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LA IMPORTANCIA DE LA HACIENDA PÚBLICA Y LA PLANEACIÓN

TERRITORIAL EN EL DESARROLLO LOCAL MUNICIPAL

ESTUDIANTE:
CARLOS BRAYAN COLORADO YANTEN
COD: 2100057-787

CURSO:
HACIENDA PUBLICA

PROFESOR:
IVÁN CAICEDO

PROGRAMA:
MAESTRÍA EN POLÍTICAS PÚBLICAS

UNIVERSIDAD DEL VALLE


FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ADMINISTRACIÓN
SEDE NORTE DEL CAUCA
OCTUBRE 20 DE 2022
En Colombia, según la Constitución Política de 1991, el Estado está compuesto por
el nivel central, el nivel territorial y organismos autónomos; en ese orden de ideas, el análisis
del presente ensayo se desarrollara alrededor del contexto territorial, precisamente, en
entidades de orden local municipal.

Mas allá de la discusión sobre el grado de descentralización y autonomía de las


entidades territoriales municipales, se abordará sobre el desarrollo de sus funciones
misionales, sobre todo, en materia de inversión como el instrumento de desarrollo territorial
de la sociedad que habita en la periferia colombiana.

En consecuencia, se presentaran en escrito, algunas de las dificultades que evidencian


de manera persistente la mayoría de las entidades territoriales municipales, sobre todo, de
categorías cuarta, quinta y sexta; que van en detrimento de la idónea planeación presupuestal
y, por su puesto, del alcance de la inversión pública territorial enfocada a resultados.

En un primer momento, se debe reconocer la gran disparidad entre entidades


territoriales de orden municipal, departamental si se quiere, donde las ciudades capitales,
ciudades intermedias y de frontera (que por ley deben ser, al menos, de cuarta categoría)
distan en gran medida del resto de los municipios pequeños del país, los cuales, tienen
muchísimas más dificultades administrativas.

Lo anterior, pude verse incluso como una “trampa de pobreza administrativa” toda
vez que, como no hay capacidades institucionales ni administrativas fuertes, entonces como
consecuencia de ello, no hay resultados importantes en términos de desarrollo, por ende, las
transferencias de la Nación (de las cuales se depende en gran medida) sean enviadas con más
regulaciones o se necesiten mas “planes de mejoramiento” para percibir esos recursos,
impactando nuevamente en lo administrativo, generando un proceso reiterativo donde el ciclo
se repite continuamente.

Se plantea entonces, abordar tres problemáticas, 1. La cultura ciudadana, la asunción


efectiva de sus derechos y deberes; 2. Las capacidades institucionales y administrativas de
la entidad territorial y; 3. Las capacidades y el liderazgo de los funcionarios públicos y su rol
como alcaldes. Finalmente, se propondrán algunas alternativas de solución a las
problemáticas planteadas.

Dado el concepto de gobernanza que implica más un ejercicio aislado de ejecutar


acciones del gobierno, el cual, exhorta a otros actores a involucrase en la toma de las
decisiones tendientes a solucionar los problemas comunes de la sociedad en su conjunto, en
consecuencia, es necesario que la ciudadanía asuma su deber como elemento activo de
control al ejercicio de la administración pública; dentro de esa actividad, asumir sus derechos
individuales y colectivos pero además, la importancia de los deberes sobre todo, el
cumplimiento de la constitución y la ley, compromiso con la democracia votando y
fiscalizando el ejercicio de los empleados públicos y, pagando de manera oportuna sus
obligaciones tributarias, entre ellas, las territoriales como el Impuesto Predial Unificado,
Impuesto de Industria y Comercio, entre otros.
En la actualidad hay un gran desbalance entonces del cumplimiento de los deberes y
derechos, la ciudadanía esta más enfocada en hacer valer sus derechos, cosa con la que no
hay discusión, pero al mismo tiempo, se desentienden sobre sus obligaciones ciudadanas en
distintos ámbitos, no existe un grado de responsabilidad social respecto a las acciones y
decisiones tomadas en el marco del deber ciudadano.

Pero, ¿Cómo afecta lo anterior al desarrollo de la Administración Pública y el


ejercicio de la planeación y ejecución de los presupuestos públicos enfocados a la Inversión
Pública? Afecta en diferentes formas y magnitudes, primero porque cuando se demandan
derechos, necesariamente, estos tienen que ver con el desarrollo de la Administración Pública
que, a su vez, depende de la planeación y ejecución de los presupuestos públicos y estos están
a despensas de los recaudos de tributos públicos que se estiman a partir del comportamiento
del pago de los ciudadanos objeto de los gravámenes. En conclusión, la demanda de goce de
derechos colectivos e individuales implica, necesariamente, gasto público. Si el gasto público
no se financia a través de la tributación, es tremendamente difícil que la Administración
Pública pueda cumplir su función misional, sobre todo porque la presupuestación publica
tendrá muchos líos en materia de cumplimiento de metas en una sociedad que no tributa lo
suficiente y, que entre otras cosas, no permite que la inversión pública pueda abarcar una
mayor oferta amplie la capacidad de garantizar derechos a esa misma sociedad.

Por otro lado y, desde la perspectiva Administrativa Territorial, la forma en la que


están definidas las estructuras internas vistas como dependencias y funcionarios, se evidencia
una inmensa disparidad de una entidad territorial a otra (asumiendo que son de quinta y sexta
categoría). Muchas, parten de una estructura donde cuentan con mínimo tres secretarias
(planeación, hacienda y gobierno) donde la distribución del trabajo es profundamente
desequilibrada y, por ende, el cumplimiento de metas no es un común denominador en un
contexto de presupuestos enfocados a resultados.

Sumado a lo anterior, las grandes dificultades en materia de formación académica y


experiencia administrativa, aunque la mayoría de los manuales de funciones demandan por
secretarios de despacho, al menos con título profesional, donde carecen las acciones
proactivas y propositivas para desarrollar nuevas metodologías y enfoques dentro del hacer
de lo público, el resultado, abundancia de funcionarios limitados que se dedican simplemente
a “cumplir” pero y ¿Cómo afecta esto a la Administración Pública y su cumplimiento de
deberes misionales? Pues es sencillo: si no hay funcionarios formados, capaces, competentes
y proactivos el concepto de ejecutar quedará reducido al cumplimiento de mínimas acciones
necesarias para cumplir algunas disposiciones de ley y, de paso, cercenando la posibilidad de
avanzar más allá de los límites, y a su vez, limitando y perpetuando las bajas capacidades
institucionales y administrativas de las entidades territoriales, redundando de esa manera en
que no se planifique de manera ordenada y coherente, el desarrollo de la sociedad que
regentan. Si el funcionario no tiene claro el “cómo”, muchísimo menos le interesará el “para
qué” hace lo que hace y sus implicaciones, lo cual, tendrá efectos perversos en la misión del
Estado en su nivel territorial municipal.

Por su parte, al existir una interdependencia entre los anteriores conceptos


problemáticos con quienes tienen la responsabilidad de orientar la senda de desarrollo en el
corto plazo, dado que son los alcaldes que lideran, en el territorio, el desarrollo de la
Administración Pública, de esta manera, indudablemente, las capacidades aptitudinales y de
liderazgo que posean estos funcionarios públicos, impactaran POSITIVA O
NEGATIVAMENTE en la implementación del gobierno local.

Toda regla tiene su excepción, pero, es muy poco probable que si un alcalde no tiene
las calidades ni, las competencias mínimas necesarias para desarrollar las funciones propias
del cargo, logre desarrollar una agenda coherente y tendiente a cumplir con suficiencia la
misionalidad de la entidad territorial, toda vez que, el desarrollo social implica más que
desarrollar las funciones mínimas para cumplir con la normatividad, la clave está en hacer de
más de lo necesario, en esforzarse en términos financieros, administrativos, sociales, de
gobernanza y gobernabilidad pero, ello va más allá de un acuerdo de voluntades, es
indispensable tener competencias e idoneidad para que se conjuguen con la exigencia de
trabajo duro en la búsqueda de los resultados.

La inmensa mayoría de los entidades territoriales, carecen de liderazgos serios y


enfocados que conduzcan por el mejor camino a los diferentes territorios en el país, adhiero
al concepto de “pereza fiscal” pero, adicionaría “y administrativa” puesto que, es una
constante que las administraciones profundicen la dependencia financiera del nivel territorial
por parte del nivel central del Estado, razón por la cual, el avance (si es que existe) será
mínimo, será incipiente.

