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El modo de producción antiguo

de Perry Anderson- “Transiciones de la Antigüedad al feudalismo”


“Toda sociedad es a la vez una estructura que solo
puede ser entendida en términos de interrelación de
sus partes y un proceso que solo puede ser entendido
en términos del peso acumulativo de su pasado.”
P.A.
La Antigüedad Clásica

La Antigüedad grecorromana constituyó un universo centrado en las ciudades. Sin embargo, sus
economías se sostenían en la producción rural. Estas ciudades no fueron urbes de artesanos, manufactureros
o comerciantes, sino, principalmente, lugar de asiento de los terratenientes.
Aún en el contexto de un mundo masiva y generalmente agrario, el aporte del comercio -anclado en las
ciudades- fue decisivo. Así, las mayores ciudades de la Antigüedad - Atenas, Alejandría, Roma- fueron capitales
comerciales y, sobre todo, ligadas al comercio por el mar Mediterráneo, único medio viable de intercambio
mercantil para distancias medias o largas pues el transporte terrestre encarecía enormemente la producción.
Por ejemplo, era más barato exportar por mar desde un extremo al otro del Mediterráneo (desde Siria a España)
que hacerlo 120 kilómetros por tierra. La conjunción de ciudad y campo que caracterizó al mundo clásico fue
operativa debido únicamente al mar situado en su centro. El Mediterráneo proporcionó el necesario marco
geográfico a la civilización antigua, pero su contenido radica de la relación entre ciudad y campo que se
estableció en su interior.
Una de las contribuciones decisivas de la Antigüedad grecorromana fue la estabilización y desarrollo del
modo de producción esclavista, el cual explica su esplendor y a la vez las razones de su declinación. Aunque
la esclavitud existía desde mucho tiempo antes, siempre constituyó un régimen jurídico impuro y reducido que
no sustentaba la gran masa de producción material.
Los imperios del antiguo Oriente, basados en una agricultura intensiva y de regadío que contrasta con
el cultivo de secano de la civilización mediterránea grecorromana, no fueron economías esclavistas, y sus
sistemas legales carecían de una concepción estrictamente definida de la propiedad de los bienes muebles. En
la Grecia clásica los esclavos fueron utilizados por primera vez y de forma habitual en la artesanía, la industria
y la agricultura en una escala superior a la doméstica. Las ciudades Estado griegas fueron las primeras en
hacer de la esclavitud algo absoluto en su forma y dominante en su extensión, transformándola así de puro
instrumento secundario en un sistemático modo de producción. Y si bien los esclavos siempre coexistieron con
campesinos libres, artesanos y arrendatarios, el modo de producción dominante en Grecia y Roma fue la
esclavitud. Las grandes épocas clásicas: Grecia en los siglos V y IV a. C. y Roma desde el II a. C. hasta el II d.
C. fueron aquellas en las que la esclavitud fue masiva y general entre los otros sistemas de trabajo.
La mano de obra esclava se caracterizó por una pérdida total de la libertad y de cualquier derecho social,
por lo que aquellos hombres eran legalmente considerados como medios inertes de producción que podían ser
comerciados cualquier otra mercancía. “Entre otras ventajas, los esclavos eran una mercancía eminentemente
móvil en un mundo en el que los obstáculos en el transporte tenían una importancia capital para toda la
estructura de la economía.”
Al tiempo que la esclavitud se hacía general, la naturaleza de la esclavitud se hacía absoluta: ya no
consistía en una forma relativa de servidumbre entre otras muchas, a lo largo de un continuo gradual, sino en
una condición extrema de pérdida completa de libertad, que se yuxtaponía a una libertad nueva y sin trabas.
La formación de una subpoblación esclava delimitada fue, precisamente, lo que elevó la ciudadanía de las
ciudades griegas a cimas hasta entonces desconocidas de libertad jurídica consciente. La libertad y la
esclavitud helénicas eran indivisibles: cada una de ellas era la condición estructural de la otra.
La civilización urbana que se sostenía en una producción masivamente rural, existió y se explica sólo
por la generalización del trabajo esclavo en el campo, “porque sólo los esclavos podían liberar de sus bases
rurales a los miembros de una clase terrateniente tan radicalmente que llegaran a transmutarse en ciudadanos
esencialmente urbanos, por más que siguieran extrayendo de la tierra su riqueza básica.”
La vía típica de expansión para cualquier Estado de la Antigüedad siempre fue la conquista geográfica
y no el avance económico. En consecuencia, la civilización clásica tuvo un carácter inherentemente colonial.
Los saqueos, los tributos y los esclavos fueron medios y a la vez fines de la expansión colonial. El poderío
militar estaba ligado al crecimiento económico debido a que la principal fuente de trabajo esclavo era la captura
de prisioneros de guerra, y el mantenimiento de tropas de guerra dependía de la producción interna rural
realizada por esclavos.
En una perspectiva comparada no hay nada más sorprendente que el global estancamiento tecnológico
de la Antigüedad. Más llamativo fue todavía, por supuesto, el contraste dentro del propio mundo clásico entre
su vitalidad cultural y superestructural y su embotamiento infraestructural. Esta cuestión se explicaba por la

