba- a fluctuaciones, y cuyas mismas sensaciones, como las del vulgo ,
bilidades". Boyle utilizaba la cláusula de Ja ley sobr e la ttaición puede n estar con dicionad as por predi sposici ones o tantaS otras
de Clarend on en 1661 según la cual, nos dice, do s testigos bas- circunstancias, y fácilmente pueden inducir a error (p. 218).
tan para condena r a un homb re. Vemos que los modelo sjurí -
dicos y sace rdotales de la autoridad representaban los rec u rsos Aquí tenemos q ue, bajo la pluma d e Boyle, int erv iene un
princi pal es de los exp erimentadores. Los testigos con fiables, nu evo acto r reconocido por la nu eva Constitución: cuerpos
por eso mismo, pertenecían a una comunidad digna de fe: los inert es, incapac es de volun tad y de prej uicio, pero capace s de
papis tas, los ateos y los sectario s veían que su rela to era puest o mostrar, de firm ar, de esc ribir y de garabatear sobr e los instru-
en duda, la situación social del testigo co ntri b uía a su credibi- mentos de laboratorio ante te stigos dignos de fe. Esos no hu-
lidad, y la coincidencia de las versiones de muchos testigos per - manos , privados de alm a , pero a los qu e se asigna un senti do ,
mitía librars e de los extr emis tas. Hobb es pone en entr edicho son incluso más con fiables que el com ún de los m ortal es, a
nuev ament e el fundamento de esta práctic a: pre senta la cos- qui enes se les asigna una voluntad, per o que están priv a dos de
tumbre que j ustificaba la práctica del testi mo n io como inefi - la capacidad para ind icar fenómenos de manera confiab le. Se-
caz y subversiva (p. 327). gún la Constitución , en caso de duda, más vale que los huma-
nos apelen a los no humanos . Dota dos d e sus nuevo s pode res
A prim era vista, el repert orio de Boyle no aporta gran cosa. semi óticos, ésto s van a co ntribu ir a una nueva forma de texto,
Los eruditos, los mon je s, los juristas y los escribas habían ela- el articulo de ciencia experimental, híbrido entre e l esti lo mi-
borado tod os esos recursos durante más de un mileni o . Pero lo lenari o de la exégesis bíblica -aplicada exclusivamente hasta
nue vo es su pun to de aplica ción. Hasta ahora los testigos ha- ahora a las Escrit uras y los clásicos- y el nuevo ins trumen to
bían sido siempre h umanos o divin os , n unca no hum anos . Los que produce nue vas insc ripcio nes . En adelante, los testigos p ro-
texto s habían sido escritos por hombres o inspirados por Dios ; seguirán sus debat es alrededor de la bomba de aire en su espa-
jamás inspirados o escritos por no humanos. Las cortes de jus- cio cerrado, y a propósito del comportamiento dotado de sen-
ticia habían visto pasar a canti dad de pro cesos human os y divi- tido de los no hum anos. -La vieja hermenéutica va a continuar,
nos;j amás asunto s qu e ponía n en tela de juicio los comporta- pero ella aña de a sus pergamin os la firma temb lorosa de los ins-
48 BRUNOLATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS
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trumentos científicos (La tour y de Noblet, 1985; Lynch, 1985; · El do b le artificio d el lab orat orio y d el Le vi a tán
Lacour, 1988a; Law y Fyfe, l 988; Lynch y Woolgar, 1990). Con
una corte de justi cia así renovada, el res lo de los p ode res será Haber escogido tratar a la vez acerca de Hobbes y de Boyle
derrocado, y eso es lo que mo lesta tanto a Ho bbes; pero ese de- tiene algo de genial, po rqu e el nuevo prin cip io de simetría des-
rrocamiento sólo es posible si todo lazo con las ramas políticas tinado a expl icar al mismo tiempo n atu raleza y sociedad (véase
y religiosas del gobierno se vuelve impos ib le. más abajo) nos es impuesto por pri me ra vez en los estu dios so-
Shapi n y Sch affer llevan hasta un lími le extremo su discu - bre las ciencias a través de dos figuras eminentes de l comienzo
sión de los objetos, laboratorios, competencias y cambios de es- de la era moderna. Hobbes y sus ému los crean los principa les
cala . Si la cienci a no se fun da sob re ideas sino sobr e una prác - recursos de que d isponemos para hablar del poder -represen -
tica, si no está situada en el exterior sino en el inter ior del vaso tación, soberano , contrato, propiedad, ciudadanos--, mientras
transparente de la bom ba de aire, y tiene lugar en el in teri or que Boyle y sus continu ado res elaboran u no de los r ep ert orios
del espacio privado de la comunidad expe rimental, entonces, más importan tes para hablar de la natura leza: experiencia, he-
¿cómo se ex tiende "po r todas partes", al p unto de volvers~ tan cho, testi mon io , colegas. Lo qu e todavía no sabíamos es que se
universal como las "leyes de Boyle"? ¡Ybien, n o se vuelve tan uni - trataba de una invención dob le. Para comprender esta sim etría
versal, por lo menos a la manera de los epi stemólogosl Su red en la invención del repertorio moderno debemos com p rend er
se extiende y se estabiliza. La demostració n brillante de esto apa - por qué Shapin y Schaffer permanecen asimétricos en su análi-
rece en un capítulo que, con la obra de H.anyCollins (1985, 1990) sis, por qué adjudican una mayor p enetración y capacidad ex-
o de Trevor Pinc h (1986) , es un ejempl o nota ble d~ la fecund i- plicativa a Hobbes que a Boyle, cuan do, po r el contrario, había
dad de los nuevos estud ios sobre las cienc ias. Cuando se sigue que llevar la simetr ía hasta el extremo. Su vacilación, en efecto,
la re producción de cada prototipo de bo mba de aire a travé s es revelad ora de las dificul tades de la antr op ología com para da,
de Europa y la transformación progresiva de una costosa pieza y como probable m ente el lector la comparta, conviene detene r-
del equipamien to, poco confiable y voluminosa , en un a caj a ne- se en ella.
gra barata que poco a poco se conviene en el equipamiento de En un sentido, Schapin y Schaffer desplazan haci.a abajo el
rutina de todo laboratorio, los autores red ucen la aplicación centrode referenci.atradici.onalde la critica. Si la ciencia se fun da
u niversal de una ley física en el interio r de un a red de p rác ti- en las competencias, los laboratorios y las redes, ¿dónde situar -
cas normalizadas. A tod as luces, la interpre tación de la elastici - la, entonc es? Cier tamente, no del lado de las cosas en sí, pues-
dad del aire que da Boyle se propaga, pero lo h ace exactame nte to que los h ec hos son fabricados. Pero sin du da tampoco de l
a la misma velocidad con la que se desa1Tolla la comunidad de lado del sujeto - sociedad/ cerebro/ espíritu/ cultura - , pue s-
los experime n tadores y sus equipamiento s. Ninguna cienci a to que el p ájaro que se sofoca, las bol as de mármo l, el mercu-
puede salir de la red de su práctica. El peso del aire siempre es rio que baja, no son nuestras propias creaciones. ¿Será enton -
en verdad un universal, pero un un iversal en red. Gracias a su ces en m edio de esa línea que une el po lo de l obje to co n el
ex tensión , las comp eten cias y e l equipamiento pueden volver- polo del sujeto donde hay que ubicar la práctica de la ciencia?
se lo bastante ru tin arios p ara que la p rod ucción del vacío se ¿Es u n híbri do o u na mezcolanza? ¿Un poquito objeto y un po-
vuelva tan invisible como el aire que respiram os, pero jamás uni - qui to sujeto?
versal a la antigua usanza.
50 BRUNO LATOUR NUNCAFUIMOS MODERNOS 51

ÑGUM I Ni nu estro conocimiento científi co ni la constitución de nues-


tra sociedad ni las afinnaciones tradi cionales relativas a las co-
Polo Hobbti Polo Boyle
Hombres.,,.,-e eb nexi ones entre nuestra sociedad y nuestr o conocimiento son
~"".;
ya consideradas como adquiridas. A med ida que descu br imos
la condic ión convencional y conscruida de nuestras formas de
con ocimiento, nos vemos llevados a comprend er que somos
nos otros mismos, y no la realidad, quienes estam os en el ori-
gen de lo que sabemos. El conocimiento , al igual que el Esta-
do, es producto de las acciones humanas . Hobbes tenía razó n
(p. 344) .
ConstnK.dó,, en el la.bon.torio
de un ot;eto y un conteXto No , Hobbes estaba equivocado. ¿Cómo podría tener ra-
zón, cuando es él quien inventa la sociedad m oni sta en do n-
Los autores no nos ofrece n una respu esta final a esta cu es- de conocimien to y poder no son más que una so la y misma
tión. Así como Hobbes y Boyle coinci d en en todo salvo en la cosa? ¿Cómo uúlizar una teoría tan grosera para explicar la in-
manera de practicar la experime ntación , ellos, que están de venc ión de Boyle de una dicotomía absoluta entre la produc-
acuerdo en todo, no coinciden en lo que respecta a la manera ción de un. conocimiento de los hechos y la pol ítica? Sí, "el
de tratar el contexto "social", vale decir, la invención simétrica conocimiento, al igual que el Estado, es el producto de las ac-
por Hobbes de un humano capaz de ser representado. Los úl- ciones humanas", pero precisamente por eso la invención po-
timos capítulos del libro oscilan entre un a exp licación hobbe- lítica de Boyle es mucho más fina que la so cio logía de las cien-
siana de su propio trabajo y un punto de vista a la Boyle. Esta cias de Hobbes. Para comprender el último obs táculo que nos
tensión hace que su obra sea todavía m ás interesante, y sumi - separa de una antropología de las cie ncias , debemos dec ons-
njstra a la antropología de las ciencias un a nueva líne a de "dro - truir la invención constitucional de Ho bb es según la cual ex is-
sófilas" perfectamente apropiada porque sólo se distingue por tiría una macrosociedad mucho más firme y robusta que la na-
algu n os rasgos. Schap in y Schaffer co nsid eran que las explica- turaleza.
ciones macrosociales de Hobbes relativas a la cien cia de Boyle Hob bes inventa el ciudadano calculador desnudo, cuyos de-
¡son más convincentes qu e los argumento s con qu e Boyle refu- rechos se limi tan a pos eer y a ser representado por la construc-
ta a Hobbes! Formados en el mar co del estudio soc ial de las ción artificial del soberano. También crea el lenguaje del po-
ciencias (Callon y Latour, 1991), no están tan en condiciones der= conocim iento, qu e se encuentra en la base de la real politik
de deconstruir el contexto macrosocial como la naturaleza out modern a. Asimismo, ofrece un repertorio de análisis de los in-
there. Par ece n creer que, sin lugar a dudas, existe una sociedad tereses humanos que,junto con el de Maquiave lo, sigue sien-
up thereque explicaría el fracaso del pr ograma de Hobbes. O, do esen cial para toda la sociología. En otros términos , aunque
con más precisión, no logran zanjar la cuestión, al anular en la Schapin y Schaffer tomen grandes precauciones para no utili-
conclusión lo que habían demostrado en el capítulo VII, desha- zar la expresión "hec ho científico " como un recurso sin o como
cien do de nuevo su argumentación en la última frase del libro: una inven ción histórica y po lític a, no adoptan ninguna resp ec-
52 8RUNOL\TOUR NUNCA FUIMO S MOD ERNOS
53

to del lenguaje político. Emplean las palabras "pod er" , "inte- medw del contrato social Por tanto, en modo alguno es por en·or
rés" y "política" con total inocencia en su capít ulo VII. Ahora por lo que los filósofos políticos olvidaron tod~ cu~nto se re-
bien, ¿qui én inventó esas palab ras con su signific ación mod er - fiere a la cien cia de Hob bes, mien traS que los h1sto nador es de
na? ¡Hobbes! Nuestros autores, pu es, ven "do ble" tambi én las ciencias olvidaban las posiciones de Boyle sobre la política
ellos, y caminan de costado, criticando la ciencia pero tragán- de las ciencias. Era nece sario que en adelante cad a uno "vie-
dose la política como la única fuente de explicación válida. ¿Y ra doble" y no esta bleciera una rela ción directa en tre la repre-
qui én nos ofre ce esa man era asim étri ca de explicar el saber por sen taci ón de los no hum anos y la represe ntaci ón de los hum a-
el poder? Una vez más Hob bes, y su constru cció n de una ma- nos , entre la artificial~dad de los hechos y la artificialidad del
croestructura monista en la cu.al el conocimiento sólo tiene lu- cuerpo político. La palabra "representación" es la misma, p~-
gar para sostener el orden social. Los aut ores deconstruyen ma- ro la con tro versia en tre Hobbes y Boyle hizo imp ens able la si-
gistral ment e la evoluc ión, la dif usión y la vulgarización de la mili tud de los dos sentidos de la pala bra. Hoy en día, cuan do
bomb a de aire. ¿Por qué entonces no decon stru yen la tvolu- ya no somos totalmente modernos, los dos sentidos vuelven a
ción, la difusión y la vulgarización del "poder" o de-la "fuer za''? acercarse.
¿Sería la "fuerza" menos problemática que la elasticidad del ai- Las dos ram as del gob ierno que Boyle y Ho bbes elaboran
re? Sí la na turale za y la epist emol ogía n o está n con stitu idas de cada uno por su lado sólo tienen auto rida d si están bien sepa -
entidades transhistóricas, entonces la historia y la sociología radas: e l Estado de Hobbes es impotent e sin la ciencia y la tec-
tampoco; ¡a meno s que se adopte la posición asimétrica de los nología, pero Hobbes sólo habla de la rep ~esentac ión .de los
autores y que uno sea a la vez constructivista para la na turale- ciud adanos desn udos; la cien cia de Boyle es impotente sm un a
za y raci onal ista pa ra la socied ad! Pero es poco proba ble que la delimi tació n pr ecisa de las esferas reli giosa, polí tica Y científi-
elasticidad del aíre tengo. fundamentos más políticos que la pro- ca, y por eso se preocupa tanto por suprimir el monismo ~~
pia sociedad ingles a. Hobb es. Son dos padres fundadores que obran de comun
acuerdo pa ra pr omove r una mism a inn ovació n en teoría polí -
tica: a la ciencia le corr espon de la repre sentaci ón de los no hu -
Represen taci ón científica y representación políti ca manos pero tiene prohib ida toda posibili da d de ape~:ción a la
política; a la política le corresponde la represen~c1on de l?s
Si vamos hasta el ext remo de la simetría entr e las dos in- ciudadanos pero le está prohi bido tener una relac10n cu~lqu1~-
venciones de nuestro s dos auto res, compr ende mos el hecho ra con los no hum anos produ cidos y movilizados por la c1enc1a
de que Boyle no cre a sim plemente un d iscurso científico y la tecnología. Hobbes y Boyle se pelean por definir los dos re-
m ien tras que Hobbes haría lo mismo para la po líti ca; Boyle cursos que seguimos utilizando sin detenemos ~ucho en ell~s,
crea un dis curs o po lítico de donde la polític a deb e ser exclui - y la inte nsid ad de su do ble ba talla revela muy bien la ex trane-
da, mientra s que Hobbes imagin a una políti ca científi ca de za de lo que inventan.
donde la ciencia experimental deb e ser exclu ida. En otros tér- Hobbes define un ciudadano desnud o y calculador que
minos, inventan nuestro mundo moderno, un mundo en el cual constituye el Leviatán, ese dios mortal, esa criatura artifi cial.
la representaciónde las cosas por intermedio del laboratorio está diso- •Por qu é se sostiene el Leviatán ? Por el cálculo de los áto mos
ciada para siempre de la representación de los ciudadanos por inler- ~u man os que acarre a el contrato, el cual decide acerca de la
54 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 55

irreversible composición de la fuerza de todo s en ma nos de hablan por sí mism os. En cons ecuen cia, esos mu dos son capa-
uno solo. ¿De qué está hec ha esa fu erza ? De la autor izaci ón ces d e hablar, de escribir, de significar en e l recin to artificia l
por todos los ciudad an os des nudos con ced ida a u no so lo para del laboratorio o en ese otro, más enrar ecido tod avía, de la
hablar en su nombre. ¿Quién actúa cuando él lo hace? Noso- bomba de vacío. Pequeños gru pos de gentile sho mbre s hac en
tros, que le delega mos defin itivam en te nu estr o po der . La Re- testimo niar a fuerzas na turales y atestiguan uno por el otro que
públi ca es una cria tura artific ial para dóji ca compuesta de ciu- no tra icionan sino que tra ducen el compo rta miento silencios o
dadanos un idos sólo por la autorización qu e se le hizo a uno de los objetos. Con Boyle y sus discíp ulo s com en zamo s a con-
solo de repr esentarl os a todo s. ¿El sob eran o ha bla en su nom - cebi r lo que es una fue rza natu ral , un obj eto mudo pero qu e
bre o en el de aque llos que lo au toriz an? Preg un ta inso luble posee o está dotado de sentido.
qu e la filosofía po lítica moderna no dejará de desentrañar. En En su deba te común , los descendi entes de Hobbes y d e Boy-
realidad es él quien habla per o son ello s los que ha blan a tra - le nos ofrecen los recur sos que utiliza mos has ta hoy: po r un la-
vés de él. Se con vierte en su portav oz, su perso na, su pers oni - do, la fu erza social, el po der; por el otro , la fuerza natural, el
fica ción. Él los traduc e y en consecuencia p u ede tra iéionar los. mecani smo. Por un lado , el sujet o de dere cho ; po r el otro , el
EUos lo autorizan y por tanto p u eden p roh ibirlo . El Leviatán obje to de ciencia. Los portav oces políti cos van a re pres entar a
no está h ec ho sin o de ciud ad anos , de cálcul os, de acu erd os o la mu ltitud bullic iosa y calculadora de los ciu dada n os; los por -
de disp utas. En pocas p alabras, no está he ch o sino de relacio- tavoces cienúficos en adel ante van a repres en tar a la multitu d
nes sociales. O más bien, con Hobbes y su s émulo s, comen za- muda y ma teri al de los objet os. Los p rim eros trad ucen a sus
mos a comp ren der lo que sign ifican relacion es sociale s, p ode- mand an tes, qu e n o podría n hab lar codos a la vez; los segundos
res , fue rzas, sociedade s. traducen a sus representados. que son mudos de nacimiento.
Pero Boyle define un artefacto todavía más extraño. Inve n- Los p rime ros p ued en trai cion ar, los segun dos tam bién. En el
ta el laborato ri o en cuyo inte rior u nas máqu ina s ar tificiales siglo XVII, la simetri a todav ía es visible , todaví a se pe lean entre
cre an fenó menos de pies a cab eza. Aunq ue artifici ales, costo- portavoces, acusándose mutuamente de multip licar las fuentes
sos, difíciles de reprod ucir y, a pesar del pequeño n úmero de de confl icto. No ha ce falta más qu e un peq ueño esfuerzo pa ra
testigos, confia bles y en tre nados , esos hec hos en verdad rep re- qu e su orig en comú n se vuelva invisible, para q ue no haya más
sen tan la na turale za tal y como es. Los h echo s son pro ducid os portavoz sino del lado de los h ombres, y qu e la med iación de
y representados en el laboratorio, e n los escri tos científicos, ad- los cien tíficos se vue lva invisible. Muy pronto la palab ra "repre-
miti dos y autorizados por la comunidad n aciente de los testi- sen tación" adq uirirá dos sentid os difer entes según se trat e de
gos. Los cien tíficos son los repr esenta nte s escrupu loso s de los elegidos o de cosas.
hec hos . ¿Quié n habla cuando ellos hablan? Los mismos h e-
chos, sin duda alguna, p ero tambi én sus p or tavoces au toriz a-
dos. Ento nces , ¿quién h abla, la natural eza o los ho mbre s? Pr e- Las garantí as constitu ci onal es de lo s mo de rno s
gunta insoluble con que la filosofía de las ciencias modernas va
a disputar duran te tres siglos. En sí mismos, los hechos son mu - Si la Con stitu ción mo derna inventa un a sepa.ración entr e el
dos, las fuerzas nat urales son mec anism os b ruto s. Y sin em ba r- pod er científi co en cargado de repre sen tar las cosas y el poder
go, los cien tíficos afirman que no hab lan, sino que los hec hos político encargado de repres entar a los sujetos, no saqu emos
NUNCA FUIM OS MODERNOS 57
56 BRUNO lATOUR

Ésta, como toda Constitución , debe ser medida por las ga-
de esto la conclusión de que los sujetos están lejo s de las cosas. rantías que ofrece. El pod er natural que definen los descen-
Hobbes, en su Leviatán, rehace a la vez la física, la teología , la dientes de Boyle con tra los de Hobbes, y que permite qu e los
psicología, el derecho, la exégesis bíblica y la ciencia política. objetos mudos hablen por interm edio de portavoces científi-
En sus escritos y cartas, Boyle vuelve a dibujar a la vez la retóri- cos fieles y disciplinados ofrece una garantía capital: no son los
ca cienúfica, la teo logía , la política científica, la ciencia políti- hombres los que hacen la naturaleza, ella ex iste desde siempre
ca y la hermenéutica de los hech os. Jun tos, describen cómo de- y siempre estuvo ya presente, lo único que hacemos nosotros
be reinar Dios , cómo debe legislar el nuevo rey de Inglat erra, es descubrir sus secretos. El poder polftico que definen los des-
cómo deben actuar los espíritus o los ángeles , cuáles son las cendientes de Hobbes contra los de Boyle hace hablar con una
propiedades de la materia, cómo hay que interrogar a la natu- sola voz a ciudadanos mediante la traducción/traición de un
raleza, cuáles deben ser los límites de la discusión erudita o po- soberano, el cual no dice más que lo que ellos dicen . Ese po-
lítica, cómo mantener a raya a la plebe, cuáles son 1os derechos der ofrece una garantía igualmente capital : son los hombres Y
y deberes de las mujeres, qué se debe esperar de las 1;1acemáti- sólo los hombres los que construyen la sociedad y deciden con
cas. En la prácti ca, pues , se sitúan en la víeja matriz antropoló- libertad acerca de su destino~ -
gica , distribuye n las competencias de las cosas y la gente, y to- Si a la manera de la filosofía política moderna, considera-
davía no hac en ninguna separación entre la pura fuerza social mos ~sas dos garan tías por separado, son incomprensibles . Si
y el puro mecanismo natural. la naturaleza no está hec ha por los hombres ni para ellos, en-
Ésa es toda la paradoj a mo de rna: si consideramos los híbri- tonces permanece ajena, para siempre lejana y hostil. Su mis-
dos sólo tenem os que vérnoslas con mixtos de naturaleza y cu l- ma trascendencia nos aplasta o la torna inaccesib le . Simétrica-
tura; si consideramos el trabajo de purificación, nos enfrenta- mente, si la sociedad no está hech a más qu e por los hombres
mos a una separació n to ta l en tre la naturaleza y la cultura. Lo y para ellos, el Leviatán, criatura artificial cuya fo~a Y mate-
que me gustaría com prender es la relación entre ambas tareas. ria a la vez somos , no podría mantenerse sobre sus pies. Su pro-
MientraS Boyle y Hobbes se involucran uno y otro en política y pia inmanencia lo disiparía de inmediato en la guerra de to-
religión, técnica y moral, ciencia y derecho, se distribuyen las dos contra todos. Pero no es por separado como hay que tomar
tareas a1 punto que uno se limita a la cien cia de las cosas y el esas dos ga rantías constitucionales, donde la primera ase~ra
otro a la política de los hombres. ¿Cuál es la ínúma relación en- la no humanidad de la naturaleza y la segunda la humanidad
tre sus dos movimientos? ¿Se necesita esa purificación para per- de lo social. Ellas fueron creadas juntas. Se mantienen mutua-
miúr esa proliferación? ¿Se necesitan esos híbridos de a cente- mente . La primera y la segunda sirven una a otra de contrape -
nares para que haya una política simplemente humana y cosas so de check!;and balances.No son más quelas dos ramas del mismo
simplemente naturales? ¿Se necesita esa distinción absoluta en- '
gobierno.
tre los dos movimientos para que ambos sigan sie nd o eficaces? Si las consideramos juntas y no por separado, no s percata-
¿Cómo explicar la potencia de ese arreg lo? ¿Cuál es, entonces, mos de que las garantías se invierten. Los descendientes de Boy-
el secreto del mundo moderno? Para tratar de captarlo debe- le no dicen solamente que las leyes de la naturaleza escapan a
mos generalizar los resultados de Schapin y Schaffer y definir nuestro dominio, también las fabrican en el laboratorio. A pe-
la Constitución completa, de la que Hobbes y Boyle no escri - sar de su construcción artificial en la bomba de vacío -es la fa-
ben más que uno de los primeros bosquejos.
58 BRUNO lATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 59

se de mediación o de traducción- , los hec h os escapan por en- Ft<,vM 2

tero a toda fabricación humana: es la fase de purificación. Los


PRIMERAPARADOJA
descendientes de Hobb es no sólo afirman qu e los h ombres ha- La naturaleza no es nuestra construcción: La sociedad es nuescni conscrucción :
cen su propia sociedad con el sudor de su fr ent e, sin o que el es tnscendent:e y nos super:a infinicamente. e$ inmanente a nuestra acción .
Leviatán es duradero y sólido, inmens o y fuert e, que moviliza
SEGUNDA PARADOJA
el comercio, las invenciones, las artes, y qu e el soberano con - la naturaleza es nuestra constr ucción La sociedad no es nuestra construcción,
serva en su mano la espada de acero bien templada y el cetro art ificial eo el laboratorio: es inmanente . es trascendente y nos supera infinitamente.
de oro. A pesar de su construcción humana, el Leviatán supe- CONSTITUC iÓN
ra infinitamente al hombre que lo creó, porque moviliza en sus Primera garantía: aunque nosotros Segunda garantía: aun que no
poros, en sus vasos, en sus tejidos, las cosas in nume ra ble s que construyamos la naturaleza, construyamos la sociedad,
es como si no la construyéramos. es como sí la construyéramos.
le otorgan su consistencia y duración . Y sin embargo, a pesar
de esa dureza obtenida por la movilización de las cosas _-que Ten:;era garantía: la naturaleza y la soc.iedad
deben ser absolutamente distintas;
revela el trabajo de la mediación-, somos nosotrG>sy sólo no-
el trabajo de puríficacíón debe permanecer
sotros quienes lo constituimos por la sola fuerza de nue stro absolutamente distinto del trabajo de mediación .
cálcul o; nosotros, los pobres ciudadanos desnudos y desarma-
dos, lo que demuestra el trabajo de purificación.
Pero estas dos garantías son contradictorias, no sólo una con Se n ecesitarán muchos otros autores, muchas otras institu-
la otra sino cada una por sí misma, porque ellas juegan a la vez ciones, muchos otros reglamentos para completar ese movimien-
con la trascendenc ia y la inmanencia. Boyle y sus innum erab les to bosquejado por la disputa ejemplar entre Hobbe s y Boyle .
sucesores n o dejarán al mismo tiempo de construir artificial- Pero la estructura de conjunto ahora es fácil de captar: esas tres
mente la n aturaleza y de decir que ellos la descubren ; Hobbes garantfas juntas van a permitir el cambio de escala de los m o-
y los ciudadanos recién definidos no dejarán de constru ir el Le- dernos . Van a poder hacer interveni r a la naturaleza de sde to-
viatán por el cálculo y la fuerza social, pero siempre reclutarán do punto de vista en la fábrica de sus sociedades, sin por ello
más objetos para que aguante en forma duradera. ¿Mienten? dejar de atribuirl e su trascendencia radical ; van a p ode r con-
¿Se engañan? ¿Nos engañan? No, porque añaden una tercera vertirse en los ún icos actore s de su prop io des tin o políti co, sin
gara nt ía constitucional: en primer lugar, la separación comp le- por ello dejar de sostener su sociedad por la movilización de la
ta entre el mundo natura l -sin embargo construido por el natura leza. Por un lado, la trascendenc ia de la natu ra leza n o
hombr e- y el mundo soc ial --sin embargo sosteni do por las imp ed irá su in manencia social; por el o tro , la inmanencia de
cosas-y, en segu n do luga r, la separación tota l entre el trabajo lo social no impedirá que el Leviatán siga siendo trascendente .
de los híbr id os y el trabajo de la purificación. Las dos primeras Hay que corúesar que es una construcción bastante bella que
garantías no son contrad ictorias sino mientras la tercera n o las permite hacerlo todo sin estar limitado por nada. No es sor-
aleje para siempre una de otra, y haga de una simetría dema- prenden te que esta Consútución haya permitido, como se de-
siado patente dos asimetrías contradic torias que la práctica re- cía antaño, "liberar algunas fuerzas productivas".
suelve sin poder expresarla jamás.
60 BRUNO LATO UR NUNCA FUIMOS MODERi'lOS 61

La cuarta garantía: la del Dios tachado vez que segu ía siendo religio so. Podía invadir el mundo mate -
rial recrear libr emente el mund o social, sin por ello vivirse cer
Sin embargo, había que evitar el resta blecimiento de una si- mo, un huér fano demiurgo aband ona do por todos.
metóa demas iado perfecta entre las dos gara ntías de la Consti- Al reinte rpre tar los viejos tem as teo lógico s de los cristian os,
cución, lo que hab ría impedid o que su dúo funcio nara de lle- se logr ó hac er ent rar en juego a la trascen dencia de Dios y a su
no. Era nece sario que una cua rta garantí a regu lara la cuestión inmanencia. Pero ese largo trabajo de la Reforma del siglo XVI
de Dios alejándol o para siempre de la doble construcción ser habría desem boca do en resultado s muy difer en tes de no ha-
cial y na tural, al tiempo que lo deja ra pr esen table y uti lizable. berse visto mezclado con el del XVII acerca de la invenció n con-
Los sucesore s de Hobbes y Boyle se ded icaro n a eso con éxito , junt a de los h ec hos cienúficos y los ciudadanos (Eisens tein ,
los prime ros vacian do la na turaleza de la pres encia divina, los 1991). Se rein ven tó la espiritual idad, vale decir, el descenso del
segund os vaciand o la sociedad de todo origen divino. El pod er Dios omni potente en el fuero intern o sin que interv enga de he-
cient ífico "ya no ne cesita ba esa hipó tesis"; en cuanto a los P?lí- cho en el ex temo. Una religión to talme nte ind ividual y espiri-
ticos, po dían fabric ar el "dios mortal" del Leviatán sin volver a tual pe rmitía critica r la influenc ia de la ciencia y la de la socie-
ocuparse del Dios inm ortal cuya Escritura , ya en Hobbes, había dad, sin por ello oblígarse a que Dios respondiera a una ni a
dejado de ser interp retada por el sob erano salvo de manera fi- otra. Se volvía posible para los mod ern os ser laicos y piad osos
gura tiva. Nadie es realmente mo de rno si no ace pta alejar a Dios a la vez. La garantía con stitucio nal no era dad a por un Dios su-
tan to delju ego de las leyes de la naturale za como de las de la p remo sino por un Dios ausente y, sin emba rgo, su ausencia no
rep ública . Dios se convir tió en el Dios tachad o de la metafis ica, imp edía disp oner de él a volun tad en la intimidad del corazón.
tan diferente del Dios pre modern o de los cristianos como la na- Su p osición se volvía ideal por que se lo ponía dos veces entre
turale za construi da en el laborat orio lo está de la anti gua phu- par én tesis. Un a prim era vez en la metafísica, una segu nda en
sis o como la socieda d de l viejo colec tivo antropo lógi co pobla - la espiritualidad. No iba a volver a mo lestar para nada en el de-
do de no humanos. sarr ollo de los modernos, al tiem po que permanecía eficaz y ca-
Pero un alejam ient o demasiad o completo hubíese privad o ritati vo tan sólo en el espíri tu de los h um anos.
a los modern os de un recurs o críti co que permití a compl etar su Tres veces la aasc end encia y tres veces la inmanencia en un
dispo sitivo. Los dos gemelos de la naturaleza y la sociedad ha- cuadro cruzado que clau sura todas las posibilidades. No hici-
brían colgado en el vacío sin que nadie pudiera decid ir, en ca- mos }a naturaleza; hacemo s la socied ad; hacem os la natural e-
so de conflicto entre las dos ramas del gobiern o, cuál deb fa pre- .za; no hicimos la sociedad ; no hicim os ni una ni otra, Dios lo
valecer sobre la otra. Peor aún, su simetría hab ría apareci do con hizo todo; Dio s n o hizo nad a, n osotro s lo hicim os todo. No se
demasiada clarida d. Los modernos apl icaron al Dios tachado el comprende nada de los moderno s si no se ve qu e las cuatro~-
mismo desd oblam ient o que a la naturaleza y a la sociedad. Su rantí as se sirven una a otra de checks and balances. Las dos pn -
trascendenci a lo alejab a infin itam ente , de manera que no mo- meras pe rmiten altern ar las fuen tes de po der pasan~ ? sin vio-
lestaba ni el libre juego de la natu raleza ni el de la socied ad, pe- lencia de la mera fue rza natu ral a la mera fuerza poht.1ca,y a la
ro de cualquier modo un o se reservaba ape lar a esa trascenden- inversa . La tercera garantía prohíb e toda contami nac ión en tre
cia en caso de con flicto entre las leyes de la naturaleza y las de lo qu e per tenece a la natural eza y lo qu e pertene :e a la p~lí ti-
la sociedad. Por tanto, el ho mbre mod erno podía ser ateo a la ca, pr ecisamente cuan do las dos prime ras garantJ.as pe rrm ten
62 BRUNO L<\TOUR
NUNCA FUIMOS MODERNOS 63

la rápida alterna ncia entre un a y otra.¿ Sería demasiado visible Liberado s de la hip oteca re ligiosa, se volvieron capaces de
la cont radicción entre la terce ra que separa y las d os primeras criticar el oscurantism o de los antiguos pod eres develan d o los
que alte rnan? No, porque la cu arta garantía consti tucio nal es- fen óme nos natural es que disimulaban, aJ tiempo que inventa-
tablece co~ o ár bitro a un Dios infi nitamente lejan o que es por ban esos fenómenos en el recin to artificial del laboratorio. Las
complet o impoten te y juez soberano a la vez. leyes de la naturalez a perm itieron a las primeras Luces dem o-
Nada tiene que ver la modernidad con la invención del hu- ler de cabo a rabo las pretensio nes mal fundadas de los prejui -
manismo, la irrupción de las ciencias, la laicización de la socie- cios hum an os. AJ aplicar su esquema de lectura, en los antiguos
dad o la mecanización del mundo. Ella es la produc ción conjun - híbri do s no viero n más que mezclas in debidas que había que
ta de esos tres pares de trascend encia e inmanenci a, a través de purificar separand o los mecanismos natur ales de las pasiones ,
una larga historia , de la que n o p resenté más que un a eta pa con los interes es o la igno ranc ia de los hu man os. Todos los pensa-
las figu ras de Hobbes y Boyle. El punto esencial de esta Consti- mientos de antaño se volviero n ineptos o aproxima tivos. O más
tución ~odema es volver invisible, impe nsable , irrepresentabl e bien, la sim ple aplic ació n de la Constitu ción mode rna defin e
el trabajo de mediación que reúne a los híbrido s. Sin·embanm un "antañ o" por completo distinto de l bello present e (véase
¿ese trabajo está inte rru m pido ? No, po rq ue el mun do mode;~ más abajo ). La oscuridad de las edad es antiguas, las que mez -
dejarla de funcionar de inme diato, porque vive de l intercambio claban indebidamente n ecesidades sociales y real idad natu ral ,
com o cualquier colectivo. Aquí la belleza del dispositivo apar e- daba paso a un alba luminosa que separaba con claridad los en-
ce_a plen a l~z- La_?onstitución mode rna, por el contrario , per- caden amientos mate ria les de la fantas ía de los ho mbres. Las
rr.ute la pro liferac ron multipl icada de los híbrido s cuya existen- ciencias naturales definían la naturale za y cada disciplina se vi-
c1~y hasta posibilida d niega . Al jugar tres veces seguidas con la vía co mo una revolución total por la cual éstas finalment e se
misma alternancia entre Ua.Scendencia e inman encia, se vuelve alejaban del Anú guo Régim en. Nadi e es moderno si no sinti ó
posi ~le m~~izar la naturale za, cosificar lo social y sentir la pre- la belleza de esa aurora y vibró con sus promesas.
senc ia espm tua1 de Dios, al tiempo que se man tiene firmemen- Pero la crítica no fue sólo de la naturaleza hacia los prejui-
te que la na turaleza se nos escapa, que la socied ad es nuestra cios humanos. Pront o se puso a rec orr er la otra dirección, que
obra Y qu e Dios ya no interfi ere. ¿Qu ién habría resistido una llevaba de las cien cias sociale s recién fund adas a la falsa naru ra-
constru ~ci~n se~ejante? En realida d fue necesario que algunos leza. Fueron las segu ndas Luces, las del siglo XJX. Esta vez, el co-
aconte c1m1entos maudícos hayan debili tado ese mecanismo po- nocimie nto preci so de la sociedad y de sus leyes permitió criti-
~er oso_para que_yo pueda describirlo hoy con esa distancia y esa car no sólo los prejuicios del oscuranti smo usual sino tam bién
sunpat1a de etno logo p or un mundo en vías de desaparición. los nuevo s prejuicios de las ciencias naturales. Con el sólido
apoyo de la ciencia de la socie dad , se volvía posible distinguir
en las otras ciencias su parte realmente científica de aquella de -
El pod er d e la critica bida a la ideología , la acusación críti ca por excele n cia. En los
mixto s de las prim eras Luces, las segund as no vieron más que
, _Enel mismo momento en que se ventilan las capaci dades una mezcla ina ceptable que convenía purificar separand o con
c~u cas ~e _losmodernos, conviene medir su prodigiosa efica- cuida do la part e que corres pondía a las cosas mism as y la parte
cia una uluma vez. debida al fun cionamiento de la economía, el inconsciente, el
64 BRUNO LATOUR NUNCA FUlMOS MODE RNOS 65

lenguaje o los símbolos. Todos los pensamientos de antaño - in- Aquel que jamás sintió vibrar en sí ese doble poder o que
clusive algunas ciencias - se volvieron ineptos o aprox imativos. nunca se sintió obsesionado por la distinción entre lo racional
O más bien, una sucesión de revoluciones radicales creó por y lo irracional, entre los falsos saberes y las verdaderas ciencias,
contras te un "antaño" oscuro pronto disipado por la aurora lu- nunca fue moderno.
minosa de las cienc ias sociales. Las trampas de la naturalización Apoyado con firmeza en la certidumb re trascendental de
y de la ideo logía científica finalmente se disipaban. Nadie es las leyes de la naturaleza, el moderno puede criticar y deve lar,
moderno si no confió en esa aurora ni vibró con sus promesas. denunciar e indignarse ante las creencias ina.cionales y las do-
Incluso resultó posible que los invencibles modernos ~om- min;:iciones injustificadas. Apoyado con firmeza en la certi -
binaran ambas al tomar a las ciencias naturales para criticar las dumbre de que el hombre hace su propio destino, el moderno
falsas pretensiones del poder y al utilizar las certezas de las cien- pue de cri ticar y develar, indignarse y denunciar las creencias
cias humanas para criticar las falsas pretensiones de las ciencias irraciona les, las ideologías emditas y la dominación injustifica -
y de la dominación erudita. El saber total estaba finalmer,ite al da de los expertos que pretenden marc ar límites a la acción y
alcance de la mano. Si el marxismo durante tanto tiempo pa- la libertad. La sola trascendencia de una natural eza que no es
recí6 insoslayable, es porque en efecto entrecruzaba los dos re- nuestra obra y la sola inmanencia de una sociedad que hace-
cursos más poderosos jamás desarrollados por la crítica y los mos de punta a punta paralizarían sin em bargo a los modernos,
bloqu eaba para siempre. Permitía conservar la parte de verdad demasiado impotentes anee las cosas y demasiado potentes en
de las ciencias naturales y sociales al tiempo que eliminaba cui- la sociedad. Qué enorme ventaja poder invertir los principios
dadosam ente su parte maldita, su ideología. Acabab a -en los sin siquiera la apariencia de una contradicción. No obstante, la
dos sentidos de la palabra, pronto iban a aprenderlo- todas naturale za trascendente permanece movilizable, humaniza ble,
las esperanzas de las primeras Luces y todas las de las segundas. sociafrzable. Los laboratorios, las colecciones, los centros de cálcu-
La necesaria distinción enu·e los mecanismos materiales y las lo y de beneficio, los institutos de investigación y las oficinas de
ilusiones del oscurantismo, así corno la segunda distinción en- estudio la mezclan todos los días con los destinos múltiples de
tre la ciencia y la ideología, aún siguen siendo las dos causas los grupos sociales. A la inversa, aunqu e consuuyamos la socie-
principale s de la indignación moderna. aunque ya no puedan dad de cabo a rabo, ella dura, nos supera, nos domina, tiene
bloquear la djscusión a la manera de los marxistas y aunque su sus leyes, es tan trascendente como la naturaleza. Ocurre que
capita l de critica esté ahora diseminado en las manos de millo- los laboratorios, las colecc iones, los ceneros de cálculo y de be-
nes de pequeños portadores. neficio, los institutos de investigación y las oficinas de estudio
marcan día a día los límites de la libertad de los grupos socia-
FIGURA3
les y transforman las re laciones humanas en cosas duradera s
Pu nto de anclaje Posibilidad crítica que nadie hizo. Es en este doble lenguaje donde reside la po-
tencia crítica de los modernos: ellos pueden movilizar la natu -
Trascendencia de la naturall!la Nada podemos contra las leyes naturales
raleza en el corazón de las relaciones sociales, al tiempo que la
rnrnanencia de la naturaleza PosibilidadesIlimitadas
dejan infinitament e alejada de los hombres; son libres de ha-
Inmanencia de la sociedad Somos totalme nte libros
cer y deshacer su sociedad, al tiempo que toman sus leyes ine-
Trascendencia de la socie dad Nadapodemos co ntra las leyes de la sociedad luctable s, necesarias y abso lutas.
66 BRUNO LATOUR NUNCA FUJMOS MODERNOS 67

