Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Autor:
Peralta Mariscal, Leopoldo L.
Cita:
RC D 3082/2012
Sumario:
USO OFICIAL
Indice:
I. Metodología
II. Cuestiones preliminares: el dominio fiduciario y el fideicomiso
III. El negocio fiduciario con fines exclusivos de garantía y su ilicitud
IV. Análisis de la ineficacia jurídica del fideicomiso de garantía
V. Conclusiones
I. Metodología
1. El dominio fiduciario
2. El fideicomiso
Conforme lo dispone el artículo 1° de la ley 24.441, hay fideicomiso cuando una persona
(que puede llamarse fiduciante -es el término que utiliza la ley-, constituyente o
fideicomitente) transmite la propiedad fiduciaria de bienes determinados a otra (fiduciario),
quien se obliga a ejercerla en beneficio de quien se designe en el contrato como
beneficiario, y a transmitirlo al cumplimiento de un plazo o condición al fiduciante, al
USO OFICIAL
Ya hemos expuesto suficientemente en otras oportunidades los motivos por los que resulta
ilícito el fideicomiso de garantía [9], no siendo adecuado reiterarlos íntegramente aquí ya
que el lector interesado puede acudir directamente a los estudios respectivos. No obstante,
resulta imprescindible un breve abordaje a cada una de las razones de la ilicitud del
fideicomiso de garantía para poder analizar luego este negocio fiduciario como acto
jurídico ineficaz. Ciertamente, son las causales de ineficacia las que nos van a permitir
tratar al fideicomiso de garantía desde la teoría de las nulidades de los actos jurídicos, por
lo que no podemos omitir un suficiente repaso de las afectaciones que nuestra figura
produce al orden público.
Como hemos visto, el fideicomiso es un contrato en virtud del cual el dueño de ciertos
bienes los entrega en propiedad fiduciaria a alguien que resulta merecedor de su confianza.
Ésta puede provenir de la familiaridad de trato, del respeto por su probidad, de su crédito
público, de su solvencia moral, etcétera, pero no puede dejar de sentirla el fiduciante hacia
el fiduciario sin desmerecer la esencia del fideicomiso. Y he aquí el primer gran problema
del fideicomiso de garantía, pues no es un contrato de confianza, peor aún, es normalmente
un contrato de "desconfianza". En efecto, la fiducia que deposita el fideicomitente en el
fiduciario en todo contrato de fideicomiso no existe en la especie, ya que el fiduciario no
sólo no será de la confianza del deudor, sino que lo será de la del acreedor. De lo contrario
éste no aceptaría la garantía, pues es evidente que la hipoteca o la prenda le brindarían
mucha mayor seguridad que un contrato de fideicomiso donde el fiduciario -única persona
con posibilidad jurídica de disponer de los bienes fideicomitidos y, por lo tanto, de hacer
efectiva la garantía- es alguien de confianza del deudor, con quien puede confabularse para
frustrar sus derechos.
garantía. El negocio fiduciario fue plasmado por la ley 24.441 como una figura de
administración que no es compatible con otra de garantía.
Sin decirlo expresamente, y más allá de lo dispuesto en el artículo 17 de la ley 24.441 -que
se refiere a la disposición de los bienes fideicomitidos, pero no a su liquidación-, el artículo
16 de ese cuerpo legal [10] deja ver que la aniquilación del fideicomiso por insuficiencia de
los bienes fideicomitidos no es una consecuencia regular sino una patología, una derivación
no querida que la ley trata como tal, buscando dar la solución "menos mala" frente a una
situación indeseada.
El fideicomiso de garantía choca abiertamente con esta previsión legislativa, pues en él la
liquidación de los bienes fideicomitidos no sólo no es una consecuencia indirecta o no
USO OFICIAL
querida, sino que es precisamente lo que buscaron las partes, sean o no suficientes los
bienes para los fines que el fideicomiso fue creado. Claro que esa finalidad de los
contratantes está sujeta a la condición suspensiva consistente en el incumplimiento de la
obligación garantizada, pero adviértase que toda garantía lleva implícita esa condición y su
existencia no quita entidad a lo que venimos diciendo.
El fideicomiso de garantía sólo tiene por función la venta de los bienes fideicomitidos si no
se paga la obligación que se pretende garantizar. Su única y exclusiva finalidad es aquella
que la ley marca como indeseada para el fideicomiso ante la insuficiencia de los bienes que
constituyen su objeto. De una atenta lectura del citado artículo 16 se desprende que si bien
las finalidades del fideicomiso pueden ser muy variadas, no es válida la autoliquidativa.
En el fideicomiso concebido por el legislador la liquidación es, entonces, una derivación
anómala; en el de garantía, una consecuencia regular. Si el deudor paga su deuda -único
caso en que no habrá que vender los bienes fideicomitidos-, la cosa debe ser reintegrada al
acreedor y el negocio fiduciario no habrá hecho efectiva su única finalidad que, como
dijimos, es autoliquidativa; estaremos en tal caso ante una ineficacia funcional del negocio
jurídico derivada del pago del deudor, acto que imposibilita el cumplimiento de la
condición a la que se encuentra sujeta la liquidación -precisamente, el no pago-. Pero esto
no empece a la conclusión precedente; en todo caso, podremos decir que el fideicomiso de
garantía tiene como única finalidad la liquidativa, aunque sujeta a condición por tratarse de
un acto jurídico modal.
Como sabemos, todo fideicomiso sobre cosas implica la transferencia del dominio al
fiduciario. Consecuentemente, y por aplicación de lo dispuesto en el artículo 577 del
Código Civil, debería entregarse a éste la posesión de las cosas que integran el fideicomiso.
Y un contrato de garantía que se desenvuelve bajo esos derroteros no responde a las
necesidades de crédito de la sociedad, pues normalmente el deudor necesitará del uso y
goce de la cosa objeto de la garantía ya que de lo contrario difícilmente tendría capacidad
económica suficiente como para cancelar el crédito obtenido.
Si se pretendiera utilizar en forma real, el fideicomiso de garantía caería en desuso como
ocurrió con el derecho real de anticresis, porque el desprendimiento de los bienes objeto de
la garantía -salvo hipótesis excepcionales- es incompatible con las necesidades de crédito
de la mayoría de la población, que necesita conservar la posesión de sus cosas.
La única "solución" a este problema sería otorgar la tenencia de los bienes fideicomitidos al
deudor, por ejemplo acudiendo a la figura del comodato. Se podrá decir que es incluso
innecesaria la entrega al fiduciario del objeto del fideicomiso por aplicación de la figura del
constituto posesorio que tiene apoyo normativo en el artículo 2461 y en los incisos 3° y 6°
del artículo 2462 del Código Civil [11].
Pero nuestra "solución" no es tal o, por lo menos, no es lícita. Ciertamente, de practicarla
no estaremos ante una transferencia del dominio fiduciario de los bienes sino ante un
negocio jurídico simulado, pues en la hipótesis es evidente que ni el deudor pretendería
desprenderse del dominio del objeto de la garantía ni el fiduciario buscaría adquirirlo; sólo
desearían constituir una garantía real sin estar atados a las respectivas normas de orden
público contenidas en el Código Civil. En consecuencia, estaríamos ante una simulación
ilícita (arts. 955, 957 y concs. del Cód. Civ.) [12].
El negocio fiduciario con fines exclusivos de garantía enerva de la peor manera posible el
derecho de defensa en juicio del deudor: lo elimina. En efecto, cuando el acreedor denuncia
el incumplimiento obligacional del deudor -acto desencadenante de la finalidad
autoliquidativa del negocio-, el fiduciario debe vender la cosa objeto de la garantía de
acuerdo con el procedimiento reglado en el acto constitutivo y pagar al acreedor las sumas
respectivas, reintegrando al deudor el excedente, si lo hubiere. Esto no generará ningún
problema si el deudor admite el incumplimiento que se le atribuye; pero ¿qué ocurriría si
éste manifestare haber pagado, exhibiendo recibos, o tuviere alguna defensa que resulte
suficiente como para enervar el reclamo del acreedor? Evidentemente, el fiduciario no
puede actuar como juez, ni ordenar la producción de prueba -mucho menos interpretarla-,
ni hacer efectivo apercibimiento alguno contra el deudor. Ocurre que a éste ni siquiera se le
brinda la posibilidad de defenderse; se lo conmina a observar pasivamente cómo el deudor
vende los bienes fideicomitidos, que probablemente constituyan una parte decisiva del
patrimonio del deudor -recuérdese que la propiedad en manos del fiduciario normalmente
no es auténtica sino simulada, siendo el deudor el propietario real de los bienes
fideicomitidos-. Como ha dicho el maestro Morello, "siempre es necesario un juicio en el
que el deudor pueda esgrimir, por limitada que sea, la posibilidad defensiva" [13].
Se ha sostenido que esta objeción de carácter constitucional es inadmisible en tanto se
repare en que el fiduciario no resuelve controversia alguna, limitándose a comprobar una
mera situación de hecho: la falta de pago del deudor, supuesto previsto por las partes para
la ejecución de la garantía [14]. Pero este punto de vista no es admisible por dos razones:
a) Las defensas del deudor no tienen por qué limitarse exclusivamente al pago, y
b) aun cuando la hipótesis sea la de una supuesta falta de pago, la comprobación de esa
"mera situación de hecho" implica la atribución al fiduciario de poderes jurisdiccionales
que no tiene ni puede tener, pues la existencia o inexistencia de pago en caso de conflicto
es un diferendo intersubjetivo que por mandato constitucional sólo puede dirimir un juez en
el marco del debido proceso legal.
Siempre, toda interferencia en el derecho subjetivo de una persona debe transitar por los
carriles del debido proceso legal [15]; de lo contrario, se viola el derecho de defensa y
ninguna figura, se la llame "fideicomiso de garantía" o de cualquier otra forma, puede
avasallar esa garantía constitucional.
El instituto en crisis también viola el artículo 2502 del Código Civil en cuanto introduce el
principio de numerus clausus en materia de derechos reales. En efecto, quienes constituyen
un fideicomiso de garantía no tienen otra finalidad que asegurar una obligación a través de
una garantía real con alcances distintos a los establecidos en el Código Civil. Es evidente
que la verdadera intención de un deudor que constituye un fideicomiso de garantía no es la
transmisión de la propiedad de las cosas que son objeto del contrato, sólo pretende
ofrecerlas como garantía para obtener un crédito. No hay voluntad de desprenderse de la
propiedad sino de garantizar una deuda, lo que equivale a decir que la única intención es la
de constituir una garantía real. Prueba elocuente de ello es que el deudor es, a su vez,
fideicomisario.
Tal idea no se puede plasmar directamente en un contrato, pues adolecería de una
ineficacia estructural por directa aplicación del artículo 2502 del Código Civil. Pero es
obvio que tampoco se lo puede hacer por vía indirecta, echando mano al contrato de
fideicomiso. De así procederse, se estaría violando la prohibición del artículo 2502 del
Código Civil tanto como en el caso anterior, aunque en forma solapada bajo la apariencia
de un acto jurídico distinto. Se estaría, lisa y llanamente, ante una simulación ilícita, por
Poder Judicial de la Nación
tener un fin contrario a una norma de orden público (arts. 955 y 957 del Cód. Civ.
anteriormente cits.).
1. Aproximación al problema
Un negocio jurídico es eficaz cuando fue constituido conforme a la ley y el acto produce
los efectos perseguidos por las partes atinentes a la creación, modificación, transmisión,
conservación o aniquilamiento de derechos (art. 944 del Cód. Civ.) [20]. En cambio, es
ineficaz cuando no produce los efectos para los cuales ha sido creado, sin perjuicio de que
pueda producir otros distintos como dar lugar a la reparación de daños y perjuicios si se
dan los presupuestos de la responsabilidad civil (art. 1056 del Cód. sust.) [21].
