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https://cardiopatiascongenitas.net/introcc/tumores-cardiacos/
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S on lesiones anatómicas de una o varias de las cuatro cámaras cardíacas, de los tabiques
que las separan, o de las válvulas o tractos de salida (zonas ventriculares por donde sale la
sangre del corazón) de origen congénito (de nacimiento) cuya causa exacta se desconoce.
Hay múltiples cardiopatías congénitas, unas de carácter y evolución y/o tratamiento leve con
buen pronóstico y otras mucho más severas y de pronóstico reservado. No es infrecuente que
las lesiones congénitas cardiacas se combinen entre sí de forma que un mismo paciente
puede tener múltiples lesiones congénitas cardiacas.
Las cardiopatías congénitas no son infrecuentes. Unos 8 de cada 1000 recién
nacidos padecen este problema. La noticia de que su hijo padece una lesión cardíaca
congénita es siempre motivo de gran preocupación para los padres. Y, efectivamente, una
cardiopatía congénita no diagnosticada puede ser un problema serio y, a diferencia de lo que
ocurre con otros órganos, con un corazón enfermo la situación clínica de los niños pequeños,
en especial los recién nacidos, puede cambiar rápidamente, agravándose en pocas horas o
días.
En los niños mayores, la lesión cardíaca no tratada puede condicionar su vida futura, alterando
en ciertos casos la función del corazón durante los 80-90 años de vida que posiblemente
tendrán de media nuestros hijos. Esta circunstancia puede, de hecho, acortar la expectativa
de vida de estos pacientes.
Sin embargo, hoy día la detección médica de las cardiopatías se lleva a cabo durante la vida
fetal en su mayoría o en los primeros días, semanas o meses del nacimiento, de forma que
muy precozmente se puede planificar el correspondiente tratamiento médico o quirúrgico. La
gran mayoría de las cardiopatías congénitas es susceptible de una corrección total y definitiva
o casi definitiva, permitiendo que el niño disfrute de una vida también completamente normal
o casi normal.
Hay más de 50 tipos diferentes de lesiones. Sin embargo, con mucha frecuencia se combinan
varias de ellas en un mismo niño, de modo que ciertos nombres de cardiopatías engloban
realmente varias anomalías, como es el caso de la Tetralogía de Fallot. No existe, sin embargo,
necesariamente, una relación directa entre el número de lesiones asociadas y la gravedad del
caso.
Momento de su aparición
El feto tiene el corazón totalmente desarrollado en la 6ª semana de embarazo y precisamente
algunas cardiopatías congénitas que son alteraciones o deficiencias en el desarrollo cardíaco,
ya son una realidad en esa 6ª semana.
Sin embargo, no todas las cardiopatías, aunque sean congénitas, están presentes en el
momento de nacer. Algunas se manifiestan días, semanas, meses o incluso años después, y
sin embargo su origen es también congénito, pues al nacer existía ya la tendencia o
predisposición a que se generara posteriormente esa cardiopatía.
Así pues, muchas cardiopatías congénitas no son fijas (existen o no al nacer),
sino dinámicas (pueden existir al nacer o no), y las que existen al nacer pueden modificarse
rápidamente en los siguientes días, desapareciendo unas, agravándose otras, etc… Por tanto,
requieren un seguimiento cercano en consulta durante los primeros meses de vida.
Una de las preguntas que se hacen los padres es si la cardiopatía podía haberse diagnosticado
durante el embarazo
Nos referimos al diagnóstico fetal por ecocardiografía, que progresivamente se está
implantando en las consultas ginecológicas. Hay cardiopatías que no son detectables como
tal, pues incluso su existencia es normal y necesaria durante la vida fetal, y sólo se constituyen
en cardiopatías si persisten después de nacer el niño. Hay otras que están presentes durante
la vida fetal, pero por su levedad no son detectables en ese periodo, manifestándose al nacer
o incluso meses después del nacimiento. Hay otras progresivas que no se manifiestan en los
estadios iniciales, pero sí finales. Hay finalmente otras que sí pueden detectarse a partir de
fases progresivamente más precoces de la gestación, pero no siempre es fácil detectarlas por
diversos factores, como la desfavorable posición del feto o la difícil visualización a través del
abdomen materno. Estas circunstancias dificultan a los ecografistas fetales el estudio
detallado de un órgano tan complejo como el corazón, teniendo además en cuenta que estos
profesionales deben también estudiar minuciosamente todos los demás órganos del feto. Ver
Diagnóstico Fetal.
