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- EL DERECHO PENAL
INTRUSISMO.
Tipo básico
Ejercicio de una profesión sin título académico. Se castiga al que
ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título
académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación
vigente. Por actos propios hay que entender los que pertenecen a un determinado
sector profesional, es la actividad que se puede desarrollar en base a un título
académico. Por título académico hay que entender título universitario (Doctores,
Licenciados en Facultades, Escuelas superiores y de grado medio, o equiparables;
también las diplomaturas). El título puede ser expedido en España o en país
extranjero, siempre que sea reconocido en España.
Ejercicio profesional sin título oficial. Se castiga también al que
ejerciere actos propios de una profesión cuando la actividad profesional
desarrollada exigiere un título oficial que acredite la capacitación necesaria y
habilite legalmente para su ejercicio, y no se estuviere en posesión de dicho título.
Título académico no es equivalente a título oficial, aunque los títulos académicos
siempre son oficiales. Hay otros títulos que aun siendo oficiales no son
académicos, porque se expiden fuera de la Universidad, también la Universidad
extiende a veces títulos que sólo tienen carácter oficial, aunque carezcan de rango
académico.
Tipo cualificado
Se agrava la pena si el culpable se atribuye públicamente la cualidad de
profesional amparada por el Título referido. La atribución pública supone
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publicidad, que puede llevarse a cabo por cualquier medio de difusión como la
radio, prensa, televisión o simplemente colocando una placa en la puerta del local.
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Naturaleza jurídica. Tradicionalmente la jurisprudencia había conceptuado este
delito como una forma de participación del funcionario y el particular, quienes
convergían en la obtención de un resultado, de modo que consideraba el tipo
como bilateral de convergencia. Semejante interpretación se mantuvo hasta la
entrada en vigor del nuevo Código Penal. En la actualidad, tanto la doctrina como
la jurisprudencia coinciden en señalar que los delitos del funcionario y del
particular son autónomos y protegen intereses distintos.
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del particular interviniente, el bien jurídico protegido será más bien el respeto que
se debe al normal y correcto funcionamiento de los órganos estatales. Para otros
autores, en cambio, el bien jurídico protegido es único: la necesidad de proteger la
honestidad y honradez del servicio público; la función administrativa en sí misma
considerada.
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realizar en el ejercicio de su cargo un acto contrario a los deberes inherentes al mismo o
para no realizar o retrasar injustificadamente el que debiera practicar, incurrirá en la pena
de prisión de tres a seis años, multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitación especial
para empleo o cargo público por tiempo de siete a doce años, sin perjuicio de la pena
correspondiente al acto realizado, omitido o retrasado en razón de la retribución o
promesa, si fuera constitutivo de delito Sobre el concepto de los mismos nos
remitimos a lo dicho en el párrafo anterior. La acción consiste en solicitar o recibir
dádiva o presente o aceptar ofrecimiento o promesa. En cuanto a la dádiva o
presente (o el ofrecimiento o promesa con ellos relacionado) ha de tener un
contenido económico. Ello porque la pena de multa que impone el Código la fija
en razón de la cuantía de la dádiva. En consecuencia, no puede estimarse dádiva o
presente aquellas prestaciones que carezcan de contenido económico, si bien
algunas sentencias, bajo la vigencia del Código anterior, consideraron como
dádiva la prestación gratuita de favores sexuales, que la doctrina entendía que
tenían mejor encaje en los ataques a la libertad sexual cometidos por los
funcionarios.
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o para otro. Sólo es punible la conducta dolosa, pues la autoridad o funcionario
público actúa conscientemente cuando solicita, recibe o acepta. Estas referencias
legales de solicitare o recibiere o aceptare para realizar una acción u omisión
constitutivas de delito cierran el paso al dolo eventual.
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abstención no constituya por sí misma un delito, en cuyo caso sería de aplicación
el primero de los delitos examinados. Para que pueda hablarse de abstención se
necesitará la existencia de un deber que obligue al funcionario a practicar el acto
omitido.
