7 · Diversidad de invertebrados

Arañas (Araneae)
César Gabriel Durán Barrón

Introducción de pedipalpos (apéndices) desarrollados como órganos

Las arañas (orden Araneae) son arácnidos que
presentan un cuerpo dividido en dos partes: el prosoma
(cefalotórax -tórax y cabeza unidos-) y el opistosoma
(abdomen), ambos unidos por un estrecho pedicelo
(cintura). Poseen glándulas de veneno asociadas a
los quelíceros (partes bucales), así como apéndices
productores de seda en la zona media o posterior del
opistosoma; y en el caso de los machos adultos, un par
que sirve para la cópula (Coddington et al. 2004,
Beccaloni 2009, Foelix 2011).
En el orden Araneae se incluyen a los subórdenes
Mesothelae (una familia, dos géneros y 85 especies) y
Opisthothelae, con los infraórdenes Mygalomorphae
(tarántulas, 16 familias, 346 géneros y 2 881 especies;
figura 1) y Araneomorphae (arañas verdaderas, 98 familias,
3 701 géneros y 43 443 especies; figura 2; Coddington y
Levi 1991, Coddington et al. 2004, Ubick et al. 2005).

Figura 1. Tarántula dorada (Brachypelma albiceps). Foto: Griselda Montiel-Parra.

Durán-Barrón, C.G. 2020. Arañas (Araneae). En: La biodiversidad en Morelos. Estudio de Estado 2. Vol. ii. conabio, México,
pp. 67-72.

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 La biodiversidad en Morelos. Estudio de Estado 2. Vol. ii
Figura 2. Ejemplar de la familia Araneidae, género Neoscona. Foto:
Griselda Montiel-Parra.
Diversidad y distribución
La amplia diversidad del orden Araneae lo ubica en el
séptimo lugar en riqueza de especies entre los artró-
podos. A pesar de ello, se estima que sólo un tercio de
las especies se han descrito (Brescovit et al. 2002). Se
considera que esta diversidad puede llegar alcanzar entre
76 mil y 80 mil especies (Platnick 2016), o incluso hasta
120 mil especies (Coddington et al. 2004, Garrison et al.
2016).
El orden Araneae tiene 120 familias, 4 145 géneros y
48 365 especies en el mundo (World Spider Catalog 2019),
en específico para México se reconocen 66 familias, 534
géneros y 2 295 especies (Francke 2014). Particularmente,
en Morelos sólo se reconocen 23 familias, 64 géneros y
104 especies (97 identificadas, apéndice 23; Hoffmann
1976, Richman et al. 2011, Nieto-Castañeda y Álvarez-
Padilla 2013, World Spider Catalog 2017).
Las arañas se encuentran en casi cualquier lugar de la
tierra (Foelix 2011), exceptuando la Antártica (Jiménez
1996), el aire y el mar abierto (Foelix 2011); y tienen un
rol dominante en casi todos los ecosistemas terrestres
(Foelix 2011, Garrison et al. 2016).
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Aunque Morelos cuenta con una gran cantidad de
estudios sobre su fauna de artrópodos, la gran mayoría
de ellos están más encaminados al conocimiento de
la entomofauna (diversidad de insectos; Contreras-
MacBeath et al. 2006).
Para el caso particular de las arañas, los estudios
de Hoffmann (1976), quien registró 82 especies arañas,
y el de Jiménez (1983) que incluye la descripción de
la especie de araña lobo (Pardosa amacuzacensis) en
la Sierra de Huautla (municipio de Amacuzac), se pueden
considerar de mayor relevancia para el estado.
Sin embargo, se cuenta con otros trabajos desarro-
llados en el estado, como los de Torres (1992) que
analizó la distribución altitudinal de los araneídos en
el declive sur de la Sierra del Chichinautzin (municipio
de Tepalcingo), y de Jiménez (1996) que reporta 124
especies, lo que deja al estado en el lugar número 14 en
riqueza específica a nivel nacional.
Durante los primeros años del siglo xxi, Nieto (2000)
y Correa (2001) realizaron estudios de las arañas en la
entidad. El primero realizó un inventario de arañas en
la parte alta del Balsas, Sierra de Huautla (municipio de
Tepalcingo), que abarcó cuatro localidades de Morelos
con la recolección de 39 especies. El segundo comparó la
diversidad de arañas arbustivas y de árboles, y obtuvo un
registro de 12 familias.
Posteriormente, ya entrado el siglo xxi se dio un
repunte en los trabajos relacionados con las arañas.
Medina (2009) realizó un estudio sobre la depredación
de la araña de seda dorada (Nephila clavipes) durante
su ontogenia (desarrollo embrionario) en la Sierra
de Huautla (municipio de Tepalcingo). Por su parte,
González-Tokman y Martínez-Garza (2015) trabajaron
sobre el efecto de la restauración ecológica en la talla
corporal de N. clavipes en Sierra de Huautla (municipio
de Tepalcingo).
Sobre este orden, hay trabajos en los que se evalúa
la riqueza, la abundancia y la composición de las arañas
tejedoras y errantes como prueba de la eficacia de los
tratamientos de restauración ecológica en la selva
estacional de Sierra de Huautla (Rivas 2015, Hernández
2016). En esta misma área, se realizaron trabajos sobre la
diversidad, la fenología y la estacionalidad de las familias
Salticidae (Menéndez-Acuña et al. 2016, Sosa-Romero
et al. 2016) y Araneidae (Salas-Rodríguez et al. 2016,
Salas-Rodríguez 2018).
 7 · Diversidad de invertebrados