Según los conocimientos actuales, el factor herencia es poco importante en las cardiopatías
congénitas y en nuestra práctica médica es muy difícil que encontremos dos hermanos con
cardiopatía. En una familia actual con dos hijos en la que uno de ellos fuese cardiópata, lo
normal es que el otro hijo esté sano, al igual que podría ocurrir en las familias de 6-7 hijos de
hace años.
Tampoco está justificado el sentimiento de culpabilidad por parte de los padres, que
frecuentemente se sienten responsables de la cardiopatía del hijo, pues en la mayoría de los
casos se trata de embarazos controlados sin problemas añadidos, y de familias sin
antecedentes médicos identificables. En la práctica, por tanto, la aparición de una cardiopatía
congénita es casi siempre cuestión del azar.
Por todo lo dicho, la respuesta llana y simple para la mayoría de los casos en que los padres
dudan de tener más hijos, es que SÍ merece la pena intentarlo, ya que el riesgo de tener otro
niño cardiópata, si bien es algo mayor que el de la pareja sin hijos cardiópatas, es, sin embargo,
pequeño, no superando 4-5%, salvo excepciones muy concretas.
En esta situación, siempre es aconsejable recibir el consejo genético o cálculo estadístico de
las posibilidades de tener otro hijo cardiópata, cálculo que se hace en base a múltiples
factores específicos de cada pareja en cuestión.
Incidencia
En la población general aparecen 8 cardiópatas por cada 1.000 nacidos vivos. Y en España
nacen al año 5.000 niños con algún tipo de cardiopatía. La mayoría son cardiopatías leves que
desaparecen espontáneamente con el tiempo. Sin embargo, alrededor de 2.000 niños son
operados al año en nuestro país, y al menos 6.500 niños en Europa, a causa de una cardiopatía
congénita.
El soplo funcional o inocente es una entidad pediátrica muy frecuente en niños de todas las
edades, que a veces los padres confunden con una cardiopatía congénita. Se trata de un
murmullo que se detecta mediante auscultación cardiaca con el fonendoscopio, causado por
vibraciones de las paredes o estructuras internas cardiacas, en corazones por lo demás
normales. Estos soplos desaparecen espontáneamente a partir de la adolescencia en la
mayoría de los niños y, en todo caso, no se consideran cardiopatía. Por este motivo, no
requieren de ningún tratamiento y no presentan ningún impedimento para la vida normal ni
para la práctica deportiva.
Autores
envía la sangre sin oxígeno (azul) al pulmón (P) para que se oxigene y el izquierdo que envía la
sangre oxigenada (roja) a todo el cuerpo (C).
esquema-corazon-n
ormal-2017.mp4
Cada corazón tiene a su vez, dos cavidades: La aurícula (AD = Aurícula Derecha y AI =
Aurícula Izquierda), que es la antesala, y el ventrículo (VD = Ventrículo Derecho y VI =
Ventrículo Izquierdo), que es el verdadero motor que con su potente contracción muscular (el
músculo cardíaco se llama miocardio) impulsa la sangre hacia el pulmón (corazón derecho) o
hacia todo el cuerpo (corazón izquierdo). La contracción del ventrículo derecho (VD) es de
menor fuerza que la del izquierdo (VI), ya que al primero le basta una pequeña contracción
para impulsar la sangre al pulmón (el corazón derecho es de baja presión) mientras que el
izquierdo tiene que impulsar la sangre a gran presión para que ésta llegue a todos los órganos,
incluido el sistema nervioso central (el corazón izquierdo es de alta presión).
Las aurículas están separadas de los ventrículos por las válvulas auriculoventriculares, la
tricúspide en el lado derecho y la mitral en el izquierdo. Estas válvulas impiden que la sangre
de los ventrículos (VD y VI) retroceda a las aurículas (AD y AI) cada vez que los ventrículos se
contraigan. Los ventrículos, a su vez, están separados de los grandes vasos, la arteria
pulmonar (AP) y la aorta (Ao), por las válvulas sigmoideas, la válvula pulmonar en el lado
derecho y la válvula aórtica en el lado izquierdo. Ambos corazones están totalmente
separados por dos tabiques, el interatrial (separa las aurículas) y el interventricular (separa los
ventrículos), de forma que la sangre no oxigenada no se mezcla con la oxigenada.
