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ALOCUCION DIA DE LA CABALLERIA (23ABR00)

Celebramos hoy el Día del Arma de Caballería del Ejército Argentino,


reunidos en nuestra Escuela, símbolo y síntesis de educación y enseñanza, para
celebrarlo con la esperanza de que cada uno de los presentes sienta en su intimidad la
fluencia renovada del espíritu distintivo del arma, este espíritu, que como un
denominador común, es crisol de vocación y de camaradería.

Nada mejor que celebrar este día singular, congregándonos al pie de la


Bandera de la Patria, bajo la advocación de nuestro Santo Patrono “San Jorge” y el
marco que conforma esta formación.

Ya en los tiempos fundacionales de la Nación, la Caballería constituyó una


parte esencial de su expresión militar, que integrada con las otras Armas del Ejército,
es el sustento de las tradiciones más puras de la Institución.

Tiene su simiente en los Blandengues de la época colonial destacados en


protección de las fronteras interiores con el aborigen, en función de su adaptación a la
exigencias de la vida en campaña, su adecuación a las formas de lucha del adversario
y su destreza en el manejo del caballo.

La caballería ingresó a la historia Patria cuando un puñado de criollos de a


caballo que, bajo el mando de Don Juan Martín de Pueyrredón, se empeñó, contra los
invasores ingleses en Perdriel.

Pocos años después un nuevo arquetipo orgánico, con gran disciplina e


instrucción nació en los cuarteles del Retiro, bajo la inspiración del entonces Teniente
Coronel Don José de San Martín: con el primer Escuadrón del Regimiento
Granaderos a Caballo, base primigenia del Regimiento Inmortal, crisol de soldados,
escuela de honor y cuna de héroes.

Desde entonces, en la larga sucesión de hechos trascendentes de la historia


de la Patria, la participación de la Caballería fue plena y constante.

Desfilan así, en este recuerdo, las impetuosas cargas y entreveros de los


Granaderos en San Lorenzo, Chacabuco y Maipo, las acciones sorpresivas y
relampagueantes de las “partidas” de Guemes; las cargas de los escuadrones de
Ramón Balcarce, Polledo y Diego González Balcarce en la Batalla de Tucumán y las
del Capitán Rodriguez en Salta.

Por su gran movilidad, destreza y bravura el hombre de a caballo, adquirió


preeminencia en la conformación de las fuerzas durante el prolongado período de las
guerras civiles por la Organización Nacional, lucha áspera y cruel, de pasiones
exaltadas, que bajo la divisa e intereses de gobernantes y caudillos fueron cimentando
la forma de gobierno representativa, republicana y federal.

Capítulo muy particular ha escrito también la Caballería, en la lucha contra el


indio, durante las Campañas del Desierto, plena de sacrificios, privaciones y penurias
ilimitadas, en el desierto patagónico y los montes norteños, en pos de la reafirmación
soberana de argentinidad y consolidación política.
En orden de las Guerras Internacionales, como olvidar la acción de la
Caballería en el Combate de Ombú con los escuadrones del General Mansilla y luego
en Ituzaingó con jinetes como Lavalleja, Lavalle, Pacheco, Paz, Zufriategui y
Brandsen, que con magnifico empuje y en acción envolvente hicieron crítica de la
situación enemiga y decidieron prontamente la memorable batalla.

Como no recordar que en esa brega constante el soldado de caballería, tuvo


en el caballo su principal elemento de combate, conformando un binomio inseparable
en el escenario bélico.

Binomio, que siendo símbolo de dos naturalezas distintas, ha constituido en


una perfecta simbiosis, un basamento excelso de empuje impetuoso, audacia y coraje.

Me he detenido en la mención de estos hechos, extendidos en el tiempo por


un lapso más de un siglo, con el propósito de hacer un homenaje a los sufridos
soldados que padecieron, y a su inseparable compañero el caballo, y señalar
particularmente en esta ceremonia, cual es la simiente del Espíritu del Arma que da
origen a los primeros eslabones de nuestra tradición y Espíritu de Arma, que se
sustenta y fortifica en aquel sentido heroico de la vida de nuestros legendarios jinetes
y que son imperativos de ineludibles compromisos que exigen nuestro empeño y
nuestra voluntad, cualquiera sean los carriles orgánicos impuestos por la
modernización.

En efecto los tiempos han cambiado y acorde con la evolución impuesta por
la aparición de nuevos elementos de combate, la caballería ha desmontado y ha
trastocado el caballo por vehículos blindados.

Pero en el Arma, si bien han cambiado las estructuras y sus componentes, se


han mantenido vigentes los conceptos de que honrar la tradición, es honrar la Patria,
que la gratitud es un sentimiento pero también un deber inexcusable y que es el
espíritu el que otorga continuidad a los hechos de los hombres.

El soldado de Caballería, como todo saldado de Ejército Argentino, claudica


cuando se trata de la defensa de la Soberanía, puesto que significa la defensa de
nuestro patrimonio físico y moral, de nuestras instituciones y de nuestra entera
realidad nacional, signada desde sus orígenes por la civilización cristiana.

Consecuente con ello, volvió al ruedo de la lucha en la década de 1970,


demostrando, ante el ataque que sufriera la Guarnición Azul, sede del Regimiento de
Caballería Blindado 10 “Húsares de Pueyrredón” y del Grupo de Artillería Blindado
1, cual es su recio temple en el cumplimiento responsable del deber y de la victoria
militar.

Otros hechos relevantes jalonaron posteriormente la participación de la


Caballería en esa lucha distinta.

Basta mencionar el Operativo Independencia en los montes tucumanos y el


Combate en el Arsenal de Monte Chingolo.

Y siguiendo por el camino ancho de la historia, la Caballería a escrito nuevas


páginas, que sumaron honores, heroísmo y nuevos reconocimientos a su patriotismo y
abnegación, en la tierra irredenta de Nuestras Malvinas, escenario donde el Escuadrón
de Exploración de Caballería Blindada 10, cumplió con creces las misiones que se le
fijaron, mitigando con ejemplar patriotismo y honrosa conducta el infortunio del
epílogo malvinense.

Debemos recordar también, la participación de la Caballería, cuando


inesperada y sorpresivamente un grupo subversivo irrumpió arteramente en el Cuartel
de La Tablada, cuartel que compartían el Regimiento de Infantería 3 y el Escuadrón
de Exploración de Caballería Blindada 1.

Escenario éste, donde nuevamente quedó el testimonio de las aptitudes


integrales de nuestra Caballería, para enfrentar la lucha con valerosa decisión y
heroísmo, reafirmando una vez más el espíritu del arma, el sentido de cooperación y
de camaradería.

Estos acontecimientos ya pasaron y son parte de la historia de Nuestra


Caballería. No debemos renunciar a esto que valoramos como propio y autentico, ni a
su legitimidad, ya que ha costado las vidas de quienes lucharon con el
convencimiento de una elevada y noble actitud.

Soldados de Caballería:

En la pureza de su esencia, la profesión militar nada cambió para nosotros,


puesto que el reglamento sigue vigente en su expresión de que “la preparación para la
guerra es el objetivo primordial de las actividades de los cuadros en el ejercicio de sus
funciones”.

Tal cosa requiere una mentalidad, una conciencia, una aptitud y una fuerza
espiritual de sostén y presión.

Ser profesional, parte necesariamente de una vocación y únicamente vencen


los que ponen todo el peso de su carácter en la profesión, pues la indiferencia o la
flojedad produce magros resultados.

Por último pido a Dios y a nuestro Santo Patrono “San Jorge” que iluminen
nuestro camino, reafirmando nuestra devoción por la tradición. Que la hidalguía
continúe rigiendo nuestras normas de conducta, que mantengamos el arrojo y la
confianza que proporciona la actividad ecuestre y la sana y jovial camaradería que es
el apoyo solidario.

Así y solo así seremos fieles a la esencia distintiva del Espíritu del Arma.

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