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INTRODUCCIÓN

Plena de agradecimiento, en este libro intento


motivar la autonomía de las mujeres,
aportando ideas y conceptos que acompañen.

Cada vez que una de nosotras abre un camino,


deja una senda marcada para las demás. El
crecimiento de cada una, puede ser un
engranaje para el desarrollo de las otras.
Acompañadas, el camino resulta más ligero y
los progresos dan más frutos.

Al final de cada segmento del libro, dejo


algunas preguntas para que cada una siga
pensando.

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LAZOS DE SANGRE

El sentido de comunidad es intergeneracional, porque


nuestro origen y futuro también son parte de nuestro
recorrido. Por eso invité a participar mi mamá, a mi
hermana y a mi hija, tres generaciones de mujeres y
tres testimonios personales.

Las necesito en este libro, porque son la tierra donde se


nutre mi corazón, y el destino donde apoyo mi mirada.
Les pedí a cada una de ellas que responda tres
preguntas, y esto fue lo que dijeron:

Preguntas:

1. ¿Qué ventaja y/o desventaja sentís que haya habido


en tu vida por ser mujer?

2. ¿Qué impacto creés que el miedo y la culpa tuvieron o


tienen en tu vida?

3. ¿Qué cosas cambiaste, o pensás cambiar, respecto a tu


generación anterior en cuanto al trato de los varones y
las mujeres en el hogar?

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María Elena, mi madre

1. Única mujer con tres hermanos varones, disfruté de


una niñez conmucho mimo y mucha libertad. Sin duda,
mis hermanos estuvieron más controlados y exigidos
académicamente, y creo que eso significó una ventaja,
ganaron tiempo y formación. Durante el resto de mi
vida, jamás sentí que mi condición de mujer me
impidiera hacer algo que yo deseara. En cuanto a
estudios, trabajo y familia, obtuve resultados merecidos
de acuerdo con mis esfuerzos, nunca sentí una
desventaja por género.

2. El miedo siempre ha estado presente en mi vida,


miedo a no poder realizarme, a no educar bien a mis
hijos, a las contingencias de la vida. Pero este miedo fue
un motor que me impulsó a luchar, con más o menos
éxito, por lo que yo deseaba.Y la vida fue muy generosa,
hoy mis hijos han superado todas mis expectativas,
llenándome de felicidad.

3. A diferencia de mi generación, les di a mis hijas la


misma educación que a los varones. Y, sobre todo, les
hice sentir que esperaba de ellas lo mismo que de los
chicos, sin diferencias.Si bien fui bastante exigente,
siempre disfrutamos juntos sus logros académicos y
deportivos, y todo lo que emprendieran.

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Paula, mi hermana

1. Aunque en mi familia de origen me han incentivado


a estudiar y a trabajar, respecto al trabajo siempre tuve
como preconcepto que lo mío, mi sueldo, iba a ser un
ingreso accesorio al de mi marido. Y de hecho así fue.
Más adelante, cuando comencé a formar mi propia
familia, nunca luché por mi sueldo, porque lo
consideraba como un “extra” y, con tal de trabajar una
hora menos o algún “privilegio” laboral de ese tipo,
estaba dispuesta a que me pagaran la mitad de lo que
correspondía. Esta situación no le ha sucedido a otras
compañeras de trabajo, pero a mí sí, fui cediendo.

Mi prioridad era ser Mater Familia. Y en mi cabeza,


siempre estuvo el trabajo en segundo plano; entonces
fue como el huevo y la gallina. Pero todo esto sucedió
por mi elección y perspectiva mental. Al considerar lo
mío como secundario, también hubo abuso del otro
lado, porque sabían que de mi sueldo no vivían mis
hijos, mi familia. Creo que con esa premisa equivocada
fue quedando relegado mi ingreso.

2. Estos dos temas, el miedo y la culpa, son mis dos


frenos. En una oportunidad, mi hermano Ale mandó a
un chat familiar una frase, que de hecho mandé a
imprimir y a colgar en mis oficinas.

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Decía: “Todo lo que siempre quisiste está del otro lado


del miedo”. Esa fue mi gran barrera. Tuve que pasar por
muchas, muchas cosas, para superar el miedo en lo
laboral. Como que fui creciendo por etapas, quitando
poco a poco todos mis miedos.