La ineficacia puede ser estructural o funcional. Es estructural cuando su origen está en la
creación misma del negocio jurídico, el cual nace con una causa de invalidez; es funcional
cuando el acto nace válido pero se torna ineficaz durante su funcionamiento.
Ineficacia, pues, no es sinónimo de nulidad; existe entre ambos conceptos una relación de
género a especie desde que todo negocio nulo es ineficaz, mas puede haber negocios
ineficaces que no tengan ningún defecto estructural que permita tildarlos de nulos o
anulables.
No nos interesa analizar aquí lo relativo a la eficacia o ineficacia funcional del fideicomiso
de garantía sino lo atinente a sus aspectos estructurales; más propiamente, abordaremos la
ineficacia estructural del negocio, cuyo estudio es conocido como teoría de las nulidades
(Tít. VI de la Sec. II del Lib. II del Cód. Civ.).
Huelga decir, entonces, que partimos de la base de la existencia de vicios originarios que
tornan al negocio fiduciario con fines de garantía en un acto jurídico estructuralmente
Poder Judicial de la Nación
ineficaz.
Declarada la nulidad, deberán volver las cosas "al mismo o igual estado en que se hallaban
antes del acto anulado" (art. 1050 del Cód. Civ.). Consecuentemente, el fiduciario debe
devolver el dominio al fideicomitente. Dispone en este sentido el artículo 1052 que "La
anulación del acto obliga a las partes a restituirse mutuamente lo que han recibido o
percibido en virtud o por consecuencia del acto anulado".
En cuanto al acreedor beneficiario, nada tendrá que restituir porque por hipótesis nada
recibió; no obstante, perderá la garantía y sólo podrá reclamar el cobro de su crédito como
un acreedor quirografario.
Si el fiduciario ya hubiera vendido el bien fideicomitido y, por alguna razón, el fiduciante
no pudiera recuperarlo de manos del subadquirente, la obligación del fiduciario derivada de
la sentencia de nulidad se traducirá en una indemnización sustitutiva de todas las pérdidas e
intereses sufridos por el deudor fideicomitente (art. 1057 del Cód. Civ.) [29].
V. Conclusiones
Respecto del tema propuesto en el título de este trabajo, llegamos a las siguientes
conclusiones:
1) El fideicomiso de garantía es un negocio jurídico afectado por distintas causales de
invalidez, cada una de las cuales permite separadamente arribar a la nulidad del negocio.
2) Además de estar afectado por otras ineficacias estructurales más leves, es un acto nulo
USO OFICIAL
1 Art. 2507: "El dominio se llama pleno o perfecto, cuando es perpetuo, y la cosa no está
gravada con ningún derecho real hacia otras personas. Se llama menos pleno, o
imperfecto, cuando debe resolverse al fin de un cierto tiempo o al advenimiento de una
condición, o si la cosa que forma su objeto es un inmueble, gravado respecto de terceros
con un derecho real, como servidumbre, usufructo, etcétera".
2 Art. 2661: "Dominio imperfecto es el derecho real revocable o fiduciario de una sola
persona sobre una cosa propia, mueble o inmueble, o el reservado por el dueño perfecto
de una cosa que enajena solamente su dominio útil".
3 Art. 2602: "La tradición debe ser por título suficiente para transferir el dominio".
4 Art. 2609: "Se pierde igualmente el dominio por enajenación de la cosa, cuando otro
adquiere el dominio de ella por la tradición en las cosas muebles, y en los inmuebles
después de firmado el instrumento público de enajenación, seguido de la tradición".
5 Art. 577: "Antes de la tradición de la cosa, el acreedor no adquiere sobre ella ningún
derecho real".
6 El texto actual del artículo 2513 dispone que "Es inherente a la propiedad el derecho de
poseer la cosa, disponer o servirse de ella, usarla y gozarla conforme a un ejercicio
regular", mientras que en su redacción originaria establecía que "Es inherente a la
propiedad, el derecho de poseer la cosa, de disponer o de servirse de ella, de usarla y
gozarla según la voluntad del propietario. Él puede desnaturalizarla, degradarla o
destruirla; tiene el derecho de accesión, de reivindicación, de constituir sobre ella
derechos reales, de percibir todos sus frutos, prohibir que otro se sirva de ella, o perciba
sus frutos; y de disponer de ella por actos entre vivos".
7 Decimos "cosas" pero eventualmente podrían ser "bienes", pues en el marco de la ley
24.441 pueden ser objeto del fideicomiso bienes que no sean cosas, aunque es obvio que
cuando nos referimos al dominio fiduciario sólo podemos estar hablando de
fideicomisos que recaen sobre cosas.
8 Art. 2508: "El dominio es exclusivo. Dos personas no pueden tener cada una en el todo
el dominio de una cosa; mas pueden ser propietarias en común de la misma cosa, por la
parte que cada una pueda tener".
9 PERALTA MARISCAL, Leopoldo L., ¿Fideicomiso de garantía? ¡Neuralgias y
cefaleas garantizadas!, en L. L. 2000-D-975; Fideicomiso sí; de garantía no, en L. L.
2001-B-978; Análisis económico del fideicomiso de garantía. Nuevas reflexiones sobre
su ilicitud, en L. L. del 9-10-2001.
10 Art. 16, ley 24.441: "Los bienes del fiduciario no responderán por las obligaciones
contraídas en la ejecución del fideicomiso, las que sólo serán satisfechas con los bienes
fideicomitidos. La insuficiencia de los bienes fideicomitidos para atender a estas
obligaciones, no dará lugar a la declaración de su quiebra. En tal supuesto y a falta de
otros recursos provistos por el fiduciante o el beneficiario según previsiones
contractuales, procederá a su liquidación, la que estará a cargo del fiduciario, quien
deberá enajenar los bienes que lo integren y entregará el producido a los acreedores
conforme al orden de privilegios previstos para la quiebra; si se tratase de fideicomiso
financiero regirán en lo pertinente las normas del artículo 24".
