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1.

La infancia

Muy pocos casos se han dado en la literatura como el de Carmen Laforet, una escritora
que, con tan sólo 23 años y en plena época franquista, triunfó con una novela
sorprendente titulada Nada. Escrita desde una perspectiva femenina, llena de fuerza y
originalidad, consiguió la fama con el premio Nadal de 1944 y fue un éxito de ventas.
Pero veamos los rasgos más destacados de su biografía:

INFANCIA

 Carmen Laforet nace en Barcelona en 1921, en la casa de su abuela, sita en la


calle Aribau.
 Cuando tenía apenas dos años, su familia se traslada a Las Palmas de Gran
Canaria.
 Su madre fallece allí, cuando Carmen contaba 13 años.
 Estudia el bachillerato y no vive las penurias de la guerra civil (1936-39). La
relación con la nueva esposa de su padre no es buena y consigue que éste le dé
permiso para ir a estudiar a Barcelona.

. Juventud, madurez y los últimos años

JUVENTUD

 En 1939, recién finalizada la guerra, regresa a Barcelona a la casa de su abuela.


 Estudia Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona pero sólo logra
aprobar un curso.
 En 1942 se traslada a Madrid. Allí empieza a escribir Nada y se matricula en la
carrera de Derecho, que tampoco acabará.
 En 1944 gana la primera edición del premio Nadal (por tres votos contra dos, en
una reñida final). Consigue la fama y un gran éxito de público: su novela alcanza
grandes tiradas y sintoniza con los lectores de la época. También consigue el
reconocimiento de autores como Juan Ramón Jiménez, Miguel Delibes, Azorín
y Ramón J. Sender.

MADUREZ

 En 1946 se casa con el escritor Manuel Cerezales, con quien tiene cinco hijos,
dos de ellos también serán escritores (Cristina y Agustín Cerezales). Las labores
familiares la apartan de la escritura profesional.
 La R.A.E. le concede el premio Fastenrath en 1948.
 En 1951 padece una crisis que la lleva a abrazar la fe católica con gran
intensidad. Apenas dos años después, abandona el catolicismo.
 En 1955 publica su novela La mujer nueva, fruto de su experiencia religiosa.
 En 1962 publica La insolación. Su propósito inicial era escribir más novelas,
pero el afán de perfeccionismo y la obsesión por la calidad la obligó a revisar y
rehacer sus escritos hasta negarse a publicarlos.
ÚLTIMOS AÑOS

 En 1970 se separa de su marido e inicia una vida solitaria, alejada del mundo
literario al que detestaba por sus partidismos. Realiza algunos viajes y se niega a
conceder entrevistas.
 Entre 1975 y 1979 vive en Roma.
 En los últimos años de su vida, padeció el mal de Alzheimer y su aislamiento fue
total.
 Falleció en Madrid, en el año 2004. Poco tiempo después, sus hijos publicaron
su novela póstuma Al volver de la esquina.

3. La identificación de la autora con su obra

Aunque Carmen Laforet siempre negó que la protagonista de la novela, Andrea, fuera la
propia autora, lo cierto es que coinciden muchos rasgos autobiográficos: ambas llegan a
Barcelona para estudiar en la universidad, se instalan en casa de la abuela, estudian y
conocen a amigas extranjeras, estudian, se relacionan con la clase alta, no triunfan en
sus estudios, abandonan Barcelona y se trasladan a Madrid. Muchos detalles con los que
podemos establecer paralelismos evidentes y que no deben pasarse por alto a la hora de
interpretar la novela. Seguramente, Carmen Laforet no es Andrea, pero Andrea tiene
mucho de Carmen Laforet.

Sin duda, lo más sorprendente de su biografía es el triunfo conseguido con su novela


Nada, un auténtico éxito de ventas, que gozó, además, de una buena acogida de la
crítica literaria. El hecho de conseguir el premio Nadal tan joven le supuso a la vez una
cara y una cruz: por un lado siempre se la consideró la autora de Nada; por otro, la
sombra de esta novela no dejó apreciar suficientemente la calidad de otras producciones
y la etiquetó hasta el fin de sus días. Pero para nuestro deleite, nos quedan sus páginas,
su sensibilidad, su creatividad, su forma de ver la vida en una época histórica gris y su
estilo impecable.

. Textos

"Cuando Carmen escribe Nada, entre febrero y septiembre de 1944, a veces en casa de
su abuela y otras veces sentada en una de las mesas de la sala de lectura de la biblioteca
del Ateneo de Madrid, llamado entonces el Aula de Cultura, situado en la calle del
Prado, en pleno centro de la capital española, se inspira en ambientes y personas
conocidas: en la casa de la calle Aribau, de Barcelona, que es donde vivió con su familia
catalana, al trasladarse allí desde Las Palmas; en la personalidad de su abuela y sus tíos;
en su amiga Linka y en los parientes de ésta; en sus amigos de la universidad; en su
primer amor, Dick, y en sí misma. Es inevitable imaginar a la propia Carmen Laforet en
el personaje de Andrea, esa muchacha rebelde e independiente que llega a Barcelona
una noche, recién terminada la guerra, con una pesada maleta llena de libros en la
mano."

ROSENVINGE, Teresa y PRADO, Benjamín. (2004). Carmen Laforet. Vidas literarias.


