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Tras el rastro perdido

y otras narraciones

Erangel Rivas Parra

1
Tras el rastro perdido

En un principio todo era Uno―Decía sentado sobre la piedra― Uno solo. No


había separación entre la luz y la obscuridad. No había blanco ni negro, ni
bueno ni malo, ni tiempo ni espacio… Todo era Uno. Todo se daba a la vez.
Todo era Uno…

Por efecto de las sacudidas caían a montones, rodaban. Me apresuré a


recolectar cuantas naranjas pude. Cargando los sacos bajamos por otra ruta.
Caminando en algún lugar del monte hallé un rollo de aspecto antiguo. Abrí el
sello. ―Ellos cubren la mentira para cuando la hallemos creamos que es
verdad‖ ―En el tenia escrito―

– ¿Qué crees?―Asomándole el viejo manuscrito― ¿Alguna broma?

–No. Al contrario, más bien me parece asunto serio. Lo vi en un sueño.

–La verdad es que la frase del rollo sería buena para el título de un cuento.

–Dale, anda. ¡Cuéntalo! ¡Véndelo!... ¿Compras otro? Clásicos marrones con


maní, ricos en magnesio y buenos para la memoria.

Un trueno suave surgía de las nubes, olor a tierra mojada, las frías gotas caían
sobre las hojas de los árboles, deslizándose, hasta juntarse en el fango. El
aguacero que se nos venía encima y me indicó el camino a su casa para
guarecernos. A Emiro Camacho lo encontré cercano a la avioneta y me vendió
baratos varios de sus chocolates con maní. Empapados de pie a cabeza
entramos a su casa. Me mostró los fósiles de un mamut y unas cerámicas que,
sospechando por la configuración de los dibujos grabados, estaba seguro de
que procedían de Perú. Al fondo estaba el largo patio, en el podían verse
plantados una variedad de plantas: de plátano, maíz, patilla y ahuyama.

Las agujas que indican la altitud se mueven como locas. Caemos al abismo
juntos… máquina y hombre… ¿Para qué pensar entonces en el
paracaídas?―Pensé― En vano manejo los controles. Golpes al tablero de
control, maldiciones. Veía la muerte acercase aceleradamente. Con terror mis
ojos cubiertos. Resignados. Pero… Que va… Volveré a intentarlo. Lo are sin
fe, o con toda la que me queda en estos los últimos segundos. ―Eternos―
Por fortuna reaccioné en último instante. Por fortuna el aterrizaje forzoso fue
en el lago. El agua entraba por las hendiduras de las ventanas. Dos patadas
contra el tablero fueron suficientes cuando empezaba a echar humo. Nadé
hasta la orilla aterrorizado al ver a mis espaldas como el lago se tragaba mi
costosa avioneta. Apenas exhausto mis pies tocaron la orilla. Alguien venía
aproximándose, la figura del viejo cargando una mochila negra, vestido con
chaqueta gruesa de algodón. En su mano sostenía una pequeña cava de anime
forrada con papel sintético.

–Tenga, soy abogado, como verá en la tarjeta. ¿Conocerá algún mecánico?...

Sentado en el petate al lado de la pared de bloques sin pintar se sentían las


frescas corrientes de aire, fluían sacudiendo las palmeras del patio, a las Flores
de la Reina, que perfumaban el patio y pude ver más allá, en la parte más
oscura, un depósito abandonado cercano a la pila de huácaras muertas. Las
maté con sal―Me dijo― Ya no joderán por un buen tiempo más mi siembra.

Yo tenía muchas imágenes y recuerdos. Desde hace tiempo que no lograba


empatar bien la historia, fueron emociones y sentimientos encontrados con
ciertos seres. Cuando fuimos creando universos, galaxias, sistemas
planetarios, mundos, y por supuesto, fuimos adoptando formas, creando
cuerpos, escribiendo una obra de teatro donde los protagonistas éramos
nosotros mismos. Lo olvidamos cuando nos atraparon aquí en esta Red de
Ilusión. Todo era Uno. Y Uno era todo. Hasta que apareció la luz, luego vino
la oscuridad. Se crearon opuestos y comenzó la guerra. Las energías
originales fueron atrapadas, divididas en diferentes partículas, y así fue como
se crearon mundos paralelos, galaxias y universos. Atravesamos puertas y
túneles que nos permitían comunicarnos con otros mundos…

Luego de escuchar parte del cuento me ofreció de comer cachapa, rebanó pan,
acompañó con un vaso de jugo de lechosa y sentando en la piedra que se
quedó mirando la siembra. Yo seguía comiendo en la mesa de madera frente a
la biblioteca polvorienta, cercano a la mesa colgaba el retrato en blanco y
negro de un joven que vestía de marinero. Era un viejo amigo, me dijo. Que
había muerto hace unos años. Vi la pintura de un viejo calvo con el puño bajo
su espesa barba blanca posando en posición pensativa. Me dijo luego que era
de su autoría, la impresión que me dio fue de que se trataba de un genio del
renacimiento ¿Alquimista, poeta, astrologo, filosofo? Pasé la mirada entonces
en una caja polvorienta que tenía en su interior restos arqueológicos,
recipientes de arcilla, algunas poseían figuras de animales o de círculos dentro
de círculos, estos últimos fragmentos me hicieron recordar la mítica isla de
Atlántida. El me comentó que en Venezuela pudieron existir conexiones
culturales con Perú, y más que eso, pudieron existir túneles secretos
pertenecientes a civilizaciones antiguas que comunican hasta Brasil. De hecho,
en La Cueva del Guácharo todavía la gente no se explica cómo pudo haber
sido construido el sistema de túneles subterráneos que fueron bloqueados por
una gigantesca piedra perfectamente redonda. Hallé otros recipientes hechos
de vidrio, vacíos y con fórmulas químicas en su interior. Tuve la impresión de
estar en un pequeño laboratorio o museo. El secreto está en los genes–Algo
que me dijo no alcance a comprender, cuando se refería a que todas las
elecciones electorales resultaban fraudulentas–

Autodidacta y emprendedor―Pensé―pero veo algo en él. Algo ―de otra


galaxia‖. La amargura del poeta iluso radicaba al ver día tras día como su país
caía más en la miseria y la ignorancia, al ver angustiado que su voz no hallaba
lugar entre sus semejantes, quienes seguían dormidos, como él me decía,
siguiendo el curso destinado por hombres y dioses. Y así los mundos y
universos se creaban y también desaparecían―Continuaba su
relato―…pasamos por muchos mundos, tuvimos muchas formas, emociones y
sentimientos… Luego aparecieron seres sanguinarios y con ansias de poder.
Cuando llegaron hasta aquí comenzó el problema, se daban grandes batallas
y no con arcos y flechas, sino con armas muy destructivas… ¡Coloniaje
Galáctico! ¡Sería un buen título para el próximo film de cartelera!―Interrumpí
con ironía―

Leía las páginas del viejo periódico la lista de participantes de un concurso.


Eran cuentos para un diario de afamada credibilidad. Entre ellos vi uno cuyo
título me intrigó: ―El mejor cuento del mundo‖. Ese mismo era el suyo. Año
96. No fue el ganador. Sin embargo al narrarme un fragmento lo supe.
Ciertamente Emiro era ―un artista de otra galaxia‖. Mientras sentía la
placentera brisa acostado sobre la hamaca caía levemente en un sueño. Me
rodeaban espejos girando a mí alrededor. Se pusieron en fila uno tras otro y los
atravesaba. Se abrían para conectar pasado―presente―futuro, en donde todo
crece, se expande, se retrae, estalla y desaparece. Reordenados y reorientados
volvieron a rodearme, se unieron con migo, en uno solo, hasta que nos hicimos
un punto y desaparecimos. Dejó de existir todo, desaparecieron los mundos de
dolor, éramos ese más allá del origen, las tinieblas y todo lo que hemos sido y
seremos a la vez. Sentía, oía, veía que no necesitábamos ya más aquello que
nos roba la libertad, lo que nos hicieron ser, lo que en algún momento
aceptamos como parte de nosotros. Sentía que ya era el tiempo. Ya todo estaba
ahí, solo debíamos sentirlo como nuestro, como lo que somos, y no volver a
caer más en la trampa pues debíamos cambiar todo creando un nuevo mundo,
amando al Uno, amando al prójimo como a ti mismo, la forma de vida que
queremos, por nuestras obras podremos salvarnos pues la fe conquista al
miedo.

Señor disculpe, ya el autobús llegó a su destino. Bienvenido a Santo Domingo.


–Me dijo el recolector del bus vestido de marinero– ¿Qué hago aquí? Si yo
estaba… (Abriendo una de mis manos y para el colmo de mi sorpresa vi una
morocota de chocolate) ¡Mier… clásicos marrones de maní!–Recordé– ¡Y
ricos en magnesio y buenos para la memoria!–Dijo sin voltear la calva cabeza
del conductor– ¿Cómo lo sabe?... No me diga que tampoco ha visto esa cuña
del canal de Televisión Nube Luminosa–Golpeando levemente en el costado
con el codo– Se levantó uno de los pasajeros de su asiento y dijo: ¿Quién no
recuerda a las chicas con su estupenda coreografía, las ardillas, los Tepuyes de
la cuña que no eran naturales?―Giñando el ojo con malicia― … !Ellos
cubren la mentira para cuando la hallemos creamos que es verdad!–Dijeron el
eslogan al unísono!... ¡Todo calza!... Lo vi en un sueño… ¡La frase del
rollo…y resucito de entre los muertos y ascendió a los cielos… el altar al Dios
desconocido… el amor es paciencia, el amor es bondad, el amor no es
envidioso, presumido ni petulante, no insiste en salir siempre victorioso, el
amor todo lo perdona, lo soporta todo… ¿A dónde fue el de los choco… En el
autobús todos explotaron a reír y otros me empezaron a ver con cómo a un
loco o un visitante de otra galaxia―…olvídelo. Tomé mi equipaje, que poseía
algo de ropa y unos libros de agricultura, electrónica actualizada, un libro de
Isaac Asimov y uno de Adriano González León, destinados a unos amigos, a
cambio de ocumo, café y naranja.

Y bajando del autobús le vi unas letras pintadas que decían: ―Morrocoy de


Tres picos‖ y mientras comía con gusto mi última barra de chocolate con maní
lo vi trepar con la habilidad de una ardilla de una mata de coco para tomar
impulso y volar a 61.169.863 metros la altura sobre las nubes a la vista de más
de 100.000 ciudadanos.
El visionario de la muerte

A través del transcurso de su historia el hombre impulsado por el sufrimiento,


la incertidumbre, la incomprensión de sí mismo y lo que le rodea ha ideado a
un Ser Supremo abarcado por su comprensión racional, imagen de la
perfección y lo venerable. Tales rasgos posteriormente se harían dogmas que
serían usados como excusa para la perpetración de incontables masacres que
ante los ojos de las autoridades judiciales y de la masa serian vistos como
hechos justos y necesarios.

Los vientos de la tormenta desviaron la ruta del navío a la deriva, a merced de


la ruina, sin esperanza de auxilio caían al mar soberbio. Recurrieron al
desesperado canibalismo alucinando con espectros que arrastraban pesados
grilletes. Divisaba el barco acercarse a la costa, desembarcaron a los cadáveres
y al único sobreviviente, el Capitán, quien en sus últimos segundos de agonía
reveló el gran secreto: la existencia de paradisiacas tierras al otro lado del mar,
poseedoras de incalculables riquezas, habitadas por hombres y mujeres de piel
oscura y tiznada. Abrumado por la confusión no supo si lo narrado era verdad
o producto de un delirio.

La embarcación de cazadores de esclavos costeaba tierras lejanas, extasiados


por su belleza besaron arenas agradeciendo al cielo, representantes de Dios las
reclamarían después para la Corona. La autoridad de la cruz daba relieve sacro
a las misiones de conquista. Persignarse con devoción les otorgaba templanza
a los conquistadores. Bendecidos como ejecutores de los primeros mártires de
América saquearían y cometerían nuevas carnicerías en tierras del norte,
donde habitaban los aztecas, la cruz en las velas de sus barcos y estandartes
confundieron con la llegada de sus dioses. Leyendas refieren la aparición de la
virgen en ayuda de Cortés, y la de San Jorge, paladín que al galope de su
blanco caballo volador desenvainaba su espada para pacificar herejes en la
Tierra del Sol.

Se narra en libros de historia que en la ciudad de Cumaná, primogénita del


continente americano, que bajo engaño capturaron a caciques y a sus sirvientes
para venderlos como esclavos en las islas colonizadas. Algunos frailes que
siguieron la fe a través del amor aspiraban acusar los abusos cometidos contra
los aborígenes (a quienes pretendían sacar de la barbarie al hacerlos sumisos al
nuevo credo del dios de la cruz sangrante) sin embargo no llego a tardar en
llegar la venganza en manos de sus enemigos, los cazadores de esclavos y
tesoros. Sus cuerpos jamás fueron hallados.
Cada generación, que comparte la herencia y el espacio de la Tierra,
tiene el deber, como administrador de las generaciones futuras,
de evitar daños irreparables o irreversibles a la vida de la Tierra y a la libertad
y dignidad humanas.

Jacques Cousteau

Say “Cheese”

I Parte
El gran encubrimiento

Leía infatigablemente para descubrir un poco más sobre lo que tituló en un


ensayo policiaco como ―El gran encubrimiento‖. Eran escritos que narraban la
supuesta biografía de Cruz Humboldt. El detective leía los documentos noche
y día empatando eventos que impulsaron su misterioso éxito en las finanzas
(rápido y devastador para la competencia) con productos naturistas a gran
escala, desplazando con facilidad enlatados y gaseosas.

Alí Aba, o Alibabia (como lo conocen en el círculo detectivesco por su


fanatismo por las evidencias que más adelante explicaré) tan seguidor de las
gaseosas y comida chatarra, que abarrotaban las tiendas hasta finales de los
90s, se veía desmejorado de peso, aunque más saludable; sin embargo
inconforme por la insatisfacción de sus caprichos por productos químicos y
procesados que saciasen su ansioso paladar. Ya no más azucares, ya no más
carbohidratos, estaba cayendo la época de oro de la cadena de comida rápida y
por eso seguía investigando infatigablemente entre documentos que
evidencian los fundamentos del gran fraude o encubrimiento, codificando en
los misteriosos escritos mensajes ocultos pertenecientes a una sociedad secreta
que se obsesionaban en dejar sin empleo al 98% de los expendedores de perro
calientes y hamburguesas en la A.v Perimetral de Cumaná.

Tantas eras las horas dedicadas a la investigación teórica sobre Cruz que como
Quijano con las novelas de caballería empezaba a perder los tornillos del coco.
Sus colegas empezaban a burlarse de sus teorías conspiratorias acerca de una
―conspiración naturista‖, la cual le obsesionaba proclamar todos los días como
predicador en plazas públicas, hasta que un día le pidieron la placa y le dieron
largas vacaciones en un psiquiátrico.

Entiendo, de nuevo ―los rayos‖ ―Dijo el doctor―… le medicaré nuevas


pastillas para que no….
-¿Qué dice qué?... ¿Se niega a creerlo? ―Responde desafiante―… si
recuerdo bien. Lo sé. Disimulaban sus artificios ¡Nos invaden con productos
naturales!

-Entiendo señor pero… ja, de que conspiración me habla? Ellos existen solo
en su mente.-

-¡No doctor, déjeme terminar!... no requerían de aviones, ni rifles de asalto…


Colonizando pueblos hasta habían caído, cumplían su agenda formal. ¿No
oyeron eso?… sus argumentos…

-Ellos existen solo en su mente, relájese, todo eso es natural. Sucede cuando
se lee mucho, déjeme que le guardo esos viejos papeles que tanto guarda con
celo.

-No es imaginación, no es invento. Están ahí afuera. ¿Los ve? ¿Ahora no los
ve?

-¿Donde? Yo veo que no pasa nada,

-Son astutos. Presumen de humildes y comen en los restaurantes naturistas


más caros. Predicando en sus sectas naturistas para la clase alta forradas en
dólares de dudosa procedencia. Espere que aparezcan, vea por la ventana.

-Naturistas o lo que sean… Imperios compiten por recursos naturales, Eso es


―legal‖. Acaparan monopolios, eso es legal. Billete, billete… ¿Entonces para
que se ocupa en investigar sobre una supuesta ―Conspiración Naturista‖?

-Fue decretado cultura… sus rayos… En orden, ¿no? Natural, ¿no? Nos
acostumbran a rebajar de rodillas ante las puertas de un Nuevo Orden
Naturista. Allá van, Van en filita. prestando servicios demandados por la
población y de desaparecer por un solo día. ¿Sabe qué? ¡Un golpe de
Estado!... una…

-¡Ya le dije!―Interrumpe el doctor―… relájese y vea los diarios, todo en


normalidad en los hospitales, en las cárceles, cuarteles, escuelas, todo está
mejor que nunca, escuche… señor, déjeme, las pastillas… ¿me oye?....
¡Traigan la camisa de fuerza!

-Para ti es fácil decirlo porque ellos te vigilan, lo se…Nos convertían en


máquinas modernas, avanzadas inteligencias… de todo eso sucede. De todo.
¿Oyeron eso? Se mueven rapidito prestando servicios demandados por la
población, ciegos de soberbia conspiran a la vez que el sistema nos canta ―El
himno de los Valores‖... ¡Patria!... La inducción es sutil.

-¿Quiénes ellos? ¿Me habla acaso de un golpe de Estado?

-Pero no lo diga tan alto. Ellos lo ven todo.

-Ya me cansé de esto… ¡Traigan la camisa de fuerza!

-Sí. Eso, programadas… en la estupidez, ¡Suéltenme!!No entienden!... pero sé


que saben, todos lo saben! ¡Experimentos de condicionamiento naturista con la
creencia de que seremos libres! Ellos lo ven todo, ¡Nos vigilan!
II Parte
Investigando a la Fundación Dandy

Para encontrar más información o nuevas claves, entre las chicas que querían
matar el aburrimiento o engañar el hambre tras largas colas venía oculto el
detective. Gritaban furiosas, con voz de sirena exigían los nuevos retratos.
Disfrazado con una camisa a cuadros Alibabia escuchaba todos los rumores.
Luego se desplazaría por diferentes lugares en búsqueda de información que
evidencie los supuestos crímenes de Cruz.

Testimonio de Felipe Cabrera

¿Quién es Cruz? Se preguntará Señor Alibabia. Algunos dicen que fue un gran
mentiroso, otros que fue artista, arquitecto, vago, pintor, estafador y hasta un
viejo picaflor. Yo mismo lo conocí. Si, y les narraré parte de su verdadera
vida, la cual algunos Le dedicaron por misteriosas razones a multiplicar en
diversos escritos toques fantásticos.

Recuerdo que en su infancia me dijo que lo visitaron a Cariaco unos extraños


sujetos, que dizque venían del fondo del mar, donde tenían su hogar. Hola
hermano―le dijeron― El los saludo también, algo nervioso. Los sujetos de
raza blanca, delgados pero atléticos, de cabello liso negro brillante, como con
gomina. Aunque te pareces a los hombres no eres uno de ellos, tu eres uno de
nuestros hermanos. ―Acercándosele despacio uno de ellos les dice―te
invitamos a venir a visitar nuestro hogar bajo el fondo del mar.

-Seguro me habla acerca de militares, quizás nazis o fascistas


-Eso no lo sé. Lo único que sé es que se acababa el tiempo de hablar con ellos
y les dijo que tenía que estudiar historia antigua o geometría.
-Gracias por la información
Testimonio de Pedro Guerra

-Recuerdo que cuando joven desde la ventana los veía jugar, corrían libres por
los caminos de tierra. Él adentro, bajo costumbres rígidas, modales desabridos:
“No toques, no veas, no pienses, no debes, te vas a ensuciar, tu imagen, no
pienses, sabes que está escrito…” Veía desde la ventana ya de hace rato y
pensaba que se le acababa el tiempo para perderlo en tonterías y volvía a
repasar las páginas de un libro de Historia Antigua de Herodoto.

-¿Que más le obsesionaba?

-Cruz ambicionaba una buena guerra. Renegaba mucho de Dios, le envidiaban


mucho, hasta le tenían por loco por sus ideas, dicen algunos que le hacían
brujería. Desquitarse contra los depredadores del sistema era su obsesión.
Tanta ira y violencia contenida, desenmascarar hipócritas, timadores, por su
impotencia al ver a las masas dormidas. ¡Mentira!―Todavía retumba en mis
oídos―…todo es mentira. Desde siempre lo han hecho. Esto es la prueba,
vean. Lo que sucedió en verdad, aquí mismo está escrito: “Miranda no fue
ningún mujeriego…”―Al contrario de como dicen los historiadores― “…fue
un gran chulo y charlatán”. Y si acaso, si llegó a tener una chica, fue “a la
cachifa de trabajaba en casa.”

-¿Estuvo envuelto en alguna revuelta o golpe de Estado?

-Solo no, ¿cómo podría? Lo que le gustaba era organizar eventos literarios.

-¿Trabajó en qué?

-A los 34 años cargaba una bolsa de chorizos, distribuidos entre los vecinos, a
las bodegas y a dueños de automercados. Los chorizos hechos a base de
concha de plátano le permitieron comprar el primer radio AM-FM del barrio.
Eso lo recuerdo muy bien, era cuando habla mucho de que en el mundo
literario no había objetividad sino repetidores, loros y chulos del Estado. Las
chicas venían llenas de admiración todas las tardes, tomaban guarapo, a veces
un vino, escuchando los clásicos de Radio Rumbo.
-¿Un radio era un artículo lujoso para la década de los 60s en Venezuela?
-Él se buscaba las lucas, pero sabía que se acababa el tiempo de leer Los
Diálogos de Sócrates y salió disparado como cohete a distribuir más chorizos
de conchas de plátano, uno de sus primeros productos naturales que le pedían
a gritos frente al cuartel Gran Mariscal, donde solía pasar volando con la
cartera full de dinero.
-Gracias por su testimonio.

Testimonio de Félix Zapatero


-Se sabe que no era rentable el oficio al que más tiempo dedicaba de joven, sus
libros, sus cuadernos repletos de poesías, ensayos, cartas de amor, proyectos
entre el polvo y las telarañas del ruinoso pero acogedor hogar. Viendo de
derecha a izquierda los detalles, acotando en alguna esquina de un libro
defectos gramaticales, o de composición, sus ironías… Crítico implacable y
tan enemigo de poetas militantes y cursis como de compromisos formales.
Bohemio con su tesoro personal: su colección de revistas Viejas Magazine y
Las Podriditas bajo el colchón.
-Nunca escuche de las podriditas.
-Esas son de una edición especial de los 60s, incluyendo el poster de las Teen
Pollinitas de liceo.
-¿Dígame más, que mas el hacía?
-La crítica literaria era su vida, las acotaciones, los puntos, las comas, mucha
amargura e irreverencia a la hora de criticar, como sucedió en compañía de
Cachemiro el comunista: Los cubanos le deben la Independencia a los que
más critican. A los norteamericanos. ―Aquí mismo está escrito―… “…las
flotas americanas indemnizaron a los españoles para que retiraran sus tropas
de la isla…

-¿Sabe si ha participado de alguna reunión clandestina?

-No sé si lo eran. Pero si lo hacían en secreto.

-¿Hacían pactos oscuros?

-Oí que hacían cosas… Pero yo no vi nada, alguien me dijo que en aquella
noche del evento literario escenas eróticas seguían siendo narradas, venidas de
rameras francesas del libro de Carpentier. Le rodeaban chicas y los miembros
de Fundación Dandy. Con el tiempo las mismas palabras repetidas iban y
venían, angustiadas, con más hambre y decepción. Las voces exigían con rabia
nuevos retratos. El poeta financiaba El Magazine. Hacia los retratos en el
evento literario, y lo peor, lo que parecía amor al arte se convirtió en una
especie de religión. Día y noche más retratos de chicas en un estudio secreto,
en la sala tocaban grupos musicales modernos vestidos con camisas a cuadros.
Perros en celo, Arenque y Rallaito junto a la banda Payasos del Ghetto. Así
los llamaban y lo que no me parecía extraño era que apenas les pagaron para
hidratación y viáticos.

Testimonio de Gustavo Prada:

Más que un iluminado era un repelente. Sin importar lo dicho antes por otros
autores sobre nombres, lugares, y hechos iba desenmascarando más, ganando
odio y la chanza por las calles; Ideales lejanos que defendía en ensayos y
discursos en la Universidad de Oriente, incendiando mentiras.

-¿Es un fanático de una sociedad secreta de naturistas?

-Eso no lo sé. Dios me libre de tales ritos. Lo que sé es que aquel tipo vivía
amargado por los pitos de los carros y el humo. La paz solo la hallaba
sembrando en su patio, o en el óleo, quizás perdido entre paisajes orientales
inacabados o en algún retrato femenino. Iba a contra corriente en Cumaná pero
vivir del arte equivaldría a penas soñar, como un iluso bohemio, cuentos
donde escribía sus romances y misterios, como ―Lo sucedido con la cortina‖ y
―Relatos sobre Reencarnaciones Pasadas en el Antiguo Egipto‖.

-¿Reencarnaciones dónde? ¿Egipto? ¿Acaso Cruz era un iniciado de una


sociedad exotérica naturista?

-Eso no te lo sé decir. Lo único que te puedo contar es que lo vi la última vez


en aquella hora cuando el sol se sentía poco amigable. Avanzaban sus pies
sobre el asfalto y a escasos metros arrancaba el bus que lo llevaba desde la
parada del parque. Sus piernas flacas aceleraban y las suelas empezaron a
hundirse en la tierra húmeda de la placita en remodelación. Con sus zapatos
desgastados de cuero frente a la carretera esperaba impaciente por el violento
olor a dióxido, desde las ventanas miraba pasar con presurosa velocidad las
pupilas, miradas que ven o no ven pues están en otro lado pensando…
-¿Ven pero no ven? ¿Quiénes?
-Él no tenía tiempo para perder su tiempo en eso. Quería ser dos veces viejo y
dos veces joven. Quería hacer de todo y por eso aunque ella o ellas pensaban
desde el otro lado de la ventana: Tengo tiempo que no me hace un retrato, un
sobre de dólares no caería mal. Tenía que olvidarse de los retratos y sus gritos
suplicantes, debía salir a vender chorizos medicinales dietéticos o vegetarianos
para reunir para una nueva impresora de billetes y por eso los problemas
quedaban atrás, junto a las anotaciones pendientes entre libros y cuadernos de
la polvorienta biblioteca, atrás quedó el teclado Yamaha.
-¿Teclado? ¿Acaso toca música?
-Ritualmente ensayaba las melodías de todas las mañanitas. Había algo
esotérico en todo eso lo sé, pues las visitas en el patio inspiraban sus melodías
-¿Quiénes?
-Sus amigos, los pájaros.
-Habla con pájaros con algún tipo de ritual secreto, veo ¿Y vendió muchos
chorizos?
-A paso apresurado por la acera iba el poeta arruinado y sin remedio pero no
sé si le alcanzaba para la impresora o para una guitarra nueva.
-¿O será que tiene visitas de seres de otros mundos?
-Se supo algo. La gente dice muchas cosas, que trabajó alguna vez de Director
de la Casa de Andrés Eloy Blanco, en la tipografía de la Universidad de
Oriente, que fue miembro de Los Fundadores del Museo Gran Mariscal de
Ayacucho. Aquella gente que conocía era como de otro mundo, hablaban de
cosas raras como sembrar la tierra como por obra de milagro y siempre estaba
ocupado sembrando en algún terreno prestado y quejándose del humo e los
carros. A veces se encerraba muchas horas y no salía de su casa, dicen que se
la pasaba preparando alguna fórmula para uno de sus descubrimientos, como
su Pomada Jedi, para dolores musculares (hecha a base de cascaras de huevo,
yodo, arcilla y mentol le dijo en tono supersticioso) o se encontraba quizás
editando un cuento o pintando otro de sus paisajes inacabados, o en un
encuentro privado entre las viejas paredes con una chica. Eso es todo lo que
se.
-Gracias por la información.

Testimonio de Fredy González


Yo fui un día a la casa del poeta. Caminé entre el paso de ratas y sabandijas,
asechadas de cerca por el astuto gato Luigi. Luego aquel olor a marihuana,
filtrándose entre las ventanas desde el cuarto de su sobrino, el hijo de la
policía, que vergonzoso. Luego se oía el pasar de la escoba y de las cholas de
su hermana, al otro lado.
-Puedo comprenderlo. ¿Vio otras cosas ilegales?
-Incontables visitas privadas. Chicas por días y noches, todas las horas,
duraban minutos suficientes para una charla o para tocarles una balada, o una
pierna, o degustar un café.
-¿Oía Radio Rumbos?
-Tenía C.D.s de baladas. Eso sí lo sé bien. Escribía mucho. Romances
inspiraban sus novelas inéditas. Sus retratos quedaban inmortalizados junto a
las flores disecadas y apuntes.

Tenía evidencia a mano pero no al culpable. Alibabia soñaba con una


ascensión rápida de detective a Capitán sin pasar siquiera por Teniente, haría
lo que sea para alcanzar el milagro. Ya tenía una colección de pruebas.
Valiéndose de un fuerte interrogatorio a un sujeto rastreaban con sabuesos el
milagro de la ascensión. Derrumbaron la puerta de madera, entraron armados
hasta los dientes, apuntaron a la nada, polvo. El pasillo oscuro, pinturas viejas
colgadas, libros viejos, un teclado sobre una mesa, ratas y sabandijas, c.ds de
baladas, más polvo. Y más allá, detrás de la cortina…

-¡Quieto!.. Ahí estas, eh. Con las manos en la masa, infraganti, con las manos
en… ¿Qué es esto? ¿Las páginas de un viejo periódico?... ¿Que hacen ahí
parados como imbéciles? Investiguen si se tratan de nuevas claves.

Las letras se veían ilegibles.

-¡Quien va a pagar por todo este desastre! ¿Por qué mejor no tocaron la
puerta? Es Libertad… ¿No la ven? Libertad Lamarque ¿Acaso es delito
pensar en ella?

-Es libertad, cierto. Murió hace mucho―Dijo Marín―

-Muy guapas, su colección de retratos señor Humboldt… Toda una obra de


arte―Dijo el agente Parrita―

-Mi humilde tesoro personal, me han descubierto. Pero no han contestado a mi


pregunta. ¿Quién rayos va a arreglar todo esto?

-Eso no lo sé. Todo marcha de lo más natural. Lo único que sé es que usted
tiene derecho a guardar silencio. Es sospechoso de conspiración.
Con detalle examinaban los retratos colgados en la pared, buscaban pero no
veían evidencias. Solo proyectos entre el polvo y la tuina, dentro de su
acogedor hogar con gavetas repletas de cartas de amor y poemas folklóricos
como el de la cometa, papeles polvorientos más allá, cogidos descifrables de la
Fundación Dandy, acotaciones gramaticales y críticas literarias. Al abrir una
vieja maleta ve en una carpeta dibujos de personajes verdes alados:

-Extraños seres ¿Quiénes son?

-Unos amigos.

-¿Amigos? Esas criaturas parecen sacadas de una novela de Isaac Asimov


sobre alienígenas.

-Ustedes no entienden pero si me permiten…―Invitándolos a tomar guarapo


se sentaron a escuchar―

-Me preparaban una misión mientras escribía mi Primer Tratado sobre


Agricultura. Me observaban de hace mucho―Soplando el polvo de los libros
les dijo en tono muy serio―…están algo preocupados por el mundo, me
dijeron que urgentemente necesitamos sembrar al mundo.
-¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Comen gente? ¿Los humanos son su
ganado?

Les invitó luego a mirar los retratos de chicas en blanco y negro y a escuchar
baladas de antaño y les mostró más retratos, cuentos, documentos sobre planes
de La Fundación Dandy y los detectives y policías en el patio entre cuentos se
quedaron dormidos plácidamente en las hamacas y petates como unos bebes.

Al despertar no encontraron nada. Humo. Los policías inmediatamente con


algunos papeles que lograron recolectar llamaron a refuerzos para partir en
búsqueda del supuesto peligroso criminal en fuga. Una extraña secta que
visten con pantalones de gabardina. Yo se los dije―Dijo Manolo por el
Walki-talki―…calzan graciosas zapatillas de cuero, al estilo de los años
60´s, camisas a cuadros. “Y Regresaré el Día Señalado…―Seguía leyendo el
documento―… para Sembrar en la tierra como hice en el Cielo. Arrojare a
los corruptos de la industria contamínate fuera de los planetas y
constelaciones en donde planeaban manipular a las masas”
III Parte
En el hospital psiquiátrico

Y todavía hay más doctor. Cuantas extrañas coincidencias. ¿Verdad doctor?


He recurrido fatigosamente a vastas bibliotecas en busca de más trizas y
confirmo. Podrían… podrían maquinar una estafa mundial, acaparar mercados.
Sospecho que podrían estar aliados de La Cofradía de Los Tertulianos… por
internet lo vi todo… cuando supe que los videos fueron censurados descubrí
que no eran tan falsos los retratos… confidenciales…. Retratos que muestran
supuestas siembras hidropónicas de ocumo en la luna. Todo natural, claro.
Sobre eso… y mucho más… Si… Ya sé que imagina doctor… Everything is
lie... Bullshit, Mentira... ¿Mentira?.... Ahora Humboldt es un hacker oculto en
algún lugar, navegando de incognito y perseguido por Servicios de
Inteligencia. Todo lo junte en esta biblia. Escuche esto, doctor. Esta es una de
las pruebas que delatan a la organización criminal:

I parte de las trizas de Humboldt:

Soy Humboldt. Yo fui el único. El primero que por estos lados llegó a tener un
radio A.M-F.M original en casa. Las vecinas venían curiosas, nunca habían
visto uno. Escuchar clásicos por Radio Rumbo y tomar guarapo fue una gran
atracción y fue cuando se me empezaba a ocurrir una idea: El negocio
natural. El único que vendió chorizos vegetarianos caseros y hasta aprendería
hacerlos por cuenta propia. Y les llevé a los dueños de las bodegas, a los
vecinos por encargo. Ah, y unos cuantos al dueño de un auto mercado. Eso fue
en la época en que fui a la capital y durmiendo en el kiosco donde vendía
empanadas de conchas de plátano mechado no había pasado ni una hora
cuando me avisaron que se los habían arrancado de las manos. Ni un solo
chorizo. ―¿Qué por qué se me ocurre hablar de eso?... Ya lo
sabrán―…luego compré más, una maquina despulpadora. Monté mi propia
pulpería llamada El Siglo Primero, aquí en Cumaná.” ¿Satisfecho? ¡Y hay
mucho más! Sabían disimularlo muy bien, doctor. Eran muy herméticos.... Y
lo peor es que seguían hablando sobre ―retratos‖ de la forma más natural en
Cumaná.

No salí mucho a la calle. Me encerraba mucho doctor… Es que en casa


conjeturaba las misteriosas trizas. Les explicaba a mis colegas sobre aquellos
fraudes, doblajes de viejas baladas, amenizando el modelaje de chicas. Lo
cubrían todo. Yo mismo lo vi. Yo lo vi todo. Y sucedería como en una de estas
condenadas trizas… ¿Por aquí?... aquí no. Condenada triza… Será después.
Oiga. Espere. ¡Aquí!:

II parte de las trizas de Humboldt:

“... durante la última sesión fotográfica la cantante de música tropical posaba


para la primera producción bajo la firma de Fundación Dandy. Un
almanaque que sacaríamos a la venta, apoyando el talento regional,
rescatado del abandono y la miseria de esta época hostil. Es cierto. El talento
tiene mucho deseo de ser explotado, de ser rescatado, ahora que se avecina la
crisis conspiraremos contra La Tradición. ―

El doctor observaba seriamente y al mismo tiempo anotaba garabatos en la


libreta o dibujada alguna caricatura antisistema, como intentando contener la
risa, pero a ratos escapaban entre las enfermeras.

-Yo lo único que creo, señor, es que debe estar loco. Ya se lo dije. Le invité
varias veces a tomar la medicina. Pero oiga, oiga, déjeme hablar, que se relaje,
que salga y de unas vueltas al parque, o por ahí, ¿Qué podrían robarle? Todo
marcha natural. Deje de leer tanto y déjeme esos pergaminos para que no le
den más dolor de cabeza.

-No.
-¿Qué no? Se niega. Entonces valla a la montaña a tomar aire, ejercítese,
cuando fue la última vez que vio el mar? no siga más empeñado con esas
ideas, leyendo libros raros, escribiendo teorías sobre cosas que nadie ve ni
entiende por qué…

-Pero… Doctor, entienda. Viene lo mejor. Si es un crítico implacable. Todo lo


fui entendiendo… mire, hacerse rico no es tan fácil ni un puesto de Capitán de
los ejércitos con mi propia nueva secta… espere… ya vera…. desde que leí las
misteriosas trizas de papel empecé entonces a verlo todo más claro. Todo calza
no lo ve, escuche lo que dice esta ―después de doblar baladas y de financiada
la bonificación correspondiente venía lo mejor.‖
-¿Sucedió un asesinato? En serio. Estas pastillas son muy medicinales,
¿Quiere probar una?

-Usted no sabe… venía ―El modelaje‖. Lo vi, en serio. Lo vi escrito aquí, oiga:
―Como sierras sus dientes blancos empezaron a brillar. Se bajaba las diminutas
pantaletas compradas en las tiendas de la Av. Bermúdez por Fundación
Dandy. Y curiosamente empezaba a notar algo. Hacía mucho calor. Sin
embargo de lo más natural sonreía hablando de su Compact Disc, de la nitidez
de la impresión su afiche, giras y más giras…

-¿Y qué más?

-Hasta ahí.

-¿Será que tras la cortina no podía verse más? ¿Las poses se hacían humo?
Toda esta en su imaginación. Humo…Ya no le dé más vueltas a ese asunto.

-¡Say cheese! creo que le dijo. Ella seguiría hablando de bailes, si usted la
viera, las cosas volvían a su estado natural, nada de carros, sin chorros de agua
que se desperdicien, recuperar la siembra. Doctor, decía algo muy raro. Algo
sobre ―poner la queja en Hidrocaribe y a las instituciones‖ pues decía que
aunque le tildaran de ―conspirador‖ sería publicidad gratis… Y con sus
papeles podría ocasionar hasta un estallido social ¡Eso es! ¡Llegamos a donde
quería explicarle! ¡La conspiración! Demasiada ropa empezaba a incomodar la
vista de Humboldt, aquellas fibras sintéticas conspirando contra La Tradición.
Y al finalizar la sesión acercaba su nariz. Así. Vea señora enfermera, así lo
hacía… Y la besó, Así…. Si me permite le… ¡La camisa no!…
Informe policial

―Después de la experticia en casa de Humboldt en la Calle Arismendi frente


al Cuartel Gran Mariscal al sospechoso del cargo de conspiración contra la
industria mundial le incautamos un arpa, una guitarra acústica, condones,
cámaras, una guitarra española, una pajuela, un libro cuyo autor es Ramón de
la Torre llamado El esclavo de su ignorancia, una impresora de revistas, una
maquina impresora de billetes, un plotter para imprimir en papel bond,
grabaciones en casetes y una bolsa embalada que tenía en su interior un
micrófono, su forro, su paral de micrófono y billetes falsos. Entre sus escritos
se halló una triza de papel que decían:

Está escrito en la Biblia un pensamiento enmarcado dentro del orden


natural, es decir filosófico, el cual expresa la siguiente idea: “En el principio
era el verbo, y el verbo era con Dios…” (?). De ningún modo este verbo al
que se refiere la Biblia, no tiene nada que ver con el que estudia la gramática
española, puesto que es filosofía, y se refiere tan solo a lo acústico., especie
de mantra emanado del caos. Y, en el supuesto de que hubiese existido el
futuro autor de cuanto fue creado. Por no existir aún nada visible., en su
presunta forma corpórea, ello no tendría lugar. Luego quién lo creó. Acaso el
mágico mantra… ¿Y puede acaso el presunto dios, careciendo de
pensamiento, y no disponiendo su mente de figuras retratadas de las que han
de surgir las palabras., es imposible que pudiese pensar y aún más, le era
imposible ser creador pues… ¿Acaso de la nada surgió todo…? Pero lo
insólito de todo esto es que hemos despertado en un mundo lleno de estrellas,
mares, ríos, montañas, animales, cielo, Luna, ciudades y música. Debido y, en
causa de todo lo nombrado, pudimos aprender un idioma por el que nos
percatamos de nuestra existencia.

Los extremismos de la religión cristiana vaticana, apostólica y


romana., fundamentada hace más de 300 años después de haber muerto Jesús.
En sentido de ello, habiéndome tocado elaborar el prólogo del cuento cuyo
autor titula “Hogar en la Lejanía”., debo confesar en primer término que fui
protestante por unos 16 años, lo que me llevo a revisar día tras día los
“fundamentos bíblicos”, percatándome del descomunal fraude en lo referente
a lo allí descrito., de los que ni siquiera el cura Martin Lutero en su
traducción fue capaz de percatarse pero, para no suministrarle tan
perniciosas incongruencias., me limitaré a dos hechos., El primero se refiere
al “gran protector de los hebreos”, es decir: ”Yo soy “, Jehová, Yaveh, Si con
cuidado y, despojados de prejuicios, revisamos lo ocurrido a los presuntos
“escogidos” por el dios de la guerra (Jehová) ., una vez que se establecen con
sus rebaños, permisados por el faraón (Egipto):Surgen de la nada dos
poderosos charlatanes: Moisés y Aarón. Lo que no rima de este invento
vaticanogeno es :¿Cómo es posible que Jehová, creador del planeta Tierra,
sin necesidad de invadir lo ajeno, estimula e incita a unos pastores
desarmados a despojar a los cananeos (Canaán) de sus tierras…?
Pasemos ahora al caso “Jesús el Cristo” (tiempos históricos)., pues
nos cuesta creer que el vaticano haya inventado a tan milagroso personaje
pero… si revisamos con cautela sus caminos: padres, crianza, discípulos e
ideas, etc.… Nos percatamos que éste no fue engendrado ni por hombre ni por
Yaveh.-Tan simplista falsedad- esta insertada en las “mitologías
grecorromanas”
IV Parte
Sembraremos en el Cielo

¡Caen por todos lados! ¡Recójanlos todos!―Dijo Marín― Con la maniobra


de distracción Humboldt logra escapar por un túnel secreto. Caían como
serpentinas en carnaval. Una nube de billetes y retratos de profesoras de
escuela, monjas, chicas policías, enfermeras, empleadas de oficina. Toda una
revelación. Quien imaginaria a lo que llegaría la sociedad a escondidas para
sobrevivir. Sus ojos brillaban, un leve hilo de baba corría por sus labios, muy
profesional, con aquellas pruebas el ascenso estaba cerca. ¡Capitán al fin!
―Dijo Manolo― ¡Yo se los dije!... Apúrense y vengan a recoger más
evidencias.

A bordo de su moto rumbo a la costa de Cariaco iba a toda velocidad.


Preparemos el escape. Ya no hay tiempo que perder… ―Con su
intercomunicador llamaba a los miembros de la Fundación Dandy―
¡Humberto, Edgard, Felipe, Henry Bermúdez, Combrol y Parrita! Ya llego la
hora. Trabajen en sincronía y muévanse rápidamente, rescaten lo que
puedan de los retratos, serán los pocos que publicaremos El Día de la
Llegada “Edición Especial Magazine”. Después de recogido el último de los
billetes iniciaron la persecución. Es natural―Dijo Marín― son billetes falsos.
No verán jamás la diferencia. Eran tantos los billetes que necesitaron bolsas
negras para recoger basura.

¡Ahí esta!―Señalando hacia la playa el agente Guzmán―

Rodeado de una multitud de chicas desde la costa del Golfo de Cariaco entraba
en una extraña maquina submarina. ―Fundación Dandy” tenía estampado.
Nubladas por la confusión de la turba hacían sus mejores poses por nuevos
fogonazos y billetes. Billetes que jamás sospecharon que podrían ser falsos.
Sobres llenos de esperanzas. Parecían poesías. Salir de la ruina que azotaba al
país, sueños de libertad, valores que se perdían bajo el monopolio de la
industria y la mafia monetaria, valores desperdiciados bajo telas sintéticas que
no dejaban ver la realidad. Valores, valores eran otros, los tesoros ocultos
retratados con cámaras alemanas de las viejas por La Fundación Dandy frente
a la masa frenética.

Antes de partir Humboldt al mundo submarino donde esperaban sus hermanos


daba su último discurso frente a los humanos: Lo comprobé, lo había
adivinado, pero no estaba tan consiente de la polémica armada alrededor de
mi libro, ustedes, permaneciendo fuertes, supieron rechazar campañas de
chantaje contra Fundación Dandy, ¡Claro que sembraremos en el Cielo! ¡Se
lo merecen! Después de años de espera en largas colas aquí lo tienen. El libro
no será publicado sino hasta mi regreso, esperen, no escuchen más el veneno
de los blasfemos, mejor, hagan el amor, o en vez de eso pregonen que
hacemos retratos, bonificación en dólares… Sus impacientes gritos, créanme,
los había estado escuchado suplicando, por trizas del adelanto del Mejor
Cuento del Mundo, pronto verán mi magistral obra:” ¡Voy a sembrar toda la
tierra!”

La tribuna de seguidoras gritaba histéricas. Competían a empujones e insultos


por mostrar sus mejores poses. Sus ropas, separándose de las pieles que
cubrían, eran arrastradas por las olas del mar. Largas colas por mostrar sus
tesoros. Caen los sostenes, ahí pueden verse, redondas, relampagueantes,
revelando las morocotas al aire rescatando aquellos valores naturales perdidos
y censurados por La Industria. ¡Que tierra tan fértil para sembrar!
¡Hermanas!―Decía Humboldt―… por favor, ¡dejen la rivalidad!, ¡dejen el
materialismo!―Y pensándolo bien (Pensó para sí)… con tanto talento junto,
hasta me gustaría hacer una Edición Especial Playera.
-¡Mienten! ¡Son falsos! ―Dijo el agente Guzmán―... ¡Capturen al
falsificador de billetes!

Se adelantó y mandó a ejecutar el Plan Pesca de arrastre. Henry Bermúdez


rápidamente encendía los motores del Morrocoy de Tres Picos. Empezaron a
moverse hacia lo profundo del mar. ¡Pooooo!―Sonó la cañonería― Perucho y
Parrita desde sus puestos dirigían los cañones contra los objetivos. Manejando
super avanzados dispositivos de pescado-propulsión disparaban contra La
policía. Los exhaustos uniformados después de recolectar kilos de billetes
como evidencia se hacían paso dificultosamente entre la tribuna histérica.

–Preparen. Apunten. ¡Fuego!... !Pooooo!

–¡Son catalanas!... ¡Y huelen… !Pooooo!.... frescas!―Dijo el sargento Marín


al ser golpeado―

–¡Catácos de alta calidad!―Exclama Capitán Parker―

–!Pooooo!... !Pooooo!... !Pooooo!...!Paaaaaan!

En aquella confusión volaban en los aires bolsas repletas del mejor pescado
fresco. Las bolsas azules bollaban sobre el mar con las prendas de vestir
sintéticas y de algodón que ofendían los Ideales del Rescate de la Naturaleza,
las prendas eran arrastradas por las olas y aquellos valores que distraían la
mirada de La Policía (también muy ocupados recolectando evidencia en
billetes y pescado) ¡Volveré!―Dijo Humboldt― …y recuerden…
Sembraremos en la tierra como lo hicimos antes. La Fundación Dandy
fácilmente escapaba en la confusión de cañonazos, billetes falsos, insultos y
escandalosas poses. Cierra la escotilla Parrita y descienden al fondo del mar.

Es que algo olía mal doctor. Quería sembrarlo todo. No intento comunicar un
mensaje mesiánico, ni vivir de ello, ni menos ganarme la blandura de corazón
de las enfermeras. Humboldt les decía lo mismo, les decía sobre ―escapar a
venderlo todo‖, sus chorizos, su paquete de volantes, la carpeta donde adjuntó
la fotografía de una orquídea para darle conciencia ambiental a la propuesta,
todo lo tenía fríamente calculado doc. Protestando delante de todos contra los
ruidos motorizados juró llevar las pruebas de corrupción y complicidad a
instancias internacionales, retratos confidenciales, organizó folios en perfecta
gramática castellana, enviaría las trizas a la O.N.U. ¿Ya me entiende doctor?
Que no es invento mío. Es real, vea, con estas pruebas es suficiente. Es ilegal.
Yo lo vi levantando su bandera de Venezuela, como soldadito de plomo,
marchando sobre las hojas secas de las plazas, por bares y puntos de farmacia,
sorprendido de que no le escoltasen todavía funcionarios del ejército.

-¿Así seguro nadie se lo refutaría?―Dijo el doctor―


-¿Cómo así? La Ley lo estipula. De hecho, estaría pidiendo una reserva de
ángeles pero… ¡Qué importa!… ¡Se acaba el mundo!... Me seducía también la
idea naturista, que parecía ya ensayada, su manejo de frases repetidas
―sembrar en el cielo‖. Y no niego que tienen en sus músicas folklóricas y
viejas baladas algo de subliminal y pegajoso, como la canción La Tienda de
Hash Keshava. Pero nada como un buen perro caliente y un refresco de lata.

Proyectos entre el polvo y las telarañas del ruinoso pero acogedor hogar.
Viendo de derecha a izquierda los detalles…la paz solo la hallaba entre
códigos y paisajes míticos inacabados… Leía día y noche, infatigablemente,
preguntándose ¿Por qué las mujeres decentes de esta sociedad piensan que un
sobre de dólares ―no caerían mal‖, Porqué mujeres docentes, enfermeras,
chicas oficiales y hasta narradoras de televisión pensaron lo mismo desde el
otro lado de la ventana? Nada. Humo…Tenía evidencia de sobra pero no al
culpable. Humboldt es humo… A Humboldt se lo tragó el mar...con sus
hermanos los pájaros tocando piano o en una tribu de Amazonas fumando de
la pipa de la paz entre indios y el chamán?... ¿Sembrando monte adentro en
Agua Fría con el Tratado de agricultura que le dictaron sus hermanos alados?
¿Preparando alguna fórmula de fertilización en la base de ―sus hermanos‖ en
las profundidades del mar mientras escuchan los clásicos de Radio Rumbo con
el primer radio AM-FM del barrio?... ¿Acotando en alguna esquina de un libro
defectos gramaticales a pesar de que los códigos llevaban tiempo para
esclarecer el gran fraude sobre la mortalidad del ser humano, cuya vida es
eterna y continuada por reencarnaciones sucesivas, pero no podría ser dos
veces viejo y dos veces joven para descubrirlo todos los misterios muy al
fondo, hasta donde no llegarían las sirenas de la policía, ni la capsula de
Jacques Cousteau, allá donde se respira en paz y sin ruido ni contaminación de
la industria Natural, claro ―El himno de los Valores‖... ¡Patria!...

La inducción es ―sutil‖ Pero cómo, cómo probar el fraude? ¿A quién culparé


entonces? ¿Un invento? ¿Por qué me miran así? ¿La camisa, entonces?
-Se lo dije señor Manolo―Responde el doctor- pero debe entender, que no lea
tanta mitología. Pero ya era muy tarde para ―sembrar en el cielo‖. En este país
solo se produce desempleo, muertes a balazos, enfermos en los hospitales e
inmigrantes. Es natural, claro, Ve aquí en el encabezado de La Región. Lea…
¿Qué dice aquí? Ah… ―Comisión de Policías Pervertidos escandalizaron a
bañistas nudistas de Cariaco.‖ Lea aquí más abajo. ¿Qué dice? Agente
Alibabia acusado de pervertido y fraudulento. Y acá: ―Chicas en las costas de
Cariaco se bañaban desnudas con fines medicinales, resaltando valores
naturales y medicinales. ¿Ilegal? ¿Dígame señor agente? Y hay más. ¿Vio la
televisión? : …ante la mirada de más de 100.000 ciudadanos agente Alibabia
fue tildado de loco y escandalizador del orden público. Agradezca que esté
recluido aquí y no en la cárcel.

Ascendía allá arriba, hasta los niveles más altos, lejos de la Oficina de Capitán
de La Policía. Lo llevarían arriba al piso 10 del hospital con una camisa de
fuerza y sedantes. Días después logra escapar escarbando en algún lugar de la
plaza donde pintaba a Reverón con mierda para sembrar en el cielo. Toparía
con algo en su viaje de aventura, viejos pergaminos, retratos, trizas de una
legenda o mito visionario: ―Repentinas desapariciones de botes, transportados
por El fantasma del Tirano Aguirre. Los navegantes que desde hace pocos
minutos pescaban en las aguas del Golfo de Cariaco se hallaban estupefactos
al encontrase en las playas de Cumaná entre hermosas sirenas, un
percusionista, un saxofonista, un señor delgado de melena tocando guitarra
clásica y el vocalista (El mismo creador del mito) No salieron de la sorpresa
los navegantes cuando sobre la arena vieron caminar robots llevando
limonada sobre bandejas a los turistas que dormían en hamacas. Todo
natural, la brisa hacia tocar el arpa de las palmeras. Muchos mirtos se dicen
haz quien dice que en ese lugar no se veía un solo carro exhalar humo, haz
quien dice que nadie desperdiciaba una gota agua, ni una piedra se veía volar
por los aires, las leyes se cumplían y no era El Paraíso, y hasta podrías
hablar con Dios a través de un hilo, pero como Cruz renegaba tanto de Dios
un día tomando un remedio natural con los ingredientes equivocados murió
intoxicado sin hallar salvación. Hay quien dice que después lo vieron
caminando frente a la casa de Rafael Mata despidiéndose de su primo porque
iba en camino a Muelle de Cariaco.
Paz y amor

La luz venía de la niebla…. Su piel… la tela… sus piernas bajo la luz de la


rueda… venían de la neblina, o de más arriba de la montaña y se alzaba
encima del bosque. Su forma… ¿qué es? plateado, girando silencioso. Abajo
se movían ellos, a su alrededor corrían apresurados con rifles de asalto en
mano. Con cigarro en los labios, jalando duro sobre la parte trasera del jeep El
capitán manda a rodear el área con sigilo―Dijo― Eviten que los vean.
Nerviosos se preparaban ante lo inesperado. Por un kilo lo valía. Cruzaron por
el rio, pisaron fango y sobre las piedras, por el monte a filo de machete se
abrieron paso hasta pasar por el llano y por ahí, en una humilde casita donde
se veía salir a través de una rejilla un extraño humo, algún tipo de yerba
medicinal. ―Letras para los que piensan mucho‖, escrito estaba más arriba, en
la valla de madera vieja. Guardan consigo un secreto―Dijo un soldado a
otro―… Dicen que poseen un tambor y hacen mucho ruido para los que
piensan mucho. ¿Cree que eso es verdad? Yo no creo en nada―Mirándolo
con gesto serio―… solo quiero derribar ese plato para que me den mi kilo.
Apuntando hacia arriba, sin quitarle la mirada de encima al plato que giraba
hacia ellos.
-¿Ira tras ellos? –Le preguntó ella, señalando hacia el otro pueblo―
-No te preocupes niña, escóndete entre las piedras si no quieres salir herida.
Corre que ellos vinieron por nosotros. Muchachos, preparen la
artillería―Mirando a los lados a sus compañeros―… No sabemos a qué han
venido esas creaturas.

Mao les prometía un kilo de arroz en el tiempo de la hambruna ocasionada por


sus intentos de fundir el hierro y abandonar las granjas. La rueda de arriba era
de metal y podría ser útil para fundirlo, o venderlo, o aprender de alguna
tecnología para controlar a Rusia y a su maleducado presidente. Blanca como
el arroz desde la parte inferior del platillo veían salir la luz, como si se tratase
de un ascensor luminoso, bajaba a través de la luz. Con temor sus rifles
apuntaron hacia el platillo. Pero esa mujer―Pregunta uno―sus piernas…
¿Qué está tripulando esa cosa? ¿Qué clase de tecnología es esa?

La luz venía de la niebla. Ella continuaba repitiendo la misma palabra. Ellos


confundidos especulando, con los dedos tensos en los gatillos y firmes al
objetivo. No sabían si disparar o raptar a la chica de la piernas de sirena o de
colibrí. Un kilo lo valía, el arroz era oro en aquel tiempo de canibalismo. No
sabían si disparar o seguir escuchándola, conmovidos con su monótono
discurso, de una palabra, una palabra repetida mil veces y en un idioma
desconocido. La mujer de cabello rubio, algo ensortijado, delgada, sus ojos…
“Paz y amor”… Por fin empezó a decir algo en nuestro idioma―Dijo ella
mientras seguía mirándola de lejos… el bosque era grande y se movían
camuflados con rapidez por distintos lugares. Seguía el rastro luminoso, más
curiosa aun corría entre los árboles. La luz fue mi guía. La luz sobre la mujer
rubia en medio del bosque. Por arriba parecía mujer. Su rostro blanco, olvidé
el color de sus ojos. Su piel… la tela… sus piernas… recuerdo que eran una
sola cosa, una tela. Sus pies, que no se le veían, o que no los tenía, no tocaban
la tierra. Es más, flotaba sobre ella con alas de hada. Mujer pájaro aleteando
como un colibrí sobre la tierra con sus dos piernas enroscadas como
serpientes. Paz y amor―Repetía―

-¡Miente!―Exclamó el soldado chino―…Nos distraen, les informaran sobre


nuestra posición. Antes deberíamos verificar si es comestible antes de derribar
el plato y borrar las evidencias… ya tu sabes… sobre la fogata en el bosque,
nadie nos verá, estamos bien camuflados.
-Seria un buen platillo pero el metal lo necesitamos. El arroz prometido…
-Olvídenlo, dejen a la mujer, no saben nada… Vinieron hasta acá pero seguro
que no están solos. Regresaran de nuevo, ya verás…
Pero no solamente se han dedicado a controlarnos,
sino que en determinados
momentos históricos decisivos para
la marcha de la humanidad, han
intervenido directamente para
encauzarla en uno u otro sentido.

Andreas Faber Kaiser

La Gran Promesa del Escrúpulo

Desde que nacemos hasta que partimos estamos en un mundo de hienas y


serpientes, mundo donde el mal no parece suficiente para que al fin las cosas
se enderecen. Aquí estamos como antes, cuando pagábamos por ignorantes y
como cosa de fe esperando lo prometido y lo único que se llegaba a ver eran
afiches de campañas políticas.

Les voy a revelar otro de mis descubrimientos: A conciencia hombres muy


inteligentes cedieron sus inventos a las mentes más enfermas, intenciones que
no atisbamos, bajo pieles todo parecía muy limpio y uno dictaba la orden, dos
pulsaba el botón, tres intercedían mensajeros virtuales y cuatro marchaban las
maquinas en automático, carne de cañón de los de arriba, para eso la promesa
de defender facciones como números ordenados por comandos de frías
calculadoras vigilados por espías y drones. Pero solo los pendejos creían en
eso. Los Insolentes éramos un grupo rebelde con el terco empeño en dar con la
verdad, un grupo de decepcionados que dejamos de creer en promesas, un
puñado de unos cuantos hombres y mujeres que empezamos a sospechar la
existencia de una conspiración de niveles incomprensibles dictadas a niveles
altos de volumen en las cornetas que asediaban entre la multitud de
seguidores. Camuflados entre los fanáticos subimos por un atajo secreto a La
Cumbre, Allá arriba estaban los 12 Sabios y sigilosamente nos infiltramos
entre las bailarinas del THC y del VTV (Volumen Total Voz) hasta llegar
donde ellos, por una ventana vimos el discurso, palabras para intimidar
ingenuos, lemas, mezclaban las buenas, todas juntas, palabras que sonaban
―sagradas‖ por que jugaban con la esperanza de un miserable pueblo
hambriento.
Lo descubrimos anoche en el lugar lujoso, llegaban las bailarinas del Volumen
alto a la carpa del harén con la elite de los 12 sabios. Infiltrados en el monte
vimos cómo les seguían hasta temprano del otro día los grupos radicales,
militantes milicianos, los niños y niñas, los mercenarios y nones todos soltados
de las prisiones por soldados rasos con corte degradado a excepción del alto
mando de chulos jalabolas que no consiguieron tomar una gota del grial de los
caballeros templarios pero robaron que jode y quedaron por fieles a la causa
como candidatos para La Nueva Cruzada por La Paz. Veíamos en la carpa las
sombras, bailando con el mismo sonido se movían tras las llamas del harem, el
mismo sonido repetido que dicen que trajeron del Cielo con carros cero
kilómetros, el mismo disco rayado de mitos, saqueos, fanatismo, cobardía,
amenazas y castigos para obtener ofrendas, lo que narraban básicamente los
viejos a sus nietos cuando fumaban y gracias a eso se generaron nuevos
empleos como cuenta cuentos.
La historia de siempre

Mi nombre no importa. (Al final todo se sabrá en su momento) Mi fiebre por


las inscripciones me llevo hasta aquí, la ciudad de Cumaná, en el estado Sucre,
donde conseguí este extraño enigma con recuerdos de un futuro incierto:
… yo fui testigo de lo sucedido, la palabra libertad la llevaban grabada en la
frente, iban pregonándola como profetas y parecían de los buenos pero no
eran honestos… Se movían rapidito con carteles de protesta y luego
incendiaban los techos de palma de los hombres de madera (Ellos les decían
así porque no pertenecían a su raza de arcilla divina) quemando las salas,
jardines, y haciendo insultos a los jinetes que salían desnudos de sus casas que
también eran de madera, por misteriosa casualidad. Dinero caerá como
serpentina, como arroz, como harina―Dijo el rubio a la cabeza de los que
protestaban―…y conseguiremos pa’ el ron, cambures y tiras cómicas de
acción de las policiales… ¡Lo tenemos todo como en mis días de gloria. Todo
esto le recordaba cuando se bajaba el cierre del pantalón en señal de protesta
por las libertades contenidas echándole la culpa a las bailarinas del Enlatado
de T.V. con el logo de la escopeta láser, segunda extraña casualidad. ¿Nos
invaden con nuevos argumentos consumistas? ¡Vean!... ¡Pa’ que respeten!

Significaba algo más que una simple protesta contra el consumismo,


significaba que iba a gastar más, pelotas de billetes de monopolio. Fue una
realidad ―Dijo Román Díaz―… cumplirán lo prometido. En las otras
ciudades liberadas celebramos con bailes, ron y cañonazos. ¡Todo lo
saqueamos! exterminamos herejes y cogimos a sus mujeres y las matábamos
de aburrimiento con largos sermones y luego venía lo más divertido:
sacrificamos a sus hijos a Los Programadores como agradecimiento, así lo
aremos, cumpliremos con disciplina repitiendo el himno.

Se movían en las vallas las letras que parecían estrellas. Yo las veía brillar en
los biombos de neón sobre la presurosa marcha marcial. Eran como fuegos
artificiales… Aparecían. Desaparecían… Fuegos iluminaban la noche
escandalizada por el ruido de trompetas mecánicas y ladridos de perros a los
espectros y lo peor de todo eran los largos sermones de gobierno. Abarcaban
al público con el hedor de su ―mercancía‖, discursos sobre el ―Rescate de los
Valores en la Sociedad Consumista e Industrializada‖ llamando a la guerra y
al saqueo de herejes.
Poco antes de haber escuchado al General, al Capitán y al Sargento hablar
sobre un ―pastel‖. Que a pesar de su tamaño gigantesco no alcanzaría para
todos. (El asunto fue un verdadero misterio, acaso otro mito de esos para
entretenernos en días de feria) Humbertina Hernández empezó a protestar
contra los que protestaban masacrando herejes. Ella confundía los nombres de
sus hijos y nietos pues eran muchas imágenes y recuerdos que no la dejaban
desde pequeña y desde hace años los veía todas las mañanas marchar gritando
las consignas y ella siempre se quejaba porque nadie barría las calles de los
volantes y serpentinas, y la sangre, y las tripas. ¿Y mañana que
vendrá?―Decía ella― ¿Lo convertirán en deber cívico?... ¡Se figan, se figan!
¡Los problemas existen!

El tiempo es oro! –Gruñía el General González: ¡A bailar! Otras veces elevaba


su mano y saludaba a los extenuados soldados que esperaban el prometido
ascenso. La ambición rapaz de reinar era necesaria desde los niveles más altos
y eran elegidos los sirvientes más fieles para la obra donde serían unificados y
organizados los pueblos en nombre de La Conquista por la paz. El General
profesaba con urgencia y amenazas de castigos la obra de recaudar la riqueza
inmerecida por la humanidad hereje.

El General y el gobernador custodiaban con celo acaudaladas fortunas con las


que disponían para fines misteriosos en el edificio en calle Las Alturas, al
mismo tiempo que les estaban vedados a saber su destino al populacho. Los
soldados se apilaban indagando en las entrañas de lo inescrutable, esperando
de las alturas el privilegio de la ascensión. Los que tienen mucho todavía
quieren más-Le dijo la abuela del General al Capitán- Y los que tienen nada…
Lo que sea se intenta para ponerles las manos a algo… Lo que sea… Y eso de
la libertad. La que tanto pregonan por ahí… Jamás va a darse por las buenas.
Lo único bueno que veo, y espero que no tarden en llegar son las caravanas
con el botín de las guerras.

Durante años las guerras continuaron y los movía a luchar la ambición, la


venganza y la difusión de dolor sobre la tierra todavía húmeda de sangre
inocente. La historia de siempre.

Aquel día el General había salido de casa de su abuela, desde hace unos años
desistió de sus esfuerzos de hacerla reaccionar de su letargo místico en defensa
del Consumismo, las explicaciones pertinentes le resultaban escandalosas e
intrincadas para ella, que sostenía que consumismo y conquista por la paz eran
en esencia lo mismo, pero con distinto nombre.

La peste, el hambre y la espada sacrificaron más de la cuarta parte de la


población con viejos rencores entre bandos que fragmentaron la Santa
Unidad. No existió por mucho tiempo un gobierno estable. El asunto de la
libertad (Tan misteriosa, como estos tiempos, como siempre…) no fue hallada
más allá de las trizas de papel, de los motines y el humo del misterio de los
pasteles, era algo inalcanzable. Yo que fui testigo ni el general ni su abuela ni
tampoco Humbertina que recordó mucho no tendríamos todas las respuestas
pero seguro aguardaban nuevas legendas dentro de nosotros, y allá afuera,
donde las rocas no son rocas y las batallas se pelean a caballos de fuego contra
gigantescos molinos ¡O lo que sea!... Yo haré la mía, lejos, en búsqueda de la
libertad imposible.

Todo aquello sucedía en aquellos días pero nada hizo cambiar a la abuela del
General a desistir de sus deseos de seguir derrochando (de manera consumista)
el gran botín que su nieto de las guerras traía.
Hogar en la lejanía
Prologo

Para entrar al tema literario que nos presenta Erangel Rivas, quien
inventa una serie de hechos ficticios que solo ocurren en su memoria. Tan al
extremo, que llegándose a un planeta ignorado por las cámaras telescópicas
espías de lo sideral en donde ve a una tal Helena, que pese a ser una simple
caja llena de microcircuitos y demás compuestos eléctricos, logra hechizarlo
sexualmente. A pesar de estar en tan incómoda y fanática, aunque ―santa
morada‖, logra Calpurnious arrojar la conspiradora cizaña que terminará
ahogando al presunto trigo.

Me habría gustado que Erangel hubiese colocado en tan desérticos


parajes, a los fundadores de Vaticano, a Adolf Hitler y a Mao Tse Tun. A ver
si hubiese sido posible lograr mutantes que almacenen en sus enigmáticas
células, los seres más increíbles y asombrosos no imaginados jamás.

Lucas Arias
Hogar en la lejanía

I Caos

El Sol brillaba sin clemencia. El peregrino se detuvo a secar el sudor con su


antebrazo, respira profundo, alzando su rostro con mirada perdida en un mar
de dunas, sin esperanza, no sentía hambre ni sed. Es más, en ese momento no
sabía ni siquiera el significado de esas palabras, ¿O pudo ocurrir que una
barrera invisible se lo impidiera? No estoy muerto, siento. y estoy obligado a
buscar el misterio… Se detiene a descansar sobre la raíces de un árbol seco,
sus manos al tocar la arena caliente sienten algo sólido, es color oscuro, es
metálico…

El viento huracanado incrementaba su fuerza, trata de jalar el objeto de la


piedra, sus ojos no comprendían lo que veían, era una extraña pieza de
antigüedad conservada perfectamente, parecía ser un bastón metálico, ¿a qué
tiempo perteneció? ¿Sería la clave de un enigma? ¿Esto le dará algún tipo de
poder? trato de calmar su fiebre, su razón fue su soga en el momento en que
todo carecía de significado, vio en la parte superior del objeto la cabeza de una
cobra enrollada hasta la parte inferior del bastón., pasaron minutos de un tenso
silencio meditabundo.,

Otra ráfaga de arena golpea su rostro, largo éxodo sin destino, enfrentando las
tormentas de arena. Una línea de sudor se deslizaba en el rostro, la visión al
horizonte árido. Sus pies hundidos en arenas ardientes emprendían los
siguientes pasos.

Alejándose del espeso desierto, y éste a su vista se le convertía en un punto.,


Luego subió más y vio que ese extraño planeta se convertía en un punto, llegó
a elevarse al extremo, que se llegó a fijar que la galaxia se convertía en un
punto, subió incluso más y vio que las galaxias se convertían en un punto. al
observar de nuevo al cielo para ver si perdió de vista a la nube como por un
impulso condicionado solo pudo ver un inmenso mar encima, por lo tanto
creyó que estaba inmerso en un sueño, o en un océano, donde pudo divisar
brillantes barcos y que en la superficie estaba un bote donde se pudo observar
un pescador lanzando un anzuelo. Calpurnious se desplazaba desesperado.
Más subía a la superficie por miedo que a morir ahogado.
De vez en cuando detenía su recorrido para trazar dibujos sobre sus encuentros
con seres extraños. Concentrado en descifrar las inscripciones halladas en
civilizaciones devastadas por la última guerra pasaba las horas. Aquel pasado
de avanzada tecnología seguía revelando nuevos misterios entre trizas de
viejos libros... Esos dibujos llenaron su cuaderno, reproduciendo guerras sobre
nubes (Eran nubes que ahora permanecen ocultas bajo la tierra y el mar)
mitológicas hoy en la mentes de algunos, pero ya él sabía lo que había visto.

Bajo el cielo claro su fiebre seguía latente. En su mano huesuda seguía el


báculo, el cual permanencia tiempo analizando sus dibujos de un origen
extraño. El Sol brillaba sin clemencia. El peregrino se detuvo a secarse el
sudor de su frente con su antebrazo izquierdo, respiro profundamente y alza su
rostro con su mirada perdida y sin esperanza, no sentía hambre ni sed, no sabía
ni siquiera el significado de esas palabras, ¿o pudo ocurrir quizás que una
barrera invisible se lo impidiera? Desde hace mucho seguía rastros sobre
generaciones pasadas, misteriosas legendas, antiguas guerras y civilizaciones
perdidas. Entre espesas nubes bajo la inmensidad de la montaña Calpurnius
vaga en el desierto con sus proyectos inacabados. Sus pies avanzaban
tambaleándose en las arenas del desierto viendo la carne podrida consumirse a
picotazos de los zamuros. Hace rato los veía girar en lo alto. Es una de esas
razas que evolucionaron observando a su presa a distancia―Pensó
Calpurnious―

Resiste la tormenta, resiste con pies pesados que se alzaban y volvían a


hundirse en la arena. Sus ojos permanecían ocultos, esperando. La tormenta
cercana con sus giros venía arrastrando arenas, troncos secos y huesos.

La ráfaga de arena golpeaba su rostro. Sus irritados ojos permanecían


esperando, ocultos de aquel sonido tormentoso que traería un huracán. El
silbido violento le venía de cerca. Ya muy tarde para huir sobre la arena y al
hallarse alcanzado por el aire huracanado sin poder escapar termina girando
arrastrado en sus redes, sin embargo desde su cuerpo sacudido en el aire sus
ojos todavía lograban verlo, cada vez más lejos, el báculo que le arrancó de
sus manos.

El despertar fue violento: asaltado con imágenes fugases, trizas de memorias


pérdidas o acaso hechos imaginados lograban alcanzarlo. Vagos retazos que
trataba de conectar con la realidad. Ni sed ni hambre, ni una sola herida. Estoy
vivo… Seguía vivo. Frotó sus ojos y miró alrededor. Sin salir todavía del
asombro divisaba justo a su lado entre piedras e insectos al báculo que la arena
había tragado en el desierto. Recogía el báculo examinando las mismas
inscripciones, la misma serpiente enrollada. En efecto, es el mismo.
Desconcertado gesto serio. Bajo las hojas se movía algo. Pequeños reptiles.
¿Ir a dónde? ¿Más allá de los cerros?... ¿Tras aquellas nubes? ¿Qué hay más
allá? Observando silencioso encima de los arboles un leve frío empezaba a
recorrer sus huesos.

Exhala aire y se lleva la mano derecha a la barbilla tratando de calmar sus


dudas, especulando sobre aquellas luces. Podría estar en buen estado. Por
curiosidad y para tratar de alcanzar a leer algo que tenía escrito se acercó.
Desde la orilla eran unos 10 mts, después de concentrar atención visual, logro
divisar las letras: ―Estrella de Belén‖.

Desde el entramado las aves rompían el silencio. Sintió miedo. ¿Pero se


detuvo el extranjero? No. Lo desconocido no era reto nuevo para Calpurnious.
Cuantos desiertos y ciudades devastadas recorridas, largas distancias buscando
señal de vida, buscando agua, o un bocado de alimento. Calpurnious entre los
arboles camina de prisa. La densa niebla rodea las montañas. Es agua―Dijo―

Cubiertos de ramas los tallados en piedra, figuras, símbolos antiguos. Se


detuvo a observarlas bajo la fría caída de agua. La vida silvestre se abría paso
a través de las grietas de los gruesos muros.

Sugerían algo aquellos símbolos corroídos por la luz y las lluvias, recorridos
rápidamente por las astutas lagartijas. Las mohosas escaleras del arruinado
edificio conducían hacia fondos tenebrosos. Se sumerge y nada sin
preocupaciones hasta la plataforma de la nube de metal, como así las llamaba.
Adentro encuentra una biblioteca.

Recreado en relaciones y enigmas entre viejos libros se despedía la noche.


Podría. Podría ser una forma de obtener poder. El costo sería muy grande,
los números… su orden… todos obedecen con fidelidad las cifras de niveles
superiores en la pirámide

Nadando de regreso llegaba a la costa del pantano. La lluvia empezaba a caer


sobre suelo resbaloso y sigue el largo recorrido por el silvestre laberinto.
Se hallaba recostado de espaldas al árbol. Frente a él estaba la leña encendida
y sobre las llamas pescado asado. ¿Qué más podría pedir? Volvía a devorar
comida bajo la luz de los distantes astros nocturnos. Sus ojos cansados y
satisfechos cedían, entregándose al sueño sobre el lomo de la selva.

Y más al monte, más arriba, bajo la lluvia fría seguía hundiendo las suelas con
obstinación en el lodo. Por angostos caminos de piedra llega al pueblo,
después más monte, mas caminos, mas piedras, desde ahí podía verlos con
cautela… Ya veo, evitan a los animales más grandes desde arriba. Ellos
esperan al pie de los árboles. Había leído en viejos libros sobre su existencia
en su planeta. Monos y monas, podía verlos subiendo los árboles y se
convencía en ese momento que también los había en otros mundos.

Sabía que estaba en otro mundo, o en otro tiempo. Al fin al cabo lo


comprobaría después de la siguiente excursión.

Al pie de la montaña quedaba la cueva. Asomado a la entrada se respiraba un


aire a cosas encerradas, secretos. Con prudencia: Paso por paso. Avanza
percibiendo una antigua humedad que lo llamaba a ir más lejos por el oscuro
abismo. La escasa luz se desvanecía a medida que avanzaba un poco más,
confiado a través de las sombras que se tragaban las filosas estalactitas.
Entonces su andar torpe sería guiado con las manos, pasándolas
cuidadosamente por las rusticas superficies del sombrío pasaje rocoso.

Topa con algo. Se agachaba y palpa. Es un cofre ―Dijo con curiosidad―


Abre y siente las piedras preciosas, opacos objetos en medio de las tinieblas.
Las monedas… sus símbolos son extraños… ―Minuciosamente frotando
ambos lados con las yemas de los dedos―… pero me resultan algo familiares.
Llevó con sigo algunas piedras y monedas.

Confiando nuevamente en sus manos señalaba el destino. El largo camino


terminaba enfrentado al muro grande. Esta vieja piedra es
extraordinariamente plana, pesada. Interesante… ¿Con qué instrumento
pudieron darle forma a esta piedra? Tanteando detalladamente con los dedos,
hundiéndolos en las letras y símbolos. El planeta negará sus
frutos―Interpretó ―Seguía recorriendo el laberinto por finas fisuras. ―Un día
llegará la guerra de programadores… Los extremos chocarán. Ambiciosos al
poder nuevamente ignoraran las quejas de los pobres hambrienta. Relucieran
poderosas armas de destrucción para iniciar La Nueva Era de Paz. Entonces,
sucederá la inevitable catástrofe. Pocos sobrevivirán. Los programadores
huirán en la vieja nube luminosa…

La piedra que obstruía el camino revelaba sus misterios. Después de un gran


esfuerzo pudo ver más allá. La molesta iluminación al lograr moverse de a
poco. Y desde la abertura el hilo de luz se abría paso entre las pesadas rocas
con mayor intensidad contra su cegado rostro. Al otro lado del resplandor.
Desde ahí podía ver algo. Algo cercano flotando sobre el lago. Una nube…
Bajando de prisa por la escalera de piedra. En pocos instantes estaba en la
orilla con una vara filosa que improvisó de arpón.

En búsqueda de peses en las sombrías aguas del pantano se zambulle con una
vara filosa que improvisó de arpón.

En el fondo se fija en el brillo gaseoso de una pantalla encendida, el rostro de


la mujer emite ruidos extraños. El no comprende, tuvo la leve impresión de
que no era algo real. Una luz en la profundidad. ¡Qué rayos! ―Sorprendido al
ver asomar su cabeza oxidada―

La luz viene de un animal de metal, silba una dulce melodía de sirena. Su


cabeza se mueve fijándose en mí, irradiando extrañas figuras. Su rostro brilla
en el lienzo ―Dijo atónito―…y la mujer parece cautiva dentro del animal.
Hay que rescatarla.

