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UNIVERSIDAD NACIONAL” SAN LUIS GONZAGA”

FACULDAD DE OBSTETRICIA

DEPARTAMENTO ACADEMICO DE OBSTETRICIA

TRABAJO DE INVESTIGACION: ESTADO Y NACION


DEFENZA Y REALIDAD NACIONAL

1 SEMESTRE

2022-1

ICA - PERU

Índice
Resumen ___________________________________________________ 2
Introducción_________________________________________________ 3
1. CAPITULO I: MARCO TEORICO______________________________ 4
1.1. Estado ____________________________________________________ 5
1.2. Nación ____________________________________________________ 7
1.3. Visión histórica _____________________________________________ 9
1.4. Políticas públicas que consolidan la idea de la nación peruana en la actualidad_____ 11
2. CAPITULO II: CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES ____________ 14
2.1. Conclusiones__________________________________________________ 14
2.2. Recomendaciones_______________________________________________15
BIBLIOGRAFIA: Usar Vancouver _________________________________18 -19
1
2
Resumen

Las categorías Estado y nación han sido el centro fundamental de grandes debates

científicos, toda vez que se tiende a construir de manera desacertada disímiles teorías

que pretenden entenderlas como fenómenos cuya esencia resulta equivalente, obviando

desde esa dimensión la existencia de elementos que permiten, comprender la diferencia

existente entre ambas categorías. El presente artículo tiene como objetivo general

analizar en técnica jurídica la diferencia que presentan las categorías: Estado y nación.

Para ello se realiza un análisis de ambos términos, partiendo esencialmente de los

criterios emitidos por diferentes autores que desde su dimensión de estudio han

enarbolado sus postulados teóricos. Mediante la investigación se pudo constatar que el

Estado es la organización política de la sociedad que responde a los intereses de la clase

que detente el poder. La nación es el conjunto de individuos que comparten un

determinado territorio, vínculos históricos, tradicionales y culturales y una misma

organización política, o sea, un mismo Estado. Este último es un elemento de la nación,

toda vez que puede existir una nación sin Estado, pero nunca un Estado sin nación, de lo

cual se deriva que la nación es el género y el Estado la especie.

3
Introducción

Los términos Estado y nación presentan en la Teoría del Estado una posición polémica,

siendo generalmente equiparados de manera errónea como sinónimos. El surgimiento

del Estado, como institución política, está ligado al proceso de división de la sociedad

en clases.1 Ello permite afirmar que es producto de la sociedad al llegar a una

determinada fase del desarrollo en que los antagonismos de clases con intereses en

pugna, hicieron necesario un poder situado, aparentemente, por encima de esta y

llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del orden.2 La

nación como fenómeno histórico, aparece como consecuencia de la descomposición del

Feudalismo, específicamente del desarrollo y la difusión del capitalismo. En Europa

Occidental, su formación se produce por la transformación de las nacionalidades en

grupos políticos independientes como aconteció en Francia e Inglaterra.3 La formación

de la nación en el orden político fue la transformación de la organización política feudal

descentralizada en una organización política de carácter nacional: Estado-nación.4

Resulta pertinente el análisis que se propone de las categorías Estado y nación, debido a

que subsisten insuficiencias en el orden teórico-jurídico que permiten identificarla como

un mismo fenómeno. Lo cual impide la comprensión teórica de la diferencia técnica-

jurídica que existe entre ambas categorías trascendentales para la Ciencia Jurídica y las

Ciencias Políticas.

4
1. CAPITULO I: MARCO TEORICO
1. Consideraciones generales en torno al Estado. Del concepto de Estado,
territorio y población
La conceptualización del Estado como fenómeno social no está exenta de contradicción,

pues se analiza teniendo en cuenta el contexto en el cual se desarrolla. Desde la

concepción burguesa antigua en torno al Estado lo define como el conjunto de poder,

territorio y población. Para los institucionalistas, el Estado se considera como la forma

de organización de la vida de la nación, relacionada con la necesidad de centralización.