El recorrido de la sangre (circulación normal) es como sigue:
La sangre sin oxígeno (azul) llega a la aurícula derecha (AD) a través de las venas cavas (VSC y
VCI); de la aurícula derecha pasa al ventrículo derecho (VD) a través de la válvula tricúspide. El
ventrículo derecho se contrae y envía la sangre a la arteria pulmonar (AP) a través de otra
válvula (la pulmonar) que evita que la sangre retroceda hacia el ventrículo. La arteria pulmonar
se bifurca en dos arterias una para el pulmón derecho (APD) y otra para el izquierdo (API) (en el
esquema superior animado de la circulación normal, sólo se presenta una arteria pulmonar). En
los pulmones se oxigena la sangre y regresa ya oxigenada (roja) a la aurícula izquierda (AI) a
través de las venas pulmonares derechas (VPD) e izquierdas (VPI). De la aurícula izquierda
pasa al ventrículo izquierdo (VI) a través de la válvula mitral, y del ventrículo izquierdo a la aorta
(Ao) a través de otra válvula (aórtica). De la aorta nacen innumerables ramas que llevan la
sangre a todos los órganos y tejidos. Las primeras de estas ramas son las arterias coronarias,
que llevan sangre oxigenada (roja) al propio corazón, a la masa muscular cardíaca o miocardio,
de la que extrae el oxígeno necesario para seguir latiendo. Los demás órganos también
extraen el oxígeno. La sangre ya sin oxígeno (azul) regresa al corazón, a la aurícula derecha, a
través de las venas cavas (VCS y VCI), cerrándose el ciclo.
Hipertensión Pulmonar – ¿Qué es?
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oxigenada (azul) que regresa del cuerpo para enviarla a los pulmones para su oxigenación. El
corazón izquierdo (el sistémico), recibe sangre proveniente del pulmón ya oxigenada (rojo) y
tiene que enviarla a todo el cuerpo para proporcionar el oxígeno y los nutrientes a los
músculos y a los diferentes órganos.
La circulación pulmonar, en condiciones normales, es un circuito de baja presión. Al ser baja su
presión, la estructura de las arterias del pulmón es diferente a la de las arterias del resto del
cuerpo (sistémicas). Las arterias pulmonares tienen una pared menos gruesa y más elástica,
de forma que ofrecen menor resistencia al paso de la sangre, la cual fluye con más facilidad.
Otra de las características de las arterias y arteriolas pulmonares es que las pequeñas arterias
que están dentro de los pulmones tienen la propiedad de constreñirse («cerrarse») cuando hay
poco oxígeno en los alvéolos pulmonares.
específicos. Incluyen falta de aire con el esfuerzo, fatiga, dolor de pecho, bronquitis de
repetición, mareos y desmayos.
Pruebas básicas para el diagnóstico de HTP
Cuando se sospecha una hipertensión pulmonar, el primer paso para el diagnóstico es la
realización de una ecocardiografía. Si la ecocardiografía muestra signos de hipertensión
pulmonar, el diagnóstico debe confirmarse con la realización un cateterismo cardiaco.
En el cateterismo cardiaco no sólo se deben medir las presiones en las distintas cavidades
cardiacas (cateterismo diagnóstico), sino que se debe hacer un test de vasodilatación
pulmonar (administrar fármacos que dilaten las arterias del pulmón y ver si baja la presión
pulmonar o no) y, en ocasiones, realizar un test de oclusión si existe un defecto septal como
CIA (tapar el defecto cardiaco con un catéter balón y ver si la presión pulmonar baja).
El cateterismo no sólo nos sirve para confirmar el diagnóstico, sino que nos aporta
información sobre la gravedad de la misma y puede aportar algunas claves importantes
respecto a la causa y el tratamiento de la misma:
• Test de los 6 minutos. Consiste en hacer caminar al paciente durante 6 minutos por un
pasillo llano valorando la distancia recorrida durante ese tiempo, el grado de fatiga que
le ha producido dicho ejercicio y la variación en la saturación de oxígeno durante el
mismo. Es una prueba fácil de realizar y suele utilizarse en las consultas ambulatorias
para valorar si el paciente está estable, mejora como consecuencia del tratamiento, o
empeora y hay que valorar modificar el tratamiento.
• Ergoespirometría de esfuerzo. Esta es una prueba que consiste en someter al paciente
a un esfuerzo caminando sobre una cinta rodante o pedaleando en una bicicleta
mientras está conectado a una mascarilla que analiza el aire que respira, se controla su
electrocardiograma, su saturación de oxígeno y su tensión arterial. Es una prueba más
compleja de realizar pero que proporciona una información muy precisa sobre la
capacidad funcional del paciente.