-Soy Elena―Dijo entre luces la voz sintética ―… Bienvenido a “Servicio de


Chat y Citas”. Para tener acceso al servicio de mensajería contacte nuestro
estudio privado “Agencia Las Pollinitas, a su servicio, siempre complacientes
y cariñosas y… Saldo insuficiente… para seguir conectado tiene que
depositar 30 piezas de plata adicionales.

– ¿Saldo? ¿Qué es eso?

Iluminando a su paso el lienzo se aproxima. Sus tentáculos se movían sedantes


entre las aguas del pantano acercándose como serpientes.
La máquina antigua corroída por la herrumbre ocultando sus intenciones en las
oscuras aguas revelaba uno de sus relampagueantes senos.

–Esa respuesta no se puede hallar en mi memoria. Solo estoy programada para


proporcionar entretenimiento, consolar el dolor de tu existencia… la paz de la
muerte…. de eso se trata la parte religiosa del ―Servicio de Chat y Citas‖:
Abandonaras tu antigua personalidad y te entregarás a mis deseos…

Al principio fue leve. Calpurnious imaginaba con dulzura el abrazo de sus


tentáculos mientras estaba pensando en cómo liberarla del animal de metal.

Aquel exceso de luz lo cegaría sin piedad. Entretenido con los dibujos en la
trama de colores un placentero magnetismo lo tenía a merced la maquina
ruinosa. Entretenido con la gracia de sus palabras sofisticadas, con el blanco
rostro de la mujer, su llameante pelo rojo ignorando que computaba
probabilidades de ganar tiempo y su confianza.

–No entiendo muy bien lo que dices. Hablas en un extraño idioma. Trataré de
sacarte de allí. Espera… ah… ¿Y por cierto, qué es saldo, dígame? Donde
consigo las 30… Sabe… quisiera… pero necesito… zafar…me… los
tentáculos.

Ilusiones se deshacían tomando rostro de decepciones, casi sin aire (No lo


pensaría dos veces) al propinar la primera patada contra el lienzo y logra
romper el foco interno y empezaron a relucir violentamente chispas de algunos
circuitos internos. Con mayor fuerza le seguía una segunda patada y fue
cuando se hizo más denso el humo, mas chispas. El orificio reflejado en el
cristal roto reflejaba su interior. ¿Esto es lo que soy? ―Decía con asombro el
animal acuático―…Nadie nunca me lo dijo… ¡Nadie!...

Logra zafarse de los tentáculos y huye. Tentáculos muy ocupados recogiendo


nuevos trozos de cristal. Trozos que desvanecían sus dudas, cerciorándose de
lo que había en su interior: integrados electrónicos, transistores, cables,
tuercas, bobinas, mostrando el verdadero caos oculto tras un hermoso rostro
angelical.
II
Carlos Transistor

Las suelas seguían sobre el lodo, seguían entre el sonido de animales


nocturnos y las luces lejanas. Divisa el humo ascendente de un poblado donde
conocerá el aroma del café durante una conversación mientras veía a los niños
relinchando tras la cortina de un rancho.

Subía el humo del ocumo chino en el fogón, la yuca, las luces salidas de
puertas y ventana en aquella noche con la música festiva. Charlaba con Jesús
entre tragos y bailes en la celebración de la boda y con mirada extraña
escuchaba su predicación sobre El Regreso del Antiguo Programador C.A.
Por enlodados caminos iluminados por un mechón de tela venían a brindar.

El humo de la leña del fogón rodeaba todo el patio y afuera las gotas caían
deslizándose por las hojas, aumentaría luego su intensidad golpeando las
láminas de zinc. Para amenizar mejor la fiesta Jesús, ayudado de su sabiduría
alquímica, transformó asombrosamente el agua en vino delante de los atónitos
campesinos.

De prisa iban ellas a la fiesta, ellos venían bajando de los conucos del cerro
con machete en la cintura a comprar ron en la bodega de Don Laureano.

Calpurnious fumaba escuchando a Don Laureano decirle: En estos pueblos las


actividades agrícolas son prosperas que tierras abajo. Se come mejor que allá
abajo en Torres Altas. A diferencia de allá abajo la gente de aquí muere con
más edad.

Y ciertamente se convenció al mirar a María, la madre de Jesús, de 80 años,


sin una sola cana en su cabeza. Había ―algo‖ en la energía cósmica producida
en el campo que mantenía vivos y saludables a sus habitantes.

¿Acaso el mundo de dónde vengo sería una colonia de otros mundos? Hay
tantas cosas parecidas―Escribía bajo la precaria luz del bombillo titilante
sobre la mesa de madera ―Hay tantas cosas parecidas a las que halle
escritas. Todo lo que desapareció antes de la Gran Guerra... Las gotas de
agua caían sonoras en las ollas y recipientes, golpeando el techo de zinc,
fluyendo por los montes y se unían con el cauce del rio. En un rápido y
silencioso salto cae ágilmente el grillo sobre la camisa azul claro. Su mano
detuvo los giros del lápiz. Entre el bolsillo y los botones ahí seguía. Inmóvil.
El examinaba su cabeza, sus alas, sus patas, su frágil cuerpecillo también era
observado por los niños a la entrada de la habitación, veían en silencio con una
leve sonrisa, como esperando una reacción de Calpurnious.

La lista de preguntas pendientes sería más larga para el extraño sujeto hallado
en el camino. Adolfo Flavimiro, así se llamaba el delgado hombre alado que le
prometía respuestas a sus dudas a cambio de unos monos. Cómo era
Flavimiro? Cabellos negros y delgada tez blanca, en ella un ojo castaño y otro
gris, cegado por su madre como castigo al ser amarrado a un árbol por su mal
genio durante sus frecuentes borracheras. Hoy no vive en compañía de su
madre. Pero sigue chupando bastante caña en compañía de su socio Don
Julián. Calpurnious a medida que lo acompañaba en la excursión se fijaba en
su habilidosa obsesión por subir a los altos palos del monte en búsqueda de
monos. Adolfo subía habilidoso de palo en palo sin explicar a nadie que luego
haría con ellos. Naturaleza―Le decía Adolfo Flavimiro frente a la inmensa
piedra de más de 33 metros de altura―… pura naturaleza.
Naturaleza. Así decían cuando trataban de explicar algo que no que no tenía
explicación racional. Como cuando aquel señor campesino que a las afueras
del rancho con botella en mano le hablaba a Calpurnious sobre los inmensos
túneles subterráneos donde iba de casería de pájaros. ¿Qué tipo de animales
abrirían tales caminos? Abismales cuevas donde se bajaban a rapel, agujeros
profundos donde muchos cayeron al fondo destrozados para jamás contarlo,
abismos infestados de gigantescas serpientes reptando en la oscuridad de los
túneles perfectamente taladrados en mitad de la selva por quien sabe y que tipo
de maquinaria pesada. ¿Acaso esos túneles fueron hechos por seres
inteligentes de origen desconocido? ― Preguntó Calpurnious―

Flavimiro, quien presumía saber de todo, le dijo que por unos monos le daría
la respuesta. Aquellos túneles que conducían más allá de los enlodados
caminos hacia reinos de lo desconocido, los lugares que se hablaban en
legendas que a medias fue escuchando a su paso por pueblos visitados. Adolfo
le seguía narrando historias míticas a Calpurnious, historias de golpes de
hachas y del tropel de caballos que nadie llegó a ver, de gritos y ladridos en
aquellas húmedas montañas, enanos que portando filosas espadas custodiaban
su reino de la presencia del hombre. Los que pasaban por aquellos espesos
bosques de Bhok-ron o del Guak-mo después hacer intentos de localizar de
quien o que se trataba al final hallaban que no había nadie.

Adolfo Flavimiro a pesar de sus alas no podía volar, trepaba por los palos muy
ágilmente, y por sus charlas es conocido como el historiador y doctor de
máquinas de Torres Altas. Un día narraría sobre cosas del pasado. Monos que
evolucionaron sobre las mesas de operación de laboratorios avanzados, fetos
hallados sin la tapa los sesos. Tecnología forastera, así decía en tono
despectivo. Y sobre todo hablaba durante el frio recorrido sobre distintas
especies de monos, monos rasos, monos que programaban con bonos para el
circo, monos que luego empezaron a caminar, erguidos, como mutantes o
militantes deprimiditos al descubrir la abominación de la palabra repetida
(palabra que evolucionaron repitiendo milagrosamente lemas sagrados o
mantras de La Programación S.A. por lugares más desarrollados)

Y todo gracias a los programadores ―Le decía Flavimiro―…gracias a ellos.


Pero el primero es KP-100 C.A. El modelo más avanzado a seguir. El ejemplo
de orden y progreso. El creador de la ley y arquitecto del sistema virtual e
informático del que depende el Planeta Irítal. El levantó las bases. Todo fue
geométricamente calculado, todo matemático, cada programación, cada
saqueo, vacas gordas, vacas flacas, cada guerra, enfermedades…. Y así
prosperamos. Yo en realidad trabajo en Servicios de Inteligencia del
Programador KP-100.

No solo le revelaba que era su seguidor, sino que era uno de los líderes del
movimiento político-religioso que regía el destino de las colonias galácticas y
de aquel mismo planeta metálico con limitados espacios naturales llamado
Irítal. Muy arriba en el cerro descansaron. La piedra que tenían al frente era
plana, de magnitud extraordinaria. Para Calpurnious, que nunca había visto
una piedra tan grande en su vida, empezaba a calcular mentalmente que entre
la masa neblinosa se elevaba aproximadamente unos 200 metros o más. En la
parte superior observaba algo de vegetación, que supuso crecería
espontáneamente con el tiempo. El clima es frio, el suelo húmedo, propicio
para el desarrollo de la vida o para la agricultura, sin embargo muy lejano
del ojo humano. Las fangosas suelas se movían para observar con más detalle
los vestigios de alguna civilización antigua. Más arriba estaban entre
pedregales, semejantes a ventanas, las laberínticas cuevas que dan hacia reinos
del inframundo. Bajo la gran piedra se veían petroglifos, conocidos y extraños,
y más allá de la titánica piedra… ¿Qué son? Parecen algo parecido a pilones
de piedra, para acaso pilar maíz ¿O son piedras sacrificiales?
.
Detuvieron el largo recorrido frente al hogar en la lejanía. (El lugar distante
del que tanto le comentaba Flavimiro durante la subida por el cerro) Entre
palmeras y matas de tamarindo cruzaron por el mugriento corredor de granito
del patio. Mientras más se acercaba Calpurnious lentamente a través de la de
tétrica casa con olor a fierros viejos lo poseía un terror indescriptible, las
pulsaciones ensordecedoras de su corazón lo ahogaban pero a la vez una
fuerza misteriosa le arrastraba a su destino.

Están cautivos en jaulas de oro―Le dijo Adolfo―…debes ser astuto y


rescatarlos. Dicen que posee en su laboratorio los dos cerebros más valiosos de
la galaxia. El del terrícola Albert Einstein y el del mono George Klein. Una
vez que pueda obtenerlos podre tener acceso a su ―sabiduría ancestral”. Y no
te preocupes Cal―Colocando su delgada mano sobre su hombro―…si
cumples con el pacto obtendrás las respuestas a tus incógnitas.

Detuvieron el largo recorrido frente al hogar en la lejanía. El lugar distante del


que tanto le comentaba Flavimiro durante la larga subida por el cerro. Entre
palmeras y matas de tamarindo cruzaron por el mugriento corredor de granito
del patio. Latas, cartones, cajas, placas y embobinados, antecedían a las fotos
regadas al pie de la puerta frontal. Las recoge. Muy monas―Dijo― Más allá
del pasillo se puede oler el cadáver de un mono capuchino, descompuesto y
sin cabeza. Pasando por la puerta frontal ve al fondo del pasillo moverse una
figura. Un viejo. La débil luz de un bombillo titilante le hizo divisar que vestía
bata de laboratorio, desplazándose en un va y ven de momia.

Carlos Transistor, así le dicen ―Murmuró con mirada nerviosa―… pero ten
cuidado, los agentes del Programador saben de sus planes conspirativos. Es un
hacker peligroso, sumergido en el oscuro abismo de ―los algoritmos”….

-Qué dice?... ¿Algoritm…

-Baja la voz… No logras digerirlo bien... No sé muy bien, parece que su


obsesivo estudio de libros sobre placas electrónicas de Aeronáutica Espacial
terminó desquiciándolo. Aguarda…Creo que nos vio.

-No…. No lo hizo.

Después de unos minutos de silencio a escondidas

-Intenta ser buen espía y rescata los monos, anda. Es necesario que cumplas
con la Misión. Así tendrás el ascenso prometido y sabrás que significado
ocultan los signos del báculo. ¡Anda, muévete! Como te prometí, lo sabrás
todo. Y date prisa que tampoco he comido por horas. Nos vemos.

-¿Monos? Espera… ¿Qué tienen de especial? ―Preguntaba Calpurnious


mientras pensaba en los retratos de las monas que veía posando en la playa―

-No logras digerirlo terrícola. Son muy moldeables y repiten fácilmente todo
lo que quieras. Son los obreros ideales por excelencia, solo es cuestión de
hacer unos ajustes en su genética.

-Genética, no entiendo.

-Baja la voz… copias de copias, clonadores de arcilla. Intenta ser buen espía y
rescata los monos.
Al ver su rostro interrogante le dijo enfáticamente
-No logras digerirlo bien, terrícola. Son sombras, imágenes que por un bono
miserable bailan en cualquier evento público. ¡Deberías verlos!

-¿Que es un bono?

-Algo que los pone menos violentos e inteligentes. ―Giñando el ojo―La


receta de bonos se la robé a Mammi.

Piezas mecánicas, olor a oxido, moho extendidos por años en los mugrientos
rincones del hogar construido en lo alto de la selva, su laboratorio y taller de
arreglo de placas y embobinados, donde cachivaches que el viejo dedicaba
horas de rigor técnico suben como una montaña, trabajo fatigoso e
incomprendido por clientes y morosos en el pago de sus deudas con ―El
devorador de libros‖. Iluminado por la luz débil de un elevado farol titilante
masticaba entre el polvo y la ruina autores como Isaac Asimov, Connan
Doyle, Volta, Galvani, Marie Curie, Newton, Einstein, Verne, Blumrich, su
colección de revistas Mecánica Popular, sus Retratos de Las Pollinitas, planos
de aeronaves, papeles y más papeles apilados pendientes por revisar.
¿Repiten?... ¿Digieren?…Un momento ¿Usted come m… ¿A dónde fue?...

Entre el sonido de los grillos nocturnos Calpurnious veía la demacrada silueta


moverse a lo lejos.

-Buenas tardes… ¿Colecciona monos?

Parecía tener un poder magnético con los insectos y ratas, merodeaban sobre
cartones y latas, probablemente atraídas por su violento tufo de albañil.
Avanzaba por el hediondo pasillo y colocando las hojas sobre la mesa dijo:

-¿Monos? Quienes te enviaron. ¿La gente esa del Gobierno?


Le seguían también de cerca las moscas, atraídas por el olor de las sobras
carcomidas por cucarachas, la araña que trepa por la tela a la espera de las
moscas, pero a ella le esperan las salamandras. Calpurnious estaba cercano a
él. Apenas podía respirar en aquel antro miserable, viendo como levantaba un
viejo libro, soplaba el polvo que lo cubría, expandiéndose a su vez una nube
de partículas que podrían matar a cualquiera de un asma.

-¿Monos?... ¿Yo?―Sus grandes ojos azules simulaban ingenuidad―…


Recuero ver visto alguna vez… puede ser… puede… ¿Y si lo hiciera?

-Es que, me interesa mucho su estudio. En el planeta de dónde vengo quedaron


muy pocos y me interesaría observar algunos.

-¿Y cómo sabe que tengo monos en mi poder?

-No dije eso. Lo oí decir por ahí.

-¿Su nombre? ¿De dónde son? ¿Tertulianos? ¿Constantinianos? No creas en


uno de sus mitos.

-Lo olvide. Solo me dijo que…

-¡Basta! ¡Es suficiente! Tú no viniste hasta acá por monos, lo sé―Volteando


hacia Calpurnious mostrándole sus horrorosos dientes amarillentos―…
―ellos‖ me lo dijeron todo. Nos comunicamos a través de una máquina que
diseñé con mi Diagrama para Detectar Ondas Electromagnéticas del Espacio.

-No. Créame estudio…

-Viniste por lo mismo que todos.

-Pero…

-¡Cobre! El cobre de mis cachivaches. Pero ahí está la puerta, hágalo pronto
antes de que saque mi tubo y me ponga agresivo.

-No se moleste. Seguramente usted no me negaría el derecho al conocimiento.


Veo que leía a Einstein, por acá, que es esto? una imagen de un Teslascopio,
recuerdo haberlo visto en un libro antiguo, que curioso. -Einstein tenía un
cerebro genial. ¿Sabia?― Le brillaban los ojos―…Poseo un documental
donde muestran el testimonio de un sujeto que al practicarle la autopsia pudo
descubrir el gran secreto que almacenaba en su cabeza―Con su dedo índice
indicando la cien―

-Devorador de libros, así muchos me dicen.

-¿Antes de mostrarme sus monos podría mostrarme algunos de sus


conocimientos científicos?

-El universo. Los programadores niegan la existencia de vida allá afuera. Sus
estúpidas doctrinas. Su tiránica burguesía. Su programa. Pero estos libros
muestran lo contrario. Tú también eres una evidencia extranjero. No eres de
nosotros. El espacio… El secreto de todo… ¿Rayos por dónde comienzo? Es
una historia algo complicada. Será mejor que te sientas y escuches―Sacando
un cigarro del bolsillo de su braga de mecánico lo coloca en su boca y lo
enciende―Fíjate. Este libro lo fui escribiendo en varios tomos. Y los uní a
todos en un libro. Ellos me enseñaron muchos misterios sobre el universo.

-¿Y quién creo a los monos?

-¡Delicioso! Monos… Son míos todos… Todos míos… Podrás estudiarlos,


desde muy lejos. Quizás en tus sueños…Ah, por cierto… son imágenes de los
programadores.
-No se moleste. Seguramente usted no me negaría el derecho al conocimiento.
Veo que lee a Einstein. Dicen que fue un gran científico en mi planeta.
Lamentablemente no existen muchos documentos ni libros sobre él.

-Tenía un cerebro genial. ¿Sabia?― Le brillaban los ojos―…Poseo un


documental donde muestran el testimonio de un sujeto que al practicarle la
autopsia pudo descubrir el gran secreto que almacenaba en su cabeza―Con su
dedo índice indicando la cien―

-Ya veo. Le interesa mucho la física.

Calpurnious guardando silencio miraba con detalle a su alrededor. Asombrado


con la colección de objetos tecnológicos que durante un pasado remoto (Como
según constató en los restos de libros que halló) llegaron a existir antes de la
Gran Guerra en su planeta. Pasando sus ojos con rapidez a través de la
pequeña abertura de una puerta logró descubrir a los monos cautivos en jaulas
de oro. Simulando escuchar el difuso discurso de Carlos se percató que
guardaba las llaves bajo una pila de viejos acetatos.

-…los colores… ¿Sabías que los que ven nuestros ojos físicos no son todos los
que en realidad existen?... ¿Sabías que la luz llega a nuestro planeta en forma
curvilínea? Sabías que el cerebro de Einstein era un poco más grande de lo
normal… sabias que… pero no hallaron más nada. ¿Sabías que genios como
Nicola Tesla antes de escribir sus insólitas formulas entraban en un estado
como… como…

!Carlos! ―La quejumbrosa voz se oía interrumpir desde el fondo de la oscura


habitación― …tráeme el vasito de agua… Coño… ¡La hora de la medicina!
Esta reuma…. Los huesos….

-¿Entraban un estado meditativo?―Especuló Calpurnious―

-No. Meditar lo hace cualquiera. Entraban en un estado de trance.

Misteriosamente esa última frase había pasado por la mente de Calpurnious


milésimas de segundos antes de que lo dijera.

-¿Y los monos?

-¿Estas muy hambriento de conocimientos, eh? Te confieso. Yo también quise


estar hay en el momento de la autopsia de Einstein. Con mis avances
tecnológicos seguramente develaría sus grandes misterios sobre agujeros
negros y viajes en el tiempo. Muchos de mis planos fueron quemados por
orden de los programadores, sus estúpidas doctrinas. Su tiránica burguesía.
Que si sus Fiestas de Pendej-Om, sus mantras, los lienzos engañosos, sus
pollinitas… ¡Paja pura paja! Su maldito ―programa” Todos se utilizan
programándose unos contra otros con eso de la ascensión. Es una historia algo
complicada.

Sospechaba que el relato del viejo serpenteaba entre lo lucido e irracional.


Veía sus ojos tras los lentes empañados fijarse de forma dramática hacia el
refrigerador.
-…Ellos me lo dijeron―Suspirando levantaba la botella de
brandy―…caminaban en círculos buscando la salida en una estrella distinta…
.

-Tus ideas son inconcebibles para mi razón―Interrumpe Calpurnious―

- Ja. !Sigue creyendo en ella! Y cuando te hagas fanático mataras por ella…

Frente a la demandante de agua se podía ver una oscura habitación, en su


interior albergaba una montaña inmensa de cachivaches, cámaras
descontinuadas, rollos viejos sin revelar, radios reproductores, elevándose al
mohoso techo de asbestos, V.H.S, betamaxs, monitores, transistores, placas,
consolas de Attari, monitores, embobinados, objetos a la deriva, objetos que
jamás volverían a ver el rostro de sus dueños, clientes morosos con la paga.
¡Carlos el vasito de agua! ¡Carlos el vasito de agua! El vas… ¡Esta reuma
coño!... Los huesos… ¡Levántate y anda de una vez, haragán del carajo!

El momento justo había llegado. Carlos ocultaba la llave con disimulo bajo los
acetatos de jazz. La Tomó con sigilo. ¡El vasito Carlos! ―La agónica voz
volvió a interrumpir con más odio―…El vasito… Agua… La medicina,
coño… La artritis… En seguida escapaban de las jaulas de oro, corrían por el
pasillo pestilente tropezando con las formulas y planos de aeronáutica que
terminaban arrojados al suelo mugriento. ¡Espera, ya voy mamá!― Se oyó
desde el otro lado de la pared― Calpurnious regresaba la llave bajo los discos
de jazz y tomando el báculo se da al escape, oye sonidos extraños por el largo
pasillo, vagas murmuraciones… ¿Qué?... ¿Un serrucho en movimiento?
Dentro de la cocina sucedía algo. El sonido de una pieza que se desprende, cae
con violencia contra la mesa.

Calpurnious seguía corriendo por el pasillo infestado de ratas e insectos.


Llegaba casi a la entrada, y las miró. Aquí están de nuevo. De verdad, se ven
monas―Observaba los retratos―… Al llegar la luz de un nuevo día―Se
escuchaba el rumor de la balada cada vez más lejana de su viejo reproducir de
acetato―…con su bello canto de alegría… Como aquellas monedas y piedras
preciosas en aquel baúl abandonó los retratos ignorando el resto del
procedimiento que estaba sucediendo en el interior de la casa de Carlos
Transistor: Al momento de introducir la cuchara en la olla de la cocina su
baba chorreante caía al suelo, formando una lagunilla gelatinosa y espesa,
extraía los sesos del mono y los servía en una copa de helado, una vez
rebosaban el recipiente cristalino untaba merengue, la cereza y…. El
vasiiitoooo!... La medicina! ―Retumba la voz de la anciana― Carlos
Inhalaba, exhalaba, impaciente, como en medio de una operación delicada,
abriendo serenamente el refrigerador sacaba la jarra de agua. ¡Monos tenían
que ser! ―Dijo para si al mismo tiempo que trataba de autosugestionarse
mentalmente para engañar sus remordimientos de conciencia― ¡Sus
versiones relativas!... Sus pamplinas cósmicas!... ¡Bah!... Murieron por los
programadores y al mismo tiempo creyeron ser héroes…

Y al regresar a la cocina…
¡Que!... ¡Mis monos!... ¿A dónde?

III
Utopía de los programadores

Todo estaba en su cabeza girando como un disco de acetato. Iba y venía en la


cabeza de Carlos. Había perdido su poder que no respondía a razones con
primates. El vasito, los bonos, el programa, el cobre de las maquinas, todo el
odio acumulado contra los monos, las pollinitas. Perdido durante días entre
paja y más paja, entre monte y más monte, exhausto escupe la tierra con las
canillas oxidadas como sus cachivaches. La garganta sin baba. Por el monte se
perdía su tesoro subiendo palos como Adolfo. Imaginando si alcanzaría a ver
uno siquiera. ¡Ni uno solo nojoooodaaaa! Ya las piernas no me responden
como antes, como cuando las po…

¡Paja, pura paja! ¡Monte puro monte! Y nada… Pasando por montañas
erosionadas Calpurnious escapaba de devorador de libros, de los tormentosos
gritos de la madre sedienta en el hogar en la lejanía. Cruzando el puente sobre
las aguas del viejo rio en busca de Flavimiro y de todas las respuestas. Días
enteros de camino entre la masa vegetal, troncos añejos, humedad, arbustos,
piedras, musgo y espinas.

Por el monte se perdían los monos. Por el monte Calpurnious escapaba del
hogar en la lejanía, pasando por montañas. Donde terminaba la lluvia le
abandonaron los sonidos de animales voladores y terrestres por un rumor
violento de metales. El estridente sonido de las maquinas que iban y venían
cruzando el puente, siguiendo por el camino asfaltado. Curioso esto que veo.
Maquinas que fabrican maquinas. Más abajo, en los metálicos edificios se
veía escrito ―Torres Altas‖ Las letras parecen fuegos. Sí. Eso creo.
Aparecen… desaparecen. No adivino el truco. Esos ruidos de trompetas de
máquinas en presurosa marcha, esos cuerpos en fila, cuadrados. Tensos ¿A
dónde fue la brisa? ¿De qué lugar vienen? ¿A dónde van con tanta prisa esos
hombres y mujeres escuálidos sobre esos animales de metal? Forman una
masa confusa, cabalgando sobre extraños animales de metal. Animales que
expulsan gases fétidos

Un lugar extraño y vacío, sin rastros de un símbolo cierto en la ecuación de la


existencia. antes del alba un grupo de ciudadanos golpeaban los metales contra
un poste protestando porque el gas no llegaba.

Al caer la noche en la ciudad artificialmente iluminada volaban a lo lejos las


mismas nubes de fuego del desierto y estas en ocasiones tomaban la forma de
un foco gigante o cambiaban de color. Maquinas fabricando maquinas.
Recuerdo a verlos visto en el desierto. ¿Qué son entonces?―Mirando al
cielo― ¿Libélulas?... ¿Nubes?... ¿Estrellas?...

Carlos en el laboratorio buscaba su piedra filosofal. Buscaba herramientas que


le permitan oprimir a costas de lágrimas y sangre a los Programadores y sus
militantes. Aunque costó mucho les enseñé hablar muy bien. Tras las jaulas de
oro los programaba muy bien, repetición de palabras claves, la tortura con
hambre, bonos de esperanza y unas cuantas bananas de consuelo. Monos
malagradecidos!

A Adolfo le gustaba subir a un buen palo para mirar en lo alto. Se subía uno
tras otro con su saco lleno de botín. Ocumo, maíz y monos. Sobre todo monos
para ser programados. Muchos monos evolucionaron artificialmente en los
llamados laboratorios del Programador. También otra legión de monos era
programada en la facción de rebeldes. (Una raza de humanoides que estaban
programados para crear una revuelta y La Nueva Programación Mundial) Otra
facción en tubos de ensayo también surgía tras las sombras para sembrar la
cizaña y distraer las mentes de los monos inquietos pensando solo en cobrar
los bonos, pero llegaron otras razas esclavas de Éxodo C.A. para alcanzar
progreso económico que por pantallas se predicaron. Los juegos de azar
prometen mucho―Dijo Carlos Transistor por vía intercomunicador a los
monjes fanáticos―… lo mismo repetirán a los iniciados, convirtiéndose así
en verdad. Y la verdad en sus estúpidas mentes será realidad. Será realidad….
Realidad en sus mentes… Deben Obedecer, deben… Esa es la esencia de todo.
El Poder. Obedecerán al programa con la esperanza de ascender a niveles en
la pirámide del P.P.P (Programa Progreso Prometido)”, Todos serán útiles al
fin. Es su razón de ser. Servir… Unificados y llamados a servirme. Amor, paz,
unión… Y así crearemos sobre las cenizas de este viejo sistema obsoleto La
Nueva Programación. Crearemos la crisis y sobre ella la nueva esperanza
para los pueblos. ¡Seremos sus salvadores! No saben lo que les espera a esos
programadores de la vieja tradición… Se arrodillaran como sabandijas ante
mí por alimento. A parte de los recursos energéticos y la creación de A.D.M
(Armas de Distracción Masiva) dominaré el monopolio del agua y oxígeno.

-Si amo. Usted manda. Obedecer debemos―Dijeron al unísono―

-Ustedes serán la nueva raza elegida para habitar el nuevo mundo. No habrá
piedad para los infieles―Chocando el puño contra la mano abierta―

-No abra piedad. Usted manda. Obedecer debemos.

Otra batalla se reportaba en vivo en los lienzos del Programador:

Escuchen militantes. Raza superior elegida. Repentinamente los contagiados


son muchos, serán quemados por la seguridad ciudadana. Oí algo.
¿Escucharon eso? Acabar con el hambre. ¿Cuál hambre? Son ellos. Más de
uno se hizo cómplice con los comunicadores. Un lenguaje subliminal, una
plaga alienando mentes con las mismas ideas repetidas. Eso de esperar. De
acabar con el hambre. Vamos y acaben con los rebeldes
-¿Quién dijo lo del hambre? ―Preguntó un militante a otro―

-No se puede decir ni nombre ni apellido. Es otro invento de la imaginación


rebeldiana. Bueno, digamos que sumisos nos ahorramos problemas.

-De nuevo y con más miedo, mas esperanza. Para olvidarnos por fin del
hambre y la miseria. En paz.

-Todo el mundo vállese a su casa. Y… Se me olvido lo otro, no recuerdo muy


bien… lo de los comunicadores. Ah, con sonidos sofisticados y de un increíble
poder magnético presumen diferenciarse de las voces privadas de significado.
Aquellas voces lejanas, voces que en una época fueron emitidas por salvajes
primarios, palabras como “tengo hambre, necesito medicinas, necesito
empleo, me robaron de nuevo, no hay dinero para comprar la tumba para
enterrar a mí… ” Ya saben… Palabras en idioma de una civilización extinta
que pesar de tener sonidos inhabilitados para designar objeto alguno podrían
ser pegajosas y hasta se venden con rapidez espantosa.

-¡Que bobos! Todavía siguen creyendo en esos inventos rebeldes―Dando un


manotazo de camaradería a su compañero de militancia―

-Yo los he escuchado antes también. Es cierto. Se jactan de poseer gracia.


Requisito esencial para la conquista. Todas las palabras buenas suenan bellas y
podrían derrotar a cualquiera, imagínate, ahí mismo, eres tú, haciéndote un
enemigo mediático del sistema, hablando en ironías sobre cosas que en
realidad no existen.

-Yo no sé nada. Solo sigo Reglas de Dieta Para Evitar Enfermedades de


Sobrepeso. Esas mentiras encubiertas en forma de distracción se descubrirán
tarde o temprano. Son seductoras… La tradición antes las imponía… Ahora
todo es automático. Todos contra todos. Sálvese quien pueda. Callas y
sobrevives. Pero civilizados…

-Todo al fin tenia remedio. En paz con las pantallas. Y eso era buena señal.
Señal de que estábamos equivocados y debíamos esperar más por nuestro bien.

-Así se habla mi hermano. Sigamos así, siguiéndoles la corriente, a ver hasta


donde ascendemos.
-Así mismo. Y cierra el pico que alguna cámara nos debe estar viendo en este
momento. Aquí todo se sabe.

Los ruidos preparados en cada frente. Calpurnious seguía asombrado, viendo


el choque de latas y vidrios que caían al suelo, viendo con extrañeza la ciudad
ruidosa, a los monos desquiciados venidos del Éxodo, como los llevaban
sumisos de la mano por unas cuantas bananas artificiales.

-Vamos, vállense. Vállense a joder a la mismísima mierda. Así fue que se oyó.

-¿Quién lo dijo?

-No se puede decir ni nombre ni apellido. Bueno, digamos que sumisos nos
ahorramos problemas.

-De nuevo y con más miedo, para olvidarnos del hambre y la miseria. En paz.

-Todo el mundo vállese a su casa. Se me olvido lo otro, no recuerdo muy


bien… ah, lo de los comunicadores, con sonidos sofisticados y de un increíble
poder magnético presumían diferenciarse de las voces privadas de significado,
aquellas voces lejanas, voces que en una época fueron emitidas por salvajes
primarios, palabras como ―tengo hambre, necesito medicinas, necesito empleo,
me robaron de nuevo,‖… Palabras en idioma de una civilización extinta pues a
pesar de que sus sonidos estaban inhabilitados para designar objeto alguno
podrían ser pegajosos y se vendían con rapidez espantosa.

-Es cierto. Se jactaban de poseer gracia. Requisito esencial para la conquista.


Todas las palabras buenas sonaban bellas y podrían derrotar a cualquiera,
imagínate, ahí mismo eres enemigo del sistema, hablando en ironías.

-Yo no sé nada. Eran mentiras encubiertas en forma de distracción, seductoras.


La tradición las imponía. Todo automático. Todos contra todos. Sálvese quien
pueda. Pero civilizados… toda tenia remedio en paz con las pantallas, y eso
era buena señal. Señal de que estábamos equivocados y debíamos esperar más
por nuestro bien.
El Programador iba a la cabeza de la caravana de ―Atar‖ (que significaba en
una antigua lengua de programadores ―unir para subyugar‖) imaginando
diferentes platillos a base de monos y le seguía de cerca el hambriento
Flavimiro, pensando también en sesos de monos a la vinagreta, sushi de
sesos, parrilla de sesos a la leña aderezado con Yerbabuena… Repitiendo
lemas los robots militantes le seguían de escoltas. El seguía pensando en
cerebros fritos, guisados, lavados, acompañados con ensalada y jugo de
guayaba. De monos y de militantes eran sus favoritos. Bailaban y aplaudían
contagiados por la música y el desfile. ¡Más dinero! ¡Allá vienen más
ingenuos! ¡Más estúpidos contribuyentes―Murmuraba al oído al
Programador―

Son modernos. Se movían rapidito sobre sus carretas de metal―Escribió


Calpurnious― Impacientes, como si estuviesen perseguidos por demonios.
Aquellos vehículos producían ruidos y unos gases malsanos. Son como una
colonia de hormigas. Corrían, se empujaban, insultados. No descansan de
noche ni de día. Aquellos hombres viven en unas residencias mucho más altas
que las de mi planeta de origen, cada familia apilaba sus cosas de valor en un
pequeño lugar. Todas estas cosas son objetos que podían obtenerse en lugares
determinados. Pero no pueden tomar y llevárselos sino se debe dar a cambio
un trozo de papel que a sus ojos es valioso. Lo llaman dinero. Cuanto más
tengas de esos papeles eras más respetado (Sin importar que hiciste antes
para obtenerlos) Si mataste, robaste, engañaste. No importa. Eras alguien
por esos papeles. Mientras más dinero se tiene uno se hacía más poderoso por
encima de las demás personas como si fuera un dios. Esta es la causa por la
que todos a diario intentaban engañarse y explotarse mutuamente.

Arriba de la puerta se veían. Eran las mismas figuras de mujeres coloridas en


el lienzo con las relampagueantes tetas al aire con letras tatuadas que decían:
―Centro de Programación‖. Allá iban los monos conducidos por Flavimiro
para repetir lemas en el desfile. Lavando cerebros, bailando y cantando
mantras tejía el timo. Llegaban más monos y saludaban a los robots militantes
que venían de ―Obligación‖(Palabra en lenguaje antiguo de programadores
que significaba Religión para pagar impuestos) Les hablaban de
programaciones profetizadas por Jesús (el mismo que transformo el agua en
vino) destinadas para el futuro. Que debían recibirlas con humildad y devoción
y a lo lejos la muchedumbre repitiendo el coro.
Calpurnious arrastraba con sigo una triste añoranza de memorias
perdidas en el archivo oculto de su alma. Viendo con extrañeza la ciudad
ruidosa, el choque de latas y cristales que caían al suelo, a los monos
avanzando monótonamente a los Centros de Reclutamiento, a otros los
llevaban con gentileza de la mano por bananas artificiales a escuchar ―leyes‖
por horas con adicción (en lenguaje antiguo de programadores leyes
significaba tablas para amansar corderos) a las mujeres de arcilla con escasa
ropa caminando plazas. Como niños asombrados por la innovación, no se
negaban a la invitación a la Feria de las Maquinas. Ansiosos entraban en
habitaciones subterráneas con promesas de ascensión. ¿La conciencia o el
instinto? No sabía que le daría el origen a la respuesta, pero una fuerza
anónima le intuía que permanecía vivo en algún tipo de sala de teatro donde le
tocó actuar. Desde su largo éxodo hacia un lugar indefinido enfrentándose a
las monótonas tormentas de arena para hallar la respuesta a la causa de la gran
guerra hasta ahora solo halla el asombro y la extrañeza.

-Necesitamos voluntarios con urgencia, se acerca una nueva guerra―Dijo


Flavimiro―

-¡Guerras!―Interrumpe Calpurnious―…si fueron ellas las que destruyeron a


mi pueblo, y todavía ignoro la razón.

-Las guerras son necesarias―Colocando enérgicamente la mano sobre su


hombro―…se trata de vender, se trata de poder. Y más que eso es dar a los
habitantes de Torres Altas lo que quieren, lo sembramos en sus mentes,
referencias de lo que deberían ser. Si eres rico, guapo y famoso, eres feliz,
pero tu razón humana no lo entendería. Intentaré ilustrártelo de esta manera: Si
el religioso mantiene su templo con la contribución de los fieles, el bufón con
lo que recibe del Director del circo y los empleados del casino con la ganancia
obtenida de todos los clientes que amenazan con sus intentos de sacar el
premio gordo ¿Entonces de qué van a comer los obreros de la industria
armamentística?

-De paja―Murmura Calpurnious para sí―

-No escuché bien… dijo, ¿Paja?


-No. Dije: ¿Qué si hacen obras de arte? –―Simulando una forzada sonrisa en
sus labios―

-Sí, hacemos arte, en Torres Altas hacemos las mejores obras de teatro de la
galaxia, a mí me gusta una llamada ―La Resurrección del programa‖

Mientras tanto sucedía en el Consejo de la Confederación de Programadores:

Como mis fieles seguidores, programadores de nuestra hermanada, como


ustedes deben saber desde los niveles más altos la ambición rapaz de poder es
necesaria. El control es poder. Es un principio sembrado desde la infancia por
generaciones por nuestras familias. Obedeciendo serán aptos y elegidos para
dominar las masas para la Gran Obra. Y así, unificados y organizados
servirían para conquistar territorios y mercados.

