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Olivares Torres Tadeo

02/09/21.

El llamado de la pandemia a la sociedad, la caridad y empatía


¿Ustedes creen que es importante tener una actitud de caridad y empatía en tiempos pandémicos? Yo
creo que si algo nos ha pedido la pandemia del COVID-19 es precisamente el llamado a estas virtudes
teologales para ponerlas en práctica no solo con nuestra familia o amigos, sino también con nuestro
prójimo. El largo tiempo que hemos estado en casa con la necesidad de protegernos, nos ha llevado a
cambiar nuestro estilo de vida y nuestros valores que nos permitan enfrentar la nueva normalidad. La
pandemia nos ha exigido a todos mucho más de la cuenta, es decir, hemos conseguido aprender lecciones
y actitudes valiosas que nos ha dado a la ciudadanía convivencia, autodisciplina y sobre todo
responsabilidad.

Desde mi punto de vista, es importante tener una actitud de caridad y empatía, esta pandemia no
es algo que no hayamos conocido antes; el no actuar de manera responsable puede poner en riesgo
nuestras vidas y la de los demás. No hay duda alguna que estas virtudes son clave en estos tiempos, quizá
se pregunten porqué, pues estas capacidades que para muchos son nuevas nos permitirán enfrentar la
nueva normalidad. Como católico y firme seguidor de Cristo Jesús, considero que la caridad es la más
importante de las tres virtudes teologales, por encima de la fe y la esperanza. La caridad es el amor a
Dios por sobre todas las cosas, lo cual también se traduce en el amor al prójimo. Sin embargo, esta virtud
se expresa básicamente en la disposición de ayudar y apoyar al más necesitado sin esperar nada a cambio.
Pensando sobre este tema, viene a mi mente las enseñanzas que Jesús nos dejó en forma de parábolas,
una de ellas que está relacionada a lo que estamos viviendo actualmente es la parábola del buen
samaritano, en la cual nos pide que socorramos a los enfermos y a los afligidos. Estimados todos, Jesús
nos enseñó que debemos de seguir con la misión de la caridad y es precisamente en estos tiempos difíciles
en el que debemos ayudar a los afectados por esta pandemia. Él nos pide que visitemos a los enfermos,
pues es como si en realidad hiciéramos estas obras por él ya que al hacerlas heredaremos el reino de los
cielos. Yo les pregunto a ustedes ¿se han cuestionado quién los necesita? Yo creo que no debemos
preguntarnos lo anterior, pues si verdaderamente hemos cuidado y ayudado en las necesidades de nuestra
familia y amigos, entonces debemos preocuparnos en aquellos que necesiten de nuestro apoyo, es decir,
que veamos por las necesidades de aquellos que no forman parte de nuestro círculo personal y familiar.

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Durante estos 15 años que Dios me ha permitido vivir, he podido percibir que el objetivo de la
caridad no es darle una moneda al más necesitado y pensar que se ha resarcido el dolor en esa persona,
al contrario, es el encuentro de Cristo mismo, es decir, en cada rostro que veamos a los afectados por esta
pandemia, hemos de ver el rostro de Jesús, así como nos lo pide el papa Francisco en su epístola “no
veamos la caridad como beneficencia, limosna, idea o incluso como un sentimiento de piedad.”

¿Han interpretado este tiempo con sus propias vivencias con lo que Jesús nos hace mención en la
Biblia? Para mí una gran interpretación es la parábola de “los diez leprosos”, pues Jesús no ignoró ni
salió huyendo por miedo a ser contagiado, al contrario, él sanó a cada uno de los enfermos esperando la
actitud que cada uno de ellos desarrollaría, sin embargo, solo uno de los dolientes adquirió una de las
más grandes virtudes del ser humano: la gratitud. Dios espera de cada uno de nosotros que enfrentemos
esta dificultad con un verdadero sentido de la caridad y empáticos con las necesidades de los que más
nos necesitan.

