Formados frente a la bandera, con la cara al viento y con el
pecho listo a ofrendarlo por quien nos manda es como conmemoramos hoy un nuevo aniversario de la epopeya de Mayo.-
La gloriosa Revolución de 1810 es el recuerdo patrio que
como ningún otro proceso es propicio para la evocación y el recogimiento.
Evocación y recogimiento hacia aquellos hombres y hacia
aquel pueblo que sintieron el ansia de libertad, de emancipación que elevaron el grito de libres al Sud al mundo, que rompieron las cadenas del yugo español que inflamados de bravura, ímpetu y amor ciudadano produjeron aquel episodio cuyo pronunciamiento marca el fin de una época.
Aquel 25 de Mayo que recordamos fue trascendente pro sus
consecuencias epopéyico por su generosidad y ecuanímico por su sentido universal.
Por esta trascendencia entonces rindamos culto a aquel
pueblo, ello para los soldados de profesión y para vosotros soldados dicha trascendencia debe ser una necesidad del espíritu por cuanto ello está contenida la esencia de nuestro ser nacional.
La obra fecunda y abnegada de los grandes artifices de la
nación, está exigiendo desde el reinado siliente de sus porteras moradas la acción continua de las presente y futuras generaciones para que se acredite su prestigio , agigante su solvencia moral y solidifique su nombracía en el plato del respeto mundial.
Este es el legado. Este es el Para qué de la misión que
vosotros soldados debéis cumplir ahora como tal y como ciudadano luego.
Recojamos el mandato de aquellos iluminados forjadores de
tal magna gesta de mayo. Luchemos por nuestro ser nacional, luchemos por nuestras tradiciones, luchemos por mantener con una valorización mayor de bienes del espíritu que los materiales.
Que los hombres de mayo templen nuestro espíritu que
iluminen a cada uno de vuestros superiores en las acciones de mando , a cada uno de Uds a la entrega consciente de sus actos y a todos los argentinos en comprender que la perdida de este tipo de recordaciones significará definitivamente perder a Dios perder nuestra Patria y perder nuestra familia, en cambio persevera en ellas hará lograr el anhelado bien común y un lugar preponderante en el mismo.