-¡Si señor!―Respondieron al unísono―

Los Adams, que se traduce en lenguaje antiguo de los programadores como


―animales‖, ―bestias‖, ―manada‖ eran vigilados y controlados como a los
monos. No se atrevían a cuestionar nada por miedo a ser expulsados de Torres
Altas a Inquisición Penal (lugar que según los programadores seguían
avanzando sin terminar o llegaban a Matadero San Petro para matarlos a
pedradas lanzadas por prostitutas de gran puntería o muerte de hambre)
Trabajaban sin cesar por monedas virtuales que apenas les alcanzaban para
unas miserables viandas y ahí esperaban, chiquiticos, de reojos indagaban en
las entrañas de lo inescrutable, esperando, ascender los niveles más altos del
edificio vistos desde la ventana de vidrios ahumados. ¿Pero cuando saldría? El
Libertador con del sonido del pito del fin de semana. Si, esperaban los Adams
cuando el Programador mostrase su rostro desde su lujosa oficina frente a
todos, cuando por fin traiga nuevas promesas de aumento y ascensión. Tan
acostumbrado a sus amenazas de despido laborales lo oían de nuevo profesar
con urgencia la obra de recaudar riquezas del comercio expansionista.
Cuadrados. Tensos en pila. Con atronadores aplausos recibían el discurso del
Programador, atronadores aplausos agradeciendo un destino miserable trazado
geométricamente desde puestos superiores, aplausos fingidos como la
extenuación en sus hediondos brazos y espaldas sudadas. Agradecían la
fortuna de no aparecer entre aquellos números borrados inesperadamente de
nómina. Los Adams eran imágenes de arcilla, números, datos que se borran
del programa o que se suman por misteriosas órdenes venidas de San Petro,
fuera del control de los delegados de los sindicatos. Cables sueltos, fraudes del
todopoderoso dios dinero. Esperaban oír desde las alturas del edificio el
privilegio de servir por un poco más.

En calle La Plata Valiéndose de algunas monedas de oro que cargaba consigo


Calpurnious fue a matar su curiosidad al teatro, a ver la obra ―el baile del
mono‖. Apilados de rodillas, indagando en las nebulosas entrañas de lo
inescrutable, suplicaban los militantes por las últimas entradas que quedaban
de la próxima llamada ―Hambrientos de certezas y a ver la otra obra pautada
para las 12 P.M. llamada El Llamado del Oasis Virtual. Durante horas la
multitud de fanáticos esperaban a la actriz principal. Una limosina escoltada
de varios guardianes de seguridad se estacionó ¡Libertad te queremos! ―Los
fanáticos gritaban a todo pulmón― Los guardaespaldas despejaron el camino
entre la gente histérica, lloraban, aplaudían, reían y hasta estaban de rodillas
algunos viendo salir del carro las pantorrillas de la estrella. Saliendo de la
limosina se posó una gran bola de fuego durante minutos sobre su cabeza
desde las alturas.

Caminando por calle La Plata veía a las gigantes puertas metálicas abiertas. ¡A
trabajar! ¡El tiempo es oro!―Dijo el patrón desde la ventana de vidrios
ahumados―¡A bailar todos, carajo! Luego elevaba su mano y saludaba a los
extenuados obreros que esperaban un descanso o alguna noticia sobre el
ascenso prometido.

Al salir de la obra Calpurnious veía como desde los Centros de Poder,


ubicados en el Teatro Monte de los Cristales, como se elevaban ruegos con
esperanzas para ascender a Terrazas de Metal. Está muy de moda, y es lo que
pregona El Software―Le dijo el sujeto― Nos espera el privilegio de servir
eternamente. Así seriamos útiles al fin, descubriendo nuestro objeto real en la
existencia, saldremos de esta ―gran ilusión‖, como está escrito en antiguas
placas del Viejo programa.

Y Calpurnious dejándose convencer acude con el sujeto a la reunión religiosa:

Con castigos les exigiremos fidelidad al Servidor Matriz―Dijo Flavimiro―…


o con dulzura, a través de siluetas digitales de las torres luminosas atraeremos
a las razas bárbaras a nuestra fe. Los seguidores profesaran con urgencia la
recaudación de riquezas inmerecidas por la sociedad. Controlaremos por su
seguridad y la paz todos, cada movimiento sucedido desde las torres con ojos
electrónicos.

No muy lejos del Programador KP-100 estaba la confusión de acólitos. Atrás


le seguía a Flavimiro que frente a la tribuna dijo:

Voy a darle una bendición a algunos de los aquí presentes, comenzando con
la módica suma de 40 Piezas de plata. ¡Vamos!, ¿Quién es el primero? El
Programador me envió una señal. ¡Pongan atención!...Una revelación… Me
está diciendo: “Más de uno de los aquí presentes tienen esa cantidad en su
bolsillo”… Y eso es todo… ¡Aplaudan todos!, ¡llénense de júbilo!... Eso
quiere decir que tenemos más bendiciones que ofertar, perdón… que ofrecer…

La trama de colores, los cantos floridos, los bailes y música sometidos a los
rigores de una tradición de antaño. El Festival de Mascaras de Pendej-OM.
Era un trasunto de ritos venidos más allá del horizonte, juegos con máscaras
que Calpurnious divisaba llegar con las carrosas de la procesión. Arriba en la
plataforma estaba la mujer de escarlata. Su piel expuesta se apoderaba de los
ojos deseosos de todos. Con gran poder magnético sus movimientos lascivos
robaron las miradas más lejanas. Ostentaba la balanza de la justicia y el arco
de cazador. En un extraño rito la beldad tomaba en una copa de oro el vómito
de los perros. Sus sátrapas con hierros candentes marcaban a los impíos
cautivos para ser vendidos como esclavos. Después de postrase en tierra
alguien señalo a los culpables de herejía y se inició la sangrienta persecución.
Quizás no sería imposible. Lo del perdón y la tolerancia―Pensó persuadido
por los bailes coloridos y las serpentinas caídas en el Festival de
Máscaras―…pero estos fanáticos parece que en el fondo no olvidan. Son
rencorosos
La devota a su lado con el tono infalible de un rayo sereno se empeñaba en
persuadirle a su credo. Oyendo los pasajes míticos de su libro antiguo
confirmó su acepción. Sería inútil el intento. Partiré a otro camino en
búsqueda de la verdad.
Los ciudadanos se acercaban curiosos aplaudían dichosos como focas,
Flavimiro iba su ramillete de palma, las bailarinas, coplas típicas, las plegarias
y los puñales. Todos bailaban contagiados por la música, una mancha
oscura… se dilata… Entre la confusión de gritos huían, caía el segundo, el
tercero, el cuarto el quinto, el sexto….
En aquel lugar empezaba a sentir el peso del tedio. Sus intentos no tendrían
efectos tan conmovedores como con el resto. Palabras que no cambiarían nada
y Calpurnious sospechaba que refutarle la cruda verdad seria alarmarla con el
frio puñal de la blasfemia.

-Ojos lejanos allá arriba. ¡Míralos! encima de las diminutas cabezas―


Calpurnious golpeándole levemente con el codo dijo―
-¿A qué te refieres, cuáles ojos?―Girando la mirada hacia el lugar señalado―

Inmediatamente se escabulle entre la agitada multitud.

IV
Guerra en Torres Altas

Toleraba tanto la prédica de sus dogmas como ellos sus agudas y frecuentes
interrogantes. Algo aquí huele mal. Lo sabía ―Escribió Calpurnious en su
pequeño cuaderno―… Me trajeron de invitado a estas Fiestas de Mascaras
de Pendej- Om y en “El Jardín del Rebaño” para programarme igual como a
militantes y monos. Ese mismo cuento repetido, sus tonterías, aburrido y
encerrado en aquel convento. Eso de que me “ofrecerían la bienaventuranza
de cantar canticos devocionales por toda la eternidad no me suena nada
agradable.‖

Valiéndose de los ojos electrónicos de las torres programadores advirtieron el


hecho conspirativo. Fanáticos leían con asombro sus escandalosas palabras y
rápidamente tramaron un ardid para aniquilarlo.

¡No oigan sus mentiras! Pretenden utilizarlos como piezas de una guerra. Sus
mantras de “paz y amor” son otra fachada. Escúchenme, vengo de muy lejos.
Un planeta muy lejano. Donde el agua se comercia a precios elevados. Vagué
por el desierto y algo me arrastró a este lugar. Habitantes de Torres Altas,
escúchenme. Que si los obedecen terminaran como nosotros. Casi toda
nuestra raza fue extinguida por antiguas guerras. La tierra ya no produce
fruto alguno, gases mortíferos trajeron nuevas enfermedades y de los pocos
que sobreviven casi todos del canibalismo.

Desde los niveles más altos ―SAPOS‖ (en la lengua antigua de los
programadores significaba ojos electrónicos en organismos biológicos)
vigilaban toda la red de Torres Altas. El Programador al enterarse del
incidente conspirativo envió de inmediato clones distractores y ridiculizadores
a sabotear el área. Escenificaban burlas, pasaban caravanas de militantes
programados para la obra de chantaje. Muchos para evitar ser avergonzados
por escuchar ―los disparates del extranjero‖ protegiendo su compromiso con
El programa con miradas frías seguían los lemas de militantes, clones y
monos, aceleraban sus pasos para evitar escuchar las alarmantes quejas de
Calpurnious. En medio de las avenidas tomando la bandera de Torres Altas
empezaba a cuestionar las programaciones. Escenificando burlas en las
ruidosas avenidas ridiculizaron con mensajes psicotónicos a los que se
sumaron a la protesta. Sin embargo muchos se sumaron a la protesta. Se
quejaban también del hambre, la inseguridad y desempleo. Valiéndose de
ingeniosos humoristas improvisaban comedias cantado pegajosos lemas
disparatados, rápidamente valiéndose de los seductores lienzos luminosos
captaban la atención de las ruidosas calles. Eso sucedía en la superficie. Y allá
abajo, en las bases subterráneas secretas, salían de prisa nuevos militantes
repitiendo lemas de batalla.

Son automáticos, son fanáticos. Sus siervos no parecen estar conscientes de lo


que hacen pero si están bien manejados. Y por lo tanto serian un obstáculo a
mi misión de rescatarlos. Parece que a donde quiera voy me siguen. Parece
que les incomodan mis “descubrimientos”. Desde mi llegada cada vez estoy
más cerca de algo muy grande, no podría decir que estaba por alcanzar la
verdad absoluta sobre la verdad pero si la mentira sobre la verdad. Para este
pueblo enloquecido quizás no lo verían como “algo de utilidad” sin embargo
parece ser un buen comienzo para que estas creaturas alcancen la libertad.
Pero no sería fácil. Seguramente tardaría mucho tiempo, quizás. Puedo sentir
el odio en sus miradas, en sus lenguas, señalándome fanáticamente, buscando
aislarme del resto con prejuicios sembrados. Es cierto, pienso distinto.

Su desconfianza es grande y sus SAPOS y oídos llegaron a confirmarlo ante


sus perseguidores que cuidan de su Paz.

Con Distorsionadores de Ondas Los rebeldes iban marchando hasta las 26


torres del Programador. Asediaron a Torres Altas con ataques de lemas.
Robots militantes y máquinas ridiculizadoras les hicieron frente con gritos y
piedras. Abriéndose el paso entre clones y monos los rebeldes lanzaban lemas
contra el Programador. Los militantes reclutaban enemigos con violencia y las
chicas de las torres con dulces entretuvieron sus mentes: promesas de sueldos
y ascensión proyectadas por ondas estupificadoras a cambio de su absoluta
fidelidad.

Todos iban al número. El codiguito ese que metían con devoción en la


pantalla. Y salían los billetes de un casino. (Si corrías con suerte te tocaba
mirar a los lados con disimulo. Gente con cara buena podría ser cualquiera, tus
oraciones serian inútiles, unas cuantas balas... Ellos habían hecho también las
suyas)

Al amanecer venían de regreso. Con urgencia asediaban todos los costados.


Avanzado vienen con el timo de siempre, ahora repetían y con más fervor (Lo
disimulaban bien, descarados) los comunicadores que acaparaban un radio de
distancia espantoso. Nadie sabía sobre las cifras invertidas, reproducían un
género tribal y pegajoso. Estaban en campañas políticas donde contrataban la
guasa de Cazadores de Sentimientos para sabotear en medio de las confusas
avenidas asediadas por La Frecuencia de Control. Exigían agradecimiento en
vivo y directo, frente a las cámaras exhibiendo la caída de volantes, globos y
serpentinas. Abajo estaban los Adams, con el baile de niños que arrebataban
caramelos caídos. Que solidarios, decía Flavimiro. A cambio de alimentos
ricos en hierro silenciaron ruidos de estómagos hambrientos y trajeron Paz a
Torres Altas. Y más caramelos, y más serpentinas, y más volates. La aldea
agradecía esperando algo real pero seguían en espera de que El Programador
hablara en El Biombo.

Testigo de frecuentes discusiones entre bandos políticos (El Partido Unitario


Cerdos Solares y Partido Opositor de Bagres Colorados) Calpurnious critica
con dureza en medio de las masas escandalizadas el libro ―Disputas históricas
y épicas‖, donde comentaba sobre ―lo falso‖ sobre ―lo que no compaginaba
para tales bandos‖, sobre ―lo que protagonizaban en realidad‖, que fue una
imagen de eternos rivales caídos del cielo. Pero al final se encontraban
bailando juntos el baile del mono en la calle La Plata.

Todo lo hacían por la llegada de nuevos nos prometidos. Entre un mar de


cadáveres y estupidificados avanzaban rebeldes hacia los Centros de Poder en
una dura protesta. Abrazando con desesperación los desmembrados cuerpos de
sus niños las madres pedían socorro por la respuesta de los funcionarios de
Torres Altas, que en poco tiempo de furia ardería en llamas, sangre extinguida
en humo, clamores elevados a los lejanos programadores, cortocircuitos.
Las voces de estómagos hambrientos salían a unirse al saqueo. Los cadáveres
aun tibios eran despojados de sus pertenecías. Se oyeron promesas
improvisadas de allá arriba en los biombos, desesperadas. Desde las alturas
sobre carruajes de metal venían arrojando rayos. Con agradables melodías de
esperanza intentaban reclutar más seguidores civiles para hacerles frente a los
rebeldes pues no eran suficientes para sofocar la resistencia. Las calles
devastadas ardían, las futurísticas torres de cristal derrumbadas por el fuego,
sepultaban cuerpos destrozados que revelaban los integrales y cables internos
de los que parecían para Calpurnious humanos. El hedor de la combustión de
los cadáveres se elevaba con las cenizas en nubes tenebrosas. De seguir así
terminaran como fue con mi pueblo ―Con determinación Calpurnious les
dijo―
Inmediatamente sabotearé el orden de los símbolos en las piedras a ver qué
sucede, eso quizás podría funcionar―Se le ocurrió a Calpurnious al ver los
sofisticados aparatos―

Al llegar la luz de un nuevo día el humo ascendía tras los cerros. La ruina se
venía encima con el crujido de los árboles. El fuego empezó devorar los
extremos la selva. Abandonando sus nidos a vuelo apresurado los pájaros
veían el holocausto de los árboles. Todo lo que se movía en el paisaje atroz en
pocos instantes era reducido a cenizas por la energía atómica. Limpiando la
maleza con rastrillo en mano en el patio del hogar en la lejanía Carlos veía con
gozo enfermizo como El final de todo estaba cada vez más cerca. Él lo tenía
todo previsto de esa forma, como le decía el general de la aviación Petrious
durante su vida anterior como nazi en la tierra. De esa forma cambiarían las
cosas como el pómulo del general por una erupción, así cambiaran las formas,
ya no habrá más sombras de sauces ni ceibas, y ya no abran más orquídeas y
ya no habrá más la música del rio… Al llegar la luz de un nuevo día… !Mi
tesoro! ¡Mis monos!

Ni monos para comer. Ni más nada. Eran las consecuencias de la guerra y


aquel momento confiando nuevamente en sus manos frente a las piedras
brillantes señalaba el destino del vehículo volador. De prisa se reproducían
más imágenes de las fabricas subterráneas para la guerra como panes de una
panadería acompañados del accionar mecánico de los robots militantes frente a
las maquinas lanzando rayos. Rodeado por el fuego asolador permutaba
nuevas combinaciones frente a la sofisticada arma de manipulación mental.
Todavía sin respuestas. Ningún mensaje. Luces azules y rojas se encienden.
Hola, soy Teresa. ¿Desea estupidificar algún objetivo desde este momento? Si
es así, presione la tecla “enter” y lograra hacerlo.

Con cuchillos en mano iban los mismos rostros tras las máscaras en las Fiestas
de Pendej-Om. Estaba próximo el brillo de los filosos metales sin embargo
abarcando un radio de 33 metros a la redonda las ondas estupidificadoras
lograron detener a 6 robots militantes, 6 monos y 6 rebeldes. Extasiados por la
frecuencia mantrica cayeron bajo su control repitiendo el mantra ―Fo- kah‖.

-Fo- kah, Fo- kah, Fo- kah. Usted dispone nosotros obedecemos.

Estos automáticos creen que pueden comprarlo todo con dinero―Escribía


Calpurnious― Parece ser parte de un viejo plan para aprisionar sus
voluntades, un plan que se había estado ejecutando con antelación seguro de
hace mucho. Quizás descubrieron en mi curiosidad o en mi personalidad algo
que los llego a incomodar, algo con que se les hace difícil de convivir…

Arriba en la torre de cristal y metal se reunía El Consejo de la Confederación


de Programadores:

-Estas creaturas primitivas están empezando a dudar. Están empezando a creer


en la libertad. Esa maldita idea que ese forastero empezó a meterles en la
cabeza.

-No te preocupes por él. Que sueñen. Hasta ahora esos ingenuos solo repiten lo
mismo que por milenios ―el programa‖ les sigue enseñando. Somos el poder.
¡Somos mayoría! Al final el ganado volverá a obedecer con más miedo.

-El poder es del ―Pueblo‖(palabra que significa para los programadores


―gobierno‖ o ―patriarca‖) El destino de esas criaturas es una mera función
utilitaria a nuestro servicio.

-Pero podrían… Podrían ser una amenaza en un futuro. No debemos


subestimarlos.

-Cada dificultad para nosotros es una oportunidad. No hay nada que temer
compañeros. Ejecutaremos aquellos que muestren señales de rebeldía.
Mantendremos la ―Paz‖ y (palabra que para los programadores significa en
lenguaje antiguo obediencia, sumisión, humillación) ese ―Virus‖ (significa
despertar de conciencia) que se expande en el sistema pronto llegara a su fin.

Pocos momentos antes de que pudieran capturarlo un escuadrón de rebeldes y


militantes bajo efecto de las ondas estupificadoras quedaron sumisos
repitiendo el mantra ―mee”. Los monos y robots militantes peleaban
extasiados de admiración por los mantras de las torres. Obedecían las dulces
melodías que servían para imitar a los ―ellos y ellas‖, héroes y heroínas de los
lienzos dispuestos a timar y matar por ser ricos, guapos y famosos. Todos
estaban bajo la misma frecuencia a pesar de defender distintos bandos.

En la base subterránea estaban reunidos los rebeldes, fabricando nuevos robots


para la Gran Guerra:
–!Por un mundo de orden, amor y paz!―Dijo Carlos Transistor―

–No entiendo señor... Y después de liberarlos del viejo programa…. ¿Acaso


también seremos pobres?

–¿Alguna razón de vergüenza?

–Ninguna, señor, es que… no me refiero a ellos, sino… Ud. Sabe señor. ¿A


qué ―hay para nosotros‖? ―Sugería giñando el ojo―

–Ah, eso…Tranquilo… Con las maquinas estupificadoras importadas


dominaremos todo. Todo. ¡Nos haremos rápidamente millonarios! Crearemos
un paradigma específico, cómo debería evolucionar el intelecto de las futuras
generaciones de monos y militantes, alejándolos de toda revelación que podría
peligrosamente darles alas a sueños de libertad. Con los mantras… La clave de
todo.

-Usted dispone nosotros obedecemos. Usted dispone nosotros obedecemos.

-Si eso es cierto, díganme donde encuentro una de esas nubes voladoras.

-No entiendo señor. ¿A qué nubes se refiere?

-Como esas que están emitiendo rayos.

-Esas no son nubes. Son naves señor.

-Quiero salir de este endemoniado lugar. ¿Dónde puedo encontrar una de esas
naves?

-Sabemos de una que dejaron abandonada en un pantano. Pero ignoramos si


esta activa.

-Que importa intentaré igual.

-Le indicare…

-Espera… Recuerdo a ver visto una, si…. Justo en el lago del pantano donde
encontré ese animal con tentáculos.
-¿Animal con tentáculos?

-Una de esas mujeres parlantes en los lienzos que brillan.

-Se refiere a los intercomunicadores de información. Ya no hay tiempo amo.


Acompáñeme y lo llevaré a uno de nuestros vehículos de transporte para que
lo deje en poco tiempo a su destino.

Los insurrectos de la protesta que seguían a Calpurnious peleaban contra


militantes y monos rebeldes. Las estatuas de programador estruendosamente
caían al suelo. KP-100, el último Programador sobreviviente de Torres Altas
le desconectaban los cables que le proveían energía desde Centros de Poder
sin poder hacer nada para defender a su pueblo elegido. Sin seguidores, sin
robots ni monos, solo le quedaba un recurso, Flavimiro, quien valiéndose de
un dispositivo intentaba accionar el estupidificador masivo pero sobre su
rostro cayeron las pesadas bases metálicas de las torres derrumbadas, las
mismas torres que sostenían los elevados intercomunicadores de información,
los ―lienzos‖, como les llamaba Calpurnious, que a su vez eran tan adorados
por los buscadores de la ascensión material. En sus últimos momentos de vida
algunas de aquellas maquinas promocionaban Servicios de Chat para Agencia
Las Pollinitas.

La nueva revelación pareció más increíble que la leyenda inicial. Así funciona:
uno contra el otro. La palabra ―libertad‖ (palabra que para los programadores
significa esclavitud) la llevaban grabada en la frente: lemas, banderas,
trompetas, decomisos y saqueos. Su sello estaba en todo. Venían de galaxias
lejanas. Todos los caminos van hasta allá arriba, Torres Altas. Ciudad artificial
del sonido violento. Bandos contrarios peleaban el poder obedeciendo al
Programa tramado por milenios. Nuevas artificios de conspiraciones y
venganzas (Diseño de destino que los programadores sembraron en su
naturaleza mental y robótica) hacían que la paja y los animales ardieran.
Los programadores sobre naves espaciales huían con cargamentos repletos de
alimento, drogas y dinero en efectivo. La nueva revelación parece más
increíble que la leyenda inicial. ―Dijo Calpurnious a rebeldes y
militantes―…Así funciona: uno contra el otro. La palabra libertad la llevan
grabada en sus frentes, lemas, banderas, trompetas, decomisos y saqueos. Su
sello en todo.

-Estaba diciendo la verdad. Tarde o temprano esto tenía que suceder.


-Esta situación es insostenible―Dijo uno que huía con un trozo de carne de un
saqueo―
V
Revelación
Difícil era determinar los bandos―Escribió Calpurnious―Maquina contra
mono, maquina contra hombre, maquina biológica contra híbrido mutante
militante, todos en una sola carnicería, controlándose, cercados por la
poderosa persuasión de los mantras. Otros escapan en largo éxodo hacia las
montañas cercadas por la neblina negra, montañas de terrazas de metal,
saqueando y asesinando a todo el que interpusiera en su camino, otros subían
hacia por lejanos peldaños rocosos de la selva en busca de una salida, sin
saber que allá los esperan desde arriba para ser carbonizados por el fuego de
las nubes. Desde acá puedo verlos. Otros seguían interrogando a los
intercomunicadores de información con esperanzas de adivinar un futuro con
empleo y dinero o de salir de la cruda realidad viendo figuras de vestiduras
diáfanas. Se descorchaban botellas, la gente en la plazas bailaban desnudas, se
prendían porros frente a policías, quienes en el disturbio se paraban a pedir
una calada y a seguir extorsionando, las tiendas eran saqueadas, los barrios de
Torres Atas se alzaron contra policías y militantes. Desconocidos hacían el
amor en orgias a mitad de la guerra en una plaza. Sabían que el fin estaba
cerca. Los más fríos, los androides militantes, se daban un banquete robando
energía eléctrica. Volaban de éxtasis. Todo había de suceder. Todo. Y hasta
los angustiados se les veía recibiendo la muerte frente a los dulces ofrecidos
por los intercomunicadores de información. Quizás en ellos se hallen algunas
respuestas. Pero no confió del todo―Dijo Calpurnious erizado de terror sobre
el vehículo que iba desplazándose a toda velocidad―
El fuego se tragaba los despeñaderos cuyas densas nubes solían rodear sus
cumbres. La terraza de Los arboles flotantes, las horizontales torres de piedra
maciza cubiertas por el tapiz vegetal, caían en pedazos, con su extraña
arquitectura, con sus antiguas figuras esculpidas, los caminos del agua que
brotaban de su interior se tenían en sangre de hombres y animales. Las rocas
caían pesadamente sobre los árboles. La neblina que se veía hinchada de
humedad alrededor de los cerros desaparecía. Todo era humo infernal y
muerte, las aguas que emanaban con violentas cataratas eran solo vapor
mortífero.

-Aquí amo. Escape pronto.


Se aproximaban rebeldes armados disparando sus armas.
-No se preocupe. Nosotros los enfrentamos. Usted hulla.

Vivir o morir. Frente a la costa del pantano estaban las respuestas a sus
incógnitas. La vieja nube. Nadó de prisa hasta la nube flotante. Tras el sucedía
la matanza de sus seguidores que no tuvo tiempo de liberar del efecto de los
mantras. Exhausto sube, patea la puerta metálica. Entra.
¿Ahora qué hago frente a estas piedras brillantes, bajo este lienzo luminoso?
Miraba confuso Calpurnious, probando cada símbolo, combinaciones al azar,
tecleaba sobre el sofisticado tablero de control con luces de colores, botones,
palancas. No responde. Afuera los estruendos se hacían más cercanos.
Siguió intentando, siguió. Y nada. Presionaré en estas piedras brillantes la
combinación de símbolos hallados en el báculo. Tampoco funciona. Le da una
patada al tablero, la segunda... Oye un sonido extraño. Como un pito. El lienzo
luminoso se enciende. Apareció una mujer.

-Hola, soy Helena ¿Qué tipo de información el usuario desea acceder?


-Deseo saber cómo manejar esta nub… digo, esta nave.
-Hola, soy Isabel. Antes de mostrar ―Las instrucciones de manejo‖ llegó el
momento de ―publicidad‖: ¿Estas triste?, ¿te sientes solo?, ¿no encuentras
consuelo?, ¿se te acaba la fe? Si tienes necesidad de adorar ya no sufras más.
Tenemos en oferta estos nuevos instrumentos de autoflagelación, hechos a
mano, del mejor cuero legítimo, útiles para esos momentos de ansiedad,
devoción y útiles también para usarlos con su pareja ―Enfatizó con un giño―
-Gracias. Pero no necesito ahora nada de eso. Lo que necesito urgente es
escapar de este planeta. Quiero saber cómo despegar esta nave.
-Para acceder a ―Las instrucciones de manejo‖ debe cancelar 30 piezas de
plata y luego presionar el código ―Guaviare‖

A falta de ―saldo‖ le ofreció de pago el báculo a la mujer del lienzo luminoso.


Ella aceptó. Sin embargo advirtió que el tiempo seria limitado pues ―La
Agencia las Pollinitas exigía por el mínimo de minutos de servicio 30 piezas
de plata, transferidas como dinero virtual a las cuentas bancarias de Las
Pollinitas.‖
¡Funciona!... ¡Se mueve!―Gritando eufórico―… Y ahora a escapar de este
endemoniado lugar. Desde ahí pudo verlo. Como las aves en el desierto
tampoco las nubes no le auguraban buena señal. Desde ahí pudo verlo. El sol
artificial que iluminaba aquel planeta se opacaba tras la gran cortina. Un humo
lejano, un estruendo infernal, los árboles y sus frutos consumidos por la lluvia
de fuego. Abajo esperando a la muerte muchos sorbían el último trago en los
bares. Las drogas perdieron su glamour, dejándose exhibir por las calles.
Ninguna autoridad tuvo la humanidad para impedirlo. Todo estaba rojo. Terror
en las pupilas. Largo éxodo sin destino hacia una estrella distinta… Se
apagaron los corazones de fuego… Las maquinas…. La maldita guerra… El
agua Carlos… el agua… La artritis...

Salía de la esfera metálica y se aproximaba a otras que danzaban en un amplio


salón. Su número podría ser igual a las arenas-Recordó―…el pescador… la
nube… las redes… y todavía ignoro la razón.

En el lienzo aparecieron frente a Calpurnious misteriosos códigos:


D.E.P.D.O.E.D.E.AIU RRSAUIU-CPSNRL IO PS: Flvs aiu Jsphs. Una figura
borrosa… Palabras difusas, sonidos extraños, un rostro distorsionado se veía
encogerse y estirarse, se estabiliza la señal y dice:

-Desde acá comunicándose. ¿Me oye? Cambio y fuera. ¿Hay alguien ahí?,
responda…. repito, ¿Se encuentra alguien? Si no se identifica será derribado.

-Hola soy Calpurnious ―Respondió―…algo sucedió. Vengo del planeta


Tierra. Un torbellino me arrastró a estas tierras lejanas. Caminé por mucho
tiempo por el monte y las montañas. Me enfrenté a un animal de metal en el
interior del lago y luego terminé huyendo al liberar los monos de un científico
llamado Carlos Transistor, llegué a la ciudad que llaman Torres Altas, donde
estalló la guerra… Rdlph-Nbl- Hrmnn-Brth-Kls-Rdl-Wrnhr- Vn-Brn… A lo
lejos podían oírse las explosiones. Y entonces tras el fuego vi una gran nube
inmóvil sobre el mar de gente, otras venían sobre las ruidosas torres y sus
lienzos luminosos, otras se movieron sobre los gigantes pedestales en brumas,
sobre los árboles, sobre las ruidosas y espumantes cascadas…

-Entiendo lo que dice. Es justo otra guerra más entre


programadores―Respondió el personaje al otro lado―… cuando ellos
llegaron a nuestro planeta nosotros no éramos esto. Muchas cosas realmente
no son como nos la cuentan y si usted es inteligente podrá ver parte del juego.

-¿De qué juego me habla?―Preguntó Calpurnious―

-Que nosotros nunca fuimos ese ser primitivo que ellos dicen haber
encontrado. A ellos les convenía hacernos creer con el pasar del tiempo que
fue así. Camuflados en una apariencia semejante a la de los nativos de nuestro
antiguo planeta se infiltraron entre nosotros, haciéndose pasar por seres de paz
seguían desarrollando su plan en secreto, ocupando puestos de poder, puestos
estratégicos. Y entonces comenzó el desastre, comenzó la guerra, la gente
comenzó a desconfiar de su propio hermano y entonces un ciclope que tenía la
facultad de ver más allá comenzó a descubrirlos, y eso no les convenía. Con el
paso del tiempo lograron destruir la cúpula que protegía y mantenía las
condiciones de vida en una de las lunas de Omega 33, en Ciudad Cristal, y así
que salimos como pudimos del lugar y sobre todo para proteger a nuestros
bebes y llegamos hasta tu planeta. Nuestros antepasados pasaron por diferentes
sistemas antes de llegar a la Tierra, aterrizaron en nave madre en La Gran
Sabana y habitaron los Tepuyes….

-Es curioso. Guerras sucedieron también en mi planeta. Supongo que ahora


quedan algunos sobrevivientes. Casi todos seguramente subsisten del
canibalismo, pues nuestro planeta desde hace mucho dejó de dar frutos y el
agua dulce es menos escasa. Me enfurece que nos traten como ignorantes. Por
otro lado, a veces pienso, quizás puede que sea bueno que seamos ignorantes,
pues somos demasiados violentos, salvajes ante nuestras acciones, y a veces
aunque sea con mitos es bueno que se nos regule con una Ley.
-Ahí está el error. Desconocemos lo que somos. Por ignorantes somos tan
manejables. Nos inventaron historias, mitologías que dejaron escritas y
ubicaron por todos lados. Por eso tanta confusión, inventaron un programador
para crearnos responsabilidades y por eso muchos creen que los
programadores nos crearon…

Rdlph-Nbl- Hrmnn-Brth-Kls-Rdl-Wrnhr- Vn-Brn… ―Interrupción de la


señal―

-¿Habitaron nuestro planeta, entonces?


-Cuando llegamos no habían humanos ni nada parecido. Yo estaba entre ellos,
en una encarnación pasada. Comenzamos a adaptarnos, mutando, y
haciéndonos cada vez más densos. Comenzaron a llegar seres de otros
mundos, algunos se mezclaron con los que ya estaban aquí. Cuando vinimos
trajimos cristales que ubicamos en zonas estratégicas pues de ahí nos
alimentábamos, nos permitían sobrevivir, nos daban longevidad, nos
mantenían sanos, nos ayudaban a crear campos de protección y algunos eran
bibliotecas. Cuando comenzaron a llegar los que querían poder comenzó de
nuevo el problema. Ellos al llegar crearon en varias partes del mundo
estructuras circulares donde con las pirámides de cristal encerraron el tiempo,
modificaron el calendario, nuestra vibración, se invirtió la malla de protección
y crearon una copia en sentido contrario y ahora estamos sufriendo aquí en
este hermoso planeta pero una mierda de mundo. Sucesivamente acontecieron
grandes batallas y no con arcos ni flechas, sino con armas muy destructivas y
dañinas. Y así aparecían y desaparecían civilizaciones, nos íbamos debilitando
genéticamente. Buscaron nuestros cristales y los robaron, invirtieron las
polaridades en su conexión, perdimos nuestra memoria…. Pero no todo….
Rdlph-Nbl- Hrmnn-Brth-Kls-Rdl-Wrnhr- Vn-Brn… Saldo insuficiente. Para
seguir la conversación depositar a la cuenta de banco Las Pollinitas 30
piezas de plata!...

La nave de exilio seguía su curso hacia una estrella distinta, hacia otro punto
diminuto en el infinito. Esquivando meteoritos aumentaba la velocidad. ¿Qué
destino le esperaría a Calpurnious? ¿Otro encuentro con otra colonia de
programadores? Una isla más en el Gran Océano pasando por agujeros de
gusanos, por sistemas estelares.

La tierra fue destruida varias veces como consecuencia de guerras y desastres


naturales. Sin embargo gracias a su gran poder regenerativo lograba
reponerse. Los que bajamos a la tierra con el pasar del tiempo logramos
mutar para adaptarnos a las condiciones del planeta. Los científicos de Las
Eras Perdidas, que con tanto afán estudiaron La evolución de las especies (Si
lo sabían lo ocultaron) jamás lograron dar con el eslabón perdido. Lo que en
realidad sucedió fue que existían seres de distintas razas, algunas se
mezclaron y otras no. Mientras sucedían nuevas guerras y hecatombes
algunas razas desaparecieron, otras se fueron a mundos o ciudades
subterráneas, otras partieron del planeta y solo quedó visible con el control
de la superficie la raza más intuitiva y guerrera, los que mejor hicieron sus
adaptaciones a los cambios. En una dimensión paralela habitan seres simios,
algunos también estilo pie grande, pero no son primitivos, esa es su raza, son
como eran en su planeta de origen, como también los hay lagartos y otras
razas.

Enciclopedia de la Tierra
Calpurnious Josefus
La fórmula de Rafael

¿Serian solitarios? ¿Tendrían vida social? ¿Surcarían grandes distancias para


conquistar planetas enteros? ¿Rastros de nuestro origen podrían remontarse a
las estrellas? Todas esas preguntas y muchas más yo me hacía desde que
Rafael me contó su experiencia, sucedida en compañía de sus amigos en las
costas de la Península de Paraguaná. Tuve dudas sobre aquellos fenómenos
hasta que también llegué a verlos, el 28 de Junio del año 2012,
aproximadamente a las 8 p.m, cuando sobre el sofá verde leía un libro de
Ángel M. Garibay titulado ―La Literatura Azteca‖. Desde el patio con gesto
estupefacto dos familiares miraban al cielo nocturno, curioso de ver ―aquello‖
me levanté, rápidamente me aproximé a ellos, acompañándolos sin romper el
silencio en aquella contemplación celeste: La parte inferior del OVNI emitía
tres luces. Una azul ubicada entre dos laterales blancas en conjunto formaba
una forma triangular. Las luces en el cielo negro giraban y daban la impresión
de haber visto una de aquellas estrellas de parque de diversión. Subimos
rápidamente a la platabanda y fue cuando empezó a desplazarse despacio y
girando. Posteriormente despegó a una velocidad asombrosa. (Tan veloz que
parecía haber desaparecido en un silencioso instante)

Así es que me gustan, bien naturales ―Decía Carlos a Rafael― Venía con
sus 3.500 bolívares (de los viejos) y su revolver de cañón corto sin balas en su
koala. A quien según él, como repitió incontables veces, lo confundieron
varias ocasiones las estudiantes de liceo con Charles Bronson por sus heroicas
broncas y borracheras en los bares de Sabana Grande. Uniformado de Capitán
de La Marina viajó desde Caracas a Falcón para supervisar la filmación del
comercial con las modelos de T.V que el mismo eligió bajo un hermético
proceso de casting en su estudio privado en Villa Poo.

Detrás de los retratos se movía una atroz maquinaria, amarga rutina, trabajo
intenso en Departamento de Edición ¿De verdad sienten?―Dijo Rafael con el
trago en la mano― “Orden y compostura” nos dicen. No alcanzaba entender
aquella lógica laboral en la oficina. El agite de las maquinas no daban
tregua. Sin embargo para los dueños de la empresa les parecía de lo más
natural. (Los retratos eran lo mejor de todo) Se hacían afuera de la oficina, y
en privado, lejos de los repetitivos sonidos de las teclas, tareas y más tareas,
papeles que van y vienen, cuentas, formatos, archivos, códigos, nombres,
máquinas que manejan máquinas, contestar llamadas al auricular, odios y
temores escondidos, reclamos, repetir consignas, modales entre la pila tensa,
cuadrados, derechitos, esperando aquella señal de ascenso prometido, allá
peldaños arriba donde contrarios quedan aplastados. Pero “nada”… “Orden
y compostura.”… Si había un “soldado caído” no había tiempo para mirar a
los lados, con la sonrisa tensa de oreja a oreja, se exhibe como una mueca
enferma en aquella guerra campal por la ascensión a las oficinas más altas o
por llegada del cobro del milagroso cheque del viernes.

Manuel Solares trabajaba en los history boards para comerciales de televisión.


Tenía mucha imaginación en aquellos días de adolescente en que empezaba a
sentir picazón en las entrepiernas. Tomando a escondidas las revistas de
Gozón que traía su padrastro de sus viajes marítimos por Panamá y las islas
del Caribe empezó a realizar sus primeros bocetos de Pipe Man, El Singador
Atómico y Don Pajote. En aquellos días de claustro garabatos de creyones y
pesgostes de semen en las Revistas Playboy llenaban su cuarto. Aprendió así
como tejer historias ficticias que en su actual trabajo con buena remuneración
han valorado. En la iluminación trabajaba Jesús Romaní. Muy diestro para el
juego de luces y sombras que requerían los retratos y escenas comerciales. Su
ambición era el cine, montar su propio imperio del rodaje. Juntos eran una
máquina de hacer dinero, hacían que los clientes acudieran a las tiendas como
posesos a comprar los productos de los patrocinantes.

