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Principios de Derechos
Humanos y Derecho
Constitucional.
● Nombre: Alma.
● Apellido: Romero.
● DNI: 46.696.391
● Comisión: 85002.
● Año: 2023.
Palabras clave:
Derechos humanos, Corte Interamericana de Derechos Humanos, fallo, juez, Derechos del
niño, interés superior del niño, proceso judicial de guarda.
Introducción:
Uno de los casos más representativos de la región en relación con el derecho a la identidad
biológica y el derecho a la protección de la familia es el que realizó la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (Corte IDH) en el año dos mil doce, el caso “Leonardo Fornerón e hija
c/ República Argentina”. En el presente texto se hará un análisis, desarrollo y opiniones del
caso nombrado.
Desarrollo:
El dieciséis de junio del año dos mil, en el Sanatorio Policlínico de la ciudad de Victoria,
nació M, hija de Diana Elizabeth Enríquez y de Leonardo Aníbal Fornerón. Ambos tuvieron
una relación que culminó antes de que naciera la niña. El señor Fornerón desconocía la
existencia del embarazo de la señora Enríquez hasta aproximadamente el quinto mes del
mismo, cuando una amiga en común le informó sobre ello. Con posterioridad a conocer sobre
el embarazo, el señor Fornerón preguntó varias veces a la señora Enríquez si él era el padre, y
ella lo negó en toda ocasión. Tanto el señor Fornerón como la madre de la niña eran
residentes en la época de los hechos en Rosario del Tala, ciudad que se encuentra
aproximadamente a cien kilómetros de distancia de Victoria.
Al día siguiente del nacimiento la señora Enríquez entregó su hija al matrimonio B-Z,
residentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la intervención del Defensor de
Pobres y Menores Suplente de la ciudad de Victoria, quien mediante un acta formal dejó
constancia de lo sucedido. Diecisiete días después del nacimiento de M, el señor Fornerón y
la señora Enríquez comparecieron ante la Defensoría de Pobres y Menores de Rosario del
Tala. Allí el señor Fornerón se interesó por el reconocimiento de paternidad respecto de M e
indicó que, pese a que no tenía certeza de ser el padre, si correspondía, deseaba hacerse cargo
de la niña.
El dieciocho de julio del año dos mil, un mes y dos días después del nacimiento de M y
quince días después de haber acudido a la Defensoría de Menores, el señor Fornerón se
presentó en el Registro Civil y reconoció legalmente a su hija.
Se realizó, en el proceso, una prueba de ADN, que comprobó la paternidad biológica del
señor Fornerón. Sin embargo, y a pesar de las numerosas solicitudes del señor Fornerón para
que le fuera concedida la guarda de su hija, el juez de primera instancia, en mayo del año dos
mil uno, otorgó la guarda de la niña al matrimonio B-Z por un plazo de un año considerando
que la niña fue concebida sin el deseo de formar una familia ni fue resultado del amor en un
plazo corto de noviazgo entre el señor Fornerón y la señora Enríquez, también, el señor
Fornerón no había demostrado ningún tipo de interés ni colaboración con la madre antes del
nacimiento de la niña, ni realizó ninguna presentación judicial para resguardar el vínculo con
la niña y el señor Fornerón. También agregó que la niña sufriría de la ausencia de una figura
materna si la guarda se la entregaba al señor Fornerón. Concluyó que “de así acceder en un
futuro el padre biológico […], se podría instrumentar un régimen de visitas para mantener
un contacto con la niña”
El diez de junio del año dos mil tres la Sala Primera de la Cámara Segunda de Paraná, revocó
la sentencia e indicó que la presencia del Defensoría de Menores al momento de entrega de la
niña no cumplía estrictamente con los requisitos establecidos por ley, puesto que sólo es
admisible la guarda otorgada judicialmente, también, el Juez de Primera Instancia no tuvo
prolijidad en las actuaciones procesales ya que no realizó un examen de los vínculos de la
niña con el matrimonio B-Z y no tuvo en cuenta el derecho a la identidad de la niña y,
además, el reconocimiento de la niña en el registro civil “jurídica y legalmente, y mientras no
fuera impugnada su paternidad, le otorgaba el carácter invocado con todos los derechos y
deberes que ello conllevaba”. Finalmente en la causa no existió el consentimiento que
necesariamente debía dar el señor Fornerón como padre para la guarda en adopción.
