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Profesores:
Cannistraro, Laureano
Fortunio, María Andrea
Mustafá Magalí
Real, María
PROGRAMA FEC II – CICLO LECTIVO 2023
Importante:
Además, la docente podrá solicitar y/o sugerir otros materiales y formas de práctica
NACIÓN Y ESTADO
En la vida cotidiana es frecuente el uso indistinto de las palabras “Nación” y
“Estado” como si fueran sinónimos; pero ¿son lo mismo? La respuesta es que no. Y como
ambos conceptos son complejos de definir, a veces suelen confundirse sus significados.
Para llegar a una definición correcta de ambos términos nos conviene enumerar
los elementosque constituyen un estado y los que conforman una nación.
Todo estado tiene los siguientes elementos, que son necesarios para su
conformación:
Entonces, luego de conocer cuáles son sus elementos, podemos decir que el
Estado es la institución que organiza y regula las relaciones entre los habitantes de un
territorio para asegurar la convivencia pacífica y que promueva el desarrollo del proyecto
de vida de cada individuo; también se encarga de establecer vínculos con otros Estados
y de solucionar conflictos en caso de que sea necesario.
Aquí tenemos que dejar una idea en claro: para que haya Estado no debe faltar
ninguno de los elementos que enumeramos. Y ello nos va a servir para trabajar el
concepto de Nación. Este término se refiere exclusivamente a la población (es decir, a la
gente, a las personas), que se encuentra unida por lazos de pertenencia, conformando
una identidad común. Esa identidad se construye porque la población comparte una
historia, una cultura y una lengua común que los hermana. Muchas veces hasta
comparte la misma religión, las mismas creencias y las mismas tradiciones.
Un elemento importante para que pueda constituirse una nación es que sus
miembros hayan tenido una historia y convivan el presente compartiendo una cultura
cuyas ideas, creencias y valores que desean ver perdurar en el futuro. En cambio, en la
Nación sí puede faltar el elemento territorio. Parece raro pensar en la existencia de una
Nación sin un territorio en donde las personas vivan, pero las hay. El ejemplo más
conocido es el de la Nación Judía, que durante casi 2000 años conservó sus rasgos
culturales y religiosos en todos los países donde se hallaran sus integrantes. El Pueblo
Judío tuvo siempre la característica de ser nómade y estar dispersado por muchas
regiones sin tener un territorio propio. Recién en 1948, una vez finalizada la Segunda
Guerra Mundial y por intervención de la ONU, Palestina -que se ubica en el continente
asiático- se partió en dos territorios que permitieron la conformación de dos Estados:
uno árabe -Palestina- y otro, judío -el Estado de Israel-
¡ACTIVIDADES!
1- Completemos el siguiente cuadro:
Diferencias
entre Estado y
Nación
Estado Nación
Elementos
imprescindibles
Elementos que pueden
faltar
La gran distinción entre estos dos sistemas apunta, antes que nada, al modelo de
funcionamiento económico y al rol del Estado en el mismo. Mientras que los capitalistas
defienden la libertad económica plena, dejando que sea el mercado quien determine las
necesidades de producción y consumo, y por lo tanto hacia dónde fluyen las riquezas, los
socialistas prefieren una economía intervenida y controlada por el Estado, que actuaría
como entidad guardiana para evitar la desigualdad social.
Según sean las relaciones entre estos ámbitos, se define el tipo de Estado.
Entonces, encontramos:
ESTADO LIBERAL. Este tipo de Estado se remonta a Inglaterra entre los siglos XVII
y XVIII (es decir, entre los años 1600 y 1700 d.C.), en clara oposición a los regímenes
absolutistas. Es decir, nació para combatir el poder absoluto y sin límites de los
gobernantes. Los pilares básicos de este tipo de Estado fueron la libertad individual,
política y económica.
Poco a poco y gracias a las luchas entabladas por diversos movimientos sociales
en reclamo de sus derechos, se fue logrando instalar la democracia como forma de
gobierno. En combinación con los valores de la tradición democrática, los Estados
comenzaron a contemplar la implementación del sufragio universal y del sistema
representativo, como los mecanismos de participación popular más convenientes para
controlar al poder político. Es sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial (1939
– 1945), cuando se pone en marcha en los países occidentales un sistema de solidaridad
social que apunta a corregir las injusticias del “capitalismo espontáneo” (que
promulgaba el liberalismo), y en el cual el Estado será paulatinamente considerado como
responsable del progreso social de la población: es la idea del “Estado de bienestar” o
“Estado benefactor”, que veremos a continuación.
