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Derechos de daños

Introducción

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Introducción

Nociones introductorias

Queremos aprovechar esta primera lectura para darles una calurosa bienvenida e introducirlos en la materia. Tal como se expone en los fundamentos del programa, la
comprensión analítica de la asignatura Derecho privado VIII (derecho de daños) constituye un aspecto de suma relevancia en la actualidad del derecho privado.

Más allá de las múltiples razones que sostienen esta afirmación, existen dos cuestiones que no pueden soslayarse en esta introducción. La primera tiene que ver con el material
de estudio que aquí se presenta. Como alumno deberás considerar que estas lecturas son básicas y limitadas para la compresión de la norma; toman como base las lecturas
elaboradas con anterioridad y no suplen la bibliografía obligatoria.

En segundo lugar, deberás tener presente un hecho de gran importancia: la sanción del Código Civil y Comercial unificado, que ha generado un gran impacto en algunos puntos

de la asignatura al incorporar legislativamente ciertos aspectos que si bien, en su generalidad, contaban con aprobación doctrinaria1 y jurisprudencial, desde agosto de 2015
constituyen norma jurídica vigente.

[1] De allí que la remisión a la bibliografía obligatoria sea necesaria aun cuando esté referida al Código Civil derogado, pues la nueva norma no se aparta de los parámetros que señala la

doctrina, salvo en cuestiones puntuales. Dicho en otras palabras, podrás, sin ningún inconveniente, estudiar la matera en base a la bibliografía obligatoria, y consultar estas lecturas para la

actualización y adecuación normativa.

Esta norma nace con el proyecto de ley de reforma, actualización y unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación creado por el decreto presidencial Nº 1912, del 23
de febrero de 2011, y crea una comisión reformadora presidida por el profesor Ricardo Luis Lorenzetti e integrada por las juristas Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer

de Carlucci. Esta comisión presentó ante el Ejecutivo el anteproyecto de Código Civil y Comercial3, que cuenta con el articulado y sus fundamentos. El Ejecutivo, luego de

efectuarle algunas modificaciones, lo presentó ante el Congreso de la Nación4. Allí se conformó la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación5 que efectuó algunas

reformas al proyecto6 y finalizó con la sanción de la Ley 26994/20147 que introduce el nuevo Código Civil y Comercial que rige a partir del 1 de agosto de 2015.

[2] Decreto 191. (2011). Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Recuperado de https://bit.ly/3iXY9bU

[3] Puedes ver el texto del anteproyecto presentado por la comisión reformadora al Poder Ejecutivo en http://goo.gl/1kFuxG

[4] Puedes ver las modificaciones en: http://goo.gl/8h2371

[5 La Comisión Bicameral para la Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación, creada por resolución conjunta de ambas Cámaras con fecha 04 de

julio de2012 (OD 636/12 y 531/12).

[6] Las reformas efectuadas por la Comisión. Bicameral del Congreso puede verse en el siguiente link: http://goo.gl/EDK0qk

[7] Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

En la comisión de reforma, el equipo de responsabilidad civil estaba formado por los profesores Jorge M. Galdós, Sebastián Picasso, Fernando Sagarna, Silvia Tanzi, Adela
Seguí y Graciela Messina de Estrella Gutiérrez. Muchos de los puntos de estas lecturas seguirán las pautas aportadas por los artículos escritos por estos autores, además de
remitirnos siempre a la bibliografía obligatoria de esta materia. Sin perjuicio de lo expuesto, la redacción del Nuevo Código Civil y Comercial contó con la colaboración de
varios profesores y especialistas de reconocida trayectoria; algunos de ellos son profesores de esta universidad, entre los que se encuentran, referidos a nuestra materia, los

profesores Ramón Daniel Pizarro y Gustavo Vallespinos8. Razón por la cual podrás observar, en estas lecturas, constantes remisiones a la bibliografía obligatoria de la cátedra
para ampliar los fundamentos de algunas de las modificaciones implementadas.

[8] El listado de profesores y especialistas puede verse en http://goo.gl/IounoJ

En relación a la norma específica, podemos decir que, en el Código Civil y Comercial (CCC)9, la responsabilidad civil se encuentra regulada en el Capítulo I del Título V del
Libro III.

[9] Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

El Libro III se refiere a los derechos personales.

Su Título V regula otras fuentes de las obligaciones que no son los contratos. El Capítulo Iº del Título V regula, a través de 11 secciones, la responsabilidad civil.

No obstante, existen diversas normas específicas, relativas a la responsabilidad civil, dispersas en el ordenamiento. Por ejemplo, el artículo 1243, referido a la responsabilidad
en el leasing; el artículo 1493, referido al contrato de agencia; el artículo 1413, referido al contrato bancario de caja de seguridad; el artículo 134, que trata la responsabilidad del
tutor frente al tutelado.

Para tratar estos tópicos, la materia está dividida en dos grandes partes. Por un lado una general, que nos introduce al concepto de derecho de daños, su evolución histórica,
principios y funciones, los presupuestos o elementos de la responsabilidad civil. Y por otro una especial, que está orientada al estudio de las responsabilidades en particular. Por
último, se estudiarán las cuestiones procesales vinculadas a la pretensión resarcitoria considerada en sí mismo y en su relación con la pretensión penal. Estos tópicos están
divididos en cuatro lecturas.

Sentado lo que antecede, pasamos a trabajar la primera unidad de esta lectura.

Cuestión problemática inicial

Para comenzar los primeros pasos en la materia, analizaremos una situación problemática resuelta por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Advierto que se trata de un
trágico caso ocurrido en nuestro país, con consecuencias fatales pero que, más allá del dolor y la sensibilidad que puede generar en el lector, es emblemático y resulta de suma
utilidad para comprender los valores, directrices y principios implicados en esta materia, la importancia y el rol social de los operadores jurídicos, así como también para tener
siempre presente que, detrás de cada caso, existen personas cuyos sentimientos y vidas se encuentran asociadas en las cuestiones de responsabilidad civil.

Para conocer el caso, iniciamos diciendo que Luis Federico de Santa Coloma y Jacqueline Colette Alice Dedoyard de Santa Coloma eran esposos y tenían cuatro hijos, fruto del
matrimonio. A raíz de un trágico accidente ferroviario, perdieron la vida tres de ellos y el sobreviviente, si bien subsistió, sufrió diversas heridas.

Luis y Jacqueline iniciaron una demanda de daños y perjuicios contra la empresa de ferrocarriles involucrada, reclamando indemnización por los daños materiales y morales
derivados del siniestro. En apretada síntesis, el daño material lo fundaron en que, ante el prematuro fallecimiento, no existe posibilidad que sus hijos colaboren o les ayuden a
sus padres en el futuro cuando estos fueran ancianos. Afirmaron que la falta de sus hijos en el futuro les causará un perjuicio, dado que no contarán con su apoyo. El daño moral
lo fundamentan en el dolor espiritual que les causa el fallecimiento de los hijos.

La Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal rechazó el daño material fundado en la holgada situación económica del matrimonio Santa
Coloma. Esta buena posición económica de los padres hizo pensar a la Cámara que los hijos del matrimonio, en caso de no haber ocurrido su fallecimiento, difícilmente
hubieran colaborado financieramente con sus padres en un futuro, de allí que no exista perjuicio económico para ellos. En cuanto al daño moral, se hace lugar al mismo pero por
una suma ínfima, casi inexistente, en razón de la posición económica de los padres y además, entre los argumentos por los cuales se condena esta suma tan baja, se afirma que el
dolor de los padres "no es susceptible de ser aplacado, ni siquiera en grado mínimo, por la recepción de dinero, cualquiera sea la cantidad", pues a tal dolor "nada agregará ni
quitará la cifra que reciban los agraviados", lo que demostraría que "la reparación que otorga la ley no puede tener tal finalidad".
Ante esto cabe preguntarse: ¿Es justa la sentencia dictada? ¿Cuáles son los parámetros que el derecho de daños fija en estos casos? ¿Estudiar derecho de daños me dará las
pautas necesarias para resolver adecuadamente situaciones como las planteadas?

Como anticipé, la Corte Suprema de Justicia de la Nación entendió en el caso y dictó un fallo ejemplar10 a cuya lectura obligatoria remito. Se trata de un puntapié inicial para
pensar la importancia de aprender derecho de daños.

[10] CSJN, “Santa Coloma, Luis F. y otros v. Ferrocarriles Argentinos”, Fallos 308:1160, (1966).

Partiendo entonces de esta perspectiva práctica, analizaremos los primeros aspectos conceptuales de la materia, comenzando por la caracterización y denominación.

Caracterización y denominación

En este primer punto trabajaremos qué aspectos comprende la asignatura y un elemento novedoso introducido por el Código Civil y Comercial que tiene que ver con la
prelación normativa establecida para la responsabilidad civil.

Responsabilidad civil y derecho de daños

La responsabilidad civil es definida como “la obligación de resarcir el daño injustamente causado a otro, en las condiciones que fija el ordenamiento jurídico” (Pizarro y
Vallespinos, 2014, p. 45).

La doctrina calificada enseña que, muchas veces, se utiliza la denominación “derecho de daños” como sinónimo de “responsabilidad civil”, es decir refiriéndose a la obligación
de reparar el perjuicio causado a otra persona al violar el deber general de no dañar. En este sentido, se limitaría la idea de derecho de daños a la reparación del perjuicio. Sin
embargo, resulta adecuada la postura que incorpora en la expresión “derecho de daños” las cuestiones relativas a su prevención, la reparación y, llegado el caso, la punición. En
efecto, la materia no solo implica reparar los daños, sino también engloba las cuestiones relativas a la prevención y, eventualmente, puede dar lugar a la punición con el pleno
desmantelamiento de los efectos del ilícito dañoso (Pizarro y Vallespinos, 2014).

Pensemos en la situación problemática inicial planteada y cuán beneficioso para los padres hubiera sido una efectiva tarea preventiva por parte de la empresa de ferrocarriles. Es
que el caso nos permite ver en su real dimensión las implicancias de considerar que la responsabilidad civil no solo es resarcimiento, sino que antes y más importante es la
prevención.

El propio texto del nuevo Código, en el Capítulo 1 del Título V del Libro III, se refiere a la responsabilidad civil y no al derecho de daños. Por caso, el artículo 170811 se titula
"Funciones de la responsabilidad"; debemos entender que el sentido utilizado por el legislador es el expuesto en el párrafo que antecede. Sin perjuicio del nomen juris (el hecho
de que la ley adopte una cierta denominación), se prefiere el uso en el sentido antes expuesto: se entiende que el derecho de daños no es solo el deber de resarcir.

[11] Art. 1708, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

En este sentido, dice la comisión redactora del anteproyecto en sus fundamentos:

Desde el punto de vista de la cantidad de casos y de la labor doctrinal, es notorio que la función resarcitoria es prevalente. Esta puede ser una finalidad única
y excluyente si el bien protegido es, principalmente, el patrimonio. En la medida en que se trata de bienes que tienen un precio o un valor expresable en
dinero, es posible una indemnización y por eso el resarcimiento es el mecanismo fundamental. La necesidad de una diversidad de finalidades se aprecia si se
considera que en este anteproyecto no solo se tutela el patrimonio, sino también la persona y los derechos de incidencia colectiva. Cuando se trata de la
persona, hay resarcimiento, pero también prevención, y en muchos aspectos, como el honor, la privacidad, la identidad, esta última es mucho más eficaz.
(Lorenzetti, Highton de Nolasco y Kemelmajer de Carlucci, 2012, https://bit.ly/3aR6MSW).

Es decir que la responsabilidad civil no solo implica resarcimiento, sino que también es punitiva; esta, si bien fue incluida en el proyecto de reforma, no fue incorporada en el
texto legal oportunamente aprobado por el Congreso (hoy, Ley 26499). Sobre eso volveremos en los puntos siguientes.

Prelación normativa en el Código Civil y Comercial

El Código Civil y Comercial comienza el tratamiento de la responsabilidad civil con dos normas fundamentales. La primera establece las funciones del sistema y la segunda
alude a la prelación normativa. Trataremos ahora esta última, y las funciones del sistema en el punto siguiente.

Conforme el artículo 1709, se estatuye una prelación normativa, que establece que:

En los casos en que concurran las disposiciones de este Código y las de alguna ley especial relativa a responsabilidad civil, son aplicables, en el siguiente
orden de prelación:

a) las normas indisponibles de este Código y de la ley especial;

b) la autonomía de la voluntad;

c) las normas supletorias de la ley especial;

d) las normas supletorias de este Código12.

[12] Art. 1709, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Esta prelación normativa aporta pautas generales que facilitan y aclaran la tarea interpretativa de jueces y abogados y despeja posibles colisiones, incoherencias o
inconsistencias normativas entre el Código Civil y Comercial y las leyes especiales. Se trata una incorporación provechosa para el sistema normativo nacional ya que nuestro
sistema genera una frecuente superposición de normas de diversa jerarquía y especialización. De allí que sea útil esta norma aclaratoria respecto a la prelación normativa para
solucionar los casos.

En este sentido, el artículo 1709 del Código Civil y Comercial (en adelante, CCC) cierra la 1° Sección y reproduce casi textualmente el texto del artículo 1583 del proyecto de
1998, que establecía también un grado de prevalencia en la aplicación de las normas. Como se ha dicho, el artículo es importante en casos de colisión entre los preceptos del
Código con los de la ley especial y podría presentarse, por ejemplo, si debe determinarse cuál es el régimen aplicable en ciertos supuestos, si el general de la responsabilidad
objetiva prevista en el Código para la intervención de cosas y de ciertas actividades (artículos 1719, 1720, 1721, 1722, 1723, 1726, 1730, 1731, 1733, 1757, 1758) o el especial
de la responsabilidad agravada en materia ambiental (artículo 29, Ley 25675) o de residuos industriales (artículo 40, Ley 25612) o residuos peligrosos (artículo 45, Ley 24051),
entre otros (Galdós, 2012).

Puede leerse en relación a la prelación y los micros sistemas: https://bit.ly/3glVDue


Funciones del derecho de daños. El Anteproyecto de Código Civil y Comercial de 2012 y el Código
Civil y Comercial

Al tratar, en el punto que antecede, qué aspectos implica la responsabilidad civil, algo se dijo sobre las funciones del derecho de daños; veamos ahora el tema un poco más en
profundad.

La doctrina (Pizarro y Vallespinos, 2014; Picasso, 2014; Matilde Zavala de González, 2015) distingue –al menos– tres funciones del derecho de daños: la prevención, la
reparación y la punición, las que veremos en detenimiento en las unidades 9 y 10. Sin embargo, corresponde trabajar en este primer módulo una innovación legislativa, en torno
a la expresa inclusión normativa de las funciones del derecho de daños, en el texto del nuevo Código Civil y Comercial. Comprender las funciones del derecho de daños nos
permitirá interpretar adecuadamente el resto de las normas que componen el sistema.

Es de hacer notar que el anteproyecto13 –antecedente inmediato del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación vigente– establecía las funciones del derecho de daños e
indicaba que el sistema tiene tres claras funciones: la resarcitoria, la preventiva y la punitiva. En efecto, en sus fundamentos mencionaba que –tanto en nuestro país como en el
derecho comparado– existen discusiones acerca de si la prevención y la punición integran o no la noción de responsabilidad y se afirmaba necesario que la ley resuelva la
controversia. Por esta razón, quienes elaboraron el anteproyecto de Código Civil y Comercial señalaban que la función resarcitoria es relevante en el sistema, pero que la
preventiva es propia de esta materia. También que los daños punitivos se encuentran ya incorporados en el derecho argentino y resultan aplicables a una gran cantidad de
supuestos de responsabilidad por daños en el ámbito de las relaciones de consumo. Por lo tanto, el anteproyecto de Código Civil incluía una norma que establecía expresamente
las tres funciones: una resarcitoria, una preventiva y otra punitiva. Esta última estaba titulada en el proyecto como “sanción pecuniaria disuasiva”. En el proyecto elaborado por
la comisión de reformas se preveía la función tripartita: prevención, resarcimiento y punición (artículo 1708), las que fueron mantenidas en el proyecto del Poder Ejecutivo.

[13] Podrás ver el texto completo en https://bit.ly/3aNmU7C

En efecto, el mencionado artículo 1708 establecía: “Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este Título son aplicables a la prevención del daño, a su reparación, y

a los supuestos en que sea admisible la sanción pecuniaria disuasiva”14. En concordancia, el articulo 171415 establecía la llamada “sanción pecuniaria disuasiva”, referida a la

función punitiva; el artículo 171516 regulaba incluso la solución en caso de que la punición fuera excesiva.

[14] Art. 1708, Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación. (2012). Comisión reformadora. Recuperado de https://bit.ly/32hxe4h

[15] Art. 1714, Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación. (2012). Comisión reformadora. Recuperado de https://bit.ly/32hxe4h

[16] Art. 1715, Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación. (2012). Comisión reformadora. Recuperado de https://bit.ly/32hxe4h

Sin embargo, el nuevo Código no refleja la opción legislativa del anteproyecto y ha establecido que las funciones del derecho de daños son la prevención y la reparación. En
efecto, el Congreso de la Nación suprimió la función punitiva al eliminar el artículo 1714 originario y desdobló el anterior artículo 1715 en los actuales artículos 1714 y 1715
del Código vigente.

Por lo cual, la punición ha sido expresamente descartada como posible función del sistema por el Código Civil y Comercial, pues el articulo 170817 expresamente establece que
las funciones de la responsabilidad son la prevención del daño y su reparación; queda eliminada con ello toda referencia a la sanción pecuniaria disuasiva representativa de la
función punitiva del derecho de daños.

[17] Art. 1708, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Para sintetizar la cuestión, en el proyecto elaborado por la comisión de reformas designada por decreto 191/2011 e integrada por Lorenzetti, Highton de Nolasco y Kemelmajer
de Carlucci, se preveía la función tripartita: prevención, resarcimiento y punición (artículo 1708), las que fueron mantenidas en el proyecto del Poder Ejecutivo. Sin embargo, el
Congreso de la Nación suprimió la función punitiva. En tal sentido, el dictamen de la Comisión Bicameral del Congreso dice que "Se elimina el instituto de la sanción
pecuniaria disuasiva del Proyecto (art. 1714) con el fin de que la autoridad de aplicación mantenga sus potestades, inhibiendo a la autoridad jurisdiccional de resolver estas
cuestiones" (Comisión Bicameral para la Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación, 2012, https://bit.ly/3aNbdxL).
Más allá de lo discutible y de las críticas de las que puede ser objeto esta eliminación, lo cierto es que, en el actual Código, las funciones del derecho de daño son solo dos: la
preventiva y la resarcitoria; la función punitiva queda reservada para el derecho de consumo y los daños ambientales. Veamos esta primera función preventiva.

La función preventiva del derecho de daños

Enseña Vázquez Ferreyra que no toda la doctrina está de acuerdo con la función de prevención de la responsabilidad civil, y que hay quienes prefieren hablar de esta función
dentro del más amplio derecho de daños, que, como su propia denominación lo indica, va mucho más allá de la mera función resarcitoria. De idéntica manera, la sociedad no
está dispuesta a evitar absolutamente todo daño a cualquier costo. Así, por ejemplo, la mejor manera de evitar accidentes viales sería prohibir la circulación de vehículos, lo que
resulta tan absurdo que hacer perder toda razonabilidad a tal ejemplo falaz. Por lo cual, como primera medida debemos decir que la prevención es deseada, pero en su justa y
razonable medida (Vázquez Ferreyra, 2015).

Por otro lado, si bien es cierto que se puede “reparar” el perjuicio en términos jurídicos (v. gr., por el pago de una suma de dinero a la víctima de un siniestro que le causó la
pérdida de una de sus piernas), lo cierto es que en el mundo real o material, ese bien (la integridad física de la víctima) ha perecido y no hay verdadera posibilidad de
recomposición, más que la reparación pecuniaria. Imaginemos que el mejor jugador de futbol del mundo pierde la pierna en un accidente, la indemnización –aunque millonaria–
nunca podría volver las cosas al estado anterior. Por tal razón, la prevención es fundamental en ciertos y determinados supuestos.

Hay que tener en cuenta, si en este tipo de daños la prevención es esencial, la complejidad y la magnitud de afectados que pueden verse involucrados. La prevención presenta
dos formas.

1 La primera, de carácter general, es la amenaza que implica una consecuencia legal, una sanción, frente a una conducta determinada. En este caso juegan
un factor preponderante la disuasión y la intimidación o consecuencia jurídica que la norma impone ante el incumplimiento.

2 La segunda forma es más específica y se justifica en cuestiones que manifiesten una peligrosidad inusitada, una donosidad potencial alta, o la presencia de
determinados bienes jurídicos (v. gr., bienes personalísimos). De este modo, se imponen a ciertos sujetos deberes especiales de control, aminoramiento
(reducción) de riesgos de la actividad por ellos producida. Un ejemplo de ello sería los deberes especiales que debe cumplir el agente que opere una
caldera, o un productor de desechos tóxicos, etcétera (Pizarro y Vallespinos, 2014).

El Código Civil y Comercial dedica cuatro artículos a la función preventiva del derecho de daños (artículos 1710, 1711, 1712 y 1713). Establece el deber general de prevenir el

daño (artículo 171018), regula la acción preventiva (artículo 171119), la legitimación (artículo 171220) y el alcance de la sentencia preventiva (artículo 171321). Todas estas
normas son de carácter tanto sustancial como procesal, tendientes a una mayor prevención del daño. Estas normas serán analizadas en la unidad 10.

[18] Art. 1710, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[19] Art. 1711, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[20] Art. 1712, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[21] Art. 1713, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Existen, además de las citadas, otras normas de carácter constitucional en el derecho argentino que regulan las cuestiones tendientes a la prevención del daño, entre las que
podemos mencionar el artículo 43 de la Constitución Nacional y el artículo 11, inciso 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otros.

Puede leerse en:


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La función resarcitoria del derecho de daños

Es la función más importante de todas y sobre la cual se ha cimentado tradicionalmente la idea de responsabilidad civil. Cuando hablamos de resarcimiento no nos referimos a
una sanción, sino, en realidad, a la forma de distribuir los daños en la sociedad. Esto implica en última instancia la justificación de por qué alguien, diferente de la víctima, debe
cargar con las consecuencias negativas del daño. La idea de resarcimiento viene ligada a la noción de antijuridicidad, ya que, para que el daño sea resarcido, el mismo tiene que
ser consecuencia de una conducta antijurídica (ilícita), tal como estudiaremos oportunamente.

La reparación del perjuicio tiene en mira a la víctima e intenta colocarla en el estado que se encontraba antes del evento dañoso.

La función punitiva del derecho de daños

En términos conceptuales, podemos decir que esta función busca el pleno desmantelamiento de los efectos del ilícito.

En muchos casos, sucede que el accionar del sindicado como responsable es deliberado, malicioso, en grave desconocimiento de los intereses ajenos (sean individuales o
colectivos), o importa un rédito económico que se mantiene aún luego de haber resarcido el daño. En estos casos, toma protagonismo la función sancionatoria o punitiva, que
puede implicar una pena civil de carácter pecuniario de una magnitud tal que desmantele el efecto del ilícito, anule el remanente de enriquecimiento, o, por su fuerza
sancionatoria, disuada el comportamiento reprochable.

Si bien, como afirmáramos antes, la reforma normativa no la incluyó expresamente, la función punitiva del derecho de daños en el Código Civil y Comercial queda latente en el
sistema. Volveremos sobre este punto más adelante, pues el artículo 52 bis de Ley 24240 (modificada por Ley 26361, B.O. 07.04.2008) no fue derogado, lo que deja abierta la
puerta para la discusión dogmática del tema. En efecto, la Ley 26994 que promulgó el Código Civil y Comercial no modifica el referido artículo 52 bis de la Ley 24240. Sí, en
cambio, el 40 bis, que es el texto ahora agregado por la Ley 26993 de Servicio de Conciliación Previa en las Relaciones de Consumo que copia el artículo 40 bis introducido por
la reforma al Código Civil al modificar la Ley 24240.

Luego de trabajar las primeras nociones sobre el concepto y funciones del derecho de daños pasamos al análisis de los principios que lo informan.

Principios fundamentales del derecho de daños

Los principios básicos o fundamentales son criterios que informan el origen y desenvolvimiento de una determinada legislación que, expresados en reglas, tienen virtualidad y
eficacia propias, dan sentido y sirven para analizar la coherencia de la regulación positiva, y constituyen estándares críticos del sistema. En el derecho de daños encontramos los
siguientes.

No dañar a otro (Neminem laedere)


Este viejo principio tiene orígenes en el derecho romano. Es una regla explícita y universal e implica una presunción iuris tantum de que todo daño causado es antijurídico,
salvo que exista una causa de justificación. Este principio fue reconocido por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa referenciada al inicio de
esta lectura donde el matrimonio Santa Coloma demandó a la empresa de ferrocarriles. Es en este fallo que se sentaron las bases para luego ratificar esta posición en los

precedentes “Gunther” y “Aquino”22, entre otros, por lo cual se lo considera de carácter constitucional. En este sentido, dijo la Corte que "el principio del alterum non laedere,
entrañablemente vinculado a la idea de reparación, tiene raíz constitucional, y la reglamentación que hace el Código Civil en cuanto a las personas y las responsabilidades

consecuentes no las arraiga con carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado”23.

[22] Se sentenció que el principio de alterum non laedere tiene raíz constitucional (artículo 19 de la Constitución Nacional) a partir del fallo CSJN, Isacio Aquino c/ Cargo Servicios

Industriales S.A., sentencia del 21 de septiembre de 2014, Fallos 308:1167.

[23] CSJN, “Fernando Raúl Gunther c/ Estado Nacional”, Fallos 308:1139, (1986).

En relación al nuevo Código Civil y Comercial, podemos decir que la constitucionalización del derecho privado nacional provoca que se haya incorporado al Código el
principio alterum non laedere (no dañar a otro) como un norte a seguir en la aplicación de la responsabilidad civil. Al decir de Fernando A. Sagarna “El nuevo Código tiene
como fin la protección de la ‘persona’, a diferencia del Código Civil de Vélez Sarsfield basado en una fuerte focalización en los bienes. …por ello, la responsabilidad civil
centra su mirada en el damnificado” (Sagarna, 2015, https://bit.ly/3aIZf8C).

En este sentido, el Código Civil y Comercial recepta expresamente este principio: “Art. 1716: Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento
de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código”[1].

[24] Art. 1716, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Necesidad de factor de atribución

El factor de atribución es un presupuesto de la responsabilidad civil. No existirá responsabilidad civil sin un factor de atribución, es decir un parámetro axiológico (valorativo)
que justifique, ya sea objetiva o subjetivamente, la atribución de un daño en particular al sindicado como responsable.

Los factores subjetivos son la culpa y el dolo, mientras que como ejemplo de factor objetivo podemos nombrar al riesgo creado. El factor objetivo y el factor subjetivo poseen
igual jerarquía en el derecho argentino.

El Código Civil y Comercial de la Nación no incluye una norma consagratoria del principio de la culpa, como lo hace el artículo 1109 del Código de Vélez, por lo cual, el

artículo 172125 del nuevo Código refiere que la atribución de un daño al responsable puede basarse en factores objetivos y subjetivos. En ausencia de normativa, el factor de

atribución es la culpa, pero no hay relación de jerarquía entre los factores objetivos y subjetivos (artículo 1721 y subsiguientes del CCC de la Nación26). Como excepción, solo

en la función preventiva veremos que se alude a una prescindencia (artículo 171127 del CCC), lo que es opinable.

