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IV. INEVITABLEMENTE, EL DISCÍPULO FIEL TAMBIÉN CONOCERÁ EL LLANTO A CAUSA DE LAS DIVERSAS
FORMAS DE OPOSICIÓN Y PERSECUCIÓN QUE SU DISCIPULADO PROVOCARÁ EN LOS INCRÉDULOS.
a) Desde que el ser humano cayó en pecado, el impío asedia al justo (Habacuc 1:4); (Juan 16:33); (Juan 15:20); (2 Timoteo
3:12).
b) Es evidente por el contexto que la referencia primaria de la bienaventuranza es a la persona que, habiendo sido quebrantada
por la llamada de Dios a la conversión y al arrepentimiento ( bienaventurados los pobres en espíritu ), llora sus pecados y su
miseria moral y espiritual.
c) El lloro se hace extensivo a todo sentimiento de tristeza que refleja fielmente el corazón de Dios.
d) Hablando del corazón de Dios, antes de dejar esta frase, no nos olvidemos de que el Cristo que la pronunció fue el varón de
dolores, experimentado en aflicción (Isaías 53:3). El que dijo: Bienaventurados los que lloran , conoció él mismo las lágrimas. En
la medida en que esta bienaventuranza sugiere que los que siguen a Jesús deben prepararse para conocer la aflicción,
recordemos que él la conoció aún más.
CONCLUSIÓN
1. Los que lloran así recibirán consolación por parte de Dios: (Apocalipsis 21:4).
2. En parte, esta promesa se cumple en la experiencia actual del discípulo, pues en Cristo conoce, después de la angustia del
arrepentimiento, la sublime felicidad de ser aceptado por Dios, el conocimiento de la misericordia de Dios y su amplio perdón:
(Isaías 55:7); (Miqueas 7:18–19).
3. El gozo de la salvación es una experiencia actual, como lo es también la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento
(Filipenses 4:7). El discípulo disfruta cada día de la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
(2 Corintios 13:14). Por muchas que sean las aflicciones que tenga que soportar, sabe que Dios está a su lado para darle fuerza
y paciencia. Esto, de por sí, es motivo de gran consuelo.
3. Asimismo, muchas situaciones de dolor y aflicción llegan a su término aun dentro de esta vida: (Salmo 30:4); (Salmo 34:18–
19); (Salmo 50:15).
4. Y aun las aflicciones que no remiten en esta vida son más llevaderas a causa de la gracia de Cristo: (Mateo 11:28–29); (2
Corintios 12:9–10).
5. Además, el discípulo sabe que nunca sufre en vano, sino que el Señor sabe traer fruto de sus aflicciones, tanto en su propia
vida como en beneficio de los demás, lo cual también le proporciona consuelo: (2 Corintios 4:15, 17); (Romanos 5:3).
6. En todos estos sentidos, la consolación divina es la experiencia real y actual del discípulo. Por lo tanto, aquí y ahora puede
exclamar con el apóstol Pablo: (2 Corintios 1:3–4).
7. Pero, con todo, el pleno cumplimiento de esta consolación no es para esta vida, sino para la plena manifestación del reino en
el día de Cristo: (Apocalipsis 21:4).
8. Entonces, el discípulo mirará hacia atrás y considerará qué pequeño fue su llanto en comparación con la consolación eterna
(2 Corintios 4:17).
9. Entonces, el llanto cederá ante una plenitud de gozo que nunca se desvanecerá y el discípulo conocerá deleites a la diestra
de su Señor para siempre (Salmo 16:11).
10. Entonces, contemplará en justicia el rostro de Dios (Salmo 17:15; Mateo 5:8; Apocalipsis 22:4) y estará satisfecho —
¡plenamente consolado! — cuando contemple la imagen de Dios.