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SOBERANÍA NACIONAL”
Grado: “3ro”
Sección: “C”
Numero De Orden: 6
Profesora: María
Trujillo - Perú
Vida Y Obra De
Cesar Abraham Vallejo Mendoza
César Vallejo el poeta universal, para muchos jóvenes, este puede estar muy lejano de su
conocimiento; sin embargo, saber de él es darse la oportunidad de incursionar en la vida de
un hombre que como muchos nació en una provincia, de familia humilde, siguió sus sueños
hasta alcanzarlos y se ha inmortalizado en la historio a través de sus poemas.
Sus padres fueron don Francisco de Paula Vallejo Benítez y doña María de los Santos
Mendoza Gurrionero. El poeta fue el último de doce hermanos. “En total fueron doce los hijos
de la familia Vallejo Mendoza, quienes en orden cronológico fueron: María Jesús, Víctor
Clemente, Francisco Cleofé, Manuel María, Augusto José, María Encarnación, Manuel
Natividad, Néstor de Paula, María Águeda, Victoria Natividad, Miguel Ambrosio y César
Abraham. “Éramos 12, me decía Vallejo. A los cuatro primeros, se les llamaba los viejos. A
los cuatro siguientes, los mayores. Y a los cuatro últimos, nos llamaban y nos llamábamos
nosotros mismos, los pequeños” (Philippart, 1978, p. 7).
Su apariencia mestiza se debía a que sus abuelas fueron indígenas y sus abuelos gallegos,
uno de ellos fue el sacerdote mercedario José Rufo Vallejo, quien yace en las catacumbas
de la iglesia del pueblo de Pallasca en Áncash
Realizó diversos trabajos con el fin de ayudarse económicamente; colaboró con su padre en
sus labores de “abogado” de pleitos menores, mientras se decidía su vocación y su destino
profesional, puesto que la economía de su hogar no le daba muchas oportunidades,
situación que incluso lo obliga a desertar de su primer intento de estudios superiores en la
Universidad de La Libertad (hoy Universidad Nacional de Trujillo). Sus padres querían
dedicarlo al sacerdocio, lo que él en su primera infancia aceptó de muy buena gana; de ahí
que existan tantas referencias bíblicas y litúrgicas en sus primeros versos.
En Huánuco trabajó como preceptor de los hijos del hacendado y político Domingo Sotil,
trabajo en el que permaneció durante siete meses. Ese mismo año, un texto suyo aparece
en la revista Variedades junto con un comentario burlón.
En 1912 regresó a Trujillo, trabajó como ayudante de cajero en la hacienda Roma de Víctor
Larco Herrera en el valle de Chicama, donde fue testigo de la cruel explotación de los peones
indios.
Se gradúa de bachiller en 1915, con honores, con la tesis “El Romanticismo en la poesía
castellana”.
Entabló entrañable amistad con Antenor Orrego, José Eulogio Garrido y otros miembros de
la Bohemia de Trujillo, que empieza a escandalizar a ciertos catedráticos “jubilados de la
cabeza” que ven con recelo las muestras de arte nuevo.
EL GRUPO NORTE
Hacia el año 1915, en Trujillo se distinguían dos agrupaciones literarias. Una de ellas
representaba el tono tradicional y aristocrático de la sociedad trujillana, y era dirigida por
Víctor Alejandro Hernández. La otra agrupación era poco convencional para el contexto; este
grupo, que buscaba renovar la cultura en Trujillo a través de las diferentes artes, sería
conocido inicialmente como la Bohemia de Trujillo.
La Bohemia de Trujillo era una asociación de jóvenes con diferentes talentos. Como líder del
grupo fue reconocido Antenor Orrego, filósofo, crítico literario y periodista, además de ser su
más entusiasta promotor.
Entre los integrantes se encontraban: José Eulogio Garrido (periodista, poeta y narrador,
cuya casa era generalmente el centro de reunión), Macedonio de la Torre (pintor y escultor),
Víctor Raúl Haya de la Torre (dramaturgo), Carlos Valderrama (músico), Federico Esquerre
(dibujante), Alfonso Sánchez Urteaga (pintor, conocido como Camilo Blas), Alcides Spelucín,
Óscar Imaña, Francisco Xandóval, Juan Espejo Asturrizaga, y Eloy B. Espinoza (poetas).