Barcelona: Omega.
"Nada es la primera obra, con la fuerza de una juventud sin estrenar aún. La idea de la
novela —escrita en Madrid de enero a septiembre de 1944— vino del choque
experimentado por mi sensibilidad al llegar desde el mundo amable y pacífico de las
islas Canarias a Barcelona, en septiembre del año 1939, recién terminada la guerra
española.
No es—como ninguna de mis novelas— autobiográfica, aunque el relato de una chica
estudiante —como yo fui en Barcelona— e incluso la circunstancia de haberla colocado
viviendo en una calle de esta ciudad donde yo misma he vivido, haya planteado esta
cuestión, más de una vez.
Cuando yo escribí la novela tenía muchas impresiones acumuladas en soledad, y una
instintiva sabiduría: la de darme cuenta que si era cierto que yo podía ver y sentir ciertas
cosas que aceptaba o rechazaba mi sensibilidad, no tenía experiencia para juzgarlas. Por
este motivo puse el relato en boca de una jovencilla que es casi una sombra que cuenta."

LAFORET, Carmen. (1956). Mis páginas mejores. Madrid: Gredos.

"Es inevitable poner en relación el principio de Nada con la llegada de la propia Carmen
Laforet a Barcelona. Como en Andrea, no hay duda de que en mi madre tuvo que darse
también el choque entre una persona sin guerra y una ciudad devastada por ella.
Contraste que le permitiría aislar el conflicto y ver cómo la guerra sigue latente,
enquistada como una larva en el ánimo y las costumbres de los hombres que la
rodeaban. Los tres años que pasa en Barcelona, alojada en la casa de sus abuelos
(muerto él y muy anciana ella), se caracterizan por un afianzamiento progresivo de su
personalidad en un medio hostil. (...) El marco de la universidad es en esos momentos el
único que le sustrae de los tintes trágicos. Ahí es donde hará sus primeras amistades."

1. El franquismo 1. La producción literaria

La producción literaria de Carmen Laforet no es tan extensa como la de buena parte de


novelistas, aunque sabemos que escribió mucho. La causa de la escasez de sus
publicaciones es su perfeccionismo que la llevó a desestimar muchas páginas. Podemos
dividir su obra en dos bloques:

a) Novelas: son seis y se suelen agrupar en dos triologías. Las estudiaremos en la página
siguiente.

b) Otras publicaciones:

Novelas cortas: La llamada (1954).

Cuentos y relatos: La muerte (1952), La niña y otros relatos (1979)

Libros de viajes: Paralelo 35 (1965)

Antología: Mis mejores páginas (1956)


2. Las novelas

La novelas son seis y se suelen agrupar en dos trilogías:

CLASIFICACIÓN DE LAS NOVELAS DE CARMEN LAFORET


La isla y los demonios (1952)
Considerada un antecedente de Nada, también posee un carácter
biográfico. La acción se sitúa en Gran Canaria, donde Carmen
Laforet vivió unos años, y narra la vida de una adolescente que bien
podría ser la antecesora de Andrea.
Nada (1945)
TRILOGÍA La gran y premiada novela de Carmen Laforet. Objeto de estudio de
FEMENINA esta guía de lectura. Tuvo mucho éxito y se vendieron numerosos
ejemplares desde las primeras ediciones hasta nuestros días. Premio
Nadal y Premio Fastenrath de la Real Academia
La mujer nueva (1955)
Cuando Carmen Laforet se casó, imprimió un nuevo aire a su vida
que se refleja en esta novela, cargada de misticismo y de referencias
católicas. No fue bien acogida por lectores y críticos.
La insolación (1963)
Algunos críticos la catalogan como su mejor novela, aunque sin
unanimidad. Trata de los conflictos de un adolescente que inicia la
trilogía masculina con una narración llena de aciertos estilísticos
poco valorados por el público.
TRILOGÍA Al volver la esquina (2004)
MASCULINA Publicada tras la muerte de Carmen Laforet por sus hijos. Esta
novela póstuma fue escrita con muchos años de antelación pero no
dada a conocer por los recelos perfeccionistas de su autora.
Jaque mate (inédita)
Todavía sin publicar, cerraría el ciclo iniciado en las dos novelas
anteriores.

1. El franquismo

El triunfo del franquismo en la Guerra Civil Española (1936-39) y en los casi cuarenta
años de posguerra conllevó un regreso a las costumbres de la España más tradicional y
un recorte drástico en los derechos de la mujer. Se anularon los avances conseguidos en
el período republicano (1931-39) y la mujer se sometió a las normas de la España
católica: esposa, madre, encargada de las labores del hogar, subyugada legalmente al
hombre y relegada a su papel matriarcal, lejos de trabajos (salvo domésticos, sanitarios
y escolares) y de estudios universitarios.
El franquismo propugnó la separación total de las funciones sociales masculinas y
femeninas. Las escuelas practicaron la separación entre niños y niñas; además, los
contenidos que aprendían las niñas estaban relacionados con su futuro papel de esposas
y madres (labores, cocina...). Incluso las lecturas estaban claramente diferenciadas: los
chicos leían historietas de héroes (El guerrero del antifaz, Roberto Alcázar...) y las
chicas revistas con consejos de cocina, higiene o labores.

Desde el punto de vista político, Franco había ganado la guerra y se había aliado con los
fascistas alemanes e italianos. Éstos prometían un nuevo mundo, puro y alejado del
comunismo, aunque en la práctica los resultados fueron dictaduras sangrientas, millones
de muertos y países enteros devastados por la guerra. En cuanto la balanza de la
Segunda guerra mundial se inclinó en favor de los aliados, Franco tuvo la habilidad de
convencer a los americanos e ingleses de su anticomunismo y mantuvo el poder durante
casi cuatro décadas más (murió en 1975). Ni siquiera sus principios monárquicos le
impidieron ejercer dictatorialmente sus poderes y se negó a restaurar la monarquía. Ni
Alfonso XIII (murió en Roma en 1941), ni su hijo heredero, Juan de Borbón, apartaron
al dictador de su férreo mandato, hasta el punto de que sólo la muerte le relegó del
poder.