Carlos al llegar acudió inmediato a la grabación, con sus mandíbulas y su


revolver sin balas que pensaba empeñar por unos tragos. Las modelos
mostraban sus mejores poses y Carlos anotaba en la esquina de una gaceta
hípica mensajes contra el gobierno y aventuras en la capital: Ahora que tengo
puente las muevo mejor ―Escribía moviendo con insolencia sus
mandíbulas― Todo corría por mi cuenta aquella noche en un exclusivo bar
de putas de Sabana Grande. Todo que corra por mi cuenta. ¡Barra libre pa’
to’ el mundo caraaajooo! Me sentía seguro y era cuando se me ocurrió hablar
con el perro en la terraza y me caí rodando por la escalera botando baba. Me
daba ínfulas con el uniforme de Capitán que robé a tío Henry Paredes. Me
sentía seguro, si, lo recuerdo ben, con mis dientes postizos y mis mandíbulas y
mi revolver de cañón corto en mi koala. Echaba humo como un tren, en aros,
como en las películas de Charles Bronson escupiendo verdes gargajos de
alquitrán que brillaban en el suelo bajo las luces artificiales de la disco.
Sermoneaba a las putas del VTV con “Testimonios de la Marina” o con mis
“Historias de güerilla” y cuando me metieron preso y me quemaron las bolas
al descubrir nuestro plan de tumbar al gobierno. Fueron cuentos míos que
inventé para evitar dormirme con los tragos y ellas acercaban sus manos
como serpientes, deslizándolas con disimulo en mis bolsillos. Escuchaban, si,
o hacían que escuchaban a cambio de cervezas. Y él en su éxtasis alcohólico
se sentía iluminado bajo la bola de discoteca. Allá arriba estaba Carlos pero el
revolver no cargaba ni una bala en su tambor. Quería lanzarse a lo loco y las
broncas que buscaba el Capitán con acento nazi empezaban a parecer
chocantes a los que primero se reían en broma. Me puse a patalear como el
loco Juan Bimba y nadie me oía en serio, sobre las tablas del bar sonaban
duro, porque no reían en serio. O por no sé qué pero decían que del mismo
bar me habían echado por pesado los sapos de la policía. Todo es culpa de
esas putas del gobierno, las bailarinas del VTV sabían algo, después no
recuerdo bien pero algunos decían que de las escalera iba rodando y con los
huesos rotos iba botando baba, tropezando a pasos cortos (pero calculados)
O eso creía con sus mandíbulas El Capitán pues iba solo y si le tocaba hablar
con un árbol se iba riendo. Dicen algunos que otras veces me llevaban….Y
llorando….”

A orilla del mar se alzaba el vaso de ron. Todo marchaba de lo más natural
pensando en la buena labor cosechada en el día hasta que Rafael veía algo
moverse en el cielo, brillante, sobre las profundidades de la zona de
explotación petrolera. La fría brisa soplaba fuerte aquella madrugada. Sobre la
mesa de juego cayeron las barajas revelando las jugadas de todos.

-¡Epa, Carlos!… ¡Despierta! ―Sacudiendo sus hombros recostados sobre la


mesa de juego―

-¿Qué?... ¿Ah?

-¿Ves eso allá?

-Verg… Ni pelo de idea.

-Un zepelín no es. Ni tampoco un avión. Pero… ¿Y esas maniobras?

Se levantó de la mesa sin dar aviso. Ya se había perdido el orden y la


compostura. Atrás quedaron sus compañeros de juego y las barajas regadas en
desorden. Dudas asaltaban e intentó callarlas lejos, con pasos torpes y lentos
en el mar oscuro de La Península de Paraguaná. Sus miradas seguían atónitas,
congelados sobre sus asientos olvidaron el efecto de los tragos mientras
formulando conjeturas en la profundidad Rafael o Fucho, como le decían sus
amigos buscaba una visión más precisa. Trataba en vano de negarlo. La idea
cada vez más sugerida por su imaginación, amenazante. Se demolían dogmas
y lo que antes creyó locura Rafael Mata (con sus 41 años cumplidos) y que
pensaba que sería tan irreal como las lágrimas derramadas por La Virgen de
Fátima en la revista Mundo Desconocido se convertiría en una evidencia de la
existencia extraterrestres. ¡Son ellos!… ¡Son ellos! los mismos que salen en el
cine, los héroes y villanos de los comics que compré de carajito en el kiosco
de Aquiles. Los vi también en las máquinas de arcade, en las enciclopedias,
libros de la antigüedad. ¡Su sello esta en todo!...

Los muchachos no tenían palabras para explicarlo. Él pensó en una formula


millonaria y entonces la nave se aproximó hacia ellos, lentamente. El viento
soplaba frio y las olas del mar se agitaban con violencia aquella noche. Los
que estaban sentados se levantan de la mesa con expectación señalando
aquella gigantesca nave madre.

-¡Se acercan coño! ¡Nos vieron!―Dijo Carlos―

-¡Espera Carlos! No se cómo, pero creo que de alguna manera no nos


atacaran.―Dijo Manuel―

-¡No seas pendejo! ¡Cuenta mejor una de vaqueros! ―Dijo Jesús―

La noche se convirtió de golpe en día. En un corto y eterno instante en que el


miedo y curiosidad presionaban sus corazones.

Parecemos insignificantes, viéndonos aquí bajo aquella gigantesca―Dijo


Rafael mientras iba de prisa hacia la orilla con un brillo malicioso en sus
ojos―

Bajo aquel resplandor emanado de su interior miraban individuos. La luz


como un inmenso trapo blanco se extendía sobre todo lo que alcanzábamos a
ver. Mientras seguía cubriendo sus ojos con el brazo corría (como guiado por
una fuerza extraña) hacia el autobús para materializar su fórmula millonaria.

Abrió la puerta:
Ah… ¡Que monas se ven! (Las modelos dormían en ropa e interior)
Cuidadosamente y sin hacer ruido abrió la maleta sin dar espacio a
―distracciones‖. Está ahí, se ve como sagrada. (Viéndola con admiración)
¿Las baterías?... ―Buscando por todos lados ignoraba que afuera del autobús
empezaba a moverse― ¡Pero que!... Desde la ventana lo veía alejarse.
Despacio. Como si con malicia se estuviese despidiendo. Sin orden ni
compostura estaba saliendo del autobús con voz histérica sin dejar de quitar la
vista del cielo ¿Ahora se van a ir de su tour por la Tierra? ¿Por qué no se
quedan otro rato más?... ¡No me digan que no se dejaran ver ahora!...!No
puede ser!... ¡Mi formula millonaria!...!Mis 6 millones para la publicación del
libro! Lucecita. Cuando vean el video pensaran que es una luciérnaga. Pero
tengo que grabarlo.

¿Oyeron que dijo?...!Delira!―Dijo escandalizada al resto de las modelos―

Entre sombrillazos e insultos entró a empujones al autobús tomó el volante y


pisó el acelerador:
-¡Mierda, no arranca!

Le dio dos patadas al tablero y se encienden las luces. Eso… ronca… ronca
autobús. Empieza a echar humo… arrancaba a toda velocidad con el volante
en mano y las gotas de agua se deslizaban sobre los cristales empañados,
aumentaba la velocidad, la brisa fría, los gritos, su frente tensa, un hilo de
sudor frio cruza su rostro y baja hasta sus brazos. Sus manos ansiosas tiemblan
colocando las baterías a la cámara... ¡Auxilio!... ¡Nos raptan!...
¡Depravado!... Oigan… un… mo… mento... !Coño!... yo... esperen....

El aguacero se venía encima entre injurias y sombrillazos, sin tiempo para


respuestas. Eso, solo debo enfocarlos, recuerda Fucho "Orden y
compostura"… Su fórmula estaba en marcha y lo disimulaba muy bien en el
mar de chicas. A él se le salía el corazón por la boca entre las curvas
peligrosas pero mantuvo el lema de la oficina en vigencia como un
padrenuestro. Buscaba su bienestar económico fisgoneando algo allá en el
cielo.

Mamá siempre me hablo de seguridad laboral, un buen empleo que me


aseguré una quincena fija y una jubilación para cuando llegue a viejo. Yo
seguí aquel camino recto para complacerla debido a sus frecuentes quejas
pero a esta altura ya me cansé, ya basta, no quiero ser toda la vida un esclavo
por un miserable sueldo, quiero ser mi propio jefe y producir algo
independientemente para ganar dinero, he estado pensando en la formula
pero todavía no se me ocurrido nada aun, en nada, viviendo en este país
donde un salario mínimo te alcanza apenas para medio comer…

Se acabara pronto su esclavitud en la oficina. Todo lo que necesitaría es


mucho dinero para la gloriosa jubilación. No había tiempo para respuestas.
Aquel mar de mujeres tampoco oían sus quejas pero el plan lo tenía a la mano
y solo quedaban pocos segundos de batería a la cámara. Los cauchos patinaban
sobre la carretera lodosa.

¡Mierda!. Muy cerca. Logra esquivar la curva que daba el barranco


pedregoso. ¡Se volvió loco!… ¡Policía nos raptan!…

Que piensen―Dijo Rafael― Que piensen lo que sea. Todavía creo que…
¡Aja! haya los veo girando... todavía puedo verlo. Eso… que me importa el
mundo un carajo―Pensó guardando el orden y compostura― ¡A la mierda
con el ascenso! Mi renuncia formal a la oficina de La Torre sigue en pie...
Ja… Un buen director para el film... ¿A dónde se fue?...

La lucecita parecía diminuta desde el autobús a toda velocidad. Al encenderse


la otra luz, la luz roja REC
¿Qué? … ¿A dónde?... Con la velocidad de un pensamiento se fueron....
¿Cuánto tiempo logré grabarlos?... ¿Uno?... ¿Dos segundos?...

Con la ayuda de las modelos alcanzaría el despido. Pero no sucedió. Estaba


obligado a entregar la grabación del Comercial a Carlos en Edición.
Rechazaron en Administración su “Grabación de cocuyos”, pues dizque
según los directivos de la empresa de Publicidad La Torre, debería mantener el
orden y la compostura, y que no habían sido contratado sus servicios para
filmar documentales sobre tópicos naturales.
Soplando el polvo de los libros

– ¡Eso que te digo no es mentira! Los cuentos de mentira son el de La cortina,


La hormiga, La mosca y otro que tengo guardado en mi maleta.

– ¿Y ese dibujo raro que tiene ahí?

–Ese no lo pude vender. No sé qué cosa serian. Se me presentaban en sueños,


los dibujaba en el tiempo en que escribía mi Tratado Revolucionario sobre
Agricultura.

¿Pérdida de memoria, vejez, locura, un trama? Ignoro la razón de Lucas, quien


insistiendo en repetir amargas críticas sobre un poeta me invitaba a leer su
libro. Un tema ya tan carente de sentido como el prólogo que me hizo para un
cuento inédito. Podría desencadenar una guerra civil –Dijo–…Ahora,
recordando otro asunto, no pude seguir contándote sobre mi ensayo sobre
Símbolos creados por Bachacos sobre hojas vegetales. Jamás tuve la
oportunidad de leerlo, ni de saber más sobre los fragmentos de meteoritos que
el mismo halló en Cerros del Peñón. Deberías leerlo–Insistía más tarde Lucas
mientras revisaba en la sala la fotocopia del Acta de Nacimiento de Sucre–
Este otro personaje también luchó en la independencia, muy mencionado hoy
por los círculos politiqueros, no me pareció sorprendente su obra. De un
montón de pendejadas, una que otra poesía más o menos. Podrías llevártelo a
casa. ¿Bromea? ¿Me lo vende?―Contesté pasmado― No. te lo regalo. Como
aquel grande que te presté. Míralo. Y está en perfecto estado. Solo con algo de
polvo. ¿Las ves Erangel? ni una sola página rota ¿Te acuerdas?

Justamente cuando notaba que se le salían unas páginas al viejo libro me


invitaba a leerlo, y acaso para emitirle alguna observación en sus páginas
amarillentas que, en efecto, podrían matar a cualquiera de asma. Después de
mostrarme su siembra domestica de plátano y ahuyama con brocha en mano
sobre la pared de su laboratorio comprobaba la calidad de su nuevo invento,
una pintura realizada a base de fórmulas químicas y arcilla.

Me intrigaban aquellos símbolos, algunos me los mostró Lucas


improvisadamente, marcando la palma de su mano a lapicero. Símbolos
geométricos, formas extrañas. ¿Qué significados tendrían?
– ¿Qué le dijeron los científicos de la universidad acerca de los meteoritos?

– Cuando los entregué se percataron de que tenían fragmentos de oro


enseguida los llevaron al laboratorio y allá quedaron archivados.

– ¿Quedaron archivados? ¿Por qué no los trajo de vuelta?

–Desaparecieron.

–Los meteoritos no desaparecen solos, que yo sepa.

–Eres muy adelantado para tu edad. Y ahora que se te ocurre eso, podría ser
que alguien, uno cuyo rostro desconocemos, silenciosamente desde algún
lugar y sin que nadie lo advierta podría estar oculto con la respuesta. Pero
todavía hay algo más importante. Algo… Deberías leerlo. Seguro que lo tengo
entre estos papeles. ¿Dónde estará?... Como te decía, este libro… te lo podría
prestar. Y si te gusta te lo quedas pero esta vez no me lo vallas a devolver todo
roto, y con las páginas sueltas. ¿Será que esta por…Aquí no. Ya revise allá,
vamos a ver. ¿Y acá?

Empezaba hacerse de noche en la sala, entre retratos, dibujos, borradores,


cuadernos llenos de cuentos y novelas inéditos. Papeles, papeles y más papeles
guardados con celo por Lucas.

– ¡Donde rayos lo deje! Espera, está por ahí, está por aquí. Debe estar… ¡Lo
sabía! Ahora cuando me lo devuelvas no me vengas con eso de ―que no sabes
quién lo rompió‖ ¿Recuerdas la revista de Mecánica Popular que te presté de
buena fe?

–La del OVNI en la portada.

– Esa… ¿Recuerdas como la dejaste? ¡Es por eso que este país está como está!

–Pero al libro de Ramón de la Torre, ―Esclavo de su ignorancia‖. Ese usted me


lo entregó con unas hojas suelt...

– ¡Este es! este mismo―Dando la vuelta desde su polvorosa biblioteca me lo


mostro―…me lo regalo un amigo hace años. Valiosísimo. Erangel dime ¿De
qué año le calculas?
– ¡De los años cuarenta!―Contesté sin vacilar―

– ¿Cuarenta, en serio, eso crees?

– ¿Años cuarenta? Dije años veinte.

Pasó a la última página del libro y lo asomó con extremo cuidado.

– ¡Mil ochocient… ¡Haaachís!


El deudor

Después del templo con miradas llenas de apetito se vieron las espaldas
marcadas por severos latigazos tomar un respiro. La primera prueba de
entrenamiento fue un éxito en la aldea. Ganaron mayor forma después en otras
pruebas para la redención de los pecados. Luego los misioneros enseñaron los
beneficios del ayuno (algo que no entendieron al comienzo los aldeanos pero
las amenazas de Infierno motivaron el fervor) y también les enseñaron
ejercicios de minería, argumentando que ―para rescatar al hombre de malas
tentaciones del Diablo‖. Ellos les enseñaron todo eso y mucho más,
sacrificaron el espacio de sus arcas para reunir minerales pecaminosos que
podrían contaminar la moral del hombre. Así combatieron la grasa y el
pecado: a latigazo limpio. Ejercicio tras ejercicio y como muestra de
agradecimiento los misioneros les dijeron que a ese paso estarían cada vez más
cerca del Cielo. Ellos les decían que el oro de las minas junto con las perlas de
Cubagua no fueron creadas por Dios sino que todo lo bello era una ilusión más
de Satanás, como también las mujeres, que como cuenta la biblia "Eva hizo
caer en pecado a Adán," resultan ser creaturas pecaminosas que merecen ser
castigadas a latigazo limpio en el templo para su salvación.

Él quería aprender a rezar en inglés. Lo oía hablando en lenguas y cuando


empezaba a llenarse más la cestica de ofrendas aprovechando su buen humor
le vendí baratos un diccionario y dos libros de ejercicios, y a crédito. No joda.
Y no solo eso. Pasé otro día por la iglesia a cobrárselos, y otro, y otro, jamás
tenia para pagarme, los veía en su rutina, bailando, cantando, volteretas en el
suelo, las palmas, la baba… parecían focas, ¡Ahí estaba! En lo alto de la torre,
cuyas formas veían con admiración los fanáticos, se arreglaba la túnica y los
adornos delante de los monaguillos, pude verlo detrás de los vitrales de
colores. Luego salía por la puerta principal, estaba algo nervioso, sudaba. Me
apiadé del pobre cura y le pregunté:

–Jaramillo, se ve agotado. ¿Se está alimentando bien?

¿De veras me veo enfermo?―Dijo―…es que, les enseñaba, les enseñaba a los
monaguillos en el confesionario algunas carnes…perdón, algunas técnicas…
de esas, para pelear ninjitsu.
Con pasos monótonos seguían a Antonio Madroñero. Cuerpos apilados
marchaban en procesión. Adelante iban los misioneros ostentando uniformes
de colores, opulentas chaquetas con bordados llamativos, fajas gruesas de tela,
pelucas blancas y unas ridículas zapatillas.

Chocan las palmas con disciplina siguiendo el aquelarre. Bello. ¿Cómo en tan
poco tiempo lograron prosperar tanto? Derechito. Rapidito. Sin pensar en otra
cosa sacan la biblia: ―Y el milagro que nunca llega… Y la amenaza del final‖
―Tiemblo de pensarlo― Eran largos sermones de cabezas gachas con rodillas
en tierra, esperanza eterna de vasos llenos de esperanza pero más llena estaba
la cestica de ofrendas, estaba a punto de reventar. Míralos, van derechito.
Míralos, van rapidito. Diligentemente depositando los minerales del pecado en
las arcas juntos con las ofrendas y diezmos porque ―más difícil era que un
camello entre en el ojo de una aguja de un rico en el Reino de Dios.‖ Siempre
el látigo acusador de los misioneros con la amenaza de Infierno, incansable, al
rescate implacable de las garras del mal cuando llegase el Día final. Pueblo de
Israel me han robado (La oportuna cita de los versículos de Malaquías) La
cestica de ofrenda se llenaba hasta el tope rescatando a los fieles del lazo del
cazador. Así se veían las cosas en la aldea, angustiados por extender las horas
de ayuno y entonces yo empezaba a dudar que… que… se me olvidó, como
siempre tapaban el sol con un ―Y que siga el baile!‖. Derechitos, míralos, al
son de panderetas aceleradas y tambores los vasos poseídos de esperanza caían
al suelo botando baba.

¿Qué paso?... ¿Nada?... Ok… Ya lo sabía. ¿Pelando bolas, no? Siempre lo


mismo. Solo me pagó una moneda. Luego se le pusieron los ojos como dos
huevos fritos cuando pase dos semanas después y le puse la queja y entonces
le sugerí un cambio de dieta. Se veía extraño, como que se iba a desmayarse
ese día y no sabía que en realidad iba a empezar a hablar en lenguas y me fui
rápido con miedo a un castigo divino. Le di más tiempo, pasó un mes y regresé
a la iglesia y lo vi en el pulpito, entre sus balbuceos no lograba entender lo que
decía, y algo empezaba a oler sospechoso desde entonces. Cuidado con seguir
especulando…. ¿Hasta cuándo dejaran esas locas ideas? Nunca se
comprobará aquella ridícula tesis conspiratoria. Y que la existencia de
“problemas”. Humíllense! Ja, mejor recen, recen, bailen y no especulen
tanto.

Madroñero y Jaramillo pensaban en solo comer más y los fieles lo entregaban


todo con devoción porque ―Dios proveerá‖. Seguían en el templo los golpes de
palma, más duro, mas ejercicios, humildes y arrepentidos, los niños aburridos
escapaban del templo en un descuido de sus padres para jugar. El pueblo
agradecido estaba en forma, los hospitales sin medicinas y en abandono eran
otro ―regalo de Dios‖ porque ―bienaventurados los que tengan hambre y sed
de justicia porque serán saciados.‖ Todo lo que lo querían lo tendrían con
seguridad en el Cielo. Otro día un aldeano calló desplomado en el suelo
desmayado de la insolación y el hambre haciendo una cola para comprar arroz
y para todos los aldeanos era motivo de envidia porque ―Los primeros serán
últimos y los últimos primeros‖ Otro día y el Gobernador subió los impuestos
y los que no tenían para pagar fueron torturados y llevados a la hoguera de la
Inquisición. Y después los aldeanos comprendieron gracias a los misioneros
con sus látigos severos que ―A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del
Cesar‖ Con más fervor entregaban todo en la caja de ofrendas, entusiasmados
como en una apuesta esperando el milagro. ¡Rayos y truenos!... ¡Un big bang
de escopeta!―Dijo Jaramillo―…así comenzó todo…

Venían iluminando el monte con leños encendidos y les brillaban los dientes a
ellos. Con más apetito regresaron los látigos salvadores con hachas de Lomas
Altas. Los humildes después de empeñar todo lo que les quedaba acudían al
templo libre de pecado material a entregarlo a la cesta de ofrendas. A Lomas
Altas iban ellos, míralos, llevando el oro para donarlos en obras de caridad a
reyes y nobles. Confesaron que los nobles fueron corrompidos por la ambición
pero a ellos no debíamos juzgarlos sino más bien son los que merecen más
amor y que debemos rezar todos los días por ellos para su salvación.

¡Revelación!: ―Hermanos, el Espíritu Santo me está revelando justo ahora que


muchos de ustedes poseen la cantidad en sus bolsillos de 500 monedas de oro.
Los que pasen ahora a introducir su ofrenda a la cestica de ofrendas recibirá
ahora frente al pulpito una bendición especial.

Hay muchas versiones sobre La Fundación de la vieja iglesia. Como liberaban


a la tierra de la maldad y la suciedad contenida en los minerales del pecado.
También se dice que antes del primer sonido no había nadie. Después del
primer escopetazo empezó la guerra y se confundieron significados, palabras
para negociar como amistad y socio, preso y matrimonio, Dios y Demonio,
pero al parecer todo era para bien, para la evolución, la experiencia y toda esa
mierda del devenir se enseña que todo es válido. Y evolución las palabras se
fusionan como átomos con nuevas formas y sistemas y la música de todo así
gira, alrededor de algo que lo sustenta, que lo motiva, como aquella trama
urdida en la máquina de Lomas Altas, identificada donde la magia se confunde
con la ciencia, en la parte superior con el número 13, asumiendo vidas ajenas
el sujeto inventaba mitos sobre su vida, a sus víctimas envolvía en la maraña
con falsas fotos y poemas. Exigía por internet o por teléfono la vergonzosa
suma de mil bolívares: Mi papá se llama igual que yo, el escritor, bueno, les
confieso que hay algo que me inquieta, nací un 6 de junio de 2006, no tuve
contacto con él, salvo cuando tenía 7 años, lo vi solo por 8 minutos, me
dijeron: “Este es tu papá”, y ya… Desde ese día fui a trabajar con la
esperanza de volver a verlo pues me regaló 11 folletos panfletarios con que
jugué a los avioncitos entre los arbustos de las gemelas. Pasaron 12 años y de
repente me asaltaron ideas de hacer lo mismo que hacia mi padre, engañar,
estafar robar…. ¿Coincidencia?

Empecé a entender que no era simple coincidencia. No entendí mucho acerca


de aquel pueblo avanzado donde no se hacían colas para comprar y… Que siga
el baileeee!.... empezaba a sospechar que tapaban el sol con algún tipo de
reciclaje, sospechaba sobre su problema de hablar en lenguas. Sucedía no
solo porque los feligreses adentro cantaban, bailaban, aplaudían y se llenaba la
cestica de las ofrendas hasta estallar, era algo más (Lo sé) no se le entendía
nada por la dieta. Eso. A mí no me importaba lo de su rollo con las técnicas de
pelea o si temía a que sus dientes blancos se mancharan rasgando deliciosa
carne roja a la parrilla. Se progresaba con rapidez desde que construyeron el
primer edificio, reunieron reliquias, hicieron un puente, les brillaban los
dientes como ―Las perlas de Cubagua‖ (El letrero de luces de neón de un bar
de putas de Lomas Altas) Así ganaban confianza de los niños. A latigazo
limpio. Latigazo contra las espaldas sudadas de las mujeres en lo más íntimo
del templo. Y gracias a su esfuerzo fundaron otro gimnasio de minería.

Progresan, sembraban castilla allá arriba. Yo seguía vendiendo mis libros y


veía como con miradas llenas de apetito les enseñaron a leer El Día del Sol los
domingos a los monaguillos. Así comenzó todo. Al final los látigos venían
sobre ruedas desde Lomas Altas. El humo, las fábricas, seguían los
agradecimientos eternos pues la vaina esa del ―progreso‖ como que empezó a
gustar. Y desde entonces todo era de ―lata‖, dejaron los conucos, comenzaron
a construir otro templo encumbrado, mas latigazos, mas derechitos, mas
rapiditos. Míralos, empezaban a ganar forma pero esta vez fundaron la nueva
iglesia y así no seriamos más gente bárbara, ni herejes, ni con largas colas
(Todavía no sabíamos que las teníamos hasta que nos descubrieron) y ni las
haríamos más para pagar exorbitantes sumas en comida, como solíamos
vernos retratados en ilustraciones de imprentas extranjeras.

Y todavía hay más… Comprobé que en las lenguas había mensajes


subliminales. Descifré algo interesante. Traduje ―rolling‖ (rollo, piel o cuero)
Ocultaban algo. Ya verán… me enteré que ―acetato‖, ―volante‖ y ―folleto‖
significaban lo mismo pero en ciertos casos, como en ―acetatos sonaban por
D.J.s bajo juegos de iluminación y humo bailaban y aplaudían. Allá vienen,
van rapidito, desde arriba caían los volantes, mas humo, los látigos severos
(¡Lo sabía, ahí había propaganda escondida!) ¡Con distintos nombres nos
quieren vender de nuevo el mismo fraude! Me di cuenta entonces que en las
imágenes talladas en los muros del templo eran representaciones de salvajes de
la época de 2019 A.C. primarios que usaban pipas, tiraban flechas, tiraban
duro. Cierto, hacían el amor y la guerra, también escusas y mentiras eran la
misma paja y comprendí entonces que también sabían de política. ¡Practicaban
matemática! Por ejemplo, la suma y la resta se aplicaban en negocios, la
multiplicación en privado en las habitaciones y la división fue organizada por
reyes para reinar.

Míralos, los humildes no se atreven a irse de la aldea porque les contaron los
misioneros que afuera esperan demonios y que lo mejor es quedarse a comer
arenque con yuca. Las focas seguían con rigor el monótono golpe de palmas
con el aquelarre (Yo debería estar feliz, como todos) míralos, van rapidito,
míralos, revolcándose en el suelo, mas baba, mas látigos (Tiemblo de
pensarlo)

Lo siento por los miembros del rebaño, pero no puedo perdonar a mis
deudores, tengo necesidades y la verdad es que… (Se me olvidó de nuevo)
que… el sol… Y que siga el baile porque justo sería callar y salvarme el
pellejo de la hoguera. Es cierto, lo tapan todo y no queda otra que tener fe, y
esperar, y esperar. Rezaré entonces para que cumpla algún día su promesa de
pagarme los libros. Coño e’ su madre.

(Nota: A.C. significa Antes de las Colas)


El Capitán

¡No desistían! ¡Tenían un mensaje urgente que entregar! Con amor conmovían
y con castigos aterraban. Así vendían más. Mensajes repetidos desde lejos y
sin misericordia venían en volantes multicolores a suavizarle el ánimo amargo
a Soledad. Aquellos chaparrazos de rigor con el tiempo fueron historia. Ese
fuego inquisitivo en sus ojos, aquel dolor subiendo por las canillas pasando
por las piernas y subiendo hasta la cabeza de la atormentada niña. Severos
chaparrazos de rigor que no escuchaban chillidos por misericordia. Desquitaba
su odio viéndola amarrada al tronco de un árbol, ahí pagaba los platos rotos
por su padre la pobre niña. ¿Razón? Dizque un rose de costales de café monte
adentro entre su esposo y una trinitaria. Desde ese día, que lo supo se le
subieron los humos a la cabeza a Soledad. Desde que le picó esa araña mona
–Dijo Soledad–…empecé a sospechar algo. Meses después de aquella visita
de esas putas que mandaron los gringos con papeles para revolverle la cabeza
a mi marido vi aquella araña atrapándolo en sus redes.

Eran papeles para sembrar dizque los valores de la sumisión, el perdón y la


caridad. La prosperidad les quedaba a ellos en La Torre y desde que Esperanza
Espinoza también empezó asistir al Salón dejó las sospechas y se hizo más
serena.

¿Y cómo lograron convencerla? Los volantes venían de urgencia y a los


primeros días ella les decía: Ya no más, ya no más de los colores, no vengan
con esos cuentos de guerras viejas y como conspiran revueltas con sus putas
banderas gringas. Esas mismas ¿A quién le queda el trono? No es asunto mío
y nadie de ellos nunca me dio trabajo.
Y las revueltas que lograron amansarla prometían una vuelta con el mismo
―!Se acaba el mundo!...‖ Eso la calmaba a ella, ver a todos los pecadores en
llamas, era lo que tanto había deseado y estaba dispuesta a esperar también
algo de los gringos o del gobierno de turno venido del Cielo. Se planificaron
nuevas revueltas, mas papeles y volantes bajaban de La Torre. Eso olía desde
afuera a parrilla, gente desangrándose escasa de ropa y dinero lavado del
gobierno ruso en la tierra de Mickey en un lodazal, como en los Reality Shows
y sobre ellos o cercanos los volantes que día y noche venían lloviendo,
verificando el Destino Supuesto que algunos sujetos vestidos muy raro y
pregonaban poco antes del Recordatorio de la Vaca y como prosperaban con
todo el billete que se iba como el humo, allá arriba en La Torre, en manos de
unos pocos que sabían los secretos más escandalosos y entretenían a las ovejas
con chucherías, algunas para alarmarte, como para que bailes a venderlo todo,
otras chucherías eran para exhibir el uniforme bajo la sombrilla y con todo el
odio decían: ―!Se acaba el mundo!‖, corriendo a vender papeles de alarma
Hallou (Con sonrisa de vampiro) y como Esperanza quería en el fondo la
venganza contra los pecadores en unos meses también terminó lanzando
volantes como misiles de guerra hacia las puertas y ventanas de las casas.
Tocaba duro, con rabia, a lo cara de perro ¡Abran esa mierda que se acaba el
mundo! Quería venderlo todo. Sus planes: Números de teléfono, contactos de
clientes, agendas de visita y cuentas en ascenso. Mientras más se vendía más
salvados y más arriba le prometían. Allá arriba, de donde caen los volantes de
guerra y cuando se despedía, con botas de vaquero (parecidas a las botas de
puta) las gafas negras, marchaba con maletín de cuero mascando chicles como
una vaca. Mas billetes.... Más arriba esperaba el ascenso. Y si no entendías
los papeles de alarma insinuaban la sombrilla, como para defenderse de quien
quiera arrebatarles uno de sus volantes.

Yo los veía. ¡Dicen que de allá arriba caen truenos! Los he visto con su cooler,
billetes de 10 y de a 5 para los niños ingenuos (a los que les pedían compañía
y no regresaban en una pieza) y aquellos rubios de lentes negros decían que
carecían de sentimientos. Unos dicen que hacían ejercicios con la cámara de
lejos, subiendo al Guamo. Yo los vi moverse así… y así… no sé cómo. Yo
veía calladito. Y sé que ellos a mí. Yo lo se…Y más nada. Como aquel trueno
que cayó en Boquerón y unos dicen que no tardaba en escuchar el próximo
grito y me trepé de prisa al árbol, miré a los lados. Y ahí estaba: Se había
trasformado en un cunaguaro y el bichito no apartaba sus ojos de mí. Creía que
sería su futura presa. Trataba de trepar el desgraciao’ pero yo no lo pensé.
Cargué la munición, apunté, jalé y…

–¿El trueno?―Dijo el niño―…

–Y eso… comimos cunaguaro y la piel la dejamos tendida a la entrada de la


casa. Desde ese momento bajando en burro al pueblo con una reverencia del
cura me aclamaron frente a cien mil ciudadanos como Aquel que vuela en
Burro. Y después doné la escopeta al cura, la colocó junto a los demás adornos
de la iglesia. Le invitó a tomar vino ―Le dijo poco antes de invitarle a dejar el
aguardiente―

–No te creo nada―Dijo el niño―… ¿Dónde dejaste la botella?


–Cuantas veces te tengo que repetir ―Dejé la bebida‖, coño. Y te cuento… ¡Si
todavía no he comenzado!... Cuando estaba en el ejército, carricito, tú no
habías nacido, a pesar de las medallas jamás descubrieron en el cuartel sobre
mis estupendas habilidades para fugarme con la camioneta del cuartel con una
llave de pote.

–¡Que se lance! ¡Lánzate otro cuento más! ¡Qué pasó con tus choques?

–Ah, ¿Qué decías?... ¿Choques? Y todavía no te he contado lo mejor.

–Eso, eso mismo… los cuentos aburridos de cuando chocabas en burro en Los
Altos de Boquerón.

–¿Cómo?... ¿Aburridos?... Te dejaré pasar eso por broma. ¿No te conté que
antes de conocer a tu mamá yo era un amante de los burdeles y las permutas?

–¡Lánzate el cuento tigre!

-¡Dicen que de allá arriba caen volantes!... Los truenos…Yo si los he visto,
desde que ascendí a Capitán de los ejércitos empezó a verlo todo durante
misiones secretas y en la recolección de café. Sentado en la esquina con mis
compadres. Todo un nazi: ¡El uniforme siempre bien pulío! ¡Y las medallas,
sin una sola arruga! ¡Y mis botas!… ¡Marcha marcial que llego el Capitán de
los ejércitos!...

La escopeta reposa ahora todavía en el altar del cura. Piso 10. Desde ahí se
veía bello el panorama ¿Verdad?... desde aquella ventana. Y desde abajo los
médicos esperaban muertos de la risa. Lánzate pue’! –Las enfermeras lo
retaban― Los choques en burro… de costales. ¿A dónde fuiste Capitán? ¿Por
qué no salvaste a la niña atada al árbol de los chaparrazos? …. ¡Rayos y
truenos!... Ellos reían como vampiros importados y fue cuando les sacaba el
dedo en protesta y desde entonces recuperé la razón.
Los Encantados

Me lo dijeron los pájaros ―El viejo contaba sobre el tronco a los miembros de
su Fundación Cultural― Se oían voces cantar bajo el abismo, camino a
Boquerón. Los había buenos como también malos. O las dos cosas. Me dijeron
que vivían en cuevas, aparecían entre los árboles, en las pozas solitarias.
Algunos que llegaron a verlos se perdieron sin jamás regresar a su lugar de
origen. Se supo del caso de un joven que integrando un grupo de excursión por
Boquerón salían de cacería. No supo cómo, pero en un lugar del recorrido se
separó del resto. Exhausto, después de varios intentos de avanzar por el monte
entreveía algo. Caminaba en círculos. Se encontraba con el mismo lugar
repetido. Anochecía por el espeso monte entre el ruido de los animales sin
todavía alcanzar a oír respuesta a sus llamados. Ya el resto del grupo había
regresado al pueblo.

Después de días de búsqueda en vano familiares llamaron a las autoridades.


No pudieron hacer nada. Los vecinos se unieron a la exploración de rescate
llevando consigo machetes y lámparas caseras hechas con mechón de tela y
kerosén. Partían madrugando desde el pequeño poblado y regresaban el día
siguiente sin respuesta satisfactoria.

Una mañana a lo lejos se oyeron llamados. Venían de allá arriba. Los


exploradores sudando el ron con ramas que llevaban para amortiguar el frio
subían a paso de machete a averiguar. El viento frio sopla violento contra sus
rostros. Las botas enlodadas seguían subiendo por el cerro tras el rastro de las
voces lejanas. Ahí está―Dijo uno― Lo rodeaban espinos. Una masa gigante
de plantas filosas cubría el ascendente laberinto verde donde se arrastran y
trepan animales salvajes. Aquel muchacho cuya búsqueda empezaban a dar
por vencida ahora ellos veían sorprendidos, veían sin entender nada ¿Cómo
está allí metido? Talando una vereda a machetazos avanzaban lentamente entre
los espinos. Con algunas heridas sangrantes en las piernas, brazos y manos
dijo: Miren. Esta sano y salvo. Se me aparecieron cuando me perdí ―Les dijo
el muchacho―…me consiguieron alimento y me aseguraron que nada malo en
su compañía me sucedería. Sabían que vendrían en camino y los guiaron hasta
acá. ¿A dónde fueron?―Mirando intrigado a los lados― Indicando a las
cenizas respondió: Antes de desaparecer por última vez estábamos sentados
rodeando esta misma fogata.
Comediantes

Lo real y la cascara, mesclados en una confusión, hacían de la vida una ironía


y la humanidad una misma masa, como si de células se tratasen, bailábamos al
son que se dispersaba en el aire. Tratarlo no era sencillo y menos con León.
Algo olía mal por ahí y no era a aceite de carro, no supe si creerle al comienzo
pues tenía sus coincidencias con lo del ―yo con yo‖. Recordé lo que Luz me
decía: que a pesar de que Pachico León echara sus cuentos de amor y
esperanza, todos escritos por comediantes del arte, eran pura paja…

Acaso su único cuento verdadero, era aquel donde mencionaba a abuelo: ―Lo
conocí cuando muchachito, tenía el negocio de las pinturas. En la esquina de
Blanco Fombona. Era un gran emprendedor, honrado, y buena gente, de vez
en cuando mujeriego pero eso sí, cumplía siempre con responsabilidades
familiares”.

¡Que Dios lo tenga en la gloria!―Dije espontáneamente― A pesar de ser ateo,


paradójico…. A pesar de los problemas Pachico a podido sobrellevarlo, seguir
adelante, más bien se reía de ellos. Aprovechaba su momento de buen humor
para promocionarle un libro de Cesar Dávila Andrade. No leyó ni un cuarto de
una de sus prosas cuando reaccionó con cara de susto, volteando nervioso a los
lados, quizás un extraño impulso le dio la impresión de que lo estuvieran
vigilando (Me di cuenta haciéndome el loco) y como quitándose un tigre de
encima me lo entregó, afinó la voz, recuperó templanza: Esos comediantes del
arte y ―Dijo rotundamente―… como que no tenían nada que hacer.
¡Escriben solo paja!
La historia de siempre

Mi nombre no importa. (Al final todo se sabrá en su momento) Mi fiebre por


las inscripciones me llevo hasta aquí, la ciudad de Cumaná en el estado Sucre,
donde conseguí este extraño enigma con recuerdos de un futuro incierto:
… yo fui testigo de lo sucedido, la palabra libertad la llevaban grabada en la
frente, iban pregonándola como profetas y parecían de los buenos pero no
eran honestos… Se movían rapidito con carteles de protesta y luego
incendiaban los techos de palma de los hombres de madera (Ellos les decían
así porque no pertenecían a su raza de arcilla divina) quemando las salas,
jardines, y haciendo insultos a los jinetes que salían desnudos de sus casas que
también eran de madera, por misteriosa casualidad. Dinero caerá como
serpentina, como arroz, como harina―Dijo el rubio a la cabeza de los que
protestaban―…y conseguiremos pa’ el ron, cambures y tiras cómicas de
acción de las policiales… ¡Lo tenemos todo como en mis días de gloria! Todo
esto le recordaba cuando se bajaba el cierre del pantalón en señal de protesta
por las libertades contenidas echándole la culpa a las bailarinas del Enlatado
de T.V. con el logo de la escopeta láser, segunda extraña casualidad. ¿Nos
invaden con nuevos argumentos consumistas? ¡Vean!... ¡Pa’ que respeten!