Y con respecto a la culpa, siempre tuve, y aún tengo,


algo de culpa. Cuando estoy trabajando intensamente,
siento culpa con respecto a mi familia, y cuando estoy
disfrutando con mi familia, la siento por dejar de lado
mi trabajo. Es así que vivo con una culpa casi
permanente. Se plantea una situación en la que se
supone que tenemos que hacer todo, y si no estuviera
trabajando y trayendo dinero a mi casa, siendo
productiva, sentiría también muchísima culpa.

Hay mucho “deber ser” por ambos lados, con lo cual es


un tironeo agotador.

3. Como siempre le digo a mi hija, creo que mi


generación es la última de la etapa de este viejo
patriarcado. Quedó obsoleto solo, no hace falta decir
nada; en casa, ya todos colaboramos con lo doméstico,
antes no era así. Los chicos lo hacen por su propia
iniciativa, es como que ellos nos van educando también,
y nos van forzando a evolucionar, para que sea todo
más parejo.

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Ellos son más libres, no es necesario que se les dé


legado en este tema, vienen con otra cabeza. Creo,
también, que las mujeres de la siguiente generación ya
no tienen en su mente la idea de conquistar a un
“macho alfa” que las proteja.

Isabella, mi hija

1. Ventajas, siento que el hombre tiene la


responsabilidad de ser “caballero”, entonces, por
ejemplo, si hay un taxi, la mujer va primero, el hombre
te da el buzo si hace frío, y ese tipo de cosas. Pareciera
que siempre, por costumbre, la mujer va primero, elige.

Desventajas, tal vez, quedarme afuera de ciertas


conversaciones, aunque quizás puede ser por la edad;
cuando la gente más grande habla, a veces siento que
mi opinión vale menos por ser mujer.

2. Si tengo miedos, no creo que me cambien mi forma


de vivir. A veces, siento un poco de incertidumbre por
no saber si, por el hecho de ocuparme de la familia y los
hijos, lograré trabajar y desarrollarme laboralmente al
igual que un hombre que haya estudiado lo mismo que
yo.

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Sentiría culpa si en el futuro trabajara mucho y me


ocupara poco de mi familia, aunque no debería existir
en nosotras esa culpa, porque para los hombres no
existe. Para ellos no es una situación que les genere
conflicto.

3. No cambiaría nada, siento que nos criaron a todos


por igual. Pienso que tanto a mí como a mis hermanos
nos educaron con el mismo pensamiento, que cada uno
sea independiente. A todos nos dieron las mismas
posibilidades de desarrollo y, en mi caso, los mensajes
recibidos fueron muy claros para comprender que, en el
futuro, puedo alcanzar lo que me proponga sin tener
que depender de un hombre.

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LAZOS DE ALIANZA

Creo en el profundo poder de las alianzas entre


mujeres. Para todas nosotras la cancha está inclinada,
¡para todas! Para las que llegan a los más altos cargos,
también. Solo que tienen un talento extraordinario,
suerte, o una combinación propicia de ambos.

Convoqué a “Otras Voces” para enriquecer este libro.


Son las voces de 34 maravillosas mujeres de distintos
sectores y edades. Les propuse entregarles solamente la
frase que había elegido para cada una, y ellas debían
devolverme su reflexión, en poco más de 100 palabras,
para añadir a cada segmento, y así entregarles a
ustedes, las lectoras, otras posibles miradas.

Todas aceptaron la propuesta. Me enorgullece mucho


su disponibilidad y probar, una vez más, la fuerza de la
alianza femenina para proyectos que empoderan a
otras mujeres.

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LAZOS DE ALIANZA

Las nombro aquí en reconocimiento y agradecimiento


por su participación desinteresada. Lo hago en orden
alfabético inverso, en un gesto simbólico de revertir una
secuencia convencionalmente establecida.

A cada una de ellas, ¡gracias!

Teresa Velilla Carola Gil


Beatriz Tourn Laura Gaidulewicz
Gabriela Terminielli Susana Garcia-Robles
Silvia Tenazinha Laura García
Marilen Stengel María Freytes
Sheila Saad Silvia Flores
Marián Ruiz Cabezas Delia Flores
Estefanía Pozzo Luly Dietrich
Carina Onorato Marina Demtshenko
Agustina O’Donnell Patricia Debeljuh
Alejandra Naughton Dolores Cortés
Laura Muchnik Jazmin Chebar
Silvina Moschini Gloria Cardozo
Melina Masnatta Susana Balbo
Vanesa Kliksberg Mariana Arias
Andrea Grobocopatel Paula Alcalde
Cecilia Giordano Jorgelina Albano

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