Para vivir esta obra hay que comenzar reconociendo en el otro a alguien de consideración y
ponerse en sus circunstancias. El tiempo que hemos estado en casa, nos ha obligado a seguir normas de
higiene para evitar contagiarse de COVID-19, las cuales son acciones que actualmente cada uno de
nosotros estamos realizando para evitar la propagación del virus. Por cada salida innecesaria a la calle,
la tensión se agudiza al ver cómo varias personas no portan el cubrebocas adecuadamente, así como no
tener la precaución en mantener el distanciamiento social. Ante esto, el sector salud señala que es
necesaria la empatía mientras dure el tiempo de la contingencia sanitaria. Investigando sobre la
importancia de esta virtud teologal en estos tiempos, encontré que hace 3500 años los israelitas debido a
la lepra que enfrentaron establecieron algunas reglas de higiene, las cuales fueron dadas a la nación de
Israel. Algunas coincidencias que encontré en la Biblia respecto a la lepra, hay muchas similitudes con
el COVID-19 las cuales aparecen en “Levíticos 13: 4, 5, 46” y en el “Éxodo 30: 18-21”. El
distanciamiento social, cubrirse la boca, lavado constante de manos y pies, evitar contacto físico si se
presentan síntomas, quien esté infectado debe permanecer entre 7 y 14 días de cuarentena son ejemplos
de sanidad que los israelitas aplicaron empáticamente para controlar el virus de la lepra y reducir los
niveles de contagio. Precisamente menciono esto porque Dios a través de sus sagradas escrituras, nos
invita a ser empáticos con todo el personal médico.

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Jesús nos ha enseñado a ver al prójimo de un modo distinto, acompañándolo en sus sufrimientos
y pérdidas que ha provocado esta pandemia, por eso, los invito a que aprendamos de él a interesarnos por
el estado interior de quienes nos rodean. No hay excusas para no ser empáticos, no creamos que al ejercer
esta capacidad Dios nos premiará por haber hecho algo extraordinario, al contrario, veamos esta
oportunidad como el mejor momento para comprendernos y apoyarnos los unos con los otros para tener
la cercanía con el corazón de su hijo Jesús. La empatía unida a la caridad contribuye a fomentar la unión
en cada uno de nosotros, así como lo menciona el apóstol San Pedro en el Nuevo Testamento: “Tengan
todos el mismo pensar y el mismo sentir”. Decir estas palabras de la piedra angular de la Iglesia me
llevan a pensar sobre cuántos problemas se evitarían si procuramos entender lo que sucede en el interior
de los demás. El miedo, la incertidumbre, el desánimo, las pérdidas y el sufrimiento son sentimientos
generalizados de lo que cada uno de nosotros hemos vivido en esta pandemia. Sin embargo, si esa
desolación que nos produce la transformamos en buscar nuevos caminos de practicar la caridad y la
empatía dejaremos de sentirnos ansiosos de lo que pueda seguir sucediendo, ya que no está en nuestras
manos controlarlo.

Busquemos un nuevo sentido en nuestras vidas, pues solo así podremos superar esta grave crisis
que ha generado la pandemia. Si nos interesamos por nosotros mismos queriendo proteger únicamente
nuestras vidas, tendremos pocas condiciones para continuar con valor. Solo si somos una comunidad
empática y caritativa, podremos estar en las mejores condiciones para afrontar esta batalla. Yo les invito
a que renovemos nuestro espíritu en nuestros corazones buscando no el fin de la pandemia, sino el fin de
la falta de empatía y caridad. Pienso yo que solamente así habrá valido la pena el confinamiento, como
San Josemaría Escrivá de Balaguer dijo una vez: “Cuando se vive de veras la caridad, no queda tiempo
de buscarse así mismo; no hay espacio para la soberbia; ¡no se nos ocurrirán más que ocasiones de servir!
Muchas Gracias.

SUGERENCIA DE MI COMPAÑERO CARLOS SÁNCHEZ:


• No hay ninguna sugerencia al respecto, sin embargo, me pidió que le dé más énfasis a la hora de
declamar mi texto, ya que en algunas partes de este es necesario enfatizar los signos de
exclamación e interrogación correctamente.

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