Está en la página 1de 11

 

"el abuso del derecho constituye la instrumentación normativa de un principio general que
inspira el sistema legislativo, afirma la preeminencia de la regla moral y tiene aplicación en
todo los ámbitos del ordenamiento, en planos funcionales y éticos". Cuando transportamos la
figura del abuso del derecho al ámbito del derecho procesal, aparece el denominado abuso
procesal. Con mayor rigor técnico, debemos puntualizar que el abuso del derecho es el
"género"; y el abuso del proceso es la "especie" que resulta de la traslación lógica y práctica
del primero al campo del derecho procesal.

Después de asegurar que el art. 1071 del Cód. Civil, contiene un principio general que
pertenece al ordenamiento jurídico en su totalidad, y que ese ordenamiento es una unidad
formal y material, deviene casi forzoso concluir que el abuso del derecho es también un
principio general del proceso En apoyo de lo planteado, Marcos Peyrano afirma que el art
1071 bis es de aplicación preferente al proceso por cuanto éste es un instrumento para lograr
el uso o ejercicio del derecho sustantivo que en él se invoca. Es decir, el abuso del derecho es
un instituto que no regula en sí derechos u obligaciones, sino su ejercicio y cumplimiento
respectivamente. Y el proceso es justamente un ámbito calificado donde se determina el
alcance y los límites de tales actos de ejercicio o cumplimiento, donde se pone de relieve la
faz práctica de los derechos y los deberes.

El abuso del proceso se construye sobre principios similares.

En relación a su naturaleza jurídica, el abuso del proceso se enfrenta a opiniones doctrinarias


tan controvertidas como las que se esbozan a la hora de conceptualizar la institución del
abuso del derecho en general. Sintéticamente, exponemos las teorías más relevantes a mero
título ilustrativo.(14) a) Teorías que niegan el abuso del proceso como principio jurídico -
tendría una dimensión puramente moral no relevante para el derecho-.

b) Teorías positivas que postulan al abuso del proceso como principio jurídico.

- Teorías subjetivas que basan el abuso del proceso en la intención del sujeto de ejercer sus
facultades procesales más en perjuicio ajeno, que en beneficio propio.

- Teorías objetivas que ponen el acento en cuestiones externas a los sujetos.

o Vertiente moral: considera que hay abuso del proceso cuando los litigantes ejercen sus
derechos violando reglas de lealtad, probidad, respeto, etc.

 La responsabilidad por abuso procesal se sustenta en elementos objetivos y subjetivos.

el acto abusivo inocuo es materia de abuso procesal. Por lo tanto, ese acto estará expuesto a
todos los modos de prevención y sanción que le son aplicables a la conducta procesal
abusiva, salvo la obligación de reparar los daños causados con base en la responsabilidad
civil (que siempre requiere la existencia de un daño cierto).

El ejercicio de un derecho procesal que no revista en sí mismo potencialidad dañosa no puede


calificarse abusivo, porque -en definitiva- la proscripción del abuso del proceso se fundamenta
en la necesidad de evitar que la desviación de los fines técnicos del proceso provoquen un
daño. De manera que si la conducta carece de aptitud para causar un daño a la otra parte la
declaración de la conducta como abusiva se volvería totalmente abstracta.

 Como sugiere Myriam Balestro Faure, es indispensable que el juez agote los medios a su
alcance para disuadir a los litigantes de cometer conductas procesales abusivas (principio de
aPuede mencionarse dentro de este tipo de consecuencias, a las sanciones que corresponde
aplicar a los peritos o martilleros designados en juicio, que con injustificadas demoras
vulneran los principios de economía, celeridad y buena fe procesales, cometiendo actos
abusivos por omisión. Consisten generalmente, en su exclusión de las listas de
nombramientos, sin perjuicio de la aplicación de multas o de la remoción, en los casos que
correspondiere (arts. 189 S. Fe 469 y 470 CPN). 6) La valoración de la conducta abusiva en
juicio, como elemento de convicción corroborante de las pruebas, para juzgar la procedencia
de las pretensiones (art. 163 inc. 5 CPN).. En la provincia de Santa Fe, es perfectamente
viable por aplicación de los arts. 693, 24, y 21 del CPC.

7) Cuando la conducta abusiva ha provocado un daño a la otra parte que no consiste en la


simple demora (pues en este caso el resarcimiento del daño se canaliza en la fijación de
intereses moratorios en la sentencia judicial), procederá el resarcimiento de daños y perjuicios
a cargo de la parte que incurrió en la conducta procesal abusiva.

http://www.saij.gob.ar/adrian-oscar-morea-doctrina-abuso-procesal-derecho-argentino-
dacf120195/123456789-0abc-defg5910-21fcanirtcod

artículo 1071 del Código Civil. En realidad, prohíbe y sanciona con el desamparo legal, el ejercicio
irregular o antifuncional de un derecho, es decir, aquel derecho que tiene un comienzo legítimo,
un respaldo jurídico, una norma que lo autoriza, pero que posterior o simultáneamente -en su
ejercicio- se desvía de sus propósitos o fines, generando un daño injustificado

Así, Gelsi Bidart ha distinguido el abuso “del” (o con) el proceso y el abuso “en” el proceso. Según
este autor –citado por Masciotra47- el primero se configura cuando se utiliza el proceso contra sus
propios fines o para obtener fines ilícitos. El segundo, en cambio, implica la desnaturalización de
las herramientas procesales.

la primera hipótesis supone un abuso generado a través de la iniciación misma del proceso. Es
decir el proceso en sí, es utilizado por la parte -ab initio- con una intención desviada. “Implica
servirse del proceso mismo con fines espurios (demanda groseramente improponible, extorsiva,
innecesaria48, o el proceso fraudulento promovido en connivencia de ambas partes, etc.)”49, o
para burlar la autoridad del juez natural de la causa.50 Es la elección del proceso como medio, de
manera que se pretende desviar el fin normal de la jurisdicción.

“Constituye un abuso del derecho de acción cuando se pretende con conciencia de la sinrazón, en
demasía, sin fundamento, en forma innecesaria.”

Esta categoría (abuso del o con el proceso) contempla cuatro tipos de procesos: innecesario,
crasamente infundado, desviado, y excesivo, en el que uno de sus ejemplos típicos es el de la
"elección de la vía amplia y costosa, cuando bastaría otra más breve".53 Otro ejemplo, es el
empleo del proceso concursal para defraudar a los acreedores.54 La segunda –abuso en el
proceso- se perpetra ya dentro del mismo, en uno o varios de sus actos o etapas. La conducta
abusiva se verifica en un estadio posterior al inicio del proceso, ya sea en su curso o bien al dictar
sentencia, y “…comprende el ejercicio abusivo del derecho de acción parcializado en los diversos
momentos de un juicio; ingresan en la categoría todos aquellos comportamientos que enervan,
entorpecen o distorsionan las finalidades genuinas del proceso; por eso están comprendidas las
conductas que alongan trámites, difieren el cumplimiento, enredan actuaciones, utilizan
mecanismos procesales para desanimar y someter así al adversario, etc.

El abuso procesal puede ser consumado por los distintos sujetos que intervienen de modo directo
o indirecto en el proceso. Ello incluye al actor y al demandado –y sus apoderados o
representantes, por cierto-, como a los auxiliares u otros funcionarios judiciales, y –sin dudas- al
propio magistrado.

Según el sujeto abusador, Rambaldo59 ha señalado cuatro tipos de abuso: - El abuso procesal de la
parte: el que por lo general, se manifiesta antes de la constitución de la litis a través del empleo de
disposiciones convencionales con consecuencias procesales, o durante el proceso por medio de la
demanda y la contestación. - El abuso técnico procesal: que se configura en la tramitación del
proceso y es creación exclusiva del abogado, realizándolo dentro de las facultades amplias que le
otorga la representación en juicio. - El abuso burocrático del proceso, imputable al juez, que
consiste en el dictado de providencias que se alejan de los principios que rigen la materia
(economía procesal, contradicción, etc.); y - El abuso del poder: también de atribución al órgano
jurisdiccional, y que resulta del uso indebido de las facultades judiciales (el exceso ritual
manifiesto, o la interpretación forzada de la ley que genera doctrinas contra legem)

