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Infracciones graves a la

probidad administrativa que


originan responsabilidad penal
1. PREVARICACIÓN ADMINISTRATIVA
• Los arts. 228 y 229 CP contemplan modalidades de lo que en doctrina se conoce como prevaricación
administrativa, denominación que obedece al hecho de tratarse de comportamientos incluidos en
el párrafo sobre prevaricación, pero ejecutados por funcionarios de la Administración y no por
funcionarios judiciales.
• ART. 228: “El que, desempeñando un empleo público no perteneciente al orden judicial, dictare a
sabiendas providencia o resolución manifiestamente injusta en negocio contencioso-administrativo o
meramente administrativo, incurrirá en las penas de suspensión del empleo en su grado medio y
multa de once a quince unidades tributarias mensuales.
• Si la resolución o providencia manifiestamente injusta la diere por negligencia o ignorancia
inexcusables, las penas serán suspensión en su grado mínimo y multa de seis a diez unidades
tributarias mensuales.”
• ART. 229: “Sufrirán las penas de suspensión de empleo en su grado medio y multa de seis a diez
unidades tributarias mensuales los funcionarios a que se refiere el artículo anterior, que, por malicia
o negligencia inexcusables y faltando a las obligaciones de su oficio, no procedieren a la persecución
o aprehensión de los delincuentes después de requerimiento o denuncia formal hecha por escrito.”
• El bien jurídico que afecta está constituido por la función pública,
entendida como el servicio que la Administración tiene que prestar a la
comunidad, en el interés del Estado en el pleno sometimiento del
ejercicio de la función pública a la ley y al Derecho o, mejor, la legalidad
en el desempeño del servicio público. Este bien jurídico que encuentra
fundamento constitucional en el art. 6º de la Constitución Política,
disposición que consagra el necesario sometimiento de todos los
órganos del Estado a la Constitución y a las normas dictadas conforme
a ella.
• La calidad de autor corresponde únicamente al funcionario
de la Administración que tuviere competencia para
manifestar una voluntad decisoria a través de la dictación
de una providencia o resolución.
• La conducta típica está estructurado en torno al hecho de
dictar providencia o resolución manifiestamente injusta,
incluyendo todo tipo de resoluciones, siempre que tengan
la virtualidad de decidir un asunto en un sentido que
pueda ser calificado como justo o injusto respecto de una
persona en concreto.
• El tipo se conforma con esa contradicción con la ley o si es necesario algo más, es decir, si basta con la
ilegalidad de la resolución o si se requiere que sea arbitraria desde el punto de vista objetivo, la injusticia
puede considerarse manifiesta cuando resulte clara e inequívoca.

