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I.

Previo a la Celebración
• Es recomendable leer y meditar con anterioridad la Palabra que nos será
proclamada en la celebración
• Llega al templo al menos 5 minutos antes de dar inicio a la celebración para
prepararte en oración para la vivencia de este momento.
• Apaga tus dispositivos móviles y nunca hagas uso de ellos durante la celebración
• Al llegar al templo, te sugerimos acercarte unos breves momentos a la capilla
del Santísimo, que sea él la persona a quien saludas primero.
• Recuerda que nuestro cuerpo expresa la interioridad, por ello, realizamos gestos
y tomamos posturas que realzan nuestro respeto y veneración a Dios, por ello,
cuando pases frente al altar realiza una reverencia breve; al pasar frente a la
presencia Sacramental de Jesús (en el Sagrario o en el altar) una genuflexión, o
bien, por practicidad o salud, una reverencia profunda.
• Permanece en silencio mientras esperas el inicio de la celebración.

II. En los Ritos Iniciales


• Participa del canto de entrada.
• Responde con voz clara y audible a las invocaciones y oraciones que se realizan.
• Únete a las intenciones de la comunidad, recuerda que el espíritu de la Liturgia
clama: “nosotros”.
• Presta atención a las oraciones que se realizan.

III. En la Liturgia de la Palabra


• Toma asiento guardando una postura adecuada, respetuosa y decorosa.
• Escucha atentamente la Palabra proclamada. Si eres proclamador, evita leer las
letras en rojo y decir: Primera/ Segunda Lectura, o bien, Lectura del Libro;
simplemente: Del libro ________.
• A las lecturas respondemos: Te alabamos, Señor; mientras que al Evangelio
respondemos: Gloria a ti, Señor Jesús.
• Cuando la Misa se desarrolla sin cantos, el salmo se recitará; cuando hay canto
y, si así se dispone, el salmo se cantará de preferencia en algún tono gregoriano.
• Previo a la Proclamación del Evangelio nos persignamos, es decir, trazaremos
una cruz en nuestra frente, una en nuestros labios y otra más en nuestro pecho;
así rogamos al Señor que ilumine nuestros pensamientos, palabras y obras.
• En la Profesión de fe, pronuncia cada palabra con claridad asumiendo que
aquello que decimos en comunidad es nuestra respuesta confiada y afirmativa a
la Palabra proclamada, es tu sí a Dios.
• En las palabras: y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y
se hizo hombre, realizaremos una reverencia breve en señal de adoración del
gran Misterio de la Encarnación.
• Presenta a Dios en la Plegaria Universal las intenciones que han sido confiadas
a tu oración y permanece unido a aquellas que se han presentado públicamente
para la celebración.

IV. En la Liturgia Eucarística


• Junto al vino y al pan, ofrece tu vida, gozos, alegrías, tristezas y dificultades, ya
que nuestras ofrendas cobran sentido solo si se unen al ofrecimiento del Cuerpo
y Sangre de Cristo.
• Participa del canto
• Observa atentamente los gestos, palabras y signos que realiza el sacerdote
presidente en la presentación de los dones, ya que él, en nombre de la
comunidad ofrece a Dios el fruto de la tierra y de nuestro trabajo.
• Presta suma atención a la Oración sobre las ofrendas y posteriormente al
Prefacio, que será una alabanza a Dios por sus grandezas.
• Canta con entusiasmo el Santo sabiendo que estamos por llegar a la cumbre del
Calvario, al momento más especial de la Celebración en el cual, Cristo se hará
presente en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad bajo las especies Eucarísticas.
• En la consagración mientras estás de rodillas (o de pie si tuvieras un problema
de salud), no apartes tu vista del altar, pues Cristo quiere mostrarse a ti en su
Misterio de Amor.
• En la Plegaria Eucarística, al mencionar el sacerdote presidente a María, la
Virgen Madre de Dios, realizaremos juntos una reverencia breve en señal de
respeto y veneración a nuestra Madre.
• Nunca olvides que todos tenemos nuestro lugar y participación en la Liturgia,
por ello, no pronuncies las palabras que corresponden únicamente al sacerdote.
• En la oración del Padre Nuestro, permanece con tus manos unidas en oración,
ya que el gesto de extender los brazos, si bien expresa oración, dentro de la
Liturgia, corresponde únicamente al sacerdote.
• Al concluir el Padre Nuestro no digas Amén, ya que esta oración se prolonga
con el embolismo pronunciado por el presidente (Líbranos Señor de todos los
males…).
• Realiza el gesto de paz con los más próximos a ti, evita desplazarte de tu lugar.
• No bajes la mirada en la presentación de las especies Eucarísticas (Éste es el
Cordero de Dios…), contempla el Misterio de Cristo entregado por Amor.
• Recuerda que hemos de estar preparados interiormente para la recepción de este
Sacramento. Así, te recomendamos la confesión asidua; establece un periodo de
confesión regular, de ser posible una vez al mes.
• Procura formarte desde el inicio para recibir la Sagrada Comunión, no esperes
a que la fila disminuya, ya que esta tiene un sentido procesional, nos recuerda
que somos pueblo en camino hacia su Dios.
• Al recibir la Comunión, evita realizar gestos y posturas innecesarias.
• No olvides que Cristo está presente en el Sacramento independientemente de si
le recibes de manos del Sacerdote o del Ministro Extraordinario de la
Comunión.
• Procura que tu oración privada al volver a tu lugar después de la comunión no
sea intimista, sino que evoque el sentido de comunidad (por ello es Comunión=
común -unión), trae a tu memoria las intenciones que se han encomendado a tu
oración.

V. En los Ritos Conclusivos


• Participa de los Ritos Conclusivos con gratitud por el don recibido en la
Celebración.
• Inclina tu cabeza siempre al recibir la bendición de manos del sacerdote.
• Si te es posible, destina unos momentos de oración al término de la Celebración
para agradecer a Dios por lo que hemos vivido.
• Sal del templo hasta que el Sacerdote se haya retirado del altar.
• Recuerda que participar en Misa es ser enviados a la misión de vivir, celebrar y
anunciar aquello que hemos celebrado.

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