Textos complementarios

"Nada apareció como una ráfaga de viento fresco en medio de una época de crisis
intelectual y artística. La recién terminada guerra civil tuvo consecuencias devastadoras
no sólo para la economía del país. Las áreas del arte y del pensamiento se vieron
doblemente afectadas: tanto por las secuelas del conflicto que desembocó en un éxodo
de gran parte de la élite intelectual, como por la recién instaurada dictadura. Franco
cerró España a las influencias extranjeras e hizo romper con la tradición anterior a la
guerra civil. Además, estableció todo un mecanismo de censura que vigilaba y perseguía
la menor señal de crítica o desobediencia hacia el gobierno. En aquellas condiciones era
muy difícil escribir algo que no fuese una alabanza de los valores predicados por la
Falange."

Izabela Mocek: Nada de Carmen Laforet: el proceso de maduración de la protagonista


como un ejemplo de emancipación femenina

"Nada, primera obra de Carmen Laforet, es un producto de su tiempo. De la paz idílica


de las Islas Canarias, donde apenas se tenía noticia de la guerra de la península, ella se
traslada a Barcelona. El contraste es muy grande. Viene la comparación de estos
ambientes. Madura su apreciación, y nace la obra. En derredor había hambre, quejidos,
desolación, ruinas, dolor. Lo que le toca ver, oír, gustar, después de la paz ingenua de su
adolescencia, no lo puede olvidar, ni aún después de escribirlo. Parece que quedó por
siempre traspasada de ello, pues en varias de sus narraciones posteriores aparece
también directa o indirectamente el espejismo de estas amarguras. Sobre todos los males
estaba la dificultad para conseguir alimentos, y si los había, tener el dinero suficiente
para adquirirlos. Esta necesidad de sobrevivir, pese a las calamidades observadas, a
veces sufridas totalmente, este aferrarse de los seres a la vida aún en medio de su
miseria, le va dejando a través de los días un sedimento amargo. Los personajes que
tejen la ficción de Nada, se le recortan al contraluz de estas desolaciones. Forman una
familia que ha supervivido, pese a los desastres que le ha tocado sobrellevar. "

ILLANES ADARO, Graciela (1971). La novelística de Carmen Laforet. Madrid:


Gredos. P.21.

1. El contexto de Nada

Nada de Carmen Laforet aparece publicada pocos años después de la Guerra Civil
Española (1936-39), cuando la censura franquista estaba en su mayor apogeo y una
mayoría de intelectuales se habían exiliado por temor a las represalias franquistas. El
famoso asesinato de García Lorca hizo que muchos literatos se establecieran fuera de un
estado con un régimen político totalitario. Por otra parte, las circunstancias socio-
económicas propias de la posguerra rompen con las trayectorias novelísticas anteriores.
El impacto brutal de la guerra se refleja en las narraciones, que parten de una nueva
perspectiva y que incluyen nuevos estilos.

2. La novela de posguerra

La crítica clasifica la novela de la posguerra (1939-1950) en estas tendencias:

a) Triunfalismo: justifican la guerra, el franquismo y los valores tradicionales. Por


ejemplo Agustín de Foxá en Madrid, de corte a checa.

b) Tremendismo: iniciado por Camilo José Cela con su novela La familia de Pascual
Duarte (1942), traza con estilo sorprendente el mundo de la violencia gratuita y de la
miseria postbélica.

c) Novela psicológica: utiliza técnicas ya conocidas para analizar el carácter de los


personajes desde una perspectiva realista. Ignacio Agustí y su novela Mariona Rebull
serían una muestra.

d) Novelas de difícil clasificación: las obras de José Mª Gironella o de Darío Fernández


Flores no pueden englobarse en estas tendencias por su carácter personal.

e) Novela existencial: se puede afirmar que comienza con Nada de Carmen Laforet y
sigue con Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada) y Gonzalo Torrente
Ballester ( Javier Mariño). En estas narraciones prevalece la frustración de la vida
cotidiana, la angustia por un tipo de vida no deseado, la tristeza y el ansia existencial.
Recogen las ideas filosóficas europeas del momento, concretamente el Existencialismo
de Sartre, y lo aplican a la amargura de la vida cotidiana. Elementos presentes en estas
novelas son el relato de la soledad, la frustración por una sociedad en decadencia, la
inadaptación, los personajes marginados o desarraigados y la muerte. Las causas de este
tipo de temática corresponden al contexto histórico, es decir, a la sociedad de la
posguerra española. Los años cuarenta estuvieron marcados por causas que son
fácilemente reconocibles en Nada:

a. La pobreza (casa de la abuela, asignación económica, hambre...)


b. La violencia (matrimonio Gloria y Juan)

c. La muerte (Román)

3. La novela de posguerra (y II)

Pero también aquellos años sufrieron otras desgracias que no aparecen en la novela de
Carmen Laforet, ni en ninguna de sus coetáneas. Rasgos que no fueron denunciados por
las consecuencias propias de la censura intransigente:

Persecución política con encarcelamientos y ejecuciones

Falta de libertades

Incultura

Injusticias sociales

Abusos de poder

Desde el punto de vista estilístico, la novela existencial de los años cuarenta se


caracteriza por su concepción realista y por su sencillez de técnicas narrativas. En ellas
prevalece la narración lineal de los hechos, el narrador en primera o tercera persona y la
ausencia de saltos temporales (proacción, retroacción, paréntesis...).

