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JORGE R. FARINELLA
¡VOLVEREMOS!
EDITORIAL ROSARIO
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA ASOCIACION
DE VETERANOS DEL RI 4, CORONEL “VGM”
D JORGE PASOLLI, CON MOTIVO DE LA 4ta
EDICION DEL PRESENTE LIBRO
CONFERENCIA PRONUNCIADA POR SU EXCELENCIA, EL
EX PROVICARIO CASTRENSE MONSEÑOR VICTORIO
BONAMIN, EN LA CIUDAD DE ROSARIO, EL DIA 4 DE
ACTUBRE DE 1985, CON MOTIVO DE LA
PRESENTACION DEL LIBRO.
EDITORIAL ROSARIO
Av. Centenario e/Suipacha y Balcarce.
City Bell – 1896 TE.: 80-0633
LA PLATA
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Prohibida la reproducción total o parcial
sin la debida autorización de los Editores.
IMPRESO EN LA REPUBLICA ARGENTINA.
PRINTED IN ARGENTINE.
PROLOGO
Escribir, así sea una mísera línea para un libro como éste, im-
plica un privilegio que honra y enaltece. Por eso estos párrafos prologa-
res, tienen algo de un orgullo insoslayable.
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Por su intermedio, resurgen ante nosotros las jornadas inverosímiles de
la batalla acribillada de dificultades.
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a la tropa, con el ejemplo permanente de una conducta insuperable; los
que la impulsaron al heroísmo, con el tradicional coraje de una entereza
sin parangón; los que rezaban en voz alta, pidiendo la victoria que Dios
no quiso dar…Los de la primera línea que por haber visto cara a cara al
agresor, pueden hoy repetir, como propia, con legítimo derecho, la arro-
gante afirmación de Lavalleja: “No soy de los que miran con catalejo al
enemigo:.
RICARDO MIRO
Coronel ®
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DEDICATORIA:
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ADVERTENCIA AL LECTOR
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Por otro lado, porque en la vida militar los hombres tienen nombre
y apellido para asumir las responsabilidades de sus faltas, pero también lo
tienen para sus méritos.
Porque hay un sano orgullo que manifiesta la virtud propia del sol-
dado: el valor, la disciplina, el sacrificio.
Para finalizar cabe señalar que en este libro han colaborado de cer-
ca su señora esposa, el joven dactilógrafo, Juan Agustín Flores y se ha sentido
impulsado a concretarlo por el Coronel D. Ricardo Miro Valdés.
Pese a ser obvio, el autor no es escritor, pero tiene en muy alta con-
sideración esa noble vocación, que no le desagradaría descubrir. Supliendo
en algo esta importante deficiencia, lo vertido aquí son hechos objetivos
vividos personalmente (1), observados o extraídos de los sucedidos a otros
camaradas.
El Autor
1) Todas las anécdotas sin identificación de quien las vivió pertenecen al autor, señalado
como el Capitán u Oficial Logístico.
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INTRODUCCION
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tejió con grandezas y miserias.
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los montes que ocupábamos y tenían que doblegarnos.
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Este puñal, como otros similares, ha sido
fabricado por los Cuadros del RI 4, y exte-
rioriza el compromiso espiritual asumido
luego de la derrota.
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“Si los preliminares son acertados, la batalla será fácil”
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PARTE 1
PRIMERAS VIVENCIAS
MIL LIBRAS CERCA NUESTRO
Creo que no me equivoco al decir que los dedos de una mano so-
bran para contar a aquellas personas que no se sentían fascinadas y con orgu-
llo en aquel lugar, tan lejano en la distancia pero tan cercano en el querer.
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Entre aquel material que esperaba ser cruzado se encontraban unas
30 toneladas de munición y explosivos, 5 toneladas de leña trozada y pre-
parada en cajas, 1 tonelada de pan de grasa, los disparadores de los cohetes
antitanques, pese a que se transportaron 150 cohetes que luego no fue posi-
ble usar, y muchas otras cosas más.
Ya habíamos comenzado a pagar las consecuencias de la falta de conoci-
miento de los procedimientos operativos de las otras fuerzas hermanas.
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Luego de más de una hora de búsqueda, nada habíamos encon-
trado, más que minas antipersonales, “caza bobos”, de las lanzadas por los
aviones enemigos durante el ataque, y que se encontraban esparcidas por
toda la zona.
Nadie supo bien porqué esa noche, los soldados que habitualmen-
te descansaban bajo la carpa de la “U”, se habían ido a dormir al hangar, con
el que nada tenían que ver.
Lo cierto fue que aquel primer ataque dejó un saldo de varios muer-
tos, y que nuestros soldados, por obra del azar o la Providencia, pudiendo
haber perdido la vida de encontrarse donde normalmente estaban, resulta-
ron ilesos.
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Hay que tener presente que este es sólo uno de los in-
numerables cráteres que producían los proyectiles enemigos.
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Hangar donde se encontraba el personal. Su techo estaba intacto antes del 1º de
mayo.
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INCREIBLE PERO REAL
Uno de los días siguientes nos comunican que había “alerta negra”,
lo que significaba posible desembarco anfibio en la zona.
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cualquier ruidito o movimiento extraño me aceleraba el pulso y no me pasa-
ba desapercibido.
Como medida de seguridad, el Capitán nos había hecho preparar
distintas posiciones, entre ellas un par de pozos de zorro.
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Cuando observé no podía entender razones.
Había matado al Sargento 1°.
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pero para él nuestro idioma era inglés, de modo que interpretó que debía
continuar haciéndose el muerto porque estaba el lugar lleno de enemigos.
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LAS CONDICIONES METEOROLOGICAS
Y EL TERRENO
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boca arriba, permaneciendo ahí en espera.
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II
III
Nuestros borceguíes eran muy buenos, pero una vez que la hume-
dad los traspasaba no había solución para andar con los pies secos; por más
media seca que se tuviera, no aguantaban cinco minutos en ese estado una
vez calzado el borceguí, así que para que la humedad y el frío no terminaran
poniéndolo a uno fuera de combate con “pie de trinchera” era necesario
masajearlos diariamente.
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Así que nuestro primer problema fue adaptarnos a ese ambiente
geográfico totalmente desconocido en sus detalles y tan distinto a aquel del
cual procedíamos.
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Parte del personal de Cuadros y Soldados que luego de soportar un temporal en
el Puesto de Socorro se disponía a reconstruírlo.
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ASI ENTRAMOS EN SITUACION
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contacto con la muerte. Varios Soldados yacían sin vida.
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Instalados en un nuevo lugar, serían las 2 de la tarde cuando muy
contentos veníamos presenciando la caída de un avión alcanzado por la
artillería nuestra.
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Vista parcial de la Base Aérea Militar Malvinas, luego del bombardeo del 1º de
mayo.
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¡ALERTA BLANCA!
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desembarco de comandos enemigos.
Una mañana alguien en la posición grita “alerta blanca del S”. En los alre-
dedores la gente corría a tomar posición, colocándose su casco y esperando
al enemigo.
Evidentemente el grito había sido muy potente, y el que no lo oyó fue igual-
mente imitando la actitud preventiva que veía, de manera que casi toda la
posición quedó alertada por unos momentos.
Tuve que explicar que eran tres o cuatro ovejas que habían aparecido y que
solamente se alertaba al “grupo rescate” para que les “echaran el guante”
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LOS PROBLEMAS DEL TRANSPORTE
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Para un día de combate hacían falta 160 proyectiles para mortero de
120 milímetros, que equivalen a 1.345 kilogramos, aproximadamente; de mor-
teros de 81 milímetros, 334 proyectiles, que equivalen a 1.815 kilogramos.
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Si pensamos que como mínimo entramos en combate con unos tres
días de abastecimiento, tenemos un total estimativo de 1.989 bultos, para lo
que eran necesarios 1.062 viajes, a fin de subirlos hasta la posición.
Un sólo hombre, realizando dos viajes por día, precisaría 531 días
de trabajo para subir los 1.989 bultos en 1.062 viajes. Teniendo en cuenta
la situación táctica existente, podía disponerse de un promedio de 50 hom-
bres, diariamente. Sin la acción directa del enemigo sobre la posición se
precisaban 10.9 días de trabajo para subir la carga necesaria para tres días
de combate.
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Desde el primer día hasta el último, en forma permanente, se estu-
vo transportando carga, sin haber terminado de subirla en ninguna de las dos
posiciones.
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ir y tomarlos por propia iniciativa.
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Contenedor usado como polvorín. Un amanecer poco común por la sensación
de paz que se refleja en el paisaje.
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GUERRA ELECTRONICA
Charles Maurras
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Esa noche del 22 al 23 de mayo me encontraba en el Puesto de Co-
mando con el Cbo 1ro Gacitúa y el Tte 1ro D’Aloia operando el radar cuan-
do la pantalla acusa la presencia de un barco; mientras sacábamos el rumbo
y la distancia al mismo, la pantalla se llena de “bastoncitos” de aproxima-
damente, un centímetro de largo y no fue posible volver a localizarlo en
ninguna otra frecuencia.
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REFLEJOS DE LA MORAL
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A tal punto influía la información radial, que en la situación de
incertidumbre en que vivíamos se generaba en algunos espíritus una especie
de “dependencia” de la información escuchada, y que era difícil de contra-
rrestar
II
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Apuntando a ellos es que esa noche ofrecí como postre a los in-
vitados, un improvisado mástil de alambre con un trapo blanco colgando,
que colocado en el centro de todos y bajo la luz penumbrosa de unas velas,
presenciamos en silencio mientras se quemaba.
III
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Posiblemente el transcurso del tiempo atente contra las expresiones
más genuinas del alma, especialmente cuando las circunstancias exteriores
cambian; pisando tierra firme, es fácil olvidar las promesas hechas en medio
de la tormenta.
Aún hoy sigo pensando que ese pequeño gesto más allá de las cir-
cunstancias y el tiempo, se entronca con el sentir Católico y Mariano que
vio nacer a nuestro Ejército y en consecuencia a nuestra Patria, señalándole
el camino de la grandeza.
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Preparación del Guiso Carrero. Sobre la mesa un pedazo de cordero y debajo,
una morocha.
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Foto tomada en el Mte Wall, luego de finalizada una de las varias misas de cam-
paña celebradas por el Reverendo Padre PICCIN ALLI, en las posiciones de primera línea.
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EMBOSCADA FRUSTRADA
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Yo dejé a los dos soldados con la poca leña juntada y continué
buscando un poco más. Me había alejado unos 200 mts; desde el lugar que
ocupaba en el terreno divisaba con facilidad a los dos soldados, que ya se
habían desplazado, uno del otro, unos 100 metros, e intentaban aplicar una
técnica de emboscada a unas ovejas, esperando que éstas entraran dentro de
la trampa.
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UN OASIS DE COMBUSTIBLE EN LA SOLEDAD
“Los necios dicen que aprenden a fuerza de experiencia; yo prefie-
ro aprovechar la experiencia de los demás”
Capitán B. H. Liddelhart
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El transporte por avión se lo había hecho con los tanques vacíos,
como medida de seguridad; el número de vehículos y la distancia a nues-
tra posición, la más alejada por camino transitable, atentaban directamente
contra la escasez de combustible.
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déficit de 15 litros por cada provisión.
Como a una vaca lechera, le extrajimos 2.000 litros de Gas Oil, lue-
go que el ingenio de nuestros mecánicos hizo funcionar una descompuesta
bomba expelente que se encontraba como parte el tanque.
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SORPRESA
Con el correr de los días y con todos los comentarios que fui escu-
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chando parecía que no todos los Kelpers sentían agradecimiento por vivir en
nuestro suelo.
No domino el inglés pero creo que con mis ojos les manifesté todo
lo que sentía en aquel momento y que ellos lo recibieron.
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MUERTOS POR HAMBRE
Napoleón Buonaparte
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Periódicamente nos entregaba el Centro de Operaciones Logísticas
víveres para 3 ó 4 días, de modo que nuestras reservas las manteníamos y
cuando era oportuno reforzábamos el menú.
Los alambrados que los Kelpers tienen en nuestros campos son sos-
tenidos por postes de chapa, lo que da una idea de la “facilidad” para con-
seguir leña. Las varillas que separan los alambres, son de madera y desde ya
que las usamos. Pero había que juntar los de media isla para hacer un mate
cocido, de modo que el problema subsistía.
Sin entrar en más detalles, sintetizo diciendo que toda madera que
existía en nuestras inmediaciones fue usada.
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Recuerdo que en esos días previos a la partida, con el Capitán Sifón
diseñamos un dispositivo simple y manuable para sostener y calentar las
ollas y que funcionaba a gas natural. El mismo fue construido por la gente de
talleres del FCGU. Lamentablemente quedó con la carga en Río Gallegos.
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que actuar.
Cuando el enemigo ocupó los montes que enfrentaban nuestras
posiciones, la situación se agravó aún más.
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viajes esos 2 ó 3 días por hombre.
Seguramente el enemigo cuando ocupó nuestras posiciones se en-
contró con alimentos o restos de ellos, porque incendiábamos todo lo que
podíamos cuando la posición caía.
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EL VALOR DE UNA CARTA
Para paliar en algo esa espera comencé a llevar para los Cuadros y
Tropa, correspondencia que llegaba por cantidades dirigida a cualquiera de
los que pisábamos ese suelo y como un signo de respeto y reconocimiento a
esa gran retaguardia que nos apoyaba y que era toda o casi toda la Nación,
ordené que cada uno que abriera una de esas cartas debía asumir el compro-
miso de contestarla, para lo cual llevaba todo el papel que en el correo y en
la Policía Militar me conseguían.
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Recuerdo haber contestado varias de esas cartas. Era todo un com-
promiso que sentía por semejante gesto, era reconocerles a los demás, que
cada uno peleaba desde su puesto en esta guerra, ya que todo el conjunto era
necesario. Perdíamos o ganábamos todos los argentinos, no sólo una parte.
Varios fueron los trámites que hice con el Señor Caballero, Jefe de
nuestro correo en Malvinas, hasta que, con sus buenos oficios, logramos
recibir la primer saca.
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SOBRESALTOS A DIANA
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proximidades. La aviación enemiga atacaba a la compañía helitransportada
que se encontraba a unos 700 metros del lugar.
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LA POSICION RENGA
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Un confuso despertar nos sorprendió una mañana; 3 ó 4 aviones
Sea Harrier ingleses volaban en círculo en el Mte Kent mientras bombardea-
ban y ametrallaban a esa reserva helitransportada. Las columnas de humo
comenzaron inmediatamente.
Sabíamos que había que tratar de hacer una cortina de fuego unos
100 mts adelante, en la dirección de avance del avión; cuando esto se ejecu-
taba uno fue tocado y comenzó a echar humo. Todos se batieron en retirada.
Creo que todos o casi todos los Cuadros nos dábamos cuenta de
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la importancia de lo sucedido y evitábamos demostrarlo para que ello no
influyera negativamente en el espíritu de nuestra tropa.
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Ametralladora 12,7 en posición en el Mte Wall emplazada en dirección del mar.
Al pie del monte, y a unos 2000 metros, se distingue el camino que llegaba
hasta el lugar y un contenedor enmascarado.
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UN DIA DE DESCANSO EN PUERTO ARGENTINO
Charles Mauras
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del Grupo Apoyo, Sarg Solís, y después, el día 17 de mayo tuve la suerte de
hacerlo yo.
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sonrisa en los labios.
II
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De regreso al centro del pueblo me encontré con dos de los cama-
radas con quienes hacía apenas 2 meses había egresado, el Subt Aguirre y el
Subt Salvattore, pertenecientes a la Ca Ing Mec 10 y que estaban ubicados en
Puerto Argentino. Aguirre estaba además agregado con su sección a la PM.
Antes del atardecer fui al correo a mandar los telegramas que había
hecho cada soldado de mi sección a sus familias y los que estaban en el
lugar me ofrecieron cartas para los soldados; por supuesto que mi respuesta
fue directamente abrir mi bolsa de rancho y contestarles que los del 4 se los
agradecían.
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III
Aquél sale con una patrulla hacia el lugar; yo sentía una inquie-
tante “picazón” en el cuerpo por mezclarme con la patrulla, pues olfateaba
acción, una situación distinta a las vividas hasta el momento.
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medio de la oscuridad. A mi me latía con fuerza el corazón, no por temor,
pese a que pensaba que podía recibir un tiro desde cualquiera de las tantas
habitaciones que había, sino por la preocupación de ser sorprendido.
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Parte del personal de la Policía Militar. que apoyó en todo lo que pudo al
Regimiento 4. Vista parcial de la Iglesia Católica.
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Una de las pocas casas de piedra que los Kelpers y la estación de policía,
atacada por un helicóptero inglés.
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Los “Salvajes Argentinos” tienen un sentido de respeto por la propiedad privada
que no poseen los británicos. Una de las medidas de protección de las propiedades
privadas deshabitadas.
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Primer cementerio argentino, donde descansaban los restos de los muertos por
el bombardeo del 1º de Mayo. Allí también se sepultó un piloto inglés.
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REFLEXION
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cardinales. Ellas son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
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Tiene: Un acto principal: el martirio.
LA FORTALEZA
No tiene: Partes subjetivas, por tratarse de una materia
muy especial y del todo determinada.
b. A la magnanimidad - Presunción
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- Ambición
- Vanagloria
- Pusilanimidad
c. A la magnificencia - Tacañería
- Despilfarro
d. A la paciencia - Insensibilidad
- Impaciencia
e. A la perseverancia - Inconstancia
- Pertinacia
De los cuatro vicios que se le oponen, tres son por exceso y uno por
defecto.
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d. La pusilanimidad, que por defecto se opone a la magnanimidad y es el
pecado de los que por excesiva desconfianza en sí mismos o por una humil-
dad mal entendida no hacen fructificar todos los talentos que de Dios han
recibido.
Es una virtud para todos los hombres, pero en particular para aque-
llos que mas poseen en el orden material.
Se le oponen dos vicios, uno por defecto y otro por exceso, respec-
tivamente:
El despilfarro: que lleva a gastar fuera de los límites de los prudente y vir-
tuoso.
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Santo Tomás al tratar el problema de la perseverancia en el bien,
sostiene que es imposible sin una especial ayuda de la gracia. Perdida la
gracia, se pierde la perseverancia.
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3. Hace al alma intrépida y valiente ante toda clase de peligros o ene-
migos.
Los apóstoles cobardes y miedosos abandonaron a su Maestro en
la noche del Jueves Santo, pero en la mañana de Pentecostés se
presentan ante el pueblo con una entereza y valentía sobrehuma
na, sin temer a nada, confesando al Maestro a riesgo del martirio.
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que para soportar sin el menos desfallecimiento ese “martirio a
alfilerazos” que constituye la práctica heroica del deber de cada
día, con sus mil pequeños detalles y peligros. Este principio, que es
válido en cualquier género de vida cristiana, posiblemente tenga
su máximo exponente en la vida religiosa.
La fortaleza puesta a prueba en la resistencia al enemigo, cuan-
do es la única forma de oponerse que resta y se la lleva a verda-
deros extremos en el sacrificio, puede producir méritos iguales y
aún sobrepasar el martirio de sangre.
Ese dar la sangre “gota a gota”, casi oscuramente y hasta el agota-
miento, es el “heroísmo de la pequeñez”. Cada lector podrá juzgar,
a través de estas sencillas pero veraces páginas a los hombres
que vivieron la guerra en un pozo.
El don de fortaleza, en efecto, en contra de lo que se cree
comúnmente, consiste menos en emprender con valor grande
obras por Dios y por la Patria que en soportar con paciencia y con
la sonrisa en los labios todas las pequeñas crucifixiones de la vida.
La misma virtud fue sin duda, la que templó los nervios de aque-
llos pilotos que abordaban sus máquinas con una sonrisa de se
reno desprecio por la muerte, para lanzarse después, sin titubeos
al ataque del usurpador, atravesando las cortinas de fuego, en
proezas inverosímiles de abnegación heroica.
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porque sobre los efímeros favores de la fortuna prevalecen las per-
durables conquistas del honor, porque si hay algo que redime, es
la sangre de los mártires, de los héroes, sobre cuyos despojos, en
definitiva, se edifica inconmovible la Nación Soberana.
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ESTE MONUMENTO FUE DONADO
AL GOBIERNO POR LA FALKLAND
ISLAND COMPANY LIMITED
PARA CONMEMORAR EL CENTENARIO
DE LA COLONIA COMO POSESION BRITANICA
1833-1933
(Gravado existente en el monumento que se encuentra ubicado a un costado de
la Iglesia Anglicana).
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PARTE II
LA RESISTENCIA
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EL REPLIEGUE
La Ca “B” del Tte 1ro Arroyo ocupaba el Harriet desde unos 10 días
atrás cuando el resto de la unidad recibió la orden de cambiar de posición y
ocupar el Harriet y el Two Sisters.
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tas zonas donde los helicópteros pudieran aterrizar.
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sobrevolar por la costa y se retiraron.
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amos ningún arma antiaérea debido a que por error, en medio de la confusa
situación vivida las había enviado en viajes anteriores. Debí dejar por segu-
ridad una hasta el final.
El enemigo que nos pisaba ”las barbas”, esa noche ocupó con su
artillería las alturas que habíamos controlado por un mes mientras el Regi-
miento comenzaba a cavar sus nuevas posiciones al son del cañón pirata.
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Fuera de las alturas, el aspecto general del terreno el el que se observa, lo que
representaba un problema para obtener un lugar a cubierto desde donde resistir los ataques
aéreos enemigos.
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Helicóptero en la actividad de repliegue. La marcación amarilla facilitaba la
identificación de los del enemigo.
Camión replegando carga hacia Mte. Two Sisters, los edificios que se distinguen
pertenecían al Cuartel de los Marinos británicos.
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NOCHES PARA RECORDAR
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húmeda turba.
Lo positivo de todo esto, era que uno lograba olvidarse de que es-
taba de “panza” en el agua empapándose, del frío, del connebeff y las galle-
titas, y además sin siquiera correr se transpiraba y la circulación se activaba,
resultando de todo esto que uno se renovaba física y espiritualmente.
Pienso que debe ser un buen método para las personas que tienen
problemas de circulación.
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moribundos a quienes salimos a socorrer, al igual que otros.
Esta había sido una noche bajo el fuego, que se repitió durante
medio mes más.
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No otra cosa sino que el “lugar” propio de la fortaleza en ese caso
ya descripto de extrema gravedad en el que la resistencia es, objetivamente,
la única posibilidad que resta de oponerse; y qué sólo y definitivamente en
una situación tal es donde muestra la fortaleza su verdadera esencia.
104
UN MILAGRO MAS
105
luego de cumplir trabajos de carga.
Como disponía de muy poco tiempo para alistar mi fracción fui
personalmente a verlo al Jefe de Regimiento y le solicité autorización para
replegarme más tarde y conseguí además que un helicóptero transportara los
víveres y la munición que habíamos acumulado en 1 mes y 3 días.
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Zona de campos minados. Eran fáciles de confundir si no se conocía perfecta-
mente su ubicación.
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MARTIRES POR LA PATRIA
Jordán B. Genta
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Del puesto de Comando del Jefe de Sección nos trasladamos al del
jefe de Compañía, donde recibí la misión de salir en patrulla, raciones de
combate y algunas bengalas. Aproximadamente a las 11 horas nos retiramos
a cumplir la misión.
Debía tomar contacto con el Cabo Balcaza, que con otra patrulla
se encontraba próximo al Mte Wall y había informado haber escuchado
hablar en inglés. Nos miramos con los Soldados y reímos; no sé si por
nerviosismo o porque aún no habíamos visto tropa enemiga y nos costaba
creerlo.
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pedía apoyo a los soldados que había dejado a retaguardia y no obtenía-
mos respuesta, le ordeno al soldado Páez que salte hacia retaguardia que
lo protegería con el fuego de mi fusil. Al hacerlo recibe un tiro en el brazo
derecho pero logra ocupar una nueva posición y me grita que salte yo que
él me apoyaba.
110
ese día a su Milicia Celestial a dos valientes Guerreros Argentinos, que desde
el Chaco y Corrientes habían llegado para custodiar ese suelo como mártires
de la Patria.
111
VIVENCIAS DE UN DIA CUALQUIERA.
Subt Mario Héctor Juárez
112
quedaba en el Wall, de modo que lo acompañé.
Cuando vimos que nada se podía hacer por los muertos, casi inten-
té introducirme por el armamento. No me conformaba tener que enfrentar al
enemigo con 5 fusiles y 32 pistolas como estaba armada mi Sección morte-
ros; me sentía inseguro.
113
Luego de trasladar los heridos al hospital regresamos a completar el
combustible.
En esa oportunidad, el Tte Ramírez me dijo “pierdo potencia nos
caemos”. Yo no entendía nada.
114
Moody Brook, ex Cuartel de los Marines. Nada de ésto quedó en pie. Luego de
finalizado el duelo de artillería.
Por las alturas que se ven al fondo, se encontraba la última línea de defensa
argentina.
115
EL PLACER DE UN BAÑO CALIENTE
De más está decir mis deseos de estar bajo una ducha de agua
caliente.
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Al llegar al pueblo y luego de algunas gestiones, se presentó la
situación de que el Capitán necesitaba un auxiliar logístico con quien poder
repartir sus actividades y terminé con la misión de retirar munición para
mortero 81 mm, para ametralladora 12,7 mm, para cañón 105 mm y unas
3.000 minas antipersonales para los campos que debíamos minar.
Un mayor del arma de ingenieros del Cdo Br I III había venido para
colaborar con nosotros en la instalación de los campos minados y fui para
dejarles las minas que traía. Cuando vio las ovejas, me pregunta por su ori-
gen y destino.
Y me replica luego que yo no tenía perdón por lo que había hecho,
que era una barbaridad.
117
Yo cada vez me hacía más chico y quería que la tierra me tragara.
Pero mi sorpresa no fue solo encontrarlo.
II
118
cimos un pequeño fuego, para que nos templara un poco el ambiente.
119
Contenedor almacenando munición, ubicado en la zona del puerto.
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LA ARTILLERIA PROPIA
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Inicialmente se nos había agregado una Batería de Artillería, pero
fue retirada al poco tiempo.
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nativa que seguir descendiendo pues era más seguro que detenerse, en esa
situación.
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LA IMPORTANCIA DE UN DETALLE
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El seis de junio el enemigo ocupaba las alturas que teníamos frente
al monte TWO SISTERS, cuando recibo la orden de mi Jefe de Sección de
realizar una patrulla de exploración; tenía que tratar de observar durante
la noche, qué actividades realizaba el enemigo, para lo cual debía llegar a
él hasta donde el terreno y el alcance de “mi vista técnica” me permitieran
observar.
125
En este caso se veía como una luz de linterna, de modo que no le
fue difícil al enemigo ubicarnos.
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PODEROSA ARTILLERIA
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Efectivos ingleses habían penetrado en parte de la posición y al ser
descubiertos se los batía con fuego cruzado.
Nos cobramos algo de los sobresaltos en que nos hacían vivir desde
unos cuantos días, los cañones enemigos.
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Una de las piedras que protegía nuestra posición y que tendría unos
tres metros de ancho había quedado como si la hubiese agarrado el “penado
catorce” con un pico.
129
EL CHASQUI
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Asegurar un permanente enlace entre las compañías fue un verda-
dero problema y el primero se nos manifestó con las comunicaciones radia-
les. El enemigo respondía con precisión en sus fuegos en cada oportunidad
que un valiente intentaba comunicarse por radio.
Tal era la eficacia que ya en los primeros días nuestra antena quedó
fuera de combate por efecto de un proyectil de cañón que pegó sobre ella.
131
¡Se cortó la línea! Alguien nos avisaba o lo detectábamos desde
la central telefónica y allí, sin más drama ni preparativos desafiando a la
muerte, en busca de la gloria, un guardahilo salía caminando bajo el fuego
enemigo, asido del cable hasta encontrar el lugar donde hacía falta la repa-
ración.
Hoy cierro los ojos y se me pone la piel “de gallina” al pensar en aquel infier-
no de explosiones y ver a cualquiera de nosotros, los infantes comunicantes,
caminando como si nada sucediera a nuestro alrededor.
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MOMENTO CRUCIAL
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Estaba conectado a un improvisado circuito eléctrico el cual modi-
ficamos y por medio de un cable más largo lo conectamos a un teléfono de
campaña a través del que encendíamos su motor cohete.
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Los disparos continuaban, y se aproximaban; a éstos se le sumaban
gritos por todas partes, órdenes, explosiones de granadas, de cohetes.
Intenté comunicación con la Compañía Comando y Servicio del
Comando de la Brigada III, que estaba en la pendiente descendente izquier-
da, y me dijeron que los atacaban; probé comunicación con el Puesto de
Socorro, ubicado entre los morteros y la Sección del RI 12, pero tampoco
contestaron.
El Teniente Coronel me llama desde el Puesto de Comando y cuando me
dirigía hacia él, me encuentro con el Tte 1ro D’Aloia, con quien vemos unos
20 ó 30 ingleses que avanzaban desde Port Harriet House. En la cima del
Monte tomamos posición dándoles frente; una ametralladora ya nos abrió el
fuego. Disparamos unos PAF y PDEF que teníamos y uno de ellos la puso fue-
ra de combate; continuamos unos treinta minutos combatiendo contra ese
grupo enemigo, que era uno de los tantos que atacaban; hasta el momento
nos beneficiaba el ocupar la altura y la superioridad numérica enemiga se
equilibraba un poco.
El pozo estaba con agua con hielo y aquella nos llegaba hasta la
cintura. Una ametralladora disparaba desde nuestro frente y no nos per-
mitía salir del lugar. Cada tanto nos tiraban con sus lanza cohetes descar-
tables, a los que llamábamos “motoneta”, por el ruido que hacían al ser
disparados.
135
pozo que ocupábamos, y se encendió, comenzando a largar chispazos de 20
ó 30 centímetros de alto.
Esto nos paralizó a los dos, creo que hasta el corazón nos dejó de
latir. El cohete en el suelo y con el motor en ese estado apuntaba hacia don-
de nos encontrábamos, con la desgracia de que el pozo estaba al pie de una
roca y esta haría estallar el cohete cuando él se estrellara contra ella.
136
El Subt Pasolli y el Tte 1ro García se encontraban cerca abriendo el
fuego en otra dirección, lo mismo que el Sargento 1ro Cáceres; les pegamos
el grito para que tiraran contra la ametralladora que teníamos a nuestro frente
y éstos haciendo fuego reunido con sus fusiles la silenciaron transitoriamente
permitiéndonos salir para ocupar una nueva posición y continuar comba-
tiendo.
137
LA CRUZ ROJA
138
do blanco, en todos los costados, techo y capot.
Estos fueron los únicos vehículos que penetraron hasta el pie del
monte en busca de heridos o moribundos y ello se debió al coraje de los
suboficiales conductores de la Unidad, porque todo lo que caminaba no iba
al asador, pero…
139
Pudimos continuar con esa ingrata tarea de evacuación hasta el
último día.
Fue el valor ético del pensamiento lo que nos hizo seguir hasta el final, en
ese camino de sacrificio.
140
LA SECCION MORTEROS PESADOS POR DENTRO
141
zarla. Lo cierto, es que no faltaban los sapucay y mientas el enemigo aban-
donaba su posición y su artillería, ni lerda ni perezosa que había reglado su
tiro sobre el lugar, no se hizo esperar para castigarnos con todo su rigor.
142
Mientras le vendaban su muñón para detenerle la hemorragia, el
Soldado Romero se aproxima a decirme que le dolía la espalda.
143
CAMARADERIA
144
había contado en mi esquema mental.
El motivo era muy lindo pero muy inconveniente para ese momen-
to.
145
EL CONFORT DE LAS POSICIONES
146
De modo que decidida la tarea esa noche, aprovechando la oscu-
ridad, bajo la fresca lluvia comenzamos a trabajar. Ocuparíamos la posición
nosotros dos y un soldado.
Mientras uno cavaba los otros dos llenábamos con las manos las
bolsas con tierra.
147
bate provino de la fabricación casera obrada en aquel lugar: un mortero de
60 mm.
Alguien podía pensar que este puesto sería, por lo menos, un lugar
donde el Jefe de Unidad en una habitación bajo tierra entre cigarro y café
observaba las cartas en una pizarra. Pero no. Este puesto era un miserable
agujero de unos ochenta cm de diámetro por unos dos metros de profundi-
dad, ubicado horizontalmente, en cuyo fondo se encontraba la radio, y una
persona podía permanecer estirada, pero si eran más, debían hacerlo senta-
dos con las rodillas tocándose el pecho.
148
Así estábamos en ese momento mientas le informaba al Jefe de
Unidad las novedades.
En esa circunstancia detectan con sus oídos que se les viene en-
149
cima una feroz descarga de artillería e instintivamente se arrojan al foso. A
escaso un metro explotó uno de los proyectiles. Y según contaron, los levan-
tó medio metro y por unos instantes se quedaron sofocados y aturdidos, la
reacción de ambos fue ponerse a rezar en voz alta.
150
Soldados ocupando una posición de lujo en Puerto Argentino (no pertenecían a
la Unidad).
151
¿VALOR?
152
lo que se puede para aplicar lo que ya se sabía, puedo decir que está corro-
borado en la realidad que nos tocó vivir.
153
En el turno que finalizaba a las 24,00 horas se encontraba el Sar-
gento González, que pasados unos 45 minutos en su guardia me dio la no-
vedad de la ausencia de su relevo.
Soy un Oficial y con fallas o sin ellas, estoy preparado para la gue-
rra y para sobrellevar las duras y penosas situaciones que allí se presentan.
Pero eso no significa que pierda la capacidad de dolerme ante el sufrimiento
ajeno o de que el corazón no se me “estruje” ante un panorama descarnado
como el que estaba presenciando, luego de concurrir al llamado del Sarg
González.
No tengo porqué negarlo; era un hombre mío que hacía pocos días
me había sido agregado; proveniente del Cdo Br I III y a quien casi ni cono-
cía, pero se me escapaban las lágrimas.
Tapamos los restos con una manta para disponer de ellos al ama-
necer.
154
Este segundo hombre no había podido ser ubicado, no porque no
se encontraba su posición, sino porque un cañonazo había caído sobre ella,
desintegrándolo físicamente.
Con cuanta sabiduría los clásicos griegos han hablado del valor, de
la serena intrepidez, como virtud específica del Soldado.
155
YO, EL INCREDULO
156
Mi educación o tal vez seudo educación había sido fiel a la reforma univer-
sitaria de 1918.
Los allí presentes fueron tomando para sí y para su gente. Yo, que
estaba sentado en un rincón soslayaba lo que ocurría, pero finalizado el re-
parto sobró uno y no se cómo ni porqué apareció en mis manos. Alguien me
lo tuvo que dar.
Ya con él, sin desearlo, decidí llevarlo al Puesto de Socorro, que era
mi Cuartel General, y en ese lugar, en vez de colgármelo, preferí enganchar-
lo pendiendo de uno de los parantes de la carpa, y le recordé a mi gente que
allí lo colgaba para que nos brindara protección a todos los que habitábamos
en el puesto.
Mi segunda relación íntima con este talismán fue una oscura noche
de fuerte viento, torrencial lluvia e intenso frío.
157
teníamos construidos en proximidades de la carpa, que era el lugar físico del
Puesto de Socorro donde se efectuaban las curaciones y guardábamos todos
los elementos necesarios para ellos.
Luego de recobrarlo me dijo que podía mover las manos y los pies
pero que estaba ciego.
158
De modo que no me quedó más remedio que esperar el día en ese
lugar.
Había llegado el momento cúlmine de mi segunda íntima relación
con el talismán de la suerte, creo que ya me refería más respetuosamente a
ese ordenamiento de cuentas.
159
Algún día Volveremos y ese símbolo Mariano enclavado en las en-
trañas de aquel suelo irredento será desenterrado y regresará a la Sección
Sanidad, donde creo que quiso estar desde el principio.
160
FOLKLORE A PRUEBA DE TIROS
En esos interminables días que el enemigo nos acosaba con sus caño-
nes, cada uno reaccionaba en forma distinta, pero con algunos aspectos comunes
a todos.
161
La posición la compartía con el Sarg 1ro García, el cbo 1ro Sán-
chez, el Dragoneante Benítez y los Soldados Alarcón y Eulosevich.
Como dice San Agustín, “ama y has lo que quieras”. Así era como vivía-
mos, porque quien ama sólo quiere el bien del amado, del amigo, del camarada.
162
LA NOVIA OLVIDADA
No era necesario ningún tipo de orden sobre esto, pero como mis
actividades de mecánico, con mayor facilidad que a otros, me llevaban a
dejar mi armamento en cualquier lugar, me había autoimpuesto no abando-
narlo por ninguna razón, tarea que me resultaba pesada y molesta.
163
estaban muy dañados.
164
NOCHE GRIS
Jordán B. Genta
Uno sumiso, leal, un tanto apocado, muy sencillo, el otro más avis-
pado más “ligero”, también leal y buen Soldado. Duros y sufridos como el
165
quebracho, oriundos del indomable Chaco.
Jesús Salto y Luis Parduk. Este último ya había sufrido un accidente
al caérsele un cajón lleno de medicamentos sobre la cabeza mientras des-
cansaba tirado en el suelo.
Hacía dos o tres días que intentábamos hacer una buena posición a
unos 100 metros del Puesto de Comando del Jefe de Regimiento cuando re-
cibo la orden de instalarme mas cerca. No había muchos lugares para elegir,
ni mucho tiempo, porque el enemigo batía con eficacia toda la zona y nos
mantenía prácticamente aferrados en las cubiertas quitándonos casi toda la
libertad de movimiento.
166
para protegernos de las esquirlas que rebotaban de roca en roca, pasábamos
los minutos, que eran similares a los de la eternidad.
Esa noche llevábamos unas dos horas en ese trance cuando Par-
duk me avisa que Salto había sido herido. Luego de preguntarle si se podía
desplazar, le indiqué que viniera donde me encontraba, mientras me sacaba
todo lo que tenía encima y salía de la bolsa cama.
167
abrazaban su región abdominal, la mano derecha colgaba a la altura de su
muñeca, casi separada totalmente del cuerpo.
El médico le hizo todo lo que era posible con los medio y en las
circunstancias que vivíamos y recién a las cuatro horas de haber sido herido
pudimos bajarlo y llevarlo al hospital, distante unos 20 km.
Me resta decir, qué fue lo que pasó con la posición elegida por mí
para los dos Soldados.
168
No entró ningún cañonazo en la “V”, sino que temerosos por la
intensidad del cañoneo, buscaron un lugar que les pareció más seguro, ale-
jado unos 50 metros, y varias explosiones se sucedieron próximas a ellos
hiriéndolo una esquirla a Salto y cuando Parduk regresaba en su búsqueda,
luego de darme la novedad; otros proyectiles caían cerca y al arrojarse sobre
su amigo recibe la herida.
Yo no creo en eso de que “no hay dos sin tres”, pero luego que lo
saqué del hospital, lo dejé en Puerto Argentino cumpliendo otra misión me-
nos peligrosa.
169
¿PARA QUE SIRVE EL CASCO?
170
Había sido victima de la artillería enemiga, sufriendo múltiples he-
ridas, pero ninguna en la cabeza, gracias al casco, al que probablemente le
debió la vida.
171
BAUTISMO DE FUEGO
Había sido una práctica que observábamos desde los primeros días
172
que llegamos y era una necesidad continuar con ella.
Cada posición estaba rodeada, por lo menos, con dos s tres cráteres
de proyectiles de artillería, a menos de tres metros cada uno.
173
De regreso a mi lugar, con el radio operador, Soldado Teodoro FLO-
RES, rezamos un rosario, y siendo las 22,00 horas me dispuse a dormir.
En segundos recordé que hacía dos o tres días habían pasado Co-
mandos nuestros en dirección al Mte Kente al mando del My Rico, pero
también recordé que habían prometido avisar por dónde regresarían.
174
darme seguridad y darle seguridad a quienes lograran oírme.
Desde las alturas del Harriet habían comenzado a disparar las 12,7
del Subt Duarte y Pasolli y ese volumen de fuego hizo que los británicos
retrocedieran un poco.
175
El Sargento Montellana con su grupo llegó como refuerzo. Bre-
vemente les expliqué en qué consistía nuestro “reducido contraataque” y
salimos en busca del enemigo; queríamos explotar en algo más este éxito
parcial.
176
A esta altura de los acontecimientos tenía cuatro muertos y varios
heridos; para mí ya no era simple expresión decir que la guerra lleva las co-
sas a su proporción adecuada y que pone en un primer plano candente, lo
decisivamente importante para el hombre, dejando a un costado las ocupa-
ciones frívolas de su cotidianidad. La guerra, en este sentido, es una escuela
de ascetismo.
¿Quién me lo negaría?
177
RADARES HUMANOS
178
cañón averiado por el fuego de contrabatería inglés. Mientras volvíamos la
zona comenzó a ser batida por el fuego de la artillería enemiga. Echamos pie
a tierra del vehículo y con el Principal continuamos avanzando, mientras el
camión nos seguía.
179
REECUENTRO FILIAL
(Diálogo del Coronel MOSCARDO y su hijo Luis antes que éste fuera fusi-
lado)
180
Cuando llegué a Río Gallegos traté de comunicarme con él y me
informaron que se encontraba en operaciones en alta mar. Mi desvelo au-
mentó.
Esta fue penosa; pero mucho más para mi. Contaba en ese momen-
to, cuarenta y tres años de edad y sentía el peso del equipo aligerado y del
bolsón porta equipo que estaba bien completo.
Esa primer noche tuve que levantarme por el intenso frío que sentía
y además, para auxiliar algunos hombres que al costado del camino se en-
contraban más congelados que yo.
181
nente conversación era sobre la actitud que asumiríamos los enfermeros
ante el ataque enemigo.
El Tte 1ro médico opinaba que nuestros fusiles no tenían por-
qué ser disparados. Únicamente los heridos debían ser nuestra preocu-
pación.
Sin cruz roja y con el fusil en una mano y la jeringa en la otra, ter-
minó nuestra orientación operacional.
182
si llegaba la oportunidad. Nadie dejó de disparar con lo que tenía.
A fines de mayo contábamos con la mitad de los cincuenta y
un bultos que cruzamos. Parte se habían perdido el 1ro de mayo y parte
en el repliegue. La disminución de medios en la asistencia médica era
considerable.
Recuerdo que el primer herido de gravedad fue traído una noche a poco de
estar en el Harriet.
183
En la primer oportunidad que tuve pedí permiso y me dirigí ha-
cia el BIM 5.
184
Tenía a mi “cachorro” conmigo.
185
UN CAMBIO EN EL EMPLEO DE LA
MUNICION TRAZANTE
186
Así fue como las tropas que ocupaban posiciones en Mte Challen-
ger (3/C/RI4) lograron “tocar” a un avión Harrier y en posteriores ocasiones
obstaculizar considerablemente los ataques aéreos a baja altura del enemi-
go.
187
EL RECUERDO DE MI PADRE
188
encontraban las posiciones de la Sección del Subt Jimenez Corbalan.
Por suerte, hacía unos días habíamos recibido algunos visores noc-
turnos y el Tte 1ro tenía uno. Pasolli estaba a mi derecha “prendido” de una
ametralladora 12,7 mm, D’Aloia con su FAL a mi izquierda y yo con el mío.
189
grito: -“¡Cabo García no sea…, mire donde tira!”
Desde luego que corrigió la puntería.
El cañón pirata vuelve a rugir con furia sobre nuestra posición, para
cubrir el repliegue de sus tropas; nos mantuvimos unas dos horas continuas,
esperando que pasara el cañoneo.
190
“SAPUCAY”
191
En esa oportunidad tenía fuera de combate al Jefe del 2do Grupo de
Tiradores y en su reemplazo se encontraba un Soldado Dragoneante.
192
Pero de noche y con el fuego enemigo no todo era igual.
Este es uno de los tantos momentos vividos con mis “menchos”, y
que recuerdo con cariño.
Ahora había que trabajar rápidamente para que el día no nos en-
contrara sin un pozo hecho, en el cual protegernos.
193
CIEGO EN COMBATE
Cabo 1ro José María González
194
de Comando. Se encontraba emplazada al pie del monte y próxima al
camino.
El Sargento Sanchez nos pegó el grito para que con todos los Sol-
dados disponibles nos ubicáramos para cubrir parte del ataque que provenía
desde el camino. Para ello debíamos bajar porque desde nuestro sector no
se podía tirar con eficacia. A cubierto comenzamos el descenso. Llegando al
lugar elegido nos estalló un cohetazo a dos metros; nos habían descubierto
y un arma automática nos disparaba desde unos 200 metros.
195
El otro ojo, el derecho, comenzó a nublarse y no pude ver más. Le
grité al Sargento que estaba herido y no podía ver. Este le ordenó al soldado
Araujo, que se encontraba cerca de mí, que me llevara hacia arriba a otra
posición, la de los soldados, que era más segura.
Parece que por un buen rato yo no escuché nada; creo que perdí el
conocimiento.
196
Comencé a desesperarme. Comencé a sentir que la muerte me ron-
daba y no podía ver por dónde. Me sentía inútil.
197
ción de gateo y reanudé el desplazamiento.
Lo único que quería era salir de ese lugar, reunirme con mi Sec-
ción, con mi Regimiento.
Las manos casi nos las sentía del frío por el hielo que había; no
tenía guantes en aquella circunstancia.
198
pocas municiones. Había estado apoyando el repliegue de su Sección y tras
quedarse solo en el fragor del combate, se había dado cuenta que yo estaba
ciego. Le dije que debíamos replegarnos y que él sería el guía y debería ha-
cer lo que le indicara.
199
oído. Le contesté, de igual manera, que esperaríamos un poco y luego baja-
ríamos y de no poder hacerlo esperaríamos al siguiente día.
200
que sonaba.
Hay que cerrar los ojos en silencio, hacer volar un poco la imagi-
nación y, sin juicios prematuros, meterse dentro del cuero de cualquiera de
esos hombres como de tantos otros y apenas se habrá logrado un esbozo del
estremecimiento indefinible que sentíamos en las entrañas.
201
Giré en dirección a la voz y alcancé a ver el resplandor de luz que
se filtraba por debajo del poncho. No podía creerlo. Estaba comenzando a
ver de nuevo.
Próximo a él, yo veía como una franja blanca y le pregunté que era
eso, deteniéndonos.
202
Me dijo que eran muchas personas que se encontraban sobre el
camino y en la zona de la tranquera y que creía que eran de propia tropa.
Yo tenía que ser fuerte; debía ser fuerte. No podía dejarme vencer
203
por el miedo de no ver y estar cruzando en cuatro patas un campo minado.
Tenía un soldado a mis órdenes.
204
Llegamos luego al BIM 5, pero no me podían curar en ese lugar, de
modo que continué hasta Puerto Argentino, donde me realizaron las prime-
ras curaciones y me evacuaron en un avión C130 al continente.
205
REFLEXION
“Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza,
tu hijo, si no muy rico, bien azotado. Abre los brazos y recibe también a tu
hijo Don Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor
de sí mismo; que según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que desear-
se puede:”
206
Esto me recuerda aquella solicitud socrática hecha a los sofistas
que acababan de condenar al filósofo acusándolo de corromper a la juven-
tud con sus enseñanzas. Sócrates les suplicaba que cuando sus hijos fueran
mayores, los hostigaran, los atormentaran como el los había atormentado,
si veían que preferían las riquezas o cualquier otra cosa a la virtud; y si se
creían algo no siendo nada, que no dejaran de sacarlos a la vergüenza públi-
ca, porque no se aplicaban a lo que debían y creían ser lo que no eran; pues
así era cómo él había obrado con ellos.
207
nian esta afirmación. ¿Qué nos diferencia entonces, en el espíritu, de lo que
sentía y creía un hombre cualquiera de la Defensa y Reconquista de Buenos
Aires, un Saavedra, un Belgrano, un San Martín, en el siglo pasado?
208
PARTE III
LA DERROTA
“El pleito de la Patria es necesario ganarlo o perder-
lo, pero nunca transarlo con mengua del honor”
Félix Frias.
ASI VIVI LA DERROTA
Subof Pr Lucio Galarza
212
El enemigo llevaba más de una hora gastando munición sobre la
posición.
213
Varios ingleses corrían de un lado a otro. Uno cayó destrozado por
un cañonazo.
Yo miraba hacia la posición del BIM 5, que ya era otro lugar infer-
nal.
214
Caminando con todos los heridos avanzamos hasta Fitz Roy.
Era un panorama indescriptible de gente sangrante, deshecha col-
gada de otro y que con caídas y tropiezos avanzaba.
215
Y nuestros jóvenes, a quienes especialmente los atrae lo concreto, y
para muchos de ellos no existen los valores idealistas sin su correspondiente
soporte humano, y que hacen de lo que ven, de lo que observan y en particu-
lar de lo que viven, su propia filosofía, podrán tener volviendo simplemente
sus cabezas, modelos contemporáneos nacidos de una derrota.
216
LA NOCHE FINAL
217
El personal a mis órdenes, ya se encontraba bajo una tensión ner-
viosa elevada, debido a las diferentes situaciones vividas y al cañoneo de los
buques o artillería de campaña que nos tenía ya casi sin respirar. Los peores
momentos eran durante la noche cuando el fuego de hostigamiento enemigo
se incrementaba, a su vez, los pies mojados la mayoría del tiempo, iban
lentamente minando la resistencia de los hombres.
218
proyectiles hacían impacto sobre el terreno pedregoso, levantando miles de
partículas y de esquirlas mortíferas.
219
trábamos el Subteniente Pasolli, el Sarg 1ro Cásceres, el Sarg Gerez y el Sarg
Barrios. Este último que pertenecía al servicio de banda y había ido como
corneta, en una bolsa de rancho nos repartía munición.
Las horas pasaron volando; eran las dos de la mañana y caía unas
de las mayores heladas de aquél tiempo.
El avance enemigo se lo veía cada vez más ceca’ dejamos las pri-
meras posiciones y nos replegamos unos 20 m armando otra línea de defen-
sa, pero sabíamos que mucho más no íbamos a poder resistir.
220
únicas cartas que había recibido de mi esposa. Me las coloqué en el bolsillo
izquierdo, junto a mi corazón, como mi mayor tesoro.
La voz inglesa por cuarta o quinta vez nos intimaba rendición. Has-
ta entonces nuestra respuesta fue el fuego. Esta vez ya era imposible. No
teníamos escapatoria y la muerte era lo único que nos quedaba.
Una voz triste dio la respuesta y salimos con las manos en alto.
Sentía que me invadía la tristeza’ luego de casi tres meses el invasor y sus
socios habían vencido en esta batalla.
221
Nacional.
Hombres a quienes no les importó tener que soportar el frío, el
viento, las heladas o el agua, como tampoco el fuego enemigo, resistiendo
hasta olvidarse de si mismos y derrochando valor y sacrificio desde el primer
al último día en que una generación tuvo el coraje de decir:
“Durante un par de horas parecía que todo iba a salir mal. Azo-
rados en las laderas por los intensos disparos de ametralladoras y tiradores
apostados, avanzaban lentamente y a duras penas. Vi caer a varios hombres
heridos de bala y a otros les alcanzó la metralla de la continua cortina de
fuego que disparaban a distancia. Los hombres que teníamos enfrente no
iban a ceder si no era tras una lucha encarnizada:.
222
MI FINAL
Subt Mario Héctor Juárez
223
La situación se mantenía muy crítica desde hacía varios días y no
había muestras de que pudiera cambiar. Yo sabía que nuestra misión era de
sacrificio y la presión enemiga nos ahogaba.
Resistir o morir.
Serían las 23,00 horas cuando el Cabo 1ro Cortez, que estaba de
seguridad, me avisó que los “gringos” se venían por la retaguardia.
Mi posición estaba protegida por una roca hacia el frente y una pila
de cajones con tierra, enmascarados, en un costado.
224
Había estado esperando el momento final, el de entrar en combate
cuerpo a cuerpo, dilucidar rápidamente qué sucedería, porque la espera era
torturante, demoledora.
Sentí que recibía varias esquirlas en todo el cuerpo y por unos mo-
mentos no alcancé a ver nada, producto de la explosión.
De repente estalló.
225
Uno de los hombres voló por el aire y el que tenía la radiomochila
cayó hacia delante y comenzó a gritar en forma inhumana, desesperado.
Uno de los ingleses, pateó los cajones y disparó una ráfaga de ame-
tralladora que pegó en mi costado. Yo esperaba el remate. Me cortaría por la
mitad con otra ráfaga.
No disparó…
226
Este mismo hombre me arrastró fuera de la posición y me sentó
contra una roca.
227
Pasado ya un tiempo y luego de escuchar tantos juicios de lo actua-
do en Malvinas, me viene a la memoria aquella reflexión de Federico Nietz-
che en la que expresa que el que no quiere ver lo que hay de más elevado
en el hombre, busca con mirada penetrante lo que hay en él de más bajo y
superficial, y con esto revela su propio ser.
228
DOBLE RECONOCIMIENTO
229
su oblación.
Así hice una primera clasificación entre mis hombres, los más
adaptados, los más ruidosos, los más capaces y los otros, los más oscuros,
los más apocados, los conformados, los que no tenían problemas, pero que
tampoco mostraban condiciones especiales.
230
Luego, como en sueños, cruzamos los cielos continentales de la
Patria, y yo con mi Sección, con mis soldados, unos con los ojos azorados,
otros más “cancheros”, pero todos tensos, aunque sin miedo, con alegría a
veces y otras, con gracia, por las novedades que hacían padecer situaciones
grotescas a mis, desde ahora cariñosamente llamados, “menchos”; pero iban
aprendiendo y se adaptaban.
Nos asignaron un lugar, luego otro y así varios por varios días, hasta
que se fueron ajustando los planes y conformando dispositivos.
231
panorama de la isla.
232
se oía detrás de nuestra posición. Habían tenido éxito, los desprendi-
mientos y repliegues de las fracciones mayores que nos encuadraban
ya se habían realizado, el apoyo de fuego que recibíamos era cada vez
menor, habíamos quedado como la retaguardia de combate de una
tropa que había cumplido brillantemente con su misión de escalón de
seguridad.
Nos guiamos por la luz de las explosiones, por el ruido del combate
y a cada paso vamos acariciando la gloria que desea de alma el Soldado.
¡Vivo en paz!
233
El enemigo no lo sabe, pero ya son nuestras; no podrán quitar de la
turba la sangre vertida que se escurrió al corazón mismo de la tierra, ni po-
drán ahuyentar nuestros espíritus que viven y gozan del triunfo y de la Glora,
en espera de que ¡VUELVAN!
234
EN LAS PUERTAS DEL CIELO
“Si es temeroso el morir, puede ser que sea más peligroso el vivir
mucho.
Bienaventurado el que tiene siempre la hora de la muerte delante
de los ojos, y se dispone cada día a morir.
Si has visto alguna vez morir a un hombre piensa que por aquella
carrera has de pasar”
Tomás de Kempis
235
El doce de junio fue un día muy especial para mí; en esa fecha Dios me
concedió la gracia de prolongarme la vida varias veces.
236
corona de espinas que lo consagraba como uno de los tantos mártires que la
Patria ha dado en la década anterior y en la presente.
Desperté con luz y todo blanco; estaba medio tapado por la nieve.
Habrían pasado unas diez o doce horas desde que perdiera el conocimiento.
237
Mis dos mechos, valientes hasta el final, sólo atinaron a pedirme la
última orden “¿qué hacemos mi Subteniente?”
Que podía decirles; era tiempo de morir. Tantos habían caído, por
qué no nosotros, que después de todo sabíamos porque moriríamos. Lo ha-
ríamos en una justa guerra. ¿Qué más podíamos pedir?
238
en uno de los cuerpo a tierra que había ejecutado antes de caer herido.
239
240
NO PUDO DAR MAS
241
Aquel doce de junio el subteniente D Oscar Augusto Silva se en-
contraba de patrulla en GOAT RIDGE con la misión de evitar infiltraciones.
Lo acompañaban una docena de hombres de su Sección, mientras que el
resto permanecía vigilante en la zona que ocupaban en el Two Sisters.
Pero tenían que hacerlo por ese lugar debido a que el terreno esta-
ba cubierto de campos minados propios y los Subtenientes no conocían bien
su ubicación.
242
Los Subtenientes se iban turnando para marchar a la cabeza de la
gente, en las zonas donde pensaban que podrían existir minas.
243
Allí permanecieron el resto del día doce y la madrugada del trece
sin novedad y fueron agregados a la Sección de ingenieros anfibios, que
ocupaba y defendía la cresta topográfica del Tombledown.
244
al permitir o facilitar el olvido?
¿No cree que hay compromisos que son deudas y que obligan y a
los cuales no se puede renunciar por temor a la muerte?
Poseerán nuestra islas por algún tiempo más, pero no duden todos
los ingleses que ¡VOLVEREMOS!
245
246
¿USTED LA HABRIA QUEMADO?
“He dicho a usted bastante; quisiera hablarle más, pero temo quitar
a usted su precioso tiempo y mis males tampoco me dejan; añadiré única-
mente que conserve la bandera que le dejé y que la enarbole cuando todo el
Ejército se forme; que no deje de implorar a Nuestra Señora de las Mercedes,
nombrándola siempre nuestra Generala y no olvide los escapularios a la tro-
pa; deje usted que se rían: los efectos le resarcirán a usted de la risa de los
mentecatos que ven las cosas por encima”
247
El Capitán me había ordenado recorrer la zona y ubicar personal de
la Unidad que llegara replegándose.
El lugar señalado como punto de reunión era una casa de los kel-
pers, donde se había montado una especie de descanso al que el hombre
concurría solamente con su armamento y sentado en el piso y cerca del
fuego de un hogar se secaba mientras limpiaba su armamento, escribía una
carta o rezaba un Rosario. Además los convalecientes que no revestían gra-
vedad, terminaban sus curaciones en aquel sitio. Pero tenía poco tiempo de
funcionamiento.
248
hacía cargo de la Bandera a partir de ese momento, colocándosela a modo
de faja alrededor de su cuerpo y colgándose la cuja debajo de su ropa.
249
Al anochecer el enemigo ocupaba la mitad de la ciudad y la otra la
había rodeado.
Con esa idea me dirigí al Hospital Civil, que aún quedaba en poder
nuestro, porque el Militar que estaba unos metros más alejado, se encontra-
ba ocupado por el intruso.
No era lo más prudente que el enyesado fuera yo, sino que debía
buscar a otra persona.
No soy hombre de obrar por lo que dicen sino por lo que pienso,
pero el género humano suele tener una subrraza muy preocupada por lo qué
hacen o dejan de hacer los demás. También cualquier otra persona podía
materializar mi idea.
250
Llamé a solas al soldad González; era una forma de reconocimien-
to al coraje de esa Subunidad, de la cual había estado cerca.
251
Se la daría a González una vez embarcados.
252
labras del poeta “Jamás ha sido atada al carro triunfal de ningún vencedor de
la tierra”: y ocultándola (el modo, ruego se me disculpe el no revelarlo para
hacer el uso de él cuantas veces me lo requiera la Patria), siendo ya pasada
la media noche, comencé a realizar el operativo infiltración entre las tropas
británicas.
253
Bandera de guerra del Regimiento de Infantería 4 a su regreso de Malvinas.
254
PRISIONERO DE GUERRA
255
enemigo que dada su corrección y cultura era la imagen del caballero inglés
de viejas películas. Por mis conocimientos del idioma del adversario dirigí,
bajo las directivas que él me daba, el embarque de nuestra Unidad y de otras
Subunidades y fracciones, al Camberra.
Según él, el único enemigo eran los rusos y prestó mucha atención
cuando, a duras penas por el idioma, le expliqué que para nosotros era tan
enemigo el liberalismo (materializado en Inglaterra y EE.UU.) como el mar-
xismo. Le dije que “volveríamos” y el me contestó que no lo creía puesto que
el pueblo argentino nos daría vuelta la cara después de la derrota.
256
ral” que golpeando con su mano su MAG me decía que con ella se había
cargado muchos “argies”.
Ahora han pasado dos años y con indignación contemplo los nego-
cios en su mayoría con nombres en inglés, las series yanquis en televisión, las
tribulaciones de Lady Di en las revistas, la “desmalvinización”…etc, etc, etc.
257
MISCELANEAS DE PRISIONERO
Era un “alivio triste” el que sentía, cuando todo terminó el día ca-
torce.
258
de lo que no había sabido defender como hombre. Acabábamos de perder
las islas…y ciertamente muchos sentíamos deseos de llorar. Y por cierto tam-
bién que nadie hubiera podido recriminarnos cosa alguna, pues la defensa
había sido llevada hasta el extremo.
259
analfabeto y cuyo aspecto general, de alguna manera, lo hacía presentir.
-“Pase usted”.
II
Esa noche fui separado del resto del Regimiento junto con el Tte 1ro
Moughty, Jefe de la Ca I “A”.
260
frigorífico semi destruido por la acción de nuestros aviones.
Mientras esto sucedía, pensé que el fin había llegado. Nos matarían
a todos en ese lugar.
Creo que todo era parte de un buen plan que no había descuidado
ciertos aspectos psicológicos, tendientes a disminuir y o anular cualquier
esfuerzo de la voluntad de resistir.
Tres o cuatro medios tachos de 200 lts, uno al lado de otro, forma-
ban inicialmente el “water closet”.
261
III
262
carta de Roosvelt a Zabrousky, embajador secreto personal del primero.
Mi querido St Zabrousky:
263
Sociedad de Naciones, no se malogren de nuevo, sino que estas Entidades
interestatales y sus ejércitos añejos puedan imponer sus decisiones y hacerse
obedecer.
264
En algo me desasné, luego que regresé a mi hogar y continué, revi-
sando mentalmente todo lo que había sucedido y traté de interiorizarme del
manejo de los “resortes” instrumentados por los poderosos.
IV
265
Todo transcurría con un dejo de tristeza y soledad.
266
Y en esta justicia del Sacrificio, de la abundancia de sí mismo,
donde no se calcula la deuda sobre lo recibido, es que se funda la exis-
tencia de la Patria, su permanencia y su grandeza y sus protagonistas
deben ser los espejos donde se miren los jóvenes del presente y del
mañana.
Eso significa para mí, estar ocupando un lugar bajo la turba, y eso
lo que significan las muertes gloriosas de nuestros Soldados, Suboficiales y
Oficiales.
“Querer más bien vivir un solo año gloriosamente que arrastrar mu-
chos años oscuros; preferir una acción bella y grande a una multitud de actos
vulgares”.
267
ta al mate. Cada vez que un inglés nos veía, creía que era algún tipo de droga
que ingeríamos.
Pasados uno o dos días corría una nueva versión que algún guardia
inglés había escuchado y que amigablemente y con reserva le comentaba a
algún prisionero: -Salimos para Inglaterra mañana a la noche.
268
Dentro de mis pasatiempos había preparado un simple dispositivo
para armar cigarrillos y recibía los pedidos, siempre que no se excediera de
los seis papelitos que cada uno disponía para ello.
Teníamos improvisada una brújula con una hoja de afeitar que nos
daba motivo para permanentes discusiones. Los marinos esgrimían todas sus
teorías, lo mismo que los aeronáuticos. La cuestión era que tratábamos de
orientarnos cada vez que el trasbordador se ponía en movimiento. El alboro-
to era considerable.
269
agitaban banderas argentinas.
270
Lo más elocuente que se me ocurre decirle a este Ministro de Dios,
es que “el que por amor del amigo no repara en sufrir algún daño es hombre
justo…” (Proverbios 12, 26).
271
REFLEXION
272
Aquello de que si nos falsifican la historia es porque quieren robar-
nos la patria es tan patéticamente cierto, que una sociedad organizada pero
sin conciencia de su origen, de sus Padres, de su principio de Ser, es presa
fácil de la indefinición, de la duda, del extravío.
273
levantase la bandera de la Restauración de la Soberanía; la Verdad tiene peso
propio y gravita decisivamente en el alma cuando la educación logra hacér-
sela ver.
Lo mismo que sucede con esta causa nacional, sucedería con tan-
tas otras causas, si se tuviera la prudencia y fortaleza de mostrarlas.
274
nales, pensamos que la hora ha llegado de poner a prueba sus “bravatas” y
sus amenazas extorsivas. Si Argentina lo hace, en esta oportunidad, tal vez
protagonice con esta actitud uno de los movimientos más constructivos en
todo el presente siglo en la historia de Occidente”.
¡Voluntad de vencer!
275
No podemos ni tenemos derecho a esterilizar la sangre y el sacri-
ficio de Malvinas, como el dolor de los deudos. Lo que merece brillar debe
hacerlo y en ese brillo se deben alumbrar los educandos presentes y futuros
o habremos traicionado a nuestros muertos.
276
“No importa en la perspectiva de la Eternidad el fracaso de
los objetivos propuestos, sino el sentido y la magnitud del
esfuerzo”.
277
JALONES
1
Entre las explosiones y las balas
arranques de valor eran tus gestos.
Retabas a la muerte en los combates
Y te encontró la muerte combatiendo!
Y de bruces caído para siempre,
Con los brazos de par en par abiertos
Parecías besar las islas nuestras
Que presentías se te estaban yendo.
Y así quedaste, gladiador quebrado,
Sobre el erial del aterido predio…
Con lágrimas de DIOS en la llovizna
Con réquiem de clarines en el viento.
No pudiste volver, como soñabas
Con un puñado del terruño nuestro
Pero lograste concretar la gloria
De jalonarlo con tus propios huesos!
2
El filo desgastado de tu pala
fue buril en las lomas y los cerros;
allá quedó tu posición, marcando
con tatuajes profundos los repechos;
tu fusil, al tirar, dejó su firma
sobre el duro talud del parapeto;
los vados, con las huellas de tu paso
que el frío congeló, tienen tu sello;
la tierra que sorbió tu sangre joven
es de la raza de su propio dueño!
Y avarienta retiene tus despojos
Reliquias frescas del fatal asedio!
Las nevadas platean tu descanso…
La quietud acompaña tu silencio…
Pero la guerra sigue, camarada,
Sin cañones, sin pólvora, sin término!
278
3
Pues tu misión perdura bajo tierra
Más allá de las armas y del tiempo;
Más allá de los íntimos crespones
Con que el dolor acuna sus recuerdos;
Más allá de la pena de tus padres;
Mas allá de sus llantos y sus rezos,
Con estos hitos del deber, que siguen
Sin rendirse, plantados en sus puestos;
Jalones inmutables que no ceden;
Centinelas helados, esqueléticos
Que con su voz admonitoria gritan
El mandato que surge de tu ejemplo!
¡Algún día pondremos a tus plantas
el pabellón del agresor, deshecho
y ha de ser tu tuya la victoria nuestra
que por los siglos, velará tus restos!
279
ANEXO I
(1) 7 oficiales eran jefes de Sección, de manera que al quedar fuera de com-
bate, sus fracciones continuaron a cargo de esforzados Suboficiales, muchos
de los cuales eran muy jóvenes y sin experiencia para conducirlas; esta defi-
ciente situación, se tornaba crítica en extremo, cuando había que replegarse
bajo presión enemiga
280
ANEXO II
281
ANEXO III
MATERIAL Y EQUIPO
PERSONAL
PUENTE AEREO
282
28 Abr. 82 - Se interrumpe el transporte aéreo para la Unidad.
30 Abr. 82 - En tres vuelos más se recibe parte del material que aún quedaba
en RIO GALLEGOS y se corta definitivamente el transporte para la Unidad.
EN MALVINAS
283
ARTILLERIA AEROTRANSPORTADO 4.
284
La Compañía “C” ocupa el MONTE TWO SISTERS.
La Compañía Comando ocupa el monte HARRIET.
La Compañía Servicios ocupa el MONTE HARRIET.
Durante el desplazamiento se suceden varios ataques de la aviación enemi-
ga. Se pierde parte del material, munición y víveres.
04 Jun 82 - Se rechaza una patrulla enemiga que cruzaba hacia TWO SIS-
TERS.
285
10 Jun 82 - La aviación enemiga ataca las posiciones en MONTE HARRIET
y TWO SISTERS.
286
151900 Jun 82 - Se embarcan los prisioneros en el buque CAMBERRA, que-
dando solamente 6 oficiales y 1 Suboficial prisioneros.
287
ANEXO IV
288
HOMENAJE A LOS HEROES QUE COMBATIERON CON EL REGIMIENTO DE INFANTERIA
4 EN LA GUERRA DE LAS “MALVINAS”.
Grupo Escultórico del Plástico Don CESAR MIRWALD. Descubierto en el Regimiento Corren-
tino de Monte Caseros, el 22 de Setiembre de 1984.
289
Habiéndose terminado la instalación del grupo escultórico que se
encuentra en la foto, un grupo de personas esperaba el anochecer con el
afán de observar los efectos de la luz sobre el mismo.
Una voz se escuchó pidiendo parte para el Jefe de Regimiento; al acercar-
se éste para atenderlo, reconoció al combatiente de Malvinas, ex-soldado
MIÑO, que había estado con la Unidad en aquel lugar.
(Las naves a las que se refería, eran las que intentaron reabastecerse
en Puerto Madryn, y fueron expulsadas por el pueblo).
ANEXO V
REUNIONES DE CAMARADERIA
1. 1982-2010
290
291
EN EL TRANSCURSO DE ESTOS 28 AÑOS, LOS SOLDADOS, SUBOFICIALES
Y OFICIALES QUE PERTENECIAN A LAS FILAS DEL GLORIOSO 4 DE INFAN-
TERIA Y SE BATIERON EN LA TURBA O ASEGURARON EL CONTINENTE,
SE REUNEN EL SEGUNDO FIN DE SEMANA DEL MES DE JUNIO DE CADA
AÑO, PARA HOMENAJEAR LA GESTA, HONRAR A SUS MARTIRES Y RENO-
VAR SU COMPROMISO CON LA PENDIENTE RECUPERACION.
2. “REGIMIENTO DE INFANTERIA 4”
MONTE CASEROS – CORRIENTES
292
3.
4.
293
5.
6.
294
7. EN RECONOCIMIENTO DE LOS ACTUALES VETERANOS DE GUERRA
DEL RI 4.
CHABUCA GRANDA
(POETISA PERUANA)
295
SI NUESTRA GENERACION NO PUDO MANTENER EN EL TIEMPO LA
SUERTE DE LAS ARMAS, NUESTROS HIJOS, NUESTROS NIETOS
O LOS QUE LE SUCEDAN LO HARAN.
296
INDICE
Prólogo....................................................................................................... 5
Dedicatoria................................................................................................ 8
Advertencias al lector................................................................................. 9
Introducción............................................................................................. 11
Pensamiento............................................................................................. 15
PARTE I
PRIMERAS VIVIENCIAS
297
PARTE II
LA RESISTENCIA
El repliegue.............................................................................................. 95
Noches para recordar............................................................................. 101
Un milagro más...................................................................................... 105
Mártires por la Patria.............................................................................. 108
Vivencias de un día cualquiera............................................................... 112
El placer de un baño caliente................................................................. 116
La artillería propia.................................................................................. 121
La importancia de un detalle.................................................................. 124
Poderosa artillería................................................................................... 127
El chasqui............................................................................................... 130
Momento crucial.................................................................................... 133
La cruz roja............................................................................................ 138
La sección morteros pesados por dentro................................................. 141
Camaradería........................................................................................... 144
El confort de las posiciones.................................................................... 146
¿Valor?.................................................................................................... 152
Yo, el incrédulo...................................................................................... 156
Folklore a prueba de tiros....................................................................... 161
La novia olvidada................................................................................... 163
Noche gris.............................................................................................. 165
¿Para qué sirve el casco?......................................................................... 170
Bautismo de fuego.................................................................................. 172
Radares humanos................................................................................... 178
Reencuentro filial................................................................................... 180
Un cambio en el empleo de la munición trazante.................................. 186
El recuerdo de mi padre......................................................................... 188
“Sapucay”.............................................................................................. 191
298
Ciego en combate.................................................................................. 194
Reflexión................................................................................................ 206
PARTE III
LA DERROTA
ANEXOS
299
300
301
302