Significaba algo más que una simple protesta contra el consumismo,


significaba que iba a gastar más, pelotas de billetes de monopolio. Fue una
realidad ―Dijo Román Díaz―… cumplirán lo prometido. En las otras
ciudades liberadas celebramos con bailes, ron y cañonazos. ¡Todo lo
saqueamos! exterminamos herejes y cogimos a sus mujeres y las matábamos
de aburrimiento con largos sermones y luego venía lo más divertido:
sacrificamos a sus hijos a Los Programadores como agradecimiento, así lo
aremos, cumpliremos con disciplina repitiendo el himno.

Se movían en las vallas las letras que parecían estrellas. Yo las veía brillar en
los biombos de neón sobre la presurosa marcha marcial. Eran como fuegos
artificiales… Aparecían. Desaparecían… Fuegos iluminaban la noche
escandalizada por el ruido de trompetas mecánicas y ladridos de perros a los
espectros y lo peor de todo eran los largos sermones de gobierno. Abarcaban
al público con el hedor de su ―mercancía‖, discursos sobre el ―Rescate de los
Valores en la Sociedad Consumista e Industrializada‖ llamando a la guerra y
al saqueo de herejes.
Poco antes de haber escuchado al General, al Capitán y al Sargento hablar
sobre un ―pastel‖. Que a pesar de su tamaño gigantesco no alcanzaría para
todos. (El asunto fue un verdadero misterio, acaso otro mito de esos para
entretenernos en días de feria) Humbertina Hernández empezó a protestar
contra los que protestaban masacrando herejes. Ella confundía los nombres de
sus hijos y nietos pues eran muchas imágenes y recuerdos que no la dejaban
desde pequeña y desde hace años los veía todas las mañanas marchar gritando
las consignas y ella siempre se quejaba porque nadie barría las calles de los
volantes y serpentinas, y la sangre, y las tripas. ¿Y mañana que
vendrá?―Decía ella― ¿Lo convertirán en deber cívico?... ¡Se figan, se figan!
¡Los problemas existen!

¡El tiempo es oro! –Gruñía el General González: ¡A bailar! Otras veces


elevaba su mano y saludaba a los extenuados soldados que esperaban el
prometido ascenso. La ambición rapaz de reinar era necesaria desde los niveles
más altos y eran elegidos los sirvientes más fieles para la obra donde serían
unificados y organizados los pueblos en nombre de La Conquista por la paz.
El General profesaba con urgencia y amenazas de castigos la obra de recaudar
la riqueza inmerecida por la humanidad hereje.
El General y el gobernador custodiaban con celo acaudaladas fortunas con las
que disponían para fines misteriosos en el edificio en calle Las Alturas, al
mismo tiempo que les estaban vedados a saber su destino al populacho. Los
soldados se apilaban indagando en las entrañas de lo inescrutable, esperando
de las alturas el privilegio de la ascensión. Los que tienen mucho todavía
quieren más-Le dijo la abuela del General al Capitán- Y los que tienen nada…
Lo que sea se intenta para ponerles las manos a algo… Lo que sea… Y eso de
la libertad. La que tanto pregonan por ahí… Jamás va a darse por las buenas.
Lo único bueno que veo, y espero que no tarden en llegar son las caravanas
con el botín de las guerras.

Durante años las guerras continuaron y los movía a luchar la ambición, la


venganza y la difusión de dolor sobre la tierra todavía húmeda de sangre
inocente. La historia de siempre.

Aquel día el General había salido de casa de su abuela, desde hace unos años
desistió de sus esfuerzos de hacerla reaccionar de su letargo místico en defensa
del Consumismo, las explicaciones pertinentes le resultaban escandalosas e
intrincadas para ella, que sostenía que consumismo y conquista por la paz eran
en esencia lo mismo, pero con distinto nombre.
La peste, el hambre y la espada sacrificaron más de la cuarta parte de la
población con viejos rencores entre bandos que fragmentaron la Santa
Unidad. No existió por mucho tiempo un gobierno estable. El asunto de la
libertad (Tan misteriosa, como estos tiempos, como siempre…) no fue hallada
más allá de las trizas de papel, de los motines y el humo del misterio de los
pasteles, era algo inalcanzable. Yo que fui testigo ni el general ni su abuela ni
tampoco Humbertina que recordó mucho no tendríamos todas las respuestas
pero seguro aguardaban nuevas legendas dentro de nosotros, y allá afuera,
donde las rocas no son rocas y las batallas se pelean a caballos de fuego contra
gigantescos molinos ¡O lo que sea!... Yo haré la mía, lejos, en búsqueda de la
libertad imposible.

Todo aquello sucedía en aquellos días pero nada hizo cambiar a la abuela del
General a desistir de sus deseos de seguir derrochando (De manera
consumista) el gran botín que su nieto de las guerras traía.
El mar se llevó lo infinito
Y envolvió contornos de las arenas.
Huidizas
Voces de otro tiempo aparecen en piedras de tardes que se esfuman
con relieve de sal.

Silene Sanabria

Sedientos de libertad

“Se elevaban nuevos muros y torres de Gobierno, la provincia avanzaba


espantosamente‖ como estaba escrito en el muro de Los Poetas del Turismo,
los violentos edificios de los mercaderes extranjeros, las casonas con lujosas
fachadas, desde las ventanas veían el ir y venir de las plebeyas con curiosidad
e indiferencia, a las demacradas el dinero no equivalía el sacrificio del cuerpo,
y para colmo aumentaban los impuestos. Los que engordaban como cerdos
eran ellos, los ladrones autorizados para cualquier atropello, oficiales traídos
por La Corona para pregonar que todo progresaba y nadie se encargaba de ni
sembrar una planta de yuca. ―Que esperen los carros celestiales un poco
más”, así decían en medio de humillaciones, los que se quejaban caían en
manos de forajidos que azotaban las calles con palizas que para aquel entonces
eran consideradas legendarias porque alguien se atrevía a pensar distinto.

Tratamos de tejer posibles hechos. Entre las ansiosas miradas se respiraba un


aire tenso, una paz ficticia que se quebraría en cualquier momento. Nadie sabía
de los carros, decían que iban en camino y era cuando empezaban a leer las
sagradas trizas de papel Los poetas del Camino. Ellos decían que estaban en
camino junto con Fisher, obviamente sonreímos, obviamente volvían las
dudas, pero nadie quería problemas, los oficiales vigilaban desde las torres y
no se sabe si es el profesor que sacaba a orinar a la perra, el bigotón antipático
del portafolio de piel de cocodrilo, el bailarín de salsa casino llamado Miguel
con el tatuaje de Miguel en la espalda clavándole la espada, había en el algo
raro, sin embargo cualquiera de ellos podría ser espía de la Corona, cualquiera
podría dar la puñalada y actuaban muy bien. Incluso uno fingiendo humildad
(pero descubrí en sus frías pupilas la mentira) hablaba que la llegada de los
carros celestiales seria para el próximo martes, aproximadamente.
Se esperaba lo mismo del miércoles que del jueves, había algo en las ansiosas
miradas apiladas frente al muro, con la agudeza de un puñal rastreaban
presurosas entre las letras del cartel alguna señal de los carruajes. Ya nadie
supo que pensar después de tanto tiempo de ausencia. Lagrimas corrían en los
rostros conmovidos con las gestas de caballería de las trizas, el sacrificio de
Fisher vendía como conmovía, tratábamos de especular posibles hechos del
porque los carros celestiales no volvían (los oficiales en nuestro pueblo si les
fuera posible hasta vigilarían nuestros pensamientos) pero todo lo tenían
controlado, el gobierno tenía sus espías y soldados asediando toda la
población, Cortés nos decía que se desviaron para evitar a los asaltantes del
camino, otras veces que volverían de un momento a otro o que todo era culpa
de nuestra falta de fe. Escuchábamos todo con atención. Pero sabíamos, había
algo extraño en sus ojos, en aquella sonrisa…cuando hablaban de las batallas
contra el Imperio de Otredad, sobre como rescató los carros celestiales y
distribuyo equitativamente todo entre los pobres. Eran hazañas legendarias que
día y noche bajo la supervisión de los ocultos observadores con sus afiladas
sonrisas se pregonaban en las calles.

Sabíamos que eran rapaces. Mentían siempre. Pero teníamos miedo a decir
algo pues siempre estaban amenazándonos, culpándonos de todas las
desgracias sucedidas a causa nuestros pecados cometidos, eran tan infinitos
como sus largos sermones, y hasta con solemnidad los ancianos frente a la
masa hambrienta decían: ¡Arrepiéntanse hijos! ¡Cuántas veces se los hemos
dicho! No volverán así, si siguen con su falta de fe… Aburridos o hartos del
sermón tuvimos que aguantar más para ver si serian verdaderas aquellas
promesas. Solo teníamos que esperar. Quietos. Las carretas venían cerca. Los
amables sacerdotes venían preparados, desde las caravanas hasta llegar a los
templos arrojaban volantes como caramelos, la gente los leía porque querían
saber cuándo vendría la comida, era como cosa de fe, mantener al pueblo en
―Santa Paz‖, como decía Fisher en sus discursos de las trizas, ellos lo repetían
oportunamente después de cobrar los impuestos para el progreso de la
provincia.

Yo veía el cielo por las noches esperando su llegada, a pesar de que decían
que el artefacto prodigioso vendría como un sol entre las nubes. No me
importase de noche o de día, la gente tenía hambre y era cuando nos reunían
para entretenernos durante la ejecución de herejes. Derechitos, callados,
hambrientos y diligentes por la seguridad de nuestras vidas frente aquellas
fiestas públicas abarrotadas de lemas y promesas, y claro nuevas trizas de la
legenda que hablaban lo de siempre, estaban llenas de amenazas y esperanzas
de orden divino, los llantos extinguidos por el fuego no fueron oídos. Había en
los testigos con espaldas sangrantes una ―Santa Paz‖ que quema. Vean, vean
como el humo se eleva, ―Dijo el Anciano― la sangre va al cielo como una
purificación de los pecados. Libera las almas pecaminosas.

Interrumpí y le dije:

-¿Qué traerán los carros celestiales? ¿Arroz, frijoles?...

-Eso lo sabe solo Fisher. No podemos verlo pero lo sentimos.

-¿Cuando vienen? ¿Van a traer solo un saco de arroz para todo el pueblo?

El no dijo ni una palabra, sabía que de cerca lo vigilaban, solo en sus rostro se
estiraba una sonrisa más falsa que las nalgas operadas del gobernador.

-¿Y usted no se ha dado cuenta todavía? La profecía dice que ―vendrán


tiempos de abundancia‖

Entonces fue que capturaron a los que preguntaron aquella tarde y nos llevaron
a la prisión. Eran muy buenos peones de gobierno, los sermones y ayunos
vendrían luego con nuevas amenazas de terrores del Infierno para
programarlos de nuevo con la Santa Paz.

Abundancia, claro. La última vez los granos cayeron al suelo y nos arrojamos
desesperadamente y en medio del forcejeo y el griterío los Oficiales se
llevaron el resto acusándonos de salvajes. En el correccional algunos seguían
murmurando en secreto, arriesgados entre tantos espías encubiertos, más
discursos y rezos esperaban para los reos para ceder a la Santa Paz. Tras los
barrotes de las tenebrosas celdas brillaban los ojos mirando hacia el cielo, de
rodillas, esperando la comida y esperar era cosa de fe pero el fuego de la
hoguera y la amenaza de infierno nos hicieron olvidar.

Al llegar la noche distinguíamos a ver huesos carbonizados entre tizones y


cenizas. Nuevo día de terror salió entre las nubes, y con él las nuevas
promesas. Fueron firmados los nuevos decretos en La provincia de Quibor.
Con la llegada de nuevas armas y soldados prometían seguridad frente la
mirada de cien mil provincianos.(Todo lo hacían muy rápido, como pensé)
esperando los carros celestiales con la comida y seguían en espera leyendo el
muro Las nuevas buenas. O buenas nuevas, como les llamen. Nunca hallamos
señal cierta de que prometían ―Dijo el viejo Brandy―…ni una sola señal.
Por eso nosotros, que fuimos mayoría, dudamos. Y lo peor es cuando salimos
a exigir nuestros derechos. Cuando nos hicieron pagar en El Correccional.

-Pero en las trizas lo dice claro, señor. No tomaras lo que pertenece a tu


prójimo.

-Entiendo. Entiendo toda esa mierda de la tradición. Pero no sabes que no hay
mal que por bien no venga. Y mírame. ¿No me va bien? Además, míralos a
ellos, como pecan, como blasfeman día y noche de la autoridad puesta por
voluntad divina. No agradecen que sigan vivos…

-Pero señor, vea es que es demasiado cargamento de alimentos y de oro. ¿No


cree que terminaran descubriéndolo?

-Aquí me puso Dios. Ellos que se pudran. Que se las arreglen ellos que no es
mi problema.

-Sí señor. Aunque creo que lo estamos llevando muy lej…

- ¡Si me cuestionan a mi cuestionan a Dios!

Relucen de nuevo los puñales. Los impuestos subían y los precios en el


mercado. Estábamos contra la pared, se sumaron 3000 soldados más al cuartel
y debíamos agradecerlo porque es parte del progreso. Poco antes repetíamos
de memoria La Tragedia de los Caballeros de la Orden del Otredad y los
Ancianos distribuían rápidamente nuevas trizas de la legenda del caballero
entre los reos. Diversos retratos escritos que con el tiempo distorsionaron su
verdadero rostro saciaban nuestra sed de libertad.

Incitaban al fanatismo. Trajeron más confusión y motines las trizas de los


Ancianos. Inducían a la cordura con la repetición de legendas diluyendo en el
rio de prisioneros distintas versiones de la legenda. Algún día regresará
Fisher―Narraba el Anciano―…seguro estará en una guerra en Tierras de
Fuego. Un día lo veremos regresar por los aires sobre el lomo de su Ópalo…
¿Y son poderosos sus enemigos? ―Preguntó uno de los reos―…Esta escrito
que ha enfrentado a las carretas de fuego que se roban el cereal. Dicen que
no ha regresado todavía de aquellas duras batallas. Las trizas dice n que
cuando desenvainaba su espada salían rayos contra los titánicos molinos de
metal que asediaban con ruidos infernales a las provincias―Respondió con
solemnidad― Escuchábamos mientras las migajas de pan se repartían entre las
múltiples cabezas.

Arreciaba el aguacero. Tras los arbustos que improvisamos de escondite


permanecimos quietos. Advertimos rumores de pasos y ladridos. Nadie dijo
nada. Solo los ojos hablaban. Los custodios desviaron de ruta y entonces di la
señal y escapamos. Llegamos a la costa que rápidamente tripulamos y bajo el
viento torrencial nos dimos a la fuga. Días y noches pasamos en altamar,
remábamos con todas las fuerzas, sedientos de libertad entre el salitre de la
brisa y el sol inclemente. Hubo momentos en que pensábamos en el
arrepentimiento, que perdidos en aquella incertidumbre estaríamos pagando
otro castigo venido del cielo. Pero pecado imperdonable seria el retorno.
Preferíamos entonces la muerte y que nos perdone Fisher.

Debilitados pisamos la costa. Divisamos luces lejanas y caminamos por el


desierto hasta llegar al pueblo. En la noche refugiados en el antro de una
montaña comimos frente la fogata. Míralos…―Dijo Brandy―… sus
corazones están llenos de malicia, incluso hasta de sus propios hermanos.
Manejan una extraña tecnología. Como han cambiado las cosas… ¿Desde
cuándo habían sido así?, ¿controladas?, ¿fingidas?, ¿con más adornos que
cuando se ponen feas? La verdad es que estos tiempos son un misterio. A
pesar de iluminar de noche a su pueblo con enormes lámparas siempre tenían
miedo uno del otro, eso era así pues tenían sus miradas sumergidas en las
tinieblas. Atraídos por las relucientes luces de colores se dirigen a unos
salones donde consiguen alegría, placer y el exceso. Me desconciertan estos
hombres. No los entiendo. Viven en un mundo de ficción. Trabajan como
hormigas y sin embargo viven quejándose todo el día como miserables.
Pueden tener pensamientos alegres. Pero no ríen. Pueden tener pensamientos
tristes. Más no lloran. Viven en comunidad pero divididos unos con los otros.
Estos hombres están desconectados con su propia esencia y la naturaleza que
le rodea. Otros se sientan en unas salas oscuras donde contemplan unas
imágenes que se mueven como si estuviesen vivas, otros se situaban frente los
salones de exhibición viendo objetos con admiración. Y como marchan las
cosas en esta provincia no tardarían en relucir de nuevo los puñales…

Un día lo veremos regresar por los aires sobre el lomo de su Ópalo… Un día
lo veremos regresar entre las nubes como un sol sobre el lomo de su Ópalo…
En Las hazañas de Abraham Fisher estaba escrito que estaba siempre
acompañado por un aparato prodigioso, su caballo volador llamado Ópalo,
nacido en el árbol de las Piedras de Marte, un árbol sagrado ubicado en la
mítica ciudad Arboles Flotantes de Terrazas Verdes. Para llegar hasta aquel
árbol se debía pasar a través de una caverna tras de una de las cataratas de
aquel jardín paradisiaco. Fue a la guerra sobre Ópalo y sus ojos de fuego
varias veces, combatió la tiranía de La Burguesía y El Imperio del Hambre.
Otras versiones dicen que al venir victorioso de las guerras contra el Imperio
del Hambre lo coronaron Emperador de las Provincias. Pero ahí no termino
todo, existen trizas apócrifas que revelaron parte de su vida como Emperador.
Dicen que ―contaminado por las radiaciones pecaminosas de los molinos del
hambre se hizo desconfiado y déspota.‖ Verdad o mentira. Eso nadie lo sabe
¿Contradicciones?, ¿interpretaciones erróneas de las parábolas? Con sed de
libertad sacábamos los puñales.

Alguien veía la cruel carnicería a escondidas. Alguien tiraba de los hilos


creando conspiraciones tras las sombras. Muertes necesarias. Más alimento y
dinero para ellos. Poder. Las carretas para ellos solos…. Lo supimos luego.
Trizas infiltradas entre bandos contrarios, envidias y rencillas trajeron nuevas
masacres en el Correccional. Con sonrisa de satisfacción los custodios veían a
escondidas el recorte de la población penal. Afuera tampoco nadie es libre, los
ojos regresaban frente al muro rastreando una señal de los carros celestiales,
murmurando con más prudencia, más controlados, alrededor los espías y
soldados, si pudieran… pero esta vez las buenas nuevas decían que los carros
celestiales tardarían y vendrían el próximo solsticio de invierno. Todos estaban
llenos de júbilo y no solo por la mención de la palabra ―carros celestiales‖ sino
que también el caballero sigue vivo.

Mientras tanto sucedía en el Edificio Judicial:


-Es necesario. Se multiplican más. Amenazan con querer lo que por derecho
divino nos pertenece―Dijo el Anciano Cortés―

-Pero señor, están muriendo de hambre. No cree que…


-Mejor no cuestiones mis decisiones, o no solo no recibirás tu parte, sino
terminaras como ellos. Has lo que te dije de inmediato. Vallen al establo y
saquen toda la mierda que puedan. Que mueran de esperanzas.

Y saliendo de la habitación hizo una reverencia.

Después de la limpieza de infieles nos llenábamos de santidad repitiendo


nuevos versos. Seguíamos con hambre pero en paz, esperando la misericordia
de las carretas divinas. Montaba sobre un animal que volaba por las nubes
―Con dulzura repetía el Anciano―…sin necesidad de sorber una gota de
agua. ¡Y Luces salían de sus ojos de cristal!... ¿Y adivinen qué? El ópalo
cagaba plastas de una milagrosa piedra llamada bioespelotema y que al ser
besadas con fe verdadera y con los ojos cerrados después de un día de ayuno
se convertían en monedas de oro.

Ejecutaremos lo planeado. Ponga atención a cada detalle ―Les dice el alguacil


Hammer a los Custodios― Les darán nuevas esperanzas con nuevas legendas,
copiaran las trizas que antes censuraron y en la boca de los Ancianos se harán
oficiales. Las misma mierda esa de que serán salvados, ya saben, así
ganaremos una fortuna vendiendo el nuevo botín de los carruajes.

-Si señor―Repitieron al unísono con una leve sonrisa estirando en sus


rostros―

Con labios inmundos y estómagos vacíos no hallaron señal ni de oro ni de lo


que prometían de las carretas. Yo nunca quise llegar tan alto, hasta eso. Solo
asesinaba infieles y los asábamos para repartirlos entre nosotros. Ciertamente
la vida no nos daba muchas alternativas, y muchas plastas fueron besadas,
esperando que llegase la buena fortuna en El Correccional. Con el tiempo los
besos se convirtieron en fiebre de oro, luego la ilusión se tornaba en
decepción, mirando al cielo desde la oscuridad. ¿Alguna señal entre las
nubes? Nada… Entregados al fanatismo sembrado por Los Ancianos peleamos
muchas guerras contra infieles de otros pabellones, algunas veces tuvimos que
huir de grandes masacres y nos ocultábamos de sus ataques. Entre batalla y
batalla muchos compañeros murieron, sin tiempo siquiera para recoger sus
cadáveres y enterrarlos, o comerlos. Nuestras fuerzas se debilitaban. El
hambre y la sed de libertad traían un aire tenso. Una conspiración apócrifa
―Dijo uno con puñal en mano― Los Ancianos nos confesaron no tener todas
las respuestas. Los metales filosos de nuevo relucieron, brillaban más que
nunca, se avecinaban ahora contra ellos. Siempre los tenemos listos para hacer
justicia. Agarren a ese charlatán de brazos y piernas. Eso, que no escape
carajo. ¿Vienen con nuevas mentiras? Tráiganme el puñal. Eso… las
lenguas…

Van a volver, van a volver, puedo verlos, están cerca! Acaso no han
aprendido las enseñanzas? Tienen que saber esperar en Santa Paz. Inhalen,
exhalen. Así… Volverán, Fisher me dijo que por fin serán saciados.

Así los ancianos disimulaban la confusión, llamando a mantener la Santa Paz


entre reos, incitando cada vez más el fanatismo y fue cuando se vio un brillo
afilado en sus ojos, empezaron a venir con la idea de ―La Guerra santa por la
Paz‖ que vendría al rescate de sus soldados seguidores, que están en tiempos
de prueba, que solo importaba el sacrificio para alcanzar el Cielo, cabalgando
su ópalo estaba en camino con los carros secuestrados para salvarnos del
pecado, que aunque los enemigos los cerquen no pierdan la Santa Paz.

-Y son poderosos?

-Las batallas son duras pero si derroto a los Molinos titánicos entonces es muy
poderoso

Decían que van a volver. Yo también veía al cielo esperando, interrogando a


las estrellas, a la expectativa de algo que me hiciera olvidar este odio, esta
hambre asediada por los mismos largos sermones, aburrido. Todo había
perdido el control en El Correccional cuando subió el olor a carne quemada
desde la plaza principal, más que serenos, los siervos estaban tensos y con
ganas de matar al ver a sus amigos y familiares muertos, pero tenían que
olvidar porque ―estaban en camino‖ Timaban en complicidad las autoridades,
las mujeres salían a ofrecer sus demacrados cuerpos por un bocado de cereal.
En la confusa histeria voltearon sus miradas hambrientas de curiosidad en los
acusados. ¡Mienten!―Dijo uno―… hace días sospechábamos el fraude pero
callamos para no ser acusados. Protestas y piedras volaban en el aire contra
los timadores. Nos hicimos caníbales y justicieros a la vez. Las antorchas
alimentaban las ascendentes lenguas de la hoguera. Más leña. La multitud se
acercaba a recibir parte del despojo y los miembros asados de los opulentos
Ancianos.
El gobernador ambicionaba mucho más. Quería todo lo que podían amasar sus
manos, se le escapaba el poder al ver como sus propios generales huían o se
ponían de parte el pueblo en la sangrienta batalla.

Al día siguiente a parte de hablar del aumento de impuestos los Ancianos


vinieron para salvar su pellejo: confesaron su complicidad con los Custodios.
Elocuentemente cambiaban de tema como sobre sus visiones de La Tierra de
Los Arboles de Cristal, de sus cristalinos ríos y verdes montañas, lugar de
procedencia del ópalo y también nos entretenían con recetas para preparar
exquisitos platillos o la historia del Huerto de Oro, cuyo abono necesario era la
mierda del Ópalo. La idea de la libertad es una creencia más para
mantenernos controlados ―Protesté―… sin angustias, conformes y en
esperanza. ¡Es lo mejor!― Tratando de recuperar el orden respondió con
fingida templanza el Anciano Polaski―…pero no estarían en capacidad para
entenderlo ―

Ustedes hablan de Santa Paz y mírense, como hacen para verse tan gordos.
¿Dónde esconden los carros celestiales? Queremos verlos. Ya estamos hartos
de lo del aumento de impuestos, queremos libertad, igualdad, que rueden sus
cabezas! Abajo la corona!

Entonces sucedió que los reos de distintos pabellones se integraron a la


facción rebelde y comenzó la masacre contra los custodios y ancianos.

-No me sorprende. Como lo habían previsto los salvajes plebeyos le muerden


la mano a su dueño.

-Pero mi señor, los rumores siguen, las calles están llenas de gente que
protesta.

-Y eso que importa. Are que peleen entre ellos en nombre de La Corona y así
me quedo con todo el botín para mí solo.

-Pero mi señor los oficiales no los pueden contener más.

-Cuantos?

-Casi todos.
-Como puede ser? Entonces mándelos a todos a la hoguera!

-Y los civiles?

-Cuando se trata de la guerra la vida de los civiles no cuentan. El futuro


agradecerá algún día sus sacrificios.
-Y si viene Fisher y lo descubre todo.

-Entiendo, esa mierda de la tradición y sus estúpidas trizas, lo que no saben es


que no hay mal que por bien no venga, y si lo hago yo, es porque así lo quiere
Fisher. Míralos (Señalando a través del a ventana) como conspiran contra la
Corona blasfemando de la autoridad divina.

-Pero mi señor se mueren de hambre…

-¡Si me cuestionan a mi cuestionan a Fisher alguna objeción?

Relucen los puñales, brillaban más que nunca en los motines después de que
los fanáticos leyeran las trizas de papel pero más ferviente era la sed de
libertad de los rebeldes, sus aliados salían de las piedras, eran tantos que los
que leían las trizas se veían a acorralados ante la muerte pidiendo misericordia
y cantando los cantares de gesta esperando el rescate, pero no vino nadie, a
pesar de los diversos retratos hechos por sectas sobre un solo caballero, ni un
solo rostro hechos miles se presentó a salvar a nadie.

¡Y qué libertad!... Todo es mentira! ―Leía sobre la silla destartalada de


madera el viejo Brandy―…en mi libro descubrí viejas legendas donde
retrataban ilustraciones semejantes a las de las trizas. Después de ofrecerme
una rodaja de pan me propuso la oportunidad de hacernos socios. En ese
momento noté algo extraño. Descubría con disimulo que éramos espiados a
través de la ranura de la ventana. Eran los niños del barrio. El negocio de la
fumigación tendrá que darles una pausa necesaria... Se podía oír a los niños
reír tras la ventana luego de verlo insultar y lanzarle objetos a las sabandijas
que le cagaban los cuadros colgados en la sala. Sabíamos. Pero no los
tomamos en cuenta.

El problema de las plagas prosperaba entre los provincianos. Y sobre todo en


su cabaña. Ratas y huácaras abundaban, multiplicándose salían debajo de las
piedras. ¿O acaso las traería la lluvia? El viejo Brandy sobre la vieja mesa de
madera entre carcajadas seguía leyendo mi cuento: “¡Una fábula! ¡Desde el
comienzo lo fue! Nada cambió… Años de guerras civiles movidos por la
ambición y la venganza. ¿Y qué? Nosotros tampoco tendríamos todas las
respuestas. Nos hablaban de piedras que no son piedras, peleas a caballo
contra gigantescos molinos… ¡O lo que sea!… Yo haré la mía lejos, en mi
búsqueda de la libertad imposible…” ¡Este cuento tuyo va a causar un
impacto mundial! ¡Una gran masacre! ―Elevando sus manos al cielo dijo
eufórico―

Yo sentí miedo. Creí que moriría de un ataque de asma aquel visionario de


tantas explosiones de carcajadas.
Como verdaderos niños, todos eligieron ser mensajeros, los que van al
galope por el mundo, y como no hay rey alguno, se pregonan unos a
otros sus mensajes, que ya carecen de sentido. Con alivio pondrían fin
a su vida miserable, pero prefieren no hacerlo
debido al juramento contraído.

Franz Kafka

Uno es Todo

No se sabe si fue día o noche, no se veía ni un reloj, ni un retrato, ni idea...


¿Qué hago aquí?... ¿De dónde vine? ―Alguien preguntó―

Datos:
Nada: ?
Algo: X
Uno: A

Formuló sobre el lienzo del cosmos

Nada (?) es una ausencia y a la vez es algo incognito, pero de la Nada (?)
deriva Uno (A). Por lo tanto: Nada (?) debe ser Algo (X)…?... Pero sigue
siendo Nada (?). ―Se contradice la formula pues Nada (?) no puede ser Algo
(X) ―Uno especuló―

–¿Será que la existencia es la confirmación de una ausencia? ¿Todos son


Uno? Me resisto a pensar que Nada!, ¡Algo!, ¡o como se llame se dedique a
jugar a los dados con la creación!
"La materia es sólo energía condensada en una vibración lenta,

todos somos una sola consciencia

experimentándola de manera subjetiva,

no existe la muerte, la vida es sólo un sueño

y somos la imaginación de nosotros mismos."

Maharaji

El presunto Capitán

Toqué la puerta de cristal ahumado del encumbrado edificio. El abrió la


puerta. Veía los afiches y listas de precios, un repaso rápido por las vidrieras,
pero ningún libro. Sospeché que aquel sujeto intentaba retenerme con
adulaciones, insistía cercarme en un rápido asalto con una sonrisa artificial,
proyectando con una bocina ondas cacofónicas que él llamaba ―música‖.
Míreme aquí en este afiche ―Me dijo― Aquí salvé de un incendio a Sandy y
Papo en un concierto… y mire… Después de varios minutos el estómago lo
tenía revuelto. Un rotundo olor a negocios sucios. Venía de conquista el
bichito y escapé pronto de aquel ruido a paso rápido entre la multitud de
cuerpos en movimiento. Él iba atrás, con ganas de continuar su eterno sermón
inacabado, sus cosas sugeridas, su argumento de morrocoy… Lento….
Pesado… inacabado… Sus lagunas mentales…. Venía de conquista y sabía
cómo poner con fría gentileza cada palabra en su sitio con una sonrisa tensa de
oreja a oreja. Le brillaban los dientes.

Con flux y corbata bajo el picoso sol oriental sugería cosas al público con el
hedor de su mercancía. Con largos sermones venía de conquista y lo había
despistado unas cuantas veces hoy. Seguía de prisa en búsqueda de un libro.
Mejor dicho, dos. El primero titulado ―Rescate de Valores en la Sociedad
Consumista e Industrializada‖ y el segundo (que casi resignado daba por
perdido) ―El esclavo de su ignorancia‖. Apretados por la acera angosta, el
tropel de autos no jugaba a la hora del atropello, las latas a ruedas formaban
una masa confusa, tensa, larga, los conductores ladraban y yo seguía cruzando
al ver cambiar el semáforo en rojo desde la isla (¡Coño! Y ahora que
recuerdo… hay un tercero también…. Me lo prestó una vez alguien que
todavía tiene pendiente bajo las telarañas de su vieja biblioteca cuadernos
repletos de cuentos y novelas) donde contoneando con coquetería sus corpiños
sobre el ardiente asfalto las viejas indiecitas asomaban los potecitos de cartón
a las ventanas de los autos. Cuidándome de los ―traga flechas‖ me apresuré
más allá de los carros. El semáforo en rojo les daba más derecho que en verde,
pisé la cuadra siguiente.

Mantuve silencio oculto tras el loco que sonreía sin dientes. Lo veía en su
extraño rito, bailando sin música, comiendo del basurero la porquería
milagrosa que lo hacía feliz, comía del esqueleto de una sardina. Pero creía
que comía pollo con bollitos mojados en guasacaca (Y la guasada era en
realidad guate de loro) y eructando poemas―Como decía Humberto Ramos―
Que loco tan genial. Sus poesías. No tuve tiempo de escuchar más sus
disparatados ideales mezclados con algunas cosas de gran profundidad lógica.
Y continúe más allá de Sabilar y del Roraima, la bodega donde vendían el
mejor monte para sopas de todo el país y se dice que durante la antigüedad
fumaban mucho orégano porque era buena para la tos, recuerdo que lo vi
escrito en el 77, todavía yo no había nacido, mi antigua reencarnación como
carnicero escribiendo con sangre mi libro ―En busca de Rescate de Valores en
la Sociedad Consumista e Industrializada‖, ―El esclavo de su ignorancia‖ era
otro libro excepcional, no pegó tanto pero me doy la molestia de mencionarlo
a pesar de que no le pararon muchas bolas, creo en ello, debería ser publicado
en masa, o quizás el éxito no se deba en lo que lleve dentro sino igual por la
mujer de la portada, texto inédito y ortodoxo a lo que algunos catalogaron de
spam. Relataba sobre encuentros con divas extraterrestres en Ciudad Cristal
donde te dejaban en la ruina en un santiamén. Tenían poderes míticos, te
hacían desaparecer hasta el último billete, como esta testificado en los
mensajes subliminales de ―Cantaba victoria‖ (Retrocediendo en la parte que
canta: (Déjennos robar en paz‖ en realidad decían ―no existe el hambre, es un
invento Nazi‖)

Lejos del pedante estaba yo, pero sucedía algo extraño. Advertí que alguien
seguía mis pasos. ¿Qué tal de nuevo? Estaba pendiente de un billete. De sus
testimonios de cuando era delincuente. Edgard William Barkev Ras es el
nombre completo del pedante. En su carnet se podía leer ―Promotor del Verbo
Profético‖. A pesar del rotundo olor a negocios confesaba trabajar
afanosamente en darle presencia a sus productos. En aquella época ―Seguía
su sermón―…cuando apenas existían los últimos indicios de leche en polvo y
Harina Pan en mi pueblo pensamos en vivir del turismo, reunimos tierra,
piedras, y mierda, bastante mierda, la hacíamos pasar por la que cagaba
Capitán Hendrix y levantamos sin cemento el primer templo identificado con
el logo de la sastrería de abuela. Un gorgojo. Justo aquí tengo entre mis
productos Mierda Sagrada, ahora disponible en estuches dorados de Edición
Especial. La original… y cagada por el mismo en la montaña de Piedra Santa.
¿La original? ¡De marca!...

Hasta donde llega el fanatismo ―Respondí con repulsión― ¿Eso que esta
allá... no es una ardilla cortando leña?

- ¿Qué?... ¿Dónde? ¿O estará tomando la leche que derramó el cura?...

- Allá mira.

-¿Dónde?...

De milagro logré despistarlo. Se escabullían mis pasos entre las viejas que
fumaban algún tipo de yerba medicinal a la entrada del parque y en un
momento dando la vuelta… ¿Dónde estabas? ¿Qué?... ¿Cómo? ―Sin creer
todavía que veía al pedante― Te cuento, sucedió cuando me dieron una
nueva oportunidad, al oír el escopetazo… era el momento en que a los
fanáticos se les salían las lágrimas, hasta los mismos policías que me
perseguían por mis crímenes me los dejaron pasar y de rodillas llegaban a
pedirme milagros, y a donar colaboraciones. Todos hablaban de mí. ¡Me
confundían con un dios! Ahora me siento tan optimista, tan exitoso, ¡tan
positivo! Tanto que aspiro lanzarme como candidato a Presidente de la
República. En esos mismos días ocurría no la fiebre de oro, sino la fiebre de
mierda. ―Pasando por el monte a esa altura del sermón pensaba en improvisar
alguna maniobra de distracción―… y muchos vendedores ambulantes la
recolectaban, otros producían su propio cultivo, ubicados a orilla de las
carreteras, autobuses, terminales de pasajeros, sitios turísticos y hoteles
vendían haciéndola pasar por la original presumiendo de sus facultades
milagrosas.
Pasábamos por el camino de tierra y desde la puerta una casa se podía oír el
estridente grito de una doña de labios colorados: ¡Joao mira lo que te tengo
aquí! ¡Te sacaste el premio gordo! ¡Dios te bendiga mi bella! ―El Respondió
contento―… ¡Tú sí que eres productiva!

¿Se puede saber qué clase de premio habla la señora? ―Pregunté―

-Materia prima. Oro orgánico, ¡kilos de suvenires! ¡Kilos de mi…

-¡No insista!, ya le entendí.

Siguiendo por el camino de tierra llegamos al Casco colonial. Me seguía


contando como emprendió su primera Fábrica de Suvenires Artesanales a Base
de Mierda Sagrada. Comentaba acerca de su labor en el templo, donde las
colas se hacían interminables para poder comprar un gramo de mierda
sagrada.

–¡De la original!... La mejor de las mierdas… Ese día en la iglesia las reliquias
se nos agotaron. Y mandamos a comprar más. El aceite de Boquerón también
crecía en demanda. Aceite del auto mercado. Nadie notaría la diferencia.

–¿Estafadores entonces? Bichito. Sabía que algo olía mal por ahí.

–Es que llevo mercancía a mano. Se venden como pan caliente.

–Allá… ¿Ese no es un avión de papel?

–¿Dónde?

Escapé de prisa del pedante, el presunto Capitán. Avancé más lejos. Más allá
de la vereda y de las paredes pintadas de colores frente de la escalera del
parque y luego cruzando la avenida donde una pareja de raquíticos comían
huevos sancochados con sal. Las piernas a todo dar. Tomando un taxi en el
terminal casi cantaba victoria y al abrir la puerta…

–Te estaba esperando.

–¿Qué? ¿Cómo?...
–Eso no importa. No hay tiempo. Acompáñame, vamos rápido. Te sigo
contado: Hace rato recordaba a la vieja ciega venida del campo con su puñado
de billetes en las manos. ¡Ella venía a entregarlo todo! Y así fui prosperando
cada día más. Con frecuencia se me veía recitar algún testimonio desde el
púlpito. Yo mismo fui, yo mismo pinté en el escenario a los tigres comiendo
trigo con niños cabalgando sobre sus lomos. Extendiendo al aire sus hediondas
axilas.

–Técnicas de mercadotecnia. Adiós… Estoy perdiendo el tiempo.

