Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“No dijo que no”, “habíamos bebido mucho”, “lo iba pidiendo por la ropa que llevaba” o “hay que ser más tajante”.
Ya hemos oído antes estas frases. La gente las usa para intentar desdibujar los límites del consentimiento sexual,
culpar a las víctimas y exculpar a los agresores del delito que han cometido.
Puede que las personas que usan estas expresiones entiendan el consentimiento como una idea vaga, pero la
definición es muy clara. Cuando se trata de consentimiento, no hay límites difusos.
Dado libremente
Informado
Sólo puedes consentir si conoces todos los hechos. Por ejemplo, cuando una persona dice que va a utilizar
protección durante la relación sexual, pero no lo hace, no hay sexo consensuado.
No puede haber consentimiento libre y pleno si alguna de las partes implicadas es menor de edad. Por lo tanto, el
matrimonio infantil es un acto no consentido.
“Casarse a una edad tan temprana es lo peor por lo que puede pasar una niña. Cuando fuerzas a una niña a
casarse, le estás dando a un hombre el derecho a violarla todos los días”, explica Jaha Dukureh, Embajadora
regional de ONU Mujeres en África.
Dukureh, sobreviviente de la mutilación genital femenina y víctima de un matrimonio forzado a los 15 años de
edad, conoce de primera mano las repercusiones de estas prácticas dañinas y no consensuadas, que privan a las
niñas de su derecho a la salud y la autonomía. Lee su entrevista.
Específico
Reversible
Varios estudios nacionales demuestran que hasta el 70 por ciento de las mujeresha experimentado violencia
física y/o sexual por parte de un compañero sentimental. Erradicar la violencia contra las mujeres implica obtener
el consentimiento en todas las situaciones, incluso en el ámbito del matrimonio y las relaciones a largo plazo.
Lo fundamental es que el consentimiento importa porque su ausencia significa violencia doméstica, violación o
agresión sexual, delitos castigados por la ley.
Dina Smailova es una activista por los derechos de las mujeres de Kazajstán. Un grupo de compañeros de clase la
violó cuando tenía 20 años. Cuando lo descubrieron en su casa, tuvo que irse a vivir a las afueras de la ciudad
porque suponía una vergüenza para su familia.
La estigmatización y las actitudes que culpan a las víctimas de violación tienen consecuencias tangibles y muy
dolorosas para las personas sobrevivientes. Smailova lo recuerda: “Durante 25 años, mantuve mi violación en
secreto. Pasé 25 años estremeciéndome en silencio cada vez que oía hablar de una violación, perdí la relación
con mis familiares y mis amistades y estaba dolida con mi madre por haberme dado la espalda”.
Tras años de terapia, Smailova habló públicamente sobre su violación en Facebook y recibió miles de respuestas
de mujeres que también habían sido víctimas de acoso, violación o agresión.
Smailova, empoderada por esa solidaridad recién descubierta, puso en marcha en Kazajstán el movimiento
NeMolchi, que significa “no te quedes callada”. Desde entonces, ha asesorado y apoyado a 200 mujeres
sobrevivientes; además, su trabajo fue decisivo para ganar siete casos de violencia sexual en 2017.
Dina Smailova. Foto: Almat Mukhamedjanov
La historia de Smailova subraya la importancia de luchar para que se haga justicia ante la ausencia de
consentimiento. Cuando se consigue que los agresores rindan cuentas ante la ley se deja claro que el
consentimiento no es negociable.
Hay que enseñar a las niñas y a los niños la importancia del consentimiento desde la infancia. Es una parte
esencial de la educación sexual integral, que empodera a la población a través del conocimiento de sus derechos.
Una forma de acabar con los tabúes relacionados con el consentimiento es crear espacios seguros e interactivos
para hablar sobre el tema.
En 2015, la joven activista tailandesa Wipaphan Wongsawang puso en marcha el proyecto Thaiconsent, que
ofrece espacios para que las mujeres y los hombres dialoguen sobre las relaciones sexuales. La campaña
pretende que la gente distinga entre “sexo consentido” y “sexo no deseado” y permite entablar conversaciones
reales entre miles de personas.
Nana Wipaphan Wongsawang. Foto: Prachaya Phetvisit
Wongsawang inició el proyecto después de que un conocido intentara violarla. Más tarde descubrió que entre sus
amistades había hasta diez mujeres que habían pasado por la misma situación. “Esto me pareció algo
inaceptable. En aquel momento, el término 'cultura de la violación' existía en la sociedad tailandesa, pero no se
entendía la idea de que la violación puede ocurrir sin necesidad de que haya daños físicos o gritos de socorro y
dejar igualmente secuelas emocionales y psicológicas”, explica.
Wongsawang considera que debemos presentar un frente común para desterrar la idea de que los límites del
consentimiento son difusos. Afirma que “únicamente cuando todas las personas tailandesas se sientan
empoderadas para decir sí o no a las relaciones sexuales, y cuando los límites entre el sí y el no se respeten
claramente, nuestro trabajo habrá finalizado”.
Descubre más cosas sobre el movimiento HeForShe y sobre las acciones que pueden emprender los hombres y
los niños para conseguir un mundo con una mayor igualdad de género.
Noticias relacionadas
12/11/2021
Creámosles a las sobrevivientes. Actuemos ahora. Historia de Milena, Moldavia
16/11/2020
Pasamos el micrófono a: Aisha, Kenya
26/02/2020
Yo soy la Generación Igualdad: Cindy Sirinya Bishop, celebridad y activista
25/11/2019
ONU Mujeres apela a sus socios/as a alzar la voz contra la violencia sexual en el Día Internacional para la Eliminación de
la Violencia contra la Mujer
20/11/2019
Líderes estudiantiles de Guatemala dirigen la investigación y actividades de promoción para poner fin al acoso sexual
Más noticias ►