• El tipo exige, enseguida, que la resolución o providencia injusta recaiga en un negocio contencioso-
administrativo o meramente administrativo. Estas expresiones aluden a cualquier asunto análogo a aquellos
que las leyes ponen bajo la competencia de las autoridades judiciales, que implique tener que resolver un
conflicto entre dos o más intereses contrapuestos –tal es lo que se quiere expresar a través del empleo de la
voz contencioso– o que tenga la aptitud para restringir los derechos de un tercero, como sucede
señaladamente cuando la Administración –con o sin juicio previo– impone una sanción en uso de sus
facultades disciplinarias o gubernativas. El concepto de negocio meramente administrativo constituye, en
definitiva, un concepto residual que permite abarcar todos los asuntos que no son judiciales, políticos o de
Gobierno. No es exigible que el asunto esté sometido a un procedimiento
2.- EL PERJURIO
• El perjurio representa una infracción al deber de decir la verdad cuando se declara ante una
autoridad. Pero en este supuesto ese deber se plantea en relación con el funcionamiento de la
Administración Pública que realiza tareas de lo más diversas en las que puede requerir la
declaración de un particular.
• El juramento consiste en la afirmación o negación de una cosa, poniendo por testigo a Dios
como señala la RAE. Aunque existe un contenido ético-religioso que le es inherente,
emparentado con la blasfemia, la finalidad del juramento y su sanción en el ámbito jurídico han
experimentado un proceso de secularización que permite dotarlos de un sentido diferente.
Como señala Etcheberry “La función del juramento es la de una formalidad especialmente
solemne para hacer objetivamente apreciable el momento a partir del cual la persona que
presta declaraciones se encuentra en la obligación jurídica de decir la verdad, la que de
ordinario no existe.”
• El juramento que da origen al perjurio es
solamente el declarativo, esto es, cuando se
presta para testimoniar la verdad de hechos
presentes o pasados que se afirman o niegan. Lo
anterior, por cuanto la infracción del juramento
promisorio es sólo el incumplimiento de un
compromiso, no una mentira.
• Etcheberry y la doctrina dominante entienden
que el delito de perjurio contempla como
elemento esencial el juramento o promesa, de
modo que sólo se configura si se falta a la verdad
habiendo prestado juramento ante la autoridad
o sus agentes, y siempre que dicho juramento
estuviere determinado por la ley como
formalidad legal de un acto
El delito de perjurio se comete siempre que se trate de una materia no
contenciosa, esto es, cuestiones que, aunque se ventilen ante los
tribunales de justicia, no implican el ejercicio de la función jurisdiccional,
porque no existe contradictoriedad, no se aplica el Derecho para resolver
una controversia. Respecto del perjurio puede ser en causa propia o ajena,
pues en este delito el sujeto activo es indiferente dado que no se requiere
que se trate de un testigo, elemento típico que, en el delito de falso
testimonio, nos permitía excluir las declaraciones de las propias partes en
el proceso.
3.- NOMBRAMIENTOS ILEGALES
• Relacionado a las inhabilidades que estudiáramos, surge este tipo penal cuyo bien
jurídico tutelado también puede ser reconducido aquí a la idea de correcto
desempeño de las funciones públicas, valor que, por cierto, presupone un estricto
respeto del principio de legalidad.
• ART. 220. “El empleado público que a sabiendas designare en un cargo público a
persona que se encuentre afecta a inhabilidad legal que le impida ejercerlo, será
sancionado con la pena de inhabilitación especial temporal en cualquiera de sus
grados y multa de cinco a diez unidades tributarias mensuales.”
• No bastan las simples recomendaciones privadas o las gestiones que alguien
