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40 Tiempos de Conexión Discipular Bodas de Plata IBDC

Día 5 – Un camino necesario: el lloro por lamento!

S. Mateo 5 :3

[3] Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Ser bendito por llorar es casi incomprensible. ¿Por qué llorar? ¿Cuál es la causa del luto? Estas preguntas nos
dan la materia prima para la reflexión de hoy. Cuando el Señor Jesús colocó el primer peldaño de acceso a Dios:
…la pobreza de espíritu! se estaba enfocando en el corazón humano sin ninguna opción de salvarse a sí mismo
a causa de la transgresión (mover los límites que Dios estableció). Lo que sigue a esta conciencia de pecado es
la tristeza por esa separación de Dios y sus estándares. Hoy reflexionaremos acerca de esa tristeza.

Recuerda que Cristo está hablando del Reino de los Cielos (su Reino) a los discípulos y a todos los que estaban
dispuestos a dejar sus propios intereses y planes por los intereses e ideales de Dios. Hay curiosidad que luego
quedará registrada en la historia de los siguientes versículos. De ahí, estos capítulos de Mateo desde el 5 al 7
dan las características y normas que rigen la vida de cualquier persona que será un discípulo de Cristo.

El término llorar en este versículo es el mismo que se usa para los enlutados, es la misma palabra que se usa
para llorar por los muertos, llegó a decir un comentarista del griego que πενθέω pendséo se usa para el
lamento apasionado por alguien que fue amado. Ahora bien, esta tristeza es la consecuencia de llegar a la
comprensión de saberse muerto, separado y apartado de la amistad, plan y propósito de amor de Dios para ti.

Cuando se llora por ver el pecado en nuestras vidas, este tipo de lamento trae como consecuencia un cambio
de mentalidad inminente (así lo explica 2 Corintios 7:10). Hoy muchos impedidos por el pecado aún no lloran la
pérdida de la relación con Dios. Sus ojos están secos ante Dios. Sin embargo; esos mismos ojos son capaces de
humedecerse y llorar por frustraciones o desamores temporales de este mundo. Llorar por mover los
estándares de Dios trae arrepentimiento, y esto solo ocurre poderosamente por obra del Espíritu Santo.

Has un alto. Coloca tu corazón en quietud delante de Dios, atiende su voz, mira con los ojos de Dios que sus
estándares han sido comprometidos por tu propia razón y terquedad. Déjate compungir fácilmente. Desearías
que no hubiese ocurrido y solicita a Dios su piedad y misericordia. En oración, no te levantes de tu cita con Dios
hoy, antes de haber hecho cuentas y dejar los saldos negativos en la Cruz de Cristo.

PASTOR JUAN LAVADO.

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