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radical separación entre el mundo de la reproducción material (y el mundo del trabajo) y el mundo de la libertad
(espiritual-intelectual).
Todo tipo de trabajo y de actividad material era deshonrosa, lo cual daba pie a dos tipos de fenómenos
contradictorios: por un lado, el inveterado estancamiento económico y, por otro lado, el extraordinario desarrollo
cultural.
En la Antigüedad clásica pueden observarse tres grandes ciclos de expansión imperial ciclo ateniense,
ciclo macedonio, ciclo romano, consignados éstos en términos progresivos y cronológicos. Cada uno de estos
ciclos incluye las soluciones específicas a los problemas de la expansión ultramarina del ciclo anterior, todos,
sin embargo, bajo el marco de una común civilización urbana.

Grecia

Durante su apogeo, la Antigüedad griega cobijó 1500 ciudades-estado (en el interior y en el extranjero),
ninguna de ellas alejada más de 40 kilómetros de la costa. La estructura económica que sostuvo al imperio
griego se basaba en la economía rural, donde predominaba la pequeña y mediana propiedad, empleando
trabajo esclavo.
Una de las condiciones para la democracia griega o de la extendida oligarquía fue la existencia de una
infantería de campesinos que poseían la riqueza necesaria para armarse a sí mismos (hoplitas). Sin embargo:
“Las comunidades relativamente igualitarias de campesinos pueden congregarse en ciudades, pero para crear
una brillante civilización ciudadana como la griega se requería la generalización de una fuerza de trabajo
excedente y cautiva que emancipara al estrato dirigente de los deberes productivos y le permitiera emplear su
tiempo de ocio en actividades culturales, políticas e intelectuales en las ciudades. La generalización de la
esclavitud se dio gracias al bajo precio de los esclavos (en general sólo un año de mantenimiento), lo que
incluso permitió adquirir fuerza de trabajo esclava a los artesanos. A excepción de Esparta, donde los esclavos
ilotas no se podían ni vender ni comprar por ser propiedad de estado, en las demás ciudades griegas los
esclavos eran poseídos por manos privadas y eran considerados propiedad mercantil.
Esparta tenía un sistema autoritario, pero de unidad colectiva. La tierra estaba dividida en parcelas,
terrenos inalienables, que eran propiedad del Estado y eran trabajados por los ilotas, esclavos prisioneros de
guerra en conquistas locales que también le pertenecían al estado. Libre de toda carga laboral, la mayor parte
de la población se dedicaba al entrenamiento militar.
Con la victoria sobre los persas, Atenas se consolidó como la primera potencia griega, apoyados de su
invencible flota marina. Sus ciudadanos estaban exentos casi por completo de toda forma de impuestos
directos. Los ingresos públicos interiores de Atenas procedían de las propiedades estatales, de los impuestos
indirectos como derechos portuarios y de las obligaciones financieras de sus los dominios imperiales: la liga de
Delos era una forma de asociación que permitía la hegemonía económica y militar ateniense: los aliados debían
tributar y no podían tener un ejército propio e independiente. Atenas financiaba su imperio en los amplios tributos
que recaudaba para el mantenimiento de su flota en los dominios con el objeto de proteger a estos territorios
de posibles invasiones persas. Por otro lado: “El sistema imperial gozaba de la simpatía de las clases más
pobres de las ciudades aliadas, porque la tutela ateniense significaba por lo general la instalación de regímenes
democráticos acordes con los de la propia ciudad imperial, y la carga financiera de los tributos recaía sobre las
clases altas.”
Sin embargo, el sistema de democracia ateniense–cuyo principio no era la representación, sino la participación
directa, que solamente practicable en un reducido espacio geográfico-, imposibilitó la creación de una
burocracia capaz de administrar un imperio territorial que pudiera expandirse de manera prolongada por el
Mediterráneo.

El imperio helenístico

El poderío posterior de Macedonia se debió principalmente a sus innovaciones militares, su


disponibilidad de metales precisos y su adecuado sistema político, lo cual le permitió a Filipo II vencer a las
ciudades estado de Grecia y unificar la península helénica, para más adelante con Alejandro, conquistar todo
el medio Oriente.
Su sistema político fue capaz de asimilarse a las estructuras prexistentes en el Asia menor gracias a
que en ellas dominaba al igual que en las asiáticas una autoridad central, pero la expansión helénica a Oriente
próximo tuvo su límite en el campo: la esclavitud no pudo afianzarse ni generalizarse, la pequeña propiedad no
se generalizó, lo que imposibilitó que se emularan las ciudades-estado griegas. Así, los griegos dejaron
“intocado” un campo basado en terratenientes, arrendatarios, campesinos independientes, todos los cuales
estaban subordinados a la propiedad de la tierra “última” y “directa” de la monarquía.

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La estructura estatal llegó a crearse y generalizar; un cuerpo de funcionarios civiles y militares compuesto de
helenos y descendientes de helenos existía a lo largo de todo el imperio, el cual, sin embargo, no se llegó a
fusionarse con las clases altas locales, algo necesario para mantener un imperio unificado. Mayores
complicaciones aún sumaba el hecho de que esta burocracia actuase sin un marco jurídico universal, general
e impersonal, sino bajo el dominio arbitrario de los monarcas.
Si la estructura social tenía una composición híbrida: ciudades griegas y campo oriental, su expresión estatal
fue necesariamente sincrética. La autocracia arbitraria de las monarquías orientales fue conservada, la cual se
vio reforzada por la incorporación de la práctica helénica de la adoración a los reyes.