El abuso procesal de las partes: Como dijéramos, el abuso procesal configurado por las partes, se
corresponde al ejercicio desviado o exacerbado del derecho de “acción” o de “contradicción”, en
tanto –como actor o demandado- son titulares de los respectivos derechos. A título
ejemplificativo, algunos supuestos de abuso consumado por el actor lo constituyen: la promoción
innecesaria de medidas preparatorias; la solicitud de medidas cautelares61 excesivas,
improcedentes62 o más gravosas que las necesarias, o el exceso en las ejecuciones (como por
ejemplo el efectuar el secuestro de un vehículo por una suma insignificante63); practicar
notificaciones innecesarias al domicilio real o laboral con la finalidad de provocar presiones o
incomodidades al destinatario; inducir a error en el sentenciante mediante omisiones temerarias
de cuestiones esenciales para resolver64; demandar sumas desproporcionadas escudado en la
franquicia del beneficio de litigar sin gastos65; y otras tantas maniobras propias de la ilimitada
creatividad jurídica66 . Por su parte, -y también a modo de ejemplo- el demandado abusa cuando
reiteradamente utiliza infundadas e injustificadas solicitudes de suspensión de términos; plantea
una saga de incidentes sostenidos en la sinrazón; propone defensas improponibles; niega las
firmas motivando la audiencia para la pericial caligráfica a la que luego no concurre67; cuando se
vale de requisitos formales para eludir el pago de una deuda que no fue negada68; opone la
excepción de incompetencia cuando ha prorrogado convencionalmente la misma69; interpone
recursos notoriamente improcedentes, por ejemplo contra resoluciones inapelables70, con la
clara intención de dilatar el proceso71 a través de una suerte de cascada interminable (recursos ad
infinitum)72 aún cuando las decisiones recurridas se encuentren exentas de arbitrariedad73, o
cuando ha precluído la etapa procesal oportuna

Sin discriminaciones sobre el autor del abuso, tanto actor como demandado, pueden consumar
desviaciones procesales a través de interminables repreguntas y preguntas ampliatorias hacia el
declarante en la audiencia testimonial; o también del descomedido retiro del expediente del
juzgado y la criticable reticencia a su pronta devolución; o las recusaciones maliciosas o
extemporáneas.

Consecuencias del acto abusivo: Según Jorge Peyrano96, ante la existencia de un acto procesal
abusivo, pueden darse –al menos- cuatro órdenes de consecuencias, ya sea acumulada o
alternativamente: - Puede determinar que la facultad correspondiente no pueda ser ejercitada
válidamente, o por lo menos no con el alcance que pretende darle el sujeto. Aclara que, aún en el
caso de haberse ejercitado la facultad o concretado la conducta abusiva, no podrá ésta suscitar
una posterior situación procesal de desventaja para la víctima del abuso. En el primer supuesto,
incluye el caso de las recusaciones maliciosas. En el segundo, lo grafica a través del supuesto de
numerosísimas interrogaciones ampliatorias formuladas al absolvente, y que constituyen un
accionar “desmedido”, aún cuando la norma no establezca un número máximo de preguntas. -
Puede consistir en la aplicación de sanciones. Así, podrá sancionarse pecuniariamente a la parte
que ha ejercido abusivamente del acto procesal, ya sea a través de la imposición de costas
agravadas97 o -cuando la configuración del abuso es autoría del letrado- la pérdida del derecho a
percibir honorarios98 , e incluso también, sancionarse administrativamente, en la esfera
disciplinaria.

- Puede generar la nulidad del acto, y de los que sean consecuencia del mismo. Ello como
consecuencia de que el abuso procesal se encuentra proscripto, y lo prohibido en definitiva es
nulo. - Puede generar la reparación de los daños y perjuicios resarcibles100, más allá de los daños
procesales inherentes al instituto, causados al damnificado, quien podrá solicitar la indemnización
correspondiente. En este caso, tal como lo dijéramos anteriormente, resultará indispensable echar
mano a los factores de atribución subjetiva, requiriéndose la existencia de dolo o culpa por parte
del abusador. A estas cuatro consecuencias, Balestro Faure agrega dos más101 : - Se desestime la
pretensión, ya sea al inicio “rechazando in limine” la demanda por improponibilidad objetiva o
bien al momento de dictar el auto interlocutorio o la sentencia de mérito, según corresponda al
caso; y finalmente - Puede implicar un elemento de convicción en el magistrado, corroborante de
las pruebas reunidas en autos, para juzgar la procedencia de las pretensiones. (EJ: la valoración de
la conducta de las partes en el proceso, tal como lo autoriza el artículo 16 del Código Procesal Civil
y Comercial de Jujuy o el artículo 163 inciso 5 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). 6.
Prevención y Sanción: Como puede observarse, las consecuencias previstas para un acto procesal
abusivo son tanto anteriores como concomitantes o posteriores a su realización. Ello permite
establecer la necesidad no sólo de reprimir102 los actos procesales abusivos cuando éstos ya se
han consumado, sino especialmente a “prevenir” la comisión de los mismos.
El Superior Tribunal de Justicia de Jujuy, lo ha resaltado enfáticamente. “Como ultimo órgano
jurisdiccional debemos prevenir y sancionar todo acto contrario al deber de probidad, lealtad y
buena fe, debiendo ponderar la deducción de pretensiones, defensas e interposición de recursos
que resulten inadmisibles o cuya falta de fundamento no se pueda ignorar de acuerdo a una
mínima pauta de razonabilidad, o encuentre sustento en hechos ficticios o irreales, o que
manifiestamente conduzcan a dilatar el proceso. Todo esto aumenta la tarea judicial, y sobrecarga
las tareas cotidianas que pesan sobre los estrados judiciales y sumen en la desesperación a los
judiciales que resultan ser victimas de tal proceder abusivo” 103 . Esto último sólo es posible con
la actuación comprometida y activa del juez, declarándolo de oficio104, a más de su no despacho,
dentro de la órbita y estándares de prudencia y cautela, para no afectar el derecho de acción o
contradicción. Se vincula directamente con el principio de autoridad, mediante el cual debe el
magistrado agotar los medios a su alcance para disuadir a los litigantes de llevar a cabo conductas
procesales abusivas. Así, a través de la prevención y efectiva sanción del abuso por parte del
órgano jurisdiccional “indudablemente se evita que el litigante pueda abusar de su derecho al
proponer medios de prueba prohibidos por la ley o absolutamente improcedentes y notoriamente
innecesarios y que, en oportunidades, se ofrecen sólo con propósitos dilatorios”

No hay dudas de que la “prevención” aparece como más ventajosa que la “sanción” (sin quitarle
valor a ésta última, indiscutiblemente necesaria también); ello, en pos de la economía procesal, de
la igualdad de las partes en el proceso, de un mejor servicio de justicia, y del deber de
colaboración de las partes entre ellas mismas y con el juez en para obtener la verdad real de los
hechos y en consecuencia una sentencia justa, que componga y satisfaga realmente los derechos
de la parte a la que le asiste razón en tiempo y forma.106 Asimismo, esto se encuentra
íntimamente ligado al perfil de juez esbozado en los últimos tiempos, mucho más rico que el de
años anteriores. El juez profiláctico –en términos de Jorge Peyrano- es aquel preocupado no sólo
por aplicar sanciones disciplinarias sino también por alertar a los litigantes para que cesen en
ciertas prácticas porque en caso contrario serán sancionados; alerta que puede y debe realizar el
órgano jurisdiccional cuando nota que algunos de los contendientes está en vías de consumar un
abuso procesal contextual por reiteración de conductas obstructivas del procedimiento.107 En
principio, la aplicación del órgano jurisdiccional del principio de proscripción del abuso lo será a
petición de parte, pero el magistrado, no pude ni debe aceptar y despachar una solicitud si
advierte que ello importa la convalidación de un acto abusivo, aún cuando las partes nada hayan
dicho.