¡ACTIVIDAD!
Liberal
Benefactor
Neoliberal
Desde el principio del apunte venimos hablando del Estado; como verán es una
noción muy importante. Para la mayoría de las personas, hablar de Estado y de Gobierno
es lo mismo. Aunque similares, tienen significados diferentes. Vamos a analizar ambos
términos.
Ya dijimos que el Estado es la institución que organiza y regula las relaciones entre
los habitantes de un territorio para asegurar la convivencia pacífica y que promueve el
desarrollo del proyecto de vida de cada individuo; encargándose, también, de establecer
vínculos con otros Estadosy de solucionar conflictos en caso de que sea necesario.
Desde el punto de vista político y jurídico, esta noción afirma -también- una
forma de soberanía y de coerción sobre el territorio y sobre la población,
respectivamente. Porque el Estado noreconoce ninguna fuerza superior a él sobre su
espacio territorial -sea aéreo, terrestre o marítimo- y se reserva para sí mismo el uso de
la fuerza. Es decir, es quien puede juzgar y sancionar a aquellos individuos que no
cumplen las leyes.
En nuestro país, los órganos de gobierno son tres: el Poder Ejecutivo, el Poder
Legislativo y elPoder Judicial, que conforman la República -una de nuestras formas de
gobierno-.
Ahora veamos cuales son algunas de las formas de gobierno más importantes,
según el filósofo Aristóteles, que -en el Siglo IV a.C.- distinguía las puras de las impuras.
1- En el juego del ajedrez, las fichas representan a los integrantes de una corte real,
desde los peones o sirvientes hasta llegar a las figuras dominantes del rey y la reina,
quienes deben ser protegidos, porque su muerte significa el fin de la partida. También
en los mazos de cartas francesas, encontramos representadas las imágenes reales de
reinas y reyes, mientras que en las barajas españolas, no hay reinas pero sí la figura del
rey, que es la más importante.
¿Qué frase se dice para anunciar que se está a punto de derrotar al rey en el ajedrez?
¿Qué significa? ¿A qué forma de gobierno hacen referencia los juegos de cartas?
Una persona
Un sector o grupo
El pueblo
UNIDAD II
¿QUÉ ES LA DEMOCRACIA?
Democracia es una palabra de origen griego, que significa “gobierno del pueblo”. A
lo largo de la historia, y según haya sido el momento y las circunstancias, el término varió
en su contenido. Hoy, hay un acuerdo en que esta forma de gobierno se apoya en cuatro
pilares fundamentales: la igualdad ante la ley, la libertad, la participación en la toma de
decisiones y el respeto por los otros.
TIPOS DE DEMOCRACIA
La elección directa supone que las decisiones tomadas en asamblea son soberanas
pues reflejan la voluntad de los miembros. Y, por lógica, quienes están en
desacuerdo deben adoptar la decisión de la mayoría.
- Consulta popular o plebiscito: son consultas convocadas por los gobernantes para
que el pueblo se exprese sobre la gestión de gobierno, asuntos de política pública o
algún aspecto del régimen político (ejemplo, la necesidad de reformas en la
Constitución Nacional).
PROFUNDIZAMOS…
Actividad:
1) ¿Qué diferencias encuentras entre el referéndum y la consulta popular?
2) Investiga: a) ¿qué formas de democracia semidirecta contempla nuestra
Constitución Nacional?
b) ¿cuáles formas de democracia semidirecta han tenido lugar en la
historia de nuestro país?
LA DEMOCRACIA EN ARGENTINA
Este aspecto se interesa por la participación formal de los ciudadanos, que se limita
casi exclusivamente a la elección de las autoridades. Para que esa participación formal sea
democrática, debe cumplir algunas condiciones:
- las elecciones deben desarrollarse con regularidad, y las autoridades no son
elegidas para siempre; los ciudadanos tienen derecho a renovarlas a través del
voto cada cierto periodo de tiempo; por ejemplo: cada cuatro año, diputados; y
cada seis, senadores.
- tienen que cumplimentarse garantías de libertad política. Es decir, los partidos
políticos deben dar a conocer sus propuestas, y los ciudadanos tienen que estar
suficientemente informados para poder elegir.
La democracia material conecta la política con la vida cotidiana, con las necesidades
de la población y con la posibilidad del ejercicio de los derechos, y sirve para contrarrestar
las visiones más individualistas de la política, dando lugar a una “democracia de alta
intensidad”.