Roma

La base productiva de Roma a diferencia de Grecia y del mundo helénico sería la gran propiedad agraria,
empleando el trabajo esclavo a gran escala. La agricultura griega utilizó esclavos ampliamente, pero estuvo
limitada a zonas pequeñas, con una población escasa, debido a que la civilización griega siempre tuvo un
carácter precariamente costero e insular. Este modelo rural estaba ligado, naturalmente, a la estructura social
de la polis griega, de pequeñas y medianas propiedades. La civilización helenística había conocido, por
contrario, enormes concentraciones de tierras en manos de la dinastía y la nobleza, pero no una esclavitud
agrícola generalizada. La república romana fue la primera que unió a la gran propiedad agraria el trabajo de
esclavos en el campo a gran escala.
“El desarrollo económico del intercambio Desde el inicio, el Estado romano se diferenció de la
mercantil que acompañó en Italia a la ruta griega, los tiranos no derrocaron a la nobleza, sino al
construcción del sistema imperial romano, contrario, mediante un complejo sistema político (conquistas
basado en la utilización generalizada de la que proporcionaban esclavos, que sustituían en el trabajo a
esclavitud, encontró así su reflejo jurídico a campesinos libres para que puedan convertirse en
finales de la república en la creación de un ciudadanos con obligaciones militares que vayan a conquistar
derecho comercial sin precedentes. La
decisiva y gran hazaña del nuevo derecho
más esclavos), esta logró incrementar su poder y sus expandir
romano fue su descubrimiento del concepto sus posesiones territoriales. Así la estructura social de Roma
de propiedad absoluta. Ningún sistema legal difiere de manera importante de la estructura social griega. En
anterior había conocido nunca la noción de Roma nunca se implementó una reforma agraria, y la
una propiedad privada sin restricciones. En concentración de la tierra en el campo se acusó de manera
Grecia, en Persia o Egipto, la propiedad impresionante, depauperando al pequeño y mediano
privada fue siempre relativa o, dicho de otra campesino.
forma, siempre estuvo condicionada por los Desde el siglo III a. C., las guerras interiores y exteriores,
derechos superiores o colaterales de otras fueron dejando bajo el control de la oligarquía senatorial
autoridades o partes, o bien por las grandes extensiones de tierra. Las movilizaciones bélicas sin
obligaciones respecto a ellas. La
jurisprudencia romana fue la primera que
fin agotaron a los campesinos libres, quienes tenían el deber
liberó a la propiedad privada de toda limitación de alistarse en las legiones militares, ya que únicamente ellos
extrínseca, desarrollando la nueva distinción poseían los requisitos de propiedad necesarios para portar
entre la mera posesión o control fáctico sobre sus propias armas. Los que no morían eran incapaces de
los bienes y la propiedad o título legal absoluto conservar sus tierras, que pasaban a manos de la nobleza
sobre ellos.” patricia. Del año 200 al 167 a. C., el 10 % o más de todos los
“Del mismo modo que la civilización griega fue hombres libres y adultos de Roma estuvieron alistados
la primera en desprender el polo absoluto de la permanentemente en el ejército. Este gigantesco esfuerzo
libertad del continuo político de condiciones y militar sólo era posible porque la economía en la que se
derechos relativos que siempre había apoyaba funcionaba gracias al trabajo de los esclavos, lo que
predominado antes de ella, así también la
liberaba las correspondientes reservas de mano de obra para
civilización romana fue la primera en separar
el color puro de la propiedad del espectro los ejércitos de la República. A su vez las guerras victoriosas
económico de la posesión opaca e in- proporcionaban más cautivos-esclavos para las ciudades y
determinada que la había precedido.” las fincas de Italia. El resultado final fue la aparición de unas
propiedades agrarias, los latifundios cultivadas por esclavos,
de un tamaño hasta entonces desconocido. Los mayores podían alanzar más de 80 000 hectáreas. Roma llevó
a su potencial máximo el modo de producción esclavista: la guerra fue su palanca de acumulación fundamental.
La esclavitud, por momentos, fue generalizada: a finales de la República había entrado de lleno en el comercio
y la industria: el 90% de los artesanos eran esclavos.
Conforme se incrementaba la monopolización de la tierra en manos de los grandes propietarios patricios
(y, por consiguiente, aumentaba población esclava en el campo) muchos campesinos o assiduis, pasaban a la
condición de proletarii -ciudadanos sin propiedad, cuyo único servicio al Estado consistía simplemente en tener
hijos (proles)- concentrándose en Roma lo que generaba tensiones sociales dentro de la misma ciudad. Para
apaciguar el descontento la República concedía grandes repartos de grano a los proletarii, maniobra útil a los
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fines últimos de evitar la redistribución de la tierra. Por su parte, estos sectores exigieron participación en el
gobierno y logaron algunas reformas políticas como el “tribunado de la plebe”, asamblea cuyo propósito era
luchar por los derechos de los desposeídos. Sin embargo, esta institución dio lugar a que los “plebeyos” con
riqueza reciente pactaran y se fundieran con la antigua aristocracia, lo que derivó en una ampliación de la
oligarquía senatorial y no en un cambio social real.
Las tensiones se agudizaban al extender la República sus dominios, pues todos los beneficios- tributos,
tierras y esclavos- eran canalizados hacia los grandes latifundistas del Senado vitalicio, sin que al menos una
parte se distribuyera entre las legiones de campesinos empobrecidos que, no sólo arriesgaban sus vidas y con
frecuencia perdían sus propiedades, sino que recibían una paga mísera y cuando eran licenciados lo hacían
sin ninguna recompensa por los largos periodos de servicio. El resultado de todo esto fue una tendencia de los
ejércitos a retirar su lealtad militar al Estado y dirigirla hacia los generales que podían garantizarles botines
generosos. Con esto, las guerras empezaron a transformarse en aventuras privadas de los dirigentes
ambiciosos. Todo cual implicó un desplazamiento de poder desde el Senado al cuerpo de oficiales del ejército
y desde la capital hacia las provincias de frontera.
Luego, con el ascenso de Augusto al poder imperial, se implementó la “pax romana”, que consistió en
el cierre de las fronteras y la reducción de las obligaciones de alistamiento militar que pesaba sobre la población
de campesinos. Así el imperio cayó en crisis económica al detener su expansión ya que bajó la oferta de
esclavos disponible La primera manifestación de la crisis fue una hiperinflación de los precios que devaluó por
completo el denarius. Se evidenció por primera vez que el modo de producción esclavista de la Antigüedad no
disponía de ningún mecanismo natural e interno de autorreproducción, porque su fuerza de trabajo nunca podía
estabilizarse dentro del sistema. Tradicionalmente, la oferta de esclavos dependía en buena manera de las
conquistas extranjera. Con el cierre final de las fronteras imperiales, el manantial de los cautivos de guerra se
secó de forma inevitable.
En las condiciones recesivas del imperio tardío, la mano de obra esclava –ligada a la expansión política
y militar- comenzó a escasear y su precio se incrementó sensiblemente. Como consecuencia, los terratenientes
convirtieron progresivamente a los esclavos en una adscripción a la tierra en el sistema de colonato. Los
propietarios dejaron de preocuparse de forma directa por el mantenimiento de muchos de sus esclavos y, con
objeto de que se cuidaran de sí mismos, los establecieron en pequeñas parcelas, cuyo plus-producto recogían.
El resultado de este proceso fue la aparición y el predominio final, en la mayor parte de las provincias,
del colonus, esto es, el arrendatario campesino dependiente que estaba vinculado a la finca de su señor y le
pagaba por su parcela rentas en especie o en dinero, o la cultivaba bajo un acuerdo de reparto de la cosecha.
La aparición de estos colonos no significó una disminución en el poder o en la riqueza de la clase terrateniente:
al contrario, debido a que absorbió precisamente a los pequeños campesinos independientes y al mismo tiempo
alivió los problemas de la supervisión y la dirección de las grandes fincas, este proceso entrañó un aumento
global en las dimensiones de las fincas de la aristocracia romana. El comercio de los esclavos fue disminuyendo
hasta que Valentiniano I prohibió su venta separada de la tierra en la que trabajaban. Paralelamente, los
pequeños artesanos abandonaban la ciudad en busca de seguridad y de trabajo en las fincas de los grandes
magnates del campo: se producía una gradual e indudable ruralización del imperio.
Si el comercio griego había penetrado en Oriente, donde encontró antiguas y altas culturas; la agricultura
latina abrió Occidente, territorio dominado por culturas primitivas. Y a diferencia de Atenas, Roma exigió sus
aliados, desde el principio, soldados para su ejército y no dinero para su tesoro, lo que aliviaba el peso de sus
dominios en tiempos de paz y los ataba firmemente a ella en tiempos de guerra. La forma expansiva de Roma
incorporó soluciones a los problemas que minaron la capacidad imperial de Atenas.
Por su parte la conquista y expansión de Roma en Oriente, zona helenística, fue totalmente diferente a la
realizada en Occidente donde los territorios conquistados pasaron al régimen de colonia, imponiéndole el modo
de producción esclavista y la cultura romana. En cambio, en Oriente, tan solo se reemplazaron las autoridades
helénicas por las romanas, y se les concedió el régimen de “territorios administrados”, exigiéndoles únicamente
un tributo. Tampoco se generalizó la esclavitud ni se alteraron los sistemas de trabajo rurales y no se intentó
latinizar la cultura y el idioma.
Por eso mismo, durante la crisis del modo de producción esclavista, las colonias occidentales perdieron
dinamismo económico mientras en los territorios administrados de Oriente, con una riqueza menos dependiente
a la mano de obra esclava, no se produjo una crisis de la misma intensidad. Esa fue un de las razones
principales por la que el imperio de Occidente sucumbió ante bandas primitivas de invasores durante el siglo V,
mientras el imperio de Oriente –contra el que sus ataques iniciales habían sido mucho más peligrosos- se libró
y sobrevivió.

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