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El planteo del Sr. Fornerón tenía como base una supuesta violación, por parte del
Estado, de la protección a la familia del actor y de su hija, el que se había visto
materializado en la imposibilidad del padre de establecer contacto con la menor luego
de 10 años de trámites ante la justicia local, a partir de que la madre biológica de la
niña decidiera dar en adopción a la menor y el Sr. Forneron no pudiera concretar en
tiempo oportuno su reconocimiento y oposición al trámite de adopción iniciado.
60. Por otra parte, respecto del plazo razonable en el proceso relativo al derecho de
visitas la Comisión indicó que: a) la determinación de un régimen de visitas es una
materia delicada que requiere la opinión y acompañamiento de expertos; b) el señor
Fornerón requirió ante varias autoridades tener contacto con su hija y que se
reconociera el derecho de ambos a estar juntos, y realizó varias gestiones, pese a lo
cual, si bien en mayo de 2001 se dictó una sentencia que reconoció la posibilidad de
establecer un régimen de visitas, hasta el momento de sometimiento del caso no se
había implementado; c) no concuerda con el Estado en que hubo inactividad por parte
del señor Fornerón, sino que éste solicitó todo lo que correspondía y colaboró en todo
lo necesario en los procesos judiciales; el único periodo de inactividad coincide con la
tramitación del recurso de apelación de la sentencia que otorgó la guarda, entre el 22
de abril de 2002 y el 25 de noviembre de 2003, fecha tras la cual el señor Fornerón
reiteró su solicitud de un régimen de visitas en varias ocasiones ante la inactividad de
los tribunales. Asimismo, el señor Fornerón propuso un encuentro y solicitó la
acumulación de las causas sobre el derecho de visitas, la guarda judicial y la
adopción, lo cual le fue denegado. El 18 de noviembre de 2005 solicitó que se dictara
sentencia, y no existe constancia de que se produjera actividad judicial alguna desde
entonces; d) la inactividad por parte del tribunal no cumple con el requisito de
diligencia básica. El tribunal a cargo era el mismo que había determinado inicialmente
la viabilidad de establecer un régimen de visitas, por lo que tenía la obligación de
actuar con diligencia especial en el proceso al conocer que el transcurso del tiempo
tendría efectos negativos. Sin embargo el tribunal no realizó ninguna gestión hasta que
“dict[ó] autos para resolver”, en marzo de 2004. Desde abril de 2004 hasta abril de
2005, no se produjo ningún movimiento en el expediente, y e) lo anterior fue relevante
en la determinación de la situación jurídica de M y de su padre, puesto que ese mismo
tribunal estableció la adopción simple de la niña a favor del matrimonio B-Z en
diciembre de 2005, con fundamento en la relación que se había desarrollado como
consecuencia del transcurso del tiempo. Pese a que en esa decisión se reiteró la
pertinencia de que se comenzara el contacto entre padre e hija, las autoridades
competentes no han avanzado en ello. Concluyó que una demora de casi nueve años
en el establecimiento de un régimen de visitas, cuya posibilidad fue indicada en dos
sentencias judiciales, constituye una violación al derecho del señor Fornerón y de su
hija M a un proceso tramitado en un plazo razonable de conformidad con lo
establecido en el artículo 8.1 de la Convención y ha violado también el derecho del
señor Fornerón a un recurso efectivo, puesto que no se le ha proporcionado una vía
efectiva para implementar dicho régimen de visitas, contrariando el artículo 25.1 de la
Convención.
Luego la Corte aborda particularmente el tema del plazo razonable y allí vuelve
concretamente sobre los plazos del caso, señalando que por las particularidades del
tema llevado a su conocimiento, las obligaciones del Estado aquí se encontraban
exacerbadas por la particularidad de los derecho en juego y de la especial protección
que se debe brindar a los menores de edad.
“69. Sin perjuicio de que el señor Fornerón realizó las intervenciones en los procesos
que le eran razonablemente exigibles, la Corte advierte que, en un caso como el
presente, la responsabilidad de acelerar el procedimiento recae sobre las autoridades
judiciales, en consideración del deber de especial protección que deben brindar a la
niña por su condición de menor de edad, y no en la actividad procesal del padre. Más
aún, cuando el señor Fornerón desde un inicio dejó claro ante las autoridades
judiciales su voluntad de hacer efectivos sus derechos y cumplir sus deberes de padre,
lo cual debía garantizarse de forma inmediata. El Tribunal resalta que el objeto
principal de los procesos era la determinación de los derechos a la familia de una niña
y los de su padre biológico, y lograr la vinculación entre ellos.
Todo esto no solo sirvió de fundamento para la condena, sino que dio lugar
también a las medidas especiales dispuestas en ésta: