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TEMA 7

EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN
CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA

1. INTRODUCCIÓN: EL RETORNO DE LOS BORBONES.

● Cansada la sociedad española de la inestabilidad del Sexenio, fue tomando


cuerpo la idea de restablecer la monarquía borbónica.

▪ Así, en diciembre de 1874, el príncipe Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II,


proclamó en el Manifiesto de Sandhurst su intención de convertirse en rey de
España bajo los principios liberales y católicos.
▪ El 29 del mismo mes, el pronunciamiento militar del general Martínez Campos
en Sagunto proclamaba la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso
XII, poniendo punto final al breve período de gobierno del general Serrano que a
principios de aquel mismo año había acabado con la I República.

● Se iniciaba así un largo período político conocido como la Restauración, que


supone la vuelta a un régimen liberal-conservador y en el que podemos distinguir
tres periodos:

a) El período que abarca hasta 1898, caracterizado por el funcionamiento del


sistema político creado por Cánovas del Castillo. Coincide con el reinado de
Alfonso XII (1875-1885) y la Regencia de María Cristina (1885-1902).
b) La crisis de la Restauración (1898-1923) tras la guerra de Cuba,
coincidiendo con el periodo del reinado de Alfonso XIII anterior al golpe militar de
1923.
c) La dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), cuya caída
marcará poco después el fin de la monarquía de Alfonso XIII al proclamarse la II
República en 1931.

2. EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN.

● El nuevo sistema político fue configurado por el malagueño Cánovas del


Castillo, líder del partido alfonsino durante el Sexenio. Cánovas pretendía
superar los problemas endémicos del liberalismo anterior, es decir, la actitud
favorable de la Corona a un solo partido (el moderado), la intromisión de los
militares en la vida política y la abundancia de enfrentamientos civiles.

● El régimen canovista se asentó sobre tres pilares: la Constitución de 1876, la


alternancia pacífica de dos partidos en el gobierno (el turnismo) y un sistema
electoral fraudulento.

1.1. La Constitución de 1876.

El nuevo texto constitucional pretendía ser una síntesis de las constituciones de


1845 y de 1869, es decir, un texto lo suficientemente flexible para que lo

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aceptaran todas las fuerzas políticas liberales y garantizar así la durabilidad del
régimen. Durante más de cuarenta años estará en vigor la misma Constitución,
hecho insólito en la historia del liberalismo español.

Sus principales características fueron:

• Monarquía constitucional, basada en el principio de Soberanía compartida


entre las Cortes y el Rey, de modo que a ambos corresponde ejercer el poder
legislativo. La Corona tiene la potestad de sancionar las leyes, de vetar una
ley durante una legislatura y de disolver las Cámaras, en cuyo caso debe
convocar nuevas elecciones en tres meses.
• El poder ejecutivo lo ejerce la Corona a través de los ministros elegidos por
ella, si bien los ministros son responsables ante las Cámaras.
• Las Cortes son bicamerales: Congreso de Diputados y Senado.
o El Congreso es elegido por sufragio restringido hasta 1890, y desde
esa fecha por sufragio universal masculino. Se elegía cada 5 años.
o El Senado estaba compuesto por tres categorías de miembros: por
derecho propio (Grandes de España, altas jerarquías militares y
eclesiásticas), vitalicios (nombrados por el rey) y los elegidos por
sufragio restringido.
• La declaración de derechos y deberes es abundante, y recoge casi todas las
conquistas de 1869, si bien su concreción se remite a leyes ordinarias, que
tienden a limitarlos.
• Estado centralista: ayuntamientos y diputaciones provinciales quedan bajo
el control del gobierno.
• Se proclama la confesionalidad católica del Estado y la garantía por éste
del sostenimiento del culto y clero, pero se tolera el culto privado de otras
religiones.

1.2. El bipartidismo oficial.

El funcionamiento del régimen se basó en la existencia de dos partidos liberales,


formados por minorías (partidos de notables) procedentes de las clases alta y
media. Ambos partidos se alternan pacíficamente en el gobierno (turno), según el
modelo de bipartidismo británico que Cánovas tanto admiraba. A raíz de la
muerte de Alfonso XII, conservadores y liberales se comprometieron mediante un
acuerdo tácito (el Pacto de El Pardo, 1885) a no suprimir las leyes que el partido
rival hubiera promulgado mientras estaba en el gobierno.

● El Partido Conservador, liderado por el propio Cánovas, estaba compuesto


por antiguos moderados y unionistas, defensores del orden social y la Iglesia
católica. Sus acciones de gobierno más destacadas fueron:

a) Se derrotó a los carlistas (1876), aboliéndose los Fueros Vascos y Navarros y


quedando así estas provincias sometidas igual que el resto a contribuir con
soldados y a pagar impuestos al Estado, aunque se establecían unos conciertos
económicos especiales con una hacienda propia.

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b) El final de la guerra carlista permitió el envío de tropas a Cuba. En 1878 se
firmó la Paz de Zanjón, que incluía una amplia amnistía, la abolición de la
esclavitud y la promesa de que Cuba tendría diputados en las Cortes españolas.

c) La restricción de ciertas libertades: intentaron controlar la prensa (censura


previa), la Universidad (restricción de la libertad de cátedra) y se volvió al
sufragio restringido que permitía votar apenas a un 5% de la población.

• El Partido Liberal, dirigido por Sagasta, estaba compuesto esencialmente por


antiguos progresistas y demócratas. De carácter más reformista y laico, fueron los
responsables en esta primera etapa de las principales reformas, encaminadas
esencialmente a la ampliación de las libertades y los derechos ciudadanos:
- Libertad de expresión y de cátedra.
- Libertad de asociación, incluidas las organizaciones obreras.
- La abolición de la esclavitud.
- Restauración del sufragio universal masculino, primero en las elecciones
municipales y desde 1890 en las generales.
- Aprobación de un Código Civil y de los Juicios por Jurados.

1.3. Unas elecciones fraudulentas: el caciquismo.

Para garantizar el turno pacífico de los dos partidos, la transmisión del poder se
hacía de forma inversa al de una verdadera democracia parlamentaria. Cuando el
partido en el gobierno dimitía, el rey daba el gobierno al otro partido, de manera
que el jefe del nuevo gobierno disolvía las Cortes y convocaba elecciones para
construirse una mayoría parlamentaria holgada que le permitiese gobernar
cómodamente.

¿Y cómo lo hacía? Pues manipulando las elecciones. En un país rural como era el
nuestro fue fácil que las personas influyentes de los pueblos y comarcas agrícolas
(terratenientes, alcaldes, jueces, párrocos, obispos…o sea, los caciques como se les
llamó) presionaran a la gente (realizando favores como dar trabajo, conseguir
inversiones públicas para el pueblo, amenazando, etc.) para que votasen al
candidato que se elegía por el Ministro de Gobernación desde Madrid (el
“encasillado”), bien fueran del partido conservador unas veces o del liberal otras.

En las ciudades o zonas difíciles de controlar se practicaba el pucherazo, es decir,


diversos mecanismos para adulterar el resultado de las votaciones: falsificación
de las actas, manipulación de las listas electorales (incluyendo a personas ya
fallecidas, los “lázaros”), impedir votar a los contrarios al candidato encasillado,
etc.

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3. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA.

Tanto entre las clases medias urbanas como entre las clases trabajadoras se fue
gestando una creciente oposición política a la adulteración de un sistema que
provocaba un enorme desfase entre la “España oficial” de los partidos y las
Cortes, y la “España real” de la calle.

1. El republicanismo.

Su base electoral era la clase media urbana, que demandaba una mayor
democratización y más reformas sociales. Aunque formaban el grupo más
numeroso de los de fuera del sistema (el sufragio universal le permitió mejorar
sus resultados electorales), su rasgo más característico en esta época fue su
atomización en multitud de tendencias irreconciliables tras el fracaso de la
Primera República. Además, no contaban ya con el respaldo de importantes
sectores obreros (encuadrados ahora en el anarquismo o el socialismo), ni el de las
burguesías periféricas, que ya no buscaban el respaldo a la descentralización en
la República, sino en los nacientes partidos regionalistas y nacionalistas. Sólo la
aparición del Partido Radical de Lerroux aumentará su fuerza a principios del
siglo XX.

2. El carlismo o tradicionalismo.

Tras su derrota en la tercera guerra carlista, deciden abandonar las armas y,


aunque mantengan sus viejas reivindicaciones de unidad católica, defensa de los
fueros y oposición a la democracia, lo harán desde el respeto al capitalismo y al
liberalismo político.

3. Los nacionalismos.

• Estos movimientos se explican como una reacción frente a las pretensiones


uniformizadoras y centralistas del Estado liberal. Hasta el último tercio del siglo
XIX se centran en el ámbito cultural, para convertirse luego en movimientos
políticos.

• Se desarrollan sobre todo en Cataluña y el País Vasco, territorios que han


conocido un desarrollo industrial muy superior al del resto de España y cuyas
burguesías y clases medias reclaman un trato diferenciado por parte del Estado
central: primero mediante normas fiscales y económicas especiales, luego
mediante la concesión de un estatuto de autonomía o incluso la reclamación de la
independencia. En menor medida se dio en Galicia, Valencia y Andalucía.

• Para ello van a crear partidos políticos nacionalistas que exaltan sus
diferencias con el resto de España, basadas en una lengua, una historia y una
cultura propias. Estas reivindicaciones no fueron comprendidas por los distintos

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gobiernos de la Restauración, que las consideraron como simples intentos
separatistas.

3.1. El nacionalismo catalán:

● Cataluña había visto cómo en 1715, tras la Guerra de Sucesión, se suprimían


sus fueros e instituciones particulares; los sentimientos de diferenciación política
y cultural de los catalanes se vieron reforzados en el siglo XIX debido a la intensa
industrialización de Cataluña, en contraste con la economía atrasada y rural de la
mayor parte de España.

● Se inició desde los años treinta del siglo XIX un movimiento literario y
romántico –la Renaixença- reivindicador de la historia primero y después de la
lengua catalana, que había dejado de ser con los Borbones lengua oficial y de
cultura, aunque seguía viva en la mayoría de la población de Cataluña.

● Políticamente, el nacionalismo catalán no se organizará hasta después del


Sexenio Democrático:

▪ En 1892, Prat de la Riba redactó un manifiesto, las “Bases de Manresa”, donde


reclamaba un régimen de autogobierno para Cataluña y la oficialidad de la
lengua catalana.

▪ En 1901 nace la Lliga Regionalista con Francesc Cambó como principal


dirigente y Prat de la Riba como ideólogo. Será un partido conservador, católico y
burgués con dos objetivos principales:
§ Autonomía política para Cataluña dentro de España. La Lliga nace alejada
de cualquier independentismo.
§ Defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes mediante
una política comercial proteccionista.
Sus éxitos electorales la convirtieron en el partido hegemónico de Cataluña
durante el primer tercio del siglo XX.

● El nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la burguesía y el


campesinado, mientras que la clase obrera catalana abrazaba mayoritariamente
el anarquismo.

3.2. El nacionalismo vasco:

● Dos hechos fundamentales explican su génesis:

a) La derrota carlista de 1876, por la que se pierden los tradicionales fueros


medievales.

b) La fuerte industrialización de la ría de Bilbao, que originó la llegada de un


gran número de inmigrantes castellanos en dónde arraigó el socialismo

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anticlerical, una población distinta a la población vasca originaria,
extremadamente tradicional y católica.

● Su creador fue Sabino Arana, nacido en el seno de una familia carlista, muy
católica y conservadora. Arana situaba el hecho diferenciador del pueblo vasco en
su raza: la etnia vasca y su tradicional modo de vida -rural y católico- corrían el
riesgo de ser contaminados por la modernidad, es decir, por el liberalismo, el
centralismo de España, la industrialización, la urbanización, el socialismo que
traen los trabajadores inmigrantes procedentes de provincias no vascas (los
maketos).

El único modo de preservar la pureza racial –además de oponiéndose a los


matrimonios entre vascos y maketos- era recuperar la independencia política,
separándose de España. A ese Estado Arana dio un nombre (Euzkadi), una
bandera (la ikurriña) y unos territorios: Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra y el
País Vasco francés. Para conseguir sus objetivos, creó en 1894 el Partido
Nacionalista Vasco.

Al final de su vida Arana y su partido se moderaron, derivando hacia posiciones


autonomistas, y consiguiendo así extender su influencia entre la pequeña y media
burguesía, y parte del mundo rural. La gran burguesía industrial y financiera se
distanció del nacionalismo, y el proletariado, procedente en su mayor parte de
otras regiones españolas, abrazó mayoritariamente el socialismo.

Geográficamente se extendió por Vizcaya y Guipúzcoa; su influencia en Álava y


Navarra fue mucho menor debido al predominio carlista.