Para que un gobierno pueda llamarse democrático y que, por extensión, aporte al
estilo de vida democrático, debe cumplir con la mayor parte de las siguientes “normas
universales de procedimientos”:
1. Debe existir respeto por las libertades individuales, sobre todo por las de expresión, de
locomoción, de disposición de la propiedad y de asociación.
3. Regla de la competencia: En las elecciones, debe haber posibilidad de elegir como mínimo
entre dos listas; es decir, debe haber alternativas reales de elección.
5. Regla de la minoría: Ninguna decisión tomada por la mayoría debe limitar los derechos
de la minoría, sino que debe garantizarse que estas puedan expresarse, organizarse
políticamente y que sean respetadas.
6. Periodicidad de los mandatos: los cargos públicos deben estar limitados en el tiempo para
evitar la perpetuación en el poder de algún individuo o grupo.
7. Regla de la legalidad: Implica que las personas que ocupan cargos públicos ajusten su
conductas y sus decisiones a las leyes.
8. Regla de control: La democracia implica la superación del poder arbitrario, por eso existe
la división de poderes entre el órgano legislativo, ejecutivo y judicial que tienen funciones
específicas y a su vez se controlan mutuamente.
Las reglas que hemos mencionado permiten instalar una democracia formal. Sin
embargo, para que exista una democracia material, además de cumplirse esas normas, el
Estado debe favorecer igualdad de oportunidades para el desarrollo del proyecto de vida
de cada ciudadano, con la posibilidad de ejercer los derechos humanos que le permitan
satisfacer sus necesidades básicas.
Esa igualdad no debe ser solamente jurídica sino también debe observarse en la
realidad: una democracia que no permita acceder a la igualdad en los ámbitos de los
derechos económicos, sociales, culturales y medioambientales se queda a mitad de
camino. Lo ideal es, entonces, un gobierno “del pueblo” y “para el pueblo”, que combine la
democracia formal con la sustancial.
EL ESTADO DE DERECHO
Uno de los recursos utilizados por la dictadura para imponerse es la violencia y los
abusos de autoridad. Los ciudadanos terminan obedeciendo al gobernante por temor a ser
humillados, torturados, despojados de sus bienes o, incluso, asesinados; de este modo, se
mantiene la hegemonía de las ideas dictatoriales, a través del miedo y la extorsión.
El nazismo, al igual que el fascismo, es una forma de gobierno totalitaria del periodo
de entreguerras. Su líder, Adolf Hitler, fue un político y militar austriaco que gobernó de
manera dictatorial en Alemania entre 1933 y 1945. Durante su gobierno, llamado el Tercer
Reich (imperio), Alemania invadió Polonia y otros países europeos, lo que provocó el inicio
de la Segunda Guerra Mundial y la polarización de los apoyos y enfrentamientos a esas
invasiones. Durante esta guerra, su gobierno perpetró el Holocausto, nombre que recibe el
mayor genocidio cometido contra millones de judíos, negros, gitanos y esclavos. Este
genocidio estuvo basado en la teoría de la superioridad de la raza aria, una división y
valoración mítica de los grupos humanos que dio lugar al antisemitismo, que duró décadas
en revertirse.
El estalinismo es una forma totalitaria de gobierno en la que Josef Stalin fue el líder;
su objetivo era convertir a la Unión Soviética en una potencia mundial. Para ello, entendió
que debía concentrar todos los ámbitos de ejercicio del poder, desde lo político a lo
económico, pasando por lo social. En ese sentido, Stalin concentró el poder ejecutivo,
legislativo y judicial bajo su control, en contra de las normas establecidas y puso en
funcionamiento el comunismo, que es una idea económica basada en la propiedad
comunitaria de los medios y recursos de producción.
Pero no menos cierto es que estos mismos años estuvieron marcados por el
agotamiento de los modelos tradicionales de articulación entre la economía y el Estado. La
crisis económica -signada por la hiperinflación y el crecimiento de la deuda externa- se
solapó con la crisis política que generó las condiciones para la rápida diseminación de un
discurso asociado al ajuste, a las privatizaciones y a la reforma del Estado como las
soluciones frente a aquella “crisis galopante” y que, años más tarde y luego del fracaso de
las recetas neoliberales, mostró su cara más cruel.
La “crisis de 2001” no sólo mostró que la democracia no había logrado mejorar las
condiciones de desigualdad, exclusión y marginalidad, sino que tampoco se trataba de un
régimen político consolidado: la renuncia de De la Rúa, la sucesión de cinco presidentes no
elegidos por mandato popular y la proliferación de la consigna “que se vayan todos, que no
quede ni uno solo” son muestras contundentes de esa fragilidad.