Algunas jóvenes eran también parte del grupo: Carmen Rosa Rivadeneyra, Zoila Rosa
Cuadra y María Rosa Sandoval joven atractiva e inteligente, con la que, en 1916, empieza
un amorío ademas de que fue la musa inspiradora de algunos de sus poemas de Los
heraldos negros; y en este mismo año empieza a usar el seudónimo de Korriskosso.
Dentro de esta agrupación, el joven Vallejo se formó literariamente. Según señala González
Vigil, es posible rastrear los cambios que se suscitan en los poemas de César Vallejo en un
“antes” y “después” de su participación en la Bohemia de Trujillo. En el “antes”, sus poemas
resultan incipientes, deudores del Romanticismo, y carecen de un estilo personal, fue a
través de las lecturas compartidas con el grupo que César modelará su pensamiento y su
estilo.
En el grupo, Vallejo contó con el apoyo para difundir sus poemas. Fue a través de Antenor
Orrego y José Eulogio Garrido que pudo publicar sus primeros poemas en los periódicos La
Reforma y La Industria (Orrego y Garrido eran los jefes de redacción de estos periódicos de
manera respectiva).
Asimismo, Vallejo siempre contó con el apoyo moral del grupo incluso durante su injusta
estadía en la cárcel. Las actividades del grupo atrajeron pronto la atención de destacados
intelectuales limeños como fue el caso del poeta Juan Parra del Riego, quien escribió sobre
ellos en el artículo La bohemia de Trujillo, y Abraham Valdelomar, quien conservaría una
grata impresión de este grupo.
En 1917 Vallejo lee algunas revistas en que se difunde la Vanguardia europea, como
Cervantes. Envía un poema a la revista Variedades, desde la cual Clemente Palma, el hijo
de Ricardo Palma, pontificaba como crítico literario: “A qué diablos llama usted los maderos
curvados de sus besos? ¿Cómo hay que entender eso de la crucifixión?... Hasta el momento
de largar a la canasta su mamarracho, no tenemos de usted otra idea sino la de deshonra
de la colectividad trujillana, y que, si descubriera su nombre, el vecindario le echaría lazo y
lo amarraría en calidad de durmiente en la línea del ferrocarril…”.
En este año, Vallejo presenta a sus amigos su poema “Los heraldos negros”.
En julio, muere Manuel González Prada, con quien Vallejo se reunió con cierta frecuencia:
“No es obra menor de González Prada haber tenido y dejado un discípulo como Vallejo”, nos
dice Georgette de Vallejo.
En agosto, en Santiago de Chuco, muere su madre, lo cual le causo un profundo dolor: “En
este mundo no me queda nada ya. Apenas el bien de la vida de nuestro papacito. Y el día
que esto haya terminado, me habré muerto yo también para la vida y el porvenir, y mi amino
se irá cuesta abajo”.
Conoce a Otilia Villanueva una muchacha de 15 años, cuñada de uno de sus colegas. con
quien mantendrá un romance tormentoso. Esta relación inspirará muchos de sus poemas de
Trilce (con un marcado contenido erótico), que ya empieza a escribir y debido a ello pierde
su puesto de docente.
En 1919 Salen a circulación, por fin, Los heraldos negros que ya no esperan más por el
Conde de Lemos. El libro está compuesto por 69 poemas, incluido el primero, "Los heraldos
negros", que le sirve de pórtico. El volumen se divide en seis secciones
• Plafones ágiles
• Buzos
• De la tierra
• Nostalgias imperiales
• Truenos
• Canciones de hogar
Este se sitúa en una etapa relativamente temprana de la producción de César Vallejo. Este
poemario se presenta como una evolución, ya que los primeros poemas aparecen marcados
por la huella del modernismo. El poemario abarca algunos de los temas recurrentes en la
obra de César Vallejo: el sufrimiento humano, la religión o la culpa, todos ellos bajo una
mirada cercana al existencialismo.
Fue bien recibido por la crítica, que vio en él una buena muestra del Modernismo, que aún
imperaba en el gusto de aquel entonces.
Resuelve partir a Europa, pero antes hace un viaje a Santiago de Chuco. “Llega solo para
verse mezclado en un sangriento conflicto que ha degenerado en incendio…”, dirá, tiempo
después, Georgette de Vallejo.
El libro contaba con 121 páginas, con un prólogo escrito por Antenor Orrego y, en la tapa,
un retrato de Vallejo realizado por Víctor Morey.