realiza para obtener el nombramiento de una persona. Tampoco basta, el simple
acto de proponer a una persona para un cargo, como sucede en aquellas
situaciones en que el nombramiento requiere la conformación previa de una terna
–o, en su caso, la propuesta individual– efectuada por un órgano distinto de aquel
que lleva a cabo la designación.
• La conducta debe ser ejecutada por un empleado público, locución que debe ser entendida conforme el
significado que le atribuye el art. 260 del Código Penal “todo el que desempeñe un cargo o función pública, sea
en la Administración Central o en instituciones o empresas semifiscales, municipales, autónomas u organismos
creados por el Estado o dependientes de él, aunque no sean de nombramiento del Jefe de la República ni
reciban sueldo del Estado. No obstará a esta calificación el que el cargo sea de elección popular.”
• También ha de tratarse del funcionario a quien la ley confiere la atribución para efectuar el nombramiento.
Respecto de las designaciones que la ley encomienda a un órgano colegiado, en caso de ilegalidad, habrá que
considerar como coautores (materiales) a todos aquellos que hubieren manifestado una voluntad favorable a la
designación.
• La figura exige que el nombramiento sea para un cargo público “aquel que se contempla en las plantas o como
empleos a contrata en las instituciones señaladas en el artículo 1º (intendencias, gobernaciones y servicios
públicos centralizados o descentralizados), a través del cual se realiza una función administrativa”. En otras
palabras, lo exigible es que sea una designación de aquellas que dejan a la persona en situación de realizar una
función pública, sin que interese la calidad jurídica en que se efectúa el nombramiento: titular, interino,
suplente, subrogante u otra.
• Desde un punto de vista subjetivo, el tipo requiere que el hechor actúe “a sabiendas”, lo que la doctrina
interpreta, acertadamente, como exigencia de dolo directo. Finalmente, el delito se consuma en el momento
en que queda perfeccionado el acto de nombramiento.
4.-USURPACIÓN DE ATRIBUCIONES
• ART. 221: “El empleado público que dictare reglamentos o disposiciones generales excediendo
maliciosamente sus atribuciones, será castigado con suspensión del empleo en su grado medio.” La
figura exige que los reglamentos o las disposiciones generales hayan sido dictados excediendo las
atribuciones propias del funcionario, requisito que se cumple cuando el autor posee la facultad,
pero la ejerce en contra de lo que la ley establece, y también cuando aquél simplemente carece de
atribuciones.
• El art. 222 del C. Penal, por su parte, dispone que “El empleado del orden judicial que se arrogare
atribuciones propias de las autoridades administrativas o impidiere a éstas el ejercicio legítimo de
las suyas, sufrirá la pena de suspensión del empleo en su grado medio”. El inciso segundo agrega
que “En la misma pena incurrirá todo empleado del orden administrativo que se arrogare
atribuciones judiciales o impidiere la ejecución de una providencia dictada por tribunal
competente”, y el inciso tercero concluye disponiendo que “Las disposiciones de este artículo sólo
se harán efectivas cuando entablada la competencia y resuelta por la autoridad correspondiente,
los empleados administrativos o judiciales continuaren procediendo indebidamente”.
5.- REVELACIÓN DE SECRETOS.
• El profesor Etcheberry define “secreto” como aquel hecho que es conocido sólo de un círculo restringido de personas y
respecto del cual existe, por parte de alguien, un interés legítimo en que el conocimiento del mismo se mantenga limitado a
ese círculo de personas, pues su conocimiento por otros afectaría adversamente a un bien de que es titular (su honor, sus
intereses, su tranquilidad, etc.).

