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César Vallejo

Primeros años
César Abraham Vallejo Mendoza nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco,
pueblo en una zona alta del departamento de La Libertad, en Perú. Hijo de Francisco de
Paula Vallejo Benites y María de los Santos Mendoza Gurrionero, fue el menor de once
hermanos; su apariencia mestiza se debió a que sus abuelas fueron indígenas y sus
abuelos gallegos, uno de ellos fue el sacerdote mercedario José Rufo Vallejo, quien yace
en las catacumbas de la iglesia del pueblo de Pallasca en Áncash.5 Vallejo era un «hombre
muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo», recordaba César González
Ruano, en una entrevista publicada en el Heraldo de Madrid, el 27 de enero de 1931.

El joven Vallejo

Sus padres querían dedicarlo al sacerdocio, lo que él en su primera infancia aceptó de


muy buena gana; de ahí que existan tantas referencias bíblicas y litúrgicas en sus primeros
versos. Sus estudios primarios los realizó en el Centro Escolar N.º 271 del mismo Santiago
de Chuco, pero desde abril de 1905 hasta 1909 estudió la secundaria en el Colegio
Nacional San Nicolás de Huamachuco.
En 1910 se matriculó en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo, pero
debido a problemas económicos retorna a su pueblo, con el propósito de trabajar y ahorrar
para continuar luego sus estudios. Apoyó a su padre en las tareas administrativas de
gobernador y toma contacto con la realidad de los mineros de Quiruvilca, cerca
de Santiago de Chuco, lo que recordará más adelante en su novela El tungsteno.
Viajó a Lima en 1911 para matricularse en la Facultad de Medicina de San Fernando, pero
nuevamente abandonó el claustro universitario por razones económicas o tal vez por
desilusionarse de dicha carrera. Consiguió un empleo de preceptor de los hijos
de Domingo Sotil, un rico minero y hacendado de Acobamba (departamento de Junín),
trabajo en el que permaneció durante siete meses.6 Luego regresó a Trujillo, y en 1912
consiguió un modesto empleo como ayudante de cajero en la hacienda azucarera “Roma”,
en el valle Chicama, donde fue testigo de la cruel explotación de los peones indios.

La bohemia de Trujillo[editar]
Artículo principal: Grupo Norte
La “bohemia trujillana” o Grupo Norte, 1916. Vallejo es el cuarto de los sentados, de izquierda a derecha. Atrás de él, Antenor

Orrego.

En 1913 regresó a Trujillo con el propósito de retomar sus estudios universitarios en


Letras. A fin de costearse sus estudios, trabaja como maestro en el Centro Escolar de
Varones N.º 241, y luego como profesor del primer año de primaria en el Colegio Nacional
de San Juan, donde tuvo como alumno pequeño a Ciro Alegría, que más tarde se
convertiría en un gran novelista.7 El 22 de septiembre de 1915 se gradúa de bachiller en
Letras con su tesis El romanticismo en la poesía castellana.
En 1916 frecuenta con la juventud intelectual de la época agrupada en
la bohemia trujillana, conocida luego como Grupo Norte, donde figuran Antenor
Orrego, Alcides Spelucín, José Eulogio Garrido, Juan Espejo Asturrizaga, Macedonio de la
Torre y Víctor Raúl Haya de la Torre. Publicó sus primeros poemas en los diarios y revistas
locales (algunos de los cuales son recogidos por publicaciones de Lima) y se enamora de
María Rosa Sandoval, joven atractiva e inteligente, que fue la musa inspiradora de algunos
de sus poemas de Los heraldos negros.
En 1917 conoce a Mirtho (Zoila Rosa Cuadra), una muchacha de quince años con quien
sostiene un apasionado y corto romance. Al parecer, Vallejo intenta suicidarse a causa del
desengaño pero es convencido por sus amigos para viajar a Lima con el fin de retomar sus
estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y conseguir su doctorado en
Letras y Derecho.

El recuerdo de María Rosa[editar]


El recuerdo de María Rosa Sandoval es la inspiración de su primer libro, “Los heraldos
negros”, y se junta al de la madre del poeta también llamada María en la imprecación a
Dios de su poema “Los dados eternos”: “Tú no tienes Marías que se van…” Después de
más de un año de romance, ella desaparece sin dejar huella. Se sabrá después que María
Rosa viajó a las serranías de Otuzco para alejarse del poeta a quien no quería entristecer
con su enfermedad mortal: una tuberculosis que terminó con su vida en 1918. La
misteriosa amada que tanta importancia tiene en la poesía de Vallejo dejó un inédito diario
de vida revelado en la novela biográfica Vallejo en los infiernos de Eduardo González
Viaña.

Viaje a Lima. Los heraldos negros[editar]


Monumento a César Vallejo en el exterior de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Se embarca en el vapor Ucayali, y llega a Lima el 30 de diciembre de 1917. Conoce a lo


más selecto de la intelectualidad limeña. Se encuentra con Clemente Palma, que había
sido un furibundo detractor de su obra poética (había calificado de mamarracho el poema
«El poeta a su amada»), pero quien esta vez le da muestras de respeto. Llega a
entrevistarse con José María Eguren y con Manuel González Prada,8 a quien los más
jóvenes consideraban entonces un maestro y guía. En la capital, Vallejo se vinculó con
escritores e intelectuales como Abraham Valdelomar9 y su grupo Colónida, José Carlos
Mariátegui; con ambos hace profunda amistad. También conoce a Luis Alberto
Sánchez y Juan Parra del Riego. Asimismo, publicó algunos de sus poemas en la
revista Suramérica del periodista Carlos Pérez Cánepa.
En 1918 entra a trabajar al colegio Barrós de Lima. Cuando en septiembre de ese año
muere el director y fundador de dicho colegio, Vallejo ocupa el cargo. Se enreda en otra
tormentosa relación amorosa, esta vez con Otilia Villanueva, una muchacha de 15 años,
cuñada de uno de sus colegas. Debido a ello pierde su puesto de docente. Otilia será la
inspiradora de varios de los poemas de Trilce.
Al año siguiente consigue empleo como inspector disciplinario y profesor de Gramática
Castellana en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe. Ese mismo año ve la luz
su primer poemario Los heraldos negros, que muestran aún las huellas del modernismo en
su estructura, aunque ya se vislumbran algunas características muy peculiares en el
lenguaje poético. El poeta toca la angustia existencial, la culpa personal y el dolor, como,
por ejemplo, en los conocidos versos «Hay golpes en la vida tan fuertes... ¡Yo no sé!» o
«Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo». Circularon relativamente pocos ejemplares,
pero el libro fue en general bien recibido por la crítica.

Prisión en Trujillo. Trilce[editar]
Su madre había fallecido en 1918. La nostalgia familiar lo empuja, en mayo de 1920, a
retornar a Santiago de Chuco. El 1.º de agosto ocurre un incendio y saqueo de una casa
del pueblo, perteneciente a la familia Santa María Calderón, arrieros negociantes de
mercaderías y alcohol desde la costa, suceso del que se acusa injustamente a Vallejo
como participante y azuzador. Se esconde pero es descubierto, apresado y arrojado a un
calabozo de Trujillo donde permanecerá durante 112 días (del 6 de noviembre de 1920 al
26 de febrero de 1921). El 24 de diciembre de 1920 gana el segundo premio (el primero
fue declarado desierto) de la Municipalidad de Trujillo con el poema «Fabla de gesta
(Elogio al Marqués de Torre Tagle)»; lo curioso de este suceso es que Vallejo compitió
escondiendo su identidad bajo un seudónimo, a fin de dar imparcialidad al concurso.
En la obra ya citada, Vallejo en los infiernos, Eduardo González Viaña, el autor, que
también es abogado, revela piezas claves del expediente judicial seguido contra el poeta y
muestra que todo aquel fue una construcción deliberada por el juez y sus enemigos para
hundirlo en una prisión infame. Se procesó a las víctimas y se excluyó de la acción penal a
los implicados. Se inventó testimonios y se les adjudicó a personas que después
declararon que ni siquiera conocían Santiago de Chuco,el lugar de los hechos. Por fin, el
hombre sindicado como autor material fue conducido a Trujillo para que declarara ante la
corte superior. Sin embargo, en el largo camino, los gendarmes que lo custodiaban lo
mataron a balazos pretextando que había querido fugar. Más todavía, el autor ha indagado
las otras ocupaciones del juez ad hoc. En verdad, aquel era abogado de la gran empresa
cañavelera Casagrande y de la minera Quiruvilca en las cuales los trabajadores operaban
sin horario y eran víctimas de horrorosas condiciones laborales. Todo ello evidencia el
carácter político del juicio penal. En Vallejo se trataba de escarnecer a su generación,
jóvenes universitarios que intentaban alzarse contra la injusticia y abrazaban el
anarquismo y el socialismo, las utopías del siglo.
El proceso judicial nunca se cerró. El poeta salió de la cárcel en virtud de una liberación
provisional. Años después en Europa sabía que no podría volver jamás a la patria. La
cárcel y los “infiernos” denunciados en esa novela tenían la puerta abierta para él.
Tras salir en libertad condicional, se dirige nuevamente a Lima, donde su cuento de corte
fantástico Más allá de la vida y de la muerte fue premiado en un concurso literario. El
monto del premio lo destina a financiar otras publicaciones literarias. En octubre de 1922
ve la luz su segundo poemario: Trilce, prologado por su amigo Antenor Orrego. Es recibido
tibiamente por la crítica, que no alcanzaba aún a comprender la literatura de vanguardia,
salvo por el propio Orrego, quien dijo de Vallejo: «A partir de este sembrador se inicia una
nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal».
Trilce anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y años
1930. En este libro, Vallejo lleva la lengua española hasta límites insospechados: inventa
palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por
los movimientos dadá y suprarrealista. Se adelantó a la renovación del lenguaje literario
que después ensayaría Vicente Huidobro en su poemario Altazor (1931) y James Joyce en
su relato onírico Finnegans Wake (1939).
En marzo de 1923, Vallejo publicó una corta edición de Escalas o Escalas melografiadas,
colección de relatos y cuentos, algunos ya vanguardistas. Otra narración suya,
titulada Fabla salvaje, fue publicada el 16 de mayo en la serie La novela peruana dirigida
por Pedro Barrantes Castro.
Es admitido nuevamente como profesor en el Colegio Guadalupe, puesto en el cual no
durará mucho, tras ser declarado cesante.

Viaje a Europa[editar]
Vallejo frente a la Puerta de Brandenburgo en Berlín.

Hastiado de la mediocridad local, tenía ya sus miras puestas en el Viejo Mundo. Con el
dinero que le adeudaba el Ministerio de Educación, se embarca rumbo a Europa, de donde
no regresará más. Viaja en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una moneda de
quinientos soles. Arriba a París el 13 de julio. Sus ingresos —siempre insuficientes—
provenían del periodismo, si bien fungió también de traductor. Escribía para el diario El
Norte de Trujillo, y las revistas L'Amérique Latine de París, España de Madrid y Alfar de La
Coruña.
Sus dos primeros años en París fueron de mucha estrechez económica, al punto que
muchas veces tuvo que dormir a la intemperie. Inicia su amistad con
el escritor español Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con importantes
intelectuales como Pablo Neruda y Tristan Tzara.
A principios de 1924 recibe la noticia de la muerte de su padre. En octubre es
hospitalizado en un hospital de caridad pública, a consecuencia de una hemorragia
intestinal. Fue operado y pudo restablecerse.
En 1925 empieza a trabajar como secretario de la recién fundada Les Grands Journaux
IberoAméricains o Los Grandes Periódicos Iberoamericanos, una vasta organización
publicitaria. También empezó a colaborar para la revista limeña Mundial. Ese año el
gobierno español le concedió una modesta beca para que pudiera continuar sus estudios
universitarios de Derecho en España. En los dos años siguientes visitó periódica y
brevemente Madrid a fin de cobrar a plazo fijo el monto de la beca, aunque sin estudiar; en
octubre de 1927 renunció a dicha beca. Nunca se doctoró en Letras ni en Derecho.
Renunció a su trabajo en Los Grandes Periódicos Iberoamericanos en 1926 y conoció a su
primera compañera francesa, Henriette Maisse, con quien convivió hasta octubre de 1928.
Con Larrea fundó la revista Favorables París Poema, y con Pablo Abril de Vivero el
semanario La Semana Parisién. Ambas publicaciones tuvieron vida efímera. Empezó a
enviar colaboraciones para la revista limeña Variedades.
Vallejo y Georgette en París

En 1927 conoció en París a Georgette Marie Philippart Travers, una joven de 18 años que
vivía con su madre en un apartamento situado enfrente del hotel donde se hospedaba.
Profundizó en sus estudios sobre el marxismo. Apareció una narración suya en Amauta, la
revista que fundó en Lima su amigo José Carlos Mariátegui y en la que también se
reprodujeron varias de sus crónicas periodísticas.
En abril del año siguiente enfermó nuevamente de gravedad, pero se recuperó a los pocos
meses. Todavía le acompañaba Henriette. Empezó a interesarse con más ahínco por las
cuestiones político-sociales. Ese mismo año realizó su primer viaje a Rusia. Retornó a
París y fundó la célula parisina del Partido Socialista que había fundado Mariátegui en su
patria (después denominado Partido Comunista Peruano).
En 1929 empezó a convivir con Georgette (quien acababa de heredar el apartamento y
bienes de su fallecida madre) y junto con ella realizó un segundo viaje a Rusia. Se detiene
en Colonia, Varsovia, Praga, Viena, Budapest, Moscú, Leningrado y varias
ciudades italianas, antes de retornar a París. Inició su colaboración para el diario El
Comercio, como corresponsal oficial, y continuó haciéndolo con las
revistas Variedades y Mundial. Esta labor periodística fue forzosamente suspendida en
1930 a raíz de la crisis mundial, cuando dichas revistas desaparecieron, al igual que el
suplemento dominical de El Comercio, donde se publicaban sus artículos.