El veintisiete de junio del año dos mil tres, el matrimonio B-Z interpuso un recurso de
inaplicabilidad de ley contra la sentencia de la Cámara que revocó la guarda judicial. El
Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, declaró procedente el recurso, revocó la decisión
de la Cámara y, en consecuencia, confirmó la sentencia de primera instancia. La sentencia
consideró, primordialmente, el tiempo transcurrido. Entre otras cuestiones, se indicó, que la
demora en el trámite del proceso de guarda judicial incidió en la decisión de confirmar la
sentencia de primera instancia, en consideración del interés superior de M, quien había vivido
los más de tres años desde su nacimiento con el matrimonio B-Z. También se indicó en esa
sentencia que la Cámara no había hecho “señalamiento de absurdidad en los dictámenes de
los técnicos” que consideró en su fallo, lo cual a criterio de uno de los jueces del Superior
Tribunal de Justicia debe interpretarse como “una conducta arbitraria y voluntarista en los
jueces” de Cámara.
El Superior Tribunal de Justicia añadió que si bien el artículo 9 de la Convención sobre los
Derechos del Niño establece la obligación del Estado de no separar a un niño de sus padres en
contra de la voluntad de éstos, también contempla una “reserva de revisión judicial” que
puede establecer tal separación en base al interés superior del niño, particularmente en casos
como el presente en el que “los vínculos biológicos no son significativos”.
“Artículo 9
1. Los Estados Partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la
voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades
competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal
separación es necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede ser
necesaria en casos particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de
maltrato o descuido por parte de sus padres o cuando éstos viven separados y debe
adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia del niño.”
“3. Los Estados Partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno o de ambos
padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo
regular, salvo si ello es contrario al interés superior del niño.”
Además, indicó que la cuestión central es el conflicto entre el derecho subjetivo del padre
biológico a la tenencia de su hija y el interés superior de la niña, lo cual se resuelve teniendo
en consideración el tiempo transcurrido desde el día después del nacimiento hasta la fecha del
fallo. La determinación del interés superior de la niña “está llena de subjetividades y depende
de la escala de valores del juez, de su formación ideológica, de su experiencia de vida, como
así también de quienes participan en la decisión, la que por otra parte también es aleatoria,
porque cuando se conozcan los resultados, el tiempo habrá consumido muchos años de la
vida de M”.
En mayo del año dos mil cinco, padre e hija tuvieron su primer y único encuentro. Tras este
encuentro, el señor Fornerón solicitó, en varias ocasiones, que fuese dictada sentencia
respecto del régimen de visitas. En junio del año dos mil diez, casi nueve años después de
iniciado el proceso, la jueza de primera instancia dictó sentencia, rechazando el régimen de
visitas solicitado. El señor Fornerón interpuso recurso de apelación, el cual fue rechazado por
la Cámara Segunda del Poder Judicial de Entre Ríos. Finalmente, ante la Sala Civil y
Comercial del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, se realizó una audiencia en mayo
del año dos mil once, en la cual las partes acordaron un régimen de visitas.
Dentro de este caso se destacan dos elementos de vital importancia para entender el fallo.
El primero que se menciona de manera explícita es “el interés superior del niño”, se destaca
debido que para justificar la no entrega de la niña M a su padre biológico, los órganos
judiciales argentinos (particularmente el juez de primera instancia) se basaron en su
comprensión propia respecto del principio del interés superior del niño.
“Artículo 9
3. Los Estados Partes respetarán el derecho del niño
que esté separado de uno o de ambos padres a mantener relaciones personales y contacto
directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del
niño.”
El juez de primera instancia entendió que la niña a cargo de los padres adoptivos tendría una
mejor calidad de vida y podría tener un adecuado desarrollo, o sea que, la familia adoptiva
(padre y madre) atendería mejor las necesidades e intereses de la niña. El juez concluyó que
no le otorgaría la custodia de la niña al señor Fornerón por argumentos ya mencionados en los
hechos relatados, entre ellos se destaca el hecho de que si fuera entregada a su padre
biológico, la niña no tendría efectivamente una familia, pues le faltaría la presencia maternal.
