Está en la página 1de 39

MÓDULO 3.

- EL DERECHO PENAL

TEMA 7.- DELITOS ADMINISTRATIVOS

INTRUSISMO.

En relación con la usurpación de calidad o intrusismo, se tipifican en el Código


dos figuras delictivas que funcionan como tipo básico y tipo agravado. A su vez,
en el tipo básico se diferencian dos conductas en atención a la naturaleza del
Título que habilita para el ejercicio de la profesión de que se trate (académico en
la primera, oficial en la segunda).

Tipo básico
 Ejercicio de una profesión sin título académico. Se castiga al que
ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título
académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación
vigente. Por actos propios hay que entender los que pertenecen a un determinado
sector profesional, es la actividad que se puede desarrollar en base a un título
académico. Por título académico hay que entender título universitario (Doctores,
Licenciados en Facultades, Escuelas superiores y de grado medio, o equiparables;
también las diplomaturas). El título puede ser expedido en España o en país
extranjero, siempre que sea reconocido en España.
 Ejercicio profesional sin título oficial. Se castiga también al que
ejerciere actos propios de una profesión cuando la actividad profesional
desarrollada exigiere un título oficial que acredite la capacitación necesaria y
habilite legalmente para su ejercicio, y no se estuviere en posesión de dicho título.
Título académico no es equivalente a título oficial, aunque los títulos académicos
siempre son oficiales. Hay otros títulos que aun siendo oficiales no son
académicos, porque se expiden fuera de la Universidad, también la Universidad
extiende a veces títulos que sólo tienen carácter oficial, aunque carezcan de rango
académico.

Tipo cualificado
Se agrava la pena si el culpable se atribuye públicamente la cualidad de
profesional amparada por el Título referido. La atribución pública supone

1
publicidad, que puede llevarse a cabo por cualquier medio de difusión como la
radio, prensa, televisión o simplemente colocando una placa en la puerta del local.

Intrusismo y delito de estafa


En cuanto al concurso con la estafa, tanto la doctrina como la jurisprudencia
mantienen que no existe tal concurso sino sólo intrusismo, cuando se trate de
profesiones retribuidas. Puede plantearse el concurso con el delito de estafa en los
supuestos en que se cobren por el intruso cantidades muy superiores a las que
corresponden por el servicio prestado.

Prejudicialidad administrativa. A veces puede plantearse la superposición de


dos procedimientos, uno penal y otro administrativo. Si cuando se pretende iniciar
el procedimiento penal está pendiente de resolverse la cuestión en vía
administrativa respecto de si el título es válido o no para ejercer una profesión, se
plantea un problema de prejudicialidad, no pudiendo entrar en juego el
procedimiento penal mientras no se resuelva previamente aquella cuestión.

COHECHO. TRÁFICO DE INFLUENCIAS.

Concepto. Bajo la misma se agrupan una serie de tipos penales difíciles de


reconducir a la unidad, si bien en todos ellos late como elemento común la
obtención por parte del sujeto activo, que ha de ostentar la condición de
funcionario público, de un lucro ilícito mediante el abuso de su función. Partiendo
de esta idea, el Tribunal Supremo ha definido el cohecho como la corrupción de
un funcionario público, realizada mediante precio y con el fin de ejecutar un
hecho opuesto al cumplimiento de los deberes oficiales inherentes al ejercicio de
su cargo.

2
Naturaleza jurídica. Tradicionalmente la jurisprudencia había conceptuado este
delito como una forma de participación del funcionario y el particular, quienes
convergían en la obtención de un resultado, de modo que consideraba el tipo
como bilateral de convergencia. Semejante interpretación se mantuvo hasta la
entrada en vigor del nuevo Código Penal. En la actualidad, tanto la doctrina como
la jurisprudencia coinciden en señalar que los delitos del funcionario y del
particular son autónomos y protegen intereses distintos.

Bien jurídico protegido. No existe coincidencia doctrinal en lo que concierne


a la delimitación bien jurídico objeto de tutela en los delitos de cohecho. Estas
divergencias obedecen fundamentalmente a la tradicional distinción, mantenida
por el Código vigente, entre cohecho activo (o conducta del particular que
corrompe al funcionario con promesas o dádivas) y cohecho pasivo (o conducta
del funcionario público que solicita o acepta una promesa o dádiva para realizar
un hecho relativo a su cargo). Partiendo de esta precisión conceptual, la doctrina
ha venido manteniendo las diversas opiniones.

Para un sector doctrinal no existe en puridad de conceptos un solo bien jurídico


protegido; si se analiza el delito desde la perspectiva del funcionario que lo
comete, el bien jurídico protegido será la integridad en la gestión administrativa,
al dejarse llevar el funcionario por móviles ajenos, concretamente el lucro ilícito,
el principio de imparcialidad, entendiendo por tal el deber de los poderes públicos
de obrar con una sustancial neutralidad y objetividad en la prestación de servicios
públicos o el quebrantamiento del deber y la confianza depositada en el
funcionario; si, por el contrario, se examina la conducta a la luz de la actuación

3
del particular interviniente, el bien jurídico protegido será más bien el respeto que
se debe al normal y correcto funcionamiento de los órganos estatales. Para otros
autores, en cambio, el bien jurídico protegido es único: la necesidad de proteger la
honestidad y honradez del servicio público; la función administrativa en sí misma
considerada.

Tipos legales. Tradicionalmente se viene distinguiendo entre cohecho pasivo o


del funcionario y cohecho activo o del particular, presuponiendo el legislador sin
mayor fundamento que la iniciativa de la corrupción de los servidores públicos
corresponde a los particulares. Dentro del cohecho pasivo se distingue entre el
propio (que tiene por objeto la realización de una acción u omisión ilícitas) y el
impropio (retribución de actos lícitos). Se distingue también entre el antecedente a
la actuación funcionarial y el subsiguiente (cuando se trata de recompensar actos
ya realizados).

Cohecho pasivo. Como ya hemos apuntado, por cohecho pasivo ha de entenderse


la conducta del funcionario que se deja corromper mediante dádivas o promesas.
Los distintos preceptos relacionados con este delito suelen clasificarse por la
doctrina en cohecho propio e impropio.

Cohecho propio. Bajo esta denominación suele estudiar la doctrina los


siguientes tipos:
Cohecho para cometer un delito. La autoridad o funcionario público que, en
provecho propio o de un tercero, recibiere o solicitare, por sí o por persona interpuesta,
dádiva, favor o retribución de cualquier clase o aceptare ofrecimiento o promesa para

4
realizar en el ejercicio de su cargo un acto contrario a los deberes inherentes al mismo o
para no realizar o retrasar injustificadamente el que debiera practicar, incurrirá en la pena
de prisión de tres a seis años, multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitación especial
para empleo o cargo público por tiempo de siete a doce años, sin perjuicio de la pena
correspondiente al acto realizado, omitido o retrasado en razón de la retribución o
promesa, si fuera constitutivo de delito Sobre el concepto de los mismos nos
remitimos a lo dicho en el párrafo anterior. La acción consiste en solicitar o recibir
dádiva o presente o aceptar ofrecimiento o promesa. En cuanto a la dádiva o
presente (o el ofrecimiento o promesa con ellos relacionado) ha de tener un
contenido económico. Ello porque la pena de multa que impone el Código la fija
en razón de la cuantía de la dádiva. En consecuencia, no puede estimarse dádiva o
presente aquellas prestaciones que carezcan de contenido económico, si bien
algunas sentencias, bajo la vigencia del Código anterior, consideraron como
dádiva la prestación gratuita de favores sexuales, que la doctrina entendía que
tenían mejor encaje en los ataques a la libertad sexual cometidos por los
funcionarios.

La dádiva o presente ha de tener por objeto la comisión de un delito (tanto por


acción como por omisión). Quedan fuera del precepto legal las dádivas o
presentes para cometer una falta. El delito a realizar por la autoridad o funcionario
como consecuencia de la dádiva o presente puede ser de cualquier clase, pues el
Código no establece limitación alguna. En ocasiones, será para que el funcionario
cometa un delito de prevaricación. Es indiferente que la dádiva se reciba antes o
después de realizado el hecho, si bien es indispensable que se haya pactado con
anterioridad a su realización y que exista, por tanto, un vínculo causal entre la
dádiva o presente y el acto a realizar por la autoridad o funcionarios. Si se solicita
u ofrece la dádiva por verificar un acto que nada tiene que ver con las
competencias que aquél tiene atribuidas, no puede hablarse de cohecho, aunque
puede haber un delito de usurpación de funciones. Si el funcionario pide una
cantidad de dinero o acepta la que se le ofrece por la realización de un acto que no
piensa llevar a cabo, puede ser responsabilizado por estafa.

El funcionario, por tanto, ha de realizar el acto o la abstención en el ejercicio


del cargo; esto es, ha de llevar a cabo la acción o la omisión ejercitando alguna de
las competencias que le confiere el ordenamiento jurídico. No es necesario que el
provecho que se persigue, es decir, el beneficio, sea para la autoridad o
funcionario público que comete el delito, sino que el beneficiado puede ser un
tercero. La autoridad o funcionario público debe actuar con ánimo de lucro para sí

5
o para otro. Sólo es punible la conducta dolosa, pues la autoridad o funcionario
público actúa conscientemente cuando solicita, recibe o acepta. Estas referencias
legales de solicitare o recibiere o aceptare para realizar una acción u omisión
constitutivas de delito cierran el paso al dolo eventual.

La consumación se produce en el momento de solicitar o recibir la dádiva o


presente o se acepte el ofrecimiento o promesa, y la parte solicitada capte la
oferta. No es necesario que se produzca ningún resultado.

Concurso. El Código dispone que la pena correspondiente al delito de cohecho


lo es sin perjuicio de la pena correspondiente al delito cometido en razón de la
dádiva o presente. Puede darse un concurso real o ideal con otros delitos, sin que
pueda aplicarse la agravante de precio, recompensa o promesa. Pueden plantearse
diversos supuestos de concurso, especialmente con el tráfico de influencias,
prevaricación y negociaciones prohibidas a los funcionarios públicos.

Cohecho para ejecutar un acto injusto. La autoridad o funcionario público


que, en provecho propio o de un tercero, solicite o reciba, por sí o por persona
interpuesta, dádiva o promesa por ejecutar un acto injusto relativo al ejercicio de
su cargo que no constituya delito.

Si el acto en cuestión llegara a ejecutarse, la pena será de prisión de uno a cuatro


años e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis a
nueve años; si no llegara a ejecutarse, se impondrá la de prisión de uno a dos años
e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de tres a seis
años. En ambos casos se impondrá, además, la multa del tanto al triplo del valor
de la dádiva. Como en el supuesto anterior sujeto activo del delito son los
funcionarios públicos o autoridades, que han de realizar el acto injusto dentro de
las competencias que les atribuye el ejercicio de su cargo. Acto injusto es el
contrario a Derecho y, por lo general, se concretará en un ilícito administrativo,
aunque también penal, cuando constituya falta. Si el acto injusto no llega a ser
realizado se rebaja la pena.

Cohecho para abstenerse de practicar un acto debido en el ejercicio


del cargo. El Código sanciona también cuando la dádiva solicitada, recibida o
prometida tenga por objeto que la autoridad o funcionario público se abstenga de
un acto que debiera practicar en el ejercicio de su cargo. La conducta consiste en
abstenerse de practicar un acto en el ejercicio de su cargo, siempre que la

6
abstención no constituya por sí misma un delito, en cuyo caso sería de aplicación
el primero de los delitos examinados. Para que pueda hablarse de abstención se
necesitará la existencia de un deber que obligue al funcionario a practicar el acto
omitido.

Cohecho cometido por personas equiparadas a autoridades o


funcionarios. A los efectos de los tres anteriores delitos, el Código equipara a
los funcionarios públicos, a los jurados, árbitros, peritos o cualesquiera personas
que participen en el ejercicio de la función pública.

Cohecho impropio. Se denomina así porque la retribución está vinculada a la


realización de un acto no ilícito o para recompensar otro ya realizado, sea justo o
injusto, incluso constitutivo de delito.

Cohecho para realizar actos propios del cargo no ilícitos. Se castiga


también a la autoridad o funcionario público que solicitare dádiva o presente o
admitiere ofrecimiento o promesa para realizar un acto propio de su cargo o como
recompensa del ya realizado. Las conductas son alternativas en cuanto se dirigen a
la retribución de un acto propio del cargo no debido pero tampoco ilícito, o bien a
recompensar el ya efectuado lo que constituiría en este segundo caso un supuesto
del denominado cohecho subsiguiente o ex post, criticable por cuanto que la
calificación del hecho debe producirse con anterioridad a la decisión adoptada por
el funcionario, presuponiendo el legislador que ha existido connivencia "ex ante"
y que la retribución trae causa de aquel convenio, lo que no deja de ser una
sospecha antijurídica contraria a la presunción constitucional de inocencia. Se ha
hablado por algunos autores de cohecho subsiguiente, puesto que no existe una
petición previa para realizar algo, sino que ya se ha realizado y la autoridad o
funcionario busca posteriormente la retribución. Se agrava la pena en el caso de
recompensa por el acto ya realizado, si este fuera constitutivo de delito.

Admisión de regalos ofrecidos en consideración a un cargo público.


Se castiga a la autoridad o funcionario público que admitiere dádiva o regalo que
le fueren ofrecidos en consideración a su función o para la consecución de un acto
no prohibido legalmente. La infracción del deber de integridad es aquí menos
grave que en el cohecho propio, por cuanto no se exige la realización de un acto
del funcionario o, cuando se exige, este acto es justo. Pero, de todos modos, existe
una perturbación del correcto funcionamiento de la gestión pública, por cuanto
existe una conexión causal entre el regalo o dádiva que se ofrece y la función

7
pública de la que participa el funcionario. Igualmente, el regalo o dádiva ha de
tener un valor económico apreciable y ser relevante objetivamente para motivar la
actuación del funcionario: mientras las dádivas o regalos no excedan de cuantías
moderadas o de lo que se considere en el uso social propio de una relación
amistosa (así, por ejemplo, una pequeña consumición en un bar, o el ofrecimiento
de un cigarrillo), no debe ser objeto de aplicación el precepto que estudiamos,
toda vez que estas conductas exceden del fin de protección de la norma, aun en el
caso de que tales presentes se realicen en consideración a la función o para
obtener un acto que no esté prohibido legalmente.

Cohecho activo. Se castiga a los que con dádivas, presentes, ofrecimientos o


promesas corrompieren o intentaren corromper a las autoridades funcionarios
públicos. A diferencia de lo que ocurría en supuestos anteriores sujeto activo del
delito puede ser cualquier particular. Sólo es punible la conducta dolosa, pues así
se desprende del texto en el que se persigue corromper o intentar corromper a las
autoridades o funcionarios públicos. Para la consumación no es necesario que la
autoridad o funcionario acepte la oferta que le realice el particular, pues el delito
se perfecciona con el ofrecimiento. Si el acto a realizar por el funcionario tiene
carácter delictivo, el particular responderá de esta infracción a título de inductor.
También castiga el Código a los que atendieren las solicitudes de las autoridades o
funcionarios públicos. La pena a imponer es la inferior en grado.

Supuesto atenuado. Sujeto de este delito puede ser cualquiera; pero el propio
Código prevé una atenuación para el cónyuge, persona a la que se halle ligado de
forma estable por análoga relación de afectividad, ascendiente, descendiente,
hermano por naturaleza o adopción o afines en los mismos grados cuando el
soborno mediare en causa criminal en favor del reo.

Excusa absolutoria. Dispone el Código que quedará exento de pena por el


delito de cohecho el particular que haya accedido ocasionalmente a la solicitud de
dádiva o presente que le haya dirigido una autoridad o funcionario y denuncie el
hecho ante la autoridad que deba proceder a su averiguación antes de la apertura
del correspondiente procedimiento y siempre que no hayan transcurrido más de
diez días desde la fecha de los hechos. Se exige pues:
 que la actuación del particular sea ocasional
 que la denuncia se preste ante la autoridad que tenga el deber de averiguar
estos delitos
 se denuncia con anterioridad a la apertura del procedimiento judicial

8
 siempre que no hayan transcurrido más de diez días desde la ejecución de
los hechos.

Añade el nuevo Código Penal en el art. 427 el delito cuando está referido
también a funcionarios de la Unión Europea o a los funcionarios nacionales
de otros Estado miembro de la Unión.

Disposición común a todos los delitos de cohecho. Como disposición


común a todos los delitos analizados, el Código dispone que las dádivas, presentes
o regalos caerán en decomiso. En todo caso la previsión solo es aplicable respecto
de las dádivas, presentes o regalos, recibidos o entregados, pero no los realmente
ofrecidos o prometidos.

Tráfico de influencias.

Se castiga al funcionario público o autoridad que influyere en otro funcionario o


autoridad prevaliéndose del ejercicio de las facultades de su cargo o de cualquier
otra situación derivada de su relación personal o jerárquica con éste o con otro
funcionario o autoridad para conseguir una resolución que le pueda generar
directa o indirectamente un beneficio económico para sí o para un tercero.

Se castiga al particular que influyese en un funcionario público o autoridad


prevaliéndose de cualquier situación derivada de su relación personal con éste o
con otro funcionario público o autoridad para conseguir una resolución que le
pueda generar, directa o indirectamente, un beneficio económico para sí o para
tercero.

También se castiga a Los que, ofreciéndose a realizar las conductas descritas en los
artículos anteriores, solicitaren de terceros dádivas, presentes o cualquier otra
remuneración, o aceptaren ofrecimiento o promesa.

La pena a imponer será la de prisión de seis meses a dos años, multa del tanto al duplo
del beneficio perseguido u obtenido e inhabilitación especial para empleo o cargo público
por tiempo de tres a seis años. Si obtuviere el beneficio perseguido, estas penas se
impondrán en su mitad superior.; penas que, como en el caso del artículo anterior, se
impondrán en su mitad superior si se obtuviera el beneficio perseguido. En los dos
casos, las conductas típicas aparecen construidas sobre el verbo influir, que
gramaticalmente, y en la acepción que aquí interesa, significa ejercer predominio

9
o fuerza moral. Por influir se ha de entender algo más que sugerir, ha de
entenderse el ejercicio de una presión fuerte, habida cuenta que se exige que el
influjo se efectúe con prevalimiento de la situación ocupada por el sujeto activo.

No es, sin embargo, necesario que el sujeto activo ocupe una posición de
superioridad; sí, en cambio, que tal posición sea de la suficiente entidad como
para interferir en la toma de decisión por parte de la autoridad o funcionario
influenciados, y, naturalmente, que exista un prevalimiento de las facultades del
cargo o de cualquier situación, ya sea ésta jerárquica, política o incluso
meramente personal. Lo relevante es que se produzca un ataque a la libertad del
funcionario o autoridad que ha de adoptar, en el ejercicio de su cargo, una
decisión, introduciendo en su motivación elementos ajenos a los intereses
públicos. Así, supuestos de intimidación implícita, chantaje moral, mejores
perspectivas en la carrera política o profesional, son situaciones que pueden servir
de base a una situación de prevalimiento, aunque no se equiparen necesariamente.
La interpretación debe en todo caso ser restrictiva, so pena de criminalizar
conductas desprovistas de nocividad social, como por ejemplo tomar una copa con
los amigos o pertenecer a un mismo club deportivo.

No se exige que la resolución cuya consecución pretende el sujeto activo haya de


ser ilegal o injusta; si lo fuera, el funcionario o autoridad influido incurriría, caso
de ceder a las presiones sobre él ejercidas, en un delito de prevaricación, y en uno
de cohecho si participara en el beneficio económico obtenido.

Ofrecimiento de influencias. Se castiga a los que, ofreciéndose a realizar las


conductas descritas en los artículos anteriores, solicitasen de terceros dádivas,
presentes o cualquier otra remuneración o aceptasen ofrecimiento o promesa. Este
precepto ha sido objeto de fuertes críticas doctrinales, cuyo punto de partida
común ha sido la indefinición del bien jurídico protegido. El sujeto activo puede
ser cualquier persona: no, pues, necesariamente funcionarios públicos, lo que
descarta que dicho bien sea la integridad y honradez de éstos y, por extensión, el
recto funcionamiento de los poderes públicos. Como por otra parte el delito se
consuma con el mero ofrecimiento de ejercer las influencias -sin que sea preciso
que lo sean en efecto, ni siquiera que sea aceptado-, no parece se vea afectada la
objetividad e imparcialidad que conforme al artículo 103 de la Constitución debe
presidir el funcionamiento de la Administración. Se trata más bien de la creación
de un riesgo -un tanto genérico y abstracto, por lo demás- para la Administración

10
Pública, como si de una conspiración o proposición o de una preparación de la
ejecución de un cohecho o de una prevaricación se tratara.

La acción consiste en ofrecerse a ejercer influencias sobre funcionarios públicos o


autoridades a cambio de una contraprestación económica o de un ofrecimiento o
promesa cuyo contenido es potencialmente variado, al no exigirse que tenga un
sentido específicamente económico. El Tribunal Supremo vienen marcando el
matiz diferencial entre este delito y el de cohecho y así ha declarado que: a
diferencia de lo que ocurre con el delito de cohecho, en el que tan responsable es
el cohechante como el cohechado, en el de tráfico de influencias sólo se tipifica y
sanciona la conducta de la persona que influye.

MALVERSACIÓN

La palabra malversación se deriva de las latinas male-versatio que significan


invertir mal. Sin embargo, dentro de nuestro Código va a tener un sentido más
amplio, pues, como veremos, bajo esta rúbrica se tipifican conductas no sólo de
mala inversión de caudales públicos, sino de sustracción, uso indebido, etc. Se
trata de delitos cometidos por los funcionarios públicos que recaen sobre caudales
públicos, entendiendo por tales cualesquiera objetos, cosa mueble, dinero, efectos
negociables, etc., que tengan un valor económico apreciable y que pertenezcan a
la Administración Pública, bien porque hayan ingresado en su patrimonio o bien
porque estén destinados a ingresar en el mismo.

11
Bien jurídico protegido. No existe unanimidad entre los autores a la hora de
delimitar el bien jurídico tutelado por los tipos delictivos de malversación. Para
algunos autores dicho bien estaría constituido por el deber de fidelidad e
integridad que tiene el funcionario público para con la Administración. Otros
estiman que el bien jurídico protegido es la función administrativa como tal, si
bien concretada al cuidado de los fondos públicos. También se ha dicho que el
bien tutelado no reside en los deberes de fidelidad y probidad del funcionario para
con la Administración, sino en el patrimonio público y los servicios prestados por
los poderes públicos.

La jurisprudencia del Tribunal Supremo, con criterio ecléctico, ha estimado que


los delitos de malversación apuntan a la protección de un conjunto de bienes
jurídicos, entre los que se incluyen el patrimonio público, junto al correcto
funcionamiento de la actividad patrimonial del Estado, la confianza de los
ciudadanos en el manejo honesto de los caudales del Estado y la propia fidelidad
al servicio de las funciones encomendadas a quienes disponen de ellos.

Clases. Como las formas de distracción de los bienes han sido muy diversas, se
han construido tipos delictivos que responden a otras tantas realidades. Y así, se
ha establecido la "malversación propia", que tiene lugar cuando efectivamente el
funcionario hace suyos los caudales públicos. Las demás conductas delictivas en
relación con los caudales públicos reciben la denominación global de
"malversaciones impropias. Podemos clasificar las diversas figuras de
malversación de la siguiente forma:

Conductas de apropiación. Se castiga a la autoridad o funcionario público


que, con ánimo de lucro, sustraiga... los caudales o efectos públicos que tenga a su
cargo por razón de sus funciones. Son, pues, elementos de este delito los
siguientes:
 Que el sujeto activo posea la cualidad de autoridad o funcionario público,
en el sentido determinado por el artículo 24 del Código Penal.
 Que exista, por parte del sujeto activo, una disponibilidad, bien jurídica,
bien material o de hecho, de los caudales o efectos en cuestión.
 Que los caudales tengan la consideración de públicos.
 Que el sujeto activo sustraiga los caudales o efectos, verbo que debe
entenderse equivalente a apropiación sin ánimo de reintegro.

12
El término sustracción debe, pues, interpretarse en estos casos como equivalente a
apropiación, ya que el funcionario tiene la previa posesión o disponibilidad sobre
los caudales. No se exige la presencia específica de ánimo de lucro, aunque lo
normal es que concurra.

Por caudales debe entenderse cualquier objeto o efecto, bien mueble, dinero o
valores negociables que posean un valor económico. La jurisprudencia ha
conferido a la expresión caudales un sentido sumamente amplio, incluyendo en su
ámbito todo capital, hacienda, patrimonio, fondo, cosa o bien, de cualquier
condición, fungible o no, y susceptible de apreciación económica o valor. Según
este criterio, habrían de incluirse también los bienes inmuebles.

Por lo que se refiere al carácter público de los caudales, significa que han de
pertenecer a la Administración -sea estatal, autonómica o local-, y que, de un
modo u otro, han de hallarse destinados a fines públicos. La delimitación de este
concepto se ha venido haciendo con arreglo a la incorporación (a tenor del cual
sería preciso, para poder asignar a los caudales o efectos la cualidad de públicos,
que hayan ingresado de manera efectiva en los fondos de la Administración y el
del destino, conforme al cual no es necesario tal ingreso efectivo, bastando que se
hallen a disposición del funcionario o autoridad con vistas a un ingreso ulterior.
La jurisprudencia ha optado por este segundo criterio, señalando que para que los
caudales adquieran el carácter de públicos no es necesario que hayan ingresado en
las arcas de la Administración, sino que basta que ésta tenga un derecho
expectante a que se les dé tal destino. En lo que atañe a la apropiación de bienes
privados manejados provisionalmente por la Administración, la conducta del
funcionario será constitutiva de estafa o apropiación indebida ordinarias.

El Tribunal Supremo ha declarado que la calificación de caudales públicos, a los


efectos de apreciación del tipo penal de malversación y no el de apropiación
indebida o hurto, es igualmente extensiva a aquellos bienes que, aun siendo
privados tanto en su origen como en el destino al que se aplican -es el caso de los

13
giros postales entre particulares a través de las Oficinas de Correos-, aparece
encomendada la responsabilidad de su tránsito y entrega a una entidad pública.

Se castiga a la autoridad o funcionario público que, con ánimo de lucro,


consintiere que un tercero, con igual ánimo, sustraiga los caudales o efectos
públicos que tenga a su cargo por razón de sus funciones. Se trata de un delito de
comisión por omisión del deber de custodia de los caudales a cargo de la
autoridad o funcionario. Esencial es, por tanto, la infracción de ese deber,
independientemente de que dicha infracción se lleve a cabo por acciones
positivas, o puramente omisivas. Por lo general, tal conducta llevará aparejada una
connivencia con quien materialmente verifica la sustracción, si bien no es exigida
en orden a la integración del delito.

Subtipos agravados. Se impone pena más grave si la malversación revistiera


especial gravedad atendiendo al valor de las cantidades sustraídas y al daño o
entorpecimiento producido al servicio público", y también cuando el objeto de la
malversación estuviera constituido por cosas declaradas de valor histórico o
artístico, o por efectos destinados a aliviar alguna calamidad pública. La pena a
imponer es la de prisión de cuatro a ocho años e inhabilitación absoluta por
tiempo de diez a veinte años.

Subtipo atenuado. Se establece una pena atenuada, si el importe de la


sustracción fuese inferior a cuatro mil euros. La razón de ser del precepto obedece
al hecho de que en estos casos el importe sustraído no tiene una especial
significación, por lo que la incidencia en los servicios públicos resultará apenas
apreciable.

Conductas de distracción. En este apartado se incluyen las conductas de la


autoridad o funcionario que, sin apropiarse de los caudales, los aparta de la
finalidad a que estaban asignados, aplicándolos a usos distintos. Según que el uso
al que se apliquen sea privado o público.

14
DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.

La progresiva ampliación de este grupo de delitos ha continuado en el nuevo


Código Penal. Entre los delitos contra la Administración de Justicia se incluyen
ahora también la prevaricación judicial y la infidelidad en la custodia de presos,
así como el encubrimiento y determinadas formas de obstrucción y deslealtad
profesional de abogados y procuradores. Pero la ampliación no ha ido tan lejos
hasta el punto de considerar también delitos contra la Administración de Justicia
otros delitos que sólo indirectamente afectan al correcto funcionamiento de la
Administración de Justicia a través de la lesión de otros bienes jurídicos más
específicos, como la falsedad documental. Por otra parte, tampoco se :
comprenden en este grupo aquellos delitos que atacan al aspecto ideológico o
político de la Administración de Justicia, cual es la independencia del Poder
Judicial como control y garantía de la legalidad del sistema jurídico, cuya lesión
se encuentra sistemáticamente situada en otro lugar del Código (usurpación de
funciones, detenciones ilegales cometidas por funcionarios, etc.).

El bien jurídico que se protege es la Administración de Justicia, si bien que esta


afirmación genérica deberá concretarse en varios de los tipos que el Título
comprende, ya que no es solo el denominado servicio público de la
Administración de Justicia lo que se tutela, sino, además, otros bienes más o
menos conexos, como sucede con el honor (caso de la acusación y denuncia
falsa), el cumplimiento de obligaciones profesionales de Abogados y
Procuradores (caso de la deslealtad profesional), etc.

Cabe poner de relieve que en este Título no se incluyen todos los delitos que
atenten contra el correcto funcionamiento de la Administración de Justicia, Así
quedan fuera del mismo la presentación en proceso de documentos falsos,
incluidos dentro del Título XV relativo a las falsedades, la estafa procesal.
Comenzaremos por el estudio de los tipificados y más concretamente por el delito
de prevaricación, en el que podemos distinguir los siguientes tipos legales:

15
Prevaricación judicial en causa criminal. Se castiga al Juez o Magistrado
que, a sabiendas, dictare sentencia o resolución injusta contra el reo en causa
criminal por delito. El bien jurídico protegido en los delitos de prevaricación se
concreta en el interés estatal por un buen funcionamiento de la Administración de
Justicia; debiendo entenderse ésta como la función estatal de administrar justicia,
encomendada con carácter exclusivo al poder judicial para su desempeño en el
cauce de un proceso.

Sujeto activo lo son los Jueces o Magistrados. Se plantea el problema de si la


referencia que se hace a Magistrado comprende también a los miembros de los
Tribunales colegiados. Aunque en un Tribunal colegiado la sentencia la redacta el
Magistrado-Ponente, no hay duda de que serán responsables del delito todos los
Magistrados que hayan votado la sentencia, dado que el Magistrado que no
estuviera conforme con la misma puede salvar su responsabilidad mediante la
redacción de un voto particular (artículo 206.1 de la L.O.P. J.). La acción consiste
en dictar sentencia o resolución injustas. Las resoluciones judiciales pueden
adoptar la forma de providencias, autos o sentencias. Por tanto, bajo la expresión
resolución injusta cabe incluir tanto las providencias como los autos.

El resultado de esa resolución (en contra o a favor del reo, seguida o no de


ejecución, etc.), sólo se toma en cuenta para cualificar o atenuar la
responsabilidad, pero puede ser además constitutivo de otro delito (por ejemplo,
detenciones ilegales) con el que la prevaricación puede entrar en concurso.

La expresión causa criminal habrá que entenderla como distinta de juicio de faltas,
que será objeto de estudio posteriormente.

16
La injusticia de la resolución dictada es un elemento normativo específico del
tipo. La doctrina ha interpretado este requisito en un sentido estricto de absoluta
notoriedad en la injusticia y no de apreciaciones discutibles en Derecho, ni aún las
erróneas de buena fe, susceptibles de corregirse en los recursos oportunos, o
mediante las correcciones disciplinarias pertinentes. De otro modo, toda
revocación de decisiones en apelación o casación llevaría consigo, al estimarse
injusta o no ajustada a Derecho la de instancia, su incriminación a título de
prevaricación.

El Tribunal Supremo ha declarado: Que el injusto no es solo lo contrario al


derecho positivo en términos de cuestionable interpretación de las normas, sino lo
que se opone frontalmente a la ley y al derecho de manera que resulte
injustificable la aplicación hecha por el Juez. El concepto de lo injusto es objetivo
y se manifiesta en la evidente y notoria contradicción con el ordenamiento
jurídico.

Que la injusticia de la resolución puede provenir:


 de la absoluta falta de competencia del sujeto activo
 de la inobservancia de esenciales normas de procedimiento
 del contenido intrínseco de la resolución, de modo que suponga un
torcimiento del derecho o una contradicción con el ordenamiento jurídico, tan
patente y manifiesta, que pueda ser apreciada perfectamente por cualquiera,
dejando de lado la mera ilegalidad producto de una interpretación errónea o
equivocada o discutible, que ocurre en ciertas ocasiones en el mundo jurídico.

Que el error en la elección de la norma aplicable, en la interpretación realizada o


la mera ilegalidad que puede ser corregida en la vía de los recursos, no integra el
concepto de injusticia a efectos penales, a salvo los supuestos de grave
imprudencia o ignorancia inexcusable. La sentencia contra reo quiere decir que
perjudique a la persona contra la que se dicta. El perjuicio ha de ser notorio y
manifiesto, pues no cabe en casos de pequeños detalles. La pena del delito de
prevaricación depende de que la sentencia injusta se haya llegado o no a ejecutar.
Puede plantearse la duda de si los términos utilizados por el Código si la sentencia
se hubiera ejecutado comprenden tanto la ejecución íntegra de la sentencia o es
suficiente que se hayan practicado algunas diligencias necesarias para su
ejecución, aunque no en su totalidad.

17
En cuanto a la vertiente subjetiva del delito, hay que resaltar el uso de la expresión
a sabiendas, indicativa, según la jurisprudencia, de una intención deliberada de
faltar a la justicia. Debe concurrir, pues, una plena conciencia de la ilegalidad o
arbitrariedad por parte del sujeto activo, traducida en una arbitraria o irrazonable
manipulación del Derecho con fines de perjuicio o de favor de tercera persona.

El Tribunal Supremo ha declarado que la esencia del delito radica en la aplicación


perversa y abusiva del derecho que produce una retorsión del ordenamiento
jurídico y un abuso de la función.

La prevaricación puede entrar en concurso ideal con cualquier otro delito.


Prevaricación en juicio de faltas. Se castiga al Juez o Magistrado que hubiera
dictado a sabiendas una sentencia injusta contra el reo en proceso por falta. La
pena a imponer es la multa de seis a doce meses e inhabilitación especial para
empleo o cargo público por tiempo de seis a diez años. Aquí, la prevaricación
queda circunscrita a las sentencias sin que se extienda a otras resoluciones
judiciales que se puedan dictar en el juicio de faltas. En todo caso ha de tratarse de
sentencias contra el reo y, por tanto, no están incluidas las sentencias injustas en
favor del reo.

Prevaricación en sentencias no penales u otras resoluciones


injustas. Se castiga al Juez o Magistrado cuando dictara cualquier otra sentencia
o resolución injusta. La pena a imponer es la de multa de doce a veinticuatro
meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de diez a
veinte años. Lo que aquí se castiga son resoluciones de Jueces o Magistrados de
otras jurisdicciones ajenas a la penal, como son la civil, laboral y contencioso-
administrativa Por supuesto que tales resoluciones han de ser injustas, perjudicar a
la parte contra la que se dictan y haberse dictado a sabiendas de su injusticia.

Prevaricación imprudente. Se castiga al Juez o Magistrado que, por


imprudencia grave o ignorancia inexcusable, dictara sentencia o resolución
manifiestamente injusta. La pena es en este caso la de inhabilitación especial para

18
empleo o cargo público por tiempo de dos a seis años. La conducta consiste en
dictar una sentencia u otra resolución injusta bien por imprudencia grave, bien por
ignorancia inexcusable. Como en todo delito que se comete por imprudencia, lo
decisivo es la omisión de un deber de cuidado que personalmente incumbe a un
sujeto. Es decir, que una ignorancia o negligencia será inexcusable, cuando falta
aquella diligencia mínima que es exigible a cualquiera que desempeñe funciones
judiciales. La imprudencia debe ser grave, entendiéndose también como tal la
ignorancia inexcusable, es decir, aquella que con un mínimo de diligencia e
interés por parte del Juez hubiera podido ser vencida (consultando los textos
legales, los conocimientos básicos de la materia que vienen en cualquier Manual y
se supone debe conocer cualquier jurista, etc.).

Conforme a la interpretación jurisprudencial, concurre la ignorancia inexcusable a


que alude el precepto cuando la resolución dictada, aun no intencionadamente, sea
tan patentemente contraria a la Ley que ponga de manifiesto un desconocimiento
absoluto de la misma. Debe excluirse de este ámbito el simple error de
interpretación en la aplicación de las leyes. La sentencia o resolución ha de ser
manifiestamente injusta; por tal debe entenderse aquella cuya injusticia es patente
para terceros, aunque no lo sea para el juez, ya que de ser éste consciente de la
injusticia aparecería la forma dolosa.

Negativa a juzgar. Se castiga al Juez o Magistrado que se negase a juzgar, sin


alegar causa legal o so pretexto de oscuridad, insuficiencia o silencio de la Ley.
La pena correspondiente a tal conducta es la de inhabilitación especial para
empleo o cargo público por tiempo de seis meses a cuatro años. Se trata de un
delito de omisión, consistente en la negativa del Juez o Magistrado a dictar la
resolución que proceda, según la clase de asunto sometido a su jurisdicción, ya
sea decisoria en cuanto al fondo o de mero trámite o impulso procesal, pues el
Código no hace distinción alguna.

La negativa ha de fundarse, para ser punible, en pretexto de oscuridad -dificultad


interpretativa de las normas a aplicar-, insuficiencia o silencio de la ley -la
insuficiencia sería un silencio parcial, y el silencio una laguna legal sobre el caso-.
La razón de no estimarse bastantes estas excusas, radica en el hecho de que el
ordenamiento jurídico es completo, está dotado de mecanismos de solución de
eventuales incertezas sin tener que denegar la respuesta judicial. La alegación de
causa o excusa legal convierte en atípica la conducta: por ejemplo, concurrir causa

19
de abstención o resultar incompetente. Es indiferente que la negativa a juzgar se
produzca en un proceso civil penal, laboral o contencioso-administrativo.

Retardo malicioso. Se castiga también Juez, Magistrado, Secretario u otro


funcionario judicial culpable de tardo malicioso en la Administración. La pena a
imponer es la de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo
de seis meses a cuatro años, y en su mitad inferior si el retardo fuera imputable a
un funcionario de la Administración de Justicia distinto del Juez, Magistrado o
Secretario Judicial. Por tanto, el sujeto activo puede ser no sólo el Juez o
Magistrado, sino el Secretario Judicial o cualquier otro funcionario judicial,
siempre que esté vinculado funcionalmente al Juzgado en que se tramita el
proceso. Según la jurisprudencia, el adjetivo malicioso es sinónimo de doloso, y
comprende tanto el deseo de perjudicar como de beneficiar a alguna de las partes
en litigio. El mero retraso debido a negligencia o desatención por parte del Juez o
Secretario o cualquier otro funcionario al servicio de la Administración de Justicia
en la tramitación de los asuntos no constituye debito, aunque sí puede dar lugar a
una corrección disciplinaria y a una responsabilidad civil. Se dice en el texto legal
que el retardo es para conseguir cualquier finalidad ilegítima. Aquí caben multitud
de posibilidades. Entre las posibilidades pueden citarse: esperar una reforma penal
anunciada que beneficia a una parte en el proceso, y normalmente perjudica a
otras. Se puede dilatar un procedimiento penal buscando la prescripción del delito;
para que una de las partes haga desaparecer todos o parte de sus bienes, aunque
aquí habría un concurso de delitos con alzamiento de bienes como inductor o
cooperador, etc.