Es que la declaración de oficio por parte del juez de una conducta abusiva evidente, sea
previniéndola o sancionándola -en el marco de una concepción socializada o humanizada del
proceso, donde tiene el status de “director” del procesoes indiscutiblemente un “deber”. Así lo
manifestó ya el XI Congreso Nacional de Derecho Procesal (La Plata, 1981) “La cuestión relativa a si
los jueces pueden declarar de oficio la existencia del abuso del derecho divide a la doctrina desde
antiguo. No obstante, podría sostenerse que la posición que predomina es la permisiva atenuada,
o sea, aquella que autoriza al juez a verificarlo siempre que no modifique los hechos invocados por
las partes y el abuso surja manifiesto”
      El
tema ha atraído la atención de los juristas desde  antiguo. El término “abusar” según el
Diccionario de la Academia Española  es  usar mal, excesiva,  injusta, o impropiamente de
alguna cosa.  En nuestra materia  la “cosa”, si se nos permite la licencia,  sería el derecho
subjetivo. Por, ello el abuso presupone la existencia de un derecho que se usa
impropiamente, situación que
lo aleja de la actuación sin derecho o en contra del derecho.   

                En
consecuencia no son aplicables los conceptos sobre culpa o dolo como elementos
de los actos ilícitos. El abuso del derecho 
se vincula más con la  ética y la
buena fe que con las nociones de dolo o culpa.
                El
Código Procesal  Civil y Comercial de la
Nación (CPCCN)  impone al juez, dentro de
sus deberes,  prevenir y sancionar todo acto 
contrario al deber de lealtad, probidad y buena fe  (art. 34, inc. 5º, d).  Las
referencias  a las nociones de lealtad y buena fe  son  formas de 
prever  el abuso del derecho aun
cuando no se aluda expresamente a éste
                El  artículo  1071 del Código Civil cuyo texto dispone: La ley no ampara el
ejercicio abusivo de los
derechos. Se considera tal al que contrarié los límites que aquella tuvo en
mira al reconocerlos o al que excede los límites impuestos por la buena fe, la
moral y las buenas costumbres,    se
encuentra dentro  del  título “De los actos ilícitos”, pero  se trata de una institución
que excede la
materia referida a las obligaciones.    
                En
Derecho Procesal puede haber abuso  del proceso y abuso en el
proceso.
        Se
abusa del proceso cuando éste se usa,
no  para resolver un conflicto real sino
con otros fines.  Se enuncian los  siguientes supuestos:  a) clara separación entre
el derecho que se
invoca y el que se tiene efectivamente; b) procesos simulados  o  fraudulentos, con
la complicidad de ambas
partes para perjudicar a un tercero  ; c)
juicios  de bagatela,  es decir aquellos en los que  se reclama una prestación ínfima
que de
ninguna manera justificaría la promoción de un proceso judicial; d) procesos
innecesarios: se busca una finalidad que ya se logró o que puede lograrse con
menor costo, por  ejemplo  se pide un régimen de visitas que ya ha
sido  otorgado,  o la  división de condominio o la  partición judicial cuando los
interesados no
se niegan a la división o partición, etc.;  e) procesos inadecuados, como cuando se
pide
la  quiebra de un deudor solvente o se
realizan  denuncias penales para cobrar
una deuda, a fin de  extorsionar al
deudor;  f)  procesos para plantear una cuestión no
judiciable (Ver Gelsi Bidart, A.“Abuso del proceso”, ED 96-955).
                 En casos de abuso del proceso corresponde el
rechazo “in límine” de la demanda, las sanciones por temeridad y malicia y el
pago de las costas, según se decida en cada caso.
                En
el proceso puede haber abuso de las partes y sus abogados, del juez o de los
auxiliares. El CPCCN menciona 
expresamente el abuso del derecho en el artículo 208 referido a la
responsabilidad por obtener una medida cautelar que, en definitiva, resultó
improcedente
.     Otros artículos del CPCCN se vinculan con la teoría del abuso del
derecho, aun sin mencionarlo expresamente, 
tales como el 163, inc. 5, que alude a la valoración por el juez de la
conducta observada por las partes durante la sustanciación del proceso, como un
elemento de convicción corroborante de las pruebas; los artículos 387 y 388 que
se refieren a la negativa de las partes a presentar documentos que se