César Vallejo en Niza, 1929

En esta primera parte de su estancia parisina, que va de 1923 a 1929, se sitúa la


composición de algunos cuantos poemas (después llamados Poemas en prosa), un libro o
recopilación de ensayos: Contra el secreto profesional y un proyecto de novela
incaica: Hacia el reino de los Sciris, todos los cuales fueron publicados póstumamente, a
excepción de algunos ensayos y relatos sueltos. La razón de esta parquedad de
creaciones literarias se debió a que se hallaba más absorbido en producir artículos y
crónicas para diarios y revistas pane lucrando.
En 1930 viajó a Madrid a raíz de la publicación de su poemario Trilce, que señaló el
descubrimiento de su poesía en España, donde fue sometida a la crítica. Retorna a París
pero al poco tiempo es expulsado, acusado de hacer propaganda comunista. Junto con
Georgette vuelve a Madrid donde pasa dificultades económicas. Allí es testigo de la caída
de la monarquía borbónica y la proclamación de la Segunda República Española (1931);
se relaciona también con grandes literatos españoles como Miguel de Unamuno, Federico
García Lorca, Rafael Alberti, Gerardo Diego y José Bergamín. Publicó también su novela
proletaria El tungsteno, y su libro de crónicas y ensayos Rusia en 1931, que se convirtió en
un superventas: tres ediciones en solo cuatro meses. Le niegan, en cambio, la publicación
de su cuento Paco Yunque, por ser «muy triste».
En octubre de 1931 realizó un tercer y último viaje a Rusia para participar en el Congreso
Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen soviético. Retorna a Madrid y
continúa con pasión su tarea literaria, pero los editores españoles se niegan a publicar sus
obras de teatro Lock-out y Moscú contra Moscú (conocida después como Entre las dos
orillas corre el río), así como su libro de crónicas Rusia ante el segundo plan
quinquenal (continuación de Rusia en 1931), y su recopilación de ensayos El arte y la
revolución. La razón principal: por ser obras de carácter marcadamente marxista y
revolucionario. Por esta época empieza también a escribir (hasta 1937) una serie de
poemas que póstumamente serían publicados con el título de Poemas humanos.
Decidió regresar a París en 1932, cuando es levantada la anterior restricción de ingreso.
Ese año Georgette es hospitalizada, pero se recupera. Al año siguiente Vallejo escribió un
extenso artículo, publicado por entregas en el Germinal de París, titulado ¿Qué pasa en el
Perú?. Por ese tiempo deambula por pensiones y hoteles parisinos en medio de una gran
angustia económica.
En 1934 se casó por lo civil con Georgette. Por entonces termina de escribir otra de sus
obras teatrales, Colacho Hermanos o presidentes de América, sátira contra los gobiernos
latinoamericanos que veía como sumisos a la política exterior estadounidense, pero que
ningún editor se animó a publicar. También le rechazan otro libro de ensayos que quiso
dar a la prensa: Contra el secreto profesional. Entre 1935 y 1936 escribió varios
cuentos: El niño del carrizo, Viaje alrededor del porvenir, Los dos soras y El vencedor,
bocetos narrativos que serían publicados años después de su muerte.

II Congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura.

Al estallar la guerra civil española en 1936, colaboró con fervor en la fundación del Comité
Iberoamericano para la Defensa de la República Española y de su vocero, el
boletín Nueva España. Le acompaña en esa labor Pablo Neruda. En diciembre de dicho
año viaja por unos días a España, pasando por Barcelona y Madrid, preocupado por el
desarrollo de los acontecimientos. En julio de 1937 vuelve por última vez a España para
asistir al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Visita
Barcelona, Valencia, Jaén y el frente en Madrid. De vuelta a París, es elegido secretario de
la sección peruana de la Asociación Internacional de Escritores. Entre septiembre y
noviembre escribió sus últimas composiciones líricas de Poemas humanos y España,
aparta de mí este cáliz; así como el drama de tema incaico La piedra cansada.

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