La invencibilidad de los modern os usted es ence rrados en una economía tradicional ? La crític a les
mostra rá que los mecani smos físicos pueden perturb ar la mar-
La Con stituc ión hizo invenci bles a los modernos precisa- cha del mundo humano movilizando fuerzas produ ctivas giga n-
mente porqu e cree en la separación total de los hum anos y los tescas. ¿Piensan que los espíritus de los antep asados los man-
no humanos a la vez que la anula. Si ustedes los criti can di cien- tienen par a siempre en sus leyes? La cr ítica les mostra rá que los
do que la natural eza es un mundo constru ido por los hombr es, espíritus y las leyes son construcciones sociales que ustedes m is-
les mostrarán que es trascendente y que ellos no la tocan. Si les mos se dieron. ¿Piensan que pueden hacerlo todo y desarrollar
dicen que la sociedad es trascend ente y que sus leyes nos supe- sus socie dades a voluntad? La crítica les mostrará que las leyes
ran de modo in calcu lable, ellos les dirán que somos libres y qu e de bronc e de la sociedad y de la eco nomía son much o más in-
nuestro destin o está en nuestras man os. Si ustedes les objeta n flexibles que las de los antep asados . ¿Se ind ignan ant e la me-
que dan mue stras de duplicidad, ello s les mostra rán que jamás canización del mun do? La críti ca les hab lará del Dio s creado r
mezclan las leyes de la naturaleza y la imprescripti ble libertad a quien todo pertenec e y que le dio todo al hombre . ¿Pro tes-
humana . Si ustedes les creen y des vían la atención, apro vec ha- tan porque la socie d ad es laica? La crítica les m ostrará que la
rán para hace r ingresar miles de objet os de la naturaleza en el espiritualidad resulta por ello liberada y que una religi ón total-
cuerp o social dándole a éste la solidez de las cosas naturales. Si mente espiritual es muy superior . ¿Ustedes se conside ran reli-
ustedes se dan vuelta con brusquedad como en el juego de las giosos? ¡La crítica se re irá de ust edes a carc ajadas!
esta tuas, ellos se qu edarán congelados, con un aspect o inocen- ¿Cómo hab rían podido resisti r las otras culturas-natU ra le-
te, co mo si no se hu bieran movido: a la izquierda las cosas mi s- zas? Por con r.raste, se volvieron prem odernas. Habrían podido
mas, a la derech a la socie dad libre de los sujetos hablante s y opon erse a la naturaleza trascenden te, o a la naturaleza inma-
pensantes. Todo ocurre en el medio, todo transita entre los dos, nente , o a la sociedad hec ha por mano de homb re s, o a la so-
todo se hace por mediaci ó n , por traducción y por redes, pero ciedad trascend e nt e, o al Dios lejano, o al Dios íntimo , pero,
ese emp lazam ient o n o existe, no ocurre. Es lo impensado, lo ¿cómo resistir a la combina ción de los seis? O más bien, ha -
impensable de los modernos. ¿Có mo ext ender mejor los colec- brían podido resistir, si los seis recu rsos de la cr ítica hubie ran
tivos sino en alianza con la trascendencia de la nat uraleza y la sido visibles junt os com o una sola op eración, así como hoy lo
toral libe rtad human a, incorporan do al mism o tiempo la natu- describo. Pero par ecían separa dos, en conflicto uno con el otr o,
raleza y limitando absolutamente los márg enes de libertad? En mezcla ndo ramas de gobi erno que reñían entre sí, apeland o
efecto, esto permite hac erlo todo y su contrario . cada uno a fundam e nto s disti nto s. Además, todos esos recur-
Los indios no se equivocaban cuando decían que los blan- sos críticos de la purificación eran contradichos de inmedi ato
cos tenían la lengua hendida. AJ separar las re laciones de fuer- por la práctica de mediación sin que por ello esa contradicción
zas políticas y las relacion es de razones científic as, pero apoyan- tuviera influencia alguna, ni sobre la diversidad de las fuen tes
do siempre la fuerza sobre la razó n y la razón sobre la fuerza, de poder ni sobre su unidad oculta.
\
los mod ern os llevaron dos asuntos al mismo tiemp o. Se volvie- Los modernos se sintieron liberados de las últimas restri c-
ron invenc ibles. ¿Creían ust edes que el trueno es una divini- ciones que todavía podían limitar su expan sión. Los pobre s
dad? La crític a les mostrar á qu e aquí se trata de mec anis mos ñ- colectivos pr emo demos fueron ac usados de mezclar horrible-
sicos sin influencia sobre la marcha del mundo hum ano. ¿Están mente las cosas y los hum anos, cuando sus acusadores los sepa-
68 BRUNO L-\TOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 69

raba n finalmente en su totalidad, para volver a mezclarlos de po rque el doble juego entre inmanencia y rrascendencia de ca-
inmediato en una escala desconocida hasta ahora ... Como ade- da una de las tres instancias permite hacerlo todo y su contra-
más los modernos extendieron esa Gran División en el tiempo rio. Una Constitución jamás permitió en la práctica tal margen
tras haberla desplegado en el espacio, se sintieron absolutamen- de maniobra. Pero el precio que hay que pagar por esa libertad
te libres de no seguir ya las ridículas coerciones de su pasado, fue que los modernos permanecieron incapaces de pensarse a
que exigían tener en cuenta las cosas y la gente a la vez. Pero te- sf mismos. Todo el trabajo de mediació n escapa al marco cons-
nían en cuenta al mismo tiempo muchas más cosas y mucha titucional que lo dibuja y niega.
más gente ... No existe ninguna relación simple entre las características
Ni siquiera se los puede acusar de ser no creyentes. Si les di- de un momento histórico y la cuestión de saber si es o no mo-
cen que son ateos, les hablarán del Dios omnipotente infinita- derno. Entonces, ¿la modernidad es una ilusión? No, consiste
mente alejado en el más allá del mundo. Si ustedes dicen que en mucho más que una ilusión y mucho menos que una esen-
ese Dios tachado es totalmente ajeno, les dirán que habla en la cia. Es una fuerza agregada a otras a las que durante largo tiem-
intimidad del corazón y que, a pesar de sus ciencias ysus polí- po tuvo el poder de representar, de acele rar o de resumir pero
ticas, jamás dejaron de ser morales y piadosos. Si ustedes se que en adelante ya no posee totalmente. La revisión que p ro-
asombran de una religión que no tenga ninguna influencia ni pongo es semejante a la de la Revolución Francesa desde hace
sobr e la marcha del mundo ni sobre la de la sociedad, ellos les un os veint e años; y las dos revisiones, por otra parte, no conf or-
dirán que las ju zga a ambas. Si ustedes solicitan leer esos jui- man más que una sola, como lo veremos más ade lante. Desde
cios, ellos responderán que la religión supera infinitamente la los años setenta comp rendemos que la lectura revolucionaria
ciencia y la política y que no podría influirlas, ¡o que la religión de la Revolución se añade a los acontecimientos de ento nces,
es una construcción social o el efecto de las neuronas! organiza la historiografia desde 1789, pero no define ya los mis-
Entonces, ¿qué les dirán? Ellos tienen todas las fuentes de mos acontecimientos (Fur e t, 1978) . Como lo pro pone Furet ,
poder, todas las posibilidades críticas, pero las desplazan de ins-- hay que distinguir bien la Revolución "modalidad de la acción
tancia en instancia con tal rapidez que jamás es posible atrapar- hi stórica" y la "Revoluc ión proceso". Los aco n tecim ientos de
los con las manos en la masa. Sí, decididamente, son, han sido, 1789 no eran más revolucionarios de lo que fue moderno el
estuvieron a punto de ser, se creyero n invencibles. mundo moderno. Los actores y cro nistas de 1789 utilizaron la
noción de revolución para comprender lo que les ocurría y pa-
ra modificar su destino. De igual mod o, la Constitución moder -
Lo que la Constitución aclara y lo que oscurece na existe y actúa realm en te en la historia, pero ya no define lo
que nos ocu rrió. La modernidad sigue esperando a su Tocque-
Sin embargo, el mundo moderno nunca tuvo lugar en ese ville mientras las revoluciones cienúficas a su Frarn;ois Furet.
sentido de que jamás funcionó según las reglas de su Constitu- Sin embarg o, la modernidad no es la falsa conc iencia de los
ción, separando las tres regiones del Ser mencionadas y apelan- ·modernos, y debemos tener mucho cuidado en reconocer a la
do por separado a los seis recursos de la crítica. La práctica de Constitución, como a la idea de Revolución, su propia eficacia.
traducció n siempre fue diferente de las prácticas de purifica- Lejos de haber eliminado el trabajo de mediación, permite su
ción. O más bien, esa diferencia está inscrita en la Constitucíón incremento. Así como la idea de Revolución llevó a los revolu-
NUNCA FUIMOS MODERNOS 71
70 BRUNO LATOUR

cionarios a tomar decisiones irr evers ibles que no se h abrían los mil!l'.tosde divino , humano y natural, ellos limitan su expan-
atrevi do a tomar sin ella, la Consúc ución procuró a los moder- sión práctica. Es la imposibilidad de cambi ar el or den social sin
nos la audacia de movilizar las cosas y la gente en una escala que mod ificar el natural -y a la inversa- lo qu e ob liga a los pre -
de no ser por ella estarí a proscripta. Esta modificación de esca- mod emos, desde siemp re, a la mayor prud encia. Todo mons -
trUO se vuelve visible y pensable y plante a con cla rid ad probl e-
la no fue obtenid a, co mo ellos cree n, por la separación de los
humanos y lo s no humanos sino , por el contrario, po r la amp li- mas graves p ara el orden soc ia l, el cosmos o las leyes divinas
ficación de su alia nza. A su vez, este incremento es facilitado por (Honon , 1990a; 1990b) .
la idea de una naturaleza trascendent e -con tal que sea movi -
lizabl e-, por la idea de una sociedad libr e -c on tal que sea tras- La homeo stasis de tas "sociedades frías" de la Amazo nia [escri-
cen dente-y por la ausenci a de toda divinida d, con tal que Dios be, por ejemplo, Desc ola a propósito de los achuar ) resultaría
hable al corazón. A condi ción de que sus con trarios estén al mis- entonces no tanto del rechazo implícito de la alie nación polí-
mo tiempo present es y sean impensabl es, y que el trabajo de me- tica que Clastres pon ía a cuen ta de ~lossalvajes" como del efec-
diación multipliqu e los híbridos, esas tres ideas permi't en una to de inercia de un sistema de pensam ient o que no pu ed e re-
capitaliza ción en gran escala. Los modernos piensan que sólo presentarse el proce so de social ización de la natu raleza sino a
lograron tal expansión porque separar on con cuidado la natu- través de las categ orías que norm ativizan el funciona mient o
raleza y la socie dad (y pusier on a Dios entre pa réntesis), ¡cuan- de la socie dad real. Al revés del determini smo tecno lógico su-
do sólo lo hicieron porque mezclaron masas de humanos y de mario de que a menud o están impregnad as las teorías evolu-
no humanos much o mayo res, sin pon er nada entre parént esis cionistas, aquí podría postularse que la transformación por
y sin prohibirse ninguna combinación! La unión del trab ajo de una socieda d de su base material está condicionada por una
purificació n y el trabajo de mediación los engendró, pero ellos muta ció n previa de las formas de organización social que sir-
só lo a tribu yen al primero las razones de su éxit o. ven de armad ura ideal aJ modo material de producir. (Desco-
Tal vez, la soluci ón de esta paradoja no sea tan dificil. Para la, 1986, p. 405)
atreverse a tales combinaciones convi ene cree r que carecen de
graves consecuencias sobre el orden constitucional. El duali s- Si, a la inversa, nuest ra Cons titución autori za algo, es real-
mo nat uraleza/socie dad es indispensabl e para los modern os, ment e la socialización acelerada de los no humanos sin por ello
para que, precisam ente, puedan incr ementar la escala de los permitir que éstos a parezcan jamás como elementos de la "so-
mixtos entre los objetos y los sujetos. Los premodernos -por- c iedad real ". Los modern os , al tor nar impensables los mixtos,
que en el fo ndo so n todos monistas en la constitución de sus al vaciar, barrer, limpiar, purificar la arena que se dibuja en me-
naturalezas/ cultu ras, si creemo s a los antro pólogos (Lévi- dio de sus tres instanci as, permitiero n que la práctica de me-
Strauss, 1952)-, por el co ntrario, se prohíben practicar lo que diaci ón recom binara todos los monstruos po sibles sin que tu-
sus repre sentaciones parece rían permiti r. "El indígena es u n vieran n ingún efecto sobre la fáb rica de la soci edad, ni siquiera
at esora dor lógico", escribe Lévi-Strauss, "sin desca nso, él vuel- un conta cto con ella. Por extraños que sean , no p lant eaban
ve a anuda r los hilo s, repliega incansablemente sobre sí mismo ningún problema porqu e no ex istían en sociedad y porque sus
todos los aspec tos de lo real, ya sean éstos físicos, sociales o consecu e n cias monstruosas permanecían inas ignab les. Le que
menta les" {Lévi-Strau ss, 1962, p . 353}. AJ saturar de conceptos siemprese prohibieron ws premodemosnosotros nos lo podemospermi-
72 B.RUNO LATOUR NUNCA FUIMO S MODERNOS
73

tir, porque jamó.s el orden soci.al resulta en correspondenci.a, térmiTUJ


a ce ahora como sólo una parte que ya no permite compr ender
término, con el orden natural la otra mitad de ella, ento nces lo que resulta inestab le es el fun -
La bomb a de aire de Boyle, por ejem plo, po dría parecer damento mismo de la críúca.
una quimera bastante espanto sa porqu e produce artificialmen- AJ apelar a veces a la naturaleza , a veces a la sociedad, otras
te un vacío de laboratorio, el que permite definir a la vez las le- a Dios, y al oponer sin cesar la u-ascendencia de cada ~no_de es_os
yes de la naruraleza, la acción de Dios y el ajuste de las dispu- tres términos a su inmanencia, el resort e de nuestras md1gnac10-
cas en la Inglaterra de la Glorio sa Revolución. Según Horton , nes resultaba bien tensado . En efecto, ¿qué sería un moderno
el pensamiento salvaje hab ría conjurad o el peligro de inmedia - que ya no se apoyara sobre la trascendencia de la n~tura leza p~-
to. Pero el siglo XVII inglé s en adelante va a construir la reale- ra criticar el oscurantismo del poder? ¿O sobre la inmanencia
za, la naturaleza y la teología con la comunidad científica y el de la naturaleza para criti car la inercia de los hum anos? ¿O so-
laboratorio. La elasticidad del aire va a añadirse a los actores bre la inmanen cia de la socieda d para criticar la sumi sión de los
que poblaban Inglaterra. Y sin embargo , ese reclutamiento <;le hombres y los peligro s del naturalismo? ¿O sobre la trascenden-
un aliado nu evo no plant ea ningún problema porque- no ha y cia de la sociedad para criticar la ilusión humana de una liber-
quimera, porque nada monstruoso se produjo, porque no se tad individual? ¿O sobre la trascendencia de Dios para apelar al
hace otra cosa que descubrir las leyes de la naturaleza. "Circu- jui cio de los hombres y a la obstinación de las cosas? ¿O ~obre la
len, no hay nad a que ver". La am plitud de la movilizaci ón es di- inmanencia de Dios para criticar las iglesias establ ecidas, las
re ctam ente p ropo rcional a la imposibilidad de pensar sin creencias nanrralistas y los sueños socialisi:as? Sería un moderno
rodeos sus relaciones con el orden social. Cuanto menos mez- muy pobre, o sino sería posmodemo: siempre habitado por el
clados se pie nsan los modernos, más se mezclan. Cuanto más violento deseo de denunciar, no tendría la fuerza de creer en la
absolutamente pura es la ciencia, más íntimamente ligada está legitimidad de ninguna de esas seis cortes de apelación. Arreba-
con la fábrica de la sociedad. La Constitu ció n modern a acele- tar a un moderno su indignación es privarlo, al parecer, de to-
ra o faci lita el despliegue de los colectivos, pero no permite do respeto de sí. Arrebatar a los intelectuales orgánicos y críti-
pensarlos. cos los seis fundamentos de sus denuncias es aparen teme nte
quitar les toda razón de vivir. Al perder la adhesión voluntari~ a
la Constitución, ¿no tenemos la impresión de perder lo meJor
El fin de la denuncia de nosotros mismos? ¿No era eso el origen de nuestra energía,
de nuestra fuerza moral, de nuestra deontología?
Al afirmar que la Constitución, para ser eficaz, debe ignorar y sin embargo, Luc Boltan ski y Laurent Thévenot vaciaron
lo que perm ite, yo prac tico un deve lamiento que no reca e ya so- la denuncia mod erna, en un libro tan importante para este en-
bre los mismos objetos que la crítica y que no es ya desen cad e- sayo como el de Steve Shapin y Simon Schaffer. Para el u-abajo
nado por los mismos resortes. Mientras adheríamos de buena de indignación crítica, hicieron lo que Fran<;ois Furet hizo anta -
gana a la Constitución, ella penniúa regular el conj unt o de las ño por la Revolución Frances~. "La denuncia ha terminado", ta~
disputas y servía de fundamento al espíritu crítico, procu rand o podría se r el subtít u lo de su Economiesde /,a gra~deu r (B~~tansk 1
a las personas la jus tificación de sus ataques y sus operaciones y Th évenot, 1991). Hasta en tonces, el develam1ento cnu~o ~a-
de develamiento. Pero sí el conjunto de la Constitución apare- recía evidente. Sólo se trataba de escoger una causa de md1g-
74 NUNCA FUIMOS MODER.J"\JOS 75
BRUNO LA.TOUR

nación y oponerse a las falsas denuncias con toda la pasión de- El trabajo de Boltanskí y Thévenot culmina ese movimien-
seable. Develar, ésa era la tarea sagrada de nosotros, los moder- to previsto y descripto poi- René Girard según el cual los moder-
nos. Revelar bajo las falsas conciencias los verdaderos cálculos nos ya no pueden acusar de buena gana pero, al contrario de
o bajo los falsos cálculos los verdaderos intereses. ¿Quién no Girard, no desprecian los objetos. Para que el mecanismo victi-
tiene todavía en la boca un hilito de baba de esa rabia? Sin em- mario funcione, era necesario que el acusado sacrificado en co-
bargo, Boltanskí y Thévenot inventan el equivalente de una va- mún por la muchedumbre fuera realmente culpable (Girard,
cuna antirrábica al comparar tranquilamente todas las fuentes 1978). Si se convierte en un chivo expiatorio, el mecanismo de
de denuncia -las Ciudades, que suministran los diversos prin- acusación se vuelve visible: un pobre empleado subalterno ino-
cipios de la justicia-y cruzando las mil y una maneras que te- cente de cualquier crimen es acusado por error, sin otra razón
nemos hoy, en Francia, de montar un caso en la justicia. No que reconciliar el colectivo a costa suya. Así, el deslizamiento
denuncian a los otros. No los develan. Muestran cómo nos las del sacrificio al chivo expiatorio destruye la acusación. Ese ago-
ingeniamos todos para acusarnos unos a otros. El espíritu crí- tamiento no suaviza a los modernos , sin embargo, porque e n
tico se convierte en un recurso, una competencia entre otras, realidad ésa es la razón de sus crímenes en serie: no poder ja-
la gramática de nuestras indignaciones. más acusar de buena gana a un verdadero culpable (Girard ,
De inmediato, gracias a este pequeño desfase introducido 1983). Pero Girard no ve que así acusa más gravemente, por-
por el estudio sistemático, ya no podemos adherir por comple- que acusa a los objetos de no contar en realidad. Mientras ima-
to a eso. ¿Cómo acusar todavía de buena gana cuando el meca-
ginamos desafíos objetivos a nuestras disputas, estamos atrapa-
nismo victimario se vuelve patente? Hasta las ciencias humanas dos en la ilusión del deseo mimético. Es ese deseo, y sólo él, el
dejan de ser el reservorio último que por fin permitiría discer- que adorna a los objetos de un valor que no tienen. En sí mis-
nir los motivos reales bajo las apariencias. También ellas for- mos no cuentan, no son nada. Al revelar el proceso de acusa-
man parte del análisis (Chateauraynaud, 1991); también ellas ción, Girard, como Boltanskí y Thévenot, agota para siempre
montan casos en la justicia y se indignan y critican. La tradición nuestra aptitud para acusar. Pero prolonga más lejos tod avía esa
de las ciencias humanas ya no tiene el privilegio de dominar al tendencia de los modernos a despreciar los objetos, y Girar d
actor discerniendo, por debajo de sus acciones inconscientes, profiere esta acusación con alma y vida, creyéndola de buen a
la realidad que habría que poner de manifiesto (Boltanski , gana, y viendo en ese desprecio ganado con esfuerzo la más al-
1990). Imposible que las ciencias humanas se escandalicen, sin ta prueba de moralidad. A denunciador, denunciador y medio.
ocupar en adelante uno de los casilleros del cuadro cruzado de La grandeza del libro de Boltanski yThévenot proviene de que
nuestros dos compinches. El denunciante es el hermano de la agotan la denuncia, al tiempo que convierten al objeto compro-
gente común que pretendía denunciar. "¡Ustedes el otro!~ En metido en las pruebas del juicio en el centro de sus an álisis.
lugar de realmente creerlo, ahora sentimos el trabajo de la de- Bajo el juicio moral por denuncia, otro juicio moral funcio-
nuncia como una "modalidad histórica" que ciertamente actúa nó siempre por clasificación y selección. Se lo llama arreglo,
en nuestros asuntos, pero que no los explica, así como lamo- combinación, combinazione, tejemaneje, pero también negocia-
dalidad revolucionaria no explicaba el proceso de los aconte- ción o convenio. Péguy decía que la moral flexible es en gra n
cimientos de 1789. La denuncia, al igual que la revolución, ha medida más exigente que la rígida. Lo mismo ocurre con la
perdido su novedad. moral oficiosa que selecciona y distribuye sin cesar las solucio-
76 NUNCAFUIMOSMODERNOS 77
BRUNO LATOUR

nes prá cticas de los modernos. Es despreciada porque no per- gaños o . Racionalistas decepcionados, sus adep tos sienten a Jas
mite la indignación, pero es activa y generosa porque sigue las claras que el modernismo ha terminado, pero siguen aceptan-
sinuosidades innumerables de las situaciones y las redes. Es des- do su manera de repartir el tiemp o y por tanto no pueden re-
preciada porque toma en cuenta los objetos que no son ni los cortar las épocas sino por revoluciones que se suceden un as a
desaffos arbitrarios de nuestro deseo ni el simple receptáculo otras. Sienten que llegaron "después" de los modernos, pero
de nuestras categorías mentales. Así como la Constitución mo- con el desagra dable sentimiento de que no hay más después.
dern a desprecia los híb ridos que ampara, de igual modo lamo- Nofuture, tal es su eslogan , que se añade al de los modernos, No
ral oficial desprecia los arreglos prácticos y los objetos que la pasL ¿Qu é les queda? Instantes sin relación y denuncias sin fun-
sustentan. Bajo la oposición de los objetos y los sujetos está el damento, puesto que los posmodernos no creen ya en las razo-
torbe Uino de los mediadores . Bajo la grandeza moral está Ja cla- nes que les permitirían denunciar e indignarse.
sificación meticulosa de las circunstancias y los casos. Una solución diferente aparece no bien seguimos al mism o
tiempo la Constitución y lo que ella prohíbe o permite, no bien
estudiamos en detalle el trabajo de producción de híbridos y el
Nunca fuimos modernos de eliminación de esos mismos híbridos. Nos percatamos en-
tonces de que jamás fuimos modernos en el sen tido de la Cons-
Ahora puedo elegir: o bien creo en la Constitución moder- titución. La mo dernidad nunca comenzó . Nunca hubo un mun-
na o bien estudio a la vez lo que permite y lo que prohíbe , lo do moderno. El uso del pretérito es aquí de importancia,
q_ueac_laray lo que oscurece. O bien defi endo el trabajo de pu - porque se trata de un sentimiento retrospectivo, de una relee-
rificac16n - y yo mismo soy un purificador y un guardián vigi - tura de nuestra histori a. No entramos en una nueva era; no con-
lante de la Constitución-, o bien estudio a la vez el trabajo de tinuamos ya la fuga extraviada de los pos-pos-posmodemistas;
mediación y el de purificación , aunque entonces dejo de ser to- no nos ponemos ya a la vanguardia de la vanguardia; no trata-
talmente moderno. mos de ser todavía más listos, todavía más críticos, de ahondar
Al sostener que la Constitución moderna no permite com- todavía un poco más la era de la sospecha. No , nos percatamos
prenderse a sí misma, al ofrecerme a revelar las prácticas que de que nunca empe zam os a entrar en la era moderna. Caracte-
le permiten existir, al asegurar que el mecanismo crítico ah ora rizo esa actitud retrospectiva que despliega en vez de develar,
está destruido, hago como si entráramos en una época nueva que agrega en vez de sustraer, que fraterniza en vez de denun-
que remplazaría la de los modernos. ¿Sería yo entonces, literal- ciar, que selecciona en vez de indign arse, como la expresión no
mente, posmoderno? El posmodernismo es un síntoma, y no moderna (o amodema). Es no moderno aquel que considera
una solución fresca. Vive bajo la Constitución moderna pero a la vez la Constitución de los modernos y los asentamientos de
no cree ya en las garantías que ofrece. Sient e que algo no fun- híb1idos que ella niega.
ciona bien en la crítica, pero n o sabe ha cer otra cosa que pro- La Constitución exp licaba todo pero dejand o caer lo que
longar la crítica , sin por ello creer en sus fundamentos (Lyo- estaba en el medio. "No es nada, nada de na da", decía de las
tard, 1979) . En vez de pasar al estudio empírico de las redes redes, "un simple residuo". Pero los híbridos, los mon struo s,
que da sentido al trabajo de purificación que denuncia, el pos- los mixtos cuya explicación aban don a son po co más o menos
modernismo rechaza todo trabajo empírico como ilusorio y en- todo, componen no solamente nuestros cole ctivos sino tam-
79
78 BRUNO lATOUR NUNCA FUIMOS MODE.Ri"\IOS

bién los ot ro s, llamados en exceso premodemos. En el mismo aco ndicion amien tos de viejas creencias. Cuan do las vem_os "en
d" las in nova cione s de los oc cidentales son reconoc1bl~s e
mom ento en gu e las dob les Luces del marxi sm o parecían ha-
:e ' no hay ya con qu é constroir t0d a una h1sto-
berlo explicado todo; en el mismo momento en que la quiebra 1mportante s, per 0 .
de su explicación total an-astra a los posmodernos a perd er se ria, u na histori a de ruptura radical, de destino fatal, de de sgra -
en la de sesperacíón de la autocrítica, nos damos cuenta de que cias O dichas irreversibles.
las explic aciones todavía no habían comenzado, y que siempre Tan to los antirnodernos como los posm odemo s aceptaron
el terreno de sus adversarios. Otro terr eno , much o m ás vasto,
fu e así, que jam ás fuimos ni modern os ni crític os, que nunca
hubo un pasado ni un antiguo régimen (Mayer, 1983), queja- mucho menos pol émico, se abrió a nosotro s, el de los mundo _s
m ás abandonamos realmente la vieja matriz antrop oló gica, y no mod ern os. Es el Imperio del Medio, can vasco como la Ch i-
qu e no podía ser de otro m odo. na , tan desconocido como ell a .
Percatarse de que nunca fu imos modernos y de que no es-
tamos sep arados de los otros colectivos sino por pequeñas d ivi-
siones no implica que seamos rea ccion ario s. Los antimodernos
combaten con saña los efectos de la Constitución pero la acep-
tan por completo . Quieren defender o las localidades, o el es-
píritu, o la pura materia , o la racionalidad , o el pasado , o la uni-
versalidad, o la libertad , o la sociedad , o Dios, como sí esas
entidades existieran en realid ad y tuvieran en verdad la forma
que les concede la Constitución moderna. Lo único que varí an
es el signo y la direcc ión de su indigna ción. Hasta aceptan de
los modernos su principal extra vagancia, la idea de un úempo
que pasaría en fo1ma irreversibl e y que anularía traS de sí todo
el pasado. Ya se quiera cons ervar un pasad o semej ante o se lo
quiera abolir, en amb os casos se mantiene la idea revoluciona-
ria por excelencia de qu e una revolución es posible. Pero esta
m isma idea no s parece exagera da , porque la revolución no es
más que un re curs o entre much os otros en historias que nada
tienen de revolucionario, nada de irr eversible. "En potencia",
el mundo moderno es una invención total e irreversible que
rompe co n el pasado, así como "en potencia" las revoluci ones
fran cesa o bolche vique son las parteras de un nu evo mundo.
''En redes", el mundo moderno , como las re voluciones , casi no
permite más qu e alargamientos de prácticas, acele racio n es en
la circulación de los cono cimi ent os, una ext en sión de las socie-
dade s, un in crem ent o d el número de actuantes, múlti pl es
3.
REVOLUCIÓN
Los modernos, víctimas de su éxito

Si el aparato crítico de los modernos los volvía invencibles ,


¿por qué vacilan hoy ante su destino? Si la eficacia de la Cons-
titución dependía justamente de su parte oscura, ¿por qué pue-
do relaciona rla ahora con su parte luminosa? Es preciso que el
lazo entre los dos conjunto s de prácticas haya cambiado mu -
cho para que yo pueda seguir las prácticas de purificación y las
de traducción a la vez. Si no podemos ya adherir de buena ga-
na a las tareas de la modernización, es preciso que algunos obs-
táculos imprevistos hayan trabado su mecánica. ¿Qué ocurrió
que toma impensable el trabajo de purificación cuando, algu-
nos años antes, lo que parec ía absurdo o escandaloso era el des-
pliegue de las redes?
Digamos que los modernos fueron víctimas de su éxito. Es
una exp licación grosera , lo admito, y sin embargo todo ocurre
como si la amplitud de la movilización de los colectivos hubie-
ra terminado por multiplicar los híbridos hasta el punto de que
el marco constirucional que niega pero permite su existencia
no pudie ra ya mantenerlos en su lugar. La Constitución moder-
na se derrumbó bajo su p rop io peso, ahogada por los mixtos
cuya experimentación permitía, por que disimulaba sus conse-
cue ncias sobre la fábrica de la sociedad. El estado llano termi-
nó por ser demasiado numeroso para sentirse representad o con
fidelidad por el orden de los objetos o por aquel de los sujetos.
Cuando no surgían más que algunas bombas de vacío, to-
davía se lograba clasificarlas en dos protocolos, el de las leyes
naturales y el de las representaciones políticas, pero cuando
84 BRUNO LATOUR NUNCA nJIMOS MOD ERNOS 85

uno resulta invadido por embrio nes cong elados, sistemas ex- brientas, como el del pobre planeta, están atados en el mismo
perto s, máquinas digitales, robo ts con sensores, maíce s híbri - nudo gordiano que ningún Alejandro vendrá ya a cortar.
dos , bases de datos, psicotr6picos entre gados a pedido, ballenas Digamos , pues, que los modernos se resqu ebr ajaron. Su
equipadas con radiosondas, sintetizadores de genes , analizado- Constitución podía absorb er alguno s contraejemplos, algunas
re s de audiencias, etc., cuando nuestros diarios de spli egan to- excepci ones, hasta se alimentaba de ellos ; ya no puede nada
dos esos monstruos sin interrupción, y ningu na de esas quim e- más cuando las excepciones proliferan , cuando el estado llano
ras se term inó de insta lar ni por el lad o de los objetos ni por el de las cosas y el tercer mundo se mezclan para invadir en mul-
de los sujetos ni en el medio , en verdad es necesario hacer al- titud todas sus asambleas. Siguiendo a Michel Serres, yo llamo
go. Todo ocurre como si los dos polos de la Constitución hu- a tales híbrido s cuas i-objetos, porque no ocupan ni la posición
bieran terminado por confundirse pre cisame nte a causa de la de objetos prevista para ellos por la Constitución, ni la de suje-
prácti ca de med iación que esta Constitución liberaba, conde- to s, y porque es imposib le encajonarlos a todos en la posición
nándola. Todo ocurre como si ya no hubiera los suficientes jue- mediana que los convertiría en una simple mezcla de cosa na-
ces y críticos para tratar los híbridos. El sistema de purificación tural y de símb olo social. Curios ament e, es Lévi-Stra.uss, al bus-
se atasca tanto como nuestro sistema judicial. car un ejemplo para hacemos sentir hasta qué punto el pens a-
Tal vez el mar co moderno habría podido aguantar todavía miento salvaje está cerca de nosotros, el que mej or define esa
algún tiempo si su desarrollo mismo no hubiera establecido un íntima fusión por la cual se borran las huellas de los dos com-
cortocircuito entr e la natural eza de un lado y las mu che dum- pon entes de la natura leza y de la sociedad -de los que sin em -
bres humanas del otro. Mientras la natu raleza era lejana y do- bargo dice que se hacen frente "como en un espejo":
minad a toda vía se asemejaba vagamente al polo constitucional
de la tradición. Parecía en reserva, trascendente, inago table, le- Un observador exótico juzgarla sin duda que la circulación au-
jana. Per o, ¿dónde clasificar el aguje ro de ozono, el recalenta- tomotriz en el cen tro de una gran ciud ad o en una autorruta
miento global? ¿Dónde poner esos híbrid os? ¿Son humanos? supera las facultades humanas , y en efecto las supera , en la me-
Lo son porqu e son obra nuestra. ¿Son naturales? Lo son por- dida en que no pon e con exactitud frenle a frente ni a hom-
que no son producto de nosotro s. ¿Son locales o global es? Am- bres ni a leyes naturales, sino a sistemas de fuer zas natura les
bos. En cuanto a las muchedumbres humanas que tanto las vir- humanizadas por la inten ción de los conductores , y a hombres
tudes como los vicios de la medi cina y la economía hicie ron que transformados en fuerzas naturales por la energía física de la
se multip licaran, no son ya fáciles de localizar. ¿En qué mundo que se hacen los mediadores. Ya no se trata de la op eración de
albergar esas multitud es? ¿Estamos en la biología, en la socio- un agente sobr e un objeto inerte, ni de la acción de rebo ce de
logía, en la historia natural, en la sociobíología? Es nuestra obra, un obje to, pro movid o al papel de agent e, sobre un sujet o que
y sin embargo las leyes de la demografía y de la economía nos se habóa despo seído en su favor sin pedirle nada a cambio, va-
sup eran sin fin. La bomba demográfica, ¿es local o global ? Am- le decir, una situación que, de un lado o del otro, implica cier-
bos. Así, ni por el lado de la naturaleza ni por el de lo social po- ta dosis de pasividad: los seres en presenci a se enfrentan como
demos ya reconocer las dos garanúas constitucionales de los sujetos y como objeto s a la vez; y, en el código que utilizan, una
mod ern os: las leyes universales de las cosas ; los derech os im- simple variación de la distancia que los separa tiene la fuerza
prescriptibles de los sujetos. El destino de las multitudes ham- de una imprecación muda (Lévi-Srrauss, 1962, p. 294).
86 BRUNO U.TOUR NUNCA FUIMOS MODERi'\lOS 87

Para acoger tales cuasi-objetos, en efecto poco diferentes de El gran desvío de las fil osofías modernizadoras
aquellos del pensamiento salvaje (véase más abajo), debemos
dibajar un espacio que no es ya el de la Constitució n moderna, ¿Cómo las grandes filosofías trataron de absorber a la vez la
porque llena la zona mediana que pretendía vaciar. A la prác- Constituci ón modern a y los cuasi-objetos, ese Imperio del Me-
tica de purificación (línea horizontal) conviene añadir las prác- dio que no hacía más que extenderse? Simplificando mucho,
ticas de mediación (línea vertical). pueden discernirs e tres grandes estrategias. La primera consis-
En vez de seguir la multiplicación de los cuasi-objetos pro- te en hacer el gran desvío entre los objetos y los sujetos, cuya
yectándo los sólo sobre la longitud, también conviene localizar- distancia no deja entonces de incrementarse; la segunda, con
los con ayuda de una latitud. El diagnóstico de la crisis por la el nombre de "giro semiótico", se ocupa del medio, abando-
cual comencé este ensayo salta entonces a la vista: el crecimien- nando los extremos; la tercera, por último, aísla el pensamien-
to de los cuasi-objetos saturó el marco constitucional de los mo- to del Ser de aquel de los entes.
dernos. Éstos practicaban las dos dimensiones pero no dibuja- Sobrevolemos con rapidez las primeras. Cuanto más se mul-
ban con clarida d más que una sola, de manera que la segunda tiplican los cuasi-objetos, tanto más las grandes filosofías vuel -
permanece en línea de puntos. Los no modernos deben di bu- ven in conmensurables los dos polos constitucionales, al tiempo
jar ambas para comprender los éxitos de los modern os y sus re- que afirman que no hay tarea más urgente que reconciliados.
cientes fracasos a la vez, sin por ello zozobrar en el posmo der- Por tan to, recorren a su mane ra la paradoja moderna prohi -
nismo. Al desplegar las dos dimensiones a la vez qu izá podamos biendo lo que permite n y permi tiendo lo que prohíben. Cada
acoger a los híbridos y darles un lugar, un nombre, una casa , un a de esas filosofías, por supuesto, es infin itamen te más sutil
una filosofia, una ontología y, así lo espero , una nueva consti- que este pobr e re sume n; cada un a es por de fini ció n no moder-
tución. na y la emprende co n el m ismo problema en el que yo me e-
jercito con torpe za, pero sus interpretac iones oficiale s y popu -
flGUM4 lar izadas, sin embargo, sobre este pun to testimonian una
asombrosa perseverancia: ¿cómo multiplicar los cuasi-objetos
Polo natu rale%3 Polo sujeto/sod edad sin concederles un derecho de ciudadanía para que se manten-
ga la Gran División que nos separa tan to de nuestro pasad o co-
modelos otros colectivos?
Hobbes y Boyle, como vimos, sólo disputaban tanto porque
apenas logra ban separar el pol o de los no humanos mudos y
naturale s de aque l de los ciudadanos conscientes y ha bla n tes.
La separación de los dos artificios todavía les parecía tan frágil
Mu ltiplia.ción de
los cuasi-objetos qu e sólo operaban una leve distinción a través de los híbridos.
Fue con el kant ismo como nuestra Constitución recibió su for-
mulación canónica de verdad. Lo que no era más que un a sim-
Dlmensi6n no moderna . ple distinción aquí se agudiza en una separación total , una re-
volución copemicana. Las cosas-en-sí se vuelven inaccesi bles,
88 BRUNO LATOUR NUN CA FUIMOS MODERNOS 89

mientras que, simétricamence, el sujeto trascendental se aJeja lir la separación de Kant entre las cosas-en-sí y el sujeto, Hegel
infinitamente del mundo. Sin embargo, las dos garanúas per- la aviva todavía más. La eleva al rango de contradicción , hacien-
manecen simétricas con rapidez, puesto que el conocimiento do de esta contradicc ión llevada al extremo y luego superada
sólo es posible en el punto medio, el de los fenómenos, por una el motor de la historia. La distinción del siglo xvn se convierte
aplicación de las dos formas puras, las de la cosa-en-sí y las del en una separación en el XVIII, luego en una contradicción tan-
sujeto. Los híbridos en realidad tienen derecho de ciudadanía, to más completa en el XIX cuanto que se convierte en el resor-
pero sólo como mezclas de las formas puras en igual propor- te de toda la intriga. ¿Cómo ilustrar mejor la paradoj a moder-
ción. Por cierto, el trabajo de mediación permanece visible, na? La dialéctica incrementa todavía el abismo que separa el
porque Kant multiplica las etapas para pasar del mundo lejano polo del objeto de aquel del sujeto , pero como lo supera y al fi-
de las cosas al mundo aun más lejano del ego. Sin embargo, nal lo deroga , ¡en efecto se imagina que superó a Kant! No ha-
esas mediaciones no son ya reconocidas sino como simples in- bla más que de mediaciones, y sin embargo las mediaciones in-
termediarios, que no hacen más que desplazar o transmitir las numerables con que puebla su historia grandiosa no son más
formas puras, únicas reconocibles. El hojaldrado de los inter - que intermediarios que transmiten las puras cualidades onto-
mediarios permite acep tar el papel de los cuasi-objetos sin por lógicas, ya sea del espíritu en su versión de derecha, ya de la
ello darles un a onto logía que pondrí a en entredicho la "revo- materia en su versió n de izquierda . Al final, si existe un par que
lución copemi cana". Esta formulación kantiana es visible toda- nadie pu ede reconoc iliar es el polo de la naturaleza y el del es-
vía hoy, cada vez que uno supone al espíritu humano la capaci- píritu, porque su misma oposición es conservad a y derogada,
dad de ímponer a gusto fonnas a una materia amorfa pero r eal. vale decir, negada. A moderno, moderno y medio. Sin discu -
En verdad, el rey Sol, a cuyo alrededor giran los objetos, será sión, nuestros mayores modernizadores fueron los dialécticos,
derrocado en provecho de muchos o eros pretendientes - la So- tanto más poderosos cuanto que en efecto parecían recoger la
ciedad, los epistemes, las estructuras mentales , las categorías totalidad del saber y del pasado y cruzaban todos los recursos
culturales, la intersubjetividad-, pero estas revoluciones pala- de la crítica.
ciegas no modific arán la posición del foco que, por esa razón, Pero los cuasi-objetos seguían prolif erando, esos monstru os
llamaré sujeto/ socíedad. de la primera , de la segu nda, de la tercera revolución indu s-
La grandeza de la dialéctica consiste en haber intentado re-- trial, esos hechos socializado s y esos humanos convertidos en
correr una vez más el círculo completo de los premodemos mundo natural. Cerradas de inm ediato, las totalidades se res-
eng lobando todos los seres divinos, sociales y naturales, para quebrajaban por todas partes. Los fines de la his toria , a pesar
evitar la contradicción del kantismo entre el papel de la purifi- de todo, daban curso a la historia.
cación y el de la mediación. Pero la dialéctica se equivocó de La fenomen ología iba a hacer una última vez todavía el
contra dicción. Realmente discernió la que había entre el polo gran desvío, per o esta vez soltando lastre, abandonando los dos
del sujeto y el del objeto, pero no vio aquella entre el conjun- polos de la pura conciencia y del puro objeto, y acostándose, aJ
to de la Constitución moderna que se instalaba y la prolifera- pie de la letra, en el medio para tratar de cubrir con su gran
ción de los cuasi-objetos, la que sin embargo marca tanto el si- somb ra el espacio ahora abierto que realmente sentía que ya
glo XIX como el nuestro. O más bien, creyó que iba a absorber no podía absorber. Una vez más la paradoja moderna es lleva-
la segunda resolviendo la primera. Sin embargo , creyendo abo- da más lejos.
r 90 .BRUNO lATOUR NUNCA FUIMOS MOD ERNOS 91

ma época, la doble obra de Bachelard , exagerand o todaví a la


hipvinconmensu~ílidad (posmodernoo)
objetividad de las ciencias a fuerza de rupturas con el sentid o
común, y exageran do simétricam ente la poten cia sin objeto del
inconme nsu r.,,bíli~d (Habermas)
imagi nario a fuerza de cortes epist emológic os, ofrece el símbo-
wnsión in, uper.,,ble (lenomeno/ogia)
lo mismo de esa crisis imposible, de ese descuar tizamiento.
co ntr.dicción {Hegel} TRABAJODE
PURIFJCACJÓN
epanc ión (kantismo
El fin de los ímes
Polo naruraleza
Polo suJet0/,odedad

La continuación de esta historia adopta sin querer un giro


cómico. Cuanto más tenso se vuelve el gran desvío, más sepa-
rece el asunto a un número de equilibrista. Hasta aquí, todos
TAABA)ODE esos movimientos filosóficos eran graves y profundo s, funda-
MEDIACIÓN
ÚJonto m6s re mulrip/i«n ban, exploraban, acompañaban el prodigioso incremento de
to. aiosk>bj~~ too(Q mas
se inaemenr4 lo dminciór, Multiplicación de los cuasi-o bje tos, querían creer a pesar de todo que era posible
ent1e los dos polos. los cuasi-objetos aguanta rlos y digerirlo s. Al no habl ar más que de pureza, sólo
apuntab an a captar el trabajo de los híbridos. Todos esos pen-
sad ores se interesaban con pasión en las cie nc ias exactas, en las
Dimensión no moderna
técn icas y las economías, porque allí reconocían su peligro y su
salvación a la vez. Pero, ¿qué decir de las filoso ffas que les su-
cedieron? Y an te todo , ¿cómo llamarlas? ¿Modernas? No, por-
La no ció n de in tencio na lid ad transforma la distinción, la que ya no tratan de sostener los dos extremos de la cadena .
sepa ra ción, la contradicción, en una tensión insuperable entre ¿Posmodernas? Todavía no, lo peor está por veni r. Digamos pre-
el objeto y el sujeto. Las esperan zas de la dial éctica son aba n- posmod emas, para señ alar que constitu yen una transición. Ele-
donadas, porque esa tensión no ofrece ninguna re solución. Los van lo qu e no era más que una distin ción, lu ego no más que
feno menólogos tienen rea lmente la impresió n de supe rar a una separación, luego una contrad icción, luego una tensión in-
Kant y a Hegel y a Marx, porq ue ya no conceden nin guna esen- superabl e, al nivel de una inconmen surabilidad.
cia ni al puro sujeto ni al puro objeto. En realidad tienen la im- Toda la Constitució n moderna decía ya que no hay una me-
presión de no hablar más que de mediaciones, sin que la me- dida común entre el mwid o de los sujetos y el de los objetos,
diació n esté enganchada a polos. Y sin emb argo no d.ibuj·an más pero anulaba de inmediato esa distanc ia practica nd o lo contra-
que un trazo entre polos reducidos a casi nada. Modernizado- rio, midiendo juntos a los hu manos y las cosas con el mismo ra-
res inquietos, no pueden hacer otra cosa que seguir tensando sero, multiplicando, con el nombre de intermediarios, a los me-
la "conci encia de algo" que no se vuelve más que una delgada diador es. Los pre--posmod emos , por su parte, rea lmente creen
pasarela por encima de un abismo que se agranda poco a po- que el sujeto hablante es inconm ensurable al obje to natural y
co. No podían más qu e resque brajarse. Y lo hicieron . En la mis- a la eficacia técn ica, o que debe devenirlo si no lo es lo suficien -
92 BRUNO lATOUR NUNO\ FUIMOS MODERNO S 93

te. Enton ces anulan el proyec to modern o, al tiemp o que pre- volver inconm ensurab les los do s po los, en el mismo momento
tenden salvarlo, porqu e siguen la mitad de la Constituci ón que en que los cuasi-objetos se multiplican tant o que parece im-
habla de pureza pero ignoran la otra mitad que no pra ctica más posible enco ntrar uno solo que se parezca un poco a un sujeto
que la hibridación. Se imaginan que no hay, que no debe ha- hablant e libre o a un objeto de la naturaleza cosificado. Si Kant
ber mediadores. Por el lado de los sujetos inventan la palabra , no lo lograba en plena revolución industrial , ¿cóm o podría
la herm ené utica, el sentido, y dejan qu e el mundo de las cosas Habermas ha cerlo luego de la sexta o la séptima revolución? E
derive con lentitud en su nada. Del otro lado del espejo, por incluso el viejo Kant mul tiplicaba el hoj aldrado de los interme-
supuesto , los cientistas y los tecnócratas tienen la actitu d simé- diarios, lo que le permitía restablecer las trans icione s entre los
trica. Cuanto más despliega su madej a la hem1 enéu tica, tant o noú meno s y el ego trasce ndental. Nada semejante cuand o la
más despliega la suya el naturalis mo. Pero esta repeti ción de las razón técnica debe ser cons idera da tan alejada como sea posi-
divisiones de la histo ria se convierte en una caricatura: Chan- ble de la libre discus ión de los hombres.
geux y sus neuronas por un lado; Lacan y sus anali.zantes por el Ocurre con los pre-posmodemos como con la reacc ión feu-
otro . Su par de gem elos ya no es fiel a la intención moderna, dal al extrem o final del Antiguo Régim en; jamás el honor fue
p orque ya no se esfuerza n en pensar la paradoja que consiste más puntill oso ni el cálcul o de los cuart os de sangre azul más
en multiplicar los híbridos, cuya existencia , por otra parte, se preciso, y sin embar go, ¡era un poco tard e para separar radical-
proh íbe. ment e el llano y los nobles! De igual modo, es un poc o dema -
Y es peor todavía cuando el pro yecto moderno es defen di- siado ra.rde para que nos vue lvan a hacer la jugada de la revo-
do contra el peligro de verlo desapar ecer. Habermas expresa ese lución copernicana y h agan girar las cosas alreded or de la
sobresalto desesperado (Ha bermas , 1988). ¿Va a mostrar acaso intersubjeti vidad. Haberm as y sus discípu los no manti en en el
que nada separó jamás con profundidad las cosas de la gente? proyecto modern o sino absten iéndose de todo estudio empíri-
¿Va a retoma r el p royecto moderno: demostrar los arreglos de co (Habermas, 1987); allí el estad o llano seria visible demasia-
la prá ctica por debajo de las justifi caciones de la Constirución? do rápido y se mez claría demasiado íntimamente con los po-
Muy por el contrari o, íél considera que el peligro suprem o vie- bres sujetos hablantes. Que perezc an las redes, con tal qu e la
ne de la confusión de los sujetos hablantes y pen santes con la razón com unic acional parezca triunfar .
pura racio nalid ad narural y técnica permitid a por la antigu a fi- No obstan te, Haberm as es honesto y respe table. Hasta en
losoffa de la conciencia! "Lo sugerí cada vez en el momento cru- la caricatura del proyect o mode rno se reconoc e toda vía el bri-
cial: había que remplazar el paradi gma del conocimi ento de los llo deb ilitado de las Luces del XVIII o el eco de la crítica del XIX.
objetos por el del ente ndimiento enu·e sujetos capaces de ha- Hasta en esa obses ión por separar la objetividad de la comuni-
blar y de actuar" (p. 350). Si algun a vez alguien se equivocó de cación puede captarse una huella, un a evocación, un a cicatriz
enemigos, realmente es ese kantismo despl azado en plen o siglo de la imposi bilidad misma de hacerlo. Con los posmodemos,
XX, que se esfuerza po r agrandar el abismo entre los objeto s co- el ab andono del pro yecto moderno está consumad o. No en-
nocidos por el sujeto por un lado y la razón comunicacional por contré una palabra lo bastante fea para designa r ese movimie n-
el otro, cuando la vieja conciencia, por lo meno s, tenía el méri- to o más bien esa inmovilidad intelectual por la cual se aban-
to de apuntar al objeto y record ar por consiguiente el origen ar- dona a los humanos y los no humano s a su deriva. No es ya una
tificial de los dos polos constitucionales. Pero Habermas quier e inconm ensu rabilidad, sino una "hip er-inconmensurab ilida d".
94 BRUNO LATOUR NUN CA FUIMOS MODERNOS 95

Un solo ejem plo mostrará la derrota canto del pen sam ien- mo como la bomba de Boyle con el Leviatán de Hob bes. Es /,a
to como del proy ecto posmod erno. "El filósofo que soy trae un dobl,econtradicción lo que es moderno, contradicciónentre las dos ga-
balan ce de desastre ", respondejean-Fran<;ois Lyotard a unos rantías constitucional.es por un lado,y entre esta Constitución y /,aprác-
bu~n os _científicos que le pedían que pe nsara el lazo qu e un e por /,a otra.Al creer en la total separación de los
tica de med:iación.,
la c1enc1acon el colectivo humano: tres términos, al creer en serio qu e los científicos son extrat e-
rre stres, los posmodemos, en efecto, culminan el mod ern ismo
Yo sólo sostengo que la expa nsión científica no tiene nada de reti rán dole para siempre el reso rte de su tensión.
humano. Es posible que nuestro cereb ro no sea más que el No hay más que una cosa pos itiva que se puede decir de los
portad or provisional de un proceso de complejización. De aho- po smode rno s: despu és de e llos, no hay nada más . Lejos de ser
raen adelante se trataría de deslindar ese proceso de lo que Jo Jo mejor de lo mejor, mar can el fin de los fines," vale decir, el
sustentó hasta el presente . Estoy convencido de que es lo que fin de las man eras de terminar y de pasar que ha cía que se su-
ustedes [los científicos] están en vías de hacer. La inform ática, ced ieran a una ve locidad cada vez más vertiginosa críticas cada
la ingeniería genética, la física y la astrofísica, la astronáu óca, vez más radical es y más revoluci ona rias. ¿Cómo podríamos ir
la robótica trabajan ya en esa pre servación de la complejidad más lejos en la ausencia de tensión entr e nat ura leza y socie dad ?
en condiciones de vida independientes de la vida en la Tierra. ¿Habrá que imaginar alguna super-hiper-inconmensurabilidad?
Pero no veo en qué eso es h umano, si por humano se entien- Los "posmo", como dicen los ingleses elegantes, son el fin de la
den colectividades con sus tradicion es culturales, estab lecidas historia, y lo más gracioso es que en efecto lo creen. Y, p ara
desde tal o cual época en zonas precisas de este planeta . Ni un mostrar a las claras que no son ingenu os, ¡pretenden regocijar -
segundo dud o de que este proceso "a-humano" pueda tener, se con ese fin! "No tienen nada que esperar de n osotros." No,
al lado de sus efectos destructo res, algunos buenos que le to- en efecto. Pero así como no está en su poder ser ingenuos, tam -
quen en suen e a la hum anidad. Pero eso nada tiene que ver po co lo está termina r la historia. Simplemente se encuentran
con la eman cipación del hombre (Lyotard, 1988, p. x..'<Xviii). en un a to lladero, el trazado por las vanguardias que ya ningu-
na agru pación sigue. Dejémo slos dormir h asta el fin del mile-
A_los cie ntíficos, sorpren d idos po r ese balan ce desastroso y nio, como lo reclama Baudri llard , y pase mo s a otra cosa. O más
que siguen creyendo en la utilidad de los filósofos , Lyor.ard les bien, volvamos sobre nuestros pasos. Dejemos de pasar.
responde, lúgubre: "¡Creo que nos esperarán mucho tiemp o!".
Pero la catástrofe es la del posmodernismo (Hut che on, 1989)
Los giros semióticos
y no la de la filosofía. Los posmodern os se creen todavía mo -
dernos p orq ue aceptan la división total entre el mundo mate-
Mie ntr as las filoso fías moderniz adoras hacían el gran des-
rial Y técnico por un lado y los juegos de lengu aje de los sujetos
vío entre los dos polo s de la Constitución, pa ra absor ber la
hablantes por el otro. Per o se equi vocan, por que los verdad e-
ros modernos siempre multiplicaron sin aspavien tos los int er-
mediarios para tratar de pensar el formidab le incremento de 4 Loin d'itre lef m du fm, ils marqr¡em la fin des f ms, en el original. Fm ( tra•

los híbridos al mismo tiemp o que su purificación . Las cien cias dudd o en esta loc ución co mo ~mejorft. pe ro que rambién significa •fino ") y
siempre estuvieron ligad as con los colec tivos de modo tan ínti- fin nin~) se escriben igual en francés, sólo ca mbia e! géne ro. [T.]
96 BRUNO l.ATOUR NUNCA FUI MOS MODERNOS 97

proliferación de los cuasi-objetos, otra estrateg ia se inscalaba


para adueñarse del medio, cuya dimensión no dejaba de in- Po lo sujeto/soc iedad
Polo naturalen Lenguaje
crementarse. En vez de concentra rse en los extremo s del tra -
bajo de purificación, se concentraba en una de sus mediacio -
nes: el lenguaje. Ya se las llame "semiótica", "semiolo gía" o
0---+--~0
Autonomí:ución
"giro lingüístico", toda s esas filosofías tienen por objeto ha- del di.u:uno Conzodal
cer del discurso no ese intermediario transparent e que pon-
dría al sujeto human o en contac to con el mundo natural, si-
no un mediador independi ente tanto de la natural eza co m o
de la sociedad. Esa autonomización de la esfera del sentido Su grandeza fue desarro llar, al amparo de la doble tiranía
ocupó los mejores espír itus de nuestro tiempo durante el úl- del referent e y el sujeto hablan te, los concepto s que dan su dig-
timo medio siglo. Si también ellos nos llevaron a un atollade- nidad a los mediadores, los que no son más qu e sim ples inter-
ro , no es porque habrían "o lvidado al hombre", o "abandona- mediario s o simples veh ículos que transpor tan el sentid o des,.
do la referencia", como hoy lo afirma la reacción modemi sta, de la natura leza h asta los locutores o de éstos haci a aq u élla. El
sino porque ellos mism os limi taron su empresa tan sólo al dis- texto y el lenguaj e hace n el sentido ; hasta prod ucen referen -
curso. cias int ernas a los discursos y loc u to res in stala dos en el d iscur-
Estas filosofías no crey eron posi ble auionomizar el senti - so (Greimas y Courtes, 1979). Para prod uci r naturalezas y so-
do sino poniendo entre parént esis por un lado la cue stió n de ciedades sólo se neces itan a sí mi sm os, y sólo la forma de los
la refere ncia al mund o natu ral y, por el otro, la identid ad de relatos les sirve de m ateria. Siendo primero el significante, los
los sujetos hablantes y pensantes. Para ellos, el len guaje ocu- significados se agitan a su alrededor ya sin ningún privilegio.
pa tod avía ese lugar mediano de la filosoffa moderna -el pun- El texto se vuelve original, lo que él expresa, o lo que veh iculi-
to de enc ue n tro de los fenómenos en Kant - , pero en vez de za, resulta secund ario. Los sujeto s hablant es se tran sforman en
hacerse más o menos transp arente o más o menos opaco , más ot ras tantas ficci ones enge ndradas por los efectos de sen tido;
o menos fiel o más o menos traidor , ocupó todo el lugar. El en cuanto al autor, no es más que el artefacto de sus pr opios es-
lenguaje se ha vuelto para sí mismo su propia ley y su propio critos (Eco, 1985). Los obje tos de los que se h abla resu ltan efec-
mundo. El "sistema de la len gua", los ''.juegos de lenguaje ", el tos de realidad que se des lizan en la superficie de la esc ritura.
"significa nte", la "escritura", el "texto", la "textualidad", los "re- Todo se vuelve signo y sistema de signos, la arquit ec tura y la co-
lat os", el "discurso", tales son alguno s de los términos que de- cin a, la moda y las mito logías, la misma po lítica y el inconscien -
signan el imperio de los signos. Mientras que las filosofias mo- te (Barthes , 1985 ) .
derni zado ras avivaban cada vez más la distancia que separaba La gran debilidad de esas filosofias fue volver más difíciles
los obj etos y los sujetos volviéndolos inconmensurab les, las fi- las ramificaciones entre un discurso autonomizad o y la na tura-
losofías del lenguaje, del dis curso o del texto ocupaban el me- leza o el sujeto/socied ad qu e habían dejado intactos , guardá n-
dio dejado vacío, creyéndose muy alejadas de las naturalezas dolos en forma pasajera en el arma rio. En efect o, es dificil ima-
y de las sociedades que habían puesto entre paréntesis (Pavel, ginar mucho tiempo que somos un texto que se escribe a sí
1986) . mismo, un discurso qu e se habla solo, un jue go de significante
98 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 99

sin significado. Es difícil reducir todo el cos mos a un gran rela- tituido por efectos de sentido separados de todo. Motivo para
to, la física de las partículas subat ómicas a un texto, todas las es- desped azarse, en efecto. Eso es Jo que provoca la taciturna de-
tructuras social es a un discurso. El imperio de los signos no du - sespera ció n de los posmodernos, la que viene a remplazar la
ró más que el de Alejan dro, y tambi én fue desmembrad o entre des esperació n angustiad a de los maestros del absurdo que los
sus generales (Pavel, 1988). Algun os quisieron volver menos dis- hab ían prece dido. Sin embargo,jamás habrí an alcan zado ese
parata do el sistema autónomo de la lengua restableciendo al grado de irrisión y de de sampa ro de no hab er creído, por aña-
sujeto hablante o hasta al grupo social, y, para ello, fueron a bus- didura , que habían olvidado al Ser.
car a la vieja sociología. Otros desearon volver menos absurda
la semiótica restableciendo el contacto con el referente, y toma-
ron el mund o de la ciencia o el del sentido común para volver ¿Quién olvidó al Ser ?
a afianzar el discurso. Sociologi zación, naturalización, la elec-
ción nunca es consi derable. Ot ros conse rvaron la dirección ori- Al principio, sin embargo, el pensamient o de la diferencia
ginal del Imperio y se pusieron a deconstruirse a sí mismos, glo- del Ser y los entes par ecía un medio basta nte bue no de alber-
sas autónomas sobre glosas autónomas , hasta la autodis olució n . gar los cuasi-objetos, medio que se agregab a tanto al de las fi-
De ese giro capital aprendimos que e l único med io de esca- losofías modernizadoras co mo al de los giros linguísticos. Los
par a las trampas simé tricas de la naturaliza ción y la sociologi- cuasi-objetos no perten ece n a la naturaleza ni a la sociedad ni
zación consiste en conceder al lenguaje su autono mía. ¿Cómo al sujeto, tampoco pertenecen al lenguaje . AJ deconst ruir la
desplegar sin ella ese espacio intermedio entre las natura lezas metafísica -o sea, la Constitució n mod erna tomada en su ais-
y las sociedades para acoger en ella los cuasi-objetos, cuasi-suj e- lamiento-, Heidegg er des igna el punto central donde todo se
tos? Los semióticos ofrecen una excel ente caja de herramien- sustenta, alejado tanto de los sujetos como de los objetos. "Lo
tas para seguir de cerca las media ciones del lenguaje. Pero al sorprendente en este pensamiento del Ser es lo que tiene de
eludir el doble problema de los lazos con el referent e y con el sencillo. Eso es ni más ni menos lo que nos aleja de ella" {p.
contexto nos impiden segui r los cuasi-objetos hasta el final. És- 167). Al girar alrededor de ese om bligo, de ese onfalo s, el fil&
tos, com o dije, son a la vez reales, disc ursivos y sociales. Perte- sofo afirma realm ente la existencia de una articu lación entre
necen a la natural eza, al cole ctivo y al discurso. Si se auto nomi- la purifi cación me tafísica y el trabajo de mediación. "El pen sa-
za el discur so aband onando la naturaleza a los epist emó logos y miento volverá a descende r en la pobr eza de su esencia provi-
la sociedad a los sociólogos, resulta imposible la reconciliación sional. Reunirá al lenguaje con miras al decir sencillo. Así, el
de esos tres recursos. lenguaje será el lengu aje del Ser, así como las nubes son las nu-
La condic ión posmodema viene de haber querido yuxtap o- bes del cielo" (Heidegger, 1964, p. 172).
ner sin unirlos esos tres grandes repertorios de la crítica: la na- Pero el filósofo pierde de inmediato esa bella sencillez. ¿Por
turale za, la socie dad y el discurso. Si ahora son distintos y los qué? Con una astucia de la historia, él mismo ind ica la razón
tres están separa dos del trabajo de hibridación, dan del mun- en un apólogo sobre Heráclito. Éste se ab1iga ba en el horno de
do moderno una imagen en efecto terrorífica: una naturaleza un panadero. "Einai gar kai entauth a theous". "También aquí es-
y una téc n ica absolutamente lisas, una sociedad hecha sólo de tán presentes los dioses", dice He ráclito a unos visitant es que
refl ejos, de aparie ncias e ilusiones , un discurso solamente cons- se asombraban de verlo calentar su pobre esquel eto como un
100 BRUNO U.TO UR NUNCA FUIMOS MODERNOS 101

vulgar mortal. "Auch hiernamlích wesen Gotteran" (p. 145). De macén". Miren alrededor: los objetos científicos circulan como
igual modo, Heidegger y sus epígon os no están preparados pa- suje tos, objetos y discursos a la vez. Las redes están llenas de ser.
ra encontra r al ser más qu e en los cam inos que no conducen a En cuant o a las máqu ina s, están carga das de sujetos y de colec-
nin guna parte de la Selva Negra . En otra parte es el desiert o. tivos. ¿Cómo el ente podría perd er su rotu ra, su difer enc ia, su
Los dioses no pueden residi r en la técni ca -esa pura Disposi- inacabami ento, su ma rca? Eso nunca está en pod er de nad ie,
ción del ser (Ge-Slell), ese destino ineluctab le (Geschick), ese pe- 0 de otro modo habr ía que imaginar que d e veras fuimos mo-
ligro suprem o (Gefahr). Tampoco hay que buscarlos en la ciencia , dern os.
porqu e ella no tiene otra esencia que la de la técnic a. Están au- Sin emb arg o, ¿olvidó alguien realm ente al Ser? Sí, aqu el que
sentes de la política , de la sociología, de la psicología, de la an- cree de una buena vez que el Ser fue olvidado de una vez por
tropología, de la historia - la cual es la del Ser y cuenta sus épo- todas. Com o lo dice Lévi-Strauss, "el bárbar o es ante todo el
cas por milenios. Los dioses no pue den residir en la econo mía- hombre qu e cree en la barb arie". Aque llos qu e om itiero n estu-
ese pu ro cálculo atrapa do para siempre en el ente y la preocu- diar en forma ex perim enta l las cien cias, las técn icas, el dere-
pación. Tampoco están en la filosofía ni en la oncología, las que cho, la políti ca, la econ o mía, la religión , la ficc ión , perdi ero n
olvidaron su destino desde hace 2.500 años. Así, Heid egg er le las huellas del Ser distribuidas en todas partes en los ent es. Si,
hace al mun do mo de rno lo qu e los visitantes le hac en a Herá- despreciando lo empíri co, nos re tiram os de las ciencias exa c-
clito: lajuga da del desp recio . tas, después de las cien cias humanas , luego de la filosofía trad i-
Y sin em bargo , "tamb ién aquí está n present es los dioses ", cion al, más carde de las ciencias del lenguaje, y nos replegamos
en la central hidroeléctrica al borde del Rin, en las partícu las en su bosque, entonces, en efecto, expe rimentaremos un a fal-
subató micas, en las zapa tillas Adidas igual que en los viejos zue- ta trági ca. Pero somos n osotr os los que faltamo s, no el mu ndo.
cos de made ra tallados a man o, en el agrobusinesstant o como Los e pígonos de Heideg ger hicieron una fue rza de esa insigne
en el viejo paisaje , en el cálculo mercantil lo mismo que en los debilidad. "No sabe mos nada de empírico, pero poco imp orta,
versos desgarra do res de Holderlin. Pero, ¿por qué los filósofos po rque su mundo está vacío de Ser. Conservamos al amparo ~e
ya no los reco nocen ? ¡Porque creen lo que la Constitu ción mo- to do la llami ta del pen sami ento del Ser, y us tede s, qu e tie-
de rna dic e de sí misma ! Esta paradoja ya no de bería sorpr en- nen todo el resto, no tienen nada." Por el contrario, ten emos
dernos. En efecto , los modernos realmente afirman que la téc- todo, porque tenemos el Ser, y los entes, y jamás perdimos la di-
nic a no es más que una pura domin ación instrumental, la fere n cia entr e el Ser y los entes. Nosotros realizamos el imp osi-
ciencia un a pura disposición y un pu ro empl azamiento (das Ge- ble pro yecto de Heidegger , que creía en lo que la Constitución
Stell), la econom ía un puro cálculo, e l capi talismo una pura re- moderna decí a de ella misma sin compren de r que aquí no se
producción, el sujeto una pura conc iencia . Ellos lo declaran, trata sino de la mitad de un dispos itivo más vasto que jamás
pero sobr e todo no h ay que cre erles totalmente , porque lo qu e abandonó la vieja matriz antrop ológi ca. Nadie pu ede olvidar a1
afir man no es más qu e la mitad del mundo moderno, el traba- Ser porque jam ás hubo un mundo mode rno, y, por consigui en-
jo de pu rificación que dest ila lo qu e le sumini stra el trabajo de te, una metafísica. Siempre somos presocráticos, precart esianos,
h ibridación . prek anti an os, pren ietzscheanos. Ninguna revolución radical
¿Quién olvidó al Ser? Por sup uesto que nadie, nunca, de no pue de separarn os de esos pasados. Sí, Herá clito guía con más
ser así la natural eza estaría en real ida d "dispu esta como un al- segu rida d que Heidegger: "Einaigar kai enla utha theous".
NUNC.\ F1.JIMOSMODERNOS 103
102 BRUNO U.TOUR

gamos a pasar "después" de los posmos,no podemos volver a ese


El co mienzo d el tie mpo que pasa mundo no moderno que j amás aban donamos sin una mo difi-
cación en el paso mismo del tiempo.
La prol iferaci~n d~ los cuasi-objetos, por tanto, fue acogida Ocurre qu e el tiempo tamb ién pos ee una longitu d y una la-
c~n tres _estrategias diferentes: en primer lugar, la separ ac ión titud. Nadie exp resó mejor est a idea que Pé guy en su Clío, la
siempre incr ementada en tre el polo de la natu raleza- las cosas- más be lla de las meditac iones sobre la solda dura de las historias
en-sí-y el de la socieda d o el sujeto -los hombr es-entre -ellos- · (Péguy, 196 1). El tiempo de l calenda rio sitúa en realidad los
en se,~n do lugar , la auto nomiza ción del len guaje o del sen tid o: acon tecimien tos respecto de una serie regu lada de fechas, pe-
por úlumo, la d econstrucción de la metafísica occ idental. Cua- ro la historicidad ubica los mis mos acon tecimien tos res pecto de
tr o repertorios d iferentes perm iten que la cri tica desarroll e sus su intensi dad. Es lo que la musa de la historia explica graciosa -
ácidos: el de la naturalizac ión, el de la sociologi zación, el de la m ente al compara r los Butgravesde Victor Hu go -acumula ción
or ganizació n en discurso y, por últim o, el del olvido del Ser. Nin- de tiempo sin historicidad - con una frasecita de Beaumarchais ,
guno de esos repe rtorios por sí solo pe rmite comprend er el ej emp lo mismo de historic idad sin histori a (Latour , 1977):
mu ndo mode rno . Puestos juntos pero mante nidos separados es
aun peor , porq ue sus resultados sólo desembocan en esa des es- Cuando me dic en que Hatto, hij o de Magnus, marqué s de Ve-
perac ión cuyo síntoma es el po smodemismo. Tod os estos re cur- rona, burgrave d e No llig, es el padre de Gorlois, hijo de H at-
s~~ críticos tie n~n en comú n no segu ir e l trabajo de pro lifera- to (bastardo), burgrave de Sareck, no me están diciendo nada
c1on de los h íbndos y el de purificac ión a la vez. Para salir de la -dijo ella [Clío )- . Yo no los conozco. No los conoceré jamás.
vacila ción de los posmodernos, basta con reutilizar todos esos Pero cuando me dicen que Ch érubin ha muert o, en el desenfre-
re cu rsos, ~e~o em palmados unos con otros y h acerlos servir pa - n ado ataque de un f uertedon de no había sido mandado , oh, enton-
ra el segu1m1ento comparado de los cuasi-obje tes o las redes. ces me están dicien do algo -dij o ella- . Y muy bien sé lo que
Pero, ¿cómo hacer que tra bajen jun tos re cursos crí ticos que me están dicien do. Un estremecimiento secreto me advierte
no se desarro llaron sin o por sus dispu tas? Ten emo s que volver que en efecto he entendido (p. 276).
so bre nuestros pasos , para despl egar un espac io in telectual lo
bastante v~ to ?_ara albergar a la vez las tareas de purificación y Sin embarg o, el paso mo derno del tiem po no e s más que
las de med 1ac 1on, val~ decir, el mundo mode rno oficial y e l una fo rma pa rticular de h istoricid ad. ¿De dónde sacamos la
mu nd o moderno ofic10so. Pero , ¿cóm 0 volver sobre nu estro s idea de un tiempo que pasa? Pu es de esa Constitución moder -
~asos? ¿No está marcado e l m undo mod erno po r la flecha de l na misma. La antropología está ahí para recordárnoslo , el pa -
tie mpo? ¿No devo ra el pasado? ¿No rompe con él para siem- saje del tiempo puede interpreta rse de múltipl es maneras, co-
pre? La causa misma de la postración actual, ¿no viene j usta- mo ciclo o como decad encia, como caí da o co mo inestab ilida d,
mente de una época "pos"-modem a que remplaza ría de mane- como ret orno o como presenc ia conti nuada. Llama mos tem -
ra inel uc table la pre ced ente, la que rempl azaba, por un a serie po ralida d a la int erpr etación d e ese pasaje para distinguirla
de sobresalt os ca tastróficos , las é pocas pr emodem as? ¿Acaso no bien d el tiempo. Los modernos tienen la particularidad de
ha term _ina do _Yª la hist oria? Al quer e r albergar los cuasi-obje- comprender el tiempo que pasa com o si derogara real mente el
tos al mismo nempo que su Constituc ión, estamos ob ligados a pasa do tr as él. Tod os se considera n Atil a, detr ás de qu ien la
considerar el marco temporal de los modernos. Ya que nos ne--
104 BRUNO U.TOUR
NUNCA fUTMOS MODf.RJ'IOS 105
hierba no volvía a crecer. No se sienten alejados de la Edad Me-
dia por cierta cantidad de siglos, sino separados de ella por re- vierten en un arcaís mo. "Si no pres t.amos atención, piensan, va-
volu ciones copemicanas, cortes epistemológicos , rupturas epis- mos a volver al pasado, vamos a volver a cae r en las edades o~
témicas que son tan radicales que ya nada sobrevive en ellos de curas." La reco ns ti tución histórica y el arcaísmo son d os de
ese pasado; que ya nada debe sobr evivir en ellos de ese pas ado. los síntomas de la incapacidad de los modernos para elimi-
nar lo que sin em bargo deben eliminar para tener la impr e-
Esa teoría deJ progreso equivale en principio a una teoría de sión de que el tiempo pasa.
caja de ahorro [dice Clío) . De conjunto, y universalmente, su- Si yo explico que las revoluc iones intentan derogar el pasa-
pone, crea una enorme caja de ahorro universal, una caja de do pero no pueden hacerl o, por fuerza aparez co como un reac-
ahorro común para toda la humanid ad común, una gran caja cionario. Ocurre que para los mod ernos -como para sus ene-
de ahorro intelectual genera] y hasta universal automática pa- migos antimodernos, al igu al qu e para sus falsos enemigos
ra toda la humanidad común, au tomática en el sentido de que posmodernos- la flech a del tiempo carece de amb igüeda d:
la humanidad siempre pondría yjamás retiraría. Y que los mis- uno puede ir hacia adelante, pero entonces hay que romper
mos apon es se añadirían siempre sin cesar. Ésa es la teoría del con el pasado; uno p uede escoger volver atrás, pe ro entonces
progreso. Y ése su esquema. Un escabel (Péguy, 1961, p. 129). hay que romper co n las vanguardias modernizadoras, las que
rompían radi calme nte con su pas ado. Ese dikt.at organizaba el
Como todo lo que pasa es eliminado para siempre, en efec- pensamiento moderno hasta estos últimos años, por supuesto
to los modernos tien e n la sensación d e una flecha irreversible sin tener asidero sobre la práctica de mediación, la que siem-
del tiempo , de una cap italiza ción , de un progreso. Pero com o pre mezcló épocas, géner os y pensamientos tan heterogéneos
esa temporalidad es impuesta a un régimen temp oral que fun- como los de los premodernos. Si hay algo que nosotro s som os
ciona .de muy distinta manera, los síntomas de un desacue rdo incapaces de ha ce r, ahora lo sabemos , realmente es una revo-
se multiplican. Así como lo h abía observado Nietzsch e, los mo- lu ción, ya sea en ciencia, en técnica , en política o en filosofía.
dern os tienen la en fermedad de la histori a. Qui eren conservar- Pero somos incluso mod ernos cuando interpretamos ese he -
lo todo, fecharlo todo , porque cre en haber roto para siem pre cho como u na decepción , com o si el arca ísmo lo hubiera inva-
con su pasado . Cuanto más acumulan las revoluciones, tanto dido todo , como si no existiera ya una des ca rga pública donde
más conservan ; cuanto más capitalizan, tanto más ponen en el apilar a nuestras espaldas lo reprimido. Somos inclu so posmo-
museo . La de strucción maníaca es pagad a simétricamente por dernos cuando intentamos superar esa decepción, yuxtapo-
una conservación también maníaca. Los historiadores recons- niendo como un colage elementos de todos los tiempos, todos
tituyen el pasad o detalle tras· detalle con tanto mayor cuida do igualmente superados, pasados de moda.
cuanto que fue sepu ltado para siem pre. Pero, ¿estamos tan ale-
jados de nuestr o pasado como queremos creerlo? No, porque
la temporalidad moderna care ce de mu cho efecto sobre el pa- El milagro revolucionario
so del tiempo. Así, pues, el pasado permanec e, y hasta vuelve.
Pero este resurgir es incomprensible para los modernos. Ellos ¿Cuál es el lazo entre la forma moderna de tem poral idad y
lo tratan entonces como el retorno de lo reprimido. Lo con - la Constitución moderna, que un e sin decirlo jam ás las dos asi-
metrías de la naturaleza y de la sociedad y, por debajo , deja pro-
NUNCA .FlJIMOSMODERJ'\10S 107
106 BRUNO LAT OUR

agitada por el sonido y la furia. Por tanto, habrá dos his~orias


liferar los híbridos? ¿Por qué la Constitución moderna obliga dife rentes: una sin otra historicidad que la de las revoluciones
a sentir el tiemp o como un a revoluci ón siemp re por volver a total es o los cortes epistemológicos, y q ue tratará acerc a de las
empe zar? Porqueella suprime lospormenoresde ws objetosde la Nar cosas eternas siempre ya prese ntes; la otra, que no hablará más
turaleza, y de su repentinaemergenciahace un milagro. que de la agitación más o menos circunstancial o más o menos
El tiempo moderno es una sucesión de apari ciones ine xpli- dura dera de los pobres humanos separados de las cosas.
cables, ellas mismas debidas a la disti nción entr e la historia de A través de esta distinción entre lo cont ingente y lo necesa -
las ciencias o de las técnicas y la historia a secas. Si sup rim imos rio, lo histórico y lo intemp ora l, se va a puntuar la historia de
a Boyle y Hobbes y sus disputas, si elimi namos el trabajo de los modernos gracias a la irn.ipción de los no humanos ~l teo-
construcción de la bo mba, la domesticación de los colegas, la rema de Pitágoras, el helioc entrismo, las leyes de la caída de los
invención de un Dios tacha do, la restau rac ión de la realeza in- cuerpos, la máquina de vapor, la química de Lavoisier, la vacu-
glesa, ¿cómo vamos a dar cuenta de los descubrimientos de na de Pasteur, Labomba atómica, la computadora- y cada vez
Boyle? La elasticidad del aíre no vien e ya de ninguna parte. Ella se va a computar el tiempo a partir de esos milagrosos comien-
hace irrupc ión annada de pies a cabeza. Para explicar lo que zos laicizando la encarnac ión en la historia de las ciencias tras-
resulta un gran misterio, vamos a ten er que construir una ima- cendentes. Se va a distinguir e l tiem po "antes" y "después" de
gen del tiem po que esté adaptada a esa irrupción milagrosa de la computadora como los años "antes de jesucristo" y "después
cosas nuevas siempre ya presentes, y a fabricaciones humanas de j esu cristo". Con los temblores de voz que a menudo aco~-
que ningún homb re fabricó jamás . La idea de revolución radi- pañan las declaraciones sobre el destino mod e rno, se llega in-
cal es la única solución que hayan imaginado los modernos pa- cluso a hablar de una "concepc ión judeocristiana del úempo ",
ra explicar la irrup ción de los híb1idos que su Con stitución pro- cuando aquí se trata de un anacronismo, porque ni las místicas
híbe y permit e a la vez, y para evitar ese monstruo: que las cosas judías ni las teologías cristianas tenían un a ínclin~ción c~~ -
mismas tengan una historia. quiera por la Constitución moderna. Ellas constru_1an su ~eg1-
Existen buenas razones para creer que Laidea de revolución men del tiempo alrededor de la Presenc ia (vale decir, de Dios),
política fue tomada de la idea de revolución científica (Cohen, y no alrededor de la emerge nci a de l vacío, del ADN , de los
1985). Y comprendemos el porqué. ¿Cómo la química de La- chips o de las fábricas automa tizadas: ... . . ,,
voisier no sería un a novedad absoluta, puesto que el gran sabio La temporal idad moderna nad a uene de JUdeocnsuana y
borró todas las huellas de su construcc ión y cor tó todos los la- tampoco nada, felizmente, de duradero. Es una proyecci ón del
zos que lo hacían depe n der de sus pr edecesore s, así sumidos Imperio del Medio sobre una linea tra nsform ada en flecha P?r
en la oscuridad? Que le hayan cercenado la vida con la misma la separación brutal entre lo que no tiene historia pero que sm
guillotina y en nombre del mismo oscurantismo es una ironía embargo emerge en la historia -las cosas de la naturale~a- y
siniestra de la historia (Bensaude-Vincent, 1989) . La génes is de lo que no sale jamás de la historia -las labor es y las pas10?es
las innova ciones científicas o técnicas no es tan misteriosa en de los hombres. La asimetríaentrenaturaleza y cultura se convume
la Constitución moderna sino porque la o:ascendencia univer- entoncesen una asimetríaentreel pasado y elf uturo. El pasado era
sal de leyes locales y fabricadas se vuelve impensable, y debe la con.fusión de las cosas y los hombres; el po rvenir, aquell o que
permanecerlo so pena de escánda lo. La h istoria de los hom- ya no los con fundirá . La modernización con siste en salir siem-
bres, po r lo que a ella respecta , va a permanecer contingente,
108 BRUNO L\TOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 109

pr e de una ed ad oscura que mezcla ba las nece sida des de la so- petic ión qu e a su vez no óe ne na da de tem poral (Deleuze, 1968).
ciedad con la verdad científica, para entrar en una edad nu eva La impresión de pasar de mo do irrevoc able sólo apare ce cua n-
que finalment e distinguirá con clari dad lo que pertenece a la do re lacionamos juntos la cohorte de elementos que componen
natur a leza intem pora l y lo qu e viene de los hu manos. El tiem - nuestr o universo cotidiano. Es su cohesión sistemática, y el rem -
po moderno viene de un a superpos ición de la diferencia entr e plazo de esos elemen tos po r otr os que se volvieron igu almente
e l pasado y el futuro con esa otra diferencia, mucho más im- razonables en el período siguiente , los que nos da n la impresió n
por tante, en tre la medi ación y la pu rificació n . El presente se de un tiempo que pasa, de un flujo continuo que va del ponie--
dibuj a por una serie de cor tes ra dicale s, las revolu ciones , qu e nir ha cia el pasa do, de un escabel. Es necesario que las cosas
forman otros tantos trinquetes irr eversibles par a impe dirn os mar che n al mismo paso y sean remp lazadas por otras alineadas
volver atrás para siempre. En sí misma, esta línea es tan vacía de igual forma para que el tiempo se convierta en u n flujo. La
com o la escans ión de un metrónomo. Sin em bargo, es sobre temporalidad moderna es el resultado de esa disciplina .
ella donde los mode rnos van a proye ctar la multi plicación de La bomba de vacío en sí misma es tan poco moderna como
los cuasi-obj etos, y graci as a ellos trazar dos series de prog re sio- revoluci onaria. Ella asoc ia, comb ina y vuelve a d esplegar a in-
nes, una hacia arriba, el progreso, la otra hacia abajo, la deca- numerables actores, algunos de los cuales son n ue vos y fres cos
den cia. -e l rey de Ing laterra, el vacío, el peso del aire- pero no es po-
sible conside rarl os a todos como nuevos. Su co hesión no es lo
bas tan te gran de para que se pueda zanjar p or com pleto con el
El :fin de l pas ado supe rado pasado. Para esto se precisa todo un trabajo suple mentario de
clasificac ión, lim pieza y distribución. Si colocamos los descu-
La movilización del m undo y los colec tivos a una escala ca- brim ientos de Boyle en la eternidad y caen ahora sobre Ing la-
da vez mayor, en efecto, multiplica los actor es que com p onen te rra de un solo golpe; si los vinculam os con los de Galile o y
n uestras naturalezas y n uestras sociedades. Pero nada en esa Descart es uniéndolos en un "mé todo científic o" y si, por úl ti-
mo vilización implica un pasaje orden ado y sistemático del tiem- mo, rechazamos como ar caica la creencia de Boyle en los mila-
po. Sin emba rgo, gra cias a su fonna tan pa rticul ar de temp ora- gros, obte nem os ento nce s la impres ión de un radical tiempo
lidad, los modernos van a ordenar la proliferación de nuevos m od erno nu evo. La no ción de flecha irrevers ible -prog r eso o
actores, ya sea como una capitalización, una acwnulación de decadencia - proviene de un ordenamiento d e los cuasi -obje-
con quis tas, o como una invasión de bárba ros, una suc esión de tos cuyo creci miento no pueden explicar los modernos. La irre-
catástrofe s. Progreso y decade ncia son sus do s gran des reper- versibilida d en el curs o del tiempo se debe a su vez a la trascen-
torios, y tienen el mismo origen. Sobre cada una de esas tres lí- d encia de las ciencias y las técnic as, que en efe cto escapan a
neas se p od rá locali zar a antimodemos, los que mantienen la toda compre nsión. Es un procedínuento de clasificación para
tempo ralidad mo derna pero invie rten su sen tido. Pa ra borrar disimular el origen inconfesable de las entidades naturales y so-
el progre so o la deg en eración de sean volver al pasa do, ¡como ciales. Así com o elim inan los po rm enores de todos los h íbri-
si hubiera un pasado ! dos, de igual modo los modernos in terpreta n los reac ondi cio-
¿De dó nde viene la impresió n tan mod erna de vivir un tiem- namientos heterogéneos como totalidades sistemáticas donde
po nue vo qu e ro mpe con el pasad o? De una u nió n, de un a re- todo estaría ín timamente re lacion ado. El progreso moderniza-
NUNCA FUIMOS MODERNOS
111
110 BRUNO LATOUR

dor sólo es pensable a condición de que todos los elementos puede ordenar en un solo grupo coherente a los acto re s qu e
que son contemporáneos según el calendario pertenezcan al forman pa rce del "mismo tiempo ". Ya nadie sabe si el oso de los
m ismo tiempo. Para ello, esos elementos deben formar un sis- Pirineos, los koljozes, los aerosoles, la revoluci ón verde , la va-
tema completo y reconocibl e. Entonce s, y sólo entonces , el cu nac ión antivariólica , la guerra de las galaxias, la re ligión is-
tiempo forma un flujo continuo y progresivo , del cual los mo- lámica, la caza de perdices, la Revolució n Francesa , las empre -
dernos se proclaman la vangu ard ia y los antimo demos la reta- sas del tercer úpo , los sind icatos de Électricité de France, la
guardia. fusión en frío, el bolc hevismo, la relatividad, el nacionalism o
Tod o se confunde si los cuasi-objetos mezclan épocas, onto- esloveno , etc., están pasados de moda, al día, son futuristas,
logías y géneros diferentes. De inmediato un período histórico at empo rales, inexistentes o permanentes. Es ese torbellino en
dará la impresión de ser un gran bricolage. En vez de un bello el fluj o temporal lo que los posmodemos experimentaron tan
flujo laminar , las más de las veces se obtendrá un flujo turbulen- bien en las dos vanguardias de las Bellas Artes y de la polí tica
to de to rbellin os y rápidos. De irreversible, el tiempo se vuelve (Hut cheon , 1989).
reversible. Al principio, eso no molesta a los modernos. Todo lo Como siempre, el posmodemismo es un síntoma y no un a
que no marcha al paso del progreso ellos lo considera n como solu ción: "revela la esencia de la modernidad como la época
arcaico, irracional o conservador. Y como en efecco hay ant.imo- de la reducción del ser al nwum ... La posmod ernida d no hace
demos encantados de representar los pap eles de reac cionarios más que comenzar, y la identific ación del ser con el novum ... si-
previstos para ellos en el libr eto mod erno, los grandes dramas gue proyectando su sombra sobre nosotros, como el Dios ya
del progreso luminoso en luch a contra el oscurantismo (o el muerto de que h ab la la Gaya ci,encia"(Va.timo, 1987, p . 173).
antidrama de la re volución loca contra el conservadurismo ra- Los posmodemos conservan el marco moderno pero dispersan
zonable) pueden desplegarse de todos modos, para el mayor los elementos que los modernizadores agrupaban en un pelo-
placer de los espectadores. Pero para que la temp oralidad mo- tón bien ordenado. Los posmodemos úene n razón acerca de
dernizadora siga funcionando es pre ciso que pennanezca creí- la dispersión -t oda reunión contemporánea es politempo-
ble la im pre sión de un frente or denado. En consecuencia , es ral-, pero se equivocan al conservar el marco y creer todavía
menester que no haya demasi ados contraejemplos. Si estos úl- en la exigencia de novedad continua que reivindicaba el mo-
timos se multiplican a más y mejor, resulta imposible hablar de dernismo . Al mezclar elementos del pasado bajo forma de co-
arcaísmo, o de reto m o de lo reprimido. la.ge y de cita, los posmodernos reconocen hasta qué punto esas
La proliferación de los cuasi-objetos hizo que se resquebra- citas están realmente superadas. Por lo demás, es precisamen-
jara la temporalidad moderna al mismo úempo que su Consú- te porque han pasado de moda por lo que van a ir a buscarlas
cución. La fuga hacia ad elant e de los modernos se detuvo hace con objeto de pr ovocar a las antiguas vanguardias que ya no sa-
tal vez veinte años , quizá diez, o uno, con la multiplicación de ben a qué santo encomendarse. Pero hay mucho trecho entre
excepciones cuyo lugar en el flujo regular del tiempo nadie po- la cita provocadora de un pasado realmente caduco a la reanu-
día reconocer. Fueron primero los rascacielos de la arquitec .tu- dación, la repetición y la nueva soldadura de un pasado queja-
ra posmodema, después la revolución islámica de Jomeini , de más habría desaparecido.
la que nadie lograba decir si era expres ión de anticipaci ón o re-
traso. Desde e ntonce s, las excepciones ya no cesaron. Ya nadie
112 BRUNO LATOUR NUNCA FU IMOS MODERNOS 113

Selección y tiem p os múltiples nea. Realment e ten em os un futuro y un pasado , pero el futu-
ro úen e la forma de u n círcu lo en expansión en todas las direc-
Por fortu na , nad a no s obliga a mant ene r la temporalidad ciones y el pasado no está supe rad o sino retom ado, rep e tido,
moderna con su su cesión de revolucion es radicales, sus anti - rodeado, prote gido, recombinado, reinterprecado y reh ec ho.
modernos que vue lven a lo que creen que es el pasado, y su do- Algunos elementos que parecen alejados si seguimos la espfral
ble concierto de elogi os y qu ejas a favor o en con tra del conti - pue den encontrarse mu y cerca nos si comparamos las vuelt as.
nuo progr eso, a favor o en co ntra de la continua degeneración. A la inversa, elementos muy contemporáneos, a juzgar por la
No estamos atados para siempre a esa temporalidad que no línea, se vuelven muy alejados si recorremos un radio. Tal tem-
pennite compren der ni nuestro pasado ni nue stro futu ro, y que poralid ad no obliga a utilizar las etiquetaS "arcaic as" o "avanza-
nos obliga a echar al olvido de la historia la totalidad de los ter- das", puesto que toda cohorte de elementos contemporáneos
ceros mundos humanos y no humanos. Más vale decir qu e los puede ensamblar elementos de todos los tiempos. En un mar-
tiem pos mod ern os dejaron de pasar. No nos lamente mo s por co sem ejant e, nuestras acciones son final mente reconocidas co-
ello, porque nuestra historia real nunca tuvo más que rela cio- mo policemporal es.
n es bastante vagas con ese lecho de Procusto que le habían im- Tal vez utilizo una perforadora eléctrica, pero también un
pu esto los mo de rnizadores y sus enemigos . martillo. La prim era tien e veinticinco añ os, el segundo cent ena-
El tiempo no es un marco general sino el resultado provisional res de miles de años. ¿Harán de mí un fabrican te "de contrastes"
de la unión de los seres. La disciplina moderna reun ía, engancha- porq ue mezclo gestos de úem pos difer ent es? ¿Seria yo una curio-
ba, sistematizaba para que se mantuvieranjuntos, la cohorte de los sidad etnográfica? Por el contrario, muéstrenme una actividad que
elementos contemporáneos y de tal modo eliminar a los que no sea homogénea desde el punto de vista del óempo moderno. Al-
perten ecían al sistema. Esa tenta tiva ha fracasado, siempre ha fra- gun os de mis gen es tiene n 500 millones de años, otro s 3 millo-
casado. Ya no hay, nunca hubo más que elementos que escapan al nes, otro s 100.000, y mis h ábitos se escalonan de algunos días a
sistema, objetos cuyas fecha y duración son inciertos. No son sólo alQ'Unos
0
miles de años. Como lo decía la Clío de Péguy, y como
los beduinos o los kung los que mezclan los transistores y los com- vuelve a decirlo Michel $erres luego de ella, "somo s intercambia-
portamientos tradicionales, los baldes de plástico y los odres de piel dores y mezcladores de tiempo" (Serres, 1992). Es ese inte rcambio
de animales. ¿De qué país no puede decirse que es "una tierra de el que no s define, y no el calendario o el flujo que los modernos
con trastes"?Todos hemos llego.doa me zclar los tiempo s. Todos he- habían construido para nosotros. Amonto nemo s a los burgraves
mos vuelto a ser premodemos. Siya no podemos progresar a la ma- unos tras otros y segci remo s sin tener un tiempo. Descendamos
nera de los modernos, ¿debemos regresar a la manera de los anti- latera lmente para volver a tomar el acontecimi en to de la muer-
modemos? No, debemos pasar de una temporalidad a otra porqu e, te de Chérubin en su inten sidad , y el tiem po nos será otorgado.
en sí misma, wia temporalidad no tiene nada de temporal. Es un Entonces, ¿somos tradicionales? Tampoco. La idea de una
mo do de ordenamiento para relacionar elementos. Si cambiamos tradic ión estable es un a ilusión qu e los antropólogos refu taron
el principio de clasificación obtenemos otra temporalidad a partir hace largo tiempo. Todas las tradiciones inmutables se tran sfor-
de los mismos acontecimientos. maron ant eayer. Con la mayoría de los folclores ancestrales ocu-
Supo ngam os por eje mplo que reagru páramo s los elemen - rre lo mism o que con el kilt "centenario" de los escoceses, in-
tos contemporáneos a lo largo de un a espiral y no ya de una lí- ventado de pies a cabeza a comienzos del siglo XIX (Hobsbawm,
ll4 BRUNO L<\TOUR NUNCA FUI MOS MODERJ'IOS 115

1983), o como con los caballeros tastroin de mi pueblito de Bor- Un a contrarrevolución copernicana
go ña , cuyo ritua l milenario no llega a los cincuenta años. "Los
pu eblo s sin historia" fueron inventados por aquellos que se crea - Si h ubié ram os podido h acer retroceder m ás tiem p o detrás
ban una rad ica lm ente nueva (Godoy, 1979). En la práctica, los de n osotros a las multitudes huma nas y el e nt orno no hu mano,
p1imeros in novan sin descanso, los segundos pasan y vue lven a probableme n te h a bría mo s podid o seguir cr eyendo que los
pasar indefinidamente por las mism as revoluciones y las mismas tiempos mo dern os, e n efecto , pasaban de una bue n a vez elimi-
controversias. No se nace tradiciona l, un o elige serlo innovan- na nd o todo a su paso. Pero lo re pri m id o está de re greso. Las
do mucho. La idea de una repetic ión idéntica del pasado y la masas humanas están otra vez ahí, tan to las del Este como las
de una ruptura radical con todo pasad o so n dos r esu ltados si- de l Sur y la infinita varie d ad de las masas no hu manas, las de
métricos de una misma concepción del tie mpo. No podemos Todas Par tes. Ya no p ueden ser explotadas. Ya no pu eden ser
volver al pasado, a la tradición, a la repetició n , por qu e esos gran- superadas porque ya nada las supera. No hay n ada más grande
des campos inmóviles son la imagen invertida de esa tierra que qu e la naturaleza circundante; los pueblos del Este no se redu-
hoy ya no nos está prometida: la fuga h acia adelante, la revolu- cen ya a sus vanguardias pro letarias; en cu.am o a las masas del
ción permanente, la modernización. tercer mundo, nada las circunscrib irá. ¿Cómo librarse de ellas,
¿Qué hacer, si no podemos ni avanzar n i retroceder? Despla- se pr eguntan los mode rn os con angustia? ¿Cómo modernizar -
zar nuestra atención. Jamás avanzamos ni retrocedimos. Siem- las a todas? Se podía hacerlo, uno creía que podía, ya no se pue-
pr e seleccionamos activamente elem e nto s pertenecientes a de. Como una gran emba:r.cació n frenada y luego enredada en
tiempos diferentes. Y podemos seguir sele ccionando. Es la se- el mar de los Sargazos, el tiempo de los modernos al fin se ha
lec ción lo que hace el tiemp o y no el tiempo lo que hace la se-- suspendido. Pe ro el tiempo nada tiene que ver con el asunto.
le cció n . El modernismo - y sus coro larios an ti y posmodernos- Es la re lació n de los seres lo que hace al tiempo. Es la relación
no era más que una selec ción he ch a por u n pequeño número sistemá tica de los contemporáneos en un todo coherente lo
en nombre de tod os. Si somo s más numerosos para recuperar que hacía al flujo del tiempo moderno. Ahora que ese flujo la-
la capacidad de selecc ionar no sotros mis m os los elementos que minar se ha vuelto turbulento, podemos abandonar los análi -
fonnan parte de nues tr o tiem po, recuperaremos la libertad de sis sobre el mar co vacío de la temporal idad y volver al tiem p o
movimiento que el modernismo nos negaba , libertad que, de que pasa, es decir , a los seres y a sus relaciones, a las redes co ns-
hecho, jamás habíamos perd ido. No e mergemos de un pasado tructoras de irr eversib ilidad y reversibilidad.
oscuro que con.fundía las nat uralezas y las cul turas para llegar a Pero, ¿cómo modificar el principio de clasificación de los se-
un futuro donde los dos conju n tos se separarán por fin clara- res? ¿Cómo dar a las multitudes ilegítimas una representación ,
mente gracias a la con tinua revolu ción del presente. Nunca estu- un linaje, un estado civil? ¿Cómo explorar esa ten-aincognita que
vimos sumidos en un flujo homogé neo y planetario procedente sin embargo nos resulta tan familiar? ¿Cómo ir del mu ndo de
ya sea del porve ni r o de l fondo de las edades. La modernización los objetos o del de los sujetos a lo qu e llamé los cuasi-objetos o
nunca ocurrió. No es u na marea largo tiempo crec ient e que hoy los cuasi-sujetos? ¿Cómo pasar de la naturaleza trascende n te/ in-
reflu iria. Nunca hubo una marea. Podemos pasar a otra cosa, o manente a esa naru.raleza, siempre tan real, pero extraída de l la-
sea, volver a las mú ltip les cosas que siempr e ocurrieron de ma- boratorio y luego transformada en realidad ex terior? ¿Cómo
nera diferente . deslizarse de la sociedad inmanente/trascende n te haci a los co-
116 BRUNO LATOUR NUNCA fUIMOS MODERNOS 117

lectivos de human os y no humanos? ¿Cómo ir del Dios tachado Si lo que buscamos es desplegar el Imperio de l Medio por
trascendente/inman ente al de los orígenes que tal vez habría sí mismo, estamos obligados a invertir la forma general de las
que llamar Dios de abajo? ¿Cómo llegar a las redes , esos seres exp licaciones. El punto de ruptura y de encuentro se convier-
de tan curiosa topología y onto logía más inhabitual aún , en los te en el punto de partida. Las explicaciones no van ya de las for-
cuales residen la capacidad de relacionar y seleccionar, vale de- mas puras a los fenóm enos , sino del cen tro hacia los extremos.
cir, de producir tanto el tiempo como el espa cio? ¿Cóm o pen- Estos últimos no son ya el punt o de enganc he de la realid ad si-
sar el Imperio del Medio? Lo dije, debemos trazar a la vez la di- no otros tantos resultados provi sionales y parciales. El hojald ra-
mensi ón moderna y la dimens ión no moderna, desp legar la do de los int erme diarios es rempl azado por cadenas de media-
latitud y la longitud, que permi tirán dibujar los mapa s adapta - dores, según el modelo propuesto por Antoine Hennion y que
dos tanto a1 trabajo de medi ación como al de purificación. está en la base de este ensayo (H ennio n, 1991). En vez de ne-
Bien sabían los modernos cómo pensar ese imperio. Lo ha- gar la existencia de los híbridos -y de reconstituirlos torpemen-
cían desaparecer por limpieza y negació n . Cada vez que termi- te con el nombre de intermediarios-, este modelo de explica-
naba el trabajo de mediación, comenzaba el de purifica ción. ción, por el contrario, permite integrarel trabajo de purificación
Todo cuasi-objeto, todo híbrido era concebido como una mez- como un casoparticular de mediaci.ón. En otras palabras, la expli-
cla de formas puras. Las explicaci ones modernas , pues, cons is- cación por mediació n incluye la Constitució n mientras que és-
tían en escindir los mixtos para extraer lo que venía del sujeto ta, cornada por sí misma, niega lo que le da se ntido. Lo ante-
(o de lo social) y lo que venía del obje to. Luego, se multipli ca- rior equival e a decir hasta qué punto el sen tido de la palabra
ban los int ermedia1io s para rec omponer su unida d mediant e mediación difiere del de intermediario o mediador, definido
la mezcla de las formas puras. E.stosprocedimientos de análisis como lo que difunde o desplaza un trabajo de producción o de
y de síntesis , por lo tanto, siempre tenían tres aspectos: una pu- creación que se le escaparía (Debray, 1991).
rificación previa, una separación fraccionada, una nueva mez-
cla progresiva. La explicació n crítica partía siempr e de los dos
po los y se dirigía hacia el medio, primero punto de ruptu ra, FIGUIIA 8
luego punto de encuentro de los recu rsos opues tos. Así, el me-
dio era mant enido y der ogado a la vez. Polo suje to /sociedad
Poi o natural c.n

o-----ff-ooo_~~º►~pu◄r~~~-dó_n__ __ ----10
Puntode rupkoro
Polo natural,n;a y de encuentro Polo sujeto/sociedad

0 -- - 1 -1---
Intermediarios
1-- --1
0
Puri(kcdón Trobojode me<liodón
Composición
'°'
la e,c¡,lk«iónportedQ me<fwd01es y obtienelos extremos• morterode res<ilcodos.
eJ trabojo de pu~cación se convierteen uno med'r«J6nponia,lor.
I.Ge,c¡,!iaxi6nva de uno u oiro de los extremosy se acercao/ punto de encuentro
multiplkondo los intermediorios.
118 BRUNO LA.TOUR
NUNCA FUIMOS MODERJ'\JOS 119

La revolución copemicana de Kant, como vimos más arri- La bomba de vacío que nos sirvió de ejemplo hasta aquí, ¿es
ba, ofrece el modelo acabado de las explicaciones moderniza- una variedad ontológica con derecho propio? En el mundo de
doras haciendo girar el objeto alrededor de un nuevo centro y la revolución copemicana deberíamos escindirla en dos; una
multiplicando los intermediarios para anular poco a poco la primera parte que iría hacia la izquierda y se convertiría en "le-
distancia. Pero nada nos obliga a tomar esta revolución como yes de la naturaleza", una segunda parte que iría hacia la dere-
un acontecimiento decisivo que nos habría puesto para siem- cha y se convertiría en "la sociedad inglesa del siglo xvn", y tal
pre en el camino seguro de la ciencia, la moral y la teología. vez una tercera, el fenómeno, que marcaría el lugar vacío don-
Con esta inversión ocurre lo mismo que con aquella de la Re- de deberán ensamblarse las dos primeras. Luego, multiplican-
volución Francesa que le está relacionada; excelentes herra- do los intermediarios, deberíamos acercar lo que acabamos de
mientas para volver irreversible el tiempo, pero que en sí mis- alejar. Diríamos que la bomba de laboratorio "revela" o "repre-
mas no lo son. Yo llamo contrarrevolución copernicana a esa senta" o "materializa" o "permite captar" las leyes de la natura-
inversión de la inversión. O más bien a ese deslizamiento de los leza. También diríamos que las "representaciones" de los ricos
extremos hacia el centro y hacia abajo que hace girar tanto el gentileshombres ingleses permiten "interpretar" la presión del
objeto como el sujeto en torno de la práctica de los cuasi-obje- aire y "aceptar" la existencia de un vacío. Acercándonos más al
tos y los mediadores. No necesitamos enganchar nuestras ex- punto de encuentro y de escisión, pasaríamos del concexto glo-
plicaciones a esas dos formas puras, el objeto o el sujeto-socie- bal al local y mostraríamos cómo los gestos de Boyle y la pre-
dad, porque son ellas, por el contrario, las que son resultados sión de la Royal Society les permiten comprender los defectos
parciales y purificados de la práctica central, única que nos in- de la bomba, sus fugas y sus aberraciones. Por la multiplicación
teresa. Son el producto del crackingpurificadory no su materia de términos intermediarios habríamos terminado por volver a
prima. En efecto, la naturaleza gira, pero no alrededor del su- pegar las dos partes primero infinitamente alejadas de la natu-
jeto-sociedad. Gira alrededor del colectivo productor de cosas raleza y de lo social.
y de hombres. En efecto, el sujeto gira, pero no alrededor de Aquí puse las cosas de la mejor manera posible y supuse his-
la naturaleza. Es obtenido a partir del colectivo productor de toriadores simétricos. En la práctica, por desgracia, sólo habrá
hombres y de cosas. El Imperio del Medio fin,almente resulta historiadores para la Inglaterra del siglo xvu que en modo al-
representado. Naturalezas y sociedades son sus satélítes. guno se interesarán en la bomba salvo para hacerla surgir ~i-
lagrosamente del Cielo de las Ideas y establecer su cro~~l~g1a.
Del otro lado, los científicos y los epistemólogos descnb1ran la
De los intermediarios a los mediadores física del vacío sin preocuparse para nada de Inglaterra, ni si-
quiera de Boyle. Dejemos esas dos tareas asimétricas, una de las
En cuanto operamos la contrarrevolución copernicana, y cuales olvida a los no humanos y la otra a los humanos, para
ubicamos el cuasi-objeto por debajo y a igual distancia de las considerar el balance de la explicación precedente, la que se
antiguas cosas-en-sí y los antiguos hombres-entre-ellos, cuando esforzaba de todos modos en la simetría.
volvemos a la práctica de siempre, nos percatamos de que no En el fondo, en una explicación semejante no habría pasa-
hay ya ninguna razón para limitar a dos las variedades ontoló- do nada. Para explicar nuestra bomba de aire habríamos hun-
gicas ( o a tres contando al Dios tachado). dido alternativamente la mano o en la urna que comprende
NUNCA FUIMOS MODERNOS 121
120 BRUNO U.TOUR

vulgares y abandona la expl icación deductiva, única digna de


desde tiempo inmemorial a los seres de la naturaleza, o en un sabi o? Tod as estás preguntas ya no están arrinconadas en-
aquella que comprende los sempiternos resortes del mundo so- tre la naturaleza y la sociedad, porque todas ellas vuelven a defi,-
cial. La naturaleza siempre fue semejante a sí misma. La socie- nir t.oque puede la natura/.ez.a y lo que es la sociedad. NatUralez~ Y
dad se compone siempre de los mismos recursos, los mismos socied ad ya no son los términos explicativos sino lo que requi e-
intereses, las mismas pasiones. En la perspectiva moderna, na- re una explicación conju nta (Latou r, 1989a). En tomo del tra-
turaleza y sociedad permiten la explicación po rqu e ellas mis- bajo de la bomb a se vuelven a formar un nuevo Boyle, una nue-
mas no son explicabl es. Por supuesto , existen los intermedia- va natu raleza, una nue va teol ogía de los mi lagros, una nu~va
rios, cuya función es precisamente establecer el vínculo entre sociab ilidad erudita, un a nueva socie d ad que en adelante m-
las dos, pero sólo lo hacen porque justamente carece n de toda cluirá el vacío, los sabios y el lab orat orio.
dignidad on tológica . No ha cen más que transportar, vehiculi- Ya no explicaremos la innovac ión de la bomba de aire me-
zar, desp lazar la pot encia de los dos únicos seres reales, narura- tiend o altern ativamente la mano en las dos urnas de la natura -
leza y sociedad. Por cieno, pueden transportar mal, pueden ser leza y la socieda d. Por el con trari o, llenaremos esas ~mas o, por
infieles u obtusos. Pero esa falta de fidelidad no les da ningu - lo men os modificaremo s su contenido con profund idad. La na-
na importan cia pro pia porque es ella la que, por el contrario , turaleza~ a salir alt erad a del laboratorio de Boyle, y lo mismo
prueba su cond ición de intermediario. Carecen de competen- la sociedad inglesa, per o tanto Boyle como Hobbes van a cam-
cia original. En el p eor de los casos, son brutos o esclavos; en biar en la misma medi da. Tales metamorfosis son incompren-
el mejor, servidores leales. sibles si no existen desde siempre más que dos seres , la natura-
Si operamos la contrarrevolución copernicana, entonces leza y la sociedad, o si la primera penn anece eterna , mientraS
nos vemos obliga dos a tomar mucho más en serio el trabajo de que sólo la segunda es agitada por la historia._Es~ ~e~orf o-
los intermediarios, pue sto qu e ya no tienen que transmitir la sis, por el contrario, se vuelven explicables s1 r~dis~1bmmos la
potencia de la naturaleza y la de la sociedad y porque, todos esencia a todos los seres que componen esta h1stona. Pero en-
juntos, sin emba rgo producen los mismos efectos de rea lidad. tonces dejan de ser simples intermediari os más o menos fieles.
Si ah ora tenemos en cue nta las entidades dotadas de una con- Se convierten en mediadores, o sea, actores dotados de la capa-
dición autónoma, encontramos mucho más que dos o tres de cjdad de trad ucir lo que transportan, de redefinirlo, de redes-
ellas. Encontramos decenas. La naturaleza, ¿tien e o no tiene plegarlo, y también de traicionarl o. Los siervos han vuelto a ser
horror al vacío? ¿Hay o no hay un verdad ero vacío en la bom-
ciudadanos libres.
ba, o se habría deslizado en ella algún éter sutil? ¿Cómo los tes- Al ofrecer a todos los mediadores el ser hasta ahora cauti-
tigos de la Royal Society van a dar cuenta de las fugas de la bom- vo en la naturaleza y en la sociedad, el paso del tiem po ya se
ba? ¿Cómo el rey de Inglaterra va a ace pta r qu e vuelvan a vuelve más comprensible. En e l mundo de la revoluc ión coper -
ponerse a hablar de las propiedades de la ma teria y que vuel- nicana donde todo debía sosten erse ent re los do s polos de la
van a formarse cenáculos privados pr ecisamente cua ndo por naturaleza y de la sociedad, la historia, en el fondo , no conta-
fin se empezaba a regular la cues tión del poder absoluto? La ba para nada. No se hacía o tra cosa que descubrir la naturale-
au tenticid ad de los milagros, ¿se ve ratificada o no p or la me- za O desplegar la sociedad o aplicar a un a sobre la otra. Los fe-
canización de la materia? ¿Va a conver tirse Boyle en un experi - nómenos no eran nada más que el encuentro de elementos
mentador respetado si se entrega a esas tar eas expe rimentales
122 BRUNO LATO UR NUNCAFUIMOSMODERJ'\JOS 123

siem pre ya pre sentes. Realmente había una historia contingen- Poseemos centenar es de mitos que narran cómo el sujeto
te pero sólo para los humanos; sepa rada d e la necesidad de las (o el co lectivo, o la intersubjetivid a d , o los epistemes) constru -
cosas naturales. No bien par tim os de l medi o, inver tim os las fle- ye el objeto; la revol ución co pemicana de Kant no es más qu e
chas de la explicaci ón, tomamos la esencia acumu lada e n las un ejemplo en un largo linaje. No obstante , no tenemos nada
dos extremidades para redistribuida al conjunt o de los inter- para narrarnos el o tro aspecto de la historia: cómo el objeto
mediarios, elevam os a éstos a la dignidad de mediadores con hace a l sujeto. Schapin y Schaffer dispone n de miles de pági-
todas las de la ley, y entonces, en efecto, la histori a se vuelve po- nas de arc hivos sobre las ideas de Boyle y Hobbes, pero nada
sible. El tiempo ya no está presente con engaños sino en serio. sobre la prác tica tácita de la bom ba de a ire o sobre la destreza
En efecto, algo le ocurre a Boyle, a la elasli cidad de l air e, al va- que requ e ría. Los testimonios de esta segunda mitad de la hi s-
cío, a la bomba de aire , al rey, a Hobbes. Salen cambiados. To- tori a no está n constituidos de textos o de lenguajes, sino de res-
das las ese ncias se convierten en acontecimientos , la elastic idad tos silenciosos y brutales tales como bombas, piedras y estatuas .
d el aire de la misma ma ne ra que la muerte de Chérubin. La Aunque la arque ología de Serre s se ubique varias capas por d e-
historia no es ya simp le mente la de los hombres, tamb ié n se bajo de aquella de la bomba de aire, tropieza con el mismo si-
vuelve la de las cosas natura les (Serres, 1989a). lencio.

El pue blo de Israe l salm odia ante el Muro desman telado de


De la cosa-en-s í al cuestionamiento los lamentos: del templ o ya no queda piedra sobre piedra.
¿Qué ha visto, qué ha hecho , qué ha pensad o el sabio Tales an -
Esta contrarr evolució n copernicana equivale a modificar el te las pirámides de Egipt o, en un momento tan antiguo para
lugar del objeto para sacarlo de la cosa-en-sí y llevarlo al colec- nosotros que el nombre de Keo ps sonaba arcaico para él, por
tivo , sin por ello ace r carlo a la sociedad. El trabajo de Serres no qué inventa la geometría ante ese montón de piedras? Tod o
e s menos importante que el de Schapin y Schaff ero el de Hen- el islam sueña con viajar hacia La Meca donde se conserva , en
nion para lograr ese desp lazamiento, ese descenso. "Nosotros la Ka.aba, negra, la piedra . La ciencia moderna nace , en el Re-
tratarnos de describir la emergencia del objeto, no so lamente nacim iento, de la caída de los cuerpos: caen las piedras . ¿Por
de la herrami enta o de la estatua bella sino de la cosa en gene- qué jesús fundó la iglesia cristiana sobre un hombre llamado
ral, ontológi camente hablando. Cómo el objeto llegó a la ho- Pedro? A propósito mezclo religiones y saberes en estos ejem-
minidad", escrib e Míchel Serres en uno de sus mejores libros plos de instauración (p. 213).
($erres, 1987; p. 162). Pero el problema es que no puede
¿Por qué deberíamos tom ar en se rio una generali zación
[ .. . ] encontrar nada en los libros que hable de la experiencia tan apres urada de todas estas petrificacion es , me zclando la
primitiva en cuyo transcurso el objeto tal cual constituy ó al su- piedra negra religiosa con la caída de los cuerpos de Galileo?
jeto ho mínido , puesto que los libros se escriben pa ra revestir Por la misma razón que tomé en serio el trabajo de Sch ap in y
de olvido esa em piria o clausurar su pue rta , y que los discur- Schaffer, "mezcl ando a propósito relig iones y sabere s en sus
sos arrojen de .su rumor lo que ocurrió en ese silencio (p . 2 16). eje mplos de instauración" de la ciencia y la política mod e rnas.
Ellos habían lastrado la epis temología con ese nuevo ac tor des-
124 BRUNO l.ATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 125

conocido, la bomba de aire remendada, zurcida y gue pierde. que no esté presente directamente, construyendo un nuevo es-
Serres lastra la epistemología con ese nuevo actor desconoci- pacio cerrado en un recipiente donde la existencia del vacío
do, las cosas silenciosas. Todos lo hacen por la misma razón se volvería manifiesta, renunciando a condenar a los testigos
antropológica: la ciencia y la religión están unidas por una pro- por sus opiniones. Ninguna acusación ad hominem tendrá ya vi-
funda reinterpretación de lo que es acusar y poner a prueba . gencia, nos dice Boyle, ningún testigo humano será creído, só-
Tanto para Boyle como para Serres, la ciencia es una rama de lo los indicadores no humanos e instrumentos observados por
lo judicial: gentileshombres darán fe. La acumulación obstinada de los
mattersofJact establecerá los fundamentos del colectivo pacifi-
En todas las lenguas de Europa, tanto en el norte como en el cado. Esta invención de los hechos, sin embargo, no es el des-
sur, la palabra cosa, no importa qué forma se le dé, tiene por cubrimiento de las cosas out there, es una creación antropoló-
origen o raíz la palabra causa, tomada de lo judicial, lo políti- gica que redistribuye Dios, la voluntad, el amor, el odio, y la
co o la crítica en general. Como si los mismos objetos no exís-- justicia. No otra cosa dice Serres. Ninguna idea tenemos del
tieran sino según los debates de una asamblea o después de aspecto que tendrían las cosas fuera del tribunal, fuera de
una decisión pronunciada por un jurado. El lenguaje quiere nuestras guerras civiles, y fuera de nuestros procesos y nues-
que el mundo sólo venga de él. Porlo menos lo dice (p. 111). tros tribunales. Sin acusación, no tenemos causas para abogar
[ ... ]Así, la lengua latina llamaba res, la cosa, de donde noso- y no podemos asignar causas a los fenómenos. Esta situación
tros sacamos la realidad, al objeto del procedimiento judicial antropológica no está limitada a nuestro pasado precien tífico,
o la causa misma, de manera que, para los antiguos, el acusa- porgue pertenece más a nuestro presente científico.
do llevaba el nombre de reusporque los magistrados lo cita- Así, no vivimos en una sociedad que sería moderna porque,
ban. Como si la sola realidad humana viniera únicamente de al contrario de todas las otras, finalmente se liberaría del infier-
los tribunales (p. 307). [ ... ] Allí nos esperan el milagro y la re- no de las relaciones colectivas, del oscurantismo de la religión,
solución del último enigma. La palabra causa designa la raíz de la tiranía de la política, sino porque, después de todas las
o el origen de la palabra cosa: causa, cosa,5 de igual modo, thing otras, redistribuye las acusaciones remplazando una causa -ju-
o Ding. [ ... ] El tribunal pone en escena la identidad de la cau- dicial, colectiva, social- por una causa --científica, no social,
sa y la cosa, de la palabra y el objeto o el pasaje sustitutivo de matter-offcu:tual.En ninguna parce se puede observar un objeto
unos y otros. Ahí emerge una cosa (p. 294). y un sujeto, una sociedad que sería primitiva y la otra moderna.
Series de sustituciones, de desplazamientos, de traducciones
Así es como Serres generaliza con tres citas los resultados movilizan pueblos y cosas en una escala cada vez mayor.
que Schapin y Schaffer reunían con tanto trabajo: las causas,
las piedras y los hechos jamás ocupan la posición de la cosa- En el origen, me imagino un torbellino rápido donde la cons-
en--sí. Boyle se preguntaba cómo poner fin a las guerras civiles. titución trascendental del objeto por el sujeto se alimentaria,
Obligando a la materia a permanecer inerte, pidiendo a Dios como en retorno, de la constitución, simétrica, del sujeto por
el objeto, en semiciclos fulminantes y retomados sin cesar, que
vuelven al origen. [ ... ]Existe un trascendental objetivo, condi-
5 En español en el original. [T.] ción constitutiva del sujeto por la aparición del objeto como
126 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 127

objeto en gene ral. De la condición inversa o siménica sobr e el y la sociedad no tienen mayor exislen cia que el Oeste y el Es-
ciclo turbulento ten emos testimonios , huellas o relatos, escri- te. Se conv ierten en referen cias cómod as y re lativas que los
tos en las lenguas lábiles. [ ... ] Pero de la condici ón con stituti- mod e rnos emplean para diferenciar a los intermediari os, al-
va directa a partir del objeto tenemos testigos tangibles, visibles, gunos de los cual es serán llamados "naturales" y otro s "socia-
concretos , formidables , tácitos. Por más que nos remontemos les", mientras que otros serán llamad os "totalmente natUrales"
en la historia charlatana o la prehistoria silenciosa, no dejan de y otros "totalmente soc iales". Los anal istas que van hacia la iz-
estar presentes (p. 209). quierda serán llam ados más bien realistas, los que van hacia la
derecha más bien constructivistas (Pickering, 1992). Los que
Serres, en su ob ra tan poco modern a, nos cuenta una pra g- quieren manteners e en el justo medi o inventa rán innu mera -
matogonía, tan fabulo sa como la vieja cosmogon ía de He sío- bles com binacion es para mezclar la natu raleza con la socied ad
do o como la de Heg el. La suya no procede por metamor fo- (o el suje to), altern ando la "dimensión simbó lica" de las cosas
sis o por d ialéct ica, sino por sustituciones. Las nuevas ciencias con la "dim ensión natural" de las sociedades. Otros, más im-
que desvían, transforman, amasan lo colectivo en cosas que perialistas, in tentarán natural izar la sociedad integrándola en
nadie ha hecho, no son más que recién llegadas a esa larga mi- la naturaleza, o socializar la naturaleza haciéndola digeri r por
tología de las sustit uciones. Los que siguen las redes, o estu- la sociedad (o, lo que es más difícil , por el suje to).
dian las cie ncias , no hacen sino docu mentar la enésima vuel- No obstante, esas refere ncias y esos debates siguen siendo
ta de esa espiral cuyo fabuloso comienzo bosqueja Serr es para undímension ale s. Clasificar el conj unto de las entidade s úni-
nosotros. La ciencia contem poránea es una manera de pro- camente según la línea que va de la natUraleza a la sociedad
longar lo que siempre hicimos. Hobbes construye un cuerpo equivaldría a trazar mapas geográficos con ayuda únicamente
político a partir de cuerpos desnudos animados, y se encuen- de la longitud, ¡lo que los reduciría a un trazo! La segunda di -
tra con la gigantesca prótesis artificial del Leviatá n; Boyle con- men sión permite dar toda latitud a las entidade s y de splegar el
centra to do el disen timiento de las guer ras civiles alred edor mapa que registra, como lo dije más arriba , la Constitución mo-
de una bomb a de aire, y se encuentra con los hechos. Cada derna y su práctic a a la vez. ¿Cómo definir em os ese equ ivalen -
vuelta de la espiral define un nuevo colectivo y una nueva ob- te del Norte y el Sur? Mezclando las metáforas, diría que hay
jeti vidad. El colectivo en renovación permanente que se orga- que definirla como un gradiente que haría variar sin cesar la
niza alrededor de las cosas en renovación pennan en te jamás estabi lidad de las entidades desde el acontecim iento ba sca la
dej ó de evolu cion ar.Jamás aban don amos la matriz antr opoló- esencia. Nada sabemo s todavía de la bomb a de aire cuand o de-
gica, todav ía estam os en las Edades oscu ras o, si se prefi ere, cimos que es la re presentación de las leyes de la natural eza o la
tod avía esta mos en la infancia del mund o . represe ntación de la soc iedad ingle sa o una aplicación de la
primera sobr e la segunda o de ésta sobre aqué lla. Y todavía de-
bemos decimos si se trata de la bomba de aire-aco ntecimi ento
Ontologías de geometría variable del siglo XVII, o de la bomba de aire-esencia estabilizada en el
XVIII o el xx. El grado de esta bilización - la latitud - es tan im-
En cua nto conc edemos la histori cidad a todos los actores portan te como la posición sobre la línea que va de lo natu ral a
pa ra aco ger la prol iferación de los cu asi-objetos, la natu raleza lo soc ial: la longitu d.
128 BRUNO LA.TOUR NUNCA FUrMOS MODERNOS 129

mos todas las firmas y tendremos la forma de aque llo que los
1 •
modernos llaman equivocándose, para resumir y purificar, "na-
Polo nawrale.u Esenc,a Polo sujeto/sociedad
turaleza" y "sociedad".
E' C' A' 8' D'
Pero si proyectamos todas esas trayectorias tan sólo sobre la lí-
..............
D" ..... 1•••••••••••••••
; ...u••······ :
1O vado nº 4 nea que relaciona el viejo polo de la naturaleza con el viejo polo
Emron•S! E.' de la sociedad , ya no entendemos nad a más. Todos los puntas (A,
B, C, D, E) serán proyectados ran sólo a lo largo de la latitud (A',
¡.............C" B', C', D', E'), ya que el punto central A está localizado en el em-
C V2do n• 3
plazamiento de los antiguos fenómenos, donde justamente se su-
8" 1
........... . 8 v.tdo nº 2 pone que nada ocurre en el argumento moderno . Con esa única ·
Avadon• (
línea, realistas y constructivistas podrán disputarse ciento siete años
Exístencia para interpretar el vacío: los primeros afirmarán que nadie fabri-
longit!Jd 1 có ese hecho real; los segundos, que tan sólo nuestras manos mol-
dearon ese hecho social; los partidarios del justo medio oscilarán
En consecuencia, la ontología de los mediadores es de geo- entre los dos sentidos de la palabra "hecho", utilizando a diestra y
metría variable. Lo que Sartre decía de los humanos, que su siniestra la fórmula "no solamente . . . sino también .. .". Ocurre que
existencia precede a su esencia, hay que decirlo de todos los ac- la fabóca está por debajo de esta línea, en el trabajo de mediación,
tuantes , de la elasticidad del aire, como de la sociedad, de la visible sólo si también tomamos en cuenta el grado de estabiliza-
materia como de la conciencia. No tenemos que escoger entre ción (B", C", D", E").
el vacío nº 5, realidad de la naturaleza exterior cuya esencia no Con las grandes masas de la narurale za y de la sociedad ocu-
d epende de ningún humano, y el vacío nº 4, representación rre igual que con los continentes enfriados de la tectónica de las
que los pensadores occidentales tardaron siglos en definir. O placas. Si queremos comprender su movimiento, debemos descen-
más bien, no podremos escoger entre ambos sino cuando es- der en esas fosas ardientes donde el magma hace irrupción y a par-
tén estabilizados. Del vacío nº 1, en el laboratorio de Boyle, muy tir del cual se producen, mucho más tarde y mucho más lejos, por
inestable, no podemos decir si es natural o social, sino solamen- enfriamiento y apilamiento progresivo, las dos placas continenta-
te que acaece artificia lme n te en el laboratorio . El vacío nº 2 les sobre las cuales nos hallamos, con los pies sólidamente planta-
puede ser un artefacto fabricado por mano de hombre, a me- dos. Tenemos que bajar, también nosotros , y acercamos a esos lu-
nos que se transmute en vacío nº 3, que comienza a volverse gares donde se hacen los mixlos que se con vertirán, pero mucho
una realidad que escaparía a los hombres. más tarde , en objetos de la naturaleza o de lo social. ¿Será pedir
Entonces, ¿qué es el vacío? Ninguna de esas posi cion es. La demasiado de nuestros debates que aclaremos en adelante la lati-
esenciadel vacío es la trayectoriaque las une a todas. En otras pala- tud de las entidades de las que hablarnos al m ismo tiempo que su
bras, la elasticidad del aire tiene una historia. Cada uno de los longitud, y que consideremos todas las esen cias como trayectorias?
actuantes posee una firma única en el espacio desplegado. Pa-' Ahora comprendemos mejor la paradoja de los modernos.
ra trazarlas no tenemos que hacer ninguna hipótesis sobre la Al utilizar a la vez el trabajo de mediación y el de purificación,
esencia de la naturaleza o sobre la de la sociedad. Superponga- pero al no representar más que el segundo,jugaban a la vez so-
130 BRUNO LATOUR NUN CA FU IMOS MODERN OS 131

bre la trascendencia y la inmanencia de las dos instancias de la El primer repertorio trata acer ca de la realidad exterior de una
naturaleza y de la sociedad. Eso les daba cuatro recursos con- naturaleza de la que no somos dueños, que existe fuera de no-
tradictorios, que les permitían hacerlo todo. Pero si trazamos sotros y que carece de nuestras pasiones y deseos, aunque sea-
el mapa de las varied ades ontológicas, nos percatamos de que mos capaces de movilizarla y construirla . El segun do traca sobre
no hay cuatro regiones sino tres. La doble trasc endencia de la el lazo social, sobr e lo que vincula a los humanos entre sí, so-
naruraleza por un lado, y de la sociedad por el otro, correspon- bre las pasiones y los dese os que nos agitan, sobre las fuerzas
de a las esencias estabilizadas. En cambio, la inmanencia de las personifica das que estruct uran la sociedad, que nos supera a
naturalezas-naturantes y de los colectivos corresponde a una so- todos aunque no la construyéramos. El tercero trata de la sig-
la y misma región , la de la inestabilidad de los acontecimien- nificación y el sentido, de los actuantes que componen las his-
tos, la del trabajo de mediación. La Constitución mode rna, en torias que nos narramos, de las pruebas que padecen, de las
consecuen cia, tiene razón, hay en verdad un abismo entre la aventuras que atraviesan, de los tropos y los géneros que los or-
naturaleza y la sociedad , pero ese abismo no es más que un re- ganiza n, de los grandes relatos qu e nos dominan infinitamen-
sultado tardío de la estabilización. El único abismo que cuenta te, aunqu e al mismo tiempo sean simple texto y discu rso. Por
separa el trabajo de mediación de la organización constitucio- último, el cuarto habla del Ser y deconstruye lo que siempre ol-
nal, pero ese abismo , gracias a la misma proliferación de los hí- vidamos cuando tenemos tan sólo la preocup ació n del ente,
bridos , se conviert e en un gradient e continuo que somos capa- aunque la diferencia del Ser esté distribuida a través de los en-
ces de recorrer no bien volvemos a ser lo que jam ás hemos tes, coextensivos a su propia existencia.
dejado de ser, no modernos . Si añadimos a la versión oficial y Estos recurs os sólo son incomp atibles en la visión oficial de
estable de la Constitución su versión oficiosa y caliente o ines- la Constitución. En la práctica, nos cuesta mucho trabajo distin-
table, por el contrario es el medio el que se llena y los extremos guir los cuatr o. Mezclamos sin vergüenza nuestros deseos con
los que se vacían. Comprendemos por qué los no modernos no las cosas, el sentido con lo social, lo colectivo con los relatos. No
remplazan a los modernos. No hacen más que oficializar la bien segu imos de cerca algún casi-objeto, se nos aparece a veces
prácti ca desviada de éstos. Al preci o de una pequeña contrarre - como cosa, a veces como relato, a veces como lazo social, sin re-
volución, por fin compr endemo s retrosp ectivam ente lo que ducirse jamás a un simple ente . Nuestra bomba de vacío dibuja
siempre habíamos hecho. el resorte del aire, pero también describe la socied ad del siglo
XVII y lo mismo define un nuevo géner o literario, el del relato
de experiencia en laboratorio. Al seguirla, ¿es necesario creer
Relacionar los cuatro reperto rios modernos que todo es retórica, o que todo es natural, o que todo es cons-
truido socialmente, o que todo es d isposición? ¿Hay que supo-
Al establecer las dos dimen siones moderna y no modern a, al ner que la misma bomba es en su esencia en ocasiones obje to,
operar esa contrarrevolución copemicana , al hacer deslizar el otras lazo social y a veces discurso? ¿O que es un poco de los
objeto como el sujeto hacia el centro y abajo, vamos a ser capa- tres? ¿ Qu e en ocasiones es un simp le ente, y otras está marca-
ces, tal vez, de capitalizar los mejores recursos críticos. Los mo- da, desfasada, quebrada por la diferenc ia? ¿Ysi fuéramos noso-
den1os desarrollaron cuatro repertorios diferentes que creen in- tros, los modernos, los que dividiéramos anificialmence una tra-
compatibles para acomodar la proliferación de los cuasi-objetos. yec toria única, que n o sería ante todo ni objeto, ni sujeto, ni
132 BRUNO lATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 133

efecto de sentido , ni puro ente? ¿Si la separación de los cuatro Estamos cansados de estar siempre dominados por una na-
repertorios sólo se aplicara a estados estabilizados y tardíos? turaleza trascendente, incogn oscible, inaccesible, exacta, y en
Nada prueba que esos recursos sean incom patibl es cuando principio verdadera, poblada de entidades adormecidas como
pasam os de las esencias a los acontecimien tos, de la purifica- la Bella Durmiente del bosque hasta el día en que los sabios,
ción a la media ción, de la dimen sión moderna a la no moder - como príncipes azules, finalm ente las desc ubran. Nu estros co-
na, de la revolución a la contrarr evolución copernicana. De los lectivos son más activos, más productivos, más sociali zados de
cuasi-objetos cuasi-sujetos simplemente diremos que traza n re- lo que las aburri das cosas-en-sí nos lo dejan prever.
des . Son reales, bien reales, y nosotros los humanos no los hi- ¿No están un poco cansado s de esas sociologías construidas
cimos . Pero son colectivos porque nos relacionan unos con sobre lo social, y que se mantienen por la sola repetición de las
otros , circ ulan entre nuestras manos y nos definen por su mis- palabras "poder" y "legitimidad" porque no pueden tragar ni
ma circulación. Sin embargo son discursivos, narrados, históri- el mundo de los objetos ni el de los lenguajes que sin embargo
cos, apasionados, y poblados de actuantes con formas autóno- los construyen? Nuestros colectivos son más rea les, más natura -
mas . Son inestabl es y arries gados, existencia les y porta dores de lizado s, más discurs ivos de lo que los aburrido s hom bres-entre -
ser. Esta unión de los cuatro repertorios nos permite construir ellos nos dejan prever.
una morada bastante vasta para albergar en ella el Im perio del Estamos fatigados de los ju egos de lenguaje y del eterno
Medio, la verdader a casa común del mundo no modern o, al escepticismo de la decon strucción del sentid o. El discu rso no
mismo tiempo que su Constitu ción. es un mundo en sí, sino una población de actuantes que se
La síntes is es impos ible mientras sigamos siendo modernos mezclan en las cosas como en las sociedades, que hacen que
en profund idad, puesto que la naturaleza, el discurso, la socie- unas y otras se sustenten , y que las sustentan. Interesarse en
dad, el Ser nos superan infinitamente y esos cuatro conjuntos los textos no nos aleja de la re alidad p orq ue las cosas, tamb ién
no se definen sino por su separación, la que mantiene nuestras ellas, tienen derecho a la dignidad de ser relatos. En cuanto a
garanúas consú tucion_ales. Pero la contin uidad se vuelve posible los textos, ¿por qué negarl es la grandeza de ser el lazo socia l
si añadimos a las garantías la prá ctica que permite porqu e la nie- que hace que nos manteng amos juntos?
ga. Mucha razón tienen los modernos de quer'er a la vez la rea- Ya no doy más de verm e acusado, yo y mis contemp oráneos,
lidad, el lenguaje, la sociedad y el ser. Sólo se equivocan al creer- de haber olvidado al Ser, de vivir en un mund o mise rable vacía-
los para siempre contradictorios. En vez de analizar siempre el do de sustancia, de lo que tiene de sagrado, de su arte o, para
recorrido de los cuasi-objetos separando esos recursos, ¿no po- recuperar esos tesoros, de tener que perder el mundo histórico,
demos escrib ir como si debieran relacionarse sin cesar uno s con científico y social en el que vivo. Dedicarse a las ciencias, las téc-
otros? Probablemente saldríamos de la postración posmoderna. nicas, los mercados, las cosas, no nos aleja ni de la diferencia del
Confieso que estoy hasta la coronilla de encontrarme para Ser y de los entes, ni de la sociedad , la política o el lengu aje.
siempre ence rrado tan sólo en el lenguaje o siendo prisionero Reales como la natural eza, narrados como el discu rso, co-
sólo de las representaciones sociales. Quiero accede r a las co- lectivos como la sociedad , existenciales como el Ser, tales son
sas mismas, y no a sus fenó menos. Lo real no está lejano, sino los cuasi-objetos que los moderno s hicieron proliferar, y así con-
que es accesible en todo s los objetos movilizados a través del viene seguir los, volviendo a ser simp lemente lo que jam ás de-
mundo. ¿No abunda la realidad exterior en medio de nosotros? jamos de ser, no modernos.
4.
RELATIVISMO
¿Cómo poner f"m a la asimetría?

Al comienzo de este ensayo había ofrecido la antropología


como modelo de descripción de nuestro mundo, porque sólo
ella podía relacionar en un conjunto la trayectoria extraña de
los cuasi-objetos. Sin embargo, había reconocido que ese mode-
lo no era muy practicable porque no se aplicaba a las ciencias y
a las técnicas. Si las etnociencias realmente podían describir los
lazos que las vinculaban al mundo social, las ciencias exactas no
podían hacerlo. Para comprender por qué era tan dificil aplicar
a las redes sociotécnicas de nuestro mundo la misma libertad de
tono, tuve que comprender lo que nosotros entendíamos por
moderno. Si con esto entendemos esa Constitución oficial que
debe distinguir por completo a los humanos y los no humanos,
entonces, en efecto, no puede haber una antropología del mun-
do moderno. Pero si desplegamos a la vez la Constitución y el
trabajo de mediación que le da sentido, retrospectiva.mente nos
percatamos de que nunca fuimos modernos. Por lo tanto, la an-
tropología, que hasta entonces tropezaba con las ciencias y las
técnicas, puede volver a convertirse en el modelo descriptivo que
yo deseaba. Impotente para comparar a los premodernos con
los modernos, podría compararlos con los no modernos.
Por desgracia, es dificil reutilizar la antropología tal como
es. Formada por los modernos para comprender a aquellos que
no lo eran, interiorizó en sus prácticas, en sus conceptos, en sus
cuestiones, la imposibilidad de la que hablaba más arriba (Bon te
e Izard, 1991). Ella misma se cuida de estudiar los objetos de la
naturaleza, y limita la extensión de sus investigaciones sólo a las
138 BRUNOLJ\ TOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 139

culturas. Perma n ece asimétri ca. Para que se vuelva comparativa métric a, per o poco importa porque jamás trata acerca de la
y pueda ir y venir entr e los mod erno s y los no mod ernos , pue s, ciencia ; la segunda jamás debe sedo para que el corte episte -
se necesita simetrizarla . Para ello, debe volverse capaz de en- mológico sea tota l.
frentar no las creen cias que no nos conciernen dir ec tamente Un solo ejemplo bastará para mostrar hasta dónde puede
-siempre somos bastant e críticos frente a ellas- sino los co- conducir el rechazo a toda antropología simétrica. Cuando
n ocimientos a los que adherimos en su totali dad . En conse - Canguilhem disúngu e las ideologías científi cas de las verdade-
cuencia, es ne cesario volverla capaz de estudiar las ciencias su- ras cien cias, afirma no sólo que es imposible estu diar a Darwin
perando los limites de la sociología del conoc imient o y, sobre -el sabio- y a Diderot -el ide ólogo- en los mismos térmi-
todo, de la epistemología. nos, sino que debe ser imposible ponerlos en la misma bolsa
Es el primer princ ipio de simetría el que perturb ó los estu- (Canguilhem, 1968).
dios sobre las ciencias y las técnicas, exigiendo que se trate en
los mismos términos el error y la verdad (Bloo r, 1982). H asta La separación entre la ideología y la ciencia debe impedir que
ahora, la sociología del conoc imient o no exp licaba , a través de en una historia de las ciencias se po ngan en continui dad algu-
un gran lujo de factore s sociales, más que las desviacion es res- nos elemento s de una ideología aparentemente conservados
pecto de l camino recto de la razón. El error podía explicarse y la cons trucción científica que destituyó la ideología: por
socialmente, pero lo verda der o era por sí mismo su propia ex- ejemplo, buscar en el Rive de d'Alembertanticipaciones de El ori-
plicación. Bien se podía analizar la creencia en los platos vola- gende las especies(p. 45).
dores, pero no el conocim iento de los agujeros negr os; las ilu-
siones de la parapsicología, pero no el saber de los psicólogos; Sólo es científico lo que rompe para siemp re con la ide olo-
los errores de Spencer, pero no las cert ezas de Darwin. Algu- gía. A1seguir un principio semejante, en efecto, resulta difíci l
nos factores sociales del mismo tipo no p odían aplicarse del seguir los cuasi-objetos en sus pormenores. Un a vez que pasen
mismo modo a ambos. En esos diferentes raseros se encuentra po r las mano s del epis temólog o, tod as sus raíces serán arranca -
la vieja división formulada desd e la antr op ología entre cienci as das. No quedará más que el objeto extirpado de toda la red que
(inestudiab les) y etnociencias (estu diable s). le daba sentido. Pero, ¿por qué hablar incluso de Diderot y de
Los p resupuestos de la soci ología del conocimiento jam ás Spencer, por qué interesarse en el enor? ¡Porqu e sin él Jo ver-
hubiesen intimidado muc ho tiempo a los etnólogos, si los ep is- dadero reluciría con un brillo demasiado deslumbrante! "El en-
temó logos no hubiesen elevado al rango de un prin cipio fun- trelazamiento de la ideología y la ciencia debe impedir la re-
dador esa mis ma asim etría entre las cien cias verdad eras y las d ucción de la historia de una ciencia a la chatu ra de una
falsas. Sólo estas últim as -las ciencias !<caducas"-pu eden vin- reseña, o sea, de u n cuadr o sin sombras de relieve" (p . 45). Lo
cularse al contexto social. En cuant o a las ciencias "sanciona - falso es lo que hace valer lo verdadero. Lo que Racine hacía pa-
das", só lo se vuelven científicas porque se separan j ustamente ra el Rey Sol con el bello nombre de historiador, Canguilhem
de todo con texto, d e toda huella de con tam inaci ón, de toda lo hace para Darwi.n, bajo la etiqueta, igualmente usurpada, de
evidenci a primera, y porque escapan incluso a su propio pasa- historiador de las cie ncias.
do. Ésa es la diferen cia, para Bachelard y sus discípulos, entre El principio de simetría, por el contrario, restablece la co n-
la historia y la historia de las ciencias. La primera pu ede ser si- tinuidad, la historicidad y, digámos lo, la justicia. Bloor es el an-
140 BRUNO lAT OUR NUNCA FUIMOS MODERl\/OS 141

ti-Canguilhem , así como Serres es el anti-Bachelard, lo que por El principio de s imetría generalizad o
otra parte explica la incomprensión total en Francia tanto de la
sociolo gía de las cienci as co mo de la antr opo logía de Sen es El primer prin cipio de simetría ofrece la incomparable ven-
(Bowker y La tour, 1987) . "No existe mito más puro que la idea taja de libramos de los cortes epistem ológico s, de las separacio-
de una ciencia pura de todo mito", escribe éste cuando romp e nes a prúni entre ciencias "sancionad as" y ciencias "cadu cas", o
con la epis temología (Serres, 1974, p. 259) . Tanto para él como de las divisiones artificiales entre las socio logías del cono cimien-
para los histo1iad ores de las ciencias propiamente dichos, Dide- to, de la creencia y de las cienc ias. Antaño, cu ando el antropó-
rot , Darwin, Malthus y Spencer deben explicarse según los mis- logo volvía de sus terrenos lejan os para descubrir en su casa
mos pri nc ipios y las mismas causas; si usted es desean dar cuen ta unas ciencias limp iadas por la episte mología, no podía estable-
de la creenci a en los platos voladores, verifiquen si sus expli ca- cer ninguna continui da d entre las etnociencias y los saberes.
ciones pueden ser empl eadas, simétricamente, para los aguje ros Por lo tanto, y con razón, se abstenía de estudiarse él mism o, y
negros (Lagrange, 1990); si atacan la parapsicología, ¿son capa- se come ntaba con ana lizar las cultu ras. Cuan do ahora vuelve y
ces de utilizar los mismos facto res para la psicología? (Collins y descubre, en su casa, estudios , cada día más numerosos, sobre
Pin ch, 1991). Si anali zan los éxitos de Pasteur, ¿los mismos tér- sus prop ias ciencias y sus propias técnicas, el abismo ya es me-
mino s les permitirán dar cuen ta de sus fracas os? (Latour, 1984). nor . Puede pasar, sin demas iado trabajo, de la fisica china a la
Ante todo, el primer principio de sime tría propone una cu- física inglesa (Need ham, 1991); de los navega dores trobri ande-
ra de adelgazam iento sobre las explicacione s. ¡Se había vuel to ses a los navegador es de la Armada no rtea me1icana (Hut chin s,
tan fácil dar cuenta del error! La sociedad, las creencias, la 1983); de los calcul adores de África del Oeste a los aritm éúc os
ideo logía, los símbolos, el inconsciente, la locura, todo se ofre- de California (Rogoffy Lave, 1984); de los técni cos de Costa de
cía tan fácilmente que las expli caciones se volvían obesas. Pe- Marfil a los premios Nobel de La Jolla (La tour , I 988); de los sa-
ro, ¿lo verda dero? Al qu itarnos esa facilid ad del corte epistem o- crificios para el dios Baal a la expl osión del cohet e Challenger
lógico nos dimos cuen ta, nosotros que estud iam os las cienci as, ($erres, 1987). Ya no está obligado a limitarse a las culturas , por-
de que la mayoría de nuestras explicaciones no valían gran co- que la o las natural ezas se vuelven par cialme nte estudi ab les.
sa. La asimetría las organizaba a todas y lo único que hacía era Sin embargo, el principio de simetría definido por Bloor
leña de l árbol ca ído. Todo camb ia si la disciplina del principio conduce rápidamente a un atolladero (Lato ur , 1991). Si obliga
de simetría obliga a no conservar más que las causas que po- a una disciplina de hierro sobre las explicac iones , él mismo es
drían servir tanto al vencedor como al vencido, al éxito como asimétrico, como se puede percibir en el diagrama siguiente.
al fra caso. Al establecer con precisión la tara de la balanza de En efecto, este principio exige explicar lo verdad ero y lo fal-
la simetría, el desfase qu e permite compr ender por qué un os so en los mismos términ os, pero ¿cuáles son los términ os que
ganan y otros pierden es más que evident e (Latou r, 1989b) . Los escoge? Los que ofre cen las ciencias de la sociedad a los desce n-
q ue p esaban a los vencedores con una balanza y a los perdedo- dientes de Hobbe s. En vez de explica r lo verdadero por la ade-
res con otra, exclamando como Brennus "vaevictis!", hasta aho- cuación con la real idad natural, y lo falso por la coerción de las
ra hacían incomprensible ese desfase. categorías sociales, los epis teme s, o los intereses, quiere exp li-
car tanto lo verdadero como lo falso por las mismas categorías,
los mismos episte mes y los mismo s intereses.
142 BRUNO lATOUR NUNCA FUlMOS MODERNOS 143

f1GUM 10
métricas en el de Bloor-, sino aq uello que, por el contrario,
conviene expli car. La apariencia de explicación que proporcio-
Polo nac:uralen Polo sujoto/sociedad

o ~:::::
----------
Lo verdadero se explica
por la naturaleza
.,._____
Lo f:ll>ose explica
por b sociedad
_
O &pficadones
Qsjmévk4s
na sólo les viene tardíamente, cuando los cuasi-objetos estabi-
lizados, previa escisión, se han vuelto objetos de la realidad ex-
terior, por un lado, y sujetos de la sociedad, por el otro.
Para que la antropología se vuelva simétrica, por tanto, no le
basta. con soportar el primer principio de simetría, el cual sólo

o La nawr.>lezano explica
~
.....---
o
Tanto lo verdadero como lo fal>o
Primerprinó/>io
de ,imw/o
pone fin a las injusticias más escandalosas de la epistemo logía.
Debe absorber lo que Michel Callon llama principio de simetría
generalizada: el antropólogo debe situarse en el punto interm e-
dio donde puede seguir a la vez la atribución de propiedades no
lo fal>oni lo ver<ladero se explican por la $0Cledad
hwnanas y humanas (Callan, 1986). Le está prohibido utilizar la
realidad exterior para explicar la sociedad, así como los juegos
0 ~O ~~lk•~
-,, ---
Pnnoprode
$/me(r(o
genc,of,zoóo
de poder para dar cuenta de lo que moldea la realidad exterior .
Por supuesto, también le está prohibido alternar el realismo na-
la expllcac16n parte
tural y el sociológico utilizando "no sólo" la naturaleza "sino tam-
de los cuasi-objetos bién " la sociedad, para conservar las dos asimetrías de partida al
tiempo que disimulan las debilidades de una bajo las de la otra
(Latour, 1989a) .
En consecuencia es asimétrico, ya no porque divide, como Mientras éramos modemos, ¡era imposible ocupar ese lugar
los epistemólogos, la ideología y la ciencia, sino porque pone porque no existía! La única posición central que la Constitución
entre paréntesis la naturaleza y traslada únicamente al polo de reconocía, como lo hemos visto más arriba, era el fenómeno,
la sociedad todo el peso de las explicaciones. Construcrivista pa- punto de encuentro donde se aplican los dos polos de la narura -
ra la naturaleza, es realista para la sociedad (Collins y Yearley, leza y el sujeto. Pero ese punto era un no man s land, un no lugar.
1992; Callon y Lacour, 1992). Todo cambia, ahora lo sabemos, cuando, en vez de alternar siem-
Pero la sociedad, ahora lo sabemos, no es menos construi- pre de uno a oc.ropolo de la única dimensión moderna, descen-
da que la naturaleza. Si se es realista para una, hay que serlo pa- demos a lo largo de la dimensión no moderna. El impensable no
ra la otra; si se es constructivista para una, hay que serlo en ver- lugar se convierte en el punto de irrupción en la Constituci ón
dad para las dos. O más bien, como nos lo mostró nuestra del trabajo de mediación. Lejos de estar vacío, allí los cuasi-obje-
investigación sobre las dos prácticas modernas, h ay que poder tos, cuasi-sujetos, proliferan. Lejos de ser impensable, se convier-
compre nder al mismo tiempo cómo naturaleza y sociedad son te en el terreno de todos los estudios empíricos efectuados sobre
inmanentes -en el trabajo de mediación- y crascenden tes las rede s.
-después del trabajo de purificación. Naturaleza y sociedad no Pero ese lugar ¿no es aquel que preparó 1a antropología du -
ofrecen sólidos ganchos a los que podamo s aferrar nuestras in- rante un siglo con tanto trabajo y que el etnólogo ocupa hoy ya
terpretaciones -asimétricas en el sentido de Canguilhem o si- sin ningún esfuerzo cuando debe estudiar las otras culturas? En
144 BRUNO I.ATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 145

efecto, ahí lo tenemos pasando, sin modificar sus herramientas hasta el punto de que puede ponerse de un lado la cultura oc-
de análisis, de la meteorología al sistema de parentesco, de la cidental y, del otro, el resto de las culturas, porque todas tienen
naturaleza de las plantas a su representación cultural, de la or- en común el ser justamente culruras entre otras. Occidente, y
ganización política a la etnomedicina, de las estructuras del mi- sólo él, no sería una cultura, no sólo una cultura.
to a la etnofísica o a las técnicas de caza. Por cierto, el coraje del ¿Por qué Occidente se piensa así? ¿Por qué él y sólo él no
etnó logo para desplegar ese tejido sin costura viene de su ínti- sería solamente una cultura? Para comprender la profundidad
ma convicción de que aquí no se trata más que de representa- de esa Gran División entre Ellos y Nosotros hay que volver a esa
ciones y únicamente de representaciones. La naturaleza, por lo otra Gran División entre los humanos y los no humanos que
que a ella respecta, permanece única, exte1ior y universal. Pe- definí más arriba. En efecto, la primera es la expürtaciónde l,a se-
ro si superponemos los dos emplazamientos -aquel que, sin gunda. Nosotros los occidentales no podemos ser una cultura
mayor esfuerzo, ocupa el etnólogo para estudiar las culturas y entre otras porque también movilizamos la naturaleza. No, co-
aquel que, con grandes esfuerzos, definimos para estudiar nues- mo lo hacen las otras sociedades, una imagen o una represen-
tra nacuraJeza-, la antropología comparada se vuelve posible, tación simból ica de la naturaleza, sino la naturaleza tal y como
aunque no fácil. Ya no compara las culruras, haciendo a un la- es, o por lo menos cal y como las ciencias la conocen, ciencias
do la suya, que, por un privilegio sorprendente, poseería la na- que permanecen en las sombras, ines tud iables, inestud iadas.
turaleza universal. Compara las naturalezas-culturas. ¿Son com- En el centro de la cuestión del relativismo, pues, se encuentra
parables? ¿Son semtjantes? ¿Son iguales? Tal vez ahora podemos la cuestión de la ciencia. Si los occidentales no hubieran he-
reso lver la insoluble cuestión del relativismo. cho más que comerciar o conquistar, saquear y someter, no se
distinguirían radicalmente de los otros comerciantes y conquis-
tadores. Pero ocu rre que inventaron la ciencia, actividad por
El import-export de las dos Grandes Divisiones entero distinta de la conquista y el comercio, la polít ica y la
moral.
"Nosotros, los occidentales, somos abso lutamente diferen- Hasta aquellos que, bajo el nombre de relativismo cultural,
tes de los otros", ése es el grito de victoria o la larga qu eja de trataron de defender la continuidad de las culturas sin orde-
los modernos. La Gran División entre Nosotros, los occidenta- narlas en una serie progresiva, y sin aislarlas en sus prisiones
les, y Ellos, el resto, desde los mares de China hasta Yucat.án, (Lévi-Strauss , 1952), no creen poder hacerlo sino comparán-
desde los esquimales hasta los aborígenes de Tasmania, no de- dolas lo más posible con las ciencias.
jó de obsesionarnos . No importa qué hagan, los occidentales
traen la historia en los cascos de sus carabelas y sus cañoneras, Habrá sido necesario esperar hasta mediados de este siglo [es-
en los cilindros de sus telescopios y los émbolos de sus jeringas cribe Lévi-Strauss en El pensamimto salvaje] para que se crucen
para vacunar. Ellos llevan esa carga del hombre blanco a veces ca.minos largo tiempo separados: el que accede al mundo físi-
como una tarea exaltante, a veces como una tragedia, pero co por el desvío de la comunicación [el pensamiento salvaje]
siempre como un destino. No pretenden sólo que difieren de y aquel del cual desde hace poco se sabe que, por el desvío de
los otros como los sioux de los algonquinos, o los baoules de la física, accede al mundo de la comunicación [la ciencia mo-
los lapon es, sino que difieren de una manera radical, absoluta, derna) (p. 357).
146 BRUNO l.ATOUR NUNCA FUíMOS MODERNOS 147

Al mismo tiempo resultaba superada la falsa antinomia entre ¿Cómo hundir mejor a aquellos cuya cabeza se querí a saJvar?
mentalidad lógi ca y mentalidad prelógica. El pensamiento sal- Para Lévi-Strauss (co mo para Canguilhem, para Lyo tard, para
vaje es lógico, en el mism o sentido y de la mis ma manera que Girard, como para la mayoría de lo s intelectuales fran ceses) ,
el nuestro, pero como lo es sólo el nuestro cuando se aplica al este conocimiento nuevo está totalmente fuera de la cultura .
conocimiento de un uni verso al que reconoce al mismo úem- Esta trascendencia permite relativizar todas las culturas , tanto
po propiedades ftsicas y propiedades semánúcas. [ ... ] Se nos las suyas como las nuestras. Con la diferencia, po r supuesto, de
objetará que subsiste una diferencia capital entr e el pensamien- que es justamente la nuestra , y no las de ellos, la que se cons-
to de los primitivos y el nuestro: la teoría de la información se truye mediante la biología, los microscopios elec trón icos y las
interesa en mensajes q ue son auténticamente tales, mientraS redes de telecomunicación ... El abismo que se quería atenuar
que los primitivos se equivocan al considerar como mensajes se abre de par en par.
simples manifestaciones del determinismo fisico. [ ... ) Al tratar En aJguna parte, en nuestras sociedades, sólo en las nues-
las propiedades sensibles del rein o animal y del vegetal como tras, una trascendencia inaudita se ha manifestado: la natura-
si fueran los elementos de un mensaje, y al descubrir en ellos leza tal cual es, ahumana, inhumana en ocasiones, extrahuma -
"firmas" -por tanto signos-, los hombres [del pensamiento na siempre . Desde ese ac ontec imi ento -ya se lo sitúe en las
salvaje) cometieron err ores de localización : el elemento signi- mat emáticas griegas, en la física italiana, en la química alema-
ficante no siempre era el que creían. Pero, a falta de los instru- na, en lo nuclear norteamericano, en la termodinámica bel-
mentos perfeccionados que les habrian permiúdo ubicarse allí ga-, la asimetría fue total entre las culturas que consideran a
donde por lo general se encuentra, vale decir, en el nivel mi- la naturaleza y aquellas que no consideran más que su cultura
croscópico, discernían ya "como en una nube" prin cipios de o las version es deformadas que pueden tener de la materia. Los
inte11Jretación respecto de los cuales, para revelar su valor heu- que inventan las ciencias y descubren los determinismos fisi-
rístico y su congru encia con lo real, hicieron falta descubri - co s nunca están, salvo accidentalmente, tan só lo en las rela-
mientos muy recientes -telecomunicaciones, calculadoras y ciones de los humanos. Los otros no tienen de la naturaleza
microscopios electró nico s (Lévi-Su-auss,1962, p. 356). más que representaciones más o menos perturbadas o codifi-
cadas por las preocupaciones culturales de los humano s, qu e
¡El abogado generoso que es Lévi-Strauss no imagina otras los ocupan por entero y sólo caen por accidente -"como a tra-
circunstancias atenuantes que hacen que su cliente se parezca vés de una nube" - sobre las cosas tal y como son.
a las ciencias exactas! Si los primitivos no difieren de nosotros
tanto como se piensa es porque anticipan con instrumentos flcUM 11
inadecuados y ''errore s de localización " las con quistas más nu e-
vas de la teoria de la información, de la biología molecular y de Primer.i Gran DlvlJlón Interna

la fisica. Las mismas ciencias que sirven para esta elevación son
mantenidas fuera de juego, fuera de práctica, fuera de campo .
Concebidas a la manera de la epistemología, son objetivas y ex-
Scgunda Gr.in División cxurr,a
teriores, cuasi-objetos purgados de sus redes. Den un micros-
Pardción modeJ'TQ Recup.,-a(iónpremodtma
copio a los p1imitivos y pensarán por completo como nosotros.
148 BRUNO lATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 149

Por tanto , la Gran División interior explica la Gran División la bruj ería del Bocage (Favret-Saada , 1977), la vida de los cam-
exterior: nosotros somos los únicos que hacemos una diferen- pesinos a la som bra de las centrales nucleares (Zonabend, 1989),
cia absoluta entre la naturaleza y la cultura, entre la ciencia y la los modales de nuestros salones aristocráticos (Le Witta, 1988),
sociedad, mientra s que todos los otros, ya sean chinos o ame- todos esos terrenos se ofrecen bien a investigaciones, por lo de-
rindios, azandes o baruyas, no pueden separar realm ente lo que más excelentes, porque aquí la cu est ión de la naturaleza toda-
es conocimient o de lo que es sociedad, lo que es signo de lo que vía no se encuentra formulada.
es cosa, lo que viene de la naturaleza tal como es de lo que re- Sin embargo , la gran repatriación no puede detenerse ahí.
quieren sus culturas. Hagan lo que hagan, por más adaptados, En efecto, al sacrificar el exotismo, el etnólogo perdió lo que
regulados, funcionales que puedan ser, siempr e permanecerán constituía la originalidad mism a de sus investigaciones respec-
cegados por esa confusión, prisioneros tanto de lo social como to de aquellas, dispersas, de los sociólogos, los economistas, los
del lenguaje. Hagamos lo que hagamos, por más criminales, por psicólogos o los historiado res. En los trópicos, el antropól ogo
más imperialistas que seamos, escapamo s de la prisión de lo so- no se contentaba con estudia r los márgenes de las otras cultu-
cial o del lenguaje para acceder a las cosas mismas por una ras. Si permanecía marginal por vocación y por método, lo qu e
puerca de salida providencial, la del conocimiento científico. pret endía reconstituir era no obstante su mismo centro, sus sis-
La partición in te rior de los no humanos y los humanos define temas de creencias, sus técnicas, sus etnocie ncias, sus jueg os de
una segunda part ición, ésta externa, por la cual los modernos poder , sus economías, en suma, la totalidad de su existencia . Si
son puestos aparte de los premodem os. En ellos,la naturaleza y vuelve a su casa pero se contenta con estudiar allí los aspectos
la sociedad, los signos y las cosas, son casi coextensivos. En No- marginales de su cultura, pi erde todas las ventajas can dura-
sotros , nadie debe ya poder mezclar las preocupaciones socia- mente conquistadas de la ant ropología, como , por ejemplo,
les y el acceso a las cosas mismas. Marc Augé, que, entre los laguneros de Costa de Marfil, quería
comprender el hecho social total de la brujería (Augé, 1975),
pero se limita, una vez que volvió a su casa, a no estudiar ot.ra
La antropología vuelve de los trópicos cosa que los más superficiales aspectos del metro (Augé, 1986)
o del jardín del Luxembu rgo. Un MarcAugé simétric o estudia-
Cuando la antropología vuelve de los trópicos para reunir- ría, no algunos grafitis de los muros de los corred ores de los
se con la del mundo moderno qu e la espera, lo hace primero metros, sino la red sociotécnica del mismo metro , tanto a sus
con precaución, por no decir con pusilanimidad. En primer lu- ingen ieros como a sus conductores, sus dirigentes y sus clien-
gar, cree que no puede aplicar sus métodos sino cuando los oc- tes, el Estado patrón y todo el resto. Simplemente, haría en su
cidentales confunden los signos y las cosas a la manera del pen- casa lo que siempre hi zo allá. Al volver a su lugar, los etnólogos
samiento salvaje. Por lo tanto, buscará lo que más se parece a no pueden limitarse a la periferia; de no ser así, siempre asimé-
sus terrenos tradicionales tal y como los había definido la Gran tricos, tendrían audacia para los otros y timidez para consigo
División exterior. Por cierto , tiene que sacrificar el exoti smo, mismos.
pero el precio que debe pagar es aceptable, porque mantiene Sólo, para ser capaz de esa libertad de movimiento y de to-
su distancia crítica no estudiando más que los márgenes, las no, hay qu e poder contemplar con los mismos ojos las dos
fracturas, y el más allá de la racionalidad. La medicina popular, Grandes Divisiones , y considerar a ambas como una definición
150 BRUNO LA.TOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 151

particular de nuesu·o mundo y de sus relaciones con los otros. cesidades de la política o de la moral (Traweek, 1988). Sin em-
Esas Divisiones, empero, no nos definen mejor a nosotros que bargo, a los ojos del observador, esta separación nunca es bien
a los otros; no son un instrumento de conocimiento como tam- visible, o no es más que el subproducto de una actividad mu-
poco la única Constitución o la única temporalidad moderna cho más mezclada, de un bricolage de laboratorio. Sus infor-
(véase más arriba). Por lo tanto, hay que soslayar las dos Divi- madores pretend en que tienen acceso a la naturaleza, pero la
siones a la vez, sin creer ni en la distinción radical de los huma- emógrafa ve con claridad que no tienen acceso más que a una
nos y los no humanos entre nosotros ni en la superposición to- visión, a una representación de la naturaleza (Pickering, 1980).
tal de los saberes y las sociedades entre los otros. Esta tribu, com o la precedente, proyecta sus categorías socia-
Imaginemos a una etnó loga que viaja a los trópicos expor- les sobre la naturaleza pero , cosa nueva, pretende no haberlo
tando la Gran División interior . A su manera de ver, el pueblo hecho. Cuando la etnóloga explica a sus informantes que no
que estudia confunde constantemente el conocimiento del pueden separar la naturale za de la representación social que
mund o -que como buen occidental el investigador posee po r se han hecho, éstos se escanda lizan o no la comprenden.
ciencia infusa-y las necesidades del funcionamiento social. La Nuestra etnóloga ve justamen te en ese furor y esa incompre-
tribu que la r ecibe, pues, no tiene más que una visión del mun- sión la prueba misma de su obsesión moderna. El monismo en
do, más que una representación de la naturaleza. Para retomar el qu e ahora ella vive -los humanos están para siem pre mez-
la famosa expresión de Mauss y Durkheim, esa tribu proyecta clados con los no human os- les resulta intolerable. Porrazo-
sus categorías sociales sobre la naturaleza (Durkheim, 1903). nes sociales, infiere nuestra etnóloga, necesitan una actitud
Cuando nuestra etnóloga explica a sus informantes que debe- dualista .
rían separar más cuidadosamente el mundo tal cual es de la re- Sin emb argo, su doble conclusión es inexacta porque escu-
presentación social que se dan de él, éstos se escandalizan o no chó mal a sus informantes. El objetivo de la antropología no es
la comprenden. La etnóloga ve en ese furor y ese malentendi- escandalizarse dos veces o suscitar dos veces la incomprensión .
do la prueba misma de su obsesión premodema. A ellos, el dua- La primera vez, exportando la Gran División interior e impo-
lismo en el que vive -los humanos de un lado, los no huma- niendo el dualismo a culturas que lo negarían, la segunda anu-
nos del otro, los signos de un lado, las cosas del otro- les lando la División exterior e imponiendo el monismo a una cul-
resulta intolerable. Por razones sociales, infiere nuestra etnó- tura, la nuestra , que lo negaría absolutamente. La antropología
loga, esa cultura necesita una actitud monista. "Nosotros trafi- soslaya por completo la cuestión y transforma las dos Grandes
camos con nuestras ideas, ellos hacen el tesoro." Divisiones no ya en lo que describe la realidad -tanto la nues -
Pero supongamos ahora que nuestra etnóloga vuelve a su tra como la de los otros- sino en lo que define la manera par -
país tratando de suprimir la Gran División interior. Y supon- ticular, que tienen los occidentales de establecer sus relaciones
gamos que, por una serie de azares felices, se pone a hacer el con los otros. Hoy podemos soslayar esta manera particular por-
análisis de una tribu entre otras, digamos una de investigado- que el desarrollo mismo de las ciencias y las técnicas nos impi-
res científicos o de ingenieros. La situación resulta invertida, de ser totalmente modernos. Claro que a condición de imagi-
porque ahora aplica las lecciones de monismo aprendidas en nar una antropología un poco diferente.
el periplo precedente. Su tribu de sabios pretende que, al fin
y al cabo, eUa separe bien el conocimiento del mundo y las ne-
152 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 153