Las dinámicas electorales, en lo local, están muy definidas por conceptos de


popularidad social y de clientelismo, terminan entregándole la responsabilidad de dirigir por
cuatro años, a los menos indicados aspirantes quienes enfocan su gestión administrativas en
cualquier cantidad de criterios por fuera de la Administración Pública, los resultados de lo
anterior: funcionarios destituidos, mal calificados, con líos en las entidades de control,
divorciados de los procesos sociales que los llevaron al cargo, y lo peor, con las entidades
territoriales deterioradas y sin acciones serias y corroborables en el territorio, ahondando las
problemáticas sociales de la territorialidad. Como colofón, es una situación reiterativa, se
replica cada 4 años, cada vez se fortalece más, en detrimento del bienestar social territorial.

Pero… ¿Qué alternativas se pueden implementar tendientes al mejoramiento de estas


problemáticas persistentes?

En primer lugar, hay que dejar claro que los procesos de transformación implican
tiempo, se construyen a partir de los hábitos de las personas, y los hábitos se adquieren con
acciones repetitivas y constantes desde lo individual, por lo que no se lograran resultados de
la noche a la mañana si se decide iniciar con un proceso de transición hacia un estadio
diferente.

En lo personal, siendo un niño e iniciando mi etapa como estudiante en la primaria,


salvo algunas ocasiones, escuché hablar de “deberes” y, dentro de ellos, el cumplimiento de
las obligaciones tributarias y la importancia de las mismas para gozar los derechos en
sociedad, en otras palabras, casi nunca me formaron para asumir una responsabilidad desde
la ciudadanía individual como responsable de pagar tributos al Estado para posteriormente,
ser redistribuidos a la sociedad basados en criterios de equidad, justicia y bienestar.
Lo que me sucedió a mí, le sucede a la inmensa mayoría de ciudadanos, al final, en el
bachillerato y a quienes tenemos el privilegio de egresar de una universidad con un título
universitario, se nos hace suporficial énfasis sobre ese deber ciudadano de cumplir con las
obligaciones tributarias, la consecuencia de ello, es el bajo nivel de tributación sobre todo en
el nivel territorial, que se explica por la toma de conciencia de quienes asumimos la
responsabilidad y cumplimos el deber, quienes necesariamente deben hacerlo para adelantar
otros trámites y, por las pocas empresas legalmente constituidas en el territorio, por lo demás,
el grueso de la sociedad no tributa por la falta de ingresos, la informalidad y, obviamente,
por la falta de conciencia.

Una alternativa de solución, tiene que ver con la educación, y es formar a los
estudiantes además de las otras disciplinas del conocimiento, en aspectos inherentes al
ejercicio de la ciudadanía, entre ellos, sobre deberes y derechos incorporando el pago de
impuestos que, al final tiene una implicación determinante en la vida en sociedad. Un hecho
particular, alrededor del tema de pago de impuestos, tiene que ver con la población que más
se interesa por la tributación: los adultos mayores, y entre ellos, los que habitan en zonas
rurales, son personas que, con algunas excepciones, por lo menos saben leer y escribir, a
pesar de contar con muchos recursos financieros, son las personas que primero en el
calendario tributario, solicitan el recibo de impuesto predial, en este caso, y lo pagan de
manera oportuna. Es un atributo que está asociado a la formación integral como personas,
porque aunque no son los más ilustrados y formados, tienen claro que deben pagar impuestos.

Respecto a las capacidades de las entidades territoriales, es importante e


imprescindible, dejar de lado el pago de favores políticos dentro del ejercicio de la
administración pública a cambio de puestos, es claro que por la estructura de la provisión de
cargos públicos, el concepto de libre nombramiento y remoción, implica la necesidad del
concepto de confianza en los equipos de trabajo, pero, esa condición no expresa un divorcio
con el concepto de idoneidad, se gobierna con personas de confianza pero, competentes, que
conozcan o al menos tengan nociones generales claras de lo que implica ser empleado público
en el nivel ejecutivo, adicionalmente, con aptitudes de proactividad y disposición a aprender
y desaprender enfocado a lograr el mejor desempeño posible en el cargo.

En complemento, mientras se tenga la suficiente claridad de lo que implica ser


empleado público y las responsabilidades y consecuencias del cargo, se podrían realizar
ejercicios de reestructuración administrativa que, sumados a los esfuerzos fiscales, podrían
entregar una mejor distribución del trabajo con más y mejores empleados, hay que recordar
que la administración pública no se mide por la cantidad de impuestos que recaude, ni por el
nivel de ahorro financiero que tenga, sino más bien por la capacidad de solucionar problemas
públicos de interés general que posea y, eso implica una combinación de indicadores que
miden su desempeño, por lo anterior, cada entidad territorial podrá autodeterminarse de
acuerdo a su enfoque y a sus ingresos corrientes dentro de cumplimiento de la Constitución
y la ley.

Tener empleados públicos mejor formados y con altos niveles de cualificación,


implica necesariamente un avance en la planificación y ejecución de la Administración
Pública Territorial.
Así pues, finalmente, el liderazgo de los funcionarios públicos (que se diferencian de
los demás empleados públicos por ejercer representación legal de entidades publicas y/o
territoriales) es un factor preponderante dentro del ejercicio de la administración pública
puesto que, dentro de los procesos de gobernanza y gobernabilidad, la CONFIANZA tiene
implicaciones trascendentales en la ejecución de los presupuestos públicos participativos con
los cuales se financia la inversión pública a través de proyectos de desarrollo.

Pero la confianza es un instrumento y no un fin per sé, ¿cómo se llega a ella? Ya se


había hablado de las capacidades que los funcionarios públicos, en este caso alcaldes
municipales, deberían tener; algunas de ellas tienen que ver con la formación académica que
respalda el conocimiento, también alguna experiencia previa en temas relacionados con
Administración Pública, además de ello, la habilidad con la que se combine el conocimiento
y la experiencia para lograr objetivos, en este caso, los misionales que están a cargo de la
entidad territorial.

La aplicación del conocimiento, experticia y enfoque del: “cómo”, “por qué” y “para
qué” le permitirán aplicar de la mejor manera metodología y procesos enmarcados en la ley
para llevar a cabo el cumplimiento de metas planificadas con anterioridad, un ejemplo de
ello, es el concepto de Nueva Gerencia Pública, que rebasa el hecho de ser un burócrata más
y, propone llevar Administración Pública un nivel más arriba, involucrando al resto de
actores de la sociedad, introduciendo conceptos de transparencia, equidad, justicia, eficiencia
y eficacia lo que, sin duda, generara CONFIANZA, esa que se necesita para estimular la
tributación y el sentimiento del ciudadano por hacer parte de manera directa, e indirecta en
el desarrollo social a cargo de la entidad territorial.

En conclusión, un alcalde que sabe “para donde va”, tiene conocimiento y experticia,
genera confianza, por ende, el ciudadano se sentirá motivado a tributar, por lo que, brindara
garantías de financiación a los presupuestos públicos que, enfocados a resultados, se les dará
una buena destinación que, al final, se verá reflejado en impactos sociales una vez se ejecuten
los proyectos de inversión pública en el territorio.

Finalmente, se requiere que, coexistan: una sociedad mas responsable de sus derechos
y sus deberes, una administración pública más idónea para el cumplimiento de sus tareas
misionales, y sin duda, un liderazgo formado y serio que permita “llevar a buen puerto” los
destinos de la entidad territorial, que terminan siendo los de la sociedad que regenta, mientras
combina múltiples conceptos que generen la confianza necesaria para que el ciudadano
financie vía tributos, el propósito de la entidad territorial.

Lo anterior, es lo que pasa en la mayoría de las ciudades grandes de Colombia, donde


hay más condiciones que permiten que este ciclo se evidencie con mayor claridad y, aunque
no todo es color de rosa, si se implementara en los territorios donde abundan las entidades
territoriales pequeñas, seguramente se avanzaría en materia de desarrollo y, se cerraría un
poco la brecha existente entre las grandes ciudades y distritos respecto a la mayoría que son
la territorialidad de pueblos pequeños con muchísimos problemas al tiempo.

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