• Desde esta perspectiva, algunos sostienen que son tres los elementos que han de ser considerados al momento de efectuar
aquella calificación: a) que se trate de un dato conocido por un círculo limitado de personas; b) la voluntad de un particular, y
c) que el interés del particular o de la Administración en la no difusión de la información sea objetivamente reconocible y
jurídicamente aceptable y protegible.

• En primer término, el carácter restringido del secreto, de manera que pierde este carácter aquello que es conocido por un
conjunto indeterminado de personas. En segundo lugar, que debe existir de parte de quienes conocen el secreto una
intención de mantenerlo de una manera exclusiva y excluyente. Enseguida, que no todo conocimiento restringido y que
revista el carácter de secreto debe ser objeto de tutela penal, sólo lo será –de acuerdo con el carácter subsidiario de este
sector del ordenamiento– aquello que tenga una determinada trascendencia. En cuarto lugar, que el interés por mantener
una información en un ámbito restringido puede deberse a intereses privados o públicos y que no debe darse protección al
secreto por el hecho de serlo, sino únicamente cuando con su revelación se afecten de manera relevante ciertos bienes
jurídicos. Por último, que el secreto debe ser lícito, puesto que si tiene origen delictivo, no puede ni debe mantenerse ante
otros intereses prevalentes.
• El párrafo 8º del Título V del Libro II del Código Penal contempla tres artículos entre los que
podemos identificar cinco figuras delictivas referidas a la violación de secretos: los arts. 246, 247 y
247 bis, que corresponden, respectivamente, a los siguientes delitos: a) la revelación de secretos
conocidos en razón de su cargo cometida por empleados públicos; b) la anticipación indebida por
parte de empleados públicos de información que tengan a su cargo y que deba ser publicada; c) la
revelación de secretos cometida por empleados públicos respecto de secretos de particulares que
conozcan en razón de su cargo; d) la revelación de secretos profesionales, y e) el uso indebido por
parte de un empleado público del secreto o información concreta reservada que se conozca en
razón del cargo y por el cual obtiene un beneficio económico para sí o para un tercero.
• En cuanto al bien jurídico protegido, en términos generales, la doctrina vincula el objeto de
tutela de las figuras de revelación de secretos con el tema de los servicios que determinadas
personas y entidades han de prestar a la comunidad. En el caso de los órganos públicos, se
considera que lo protegido es el correcto desempeño de los cometidos estatales, los que deben
ofrecerse de manera leal, transparente, objetiva y con pleno sometimiento a la ley y el Derecho
y con arreglo a los principios de igualdad e imparcialidad.
• En el caso de la figura del art. 247, que hace referencia a la revelación de secretos de un particular, es posible apreciar
también una ofensa a la intimidad del individuo a quien hace referencia la información o secreto, o respecto de cuyos
antecedentes y otras circunstancias se refiere; entendiendo por tal el derecho a mantenerse apartado de la
observación de los demás sin ser molestado, sin intromisiones en lo más personal de la vida de cada cual, lo que se
traduce en la posibilidad que tienen los sujetos de excluir del ámbito del conocimiento público o ajeno y de la
intromisión de terceros aquellos hechos de índole personal y cuya divulgación a terceros o uso por parte de éstos
pueda ocasionar perjuicios o detrimentos al afectado.
• En el caso del denominado secreto público, la doctrina considera que éste debe limitarse únicamente a
aquellas informaciones o materias en que por fundadas circunstancias no sea conveniente permitir una
generalizada difusión.
• ¿Cuándo una materia o información que se encuentra dentro de la esfera de conocimiento de la
Administración es constitutiva o tiene el carácter de secreta? El problema en la actualidad se encuentra
expresamente resuelto por el artículo 8º de la Constitución Política de la República cuyo inciso segundo
dispone: “Son públicos los actos y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos y los
procedimientos que utilicen. Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá establecer la reserva o
secreto de aquéllos o de éstos, cuando la publicidad afectare el debido cumplimiento de las funciones de
dichos órganos, los derechos de las personas, la seguridad de la Nación o el interés nacional”.
• Estos delitos han sido establecidos para regular aquellas situaciones en que un
empleado público, o bien un profesional, revela los hechos secretos de que ha
tomado conocimiento en razón de su cargo o función, pero cabe preguntarse qué
sucede cuando una persona que dejó de tener la calidad de funcionario público da
a conocer los secretos de que tuvo conocimiento mientras se desempeñaba como
tal. Sin embargo, dado que los tipos exigen que la revelación de secretos sea
efectuada por quien tenga la calidad de funcionario, una interpretación como la
que se acaba de reseñar vulnera el principio de legalidad. Distinta es la situación de
los profesionales, cuyo deber de sigilo subsiste aunque haya concluido la relación
contractual que le permitió enterarse de los secretos de algún cliente,
precisamente, porque aquéllos no pierden su condición de tales, por mucho que
hayan dejado de ejercer la profesión.
• El art. 246 del C. Penal, en su inciso primero, dispone: “El empleado público que revelare los secretos de que tenga
conocimiento por razón de su oficio o entregare indebidamente papeles o copia de papeles que tenga a su cargo y no deban
ser publicados, incurrirá en las penas de suspensión del empleo en sus grados mínimo a medio o multa de seis a veinte
unidades tributarias mensuales, o bien en ambas conjuntamente.”. Nos encontramos ante un delito especial, por cuanto sólo
puede asumir la condición de sujeto activo un empleado público que, además, esté en posesión del secreto o de los papeles
“en razón de su cargo”. Esta doble restricción supone que el sujeto activo será aquel empleado público encargado de la
custodia o de la reserva de la información constitutiva del secreto o plasmada materialmente en los documentos a su cargo.
Ello supone que el sujeto activo ha accedido lícitamente al secreto que revela, dejando fuera de esta figura la revelación
efectuada por un empleado público no legitimado para conocerlos y que los revela tras acceder a ellos ilícitamente, en
circunstancias que esta última hipótesis reviste mayor gravedad. Para algunos esta situación podría salvarse contemplando
un tipo agravado de acceso ilícito a los secretos documentales, con posterior revelación.