11 Art. 2461: "Cuando alguno por sí o por otro se hallase en la posibilidad de ejercer actos
de dominio sobre alguna cosa, pero sólo por la intención de poseer en nombre de otro,
será también simple tenedor de la cosa". Art. 2462: "Quedan comprendidos en la clase
del artículo anterior [...] 3º) El que transmitió la propiedad de la cosa, y se constituyó
poseedor a nombre del adquirente [...] 6º) El que continuase en poseer la cosa después
de reconocer que la posesión o el derecho de poseerla pertenece a otro".
12 Art. 955: "La simulación tiene lugar cuando se encubre el carácter jurídico de un acto
bajo la apariencia de otro, o cuando el acto contiene cláusulas que no son sinceras, o
fechas que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten derechos a
personas interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o
transmiten". Art. 957: "La simulación no es reprobada por la ley cuando a nadie
perjudica ni tiene un fin ilícito".
13 MORELLO, Augusto M., Los recursos extraordinarios y la eficacia del proceso,
Hammurabi, Buenos Aires, t. I, p. 322.
14 FREIRE, Bettina V., El fideicomiso. Sus proyecciones en los negocios inmobiliarios,
Ábaco, Buenos Aires, 1997, p. 147.
15 QUIROZ FERNÁNDEZ, Juan Carlos, Inconstitucionalidad de la ley 24.441, en Revista
de Derecho Procesal, Nº 2001-1, Procesos de ejecución - I, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
p. 268.
16 PERALTA MARISCAL, Leopoldo L., Panorama actual de las garantías en el Derecho
Privado, en E. D. del 21-6-2001 (1ª parte) y 22-6-2001 (conclusión).
17 Decimos, siguiendo a Carlos Alberto Ghersi, que el artículo 954 del Código Civil sienta
las bases del Derecho Económico justo a través de: a) La permisión explícita de obtener
beneficios en un contrato; b) la prohibición de que esas ventajas se aparten de la
realidad del mercado, salvo que exista una adecuada justificación. Así, si la tasa de
beneficio emergente del contrato se tradujera en una ventaja patrimonial
desproporcionada tomando como base los valores del mercado, sin que se dé una
suficiente justificación para tal apartamiento, se estarían transponiendo los límites
axiológicos del Derecho Económico justo y, consecuentemente, los del orden público.
18 Consultar GHERSI, Carlos A. y colaboradores, Cláusulas abusivas, nulidad e ineficacia
(compraventa de automotores por ahorro previo), Juris, Rosario, 1999, p. 77.
19 RUSSELL, James y NÚÑEZ GARCÍA SORIA, Clase y sociedad en Estados Unidos,
Universidad Nacional de México, México D. F., 1997.
20 Art. 944: "Son actos jurídicos los actos voluntarios lícitos, que tengan por fin inmediato,
establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar, transferir, conservar
o aniquilar derechos".
21 Art. 1056: "Los actos anulados, aunque no produzcan los efectos de actos jurídicos,
producen sin embargo, los efectos de los actos ilícitos, o de los hechos en general, cuyas
consecuencias deben ser reparadas".
22 Art. 1037: "Los jueces no pueden declarar otras nulidades de los actos jurídicos que las
que en este Código se establecen".
Poder Judicial de la Nación
23 Art. 18: "Los actos prohibidos por las leyes son de ningún valor, si la ley no designa
otro efecto para el caso de contravención".
24 Art. 1045: "Son anulables los actos jurídicos, cuando sus agentes obraren con una
incapacidad accidental, como si por cualquier causa se hallasen privados de su razón, o
cuando no fuere conocida su incapacidad impuesta por la ley al tiempo de firmarse el
acto, o cuando la prohibición del objeto del acto no fuese conocida por la necesidad de
alguna investigación de hecho, o cuando tuviesen el vicio de error, violencia, fraude o
simulación; y si dependiesen para su validez de la forma instrumental, y fuesen
anulables los respectivos instrumentos".
25 Art. 1058 bis: "La nulidad o anulabilidad, sea absoluta o relativa, puede oponerse por
vía de acción o de excepción".
26 Sobre las potestades del juez para dejar sin efecto de oficio un acto jurídico (total o
parcialmente) por violar el Derecho Económico, véase nuestro trabajo titulado Las
potestades jurisdiccionales para la reducción de las tasas de interés fijadas por contrato,
USO OFICIAL
Autor:
Mosset Iturraspe, Jorge
Cita:
RC D 1220/2012
Sumario:
1. El negocio fiduciario en general. El fideicomiso bancario. 2. La especie fiduciaria en
garantía. Noción y caracteres. 3. Las cesiones fiduciarias. La transmisión de créditos en
garantía. Endosos en garantía. Depósitos. La transmisión en garantía y la dación en pago.
4. Compraventa con fines de garantía. Venta y retroventa con fines de garantía. 5. Licitud
e ilicitud de la fiducia cum creditore. El numerus clausus de las garantías reales. La prenda
sobre créditos y el negocio pignoraticio. Atipicidad y fraude a la ley. 6. La situación del
acreedor, titular del dominio fiduciario. 7. La situación del deudor que transmitió un bien
en seguridad de pago de una deuda. 8. La situación de los terceros. 9. El tema en los
eventos jurídicos nacionales.
Indice:
El tema tiene que ver, indudablemente, con la tipicidad y atipicidad de los negocios en
garantía [1]. Con la insatisfacción que las seguridades previstas en el ordenamiento jurídico
provocan para ciertos acreedores, deseosos de otras, más fuertes o más ágiles o más
"seguras", en el sentido de la predecibilidad de los comportamientos, la superación de las
interferencias y el cobro pronto.
