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La obra de T. Hobbes fue presentada por temas en tres libros, The elements of law
(1640), The Citizen (1642) y Leviatan (1651), estos últimos se diferencian por la
concepción y elaboración de la doctrina teológica.
La obra de Hobbes buscaba dos objetivos, 1) sentar bases científicas a la filosofía
moral y política; 2) Contribuir con la paz y lograr que la humanidad cumpla con sus
deberes cívicos. El segundo objetivo estaba cerca al pensamiento de los clásicos
griegos Sócrates, Platón, Aristóteles, Plutarco y Cicerón, pero según el autor estos
fallaron por no poder guiar a los hombres a la paz. La ruptura de Hobbes con los
filósofos griegos se debió a las lecturas de Roger Bacon y Nicholas Maquiavelo
quienes manifestaban que los objetivos de los griegos eran demasiadas altos y
crearon “leyes imaginarias para repúblicas imaginarias” basadas en la virtud del
hombre.
Maquiavelo propuso que la concreción de los motivos más bajos en la política, eran
mucho más realizables que las utopias de los filósofos griegos, ya que las metas más
bajas son más poderosas que los hombres y están son perseguidas por todos y en
todas las sociedades. De esta forma Maquiavelo y su “realismo” bajan las normas de
la vida política.
Según Hobbes la filosofía o ciencia procede de una de dos formas 1) Con el método
compositivo o “sintéticamente”, que consiste en la búsqueda de posibles efectos o
hechos aparentes a partir de las causas primeras o generadoras de todas las cosas; 2)
Con el método resolutivo o “analíticamente” que consiste en encontrar las causas
primeras o generadoras a partir de sus efectos o hechos aparentes. Para Hobbes con
el método sintético se encontraríamos las leyes de la física en general y de ahí
deduciríamos las causas de la conducta del hombre, y de las pasiones deduciríamos
las leyes de la vida social y política. Pero con el método analítico se llegaría a las
definiciones adecuadas de los primeros principios.
El método analítico tiene una cierta importancia para la filosofía política, ya que
Hobbes esperaba que la ciencia moral que estaba creando sea lo suficientemente
convincente no sólo para cualquier filósofo político sino para cualquiera que lo lea,
pues los hechos en que basa su estudio son conocidos por todos los hombres.
Hobbes manifestaba que si el lector se miraba a sí mismo (dentro suyo) y se
identificaba con lo que afirmaba de las pasiones, los pensamientos, e inclinaciones
naturales del resto de la humanidad, podría “leerse” y conocerse a si mismo con la
similitud de las pasiones, sí lograba esto el lector, este podría conocer y leer las
pasiones y pensamientos de los demás.
Hobbes coincidió con Socrates y Santo Tomás de Aquino, de que la moral y política
deben ser determinadas por la naturaleza, especialmente la humana, pero se
distinguió por establecer normas fijas de la moral y política y desarrollar una teoría del
“estado de naturaleza”. Esta teoría intenta terminar el problema de si el hombre es por
naturaleza político y social, el autor sostiene que no.
Para el autor todas las sociedades antes de formarse vivieron en un estado de
naturaleza presociales y prepolíticos, y este estado se deduce de las pasiones del
hombre, por lo que si se logra descubrir las inclinaciones naturales se podrá formar un
tipo de orden político, el cual está basado en fines u objetivos.
Todos los hombres son iguales en facultades de espíritu y cuerpo, manifiesta Hobbes,
siendo la más grande la capacidad de matarse unos a otros, lo que hace que la pasión
primordial sea la de la conservación, el evitar la muerte. Esta pasión establece a una
igualdad de expectativas y a una competencia entre todos por conseguir lo que
quieren, llevando a que los hombres piensen en privar al resto de lo que tienen incluso
su vida, haciendo que todos busquen eliminar a los competidores o quienes desean
someter a uno mismo.
Este estado de confrontación se agrava con la vanidad, gloria y orgullo o como los
denomina el autor placeres del espíritu, es decir cualquier placer o pasión que no sea
carnal o sensual, y todos estos placeres provienen de la vanagloria y esta de las
buenas opiniones que tienen los demás de uno o la que se tiene de si mismo o del
poder que detenta, dichas opiniones o criterios son vertidos en comparación o
referencia al resto.
Todos buscan que el resto le aprecie como el se aprecia, rechazando y predispuesto a
destruir a quienes lo deprecian y/o desdeña, siempre busca la vanagloria incluso por
medio de las cosas jocosas o graciosas que agrada “o por la aprehensión de algo
deforme en otras personas, en comparación con las cuales uno se ensalza a si
mismo”.
En este tipo de situaciones, afirma Hobbes, el honor o justicia no interesa, ya que los
conceptos de honor, deshonor, justicia-injusticia, no es más que el reconocimiento de
poder que tiene una persona, es la aceptación de la superioridad de otro para ayudar o
destruir al prójimo. La reverencia como saludo es la expresión de la aceptación de
esta superioridad, y la concepción de que el otro teniendo el poder para hacernos
daño no lo hace, en todo esto no interviene la admiración, amor sino por el contrario el
miedo a ser destruido, el miedo a morir.
Por lo tanto en este estado de naturaleza nadie está seguro por lo que los hombres
deben hacer cualquier cosa para su preservación y evitar todos los peligros que lleven
a su extinción. Entonces la primera ley fundamental de la naturaleza es que el hombre
debe buscar la paz, asociarse y defenderse contra aquellos que quieren hacerle daño,
todo el resto de la ley natural y moral esta dirigida a buscar las condiciones para la
paz.
La primera ley de la naturaleza, proveniente de la fundamental, establece que cada
hombre debe ceder derechos naturales para que el resto también lo haga, logrando
una cierta libertad individual limitada por el resto de las libertades de los demás, a esta
cesión de derecho se la denomina contrato social. El contrato social obliga a todos los
hombres que sean parte del mismo a no desobedecer a la persona o instancia que
hayan reconocido como su soberano, pero dicho contrato no obliga a los hombres a
renunciar a su derecho de preservación , es decir ningún hombre puede ceder su
derecho a defenderse en caso de peligrar su vida.
Hobbes manifiesta que todo contrato debe ser cumplido por todos aquellos que lo
suscribieron, y no deben estorbar a los delegados para su cumplimiento, en otras
palabras, todos los hombres deben cumplir con sus pactos, caso contrario la sociedad
se disolvería, y cualquier incumplimiento ocasiona que se vuelva al estado de
naturaleza. Toda legislación, dice Hobbes, es una autolegislación y su incumplimiento
es una contradicción, ya que dentro un pacto social todos ceden sus derechos para
obtener libertades y obligaciones, y nadie hace contratos o pactos para romperlos.
Además del cumplimiento, un contrato social depende de la confianza de cada uno de
los hombre tenga sobre el cumplimiento de los otros, y no existe confianza cuando no
existe un temor sobre el incumplimiento del contrato.
Para evitar la ruptura del contrato, debe existir un poder coercitivo encargado del
cumplimiento del pacto, un soberano que influya el miedo suficiente para que todos los
hombres respeten lo pactado, el temor al castigo debe ser la pasión con la que debe
trabajar el soberano, el miedo tiene que ser mayor a la tentación de romper el pacto y
ceder a otras pasiones. Acá es donde Hobbes se enfrenta a la idea aristotélica de la
justicia distributiva que sostiene que “algunos hombres, por naturaleza son más dignos
de mandar y otros son más dignos de servir”, por lo que manifiesta la igualdad de los
hombres en el estado de naturaleza y si existiese desigualdad, esta es producto de las
leyes civiles. Esta igualdad debe mantenerse aún si no existiese, ya que solo el
hombre entrará en paz ante una igualdad, por lo que la igualdad es una ley natural
donde todos los hombres deben reconocerse iguales ante la naturaleza y ante si
mismos, ya que las desigualdades naturales no tienen importancia política.
El defecto mayor de las leyes naturales, es que están en la conciencia de los hombres,
pero que sus actos no están determinadas por la conciencia ni la razón sino por el
miedo a castigos o la recompensa, para esto se deben crear instancias (gobierno civil
y político) lo suficientemente fuertes como para influir miedo a los miembros de la
sociedad y a posibles enemigos. Dichas instancias deben constituirse en una personal
legal por todos los integrantes o miembros de la sociedad, y que cada uno de ellos
debe comprometerse a cumplir lo que dicha persona legal realice.
El contrato social, según el autor, tiene dos partes: 1) Un acuerdo de cada uno de los
miembros del futuro cuerpo civil, de reconocer, respetar y obedecer al soberano sea
elegido por la mayoría y este encarnado en un hombre o una asamblea; 2) El voto de
todos decide quien o quienes serán el soberano, y cualquiera que no haya votado
permanece en estado de guerra y es considerado enemigo del resto.
El pacto social no se ve invalidado si fue suscrito por la fuerza, por temor a la muerte,
ya que el cuerpo político puede surgir por medio de una institución o por la vía de la
guerra, ambos nacen por el temor a la muerte, y se considera que cualquiera que viva
en una república baja la protección del soberano es parte del pacto social, haya o no
haya firmado. El contrato es obligatorio y supone que nadie será dañado por el temor
que sienten los otros por el castigo si infringen el contrato.
Hobbes manifiesta que, el poder legislativo, judicial y militar debe estar en manos de
una sola persona: el soberano, este puede decir que es lo bueno o malo, lo que esta
permitido, determina lo que es propiedad de un individuo o de la comunidad, es suma
el soberano determina las normas que ayuden a preservar la paz entre los súbditos. El
soberano también establece los medios o mecanismo de cumplimiento de las normas,
además tiene la potestad de elegir a los consejeros, jueces y/o funcionarios que harán
cumplir las leyes, también los puede castigar o recompensar por su trabajo, ya que
todo depende de la voluntad del soberano que a su vez dependen de su opinión de lo
que es bueno o malo. Las doctrinas a seguirse en la república, la educación y/o
información que deben darse a los ciudadanos también es decisión del soberano, que
decide sobre lo que es censurable, esto también alcanza a las esferas religiosas.
Al estar concentrados todos los poderes en el soberano, el poder de este es absoluto,
no esta obligado a rendir cuentas ante las leyes, pues estas son producto de su
voluntad, nadie puede reclamar derecho de propiedad de nada porque es el soberano
el que determina a través de las leyes lo que es propiedad comunal o privada. El poder
absoluto del soberano esta implícito en toda forma de gobierno, incluso en tiempo de
guerra, en el cual el soberano delega temporalmente su poder a los militares. Incluso
en una asamblea constitucional que limite los poderes de un gobierno se habla de un
poder absoluto, que no puede ser objetado con el argumento que nadie firmo el pacto
para que el soberano o asamblea tenga poder absoluto, pues este ejercicio de poder
sería considerado una práctica defectuosa de la delegación del poder.
Los modelos mixtos son rechazados por el filósofo porque tienen poco entendimiento,
ya que en un régimen dividido en ejecutivo monárquico, legislativo aristocracia y
cuerpo popular, las libertades de los individuos están restringidas al máximo. El
verdadero cuerpo político no esta constituido por el acuerdo o concordia, sino por la
unión de las voluntades en una sola voluntad: el soberano.
Por tanto el soberano no puede prescindir de todos sus derechos, pues incumpliría en
sus deberes. Una de las principales obligaciones del soberano es educar y adoctrina a
su población sobre los derechos del soberano y sus súbditos, también es una
obligación extirpar toda doctrina sediciosa, como la teológica que manifiesta que cada
quien es juez de lo bueno o malo, esto dice Hobbes es real en el estado de
naturaleza, pero en una sociedad civil lo bueno y malo lo dictamina el soberano a
través de su voluntad expresada en el derecho civil. Otra doctrina extirpable es la que
declara que todo acto realizado por el hombre en contra de su voluntad y conciencia
incluso las ordenadas por el soberano son pecado; Hobbes refuta diciendo que
pecado es la desobediencia del súbdito, pues esto significa que cuestiona la razón del
soberano y se arroga el conocimiento de que es lo bueno y malo. No basta desarraigar
las doctrinas sediciosas, el soberano debe educar sobre los derechos y deberes del
soberano.