Omisión del deber de impedir determinados delitos. Se castiga al que


pudiendo hacerlo con su intervención inmediata y sin riesgo propio o ajeno, no
impidiere la comisión de un delito que afecte a las personas en su vida, integridad
o salud, libertad o libertad sexual. La pena es la de prisión de seis meses a dos
años si el delito fuera contra la vida, y de multa de seis a veinticuatro meses en los
demás casos, salvo que al delito no impedido le correspondiera igual o menor
pena, en cuyo caso se impondrá la pena inferior en grado a la de aquél. El bien
jurídico protegido, según algún autor, son los bienes a los que se alude en el tipo:
la vida, la integridad o a la salud, la libertad o la libertad sexual. Para otros el bien
jurídico es el deber de solidaridad referido a estos bienes jurídicos cuando sean
objeto de ataques constitutivos de delito y de mera falta, aunque ese deber
genérico se concreta en un específico deber de colaboración ciudadana en las
tareas de prevención de determinados delitos.

20
Sujetos del delito. Sujeto activo es todo aquél que puede con su intervención
inmediata impedir el delito. Ello vendrá originado las más de las veces por la
proximidad espacial. Sujeto pasivo es el titular de los bienes jurídicos atacados
por el delito que se trata de impedir.

La conducta. La conducta consiste en una omisión pura: abstenerse de impedir


el delito, que se castiga independientemente de que a la postre éste se cometa o
no. Si el sujeto activo ocupase una posición de garante estaríamos en presencia de
un delito de comisión por omisión. El deber de actuar viene limitado doblemente:
en primer lugar, por la posibilidad de poder impedir el delito; en segundo lugar,
porque esa posibilidad sea con una intervención inmediata y sin riesgo propio ni
ajeno. Por intervención inmediata debe entenderse toda intervención capaz de
impedir el delito, bien sea directa y personalmente, bien indirectamente, siendo
irrelevante que el sujeto se encuentre o no en el lugar donde se va a cometer. La
ausencia de riesgo propio o ajeno es consecuencia del principio de no exigibilidad
de otra conducta, elevado aquí a elemento del tipo, por cuanto el deber de actuar
no puede llegar hasta el punto de exigir al sujeto que arrastre riesgos o ponga en
peligro intereses de terceros de superior o igual valor que el atacado por el delito
que se trata de impedir.

El Código contrae el deber de actuar a los casos de delitos que afecten a las
personas en su vida, integridad o salud, libertad o libertad sexual. Se trata de
hechos tan graves que generalmente no cabe la menor duda de que el que se
encuentra a punto de ser víctima de uno de estos delitos necesita la ayuda de sus
semejantes. Sin embargo, debe valorarse con un criterio concreto, en atención a
las circunstancias que rodean el caso, si la situación requiere realmente una
intervención o puede la persona que está siendo víctima de uno de estos delitos
salir de la situación por sí misma (no es igual, por ejemplo, no impedir una grave
agresión sexual a un menor, que un acoso sexual a una persona adulta y de fuerte
carácter). Es indiferente el estadio en que se encuentra el delito que se va a
impedir, siempre que ese estadio sea ya punible como delito (por ejemplo, una
conspiración). En los delitos permanentes el deber de impedirlos subsiste en tanto
se prolongue el estado de consumación. Una vez agotado desaparece el deber.

Omisión de promover la persecución de determinados delitos. Se


castiga a quien, pudiendo hacerlo, no acuda a la autoridad o a sus agentes para que
impidan un delito que afecte a las personas en su vida, integridad o salud, libertad

21
o libertad sexual y de cuya próxima o actual comisión tenga noticia. Así pues, lo
que se castiga en este precepto es la pasividad ante un delito inminente todavía no
perpetrado; la razón de ser de tal figura es reforzar la obligación impuesta a los
ciudadanos de colaborar con la Administración de Justicia, pero también dotar de
una especial protección a bienes jurídicos de especial relevancia (vida, salud,
integridad y libertad de las personas).

Desde el punto de vista políticocriminal, hay que señalar la inconveniencia de


penalizar la simple omisión de denuncia, elevando a la categoría de delito lo que,
en principio, no es más que la infracción de un deber genérico que incumbe a todo
ciudadano (pero también un derecho) de denunciar los hechos constitutivos de
delito. Con ello se fomenta la delación que, en algunos casos, es más producto de
la insolidaridad que de la solidaridad humana. Este inconveniente se atenúa,
siquiera en parte, entendiendo que el precepto sólo tipifica la omisión de aquellas
denuncias mediante las que podría evitarse el delito, lo que parece una razonable
restricción. La jurisprudencia ha señalado que para la realización del tipo no es
suficiente abstenerse de denunciar, sino que la omisión del sujeto activo ha de ser
eficaz, de tal modo que la denuncia omitida debería haber podido evitar la
comisión del delito.

Encubrimiento.

El problema radica en saber, simplemente, si el encubrimiento ha de castigarse


como forma de participación y con referencia siempre a un delito concreto y
probado, o como delito autónomo, es decir, como delito de aprovechamiento de
los bienes procedentes de delito contra la propiedad o como delito de
favorecimiento personal de los criminales. La doctrina entiende mayoritariamente
que debe ocupar la categoría de delito autónomo, adoptando la doble
configuración de delito contra la Administración de Justicia si el encubrimiento es
personal y delito contra la propiedad o encubrimiento lucrativo si el
encubrimiento es real. En el caso de las legislaciones extranjeras la tendencia es la
de incriminación del encubrimiento en forma de delito autónomo, estableciendo
una figura de delito de auxilio criminal y otra de aprovechamiento de los bienes
producto de sustracción o defraudación, sea o no con intención de lucro y,
también, de posesión como añadido o alternativa al aprovechamiento.

Regulación actual. En el vigente Código, el encubrimiento constituye un delito


autónomo o independiente encuadrado en el Código que castiga al que, con

22
conocimiento de la comisión de un delito y sin haber intervenido en el mismo
como autor o cómplice, interviniere con posterioridad a su ejecución de alguno de
los modos siguientes:
 Auxiliando a los autores o cómplices para que se beneficien del provecho,
producto o precio del delito, sin ánimo de lucro propio.
 Ayudando a los presuntos responsables de un delito a eludir la
investigación de la autoridad o sus agentes, o a substraerse a su busca o captura
siempre que concurra alguna de las circunstancias siguientes:
 Cuando el hecho encubierto sea constitutivo de traición, homicidio del
Rey, de cualquiera de sus ascendientes o descendientes, de la Reina consorte o del
consorte de la Reina, del Regente o de algún miembro de la Regencia, o del
Príncipe heredero de la Corona, genocidio, delito de lesa humanidad, delito contra
las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado, rebelión, terrorismo
u homicidio.
 Que el favorecedor haya obrado con abuso de funciones públicas.

La pena a imponer es la de prisión de seis meses a tres años. En el último caso -es
decir, si el favorecedor ha obrado con abuso de funciones públicas- se impondrá,
además de la pena de privación de libertad, la de inhabilitación especial para
empleo o cargo público por tiempo de dos a cuatro años si el delito encubierto
fuere menos grave, y la de inhabilitación absoluta por tiempo de seis a doce años
si aquél fuera grave. A la vista de esta regulación la doctrina distingue entre el
encubrimiento o favorecimiento real y personal. Son elementos comunes a todas
las formas de encubrimiento:
 La previa comisión de un delito, no de una falta objeto de encubrimiento.
Habrá de entenderse cometido un delito cuando se haya cometido un hecho típico
y antijurídico, aunque el responsable del mismo no sea culpable. Luego veremos
que según el Código se comete delito de encubrimiento aunque el autor del delito
encubierto sea un irresponsable.
 Que el sujeto activo antes de actuar tuviera conocimiento de la existencia
de tal delito. No es necesario que conozca todos los detalles respecto de la
tipicidad del delito, pero no son suficientes las meras sospechas. El principio de
presunción de inocencia exige que se demuestre y no que se presuma el referido
conocimiento.
 Que el encubridor no haya participado ni como autor ni como cómplice,
pues el autoencubrimiento es impune. La ley es clara al decir que se interviene
con posterioridad a la comisión del delito.
 Puede ocurrir que la intervención posterior se haya acordado con

23
anterioridad a la realización del delito, y entonces se considera al sujeto, que se ha
comprometido a prestar su ayuda tras el hecho, partícipe en éste y no encubridor.

Examinados los elementos comunes, pasamos a exponer las dos modalidades del
encubrimiento, que en la doctrina se conocen, como ya hemos dicho, con las
denominaciones de favorecimiento real y personal.

Favorecimiento real. El favorecimiento real puede producirse de alguna de las


formas siguientes:
 Auxiliando a los autores o cómplices para que se beneficien del provecho,
producto o precio del delito, sin ánimo de lucro propio. El legislador no ha
especificado la forma o formas que puede adoptar el auxilio del encubridor, con lo
cual, para satisfacer las exigencias típicas parece suficiente con que el utilizado
sea adecuado para que el autor o el cómplice se aprovechen de los efectos del
delito. El encubridor ha de intervenir para auxiliar a los autores o cómplices, sin
ningún ánimo de lucro, pues si existiera éste estaríamos ante un delito de
receptación, siempre que se trate de un delito contra el patrimonio o el orden
socioeconómico. El ánimo de lucro es el elemento principal que diferencia el
encubrimiento de la receptación. El encubridor con su comportamiento facilita
que los autores y cómplices del delito consigan el fin perseguido: el de
aprovecharse de los efectos del delito, con lo que consiguen que el delito
consumado llegue a la última fase, es decir, el delito agotado.
 Ocultando, alterando o inutilizando el cuerpo, los efectos o los
instrumentos de un delito, para impedir su descubrimiento. Ocultar equivale a
esconder, evitar que sea descubierto algún objeto o persona. Alterar consiste en
modificar. Inutilizar significa dejar inservible una cosa. Es posible el
encubrimiento en cadena, es decir, el encubrimiento del encubrimiento.

Favorecimiento personal. También se sanciona al que pretende obstaculizar


la acción de la justicia en la averiguación y castigo de los culpables del delito,
siempre que concurra alguna de las circunstancias que hemos transcrito. La
primera circunstancia consiste en que el hecho encubierto sea constitutivo de uno
de los delitos expresamente mencionados. La segunda, en que el favorecedor haya
obrado con abuso de funciones públicas; para lo cual será necesario que participe
del ejercicio de dichas funciones y que se prevalga de ellas para ayudar al
culpable. El Tribunal Supremo ha declarado que cuando son varios los delitos
encubiertos a través de la misma modalidad, existe una sola acción encubridora

24
que se proyecta sobre una pluralidad de resultados, por lo que debe imponerse la
pena correspondiente al concurso ideal.

Limitaciones de la pena. Aunque el Código considera al encubrimiento como


delito autónomo no cabe prescindir de la relación que le liga con el delito
encubierto. Por ello el Código dispone que: En ningún caso podrá imponerse pena
privativa de libertad que exceda de la señalada al delito de encubierto. Las penas
que se toman en consideración respecto del delito encubierto es la pena en
abstracto, es decir, la fijada por el Código en cada caso, no la impuesta por el Juez
o Tribunal.

Encubrimiento de autores exentos de pena. Según el Código el


encubrimiento resulta también punible aun cuando el autor del hecho encubierto
fuere irresponsable o esté personalmente exento de pena, precepto éste que, en
consonancia con la sistemática adoptada en la regulación del encubrimiento por el
Código de 1995, viene a abonar la tesis adoptada por el legislador de la autonomía
del encubrimiento como figura delictiva especial.

Encubrimiento entre parientes. Excusa absolutoria. Están exentos de las


penas impuestas a los encubridores los que lo sean de su cónyuge o de persona a
quien se hallen ligados de forma estable por análoga relación de afectividad, de
sus ascendientes, descendientes, hermanos, por naturaleza, por adopción, o afines
en los mismos grados.

Realización arbitraria del propio derecho.

Se castiga al que, para realizar un derecho propio, actuando fuera de las vías
legales, empleare violencia, intimidación o fuerza en las cosas.
El Tribunal Supremo ha puesto de relieve que es un delito pluriofensivo, dado que
atenta simultáneamente contra la Administración de Justicia y contra el
patrimonio del deudor atacado. Su diferencia con el robo estriba en la ausencia de
ánimo de lucro, que aquí aparece sustituida por la voluntad de reparar un
empobrecimiento injusto.

Sujeto activo. Sujeto activo es el titular de un derecho, que utiliza vías no


legales para hacerlo valer, por ejemplo, el acreedor que para cobrar una deuda se
apodera de una cosa perteneciente a su deudor. La existencia de este delito

25
supone, por tanto, la existencia de un derecho que constituye un presupuesto y, al
mismo tiempo, un elemento del tipo.

La acción. Consiste en utilizar fuera de las vías legales violencia, intimidación o


fuerza en las cosas con el fin de realizar un derecho. Los conceptos de violencia o
intimidación deben de identificarse con los descritos por el Código a propósito del
delito de robo. Tanto la violencia, como la intimidación, como la fuerza en las
cosas, deben estar en una relación medio-fin con la realización de un derecho
propio, no constituyendo este delito cuando aparecen en un estadio posterior. Es
indiferente que el sujeto activo logre efectivamente ejercitar, con su acción ilícita,
el contenido del derecho en cuestión: lo que define este delito es el empleo de
tales medios y, en todo caso, la actuación fuera de las vías legales, debiendo
entenderse por tales los mecanismos procesales o administrativos disponibles en
orden al legítimo ejercicio del derecho.

Sólo es posible la comisión dolosa, ya que el Código exige un elemento subjetivo


específico: el ánimo de realizar un derecho propio. Se trata, pues, en principio, del
ejercicio de un derecho ya existente, pero tomándose la justicia por la mano de
forma violenta, que es lo que eleva el hecho a la categoría de delito.

En los casos de error sobre la existencia del derecho (el sujeto cree erróneamente
que se le debe una cantidad) el delito cometido será un robo, pero se deben aplicar
las reglas del error sobre una causa de justificación, aunque en este caso se trate
de un elemento típico. En los casos en que la cosa sustraída sea de valor superior a
la deuda contraída y el sujeto sea consciente de ello, habrá un delito de robo
respecto al exceso, siempre que sea relevante y notorio.

El estado de necesidad es difícilmente aplicable, pues el acreedor en casos de


peligro inminente de frustración de su crédito, o cualquier otro titular de derechos,
debe acudir al Juez requiriendo las medidas cautelares oportunas: embargo,
depósito judicial, desahucio, etc., pero nunca realizar su derecho directamente,
con violencia, intimidación o fuerza en las cosas, que es lo que castiga el Código.
El delito se consuma con la realización del derecho. Cabe la tentativa,
aplicando, por ejemplo, la fuerza sin conseguir realizar el derecho.

26
ACUSACIÓN Y DENUNCIAS FALSAS

Se castiga a los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia


la verdad, imputaren a alguna persona hechos que, de ser ciertos, constituirían
infracción penal, si esta imputación se hiciera ante funcionario judicial o
administrativo que tenga el deber de proceder a su averiguación.

En nuestro Ordenamiento procesal penal son tres las formas de iniciar un proceso
penal: la denuncia, la querella y de oficio. Todas ellas pueden dar lugar a un
delito de acusación y denuncia falsas, cuando los hechos delictivos objeto del
futuro proceso se imputan falsamente a una persona. La acusación y denuncia
falsas suponen, por tanto, un ataque a la Administración de Justicia, por cuanto
implican la utilización indebida de la actividad jurisdiccional. Sujeto activo puede
serlo cualquier persona que haga la imputación falsa. Como elementos del delito
podemos señalar los siguientes:
 La acción consiste en la imputación de unos hechos a una persona. No
basta que el denunciante o acusador se limite a expresar sus sospechas de que
alguien ha cometido un delito, es preciso que lo atribuya de un modo claro y
concreto a una persona determinada e individualizada, aunque no se designe por
su nombre. Ha de tratarse de una persona viva, distinta del acusador y una persona
física.
 Los hechos que se imputan deben ser subsumibles en algún tipo legal de
delito o falta. No es necesario que el denunciante los califique como tales o que la
calificación sea errónea.
 La imputación ha de ser falsa. La falsedad es un dato objetivo que supone
la discordancia total entre lo afirmado por el denunciante y lo realmente sucedido.
 La imputación falsa ha de hacerse ante funcionario administrativo o
judicial que, por razón de su cargo, deba proceder a su averiguación. Por tales hay
que entender los componentes para recibir y tramitar querellas, que son los Jueces,
y denuncias, los Jueces, Fiscales y los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, con deber de averiguar la realidad de lo denunciado.
 El sujeto activo ha de tener conciencia de la falsedad de lo imputado o, en
su caso, verter la imputación con temerario desprecio hacia la verdad: en el primer
caso habrá dolo directo, en tanto que el segundo es un supuesto de dolo eventual.

27
Respecto a la perseguibilidad de este delito, dispone el Código que no podrá
procederse contra el denunciante o acusador sino tras sentencia firme o auto,
también firme, de sobreseimiento o archivo del Juez o Tribunal que haya
conocido de la infracción imputada. Estos mandarán proceder de oficio contra el
denunciante o acusador, siempre que de la causa principal resulten indicios
bastantes de la falsedad de la imputación, sin perjuicio de que el hecho pueda
también perseguirse previa denuncia del ofendido. La sentencia o el auto de
sobreseimiento libre, según la doctrina y la jurisprudencia dominantes, son
condiciones objetivas de perseguibilidad que no afectan a la existencia y
consumación del delito, pero si a su persecución procesal.

El Tribunal Constitucional ha declarado que la condición objetiva de


perseguibilidad se da también en los supuestos de autos de sobreseimiento
provisional. Con tal condición de perseguibilidad se trata de proteger a los
denunciantes que hayan incurrido en error al formular la denuncia evitando así
que el error pueda afectar al cumplimiento de deber de denunciar.

La consumación se produce en el momento de poner en conocimiento del


funcionario competente los hechos falsos constitutivos de infracción penal.

Simulación de delitos

Se sanciona al que, ante funcionario judicial o administrativo que tengan el deber


de proceder a la averiguación de las infracciones penales, simulare ser responsable
o víctima de una infracción penal o denunciare una inexistente, provocando
actuaciones procesales. El Código contempla tres supuestos:
 simular ser autor de un delito
 simular ser víctima
 denunciar un delito imaginario

28
Simular equivale a fingir como verdadero algo que no lo es. Quienes se
autoinculpan de la comisión de un delito con frecuencia son sujetos mentalmente
anormales, que buscan con ello publicidad en la mayor parte de los casos. No
obstante, hay otras muchas razones para que una persona diga haber cometido un
delito, como sucede con los hombres de paja en las organizaciones criminales, por
dinero, para evitar la responsabilidad de otro, etc. Por esta razón la ley exige al
Juez la comprobación de los hechos y la identidad de los autores.
La simulación como víctima obedece en ocasiones a que el sujeto quiera encubrir
un delito previo que ha cometido. Así sucede en quien atropella con su vehículo a
otra persona, causándole la muerte o lesiones, se da a la fuga y denuncia que el
vehículo le fue sustraído con anterioridad a los hechos; quien finge la sustracción
para cobrar el seguro, etc.

La denuncia de delitos imaginarios en principio no se dirige contra personas


concretas. En todo caso, la simulación debe llevarse a efecto ante alguno de los
funcionarios antes señalados, es decir, ante funcionario judicial o administrativo
que tenga el deber de proceder a su averiguación. La integración objetiva del tipo
exige, pues, que el sujeto activo comparezca formalmente ante alguno de dichos
funcionarios y exponga los hechos supuestamente constitutivos de infracción
penal. Quedan excluidas las llamadas simulaciones indirectas (así, por ejemplo,
alteración de huellas, indicios o elementos probatorios de cualquier tipo).