encuentran en su poder; 414 y 417 sobre los efectos de la negativa del
absolvente de responder y de la confesión ficta; 528 y 551 que sancionan el
desconocimiento de la firma en la preparación de la vía ejecutiva y la
actuación del ejecutado que hubiese litigado sin razón valedera.
                Las
consecuencias del abuso procesal las podemos advertir en el  artículo 169 que
dispone que no se pueda requerir
 la nulidad de un acto si, no obstante su
irregularidad,  se ha logrado la
finalidad a que estaba destinado. Con relación a los incidentes podemos
mencionar el  artículo 69, que impide promover
un nuevo incidente mientras no se haya depositado el importe de las costas a
que fue condenado el incidentista por otro anterior; y los artículos 173 y 179
que prevén el rechazo “in limine” de incidentes manifiestamente improcedentes. 
                1)
 De las partes y sus abogados.
Consignamos a continuación algunos supuestos:
a) Promover incidentes
innecesarios;  b)  accionar con beneficio de litigar sin gastos y
 reclamar por montos desproporcionados  en relación con el crédito y ofrecer  gran
cantidad de  peritos 
para forzar a un arreglo, tal como sucede frecuentemente en el proceso
laboral en la  Provincia de Buenos Aires;
 c) 
formular  múltiples preguntas
innecesarias  en el interrogatorio
de  testigos o en el pliego de posiciones;
d)  ofrecer  testigos  domiciliados en lugares alejados del juicio,
incluso en el extranjero, con fines meramente dilatorios;  e)  recusar
 sin expresión de causa a un magistrado
de manera excesiva, desnaturalizando la institución, tal como lo resolvió la
Corte Suprema (“Aguilera Grueso, Emilio c/ANSES y otros/reajuste”  4 /12/ 2012);
f)   usar las  medidas cautelares con fines extorsivos y no
para garantizar el cumplimiento de la sentencia;  como  lo
sucedido en autos “Fisco de la Provincia de Buenos Aires c/ Bertoni” . en los
que la  Administración provincial, sin
intervención judicial,  había trabado un embargo
en la  Cuenta Corriente bancaria  del demandado que al momento tenía  un saldo
de Cuarenta y Ocho pesos con Cuarenta
y Dos centavos ($ 48,42),  por un reclamo
fiscal de Trece Mil Doscientos Treinta y Ocho pesos con Setenta  ($ 13.238,70);   el
ejecutado  ofreció en sustitución un inmueble libre de
gravámenes con una valuación fiscal muy superior a la deuda, alegando que la
inmovilización
de la cuenta  le ocasionaba serios
perjuicios en su giro comercial por  cobrar sus trabajos con cheques a su nombre
con la leyenda “no a la orden”,  que
necesariamente debían  depositarse en su
cuenta corriente;  el Fisco    se opuso y  la Cámara rechazó la sustitución con 
fundamento en el  artículo 13 bis de ley 13529 de ejecuciones
fiscales de la Provincia;  consideró el
Tribunal, por mayoría,  que los jueces no
están habilitados para sustituir la valoración del Fisco  sobre la conveniencia de
optar para
resguardar su crédito mediante la medida decretada en vez de recurrir a otra
diversa;  g) elegir  el trámite  procesal más costoso cuando el resultado se
podría obtener en forma más ágil y simple; como sucede cuando se  apela una
sentencia para corregir un  error material, aclarar algún concepto oscuro
o suplir alguna omisión en que se hubiese incurrido; situaciones que pueden ser
subsanadas por vía de aclaratoria (arts. 166, inc. 2º  y  278
del CPCCN).
                        En estos supuestos y en algunos otros
similares, además de las sanciones que el juez puede imponer y del pago de las
costas, también corresponde que se valore la conducta de las partes en la
decisión final, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 163, inc. 5 del
CPCCN.   Los litigantes y sus abogados
tienen que cooperar para que en el proceso se logren los fines a que estaba
destinado, es decir que se ponga fin al conflicto de la manera más justa y
rápida  posible.
                               Se encuentra
controvertido si el juez, de oficio,  puede fundar su  sentencia en el  abuso del
derecho  o   necesariamente debe ser invocado por la parte.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación  
parece haber  adherido a la primera
postura, en “Banco Central de la República Argentina en Centro Financiero S.A.”
