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IV.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
El Artículo 664 del Código Civil indica ¨El derecho de petición de herencia
corresponde al heredero que no posee los bienes que considera que les
pertenecen, y se dirige contra quien los posea en todo o parte a título
sucesorio, para excluirlo o para concurrir con él. A la pretensión a que se
refiere el párrafo anterior, puede acumularse la de declarar heredero al
peticionante si, habiéndose pronunciado declaración judicial de
herederos, considera que con ella se han preterido sus derechos. Las
pretensiones a que se refiere son imprescriptibles y se tramitan como
proceso de conocimiento¨.
Puede ocurrir que la persona que se encuentra en posesión de los bienes
hereditarios lo esté a título de heredero que provenga del mismo
causante, o sea que el poseedor resulta ser otro coheredero. En estos
casos, el derecho del heredero o la eventual acción judicial que puede
ejercitar para concurrir con el que está en posesión, o para excluirlo, si
tuviera mejor derecho, se denomina acción de petición de herencia. Es
decir, esta acción se plantea cuando hay herederos con intereses
contrapuestos o concurrentes.
A la luz de nuestra legislación debemos entender por la acción petitoria
de herencia como la que corresponde al heredero que no posee los
bienes que le pertenecen, y se dirige contra quien los posee en todo o en
parte a título heredero, para excluirlo o concurrir con este. 

HEREDEROS FORZOSOS 

ARTICULO 724: Son herederos forzosos los hijos y los demás descendientes, los padres
y los demás ascendientes, y el cónyuge

La norma se limita a indicar quiénes son los familiares que llama herederos forzosos, pero que
con más propiedad debemos llamar simplemente legitimarios, porque al comentar el artículo
723 hemos visto que no siempre reciben su legítima a título de herederos, pues pueden
obtener su cuota legitimaria por título diferente al de heredero.

Siendo la legítima un derecho a participar en cierta porción de la fortuna del causante (lo que
incluye las liberalidades hechas en vida), basta la existencia de un solo legitimario y en tal caso
ese único legitimario tendrá derecho a toda la legítima. Así, pues, en nuestro sistema legal la
legítima no varía (en el sentido de cuantía de porción de disponible) en más o menos en
función del número de sujetos legitimarios que concurran; la legítima siempre será un tercio o
la mitad de esa cantidad en que se cifra el patrimonio del causante calculado como se ha
indicado ya.

Son legitimarios, en primer lugar, los hijos y los descendientes del causante, cualquiera que
fuera su orden de grado (nietos, biznietos, tataranietos, nocheznos, etc.).
En lo que toca a la naturaleza del vínculo no existe distinción entre hijo (o descendiente)
matrimonial, adoptivo o extramatrimonial. Todos ellos tienen los mismos e iguales derechos,
respetando, por cierto, los troncos de la representación sucesoria de manera que las estirpes
legitimarias equivalentes guarden la misma proporción. Esto quiere decir que también, por
ejemplo, los hijos adoptivos de un hijo o de un nieto del causante, son legitimarios respecto de
éste.

Por cierto, no son legitimarios los hijos u otros descendientes del cónyuge del causante que no
lo sean también de éste. Es el caso de los hijastros. Ellos tampoco suceden del causante a título
de representación. En defecto de descendientes, son legitimarios los padres y los
demás ascendientes del causante, cualquiera que fuera su orden de grado (abuelo, bisabuelo,
tatarabuelo, etc.). En la línea ascendente, sin embargo, hay una diferencia con la descendente.
Mientras que en ésta el hijo reconocido sucede a quien lo reconoce, no ocurre a la inversa en
ciertos casos.

En efecto, el artículo 398 C.C. establece que el reconocimiento de un hijo mayor de edad no
confiere al que lo hace derechos sucesorios, salvo que el hijo tenga respecto de él posesión
constante de estado o que éste consienta en el reconocimiento. El cónyuge es también
calificado de heredero forzoso, aunque en ciertos casos con tratamiento especial que le
dispensan los artículos 731 y 732. Al margen de dichos artículos y haciendo de momento como
si no existieran, el cónyuge es un legitimario más, en adición de lo que le corresponda
por gananciales. 

ARTÍCULO 818

La sucesión de los descendientes es el primer orden sucesorio. Gracia explica que esto es así
porque “la primera sucesión de los bienes debe aplícase a lo hijos; pues entiéndese que los
padres quisieron ubérrimamente proveer como a partes de su cuerpo, no solo de lo necesario,
sino también de aquello que contribuye a hacer pasar con mayor suavidad y honestidad la
vida, principalmente desde aquel tiempo en que ellos no puedan ya gozar de sus cosas". Está
legislada en los artículos 818 y 819. Rigen las siguientes reglas:

1. Preferencia del más próximo al más remoto, salvo el caso de representación Este principio
está literalmente establecido en el artículo 817, a diferencia del Código derogado que lo
mencionaba expresamente solo para la sucesión de los ascendientes (artículo 746) y de los
colaterales (artículo 771).

2. Qualdad entre los hijos La filiación fuera del matrimonio ha venido evolucionando
paulatinamente hasta reivindicar todos  los derechos correspondientes a la filiación. La prédica
de igualdad de Rousseau inspiró a la Revolución Francesa a igualar en la sucesión a los hijos
naturales con los legítimos (ley del12 de noviembre de 1793). No obstante, la compilación
napoleónica limitó a los primeros al tercio de la porción que hubieran recibido de ser legítimos,
aumentando su participación a la mitad, por ley del 25 de mayo de 1896, cuando concurrieren
con hijos legítimos. Nuestro Código de 1852 consideraba hijos ilegítimos a los no nacidos del
matrimonio ni legitimados (artículo 235), calificando entre ellos de natural al hijo concebido en
tiempo en que los padres no tenían impedimento para casarse (artículo 236). De los naturales,
unos estaban reconocidos por el padre y otros no, especificándose que los derechos
concedidos por el Código a los primeros no se adquirían por sentencia en que se declarara la
paternidad (artículos 236 y 237).
Los hijos naturales reconocidos por el padre eran herederos forzosos, correspondiéndoles en
conjunto la quinta parte de la herencia cuando concurrían con los descendientes legítimos
(artículo 892, inciso 3). En otras palabras, no todos los hijos ilegítimos heredaban; solamente
los naturales, y siempre que hubieren sido reconocidos por el padre. Y una porción exigua.

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