Los autores burgueses modernos lo definen, con frecuencia, como una unidad

sociopolítica total que cumple las mismas funciones que otras organizaciones sociales, y

que solo se diferencia de éstas porque las cumple mediante agencias más

especializadas.5 El Estado se interpreta entonces como una organización dirigida a las

necesidades generales

de los miembros de la sociedad y que sirve igualmente a todos los grupos sociales de la

población; obviando, de esa forma, que surge a partir de una sociedad dividida en clases

y por tanto responde a sus intereses. La doctrina marxista considera al Estado como

resultado de las condiciones económicas que consagra los intereses políticos y

económicos de la o las clases económicamente dominantes. Por lo que, se concibe como

una maquinaria funcional, un conjunto más o menos desarrollado y complejo de

organismos, órganos, mecanismos y aparatos, encaminados a imponer sobre la sociedad

la voluntad política de la clase económicamente dominante o de los sectores dominantes

dentro de las clases hegemónicas.6 Sin embargo, para lograr una definición acabada de

Estado, se impone, necesariamente, la mención de sus rasgos, es decir, aquellos

elementos fundamentales que lo tipifican y caracterizan en disímiles momentos

históricos y bajo las premisas económicas, políticas y culturales de cualquier sociedad.


5
Respecto a los rasgos del Estado, existe gran diversidad de criterios en torno a los

elementos que ciertamente deben considerarse como rasgos característicos de dicho

ente. En este sentido Bulté afirma que son cuatro los rasgos del Estado: el poder político

público, el cobro de impuestos, la territorialidad y, por último, que el Estado es el único

ente político capaz de crear Derecho.7 La territorialidad se identifica como el principio

de funcionalidad de dicha organización política de la sociedad, se entiende como el

ejercicio de ese poder político público en un determinado territorio cuyos límites

establece el Estado. Al referirse a la distinción entre Estado y nación resulta

trascendental aludir a los términos: territorio y población, elementos, comúnmente

equiparados al Estado. El primero se define como el asiento material del Estado,

lógicamente, no puede suponerse la existencia de este último si no es sobre la base de

un territorio dentro

del cual y en sus límites ejerce su poder político público soberano. Al decir de

Cañizares, el territorio constituye el signo tangible de la existencia del Estado.8 El

territorio como elemento esencial del Estado, cumple dos funciones principales: una

función de carácter positivo en relación a las personas que se encuentran en el territorio

del Estado y las cuales, por esta situación, quedan sometidas a su poder y orden

jurídico; y una función de carácter negativo o excluyente, en tanto prohíbe a cualquier

otro Estado el ejercicio de funciones de autoridad dentro de su territorio. El segundo

elemento del Estado es la población, pues no se puede concebir la existencia del mismo

si no es ejerciendo su poder político público soberano sobre un grupo de personas que

ocupa un espacio geográfico determinado. La población, por otro lado, se encuentra

vinculada a la categoría que a continuación se analiza: la nación, toda vez que la misma

se erige a partir de la concreción de dicho elemento

6
2. De las consideraciones generales en torno a la nación. Del concepto
de nación

El concepto de nación tiene su origen en el vocablo en latín natío, que a su vez deriva

del término nāscor (noción que, en español, significa nacer). Dicha expresión latina se

emplea como sinónimo de nacimiento y pueblo, pero también se utiliza para hacer

referencia a la especie y la clase.9 En este sentido, es preciso determinar que al utilizar

el término nación se puede referir tanto a lo que es el territorio de un país en concreto

como a los vecinos de este que se encuentran bajo el amparo de un mismo sistema de

gobierno. Es preciso señalar que el sentido que en la actualidad se le otorga a dicho

sustantivo tiene sus antecedentes en el siglo XVIII, período que se corresponde con los

inicios de la Edad Contemporánea.10

Según el Diccionario político,11 nación es la comunidad histórica de personas, que se

caracteriza por una estable comunidad de vida económica, idioma, territorio y carácter

nacional, que se manifiesta en las peculiaridades de la cultura y el régimen de vida de

esta comunidad. Como fenómeno socio histórico la nación surge en el período de

liquidación del fraccionamiento feudal y de desarrollo de las relaciones capitalistas,

período en el cual se forma el mercado nacional. En el Diccionario Manual de la Lengua