La evolución de la situación funcional del paciente es uno de los parámetros más importantes
que guían el manejo de estos pacientes y nos informan sobre el pronóstico de la enfermedad.
Diagnóstico
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específicos. Incluyen falta de aire con el esfuerzo, fatiga, dolor de pecho, bronquitis de
repetición, mareos y desmayos.
Pruebas básicas para el diagnóstico de HTP
Cuando se sospecha una hipertensión pulmonar, el primer paso para el diagnóstico es la
realización de una ecocardiografía. Si la ecocardiografía muestra signos de hipertensión
pulmonar, el diagnóstico debe confirmarse con la realización un cateterismo cardiaco.
En el cateterismo cardiaco no sólo se deben medir las presiones en las distintas cavidades
cardiacas (cateterismo diagnóstico), sino que se debe hacer un test de vasodilatación
pulmonar (administrar fármacos que dilaten las arterias del pulmón y ver si baja la presión
pulmonar o no) y, en ocasiones, realizar un test de oclusión si existe un defecto septal como
CIA (tapar el defecto cardiaco con un catéter balón y ver si la presión pulmonar baja).
El cateterismo no sólo nos sirve para confirmar el diagnóstico, sino que nos aporta
información sobre la gravedad de la misma y puede aportar algunas claves importantes
respecto a la causa y el tratamiento de la misma:
Pronóstico y tratamiento
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C omo hemos explicado, la comprensión médica de esta condición era muy limitada, y la
terapia eficaz era más una esperanza que una realidad. Pero gracias a los avances en la ciencia
básica y la investigación clínica, se han desarrollado terapias mucho mejores, y casi cada año
aparecen nuevos tratamientos para este trastorno.
La Hipertensión Pulmonar no es una única enfermedad; hay diferentes enfermedades que
cursan con Hipertensión pulmonar y el pronóstico y el tratamiento pueden ser radicalmente
diferentes para cada una de ellas.
En el caso de la HP por hiperaflujo o sobrecirculación pulmonar, causada por una
comunicación entre la circulación pulmonar y sistémica, el pronóstico suele ser excelente si
ese defecto se cierra a tiempo: puede hablarse de curación en la mayoría de los casos, aunque
conviene realizar un seguimiento posterior al cierre para comprobar que la presión pulmonar
se ha normalizado, y permanece normal con el paso del tiempo.
Cuando se trata de una HP asociada a enfermedad del corazón izquierdo, ésta consiste en
una obstrucción o disfunción del corazón izquierdo, situación en la que el pulmón no puede
retornar con facilidad la sangre al corazón. La mayoría de las veces, una vez solucionada esa
obstrucción, la hipertensión pulmonar puede ser reversible por completo y la presión
pulmonar puede normalizarse con el tiempo.
La HP secundaria a enfermedades respiratorias suele ser leve o moderada, y mejora con el
tratamiento adecuado de la enfermedad que lo causa. Por ejemplo, si la causa era una
obstrucción de la vía respiratoria durante el sueño (producida por hipertrofia de las
vegetaciones o amígdalas o por malformaciones de la vía aérea), la presión pulmonar llega a
normalizarse tras la cirugía de vegetaciones. En algunos casos de HP secundaria a
enfermedad respiratoria puede estar indicada la oxigenoterapia domiciliaria.
Sin embargo, cuando hablamos de la Hipertensión Arterial Pulmonar, el pronóstico es
reservado; se trata de una enfermedad grave progresiva, para la que hasta hace pocos años
se disponía de escasas opciones terapéuticas. Los avances actuales en el conocimiento de la
enfermedad han llevado al desarrollo de nuevos fármacos que, sin ser ninguno curativo, han
mejorado la calidad de vida y la supervivencia de estos enfermos.
Estos pacientes deben ser seguidos y tratados en Unidades específicas de Hipertensión
Pulmonar con la experiencia necesaria en la valoración de la gravedad de cada caso, el
seguimiento de la enfermedad, el manejo de los diversos fármacos que pueden emplearse, y
en las indicaciones de trasplante pulmonar.
El tratamiento de la Hipertensión Arterial Pulmonar consiste en:
• Medidas generales:
• Limitación/recomendación individualizada de actividad física.
• Profilaxis de las infecciones respiratorias (vacunación antigripal,
antineumococo, y profilaxis contra la bronquiolitis en los niños menores de
dos años).
• Evitar situaciones de riesgo de empeoramiento de hipertensión pulmonar:
deshidratación, cirugías o procedimientos que precisen anestesia.