Nuevos tiempos para la política se iniciaron en nuestro país des-de 2003 a partir de
los gobiernos de Néstor Kirchner, primero, y de Cristina Fernández de Kirchner, después.
Hubo muy pocos politólogos contemporáneos que se animaron a pensar al kirchnerismo
como un proceso de democratización sostenido en la conquista y ampliación de derechos
(civiles, sociales, educativos, previsionales, etc.). Pero lo cierto es que la democracia no fue
un tema de debate público durante el kirchnerismo. No se discutieron sus desafíos y sus
cuentas pendientes; no se dio esa “batalla cultural”. Su consolidación, en términos
institucionales, aparecía como un dato incuestionable y quizá por eso buena parte de los
análisis políticos se dedicaron más bien a analizar el anti-republicanismo de la gestión K,
asociándolo al carácter peyorativamente populista de los liderazgos y modos de conducción
política.
La presidencia de Mauricio Macri constituyó una novedad para las democracias del
cono sur que, después de haber vivido un ciclo de gobiernos progresistas, sufrieron, casi en
simultáneo, una embestida por parte de la derecha que, en más de un caso, logró terminar
con gobiernos elegidos por el voto soberano e instalarse en el poder. En Argentina, en
cambio, la Alianza Cambiemos asumió la conducción política luego de ganar legítimamente
las elecciones (las presidenciales primero, las legislativas después). La democracia como
régimen político parecía estar garantizada, la democracia como proceso tendiente a
mejorar las condiciones socio-económicas de vida del pueblo, seguía en la lista de los
pendientes.
Quizá entonces este es el momento de retomar una pregunta que continúa abierta
desde los años de la transición y es ¿qué democracia queremos construir en Argentina? Y
aunque resulte paradójico en tiempos electorales, tal vez sea el momento de cuestionar y
poner en duda el sentido de la democracia, de politizar el debate y, de asumir que la
democracia es “índice de un problema”. Para el gobierno de Alberto Fernández, el mayor
problema, y a la vez el desafío, es lograr que una Argentina más justa e igualitaria deje de
ser una deuda pendiente de nuestra democracia.
Más allá del análisis expuesto, está claro que la democracia argentina está débil,
frágil. La «crisis de la democracia» parece formar parte del sentido común de nuestra época:
desacople entre representantes y representados, erosión de los partidos políticos, fake
news, emergencia de nuevos autoritarios con apoyo popular, pobreza, desigualdad en la
distribución de recursos, violencia, corrupción, etc. Pero, al mismo tiempo, también hay
intentos de fortalecer la participación ciudadana, luchas por una mayor igualdad de género
y diversas propuestas para (re)pensar la representación, y esos temas son un buen
comienzo para empezar a fortalecer la democracia.
UNIDAD III
CONSTITUCIÓN NACIONAL
CONCEPTO
Es la ley fundamental que rige nuestro país, garantiza los derechos y libertades de
las personas, regula la organización y el ejercicio de los poderes del Estado y se la considera
la ley suprema porque las demás leyes deben respetar sus lineamientos.
FUNCIONES
Nuestra Ley Fundamental organiza políticamente al Estado, es decir, determina la
forma de gobierno; fija los límites del poder de los gobernantes (determinando sus
atribuciones, lo que evita el abuso de la autoridad en perjuicio de las instituciones
republicanas y de los ciudadanos); y reconoce los derechos y garantías de los gobernados.
HISTORIA
La Constitución Nacional fue aprobada por una asamblea constituyente integrada
por representantes de trece provincias, hecha en la ciudad de Santa Fe, en el año 1853. El
propósito de la Constitución de 1853 fue poner fin al ciclo de las guerras civiles y sentar las
bases de la «unión nacional» mediante un régimen republicano y federal. Antes de esta
Constitución hubo dos intentos constituyentes: en 1819 y 1826, que no prosperaron por
carecer de consenso entre las provincias. Con posterioridad y finalmente, en 1860, otras
diez provincias y Buenos Aires –luego de un arduo proceso de integración- consolidaron la
unión nacional a través del texto definitivo.
Surgieron con Derechos Son los que les corresponden a los ciudadanos
los procesos Políticos: nacidos en el territorio de la Nación solamente y
revolucionarios están vinculados a la participación de la ciudadanía
de Estados en las decisiones de gobierno. Por ejemplo, el
Unidos y de derecho a votar para elegir gobernantes y el
Francia (entre derecho a postularse como candidato para ocupar
1776 y 1789). cargos políticos.