Tampoco se puede afirmar que los novelistas de esta época formen una escuela o una
posible generación del 36, puesto que cada cual posee su propia técnica narrativa y su
personalidad definida e independiente. En efecto, Carmen Laforet no estuvo adscrita a
ningún movimiento o escuela literaria.

En ese contexto literario y con el empuje del premio obtenido de la primera edición del
premio Nadal (1944), Nada triunfó y se alzó como la novela más representativa y
sorprendente de los años cuarenta.

1. La realidad del momento

Nada es una novela sobrecogedora que refleja la realidad cotidiana de unos seres
angustiados, ubicados en la posguerra española y cuya existencia recuerda una pesadilla
llena de discordias, confrontaciones y frustraciones. El dolor y el pesimismo son ejes
vertebradores de la narración, que se reflejan en sus personajes y en el punto de vista de
Andrea, una muchacha que irá madurando a lo largo de su estancia en Barcelona. Las
relaciones entre los protagonistas de la novela dibujan una estructura que entronca con
el tremendismo literario y con el existencialismo filosófico.

La narración de Andrea plantea una serie de conflictos entrelazados en un relato lineal,


subjetivo, sensible, melacólico y con algunos detalles de morbosidad:
"Maquinalmente, sin saber cómo, me encontré metida en la sucia bañera, desnuda como
todos los días, dispuesta a recibir el agua de la ducha. En el espejo me encontré
reflejada, miserablemente flaca y con los dientes chocándome como si me muriera de
frío. (...) Las gotas resbalaban sobre los hombros y el pecho, formaban canales en el
vientre, barrían mis piernas. Arriba estaba Román tendido, sangriento, con la cara
partida por el rictus de los que mueren condenados. La ducha seguía cayendo sobre mí
en frescas cataratas inagotables. Oía cómo el rumor humano aumentaba al otro lado de
la puerta, sentía que no me iba a mover nunca de allí. Parecía idiotizada."

Nada, Ed Destino 2005, p.258-259

2. Carmen Laforet y Andrea

La narradora es testigo de su propia vida y la de los que la rodean –familiares y amigos-


que retrata con detalles no muy minuciosos y desde una perspectiva temporal posterior a
los hechos. Parece como si Carmen Laforet no participara en la narración, sino que
fuera Andrea la que firmase el relato. La dosis de autobiografía es seguramente mayor
de lo que afirma la autora:

"No es —como ninguna de mis novelas— autobiográfica, aunque el relato de una chica
estudiante —como yo fui en Barcelona— e incluso la circunstancia de haberla colocado
viviendo en una calle de esta ciudad donde yo misma he vivido, haya planteado esta
cuestión, más de una vez."

Carmen Laforet. Mis páginas mejores. Madrid. Gredos. 1956

Podemos relacionar la vida de Carmen Laforet con la de Andrea y establecer ciertos


paralelismos:

Carmen Laforet Andrea


Nace en Barcelona y vive entre 1921-1923
Se traslada a Canarias (1924-1939) Nace (?) y vive en Canarias (¿1921?-1939)
Estancia en Barcelona (1939-1942) Vive en Barcelona (1939-1940)
Se traslada a Madrid (1942) Se traslada a Madrid (1940)
Escribe Nada (1943) Escribe su relato (¿1941-1943?)
Premio Nadal por su novela Nada (1944)

2. Carmen Laforet y Andrea (continuación)

No sabemos exactamente cuándo escribe Andrea sus vivencias, pero podemos deducir
que es un período de tiempo similar al que dedicó Carmen Laforet a la escritura de su
novela (entre enero y septiembre de 1943). En todo caso, se trata de una novela con una
gran cantidad de elementos autobiográficos, aunque no sea propiamente una
autobiografía. Se trata de una obra literaria en la que la autora intercala libremente sus
pensamientos, sus vivencias, su fantasía y su visión personal del conflicto planteado. Y,
aunque la relación entre ambas vidas tiene muchos puntos de contacto, no cabe duda de
que una obra literaria se nutre de muchos elementos, algunos reales, otros
correspondientes a la ficción.

Un rasgo general que caracteriza la novela es la desesperanza. La inocente mirada de


Andrea a su llegada a la gran ciudad se verá pronto atacada por los conflictos brutales
en su familia que la llevarán al “exilio” de Barcelona, con el único equipaje del vacío y
la desolación. Su marcha es una huida hacia adelante, hacia otra ciudad que plantea un
final abierto. No sabemos cómo será su nueva existencia, pero sí sabemos que la
acompaña el desencanto.

Nada es un relato lineal de técnica sencilla que transcurre en Barcelona durante un año,
en el que las estaciones climatológicas son un decorado acorde con los sentimientos de
la protagonista. Miguel Delibes dijo que se trata de una novela de retazos con zonas de
penumbra que el lector debe tejer para formar el relato.

1. El espacio

El espacio físico de la novela Nada no es un sencillo decorado, es un entorno existencial


que condiciona a todos los personajes, especialmente a Andrea. Podemos dividirlo en
dos bloques:

ESPACIOS INTERIORES: LA CASA DE LA CALLE ARIBAU


Representan la miseria económica, la falta de esperanza y la frustración.

Son sucios, sórdidos, ruinosos, sombríos.


Cuarto de Andrea Refugio ante las incidencias familiares

Cuarto de baño El agua: símbolo de limpieza física y moral


Entorno de artista solitario, de bohemia y de
Buhardilla de Román
charlas
Otras dependencias de la casa Cocina, cuarto de Gloria...

