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REPORTE DE LECTURA

Programas de Fomento y Apoyo al Comercio


Internacional

Mtra. Iris Adriana Landa Torres


Universidad Veracruzana
Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales

25 de Agosto del 2022

Mora Mariel Juan José


S19010539
Antecedentes e historia de las políticas competitivas industriales en América
Latina
El resurgimiento de las políticas de competitividad industrial

Fue durante la década de los 90 que se dio el resurgimiento del interés hacia el
empleo de Políticas de Competitividad Industrial; sin embargo, las limitaciones para
el desarrollo económico e industrialización eran demasiados, esto a causa de que
se tratase de políticas direccionadas a competir en un contexto globalizado
acompañado de una revolución tecnológica; la necesidad de participar
económicamente hablando en un mercado mundial era latente, no obstante, la
planeación y empleo de estas estrategias para impulsar a los países fueron distintas
respecto de cada uno ya que como afirma el autor, estas siempre dependerían del
tamaño, estructura económica e incluso del enfoque sobre el alcance que de la
intervención del estado en dicha economía.

Por otro lado, al hablar de políticas de competitividad Industrial en los 90s, enfocadas
en la región de América Latina y el Caribe (tratándose los países analizados en el
libro: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Jamaica, México y Uruguay)
se posicionan únicamente como un complemento para lograr la competitividad y el
crecimiento.

Las políticas de competitividad Industrial parten de la irreversibilidad de los


cambios estructurales que han acompañado a la estabilización: apertura
comercial, desincorporación de gran parte de las empresas manufactureras de
propiedad Estatal, liderazgo económico del sector privado y creciente
integración subregional. En este sentido, las políticas de competitividad
Industrial han debido adaptarse a un marco general que tiende a considerarlas,
en el mejor de los casos, un mal necesario. (De Band, 1994)

Al inicio la década de los 90 el sector industrial en la región resultó mediocre, dejó


de ser un motor de crecimiento y generador de ingresos y empleos. Pesé a lo
anterior, durante el resurgimiento de las políticas de competitividad industrial se
desató un fuerte crecimiento en la industria petroquímica, siderúrgica y automotriz,
además del auge de las actividades de ensamblaje para la exportación que más
tarde se convertirían en áreas de competitividad, sectores especiales, de apoyo o
rescate. Es decir, la industria de la región había aumentado su competitividad
internacional y aprendido operar en un mercado abierto y dinámico, esto a pesar de
ser el Estado el principal agente económico, gracias a manejar las mayores
empresas de la región (petroquímicas en su mayoría). Si bien las políticas de
competitividad Industrial habían dado frutos estás habían sido dirigidas hacia un
marco mayormente nacional.

De acuerdo con las políticas de competitividad industrial recientes y las economías


que se analizan en este libro, se han formado tres grandes grupos en los que se
puede observar la presencia de políticas similares. Brasil, México y Jamaica
conforman el primero, en el cual se emplea una política formal de alcance horizontal
que integra una estrategia industrialización y desarrollo económico. El segundo
grupo, integrado por países del Grupo Andino y América Central, consolidan
enfoques de políticas de competitividad en general basados en la metodología de
Porter. Finalmente, el tercer grupo conformado por Chile, Argentina y Uruguay
emplean medidas para aumentar la competitividad empresarial sin partir de una
política industrial, en sí o de un análisis competitivo. A partir de ello se describen las
políticas empleadas como progresistas pues buscan acelerar el funcionamiento de
los mercados a la vez que se evitan los cambios estructurales y tecnológicos.

Es necesario constatar que, pese a avances en la determinación de los focos


de atención de las políticas, éstas aún tienden a parecer que son respuestas a
largas listas de condiciones necesarias para alcanzar la competitividad. Esto
dificulta sensiblemente la labor de los decisores de política y, como se señalará
en un trabajo anterior. (Peres, 1994)

Según en el autor, los países de la región no fueron capaces de emplear las políticas
de competitividad industrial de la manera correcta y esto debido a varios problemas,
entre ellos: la distinción entre el diseño y ejecución, la descentralización de las
políticas, la ineficiencia administrativa y la falta de una entidad líder para la
implementación, de las cuales sorprendentemente se desprenden aún más. Ahora
bien, no todo ha sido malo pues se han implementado políticas de competitividad en
áreas como: la tecnológica, de recursos humanos, de fomento a la exportación, entre
otras. Además, se ha propuesto fortalecer las cámaras empresariales en
combinación con esfuerzos públicos para hacer más eficaces actividades como la
implementación y evaluación de las políticas.