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pública de la que participa el funcionario. Igualmente, el regalo o dádiva ha de
tener un valor económico apreciable y ser relevante objetivamente para motivar la
actuación del funcionario: mientras las dádivas o regalos no excedan de cuantías
moderadas o de lo que se considere en el uso social propio de una relación
amistosa (así, por ejemplo, una pequeña consumición en un bar, o el ofrecimiento
de un cigarrillo), no debe ser objeto de aplicación el precepto que estudiamos,
toda vez que estas conductas exceden del fin de protección de la norma, aun en el
caso de que tales presentes se realicen en consideración a la función o para
obtener un acto que no esté prohibido legalmente.
Supuesto atenuado. Sujeto de este delito puede ser cualquiera; pero el propio
Código prevé una atenuación para el cónyuge, persona a la que se halle ligado de
forma estable por análoga relación de afectividad, ascendiente, descendiente,
hermano por naturaleza o adopción o afines en los mismos grados cuando el
soborno mediare en causa criminal en favor del reo.
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siempre que no hayan transcurrido más de diez días desde la ejecución de
los hechos.
Añade el nuevo Código Penal en el art. 427 el delito cuando está referido
también a funcionarios de la Unión Europea o a los funcionarios nacionales
de otros Estado miembro de la Unión.
Tráfico de influencias.
También se castiga a Los que, ofreciéndose a realizar las conductas descritas en los
artículos anteriores, solicitaren de terceros dádivas, presentes o cualquier otra
remuneración, o aceptaren ofrecimiento o promesa.
La pena a imponer será la de prisión de seis meses a dos años, multa del tanto al duplo
del beneficio perseguido u obtenido e inhabilitación especial para empleo o cargo público
por tiempo de tres a seis años. Si obtuviere el beneficio perseguido, estas penas se
impondrán en su mitad superior.; penas que, como en el caso del artículo anterior, se
impondrán en su mitad superior si se obtuviera el beneficio perseguido. En los dos
casos, las conductas típicas aparecen construidas sobre el verbo influir, que
gramaticalmente, y en la acepción que aquí interesa, significa ejercer predominio
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o fuerza moral. Por influir se ha de entender algo más que sugerir, ha de
entenderse el ejercicio de una presión fuerte, habida cuenta que se exige que el
influjo se efectúe con prevalimiento de la situación ocupada por el sujeto activo.
No es, sin embargo, necesario que el sujeto activo ocupe una posición de
superioridad; sí, en cambio, que tal posición sea de la suficiente entidad como
para interferir en la toma de decisión por parte de la autoridad o funcionario
influenciados, y, naturalmente, que exista un prevalimiento de las facultades del
cargo o de cualquier situación, ya sea ésta jerárquica, política o incluso
meramente personal. Lo relevante es que se produzca un ataque a la libertad del
funcionario o autoridad que ha de adoptar, en el ejercicio de su cargo, una
decisión, introduciendo en su motivación elementos ajenos a los intereses
públicos. Así, supuestos de intimidación implícita, chantaje moral, mejores
perspectivas en la carrera política o profesional, son situaciones que pueden servir
de base a una situación de prevalimiento, aunque no se equiparen necesariamente.
La interpretación debe en todo caso ser restrictiva, so pena de criminalizar
conductas desprovistas de nocividad social, como por ejemplo tomar una copa con
los amigos o pertenecer a un mismo club deportivo.
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Pública, como si de una conspiración o proposición o de una preparación de la
ejecución de un cohecho o de una prevaricación se tratara.
MALVERSACIÓN
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Bien jurídico protegido. No existe unanimidad entre los autores a la hora de
delimitar el bien jurídico tutelado por los tipos delictivos de malversación. Para
algunos autores dicho bien estaría constituido por el deber de fidelidad e
integridad que tiene el funcionario público para con la Administración. Otros
estiman que el bien jurídico protegido es la función administrativa como tal, si
bien concretada al cuidado de los fondos públicos. También se ha dicho que el
bien tutelado no reside en los deberes de fidelidad y probidad del funcionario para
con la Administración, sino en el patrimonio público y los servicios prestados por
los poderes públicos.
Clases. Como las formas de distracción de los bienes han sido muy diversas, se
han construido tipos delictivos que responden a otras tantas realidades. Y así, se
ha establecido la "malversación propia", que tiene lugar cuando efectivamente el
funcionario hace suyos los caudales públicos. Las demás conductas delictivas en
relación con los caudales públicos reciben la denominación global de
"malversaciones impropias. Podemos clasificar las diversas figuras de
malversación de la siguiente forma:
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El término sustracción debe, pues, interpretarse en estos casos como equivalente a
apropiación, ya que el funcionario tiene la previa posesión o disponibilidad sobre
los caudales. No se exige la presencia específica de ánimo de lucro, aunque lo
normal es que concurra.
Por caudales debe entenderse cualquier objeto o efecto, bien mueble, dinero o
valores negociables que posean un valor económico. La jurisprudencia ha
conferido a la expresión caudales un sentido sumamente amplio, incluyendo en su
ámbito todo capital, hacienda, patrimonio, fondo, cosa o bien, de cualquier
condición, fungible o no, y susceptible de apreciación económica o valor. Según
este criterio, habrían de incluirse también los bienes inmuebles.
Por lo que se refiere al carácter público de los caudales, significa que han de
pertenecer a la Administración -sea estatal, autonómica o local-, y que, de un
modo u otro, han de hallarse destinados a fines públicos. La delimitación de este
concepto se ha venido haciendo con arreglo a la incorporación (a tenor del cual
sería preciso, para poder asignar a los caudales o efectos la cualidad de públicos,
que hayan ingresado de manera efectiva en los fondos de la Administración y el
del destino, conforme al cual no es necesario tal ingreso efectivo, bastando que se
hallen a disposición del funcionario o autoridad con vistas a un ingreso ulterior.
La jurisprudencia ha optado por este segundo criterio, señalando que para que los
caudales adquieran el carácter de públicos no es necesario que hayan ingresado en
las arcas de la Administración, sino que basta que ésta tenga un derecho
expectante a que se les dé tal destino. En lo que atañe a la apropiación de bienes
privados manejados provisionalmente por la Administración, la conducta del
funcionario será constitutiva de estafa o apropiación indebida ordinarias.
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giros postales entre particulares a través de las Oficinas de Correos-, aparece
encomendada la responsabilidad de su tránsito y entrega a una entidad pública.
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DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.
Cabe poner de relieve que en este Título no se incluyen todos los delitos que
atenten contra el correcto funcionamiento de la Administración de Justicia, Así
quedan fuera del mismo la presentación en proceso de documentos falsos,
incluidos dentro del Título XV relativo a las falsedades, la estafa procesal.
Comenzaremos por el estudio de los tipificados y más concretamente por el delito
de prevaricación, en el que podemos distinguir los siguientes tipos legales:
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Prevaricación judicial en causa criminal. Se castiga al Juez o Magistrado
que, a sabiendas, dictare sentencia o resolución injusta contra el reo en causa
criminal por delito. El bien jurídico protegido en los delitos de prevaricación se
concreta en el interés estatal por un buen funcionamiento de la Administración de
Justicia; debiendo entenderse ésta como la función estatal de administrar justicia,
encomendada con carácter exclusivo al poder judicial para su desempeño en el
cauce de un proceso.
La expresión causa criminal habrá que entenderla como distinta de juicio de faltas,
que será objeto de estudio posteriormente.
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La injusticia de la resolución dictada es un elemento normativo específico del
tipo. La doctrina ha interpretado este requisito en un sentido estricto de absoluta
notoriedad en la injusticia y no de apreciaciones discutibles en Derecho, ni aún las
erróneas de buena fe, susceptibles de corregirse en los recursos oportunos, o
mediante las correcciones disciplinarias pertinentes. De otro modo, toda
revocación de decisiones en apelación o casación llevaría consigo, al estimarse
injusta o no ajustada a Derecho la de instancia, su incriminación a título de
prevaricación.
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En cuanto a la vertiente subjetiva del delito, hay que resaltar el uso de la expresión
a sabiendas, indicativa, según la jurisprudencia, de una intención deliberada de
faltar a la justicia. Debe concurrir, pues, una plena conciencia de la ilegalidad o
arbitrariedad por parte del sujeto activo, traducida en una arbitraria o irrazonable
manipulación del Derecho con fines de perjuicio o de favor de tercera persona.