ESPACIOS EXTERIORES: LA CIUDAD DE BARCELONA Y


ALREDEDORES
Representan la libertad, el mundo nuevo para Andrea, la cultura, la historia,
el amor, las costumbres, las clases sociales...

Ofrecen la luz, las novedades, la amistad, referencias a la miseria


Estación de Francia Puerta de entrada a Barcelona
Puerta de la cultura, estudios de Filosofía y
Universidad
Letras
Estudio de Guíxols Puerta de la amistad
Casa de Ena y de Pons Puerta abierta a la clase alta
Barrio Chino Toma de contacto con la clase baja
Ramblas, Boquería, Catedral... Conocimiento de ambientes de la ciudad
Santa María del Mar, puerto Observación de ciertos restos de la guerra
Convivencia, amistad, contacto con la clase
Excursiones por la costa
alta.

1. El espacio (continuación)

El contraste entre los espacios interiores oscuros, claustrofóbicos y llenos de personajes


opresivos; frente a los espacios exteriores luminosos y llenos de novedades para una
chica que venía de las Islas Canarias, ofrece un marco lleno de protagonismo para los
lectores y lectoras. El entorno físico es a la vez el espejo en el que se contempla el alma
de Andrea, en plena crisis existencial. La casa de la calle Aribau puede considerarse
como una representación simbólica de la vida, una especie de escuela de la naturaleza
humana. Los personajes que la pueblan representan los instintos y pasiones humanas
básicas. Por otra parte, la ciudad constituye el contrapeso y la evasión, el acceso a la
cultura y a la clase alta. El contraste en forma de claroscuro desemboca finalmente en la
huida y en la aparición de un nuevo paisaje -apenas mencionado en la novela- con el
entorno económico favorable: Madrid.

2. El tiempo

Toda la novela transcurre en un año, concretamente en el curso 1939-40. Se trata de un


relato lineal con algunas pequeñas analepsis (retrocesos en el tiempo) en las que la
protagonista recuerda ciertos veranos en casa de los abuelos y el pasado inmediato a la
llegada a Barcelona. El choque entre sus recuerdos felices y el estado presente de la casa
de la abuela le produce una decepción que marcará toda la novela.

REFERENCIAS TEMPORALES DE ANDREA EN LA NOVELA NADA


Tiene 18 años. Adolescencia. Edad difícil.
1939-
“Me era imposible creer en la belleza y la verdad de los sentimientos
40
humanos —tal como entonces con mis dieciocho años lo concebía yo
—“ (Nada, cap. XVII)
1928 Tiene 7 años, viaja a Barcelona, a casa de sus abuelos; recuerdos
felices.

“Los primeros tranvías empezaban a cruzar la ciudad, y amortiguado


por la casa cerrada, llegó hasta mí el tintineo de uno de ellos, como
en aquel verano de mis siete años, cuando mi última visita a los
abuelos.” (Nada, cap. II)
Tiene 23 años (Carmen Laforet/Andrea) y presenta su novela al
premio Nadal de 1944. Escribe desde Madrid.

“El padre de Ena, que había venido a Barcelona por unos días, a la
1944
mañana siguiente me vendría a recoger para que le acompañase en su
viaje de vuelta a Madrid. (...) Unos momentos después, la calle de
Aribau y Barcelona entera quedaban detrás de mí. “ (Nada, cap.
XXV)

La novela de Carmen Laforet no es la de una escritora realista, no plasma los hechos


con una visión fotográfica o testimonial, sino como un ejercicio de introspección. En el
relato aparecen aquellos sucesos que su memoria selectiva y su criterio emocional han
escogido. Parece como si al escribir, la novelista quisiera recordar el tiempo
transcurrido en Barcelona para aprender de sus experiencias a través de la reflexión.

3. Los personajes principales

Andrea es la narradora, personaje protagonista y testigo. Su historia es la de una


huérfana de dieciocho años que abandona el pueblo en el que vivía con su prima Isabel
y va a la casa de sus abuelos –para estudiar en la universidad de Barcelona- cargada de
ilusiones. El tiempo y las circunstancias se encargarán de desvanecerlas. Es observadora
de la realidad, de la arquitectura, de las personas, de las calles, de los ambientes..., y
sabe transmitir con frases cargadas de sensibilidad sus impresiones más íntimas.
Carmen Martín Gaite la definió como chica rara, es decir, personaje fuera de los
estereotipos marcados por las protagonistas de novelas. Su aspecto físico no queda
definido más que por la delgadez y por la ausencia de coquetería. Su personalidad se
corresponde con la de una chica tímida pero fuerte de carácter, que valora su
independencia y busca la libertad. Al final, angustiada por los acontecimientos del
último año vivido, ve en la oferta de su amiga Ena la tabla de salvación y abandona
Barcelona aparentemente sin llevarse nada, aunque sí lleva en su “equipaje” una serie de
duras vivencias que forjan su madurez.

Román es su tío, un pintor, aventurero, donjuán, capaz de fascinar a las mujeres –


Gloria, Ena, la madre de Ena y la propia Andrea- y que ejerce un papel de dominio
psicológico sobre el resto de familiares de la casa. Parece vivir apartado de la casa, en la
buhardilla del edificio, donde mantiene largas conversaciones con Andrea. Pero posee
un lado oscuro en su personalidad de conquistador, se comporta como un tirano capaz
de humillar, ningunear o de pelearse con su propio hermano. Es un personaje
controvertido y clave en la novela, por cuanto su muerte precipita el final de la misma.