• Como lo importante en esta figura de violación de secretos es el contenido del documento, que es la información secreta, el
legislador sanciona también la entrega de las copias de dichos documentos o papeles en las que se contiene el secreto y por
la cual se dan a conocer aquellas informaciones que deberían ser mantenidas en una esfera de conocimiento restringido. En
síntesis, a través de las hipótesis alternativas que contempla esta figura se sanciona la divulgación de lo que es secreto y que
se ha conocido en razón del cargo, es decir, su exposición, de manera que un extraño pueda enterarse de ello, siempre que
alguien llegue de este modo a conocerlo efectivamente.
• Cabe la posibilidad de que un empleado público revele secretos que conoce o entregue
papeles o copias de éstos que contengan informaciones secretas, pero de las cuales no se ha
enterado en razón de su cargo, caso en el cual la divulgación de aquéllos no será constitutiva de
delito. Esto puede darse en mayor medida respecto de secretos que llegue a conocer de
manera verbal, a través de conversaciones o de manera accidental. En consecuencia caben,
dentro de esta figura, modalidades omisivas como la del empleado público que permite a un
tercero leer archivos o documentos que contienen un secreto o le permite tomar papeles u
obtener copias de ellos. El objeto de la conducta será el secreto y los papeles o documentos
que contienen información secreta. El art. 246 no hace la distinción entre secretos públicos y
privados, sin embargo, de un análisis contextual de la norma podemos concluir que
únicamente se está refiriendo a los primeros, por cuanto los secretos privados aparecen
referidos de manera expresa en el artículo siguiente. El delito se entenderá consumado una vez
que se produzca la revelación o entrega y el secreto efectivamente llegue a conocimiento de un
tercero no autorizado para conocerlo, es decir, una vez que se produce la difusión de la noticia.
• El mismo art. 246 del C. Penal en su inciso segundo dispone: “Si de la revelación o entrega resultare grave daño para la causa
pública, las penas serán de reclusión mayor en cualquiera de sus grados y multa de veintiuna a treinta unidades tributarias
mensuales”.

• En esta hipótesis es el resultado producido por la conducta lo que fundamenta la agravación. La mayor parte de la doctrina
considera que el daño ha de revestir especial gravedad o magnitud, sin que sea suficiente un simple entorpecimiento al
servicio. Ello en atención a que se estima que la comisión de este delito siempre irroga algún daño a la causa pública.
• El art. 246 del C. Penal contempla en su inciso final esta figura anticipación indebida de información reservada que
constituye una modalidad de violación de secretos y que fue agregada por la Ley Nº 19.465, de 1999. El tipo penal expresa:
“Las penas señaladas en los incisos anteriores se aplicarán, según corresponda, al empleado público que indebidamente
anticipare en cualquier forma el conocimiento de documentos, actos o papeles que tenga a su cargo y que deban ser
publicados”. Se trata de una manifestación del incumplimiento de los deberes de parte del empleado público, en la que éste
vulnera su deber de sigilo y reserva respecto de ciertas informaciones o secretos que consten en documentos y de los cuales
toma conocimiento en razón de su cargo. La peculiaridad de esta hipótesis radica en que el carácter reservado de estos
documentos, es decir, el interés en mantener su conocimiento al margen del dominio general es sólo transitorio, por cuanto
se trata de documentos que con posterioridad deben ser publicados. La infracción del empleado público en esta figura
consiste precisamente en anticipar de manera indebida y de cualquier forma esos documentos, actos o papeles a terceros.
El inciso primero del art. 247 del Código Penal consagra la figura, comúnmente denominada “violación de secretos privados” en los
siguientes términos: “El empleado público que, sabiendo por razón de su cargo los secretos de un particular, los descubriere con perjuicio
de éste, incurrirá en las penas de reclusión menor en sus grados mínimo a medio y multa de seis a diez unidades tributarias mensuales”.

