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La bohemia de Trujillo
En 1913 regresó a Trujillo con el propósito de retomar sus estudios
universitarios en Letras. A fin de costearse sus estudios, trabaja
como maestro en el Centro Escolar de Varones N.º 241, y luego
como profesor del primer año de primaria en el Colegio Nacional de
San Juan, donde tuvo como alumno pequeño a Ciro Alegría, que
más tarde se convertiría en un gran novelista. El 22 de septiembre de
1915 se gradúa de bachiller en Letras con su tesis El romanticismo
en la poesía castellana.
En 1916 frecuenta con la juventud intelectual de la época agrupada
en la bohemia trujillana, conocida luego como Grupo Norte, donde
figuran Antenor Orrego, Alcides Spelucín, José Eulogio Garrido, Juan
Espejo Asturrizaga, Macedonio de la Torre y Víctor Raúl Haya de la
Torre. Publicó sus primeros poemas en los diarios y revistas locales
(algunos de los cuales son recogidos por publicaciones de Lima) y se
enamora de María Rosa Sandoval, joven atractiva e inteligente, que
fue la musa inspiradora de algunos de sus poemas de Los heraldos
negros.
En 1917 conoce a Mirtho (Zoila Rosa Cuadra), una muchacha de
quince años con quien sostiene un apasionado y corto romance. Al
parecer, Vallejo intenta suicidarse a causa del desengaño pero es
convencido por sus amigos para viajar a Lima con el fin de retomar
sus estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y
conseguir su doctorado en Letras y Derecho.
Prisión en Trujillo. Trilce
Su madre había fallecido en 1918. La nostalgia familiar lo empuja, en
mayo de 1920, a retornar a Santiago de Chuco. El 1.º de agosto ocurre
un incendio y saqueo de una casa del pueblo, perteneciente a la
familia Santa María Calderón, arrieros negociantes de mercaderías y
alcohol desde la costa, suceso del que se acusa injustamente a
Vallejo como participante y azuzador. Se esconde pero es
descubierto, apresado y arrojado a un calabozo de Trujillo donde
permanecerá durante 112 días (del 6 de noviembre de 1920 al 26 de
febrero de 1921). El 24 de diciembre de 1920 gana el segundo
premio (el primero fue declarado desierto) de la Municipalidad de
Trujillo con el poema «Fabla de gesta (Elogio al Marqués de Torre
Tagle)»; lo curioso de este suceso es que Vallejo compitió
escondiendo su identidad bajo un seudónimo, a fin de dar
imparcialidad al concurso.
En la obra ya citada, Vallejo en los infiernos, Eduardo González Viaña,
el autor, que también es abogado, revela piezas claves del
expediente judicial seguido contra el poeta y muestra que todo
aquel fue una construcción deliberada por el juez y sus enemigos
para hundirlo en una prisión infame. Se procesó a las víctimas y se
excluyó de la acción penal a los implicados. Se inventó testimonios y
se les adjudicó a personas que después declararon que ni siquiera
conocían Santiago de Chuco,el lugar de los hechos. Por fin, el
hombre sindicado como autor material fue conducido a Trujillo para
que declarara ante la corte superior. Sin embargo, en el largo
camino, los gendarmes que lo custodiaban lo mataron a balazos
pretextando que había querido fugar. Más todavía, el autor ha
indagado las otras ocupaciones del juez ad hoc. En verdad, aquel era
abogado de la gran empresa cañavelera Casagrande y de la minera
Quiruvilca en las cuales los trabajadores operaban sin horario y eran
víctimas de horrorosas condiciones laborales. Todo ello evidencia el
carácter político del juicio penal. En Vallejo se trataba de escarnecer
a su generación, jóvenes universitarios que intentaban alzarse contra
la injusticia y abrazaban el anarquismo y el socialismo, las utopías
del siglo.
El proceso judicial nunca se cerró. El poeta salió de la cárcel en
virtud de una liberación provisional. Años después en Europa sabía
que no podría volver jamás a la patria. La cárcel y los “infiernos”
denunciados en esa novela tenían la puerta abierta para él.
Viaje a Europa