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LA POLÍTICA DE INDUSTRIALIZACIÓN DEL

GOBIERNO MEXICANO
La política industrial es el conjunto de acciones que buscan resolver las distorsiones
de mercado; es decir, cuando las asignaciones de libre mercado de los bienes y
servicios en la economía no son eficientes. Entre las distorsiones de mercado
destacan las externalidades, monopolios u oligopolios, mercados incompletos,
información asimétrica y de coordinación de los agentes. Asimismo, las acciones de
política industrial propician la colaboración entre el sector privado y el gobierno para
desarrollar los sectores con mayor impacto en el crecimiento económico. La política
industrial procura un crecimiento regional más balanceado en las regiones
explotando sus ventajas comparativas y aprovecha las derramas de conocimiento y
las economías de escala para fomentar el desarrollo económico.

Los objetivos de la Política Industrial se centran en proporcionar información a los


agentes económicos; implementar acciones e instrumentos específicos como la
promoción del capital humano y financiamiento y, en coordinar, focalizar y priorizar
las acciones conjuntas entre el sector privado y los distintos órdenes de gobierno.
Siguiendo lo anterior, los programas implementados por la SE tienen como
directrices las siguientes premisas:
• Fortalecer y desarrollar el mercado doméstico con la misma solidez que el
externo.
• Fortalecer las industrias infantes que cuenten con ventajas comparativas.
• Incrementar la innovación, la promoción del capital humano y el intercambio
de tecnología entre las industrias.
• Proporcionar información a los agentes para resolver las distorsiones de
mercado, en particular, información asimétrica y coordinación de agentes.
• Coordinar, focalizar y priorizar las acciones conjuntas entre el sector privado
y los distintos órdenes de gobierno.
Los planteamientos antes expuestos sugieren un programa para avanzar en la
política industrial en México y poder precisar puntos importantes. A continuación, se
establecen algunos criterios para establecer el programa a examinar.
En primer lugar, es imprescindible constituir un organismo que elabore, evalúe y dé
seguimiento a la política en materia industrial. El carácter de dicho organismo, su
composición, sus funciones y su capacidad de decisión en los componentes de la
política industrial, son aspectos que deberán puntualizarse mediante estudios.
Obviamente algunos contenidos no podrán definirse si no tenemos claridad
respecto a los instrumentos y los objetivos de la estrategia industrializadora.
En segundo lugar, la experiencia revela que es imprescindible dejar atrás los
elementos negativos que presentó la política industrial durante el proceso de
sustitución de importaciones. En esta línea de investigación, algunas ideas que
deben ser superadas se refieren a las que le atribuyen a la industrialización
capacidad para resolver todo tipo de problemas. Con la posición de industrializar a
toda costa, se propició la participación del Estado mediante apoyos indiscriminados.
Se entiende ahora que los apoyos y los subsidios deben ser temporales y deben
asimismo estar sujetos a respuestas productivas y de exportación por parte de las
empresas. ¿Cómo medir la temporalidad? ¿Cuáles son los límites mínimos
aceptables para mantener los respaldos estatales? Estas y otras cuestiones se
deberán esclarecer mediante indagaciones específicas.
En tercer lugar, el establecimiento de una política industrial debe vislumbrar dos
ámbitos simultáneamente. El largo plazo, que implica fomento a la inversión
productiva, y por tanto al desarrollo científico-tecnológico, y el corto plazo, cuya
preocupación central es la utilización eficiente de los recursos existentes. En el
manejo de algunos instrumentos, la estrategia de largo plazo puede resultar
contradictoria con la política reactivadora de la actividad industrial. Por ejemplo, la
presencia de grandes capacidades ociosas no concordaría con la ampliación de
créditos blandos para incentivar la inversión fija. Esto es parte de lo que un trabajo
de investigación tendría que resolver. Por último, la medición de las ventajas
comparativas sociales es un instrumento imprescindible para impulsar la política
industrial en una economía abierta. Cuando esta medición se efectúa de manera
muy agregada, no se pueden detectar las empresas con diferente productividad. A
su vez, el cálculo, de las ventajas comparativas sociales para el mediano y largo
plazos, toma en cuenta de manera más realista la potencialidad productiva de un
país. La desagregación y el mediano plazo se deben incluir en el estudio de la
eficiencia social de la industria.
Estas cuatro líneas de investigación acerca de la política industrial tienen como
trasfondo, ya insinuado en la primera línea, la concertación de los organismos
implicados. Los programas no son realizables por sí mismos, se requiere de la
presencia activa y convencida de los organismos productivos.
Bibliografías
3.1. La política de industrialización del gobierno mexicano. (2018, 15 febrero).

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