La Corte IDH concluyó que las decisiones de los órganos judiciales nacionales respecto de la
guarda de la niña se basaron en estereotipos e ideas preconcebidas sobre el modelo ideal de
familia y la incapacidad del padre biológico para ejercer la paternidad de manera individual.
También, los órganos judiciales nacionales usaron a su favor el interés superior del niño para
negar el derecho de su progenitor por su estado civil, en beneficio de aquellos que cuentan
con un estado civil que se ajusta a un determinado concepto de familia.
El derecho de los niños a la preservación de sus relaciones familiares y al convivio con sus
padres biológicos se encuentra expresamente reconocido, en efecto, en los artículos 8 y 9.1 de
la Convención sobre los Derechos del Niño.
“Artículo 8
1. Los Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su
identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad
con la ley sin injerencias ilícitas.
2. Cuando un niño sea privado ilegalmente de algunos de los elementos de su identidad o de
todos ellos, los Estados Partes deberán prestar la asistencia y protección apropiadas con
miras a restablecer rápidamente su identidad.”
“Artículo 9
1. Los Estados Partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la
voluntad de éstos,excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes
determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es
necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en casos
particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o descuido por
parte de sus padres o cuando éstos viven separados y debe adoptarse una decisión acerca del
lugar de residencia del niño.”
El intérprete, en este caso, el juez de primera instancia se ha dejado influenciar por sus
propios parámetros y convenciones sobre lo que debe ser una familia y no se apegó
completamente al interés superior del niño cuando las normas del Derecho Internacional (en
las que se ha reconocido, como regla, el derecho universal de los niños al convivio con los
padres biológicos) y del propio ordenamiento jurídico interno del Estado (que establece,
también como regla, que los niños sean mantenidos en el seno de sus familias biológicas.
La problemática de principio del interés superior del niño, y que casi nadie toma en cuenta, es
que el juez evalúa la situación desde afuera con su propia moral, o sea, desde la óptica de
juzgador sin velar por el interés real y la perspectiva del infante. Si bien M no tenía uso de
razón al momento de su nacimiento el juzgador tuvo que dejar sus prejuicios de lado y
concederle al señor Fornerón a su hija validando así los los artículos 8 y 9.1.
El segundo elemento que se menciona en el fallo es los efectos del tiempo en los procesos
judiciales relativos a los derechos de los niños al convivio familiar.
En el caso, el proceso judicial de la guarda de M tardó más de tres años y el proceso del
régimen de visitas tardó más de diez años. En consecuencia, los vínculos entre la niña y la
familia sustituta se volvieron irreversibles, asimismo, el vínculo entre el señor Fornerón y su
hija. El elemento del tiempo en estos casos de acciones judiciales relativas a guarda,
adopción, tuición de niños y congéneres trae consigo el afecto y apego que fueron formando
y difícilmente se rompan.
La única acción para restituir esta devastadora acción tomada por el Estado argentino fue el
pago de indemnizaciones por daños materiales e inmateriales, que evidentemente no alcanzan
para rescatar el tiempo y establecer los vínculos afectivos que no se formaron en su momento.
Conclusión:
La propuesta de este texto ha sido analizar dos elementos que destacaron por encima de los
demás. El derecho de los niños a la preservación de sus relaciones familiares y al convivio
con sus padres biológicos se encuentra expresamente reconocido en los artículos 8, 9.1 y 9.3
de la Convención sobre los Derechos del Niño, son reconocidas internacionalmente, en ellas
hay limitaciones en cuanto al uso que un juzgador puede hacer uso. No solo se tiene que
atender el interés superior del niño, sino también, los Derechos Humanos ya reconocidos. el
transcurso del tiempo, en acciones judiciales referentes al derecho de los niños al convivio
familiar, posee el efecto dañoso de la irreversibilidad. No solo ocurre en este caso, sino que
alrededor del territorio argentino se han presentado casos de guardas y convivios que no
fueron resueltos, cuando estos temas son sumamente delicados y los procesos de esta índole
tienen que ser llevados con un lapso razonable de tiempo.
Para concluir finalmente, me gustaría destacar que se tiene que concientizar que la demora de
estos procesos que conllevan a una violación de los derechos humanos. En Argentina, como
mencioné anteriormente, la justicia y los procesos son muy lentos e ineficaces. Se debería dar
prioridad a estos casos así se evitará ser un Estado infractor.
Biografía: