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Sin embargo, para que la acción de cumplimiento prospere, deben cumplirse unos
requisitos mínimos, los cuales se desprenden del contenido de la Ley 393 de
1997: i. Que el deber que se pide hacer cumplir se encuentre consignado en
normas aplicables con fuerza material de ley o actos administrativos vigentes (Art.
1). ii. Que el mandato sea imperativo e inobjetable y que esté radicado en cabeza
de la autoridad o del particular en ejercicio de funciones públicas que deba cumplir
y frente a los cuales se haya dirigido la acción de cumplimiento (Arts. 5 y 6). iii.
Que el actor pruebe la renuencia de la entidad accionada frente al cumplimiento
del deber, antes de presentar la demanda, bien sea por acción u omisión o por la
ejecución de actos o hechos que permitan deducir su incumplimiento (Art. 8). El
artículo 8 señala que, excepcionalmente, se puede prescindir de este requisito
cuando el cumplirlo a cabalidad genere el inminente peligro de sufrir un perjuicio
irremediable caso en el cual deberá ser sustentado en la demanda. iv. Que el
afectado no tenga o haya podido ejercer otro instrumento judicial para lograr el
efectivo cumplimiento del deber jurídico o administrativo, salvo el caso que, de no
proceder, se produzca un perjuicio grave e inminente para quien ejerció la acción,
circunstancia ésta que hace procedente la acción. v. También son causales de
improcedibilidad pretender la protección de derechos que puedan ser garantizados
a través de la acción de tutela o el cumplimiento de normas que establezcan
gastos a la administración (Art. 9).
CONSEJO DE ESTADO
SECCION QUINTA
1.1. La demanda
1.1.2. Hechos
1 Artículo 52. Caducidad de la facultad sancionatoria. Salvo lo dispuesto en leyes especiales, la facultad que
tienen las autoridades para imponer sanciones caduca a los tres (3) años de ocurrido el hecho, la conducta u
omisión que pudiere ocasionarlas, término dentro del cual el acto administrativo que impone la sanción debe
haber sido expedido y notificado. Dicho acto sancionatorio es diferente de los actos que resuelven los
recursos, los cuales deberán ser decididos, so pena de pérdida de competencia, en un término de un (1) año
contado a partir de su debida y oportuna interposición. Si los recursos no se deciden en el término fijado en
esta disposición, se entenderán fallados a favor del recurrente, sin perjuicio de la responsabilidad patrimonial y
disciplinaria que tal abstención genere para el funcionario encargado de resolver.
Cuando se trate de un hecho o conducta continuada, este término se contará desde el día siguiente a aquel
en que cesó la infracción y/o la ejecución.
La sanción decretada por acto administrativo prescribirá al cabo de cinco (5) años contados a partir de la
fecha de la ejecutoria.
caducidad de la facultad sancionatoria, es aplicable al presente asunto toda vez
que la decisión de la entidad accionada es un acto sancionatorio.
1.1.4. Pretensiones
2.3.1. Que se aceptan todas y cada una de las objeciones por error
grave planteadas por nosotros contra el informe pericial de fecha 10
de noviembre de 2004, entre otros, rendidos por el señor
GUILLERMO DÍAZ GONZALEZ.
2.3.2. Que se tiene claro que el área al frente del lindero oeste del
apartamento 102 de 289,2 m2 (sembrados frutales y hortalizas), y el
área de 287,2 m2 (construcción terraza, closet, jacuzzi, casa de
máquinas, cascada, jardineras y zona de BBQ), para un total de
576,4 m2, NO corresponden a zona de playa marítima y por tanto,
no son bienes de uso público de la Nación.
Señaló que la decisión contenida en el fallo que el accionante apeló dictado dentro
de la investigación adelantada en su contra por la Dirección General Marítima-
Capitanía de Puerto de Santa Marta, es de naturaleza judicial, de conformidad con
lo expuesto por la Corte Constitucional, en sentencia C-212 de 1994, en la cual
estudió la exequibilidad, entre otras, del numeral 27 del artículo 5º del Decreto
2324 de 1989, el cual señala las funciones y atribuciones de la Dirección General
Marítima y Porturaria, cuyo texto es el siguiente:
27. Adelantar y fallar las investigaciones por violación a las normas de
Marina Mercante, por siniestros marítimos, por violación a las normas de
reserva de carga, por contaminación del medio marino y fluvial de su
jurisdicción, por construcciones indebidas o no autorizadas en los bienes
de uso público y terrenos sometidos a la jurisdicción de la Dirección
General Marítima y Portuaria, por violación a otras normas que regulan
las actividades marítimas e imponer las sanciones correspondientes".
Por otra parte, adujo que las pretensiones son inadmisibles porque su aceptación
implicaría que, por virtud de un acto administrativo, los bienes de uso público
puedan ser considerados como privados y susceptibles de apropiación por los
particulares, pese a que por mandato del artículo 83 de la Constitución Política,
son inalienables, imprescriptibles e inajenables.
1.4. La impugnación
Por escrito radicado el 25 de abril de 2014, el apoderado del señor Raúl Bayter
Jelkh, impugnó la decisión del Tribunal por considerar que:
(i) Respecto del aparte pertinente de la sentencia C-212 de 1994, debe prohijarse
la interpretación según la cual, la mayoría –no todas- de las funciones de que trata
el numeral 27 del artículo 5º del Decreto 2324 de 1984 son de carácter
jurisdiccional. Por tanto, algunas son de naturaleza administrativa, como la de
investigar las ocupaciones de bienes de uso público.
II. CONSIDERACIONES
2.1. Competencia
ii) Que el mandato sea imperativo e inobjetable y que esté radicado en cabeza de
aquella autoridad pública o del particular en ejercicio de funciones públicas que
deba cumplir y frente a los cuales se haya dirigido la acción de cumplimiento (Arts.
5º y 6º).
2 Corte Constitucional, sentencia C-157 de 1998. Magistrados Ponentes Drs. Antonio Barrera Carbonell y
Hernando Herrera Vergara.
3 Esto excluye el cumplimiento de las normas de la Constitución Política, que por lo general consagran
principios y directrices.
iv) Que el afectado no tenga o haya podido ejercer otro instrumento judicial para
lograr el efectivo cumplimiento del deber jurídico o administrativo, salvo el caso
que, de no proceder el juez, se produzca un perjuicio grave e inminente para quien
ejerció la acción, circunstancia esta que hace improcedente la acción. También
son causales de improcedibilidad pretender la protección de derechos que puedan
ser garantizados a través de la acción de tutela o el cumplimiento de normas que
establezcan gastos a la administración (Art. 9º).
2.3.1. En el asunto que ocupa la atención de la Sala, el señor Raúl Bayter Jelkh
pretende el cumplimiento del acto ficto protocolizado por escritura pública No.
2351 de 19 de septiembre de 2013 ante la Notaría Tercera de Santa Marta
otorgada por el señor Miguel Enrique Bayter Bayter4 quien manifestó lo siguiente:
4Es el apoderado del actor en el presente proceso y en la actuación administrativa surtida ante la Agencia
Nacional de Minería. Sin embargo, al suscribir la escritura pública no lo hizo facultado por el señor Raúl Bayter
Jelkh.
favorablemente las pretensiones de mi poderdante, al no haberse
pronunciado sobre ellas.
2.3.2. Pues bien, como acertadamente lo advirtió el a quo, la naturaleza del trámite
que adelanta la Dirección General Marítima en contra del señor Raúl Bayter Jelkh,
es jurisdiccional, como se explicará más adelante.
Para la Sala es importante aclarar que las dos hipótesis planteadas en el escrito
de impugnación, por el apoderado de la parte actora para ilustrar “¿a qué se
refiere la Sentencia C212 de 1994 cuando en el párrafo trascrito se incluyó el
término en su mayor parte?”, no son de recibo, como pasa a explicarse:
La primera hipótesis es que “el término en su mayor parte hace referencia a que
la gran mayoría de las funciones de que trata el numeral 27 del artículo 5 del
Decreto 2324 de 1984 encaja en las previsiones del artículo 116 de la
Constitución, lo que implicaría que una parte menor no encajaría en sus
contemplaciones; pero tal conclusión seria errada, pues según ella la H. Corte
Constitucional habría encontrado que algunas de las funciones conferidas a la
DIMAR no eran ajustadas a la Constitución Política y, a pesar de ello, no declaró
su inexequibilidad, cuestión totalmente descabellada.”
2.3.4. Ello significa que en el presente caso no existe acto administrativo, ni ficto ni
expreso, cuyo cumplimiento pueda ser deprecado, por tanto la acción es
improcedente de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 1º de la Ley 393 de 1997
que establece el objeto de la acción de cumplimiento en los siguientes términos:
“Toda persona podrá acudir ante la autoridad judicial definida en esta Ley para
hacer efectivo el cumplimiento de normas aplicables con fuerza material de Ley o
Actos Administrativos”
2.3.5. En este orden de ideas, se modificará la decisión del Tribunal de negar las
pretensiones de la acción de cumplimiento para en su lugar declarar que no
procede, bajo el entendido que la naturaleza de la investigación que adelanta la
Dimar contra el señor Raúl Bayter Jelkh es jurisdiccional y por tanto, no puede
configurarse un acto administrativo ni ficto, ni expreso.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.
ALBERTO YEPES BARREIRO
Presidente