4. El movimiento obrero: socialismo y anarquismo en España.

● Durante la primera mitad del siglo XIX el nuevo proletariado surgido a raíz
del nacimiento de la industria, toma conciencia de su situación de explotación y
marginación. El desarrollo del movimiento obrero en España fue el siguiente:

1) En los años 30 y 40, la aparición de brotes de ludismo o ataques violentos y


organizados a las máquinas (incendio de la fábrica de hilados y tejidos Bonaplata
de Barcelona, 1835), el desarrollo de las primeras sociedades de ayuda mutua
obrera y la difusión del socialismo utópico de la mano de Joaquín Abreu, con
cierto eco en Madrid y Cádiz.

2) En la década de los 50 destacan el desarrollo de la primera prensa obrera, la


huelga general que paralizó Barcelona en 1855 tras la ejecución de un dirigente
obrero, y la politización de los obreros, que apoyaron al partido demócrata y a los
republicanos.

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● Será sin embargo en la segunda mitad del siglo XIX cuando las ideas
internacionalistas lleguen a España:

a) En 1868 llegó Giuseppe Fanelli, anarquista enviado por Bakunin para


organizar la sección española de AIT, a la que se denominó Federación Regional
Española (FRE) y que tendrá una cierta implantación en Andalucía, Valencia y
Cataluña (de 30.000 a 40.000 afiliados).
b) En 1871 llegó a Madrid Paul Lafargue, enviado marxista de la Internacional,
que creará un núcleo contrario a la tesis anarquista dominante entonces, entre los
que estará Pablo Iglesias y que se llamó Nueva Federación Madrileña.

El advenimiento de la Restauración supuso la represión y la forzada


clandestinidad del movimiento obrero y una acusada radicalización de sus núcleos
dirigentes. Habrá que esperar hasta los años 80, es decir, a cuando los gobiernos
liberales autoricen nuevamente las organizaciones internacionalistas y la libertad
sindical, para ver el comienzo de un período de intensa actividad propagandística
y organizativa obrera:

► El socialismo marxista, que arraigó sobre todo en Madrid, Asturias y País


Vasco, dio lugar a la fundación en Madrid en 1879 del Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) por Pablo Iglesias, y del sindicato Unión General de
Trabajadores (UGT), en 1888. Siguiendo la línea de la socialdemocracia
europea, partido y sindicato se presentaron a las elecciones junto a los
republicanos, lo que hizo posible conseguir un primer diputado en el Congreso (el
propio Pablo Iglesias) en 1910.

► El anarquismo por su parte, a pesar de la persecución de los gobiernos,


arraigó fuertemente entre el campesinado andaluz y el proletariado catalán. En
1881 se creó la Federación de Trabajadores de la Región Española. Un sector del
anarquismo era partidario de “la propaganda por el hecho”, es decir, de la
realización de atentados terroristas contra representantes del Estado y de la
burguesía: entre los más sonados se encuentran la bomba en el Liceo de
Barcelona, el asesinato de Cánovas en 1897, y el atentado contra el cortejo
nupcial de Alfonso XIII en 1906. En el campo andaluz, surgieron asociaciones
secretas (como La Mano Negra) que atentaron contra los patronos. La represión
fue siempre muy dura: el anarquismo fue visto por las clases medias como un todo
violento y muy peligroso para su propia existencia.

Esta situación llevó a otro sector anarquista, mayoritario en Cataluña, a dar


prioridad a organizaciones sindicales, pues creían imposible llevar a cabo la
revolución con pequeños grupos de activistas: esta tendencia anarco-sindicalista
dará lugar en 1910 a la fundación de la CNT o Confederación Nacional del
Trabajo, que centrará su acción en huelgas y boicots como paso previo a la
huelga general revolucionaria.

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4. LA PÉRDIDA DE LAS COLONIAS y LA CRISIS DEL 98.

● El incumplimiento de las promesas que España había hecho a Cuba en la Paz


de Zanjón -con la que se cierra la primera guerra independentista cubana de
1868-1878- no terminó con los deseos de independencia de los cubanos.

Entre los partidos políticos creados, fue ganando adeptos el Partido


Revolucionario Cubano, de José Martí, independentista y apoyado por Estados
Unidos, a quien movían varias razones:

a) Interés en controlar las minas y las plantaciones de azúcar cubano (primera


productora mundial).
b) El naciente imperialismo norteamericano buscaba el dominio del Caribe y
Centroamérica.