De una manera coincidente con los tipos anteriores, el legislador establece esta figura como un delito especial en que el sujeto activo
requiere la calidad de empleado público. La restricción respecto de esa calidad especial está en el hecho de que debe tratarse de un
empleado público que conozca en razón de su cargo los secretos de particulares. En este caso, el carácter secreto de esas informaciones
está determinado por la propia voluntad del interesado o titular, quien tiene derecho a que no se conozcan hechos relativos a su
intimidad más allá del estricto círculo de las personas que por razón de su cargo tienen que conocerlos. La conducta sancionada es
descubrir secretos del particular con perjuicio de éste. Ella consiste en revelar o poner en conocimiento una cosa que se ignoraba, es
decir, sacar a la luz algo que no se conocía, de manera que terceros se enteren de ello. Pueden plantearse dudas acerca de la naturaleza
del perjuicio, en cuanto a si debe ser sólo patrimonial o debe entenderse de manera más amplia incluyendo el perjuicio moral, jurídico,
político, social. Tomando en consideración la naturaleza del delito y los efectos que en un individuo puede llegar a tener el conocimiento
público de algunos aspectos de su intimidad, así como por el hecho de que el legislador no hace distinciones, estimamos que el concepto
de perjuicio debe entenderse en un sentido amplio. El delito admite modalidad activa y omisiva de comisión. En este sentido, la
revelación del secreto puede producirse por una acción del sujeto activo que lo comunica a un tercero o por una omisión al no evitar o
permitir que el tercero acceda a esa información.
El objeto de la conducta será el secreto de un particular, el que puede estar contenido en documentos, papeles, archivos, etc. Los
motivos por lo que dichas informaciones secretas, relativas a la vida privada de una persona, puedan llegar a conocimiento de un
empleado público en razón de su cargo, pueden ser variados; por ejemplo, razones de índole judicial, administrativa, policial, de
fiscalización, etc. Este delito debe entenderse consumado una vez que se produce la revelación del secreto del particular y se ocasiona
el perjuicio para éste, por lo que puede suceder que se produzca la revelación y la información llegue a conocimiento de terceros, pero
que el delito no se encuentre consumado, si es que no se produce un perjuicio al particular.

En cuanto a la denominada violación de secreto profesional, el inciso segundo del art. 247 del Código Penal dispone: “Las mismas
penas se aplicarán a los que, ejerciendo alguna de las profesiones que requieren título, revelen los secretos que por razón de ella se
les hubieren confiado”.

El sujeto activo no es un empleado público, o bien puede serlo, pero en cuanto éste no actúe como tal, sino como un profesional. Lo
anterior no es obstáculo para que también esta figura constituya un delito especial, por cuanto requiere que el sujeto activo sea una
persona que se encuentre en posesión de un título profesional otorgado por una institución de educación superior reconocida por el
Estado. El bien jurídico que se protege a través de esta figura es la adecuada prestación de los servicios profesionales. Ello, por cuanto
existe un deber implícito de todo profesional de mantener el debido sigilo y reserva respecto de la información, y en especial aquella
de conocimiento reservado, que le transmita su cliente. El contenido de este secreto profesional cuya revelación en esta figura se
sanciona, puede ser de carácter privado, como lo es por ejemplo el del particular que recurre a sus servicios, pero también puede ser
de carácter público, cuando, por ejemplo, es una entidad de esa índole la que requiere de los servicios del profesional. La figura penal
referida al secreto profesional es aplicable a todos los que ostentan este título y por cuya razón les fueren confiados secretos por sus
clientes.
• La conducta sancionada consiste en revelar secretos que le hubieren sido confiados al sujeto activo en razón de
su profesión. Revelar secretos, como hemos señalado, significa tanto comunicarlos expresamente a otra u otras
personas, como descubrirlos, es decir, exponerlos de manera que un extraño pueda enterarse de ellos, siempre
que alguien llegue de este modo a conocerlos efectivamente. El tipo penal no exige que la revelación ocasione
perjuicios al particular o a la entidad que ha confiado dichos secretos; sin embargo, nada obsta a que en el
hecho esos perjuicios se produzcan. El delito de violación de secretos profesionales por parte de quienes
ostenten un título de tal naturaleza admite modalidad activa y omisiva de comisión.
• El objeto de la conducta será el secreto que en razón de la confianza existente entre el cliente y el profesional
se trasmite a este último. Dicho secreto puede carecer de un respaldo material o documental y consistir sólo
en información o bien puede estar sustentado en un soporte que puede adoptar variadas formas: documentos,
papeles, dibujos, fotografías, grabaciones, etc. El contenido de estos secretos debe ser entendido de manera
amplia, incluyendo aquellas materias que el cliente en forma expresa comunica al profesional, como también
aquellas que el profesional conoce de un modo transversal a propósito de su relación con el cliente y en virtud
de la confianza que se ha generado con él.
El art. 247 bis contempla la figura de uso indebido de información reservada en los siguientes términos: “El empleado público que, haciendo
uso de un secreto o información concreta reservada, de que tenga conocimiento en razón de su cargo, obtuviere un beneficio económico para
sí o para un tercero, será castigado con la pena privativa de libertad del artículo anterior y multa del tanto al triplo del beneficio obtenido”.

Al agregar este tipo penal el legislador pretendió hacer frente a aquellos actos de corrupción que en los hechos se venían apreciando y que no
encontraban regulación expresa en otros tipos penales. Se trata de una figura por la que se sanciona el ejercicio abusivo del cargo por parte del
empleado público, quien en estas situaciones aprovecha los conocimientos adquiridos por el cargo para obtener beneficios pecuniarios.
Estamos en presencia de una figura asimilada a la violación de secretos, pero que en definitiva supone una conducta distinta, como lo es usar la
información para obtener un beneficio económico. Por lo demás, es posible imaginar que un empleado público utilice estos secretos o
informaciones para obtener un beneficio, sin que ello implique de manera necesaria una revelación o descubrimiento de los mismos. En esta
figura más que castigarse la revelación de un secreto, se sanciona el uso o aprovechamiento de un secreto o información concreta reservada, a
través del cual se obtiene un beneficio económico. El delito tiene por objeto la utilización de un secreto, respecto de cuyo concepto nos
remitimos a lo ya señalado anteriormente, o de “informaciones concretas y reservadas”. Con esta última expresión se hace referencia a
informaciones de carácter público o privado que el empleado público conoce en razón de su cargo y que se asimilan al secreto. En este sentido,
deberán reunirse los siguientes requisitos: a) poseer un carácter concreto, es decir, referirse a un ámbito determinado; b) la información
deberá conocerla el empleado público en razón de su cargo; c) deberá ser reservada, es decir, conocida por un círculo cerrado de personas, y d)
el conocimiento de esa información debe representar una ventaja en orden a la obtención de algún beneficio económico. Aunque esto último
no se exige de modo expreso, estimamos que puede colegirse, pues sólo así adquiere verdadero sentido el tipo penal. Siguiendo esta línea,
puede sostenerse que ese secreto o información concreta reservada, debe tener idoneidad para reportar algún beneficio económico a través
de su uso.
• El bien jurídico protegido por esta figura puede precisarse como la recta Administración del Estado, por cuanto
a través de la conducta indebida del empleado público se afecta la igualdad ante la Administración. También se
menciona el deber de no aprovecharse de conocimientos adquiridos en el ejercicio de la función pública para
obtener un interés privado, lesionando con ello también el principio de igualdad de los ciudadanos ante la ley,
por el cual no debe permitirse que el poder se utilice en beneficio particular del que lo detenta. En un sentido
similar se ha sostenido que los servicios que han de prestar los poderes públicos no se darán o se darán
torcidamente si aquellos a través de los cuales se canalizan ponen el cargo que desempeñan al servicio de
intereses privados en detrimento de los públicos, con olvido del principio de igualdad y de imparcialidad que
ha de regir en las actuaciones de los referidos poderes.
• Se trata de un delito especial, por cuanto el sujeto activo requiere la calidad de empleado público y además
que el secreto que utiliza de manera indebida lo haya obtenido en razón de su cargo. El tipo penal establece
dos modalidades, una en la cual el uso y beneficio económico lo obtiene el mismo empleado público, y otra en
la que es el empleado el que usa estos secretos o información concreta reservada y el beneficio lo obtiene un
tercero. La responsabilidad penal del tercero no cabe dentro de esta figura, aunque podrá analizarse su
participación de acuerdo con los criterios que propone la teoría de la comunicabilidad.
6.- INFIDELIDAD EN LA CUSTODIA DE DOCUMENTOS