• En los pacientes con Síndrome de Eisenmenger debe evitarse la práctica
rutinaria de sangrías, y aportar hierro si presentan ferropenia.
• La anticoagulación con anticoagulantes orales (Sintrom®) es rutinaria en los
pacientes adultos (salvo en el S. de Eisenmenger); en los niños no hay
recomendaciones específicas, y se debe valorar su indicación de forma
individual.
• La digoxina y los diuréticos se emplean cuando el ventrículo derecho ya no
funciona correctamente.
• Tratamiento específico con fármacos vasodilatadores pulmonares.
Según el grado funcional, la causa y los resultados del cateterismo, en las unidades de
hipertensión pulmonar se elige el tratamiento con uno o varios de estos fármacos
(monoterapia, doble terapia o triple terapia). Disponemos de cuatro vías de administración
(oral, inhalada, subcutánea e intravenosa). En los pacientes pediátricos con pocos síntomas y
en fases iniciales de la enfermedad se emplean fármacos orales por la mayor comodidad en su
utilización. Para controlar la progresión de la enfermedad podemos actuar con tres tipos de
fármacos implicados en la hipertensión pulmonar:
• En los casos con evolución desfavorable a pesar del tratamiento médico,se indica
el trasplante pulmonar (o cardiopulmonar si el corazón presenta daños).
• La apertura mediante cateterismo de una comunicación entre las dos
aurículas, para descargar al corazón derecho de la presión muy aumentada
(atrioseptostomía) puede estar indicada en casos muy graves, antes del
trasplante pulmonar.
• En los últimos años se ha desarrollado una técnica invasiva mediante cirugía o
cateterismo (shunt de Potts): consiste en crear una comunicación artificial
mediante un conducto entre la rama pulmonar izquierda y la aorta
descendente. De esta manera se consigue aliviar al ventrículo derecho de la
gran sobrecarga de presión a la que está sometido y evitar que su función
fracase. Está indicada en aquellos pacientes que presentan una hipertensión
arterial pulmonar muy grave que no responde a tratamiento médico intensivo
con triple terapia vasodilatadora pulmonar como puente al trasplante
pulmonar.
Endocarditis
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más interna del corazón, la que está en contacto con la sangre) y estructuras adyacentes
como las válvulas del corazón o zonas donde existe una lesión previa (como una cardiopatía
congénita). La endocarditis abarca también la infección de las prótesis cardiacas valvulares,
conductos y cualquier tipo de material “extraño” que hemos introducido mediante un
procedimiento de cirugía/cateterismo.
La mayor parte de las endocarditis está producida por bacterias y, más raramente, por otros
microorganismos como hongos, rickettsias o clamydias. Un porcentaje muy alto de las
infecciones es debido a bacterias que se encuentran habitualmente en nuestro cuerpo, como
la boca, la piel, el intestino… y en otras ocasiones, por microorganismos que proceden del
exterior (pacientes que se encuentran ingresados en UCI pediátrica/neonatal, que portan
catéteres y otros materiales,…).
Los casos de endocarditis infecciosa son menos frecuentes en la infancia que en la edad
adulta, pero el hecho de que la supervivencia de los niños intervenidos de cardiopatías
congénitas haya aumentado en las últimas décadas, así como el desarrollo de los cuidados
intensivos neonatales, ha hecho que la incidencia de esta enfermedad también se haya
incrementado en la infancia.
En nuestro medio, la mayor parte de los casos de endocarditis se da en pacientes con una
cardiopatía congénita de base: Tetralogía de Fallot, Comunicación Interventricular, patología
de la válvula aórtica, Transposición de las Grandes Arterias, ductus… Tras la cirugía cardíaca, si
no quedan lesiones residuales, el riesgo de endocarditis infecciosa se considera eliminado a
los 6 meses de la intervención. Pero aquellos pacientes que tras la cirugía portan implantes
como fístulas sistémico-pulmonares, prótesis valvulares o material protésico, continúan
siendo un grupo de riesgo de endocarditis infecciosa.
¿Cómo se produce la endocarditis infecciosa?
La presencia de lesiones en el endocardio (la capa más interna de la pared del corazón, la que
está en contacto con la sangre) y válvulas cardiacas, incluidas las prótesis, favorecen las
turbulencias en el flujo sanguíneo y facilitan la aparición de pequeños trombos. Si por algún
motivo (extracción dental, herida, cirugía, etc.) hay gérmenes en el torrente circulatorio, estos
pueden anidar en el trombo formado y colonizarlo. Estos trombos colonizados se llaman
vegetaciones. En el interior de las vegetaciones, las bacterias se encuentran “protegidas” del
sistema inmune del paciente y de los antibióticos, por lo que son infecciones graves y que
exigen una terapia antibiótica agresiva, pues no es fácil eliminarlas.
Las vegetaciones pueden crecer progresivamente por el depósito de más trombos que
posteriormente se colonizan de gérmenes.
Además del cuadro febril, los gérmenes de la endocarditis pueden destruir las válvulas o
aparatos subvalvulares, perforar la pared y crear aneurismas e incluso roturas cardiacas,
dando lugar a cuadros clínicos agudos de extrema gravedad. Además, desde la vegetación se
pueden “soltar” trombos infectados en la sangre que se embolizan a otros territorios u
órganos (huesos, riñones, cerebro…) creando abscesos metastáticos (a distancia).
L a miocarditis es una causa común de fallo cardiaco agudo en los niños. Consiste en una
inflamación del músculo cardiaco que ocasiona un aumento del tamaño del ventrículo
izquierdo. Por la inflamación del ventrículo, éste disminuye su fuerza para bombear la sangre a
los órganos (disfunción ventricular), generando disminución del aporte sanguíneo a los tejidos.
Al aumentar el tamaño del ventrículo izquierdo, la válvula mitral tiene dificultades para cerrar y
puede aparecer escape de la sangre (insuficiencia mitral), sobrecargando de líquido a la
aurícula izquierda y a los pulmones (edema pulmonar). Esta situación de exceso de líquidos
también afecta al ventrículo derecho, que también puede contraerse peor, y al hígado,
apareciendo inflamación (hepatomegalia) y acúmulo de líquidos en los tejidos (edemas).
Es difícil saber cuántos casos de miocarditis aparecen en los niños, dado que en un porcentaje
alto de individuos el cuadro pasa desapercibido por la ausencia de síntomas, o por la presencia
de síntomas inespecíficos catarrales transitorios. En algunos niños la inflamación del
ventrículo izquierdo persiste, el ventrículo izquierdo no recupera su tamaño y se queda con un
tamaño más grande de lo normal. Estaríamos entonces en una situación de miocardiopatía
dilatada
Causas de miocarditis
Las causas de miocarditis pueden ser muy variables:
• Infecciosa: los virus son los desencadenantes másfrecuentes, y hay que hacer
diferentes estudios en sangre para intentar llegar al diagnóstico. Los virus más
habituales causantes de miocarditis son: parvovirus B19, adenovirus, citomegalovirus,
coxsackie, virus herpes y varicela. Las bacterias pueden también afectar al músculo
cardiaco, aunque con menos frecuencia que los virus. También habrá, por tanto, que
analizar la sangre para descartar bacterias responsables de miocarditis (Streptococo,
Staphylococo …). Los hongos y los parásitos son muy poco frecuentes en este
contexto.
• Inmunológica: algunos fármacos, como determinados anticonvulsivantes, pueden
originar una activación desmesurada del sistema inmune que finalmente acaba
dañando determinados órganos como el corazón. También hay enfermedades
inmunológicas (lupus, artritis reumatoide, miastenia gravis), poco frecuentes en niños,
que generan anticuerpos que afectan al músculo cardiaco. En los niños debemos
descartar la enfermedad de Kawasaki, que consiste en una inflamación de los vasos
coronarios (dilataciones coronarias), y que puede originar miocarditis en la fase aguda
de la enfermedad.
• Tóxica: por fármacos (quimioterapia, anfetaminas…), por metales pesados (hierro,
cobre), por déficit de vitaminas.
Síntomas de miocarditis
La forma de presentación clínica depende de la edad, de la agresividad del microorganismo y
del grado de afectación del músculo cardiaco. Dado que los virus son los causantes más
frecuentes de miocarditis, podemos encontrar en los días previos fiebre o un cuadro catarral.
A modo de resumen, los síntomas pueden ser:
Tratamiento de la miocarditis
En líneas generales se basa en el control de los síntomas de insuficiencia cardiaca y
tratamiento de las arritmias. En todos los casos, aunque no haya síntomas, se recomienda
ausencia de esfuerzo físico para dejar reposar el corazón hasta la completa resolución de la
inflamación.