● En 1895 estalla una nueva sublevación armada (el Grito de Baire) liderada por
José Martí. El general español Martínez Campos, partidario de una actitud
conciliadora, es sustituido al poco tiempo por Weyler, cuyos brutales métodos
ocasionaron graves pérdidas humanas y económicas. El gobierno español cesó a
Weyler y prometió autonomía para Cuba, pero ya era demasiado tarde.

Tras varios intentos fracasados de comprar Cuba y Puerto Rico a los españoles, y
con la excusa de asegurar los intereses de los residentes norteamericanos en la
isla (pero en el fondo una acción intimidatoria), el gobierno estadounidense
decidió el envío a La Habana del acorazado Maine. La aún inexplicada explosión
del acorazado estadounidense, fondeado en La Habana, el 15 de febrero de 1898
(con 260 marinos muertos), desencadenó una furibunda campaña por parte de la
de prensa sensacionalista norteamericana contra España, a la que se acusó sin
pruebas de haber propiciado dicha explosión; finalmente, el gobierno
estadounidense declaró la guerra a España.

El conflicto fue un paseo militar para Estados Unidos. Derrotas navales


españolas en Filipinas (batalla de Cavite) y en Cuba (batalla de Santiago)
condujeron al Tratado de Paz de París de 1898, donde España reconocía la
independencia cubana así como la cesión a Estados Unidos de Puerto Rico,
Filipinas y la isla de Guam.

● La apabullante derrota ante los EE.UU. provocó una intensa conmoción en


todos los ámbitos de sociedad española. Se produjo un profundo pesimismo:
políticos, intelectuales, etc. sintieron la pérdida de las colonias como el Desastre
del 98. Las consecuencias fueron múltiples:

a) En primer lugar, las pérdidas humanas, más de 50.000 soldados españoles: se


fue extendiendo la amargura entre las familias pobres cuyos hijos habían sido
enviados a pelear en las colonias por no poder pagar las 2.000 pesetas que
excluían de las quintas.

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b) España perdió los ingresos procedentes de las colonias, así como de los
mercados privilegiados que éstas suponían y de las mercancías que, como el
azúcar, el cacao o el café, deberían comprarse en el futuro a precios
internacionales. En el aspecto positivo, supuso la inversión en España de los
capitales repatriados de las colonias.

c) Se acentuó el desprestigio del sistema político: los españoles tuvieron clara


conciencia de estar gobernados por políticos corruptos e incompetentes.
§ En los partidos gobernantes, se cedió el paso a nuevos dirigentes (Silvela,
Maura, Canalejas) que intentaron llevar a cabo reformas “desde arriba”.
§ Los movimientos nacionalistas del País Vasco y Cataluña cobraron una
notable fuerza, gracias al apoyo de la burguesía industrial, consciente de la
incapacidad de los partidos del turno para llevar a cabo una política
renovadora.

d) El Ejército salió considerablemente dañado en su imagen, lo que provocará


graves consecuencias en el siglo XX: los militares respondieron a la oleada de
antimilitarismo con una actitud autoritaria e intransigente, convencidos de que la
derrota había sido culpa de los políticos y del parlamentarismo. Tal actitud
favorecería de nuevo la intromisión del ejército en la vida política española.

e) España en 1898 “se había quedado sin pulso”. Se empezó a hablar del
“problema de España”, es decir, de su atraso y aislamiento con respecto a los
países más desarrollados, y cómo solucionarlo. Esta autocrítica propició la
aparición de movimientos de carácter político y cultural que pusieron en cuestión
el sistema de la Restauración y defendieron la necesidad de modernizar, de
regenerar España:

- El Regeneracionismo, surgido en relación con el ambiente renovador de la


Institución Libre de Enseñanza. Su figura más destacada fue Joaquín Costa. Los
regeneracionistas propugnaban para acabar con los “males de la patria”:
alfabetizar a la población y modernizar la economía (“escuela y despensa”), el fin
del caciquismo y olvidar las grandezas del pasado (“poner siete llaves al sepulcro
del Cid”).

- La Generación del 98, grupo de intelectuales y escritores, pesimistas y muy


críticos con el atraso español: Azorín, Pío Baroja, Unamuno, Machado, etc.

El Desastre del 98 supuso así una especie de fin de etapa en nuestro país que
desencadenaría, años más tarde, la crisis del régimen de la Restauración.

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