Española, nación es el conjunto de habitantes de un país regidos por un mismo

gobierno. Territorio que abarca este país. Conjunto de personas de un mismo origen

étnico que tienen unos vínculos históricos, tradicionales y culturales comunes, tienen

conciencia de pertenecer a un mismo grupo diferenciado, generalmente hablan el mismo

idioma y, en ocasiones, comparten territorio: la nación judía.12 La nación es definida en

el Diccionario Enciclopédico,13 como el conjunto de individuos a los que la unidad de

territorio de origen, historia, cultura, costumbres o idioma, crea la conciencia de una

7
identidad y un destino común. Conjunto de habitantes de un país regido por el mismo

gobierno. Territorio de este país. La nación ha sido conceptualizada como el conjunto

de los habitantes de un país que comparten una misma forma jurídica: la economía de

una nación. Conjunto de personas que comparten un mismo origen étnico, hablan un

mismo idioma y comparten una tradición común. Territorio en el que vive un conjunto

de personas jurídicamente organizado. 14 Al discurrir acerca del término nación, se

precisa señalar la existencia de teorías, que no solo tienden a identificarla con el Estado,

sino que la ubican dentro de los órganos del mismo. Ello tiene su origen en la doctrina

de la personalidad jurídica del Estado vista desde un criterio subjetivista de la nación.

Dicho criterio se desdobla en dos posiciones teóricas fundamentales: la tesis francesa

expone la nación como persona jurídica y la teoría alemana explica la nación como

órgano del Estado. Jellineck se erige, como corolario de la teoría de la personalidad del

Estado, al afirmar la concepción de la nación como órgano primario del Estado;

concepción que desde su propugnación estuvo sujeta a cuestionamientos doctrinales

partiendo de que, si se analiza la nación como base del Estado, punto de contacto entre

todas las definiciones del término, resulta imposible verla luego como órgano de este.

Aun cuando varios politólogos y estudiosos han conceptualizado el término nación,

este, en un sentido amplio es comúnmente identificado con el Estado, país, territorio o

habitantes de ellos, etnia o pueblo. Sin embargo, en sentido estricto, el vocablo en

cuestión presenta dos acepciones: 1) la nación política, en el ámbito jurídico-político es

un sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado; 2) la nación

cultural, concepto socio-ideológico más subjetivo y ambiguo que el anterior. Se puede

definir a grandes rasgos, como una comunidad humana con ciertas características

culturales comunes, a las que dota de un sentido ético-político. El Estado desempeña un

importante papel en la consolidación de la nación. Los antagonismos entre las clases,


8
propios del capitalismo, son típicos también de las naciones y las relaciones nacionales

en la sociedad burguesa. La enemistad entre las naciones y los conflictos y querellas

nacionales son secuela inevitable del capitalismo. Con la liquidación del capitalismo

cambia de raíz el aspecto de la nación, que se transforma en nación de tipo nuevo:

socialista.

Visión Histórica
La visión histórica de Perú -lo que entendemos y reconocemos que ha sucedido en

nuestro país- sustenta nuestro concepto (idea) de Perú, pero también la aprehensión de

la realidad que nos rodea -y que integramos- condiciona nuestra visión histórica, por lo

que es fundamental que la historia de Perú que se enseña no sólo sea coherente, sino que

también se corresponda con la actualidad. No podemos enseñar una historia de Perú

desvinculada del presente, extraña, irreal y artificiosa. Tampoco una en la que todo lo

mejor ya ha pasado -una edad de oro definitivamente sepultada- y en la que la

actualidad sólo arrastra sombras y males. En la historia de Perú, todos los peruanos han

sido y son protagonistas, ninguno puede reclamar preferencias o privilegios. La historia

del Perú descubre la peruanidad. La historia de Perú se nos muestra a menudo

fracturada, frustrada, trunca, como resultado de profundos resentimientos y traumas que

debemos superar, pero también de la manipulación ideológica y política. Me refiero a

afirmaciones reduccionistas que engendran derrotismo, vergüenza y revancha, del tipo