3. Los personajes principales (continuación)

 
Ena es la gran amiga de Andrea. Su inteligencia y seguridad en sí misma atraerá a
Andrea, que verá en ella un modelo de conducta. Si bien su relación atraviesa por
altibajos y por interferencias –relación con Román-, Ena será la puerta abierta a las
clases sociales altas y al futuro lejos de la angustia familiar.

Angustias, tía solterona de Andrea, desempeña un papel opresivo, censor de las


costumbres y con una doble moralidad. Su imagen está teñida de desequilibrio hasta el
final de su aparición, cuando se recluye en un convento. Algunos críticos la relacionan
con la madrastra de Carmen Laforet, mujer al parecer histérica que chocó con su hijastra
y provocó la salida de Canarias.

Juan, también tío de Andrea, es pintor pero sin el talento, ni el atractivo de su hermano
Juan. Muestra una frustración por su fracaso matrimonial, familiar y económico. Sus
relaciones conyugales –con presencia de maltratos- y fraternales son tortuosas, muestran
un carácter violento, brutal, despiadado y a veces repulsivo.

Gloria es la mujer de Juan. Se asemeja a Andrea en sus ansias de libertad, aunque no


tiene voluntad suficiente para romper con la familia, las ataduras, los maltratos y
mantiene una vida apática en una casa en la que se siente atrapada.

La abuela aparece como una figura maternal que acoge con ternura a Andrea, capaz de
sacrificios por la familia, religiosa y llena de fervor sincero, pero también es un ser
atormentado que calla ante las injusticias familiares y que muestra las crudas cicatrices
de la miseria, de la guerra y de la pérdida de su marido.

La madre de Ena, Margarita, aparecerá en escena con una sorprendente relación con
Román y con una charla que inspirará confianza a Andrea. Junto con su marido y la
voluntad de Ena, serán los agentes positivos de la novela que motivarán la partida de
Andrea hacia Madrid.

1. La estructura de la novela

La crítica que ha analizado la obra define su género como una novela bildungsroman, es
decir una obra narrativa de crecimiento personal, de búsqueda de la propia identidad o
de aprendizaje –recordemos la edad temprana en la que la autora la publicó-. Andrea, la
protagonista, necesita encontrarse a sí misma ante una sociedad hostil, depauperada por
la posguerra y llena de escollos. A lo largo de la narración se encuentra con múltiples
situaciones que la obligan a evaluarse y a aprender de sus experiencias.

La estructura externa de la novela podemos clasificarla como clásica. Es un relato lineal


narrado en primera persona desde una perspectiva temporal no muy alejada –apenas
unos años después de los hechos-. Aparentemente posee un final propio de estructura
abierta, como si pudiera continuar la acción en Madrid, aunque lo cierto es que el
tiempo transcurrido en Barcelona es ya una puerta cerrada que nunca más se abrirá. No
es un relato de acción, pero mantiene el interés de la lectura mediante pinceladas,
descripciones a grosso modo, impresiones y presencia de elementos incompletos que
obligan al lector o lectora a reconstruir el decorado y la trama con su imaginación. Se
puede dividir en tres partes:
a. Capítulos I-IX: desde la llegada de Andrea a Barcelona hasta la partida de Angustias.

b. Capítulos X-XVIII: nuevas ilusiones, fiesta en casa de Pons, cambios en la forma de


ser de Andrea.

c. Capítulos XIX-XXV: Román y sus secretos. Clímax. Partida hacia Madrid.

2. Temas básicos de la novela

Esta división se corresponde con los estados emocionales de Andrea, que podemos
clasificar en:

a. Primera parte: llegada, decepción y triunfo ante el problema que le plantea Angustias.

b. Segunda parte: superación de dificultades diversas (hambre, malos tratos a Gloria,


universidad...)

c. El desencanto por la tragedia. Pérdida final de ilusiones. Viaje.

Los temas básicos que plantea en la estructura interna son variados, los más importantes
pueden catalogarse en: búsqueda de la libertad, deseo de liberación femenina, lucha
contra ciertos patrones de la sociedad, búsqueda de un modelo femenino, rechazo del
matrimonio y del amor romántico pero no de la maternidad, crítica a los tópicos
románticos, retrato de la sociedad catalana de la posguerra, la amistad, la violencia
doméstica, el gregarismo y la tiranía psicológica, etc. Por otro lado, destaca el
apoliticismo de la autora, dado el contexto franquista del momento (la familia se sitúa
en el bando de los vencedores pero apenas se nota que obtengan beneficios), parece
como si la autora no quisiera entrar en temas polémicos y practicara en su forma de
escribir una censura propia. Otras interpretaciones afirman que realiza un retrato social
como el reflejo de una sociedad vacía, sin esperanzas ni libertades.

3. El estilo de la novela

Desde su publicación, la crítica elogió el estilo natural, sencillo y sobrio de Carmen


Laforet, y se sorprendió de su gran calidad a pesar de la juventud de la autora. Entre sus
cualidades, destaca su estilo bifocal, por un lado impresionista en la presentación de la
ciudad, sus edificios, sus barrios; y, por otro, expresionista en la descripción de
personajes y en la deformación de sus rasgos. Todo ello para componer una atmósfera
con elementos asfixiantes que amplifica las miserias morales de la familia y elimina
toda esperanza de futuro compartido.

Este primer contraste de estilos no es el único. La autora gusta de contraponer imágenes


oscuras, claustrofóbicas, pesimistas, violentas –incluido un suicidio-, junto a otras llenas
de agua -símbolo de limpieza-, luz, optimismo, amistad o que incluyen un viaje final
prometedor.
Los rasgos estilísticos más relevantes se pueden resumir en:

 Inclusión de descripciones duras de la realidad pero no minuciosas.