–Espera… ¡más bien ganas! ¡Así aprendes a ganar dinero! Y hablando de


tiempo. Confesaba mis pasadas fechorías antes de convertirme al credo, no
demoraba en detalles: primero les comentaba a los pendejos, perdón fanáticos,
sobre ―aquellos tiempos‖

–¿Por qué no se va para la mierda?

–Ya va, Ya va…espere… No necesito. Aquí llevo mucha. Y fresca. ¿Quiere


olerla? Como le decía…Luego me discriminaron en la aldea por tirar piedras
a las vecinas chismosas, romper matas, matar animales, vomitar en las calles
y…

–¿Y por estafador?

–Ah... ese detalle… De mi aldea luego escapé, me fui lejos. Todos mis
hermanos avanzaban y yo era la única oveja negra que empezó a dedicarse al
robo, atraco a mano armada, estafar clientes con mensajes subliminales,
asesinar a sueldo y de gratis regalaba las balas.

–¡Y tan caras que están!... ¿Verdad?... Adiós

–Espera…. Sí, eso… Y la lista era larga, no debía comerme el tiempo de pedir
las ofrendas y finalizaba con la parte más conmovedora: ―El momento del
arrepentimiento de mis pecados‖, ―mi iluminación mística‖: no tenía ni un
centavo la cartera que le arrebaté la doñita, me antojé de aquel libro, ella se le
aferraba con fuerza, la amenacé con pegarle a un tiro.

–Pobre anciana. Debiste ser todo un canalla.


–¿Eso por qué? Ella se defendió pegándome en la cabeza con su libro gordo.
Su libro comercial es el más vendido. Me dieron una nueva oportunidad al oír
el escopetazo.

–¿Escopetazo?

–Muy difícil de explicar. Era como… como… Era el momento en que a los
fanáticos se les salían las lágrimas. Como cuando vienen los mensajes
comerciales. Y así el templo fue prosperando cada día más.

–Conmovedora historia. Publíquela. Y luego la vendería con seguridad a


cualquier ingenuo.
¡Qué fétido! ¿Qué es eso allá.
–¿Qué?

–Mírelo bien.

Salí del taxi y escapé de aquel bichito a la altura del árbol centenario de
tamarindo, tras los pregoneros de diarios y motos taxis y unos perros en celo
que removían el polvo peleando por la perra. Vi sentado en la plaza al mismo
loco de la mañana junto a un enano ebrio con su cuartico de litro a un lateral
del banco y le decía: Si, son ellos… los humildes. Ahorita no se ven, pero si
sabes esperar… los que trajo aquel aguacero… los llaman los humildes. En
aquellas nubes montunas más allá de las lomas más altas, allá no se llega ni
sobre el lomo de un burro ―Respondió el enano ―…Pero no lograba
percatarme de una sola cosa. ¿De qué cosa no se han percatado? ―
Interrumpí la conversación con irónica curiosidad ¡Fanáticos! ―Gritó el
enano simulando importancia con voz de alarma―… Ellos mismos son,
tomaban sus mensajes y hacían con ellos una sopa, abarcándose, uno contra
el otro, y aquella confusión era pura paja. ¿Me oyó? ¡Paja! Hasta la
consumación de los tiempos, paja a todos ustedes, y entre vosotros, paja a
quien la merece…

El discurso del enano se convirtió en monologo desde que advertí al semáforo


cambiar la silueta del hombrecito en verde. Al llegar al sitio vi que tenía en su
valla impreso un faro en el desierto, intuía que el éxito de sus ventas se debía
también al ingenioso diseño de sus letras y su logotipo copiado desde la
antigüedad. Revisando en las estanterías de la biblioteca, saturada en mayoría
de bolsiclones celebres con títulos catedráticos logré encontrar algunas joyas
invaluables, por ironía, entre los libros de remate.
Lograr unir las mentes de muchos humanos,
ha sido desde siempre, una de las estrategias de los dioses.
Y esta estrategia está dirigida a unir
no sólo sus mentes sino también sus cuerpos,
de modo que muchos de ellos
estén reunidos en el menor espacio posible.
Esto facilitará su propósito de
«ordeñar» energéticamente a los humanos.

Salvador Freixedo

El origen del mito

…como en “Los polémicos Quijotes” (Hoy disponibles en internet) descubrí


algo. Reflejos, destellos de un mundo perdido, retratos, ironías. Las letras
ilegibles narraban sobre una civilización antigua anterior al último holocausto
nuclear. Todos aquellos datos me arrojaron un olor fétido. Hallé lo que tanto
sospechaba al levantar las suelas de mis botas. Había pisado sobre las rocas
milenarias donde se encerraban grandes misterios. No me extrañaría que luego
las editoriales se negasen a publicar el documento revelador que echaría por
tierra la labor ejercida por los más afamados arqueólogos modernos. Ayudado
por mi intuición descifré los fundamentos esenciales de las religiones, el
origen, la cura para el cáncer, como evitar las guerras mundiales, las permutas
para ganar la lotería…

Como dije antes en mis discursos ―no es invento mío‖, es más, es una verdad
universal. Investigué y descubrí más sobre el Gran Fraude. Viajé hasta los
pueblos originarios, países lejanos donde tuve que vender todos los libros de
mi biblioteca para costear boletos de ida y vuelta.

Seguían cayendo serpentinas del cielo, seguían cayendo globos o volantes o no


sé qué rayos pero para cubrirlo todo de esperanza con la baba en los labios el
Capitán Edgard Millán clavaba sus ojos en las jovencitas de la valla de
plástico bajando el cerro de La Llanada prometiendo la venida de comida. Si
viene hoy, si vienen mañana. Números…. Bah… ustedes no entienden. Ustedes
no saben esperar. Hubo una época en que esto no se veía. ¡Todo es culpa de
ellos! Solo necesitamos que tengan esperanza, el Esquema está en proceso. No
saben agradecer. No entienden. Por ejemplo, un vaso, un recipiente de datos,
un robot biológico. Así es su falta de fe. Debe ser así. Esperar. Deben… El
vaso ya no es lo que era antes y en estos momentos no hay nada mejor que un
buen trago a la salud―Elevando al cielo la botella de brandy― ¡Malditos
malparidos! Para eso hasta acá han caído―Protestó el viejo― Y comenzó el
Golpe de Estado, cazándose con bombas caían más rápido. Bombas que tanto
arruinaban y tras el cristal están listas las letras buenas, preparadas y ¡fuego!

No decían nada pero se suponía que todo estaba bien claro y lo mejor de todo
es que eran ―diáfanas‖ en el baile para Pescar Esperanzas donde fiscalizaron
todo el dinero para fines misteriosos que solo sabía el gobierno. Prostituían los
medios de comunicación a su servicio desde hace mucho, recibían raciones de
colores en ―El Biombo‖ (pantalla virtual) para negociar transacciones llamadas
―Loto Po‖. El Ejército marchaba al son de la banda y asediando con Fuentes
de Datos empezaron a masturbar el disparate en la mente de ansiosos fanáticos
de hojalata. Esparcían con violencia (Como si de una enfermedad se tratase)
los lemas asignados. A lo lejos un bullicio, estruendos, venían con sus lemas
entonando el himno ―Trompetas y tramas de venganza‖ Si yo fuera Presidente.
Si yo fuera entonces promulgase la ley para que se cumpla, cárcel para el
que se vea por ahí desperdiciar el chorro de una manguera. Aquí en mi país
no se pierde el agua. Y todos a sembrar. ¡Que se eliminen la tercia parte de
las carretas y todo el mundo a caminar! ―Dijo el viejo―

Interrumpiendo el discurso magistral en la Universidad de Oriente entre la


muchedumbre de más de cien mil ciudadanos salió una fanática y le dijo:
-Qué bello. Por favor, cántame la de La gaviota.

-¡Tranquilos que todo caerá bien! ―Se oyó en Cadena Nacional en una
corneta de más de 1000 watts― ¡Dinero caerá de arriba como serpentina,
como arroz, como harina!

-Mienten. Solo tuercas y cachivaches. Pura paja. No les crean.

-¡Disparen a matar! ¡A callar todos! ¡Poder! ¡Mandaremos como sea!

Mi primera impresión al llegar antiguo aeropuerto fue que los rollos fueron
plagiadas de escrituras más antiguas pertenecientes a la Era de Los Carros de
Mano, en la ciudad Marcos Fuentes, donde se halló el rollo cerca de los
cadáveres de los fanáticos que saltaron en busca de la libertad, el 9 de Julio
del año 1997. (Hecho sucedido por una misteriosa casualidad un año antes de
la muerte de papá) Halle también otro rollo, en el hallé escrito: “…Se ha
creado la primera pista de aterrizaje…” (?) No viajaron hasta América pero
tenían la cartografía del planeta entero… no tenían satélites. No fabricaron
cohetes. Sin embargo representaban en sus esculturas pequeños astronautas
sobre carretas que vuelan y simbolizaban al bachaco en su logo. Todo calza.
¡Justo como lo hacen ahora! Ellos han fabricado, bajo el mandato de los
Hackers, un nuevo prototipo de animal (una especie de animal inteligente que
es capaz de reproducir el disparate bajo su frecuencia a través de los nervios
cerebrales) que es más voluminoso que el de su predecesor, los sin nombre, y
pueden servir a sus amos con disciplina. Odio estos guisos genéticos que
transforman la ciencia en industria involutiva. Estas prácticas se usan sólo para
formar animales domésticos todavía más hábiles (al servicio que les conviene)
pero no para mejorar una especie.
―El futuro demostrará que lo que ahora
llamamos oculto o sobrenatural está
basado en una ciencia todavía no desarrollada,
pero cuyos primeros pasos están siendo dados
mientras hablamos.‖
Nicola Tesla.

Traficantes de luz solar

Escuchando la conversación con disimulo se asoma y murmura:

– ¿Es cierto, habían comprado divisas en la bolsa de valores?

–No os fatiguéis ni recorras caminos pedregosos, a usted mismo los señalaran


y buscaran, y cuando lleguéis al final de ellos, os digo ciertamente, allí
encontraréis vuestro tiempo. Por esta razón os digo buscad lo bueno, las cosas
que elevan el alma fortifican el espíritu y estructuran la mente. Porque
vosotros que recibís y que no guardáis, pierden la más bella oportunidad que
se os brinda, la duda quebranta el espíritu y mata la mente… Sí… La cosa
esa… y tienen hectáreas de terrenos sembrados en la luna.

–Sí. Está bien, ponte a creer, a la luna no ha llegado nadie. ¿Te fijaste cuando
cayó el foco en la grabación aquella

–¿Todo un fraude de la NASA? ¿Eso Crees? Todos ustedes son iguales y aquí
me han esperado, engañados, habéis esperado que la luna se manifieste como
una columna incólume tomada de la roca viva, en donde se plasma lo absoluto.
Allí está ELLA, a la espera siempre de quien la busque la encuentre para
sembrar opio en ella. No tiene metales preciosos, ni tiene vestidura de colores,
no permanece dueña ni esclava de nadie solo tienen en su escudo la imagen
del bachaco.

–¿Será un símbolo de alguna cofradía de la antigüedad?


¡Qué buscaran allá, en vez de sembrar en la tierra!

–Aspiran más que los del Wall Street. Pero todo natural… no pasa nada….nos
pueden oír. Sin embargo vosotros los humanos me entendéis queridos amigos
y amados hermanos, el hombre fue desde el principio con la luz solar y como
tal está sujeto a la ley yo os manifiesto en esta oportunidad, que tenéis la dicha
maravillosa de poder encontrar energía para encender el televisor, la lavadora,
una plancha, la energía pueden buscarla afanosamente con toda vuestra alma,
corazón y mente, porque quienes la buscan, la encuentran.
Así pues YO fabricante de paneles solares y sabiduría. Yo soy amor y vibro
con cada uno de los electrodomésticos que se conectan a la luz y es más, con
los que me encuentran

Aquí interrumpió un miembro del grupo para preguntar por su nombre.

–No lo creo. Y dicen que piensan traficar con luz solar.

–El Sahara está lleno de luz―Dice con nerviosidad el pelón con el trago en
mano―… cada milímetro, millones de paneles solares. Todo ahora amenaza
con eso de ser ―más sano y natural‖. Y todo gracias a la nueva transaccional
de Combustibles Tesla. Y sobre los carros que van a la luna… no sé si corren a
gasolina o sal marina. Pero ningún hombre, nadie la puede encerrar, y cuando
la cubren a ELLA está allí, permanece porque su Ley es más fuerte que
quienes la cubren o quienes la tratan de encubrir. No es esclava ni ―amo‖, no
se somete a ninguna voluntad. Sin embargo, muchos tratan de doblegarla con
palabra falaz. No tiene dueño y nadie la aprisiona. Yo Soy dador de luz solar,
fabrico paneles solares y también soy su protector, porque en mí se manifiesta
libre y bella como una codiciada flor.

-No hará más falta el petróleo, entonces.

-Los grandes empresarios de la economía mundial lo saben, pero lo ocultan.


Es lo que más temen. Que sepáis la verdad. ¡Si ya sabéis quien Es! Os digo...
Bienaventurado sois hijos de la Luz solar, porque protector soy de ELLA y la
Ley está sujeta a ella desde la preexistencia y se dará a los hombres con la
energía libre y eólica limpia desde los collados de los montes, y desde allí se
hablará con ELLA a los cuatro vientos; al Norte y al sur, al Este y al Oeste, y
los hombres finalmente la poseerán... ¡si vosotros andáis acompañados de
ELLA! Entonces benditos sois y la paz sea con vosotros. Indudablemente
muchos de ustedes presentarán controversias en su futuro interno,
manifestaciones negativas, oposición y mal arte para discernir la luz de lo
oscuro. ¿Por qué se empeñan tanto en ser más sabio que el sabio?
–¡La esclavitud, el dolor, el saqueo, el miedo, la destrucción!... ¡Eso es lo que
quieren!

- YO SOY pues anciano ante vosotros Y YO SOY, y podéis llamarme


fabricador de paneles, porque equilibrio y armonía soy... ¡No rompo la
LEY!...pues Soy la Ley. Y cumplidor Soy de ELLA. Recordad que llegado el
momento uno por uno serán separados de la manada, y se escogerán a aquellos
que la han encontrado y sabedores de ELLA con ELLA andarán y uno será
tomado y otro será dejado. ¡Mirad que os lo digo! Que no os sorprenda aquel
día que el hombre será arrastrado como tamo y será quemado como desecho,
porque el día de la LUZ SOLAR está aún a las puestas de tu casa, y la Espada
una vez que salga de su vaina, será para marcar justicia y nadie podrá
esconderse a su faz a la luz de la Verdad que viene clamando. Que no seáis
pues sorprendidos como ladrón, utilizando energía fósil y contaminante. Estad
pues preparados y os acogeré en mi seno y os daré finalmente las buenas
energías renovables, os reconfortaré y os daré mi amor y mi ternura, y ya no
caminaréis sin destino, porque de cierto os digo que SOY anciano ante
vosotros pero no por edad sino por conocimiento. La Paz sea en el corazón de
cada uno de vosotros...PAZ...PAZ...PAZ.
Nadie me cree

No juego. ¿Qué no es verdad lo que dije? Rían. Rían enfermeras. No pensarán


más en lo mismo cuando tenga éxito mi libreto. Arrastraré a más gente al cine
que la película “Miguel”. Veinte millones desperdiciados. Veinte… Y para
aquel tiempo eran una buena fortuna. Veinte millones. Ignoraban que estaba
en planes. Me apodaban ―Tiburón‖ en aquella época. Los ignorantes
Cachemirianos. Ignorantes sin agradecer todavía la primera publicación a
color. Es natural. Estratega del rotulado, músico folklórico estilizado, no sé si
conservo una copia del L.P de entre estos cachivaches. Cuando me presenté en
el programa del difunto Amador. Soy Pedro ―Le dije ― Y más nada. Me
contrató.

Todos creían que Mata de Coco era Miami. Pegar no es fácil y ni con veinte
millones y un libreto chimbo. Miguel. En aquella Sala de espera de
Rehabilitación recordé una idea, la fórmula para hacer mucho dinero. Todo lo
maquinaba desde hace tiempo. Y empecé a escribir, y a pesar de mis esfuerzos
nadie alcanzó a creerlo. Y que mucha mentira para ser verdad… ¿y qué
pensaría usted? que lee este testimonio. Entiendo… no lo culpo. Veinte
millones no son mejores que una cámara filmando aquella escena. Yo tenía la
piel de papel dentro del agua. ¡Sangre! Yo le veía las aletas y fui a verle los
dientes. Hola, disculpe. ¿Sabrá de quién es la sangre en el mar? ―Le dije―
Oh, Dios mío ¡Sangre! ―Respondió alarmado el tiburón― No lo menciones
ni en broma… De eso no sé nada. Cepillaba mis dientes. ¿Los ves? Blancos.
Deje de pensar en esas tonterías y relájese, le invitó a una fiesta. ¡Algo bestial!

El tiburón no paraba de hablar de sus acetatos de Sandro, Nelson Ned y


Rafael. ¡Cincuenta clásicos! ―Llorando de nostalgia―… Cincuenta que mi
hermano remató baratos

Mientras tanto en la superficie:


¡Capitán Champan, lánceme ―el cuchillo número 6‖!

Regresé y se lo clavé bajo las mandíbulas. Lo rajé, rebané, monté el sartén,


fuego, aceite… En fileticos… Y los dientes para Krusty. El payaso de la
turbina. Odiaba las bromas. Advertí luego lo imperdonable. Alguien derramó
al mar salsa de tomate y entonces ya no pensé más en subir al yate en busca de
las medicinas. Y eso es todo… Un buen libreto sobre s historias que pasan y
nadie las cree. ¿Verdad?... ¿Me cree? ¿Todavía no? ¿Quién me la compra? ¡Yo
soy testigo del caso y tengo la prueba! En el hospital me cosieron 150 puntos
en la pierna izquierda. Y morí días después, por un uñero.
En cada reunión, sentía unos dolores terribles de cabeza.
Los extraterrestres me habían prohibido tomar
pastilla alguna para estos malestares.
A cambio recomendaron comiera mucho
coco y miel de abejas dos veces al día,
mientras duraban las comunicaciones.
Podía intercalar el coco con semillas de marañón
o bien con avellanas. Además, debía comer
mucho pescado y todo
lo que contuviera hierro y fósforo,
como las legumbres.

Enrique Catillo Rincón

El secreto

Escuchando con disimulo temerosas pastaban, evitaban hacer caso omiso a


escandalosas teorías conspiratorias de una oveja, que tratando persuadir al
resto con planear una fuga les decía:
–Todo es mentira. Créanme. Y yo no digo la verdad.

–Sería mejor mantenerse dentro–Una murmuró a otra–…nos quiere enamorar


con utopías, conspirar contra nuestra seguridad alimentaria no suena nada
bien. Ignora que allá afuera podrían esperar lobos hambrientos.

–No sé por qué no agradecen todavía. La madera es de caoba y el candado


cromado es importado.

La oveja idealista escuchando las especulaciones rompe la conversación:


–Eso lo saben todos. ¡La paja!… por ella todas callan. ¿Y los pollos?...
¿Alguien saben a dónde se los llevaron? Ignoran sobre las habilidades de la
doña con el cuchillo, ¿No veían acaso como consentía a veces a los cerdos
con golosinas? … ¿Desde cuándo no volvimos a verlos?

– ¡Eso no es nuestro problema! No trate de confundirnos de nuestro con sus


extrañas teorías.

– ¡No sea ignorante!―Intervino otra oveja― Manténganse cómodo, sea


agradecido. Seguro el granjero los llevo a un lugar mejor.
–¡Meee! Ya saben el antiguo mantra: ¡Coman paja y mantengan la paz!―Dijo
otra oveja

Un día junto a varias ovejas fue llevada por el grajero al establo. Descubrió el
secreto que jamás pudo ser revelado.
El conspirador

Nada como un buen trago de agua a la salud, agua medicinal puesta al sereno
en la madrugada, un buen trago y un limón para comenzar el nuevo día.
Después de facilitar la evacuación al baño a caminar al parque. Caminar.
Después a visitar al señor que tanto habla de lo buena que es la playa.

Allá vienen los comunicadores―Le dije a Abel―Yo tengo una gran duda.
Ocurrió al visitar al señor que tanto me habla de lo buena que es la playa y
aburrido de tanta cháchara apresuré mis pasos para le seguirle más de cerca a
ellos. Quería creer. Y a pesar de no entender nada de eso, de que
alcanzaríamos a ser ―buenos‖ (como se suponía) si esperábamos lo
suficiente… Esperamos. Fumamos. No hubo tragos de vodka el día aquel
(para el bien de los bolsillos) sobre la barra pero si antes en una época antes de
la gran hambruna. Ahí estaban ellos, Tomando cerveza al lado. Me asome a
pedir fuego. No estoy armado–Le dije tratando de ser político–por cierto…los
mensajes subliminales… son más mortíferos que las armas de fuego. ¿Qué
será lo que tanto ocultan con ellos? ¿No tendrán un cerillo o un yesquero?

Fingiendo naturalidad dieron la vuelta, indiferentes, y empezaron hablar


acerca de antros, vicios y permutas.

Rojas comprando en la bodega una barra de chocolate empezaba a exponer sus


tradicionales ironías del día. A pocos momentos llegaron ellos. Eran
Michelena y Febres, un par de pintores que se dedicaban a pintar panfleto del
gobierno. Hacían barras en el parque hace rato. O eso aparentaba. No habían
advertido nada los pacos. Murmuraban sobre ambiciosos proyectos. Pintarlo
todo con nuevas premisas que rescaten la confianza en el gobierno. Luego
iniciarían una campaña acerca de las siembras que se habían perdido en manos
de oportunistas, manos que se lo gastaron todo dizque en plazas, cornetas,
micrófonos y cámaras para la seguridad ciudadana. Una campaña contra la
corrupción que sucede en los países como Irlanda o al otro lado del planeta.
Así se enfocaría la rebeldía del pueblo en otra dirección, en busca de nuevos
culpables. Así se conquistara por más tiempo mayores capitales con la
ingenuidad del pueblo. Ellos murmuraban apasionados esos proyectos hasta
escuchar las ironías de Rojas. Guardaron silencio sepulcral, miraron a los
lados, detrás. Y porsiacaso hasta por arriba del techo.
–No hay nada que temer. Eso creo. Pero veo que pasa mucha gente. Y siguen
viendo.

–No veían. En serio.

–¡Veían!... Te lo juro. Uno de ellos. Cualquiera…

–Uno, ¿verdad? Ahora si ven… verdad… ¿Y si lo oían todo? ―Dijo Febres


mortificado―

Estaban al tanto de los detalles. Las ironías. Las codificaban minuciosamente y


con frialdad. Y sin embargo, veían con asombro que de una manera o de otra,
los cuerpos de los ciudadanos se reunían en determinados lugares para
sacrificar animales y sus mentes se unían para pedir, aplacar, alabar y temer...
porque los dioses han amenazado y han castigado si no se obedecían sus
mandatos. Sin embargo seguían mortificados al oír a kilómetros de distancia,
tras el dulce en el subterráneo, la marcha de una hilera de insignificantes
verdes hormigas de ojos muy grandes. ¿Insignificantes? ¡Que bichitos! Eran
como pisadas de mamuts. ¡Cuántas cámaras y micrófonos no tendrán ocultos!
Atornillando la tierra y avanzando a pasos de plomo. Podrían ser robots
creados con nanotecnología. Pasos que parecían en breves instantes muy
naturales para el bodeguero que en complicidad les hacía señas subliminales.
Demasiado. Podrían ser bachacos. Suficiente prueba como para sospechar que
algo asechaba a su alrededor con una tecnología desconocida. Algo
interrumpía la armonía de los pintores militantes y no soportaban aquellas
ironías de Rojas, que volteando sonríe y les saluda. Todo natural. Y continúa
pregonando nuevas ironías, ignorando que incomodaba los intereses de los
tensos personajes que guardaban silencio.

Tenían rabia. Querían pintarlo todo de una vez para crear una cerca eléctrica de
mensajes panfletarios alrededor del planeta para controlar todo pensamiento y así se
podían modular y cambiar como marionetas las frecuencias de los humanos. Según la
historia, está cerca de frecuencia panfletaria dificultaría la penetración de las
―frecuencias de la luz‖, o sea la real información. La profecía hallada en el libro de
Los Sinculo (santos del cielo donde se come luz) dice que cuando las frecuencias de
luz pudieran penetrar la cerca de control el ADN de los humanos estará conectado a
los filamentos codificados con luz que están organizado con los rayos cósmicos
creativos.

Tenían rabia. Pues como a un ganadero productor de leche, no le interesaba


tener a las vacas diseminadas por el monte, teniendo que ir luego a ordeñarlas
una por una, en donde cada una se encuentra. Lo que se hace para ahorrar
tiempo y esfuerzo es tenerlas a todas juntas en el establo bajo la cerca con lo
que su labor se le facilita grandemente y así no se crearan más sospechas en
las débiles mentes sobre la existencia del ―hambre‖. Un término casi
desconocido y que no se pronunciaba con temor a prisión o represión y para
no delatar complicidad en sus bolsillos cuando sus estómagos gruñían
empuñaban sus brochas y pinceles, como puñales (las únicas armas que
tenían a su alcance) para el panfleto y en el caso de ser necesario ponerse en
guardia. ¡Alguien quíteme este loco de encima!― El bodeguero con disimulo
les decía en señas a los dos de atrás―

–Verdad… La gente sigue pasando…. Nos vigilan.

–¡De verdad nos ven!... pero lo disimulan bien.

– ¡No! no nos ven. ―Dijo Michelena―

–Pero podrían. ―Dijo Febres―

–Tu vigila por allá y yo por acá.


Con la moral bien limpia

A la señora que logró comprar parecía no agradarle mi comentario: ―Yo estoy


limpio, no me alcanza ni para uno.‖ ¡Es un deber cívico mantener limpia
nuestra moral! ―Con frente en alto contestó histérica―Hecho sucedido, por
extraña casualidad, en el ―día milagroso‖ en que llegó el camión del papel
higiénico.

Como locos, bajando a la bodega de Laureano, hacia mí corrían una multitud


de niños ―…lánzate, lánzale, lánzale un plomazo a los arenques‖ ―Me
decían― lanza para que se multipliquen. Se habían vuelto fanáticos. Y luego
pedí ofrendas. Después de todo no sonaba tan mal…. ¿Saben algo? Presumían
saberse todos los cuentos. Sin embargo no se les veía practicar moraleja. ¡Ni
una sola! Yo los vi. Eran rapiditos para inventar escusas que justifiquen ruido
de latas Autotune, (trasladado al castellano ―boom de faldas‖) Hacían retratos
y decían: ―digan cheese”. Y en el salón de baile Dientes Blancos el resto de la
telaraña era pura paja. Los hackers lo sabían. Evolucionaron a mono-maquinas
(Así mantenían un temor y una expectación que les ayudaban a conseguir lo
que querían de los hombres) que les crecían los ojos, las lenguas, los dientes,
volaban en burbujas esperando la llegada de nuevas armas, entre payasos,
serpentinas y globos frente a más de 100.000 ciudadanos en Tres Picos, Cada
una de aquellas mentes aportaba su amor, su ansia, sus deseos, sus angustias,
sus remordimientos, sus esperanzas... y su dolor, si celebraron la comedia de
―La Defensa de los Valores de la Tolerancia, el Amor y el Respeto en
Convivencia Comunitaria‖ y todavía aguardaban por venir nuevos mitos y
chucherías, produciéndose desde las fábricas.

Al regresar de su vida social a la soledad de sus aposentos pedían venganza de


rodillas al Cielo y a las estrellas.
La era electrónica hace del hombre

un ángel, lo descorporiza.

Lo convierte en software.

Marshall McLuhan

Protesta contra las películas de acción

Ahí me veía yo con esas… las policiales, las salvavidas, las clásicas y hoy
viejas tiras cómicas de bolsillo. I don’t believe in that shit ―Pronunciando en
buena fonética inglesa el aficionado a la estafa Raimon Drago― El yesquero
de acero inoxidable encendía el cigarrillo a más de 10.000 nudos por hora. Se
refería rechazando la clase de humor que solíamos llevar los marineros
afroamericanos en aquellos viajes. No es una estafa más este comic
americano. Se los juro… Quería invítame a la Convención de Comics de
Monte Alto en casa de Hash donde en esta etapa avanzada de amenazas
ambientales a escala planetaria, se ofrecían propuestas para la siembra de
plantas medicinales para el rescate de la naturaleza en un mundo en
desigualdad económica y política sin precedentes.

A Raimon le gustaban westerns americanas. Las llevaba bien ocultas durante


su travesía marítima. De forma burlona fue el comentario del barbudo.
Demasiado lógico. Él no sabía nada todavía. Nada. Lo relacionaba con un
insulto de ―pecado capital‖ pero en realidad le disgustaba más el hecho de que
nadie le respondió el insulto en lengua gringa (Algo que seguro no entendía)
Todos éramos fanáticos a las comedias viejas, los clásicos trinitarios de humor
negro. El creía que le tomábamos el pelo al darle la razón cuando en realidad
podríamos decirle cualquier cosa, como que la religión es un formidable
instrumento para lograr los estados de ánimo principales en los que nuestros
cerebros son capaces de emitir esa energía que interesa a nuestros ―visitantes‖
y además de la frialdad prometí darle dos patadas si insistía con aquella loca
idea que le sembraron los blancos sobre la supuesta existencia de cultivos de
opio hidropónicos que mantienen expectación, en muchos espíritus débiles o
enfermizos, dejándolos en la angustia y a veces en la desesperación ¡Opios en
la luna! Ya saben… (¿?)… Simplemente absurda la idea de una tecnología
suficientemente avanzada como indistinguible de la magia. Después de llegar
a tierra firme tomamos un taxi rumbo casa de Hash. En la ciudad la gente
apretada en la acera cuidándose del golpe. Que les dejasen unos segundos.
Que mejor las madres se mientan antes y después del choque. Que importa si
al otro de al lado también se coma la luz mojado en refresco de lata con panes
salados.

Nos dejaron una cuadra antes, en una de las fuentes de soda abarrotadas a
varios metros de proximidad a la tienda de Los Hermanos Blunt. Me seducía
la idea pero no su filosofía de jugar al play 4, que parecía ya ensayada, su
manejo de frases repetidas de memoria fueron obviamente advertidas, como
―lo de Bendecir al opio‖. Me parecía sumamente extraño, mejor, ridículo. Más
adelante entramos mecánicamente en La Tienda de Hash, un Parque de
Diversiones donde hierven hierbas aromatizantes y sirven medicinas de opio
dentro de foros privados de cine y procurando siempre inclinar a un público no
a lo más fácil, sino a lo más dificultoso; no a lo más sabroso, sino a lo más
desabrido; no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto; no a lo que
es descanso, sino a lo trabajoso; no a lo que es consuelo, sino antes al
desconsuelo; no a lo más, sino a lo menos.

En el Foro ―15 Palos” realizaban sesiones de fotografías para los History


Boards y poses de chicas para comics que luego los venderían a editoriales de
tiras cómicas de bolsillo. Después de las cervezas alemanas y el concierto de
Tunder, Zheta, J.C Snyder y D.J Baner (después del M.C Mathews, Negocio y
M.C Comagno) no recuerdo después más nada.

-Ojalá que no haya venido hasta acá a perder el tiempo. ¿Cuáles son los
asuntos de interés en esa reunión, hornear galletas?

-¿Bromeas?―Interrumpió Raimon―…Yo también me quería convertir


también, bajarle un poco a la bebida de cebada… aquí todo es natural.

-No me digas. ―Refuté escudriñando sospechas en su picara mirada―

Al pasar el tiempo sentí hambre. Los de la Hermandad me ofrecieron una


especie de barra de chocolate envuelto en un plástico. Su sabor era muy
parecido al sabajón (Licor Colombiano). De bocado en bocado lo terminé y
sentí un calor agradable y mi hambre se vio saciada momentáneamente.

-Increíble… Parece… ¿Qué disparates son estos? ―Él escudriñaba su cartera


pensando en voz alta―…este numerito que tengo archivado en mi agenda, el
del tal Balsa. Lo borro y… como te iba diciendo…Lo más curioso de aquellos
músicos libertinos era lo de la siembra doméstica, tenían una prospera
empresa, ¡una industria!, ¡sucursales internacionales!

Luego continúo misteriosamente pellizcando papelitos de su cartera

Rodeado de gente como hormigas. En el patio de la casa de Hash el humo


subía sobre los arboles de ceiba. Revisaba el archivo de fotos del móvil. ...tío
Jorgito era rapidísimo. Cuando las carreritas hasta la capital. Cuando... Ese
si sería bueno...―Recordaba Raimon―

Olor a hierbas aromatizantes. Todo natural. Opio en el fogón a precios


accesibles, mas ayunos, mas látigos, y así todas las grandes religiones parece
que tienen como doctrina común el que para perfeccionarse hay que renunciar
a esta vida. ―El dolor lleva a Dios‖ parece ser un lema en todas ellas en Monte
Alto donde distraído en que cosas, cosas como... como… asegurar el salto
dimensional hacia otro plano, fugándome por el puente sin pasaporte hasta
llegar a la orilla del rio donde soplan leña uno o dos borrachos de opio con
tecnología capaz de extender nuestros sentidos de tal manera que podemos ver
en la profundidad del cosmos y comunicarnos instantáneamente a miles de
kilómetros de distancia y computar información más rápido de lo que podemos
pensar o fantasear con nuestros líderes en materia de ciencia y tecnología, o
podremos descargar nuestro cerebro –el equivalente a nuestra alma en esta
era– a un soporte material para existir para siempre dentro de una máquina o
como máquina que se sabe (post)humana y dormimos aburridos de ―los
blancos‖, como la mañana del domingo, como para dormirla, pero sus
representantes la echan a perder con la Santa Misa del opio.

-Los de la hermandad querían exportar kilos de opio chino más brutales del
mundo. ¡Una cosa bestial! Listos en sus empaques abastecerán a todos los
abastos, automercados, tiendas y centros comerciales, toda la red de la ciudad.
Y próximamente el mundo. Todo gracias a la red de Cookies Factory of
Ocumo Chino S.A. Queremos alterar la matrix de espacio-tiempo del
monopolio tradicional para el futuro, como decía el Delegado del Sindicato
Naturista Internacional: ―Vivimos en un presente que modifica el futuro. Por
esta razón el futuro es “maleable” y no se puede predecir con certeza. No así
el pasado, que ya es historia, es inmodificable.” …y por eso las Galletas
integrales de Ocumo, con más de 10 vitaminas y hierro, vienen también en
ingredientes a base de yuca y chaco. Y los ―Opio´s Ice Cream‖, elaborados
con artesanía local, ¡Y no faltaba más!: Chicha de Ocumo. Y para los más
chicos: Ocumo Flakes, hojuelas de ocumo deliciosas y medicinales.

-Capitalismo. Una explosión tecnológica así es imposible que no venga


acompañada de cierta evolución intelectual antinatural. Todo un panfleto
naturista―Protesté―

-Es que no sabes el secreto de la elite. Tienes que iniciarte. Creo que no se
puede negar que el hombre ha logrado materializar cierto aspecto de su poder
mental y dominar a la naturaleza, como en la primera reunión que fui, no pude
evitar reírme de sus ideas, parecían poesías absurdas. Decía que sus ingenieros
agrónomos, científicos, químicos y genéticos trabajaban en el ―Super opio‖
uno cuyo volumen es menor, facilitando su transporte al trabajo o a la
intimidad del hogar y con la propiedad de nuevas vitaminas como la vitamina
―H‖, que según especialistas en nutrición proporciona más apetito que las casi
extintas vitaminas de a frasco o de pote. Sus discursos sobre ―el cuidado de la
tierra‖, ―los beneficios del cultivo natural del opio‖ y ―la hidroponía del opio‖
eran contundentes. Estaban claros en el negocio naturista. Después de
escuchar los hits musicales de ―Gansta Duncan‖ en la fiesta privada tomamos
gustosos té de hierbas medicinales y comenzaron las guerras de freestyle. (Me
refiero a las guerras de Redbull)

-¿Guerras? Un visitante de otro mundo evolucionado, que viniese al nuestro y


se interesase por saber cuál ha sido la historia de los hombres sobre este
planeta, se quedaría pasmado ante un hecho tan repetido, tan absurdo, tan
doloroso, y tan perjudicial como son las guerras de freestyle)

-Deja la paranoia. Principalmente se hacían para producir ingresos para


comprar aparatos que puedan hacer las cosas que su cuerpo y su mente no
pueden hacer. Sin embargo, esto no necesariamente significa que estamos al
nivel de nuestra tecnología o no al menos en nuestra totalidad, de manera
integral, tanto individual como colectivamente, tomando en cuenta la gran
desigualdad económica y educativa que existe sobre el opio. Vale
preguntarnos aquí si tener acceso a mayor información nos convierte en
personas más inteligentes y nos permite realmente conocernos mejor y tomar
mejores decisiones; o, en otras palabras, ¿la información se transforma en
conciencia? No hay duda de que la información puede ser muy útil y puede
ayudarnos a crecer, pero la cantidad de información no necesariamente
significa mayor sabiduría.

-Me confundes. El opio es mucho para nosotros. Sin orientación, sin capacidad
de filtrar y sin el desarrollo crítico de las herramientas individuales para
procesar, desechar o asimilar esa información, es probable que la información
nos anegue, nos inunde, nos sature, nos enajene, nos fragmente y hasta nos
haga adictos.

-Ya no es tolerable sólo perseguir el producto doméstico bruto. Debemos tener


en la mira tres metas: prosperidad, inclusión y sustentabilidad. No sólo el
dinero. Debemos sembrar en la luna.
-¿Y por qué no en la tierra?

-Nos descubrirían. Primero es de micro a macro, ¿entiendes? Así me parece,


vuelve a quedar clara una de las áreas en las que nuestra conciencia o nuestra
evolución psicológica se muestran seriamente cultivadas.

-Ya entiendo, primero en micro, que hemos preferido en la tierra el dinero al


tiempo. Eso es, los valores espirituales se han dejado y pasarla bien un rato
sembrando en la luna sería un ideal noble en vez de cultivar a largo plazo.

-Exacto. Eso es un síntoma de una poca conciencia o al menos de una


mentalidad que no se concibe como parte de algo más grande –el cosmos, la
tierra, la humanidad– y prefiere gastar todas sus balas y bailes, como diría Jim
Morrison, antes de que estalle la maldita casa.

-¿Y cómo recuperamos la capa de ozono?

-Claro que no es tiempo aun. Nos descubrirían, podemos evacuar nuestra logia
de la tierra eventualmente en cualquier momento y filosóficamente nos
daríamos a la siembra, y probablemente en un sentido pragmático, la clave
para atemperar esta crisis humanitaria en Venezuela, creo, es extender nuestra
conciencia al mundo a través de la siembra del opio.
-Y tiene muchos usos medicinales, que bueno. Si pensamos que nuestro ser no
se termina en nuestra piel y no se limita a nuestro ego, entonces
probablemente pensemos antes de continuar un estilo de vida materialista.

- Lo has dicho, es necesario el rescate del opio, no políticas que no toman en


cuenta la diversidad de la vida, que no sea capaz de verse en los otros. Si algo
sabemos es que queremos el bien para nosotros mismos y para los que son
como nosotros, los privilegiados de la elite.