• El párrafo 7º del Título V del Libro II del Código Penal, bajo la rúbrica
“Infidelidad en la custodia de documentos”, contempla tres figuras
delictivas que implican no sólo quebrantamiento de la confianza
depositada en determinadas personas, sino también un riesgo para el
correcto desempeño de la función pública en términos de poder
afectar los derechos de los destinatarios de aquella función. Tales
figuras son: la sustracción y ocultación de documentos, la rotura de
sellos y la apertura de documentos, contempladas, respectivamente,
en los arts. 242 a 244.
• La primera hipótesis contempla las conductas alternativas de sustraer y destruir documentos o papeles. Sustraer ha de ser
entendido como sinónimo de extraer los objetos de la esfera de custodia de la entidad a cuyo resguardo se encontraren,
mientras que destruir significa efectuar cualquier acto que desfigure o desnaturalice los mismos, hasta el punto que ya no
sean jurídicamente utilizables conforme a su propio sentido.

• La segunda hipótesis contempla, también alternativamente, las acciones de quebrantar y consentir que otro quebrante
papeles o efectos sellados, las que incluyen cualquier acto que implique la posibilidad de acceder al contenido del objeto
quebrantado.
• La tercera hipótesis, en fin, contempla las acciones de abrir y consentir que se abran papeles o documentos cerrados.

• Sujeto activo de estas figuras es el empleado público a quien estuviere confiada la custodia de los documentos, papeles o
efectos a que se refieren los arts. 242 a 244, en razón de su cargo, y que no tenga, además, la atribución de abrirlos o en su
caso de destruirlos. El art. 245 hace aplicables las penas contempladas en los tres artículos precedentes a los particulares
encargados accidentalmente del despacho o custodia de documentos o papeles, por comisión del Gobierno o de los
funcionarios a quienes hubieren sido confiados en razón de su oficio. Pese a que el art. 242 alude a “grave daño de la causa
pública o de tercero”, este factor sólo interesa para los efectos de la graduación de la pena y no para la configuración del
delito. En consecuencia, ésta y las restantes figuras de infidelidad en la custodia de documentos están concebidas como
delitos de mera actividad, motivo por el cual no cabe apreciar respecto de ellas el delito frustrado.
7. ABUSOS CONTRA PARTICULARES
• Bajo la rúbrica abusos contra particulares, una serie de figuras que aparentemente están encaminadas a la
protección de los derechos de la persona, pero que en verdad carecen de aplicación práctica,
fundamentalmente porque resultan desplazadas por otras figuras más específicas del ordenamiento penal. El
uso de adecuados criterios de técnica legislativa debería conducir a la supresión de esta clase de infracciones.
• El art. 255 sanciona al empleado público que, desempeñando un acto del servicio, cometiere cualquier
vejación injusta contra las personas o usare de apremios ilegítimos o innecesarios para el desempeño del
servicio respectivo. El art. 256, por su parte, sanciona al empleado público del orden administrativo que
maliciosamente retardare o negare a los particulares la protección o servicio que legal y reglamentariamente
debiere dispensarles. Enseguida, el art. 257 sanciona al empleado público que arbitrariamente rehusare dar
certificación o testimonio, o impidiere la presentación o el curso de una solicitud. Por último, los arts. 258 y
259 sancionan al empleado público que solicitare a persona que tenga pretensiones pendientes de su
resolución o a personas cuya guarda ejerciere en razón de su cargo. Este precepto contempla una conducta
equivalente a aquella que el art. 223 Nº 3 prevé respecto de los jueces y a cuyas explicaciones nos remitimos.
8. OTRAS FORMAS DE INCUMPLIMIENTO DE
DEBERES FUNCIONARIOS
• Los párrafos 10 y 11 del Título V del Libro II del Código Penal contemplan tres
figuras delictivas que sólo afectan el orden interno de la Administración y que, por
esto mismo, carecen de la relevancia necesaria para integrar el ordenamiento
penal, como queda de manifiesto de la simple lectura de tales disposiciones. El art.
252, en efecto, sanciona al empleado público que se negare abiertamente a
obedecer las órdenes de sus superiores en asuntos del servicio. El art. 253, por su
parte, castiga al empleado del orden civil o militar que, requerido por autoridad
competente, no prestare, en el ejercicio de su ministerio, la cooperación para la
administración de justicia u otro servicio público. Por último, el art. 254 sanciona al
funcionario público que abandonare indebidamente sus funciones.

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