 Percepción de los hechos desde un punto de vista sensible e íntimo.
 Alternancia del registro culto con párrafos de registro coloquial.
 Presencia de diálogos intercalados en la narración y, en menor medida, empleo
del estilo indirecto.
 Uso frecuente de recursos literarios: metáforas, comparaciones,
personificaciones, sinestesias, ironías...
 Utilización de la analepsis o retroceso en el tiempo.
 Adecuación del lenguaje a cada tipo de personaje.
 Inserción de palabras catalanas (drapaire, pobreta, nen, noi...)

En definitiva, la mayoría de estudiosos coinciden en afirmar que es una novela bien


caracterizada en la expresión, en la definición de los personajes, en la descripción del
ambiente y en el arte de la escritura.

1. La repercusión de Nada en su autora

"La fama adquirida tan repentinamente provocó en la escritora cierto agobio, y el


malestar que sentía fue el primer indicio de su fobia al éxito y sus servidumbres.
Carmen se volcó en su familia, tras casarse con Manuel Cerezales, como se ha
adelantado, al año siguiente de la publicación de Nada, y el matrimonio tuvo, casi
seguidos, cinco hijos: Marta (1946), Cristina (1948), Silvia (1950), Manuel (1952) y
Agustín (1957). Todos ellos estudiaron en el Liceo Francés, uno de los pocos colegios
de Madrid que, por sus peculiaridades y dentro de unos límites, se podían mantener a
cierta distancia de lo que el Régimen disponía en materia de educación. En una de las
cartas que Carmen Laforet le envió a su colega Ramón J. Sender, iba una fotografía en
la que la escritora aparece sonriente y con una guitarra en la mano, rodeada de sus
vástagos, en una estampa que parece la propaganda más firme de la felicidad doméstica.
(...) Carmen Laforet contribuyó con sus libros a hacer menos mediocre su época, un
tiempo oscuro construido sobre la muerte, el cautiverio y el exilio, hecho más de
ausencias que de presencias y lleno de pomposas medianías en el que la aparición de
obras como Nada o La isla y los demonios contribuyó de forma decisiva a crear una
especie de oasis en medio de aquella España patética del franquismo, gobernada por el
miedo y empobrecida por la censura. La parte más celebrada de su trabajo abarca menos
de una década, desde su fulgurante aparición como ganadora del Premio Nadal, en
1945, hasta la publicación de la novela corta Los emplazados, en 1954."

ROSENVINGE, Teresa y PRADO, Benjamín. (2004). Carmen Laforet. Vidas literarias.


Barcelona: Omega. P. 55 y 123.

1. Comentario de texto

"No quise pensar más en lo que me rodeaba y me metí en la cama. La carta de Ena me
había abierto, y esta vez de una manera real, los horizontes de la salvación.
... Hay trabajo para ti en el despacho de mi padre, Andrea. Te permitirá vivir
independiente y además asistir a las clases de la universidad. Por el momento vivirás
en casa, pero luego podrás escoger a tu gusto tu domicilio, ya que no se trata de
secuestrarte. Mamá está muy animada preparando tu habitación. Yo no duermo de
alegría.

Era una carta larguísima en la que me contaba todas sus preocupaciones y esperanzas.
Me decía que Jaime también iba a vivir aquel invierno en Madrid. Que había decidido,
al fin, terminar la carrera y que luego se casarían.

No me podía dormir. Encontraba idiota sentir otra vez aquella ansiosa expectación que
un año antes, en el pueblo, me hacía saltar de la cama cada media hora, temiendo perder
el tren de las seis, y no podía evitarla. No tenía ahora las mismas ilusiones, pero aquella
partida me emocionaba como una liberación. El padre de Ena, que había venido a
Barcelona por unos días, a la mañana siguiente me vendría a recoger para que le
acompañase en su viaje de vuelta a Madrid. Haríamos el viaje en su automóvil.

Estaba ya vestida cuando el chófer llamó discretamente a la puerta. La casa entera


parecía silenciosa y dormida bajo la luz grisácea que entraba por los balcones. No me
atreví a asomarme al cuarto de la abuela. No quería despertarla.

Bajé las escaleras, despacio. Sentía una viva emoción. Recordaba la terrible esperanza,
el anhelo de vida con que las había subido por primera vez. Me marchaba ahora sin
haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría,
el interés profundo, el amor. De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al
menos, así creía yo entonces."

2. Contextualización

Este fragmento aparece en el capítulo final de la novela, cuando la protagonista, Andrea,


ya ha asimilado la angustia de la muerte de su tío y recibe la oferta de Ena para ir con su
familia a Madrid. Lleva un año en Barcelona y las experiencias vividas la empujan a
escapar del piso de la calle Aribau, donde se siente abatida y desesperanzada. La carta
de Ena es: “de una manera real, los horizontes de la salvación.”. Su marcha tiene lugar
por la puerta pequeña, esto es, sin despedirse de nadie, ya que cuando discretamente
llama el chófer, ni siquiera le da un beso a su abuela, quien más la cuidaba y quería. La
suerte parece haber llamado a su puerta después de un año en el que aparentemente no
ha pasado nada, aunque en su interior se han producido cambios importantes causados
por las fuertes impresiones del entorno en que ha vivido. Las funciones poética (relato
de sus impresiones personales) y referencial (información de su partida) se alternan en
este fragmento clave de la novela.

