Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Primeros años
César Abraham Vallejo Mendoza nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco,
pueblo en una zona alta del departamento de La Libertad, en Perú. Hijo de Francisco de
Paula Vallejo Benites y María de los Santos Mendoza Gurrionero, fue el menor de once
hermanos; su apariencia mestiza se debió a que sus abuelas fueron indígenas y sus
abuelos gallegos, uno de ellos fue el sacerdote mercedario José Rufo Vallejo, quien yace
en las catacumbas de la iglesia del pueblo de Pallasca en Áncash.5 Vallejo era un «hombre
muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo», recordaba César González
Ruano, en una entrevista publicada en el Heraldo de Madrid, el 27 de enero de 1931.
El joven Vallejo
La bohemia de Trujillo[editar]
Artículo principal: Grupo Norte
La “bohemia trujillana” o Grupo Norte, 1916. Vallejo es el cuarto de los sentados, de izquierda a derecha. Atrás de él, Antenor
Orrego.
Prisión en Trujillo. Trilce[editar]
Su madre había fallecido en 1918. La nostalgia familiar lo empuja, en mayo de 1920, a
retornar a Santiago de Chuco. El 1.º de agosto ocurre un incendio y saqueo de una casa
del pueblo, perteneciente a la familia Santa María Calderón, arrieros negociantes de
mercaderías y alcohol desde la costa, suceso del que se acusa injustamente a Vallejo
como participante y azuzador. Se esconde pero es descubierto, apresado y arrojado a un
calabozo de Trujillo donde permanecerá durante 112 días (del 6 de noviembre de 1920 al
26 de febrero de 1921). El 24 de diciembre de 1920 gana el segundo premio (el primero
fue declarado desierto) de la Municipalidad de Trujillo con el poema «Fabla de gesta
(Elogio al Marqués de Torre Tagle)»; lo curioso de este suceso es que Vallejo compitió
escondiendo su identidad bajo un seudónimo, a fin de dar imparcialidad al concurso.
En la obra ya citada, Vallejo en los infiernos, Eduardo González Viaña, el autor, que
también es abogado, revela piezas claves del expediente judicial seguido contra el poeta y
muestra que todo aquel fue una construcción deliberada por el juez y sus enemigos para
hundirlo en una prisión infame. Se procesó a las víctimas y se excluyó de la acción penal a
los implicados. Se inventó testimonios y se les adjudicó a personas que después
declararon que ni siquiera conocían Santiago de Chuco,el lugar de los hechos. Por fin, el
hombre sindicado como autor material fue conducido a Trujillo para que declarara ante la
corte superior. Sin embargo, en el largo camino, los gendarmes que lo custodiaban lo
mataron a balazos pretextando que había querido fugar. Más todavía, el autor ha indagado
las otras ocupaciones del juez ad hoc. En verdad, aquel era abogado de la gran empresa
cañavelera Casagrande y de la minera Quiruvilca en las cuales los trabajadores operaban
sin horario y eran víctimas de horrorosas condiciones laborales. Todo ello evidencia el
carácter político del juicio penal. En Vallejo se trataba de escarnecer a su generación,
jóvenes universitarios que intentaban alzarse contra la injusticia y abrazaban el
anarquismo y el socialismo, las utopías del siglo.
El proceso judicial nunca se cerró. El poeta salió de la cárcel en virtud de una liberación
provisional. Años después en Europa sabía que no podría volver jamás a la patria. La
cárcel y los “infiernos” denunciados en esa novela tenían la puerta abierta para él.
Tras salir en libertad condicional, se dirige nuevamente a Lima, donde su cuento de corte
fantástico Más allá de la vida y de la muerte fue premiado en un concurso literario. El
monto del premio lo destina a financiar otras publicaciones literarias. En octubre de 1922
ve la luz su segundo poemario: Trilce, prologado por su amigo Antenor Orrego. Es recibido
tibiamente por la crítica, que no alcanzaba aún a comprender la literatura de vanguardia,
salvo por el propio Orrego, quien dijo de Vallejo: «A partir de este sembrador se inicia una
nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal».
Trilce anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y años
1930. En este libro, Vallejo lleva la lengua española hasta límites insospechados: inventa
palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por
los movimientos dadá y suprarrealista. Se adelantó a la renovación del lenguaje literario
que después ensayaría Vicente Huidobro en su poemario Altazor (1931) y James Joyce en
su relato onírico Finnegans Wake (1939).
En marzo de 1923, Vallejo publicó una corta edición de Escalas o Escalas melografiadas,
colección de relatos y cuentos, algunos ya vanguardistas. Otra narración suya,
titulada Fabla salvaje, fue publicada el 16 de mayo en la serie La novela peruana dirigida
por Pedro Barrantes Castro.