El negocio fiduciario, lo hemos dicho antes de ahora, es un negocio real, seriamente
querido, no un negocio simulado [2]. Empero, es un negocio "indirecto", en la medida de la
incongruencia o heterogeneidad entre el fin contemplado por las partes -fiduciante y
fiduciario- y el medio jurídico empleado para lograrlo [2-1].
Su vinculación con el dominio fiduciario -único aspecto contemplado en muchas
legislaciones- es íntima. En el Derecho argentino ese particular "dominio" aparece
receptado en el artículo 2602 del Código Civil, con los caracteres de "dominio interino y no
permanente" y limitado, puesto que, al decir de Lafaille, reduce las facultades del titular
"hasta sus límites extremos".
Poder Judicial de la Nación
Pero esas limitaciones, por lo normal en la fiducia, no "afectan al derecho real", que se
muestra o aparece como definitivo y pleno, sino "al propietario en persona", en virtud de
una relación obligacional denominada "pacto de fiducia".
Lo expuesto no empece a la consideración "de la concepción unitaria del negocio
fiduciario", con base en una unidad estructural total, única, "esencialmente real-
obligatoria".
En mérito a los dos aspectos señalados puede hablarse, como lo hace Guastavino, de "una
modificación subjetiva en la relación preexistente" debida ella a la transmisión del dominio
del fiduciante al fiduciario, y "el surgimiento simultáneo de una nueva relación",
consistente en la obligación que incumbe al adquirente de restituir el derecho al
transmitente o de transferirlo a una tercera persona.
El parentesco o afinidad jurídica del "negocio fiduciario" con los "trust" y los
"fideicomisos" es muy grande y debe ser destacado, sin más.
El trust es una buena muestra de la flexibilidad de los ingleses para extraer del Derecho
USO OFICIAL
Francisco Ferrara [8], refiriéndose a esta forma fiduciaria de garantía, escribe: "La forma
típica, e históricamente la primera, de negocio fiduciario es la transmisión de la propiedad
con fines de garantía. Corresponde a la mancipatio fiduciæ causa, del Derecho Romano, y
consiste en transmitir la propiedad de una cosa al acreedor, que recibe ese derecho
únicamente para seguridad de su crédito, esto es, para poder satisfacerse eventualmente,
por falta de pago, mas con la obligación de restituir la cosa recibida una vez satisfecho. El
acreedor se vuelve propietario, mas debe usar de la propiedad para los fines de la garantía,
y cuando ésta se agota con la extinción del crédito, está obligado a restituir el derecho
recibido al enajenante. Por otro lado, esa transferencia no implica la extinción de la deuda,
puesto que no debe considerarse como una dación en pago, datio in solutum, mas sí como
una garantía accesoria del mismo crédito, encerrada en una forma más amplia, la de una
transferencia del dominio".
Las especies pueden ser numerosas:
- enajenación de una cosa mueble en garantía fiduciaria;
- de un inmueble -urbano o rural-, de un establecimiento fabril, una explotación
agropecuaria, etcétera;
- endoso de una letra de cambio, en garantía;
- transferencia de acciones en garantía;
- transferencia de títulos de la deuda pública, bonos, certificados de obra, etcétera;
- cesión de un contrato en garantía, de los aspectos activos, créditos nacidos del mismo.
En rigor, la denominada "enajenación fiduciaria en garantía":
- no es una verdadera "venta en garantía", con pacto de retro, como lo ha reconocido la
doctrina, puesto que el dominio "no pasa automáticamente a poder del acreedor", como en
la venta aludida; tratándose de la seguridad o garantía de un préstamo, habrá de
"perseguirse la garantía", una vez pronunciada y probada la falta de pago de capital e
intereses objeto del préstamo [9];
- no es una dación en pago, puesto que el crédito no se extingue con la entrega o
transmisión de los bienes, por lo normal habrá un plazo pactado que se deberá aguardar en
su vencimiento, para luego "ejecutar" [10];
- no es un mero depósito de bienes o documentos o acciones, en manos de un acreedor -
institución bancaria o particular- para seguridad de su crédito. Hay algo más, de mucha
trascendencia, como es la transmisión del dominio [11].
Poder Judicial de la Nación
Es preciso acordar que la figura del negocio fiduciario o del fideicomiso bancario, tiene, en
estas enajenaciones en garantía, su mayor interés práctico y dogmático. Estas "ventas como
negocios fiduciarios", nos dice De Castro y Bravo, "se han utilizado para la protección de
intereses encontrados":
- se acude a ellas para "legitimar el artificio de los prestamistas", que desean contar con un
procedimiento que les asegure garantías más cómodas y enérgicas que las de la hipoteca y
la prenda;
- pero, a la vez, se empleará la invocación al negocio fiduciario, como explicación y medio
de romper la apariencia de enajenación hecha por el prestatario o mutuario y de lograr la
restitución de los bienes confiados al prestamista o mutuante;
- es entonces un instrumento útil para obtener créditos y para garantizar el pago de lo
debido; ventajas para el desarrollo económico que hacía "cerrar los ojos a sus posibilidades
de abuso y fraude";
- en los tiempos actuales, la venta en garantía de complejos de bienes, empresas o
USO OFICIAL
El pacto comisorio funciona, según hemos visto, como el medio para extinguir el contrato
de préstamo, ante el incumplimiento y, a la vez, como el hecho futuro e incierto del cual
depende la adquisición del dominio. El "comprador" se libera de la relación obligacional y
pasa a ser dueño de la cosa dada en garantía.