La política industrial y de comercio exterior en México

En la década de 1980, México ya se encontraba en una situación muy


comprometedora (auge petrolero, crisis de la deuda externa, lenta recuperación y
posible apertura de la economía), pero fue hasta 1985 cuando se optó por una
economía de mercado, para ello se emplearon reformas económicas y fueron estos
cambios estructurales los que causaron mayor impacto en el sector industrial
mexicano:

• La apertura comercial, con el objetivo de restablecer el equilibrio


macroeconómico, a mediados de 1980 México ingresó al Acuerdo General
de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), así mismo, para el año de 1994
entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
y nuestro país pasaba de ser una economía casi cerrada a una de las más
abiertas del mundo provocando así una masiva oferta de productos que
terminó con el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas
manufactureras
• La política de inversión extranjera directa con la intención de atraer capital
que aportara tecnología, divisas y empleo, sin embargo, se ampliaron los
sectores
receptores de inversión extranjera, además de que se otorgaron facilidades
administrativas y seguridad jurídica a inversionistas extranjeros.
• La desincorporación de empresas públicas básicamente consistía en reducir
la participación del sector público en la economía, desincorporaron empresas
como Telmex, compañías de aviación, mineras, ingenios azucareros, la
banca comercial, entre otras.
• Las reformas financieras, que permitieron la liberación de las tasas de
interés, la eliminación del encaje legal y la libertad de los bancos para otorgar
créditos de acuerdo con criterios propios.
El sector manufacturero mexicano sufrió un enorme cambio estructural debido a las
reformas económicas que se llevaron a cabo en los años 80. Nos ha quedado un
sabor de boca agridulce, ya que ahora que México es participe de la economía
mundial su crecimiento industrial fue y continúa siendo lento y desigual, surgieron
dos segmentos distintos en su totalidad e imposibles de trabajar conjuntamente. Por
un lado, se trata de las pocas grandes empresas capaces de competir en el mercado
global y por otro lado, miles

de micro, pequeñas y medianas empresas incapaces de competir, con tecnologías


obsoletas, dificultades de financiamiento y dirigidas principalmente al mercado
nacional. Por otra parte, gracias a la entrada del TLCAN muchas de las
exportaciones aumentaron y algunas otras duplicaron sus cifras, lo que dio paso a
la recuperación manufacturera y posterior inversión a la implementación de nuevas
tecnologías y capacidad productiva de la industria. Sin embargo, es importante
recalcar que México puede ser potencia exportadora en productos específicos
dirigidos hacia mercados o empresas específicas, lo que significa, según el autor,
que uno de los retos más importantes para el sector manufacturero es crecer más
rápido y exportar a un ritmo mayor que las importaciones.

El Plan Nacional de Desarrollo Industrial (PNDI) y el Programa Nacional de Fomento


Industrial y Comercio Exterior (Pronafice) fueron los principales antecedentes de la
política industrial de la liberalización. Estos programas fueron el resultado de
coyunturas económicas, cambios estructurales, demasiado desiguales.

El PDNI fue el primer plan empleado sin embargo su política fue descontinuada al
iniciar la crisis de 1982. Pasado un año se formó el Pronafice, este combinaba un
diagnóstico y una estrategia estructuralista con políticas cercanas a un modelo de
mercado. Se centró en tres tipos de políticas: racionalización de la protección e
impulso de exportaciones, fomento industrial y regularización. A pesar de ello, este
programa fue insuficiente, tenía carencias técnicas, incapacidad para evaluar sus
resultados, impresión para consolidar el esfuerzo exportador y demás. Después de
todo, la necesidad de continuar con la búsqueda del correcto diseño y empleo de
Políticas de Competitividad Industrial sigue, además de la visible participación y
compromiso del sector empresarial.
Peres, W., Bonelli, R., Labarca, G, Martínez, A. Buitelaar, R., Fuentes, J., Van Riel,

W., Máttar, J., Bucheli, M., Mendive, C. y Ramos, J. (1997). : Políticas de

Competitividad Industrial. ©siglo xxi editores, s.a. de c.v.

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