Es admitido nuevamente como profesor en el Colegio Guadalupe, puesto en el cual no
durará mucho, tras ser declarado cesante.
Viaje a Europa[editar]
Vallejo frente a la Puerta de Brandenburgo en Berlín.
Hastiado de la mediocridad local, tenía ya sus miras puestas en el Viejo Mundo. Con el
dinero que le adeudaba el Ministerio de Educación, se embarca rumbo a Europa, de donde
no regresará más. Viaja en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una moneda de
quinientos soles. Arriba a París el 13 de julio. Sus ingresos —siempre insuficientes—
provenían del periodismo, si bien fungió también de traductor. Escribía para el diario El
Norte de Trujillo, y las revistas L'Amérique Latine de París, España de Madrid y Alfar de La
Coruña.
Sus dos primeros años en París fueron de mucha estrechez económica, al punto que
muchas veces tuvo que dormir a la intemperie. Inicia su amistad con
el escritor español Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con importantes
intelectuales como Pablo Neruda y Tristan Tzara.
A principios de 1924 recibe la noticia de la muerte de su padre. En octubre es
hospitalizado en un hospital de caridad pública, a consecuencia de una hemorragia
intestinal. Fue operado y pudo restablecerse.
En 1925 empieza a trabajar como secretario de la recién fundada Les Grands Journaux
IberoAméricains o Los Grandes Periódicos Iberoamericanos, una vasta organización
publicitaria. También empezó a colaborar para la revista limeña Mundial. Ese año el
gobierno español le concedió una modesta beca para que pudiera continuar sus estudios
universitarios de Derecho en España. En los dos años siguientes visitó periódica y
brevemente Madrid a fin de cobrar a plazo fijo el monto de la beca, aunque sin estudiar; en
octubre de 1927 renunció a dicha beca. Nunca se doctoró en Letras ni en Derecho.
Renunció a su trabajo en Los Grandes Periódicos Iberoamericanos en 1926 y conoció a su
primera compañera francesa, Henriette Maisse, con quien convivió hasta octubre de 1928.
Con Larrea fundó la revista Favorables París Poema, y con Pablo Abril de Vivero el
semanario La Semana Parisién. Ambas publicaciones tuvieron vida efímera. Empezó a
enviar colaboraciones para la revista limeña Variedades.
Vallejo y Georgette en París
En 1927 conoció en París a Georgette Marie Philippart Travers, una joven de 18 años que
vivía con su madre en un apartamento situado enfrente del hotel donde se hospedaba.
Profundizó en sus estudios sobre el marxismo. Apareció una narración suya en Amauta, la
revista que fundó en Lima su amigo José Carlos Mariátegui y en la que también se
reprodujeron varias de sus crónicas periodísticas.
En abril del año siguiente enfermó nuevamente de gravedad, pero se recuperó a los pocos
meses. Todavía le acompañaba Henriette. Empezó a interesarse con más ahínco por las
cuestiones político-sociales. Ese mismo año realizó su primer viaje a Rusia. Retornó a
París y fundó la célula parisina del Partido Socialista que había fundado Mariátegui en su
patria (después denominado Partido Comunista Peruano).
En 1929 empezó a convivir con Georgette (quien acababa de heredar el apartamento y
bienes de su fallecida madre) y junto con ella realizó un segundo viaje a Rusia. Se detiene
en Colonia, Varsovia, Praga, Viena, Budapest, Moscú, Leningrado y varias
ciudades italianas, antes de retornar a París. Inició su colaboración para el diario El
Comercio, como corresponsal oficial, y continuó haciéndolo con las
revistas Variedades y Mundial. Esta labor periodística fue forzosamente suspendida en
1930 a raíz de la crisis mundial, cuando dichas revistas desaparecieron, al igual que el
suplemento dominical de El Comercio, donde se publicaban sus artículos.
Al estallar la guerra civil española en 1936, colaboró con fervor en la fundación del Comité
Iberoamericano para la Defensa de la República Española y de su vocero, el
boletín Nueva España. Le acompaña en esa labor Pablo Neruda. En diciembre de dicho
año viaja por unos días a España, pasando por Barcelona y Madrid, preocupado por el
desarrollo de los acontecimientos. En julio de 1937 vuelve por última vez a España para
asistir al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Visita
Barcelona, Valencia, Jaén y el frente en Madrid. De vuelta a París, es elegido secretario de
la sección peruana de la Asociación Internacional de Escritores. Entre septiembre y
noviembre escribió sus últimas composiciones líricas de Poemas humanos y España,
aparta de mí este cáliz; así como el drama de tema incaico La piedra cansada.