El tratamiento médico incluye diuréticos para eliminar exceso de líquidos, fármacos que
ayuden a la contracción del corazón (inotrópicos) y antiarrítmicos en el caso de arritmias. Si
aparecen trastornos de conducción con bloqueo (disminución de la frecuencia cardiaca), los
pacientes pueden necesitar marcapasos de manera transitoria o definitiva. Además, se
pueden administrar inmunoglobulinas intravenosas (anticuerpos), dado que tienen un efecto
antiviral y capacidad de mejora de la respuesta del sistema inmune, y corticoides con el
objetivo de disminuir la inflamación.
Aquellos niños que se encuentran muy graves e inestables a pesar de la medicación pueden
necesitar un soporte mecánico con un corazón artificial (ECMO), tal como se aprecia en la
figura superior, para lograr estabilizar la situación antes de un deterioro irreversible. Si
continúa la situación de gravedad con ventrículo izquierdo muy grande y con mala función,
pueden requerir un trasplante cardiaco.
Pericarditis
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E l pericardio es una bolsa que recubre el corazón para que esté resguardado y protegido
de las estructuras adyacentes. Está formado por dos capas o membranas, una pegada al
corazón (visceral) y otra más exterior (parietal) en relación con otros órganos. El saco
pericárdico posee líquido en su interior (líquido pericárdico) en pequeña cantidad, que sirve
como lubrificante para disminuir/ evitar la fricción en cada latido cardiaco. Este líquido se va
renovando constantemente, pues se va formando y reabsorbiendo por las membranas que
forman el pericardio.
La pericarditis es la inflamación de dichas membranas. La causa de la inflamación
normalmente se desconoce o no se llega a descubrir. Se produce normalmente por
infecciones víricas (lo más frecuente) u de otro tipo (bacterianas); pero también puede ocurrir
en otras situaciones como puede ser un ataque al corazón (infarto de miocardio),otras
situaciones médicas (enfermedad renal u oncológica) y lesiones traumáticas o conla toma de
ciertos medicamentos. Una causa frecuente es la operación quirúrgica. Posterior a la
operación hay siempre una pericarditis, pero transitoria.
Cuando se produce la inflamación, las membranas que lo forman no funcionan correctamente
y por tanto no reabsorben el líquido pericárdico a un ritmo adecuado, con lo que éste puede
acumularse entre el corazón y la membrana externa (derrame pericárdico). Si hay mucho
líquido puede llegar a comprometerse el latido del corazón, puesto que el exceso de volumen
del líquido presiona las cavidades cardiacas y no las deja llenarse de sangre.
Síntomas
El síntoma más frecuente de pericarditis es el dolor torácico agudo y punzante. Se puede
llegar a sentir en el cuello, el hombro, la espalda o el abdomen. Es común que aumente con la
respiración profunda, con la tos y la deglucióny al acostarse.Una característica muy típica del
dolor pericárdico, que lo diferencia deotros tipos de dolor torácico, es que se alivia al inclinarse
hacia adelante.
La pericarditis, además, se puede acompañar de:fiebre, escalofríos, sudoración, hinchazón de
tobillos, pies y piernas, ansiedad, dificultad respiratoria al estar acostado, tos seca y fatiga
Diagnóstico
El diagnóstico se realizaobservando la clínica del paciente. Cuando el médico escucha el
corazón con un estetoscopio es característico un ruido que acompaña a los latidos cardiacos
llamado “roce pericárdico”. Si hay acúmulo importante de líquido en el pericardio pueden
aparecer datos clínicos de disfunción cardiaca.
Se pueden realizar varias pruebas para detectar el líquido y la inflamación del pericardio,
siendo la más habitual, por su facilidad de uso, el ecocardiograma transtorácico, pero también
son válidos el electrocardiograma, radiografía de tórax, ecocardiografía, resonancia
magnética nuclear, tomografía axial computarizada o gammagrafía con radionúclidos.
También se deben hacer unos análisis en busca de datos de infección o de posibles gérmenes
causantes del cuadro
Tratamiento
Dependiendo de la causa, del momento del diagnóstico y de la cantidad de líquido pericárdico,
se pueden emplear diferentes terapias.
Lo más frecuente es que se solucione el cuadro con tratamiento médico con antiinflamatorios
(ibuprofeno o AAS), pues disminuyen el dolor y la inflamación. En cuadros de pericarditis
recurrente (que aparece varias veces) se puede asociar otro fármaco llamado colchicina. Si la
causa es por infección bacteriana se debe asociar antibióticos. Otros medicamentos que se
pueden utilizar pueden ser los corticoides.