No hay culturas ¿Cómo es posible no hacer una diferencia radical entre la natu-
raleza universal y la cultu ra relativa? Pero la noción misma de cul,.
Supongamos que, totalmente vuelta de los trópicos, la antro- tura es un artejactocreadopor nuestra puesta entreparéntesis de la na,.
pología se pone a ocupar una posición tres veces simétrica: ex- tural.aa. Sin embargo, así como no hay una naturaleza universal,
plica en los mismos términos las verdades y los errores -es el pri- tampoco hay culturas diferentes o universales. Sólo hay natura-
mer principio de simetría-; estudia a la vez la producc ión de lezas-culturas , y son ellas las que ofrecen la única base de com-
humanos y de no humanos -es el principio de simetría genera- paración posible. No bien tomamos en cuenta tanto las prácti-
lizada- ; por último, ocupa una posición intermediaria entre los cas de mediación como las de purificación, nos percatamos de
terrenos tradicionales y los nuevos, porque suspende .toda afir- que así como los "otros" no superponen totalmente los signos y
mación sobre lo que distinguiria a los Occidentales 6 de los Otros. las cosas, los modernos tampoco separan a los humanos de los
Por cierto, pierde el exotismo, pero gana terrenos nuevos que le no humanos (Guille-Escuret, 1989).
permiten estudiar el dispositivo central de todos los colectivos, Ahora puedo comparar las formas de relativismo según to-
incluidos los nuestros. Pierde su apego exclusivo solamente a las men o no en cuenta la construcción de las naturalezas. El rela-
culturas -o solamente a las dimensiones culturales-, pero ga- tivismo absoluto supone culturas separadas e inconmensurables
na las naturalezas, lo que carece de precio. Las dos posiciones que ninguna jerarquía puede ordenar. Resulta inútil hablar de
que localicé desde el comienzo de este ensayo -aquella que el esto, porque pone entre paréntesis a la naturaleza. Para el rela-
etnólogo ocupaba sin esfuerzo, y aquella que el analista de las tivismo cultural, más su til, la naturaleza entra en escena, pero
ciencias buscaba con tanto trabajo- ahora son superponibles. para existir no supone ninguna sociedad, ninguna construc-
El análisis de las redes tiende la mano a la antropología y le ofre- ción, ninguna movilización, ninguna red. Por tanto, es la natu-
ce el lugar central que había preparado para ella. raleza revisada y corregida por la epistemología, para quien la
La cuestión del relativismo ya se vuelve menos dificil. Si la práctica científica siempre permanece fuera de campo. En es-
ciencia concebida a la manera de los epistemólogos tomaba in- ta tradici ón, las culturas se distribuyen entonces como otros tan-
soluble el problema , basta, como a menudo, con cambiar la con- tos puntos de vista más o menos precisos sobre esa naturaleza
cepción de las prácticas científicas para que se desvanezcan las única. Algunas socie dades la ven "como en una nube ", otras en
dificultades artificiales. Lo que la razón complica, las redes lo una bru ma espesa, otras con buen tiempo. Los racionalistas in-
explican. La particularidad de los occidentales es haber impues- sístirán en los aspectos comunes de todos esos puntos de vista,
to por Constitución la separación total de los humanos y los no los relativistas en la deformación irresistible que las estructuras
humanos -Gran División interior-y haber creado así artificial- sociales imponen a todas las percepciones (Hollis y Lukes, 1982).
mente el escándalo de los otros. "¿Cómo es posible ser persa?" 7 Los primeros serán derrotados si se puede mostrar que las cul-
turas no superponen sus categorías; los segundo s se debilitarán
6 Como cualquier otro gentilicio , occidenta les se escri be en francés con si se puede probar que sí se superponen (Brown, 1976).
mayúscula. En este caso he preferido conse rvarla para mantene r la diferen- En la práctica, sin embargo, no bien la naturaleza entra en
ciación con Otros. [T.] j uego sin ser vinculada con una cultura particular, lo que siem-
7
La expresión remite a las Carias pmas de Mon tesq uieu, y se utiliza iró-
n icamen le para subrayar la incomprensión de que es víctima una persona
pre se emplea en secre to es un tercer modelo, el del universa-
ajena a un gropo social determinado. [T.) lismo que yo llamaría "partic ular" . Una de las sociedades - y
154 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 155

FtGUP.A12
siempre es la nuestra- define el marco general de la naturaleza
respecto del cual están situadas las otras. Es la solución de Lévi-
Strauss, al distinguir una sociedad occidental que accedería a la
naturaleza, y esa naturaleza misma sería conocida por nuestra
sociedad. La primera mitad del argumento permite el relativis-
mo modesto -no somos más que una cultura entre otras-, pe-
ro la segunda permite el retomo subrepticio del universalismo
RELATIVISMOABSOLUTO RELATIVJSMOCULTURAL
arrogante: somos por completo diferentes. Sin embargo, según Culturas sin jerarqufa ni contactos. ,odas la naturaleza está presente pero fuera de
Jnc.onmensurables.fa naturaleza esta las culwras.éstas tiene un punto de
la manera de ver de Lévi-Strauss, no hay contradicción entre las eno-e paréntesis. vista .mso menos especifico sobre ella.
dos mitades, porque justamente nuestra Constitución, y ella so-
la, permite distinguir una sociedad A hecha de humanos y una >oclc<ladA
Polo so<i«l>d
sociedad A(bi,s) compuesta de no humanos, ¡pero alejada para ----,.___,, (t<><icd.,c!} Polo n:awr,,le,::,

'W
B
siempre de la primera! Hoy la contradicción sólo aparece a los
ojos de la antropología simétrica. Este último modelo es el fon-
do común de los otros dos, digan lo que digan los relativistas, que
jamás relativizan otra cosa que las culturas. ANTROPOLOGÍA SIMÉTRICA
UNIVERSALISMOPARTICULAR
Los relativistas jamás convencieron a nadie de la igualdad Una de las culru ras {A) ~ un acce.so Todos los c.olectivoscoo.sti<uyen
privilegiado a la naturaleza, lo que la pone y culturas, lo üníco que varia
natur.a.lez:as
de las culturas,justamente porque sólo las consideran a ellas. aparte de! reno. es la dimensión de la movilin.ci6n.
¿Y la naturaleza? A su juicio, es la misma para todos porque la
ciencia universal la define. Para escapar a esa contradicción
deben entonces o bien limitar todos los pueblos a una simple La solución aparece al mismo tiempo que se disuelve el ar-
representación del mundo o encerrarlos para siempre en la pri- tefacto de las culturas. Todas las naturalezas-culturas son seme-
sión de sus sociedades (Wilson, 1970); o bien, a la inversa, re- jantes en el hecho de que construyen a la vez los seres huma-
ducir todos los resultados científicos a simples productos de nos, divinos y no humanos. Ninguna vive en un mundo de signos
construcciones sociales locales y contingentes para negar toda o de símbolos arbitrariamente impuestos a una naturaleza ex-
universalidad a la ciencia (Bloor, 1982; Bloor, 1983). Imaginar terior conocida únicamente por nosotros. Ninguna, y menos
a miles de millones de hombres encarcelados en visiones de- aún la nuestra, vive en un mundo de cosas. Todas distribuyen
formadas del mundo desde el amanecer de los tiempos es tan lo que llevará signos y lo que no los llevará (Claverie, 1990). Si
difícil como imaginar los neutrinos y los cuásares, el ADN y la hay una cosa que todos hacemos igual es realmente constrUír
atracción universal como producciones sociales tejanas, ingle- a la vez nuestros colectivos humanos y los no humanos que los
sas o borgoñesas. Las dos respuestas son tan absurdas una co- rodean. Algunos, para constituir su colectivo, movilizan ante-
mola otra, y por eso los grandes debates del relativismo nunca pasados, leones, estrellas ftias y la sangre coagulada de los sacri-
conducen a ninguna parte. Es tan imposible universalizar la na- ficios; nosotros, para construir los nuestros, movilizamos la ge-
turaleza como reducirla al marco estrecho del relativismo cul- nética, la zoología, la cosmología y la hematología. "Pero son
tural solamente. ciencias", exclamarán los modernos, horrorizados de esa con-
156 BRUNO lATOU R NUNCA FUrM.OS MOD ERNOS 157

fusión, "no pueden sino escapar en tod a la me dida de lo posi- tra Constitución la que atri buye a un coajunco de entidades el
ble a las representaciones de la sociedad". Sin emba rgo, la pre- pape l de no hum anos, a otro conjunto el de ciudadan os, y a un
sen cia de las ciencias no basta para ro mpe r la simetría, y ése es tercero la función de un Dios árbitro e impotente. En sí misma ,
el descu bri mient o de la antropología comparad a. Del re lativis- esta Con stitución no nos pone ya aparte de los otros, porq u e se
mo cultural pasamos al relativismo "narural". El primero con- aña de a la larga lista de los rasgos diferencial es que componen
du cía a insensa teces , el segu ndo va a permitirnos recup erar el la antropología comparada. Con esto podría hacerse u n conjun -
sentido común. to de fichas en la gran bas e de dato s del laboratorio de antropo-
logía social del Colegio de Francia, al que sólo convendria r~
bautizar Human and Non-Human RelaturnsArea Files.
Dife rencias de tamaño En nuestra distri buci ón de las entidades a geometría varia-
ble, som os tan difer entes de los achu ar como ellos lo son de los
Pero no por ello está resuelta la cuestión del relativismo. Úni- tap irapé o de los arap esh. Ni más ni men os. Sin embargo, tal
camente la con fusión nacida de la pue sta entre par énte sis de la comp aració n no respetar ía sino la producción coajunta de una
naturaleza se encuentra elimina da por el momento. Ahora nos na tural eza y una sociedad , sólo uno de los aspectos de los colec-
en contram os ante prod uccio nes de naturalezas-culturas que lla- tivos. Satisfaría nuestro espíri tu de justi cia pero, po r dife rent es.
maré colectivos, para record ar bien que son tan d iferent es de la camino s, caería en el mismo defecto que el re lativismo absolu-
sociedad de los sociólogos -los hombres-e ntr e--ellos- como de to porq ue dero garí a de inmediat o las difer en cias h aciéndol as
la naturaleza de los ep istemólogo s: las cosas-en-sí. A la manera todas igualment e diferentes. No permitiría da r cuenta de es~J
de ver de la antropología comp arada , esos colectivos son todos otro aspec to qu e persigo desd e el comienzo d e este ensayo, la
semejantes, lo he dicho , en el hecho de que distribuyen a la vez amplitud de la movilización, amplitud que -es a la vez la cons e-
los futuros elemen tos de la naturaleza y los futuros elementos cue ncia de l modernis mo y la causa de su fin.
del mundo social. Nadie oyó hablar jamás de un colecti vo que O curre gue el principio de simetría no tiene solamente por
no movilizara en su com posición el cielo, la tiena, los cuerpos, o bjeto establecer la iguald ad -és ta no es más que el medio de
los bienes, el derecho, los dioses, las almas, los antepasados, las regular la balanza en el punto cer o- sino registrar las difere n-
fuerzas, los an imales, las cre enci as, los seres de ficción ... Tal es cias, vale decir, al fin y al cabo, las asimetrías, y comprender los '
la vieja matriz antr opológica, aquella que jamás aband onarn os. medios prácticos que permiten qu e los colec tivos se dominen
Pero esta matri z común no defin e más que el punto de par- unos a otros. Aunqu e semeja ntes po r la coproducción, tod os
, tida de la an tropol ogía comparada. En efecto, todos los colecti- los colectivos difieren por el tamaño. En el com ienzo del pesa-
·vos son bastante difere ntes en la distribución que hac en de los je, una central n ucl ear, un agujero en la capa de ozono , un ma-
seres, en las propi edades que les atribuyen, en la movilización pa del genoma humano, un meu ·o sobre neumáticos, una red
que creen aceptabl e. Estas diferencias form an otras tantas pe-- de satélites , un cluster de galaxias no pesan más que un fuego
que ñas divisiones sin que ninguna Gran División sea ya visible. de made ra, el cielo que puede caern os sobre la cabeza, una ge-
Entre estas pequeñas divisiones, existe una que ahora sabemos nea logía, una carreta, espíiitus visibles en el cielo o una cosmo-
rec onoce r como tal y que distingue la versión oficial de ciertos gonía . En tod os los casos, esos cuasi-objetos , por sus trayect~
segmentos de ciertos colectivos desde hace eres siglos. Es nues- rias vacilantes, trazan a la vez formas de naturaleza y formas de
158 BRUNO U.TOUR NUNCA flJJ MOS MODERNOS 159

sociedades. Pero al final del pe saje, el primer lote dibuja un co- de la espiral, la amplitud de los reclutamientos que va a susci-
lectivo muy disúnto qu e el segu ndo . Esas diferen cias deb en ser tar, la distancia cada vez mayo r donde va a recluta r a esos seres
; reconocidas de igual modo. qu e carac teriza n las cienc ias mo de rnas, y no algú n corte epis-
- . Para decirlo de un a manera gráfica, esas diferenc ias son de temo lógico que romperí a p ara siemp re con su pasad o pre cien -
tamaño, en los dos sentidos de la palabra. Son important es -y tífico{Los saber es y los p oderes modernos no son dife ren tes en
el error del relativismo es igno rar lo- , pero justamente sólo son el he cho de qu e escapa rían a la tiranía de lo social, sino en que
de tamaño -y el err or del universalism o es convertirlas e n una añaden muchos más híbridos para reco mpo ner el lazo socia l e
Gran División. Los colectivos son todo s semejant es, salvo la di- increm en tar mucho más su escala f No sólo la bomba de aire,
mensión, como las vueltas sucesivas de una misma espiral. Que sino tamb ién los microbios, la elec trici dad, los átom os, las es-
hagan falta antepasados y estrellas fijas en uno de los círculos, trellas, las ecuacion es de segundo grado , los aut óma tas y los ro-
o genes y cuásares en otro más excéntrico se expli ca por la di- bots, los molinos y los pistones , el inconscien te y los neur otran s-
men sión de los colectivos con que uno cuenta. Muchos más obje- misor es. \Qada vez, un a nue va traducción de cuasi-objetos vuelve
tosexigenmuclwsmás sujetos.Mucha más .subjetividadrequieremucha a lanzar la redefinición del cuerpo social, de los sujetos como
más objetividad. Si ustedes qui ere n a Hobbes y sus descendi en- objeto s. 1Las ciencias y las técni cas, en tre nosotr os, no reflejan
tes, necesitan a Boyle y los suyos. Si qu ieren el Leviatán, nec esi- más la socied ad de lo que la naturale za re fleja las estru cturas
tan la bomba de aíre . Eso permite respetar a la vez las diferen- sociales entr e los otros . No se trata de un j ueg o de espejos. Se
cias (las volutas son realm ent e de otra dimensió n) al tiempo que trata de construir los colectivos mismos en escalas cada vez ma-
se respetan las similitudes (todo s los colectivos mezcl an de la yores . Hay en verdad diferen cias de tama ño. No hay diferen-J
:in_ismaman era las entida des humanas y no hu manas). Los rela- cias de naturaleza, y mucho menos de cultura .
tivistas que se esfuerzan por poner a todas las cultu ras en un pie
de igualda d , haciendo de ellas codificaciones todas igualmente
arbitrarias de un mundo natural cuya producción nad a exp lica, La jugada d e Arquímedes
no logran resp etar los esfuerzos que hacen los colectivos para
dominarse unos a otros. Y, por el otro lado, los universalistas son El tamañ o relativo de los cole ctivos va a mo dificarse profun -
incapaces de comprender la fraternidad profunda de los colec- damente por el recl utam iento de un tipo par ticu lar de no hu-
tivos, porque están obligad os a ofrec er el acceso a la naturaleza manos. Para comprender esta variación de tamaño, ningún em-
sólo a los occidentales y en cerrar al resto en socieda des de las ble ma es más impa ctante qu e la exp erien cia impo sible que nos
que no se escaparán a men os que se vuelvan científicos, moder- narra Plu tarco y que, según la exp resión de Michel Authier,
nos y occide ntalizados. con stituye el "canon del sabio" (Authier, 1989):
Las cien cias y las técnic as no son notables porque son ver-
daderas o eficaces -esas pr opiedad es les son dadas por añad i- Arquímedes había escrito a1 rey Hierón, su parient e y amigo,
dura y por razone s muy diferentes de las de los epis cemólog os que con una fuerza determinada es posible mover un peso da-
(Latour, l 989a) - , sino p orque multiplican a los no humanos do, y se dice que, muy orgulloso del vigor de su demostración ,
reclutado s en la fábrica de los cole ctivos y vuelven más ínti ma declaró que, si tuviera otra Tierra a su disposición, podría le-
la comun ida d que formamos con esos ser es. Son la extensió n vantar a ésta, una vez que pasara sobre la otra. Hierón, mara-
160 BRUNO LATOU R NUNCA FUIMOS MODE RNOS 161

villado, le rogó que pusiera su teoría en prá ctica y que le mos- apl icación de tamaño natural , él añ ade un segun do, más deci -
tra ra una gran masa puesta en movimiento por una pequeñ a sivo todavía:
fuerza. Entonces [Arq uímedes) hizo llevar a tierra, a costa de
grandes esfuerzo s de una num erosa mano de obra, una nave Arquíme des ten ía un espíritu tan elevado y profundo , y hab ía
de transpone de tres mástiles de la marina real; hizo sub ir a adquirido un tesoro de observaci one s cientí ficas tan rico, que
una gran cantid ad de hombre s, ade más del cargamento habi- sobr e las invenciones que le valieron el renom bre y la rep uta-
tual, y, sentado a distancia, sin esfuerzo, con un gesto tranq ui- ció n de un a inteligenci a no hu mana sino divina no quiso de-
lo de la mano, accionó una máq uina con varias poleas, de ma- jar ningú n escrito; él con sideraba a la mecáni ca y en gene ral
nera que movió la nave haci énd ola deslizar, sin sacudidas, a todas las artes que concie rnen a las nece sidades de la vida
como si corrie ra sobre el ma r. El Rey, estup efacto y compr en- com o viles oficios manu ales, y con sagró su afán solamente a
diendo el pode r de la ciencia [de la técnica] , instó a Arqu íme- los objet os cuya bell eza y excele ncia no están mezclados con
des para que construy era máquinas, a los fines de todo tipo de ningun a neces idad materia l, que no pueden ser comparados
sitio, ya sea para la defensa , ya para el ataq ue ( Vie de Mar cellus, con otro s, y en los cual es la demos tración rivaliza con el suje-
trad. de Amyot, La Pléiad e). - to, y do nde éste sumini stra la grand eza y la bellez a, y aquélla
una exacúrud y una potencia sobren atural.
Arq uímedes invierte no sólo las relacion es de fuerza p or in-
termedio de la polea compu esta, sino que tambié n inviert e las La dem ostra ción mat emá tica sigu e sien do in conmensura-
re lacio ne s políticas ofrec iendo al Rey un mecanismo re al para b le con los vi.les oficios man uales, la política vulgar, las simples
hacer a un hombre físicamente más fuerte que u na mul titud . aplicaciones. Arquímed es es divino; el pod e~ de las mate máti-
- Hasta ahora, el sobera no rep resentab a re almente a la mult itud cas, sobrenat u ral. Todo resto de composición, de con exión , de
:_je la que era el pona voz, per o no por ello era más fuer te . Ar- alia nza , de unión entre los dos momentos ahora se borra . Has-
químedes procu ra al Leviatán otr o principi o de compo sición, ta los esc ritos deben d esapa recer sin dejar huellas . El primer
transformando la relación de repre sentación po lítica en una mo men to pro ducía un híbrido desc onoc ido grac ias al cual el
relación de proporción mecánica . Sin la geo metría y la está ti- más débil se convierte en el más fuer te por la alia nza que esta-
( ca, el soberano debería tran sigir con fue rzas soci ales qu e lo do- blecía entre las formas de la políti ca y las leyes de la pro por-
\.minan infini tamente. Pero si al solo juego de la represen tación ción. El segu ndo mo mento purific a y vuelve incomp ara bles la
política añad imos la palan ca de la técnica , ento nces pod em os política y la ciencia, el impe rio de los ho mbres y el empír eo de
volvemos más fue rtes que la multitud, atacar y defendemo s. No las mate mátic as (Serr es, 1989b). El punto arquim edia no no de-
es asombroso que Hierón esté "estupefact o por el pod er de la be bu scarse en el primer mo ment o, sino en la conjunci ón de
técn ica". Has ta ahora, no hab ía pensad o en re unir el pod er po- ambos : ¿cómo hacer polít ica po r medios nue vos que de pron-
lítico y la pol ea compuesta (Latour, 1990a). to son men surables con ella, nega ndo toda uni ón entre activi-
Pero la lección de Pluta rco es más completa. A ese prime r dades in conmensurabl es de man era abs oluta? El balance es do-
momento por el cua l Arq uímedes to ma mensurable la fuerza bleme nte pos itivo: Hi erón defiend e Siracusa con máq uinas qu e
(fisica) y la fuerza (políti ca) graci as a la relación de prop orción uno sabe dimens ion ar, el cole ctivo aumen ta en la misma m edi-
en tre lo p equeñ o y lo grande, entre el mo delo redu cido y la da, pero el origen de esta varia ció n de escala, de esa conm en-
162 BRUNO UT OUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 163

surabil idad, desaparece para siempre, dejando el em p íreo de las naturalezas-culturas-la vieja matriz antropológica-y la d i-
las cienci as com o un rec urs o de fuerzas frescas, siem pr e dispo- ferencia de tamaño, la amplitud de la movilización de esos co-
-. ni bles, jamás visibles. Sí, la ciencia es sin dud a la p olít ica por lectivos. En efecto , el tamaño está vincu lad o, varias veces lo in-
otros medio s, med ios que sólo tiene n fuera po rque son radi - diqué, con la Cons tituci ón mo de rna. Precisamen te por que la
calment e distintos. Cons tituc ión garantiza que los cuasi-objetos será n abso luta e
Al conocer la jugada de Arquímedes -o más bien de Plu- irreversibleme nte transformados en objetos de la naturaleza ex-
tarco-, localizamos ese punto de entrada de los no humanos terior o en sujetos de la sociedad , la mo vilización de esos cuasi-
en la misma fábri ca de lo colectivo. No se trata de ir a buscar objetos puede adopta r una am plitud descono cida h asta ent o n-
cómo la geom etrí a "refleja" los interese s de Hierón, o cóm o la ces. La antro pología simétri ca, pues, debe ha cer justicia a esa
sociedad de Siracusa "resulta obligada" po r las leyes de la geo- particula ridad , sin añ adirle ningún cort e epist emol ógico, nin-
me tría . Un nu evo colectivo se constituye reclutando la geom e- guna Gran División metafisica, nin guna diferencia entre socie-
tría y negando que lo hizo. La socied ad no puede exp licar la dades pr elógic as y lógicas, "frías" y "calientes" , entre un Arqu í-
geo me tría , po rq ue es una socied ad nu eva, "con geo metria", la medes que se mezcla en política y un Arq uún edes divino, con
que comienza a defender contra Marcelo las murall as de Síra- la frente inmersa en el Cielo de las Ideas . Tod a la dificultad del
cusa. La socied ad "con poder políti co" es un art efacto obteni- ejemplo es engendrar el máximo de diferencias por el mínimo
do por eliminac ión de las murallas y de las palancas , de las po- de medi os (Goody, 1979; Latour, 1985) .
leas y de las espa das, de igual modo que el con tex to social del Los modernos re almente difieren de los premodernos en el
siglo >..'VIIinglés no era obt en ido sino por la extirpación previa he cho d e que se nie gan a pensar los cuasi-objetos com o tales.
de la bomba de aire y de la física naciente. Sólo cuando quita- Los híb rido s ofre cen a sus ojos el h orr or que hay que evitar a
mo s los no humano s mezclados por lo colectivo , el residu o, que cualqui er pre cio por u na purificación incesan te y maníaca. Por
llamamos la sociedad, se vuelve incomprensible. Ni su tamaño sí s?la, esa diferen cia en la representación constitucion al imp or-
ni su dur eza n i su duració n tien en ya razón de ser. Tanto da sos- tana bastante poco porque no bastaría para poner a los moder-
tener el Leviatán únicamente con los ciudadanos desnudos y el n os apa rte de los otr os. Tantos colectivos, tan tas repr esen tacio-
contrato social, sin la bomba de aire, sin la espad a, sin el ace- nes. Pero la máqui n a de crear d ifere ncias es desencadenada po r
ro, las núnutas, las comp utadoras, los expedientes y los palacios ese rech azo a pensar los cuasi-objetos po rque acarr ea la prol ife-
(Callon y Latour, 1981; Stru m y Latour, 1987; Latour , 1990b). rac ión nueva de cierto tipo de ser: el objetoconstructorde wsocial,
El lazo social no se sostiene sin los objetos que la otra rama de expu lsado del mundo social, atribuye a un mundo trascendente quesin
la Constitución permite a la vez movilizar y volver para siempre embargono es divino, el que,por contraste,produce un sujetojlatante
incon mensurab les para el mundo social. portadm de derechoy moralidad.La bomba de aire de Boyle, los mi-
crobios de Pasteur , la polea compuesta de Arquímedes son ta-
les objet os. Esos nuevos n o h um ano s posee n propiedades mila-
Relativismo absoluto y relati'Vismo relativista grosas porque son sociales y asociales a la vez, productores de
naturalezas y construc tores de sujetos. Son los tricksters de la an-
Sin embargo, la cuestión del relativismo no está cerrada, ni tropología compara da. Por esa brecha , las cienc ias y las técnic as
siquiera si tenemos en cuenta a la vez la similitud profunda de van a hacer irrupción de manera tan misteriosa en la sociedad
164 BRUNO lATOUR NUNCA FUIMOS MODERl'l"OS 165

q ue ese milagro va a forzar a los occidentales a considerar- tación ya no se comprende nada más de la misma noción de
se como tota men te distintos de los otros. El prim er milagro mensurabilidad. Olvidan todavía más el eno rme trabajo de los
engendra un segundo -¿por qué los otros no hacen otro occidentales para "tomar la medid a" de los otros pueblos ha-
tanto?, después un tercero - ¿po r qué somos tan excepc io- ciéndolos mensurab les y creando, a través del hierro, el saber
nales? Es ese rasgo e l que, por cascad a , va a eng endr ar todas y la sangre , patrones de medida que no existía n antes.
las pequeñas diferenci as, las que van a resul tar recogidas, re- Pero para compre n der ese trabajo de la medid a conviene
sumidas y amplifi cadas por el gran relato del occidenta l redoblar el sustantivo co n el adjetivo. El relativismo relativista
aparte desde la raíz de todas las culturas. vuelve a ofrecer la comp atibilidad que se creía perdida. Repa-
Una vez inventariado ese rasgo, y de ese mod o soslayado, el ra con el adjetivo la tonte ría aparente del sustantivo. Por cier-
relativismo no ofrece ya dificultades mayores . Nada impide vol- to , debe abandonar por el camino lo que constituía el argu-
ver a abrir de nuevo la cuestión del encad enamiento de los co- mento común tanto de los uni versalistas como de los prim eros
lectivos defini endo dos relativismos hasta entonces conf undi- relativistas, quiero decir el absoluto. En vez de detenerse a m i-
dos. El primero es absoluto , el segundo rel ativo. El primero tad de camino, continúa hasta el fina l y encuentra, en form a
encerraba las culturas en el exotismo y la extrañeza, porque de trabajo y de montaje , de prácticas y de controversia, de con -
aceptaba el pu n to de vista de los universalistas al tiempo que se quista y de dominación, el encadenamiento. Un poc o de rela-
negaba a adherirse a ellos: si no existe ningún instrumen to de tivismo aleja de lo universal; mucho lo restituye, pero es un uni -
medida común, única y trascendental, entonces todos los len - versal en re d que ya no tiene propi edades misteriosas.
guajes son int raducibles, todas las emocion es del corazón inco- Los unive rsalistas definían una sola jerarquía. Los relativis-
municab les, todos los ritos respetables por igual, todos los pa- tas abso luto s las igualaban tod as. Los re lativistas relativistas, más
radigmas inconmensura bles. Sobre gu stos no hay nada escrito. modesws pero más empiristas, muestran con ayuda de qu é ins-
Mientras que los universali stas afirman que ese patró n común trume ntos y qué caden as se crean asim etrías e iguald ades,je-
existe sin lugar a dudas, los relati vistas absolutos se regocijan rarq uías y diferencias (Callon, 1991). Los mundos no aparecen
de que no haya ni nguno. Salvo la euforia, todos están igual- mensurab les o inconmen surables sino a aquellos que se ape-
men te de acuer do e n afirma r que Ja referencia a algún patró n gana las medidas graduadas. Pero todas las medidas , tanto en
absoluto es ese ncial en su dispu ta. ciencia dura como en ciencia blanda, también son medidas
Lo anterior implica hacer mu y poco caso de la práctica y de mensurantes, y éstas construyen una mensurabilidad que no
la misma palabra de relativismo. Establec er relaciones; volver ex.istía antes de su puesta a punto. Ninguna cosa es por sí mis-
mensu rable; regular instrumentos de medida; instituir cadenas ma reductible o irreducti ble a ning una otra. Jamás por sí mis-
me tro lógicas; redactar diccionario s de corres pondencias; dis- ma sino siempre por intermedio de otra que toma su medida y
cutir acerca de la compatibilidad de las normas y los estánda- se la da. ¿Cómo p retender que los mundos son intradu cibles,
res; extender redes calibradas; montar y negocia r los valoríme- cuando la tradu cción es el alma misma de sus encadenamien-
tros, ésos son algunos de los sentido s de la palabra relativism o tos? ¿Cómo decir qu e los mundos están disper sos, cuando no
(Latour, 1988c). El relaúvismo absoluto, como su hermano ene - dejamos de totaliza rlos? La misma antropologí a, ciencia entre
mig o el racionalismo , o lvidan que los jnstrumemos de medida muchas otras, red entre muchas otras, participa en ese tra bajo
deben ser montados y que al olvidar el trabajo de la insuumen- de encadenamiento, de construcc ión de catálo gos y de museos,
166 BRUNO LATOUR NUNCA fUIMOS MODERNOS 167

de envío de misiones, de exped iciones e investi gadore s, de ma- rá esta delecta ción morosa a estar en crisis perpetua y a termi -
pas, de cuestionarios y ficheros (Copans y Jamin, 1978; Fabian, nar la historia ? ¿Por qué nos gusta transforma r en dramas gi-
1983; Stocking , 1986). La etnología es una de esas medidas gantes cos las pequeñas diferen cias de tamaño entre colecti vos?
mensurantes que res uel ven prácticamente la cue stió n del rela- Para soslayar por completo el pathos mod erno que nos im -
tivismo construy en do, día tras día, cierta men sura bilidad. Si la pide reconoc er la frate rni dad de los colectivo s, y por tanto vol-
cu estión del rel ativismo es insoluble, el relativi smo relativis ta ver a seleccion arl os con libertad, es necesari o que la antrop o-
-o, para decirlo con más elegancia, el relací onismo-- no ofr e- logía compar ada mida preci same nte esos efectos de tamaño .
ce dificultades de principio. Si dejamos de ser modernos por Ahora bien, la Cons titución mod erna oblig a a confundir los
completo, se conve rtirá en un o de los recu rsos esenci ales para efectos de dimensionamiento de nuestros colectiv os con sus
relacionar los colectivos que ya no se tratará de moderni zar. causas, que no podría co mprender sin dejar de ser eficaz.
Servirá de arganonpara la negoc iación plan etaria sobre los uni- Asombrados con razón por el tamaño de los efe ctos, los moder-
versales rela tivos que constru imos a tientas. nos creen qu e nece sitan cau sas prodigiosas. Y com o las úni cas
causas que la Constitución reconoce son en efec to milagro sas,
porque están inverú das , es muy necesario que se imaginen di-
Pequeños errores sobre el desencanto del mundo ferente s de la humanid ad ordinaria. Un mutante con frente
grande, en eso se convierte en sus manos el occ idental des arrai -
Nosotr os somos muy dif ere ntes de los otros, pero esas dife-- gado, aculturizado, ameri canizado , racion alizado, científizado,
rencias no deben estar situad as allí dond e lo creía la cuesti ón tecnicizado. ¡Y cómo se ha llorado sobr e el desencanto del
ahora cena.da del relativism o. Como colecti vos, todos somos her- mundo! ¡Cuánto miedo se ha sentido con el pobre europe o
manos . Salvo la dimensión , d imensión a su vez causada por pe- ar rojado en un cosmos frío y sin alma, girando sobre una tie-
queñas diferencias en la distribución de las enti dades, podem os rra inert e e n un mundo desprovisto de sentido! ¡Cuánto nos
reconocer un gradiente continuo entre los pre y los no mod er- hemos estremecido ante el espectáculo del proletario m eca ni-
nos. Por desgra cia, la difi cultad del relativi smo no viene sólo de zado som etid o a la domin ación absoluta de un capitalismo téc-
la puesta entre paréntesis de la naturaleza . También viene de la nico, de una burocracia kafkiana, abandonado en el mism o me--
creencia con exa de que el mundo moderno está en realidad de- dio de los juegos de lenguajes, perdid o en el hormig ón y la
sencantado . No es sólo p or a rr ogan cia p or lo que los occidenta- fórmica! ¡Cómo hemo s compadecido al ch ofer que sólo deja
les se cre en radicalmente dis tintos de los otros, también p or de- su asient o para instalarse en el sofá frente al televisor, donde es
sesperación y autocastigo. Les gusta culti var miedo a prop ósito manipul ado por las fuerz as mediáticas y la sociedad de consu-
desu propi o destino. Sus voces tiemblan cuando se trata de opo- mo! ¡Cómo nos gusta llevar el cilicio del abs urdo y cómo go za-
ner los bárbaro s a los griegos, el Centro a Ja Periferia, celebrar mos tod avía más del sinsentido posmod erno !
la Muerte de Dios o la del Hombre, la Krisisde Europa, el impe- Sin emb ar go ,jam ás abandonamos la vieja matriz antropo-
rialismo, la anomia, o el fin de las civilizaciones, de las que aho- lógica.Jamás dejamos de construir nuestros co lecti vos con los
ra sabemos que son mor tales . ¿Por qué nos resulta tan gozoso material es mezclados de los pobres hum anos y los humildes no
ser en tal medi da diferent es no sólo de los otros sino de nu estro human os. ¿Cómo seríam os capaces de desen cantar al mund o,
propio pasado? ¿Qué psicólogo lo bastante sofisticado explica- cuando n uestros labora.torios y nuestras fábricas lo pu eb lan to-
BRUNO LATOUR NUNCAFUIMOSMODERNOS 169
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dos los días con centenares de híbridos más exóticos que los de en ningún caso designan las causas de esos mismos efectos. Son
ayer? La bomba de aire de Boyle, ¿es menos extraña que la ca- buenos sustantivos pero malos adjetivos y execrables adverbio s.
sa de los espíritus arapes h? (Tuzin , 1980). ¿Construye menos_la La ciencia no se produce de manera más científica que la técni-
Inglaterra del siglo xvn? ¿Cómo seríamos víctimas del reducc10- ca de manera técnica, que la organ ización de manera organiza-
nismo cuando cada sabio multiplica por centenares las nuevas da o la economía de manera económica. Los científi cos experi-
entidades para reducir algu nas? ¿Cómo seríamos rac iona liza- mentales, descendientes de Boyle, bien lo saben, pero en cuanto
dos, cuando seguimos sin ver mucho más lejos que la pune.a de se ponen a reflexionar sobre lo que hacen pronuncian las pa-
nuestra nariz? ¿Cómo seríamos materialistas, cuando cada ma- labras que los sociólogos y los epistemólogos , descendientes de
teria que inventamos posee propiedades nuevas que ninguna Hob bes, ponen en su boca.
materia permite unificar? ¿Cómo podríamos ser víctimas de un La paradoja de los modernos (y de los antimodemos) es ha-
sistema técnico total, cuando las máquinas están hechas de su- ber aceptado desde el comienzo explicaciones cognitivas o psi-
jetos y j amás llegan a terminar en sistemas un poco :stables ? cológicas gigantescas para explicar efectos de igual modo gi-
¿Cómo podríamos sentirnos helados por el soplo fno de las gantescos, mientras que en todos los otros campos científicos
ciencias , cuando ellas son cálidas y frágiles, humanas y contro- buscaban pequeñas causas para grandes efectos. El red uccio-
versiales, llenas de cañas que piensan 8 y de sujetos a su vez po· nismo jamás se aplicó al mundo moderno, ¡cuando se creía
blados de cosas? aplicarlo a todo! En efecto, en realidad es nuestra mitología
El error de los modernos sobre ellos mismos es bastante fá- imaginamos radicalmente distintos, antes incluso de buscar pe-
cil de comprender una vez que se restableció la simetría y que queñas diferencias y pequeñas divisiones. Sin em bargo, no bien
se toma en cuenta a la vez el trabajo de purificación y el de tra· desaparece la doble Gran División, esta micología se deshila-
ducción. Ellos confundieron los productos y los procedimien- cha con ella. En cua nto el trabajo de med iación es tom ado en
tos. Creyeron que la producción de racionalizac! ón bur~crá~- cuenta al mismo tiempo que el de purificación, la humanidad
ca suponía burócratas racionales; que la producc16n de c1e1~ ~1a ordinaria, la inhumanidad ordinaria, deben volver. Pero , para
universal dependía de sabios universalistaS; que la producc1on nuestra gran sorpresa, nos percatamos de que sabemos muy po-
de técnicas eficaces acarreab a la eficiencia de los ingenieros; co sob re lo que causa las ciencias, las técnicas, las organizacio-
que la producción de abstracción era a su vez ~bs~cta, que la nes y las economías. Abramos los libros de ciencias sociales y
de formalismo era a su vez formal. ¡Es como Sl d~era.mos que de epistemología, y veremos el consumo que hacen de los ad-
una refinería produce petróleo de manera refinada, o que una jetivos y adverbios "abstracto", "racional", "sistemático" , "uni-
lechería produce manteca de manera lechera! Las palabras versal", "científico", "organizado", "totaJ", "complejo". Busque-
ciencia, técnica, organiza ción, economía, abstracción, forma- mos aquellos que se esfuerzan por exp licar los suscantivos
lismo, universalidad designan muchos efectos reales que en ver- "abst rac ción", "racio nali dad", "sistema ", "universal" , "ciencia",
dad debemos respetar y de los que debemos dar cuenta . Pero "organización", "totalidad", "complej idad", sin emplear jamás
los adverbios y adjetivos precedentes, y tendremos suerte si
8 Referencia a uno de los pensamientos de Pascal : ~El hombre no es más
encontramos una docena. Paradójicamente, sabemos más so-
que una caña, la más frágil de la namraleza, pero es una caña que piensa". bre los achuar, los arapesh o los aladianos que sobre nosotros
[T.) mismos. Mientras las pequeñas causas locales acarrean efectos
170 BRUNO LATOUR NUNCA FlJfMOS MODERNOS
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locales, somos capaces de seguirlos. ¿Por qué no seríamos más cok. Sin embargo, no es universal al extremo de llevarlo a tod as
capaces de seguir los mil cam inos , de topolo gía excraña, que p artes. Imposible llegar en tren a Malpy, pueblito de Auvemia,
conducen de lo loca l a lo global y vuelven a lo local? ¿Se vería o a Market Drayton, pequeña ciudad del Staffordshire. No exis-
la antropología reducida para siempre a los territorios , sin po- ten ~amin as continuos para conducir de lo local a lo global , de
der seguir las red es? l~ circunstancial a lo u niversal, de lo contingente a lo necesa-
no, salvo a condición de pagar el precio de los trasbordos .
El modelo d e la vía férrea puede extenderse a todas las re-
Hasta una red extensa es local punto por punto des técnicas de las que hacemos uso cotidianamente. Por más
que el teléfono sea universalmente extendido, bien sabemos
Para tomar la exacta medida de nuestras diferencias, sin re- qu e uno se puede morir al lado de una líne a si no estamos co-
ducirlas como lo hacía an taño el relativismo y sin exagerarlas a necta~os por u n toma y un microteléfono. Por total que sea el
la manera de los modernizadores, digamos que los modernos de~gue de la cloaca, nada prueba que el papel de] chicle que
simpkmente inventaron las redeslargaspor reclutamientode cioto ti- deJo caer en mi habitación va a dirigirse sólo haci a allí. Tal vez
po de no hum.anos.La expansión de las redes se interrumpía jus- las ondas electromagnéticas están extendidas por todas panes,
to ahí y ob ligab a a mantener territorios (Deleuze y Guatta .ri, per~ a pesar de todo se necesita una antena, un abooo y un de--
1972). Pero al multiplicar esos seres híbridos semiobjetos, semi- codifi cador para que yo reciba mi canal favorito. Así, en el ca-
sujetos, que llamamos máquinas y hechos, los colectivos cam- so de Jasredes técnicas, no tenemos ninguna dificultad en re-
biaron de topografía. Como ese reclutamiento de seres nuevos conciliar su aspecto local y su dimensión global. Ellas se
cuvoextraordinarios efectos de dimensionamiento haciendo va- componen de lugar es paniculares, alineados por una serie de
riar las relaciones de lo local a lo global, pero seguimos pensá n- ramificaciones que atraviesan otros lugares y que para exten-
dolas con ]as antiguas categorías de lo universal y lo circunstan - derse requieren nuevas ramificaciones. Entre las líneas de la
cial, ten emos tend e ncia a transformar las redes alargadas de los red , con total rigor, no hay nada: ni tren ni teléfono ni toma ni
occiden tales en totalidades sistemáúcas y globa les. Para disipar televisor. Las redes técnicas, como su nombre lo indica, son ma-
ese misterio basca con seguir los caminos no habituales que per- llas arrojadas sobre espacios y que no retienen de él más que al-
miten esa variación de escala y considerar las redes de hechos gun~s elementos raros. Son líneas conectadas y no supe rficies.
y de leyes un poco como las de gas y de aguas servidas. No tienen nada de total, nada de global, nada de sistemático,
La explicación profana de los efectos de tamaño pr opia de aunque encierren superficies sin recubrirlas y se extiendan a lo
Occidente es fácil de captar en las redes técnicas. Si el relaúvis- lejos.
mo al principio se hubiera aplicado a ello no habría tenido nin - El trabajo de universalización relativa sigue siendo una ca-
gún trabajo en comprender ese univer sal relativo que es su más tegoría fácil de captar que el relacíonismo puede seguir de pun-
bello título de gloria. Una vía férrea , ¿es local o global? Ni una ta a punta. Toda ramificación, todo alineamiento, toda cone-
cosa ni la otra. Es local punto por punto porque siempre se pue- xión es documentable y posee trazadores y un costo a la vez. Es
den encontrar rutas, fen-oviarios, a veces estaciones y máquinas po sible extenderse casi a cualquier parte, propagarse tanto en
automáticas expendedoras de boletos. Pero es global, porque e] ti_empo como en el espacio , sin llenar ni el tiempo ni el es-
lo transporta a uno de Madrid a Berlín o de Brest a Vladivos- pacio (Stengers, 1983). Para las ideas, los saber es, las leyes y las
BRUNO 1.ATOUR NUNCA FUIMOSMODERNOS 173
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competencias, el modelo de la red técnica parece inadecuado universales fueron rotos por los epistemólogos, y nos encontra-
a los que se sienten tan impresionados por los efectos de difu- mos con pobres con tingencias, por un lado, y leyes nec esarias ,
sión, y creen lo que la epistemología dice de las ciencias. Los por el otro; por supuesto, sin poder pensar bien sus relaciones.
trazadores se vuelven más difíciles de seguir, su costo ya no se Sin embargo, local y global son conc eptos b ien adaptados
documenta tan bien y se corre el riesgo de perder el camino a las superficies y a la geometría pero muy mal a las redes y a la
traqueteante que conduce de lo local a lo global (Callon, 1991). topología . La cree ncia en la racionalización es un simp le error
Entonces se les aplica la vieja categoría filosófica de lo univer- de categoría. Tomaron una rama de las matemáticas por otra .
sal radicalmente distinto de las circunstancias. El recorrido de las ideas, los saberes o los hechos habría sido
Parece entonces que las ideas y los saberes pueden exten- comprendido sin dificultad de haberlos tratado como las redes
derse gratis en todas partes. Algunas ideas se muestran locales, técnicas (Schapin y Schaffer, de próxima aparició n , cap ítul o VI;
otras globales. La gravitación universal, estamos convencidos de Schaffer, de próxima aparició n; Warwick, de p róxima apari -
ello, parece en todas partes actuante y presente. Las leyes de ción). Felizm ente, esta asimilación es facilitada no só lo por el
Boyle o de Mariotte, las constantes de Planck legislan en todos fin de la epistemología, sino también por el fin de la Constitu-
lados y son constantes en todas partes. En cuanto al teorema de ción y por las tran sformaciones técnicas que au tori zaba sin
Pitágoras y a los números transfinitos, parecen tan universales comprenderlas. El recorrido de los hechos se vuelve tan fácil
qu e escaparían incluso a este mundo infame para ir a alcanzar de seguir como el de las vías férreas o los teléfonos, gracias a
los trabajos del divino Arquímedes. Es entonces cuando el vie- esa materialización del espíritu que permiten las máquinas de
j o relativismo y su hermano enemigo el racionalismo muestran pensar y las computadoras. Cuando se mide la infonnación en
la ptmta de su nariz, porque es respecto de esos universales, só- bytes y baudios, o se abona uno a un banco de datos, o conec-
lo de ellos, como los hwnildes achuar o los pob res arap esh o ta o desconecta una red de inteligencia distribuida, es más di-
los desdichados borgoñeses aparecen desesperadamente con- ficil seguir haciendo del pensamiento universal un espíritu que
tingentes y arbitrarios, aprisionados para siempre en los límites flota sobre las aguas (Lévy, 1990). Hoy la razón se asemeja más
estrechos de sus particularismos regionales y de sus saberes lo- a una red de televisión por cable que a las ideas platónicas. Por
cales (Geenz, 1986). Si no hubiésemos tenido más que las eco- tanto se vuelve menos dificil que en el pasado ver en nuestras
nomías-mundos de los mercaderes venecianos, genoveses o nor- leyes y nuestras constantes, en nuestras demostraciones y nues-
teamericanos, si no hubiésemos te nido más que los teléfonos y tros teoremas , objetos estabilizados que circulan por cierto muy
los televisores, las vías férreas y las cloacas, la dom inación de los lejos, pero en el interior de redes metrológicas bien dispuestas
occidentales jamás h abría aparec ido sino como la extensión de las que son incapaces de salir, salvo por conexión, abono y
provisional y frágil de algunas redes débi les y tenues. Pero está decodificación.
la ciencia, que siempre renueva y totali za y llena los agujeros Para hablar en forma pedestre de un tema que se ha en-
abiertos dejados por las redes para converti rlos en superficies cumbrado en exceso, con los hechos científicos ocurre lo mis-
lisas y llanas, absolutamente u niversales. Sólo la idea que nos mo que con el pescado congelado; la cadena de frío que los
hacíamos hasta ahora de la ciencia tomó absoluta una domina- mantiene frescos no debe ser in terrumpida, siqu iera un instan -
ción que habría permanecid o relativa. Todos los delicados pro- te. Lo universal en red produce los mismos efectos que lo uni-
gresos que conducían continuamente de las circunstancias a los versal absoluto, pero no tiene las mismas causas fantásticas. Es
174 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 175

posible verificar "en todas partes" la gravitación, pero a costa locales del pasado. De tal modo, malograron por dos veces !a
de la extensión relativa de las redes de medida e interpretación. ori gi~ alí~ad ~e lo que inventaban : una topología nueva que
La elasticidad del aire se verifica en todas partes, pero a con d i- permne ir casl por todas partes sin ocuparse sin embargo más
ción de conectarse con una bom ba de aire que se esparce po- que de estrechas lín eas de fuerza. Se dieron lustr e por virt u-
coa poco a través de Europa gracias a las múltiples transforma- des que son incapaces de poseer -la racionalización-, pero
ciones de los experimentadores. Trat emos de verificar el más también se flagelaron por pecados que son muy incapaces de
pequeño hecho , la más pequeña ley, la más humilde constan- cometer: ¡esa misma racionalización! En ambos casos, tomaron
te sin suscribir a las múltiples rede s metrológicas, a los labora- la longitud o la conexión por diferencias de nivele s. Creyeron
torios, a los instrument os. El teorema de Pitágoras o la constan- que realment e había personas, pen sam ient os, situaciones loca-
te de Planck se extienden en las escuelas y los cohetes , en las les y organizaciones , leyes, reglas globales. Creyero n que había
máquin as y los instrumentos, pero no salen de sus mundos co- contextos y otras situaciones que gozaban de fa propiedad mis-
mo tamp oco los achu ar de sus pu eblo s (Latour, 1989a, capítu- teriosa de ser "descontextualizados" o "deslocalizados". Y, en
lo VI). Los primeros forman redes extensas, los segundos ten ;- efecto, si la red intermediaria de cuasi-objetos no es reconsti-
torios o lazos, diferencia importante y que hay que respetar, tuida, se vuelve tan difícil captar la socied ad como la ver dad
pero no por ello vamos a transfonnar a los primeros en 1.U1iver- científi ca, y por las mismas ra:zones. Los interm edi ario s borra-
sales y a los segundos en locale s. Por cierto, el occidental pue- dos ten ían todo en sus manos, mientras que los extremos, una
de creer que la atra cción uni versal es universal incluso en au- vez aislad os, ya no son nada.
sencia de todo instrumento , todo cálculo, toda decodificación, Sin los innumerables objetos qu e garantizan tanto su dura-
todo labora torio , así como los bimin-kuskumin de Nueva Gui- ción como su dureza, los objetos tradicionales de la teoría so-
nea pueden creer que son la humanidad completa , pero ésas cial -imperio , clases, profesiones, organizaciones, Estados- se -
son creencias respetables que la antropología comparada ya no convierten en otros tantos misterios (Law, 1986a; Law y Fyfe,
tiene que compartir. 1988). Por ejemplo, ¿cuál es el tamaño de lBM, o del Ejér cito
Rojo, o del Ministerio de Edu cación Nacional, o del mercado
mundial? Por cierto, se trata de actores de gran tamaño porque
El Leviatán es una pelota de redes movilizan cen ten ares de miles o de millones de agen tes. Su am-
plitud, pues, debe venir de causas que superan absolutamente
Así como los modernos no pudieron sino exagerar la uni- los pequeúos colectivos del pasado. Sin embargo, si nos pasea-
versa lidad de sus ciencias - arrancando la fina red de prácti- mos por IBM, si seguimos las cadenas de mando del Ejército
cas, instrument os e instituciones que empedraba el camino Rojo, si investigamos en los corredores del Min isteri o, si estu-
que lleva de las contingencias a las necesidade s-, tampoco pu- diamos la com pra y venta de una pastilla de jabón,jamás aban-
dieron, simétricamente, sino exagerar el tamaño y la dureza de . do nam os lo local. Siempre estamos en interacción co n cuatro
sus sociedades. Se creyeron revolucionarios porque inventaban o cinco personas; el conserje tiene siempre su territ orio bien
la universalidad de las ciencias arrancadas para siempre a los marcado; las conversaciones de los directore s se par ec en como
particularismos locales y porque inventaban organizaciones gi- dos gocas de agua a las de los emp leados; en cua nt o a los ven-
gantescas y racionalizadas que rompían con todas las lealtades dedores, siempre están dando el vuelto y llen an do sus facturas.
176 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MOD ERNO S 177

¿Estarían he chos los macro actores de micro actores (Garfinkel, una madeja de redes un poco largas que encierran bastante
1967)? ¿Estaría compuesta IBM de una serie de interacciones mal un mundo a part ir de punto s que se convierten en cen -
locales? ¿De un conglom erad o de conversaciones de sub oficia - tros de ben eficio y cálcul o. Al segu irlo de ce rca jamás se fran -
les el Ejército Rojo ? ¿De una monta ña de pap elitos el Ministe- qu ea el lim es miste rios o que deber ía divi di r lo loca l de lo glo-
rio? ¿De una multitud de trt1eques loca les y de arreg los el mer- bal. La organización de la gran empr esa nor te ame r icana
cado mundial? descrita por Alfred Cha ndler no es la Organización de Kafka
Enco ntram os el mismo p roblem a que el de los trenes , los (Chandler, 1989 ; Chan dler, 1990) . Es una tr enza de r ede s
teléfono s o las co nstante s un iversal es. ¿Cómo con ectarse sin mat er ializada s en pedid os y organi gra mas, procedimientos
por ello ser ni local ni global? Los sociólogos y los econ omis- loca les y arreglos particulares, los que en efecto permiten ex-
tas modernos tienen toda la dificultad de l mundo para plan- ten derse sobr e un contin en te pero a co ndici ón de no cu brir
tear el pr oble ma. O bien perm ane cen en lo "micro" y en los dich o continent e. Uno pu e de segu ir por com ple to el cr eci -
con text os inte rperso nale s, o bien pas an bru scamente a lo "ma- mie nto de una org aniza ció n sin cambiar jam ás de ni vel ni
cro'' y ya no tienen que habérselas, creen, sino con racional i- descubrir jamás la racion alidad "descont extua lizada" . El mis-
dades descontextual izad as y despersonalizadas. El mito de la mo tama ño de un Estado totali zan te no es obt enid o sino por
bur ocraci a sin alma ni agent e, com o el del me rcad o pur o y la construcción de una red de esta dístic as y d e cá lculo s, de
per fecto, ofre ce la ima ge n simé trica del mit o de las leyes cien- oficin as y encu estas, que de ningún modo obedece a la topo-
tíficas universales . En vez del progreso co ntinu o de la investi- grafía fantástica del Estado total (Desrosi eres , 1984) . El im-
ga ción, los mod ernos imp usiero n un a dif eren cia ont ológi ca peri o cie ntífico -téc nico d e lor d Kelvin descrito por Nort on
tan rad ical com o la que en el siglo },,,'VIseparaba el m undo su- Wíse (Smith y Wjse, 1989) o el m ercado de la ele ctricid ad
blun ar, víctima de la corrup ción y la aproximación, y los mu n• descr ito por Toro Hughe s (Hughes, 1983 b ) nun ca nos h acen
dos supraluna res, q ue no conoce n ni alterac ión ni incertid um- aband onar las particul aridades del laboratario, de la sala de
bre. (Por lo dem ás, son los mis mos físicos los que se burlan reuni ón o del centro de control. Y sin em bargo , esas "red es
con Galileo de esa dis tinció n on tológi ca pe ro qu e la restable - de pod er" y esas "lín eas d e fuerza " re alme nte se exti enden a
cen de inme diat o para poner a las leyes de la física a resguar- tra vés de todo el mundo. Los mercados descri tos por la eco-
do de toda corrupción social...) nomía de las con venc iones están bien regu lados y son glo ba-
Sin emb argo, el hilo de Ariadn a qu e pe rmitirí a pasa r co n- les, sin que por ello ningun a de las cau sas de esa reg ulació n
tinua mente de lo loca l a lo globa l, de lo hum ano a lo no hu - y esa agregac ió n sea ella mi sma ni global ni total. Los agre-
mano, ex iste. Es e l de la red de prácticas e instru men tos , d o- gados no están hechos d e otra madera que lo que agregan
cu men tos y traducciones. U na organización, un merc ado , (Thévenot, 1989; 1990). Nin gun a man o visible o invisibl e vie-
una in stituci ón no son obje tes su pralu nares hech os de otra ne de pron to a p oner orden en átomos ind ividu ales disp er-
materi a que nuest ras pobres re lacione s loca les subl unares. sos y caóticos. Los dos extrem os, lo local y lo glob al, son mu -
La única diferencia vien e de que están comp uesto s de híbii- cho menos inte resantes que las dis po siciones intermediarias
dos y para su descripción deb en movilizar una gra n cant idad aq uí llamad as re des .
de obje tos. El capi talism o de Fern and Braudel o de Marx no
es el cap ital ismo total de lo s marx istas (Bra udel , 1979). Es
178 BRUNO I.ATOUR NUNCAFUIMOSMODERNOS 179

El gusto por los márgenes Este descuartizamiento permjte desplegar la tragedia del
hombre moderno absoluta y sin rem edio diferente de todas las
Así como los adjetivos narural y social designan representaci~ otras humanidades y de todas las otras naturalidades. Pero tal
nes de lo colectivo que por sí mismo no tiene nada ni de narural ni tragedia no es inevitable, si recordamo s que estos cuatro térmj -
de social, tampoco las palab ras local.y global ofrecen puntos de vis- nos son representacio nes sin relación directa con los colectivos
ta sobre redes que por natural eza no son ni locales ni globales , si- y las redes que le dan sentido. En el medio, donde parece que
no que son más o menos extensas y están más o menos conectadas. no pas a nada, está casi todo. Y en las extre midades, donde re--
Lo qu e llamé el exotismo moderno consiste en tomar esos dos pa- side, según los modernos, el origen de todas las fuerzas, la na-
res de oposiciones por lo que define nuestro mundo, y que nos turaleza y la sociedad, la universalidad y la localidad, no hay na-
pondria apane del resto. Así se crean cuatro regiones diferentes. da salvo las instancias purificadas que sirven de garantí as
Lo natural y lo social no están compu estos de los mismos ingredi en- constitu cionales al conjunto.
tes; lo global y lo local son intrínsecam en te distintos. Pero no sabe- La tragedia se vuelve más dolorosa todavía cuando los anti -
mos nada de lo social que no sea definido por lo que creemos sa- modemos, creyendo de buena fe lo que dicen de sí mismos los
ber de lo natural, y a la inversa. De igual modo, sólo definimos lo mod ernos , quieren salvar algún bien de lo que se les apar ece
local por las características que nos creemos en el deber de conce- como un irremediab le naufragi o. Los antimode mos creen a pie
der a lo global, y recíprocament e. Se compre nde entonces la fuer- juntil las que Occidente racionaliz ó y desencantó el mundo, que
za del erro r que el mundo moderno hizo sobre sí mismo , cuando realmente pobló lo social de monstruos fríos y racionales que
los dos pares son apareados: en el medio no hay nada pensabl e, ni sarurarían todo el espacio, que transformó en profundid ad el
colectivo, ni red , ni mediación; todos los recursos conceptual es se cosmos premoderno en una interac ción mecánica de puras ma-
acwnulan en los cuatro extremos . Nosotros, los pobres sujetos-ob- terias. Pero en vez de ver en él, como los modernizadores, gl~
jetos , las humildes sociedades-naturalezas, los pequeños locales-gl~ riosas aunque dolorosas conquistas, los antimodemos ven una
bales, somos descuartizados en sentido literal entre region es ont~ catástrofe sin igual . Con excepción del signo, modernos y anti-
lógicas que se definen mutuamente pero que ya no se asemejan a modernos compa rten la totalidad de sus convicciones. Los pos-
nuestras prácticas. modernos, siempre perversos , aceptan la idea de que de veras
rlGUI\A 13 se tra ta de una catástrofe pero afirman que, en vez de lam en-
tarse, ¡hay que regocijarse! Ellos reivindican la debilidad como
su última virtud, así como lo afirm a uno de ellos en su estilo ini-
mitable: "La Vermindungde la metafísica se ejerce como Vermin-
dungdel Ge-Stell" (Vatimo, 1987, p. 184).
¿Qué hacen entonces los antimodernos ante este naufra-
gio? Se encargan de la valient e tarea de salvar lo que pueden :
el alma, el espír itu, la emoción , las relaciones interpersonales,
la dimensión simbóli ca, el calor humano, los particularismos
locale s, la interpretación, los márgenes y las periferias. Misión
admirable, pero que sería más admirab le todavía si todos esos
180 BRUNO LATOUR
NUNCAFUIMOS MODERNOS 181

vasos sagrados realm ente se encon traran amenazados. Pero ¿de da mecá nico. Es bello , en un grito desesperado , quere r salvar
dón de viene la amenaza? Por ciert o no de los colectivos inca- al Ser en el mom ento mismo en que el recon ocimient o técn i-
paces de salir de sus frágiles y estrechas redes pobladas de al-
mas y de objetos. Seguramente no de las ciencias, cuya univer-
salidad relativa debe pagar se, día tras día, con conex ión y
1 co parece domin arlo todo, porque "all í dond e hay peligro ,
también all í crece lo q ue salva". Pero ¡es bastante perverso
qu erer ben eficiarse con aud acia de una crisis que tod avía no
calibrado, instrum entos y alineami entos. Con seguridad no de empezó!
las sociedades, cuyo tamañ o no varía sino a con dición de mul- Busquen el origen de los mitos mo derno s, casi siempre los
tiplicar los seres materiales de ontologías variable s. Entonces, encontrarán en aquellos que pret enden oponer al modernismo
¿de dónde viene? Por supuesto que en parte de los mismos an- la barrera infranqueable del espíritu , de la emoción, del sujeto
timodernos y de sus cómpli ces los modernos, qu e se atemori- o del margen. Al querer ofrecer un suplemento de alma al mun-
zan de man era recí proca y a los efectos de tamañ o añad en cau- do mode rno, se le retira la qu e tiene , la que tenía, la que era
sas gigantes cas. "Ustedes desencan tan el mundo , yo man tendré muy ínca paz de perder. Esa sustracción y esa adici ón son las dos
los derechos del espíritu."" ¿Ustedes quieren mantener el espí- operaciones que permiten a los modernos y a los antim oderno s
ritu? Entonc es nosotros lo materializaremos."' "¡Red uctores!" atemorizarse coincidiendo en lo esencial: somos por completo
"¡Espiritualistas!" Cuanto más desean salvar a los sujetos los an- distintos de los otros y hemos roto para siempre con nuestro
tirreduccio nistas, los rom ántico s, los espiritual istaS, tanto más propio pasado . Las ciencias y las técn icas, las organ izacion es y
los reducc ionistas , los científiciscas, los materiali stas se imagi - las buro cracias , emper o, son las únicas prueb as de esa catástr o-
nan que poseen los objetos. Cuan to más se en orgullecen los se- fe inau dita, y es justamente en ellas don de podemos demostrar
gundos, más miedo tienen los otros; cuanto más amedrentados de la mejor y más directa manera posible la permanencia de la
están éstos, tanto más ate rradores, en efec to, se creen los otros. vieja matriz antr opo lógica. Por cierto , la ínnovacíón de las re-
La def ensa de la margi nalid ad supo ne la existencia de un des exte nsas es important e, pero no es para tan to.
cen tro totalitario. Pero si ese centro y su totalid ad son ilusio -
nes , el elogi o de los márg enes es bastant e ridícul o. Está muy
bie~ querer defend er, contra la fría universalidad de las leyes No añadir crímenes a los ya come tidos
científicas, las reivind icaciones del cuerpo doliente y del calor
humano. Pero si esa univ ersal idad proviene de una serie de Sin embargo, es muy dificil apacigu ar el desamparo moder -
lugares donde sufren en cualqui er cir cunstan cia cuer pos bien no, po rque par te de un sentim iento en sí mismo respetable: la
carnales y bien cali ent es, ¿no es grotesc a esta defensa? Prot e- concienc ia de haber cometid o contra el rest o de los mundos na-
ger al hombre de la dominación de las máquina s y los tecnó- turales y culturales -y contra sí mismo- crímenes irreparables
cratas es una emp resa digna de elogio, pero si las máquinas cuya amplitud y motivos parecen cortar con todo. ¿Cómo volver
están llenas de hombres para quienes éstas constituyen su sal- a los modernos a la ordi nari a humanidad y a la ordinaria inh u-
vación, esa prote cción sólo es absurda (Ellul, 1977) . Es una ta- manidad sin absolverlos dem asiado rápido d e los crímenes que
rea admira ble demo strar que la fuerza del espíritu trasciende tienen razón de querer expiar ? ¿Cómo decl arar con justicia que
las leyes de la materia mecánica, pero ese programa es una im- nuestros crímen es son espanto sos pero comun es; que nuestras
becilidad si la materia no es nada material y las máquinas na- virtudes son grandes pero , también ellas, mu y comunes?
182 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERl'iOS 183

Ocurre con nuesrras fechorias lo mismo que con nuestro ac- empresa en búsqueda vacilante de algunos segmentos de mer-
ceso a la Naturaleza: no hay que exagerar sus causas al tiempo cado; a un conquistador cualquiera temblando de fiebre; a un
que se miden sus efectos, porque esa misma exageración se- pobre científico trajinando en su laboratorio; a un humilde in-
ría la causa de crímenes mayores. Toda totalización, aunque sea geniero disponiendo a como dé lugar algunas relaciones de
crítica, ayuda al totalitarismo. No es cosa de que, a la domina- fuerzas un poco favorables; a un ·político tartamudo y atemori-
ción real, añadamos la dominación total. A la fuerza la potencia zado; soltemos contra ellos a los críticos, y ¿qué obtenemos a
(Latour, 1984, 2ª parte). Al imperialismo muy real el imperia- cambio? El capitalismo, el imperialismo, la ciencia, la técnica,
lismo total. Al capitalismo, también muy real, la desterritoriali- la dominación, todos igualmente absolutos, sistemáticos, tota-
zación absoluta (Deleuze y Guattari, 1972). De igual modo que litarios. Los primeros temblaban. Los segundos ya no tiemblan.
a la verdad científica y a la eficacia técnica no concedamos por Los primeros podían ser derrotados. Los segundos ya no. Los
añadidura la trascendencia, también ella total, y la racionalidad, primeros estaban muy cerca todavía del hwnilde trabajo de me-
también ella absoluta. Tanto para las fechorías como para la do- diaciones muy frágiles y modificables. Los segundos, purifica-
minación, para los capitalismos como para las ciencias, lo que dos, son todos de igual manera formidables.
hay que comprender es lo ordinario, las pequeñas causas y sus ¿Qué hacer entonces con tales superficies lisas y repletas,
grandes efectos (Arendt, 1963; Mayer, 1990). con tales totalidades absolutas? Derrocarlas en bloque, suby~r-
Por cierto, la demonización es más satisfactoria para noso- tirlas, revolucionarlas, por supuesto. ¡Oh, la bella paradoja! Con
tros porque, incluso en el mal, todavía somos excepcionales, el espíritu crítico, los modernos inventaron al mismo tiempo el
apartados del resto y de nuestro propio pasado, modernos por sistema total, la revolución total para ponerle fin y el fracaso
lo menos para lo peor, tras haber creído serlo para lo mejor. Pe- también total de hacer esa revolución, ¡fracaso que los desespe-
ro sobre todo la totalización, por sendas desviadas, participa en ra por completo! ¿No es ésa la causa de muchos de los críme-
lo que pretende abolir. Toma impotente ante el enemigo, al que nes que nos reprochamos? Al considerar la Constitución en vez
dota de propiedades fantásticas. Un sistema total y liso no se se- del trabajo de traducción, los críticos imaginaron que en efec-
lecciona. Una naturaleza trascendente y homogénea no se re- to éramos incapaces de convenios, de bricolage, de mestizaje y
combina. Nadie puede redistribuir un sistema técnico sistemá- de selección. A partir de las frágiles redes heterogéneas que for-
tico en total. Nadie puede renegociar una sociedad kafkiana. man desde siempre los colectivos, elaboraron totalidades ho-
Nadie va a redistribuir jamás a un capitalista "desterritorializa- mogéneas a las que no se podía tocar sin revolucionarlas total-
dor" y esquizofrénico de manera absoluta. Nadie puede discu- mente. Y como esa subversión era imposible, pero a pesar de
tir acerca de un Occidente separado de raíz de las otras cultu- todo la intentaron, fueron escalando de crimen en crimen. ¿Có-
ras-naturalezas. No es posible evaluar culturas aprisionadas para mo ese Noli me tangerede los totalizadores podría pasar todavía
siempre en representaciones arbitrarias, completas y coheren- por una prueba de moralidad? La creencia en una modernidad
tes. Nadie salvará un mundo que olvidó totalmente al Ser. Nin- radical y total, ¿conduciría a la inmortalidad, pues?
gún alma puede volver a seleccionar un pasado del que nos he- Tal vez sería menos injusto hablar de un efecto de genera-
mos alejado para siempre por cortes epistemológicos radicales. ción, aunque todavía seamos pocos en experimentarlo. Naci-
Todos esos suplementos de totalidad son concedidos por mos tras la guerra con los campos negros y luego los rojos a
sus críticos a seres que no pedían tanto. Tomemos a un jefe de nuestras espaldas, debajo de nosotros las hambrunas, sobre
184 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERi.'\10S 185

nuestras cabezas el apoc alipsis nuclear y, al frente, la destruc- rio, comparando el trabajo de traducci ón de los colectivos, per-
ción global del planeta. En efecto, es difícil negar los efectos mitimos la antrop ología simétrica y disolvemos los falsos proble -
de escala, pero más difíc il todavía creer sin vacilación en las vir- mas del relativismo absolu to. Pero también nos privamos de los
tu des incomparables de las revoluciones políticas, médicas, recursos elaborados por los modernos: lo social, la naturaleza ,
científicas o económi cas. Ysin embargo, naci mos en medio de el discurso, sin hab lar del Dios tachado . Tal es la última dificu l-
las ciencias, no cono cimos más que la paz y la prosper idad, y tad de l re lativismo: ahora que la comparación resulta posible,
amamos - ¿hay que confesarlo?- las técnicas y los objetos de ¿en qué espacio comú n todos los co lectivos, productores de na-
consumo que los filósofos y los mora.listas de las generac ione s turalezas y de sociedades, se encu en tran sum id os por igual?
prece dentes nos acons ej aban abominar. Para nosotros , las téc- ¿Están en la natura leza? No, por sup uesto, porque esa natu-
nicas no son nuevas, no son m odernas en el senti do usual de la ra leza exterior, lisa, trascendente, es el efec to relativo y tardío
palabra, pero desde siemp re componen nuestr o mundo. Más de la producción colectiva. ¿Están en la soc iedad? Tampoco,
que las precedentes, nue stra generac ión las ha digerido, inte- porque ella n o es más que el artefacto simé uico de la na tu rale-
grado, acaso humanizado . Porque somos los primeros que no za, lo que que da cuando se arrancan tod os los objetos y se pro-
creemos ya ni en las virtu des ni en los pel igr os de las ciencias y duce la trascen den cia misteriosa del Leviatán. ¿Están en el len-
las técnicas, pero compartimos sus vicios y sus virtudes sin ver guaje, entonces? Im posible, porque el discurso es otro artefacto
en ellas el cielo o el infierno, quizá nos sea más fácil buscarles que sólo tiene sen tido poniend o entre paréntesis la realidad
causa s sin ape lar a la carga del hombre blanco, a la fatalid ad exterior del referen te y el con texto social. ¿Están en Dios? Es
de l capitalismo, al destino europeo , a la historia d el Ser, o a la poco probable, porqu e la entidad metafísica que lleva ese nom-
racionalidad u niversal. Quizá sea más fácil hoy abandonar la bre no ocupa más que un lugar de árbitro lejano para mante-
creencia en nuestra propia extrañeza. No somos exóticos sino ner tan alejadas como sea posible las dos instancias simétricas
o rdi narios. Por cons iguiente, los otros tampoco lo son. Son co- de la naturaleza y la sociedad. ¿Están en el Ser? Men os aún, por-
mo nosotros, nunca dejaron de ser nues tros herm anos. No aña- que, po r una paradoja sorp rendente, el pensam iento de l Ser se
d amos el crimen de creernos rad icalmente d istin tos a todos ha conve r tido en el residu o m ism o, una vez abandonadas toda
aquello s que ya cometimos. ciencia, toda técni ca, toda sociedad, toda historia, toda leng ua,
toda teo log ía, a la simple m etafísica, al mero ex pansioni sm o
del ent e. Natural ización , social izac ión, discurs ivizació n , divi-
Las trascende ncias abun dan n ización, ontologización, todas esas "-izaciones" son igua lme n-
te imposibles. Ninguna form a el fondo com ún sobre el cual
Si ya no somos tota lme nt e modernos, y si tampoco somos de scansarían los colecti vos ah ora comparables. No , no caemos
premod ernos , ¿sobre gué base vamos a establecer la compara- de la naturaleza en lo social, de lo social en el disc urso, del dis-
ción entr e los colectivos? Ahora lo sabemos, tenemo s que aña- cur so en Dios, de Dio s en el Ser. Esas instancias sólo tenían
dir a la Constitución oficial el trab ajo oficioso de la mediación. u n a función constitu cional a condición de mante nerse disti n-
Al comparar la Constitución con las cultw-as descritas por la an - tas. Nin guna puede cubrir, llenar, subsumir a las otras, ningu-
tropo logía asimétrica del pasado, no desem bocábamos más que na pued e servir para describir el trabajo de mediación o de
en el relativismo y la modern ización imposible. Por el contra- traducción.
BRUNO LA.TOUR NUNCA FUIMOS MODERl'IOS 187
186

Enton ces, ¿dónde estam os? ¿En qué caem os? Mientras nos sión simbólica" a meras fu erz as materiale s. Éstas son tan tra s-
formulemo s esta pregunta co n segu ridad estam os en el mundo cendent es, activas, agita das, espiri tuales como noso tros mism os.
moderno , obses ionados por la co nstrucción de una inmanen- La natu raleza no es más inmediatamente accesi ble qu e la so-
cia ( inmanere:re sidir en) o la de construcción de otra. Todavía, ciedad o el Dio s tachado. En vez del ju ego suúl de los moder-
para tomar el viejo vocablo , permanecemos en la me tafísica. nos entr e tres entidades, cada un a de las cu ales era a la vez tras-
Ahora bien , al reco rrer esas redes, no descansam os en nada par- cendent e e inmanente, obt enemo s una sol a proliferación de
ticularment e homogéneo. Más bien permanec emos en una in- trascend encias . Término pol émico inventad o para oponerse a
frafisica. ¿Somos inmanentes en tonces, fuerza entre otras, tex- la supues ta invasión de la inm an encia, la palabra debe cambiar
tos entre otros, soci edad entr e otraS, ente entre los entes? de sentid o si ya no tien e un opues to.
Tam poco, por que si, en vez de aferrar los pobres fenómenos Yo llam o del egación a esta trasce nd encia sin contrario. La
a los sólido s ganchos de la naturale za y la sociedad , dejamos que enunciación, o la delega ción , o el envío de mensaje o de men-
los mediador es pro duzcan las naturalezas y las sociedades, in- sajero perm ite permanecer en presen cia , o sea , ex istir. Cuan-
vertimos el sentido de las trasce nde ncias mode rnizadora s. Na- do abando namos el mundo modern o no caem os sobre alguien
y socieda des se convierte n en los prod uctos relativos
tL.U""alezas o algo, no caemos sobre una esen cia, sino sobr e un proceso, un
de la histoóa . Sin embargo, no caemos en la sola inm anencia movimiento, un pasaje, literalm ent e un pase, en el sentido que
porque las red es no están sumidas en nada . No necesitamo s un tiene esta p alabra en losju egos de pelota . Partimos d e una exi s-
éter misterioso para que se prop aguen. No tenemos que proce- tencia co ntinuada y arries ga da -c ontinuada porque es arries-
der a un relleno. Es la concepci ón de los términos trasce nden- gada- y no de una esencia; partimos del encuen tro y no de la
cia e inmanen cia la que resulta m od ificada por el retomo de los permanenci a. Par timos del vinculum mismo, del pasaje y de la
mo dernos a lo no moderno. ¿ Quién nos dijo que la rrascenden- relación, no ace ptando como punto de partida ningú n ser que
cia debía tener un con trari o? Somos, permanec emos, jam ás salga de esa relación a la vez colectiva, real y discur siva. No par-
abandonarrwsl,a trascendencia,vale deci-r,el mamenimiento en la pre - timos de los h ombres, ese recién llegado, ni del lenguaje, tod a-
senciapor la mediación del envío. vía pos teri or. El mundo del sentido y el mundo del ser son un
Las otras culturas impactaron siem pre a los modernos por solo y único mun do, el de la traducció n, de la sustituci ón, de
el aspecto difu so de sus fuerzas activas o espirituales . En ningu- la delegación, de l pase. De toda otra definición de una esencia
na parte ponían en juego materi as puras, fuerzas me cánic as pu- diremos qu e está "desprovista de sentido". en efecto, desprovis-
ras. Los esp íritus y los agentes, los dioses y los ant epasa dos se ta de los medi os de mantener se en presencia, de durar. Toda
me zclaban punto por punto . Por concrast e , el mundo mo der- duració n , toda dureza, to da permanencia deb erá ser pagada
no les aparecía dese ncantado , vaciado de sus misterios, domi- por sus mediado res. Es esa ex ploració n de una trascendencia
nado por las fue rzas lisas de la pu ra inmanencia a las que sólo sin contrario lo gue hace de nu estro mundo un mundo can po-
nosotr os, los hu manos, imponíam os una dimensión simbólica, co moderno, con todos esos nun cios, mediadore s, delega dos,
y más allá de las cuales existía, tal vez, la trascendenci a del Dios fetiches, máqui nas, figuritas, instru me ntos, repre sentante s, án-
tachado. Si no ha y inmanencia, emp er o, si no hay más que re- ge les, lugart enientes, portavoces y querub ines. ¿Qué mundo es
des, agentes, actuantes, no podriamo s estar de sencan tados. No éste que no s o bliga a tener en cuenta, a la vez y e n el mismo
somos nosotro s los que añad imos arb itrariament e la "d imen- aliento, la naturaleza de las cosas, las técnicas, las ciencias, los
188 BRUNO l.ATOUR

seres de ficción, las religiones pequeñas y grandes , la política ,


las jurisdicciones, las economías y los inconscientes? Nuestro
mundo, claro está. Dejó de ser moderno desde que sustituimos
cada una de las esencias por los mediadores, los delega dos , los
traductores que les dan sentido. Por eso todavía no lo recono-
ce mos. Adopt ó un aspecto antiguo con todos esos delegados,
ánge les y lugar tenientes. Y sin embargo no se parece tampoco
a las culturas estudiadas po r el etnó logo, porque éste jamás ha-
bía hecho el trabajo simétrico de co nvocato ria de los de lega -
5.
dos , los mediadores y los traductores a la morada , en su casa, REDISTRIBUCIÓN
en su propio colectivo. La antropología se había hecho sobre
un fondo de ciencia , o sobre un fo nd o de sociedad, o sob re un
fondo de lenguaje; siempre alternaba ent re el un iversa lismo y
el relativismo cultural, y fin almente nos enseñaba muy poco
tanto sobre "Ellos" como sobre "Nosotros".
La modernización imposible