Los reparos se originan en el tratamiento que el ordenamiento jurídico ha dado al pacto
comisorio en las garantías reales:
- los artículos 1203 y 3222 consagran su prohibición en el contrato de prenda. Dice el
último de los textos citados: "Es nula toda cláusula que autorice al acreedor a apropiarse de
la prenda, aun cuando sea de menor valor que la deuda, o a disponer de ella fuera de los
modos establecidos en este título". Recordemos, sin embargo, que el artículo 3223 faculta a
las partes a convenir que el acreedor haga suya la cosa prendada por la estimación que de
USO OFICIAL
ella se haga al tiempo del vencimiento de la obligación, pero no al tiempo del contrato;
- en materia de hipoteca, la doctrina y jurisprudencia, por aplicación extensiva de las
normas recordadas, estima que el acreedor no está facultado para adjudicarse directamente
la propiedad, sin recurrir a la acción judicial,
- y lo mismo acontece en el contrato de anticresis: "Es de ningún valor toda cláusula que
autorice al acreedor a tomar la propiedad del inmueble por el importe de la deuda, si ésta
no se pagara a su vencimiento..." (art. 3252).
No debemos olvidar los debates que, en el propio contrato de compraventa, han originado
las prohibiciones de los artículos 1374 -relativo al pacto comisorio en la venta de cosas
muebles- y 1429 -sobre incumplimiento de la obligación del comprador de pagar el precio
de la cosa adquirida [21].
En cuanto a la venta con pacto de retro, las diferencias con el supuesto anterior, de la
compraventa condicional suspensiva sujeta a pacto comisorio, parecen notorias:
- hay analogía, pero no identidad con aquel supuesto;
- la venta con pacto de retro transfiere inmediatamente la propiedad de la cosa, hay un solo
tiempo que enlaza el contrato y la transmisión del dominio; en el supuesto antes
contemplado la operación constaba de dos tiempos: un préstamo al cual se le suma una
garantía real; el pacto comisorio traspasa la propiedad tan sólo cuando tiene lugar el
incumplimiento.
La doctrina se pregunta si la venta con pacto de retro es siempre un "negocio simulado",
cuando su función es de garantía, o bien, si puede darse la alternativa de una retroventa en
garantía como negocio real. Y, la segunda cuestión, si en caso de tratarse de un negocio
real es lícito o ilícito, válido o nulo.
A la primera cuestión se contesta que en la venta con pacto de retro pueden darse, según
los casos, la causa venditionis y, en otras hipótesis, la exclusiva función de garantía, en la
cual la venta no es realmente querida y se busca sólo la transferencia del derecho real. No
se puede ignorar que:
- la venta con pacto de retroventa es un negocio lícito [22];
- expresamente regulado o tipificado por la ley;
- lo cual no quita que pueda tener una normal función de garantía, cuando el vendedor tuvo
el propósito de procurarse dinero por un cierto tiempo y el comprador adquirir la propiedad
definitiva de la cosa, en caso de que el precio no fuera restituido [23].
Otra es la situación cuando la venta con pacto de retrovendendo se conecta con una
relación obligacional que existe entre las mismas partes. Ahora, en semejante hipótesis, la
causa del contrato innominado de transferencia con fines de garantía, aparece disimulada
bajo la venta. Hay en rigor, un mutuo con garantía real innominada [24].
Y en tales casos, mutuo con semejante garantía real, ¿hay un negocio válido o nulo? A
favor de la validez se ha invocado:
- las mentadas diferencias entre el funcionamiento del pacto comisorio -prohibido- en las
garantías reales típicas y el funcionamiento o mejor no funcionamiento del pacto de retro
[25];
- cabría hablar tan sólo de una simulación relativa no prohibida por la ley;
- salvo, claro está, en los casos en que la venta con pacto de retro esconde un negocio de
mutuo que es, a la vez, negocio usurario. A favor de la nulidad se ha argumentado:
- que las garantías reales son una serie cerrada, un numerus clausus, del cual nacen las
preferencias;
- que por esta vía el acreedor sustrae el bien de la garantía genérica y obtiene una forma de
cobro preferente;
- que estamos, pese a lo que se diga en contrario, frente a una nueva garantía real, puesto
que ella descansa sobre la propiedad de la cosa transmitida;
- que es una vía para adjudicar el bien al acreedor, aunque su valor sea muy superior al
crédito;
- que, por este medio, el acreedor escapa al principio que impone "realizar sus derechos
sobre el patrimonio del obligado sólo a través de la intervención de la autoridad
jurisdiccional";
- que toda otra forma de realización del crédito, de cobro por el acreedor, debe considerarse
contra legem;
- que por la vía de la venta con pacto de retro se llega a los mismos resultados a que
conduce una garantía real con pacto comisorio. Y ello configura un fraude a la ley, puesto
que lo que la ley prohíbe hacer directamente no puede lograrse indirectamente;
- de donde resulta inexcusable el procedimiento de la ejecución forzada, como institución
para el cobro del acreedor, pero, a la vez, de protección al deudor [26].
Son, sin lugar a dudas, argumentos de peso, que obligan a reflexionar. La defensa del
deudor, contra procedimientos excesivos y la garantía de la ejecución judicial, nos parecen
temas decisivos.
De ahí que, en los negocios fiduciarios en garantía -fideicomisos en garantía- que son
nuestro tema, debamos tener muy presentes estas objeciones a la hora de decidir sobre el
camino a seguir por el fiduciario ante el incumplimiento del fiduciante o fideicomitente.
Vamos a entrar ahora en uno de los aspectos más apasionantes del tema y, sin lugar a
dudas, el de mayor relevancia práctica, de máximo interés para quienes celebran, de una u
otra parte, estos negocios fiduciarios o de fideicomiso: el relativo a la situación de las
partes, sus derechos y deberes en lo dominial y en lo creditorio u obligacional; entre sí y
frente a los terceros; ante el cumplimiento y ante el incumplimiento e incluso frente a la
quiebra del fiduciario.
Comencemos con el tema del dominio. La base de todo negocio fiduciario está en el
traspaso del dominio del fiduciante al fiduciario. Y ese traspaso, en la cuestión que nos
ocupa, tiene como finalidad asegurar o garantizar el pago de la deuda que pesa sobre el
enajenante a favor del adquirente del dominio.
Los caracteres de este dominio tienen que ver con las especies de "dominio fiduciario" y
también, sin lugar a dudas, de "negocios fiduciarios":
- el tipo legal, regulado en el Código Civil argentino, de dominio fiduciario (arts. 2662 y
concs.) -"Dominio fiduciario es el que se adquiere en un fideicomiso singular, subordinado
a durar solamente hasta el cumplimiento de una condición resolutoria o hasta el
vencimiento de un plazo resolutivo, para el efecto de restituir la cosa a un tercero"-, que lo
muestra como un dominio: absoluto [27], exclusivo [28] y temporario [29];
- el tipo meramente convencional, atípico en cuanto no regulado por el ordenamiento, de
dominio pleno, no limitado por ningún otro derecho real que concurra con él, con los
caracteres de absoluto, exclusivo y perpetuo [30].
Pensamos que la índole de "dominio perpetuo" no sufre menoscabo o contradicción por el
hecho de encontrarse el fiduciario "ligado por el elemento interno u obligacional que le
impone usar de la cosa de acuerdo con los fines concretos" que se persiguen por el negocio
fiduciario o de fideicomiso. Y ello es así en la medida en que este vínculo -creditorio u
obligacional, lo reiteramos- sólo crea un derecho personal -y no uno real o que contenga
una limitación de esa índole- que relaciona a la persona del fiduciante con la persona del
fiduciario.
Entre las partes, fiduciante y fiduciario, el derecho real de dominio, enajenado por uno y
adquirido por el otro, tiene condicionamientos o limitaciones, aunque no de esencia real
sino obligacional; el pacto de fiducia compromete al fiduciario en orden al destino a dar a
Poder Judicial de la Nación
7. La situación del deudor que transmitió un bien en seguridad de pago de una deuda
La situación de los terceros muestra distintas facetas. Vimos ya que, en orden al dominio
de los bienes adquiridos por el fiduciario, los terceros se comportan como frente a
cualquier titular de dominio, pudiendo celebrar cualquier negocio destinado a producir
efectos en orden a esa relación jurídica real. Un tercero puede adquirir, a su vez, ese
dominio del fiduciario o constituir derechos reales de garantía u otros derechos reales
menores. Se parte de una situación objetiva, de un dominio con los caracteres apuntados,
de donde la intrascendencia del conocimiento que ese tercero pueda tener del pacto de
fiducia.
Es razonable hablar de dos momentos o fases: en una primera fase, la traslación de
derechos del fiduciante al fiduciario es oponible erga omnes, ya que el fiduciario adquiere
esos derechos tanto en relación al fiduciante como en relación a los terceros. En
consecuencia, los terceros están obligados a proceder considerando al fiduciario como
titular efectivo del derecho transmitido. El pacto de fiducia, paralelo a la traslación del
derecho -en el caso que nos ocupa en garantía- es una convención que genera derechos
creditorios y como toda convención surte efectos entre las partes (art. 1195, Cód. Civ.) y no
puede oponerse a terceros ni ser invocada por éstos (art. 1199, Cód. Civ.). La relación
creditoria existente entre fiduciante y fiduciario -agrega Guastavino [37]- sólo podría ser
invocada subrogatoriamente por los acreedores de las partes, conforme al artículo 1196,
pero no por los deudores, como son los obligados a realizar una prestación en su favor.
Los terceros, obligados a cumplir una prestación, no pueden inmiscuirse en la situación
fiduciaria para desconocer sus efectos.
En una segunda fase, la retransmisión del derecho o del remanente o sobrante al fiduciante
constituye una relación jurídica inobjetable para los terceros. Sobre esos bienes, cuya
titularidad recupera el fiduciante, los terceros pueden ejercer derechos -terceros acreedores
de quien se beneficia con el recupero-.
Ocurre que la celebración de un negocio fiduciario lícito -ni usurario ni en fraude a la ley-
constituye el ejercicio de un derecho y los terceros no pueden inmiscuirse en las relaciones
internas de las partes, para interferirlas o alterarlas.
La complejidad puesta al servicio de fines acordes con el ordenamiento es la característica
de la atipicidad. Y ello se agudiza cuando, como acontece en la especie, nos encontramos
con un negocio como el fiduciario en garantía que, aunque posee una causa propia,
participa de las particularidades de los negocios indirectos.
Por lo demás, la contratación bancaria -terreno propicio para los fideicomisos en garantía-
exhibe una muy rica gama en orden a la "colaboración empresaria" del banco con su
cliente, en la cual debemos balancear con prudencia por un lado la "defensa del crédito" y,
por el otro la protección del consumidor del crédito bancario.
Y ello viene a cuento en la medida en que esta colaboración crediticia se presta o es
proclive a los negocios de dominación. Es indudable que la entidad financiera tiene, en
tales relaciones, un carácter dominante y que, con base en ese carácter, impone por lo
normal sus cláusulas o condiciones negociales.
El presente trabajo a la vez que reivindica la licitud genérica del fideicomiso o de la fiducia
en garantía, alerta sobre los excesos, abusos y fraudes que tales negocios posibilitan.
Al conjuro de la autonomía de la voluntad, de la libertad para celebrar contratos dentro y
fuera de los tipos previstos, se desencadenan relaciones jurídicas que, aunque buenas en sí
mismas, pueden llegar a ser, en manos inescrupulosas, una fuente inagotable de
comportamientos usurarios.