Conviene vigilar periódicamente la cantidad de derrame pericárdico para evitar que éste
comprima al corazón, en cuyo caso habría que evacuarlo con una punción con una aguja
(pericardiocentesis) o realizando quirúrgicamente un pequeño agujero abriendo el pericardio
(ventana pericárdica) hacia el peritoneo (abdomen), pleura (tórax) o hacia el exterior (con un
tubo de drenaje).
Pronóstico
El pronóstico es bueno si el trastorno se diagnostica y se trata rápidamente. Normalmente, el
paciente se recupera en un periodo de 2 semanas a 3 meses. Sin embargo, como hemos
comentado previamente, la pericarditis puede reaparecer en algunas ocasiones (recurrente) o
cronificarse si los síntomas o episodios se mantienen en el tiempo.
A pesar de lo dicho, la pericarditis puede convertirse en una enfermedad potencialmente
mortal, puesto que el acúmulo de líquido alrededor del corazón (derrame)puede comprometer
el funcionamiento cardíaco. Por tanto, ante la presencia de síntomas como los descritos
anteriormente, debe acudir a su cardiólogo.
Una complicación menos frecuente es el engrosamiento del pericardio, que hace a las
membranas menos distensibles (pericarditis restrictiva) y puede comprimir al corazón y
causar a largo plazo problemas similares a los de la insuficiencia cardíaca.
Tumores cardiacos
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L os tumores cardíacos primarios son muy poco frecuentes en todas las edades, con una
incidencia que varía entre el 0,001 y el 0,003 %. Más del 90 % de estos tumores son de
naturaleza benigna. El tumor benigno más frecuente es el rabdomioma, seguido por el
fibroma, el teratoma, los tumores vasculares, el mixoma (mucho más frecuente en adultos) y
el teratoma pericárdico. Los tumores cardiacos malignos, tanto primarios como secundarios,
son muy raros.
Rabdomioma
Se asocia en más del 70 % de los casos con esclerosis tuberosa, que es una enfermedad
sistémica que afecta al sistema nervioso central, riñones y piel. Los rabdomiomas se
presentan más frecuentemente de forma múltiple y tienen una localización preferente en los
ventrículos (sobre todo en el lado izquierdo). En los lactantes y niños menores de 4 años, los
rabdomiomas pueden disminuir progresivamente de tamaño con el paso de los meses, hasta
desaparecer. En algunos casos la localización de los tumores puede afectar al sistema de
conducción eléctrico con posibilidad de aparición de arritmias. El tratamiento quirúrgico está
indicado cuando exista obstrucción grave a la entrada o la salida del ventrículo, o existan
arritmias resistentes a tratamiento médico.
Fibroma
Habitualmente se presentan como tumores únicos, en la pared libre del ventrículo izquierdo o
en el septo (con mayor frecuencia). Se trata de un tumor no encapsulado que puede infiltrar el
miocardio. Si bien se trata de tumores histológicamente benignos, su comportamiento es
distinto del de los rabdomiomas, ya que no remiten espontáneamente y tienen mayor
tendencia a causar complicaciones como arritmias graves con elevada mortalidad, por lo que
muchos requieren intervención quirúrgica.
Teratoma
Son más frecuentes en la edad pediátrica y en el sexo femenino. Suelen ser de localización
extracardíaca y se encuentran adheridos a la base de la raíz aórtica o de la arteria pulmonar.
Histológicamente presentan tejidos derivados de las tres capas germinales del corazón
(endodermo, ectodermo y mesodermo). Al microscopio electrónico se pueden observar
restos de tejido pancreático, tiroideo, hematopoyético, muscular, intestinal, óseo y
cartilaginoso. Raramente malignizan. Por lo general se puede realizar la resección del tumor,
aunque a veces es difícil pues pueden infiltrar el corazón o grandes vasos.
Mixoma
Es el tipo más frecuente en adultos, aunque es infrecuente en lactantes y niños. La mayoría se
originan en la aurícula izquierda, y su mayor riesgo es que suelen producir trombos que
emigran produciendo accidentes cerebrovasculares, por lo que está indicada su resección
quirúrgica.
Diagnóstico
La ecocardiografía y la resonancia magnética son los métodos usuales diagnósticos. Detectan
los tumores de forma no invasiva con gran precisión, incluso en el periodo intrauterino.
Tratamiento
La extirpación quirúrgica está indicada cuando existen síntomas de insuficiencia cardiaca o
arritmias que no responden al tratamiento médico y en aquellos tumores que producen
obstrucción grave a la entrada o la salida de alguno de los ventrículos. También deben ser
intervenidos los mixomas. Por supuesto el carácter maligno de un tumor exige que se
contemple su exéresis quirúrgica.