"la conquista acabó con un gran imperio autónomo y civilizado, puso al país en

situación de dependencia de España e inauguró la era de explotación y servidumbre", o

"la independencia fue concedida, casi contra la voluntad de los peruanos, y se pasó con

ella a otra dependencia, la de Inglaterra", o "la guerra con Chile fue de Ja oligarquía y

nos la hizo el imperialismo británico"

9
Llamamos peruanos a todos los habitantes de Perú a lo largo de su milenaria historia,

pero sobre todo -y esto es muy natural- nosotros nos reconocemos como tales, y en

función de nosotros le damos un sentido a la historia de Perú, interpretamos el pasado

peruano. Por cierto, la historia del Perú ha sido y es objeto de distintas explicaciones y

propuestas, como toda historia, pero no podemos cambiarla, aunque no nos guste.

Muchos factores ocasionan esa variedad, por ejemplo, el lugar; así, desde Lima no se

pueden ver muchos particularismos. La historia de Perú es la historia que se ha

desarrollado en el territorio peruano, son los hechos que han protagonizado -consciente

o inconscientemente- sus habitantes, los peruanos, desde los más antiguos pobladores,

hayan o no nacido allí, tengan raíces antiguas o recientes. La historia de Perú no

empieza con la llegada de los españoles. Estos se incorporan a ella como conquistadores

y colonizadores, lo que sin duda hace que cambie radicalmente. La historia del Perú

moderno es también la historia de las razas que lo han hecho en los últimos cuatro siglos

sobre bases milenarias puestas por el hombre antiguo. Los españoles no partieron de

cero; edificaron sobre lo que hallaron. Después, otros hombres los siguieron. La historia

de Perú nos muestra un proceso inacabado de formación de una nación con ingredientes

diversos. El Perú que conocemos e integramos se ha constituido lentamente. Es obra de

muchas generaciones, un resultado histórico, una consecuencia, un ser nuevo que antes

no existía, que se ha formado y sigue formándose, pues el proceso no ha concluido.

10
Políticas públicas que consolidan la idea de la nación peruana en la actualidad

En segundo lugar, en la actualidad, el Estado peruano también tiene políticas que

buscarían mantener la cohesión como nación. Eso se ve reflejado en la Constitución que

declara que todos los mayores de edad son considerados ciudadanos (Constitución

Política Peruana, 1993, Artículo 30). En ese sentido, la educación, como un derecho

ciudadano, sigue siendo uno de los principales pilares de la construcción de una

“comunidad de peruanos”. Aunque, hoy, se evidencia un cambio en la manera en la que

se muestra: ya no como una política impuesta, sino como el producto de un diálogo y

consenso. De hecho, en el Proyecto Educativo Nacional al 2021 se señala que en él “han

participado numerosos actores de todas las regiones, que representan a la comunidad

educativa y a diversos sectores del Estado y la sociedad civil” (MINEDU, 2007, p.6).

En realidad, en el documento se mencionan “nuevas promesas” que buscan un Perú en

donde 17 “todos desarrollan su potencial desde la primera infancia, acceden al mundo

letrado, resuelven problemas, practican valores, saben seguir aprendiendo, se asumen

ciudadanos con derechos y responsabilidades, y contribuyen al desarrollo de sus

comunidades y del país combinando su capital cultural y natural con los avances

mundiales” (MINEDU, 2007, p.13). Dichas promesas resultan alentadoras al mostrar un

esfuerzo en favor de la inclusión de los ciudadanos en un proyecto estatal. Esto se puede

identificar como un cambio en la composición institucional, ya que se muestra la

búsqueda tanto políticas como instituciones inclusivas. Además, la inversión destinada a

11
ese sector ha ido aumentando. Sin embargo, Ñopo (2018) afirma que “si bien esto puede

parecer un esfuerzo interesante, la realidad es que las inversiones que se han hecho en el

mundo han sido mucho más altas” (p.7). Así, las tasas de analfabetismo que, si bien han

ido bajando,

mantienen la fuerte distancia entre los sectores urbanos y rurales; la costa y las regiones

sierra y selva; e incluso Lima y el resto del país (INEI, 2013). Entonces, una vez más, se

podría decir que existe una permanencia en la baja capacidad estatal la cual no le

permite asumir el reto de una inclusión social Las cifras apuntan a que la realidad de un

país fragmentado seguiría vigente. Ello podría contradecirse con las políticas de

descentralización que se han venido enfatizando en los últimos años. Según Álvarez

(2010), para que la educación descentralizada resulte necesita de “autonomía de la

nueva entidad, porque, así, cada organismo o institución podrá definir sus propias

estrategias y prioridades de acción” (p.10). De la misma manera, es necesaria la

capacitación y el acompañamiento a los organismos involucrados hasta que se vuelvan

autónomos. Estos puntos han sido trabajados por el Estado en diferentes normativas,

pero su eficacia no ha sido lograda. Por lo cual, la ineficacia estatal aporta a la

consolidación de la fase de bloqueo en la centralización institucional. Adicionalmente,

desde el 2011, el Estado ha trabajado en una iniciativa de marca país, la cual construiría

una identidad nacional a partir del consumo (Cánepa & Lossio, 2019, p. 23). La marca

Perú nació con los principales objetivos de fomentar el turismo, la inversión y las

exportaciones. Sin embargo, su campaña de marketing también tiene ciertos rasgos que

contribuyen al orgullo nacional. Incluso Cuevas (2014) indica que “Promperú dejó de

promocionar el Perú para el extranjero y se propuso vender el Perú a los peruanos” (p.

4). Así, se han mostrado campañas publicitarias ligadas a los atractivos turísticos y

gastronómicos que
12
reproducen un discurso de identidad y de alguna manera imaginan a la comunidad

peruana dentro de una nación. Esto es posible, gracias al crecimiento de las clases

medias y al estrecho vínculo de ellas con el sistema económico. Aún así, los puntos

“comunes” que se remarcan no lograrían expresar todo el crisol de comunidades que el

Perú alberga. Por lo tanto, cabe analizar las dimensiones centrales de la marca Perú. Por

un lado, hay que recordar que los empresarios son quienes representan el arte

gastronómico del Perú en el mundo y quienes tienen los medios para poder llevar los

potajes al extranjero. Asimismo, son ellos los que presentan propuestas innovadoras y

también los que obtienen réditos por ellas. En ese sentido, cabe resaltar que, a pesar de

que la marca país se creó en 2011, Mistura (la principal feria gastronómica del país) fue

una iniciativa privada. No fue hasta 2018 que la marca Perú la acogió para posicionarla

como franquicia en el extranjero. Es decir, una vez más, el Estado peruano se ve

superado como actor en términos de iniciativa frente a los grupos empresariales.

Adicionalmente, es importante destacar que este posicionamiento, a pesar de los

esfuerzos, por lo contrario, continúa siendo un logro limeño. Como diría Valderrama

(2009) “Nuestra cultura sigue siendo centralista por antonomasia” (p.178). De hecho, se

podría decir que las comidas regionales han tenido que adaptarse al formato limeño para

estandarizarse y ganar estatus. Esto colabora con la permanencia del centralismo

institucional. Por otro lado, el sector turístico ha sido otro de los grandes protagonistas

del impulso por presentar “lo peruano” sobre todo a nivel internacional, pero que

también ha logrado calar en el territorio local. De hecho, Machu Picchu y otros recintos

arqueológicos se han convertido en un símbolo más de la “peruanidad” y motivo de

orgullo nacional. Sin embargo, a pesar de que, uno de los roles de las autoridades

locales y estatales es “colaborar con los organismos competentes, en la identificación y

conservación del patrimonio histórico, monumental y urbanístico” (MINCETUR, 2016,

13
p. 52), la experiencia puede no ser la mejor. Por ejemplo, los órganos competentes

pueden preocuparse por mantener y mejorar museos, recintos o monumentos, pero no se

preocupan por los alrededores, las calles o la calidad de vida de las personas cercanas.

En esa línea, se podría decir que el Estado está pendiente de la comercialización de

aquello que lo podría representar, pero no necesariamente se ocupa de lo que sí lo

representa y a quienes debería estar al servicio: sus ciudadanos. Así, la capacidad estatal

sigue siendo baja por enfocarse en objetivos económicos más que en los sociales, lo

cual obstruye, también, la inclusión social.

2. CAPITULO II: CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES


Conclusiones

1. El Estado es la organización política de la sociedad, que actúa como instrumento

de dominación de clases respondiendo a los intereses de la clase

económicamente dominante. 2. La nación es el conjunto de individuos que

comparten un determinado territorio, vínculos históricos, tradicionales y

culturales y una misma organización política, o sea, un mismo Estado. 3. Ambas

categorías distan la una de la otra respecto a sus marcos conceptuales y

caracteres fundamentales. En tal sentido, la nación es el género y el Estado la

especie, pues este último se erige a partir de la existencia de un conjunto de

individuos con ciertas particularidades y sobre el mismo ejerce su poder político

público soberano. 4. El Estado es un elemento de la nación, condición esta que

no se da a la inversa, toda vez que puede existir una nación sin Estado, pero

nunca un Estado sin nación, ya que necesita de la misma para desempeñarse. 5.

Las aludidas categorías difieren en relación a su origen y esencia. El Estado es el

14
resultado de la escisión de la sociedad en clases sociales antagónicas; la nación

es el producto del desarrollo y la difusión del capitalismo. El Estado es 10 un

fenómeno eminentemente político; la nación abarca más bien el ámbito relativo

a la sociedad y a los sentimientos que le son comunes a los individuos que la

integran.

Recomendaciones.

Políticamente, el individuo toma el foco de atención como respuesta al carácter

excluyente del Estado peruano. Dicho sentimiento se va agravando con las coyunturas

de inestabilidad constante que vive el país. Así, la desconfianza en la forma

“tradicional” de hacer política se fue arraigando hasta quedar en evidencia con la

elección de un “outsider” en el 90. Cabe remarcar que en dichas elecciones se centraron

más en un candidato (individuo) que en el partido (colectivo). Los partidos políticos

perdieron credibilidad y arraigo, lo que supuso que la fase de bloqueo, que permitiría

que la consolidación de la representatividad a través de los partidos políticos se frustre.

Ello debido a que primaron los intereses privados y económicos. A pesar de tener una

democracia sostenida en los últimos 20 años, estos no han venido sin traspiés que han

tenido como consecuencia la baja representatividad social. Económicamente, ocurre un

15
cambio en lo que se refiere a instituciones formales e informales dentro del mercado.

Con la llegada de Fujimori y la constitución de 1993, se asentaron las bases del

neoliberalismo en el Perú, lo cual se tradujo en diversos fenómenos. Uno de ellos es el

divorcio entre economía y política. Una separación, que es el resultado de una división

de intereses entre el Estado y los individuos. Según Foucault, el Estado solo brinda el

marco en el que se desarrollan las acciones de los individuos, pero no se inmiscuye en

ellas. Así, el individuo podría perseguir sus metas solo y 15 beneficiar a toda la

sociedad. Por este motivo, las iniciativas para el progreso económico de los ciudadanos

no parten del Estado. De hecho, incluso este último podría ser una traba para aquel. Una

perspectiva que De Soto (1987) tradujo como “costos de acceso, costos de permanencia

y costos de la informalidad que conducen a un desperdicio de recursos” (p.301). Otra

idea que se deriva de lo anterior es el emprendedurismo, el que también ha hecho crecer

el mercado informal. En este, la ciudadanía peruana se ha venido construyendo en un

ambiente en donde tiene que “hacerse sola”. . Sobre la base de lo dicho, el panorama

económico podría describirse en baja capacidad estatal y la falta representatividad

política. Términos que se han convertido en parte de una trayectoria institucional que se

ha consolidado a través de la historia republicana por lo que constituye una fase de

bloqueo. Ningún evento exógeno, como se ha observado con anterioridad, ha logrado

afectar la continuidad. Durand (1980) menciona que “el empresario tiene acceso

privilegiado al Estado e influye en él más que ningún otro grupo social” (p. 190).

Asimismo, hay un fuerte componente excluyente en la dinámica que se desarrolla en

este ámbito. Siguiendo la lógica planteada por Foucault (2007) en el párrafo anterior, se

podría creer que el beneficio de este sector empresarial podría devenir en el bienestar

general. Sin embargo, este fenómeno que varios autores han referenciado como “goteo”

es contraproducente, pues como lo menciona Tello (2011) ha “servido para promover (y

16
en algunos casos mantener) al sector informal con bajos niveles de productividad

laboral” En ese sentido, es necesario mencionar que el empresario descrito tiene un

fuerte poder económico, muy diferente al del individuo promedio, al que tampoco le

interesa incluirlo en su mundo. Ello se debería a que al “democratizarse el Estado,

ocurriría una pérdida relativa de influencia del sector privado” (Durand, 1980, p. 190).

Socialmente, continua la discriminación, la elitización y el juzgar al conciudadano. Las

ciudades han tendido a fracturarse y fragmentarse. Más aún, en los últimos años, con la

llegada de los migrantes, iniciadas en el Oncenio de Leguía (Maguiña, 2015, p. 19), se

reconfiguró la sociedad peruana. Con ello se agregó una capa más a la trayectoria de

construcción de la identidad peruana, y se produjo un cambio final en la fase de

bloqueo. Como menciona Mejía (2009), el migrante habría diseñado “espacios seguros”

para “separarse, apartarse” a los que “la sociedad oligárquica no pueda acceder” con

facilidad (p. 268). Es decir, hay una suerte de empoderamiento de las clases menos

privilegiadas, gracias al cual se empezaría a romper la concepción de inferioridad. En

este nuevo panorama, se valora la “responsabilidad ante uno 16 mismo y… hacia uno

mismo” (Bauman, 2010, p. 80). No obstante, esta nueva actitud también devendría en

un problema señalado en términos de Mejía (2019) como un “individualismo ilusorio,

que para actuar necesita únicamente del descrédito social y la justificación de la

sociedad como la suma de intereses particulares” (p. 275). En otras palabras, la

autonomía que reclaman estos nuevos individuos estaría supeditada al rechazo que

obtienen de los “otros” miembros de la sociedad. Asimismo, los ciudadanos ya no se

identifican solo con un grupo o entorno específico, sino que tienden a las identidades

múltiples. Estos grupos pueden ser considerados espacios en los que los individuos

expresan sus intereses particulares. Las redes sociales con las que interactúan los llevan

a ser parte de diferentes contextos. Aunque también se señala que el sujeto va

17
“afirmando su autonomía respecto a las instituciones de la sociedad” (Castells, 2012, p.

220). Este pensamiento se relaciona con la idea que se desarrollaba en el campo político

y económico; las personas no se identifican con lo que les ofrece las instituciones

establecidas, por lo que se salen de ese “marco institucional”. Esto podría entenderse

como un rechazo a la dependencia estamental asentada a lo largo de los años. Esta

permanencia, presenta un cambio en la trayectoria bajo influencias exógenas y

endógenas, como los factores económicos y el indigenismo. Por lo cual, la fase de

bloqueo finaliza con nuevas capas que apuntan hacia un nuevo empoderamiento de las

clases populares.

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