3. Contenido

Este texto recoge con trazos rápidos los momentos finales en la calle Aribau y los
pensamientos de Andrea sobre esas últimas horas. La estructura interna responde a un
esquema claro:

a) La protagonista se acuesta sin querer pensar más en su familia.


b) Recuerda un pasaje esencial de la carta de Ena.
c) Siente la emoción del próximo viaje, por eso apenas duerme.
d) El chófer llama silenciosamente y ella se va sin despedirse.
e) Al bajar las escaleras reflexiona sobre su pasado reciente.

Andrea pasa la noche casi sin dormir por la emoción de su partida, un viaje que realiza
con todo el lujo de la familia adinerada de Ena, pero que es más que un desplazamiento,
es una nueva página que se abre en su vida. El mundo sórdido que deja atrás tiene como
epicentro la casa familiar de la calle Aribau, allí han transcurrido las cuatro estaciones
del año en consonancia con sus sentimientos, allí ha conocido las miserias de una
familia peculiar, liderada por el tío Román, y formada por miembros que le provocaban
todo tipo de ansiedades. Salir de esa casa es, como se ve en el propio texto, una especie
de excarcelación: “pero aquella partida me emocionaba como una liberación.”. Allí deja
también sus frustraciones y fracasos: “Me marchaba ahora sin haber conocido nada de
lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el
amor”. En efecto, no llega a la plenitud que ella esperaba, ni a las metas que se había
fijado, especialmente las relativas al amor, sea familiar (desencanto de Román) o de
pareja (decepción de Pons). Su marcha se produce con la emoción de quien cree que va
hacia una etapa mejor y deja atrás algo que aparentemente no le ha servido para
madurar. No obstante, las últimas palabras del texto son muy significativas, puesto que
denotan que la experiencia adquirida en el año de estancia en Barcelona sí le han
servido en la formación de su personalidad: “De la casa de la calle de Aribau no me
llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces.”. Se puede deducir, por estas palabras,
que en el momento de escribir la novela, la protagonista –y acaso Carmen Laforet- sí ha
incorporado a su forma de ser el cúmulo de experiencias, sufrimientos, frustraciones y
soledades que se transcriben en la novela y que ya son parte importante de la historia de
su vida.

4. Forma

El texto es un relato escrito en primera persona estructurado en cinco párrafos narrativos


y uno epistolar diferente, el segundo, que transcribe un fragmento de la carta de su
amiga Ena con rasgos coloquiales. Si bien la narración en primera persona es la base del
fragmento, también puede observarse en el tercer párrafo la presencia del estilo
indirecto para referirse a las informaciones concretas de la carta.

La forma de escribir de Carmen Laforet combina el impresionismo, la subjetividad y el


intimismo. La novelista hace cómplice de sus pensamientos a quien lee sus páginas y le
comunica sus pensamientos, en gran parte atormentados, a grandes rasgos y con una
fuerte carga de afectividad conmovedora. El estilo es vivo y enérgico, con presencia de
frases cortas, para que el lector o lectora forme su propia composición de lugar: “Bajé
las escaleras, despacio. Sentía una viva emoción. Recordaba la terrible esperanza, el
anhelo de vida con que las había subido por primera vez.”. No observamos detalles del
escenario, de la luz, de la arquitectura, de la escalera, del portal... El estilo cuidado de la
escritora se manifiesta también en el uso exquisito del léxico (expectación, automóvil,
grisácea, anhelo...) que no cae en la afectación o en el cultismo exagerado. El tiempo
verbal predominante en la narración es el pretérito imperfecto que permite describir los
hechos y estados anímicos pasados, pero observamos en contraposición el uso del futuro
en el fragmento de la carta, para resaltar que la carta es la esperanza y el relato es ya
algo consumado. Por otro lado, se puede observar la utilización de recursos literarios
que denotan una vigorosa técnica: metáforas (horizontes de la salvación),
comparaciones (me emocionaba como una liberación), epítetos (ansiosa expectación,
viva emoción), personificaciones (la casa entera parecía silenciosa y dormida...),
enumeraciones con asíndeton (la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el
amor.), etc.

5. Conclusiones

Sin duda, el texto objeto de este comentario es el colofón de la novela y el cierre


positivo de todo un año de vivencias frustrantes para una joven adolescente que llega a
una ciudad con el objetivo de iniciar una carrera universitaria. El pasado triste y
desesperanzador, especialmente tras la muerte de Román y el fracaso con Pons, podría
haber sido la tónica dominante de su presente, pero la amistad fraternal con Ena le
brinda la oportunidad de salir de la oscuridad de la calle Aribau hacia un futuro lleno de
esperanza. El texto refleja ese momento en el que la emoción de la partida se convierte
en salir sin ni siquiera despedirse de la familia y con una reflexión concluyente: no se
llevaba nada material de su casa familiar, aunque más tarde, desde la introspección de la
escritura, nos deja ver que estaba en un error, que sí se llevaba algo. Evidentemente -
siguiendo las premisas del estilo personal de Carmen Laforet-, no dice qué se lleva para
que el lector o lectora deduzca que es la experiencia vital, las amarguras, los desamores,
la tristeza de la muerte y los fracasos, vivencias de un valor incalculable para la
formación de su carácter.
La forma de comunicar de la autora responde a un estilo cuidado, sin complejidades
formales o técnicas, pero con un gran dominio de la expresión, del vocabulario, de la
adecuación y de los recursos literarios. Un estilo que cautiva a quien lee sus páginas,
como lo ha venido haciendo desde 1944, año de su publicación y de la concesión del
premio Nadal.

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