al fundar su sentencia en el dictamen del Procurador Fiscal quien expresamente
dijo  que la aplicación del art. 1071 del
Cód. Civil, en orden al abuso de derecho, no está condicionada a su invocación
por el interesado.
                               Entendemos que de
ninguna manera se afecta el principio de congruencia al aplicar de oficio la
norma sobre el abuso del derecho, siempre que el fallo se ajuste a la
pretensión de peticionario y a los hechos afirmados por las partes; en
definitiva se trataría de calificar correctamente esos hechos conforme con las
disposiciones legales.
  2)  Del juez. Veamos algunos casos:
 a) Cuando  el magistrado  exagera el  rigor formal de manera incompatible con las
reglas del debido proceso,  situación que
dio origen a  la doctrina de la Corte
Suprema  sobre el “exceso ritual
manifiesto”. Como se ha dicho con acierto,  “cuanto menos se sabe Derecho más
se exige el
cumplimiento de trámites procedimentales”. 
Uno de los propósitos orientadores del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación, según surge de la exposición de motivos  fue “suprimir
formalidades innecesarias y agilizar en general, los
trámites procesales”;  b) en casos en
que el magistrado otorga múltiples traslados  sin resolver 
la petición, dilatando la decisión  violando el principio de celeridad; c) en
supuestos en que se exagera  la
declaración de deserción del recurso de  apelación  por estimarse que   la
expresión de agravios o el memorial no
contienen una  crítica concreta y
razonada de la decisión que se recurre; d) también el juez puede incurrir en
abuso procesal por omisión cuando  no
utiliza las “facultades” o “deberes” que los códigos procesales le otorga para
agilizar  el proceso o esclarecer los
hechos controvertidos, según lo dispone el artículo 36 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación y lo señaló la Corte Suprema de Justicia al
decir que  la facultad  del juez para
esclarecer la verdad de los hechos controvertidos se tornan en deber
inexcusable cuando la prueba es esencial para la solución del litigio. La
omisión puede constituir una  causal de
arbitrariedad de sentencia (caso “Oihler”, L.L. 1981-C-67)  ; asimismo cuando     no
ordena medios de prueba no ofrecidos y que resultan necesarios para el
esclarecimiento(art. 478, CPCCN); o no  interroga
libremente a las partes (art. 415, CPCCN);  o no pide a las partes las  explicaciones 
necesarias (art. 438, CPCCN); o no dispone la declaración de oficio a
personas mencionadas en los escritos constitutivos del proceso o que el
conocimiento surja de otra prueba producida 
(art. 452, CPCCN); o  no ordena
que se practique nuevo peritaje o se perfecciones o amplíe el anterior (art.
473, CPCCN); o no exige la ejecución de planos, relevamientos, reproducciones
fotográficas o de otra especie, de 
objetos, documentos o no dispone la reconstrucción de los hechos (art.
475, CPCCN); o  no solicita informes
a  academias, corporaciones, institutos y
entidades públicas o privadas (art. 476, CPCCN);  o no practica reconocimientos
de lugares y cosas (art. 479, CPCCN). Todo
ello cuando, conforme las circunstancias del caso, esas actividades judiciales
son  necesarias para lograr el anhelo de
una sentencia justa. Finalmente, puede haber abuso por omisión si el juez  no
requiere a las partes que desistan de
prueba innecesaria o admite prueba manifiestamente improcedente, superflua o
meramente dilatoria, permitiendo de esa manera que el trámite se alargue más
allá de lo necesario (art. 364, CPCCN).  
    
                3) De los
funcionarios y auxiliares. Éstos  en muchas
ocasiones  también incurren en abuso
procesal dentro de sus respectivas incumbencias. Un caso paradigmático es el
del martillero que conoce  en forma extrajudicial  la cancelación de la deuda
reclamada  e igualmente continúa los trámites para la
subasta, porque no ha sido notificado en forma fehaciente.
                La ética y el principio de
razonabilidad  deben guiar todas las
acciones de los funcionarios; adviértase que el artículo 36 de la Constitución
Nacional, expresamente impone  al
Congreso  sancionar una ley de ética
pública para el ejercicio de la función.
https://fundesi.com.ar/abuso-del-derecho-en-el-proceso_22/

También podría gustarte