[25] Art. 1721, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[26] Arts. 1721 y ss, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[27] Art. 1711, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El Código Civil y Comercial y la protección de la “persona”


Íntimamente conectado con lo expuesto en los principios anteriores, el reconocimiento que el nuevo Código Civil y Comercial hace respecto del deber de no dañar a otro, como
también de la idea de reparación plena e integral, hacen que la responsabilidad civil tenga como eje o como centro a la persona. En este sentido, la doctrina enseña que “El
acento jurídico, antes colocado en la propiedad privada, hoy apunta a la persona. El personalismo ha sustituido al patrimonialismo, que cosificaba las personas y personalizaba

las cosas” (Zabala de González, 2015, p. 40). Tendiente a la protección de la persona, en el artículo 174028, el Código Civil y Comercial de la Nación tiende a garantizar la
restitución de la situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, en todas sus facetas, e implica un cambio de paradigma de la tesis de la inviolabilidad del
patrimonio a la inviolabilidad de la persona (Tanzi y Casazza, 2015). La inviolabilidad de la persona humana constituye de este modo un fin en sí mismo; supone su primacía
jurídica como valor absoluto, que debe ser protegido no solo por lo que tiene y pueda obtener, sino por lo que es y en la integridad de su proyección. Además, configura un
ámbito lesivo de honda significación y trascendencia en el que pueden generarse perjuicios morales y patrimoniales. En los párrafos que anteceden, decíamos que autores como
Fernando A. Sagarna (2015) afirman –con razón– que el nuevo Código tiene como fin la protección de la “persona”, a diferencia del Código Civil de Vélez, más focalizado en
los “bienes”. En los fundamentos del anteproyecto elaborado por la comisión redactora, se anticipa que el régimen de la responsabilidad civil parte de la clasificación de los
derechos según el objeto de la protección: la persona, el patrimonio y los derechos individuales o de incidencia colectiva. Utiliza el vocablo "persona humana" porque es una
terminología que vincula a la persona con el estatus normativo de los tratados de derechos humanos, que en nuestro ordenamiento tienen rango constitucional. Asimismo, la
noción es comprensiva tanto de los aspectos físicos como de los que no lo son, lo cual tiene importantes efectos, como por ejemplo en el daño a la persona.

[28] Art. 1740, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Principio de reserva

Conforme a este principio, no existe deber ni transgresión sin norma que lo imponga. Este principio surge del artículo 19 de la Constitución Nacional. Sin perjuicio de lo
señalado, cabe destacar que, a diferencia del derecho penal, en materia de responsabilidad civil rige la atipicidad del ilícito, con lo cual la regla es que todo daño se reputa
antijurídico, salvo que medie causa de justificación. Esta idea se plasma en el nuevo Código Civil y Comercial; según ella, la simple violación del neminen laedere implica
ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren justificados. La nueva norma se inscribe en los postulados que sostiene la CSJN en diversos pronunciamientos, según
los cuales el alterum non laedere tiene jerarquía constitucional. En otras palabras, la mera causación de un daño a otro ya de por sí constituye una conducta antijurídica. El

artículo 1717 expresa: "Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada”29.

[29] Art. 1717, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Principio de prevención

Relacionado con la función preventiva del derecho de daños, se decía en la doctrina que todo sujeto tiene el deber de tomar las medidas adecuadas a fin de evitar daños no
justificados, o aminorar la gravedad y magnitud de un daño ya causado. Con la sanción del nuevo Código, este principio se establece como un deber concreto: el deber de
prevención.

En efecto, en forma específica se refieren al mentado deber los artículos 1710 a 1715 del CCC30. En ellos se dispone de manera genérica que toda persona tiene el deber de
prevenir un daño.

[30] Arts. 1710 a 1715, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Esa tarea preventiva se descompone en tres aspectos: i) evitar causar un daño no justificado, ii) adoptar medidas para evitar un daño o disminuir su magnitud, y iii) no agravar el
daño ya producido.

Conforme al artículo 171131 del nuevo Código, esta función preventiva procede siempre que exista la posibilidad de que se ocasione un daño por medio de una acción u
omisión antijurídica (no es necesaria la presencia de ningún factor de atribución que califique esa conducta activa u omisiva).

[31] Art. 1711, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3
Cabe agregar que el artículo 1710 refiere que el principio es de aplicación para la persona “en cuanto de ella dependa”32. Esta afirmación implica la exigibilidad de acciones
preventivas que se encuentren al alcance o dentro de la esfera de control de la persona, excluyéndose aquellos comportamientos que resulten de cumplimiento imposible o que
impliquen conductas irrazonables, según las circunstancias del caso.

[32] Art. 1710, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Principio de reparación plena e integral

Este principio nos permite ingresar en una segunda situación problemática, bastante relacionada con la primera y también resuelta por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación.

En 1997, el señor Aquino sufrió un accidente en su trabajo. En esa época tenía 29 años y se desempeñaba como operario y, por instrucciones de su empleador, estaba colocando
una membrana en el techo de chapa de un depósito de camiones de la empresa. En esas circunstancias, cayó desde la altura de diez metros, cuando una de las chapas cedió.
Luego del siniestro quedó totalmente imposibilitado de realizar cualquier actividad, en su especialidad o en cualquier otra. La víctima no contaba con elementos de seguridad, ni
se había equipado al lugar con una red de protección para prevenir las caídas.

El accidente dio lugar a un juicio que llego hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación, donde se discutió la validez constitucional del artículo 39 de la Ley de Riesgos del

Trabajo33, que impide que los empleados que sufrieron accidentes persigan el cobro de la indemnización por la vía civil. De allí que esta norma impone al trabajador una
limitación en la indemnización.

[33] Art. 39. Ley 24557, (1995). Ley de Riesgos del Trabajo. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/31iLv1l

Para resolver el caso la Corte considero que este principio implica la razonable equivalencia jurídica entre el daño y la reparación. También sentó algunas bases para que luego
la doctrina pueda construir los siguientes aspectos importantes del principio.

En primer lugar, debemos considerar que normalmente es difícil que la recomposición sea posible y se logre colocar las cosas en el estado en que se encontraban antes del
evento dañoso; es una limitación propia del derecho. Sin embargo, este principio viene a garantizar que –al menos– la reparación tenga cierta equivalencia con el daño padecido
por la víctima.

La equivalencia jurídica deber ser razonable y está sujeta a cuatro reglas: a) el daño debe ser fijado al momento de la decisión (ya que en ciertas situaciones al momento de
sentenciar el daño es mayor o menor); b) la indemnización no debe ser inferior al perjuicio; c) la valoración debe realizarse en concreto, y d) la reparación no puede ser superior
al daño sufrido por la víctima (Pizarro y Vallespinos, 2014).

El derecho a la reparación integral del daño injustamente sufrido ha sido desarrollado por la Corte Suprema, en distintos y sucesivos fallos, como un derecho de raigambre
constitucional con fundamento en el principio de no dañar del artículo 19 de la Constitución Nacional. En el caso "Aquino", el Máximo Tribunal determinó que resultaba
inconstitucional una indemnización que no fuera "justa", puesto que:

Indemnizar es eximir de todo daño y perjuicio mediante un cabal resarcimiento, [lo cual no se logra]…si el daño o el perjuicio subsisten en cualquier medida.
…Más aún, la incapacidad debe ser objeto de reparación, al margen de lo que pueda corresponder por el menoscabo de actividad productiva y por el daño

moral, pues la integridad física en sí misma tiene un valor indemnizable34.

[34] CSJN, “Isacio Aquino c/ Cargo Servicios Industriales S.A.”, Fallos 308:1167 (2014).
El Código Civil y Comercial hace suyas estas enseñanzas de la corte a lo largo de todo su articulado, plasmándolas de manera directa en los artículos 1738 y 1740. En efecto, la
lectura de estas normas permite colegir la expresa recepción legislativa del principio de reparación plena e integral. Estas normas imponen al agente del daño recomponer
económicamente al damnificado y lo deja indemne por las pérdidas patrimoniales y extrapatrimoniales sufridas a raíz del hecho antijurídico que lo ha afectado. Se consideran en

forma íntegra los perjuicios a reparar de los damnificados de lesiones, tales como “la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima”35, el lucro cesante, la pérdida de
chance, las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos, de la salud, de la integridad personal, la salud psicofísica, las afecciones espirituales legítimas y las
que interfieran en el proyecto de vida del dañado.

[35] Art. 1738, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Así, los artículos 1738 y 1740 expresan:

Art. 1738. Indemnización. La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro cesante en el beneficio económico
esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente las consecuencias de la violación de los
derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la
interferencia en su proyecto de vida.

Art. 1740. Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación del damnificado al estado anterior al hecho
dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. La víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que fuere parcial o totalmente imposible,
excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad o la identidad

personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable36.

[36] Arts. 1738 y 1740, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El derecho de daños en el Código Civil y Comercial y la dispersión normativa. Aspectos generales

El Código Civil y Comercial contempla la responsabilidad civil en el Capítulo I del Título V del Libro III. El Libro III se refiere a los Derechos Personales. Su Título V regula
otras fuentes de las obligaciones que no son los contratos. El Capítulo I del Título V regula, a través de 11 secciones, la responsabilidad civil.

Si bien se trata una adecuada sistematización sobre los aspectos nodales del derecho de daños, existen diversas normas específicas relativas a la responsabilidad civil dispersas
en el ordenamiento, tal como se expuso en los ejemplos al inicio de la presente lectura.

Por otro lado, existen diversos cuerpos normativos que regulan aspectos también esenciales del derecho de daños, que se mantienen en pleno vigor aun con la entrada en
vigencia del nuevo Código, como por ejemplo el estatuto consumeril, la Ley General de Ambiente, etcétera, sin perjuicio de la lógica aplicación de las normas de carácter
constitucional (artículos 17, 41, 75 inciso 22 de la Constitución Nacional).

Es por ello que el estudio del derecho de daños no se encuentra limitado normativamente al CCC; existen numerosas normas con plena aplicabilidad en la materia.

Esto lleva a preguntarnos:

¿Cómo ha quedado el sistema de responsabilidad civil en el actual Código Civil y Comercial?


En respuesta al interrogante, en primer lugar y para aclarar alguna posible confusión, debemos decir que los presupuestos de la responsabilidad civil son los mismos que están
receptados en el Código de Vélez, analizados por la jurisprudencia y la doctrina mayoritarias, a saber: la antijuridicidad, los factores de atribución, el daño y la relación de
causalidad.

En el artículo 171637 se establece que la violación del deber de no dañar a otro o el incumplimiento de una obligación dan lugar a la reparación del daño causado, conforme a
las disposiciones del Código. Se habla aquí del daño como presupuesto de la responsabilidad civil.

[37] Art. 1716, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Luego, el artículo 171738 expresamente establece que cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada. Se advierte en este punto que se
avanza desde un esquema de antijuridicidad típica o restringida a uno más amplio, que ya era receptado por la jurisprudencia de nuestro país. Ya no resulta relevante si la
conducta que causa el daño se encuentra expresamente reñida con el ordenamiento jurídico considerado en su conjunto o no, sino que basta con que la conducta que causa el
perjuicio no esté justificada por el ordenamiento jurídico. A partir de allí se configura el primer presupuesto de la responsabilidad civil.

[38] Art. 1717, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El artículo 1749 determina que “es responsable directo quien incumple una obligación u ocasiona un daño injustificado por acción u omisión”39. Nótese cómo también en esta
norma se pone el acento en el "daño injustificado" y se acentúa la idea de antijuridicidad material.

[39] Art. 1749, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Esta norma no es más que un reflejo de lo que señalaba nuestro Máximo Tribunal Nacional cuando entendió que el principio del alterum non laedere, entrañablemente
vinculado a la idea de reparación, tiene raíz constitucional y la reglamentación que hace el Código Civil en cuanto a las personas y las responsabilidades consecuentes no las
arraiga con carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado, sino que expresa un principio general que regula cualquier disciplina jurídica (CSJN, Fallos 308: 1160; Fallos
308:1118 entre tantos precedentes dictados en este mismo sentido).

En definitiva, cuando se produce un daño sin causa de justificación, nace el deber de reparar ese perjuicio. El CCC toma este camino y lo plasma en sus normas.

En cuanto al factor de atribución, el artículo 172140 determina que la atribución de un daño al responsable puede basarse en factores objetivos o subjetivos. Con lo cual se
advierte que en este punto se recoge la tendencia doctrinaria y jurisprudencial que exige la presencia necesaria de un factor de atribución y formula esta misma distinción entre
factores objetivos y subjetivos. A su vez, la misma norma determina que, en ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa, por lo que esta opera como un factor de
cierre del sistema.

[40] Art. 1721, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El artículo 1722 preceptúa que “El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el

responsable se liberará de responsabilidad demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario”41.

[41] Art. 1722, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El artículo 1724 establece que los factores subjetivos de atribución son la culpa y el dolo:

Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la
obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión. El dolo

se configura por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos42.
[42] Art. 1724, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Como se advierte, se sigue, en términos generales, la definición del artículo 512 del Código Civil de Vélez, con la salvedad de la referencia a la palabra "diligencia" en lugar de
"diligencias"; en acuerdo con lo reiterado por la doctrina, se mejora la definición de culpa. Se trata de los distintos rostros de la culpa y se aclara la configuración del dolo.

El artículo 1725 recepta la norma ya contemplada en el esquema de Vélez en el artículo 902, del que la doctrina y la jurisprudencia entendían que complementaba el sistema de
imputación por culpa. Dicha norma establece que:

Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias.

Cuando existe una confianza especial se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las partes.

Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial o la facultad intelectual de una persona determinada, a no ser en los contratos que

suponen una confianza especial entre las partes. En estos casos, se estima el grado de responsabilidad por la condición especial del agente43.

[43] Art. 1725, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

En términos generales, esta disposición reproduce el artículo 909 del Código de Vélez. El artículo 1726 regula otro de los presupuestos de la responsabilidad civil, a saber, la

relación de causalidad. La norma establece que “Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño”44. El
Código recepta la teoría de la causalidad adecuada en concordancia con el régimen legal derogado (artículo 906 del Código de Vélez). También determina que se indemnizan
por las consecuencias inmediatas y mediatas previsibles, salvo que legalmente se disponga lo contrario.

[44] Art. 1726, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El artículo 172745 señala cuáles son los distintos tipos de consecuencias. Establece que son consecuencias inmediatas las que acostumbran a suceder según el curso natural y
ordinario de las cosas. Las consecuencias mediatas son las que resultan solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto. Las consecuencias casuales son
las consecuencias mediatas que no pueden preverse. En este aspecto, el CCC ha seguido la regulación del Código de Vélez, conforme a la reforma de la Ley 17711. En los
fundamentos del Código se destaca que el distingo ha sido ampliamente aplicado por la doctrina y la jurisprudencia y se da lugar a una consolidada interpretación que mantiene
su utilidad, aun en el sistema unificado de responsabilidad. También se señala que “es prudente mantener la terminología a la que están acostumbrados los operadores jurídicos,
y no parece necesario cambiar las palabras. …Porque ello daría lugar a nuevos problemas hermenéuticos” (Lorenzetti, Highton de Nolasco & Kemelmajer de Carlucci, 2012,
https://bit.ly/2YokS9o).

[45] Art. 1727, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

En cuanto a la exención o limitación de la responsabilidad, el artículo 1729 se refiere al hecho del damnificado, que representa una hipótesis distinta de la culpa o del dolo de la
víctima. El artículo 1730 se refiere al caso fortuito y a la fuerza mayor, y expresamente determina que se los considera sinónimos. El artículo 1731 se refiere al hecho de un

tercero, en tanto que el artículo 1732 se ocupa de la imposibilidad de cumplimiento46.

[46] Arts. 1729 al 1732, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3
El artículo 173447 se refiere a la carga de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias eximentes y dispone que corresponde a quien los alega, salvo disposición
legal en contrario. Ello, sin perjuicio de la facultad del juez de “distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida, ponderando cuál de las

partes se halla en mejor situación de aportarla”48.

[47] Art. 1734, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[48] Art. 1735, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El artículo 1736 determina que

La carga de la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien la alega, excepto que la ley la impute o la presuma. La carga de la prueba de la causa

ajena o de la imposibilidad de cumplimiento recae sobre quien la invoca49.

[49] Art. 1736, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Como puede advertirse, el Código recoge la tendencia doctrinaria y jurisprudencial en la materia, sin introducir figuras o regulaciones extrañas a dicha tendencia. Aun cuando
algunas figuras pueden ser novedosas desde el punto de vista de su recepción normativa, ellas ya eran materia de estudio de la doctrina. Basta repasar la bibliografía obligatoria
de esta materia para comprender este punto, sin perjuicio de los agregados que estas lecturas pueden efectuar ante algunas novedades introducidas.

Responsabilidad por daños. Noción

Como pudimos ver en los apartados que anteceden, la expresión “responsabilidad por daños” es ajustada, definitoria y comprensiva de la institución como relación jurídica entre
quien soporta la carga de responder y una víctima perjudicada. En este sentido se procura “un sistema armónico de un conjunto de principios racionalmente vinculados que
contribuyan con determinado objetivo” (Zabala de González, 2015, pág. 22). Esta idea de responsabilidad por daños o responsabilidad civil se acuñó en sus comienzos para
diferenciarla de la responsabilidad penal, que –como sabemos– tiene otros fines y objetivos. Actualmente el derecho de daños implica otras esferas de aplicación además de la
resarcitoria, sino además la preventiva y la punitiva.

Presupuestos: a) enunciado; b) quid de la acción o conducta humana como presupuesto de la


responsabilidad por daños. Concepto de acción. Actos reflejos. Causas excluyentes de la acción.
Ámbitos de la responsabilidad civil en función de la acción

El ser humano, desde tiempos inmemoriales, ha mostrado preocupación acerca de la causación de daños y de la postura que debía tomar al respecto. Incluso en las comunidades
más primitivas, la generación de un daño generaba diversas respuestas. En un principio, un daño sufrido en la persona o en los bienes implicaba que la víctima hiciera uso de la
venganza y causaba daños en la persona o los bienes del victimario. Quizás, el primer antecedente jurídico en respuesta a esta cuestión sea la ley del talión (ojo por ojo y diente
por diente), la cual, pese a su carácter rudimentario y alejado a los cánones de derecho que hoy manejamos, implicaba limitar la contraofensiva de la víctima al victimario,
permitiéndole causar un daño similar al que ella hubiera recibido, pero no mayor. Sin embargo, esta forma de represión de la injusticia no dejaba de ser injusta, y constituye una
actuación del derecho por demás primitiva e inadecuada (Pizarro y Vallespinos, 2009).

Hasta aquí, la fuerte connotación instintiva y la ausencia de reflexión en las conductas tanto del victimario como de la víctima privaban a la sociedad de la utilización de una
solución más razonable y jurídicamente aceptable.
Posteriormente, se manifiesta un grado de evolución social mayor cuando la víctima y el ofensor logran acordar el perdón de la víctima mediante la entrega de una suma de
dinero por parte del sindicado como responsable. Este remedio constituía una composición voluntaria, debido a que supone el acuerdo de voluntades de los sujetos
involucrados. En consecuencia, podemos decir que, por medio de esta composición voluntaria, el ofensor recibía una pena civil cuyo beneficiario sería la víctima.

Una vez consolidado el poder político en una institución, la autoridad va a establecer un sistema de composición legal (de carácter obligatorio y forzoso) con la finalidad de
garantizar la paz en la sociedad. Este hecho es fundamental; con la evolución de este modelo, finalmente va a ser el estado el único que posea el poder de castigar al ofensor y
deja en manos de la víctima la posibilidad de reclamar la reparación del daño causado.

Los romanos proclamaron diversos principios que de algún modo sintetizaron las máximas del derecho: honeste vivero (vivir honestamente), suum cuique tribuere (dar a cada
uno lo suyo), alterum non laedere (no dañar al otro). El principio del alterum non laedere es una noción inherente a la de alteridad, es decir, a la de la presencia de un “otro” sin
el cual difícilmente podamos hablar de sociedad. La consagración de este principio posee gran trascendencia, ya que implica una veda a la posibilidad jurídica de dañar a otro, y

la obligación de resarcir en cabeza del sindicado como responsable, en caso de su incumplimiento50.

[50] Para profundizar sobre estos puntos, ver Pizarro & Vallespinos (2014), Compendio Derecho de Daños, Bs. As., Hammurabi, p. 45 y ss. Pizarro & Vallespinos (2009), Instituciones del

Derecho de Daños Hammurabi, Tomo II, pp. 447 y ss.

De este modo, en el derecho de daños, la noción de responsabilidad civil es un concepto clave que implica la obligación de indemnizar todo daño injustamente causado a otro.
No hay responsabilidad sin daño. Más adelante veremos en detalle sus presupuestos (daño, relación de causalidad, antijuridicidad y factor de atribución), cuya configuración
resulta imprescindible para que se produzca la mentada responsabilidad civil.

Diferencias entre la responsabilidad por daños y otras instituciones

Podemos establecer diferencias entre la responsabilidad por daños y otras instituciones tales como las siguientes.

1 Enriquecimiento sin causa. El enriquecimiento sin causa es la acción que reconoce el ordenamiento jurídico a cualquier persona que ha experimentado, sin
causa justa, una disminución patrimonial, a raíz del desplazamiento de un bien que ha salido de su patrimonio, en contra de quien se ha beneficiado
injustamente por ello. La finalidad de esta institución es compensar el desplazamiento patrimonial no justificado. La suma por la cual prospera es la del
enriquecimiento o del detrimento, la que sea menor.

Como vemos, existen varias diferencias con la responsabilidad civil, que toma a consideración el daño causado a la víctima, exista o no enriquecimiento
del dañador, y cuyo objetivo se encuentra la reparación integral del daño.

2 Seguros. Las indemnizaciones provenientes de seguros por daños normalmente son tarifadas y surgen de un contrato de seguro que estipula un beneficio
para un tercero (el eventual damnificado). Si bien está pensado para reparar el daño del tercero, la causa de la misma es el contrato celebrado entre el
asegurador y el asegurado. La víctima tendrá derecho a reclamarle al dañador el pago de la reparación integral del daño.

Evolución histórica y actualidad de la responsabilidad por daños

A los fines de un estudio completo y acorde a las exigencias de la universidad, en este punto se remite a la bibliografía obligatoria (Pizarro y Vallespinos, 2014, pp. 52 y ss.)

A modo informativo, se pude decir que la evolución histórica del derecho de daños involucra diferentes períodos:

1 derecho romano;
2 Edad Media: derecho español antiguo y derecho francés;

3 Revolución Francesa y Código de Napoleón (la responsabilidad basada en la culpa);

4 la crisis de la responsabilidad basada en la sola idea de culpa. El advenimiento de la responsabilidad objetiva;

5 la responsabilidad en la era tecnológica.

Aspectos actuales del derecho de daños

El desarrollo de la ciencia y de la tecnología, al igual que el mejoramiento de las condiciones de la vida moderna, eleva el nivel de vida, facilita el consumo y las
comunicaciones, ayuda a prolongar la duración normal de la vida. Sin embargo, aumentan también los riesgos de daños y se expone a los seres humanos a una incertidumbre
mayor.

En la actualidad, nuestra vida se ve condicionada por el riesgo de dañosidad y el principio de vulnerabilidad.

Los nuevos contornos del derecho de daños abren posibilidades mayores, alejándose cada vez más de aquella estructura simple y rudimentaria del acto ilícito que desde la época
romana hasta principios de este siglo conformó la llamada responsabilidad aquiliana. La responsabilidad subjetiva, basada en la culpa, pasó de ser el actor de atribución
imperante a quedar casi recluida ante el crecimiento de supuestos de responsabilidad objetiva sin fundamento en la conducta reprochable.

Es por eso que la responsabilidad civil, desde la óptica actual, no pone el acento en el autor, a fin de castigarlo, sino en la víctima, a fin de reparar el daño causado. Por esta
misma razón, se repiensan instrumentos que tienden a socializar, de algún modo, la responsabilidad civil.

Por otro lado, la preocupación del derecho no solo se centra en la reparación del daño mediante la sanción resarcitoria, sino que intenta además regresar el estado de las cosas a
como se hallaban antes del hecho dañoso y también a la prevención y punición del daño (Bustamante Alsina, 1993).

Decodificación y socialización del derecho de daños

En países más desarrollados, la evolución de la responsabilidad civil y la influencia de la socialización del derecho de daños han llevado a que ciertos juristas definan la
responsabilidad civil como un crédito del damnificado a la reparación y proclamen la crisis del sistema de la responsabilidad individual.

Tal como nos enseñan Pizarro y Vallespinos (2014), la víctima ha pasado a primer plano. Muchos autores consideran que la socialización de riesgos ha estimulado el desarrollo
y la transformación del derecho de daños de una responsabilidad más individualista a otra más socializada.

Sin embargo, los mencionados juristas cordobeses consideran que, pese a la importancia de los mecanismos de socialización de riesgos, los mismos son aún meros
complementos del derecho de daños. Distintos argumentos fundamentan suposición.

1 No todos los riesgos y daños pueden ser englobados en una cobertura.

2 Ciertos daños suelen asegurarse mediante una indemnización tarifada que no logra cubrir la totalidad del daño causado. Esto implica que a la víctima le
quede abierta la posibilidad de accionar por la vía ordinaria en contra del sindicado como responsable.

3 Por último, la posibilidad de ejercitar la acción de reembolso en contra del autor del daño implicará derivar la cuestión a la responsabilidad civil.
En el actual CCC vemos reflejadas esas ideas. Así, por ejemplo, además de plasmarse en preceptos normativos los principios más relevantes del derecho de daños, se recepta la
responsabilidad colectiva, anónima y por el accionar de grupos; es una responsabilidad objetiva basada en el riesgo creado e importa una forma de socialización del daño en
base a principios solidaristas asociados con la equidad. Actualmente, se afirma que debe prevalecer la víctima sobre el victimario y que el propósito de la ley no es castigar sino
reparar, entre el daño cierto causado a la víctima y la posibilidad de imponer el resarcimiento a quien no fue causante directo, pero ciertamente produjo hechos que lo
desencadenaron; la opción por la víctima es clara en la norma tal como manifiesta la doctrina (Tanzi y Casazza, 2015).

El derecho de daños y la integración comunitaria

El derecho comunitario tiende a producir un proceso de progresiva aproximación entre los regímenes nacionales de responsabilidad civil de los estados miembros de
determinada comunidad o mercado común. El proceso de convergencia de los ordenamientos internos no es consecuencia exclusiva de la formulación de unas mínimas
condiciones sustantivas en el ámbito de la responsabilidad patrimonial, sino que también se trata de un proceso enmarcado en el contexto general de la influencia que ejerce el
derecho comunitario en los derechos internos de los estados miembros.

La existencia de ese mínimo denominador común a los ordenamientos jurídicos de los estados miembros tiene grandes efectos en los derechos internos de cada país, aunque es
cierto que es difícil lograr una plena unificación de los regímenes de responsabilidad. Piénsese en cuestiones como el trato al consumidor y usuario en un país o en otro. Una
menuda protección al consumidor en un país implicará la pérdida competitiva en otro país, o que se le apliquen estándares superiores (exigidos por los otros países), de los que
no gozan los consumidores internos. La realidad demuestra que, dado que las comunidades supranacionales implican la circulación más expedita de personas y cosas –al igual
que una mayor flexibilización en la comercialización y en el intercambio de recursos humanos, técnicos y mercaderías– la armonización de los ordenamientos jurídicos puede
tener una relevancia más que evidente en la consecución o no de los fines comunitarios (Pizarro y Vallespinos, 2014).

El derecho de daños en la Ley de Defensa del Consumidor

Como es sabido, el régimen consumeril se encuentra regulado en la Ley 24240 y normas modificatorias. El CCC viene a complementar este sistema de protección jurídica del
consumidor, dentro del marco legislativo vigente. Es decir, la Ley 24240 se mantiene vigente, pero viene a complementarse con las pautas que aporta el nuevo Código. Estos
aportes, como se explica en los fundamentos del proyecto, son importantes ya que existen reglas generales en el Código –sobre contratos o responsabilidad civil– que
complementan la legislación especial y proveen un lenguaje normativo común. Algunas de las innovaciones que el CCC de la Nación introduce en el régimen general de
responsabilidad civil, aplicables y ventajosas (progresivas) en orden a los daños a consumidores y usuarios, tienen que ver con la función preventiva de la responsabilidad civil,
los avances en torno a nuevos daños resarcibles y legitimados activos (damnificados indirectos, convivientes, etcétera), pautas adicionales en el régimen de responsabilidad
objetiva, entre otras cuestiones.

Cabe señalar una ventaja –si se quiere, pragmática (Stiglitz, 2014)– en esta nueva legislación, para el estudiante: la inclusión de la alusión de la protección del consumidor en el
Código Civil y Comercial obliga a su lectura y, por lo tanto, asegura un completo conocimiento del estudiante, pues se advierte en los exámenes que, lamentablemente, el
régimen de la ley especial (Ley 24240) aún no ha sido íntegramente reconocido, e incluso a veces es ignorado, a pesar de contar con casi 20 años de vigencia.

En relación a la norma especial, es decir la Ley 24240, la responsabilidad por daños está consagrada sus artículos 40 y 40 bis.

Los artículos mencionados rezan:

Artículo 40. — [Responsabilidad solidaria.] Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el
productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista
responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio
La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Solo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la
causa del daño le ha sido ajena.

…Artículo 40 bis: Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria,
ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de
servicios.

Los organismos de aplicación, mediante actos administrativos, fijarán las indemnizaciones para reparar los daños materiales sufridos por el consumidor en
los bienes objeto de la relación de consumo.

Esta facultad solo puede ser ejercida por organismos de la administración que reúnan los siguientes requisitos:

a) La norma de creación les haya concedido facultades para resolver conflictos entre particulares y la razonabilidad del objetivo económico tenido en cuenta
para otorgarles esa facultad es manifiesta;

b) Estén dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad indubitadas;

c) Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente.

Este artículo no se aplica a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos del consumidor, su integridad personal, su salud psicofísica, sus

afecciones espirituales legítimas, las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida ni, en general, a las consecuencias no patrimoniales51.

[51] Arts. 40 y 40 bis, Ley 2440. (1993). Ley de Defensa del Consumidor. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34nDNEM

Finalmente, el régimen de responsabilidad objetiva por daños derivados de cosas o servicios, actualmente emergente del artículo 40 de la Ley 24240 (transcripto supra), vendría
a complementarse con la sanción del nuevo Código a través de pautas adicionales incorporadas por el artículo 1757 del mismo.

El derecho de daños y los derechos colectivos en anteproyecto de 2012 y la regulación del Código Civil y Comercial

Los cambios operados en la sociedad contemporánea han llevado a que el derecho en general y el derecho de daños en particular amplíen sus estándares, puesto que el daño no
solo puede ser analizado desde la afectación individual, sino también en cuanto puede implicar a un grupo o grupos de personas que viven una situación similar. Esto es fácil de
imaginar en relación al medio ambiente y una fábrica que contamina. En este ejemplo los afectados no son personas determinadas, sino un grupo o grupos de personas.

Este cambio operado en la realidad actual permite colegir que no solamente el damnificado tiene derecho a la indemnización o el resarcimiento, sino que se hace lugar al daño
colectivo y lo que la moderna doctrina llama “daños de incidencia colectiva”. Hoy se admite en la doctrina la categoría de los "daños colectivos o difusos” y se consagra una
apertura legitimadora en favor de grupos o sujetos representativos para el ejercicio de la acción indemnizatoria con proyección hacia la totalidad del perjuicio producido a la
sociedad representada. Ello, sin menoscabo de la opción que cabe a cada miembro del grupo para reclamar individualmente el daño proporcional a la propia fracción del interés
lesionado. Cabe, también, mencionar los intereses individuales homogéneos, reconocidos por la Corte Suprema de Justicia: el daño que "un individuo causa al ambiente se lo

está causando a sí mismo" y "la mejora o degradación del ambiente beneficia o perjudica a toda la población”52.

[52] CSJN, “Mendoza Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros”, Fallos 329:2317, (2008).

Consagrando esta evolución, el proyecto de 2012 distinguió, o diferenció, entre los derechos individuales y derechos de incidencia colectiva, conforme el artículo 14 del
Proyecto de Código Civil y Comercial, y los daños a los derechos de incidencia colectiva, en el artículo 1745 del mencionado proyecto, tal como se expresará la CSJN en el
precedente “Halabi”. Al respecto, explicaba la comisión sobre esta regulación normativa que se distinguen dos supuestos. El primero, referido a la lesión a un derecho de
incidencia colectiva, requiere que la pretensión recaiga sobre su incidencia colectiva. El segundo, trata los daños a intereses individuales homogéneos, que se configuran cuando
media una pluralidad de damnificados individuales con daños comunes o diferenciados, provenientes de la lesión de un interés colectivo o de una causa común, fáctica o
jurídica.

Sin embargo, la diferenciación entre "derechos individuales y derechos de incidencia colectiva” fue eliminada por el Poder Ejecutivo y terminaron por no incluirse en la norma
vigente tal como fuera proyectada por la comisión. De este modo, la redacción original del anteproyecto incluía una sección sobre los daños a los derechos de incidencia
colectiva, que ha sido suprimida por el Poder Ejecutivo Nacional, cuya redacción puede verse en: https://n9.cl/sfuat

Al quedar eliminada esta sección, podemos decir que si bien el CCC reconoce la diferencia entre los derechos individuales y colectivos, como también los daños derivados de la
afectación de un derecho individual de otro de incidencia colectiva, no hay efectos para la categoría de "daño de incidencia colectiva", al menos en el texto de la norma. Esto no
quiere decir que los daños colectivos queden impunes. Por vía jurisprudencial y doctrinaria, con una interpretación integral del sistema normativo estos daños pueden ser objeto
de prevención, sanción o resarcimiento.

Como hemos mencionado precedentemente, el artículo 1737 del Código Civil y Comercial fija el daño como toda lesión "a un derecho o un interés no reprobado por el

ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva”53, aun cuando el Poder Ejecutivo haya eliminado del texto legal la
regulación dedicada al daño a los derechos de incidencia colectiva.

[53] Art. 1737, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El derecho a la reparación desde la perspectiva constitucional

Bases constitucionales del derecho a la reparación. Criterios de la Corte Suprema de Justicia de la Nación

Para estudiar este punto debemos otra vez utilizar las dos situaciones problemáticas planteadas.

El derecho de daños ha evolucionado mucho, tanto en lo conceptual como en lo funcional. Podemos señalar una elongación de sus fronteras como resultado de la expansión de
los presupuestos clásicos, que son valorados bajo una visión menos limitada respecto de la que se tenía tiempo atrás. Las funciones del derecho de daños, consecuentemente, se
han ampliado, tanto en la prevención del daño, como en la reparación y la eventual punición de determinados ilícitos.

En esa línea de pensamiento, observamos que el derecho a la reparación del daño material o moral injustamente sufrido fue consagrado como derecho constitucional en diversos
fallos de la Corte Suprema, por ejemplo, en la causa “Aquino” (Fallos 327:3753). Esta proclamación del derecho a la reparación como derecho constitucional es un dato más
que significativo, a partir del cual surge un análisis jurídico que no podemos obviar.

En el caso “Santa Coloma”, la Corte se pronunció en el sentido de que:

La sentencia apelada lesiona el principio alterum non laedere que tiene raíz constitucional (art. 19 de la Ley Fundamental) y ofende el sentido de justicia de
la sociedad, cuya vigencia debe ser afianzada por el Tribunal dentro del marco de sus atribuciones y en consonancia con lo consagrado en el preámbulo de la
Carta Magna.

…[Asimismo, expresó que] no figura entre las potestades de un estado constitucional imponer a los habitantes cargas que superen a las requeridas por la

solidaridad social54.

[54] CSJN, “Santa Coloma, L. F. y otros c/ Ferrocarriles Argentinos", Fallos:308:1160, (1986).


En los precedentes Gunther (Fallos 308:1118) y Luján (Fallos 307:1921), la Corte reconoció en forma expresa la jerarquía constitucional del derecho a la reparación, con
fundamento en el artículo 19 de la Constitución Nacional. En concreto, la Corte declaró:

Los artículos 1109 y 1113 del Cód. Civil consagran al principio general establecido en el art. 19 C.N. que prohíbe a los hombres perjudicar los derechos de
un tercero. El principio alterum non laedere, entrañablemente vinculado a la idea de reparación tiene raíz constitucional y la reglamentación que hace el
Código Civil en cuanto a las personas y las responsabilidades consecuentes no las arraiga con carácter exclusivo y excluyente en el Derecho Privado, sino
que expresa un principio general que regula cualquier disciplina jurídica.

Esta tesis se reitera a través de los años, proclamando en “P., F.F., c/ Ferrocarriles Argentinos” (LL, 1995-E-17) y en “Peón” (LL del 9.8.200 p.8 y JA, 2000-IV-17) que dicha

reparación de carácter constitucional debe ser plena e integral55.

[55] CSJN. “Peon Juan D. y otra c/ Centro Médico del Sud S.A.” (27 de marzo de 1998). LL del 9.8.200 p.8 y JA, 2000-IV-17.

En estos fallos, la Corte esgrimió el fundamento constitucional del principio neminem laedere en el artículo 19 de la Constitución Nacional.

Por medio de este proceso, y con fundamento en dicho artículo, la Corte Suprema de Justicia establece las bases jurídicas del principio alterum non laedere y de la reparación
plena e integral.

En síntesis, dichos principios poseen jerarquía constitucional, sea que se los emplace en el artículo 19 de la CN, como derecho autónomo dentro de los derechos no enumerados

del artículo 33 de la CN56, o incluso como un derecho que se desprende del derecho a la propiedad privada.

[56] Arts. 19 y 33, Ley 24430. (1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3lj5F3c

Otro acápite para analizar surge de la causa "Gorosito" (Fallos 325:11), en la cual la Corte intentó limitar nuevamente su posición con un pronunciamiento a favor de la
constitucionalidad del artículo 29 de la Ley de Riesgo de Trabajo. Sin perjuicio de ello, en la causa "Aquino" sostiene nuevamente una posición coherente con el principio de
reparación plena e integral.

En un caso más reciente57, pero anterior a la vigencia del Código Civil y Comercial, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tuvo oportunidad de expedirse sobre la extensión
de un reclamo indemnizatorio, para lo cual no solo apeló a las normas constitucionales, sino también a los tratados internacionales (a tenor de lo dispuesto por el artículo 75
inciso 22), como así también al control de convencionalidad. Esto se refiere al deber de la judicatura de tener en cuenta que las normas internas no le resten eficacia a las
normas convencionales (v. gr., tratado o convención internacional), y que en dicha tarea los jueces y órganos vinculados con la administración de justicia contemplen no
solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana. En el precedente, el alto tribunal aborda las temáticas del daño y recuerda
que el principio general que establece el artículo 19 de la Constitución, según el cual se prohíbe a los hombres perjudicar los derechos de un tercero, se encuentra
"entrañablemente vinculado a la idea de reparación" que establece el Código Civil. También sostiene que dicha reglamentación no tiene carácter exclusivo y excluyente en el
derecho privado, sino que expresa un principio general que regula cualquier disciplina jurídica y argumenta que la integridad física tiene en sí misma un valor indemnizable. Es
decir, la adecuada protección del derecho a la vida y de la integridad psicofísica de las personas exige que se confiera al principio alterum non laedere toda la amplitud que este
amerita, así como que se evite la fijación de limitaciones en la medida en que impliquen "alterar" los derechos reconocidos por la Constitución Nacional (artículo 28).

[57] CSJN, “Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c/ Ejército Argentino s/ daños y perjuicios”, Fallos: 335:2333, (2012).

Se razona que es la violación del deber de no dañar a otro lo que genera la obligación de reparar el menoscabo causado, y que tal noción comprende todo perjuicio susceptible
de apreciación pecuniaria que afecte en forma cierta a otro en su persona, en su patrimonio y/o en sus derechos y facultades. Dicha reparación no se logra si los daños subsisten
en alguna medida, motivo por el cual la indemnización debe ser integral (conf. fallos: 324:2972, arg. fallos: 326:2329), ni tampoco si el resarcimiento –derivado de la aplicación
de un sistema resarcitorio especial o producto de utilización de facultades discrecionales de los jueces– resulta en valores irrisorios o insignificantes en relación con la entidad
del daño resarcible (fallos: 314:729, considerando 4°; 316:1949, considerando 4°; entre otros).

¿Qué debemos entender por reparación plena o integral? Reconocimiento legislativo de la reparación plena efectuado
por el Código Civil y Comercial

Al trabajar esta idea en el tomo tercero de “Instituciones” Pizarro y Vallespinos (2013) se preguntan: ¿qué debemos entender por reparación plena o integral y cuál es su utilidad
y alcance? Y afirman que el tema suele ser conectado con dos cuestiones de relevancia en materia de indemnización: "la determinación del contenido del daño y la medida de
ese contenido" (Pizarro y Vallespinos, 2013, p. 181).

En cuanto a la primera, refieren que:

Se advierte la estrecha vinculación que existe entre el principio de la reparación plena o integral del daño y el régimen predeterminado de imputación de
consecuencias que consagra nuestro Código Civil. ...Y por vía de contraposición, con otros supuestos, en donde el legislador se aparta del régimen general y
consagra, sobre la base de distintas técnicas jurídicas, una extensión del resarcimiento más acotada. (Pizarro y Vallespinos, 2013, p. 181).

Respecto de la medida del contenido del daño, se debe vincular con la idea de equivalencia, que genera dificultades porque se puede transitar desde una económica y rigurosa a
otra más flexible. Determinan cuatro reglas fundamentales: "el daño debe ser fijado al momento de la decisión, la indemnización no debe ser inferior al perjuicio, la apreciación
debe formularse en concreto y la reparación no debe ser superior al daño sufrido" (Pizarro y Vallespinos, 2013, p. 181).

Resaltan el principio de reparación plena o integral como una de las grandes columnas sobre las que se asienta el sistema de responsabilidad civil.

Y en ese ámbito adquiere relevancia el tema –siempre ríspido– de la cuantificación de los daños a las personas (Tanzi, 2012).

Todo lo analizado ha tendido repercusiones concretas en la comisión redactora del proyecto del Código Civil y Comercial.

En efecto, esta posición asumida por la Corte, en los últimos años, ha tenido efectos relevantes en el derecho de daños legislado en el nuevo cuerpo normativo.

La plena eficacia de un derecho de jerarquía constitucional es inherente a la racionalidad de su reglamentación y a la respuesta que ensaye el sistema frente a normas que sean
manifiestamente lesivas de la esencia del derecho consagrado.

Consecuencias que derivan de atribuir, al derecho a la reparación, carácter de derecho constitucional

La actitud de la Corte Suprema al asumir una posición de protección a la víctima del daño y reconocer el derecho a la reparación plena con estándar constitucional, tiene su
norte en la reforma constitucional del año 1994, con la consecuente incorporación a nuestra legislación de diversos tratados de derechos humanos, así como la interpretación
que la jurisprudencia ha efectuado con relación a tan significativos cambios normativos.

Esto implica tomar muy en cuenta los tratados, en particular los de derechos humanos, y los derechos reconocidos en todo el bloque de constitucionalidad. Esta decisión se ve
claramente reflejada en casi todos los campos, en especial, en la protección de la persona humana a través de los derechos fundamentales.
Así, podemos decir que existe una reconstrucción de la coherencia del sistema de derechos humanos con el derecho privado.

Todos estos postulados son tomados por el CCC, que, al constitucionalizar el derecho privado, reconoce con carácter expreso el derecho a la reparación plena. Dice el artículo

1740: “Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena”58, y el articulo 1716 completa: “Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el

incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado”59.

[58] Art. 1740, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[59] Art. 1716, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

El citado artículo 1740 sienta el principio de la reparación plena en dinero o especie, y en los daños a la intimidad y el honor incluye la publicación de la sentencia en sentido
acorde con la postura de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La reparación plena admite ciertos supuestos de limitación previstos expresamente, sea por razones de
equidad (artículo 1742) o de fuente convencional (artículo 1743). En otros casos, las cláusulas limitativas de responsabilidad se tienen por no escritas, como en la
responsabilidad en el transporte de personas por los daños corporales o muerte (artículo 1292) en el contrato de caja de seguridad (artículo 1414), en la responsabilidad del
hotelero (artículo 1374) y establecimientos equiparados (artículo 1375). En la obligación de saneamiento se tienen por no convenidas las cláusulas de supresión y disminución
de la responsabilidad si el enajenante conoció o debió conocer la existencia de vicios o el peligro de evicción, o si el enajenante actúa profesionalmente, a menos que el
adquirente también se desempeñe profesionalmente (artículo 1038). También se prevén supuestos en los que el gestor es responsable frente al dueño del negocio, aun cuando el
daño resulte por caso fortuito (artículo 1787).

Ahora bien, este principio reconocido constitucionalmente puede verse limitado, conforme veremos en las unidades 9 y 10. Adelantándonos al análisis, podemos decir que, en
algunos casos, resulta coherente con el sistema; en otros, resulta opinable.

Los temas tratados en la lectura y la situación problemática inicial

A modo de cierre de la presente lectura, la primera cuestión problemática fue resuelta por la CSJN quien dijo que

La sentencia apelada lesiona el principio alterum non laedere que tiene raíz constitucional (art.19 de la Ley Fundamental) y ofende el sentido de justicia de la
sociedad, cuya vigencia debe ser afianzada por el Tribunal dentro del marco de sus atribuciones y en consonancia con lo consagrado en el preámbulo de la
Carta Magna.

[Y agregó seguidamente que:] ...no figura entre las potestades de un estado constitucional imponer a los habitantes cargas que superen a las requeridas por la

solidaridad social60.

[60] CSJN, “Santa Coloma, Luis F. y otros v. Ferrocarriles Argentinos” (Considerandos 7mo y 8vo), Fallos 308:1160, (1966).

Este párrafo en modo alguno pretende sustituir la obligada lectura del fallo por parte del alumno. Simplemente se quiere poner de manifiesto que la Corte proclamó que el
derecho a la reparación del daño injustamente sufrido –que deriva del principio alterun non laedere– tiene, en nuestro sistema, raíz constitucional; sea que se lo considere como
un derecho autónomo o bien dentro de los derechos implícitos reconocidos por el artículo 19 de la Constitución Nacional.

La proyección práctica de la situación problemática inicial planteada (que fue resuelta por la Corte) es enorme, pues constituye uno de los pilares fundamentales para
comprender la materia y, por cierto, es una de las bases de nuestro actual Código, desde que reconoce carácter constitucional al principio “no dañar a otro”.

Para estas nociones introductorias de la materia, la situación práctica nos sirve para concebir una primera idea fuerza: la responsabilidad civil busca repartir justa y
equitativamente los daños mediante el reconocimiento del alterum non laedere como norma primaria y cláusula general del sistema con jerarquía constitucional. Este es el
camino que fue emprendido por la Corte en “Santa Coloma” y está ahora plasmado en el nuevo Código Civil y Comercial.

En las próximas lecturas, también abordaremos el citado precedente, en aspectos relacionados con el daño patrimonial y moral.

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