Se sabe que el libro inicialmente se llamaba Cráneos de bronce y que Vallejo pensó usar el
seudónimo de César Perú, aunque no prosperó la iniciativa. El poeta advirtió la escasa
respuesta que generó su libro; sin embargo, era consciente de que su texto era innovador,
revolucionario y polémico:
“El libro ha caído en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad
de su estética. ¡Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí una hasta ahora
desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista! la de ser libre! Si no he de ser
libre hoy, no lo seré jamás”.
TEMAS DE TRILCE:
• Persiste el tema del amor en casi la mitad de los 77 poemas (XXXV, “El encuentro con
la amada”).
• Existen poemas existenciales con base vivencial y centrada en la soledad (XLVIII,
“Tengo ahora 70 soles peruanos”).
• Hay siete poemas centrados en el tema del hogar (III, “Las personas mayores”).
• Otros seis poemas aluden al tema de la cárcel (destaca LVIII, “En la celda, en lo sólido”).
• Otros poemas reflexionan sobre el quehacer artístico (LV, “Samain diría el aire es
quieto”).
En marzo de 1923, publicó el libro de cuentos Escalas, y en mayo salió su novela Fabla
salvaje. Ese mismo año, el 17 de junio, Vallejo partió rumbo a París en compañía de Julio
Gálvez Orrego, a pesar de su adversa situación económica.
Vallejo en Europa
Sin empleo, temeroso ante los rumores de que volvería a abrirse su proceso judicial y, de
alguna manera, resentido por el rechazo de Trilce, Vallejo se embarcó el 17 de junio de 1923
rumbo a Europa acompañando a Julio Gálvez (quien le pagaría el pasaje y moriría, más
tarde, en la Guerra Civil Española) y llegó a París el 13 de julio de 1923.
Este primer periodo de la vida de Vallejo en Europa ha dado pie, solo con relativa razón, a
que se lo considere un poeta pobre, incluso miserable. La imagen que de él nos dan
biógrafos como Armando Bazán contribuye a ello; también lo hacen las cartas que el poeta
escribió a su amigo Pablo Abril de Vivero, en que se nota a un Vallejo realmente agobiado
por las carencias materiales y sus consecuencias.
Entre los años 1927-28 empieza a interesarse seriamente por el marxismo, en esa época en
boga por efecto de la Revolución Rusa, que Vallejo quiere conocer personalmente y de
cerca; de ahí el primer viaje hacia ese país, emprendido en octubre de 1928. En esta etapa,
al parecer, se produjo en él una profunda crisis de cariz moral; la salida la habría encontrado
el poeta en su adhesión al marxismo.
En 1927 cuando entabla una relación amical con Georgette Marie Philippart. Hacia 1929,
empiezan a convivir y el 11 de octubre de 1934 contraen nupcias civilmente en París.
Eran tiempos muy duros tanto para los escritores y artistas. La vocación y el talento no
alcanzaban para vivir. En 1930, Vallejo fue expulsado de Francia por razones políticas y, por
ello, decide junto a Georgette, viajar a Madrid, lugar donde se vincula con escritores y poetas
que lo llevarán a una intensa militancia en el Partido Comunista. En Madrid, se agrupó con
los Comunistas de España en 1931 cuando la República de Madrid empezó y estuvo
presente durante la Guerra impulsando el movimiento antifascista.
En este contexto la Guerra Civil Española es asumida plenamente por Vallejo, y a pesar de
su salud quebrantada y de las exigencias de sus amigos de enviarlo a Perú, él decide
permanecer entre París y Madrid, porque considera que el problema de la Guerra Civil no
solo es un problema de España, sino un problema de principios, como afirma en su discurso
“La Responsabilidad del Escritor”.
1931 viene a ser un año fundamental en el desarrollo de la narrativa vallejiana porque define
un propósito distinto a la etapa anterior que corresponde a Escalas (1923) y Fabla salvaje
(1923).
Según Georgette Vallejo, esta novela fue escrita rápidamente. Vallejo llegó a Madrid el 31
de diciembre de 1930; casi seguidamente la Editorial Cenit aceptó su proyecto de una novela
proletaria, y en febrero de 1931 el escritor se puso manos a la obra, escribiéndola de un solo
tirón, en un lapso de tres semanas, para ser publicada en marzo de ese mismo año. Según
este testimonio, la novela pertenecería, sin atenuantes, a la literatura de propaganda y
agitación de inspiración comunista (realismo socialista).
Paco Yunque es uno de los cuentos más conocidos y divulgados de César Vallejo. Según
una versión que recoge David Sobrevilla, un editor le solicita un cuento para niños, Vallejo
escribe Paco Yunque, pero el editor lo rechaza porque lo considera “demasiado triste”. El
mismo Sobrevilla sitúa la escritura del relato en el periodo que va desde 1929 hasta 1932, si
bien es cierto que el cuento recién fue publicado en 1951.
En octubre de 1931 realizó su tercer y último viaje a Rusia para participar en el Congreso
Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen soviético. Retorna a Madrid y continúa
con pasión su tarea literaria, pero los editores españoles se niegan a publicar sus obras de
teatro Lock-out y Moscú contra Moscú (conocida después como Entre las dos orillas corre el
río), así como su libro de crónicas Rusia ante el segundo plan quinquenal (continuación de
Rusia en 1931), y su recopilación de ensayos El arte y la revolución. La razón principal: por
ser obras de carácter marcadamente marxista y revolucionario. Por esta época empieza
también a escribir hasta 1937 una serie de poemas que póstumamente serían publicados
con el título de Poemas humanos.
Decidió regresar a París en 1932, cuando es levantada la anterior restricción de ingreso. Ese
año Georgette es hospitalizada, pero se recupera.
El 11 de octubre de 1934 se casó por lo civil con Georgette. Por entonces termina de escribir
otra de sus obras teatrales, Colacho Hermanos o presidentes de América, sátira contra los
gobiernos latinoamericanos que veía como sumisos a la política exterior estadounidense,
pero que ningún editor se animó a publicar. También le rechazan otro libro de ensayos que
quiso dar a la prensa: Contra el secreto profesional. Entre 1935 y 1936 escribió varios
cuentos: El niño del carrizo, Viaje alrededor del porvenir, Los dos soras y El vencedor,
bocetos narrativos que serían publicados años después de su muerte.
Al estallar la guerra civil española en 1936 es asumida plenamente por Vallejo, y a pesar de
su salud quebrantada y de las exigencias de sus amigos de enviarlo a Perú, él decide
permanecer entre París y Madrid, porque considera que el problema de la Guerra Civil no
solo es un problema de España, sino un problema de principios, como afirma en su discurso
“La Responsabilidad del Escritor”.
Colaboró con fervor en la fundación del Comité Iberoamericano para la Defensa de la
República Española y de su vocero, el boletín Nueva España. Le acompaña en esa labor
Pablo Neruda. En diciembre de dicho año viaja por unos días a España, pasando por
Barcelona y Madrid, preocupado por el desarrollo de los acontecimientos.
En julio de 1937 vuelve por última vez a España para asistir al II Congreso Internacional de
Escritores para la Defensa de la Cultura. Visita Barcelona, Valencia, Jaén y el frente en
Madrid. De vuelta a París, es elegido secretario de la sección peruana de la Asociación
Internacional de Escritores. Entre septiembre y noviembre recurre al arma más poderosa
que posee: la poesía, y quizá en medio de sus últimos momentos más tensos que pasó
produce su obra épica “España aparta de mí este cáliz” y Poemas humanos; así como el
drama de tema incaico La piedra cansada.
Poemas humanos surge en octubre de 1931, con algunos versos nacidos en la Unión
Soviética y otros versos realizados entre octubre o noviembre de 1937. Poemas humanos
está formado por 76 poemas, entre los cuales se encuentran poemas en los que el poeta
mira el mundo a su alrededor y se mira a sí mismo, a veces con esperanza, a veces con
cansancio, hay poemas que recuerdan el dolor, el cuerpo y el alma, el hambre, la carencia,
la familia, el pasado, el amor al Perú, sus amigos; así como también los hay con el tema de
la vida y la muerte.
El título Poemas humanos, trajo como resultado diversas críticas, el primero en criticar fue
Juan Larrea, en 1961, en el primer número de la revista Aula Vallejo, que él dirigió como
docente de la Universidad de Córdoba, Argentina. Decía: “Me parece indudable que el autor
de Los heraldos negros, Trilce, etc., nunca hubiera consentido que un libro poético suyo…
se titulara de modo tan insubstancial y fuera de contexto”; y más abajo agrega “Cuando
Georgette Vallejo me consultó en 1938 sobre la pertinencia de la denominación que
proyectaba, no le disimulé mi disconformidad.”