Importancia
Las arañas se ubican entre los depredadores más
abundantes en cualquier ecosistema terrestre (Jiménez
1996), e incluso se consideran como componentes signi-
ficativos en ecosistemas de agua dulce y marinos (Ubick
et al. 2005).
A muchas arañas se les considera depredadoras
generalistas, debido a que pueden capturar y consumir
toda una variedad de presas; aunque también hay arañas
que llegan a ser especialistas y se alimentan sólo de un
tipo de presa (Bradley 2013).
Sin embrago, dentro de este mismo orden las dietas
pueden variar, debido a que hay algunas que incluyen
granos de polen como las arañas de sabana (familia
Linyphiidae), néctar como las arañas cangrejo (fami-
lia Thomisiidae, figura 3; Foelix 2011), e inclusive cuerpos
beltianos (tejido especializado para recompensa) y
néctar extrafloral como las arañas saltarinas (familia Figura 3. Araña cangrejo de la familia Thomisidae. Foto: Griselda
Salticidae, figura 4; Meehan et al. 2009). Montiel-Parra.
Lo que es un hecho es que diversos estudios
establecen que las arañas juegan un rol importante como
consumidoras de insectos (figura 5), tanto en ambientes
naturales como en tierras para cultivo (Bradley 2013).
Algunos ejemplos de esto son los estudios de Rivas (2015)
y Hernández (2016) sobre la evaluación de la riqueza,
la abundancia y la composición de arañas tejedoras y
errantes en zonas de cultivo bajo tratamientos de restau-
ración ecológica, versus sitios expuestos a perturbación.
En el ámbito económico, cada vez más estudios
se enfocan en el conocimiento de las proteínas que
conforman la seda de las arañas, debido a su gran resis-
tencia y elasticidad (Ubick et al. 2005).
De igual manera, el veneno de las arañas ha sido
estudiado como un potencial pesticida, y en el ámbito
médico hay investigaciones recientes que consideran
a los componentes del veneno como útiles en padeci-
mientos cardiacos.

Situación y estado de conservación

En las últimas décadas se incrementó el comercio
ilegal de fauna animal y vegetal en México, un ejemplo
palpable de esto es un grupo en extremo vulnerable
conocido como tarántulas (infraorden Mygalomorpha).
La popularidad de este grupo como mascotas ha ido en Figura 4. Araña saltarina (Phidippus sp.) de la familia Salticidae. Foto:
aumento, debido a que sus ejemplares llaman la atención Griselda Montiel-Parra.