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empleo o cargo público por tiempo de dos a seis años. La conducta consiste en
dictar una sentencia u otra resolución injusta bien por imprudencia grave, bien por
ignorancia inexcusable. Como en todo delito que se comete por imprudencia, lo
decisivo es la omisión de un deber de cuidado que personalmente incumbe a un
sujeto. Es decir, que una ignorancia o negligencia será inexcusable, cuando falta
aquella diligencia mínima que es exigible a cualquiera que desempeñe funciones
judiciales. La imprudencia debe ser grave, entendiéndose también como tal la
ignorancia inexcusable, es decir, aquella que con un mínimo de diligencia e
interés por parte del Juez hubiera podido ser vencida (consultando los textos
legales, los conocimientos básicos de la materia que vienen en cualquier Manual y
se supone debe conocer cualquier jurista, etc.).
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de abstención o resultar incompetente. Es indiferente que la negativa a juzgar se
produzca en un proceso civil penal, laboral o contencioso-administrativo.
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Sujetos del delito. Sujeto activo es todo aquél que puede con su intervención
inmediata impedir el delito. Ello vendrá originado las más de las veces por la
proximidad espacial. Sujeto pasivo es el titular de los bienes jurídicos atacados
por el delito que se trata de impedir.
El Código contrae el deber de actuar a los casos de delitos que afecten a las
personas en su vida, integridad o salud, libertad o libertad sexual. Se trata de
hechos tan graves que generalmente no cabe la menor duda de que el que se
encuentra a punto de ser víctima de uno de estos delitos necesita la ayuda de sus
semejantes. Sin embargo, debe valorarse con un criterio concreto, en atención a
las circunstancias que rodean el caso, si la situación requiere realmente una
intervención o puede la persona que está siendo víctima de uno de estos delitos
salir de la situación por sí misma (no es igual, por ejemplo, no impedir una grave
agresión sexual a un menor, que un acoso sexual a una persona adulta y de fuerte
carácter). Es indiferente el estadio en que se encuentra el delito que se va a
impedir, siempre que ese estadio sea ya punible como delito (por ejemplo, una
conspiración). En los delitos permanentes el deber de impedirlos subsiste en tanto
se prolongue el estado de consumación. Una vez agotado desaparece el deber.
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o libertad sexual y de cuya próxima o actual comisión tenga noticia. Así pues, lo
que se castiga en este precepto es la pasividad ante un delito inminente todavía no
perpetrado; la razón de ser de tal figura es reforzar la obligación impuesta a los
ciudadanos de colaborar con la Administración de Justicia, pero también dotar de
una especial protección a bienes jurídicos de especial relevancia (vida, salud,
integridad y libertad de las personas).
Encubrimiento.
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conocimiento de la comisión de un delito y sin haber intervenido en el mismo
como autor o cómplice, interviniere con posterioridad a su ejecución de alguno de
los modos siguientes:
Auxiliando a los autores o cómplices para que se beneficien del provecho,
producto o precio del delito, sin ánimo de lucro propio.
Ayudando a los presuntos responsables de un delito a eludir la
investigación de la autoridad o sus agentes, o a substraerse a su busca o captura
siempre que concurra alguna de las circunstancias siguientes:
Cuando el hecho encubierto sea constitutivo de traición, homicidio del
Rey, de cualquiera de sus ascendientes o descendientes, de la Reina consorte o del
consorte de la Reina, del Regente o de algún miembro de la Regencia, o del
Príncipe heredero de la Corona, genocidio, delito de lesa humanidad, delito contra
las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado, rebelión, terrorismo
u homicidio.
Que el favorecedor haya obrado con abuso de funciones públicas.
La pena a imponer es la de prisión de seis meses a tres años. En el último caso -es
decir, si el favorecedor ha obrado con abuso de funciones públicas- se impondrá,
además de la pena de privación de libertad, la de inhabilitación especial para
empleo o cargo público por tiempo de dos a cuatro años si el delito encubierto
fuere menos grave, y la de inhabilitación absoluta por tiempo de seis a doce años
si aquél fuera grave. A la vista de esta regulación la doctrina distingue entre el
encubrimiento o favorecimiento real y personal. Son elementos comunes a todas
las formas de encubrimiento:
La previa comisión de un delito, no de una falta objeto de encubrimiento.
Habrá de entenderse cometido un delito cuando se haya cometido un hecho típico
y antijurídico, aunque el responsable del mismo no sea culpable. Luego veremos
que según el Código se comete delito de encubrimiento aunque el autor del delito
encubierto sea un irresponsable.
Que el sujeto activo antes de actuar tuviera conocimiento de la existencia
de tal delito. No es necesario que conozca todos los detalles respecto de la
tipicidad del delito, pero no son suficientes las meras sospechas. El principio de
presunción de inocencia exige que se demuestre y no que se presuma el referido
conocimiento.
Que el encubridor no haya participado ni como autor ni como cómplice,
pues el autoencubrimiento es impune. La ley es clara al decir que se interviene
con posterioridad a la comisión del delito.
Puede ocurrir que la intervención posterior se haya acordado con
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anterioridad a la realización del delito, y entonces se considera al sujeto, que se ha
comprometido a prestar su ayuda tras el hecho, partícipe en éste y no encubridor.
Examinados los elementos comunes, pasamos a exponer las dos modalidades del
encubrimiento, que en la doctrina se conocen, como ya hemos dicho, con las
denominaciones de favorecimiento real y personal.
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que se proyecta sobre una pluralidad de resultados, por lo que debe imponerse la
pena correspondiente al concurso ideal.
Se castiga al que, para realizar un derecho propio, actuando fuera de las vías
legales, empleare violencia, intimidación o fuerza en las cosas.
El Tribunal Supremo ha puesto de relieve que es un delito pluriofensivo, dado que
atenta simultáneamente contra la Administración de Justicia y contra el
patrimonio del deudor atacado. Su diferencia con el robo estriba en la ausencia de
ánimo de lucro, que aquí aparece sustituida por la voluntad de reparar un
empobrecimiento injusto.
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supone, por tanto, la existencia de un derecho que constituye un presupuesto y, al
mismo tiempo, un elemento del tipo.
En los casos de error sobre la existencia del derecho (el sujeto cree erróneamente
que se le debe una cantidad) el delito cometido será un robo, pero se deben aplicar
las reglas del error sobre una causa de justificación, aunque en este caso se trate
de un elemento típico. En los casos en que la cosa sustraída sea de valor superior a
la deuda contraída y el sujeto sea consciente de ello, habrá un delito de robo
respecto al exceso, siempre que sea relevante y notorio.
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ACUSACIÓN Y DENUNCIAS FALSAS
En nuestro Ordenamiento procesal penal son tres las formas de iniciar un proceso
penal: la denuncia, la querella y de oficio. Todas ellas pueden dar lugar a un
delito de acusación y denuncia falsas, cuando los hechos delictivos objeto del
futuro proceso se imputan falsamente a una persona. La acusación y denuncia
falsas suponen, por tanto, un ataque a la Administración de Justicia, por cuanto
implican la utilización indebida de la actividad jurisdiccional. Sujeto activo puede
serlo cualquier persona que haga la imputación falsa. Como elementos del delito
podemos señalar los siguientes:
La acción consiste en la imputación de unos hechos a una persona. No
basta que el denunciante o acusador se limite a expresar sus sospechas de que
alguien ha cometido un delito, es preciso que lo atribuya de un modo claro y
concreto a una persona determinada e individualizada, aunque no se designe por
su nombre. Ha de tratarse de una persona viva, distinta del acusador y una persona
física.
Los hechos que se imputan deben ser subsumibles en algún tipo legal de
delito o falta. No es necesario que el denunciante los califique como tales o que la
calificación sea errónea.
La imputación ha de ser falsa. La falsedad es un dato objetivo que supone
la discordancia total entre lo afirmado por el denunciante y lo realmente sucedido.
La imputación falsa ha de hacerse ante funcionario administrativo o
judicial que, por razón de su cargo, deba proceder a su averiguación. Por tales hay
que entender los componentes para recibir y tramitar querellas, que son los Jueces,
y denuncias, los Jueces, Fiscales y los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, con deber de averiguar la realidad de lo denunciado.
El sujeto activo ha de tener conciencia de la falsedad de lo imputado o, en
su caso, verter la imputación con temerario desprecio hacia la verdad: en el primer
caso habrá dolo directo, en tanto que el segundo es un supuesto de dolo eventual.
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Respecto a la perseguibilidad de este delito, dispone el Código que no podrá
procederse contra el denunciante o acusador sino tras sentencia firme o auto,
también firme, de sobreseimiento o archivo del Juez o Tribunal que haya
conocido de la infracción imputada. Estos mandarán proceder de oficio contra el
denunciante o acusador, siempre que de la causa principal resulten indicios
bastantes de la falsedad de la imputación, sin perjuicio de que el hecho pueda
también perseguirse previa denuncia del ofendido. La sentencia o el auto de
sobreseimiento libre, según la doctrina y la jurisprudencia dominantes, son
condiciones objetivas de perseguibilidad que no afectan a la existencia y
consumación del delito, pero si a su persecución procesal.
Simulación de delitos
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Simular equivale a fingir como verdadero algo que no lo es. Quienes se
autoinculpan de la comisión de un delito con frecuencia son sujetos mentalmente
anormales, que buscan con ello publicidad en la mayor parte de los casos. No
obstante, hay otras muchas razones para que una persona diga haber cometido un
delito, como sucede con los hombres de paja en las organizaciones criminales, por
dinero, para evitar la responsabilidad de otro, etc. Por esta razón la ley exige al
Juez la comprobación de los hechos y la identidad de los autores.
La simulación como víctima obedece en ocasiones a que el sujeto quiera encubrir
un delito previo que ha cometido. Así sucede en quien atropella con su vehículo a
otra persona, causándole la muerte o lesiones, se da a la fuga y denuncia que el
vehículo le fue sustraído con anterioridad a los hechos; quien finge la sustracción
para cobrar el seguro, etc.
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análogas). La necesidad de que la simulación provoque una actuación procesal ha
sido considerada como una condición objetiva de punibilidad.
Con frecuencia este delito entrará en concurso con otras infracciones, bien al
cometerse como medio para perpetrar otro u otros delitos, bien para ocultar una
infracción precedente (piénsese, por ejemplo, en el empleado bancario que simula
ser víctima de un atraco para ocultar el hecho de haberse apropiado del dinero a su
cargo). En el primer caso, nos encontraremos ante un concurso medial de delitos;
en el segundo, ante un concurso material.
FALSO TESTIMONIO
Tampoco tienen ya la relevancia que antaño tuvieron, por imperativo del principio
talional, los bienes jurídicos personales del acusado o del afectado por el falso
testimonio, ya que este delito se castiga ahora independientemente del contenido
de la decisión judicial en sí, sin perjuicio de las hipótesis concúrsales a que haya
lugar. Todavía, sin embargo, existe una cierta reminiscencia del principio talional
en el hecho de que se tenga en cuenta, para agravar o atenuar la pena, si el falso
testimonio fue dado a favor o en contra del reo o si dio lugar o no a una sentencia
condenatoria.
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El falso testimonio es, por tanto, en su configuración actual un delito contra la
Administración de Justicia y concretamente contra la pureza de la fase probatoria
en un proceso judicial. Antes de entrar en el estudio concreto de las figuras que el
Código recoge, haremos algunas consideraciones sobre los elementos comunes a
los distintos tipos delictivos, cuya nota común consiste en la alteración consciente
de la verdad por parte de los testigos en sus declaración o peritos o intérpretes en
sus informes y traducciones.
Sujeto activo. Pueden ser el testigo y el perito e intérprete, e incluso, las partes.
Testigo es quien materialmente presta declaración; perito, quien emite el informe
correspondiente; e intérprete, quien llamado por la Sala traduce las
manifestaciones hechas por alguno de los intervinientes en el proceso, abarcando
también al que explica el significado de los gestos o signos mediante los que se
expresa un sordomudo, por ejemplo. En cuanto a las partes, no hay duda de que
los denunciantes y querellantes pueden ser autores del delito de falso testimonio,
aunque únicamente cuando presten su declaración en el proceso penal, pero no en
los restantes procesos en los que sigue predominando el criterio procesalista
tradicional de la entera libertad de las partes.
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o quien ha manifestado la verdad, aunque creía estar mintiendo, respectivamente.
Por ello, parece preferible postular una concepción mixta y conforme a ella
considerar falso el testimonio cuando se da una discordancia entre lo declarado y
la realidad, y, además, con la representación subjetivas del testigo o perito.
Tipos legales:
Falso testimonio en causa judicial. Se castiga "al testigo que faltare
a la verdad en su testimonio en causa judicial. Por causa judicial debe entenderse
procedimiento judicial de cualquier clase, excepción hecha de los procesos
penales por delito que, como veremos, dan lugar aun subtipo cualificado. Se
incluyen en este apartado, por tanto, los procedimientos en el orden civil,
contencioso-administrativo y laboral y los juicios de faltas.
Falso testimonio en causa criminal por delito. Se castiga al que
diera falso testimonio en contra del reo en causa criminal por delito.
Falso testimonio ante Tribunales Internacionales. Si el falso
testimonio tuviera lugar ante Tribunales Internacionales que, en virtud de
Tratados debidamente ratificados conforme a la Constitución Española ejerzan
competencias derivadas de ella, o se realizara en España al declarar en virtud de
comisión rogatoria remitida por un Tribunal extranjero.
Falso testimonio de peritos e intérpretes. Se castiga también a los
peritos e intérpretes que faltaren a la verdad maliciosamente en su dictamen o
traducción. En estos casos se impondrá además la pena de inhabilitación especial
para profesión u oficio, empleo o cargo público, por tiempo de seis a doce años.
Alteración no sustancial de la verdad. Se sanciona al testigo, perito
o intérprete que, sin faltar sustancialmente a la verdad, la alterare con reticencias,
inexactitudes o silenciando hechos o datos relevantes que le fueran conocidos. Las
penas son en este caso las de multa de seis a doce meses y, en su caso, suspensión
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de empleo o cargo público, profesión u oficio, de seis meses a tres años.
Sustanciales son los datos decisivos para resolver el procedimiento en uno u otro
sentido. Se altera la verdad parcialmente, ha de influir en la esencia de la prueba.
No es fácil determinar en cada caso lo sustancial, y lo mismo hay que decir
respecto de las reticencias, inexactitudes o el silencio.
Presentación de testigos falsos en juicio. Se castiga al que
presentare a sabiendas testigos falsos o peritos o intérpretes falsos o mendaces.
Las penas a imponer serán las mismas que para los testigos, peritos o intérpretes
se establecen en los artículos anteriores. Se trata de una forma de participación
elevada a la categoría de delito independiente. Para la perfección del delito no es
suficiente con la presentación, sino que además es necesario presten falso
testimonio.
Presentación en juicio de documentos falsos. Se castiga al que
conscientemente presente en juicio elementos documentales falsos, y si el autor
del hecho lo hubiera sido además de la falsedad, se impondrá la pena
correspondiente al delito más grave en su mitad superior.
Supuestos agravados. Se agrava la pena cuando el responsable de la
presentación de los testigos o documentos falsos de este delito fuese abogado,
procurador, graduado social o representante del Ministerio Fiscal, en actuación
profesional o ejercicio de su función. Se impondrá en cada caso la pena en su
mitad superior y la de inhabilitación especial para empleo o cargo público,
profesión u oficio, por tiempo de dos a cuatro años. Para que pueda apreciarse la
agravación de la pena han de intervenir en el ejercicio profesional o de la función
que ejercen, pues si lo hacen a título particular la pena será la que corresponda en
cada uno de los supuestos previstos en los artículos anteriores.
Excusa absolutoria. Según el Código: Quedará exento de pena el que,
habiendo prestado un falso testimonio en causa criminal, se retracte en tiempo y
forma, manifestando la verdad para que surta efecto antes de que se dicte
sentencia en el proceso de que se trate. Si a consecuencia del falso testimonio, se
hubiese producido la privación de libertad, se impondrán las penas
correspondientes inferiores en grado. La L.E.Cr. establece que sólo habrá lugar a
proceder contra los testigos, cuando el falso testimonio haya sido vertido en el
juicio oral; pero este precepto no debe entenderse como una declaración de que
sólo es admisible el falso testimonio en un proceso penal en el juicio oral, sino
solamente como una posibilidad de retractación de lo declarado en la fase
sumarial que, por razones de política criminal, se concede al testigo.
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Concurso. Las diversas declaraciones falsas realizadas por el mismo sujeto en un
mismo proceso deben estimarse como un solo delito de falso testimonio. Si el que
declara falsamente es el mismo que acusa o denuncia falsamente, debe
considerarse el falso testimonio como un acto posterior impune del delito de
acusación y denuncia falsas.
Sujetos activos de este delito son los que no comparecen a juicio siendo testigos,
peritos, intérpretes, e incluso personas acusadas que se encuentran en libertad y
van a ser juzgadas junto con otros que están en prisión. La ausencia tiene que ser
inmotivada o por una causa que no esté prevista legalmente. Además, es exigible
que la citación haya sido realizada en legal forma de modo que el convocado a
juicio hubiera conocido el momento, lugar y Tribunal ante el que había de
comparecer y hubiera sido advertido de las consecuencias legales de la
inasistencia. El resultado de la incomparecencia ha de ser la suspensión del acto
judicial. Con la suspensión se lesiona el derecho del acusado a un proceso sin
dilaciones y se perturba el orden y regularidad de los señalamientos de los
Tribunales.
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Supuestos agravados. Se impondrá pena agravada si el responsable de este
delito fuese abogado, procurador o representante del Ministerio Fiscal en
actuación profesional o ejercicio de su función. La L.E.Cr. dispone que la
incomparecencia injustificada de los abogados no será motivo de suspensión de la
vista si la Sala así lo estima, pudiendo imponerse a los letrados que no concurran
las correcciones disciplinarias oportunas atendidas la gravedad e importancia del
asunto. Por tanto, si se celebra la vista la inasistencia del abogado no es objeto de
delito.
Sujeto activo del delito puede ser cualquiera, mientras que sujeto pasivo son las
personas indicadas que han de comparecer en el procedimiento. Los elementos del
delito son: el uso de violencia o intimidación en las personas, para que éstas
modifiquen su actuación en un proceso. La violencia o intimidación ha de ser de
la entidad suficiente como para poder hacer cambiar de criterio a la persona sobre
la que se ejerce la misma. Con respecto a la violencia o intimidación hay que
distinguir la violencia física de la violencia intimidativa. La conducta puede
llevarse a cabo en cualquier procedimiento, no sólo en los penales. No obstante,
las conductas más graves se dan en lo penal, donde se juega con la libertad.
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El delito se comete ejerciendo la violencia o intimidación directamente sobre el
imputado, abogado, etc., o de forma indirecta. Para la consumación del delito no
es necesario que se llegue a influir, pues en el texto legal se dice intentare influir.
Estamos ante un delito de mera actividad que se consuma cuando el sujeto emplea
violencia o intimidación con la finalidad de influir.
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Revelación de actuaciones procesales declaradas secretas.
Revelación por Abogado o Procurador. Se castiga al Abogado o
Procurador que revelare actuaciones procesales declaradas secretas por la
Autoridad judicial. La pena a imponer es la de multa de doce a veinticuatro meses
e inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio de uno a
cuatro años.
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Quebrantamiento de condena. Se castiga a los que quebrantaren su condena,
medida de seguridad, prisión, medida cautelar, conducción o custodia. La pena es
la de prisión de seis meses a un año si estuvieran privados de libertad, y multa de
doce a veinticuatro meses en los demás casos. En orden a los sujetos activos, debe
distinguirse entre los sentenciados que quebrantaren su condena y los presos que
quebrantaren su estado de prisión. En el primer caso, debe mediar una sentencia
firme por razón de delito o falta, bien sea privativa de libertad, de restricción de
libertad (el condenado a privación del derecho de residir en determinado lugar que
regresa al mismo), de derechos (quebrantamiento de la condena de privación del
permiso o licencia de conducir, desempeño de la profesión para la que está
inhabilitado, etc.) o de imposición de medida de seguridad. En el segundo es
preciso que el preso esté privado de libertad por decisión de la autoridad judicial
(auto de prisión, por ejemplo), aunque aún no sea firme. El delito se consuma con
independencia de que el quebrantamiento sea definitivo o temporal (así, lo comete
el preso que se fuga de la cárcel con intención de pasar unas horas fuera y
reintegrarse luego a la misma).
Tipo cualificado. Se castiga a los sentenciados o presos que se fugaren del lugar
en que estén recluidos, haciendo uso de violencia o intimidación en las personas o
fuerza en las cosas o tomando parte en motín. La pena a imponer es la de prisión
de seis meses a cuatro años.
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El que pusiera trabas a un funcionario de la Corte, lo corrompiera o
intimidara, para obligarlo o inducirlo a que no cumpla sus funciones o a que lo
haga de manera indebida.
Al que tomara represalias contra un funcionario de la Corte Penal
Internacional en razón de funciones que haya desempeñado él u otro funcionario,
y al que tome represalias contra un testigo por su declaración ante la Corte.
Al que solicitara o aceptara un soborno en calidad de funcionario de la
Corte y en relación con sus funciones oficiales.
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