-¿Cuánto necesito para hacerme socio de la elite? Y además de eso, tendría


que rebuscarme el billete, un vodka, comprar el V.H.S de ―Farándula en
Panamá‖, hallar otros comics americanos como La ciudad en Las
Llamas…todos los datos para llenar nuevos disco duros…

-¡Pero recuerda!: La diferencia entre mera información y conciencia, o el


conocimiento es que produce un cambio profundo en el individuo, y eso en
esencia vende en esta era de la información. Por lo tanto, no necesitas mucho
capital, solo unos 20 millones de dólares para comenzar, solo debes invertir en
una hectárea lunar, así hallaras el triunfo de la racionalidad y la exteriorización
de la mente en la naturaleza (pero no la interiorización de naturaleza o el
cosmos en la mente) con un cierto aspecto de tu capacidad, posiblemente el
pensamiento lógico-racional –propio de un paradigma materialista.

-¿Y lo espiritual? ¿Acaso hemos descuidado otras facultades que no podemos


decir si son más importantes o menos?

-Simplemente que seguramente nos habrían llevado por otro camino, hacia
otros resultados, en nuestro impulso natural de crecer.

-El poder, te refieres.

-La tendencia parece ser intentar conquistar el mundo y conocer los secretos
del universo, pero no seas tan inquisitivo, solo estamos comenzando con la
luna. Imagina después: sin reparar en conquistar a la tierra y conocer
realmente los secretos de nuestro propio ser.
-Suena profundo, muy interesante.

-Eso déjate te llevar. Todavía no conoces a la elite. En tanto que el opio de con
bases sólidas para crecer sin destruir todo lo que le rodea. Instituciones más
avanzadas en materia de ética harían también lo que pudiéramos para disfrutar
de esta tecnología de manera más equitativa tal vez en un futuro y
seguramente brindarían la regulación de población y la orientación para que el
objetivo de esta tecnología no fuera sólo económico sino también ecológico.

-¡Que hermosos ideales!

-Claro, por el momento el poder será para los privilegiados y lo mantenemos


en secreto que hoy pocos creen en las instituciones ecológicas, puesto que
ciertamente no parecen servir al bien común. Es lamentable porque esto hace
que no podamos imaginarnos o concebirnos como parte de un cuerpo holístico
mayor a nuestro entorno inmediato.

-Que intelectual forma de explicarlo (risas)

-Sin embargo, por ahora, los economistas decidieron mayormente, que


podíamos ignorar a la naturaleza. Sembraremos opio artificial en el mejor de
los casos si nos descubren. Creo que un buen mecanismo de contingencia en
caso de que fracasemos sería desarrollar un poco más nuestra conciencia antes
de apostar todo a la evolución genética del opio.

-¿Y qué podemos hacer?

-No te preocupes, solo tenemos que esperar y de seguro todo mejorará. Todo
está perfectamente planeado. ¿Más opio?

-Si, por favor.

-Con el fin de que Ud. comprenda la razón por la cual la Tierra está bajo
control oculto de la elite artificial y contaminante se sirven de clones que se
prostituyen por un miserable salario. Por eso LA PESTE, necesitas saber que
ha sido puesta en «cuarentena» desde la llegada de La Elite Contaminante y
Artificial sobre el planeta azul, sus lejanos ancestros no han dejado de estar al
servicio (prostituirse) de una élite de la cual el origen es extranjero a este
planeta. Las leyendas de las cuatro esquinas del mundo no cesan de contar la
historia de los «dioses» que, a menudo tiránicos, a los cuales sus ancestros
llevaban ofrendas con el fin de calmar su ira... ellos les enseñaron a fabricar
enlatados y bombas atómicas.
Varios empresarios estaban en profundo desacuerdo entre ellos con referencia
a esta tierra de exilio y de sus habitantes. Nos hemos matado entre nosotros
por causa de ello y pagado los gastos.

Culpaba al sistema de ocasionarle adicción a las películas de acción. Raimon


Drago recalcaba la parte moral en cada protesta contra el sistema con su tesis
conspiratoria sacada del escaparate y sellada con el escudo de la Sociedad
Secreta A.C.H. (Artesanía, Combustión y Humo) y con muchas bombas
hechas de ingeniosa artesanía casera, una antena clandestina para detectar wi fi
y su sabiduría shaolin conspiró un cambio radical de la naturaleza humana y,
con él, una revelación de su manera de entender tanto el mundo exterior como
su propia existencia: transformación tan completa cómo es posible, y que, si
tiene éxito, equivaldrá a una total conversión o renacimiento, así aprendió por
un tutorial en YouTube lo que tanto enseñaban a sus discípulos con disimulo:
técnicas subversivas de opio con bombas de bambú.

En Monte Alto no existe el alcohol. (Aunque dicen que algunos lo fermentan


en sus laboratorios clandestinos domésticos) El opio reemplazó todas las
bebidas gaseosas y con llegada de Las Ferias del opio se hicieron una amenaza
mercantil para la Industria. Con fastuosos valses amenizados con baladas
viejas producidas por su propio sello Hash Records hacían competencias de
bebedores de carato. Hasta celebraban el Día Feriado Nacional del opio en
Escocia, donde el logo sigue siendo icono en las chichas. haciendo que la idea
de que nuestra conciencia no está al nivel de nuestra tecnología y no es algo
que debamos desestimar como otro diagnóstico meramente intelectual o un
síntoma más de nuestros tiempos que abandonamos a la deriva

Pero no más aquel olor de la carne tostada. Había jurado. Lanzaba patadas
que parecían de dragón sacado de viejas películas chinas, a cada patada
propinada salían trizas en un tubo que subían lejos con los trozos de carne
quemados con rabia en aquel fin de semana viendo películas, títulos como
―Bob Grodin‖, de un tal Juan Carpintero, ¿O Juan Corazón? Después veía con
palomitas y Coca cola en mano a las cheetleaders en los Playoff de la NBA.
Una noche viendo la final de Rockets vs New York descubriría algo… puro
juego y publicidad. ¿Y las bombas?... La misma estafa digital. Parecían de otra
piel. Redondas y adheridas a las telas de colores. Ahí venían ocultas.
Subliminales ¿Y si sale Carl Herrera de la banca y las tapa? (numerosos que
veían el mano a mano creían supuestos sobre ―el juego‖ y lo hacían de hecho
para desinformar) Nunca he entendido la «mentalidad castrense», ni me he
explicado cómo personas honestas, puedan escoger gustosa y voluntariamente
la «carrera de las armas». Los militares, lo mejor que pueden hacer, es no
hacer nada. Porque si hacen lo que saber hacer, harán la guerra. Y la guerra —
hoy más que nunca— la guerra de bombas y de balas, y de hambre y de sangre
es siempre mala y por eso tengo que ir a Control C.A. a comprar una granada
de mano… financiar a falta de cubitos el monte y las papas para la sopa…
¿Desquitarme con otra bomba?... Eso… ¡Matarlas a todas por la paz! dejar la
ciudad como quiero… en Las Llamas…..

Cada facción tenía su propio punto de vista sobre quienes estaban en un nivel
más alto de existencia. Algunos se volvieron más benevolentes que otros, (en
nuestros términos de pensamiento) aunque se trataba de diferentes puntos de
vista sobre cómo sobrevivir mejor en el marketing. Este es el gran desafío que
tenemos por delante; ¿Vamos a dejar de depender tanto de la tecnología y
comenzar a confiar en nuestro opio o vamos a dejar que la nano tecnología nos
lleve a lugares donde la mayoría de nosotros no queremos ir, que incluye la
clonación de humanos, la manipulación genética de nuestra especie?, acaso en
combinación con el uso negativo de la electrogravedad, la creación de
androides, convirtiendo a humanos en cibernéticos (robots / máquinas) y en el
proceso perdemos nuestras almas y nuestra capacidad sexual para producir en
masa (Otros dicen que los de La Hermandad quieren poder reproducirse como
nosotros en lugar de tener que clonarse) los clones de La nueva fundación y
solo ver de lejos con admiración a las cheetleaders de los Rockets después de
los fuegos artificiales chinos.

A Raimon lo vi días después en el lobby del hotel reunido con La Hermandad


De Músicos Vegetarianos Libres de Alcohol. Dedicados a la siembra
domestica del ocumo chino. Casualmente el perfil del fundador de la secta
aparecía impreso en la etiqueta de una avena reconocida. Supongo que se la
daba de gracioso al presumir de tomar té de hierbas medicinales para amenizar
reuniones. En la actualidad, la situación no ha cambiado un ápice, la influencia
de los carceleros es perceptible; Uds. están todavía a su servicio a través de un
sistema corrupto cuyas grotescas ramificaciones llevan a un gobierno
ultrasecreto del planeta que parece jugar con su alimentación y los
innombrables recursos de la Tierra, como si jugaran al monopoly. A la vista de
las
diferentes guerras y conflictos que se han sucedido durante los últimos
milenios, observo sin dificultad que las querellas entre los empresarios de La
Elite consumista están bien lejos de acabar…

La apuesta actual es la siguiente: los carceleros que trabajan en secreto bajo


cobertura de su cómplice prole, y otras asociaciones infames, no quieren,
sobretodo, perder el control de sus preciosos prisioneros que acuden como
posesos a comprar sus enlatados. Es decir: ¡USTEDES!

Uds. no les sirven solamente para producir bomba sexuales de la pantalla y


refrescos artificiales, con egos materiales que alegran sus vidas y que inflan su
estómago colectivo, más también les aportan el medio de permanecer en las
mismo disco rayado que vosotros: ¡sin Uds., estos seres no serían
absolutamente nada sobre este planeta! (lo hablaremos largamente en el
próximo cuento).

Además en esta tierra de exilio, esos mismos seres no podrían subsistir, pues
¡¡¡ningún individuo sensato de este universo tomaría el riesgo de alojar a
semejantes estafadores comerciales!!!

Los empresarios a través del reggaetón y las bombas se han fijado, pues aquí
bajo, sobre la Tierra, y en el sistema solar, solos y contra todos. Así lo supe en
infiltrados en las reuniones, aburridas seguramente sin opio. Gente blanca y
sus westerns habían oído antes acerca de ellos, en un par de bares de Araya
donde me llamaron a animar fiestas junto al ―Tom de la profecía‖ y me
llamaron a eliminar a esos criminales altos y estafadores,

Hash en su discusión cómica solían hacer la reproducción absurda de Los


cuentos de Jorge. (Película nominada al Oscar de la Academia por burda) ¿O
me confundo?... Ah, sí. Recuerdo. El vendedor de galletitas de trigo Jorge
Hash (sus cuentos… Burda de buenos) Y lo más curioso es que me parece un
absurdo entender que era cierto, leyendo las líneas de un periódico. Ahora…
Dicen así las líneas del diario: ―El perfil holográfico del escritor se basa en
seguir la tradición de Chichiri Ville. ¡Coño! Debe ser otra secta de
escritores―Argüí en mi pensamiento― Una de sus reglas más estrictas son las
comedias viejas. Los retratos para comics americanos que satisfacían la
creciente demanda con siembras en la luna y el mar. ¿Americanos con lo
natural? Me huele extraño. Imagínese ¡qué banquete, para estas sanguijuelas
blancas y dráculas del espacio sideral! Y ¡qué bien han sabido ellos comerle el
cerebro a tantos ilustrísimos de la historia, hasta llegar a convencerlos de que
la defensa de la democracia, el honor, la dignidad, la patria, los valores
morales, la hacienda o la religión, exigían una matanza! Y de nuevo estamos
barajando la palabra religión. Porque, guste o no, la religión ha sido una de las
mayores causas de guerras que encontramos en la historia y por eso desde
entonces Raimon rompió el juramento y empezó a prenderles fuego
¿confiando tal vez en que la tecnología más adelante nos redima o resuelva
todo? desarrollar cultivo artificial podría ser el acabose de la raza humana,
especialmente si no desarrollamos los mecanismos de contingencia apropiados
antes.

¡Todo el mundo sabe que un ser incompleto servirá mejor a su creador!


Desperté al recordar lo que me dijo Hash. Tú eres dotado, te hemos
programado para que jamás te dieras cuenta del Plan de La Hermandad. Te
aseguro que tu bautizo fue para hacer de ti el instrumento de nuestras
innombrables intenciones.

La ingeniería genética en el cultivo de opio es el juego predilecto de los


dioses, y es extremadamente común en todo el universo, incluso hasta el punto
de que parece ser parte del progreso evolutivo de una especie de
mercadotecnia que eventualmente se convertirá en "intergaláctica " y
comenzará a manipular el ADN para mejorar sus propias especies vegetales y
a medida que avanzan, mientras viajan a través del espacio / tiempo, también
pueden crear nuevas especies en otros mundos manipulando el ADN de las
criaturas que ya viven allí o creando vida en mundos completamente nuevos.
La nueva alternativa. Fundar Las… ¡Poooooo!...

Llamas… Nadie da cuenta de cuanto uno gasta pagándole al Estado aquel


Mantra de Los Cohetes y demás películas de acción, como aquel en donde Kid
Ramsey con una bolsa de rolling pan cubría la cabeza frente a las cheet…
!Paja! Al igual que cuando hacen copias de una copia en la máquina
copiadora, y continuamente se hacen copias de estas copias, eventualmente la
calidad del opio disminuirá hasta que el C.D. sea ―ilegible‖. El producto se
degenerará después de tantos intentos de clonación. Yo lo sabía. ¡Los clones!
Nos han manipulado desde siempre por medio de eso.
Papá

La moneda acá tampoco la tengo… ¿Acá?... ¿En que la gasté?... ¿Y la


estampita?... ¿Y papá? el soñador. Supongo que lo mismo pensaría de mí. El
destino hoy nos mantiene lejos y quizás para bien. (Ignoro cuanto tiempo
hubiese soportado aquel pedante) Y ahora que ha pasado tiempo sin vernos si
supiera que he logrado hacer algunos descubrimientos, unas cuantas
insolencias.

Idealista, hombre honrado y sin tacha. Decían cuando se trataba de su


desempeño en algún cargo administrativo; lo mismo no sucedió en casa.
Cuando todavía seguía en el vientre de mamá, cuando pensaba en regresar a
casa de su familia en la capital. Le molestaban las quejas de mamá,
cuestionaban su administración. ¿Por qué se te ocurre tan estúpida idea?,
¿viajar así, en tu avanzado estado de embarazo? ¿Acaso otro no podría atender
a tu madre? -Le reclamaba taconeando contra el suelo Abuela estaba en cama,
destrozada por los nervios, había muerto abuelo y a la vieja la llenaba un vacío
repentino. Un vacío muy hondo y tenebroso. Una desesperanza y un abandono
atroz que la secaba como un viejo palo delirante en la cama. Papá mandaba
dogmáticamente a que no dejara la casa pero ella insistió, se sacrificó. Tuvo
miedo de perderla, insistía y nos arriesgó a los dos. ¿Qué sería lo bueno? ¿Qué
sería lo malo? ¿Qué sería lo justo?... Yo no sabía nada. Ahora que soy un
hombre y escribo sobre aquellas memorias todavía se me hacen abstractas.

Cuando la mayor parte de este piso solía ser tierra. No existían divisiones ni
rejas, ni el árbol de jobo, ni el de guayaba, ni el de vinagrillo, ni la mata de
granada en donde jugábamos al laboratorio. Había sucedido en aquel entonces
el choque del camión de la Pepsi cola contra la pared que nunca llegaron a
pagar y murió en el accidente un motociclista. Por poco casi matan a abuela.
Metros de aproximación del sofá donde escribo ahora estas memorias se
encontraban plantadas las flores de la reina. Yo jugaba en el patio grande las
tardes cuando no tenía clase en la escuela. Mamá al llegar del trabajo tan
acostumbrada a verme curtido en tierra me dijo ¿Hijo mío, quieres que te
regale unas rodilleras de oro?

La casita, el nido de amor, el poema ardería en llamas, el fuego de los insultos,


pataleos y discusiones (afortunadamente supe que nunca le pegó) Luego
pasaron días de relativa calma, la invitación al parque de papá, el día del
paseo. Lo tejió todo con tranquilidad. De camino hasta allá se le hacía largo, se
le hacía infernal como un eterno éxodo en el desierto… ¿Por qué sudas tanto?
―En el camino le preguntaba― ¿Será la tensión? ¿Quieres mejor que te lleve
al médico? Con mucho esfuerzo, como la acción de levantar un gran peso,
intentó gesticular los músculos de su rostro para exponer una pálida sonrisa,
una imagen que lo tapase todo, el lado de una moneda que tapaba al sol
secretamente. Su frente sudaba frio pues algo ardía dentro ¿doblamos por el
otro camino? Por ahí parece peligroso, ¿verdad? Lo es… ¿Verdad? Ella
sonreía y tomaron el camino señalado que el solo sabe. Ella confirmaba
entonces sus sospechas, silenciosa. Iban a una reunión con unos amigos en una
oficina, los abogados. Esperaban a la pareja con el papeleo listo para el acto de
la firma del divorcio bajo mutuo acuerdo.

Días después de la muerte de abuela llamaron a la puerta unos sujetos


desconocidos. Traían una orden judicial. Justificaban su desalojo. Sin derecho
a réplica lo sacaron ese mismo día. Entonces vagó con sus corotos por las
calles de la capital, en las noches dormía en el banco de alguna plaza
esperando ansiosamente el día de la quincena. Lo poco que tenía lo racionaba
minuciosamente en alimento. Cuando amanezca a ir al liceo a dar clases, y en
las tardes a deambular en algún parque y leer. ¿A ellos qué les habrá pasado?
A mis amigos. Viendo su reflejo en la vitrina de una tienda: ciertamente, ese
soy yo, aunque más desaliñado y hediondo, adiós tertulias sobre ideales.
Nunca entendí la razón, la maraña que se tejió en aquel asunto ¿Ocultaba
algo mamá?, ¿sabría algo mi tía? ¿Por qué no me dijo nunca nada? Las dos,
hijas de un mismo padre desconocido, inmigrantes de una isla no tan lejana.
Mi tía sabía algo. Y también su hijo, el médico de asesinos uniformados, que
ahora vivirá entre lujos, medallas y comodidades en el extranjero. Él sabe
algo.

Cuando niño papá solía venir a verme una vez al año, me regalaba no un
cajón, como los que solía enviarme la abuela difunta, repletos de juguetes y
golosinas importadas, sino que Tato, como les pidió a sus nietos que se lo
llamasen, traía una bolsita con alguna revista, volante, objetos identificados de
distribución gratuita (todos de categoría panfletaria) y si acaso un par de
lapiceros medio usados.

¿Regresará algún día papá de la capital? Está en algún lugar del monstruo de
metal, concreto y humo, estruendosas avenidas donde crímenes no escuchan
plegarias, oscuros callejones bajo estrellas de neón, tarantines de buhoneros,
bares concurridos de estudiantes uniformados fumando marihuana, cercanos a
la iglesia, quien sabe si pasaría rápido entre los artesanos, por laberinticos
cerros marginales donde suben y bajan masas de humanos, olor a café
mañanero, frías torres encumbradas.

La última vez que nos vimos con el dogma de que no la abandonase por su
significado simbólico me entregó una estampita de un líder insurgente que
luchó a favor de los campesinos y tenía adherida la cara de una moneda.
El caso ese sin caso

Decían que parecía pura. Tan purita que parecía vivir solamente de agua. A
María Ramos como le gustaba un caballo. Y sus esperanzas viven bajo de su
bata larga de algodón, bajo el fondo, bajo el medio fondo, de sus pantaletas
podridas a sobaco de albañil y de una montaña de canas púbicas. Vivía solo de
paja, no masticaba mas nada parecía. Tan humilde predicaba el escándalo y el
disparate, eran su mayor delirio. Y es estratégica. Esa mañana entre las piernas
varicosas desempolvaba el viejo tocadiscos. Luego ocuparía su posición
clásica, frente a la ventana, por la ranura. Pasaban minutos, horas y hasta
siglos. Mirando toda la historia humana. Fija como las estatuas del Grecia,
corazón palpitante. Por fin apareció―Dijo―… ¡Regresó de la huelga! A la
entrada del porche bajo las luces de colores encendía la música estimulante
sonada por los disc jockeys de los años 70s’. A pesar de verse antigua se
mantenía muy moderna. Y guiñándole el ojo a Parrilla insinuaba sus huesudas
canillas, luego zarandeando el corpiño taconeaba el paso doble en aquella
confusión de ruidos y muecas. David Parrilla saludó con sonrisa ejemplar y
siguió de largo.
Quería algo escandaloso. Algo como el estallido de un metal golpeado
repetidas veces, como en las westerns americanas… Yo lo veía todo. Parecían
felices. Cada quien en la calle defendía la versión de un hilo distinto… La
vieja difundía chismes a varias fuentes en La Red, ofertaba esperanzas de
entretenimiento por dinero que iba reuniendo con antiguas reliquias que
atesoró durante sus reinados en época pasada.
...y todos decían la verdad. O así parecía en aquel circo, y tanto fue así que
orgullosos repetían a gritos: Callar y obedecer. Sus ideales en defensa de los
Valores en la Sociedad Consumista e Industrializada. No saben lo que les
viene… Necesitan a mi para que les gobierne.
De verdad el dicho de la paja sonaba conmovedor, y tanto así que lo
reproducían y se hacía común. Pero eso no le convenía al gobierno.
―Ahí vienen de nuevo los modernitos con gelatina. Ahí van… estacionan sus
caballos de metal en medio de las avenidas y exponen el vómito a los 4 vientos
en la protesta‖ ―Escribió en mensaje de texto―
El Capitán de la Policía revisó los mensajes de texto. Luego el le envió una
invitación al Mouse London rumba en el viernes pues había trabajado como
buena hormiga espía. Le esperaban ellas. Tras el cristal… las hallaría frías
entre la escarcha de la bodega.
-De bombonita―Decía sedienta―

-Listas estarán para ser servidas.

-Compañero se ve que había comido bastante.

-No sabes nada. Todavía me queda mucho más. Fíjate.


-Papi eres mi héroe. Tú si vomitas de verdad. Cuanta comida sacrificas al
pueblo. Quisiera que cuando sea grande echase vómitos así.
-¡Vomita hermano, vomita! Espera, que ahí viene el mío.
-¡Que orgulloso me haces compañero!

Inmediatamente fueron rodeados y capturados por una redada de policías.


Después de la brutal golpiza los hicieron comerse su propio vomito y los
llevaron detenidos. Parrilla y un puñado de seguidores lograron escapar.
Parrilla pertenecía la hermandad de Los Románticos de la Espada de Cartón.
Escandalizaban a los aldeanos con sus publicaciones ilustradas de imprenta,
exponían al desnudo los valores de la cosecha y el naturismo. Resguardaban
con celo una espada mítica venida del País de Cartón, hacían reuniones donde
expresaban sus ideales defendiendo los valores de la alimentación natural y
redactaban cartas que desmentían supuestos planes desestabilizadores sino
predicaban la libertad. Las cartas insertadas en aviones de papel eran lanzadas
en secreto hacia las ventanas de las casas. No eran bien vistos en la ciudad.
Valiéndose de chantajes los disparatados ciudadanos en estado de alarma les
hacían la guerra. Misión encomendada por la Institución.
A pesar de las críticas y chantajes ellos en vez de perder la cordura recordaban
lo que decía el mito: ―Lucha por el amor y la libertad sin ver la paja en el ojo
de los demás.‖…Van rapidito, casi sin mirar a los lados. Yo los descubrí en
la trama verse reflejados con la mirada fría en los ojos... Los veía a través de
la ranura de la vieja ventana presenciando el ―tras cámara de escena‖ después
del ―¡corten!‖ Ella lo veía todo y les daba lo que querían: chismes. Los regaba
por mensajes de texto o directamente a sus clientes. Se veían… Si. Lo hacían
de reojos. El líder de la protesta se llamaba David Parrilla y trabajaba como
mensajero y bordador de logotipos para una fábrica de sombrillas y ahora se
dedicado a la agricultura domestica. Lo veía de reojos con una cara sacada del
baúl de animales y luego trataba de delatar sus planes conspirativos contra el
gobierno. No saben lo que les viene… me necesitan para que les gobierne.
El día siguiente lo supo todo el mundo. El ruido era alto. María Ramos
pregonaba a las viejas las mil y una mentiras y ellas las pregonaban como un
Nuevo Evangelio por toda la red. Pegada a la ranura de la ventana día y noche
adivinó todos sus movimientos. Si volvía a probar una cerveza, dos, tres,
cuatro, cinco, seis… lo regaba todo. Que dijo., con quien andaba, que vomitó
la última vez. Ella tejía planes ocultos tras las sombras de la ventana y del
gobierno recibía pagos puntuales en cheques y también era muy demandados
sus servicios por animadores de programas de farándula. Acumulaba más
tesoros, más dinero pero en aquel abismo todavía ardían las cenizas de una
antigua soledad. Quería resucitar aquellos tiempos dorados cuando montada a
caballo (y no eran de metal) vivía solo del agua, para los que no la conocen.
Siempre estaba alerta de lo que sucedía allá afuera ¡Algo bestial! ―Gritó al
destapar la primera con sus dientes postizos―…y aquí en la otra
nevera…eso… Esperaba la botella de sidra sin escorchar bien helada. Aparte
de las piedras lanzadas también manipuló a niños con chucherías y mitos para
que hicieran lo mismo al héroe de la protesta. Oculto en algún lugar Parrilla no
acudiría a denunciar los atropellos con La Policía, las autoridades de la Ley se
mofarían al carecer de pruebas materiales. Le faltaban pruebas en metálico
para que no se vea su culpabilidad. Y un día comiendo sobras de las bolsas de
basura del Centro Comercial Machu Pinche sospechó: La bruta usaba guantes
de goma para no dejar huellas que la delatasen en las piedras arrojadas. Piedras
no. ¡Eran guarataros! Nadie me creía pero ella si los engatuso bien a todos.

Todo aquel vómito desperdiciado por el héroe de la protesta lo hizo morir


anemia en un país vecino con sus sueños de libertad truncados. La traición de
sus compañeros hipócritas y la sociedad incrédula lo hicieron posible. Y todo
aquello ocurrió, según rumoran algunos en la red, que por asunto de un
―pastel‖.
Comediantes

Lo real y la cascara, mesclados en una confusión, hacían de la vida una ironía


y la humanidad una misma masa, como si de células se tratasen, bailábamos al
son que se dispersaba en el aire. Tratarlo no era sencillo y menos con León.
Algo olía mal por ahí y no era a aceite de carro, no supe si creerle al comienzo
pues tenía sus coincidencias con lo del ―yo con yo‖. Recordé lo que Luz me
decía: que a pesar de que Pachico León echara sus cuentos de amor y
esperanza, todos escritos por comediantes del arte, eran pura paja…

Acaso su único cuento verdadero, era aquel donde mencionaba a abuelo: ―Lo
conocí cuando muchachito, tenía el negocito de las pinturas. En la esquina de
Blanco Fombona. Era un gran emprendedor, honrado, y buena gente, de vez
en cuando mujeriego pero eso sí, cumplía siempre con responsabilidades
familiares”.

¡Que Dios lo tenga en la gloria!―Dije espontáneamente― A pesar de ser ateo,


paradójico…. A pesar de los problemas Pachico ha podido sobrellevarlo,
seguir adelante, más bien se reía de ellos. Aprovechaba su momento de buen
humor para promocionarle un libro de Cesar Dávila Andrade. No leyó ni un
cuarto de una de sus prosas cuando reaccionó con cara de susto, volteando
nervioso a los lados, quizás un extraño impulso le dio la impresión de que lo
estuvieran vigilando (Me di cuenta haciéndome el loco) y como quitándose un
tigre de encima me lo entregó, afinó la voz, recuperó templanza: Esos
comediantes del arte y ―Dijo rotundamente―… como que no tenían nada
que hacer. ¡Escriben solo paja!
Nadie me cree

No juego. ¿Qué no es verdad lo que dije? Rían. Rían enfermeras. No pensarán


más en lo mismo cuando tenga éxito mi libreto. Arrastraré a más gente al cine
que la película ―Miguel‖. Veinte millones desperdiciados. Veinte... Y para
aquel tiempo eran una buena fortuna. Veinte millones. Ignoraban que estaba
en planes. Me apodaban ―Tiburón‖ en aquella época. Los ignorantes
Cachemirianos. Ignorantes sin agradecer todavía la primera publicación a
color. Es natural. Estratega del rotulado, músico folklórico estilizado, no sé si
conservo una copia del L.P de entre estos cachivaches. Cuando me presenté en
el programadel difunto Amador. Soy Pedro―Le dije― Y más nada. Me
contrató. Todos creían que Mata de Coco era Miami. Pegar no es fácil y ni con
veinte millones y un libreto chimbo. Miguel. En aquella Sala de esperade
Rehabilitación recordé una idea, la fórmula para hacer mucho dinero. Todo lo
maquinaba desde hace tiempo. Y empecé a escribir, y a pesar de mis esfuerzos
nadie alcanzó a creerlo. Y que mucha mentira para ser verdad...y que pensaría
usted? que lee este testimonio. Entiendo... no lo culpo. Veinte millones no son
mejores que una cámara filmando aquella escena. Yo tenía la piel de papel
dentro del agua. ¡Sangre! Yo le veía las aletas y fui a verle los dientes. Hola,
disculpe. ¿Sabrá de quién es la sangre en el mar? ―Le dije― Oh, Dios mío
¡Sangre! ―Respondió alarmado el tiburón― No lo menciones ni en broma...
De eso no sé nada. Cepillaba mis dientes. ¿Los ves? Blancos. Deje de pensar
en esas tonterías y relájese, le invitó a una fiesta. ¡Algo bestial!

El tiburón no paraba de hablar de sus acetatos de Sandro, Nelson Ned y


Rafael. ¡Cincuenta clásicos! ―Llorando de nostalgia―... Cincuenta que mi
hermano remató baratos.

Mientras tanto en la superficie:


¡Capitán Champan, lánceme ―el cuchillo número 6‖!

Regresé y se lo clavé bajo las mandíbulas. Lo rajé, rebané, monté el sartén,


fuego, aceite... En fileticos... Y los dientes para Krusty. El payaso de la
turbina. Odiaba las bromas. Advertí luego lo imperdonable. Alguien derramó
al mar salsa de tomate y entonces ya no pensé más en subir al yate en busca de
las medicinas. Y eso es todo... Un buen libreto sobre s historias que pasan y
nadie las cree. ¿Verdad?... ¿Me cree? ¿Todavía no? ¿Quién me la compra? ¡Yo
soy testigo del caso y tengo la prueba! En el hospital me cosieron 150 puntos
en la pierna izquierda. Y morí días después, por un uñero.
Con la moral bien limpia

A la señora que logró comprar parecía no agradarle mi comentario: ―Yo estoy


limpio, no me alcanza ni para uno.‖ ¡Es un deber cívico mantener limpia
nuestra moral! ―Con frente en alto contestó histérica―Hecho sucedido, por
extraña casualidad, en el ―día milagroso‖ en que llegó el camión del papel
higiénico.

Como locos, bajando a la bodega de Laureano, hacia mí corrían una multitud


de niños ―…lánzate, lánzale, lánzale un plomazo a los arenques‖ ―Me
decían― lanza para que se multipliquen. Se habían vuelto fanáticos. Y luego
pedí ofrendas. Después de todo no sonaba tan mal…. ¿Saben algo? Presumían
saberse todos los cuentos. Sin embargo no se les veía practicar moraleja. ¡Ni
una sola! Yo los vi. Eran rapiditos para inventar escusas que justifiquen ruido
de latas Autotune, (trasladado al castellano ―boom de faldas‖) hacían retratos
y decían: ―digan cheese”. Y en el salón de baile Dientes Blancos el resto de la
telaraña era pura paja. Los hackers lo sabían. Evolucionaron a mono
maquinas, les crecían los ojos, las lenguas, los dientes, volaban en burbujas
esperando la llegada de nuevas armas, entre payasos, serpentinas y globos
frente a más de 100.000 ciudadanos en Tres Picos celebraron la comedia de
―La Defensa de los Valores de la Tolerancia, el Amor y el Respeto en
Convivencia Comunitaria.‖ Todavía aguardaban por venir nuevos mitos y
chucherías, produciéndose desde las fábricas.

De rodillas y con todo el odio cada uno al regresar de su vida social a la


soledad de sus aposentos pedía al Cielo y a las estrellas venganza contra sus
semejantes.
Equinoccio de fantasía

Mortificado por el amor de su vida amenazaba con quitarse la suya jugando


como niño a los carros chocones. Se hacia el loco e inmediato. Desaparecimos
de escena frente a la mirada atónita de los circundantes. Los Berrinches y
lloriqueos de Peché, mecánico jubilado de La Policía, se oían en las carretera
de La Perimetral Y era mi último día aquel, cuando por fin dejaría de creer en
ilusiones ―Ahora decepciones― sin saber que otro sería asechado por el
anzuelo de un pescador metódico y terminaría resplandecido con la luz de una
bella esperanza.

Prometía dejar la bebida y aventuras en curvas peligrosas. Después de


intercambiar impresiones insinuó la botella de ron, dorado brillaba como un
sol desde el asiento de carro destartalado. Enterados de su atroz borrachera mis
tíos resolvieron con ocultarse.

Abordé el auto y me tomando los primeros tragos con la sana escusa de


protegerlo de una posible desgracia automovilística le dije: Valle y repose tío.
Y déjeme mejor a mí esa botella.

Se olvidó del drama acelerando en la carretera de la Perimetral donde


chocamos otra vez, los peatones sorprendidos por el estruendoso impacto
voltearon pasmados. Sin pensarlo se dio a la fuga. La escena se repetiría luego
en 4 Esquinas. Los tragos de nuevo. Volvió a llorar.

Aquel era Peché, a los pies de su amada, como un Romeo arrepentido


suplicaba perdón en la tarde púrpura de un sábado: “Jamás volverán aquellos
días, los berrinches, las curvas peligrosas en las carreteras, las borracheras,
estarían por fin muy lejos”…. –Claro, por ahora–
El secreto del queso

Con este cuento quiero advertir algo, no es idea mía atentar con la paz, no es
idea mía revelar en ustedes la confusión y la duda en las cosas que conocemos
como verdad y de modo que caigan presas del pánico y la anarquía. Sé que
me enfrento a un grave riesgo al publicar este cuento en un país donde son
muy pocos los de mente abierta para entender lo nuevo. La pelazón en el país
es algo que no se puede esconder pero también suceden cosas maravillosas e
increíbles, entre ellas unos sucesos que me sucedieron con mi hermano (quien
dicen que es algo extraño porque ha visto avistamientos de OVNIS) y de
corazón deseo compartir con ustedes.
Aquella noche revisábamos las bolsas tras la Catedral de Cumana (el olor no
era muy agradable que digamos) en búsqueda de algún objeto reciclable, o
porque no, quizás hasta valioso. Reventando una tras otra se revelaban cosas
podridas de las queremos librar nuestros hogares. Aquel era el tiempo de
fiebre y mi hermano y yo partíamos de noche aprovechando la soledad de las
calles para hacer más cómoda nuestra exploración.
No les mencionare que tipos de cosas hallábamos en aquellas búsquedas, ni
menos si están comiendo en este momento, solo me limitare a decir que lo
hacíamos rápido, reventábamos las bolsas esperando desplazarnos
rápidamente a otro lugar para no exponernos al hampa o peor, a los abusos
policiales.
Pero aquella noche en que solo se oían las moscas merodeando hasta oir un
grito eufórico.
-Coronamos!
-Que paso Rel!
-¡Ven a ver esto, te vas a quedar loco!

La bolsa negra que protegía otra bolsa de un color que no recuerdo todavía
muy bien se retiraba revelando algo inesperado. Era un bloque, es más, una
plancha de puro queso amarillo, todavía en estado de congelación. Tomamos
aquel queso y lo alzamos, calculamos que poseía aproximadamente 30 kilos,
olor no fétido y en ese instante toque una bolsa cercana y…
-Se siente frio. Sera…

Solido hallazgo, aquel otro era un queso blanco, pero un poco más pequeño en
proporción. Estupendo, no habíamos salido de la sorpresa cuando apareció
este otro en aquella noche silenciosa, nos veíamos a los ojos e intuimos lo
mismo. En aquella noche tenebrosa aquel secreto que nadie nos creería
pactamos guardarlo. Ni una sirena se veía sonar entonces y algo nos sugeria
que teníamos el peso de una responsabilidad pendiente.
Cerramos las bolsas y nos dirigimos inmediatamente a casa. Las calles
ilumadas por los astros y las luminarias eran transitadas por nuestros pasos
acelerados.
Al llegar los revisamos de nuevo los quesos, y nos llevamos la sorpresa de que
estaban bien intactos.
-Algo sucedió en aquella panadería…
-Estas claro, pienso lo mismo.

Cero mal sabor, cero problemas de estómago, pasaron la prueba exaustiva y


lavándolos porsiacaso los colocamos en unas bandejas y a la nevera.
El dia siguiente sucedió lo mejor, usted que lee mi cuento no me lo creería,
pero sucedió de verdad, acompañamos las arepas hartas de queso hasta el
pezcueso y luego vendría la venta del milagroso queso. Las planchas se
rebanarian luego, con un cuchillo de serrucho fino me servi para la
elaboración del negocio que resolvería en poner a ganar al barrio. La
mercancía obtenida la promocionábamos de casa en casa como predicadores.
Y asi, de entrega en entrega, todavía sin pisar cuatro cuadras vendimos todo el
queso.
Matamos la liga! Me dijo mi hermano.
La historia del queso usted que ahora lee no la creería, pero ese no es mi
problema, hay gente que está dispuesta a defendernos. En realidad me tiene
sin cuidado lo que piensa, o si es del Gobierno y argumentaría con ello que en
Venezuela en estos días de prosperidad nadie va a salir a reciclar o si en
estos tiempos de pandemia y miseria nadie estaría tan loco para lanzar
aporximadamente 40 kilos de queso a la basura, creo que no crea, y creo que
muchos están dispuestos a creer lo que les vende lo que queda de la prensa,
¿Usted seguro no me lo creería, verdad? ¿Pero qué hay de las planchas de oro
halladas por Josep Smith? (Ya veo, a él si le creen porque es cosa de fe) No
trato de tratar de convencerlo, usted tiene la última palabra y lo que en realidad
quise hacer es narrar este secreto sin que pudieran revelar mi identidad.
No es cuestión de fe ciega, como dije, si tenemos el respaldo de quienes
apoyan que fue verdad, aquellos que pusimos a ganar con aquel queso que de
verdad existió y constato, de él comieron en mi casa y habitantes del barrio El
Dique (y quien sabe de Las Palomas)
De él había para nosotros un gran misterio, una conspiración oculta en una
panadería o charcutería cuyo nombre ni siquiera hasta la fecha desconocemos.
Pero lo que aquellos cuya fe ciega compraron nuestro queso nunca sabrán
sobre su misterioso origen. Alguien tuvo que haberlo sacado a escondidas de
la panadería para rescatarlo de noche entre la basura y nosotros encontramos
primero el botín (Obvio, nadie creería semejante tesis conspira toria )
Confesare además de mi parte que el queso si estaba bueno pero siempre
cuando nos preguntaban elaborábamos un mito diferente para enfrentar la
herejía de las masas.
-Están baratos ¿Compras otro? -Les decía y caían encantados-

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