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 La biodiversidad en Morelos. Estudio de Estado 2. Vol. ii
Figura 5. Araña (Neoscona sp.) de la familia Araneidae durante la captura de una presa. Foto: Griselda Montiel-Parra.
por su gran tamaño y colores. Esto ha devenido en la
sobreexplotación de algunas poblaciones naturales de
ciertas especies, que ha puesto en riesgo su conservación
(Durán-Barrón et al. 2016, Mendoza-Marroquin 2016).
De las 104 especies que se reportan en Morelos
(apéndice 23), sólo la tarántula dorada (Brachypelma
albiceps, figura 1), se encuentra en la nom-059 y en el
Apéndice ii de la cites (semarnat 2010, cites 2015).
Factores de presión
La principal amenaza para las arañas recae en las
acciones ejecutadas por los humanos. De manera
concreta, el saqueo y la venta ilegal de determinadas
especies en el mercado informal, el constante deterioro
de los ecosistemas naturales mediante el cambio del uso
del suelo, así como la introducción de ganado, juegan
un papel determinante en la destrucción de los hábitats
naturales de las arañas (García 2017). Cabe mencionar,
la presencia de ciertos animales de granja (gallinas,
pavos y gatos) que pueden depredarlas (Orozco 2016).
Acciones de conservación
Pocas son las acciones de conservación que se realizan
en pro de las arañas, principalmente para las especies
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incluidas en la cites, como la tarántula de rodillas de
fuego (Brachypelma auratum) y la tarántula dorada.
Dentro de estas escasas acciones, destacan por su
la labor que realizan personas como Rodrigo Orozco
Torres y Jorge I. Mendoza Marroquin, cada uno de ellos
desde su unidad de manejo para la conservación de la
vida silvestre (uma), Tarántulas de México y Arachnida,
respectivamente.
El objetivo en conjunto de ambas uma es la preser-
vación, conservación y reproducción de especies de
tarántulas en peligro de extinción. Para ello, las repro-
ducen en cautiverio, liberan y reintegran a su medio
ambiente, con la finalidad de crear conciencia de que son
animales en extremo vulnerables y que podrían encon-
trarse en peligro, a la vez de evitar su saqueo y venta en
el comercio informal.
De igual manera, criar a las especies nativas en cauti-
verio o semicautiverio, o hacer una extracción controlada
de estos animales con cuotas fijas basadas en estudios
poblacionales y de capacidad de carga, asi como regular
la explotación de la fauna mediante el establecimiento de
cuotas de exportación podría ser una buena herramienta.
Asimismo, sería deseable llevar a cabo programas de
reproducción del género Brachypelma, e incluir a todas
las especies presentes en México, así como la reintro-
ducción y repoblación de tarántulas en sitios clave.

Finalmente, la mejor y principal acción de conser-
vación que se debe llevar a cabo es la conservación
y/o restauración del hábitat, debido a que el principal
impacto sobre las poblaciones naturales de tarántulas
es la fragmentación y destrucción de su hábitat (García
2017).
Agradecimientos
A la M.C. Dariana Raquel Guerrero Fuentes, al Dr. Jorge
I. Mendoza Marroquin y al Dr. David Ortiz Martínez,
de la Colección Nacional de Arácnidos del Instituto de
Biología, unam. A los biólogos Cecilio Iván Rivas
Herrera y Miguel Menéndez Acuña de la uaem y al
zoólogo Rodrigo Orozco Torres de la uma Tarántulas
de México, por compartir amablemente la información
para el desarrollo de este trabajo. A la M.C. Griselda
Montiel-Parra, técnico académico titular “A” de la
Colección Nacional de Ácaros (cnac) del Instituto de
Biología, unam por su consentimiento para el uso de las
fotografías presentes en este trabajo. A la Dra. Irma
Gisela Nieto Castañeda por sus valiosos comentarios y
correcciones realizadas a la versión preliminar del escrito.
Al Dr. Víctor López Gómez por la invitación a participar
en la presente obra y por todo el apoyo logístico.
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