Junto a estos nuevos derechos, la Reforma de la Década del 90’ ha introducido los
“Derechos Humanos”, que, si bien existían desde décadas anteriores, adquirieron
reconocimiento constitucional. Los Derechos Humanos reconocidos en nuestra Carta
Magna y aquellos que en el futuro se reconozcan son los que orientan la convivencia
humana y tienen, como punto de partida, los principios de libertad e igualdad de que gozan
todos los hombres.
Los Derechos Humanos que se incorporaron a la Constitución Nacional en 1994, a
través de un complejo mecanismo jurídico que articula el Derecho Interno con el
Internacional, complementan el conjunto de derechos civiles, sociales y políticos ya
establecidos y se le reconocen al hombre por el sólo hecho de ser personas y son
indispensables para llevar una vida digna. No importa la edad, el sexo, la raza, la
nacionalidad, la religión y las ideas políticas: todos los seres humanos nacen libres y con la
misma dignidad y derechos.
EL PODER EJECUTIVO
Según nuestra C.N., el Presidente es el “Jefe Supremo de la Nación”, “Jefe de
Gobierno” y el “Responsable de la administración general del país”. Este poder es la
autoridad que tiene a su cargo la administración general del país, es decir, la conducción de
los destinos de la República.
EL PODER LEGISLATIVO
El P.L. es un órgano colegiado bicameral: está compuesto por la Cámara de
Diputados y la Cámara de Senadores, que constituyen el Congreso de la Nación. Su función
específica es la de sancionar las leyes que han de regular la conducta de los habitantes de
la Nación, en tanto calidad de ciudadanos o gobernantes.
EL PODER JUDICIAL
Es el Poder del Estado que se encarga de velar por el cumplimiento de las leyes. Para
ello, imparte justicia, es decir, juzga y sanciona a aquellos ciudadanos o autoridades públicas
que incumplan o violen la C.N. y las demás leyes.
¿Qué significa impartir justicia? Significa “darle a cada uno lo suyo, lo que le
corresponde”, y ello teniendo en cuenta la conducta del ciudadano en particular o de la
autoridad pública en cuestión.
El P.J. es el único de los tres poderes que no es “político”, es decir, que sus
integrantes no son electos en comicios electorales, sino que se los elige por su desempeño,
por su idoneidad, por su capacidad.
La C.N. establece que para ser juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación se
deben cumplir los siguientes requisitos: ser abogado, haber cumplido 30 años y ser
argentino nativo. Y para ser juez inferior se requiere: ser abogado, haber cumplido 25 años
y ser argentino nativo.
La Corte Suprema y las Cámaras tienen mayor jerarquía que los Jueces Inferiores. Y
a ellas se llega por apelaciones sucesivas y extraordinarias cuando las decisiones adoptadas
por los Jueces de 1º Instancia (o las Cámaras) no son aceptadas por los ciudadanos o el
mismo Estado cuando litiga.
La regla general de los procedimientos judiciales establece que la intervención de la Justicia
comienza –siempre- en la 1º Instancia. Luego, a través de diversos recursos de apelación se
accede a la 2º Instancia, que revisa el decisorio de los Jueces Inferiores. Entonces, las
Cámaras de Apelaciones son tribunales de alzada de los jueces de 1º Instancia que
dependen de ellas. Finalmente, por vía excepcional, se llega a la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, que es el órgano que entiende –exclusivamente- en las cuestiones
constitucionales.
EL MINISTERIO PÚBLICO
LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL
LA REFORMA CONSTITUCIONAL
Como todo orden jurídico, una Constitución debe adecuarse a las realidades de cada
tiempo, y no es lo mismo dictar una Constitución Nacional en 1853, que hacerlo en la
actualidad, cuando las comunicaciones, la cultura, la ciencia, la técnica y las nuevas formas
de vida a que han dado lugar, hacen que éstas deban ceder paso a nuevos conceptos.
La Constitución Nacional se puede reformar pero la misma nunca podría abolir los
derechos y garantías ya consagrados en la Carta Magna anterior y tampoco sería posible
cambiar la forma de gobierno (representativo, republicano y federal), aunque en cuanto a
este último se admite que sería posible, por voluntad de las provincias cuyos representantes
integrarían la convención reformadora: fusionar algunas provincias en una sola o bien
dividir, alguna muy grande en dos o más provincias nuevas.
La Constitución Nacional fue reformada en 1860, 1866, 1898, 1949, 1957 y 1994.
ACTIVIDAD
a) En grupos investiguen en qué consistió cada reforma y en qué contexto histórico tuvo
lugar. Luego expondrán oralmente.