La simulación exigida por el tipo debe recaer sobre la condición de responsable o


víctima del simulador, con independencia de que la infracción penal -delito o
falta- exista o no realmente. Es preciso que con esta conducta se provoquen
actuaciones procesales, debiendo entenderse por tales las de carácter judicial (no,
por tanto, las simples averiguaciones policiales, confección de atestados y

29
análogas). La necesidad de que la simulación provoque una actuación procesal ha
sido considerada como una condición objetiva de punibilidad.

Con frecuencia este delito entrará en concurso con otras infracciones, bien al
cometerse como medio para perpetrar otro u otros delitos, bien para ocultar una
infracción precedente (piénsese, por ejemplo, en el empleado bancario que simula
ser víctima de un atraco para ocultar el hecho de haberse apropiado del dinero a su
cargo). En el primer caso, nos encontraremos ante un concurso medial de delitos;
en el segundo, ante un concurso material.

FALSO TESTIMONIO

La inclusión del falso testimonio entre los delitos contra la Administración de


Justicia es la última fase de una larga evolución que se inicia con la consideración
del testimonio falso como un delito contra la Divinidad, cuyo nombre se jura en
vano, o contra la persona que puede ser condenada a consecuencia de la falsa
declaración, y se continúa hasta épocas recientes con la concepción de que es un
delito contra la fe pública.

Todavía está presente, aunque de un modo indirecto, la concepción religiosa en la


actual regulación, por cuanto se exige el juramento previo (o promesa de decir
verdad) a la presentación del testimonio. Pero el falso testimonio no puede ser
confundido con el perjurio, ya que lo importante no es la mendacidad a pesar del
juramento de decir verdad, sino la mendacidad en sí, en cuanto incide en algún
extremo esencial del proceso.

Tampoco tienen ya la relevancia que antaño tuvieron, por imperativo del principio
talional, los bienes jurídicos personales del acusado o del afectado por el falso
testimonio, ya que este delito se castiga ahora independientemente del contenido
de la decisión judicial en sí, sin perjuicio de las hipótesis concúrsales a que haya
lugar. Todavía, sin embargo, existe una cierta reminiscencia del principio talional
en el hecho de que se tenga en cuenta, para agravar o atenuar la pena, si el falso
testimonio fue dado a favor o en contra del reo o si dio lugar o no a una sentencia
condenatoria.

30
El falso testimonio es, por tanto, en su configuración actual un delito contra la
Administración de Justicia y concretamente contra la pureza de la fase probatoria
en un proceso judicial. Antes de entrar en el estudio concreto de las figuras que el
Código recoge, haremos algunas consideraciones sobre los elementos comunes a
los distintos tipos delictivos, cuya nota común consiste en la alteración consciente
de la verdad por parte de los testigos en sus declaración o peritos o intérpretes en
sus informes y traducciones.

Sujeto activo. Pueden ser el testigo y el perito e intérprete, e incluso, las partes.
Testigo es quien materialmente presta declaración; perito, quien emite el informe
correspondiente; e intérprete, quien llamado por la Sala traduce las
manifestaciones hechas por alguno de los intervinientes en el proceso, abarcando
también al que explica el significado de los gestos o signos mediante los que se
expresa un sordomudo, por ejemplo. En cuanto a las partes, no hay duda de que
los denunciantes y querellantes pueden ser autores del delito de falso testimonio,
aunque únicamente cuando presten su declaración en el proceso penal, pero no en
los restantes procesos en los que sigue predominando el criterio procesalista
tradicional de la entera libertad de las partes.

La acción. Consiste en la prestación de una declaración, informe o traducción


falsos. Por falsedad ha de entenderse una alteración de la verdad, una
contradicción entre lo declarado por el sujeto activo y la realidad, aunque también
se sancionan las declaraciones inexactas o reticentes que no falten sustancialmente
a la verdad, como luego veremos.

Sobre cuándo el testimonio es falso hay dos concepciones. La concepción


objetiva, para la cual la falsedad surge de la discordancia entre lo declarado y lo
realmente sucedido; y la subjetiva, con arreglo a la cual la falsedad nace cuando el
sujeto no declara lo que aconteció sino algo distinto. Ambas concepciones por
separado resultan insatisfactorias, por cuanto conducen a que se estime que ha
cometido falso testimonio quien ha manifestado lo que creía ajustado a la verdad,

31
o quien ha manifestado la verdad, aunque creía estar mintiendo, respectivamente.
Por ello, parece preferible postular una concepción mixta y conforme a ella
considerar falso el testimonio cuando se da una discordancia entre lo declarado y
la realidad, y, además, con la representación subjetivas del testigo o perito.

La declaración o informe ha de revestir apariencia de veracidad, resultar creíble e


idónea para engañar al Juez, de donde se sigue que lo que desde el principio no
resulta creíble por lo burdo de la mendacidad o la notoriedad del hecho, no afecta
a la prueba ni integra el delito de que se trata La trascendencia que para la prueba
de los hechos tengan las declaraciones o informes mendaces, no afecta al delito
que se examina el cual se consuma con la intervención en el proceso.

La alteración de la verdad ha de realizarse conscientemente. La


jurisprudencia viene exigiendo un elemento intencional de malicia o mala fe en la
alteración de la declaración.

Tipos legales:
 Falso testimonio en causa judicial. Se castiga "al testigo que faltare
a la verdad en su testimonio en causa judicial. Por causa judicial debe entenderse
procedimiento judicial de cualquier clase, excepción hecha de los procesos
penales por delito que, como veremos, dan lugar aun subtipo cualificado. Se
incluyen en este apartado, por tanto, los procedimientos en el orden civil,
contencioso-administrativo y laboral y los juicios de faltas.
 Falso testimonio en causa criminal por delito. Se castiga al que
diera falso testimonio en contra del reo en causa criminal por delito.
 Falso testimonio ante Tribunales Internacionales. Si el falso
testimonio tuviera lugar ante Tribunales Internacionales que, en virtud de
Tratados debidamente ratificados conforme a la Constitución Española ejerzan
competencias derivadas de ella, o se realizara en España al declarar en virtud de
comisión rogatoria remitida por un Tribunal extranjero.
 Falso testimonio de peritos e intérpretes. Se castiga también a los
peritos e intérpretes que faltaren a la verdad maliciosamente en su dictamen o
traducción. En estos casos se impondrá además la pena de inhabilitación especial
para profesión u oficio, empleo o cargo público, por tiempo de seis a doce años.
 Alteración no sustancial de la verdad. Se sanciona al testigo, perito
o intérprete que, sin faltar sustancialmente a la verdad, la alterare con reticencias,
inexactitudes o silenciando hechos o datos relevantes que le fueran conocidos. Las
penas son en este caso las de multa de seis a doce meses y, en su caso, suspensión

32
de empleo o cargo público, profesión u oficio, de seis meses a tres años.
Sustanciales son los datos decisivos para resolver el procedimiento en uno u otro
sentido. Se altera la verdad parcialmente, ha de influir en la esencia de la prueba.
No es fácil determinar en cada caso lo sustancial, y lo mismo hay que decir
respecto de las reticencias, inexactitudes o el silencio.
 Presentación de testigos falsos en juicio. Se castiga al que
presentare a sabiendas testigos falsos o peritos o intérpretes falsos o mendaces.
Las penas a imponer serán las mismas que para los testigos, peritos o intérpretes
se establecen en los artículos anteriores. Se trata de una forma de participación
elevada a la categoría de delito independiente. Para la perfección del delito no es
suficiente con la presentación, sino que además es necesario presten falso
testimonio.
 Presentación en juicio de documentos falsos. Se castiga al que
conscientemente presente en juicio elementos documentales falsos, y si el autor
del hecho lo hubiera sido además de la falsedad, se impondrá la pena
correspondiente al delito más grave en su mitad superior.
 Supuestos agravados. Se agrava la pena cuando el responsable de la
presentación de los testigos o documentos falsos de este delito fuese abogado,
procurador, graduado social o representante del Ministerio Fiscal, en actuación
profesional o ejercicio de su función. Se impondrá en cada caso la pena en su
mitad superior y la de inhabilitación especial para empleo o cargo público,
profesión u oficio, por tiempo de dos a cuatro años. Para que pueda apreciarse la
agravación de la pena han de intervenir en el ejercicio profesional o de la función
que ejercen, pues si lo hacen a título particular la pena será la que corresponda en
cada uno de los supuestos previstos en los artículos anteriores.
 Excusa absolutoria. Según el Código: Quedará exento de pena el que,
habiendo prestado un falso testimonio en causa criminal, se retracte en tiempo y
forma, manifestando la verdad para que surta efecto antes de que se dicte
sentencia en el proceso de que se trate. Si a consecuencia del falso testimonio, se
hubiese producido la privación de libertad, se impondrán las penas
correspondientes inferiores en grado. La L.E.Cr. establece que sólo habrá lugar a
proceder contra los testigos, cuando el falso testimonio haya sido vertido en el
juicio oral; pero este precepto no debe entenderse como una declaración de que
sólo es admisible el falso testimonio en un proceso penal en el juicio oral, sino
solamente como una posibilidad de retractación de lo declarado en la fase
sumarial que, por razones de política criminal, se concede al testigo.

33
Concurso. Las diversas declaraciones falsas realizadas por el mismo sujeto en un
mismo proceso deben estimarse como un solo delito de falso testimonio. Si el que
declara falsamente es el mismo que acusa o denuncia falsamente, debe
considerarse el falso testimonio como un acto posterior impune del delito de
acusación y denuncia falsas.

OBSTRUCCIÓN A LA JUSTICIA Y DESLEALTAD PROFESIONAL

Bajo este epígrafe se regula un conjunto heterogéneo de conductas que pueden


sistematizarse como sigue:

Incomparecencia a juicio. Se sanciona al que, citado en legal forma, dejare


voluntariamente de comparecer, sin justa causa, ante un Juzgado o Tribunal en
proceso criminal con reo en prisión provisional, provocando la suspensión del
juicio oral. Los elementos que integran el tipo son:
 no comparecer de forma consciente al juicio oral
 que ello dé lugar a la suspensión del juicio
 que exista reo en prisión provisional.

Sujetos activos de este delito son los que no comparecen a juicio siendo testigos,
peritos, intérpretes, e incluso personas acusadas que se encuentran en libertad y
van a ser juzgadas junto con otros que están en prisión. La ausencia tiene que ser
inmotivada o por una causa que no esté prevista legalmente. Además, es exigible
que la citación haya sido realizada en legal forma de modo que el convocado a
juicio hubiera conocido el momento, lugar y Tribunal ante el que había de
comparecer y hubiera sido advertido de las consecuencias legales de la
inasistencia. El resultado de la incomparecencia ha de ser la suspensión del acto
judicial. Con la suspensión se lesiona el derecho del acusado a un proceso sin
dilaciones y se perturba el orden y regularidad de los señalamientos de los
Tribunales.

Procesos sin reo en prisión. Se castiga al que, habiendo sido advertido, lo


hiciere por segunda vez en causa criminal sin reo en prisión, haya provocado o no
la suspensión. Cuando no hay reo en prisión se permite una primera falta de
asistencia, pese a existir citación formal y no se justifique la inasistencia. En este
caso no importa que se suspenda o no el juicio. La conducta es menos grave al no
ser causa con preso.

34
Supuestos agravados. Se impondrá pena agravada si el responsable de este
delito fuese abogado, procurador o representante del Ministerio Fiscal en
actuación profesional o ejercicio de su función. La L.E.Cr. dispone que la
incomparecencia injustificada de los abogados no será motivo de suspensión de la
vista si la Sala así lo estima, pudiendo imponerse a los letrados que no concurran
las correcciones disciplinarias oportunas atendidas la gravedad e importancia del
asunto. Por tanto, si se celebra la vista la inasistencia del abogado no es objeto de
delito.

Ejercicio de presiones ilegítimas sobre partes e intervinientes en un


proceso. Se castiga al que con violencia o intimidación intentare influir directa o
indirectamente a quien sea denunciante, parte o imputado, abogado, procurador,
perito, intérprete o testigo en un procedimiento para que modifique su actuación
procesal. La pena a imponer es la de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a
veinticuatro meses.

Sujeto activo del delito puede ser cualquiera, mientras que sujeto pasivo son las
personas indicadas que han de comparecer en el procedimiento. Los elementos del
delito son: el uso de violencia o intimidación en las personas, para que éstas
modifiquen su actuación en un proceso. La violencia o intimidación ha de ser de
la entidad suficiente como para poder hacer cambiar de criterio a la persona sobre
la que se ejerce la misma. Con respecto a la violencia o intimidación hay que
distinguir la violencia física de la violencia intimidativa. La conducta puede
llevarse a cabo en cualquier procedimiento, no sólo en los penales. No obstante,
las conductas más graves se dan en lo penal, donde se juega con la libertad.

35
El delito se comete ejerciendo la violencia o intimidación directamente sobre el
imputado, abogado, etc., o de forma indirecta. Para la consumación del delito no
es necesario que se llegue a influir, pues en el texto legal se dice intentare influir.
Estamos ante un delito de mera actividad que se consuma cuando el sujeto emplea
violencia o intimidación con la finalidad de influir.

Supuesto agravado. Dispone el Código que si el autor del hecho alcanzara su


objetivo se impondrá la pena en su mitad superior. Hay que entender que se
consigue el objetivo cuando la persona sobre la que se ejerce la violencia o
intimidación actúa en el procedimiento de la forma que interesa al sujeto activo
del delito.

Se castiga al que realizare cualquier acto atentatorio contra la vida,


integridad, libertad, libertad sexual o bienes, como represalia contra las
personas antes citadas, por su actuación en un procedimiento judicial, sin
perjuicio de la pena correspondiente a la infracción de que tales hechos sean
constitutivos. La pena es la de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a
veinticuatro meses. El delito se consuma con la conducta atentatoria, no
exigiéndose ningún resultado, por lo que no cabe la tentativa.

Destrucción, inutilización u ocultación de documentos en un


proceso. Delito cometido por Abogado o Procurador. Se castiga al que
interviniendo en un proceso como Abogado o Procurador, y con abuso de su
función, destruyere, inutilizare u ocultare documentos o actuaciones de los que
haya recibido traslado en aquella calidad. La pena a imponer es la de prisión de
seis meses a dos años, multa de siete a doce meses, e inhabilitación especial para
su profesión, empleo o cargo público de tres a seis años. Las acciones de destruir,
inutilizar y ocultar, han de recaer sobre documentos o actuaciones recibidas por
traslado decretado por la autoridad judicial en el marco de un proceso, no sobre
documentos obtenidos por el abogado o procurador por otras vías. Y, aunque no
se especifique, parece que los documentos o actuaciones habrán de ser relevantes
para aspectos sustanciales del proceso; documentos o actuaciones, cuyas
destrucción, inutilización u ocultación repercuta en la marcha y resolución de
aquél.

Delito cometido por los particulares. Se castiga con menor pena al


particular que realizare los mismos hechos. La pena a imponer es la de multa de
tres a seis meses.

36
Revelación de actuaciones procesales declaradas secretas.
Revelación por Abogado o Procurador. Se castiga al Abogado o
Procurador que revelare actuaciones procesales declaradas secretas por la
Autoridad judicial. La pena a imponer es la de multa de doce a veinticuatro meses
e inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio de uno a
cuatro años.

Revelación por personal al servicio de la Administración de Justicia.


Se castiga al Juez o miembro del Tribunal, representante del Ministerio Fiscal,
Secretario Judicial o funcionario al servicio de la Administración de Justicia que
cometiere los mismos hechos.

Revelación por los particulares. Se castiga la misma conducta realizada por


cualquier otro particular que intervenga en el proceso.

Deslealtad de Abogados y Procuradores de sus defendidos o


representados. Se castiga al Abogado o Procurador que, habiendo asesorado o
tomado la defensa de alguna persona, sin el consentimiento de ésta defienda o
represente en el mismo asunto a quien tenga intereses contrarios. La pena a
imponer es la de multa de seis a doce meses e inhabilitación especial para su
profesión de dos a cuatro años. Para que se cometa el delito no es necesario que el
Abogado realice una actuación procesal, basta la realización de actos de
asesoramiento o defensa. En cuanto al Procurador, por la naturaleza de su
cometido, la doble intervención debe plasmarse formalmente en la asunción de
dos representaciones sucesivas e incompatibles, a salvo el consentimiento del
cliente que priva de tipicidad al comportamiento.

También se castiga al Abogado o Procurador que, por acción u omisión,


perjudique de forma manifiesta los intereses que le fueren encomendados,
modalidad esta última susceptible de ser cometida por imprudencia grave.

La pena a imponer es la de multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitación


especial para empleo, cargo público, profesión u oficio de uno a cuatro años y en
el caso de imprudencia grave es la de multa de seis a doce meses e inhabilitación
especial para su profesión de seis meses a dos años.

37
Quebrantamiento de condena. Se castiga a los que quebrantaren su condena,
medida de seguridad, prisión, medida cautelar, conducción o custodia. La pena es
la de prisión de seis meses a un año si estuvieran privados de libertad, y multa de
doce a veinticuatro meses en los demás casos. En orden a los sujetos activos, debe
distinguirse entre los sentenciados que quebrantaren su condena y los presos que
quebrantaren su estado de prisión. En el primer caso, debe mediar una sentencia
firme por razón de delito o falta, bien sea privativa de libertad, de restricción de
libertad (el condenado a privación del derecho de residir en determinado lugar que
regresa al mismo), de derechos (quebrantamiento de la condena de privación del
permiso o licencia de conducir, desempeño de la profesión para la que está
inhabilitado, etc.) o de imposición de medida de seguridad. En el segundo es
preciso que el preso esté privado de libertad por decisión de la autoridad judicial
(auto de prisión, por ejemplo), aunque aún no sea firme. El delito se consuma con
independencia de que el quebrantamiento sea definitivo o temporal (así, lo comete
el preso que se fuga de la cárcel con intención de pasar unas horas fuera y
reintegrarse luego a la misma).

Tipo cualificado. Se castiga a los sentenciados o presos que se fugaren del lugar
en que estén recluidos, haciendo uso de violencia o intimidación en las personas o
fuerza en las cosas o tomando parte en motín. La pena a imponer es la de prisión
de seis meses a cuatro años.

Favorecimiento de evasión. Se castiga "al particular que proporcionare la


evasión a un condenado, preso o detenido, bien del lugar en que esté recluido,
bien durante su conducción". Agravándose la pena si se empleara al efecto
violencia o intimidación en las personas, fuerza en las cosas o soborno.

Delitos contra la administración de justicia de la corte penal


internacional. Se sancionan las siguientes conductas:
 Al testigo que, intencionadamente, faltare a la verdad en su testimonio
ante la Corte Penal Internacional, estando obligado a decir verdad conforme a las
normas estatutarias y reglas de procedimiento y prueba de dicha Corte.
 Al que presentare pruebas ante la Corte Penal Internacional a sabiendas de
que son falsas o han sido falsificadas.
 Al que intencionadamente destruya o altere pruebas, o interfiera en las
diligencias de prueba ante la Corte Penal Internacional.
 Al que corrompiera a un testigo, obstruyera su comparecencia o testimonio
ante la Corte Penal Internacional.

38
 El que pusiera trabas a un funcionario de la Corte, lo corrompiera o
intimidara, para obligarlo o inducirlo a que no cumpla sus funciones o a que lo
haga de manera indebida.
 Al que tomara represalias contra un funcionario de la Corte Penal
Internacional en razón de funciones que haya desempeñado él u otro funcionario,
y al que tome represalias contra un testigo por su declaración ante la Corte.
 Al que solicitara o aceptara un soborno en calidad de funcionario de la
Corte y en relación con sus funciones oficiales.

39

También podría gustarte