Tras haber dibujado la Constitución moderna y las razones


que la habían hecho invencible; tras haber mostrado por qué
la revolución crítica estaba terminada y cómo la irrupción de
los cuasi-objetos, para dar sentido a la Constitución, nos obli-
gaba a volcarnos de la sola dimensión moderna a la dimensión
no moderna, la que siempre permanecía presente; tras habe r
restablecido la simetría entre los colectivos y medido así sus di-
ferencias de tamaño resolviendo al mismo tiempo la cuestión
del relativismo, ahora puedo cerrar este ensayo encarando la
cuestión más dificil, la del mundo no moderno en el cual pre-
tendo que entramos sin haberlo jamás abandonarlo.
La modernización, aunque destruyó a sangre y fuego la ca-
si totalidad de las culturas y las naturalezas , tenía un objetivo
claro. __
_Modernizar permitía distinguir con claridad las leyes de
la naturaleza exterior y las convenciones de la sociedad. En to-
das partes los conquistadores operaban esta partición , rem itien-
do a los híbridos o al obje to o a la sociedad -'Un frente coheren-
te y continuo de revoluciones radicales, en ciencia, en técnica,
en administración, en economía, en religión, los acompañaba,
verdadera topadora tras la cual el pasado desaparecía para siem-
pre, pero ante la cual por lo menos se abría el porvenir. El pa-
sado era la mezcla bárbara, el porvenir, la distinción civilizado-
ra. Ciertamente, los modernos siempre reconocieron que, en
el pasado, ellos también habían mezclado los objetos y las so-
ciedades, las cosmologías y las sociologías. Ocurre que todavía
no eran más que premodern os. Y supieron apartarse de ese pa-
192 BRUNO IATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 193

sado a través de revoluciones cada vez más terr oríficas. Como merosos que ya nadie ve cómo absorberlos en la vieja tiene. pro-
las otras culturas todavía mezcl an las coe rcion es de la ciencia y metida de la modernidad. De ahí la vacilación repentina de los
·. . las necesidades de su sociedad, hay que ayudarl os a -salir de esa p osmo dernos.
:confusión anulando su pasado. Bien saben los modernizadores La moden1ización fue despi adada para los premo dernos ,
que permanecen algunos islotes de barbarie donde se mezclan pero ¿qué decir de la posmodemi zación? La violencia imperia-
demasiado la eficacia técnica y la arbitrariedad social. Pero lista ofrecía por lo menos un porveni r, pero la repentina debi -
pronto habremos culmin ado la moderni zación , liquidad o esos lid ad de los conqui stado res es mucho peor, porque, siempre
islotes, y estaremo s todos en un mismo planeta, todos igu al- de sco nectada del pasado, aho ra se desco nect a del futu ro. Tras
mente modernos, todos al igual capaces de aprovechar lo úni - haber padecido en toda su exten sión la realidad moderna, de
co que escapa para siempr e a la sociedad: la racionalidad eco- pronto los pueblos pobres deben padecer la hiperrealidad pos-
nómica, la verdad científi ca, la eficiencia técni ca. modema. Nada vale, todo es reflejo, todo es simulacro, todo es
Algun os moderní-zadores habl an todavía como si tal desti- signo flotante, y esa misma debili dad, según ellos, nos salvará
no fuera posible y deseable. Sin embargo, basta con expresar- tal vez de la inva sión de las técn icas, de las cienci as, de las razo-
lo para ver su insensatez. ¿Cómo podríamos terminar por fin la nes. ¿Había que destruirlo todo para llegar a hacer leña del ár-
purificación de las ciencias y las soc ieda des , cuando los mismos bol caído? El mundo vaciado donde evolucionan los posmoder-
modernizadores hacen proliferar los híbridos gracias a la mis- nos es un mundo vaciado por ellos , y sólo por ellos, porque
ma Co nstitución que niega su existencia? Esta contra dicción tomaron a los modernos al pie de la letra. El posmodernismó ·
fue largo tiempo ocultada por el propio crecinúento de los mo- es un sínto ma de la contr adic ción del moderni smo, pero no
dernos. Constantes revoluciones en el Estado, constantes revo- puede hacer su diagnóstic o porqu e comp arte la misma Con sti-
luciones en las ciencias, constantes revoluciones en las técnicas tución -las ciencias y las técnic as son extrahumanas-- pero sin
realmente iban a terminar por absorber, purificar, civilizar esos compartir lo que causaba su fuerza y su grandeza -la prolife-
híb ridos por la vía de una puesta en sociedad, o por la de una ración de los cuasi-objetos y la mu ltiplicación de los in terme-
puesta en natu ralew .. Pero la dobl e qui ebra de la que partí , la diarios entre los humanos y los no humanos.
del socia lismo - por un lado- y la del naturali smo -por el Sin em barg o, el diagn ósti co no es muy difí cil de plantear : '
otro- 9 hizo más improbable el trabajo de purificación y más ahora que estamo s obliga dos a considerar en fonna simétrica el
visible la contradicción. No hay ya revoluciones en reserva pa- trabajo de purificación y el de mediación. Incluso en los peores
ra conti nuar la fuga hacia adel ante. Los híbrid os son tan nu- momentos del imperi.umoccidental, nunca se trató de separar
por fin con daridad las leyes de la naturaleza y las conven cione s
so ciales. Siempre se trata ba de con str uir colecti vos mez cland o
9 (;q(é
cqur ("lado de l patio") y cóli jardin ("lado del jardín") son dos ex- en una escala cada vez mayor, cierto tipo de no humanos y cier-'
presiones del voca bu lario tea tral traducidas como "por un lado" y •po r el to tipo de humanos , objetos a la Boyle y sujetos a la Hobbes (sin
oLro". Celécourdesigna el lado derecho del escenario, visto desde la sala, y hablar del Dios tachado). La inno vación de las redes largas es
con u-apuesto a! coléjardin, que es el lado izquierdo. Adicionalmente, en el
texto Kc6tijardin"lleva un signo de admi ració n, lo que la relaciona con lap a- un a interesante panicularidad, pero que no es suficiente para
labra que la anteced e: naturalismo. Agradezco a Gévy Baudry y a Víctor Pé- pon ern os radicalm ente ap arte de los otros o des conecta mos pa-
rez el habenne puesto en el buen camino. [T.) ra siempre de nuestro pasado. No tenemos que continuar lamo-
194 BRUNO 1.ATOUR
NUNCA FUIMOS MODERN OS 195

demización reuniendo nuestras fuerzas, ignorando a los pos- hecho proliferar a los híbridos, extendido cierto tipo de redes,
modemos, apretando los dientes, y a pesar de todo creyendo to- acelerado la producción de las trazas, multiplicado los delega-
davía en las dobles promesas del naturalismo y el socialismo, dos, producido universales relativos po r tanteos. Su audacia, su
' porque esa modernización nunca deb utó_-Jamás fue ~~a ~osa búsqueda, su innovación, su brico lage, su sinrazón ju venil, la es-
que la representación oficial de otro trabaJO mucho mas mumo cala cada vez mayor de su acción, la creación de objetos estab i-
y profundo, que hoy continúa en una escala ca~a v~: mayor. lizados independientes de la sociedad, la libertad de una socie-
Tampoco tenemo s que luchar contra la modermzac1on -a la dad liberada de los objet os, eso es lo que queremos mantener.
manera militante de los antimodernos o decepcionada de los En cambio, n o podemos conservar la ilusión (positiva o nega-
posmod ernos-, porque entonces la emprenderíamos única- tiva) que se hacen de sí mismos y que quieren generalizar a to-
mente con la Constitución, a la que no haríamos más que refor- dos: ateos , materialistas , espiritualistas , teístas , racionales, efi-
zar todavía ignorand o aquello que, desde siempre, le propor- cientes, objetivos, uni versales, críticos, radicalmente distintos
cionó su energía. de los otros colectivos, desconectados de su pasado, al que só-
-- Pero, ¿permite este diagnóstico un remedio a la moderni- lo el historicismo permite mantener en supervivencia artificial,
zación imposibl e? Si, como lo he dicho a todo lo largo, la Co~s- separados de la naturaleza sobre la cual el sujeto o la sociedad
titución permite la proliferación de los híbridos porque se me- impondría con arbitrariedad formas, denunciadores siempre
ga a pensados como tales, por tanto no mantiene su ~ficacia en guerra contra ellos mismos.
sino a condición de negar su existenc ia. Sin embargo, s1la con - Estábamos lejos de los premodernos a causa de la Gran Di-
tradicción fecunda entre las dos partes -el trabajo oficial de visión exterior, simple exportación, lo dije, de la Gran División
purificación y el oficioso de mediación - se vuelve claramente interior. Poniend o fin a ésta, aqué lla desaparece, remp lazada
visible, ¿no va a dejar de ser eficaz la Constitución? ¿No se vol- por diferencias de tamaño. Ahora que no estamos ya tan aleja-
verá imposib le la modernización? ¿Vamos a volvernos, o habre- dos de los premod ernos, pues, tenemos que preguntan10 s có-
mos de volvemos una vez más, premodernos? ¿Tenemos que mo seleccionarlos a ellos también. Ante todo conservemos lo
res ignarnos a convertirnos en antimodernos? A falta ~e algo mejor que tienen, su aptitud para reflexionar de manera ex-
mejor, ¿tendremos qu e seguir siendo modernos, pero sm la fe, clusiva en la produ cción de los híbridos de naturaleza y de so-
a la manera crepuscular de los posmos? ciedad, de cosa y de signo, su certidumbre de que las trascen -
dencias abundan, su capacidad para concebir el pasado y el
porvenir como repetición y renovación, la mu ltiplicación de
Exámenes de pasaje otros tipos de n o humano s, distintos de aqu ellos de los moder-
nos. En cambio, no podriamos conservar el conjunto de los lí-
Para dar respuesta a estas preguntas, primero debemos ha- mites que imp onen al dimensionamiento de los colectivos, a la
cer la selección en las diversas posiciones que bosquejé en el localización por territorio, al proceso de acusación victimaria,
curso de este ensayo, de manera que compongamos lo no mo- al emocentrismo y, por último, a la indiferenciación duradera
derno con lo que tienen de mejor. ¿Qué vamos a conservar de de las naturalezas y las sociedades .
los modernos? Tod<J, salvo la confianzaexclusivaen su Constitución, Pero la selección pa rece imposib le y hasta contradictori a,
que habrá que enm endar un poco. Su tamaño viene de haber porque el dimensionamiento de los colectivos depende del si-
196 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 197

lencio que se hace sobre los cuasi-objetos. ¿Cómo conservar el con paso de ganso, pero sin conservar su gusto por la cita y el
tamaño, la búsqueda, la proliferación, explicitando a los híbri- anacronismo que mantiene la creencia en un pasado realmente
dos? Sin embargo, ésa es la amalgama que busco: conservar la superado. Quiten a los posmodemos las ideas que se hacen de
puesta en naturaleza y la puesta en sociedad que permiten el los modernos, y sus vicios se convierten en virtudes, virtudes no
cambio de tamaño por la creación de una verdad exterior y de modernas.
un sujeto de derecho, sin por ello ignorar el trabajo continuo
<l_econstrucción conjunta de las ciencias y las sociedades. Uti- FIGURA 14

lizar a los premodernos para pensar los híbridos, pero conser- Lo que conservamos Lo que rechazamos
var de los modernos el resultado final del trabajo de purifica-
De los modernos
ción, vale decir, la puesta en una caja negra de una naturaleza rades extensas separación de la naturaleza y de la sociedad
exterior claramente distinta de los sujetos. Seguir de manera tamaño clandestinidad de las prácticas de
experimentación mediación
continua el gradiente que lleva de las existencias inestables a las
universales relativos Gran División exterior
esencias estabilizadas, y a la inversa. Lograr el trabajo de purifi- separación de la naturaleza denuncia critica
cación, pero como un caso particular del trabajo de mediación. obj.edva y de la sociedad libre universalidad , racionalidad

Mantener todas las ventajas del dualismo de los modernos sin


De los premodemos
sus inconvenientes -la clandestinidad de los cuasi-objetos-; no separabilidad de las cosas obligación de relaclonar el orden social
conservar todas las ventajas del monismo de los premodernos y los signos y natural
trascendencia sin contrario mecanismo de acusación victimaria
sin padecer sus límites: la restricción de tamaño por la confu- multiplicación de los no humanos etn ocentr ismo
sión duradera de los saberes y los poderes. temporalidad por intensidad territorio
escala
Los posmodemos sintieron la crisis, y por tanto también
ellos merecen el examen y la selección. Es imposible conservar De los posmodemos
su ironía, su desesperación, su desalienw, su nihilismo, su au- tiempo múltiple creencia en el modemismo
deconstrucci 6n impotencia
tocrítica, porque todas esas bellas cualidades dependen de una reflexividad deconstrucción crítica
concepción del modernismo que éste jamás practicó realmen- desnawralización reflexividad irónica
te. En cambio, podemos salvar la deconstrucción -pero como ( anacronismo

ésta ya no tiene contrario se convierte en constructivismo y ya


no tiene puntos de contacto con la autodestrucción-; pode- Por desgracia, no veo nada entre los antimodemos que val-
mos mantener su rechazo de la naturalización -pero como la ga la pena ser salvado .. Siempre a la defensiva , creyeron sin
misma naturaleza ya no es natural, ese rechazo ya no aleja de cesar lo que los modernos decían de sí mismos para invertir
las ciencias constituidas sino que por el contrario acerca a las con violencia su signo. Antirrevolucionarios, tanto del tiempo
ciencias en acción-; podemos conservar su gusto tan pronun- pasado como de la tradición se hicieron la misma idea ridícu-
ciado por la reflexividad -pero como esta propiedad es com- la que los modernos. Los valores que ellos defienden jamás fue-
partida entre todos los actores, pierde su carácter paródico pa- ron otra cosa que el residuo dejado por sus enemigos, sin que
ra volverse positivo-; por último, podemos rechazar con ellos comprendan nunca que la grandeza de los modernos, en la
la idea de un tiempo coherente y homogéneo que avanzaría práctica, radicaba en los valores inve rsos, mucho más comple-
198 BRUNO 1.ATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 199

tos. Incluso en sus combates de retaguardia no lograron inno- EJ humanismo redistribuido


var, ocupando el pequeño rincón que les asignaban. Ni siquie-
ra puede decirse en su favor que pusieron un freno al frenesí Antes de poder enmendar la Constitu ción, primero debe-
de los modernos, de quienes siempre fueron, en el fondo, sus mos de splazar lo humano, al que el humanismo no hace bas-
mejores comparsas. tante justicia. El sujeto de derecho, el ciudadano actor del Le-
El balance de este examen no es desfavorable . Podemos viatán, el rostro perturbador de la persona humana , el ser de
conservar las Luces sin la modernidad, a condición de reinte- re lación, la conciencia , el cogito,el hombre de lenguaje que bus-
grar en la Constitución los objetos de las ciencias y las técnicas, ca sus pa labras, el hermeneuta, el yo profundo , el tú y el ti 10 de
cuasi-objetos entre muchos otros, cuya génesis no debe ya ser la comunicación, la presencia a sí, la intersubjetividad , otras
clandestina, sino seguida de punta a punta, desde los aconteci- tantas figu ras magnífic as que los modernos supieron pintar y
mientos calientes que les dieron nacimiento hasta ese enfria- salvar. Pero todas esas figuras son asimétricas porque son lapa-
miento progresivo que los transforma en esencias de la natura- reja de l objeto de las ciencias, el que yace huérfano, abandona -
leza o de la sociedad. do en las manos de aquellos que tanto los epistemó logos como
¿Es posible elaborar una Constitución que permitiría reco- los soc iólogos creen reduc tores, objeti vos, racionales. ¿Dónde
nocer oficialme nte ese trabajo? Debemos hacerlo , porque la están los Mounier de las máquinas , los Lévinas de los animales,
modernización a la antigua no podrá ya absorber ni a los otros los Ricreur de los hechos? Pero lo humano , ahora lo compren-
pueblo s ni a la naturaleza, por lo meno s ésa es la convicción demos , no puede ser captado y salvado sin que le devuelvan esa
que se encuentra en el origen de este ensa yo. El mundo mo- otra mitad de sí mismo, la parte que corresponde a las cosas.
de rn o, p or su mismo bien, ya no puede extenderse sin volver a Mi.entras el humanismo se haga por contraste con el objeto de-'
ser lo que en la prácúca nunca dejó de ser, o sea, como todos jado a la epistemología, no comprenderemos ni lo humano ni
los otros, un mundo no moderno. Esta fraternidad es esencial lo no humano. __J
para absorber los dos conjuntos que la modernización revolu- ¿Dónde siruar lo humano? Sucesiones históricas de cuasi-ob-
cionaria dejaba u-as ella: las multitudes naturales de las que ya jetos cuasi-sujetos, es imposible definirlo por una esencia , eso lo
no somos dueños , las multitudes humanas que ya nadie domi- sabemos desde hace mucho tiempo. Su historia y su antropolo-
na . La temporal idad moderna daba la impresión de una acele- gía son demasiado diversas para que se lo circunscriba de una
ración continua, expulsando a la nada del pasado a masas cada vez por todas. Pero la astuc ia de Sartre, que lo define por una
vez mayores de humanos y no humanos mezcladas. La in-ever- existencia libre que se extirpa de una naturaleza desprovista de
sibilidad cambió de campo. Si hay una cosa de la que ya no es significación, a todas luces nos está prohibida porque hemos de-
posible librarse es de las naturalezas y las multitudes, ambas vuelto la acción, la voluntad, la significació n y la palabra misma
igualmente globales. La tarea política prosígue con nuevos cos-
tos. Hub o que modificar de punta a punta la fábrica de nues-
tros colectivos para absorber al ciudadano del siglo xvm y al 10 Le tu el le toi en el original. Mientras que tu es sólo pronombre, toi es
obrero del XIX. Tendremos que transfonnamos otro tanto pa- una palabra que tiene varias valenci as: pu ede ser pronombre (tú), comp le-
ra hacer lugar hoy a los no humanos creados por las ciencias y mento directo (te) y también indire cto (ti) , según su ubicación en la frase.
las técnicas. [T.]
200 BRlJ~O LATOUR
NUNCA FUIMOS MODERNOS 201

a todos los cuasi-objetos. Ya no existe un práctico-inerte para ción de lo humano a Jo largo de la línea horizontal que une el
atrapar ahí la pura libertad de la existencia humana,- Oponerlo polo del objeto con el del sujeto, sino en hacedo deslizar a lo
al Dios tac hado (o inversamente reconciliado con El) también largo de la dimensión vertical que define el mundo no moder-
es imposible , porque es en su oposición común con la natura- no. Revelemos su trabajo de mediación, y adoptará una forma
leza como la Consútución moderna los ha definido a los tres. humana . Encúbramoslo, y habrá que hablar de inhumanidad,
Entonces, ¿hay que sumirlo en la naturaleza? Pero al ir a buscar aunque se trate de la conciencia o de la persona moral. La ex-
algunos resultados de ciertas disciplinas científicas para vestir a presión "antropomórfica" subestima nuestra humanidad, y mu-
ese robot animado de neuronas, de pulsiones, de genes egoís- cho. De lo que habría que hablar es de modismo. En él se cru-
tas, de necesidades elementales y de cálculos económicos, no zan los tecnomorfismos, los zoomorfismos, los fusimorfismos,
abandonaríamos los monstruos y las máscaras. Las ciencias mul- los ideomorfismos, los teomorfismos, los sociomorfismos, los
tiplican las formas sin lograr desplazarlas ni reducirlas ni unifi- psicomorfismos. Son sus alianzas y sus intercambios los que de-
carlas. Ellas añaden realidad, no la sustraen. Los híbridos que fin en en su conjunto el __ lntercambiador o mezclador
(Jn~f!>Pos.
inventan en el laboratorio son más exóticos todavía que aque- de morfi smos , eso es lo que lo define bastante. Cuanto más se
llos que pretenden reducir. ¿Hay que anunciar solemnemente acerca a esta di stri bución, más humano es. Cuanto más se ale-
la muerte del hombre y disolverlo en los juegos de lenguaje, re- j a , más adopta formas múltiples en las cuales su humanidad se
flejo evanescente de estructuras inhumanas que escaparían a to- vuelve bien pronto indiscernible, aunque sus figuras sean las
da comprensión? Claro que no, porque no estamos ni en el dis- de la persona, del individuo o del yo. Al querer aislar su forma
curso ni en la naturaleza. De todos modos, nada es lo bastante de las que mezcla, no se lo defiende , se lo pierde:
inhumano para disolver allí el hombre y anunciar su muerte. ¿Cómo sería amenazado por las máquinas? El las hizo , él
Sus voluntades, sus acciones, sus palabras abundan demasiado. formó parte de ellas, él distribuyó en sus miembros sus propios
¿Habrá que evitar la cuestión haciendo de lo humano algo tras- miemb ros , él construye su propio cuerpo con ellas. ¿Có~o se-
cendental que nos alejaría para siempre de la simple naturale- ria amenazado por los objetos? Ellos fueron todos cuasi-sujetos
za? Sería volver a caer sólo sobre uno de los polos de la Consti- circulando en el colectivo que trazaban . Él está hecho de ellos ,
tución moderna. ¿Habrá que extender por la fuerza alguna tanto como ellos están hechos de él. Él mismo se definió mul-
'i' definición provisional y particular inscrita en los derechos del tiplicando las cosas. ¿Có mo sería engañado por la política? Es
hombre o los preámbulos de las constituciones? Sería volver a él qu ien la hi zo, re com poniend o el colectivo por las continuas
traZar las dos Grandes Divisiones y creer en la modernización. contr overs ias so bre la repre sentación que permiten dec ir a cada
Si lo humano no posee una forma estable, sin embargo no instante lo que él es y lo que quiere. ¿Cómo sería os curecido por
es informe. Si, en vez de relacionarlo con uno u otro de los dos la religión? Es a través de ella como se relaciona con todos sus
polos de la Co nstitución , lo acercamos al medio, se convierte semejante s, como se co no ce en cuant o persona pre sente en las
en el medi ado r y en el mismo ime r cambiador. Lo humano no en unciacio nes. ¿Cómo se rí a mani pul ado por la economía? Su
es un o de los polos de la Constitución que se opondría a los no forma provisional es inasignable sin la circulación de los bienes
human os. Las dos expresiones de hwnanos o no humanos son y las deudas, sin la distribución continua de los lazos sociales
resultados tar díos que no bastan ya para designar la otra dimen- que tejemos por la gracia de las cosas. Ahí está, delegado, me-
sión. La escala de valor no consiste en hacer deslizar la defini- diado, repartido, enviado, enuncia do, irreductible. ¿De dónde
202 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MOD ERNOS 203

viene la amen aza? En parte de aquellos que quieren redu cirlo la separaci ón de los poderes entre las dos ramas, tras haber per-
a una esenc ia y que , desprecian do las cosas, los objetos, las má- mitido la prolife ración de los híbrid os, no po día ya representar
quinas, lo social, cortando tod as las delegacion es y todos los en- con dignidad a ese nuevo estado llano. Una constitución se eva-
víos, constru yendo por relleno niveles lisos y plen os, mezclan- lúa por las garantías qu e ofrece . La de los modernos, lo recor-
do todos los órdenes de misión, hacen del hu mani smo una damos, permiúa asegurar cuatro garantías que no tenían senti -
cosa frágil y preciosa aplastada por la naturaleza, por la socie- do sino tomadas todas juntas pero a condic ión de permanecer
dad o por Dios. estrictamente separadas. La primera asegura ba a la naruraleza
Los humanistas modernos son reductores porque tratan de su dimensión trascendente distingui éndo la de la fábrica de la
referir la acció n solam ente a algunas potencias , no dejando al sociedad -por tant o, opues ta a la unión co ntinua del orden na-
resto del mund o más que simple s intermediarios o simp les for- tural y del orden social entre los premodemos. La segunda ase-
mas mudas. Es cierto que al redi stribu ir la acción entre todo s los guraba su dimensión inm anente a la socied ad haciendo a los
mediadores se pierde la form a reducida del hombre, pero sega - ciudadanos libres por entero de reconstruirla en fo rma artifi-
na otra , que hay que llamar irreducida. Lo humano está en la cial, contrariam ente a la unión continua del orden social y del
misma delegació n , en el pase, en el envío, en el intercambio con- orden natural, que obliga ba a los p remodemo s a no poder mo-
tinuo de las formas. Por supue sto que no es un a cosa, pero las dificar a una sin modificar a la otra . Pero como en la práctica
cosas tampoco son cosas. Por supuesto que no es un a mercan- esa doble separación permitía movilizar y construir la na turale-
cía, pero las mercancías tampoco son mercancías. Por supuesto za -vuelta inmane nte por movilización y con strucción - y, a la
que no es una máquina , pero el que ha visto máquinas sabe cuán inversa, ha cer estable y durad era a la sociedad --<onvertída en
poco maqtúnales son. Por supuesto que no es de este mundo, trascendente por reclutamient◊ d e no humanos cada vez más
pero este mundo tampoco es de este mundo. Por supues to que numerosos-, una tercera garantía aseguraba el bloqu eo entr e
no está en Dios, pero ¿qué rela ción hay entre el Dios de arriba las dos ramas del gobierno: aunque movilizable y construi da, la
y el qu e habrí a que llamar de abajo? El humanism o sólo puede natu raleza quedará sin relación con la sociedad, la cual, aunque
mante nerse si se comparte con todos sus enviados. La naturale- trascendente y sostenida por las cosas, ya no tendrá re lación con
za hum ana es el conjunt o de sus delegad os y sus representan tes, la naturaleza. En o tras palab ras, los cuasi-objetos serán oficial-
de sus figuras y sus mens ajeros. Ese universal , simé trico, bien va- mente desterrados-¿habrá que decir converti dos en tabúes? -
le éste , doblemente, asimétrico, de los modern os. Esa nueva po- y las redes de tradu cción pasarán a la clandes tin idad, ofrec ien-
sición , desfasad a respecto de la del sujeto/ sociedad, ahora con- d o al trabajo de purific ación una contrapartida que sin emb ar-
viene garantizar la por una Consti tución enmendada. go no dejarán de pensar y de cubrir, hasta que los posmodernos
la obliteren del todo. La cuar ta gara ntía del Dios tachad o per-
mitía estabili zar ese mecanis mo dualista y asimétrico asegu ran-
La Constitución no moderna do una función de arbitraje pe ro sin presencia ni poder.
Para bosquejar la Constitución no moderna, basta con tener
En el curs o de este ensayo simplemente restabl ecí la sime- en cue n ta lo que la primera había hecho a un lado y seleccio-
tría entre las dos ramas del gobiern o, el de las cosas -ll ama do nar las garantías que deseemos conservar. Nu estro compromi-
ciencia y técnica- y el de los hombre s. También mostr é por qué so fue d ar una representación a los cuasi-objetos. En conse-
204 BRUNO LATOUR NUNCA FUIM OS MODERNOS 205

cuencia, lo que hay que suprimi r es la tercera garantía, porque en verdad hay hechos científic os indiscutibles y sujetos de de-
es ella la que imposibilitaba la continuidad de su análi sis. La recho, pero se convie rten en la doble consecuencia de una
natu raJeza y la sociedad no son dos polos distint os, sino una so- práctica visible en continuo, en vez de ser, como en los moder-
la y misma produ cción de sociedades-naruralezas, de colectivos. nos, las causas lejan as y op ues taS de una práctica invisible que
Por tant o, la primera garantía se convierte en la no sep arabili- los contradice. Nuestra segu nd a gara ntía, por lo tanto, permi-
dad de los cuasi-objet os, cuasi-sujetos. Tod o conc epto, toda ins- te recuperar las dos prim eras de la Con stitu ción moderna, pe-
titución, toda práctica que perturbe el despliegue continuo de ro sin separarlas. Cualquier co ncepto , cualquier institución,
los colec tivos y su experimentación de híbridos la considerare- cualquier práctica que penurbe la objetivación progresiva de
mos peligrosa, nefasta y, en pocas palabras, inmoral. El trabajo la naturaleza -l a puesta en caja negra- y a la vez la su bjetivi-
de mediación se convierte en el centro mismo del doble poder zación de la sociedad -la libertad de maniobra-, serán co n-
natural y soc ial. Las redes salen de su clandestinidad. El Impe - siderados nefast os, peligrosos y, muy simplemente, inmorales.
rio del Medio es representado. El estado llano, que no era na- Sin esca segunda garantía, las redes libera das por la primera
da, se convi erte en tod o. cons ervarían su índo le salvaje y clandesti na. Los modernos no
Sin embargo, lo dije, no deseamos volvemos premodemos. se equ ivocaban cuando querían no hu manos objetivos y socie-
La no sep arabi lidad de las naturalezas y las sociedades tenía el dades libres. Sólo era falsa su certeza de que esa doble produc-
inconveniente de imp osibili tar la experimentación a _gran es- ción exigía la distinción absoluta de los dos términos y la repre-
cala, porque toda transformación de la naturaleza debía estar sión continua del trabajo de mediació n.
en armonía, punto p_or punto, con una transformación social, La historicidad no encontraba lugar en la Cons titu ción mo-
y a la inversa. Pero de los modernos queremos conservar su in- derna porqu e estaba enmarcada por las tres únicas entidades
novación mayor: la separabilidad de una natu raleza qu e nadie cuya existencia reconocía. La historia contingente existía úni-
cons truyó -tras cendencia- y la libe rtad de maniobra de una cam ent e para los humanos, y la revolucíón se convertía en el
sociedad que es nuestra obra -inmanencia-; no obsta nte, no único medio para los modernos de comprender su pasado, co-
deseamos heredar la clandestinidad del mecanismo inverso mo lo mostré más arriba , rompiendo por completo con él. Pe-
que permi te construir la naturaleza -inm anencia- y estabili - ro el tiempo no es un flujo homogéneo y liso. Si bien depende
zar en forma dura dera la socie dad a través de la trasce ndencia. de las asociaciones, éstaS no dependen de él. Ya no deb en po-
Ahora bien , podemos con servar las dos primeras garantía s der hacernos la jugada del tiempo que pasa para siempre rea-
de la vieja Constitució n sin mantener la duplicidad, hoy visible, grupando en un conjun to coherente elementos que pertene-
de su tercera garantía. La trascend encia de la naturaleza, su ob- cen a tod os los tiempos y a todas las ont ologías. Si queremos
jetividad, o la inm anencia de la sociedad, su subjetividad, pro- recuperar la capa cida d de selección que parece esenci al a nues-
menen del trabajode mediacíón sin dependerde su separación, contra- tra moral idad y que define lo hum ano, es menester que nin -
ri,amente a /,o quepretendela Constitución de los modernos.El trabajo gún flujo tem pora l coherente venga a limitar nuestra libertad
de puesta en naturaleza o de puesta en sociedad provi ene del de ele cción. La tercera garantía, tan imp ortante como las otras,
desenlace durad ero e irreversible del trabajo común de dele- es poder com bina r libremente las asociaciones sin tener nun-
gación y traducción. AJ fin y a1 cabo, realmente hay una natu - ca frente a nosotros la elec ción entre el arcaísmo y la moderni-
ra leza que no hicim os, y una socied ad que podemos cambiar; zación, lo local y lo global, lo cultural y lo universal, lo narural
206 BRUNO l.ATOUR NUNCA FUIMOS MODERNOS 207

y lo social. La liber tad se ha desplazado del mero polo social deseamos hacer. De esa disminución, de esa moderación, de esa
para ocupar el medio y la parte inferior y convertirse en capa- regulación esperamos nu es tra moralidad. La cuarta garantía,
cidad de selección y de recombinación de los em brollos socio- tal vez la más importante, es remplazar la lo ca proliferación de
técnicos . Toda nueva apelación a la revolución, todo corte epis- los híbridos por su producción regulada y decidida en común.
temológico, toda inversió n copernicana, toda pretensión de Acaso sea tiempo de volver a hablar de democracia, pero de una
prescribir para siempre detenninadas prácticas las considera- democracia extendida a las cosas mism as. Ya no deben poder
remos peligrosas o, lo que es incluso peor a la manera de ver hacemos otra vez la jugada de Arquímedes.
de los modernos, ¡caducas! ¿Hay que añadir que el Dios tachado, en esta nueva Cons-
titución, resulta liberado de la posición indigna que le h acían
FIGURA IS ocupar? La cuestión de Dio s está reabierta, y los no modernos
Constitución mo dema Constitución no moderna ya no tienen que tratar de generalizar la metafísica improbable
de los modernos que los ob ligaba a creer en la cre encia.
1•garantía: la naturaleza es trascendente 1' garantla: no separabilidad de la produc-
pero moviliz:able(inmanente). ción común de las sociedades y las natura-
lezas.

r garantía: la sociedad es inmanente pero 2' garantía: observación suces,va de la


El Parlamento de las cosas
nos supera infinitamente (ua.scendente). puesta en naturaleza. objetiva. y de la pues-
ta en sociedad. libre. Al fin y al cabo.hay en Nosotros queremo s que la selección meticulosa de los cua-
verdad trucendencia de la naturaleza, in-
manencia de la socie<lad, pero ambos no
si-objetos se vuelva posi ble no ya oficiosamente y con disimu lo,
están separados. sino de manera oficial y pública. En esa voluntad de puesta al
día, en palabra y en público, seguimos reconociéndonos en la
3' garantia: la naturaleza y la sociedad son 3' garantía: la libertad es redefinida como
toclmente discintaS y el trabajo de purffi- una capacidad de selección de las combina- intuición de las Luces. Pero esa intuición nunca tuvo la antro-
cación no ti ene relación con el erabajo de ciones de híbridos que ya no depende de pología de su ambición. Compartió lo humano y lo no humano
mediación. un flujo temporal homogéneo. ·
y creyó que los otros no lo hacían. Necesaria tal vez para inc re-
4' garantía: e l Dios tachado está totalmen- 4' garantía: Ja producción de hlbridos. al mentar la movilización, esa división resultó superflua, inmora l
te ausente pero aseg\lra el arbitraje entre volverse explícita y colectiva. se convierte y, digám oslo ahora, anticonstitucional. Fuimos modernos. Muy
las dos ramas del gobierno. en el objeto de una democracia ampliada
que regula o disminuye su ~denc/a.
bien. Ya no podemos serlo de la misma manera. Al enmendar
la Constituci ón, segu imos creyendo en las ciencias, pero en vez
de tomarlas en su objetividad, su verda d, su frialdad , su extrat e-
Pero si tengo razón en mi interpretación de la Constitución rritorialidad --cualidades que jamás tuvieron sino por la recu-
moderna, si de veras permitió el desarrollo de los colectivos pro- peración arbitraria de la epistemología-, las tomamos en lo que
h ibiendo oficialmente lo que dejaba hacer en la práctica, ¿cómo siempre tuvieron de más interesan te : su audacia , su experimen-
podríamos seguir haciéndolo, ahora que hemos hecho visible tac ión, su incertidumbre, su calor, su mezcla incongruente de
y oficial su práctica? Al ofrecer estas garantías para remplazar híbridos, su loca capacidad para r ecomponer el lazo social. Só-
las precedentes, ¿no imposibilitamos tanto ese doble lenguaje lo les quitamos el misterio de su nacimiento y el peligro que su
como el crecimiento de los colectivos? Precisamente es lo que cland estin idad hacía correr a la democracia.
208 BRUNO LATOUR
NUNCA F1JIMOS MODERNOS 209

Sí, en verdad somos los herederos de las Luces, cuyo racio- presentación tenía ese pr ecio, sin compr ende r jamás qu e la so-
nalismo asimétrico no es lo bastante grande para nosotros. Los lución de su problema se encontraba en la otra rama del go-
descend ientes de Boyle habían definido un parlamento de los bierno.
mudos, el laboratorio, donde los científicos, simples interm e- En el curso de este ensayo objeté ta l división de las tareas,
diarios, hablaban solos en nombre de las cosas. ¿Qué decía n porque ya no permitía construir la casa común que albergará
esos representantes? Nada, salvo lo que las cosas habrían dicho a las sociedade~naturalezas que nos legaron los modernos. No
por sí mismas si sólo hubiesen podido hablar. Los descendien- ha y dos problemas de representac ión sino uno solo. No tiene
tes de Hobbes, al margen de l laboratorio, habían definido la Re- dos ramas sino una sola cuyos productos sólo se distinguen tar-
pública, donde los ciudadanos desnudos, al no poder ha blar lo- díamente y tras un examen común. Los científicos· no parecen
dos a la vez, se hacían representar por uno de ellos, el soberano, traicionar la realidad exterior sino porque construyen sus so-
simple intennediario portavoz de sus palabras. ¿Qué decía ese ciedades y sus naturalezas a la vez. El soberano no parece trai-
representante? Nada, salvo lo que los ciudadanos ha bría n dicho cionar a sus mandantes sino porque mezcla a la vez ciudadanos
de haber podido hablar codos al mismo tiempo. Pero de inme- y la enorme masa de los no humanos que permiten que el Le-
cliaco se introdujo un a duda sobre la calida d de esta do ble tra- viatán se sostenga. La desconfianza sobre la representa ción
ducción. ¿Ysi los sabios hablaran de sí mismos, en vez de h ab lar científica venía tan sólo de que, se creía, sin la polución social
de las cosas? ¿Ysi el soberano perseguía sus propios intereses , la naturaleza sería inmediatamente accesib le. La des confianza
en vez de recitar el librelo escrito para él por sus mandantes? sobre la representa ción política venía de q ue , se cr eía , sin la
En el primer caso, perderíamos la naturaleza y recaeríamos en perversión de las cosas el lazo social se volvería transparente.
las disputas hwnanas ; en el segundo, recaeríamos en el estado "Eliminen lo social y tendrán por fin un a representación fiel",
de naturaleza y en la guerra de todos contra todos. Al definir decían unos . "Eliminen los objetos y tendrán por fin una repre-
una separación total entre las dos representaciones científicas y sentación fiel" , afirmaban otros. Todo su debate procedía de la
políticas, la doble traducció n-traición se volvía posible. Jamás sa- división definida por la Constitución moderna .
brem os si los científicos traducen o traicionan. Jamás sabremos Retomemos canto las dos representaciones como la doble
si los mandatarios traicionan o traducen. duda sobre la fidelidad de los mandatarios y h ab remos defi ni-
Durante el período moderno, las críticas siempre se alimen- do el parlamento de las cosas. En su recinto se encue ntra re-
tarán de esa doble duda y de la imposibilidad de pone rle fin al- compuesta la continuidad de lo co lectivo . No hay ya verdades
guna vez. Sin embargo, el modernismo sup uso escoger ese desnudas, pero tampoco ciudadanos desnudos. Los m ed iado-
arreglo pero desconfiar constantemente de sus dos tipos de re- res tienen todo el espacio para ellos. Las Luces tienen finalmen -
presentantes, sin por ello convertirlo en un solo y único proble- te su morada. Las naturalezas están presentes, pero con sus re-
ma. Los epistemólogos se int errogaron sobre el rea lismo cien- presentantes, los científicos , que hablan en su nom bre . Las
tífico y la fidelidad de las ciencias a las cosas; los po litólogos se sociedades están presentes , pero con los objetos que las lastran
interrogaron sobre el sistema represe ntativo y la fidelidad rela- desde siempre. Que uno de los mand atarios habl e del agujero
tiva de los elegidos y los portavo ces. Todos tuvieron en común de ozono , que el o tro rep resente las industrias quím icas de la
odiar a los intermedi arios y qu erer un mundo inm ed iato, vacia- región Rbóne-Al pes, un tercero a los ob reros de esa misma in-
do de sus mediadores . Todo s pensaron que la fidelidad de la re- dustria química , otro a los electores del Lyo nnais , que un quin-
210 BRUNO LATOUR NUNCA FUIMOS MOD ERNOS 211

to hable de la met eorología de las regiones pol ares , que otro No tenemos mucha elección . Si no cambiam os la casa co-
más lo haga en nombre del Esta do, qué nos importa, con tal mún, no absorb eremos en ella las otras culturas que ya no po-
que todos se pr onuncien sobr e la misma cosa, sobre ese cuasi- demos control ar y seremos para siempre incap aces de acoger
objeto que todos crearon, ese objeto-<liscurso-naturaleza-socie- ese entorno qu e ya no podem os dominar. Ni la naturaleza ni
dad cuyas pr op ied ades nuevas nos sorprenden a todos y cuya los Otros se volverán modern os. A nosotros no s corr esponde
red se extie nde de mi helade ra a la Antártida pas ando por la modificar nuestras maneras de cambiar. O de otro modo será
química, el derecho, el Estado , la economía y los satélites. Lo s e n vano que el Muro de Berlín cayera durante el milagroso año
embrollos y las redes que n o tenían lugar tienen todo el qu e del Bicentenario , ofreciéndono s esa única lecc ión de cosas so-
quieren para ellos. Son ellos los que hay que repres entar, alr e- bre la quieb ra conjunta del socia lismo y el natu ralismo.
dedor de ellos se reúne en adelan te el Parlam ent o de las cosas .
"La piedra que los constructores habían de sechado se ha con-
vertido en la piedra angular ." 11
No ten em os que crear ese Parlamento de pies a cabeza, ape-
lando a un a revolución más. Basta con qu e ratifiquemos lo que
hacemos todos desde siemp re, con tal qu e reconside remos nu es-
tro pasado, que comprendamos retrospe ctivamente hasta qué
pun to nun ca fuimos mo dernos, y que reaj ustemo s las dos mita-
des de ese símbolo quebrad o por Hobbe s y Boy]e en señal de re-
conocim iento. La mitad de nuestra polític a se hace en las cien-
cias y las técnicas. La otra mitad de la naturaleza se hace en las
sociedad es. Empalmemos las dos, y la políti ca vuelve a emp ezar.
¿Será demasiado poco ratificar públicamente lo que ya se h ace?
Como lo apr en dimos a todo lo largo de este ensayo, la represen-
tación oficial es eficaz ; ella es la que, en la vieja Consútu ción,
permit e ex plorar los híb rido s. Si pudié ramos escribir una nue-
va modifi carí amos con profun didad el curso de los cuasi-obje-
tos. ¿Será esperar dem asiado de un cambio de represen tació n
que pa rece no depender más que del trozo de pape l d e una
Constitución? Probablem en te, pero yo llevé a cabo mi trabajo
de filósofo y de constitu yente reuniendo los temas disp ersos de
la antr opología comp arada. Otros sabrán convo car a ese Parla-
mento .

11 Afusión a Salmos 118,22. (T.)


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