- En las Novenas Jornadas Nacionales de Derecho Civil, celebradas en Mar del Plata en
1983, la Comisión N° 5 trató el Régimen jurídico del dominio imperfecto y en especial del
dominio fiduciario. Sobre el dominio fiduciario, punto III, se dijo: "16°) Debe distinguirse
el dominio fiduciario de los negocios fiduciarios en general, pues en estos últimos el pacto
de fiducia sólo tiene alcances obligacionales sin trascendencia real". El resto del despacho,
hasta el punto 26, estuvo dedicado, exclusivamente, a tratar el "dominio fiduciario".
"post mortem": un vecchio problema rivisitato; SCOCA, F. G., Alcune riflessioni sulle
società fiduciarie; SANTANGELO, S., Fiducia cum creditore, mandato irrevocabile a
scopo di garanzia; BARASSI, L., Depositi fiduciari di somme o di titoli: fiducia,
mandato, agency scrow; VOIELLO, R., Depositi fiduciari; PROVAGGI, G., Agency
scrow; BARONE, R., Negozi fiduciari e responsabilità notarile; MARCHETTI, F., Il
trattamento tributario delle gestioni di patrimoni disciplinate dalla legge 2 gennaio
1991.
15 GARRIGUEZ DIAZ CAÑABATE, ob. cit., p. 36. Y agrega el eminente mercantilista
español: "...y esta demostración, dista mucho de ser convincente. Cariota Ferrara admite
que el carácter abstracto del negocio fiduciario, le deja expuesto a todos los recursos
reconocidos por las legislaciones que admiten la existencia de negocios abstractos; es
decir, de negocios que son válidos aunque se prueba la inexistencia o el vicio de la
causa (abstracción en sentido propio o material). La inexistencia de la causa, en tales
negocios, no los anula, pero sí los expone a otros resortes técnicos distintos de la
USO OFICIAL
nulidad, que tienden a paralizar los efectos inicuos de un negocio carente de causa y sin
perjuicio de que subsista su validez (técnica de la condictio, enriquecimiento sin causa,
etc.). Y sería inexplicable que el negocio fiduciario, que vive en la práctica jurídica
desde los tiempos de Roma, haya vivido expuesto constantemente a una revocación por
el fiduciante fundada justamente en la falta de causa". Y concluye con esta afirmación
que compartimos plenamente: "...Lejos de ello, el negocio fiduciario es un negocio
causal [...] causa de este negocio complejo y no a la causa de uno de los actos que lo
integran..."
16 Son las especies de negocios fiduciarios de garantía, que se estudian conjuntamente con
institutos semejantes, parecidos, a veces análogos, para destacar esos aspectos, así como
las diferencias que pudieren existir. Recordemos, una vez más, que estamos en el
terreno de la atipicidad -al menos casi siempre, aunque no siempre, como en el caso de
la venta con pacto de retroventa- y que cuando nos acercamos a las "fiducias legales" -
al decir del mismo Garriguez- nos alejamos del "negocio fiduciario". "No hay negocio
fiduciario allí donde el abuso de la ajena confianza está previsto y sancionado por la ley
[...] cuando nuestra confianza no descansa en la buena fe de otro, sino en la tutela de la
ley, la fiducia deja de ser fiducia en sentido técnico". Y remata con esta frase: "La
llamada fiducia legal encierra una contradicción en sus propios términos".
17 La venta con pacto de retroventa fue estudiada en las Segundas Jornadas Nacionales de
Derecho Civil, celebradas en Corrientes, en 1965. La recomendación de la Comisión
que estudió el tema N° VII expresa: "Que debe interpretarse de lege lata, que el pacto
de retroventa está prohibido como medio de garantía en operaciones crediticias". El
debate, sumamente ilustrativo, obra en Segundas Jornadas de Derecho Civil,
Universidad Nacional del Nordeste, Corrientes, 1965, ps. 49 y ss. La "ponencia" base
sobre la cual trabajó la Comisión, fue presentada por el suscripto y dice así: I) De lege
lata. Debe interpretarse que este pacto está prohibido como medio de garantía en
operaciones crediticias (negocios indirectos), sean o no usurarias. Su nulidad es
absoluta. II) De lege ferenda. Debe prohibirse de manera expresa, cualquiera sea la
finalidad perseguida. Fundamentos: del parágrafo I). Cuando la compraventa se usa
para cumplir una finalidad de garantía -ha dicho un autor- "su esquema comienza a
desnaturalizarse"; pero, lo que es aún más grave, en supuestos como el planteado por el
pacto de retroventa, asume el rol de un contrato "pignoraticio", al permitir al acreedor
(comprador) quedarse con la cosa dada (vendida), si el deudor (vendedor) no paga
oportunamente el capital y los intereses (precio) convenidos. El contrato "pignoraticio",
no debemos olvidarlo, no sólo es contrario a las buenas costumbres (art. 953, Cód.
Civ.), sino también a la letra (arts. 3222 y 3165) y al espíritu de la ley. En cuanto a
aquel que además de "pignoraticio" es usurario, las razones para su proscripción
huelgan. Del parágrafo II). El pacto de retroventa, aun cuando su finalidad no sea otra
que la que emana de su muy discutida naturaleza jurídica, resulta un negocio
proteiforme, fuente de innumerables litigios. O sea que, admitiendo que pueda darse en
puridad -posibilidad discutida en todos los tiempos- sus menguadas ventajas, su mínima
utilidad, no alcanzan a justificar su admisión. Por lo demás, la compraventa, como lo
establece el artículo 902 del Proyecto de Reforma, debe ser "definitiva" y con ese
carácter no se adapta el pacto de marras, que vuelve imperfecto y revocable el dominio
adquirido por el comprador, con grave perjuicio para la libre circulación de los bienes.
En el debate se escucharon apreciaciones que interesa ahora destacar: para Molinario,
del mal uso del pacto no debe concluirse en su supresión, puesto que, enfatizó, "el
hecho económico termina siempre por imponerse"; de donde la prohibición va a
conducir a agudizar el ingenio de los hombres de Derecho, y "aparecerán los boletos de
compraventa con plazo diferido y las opciones de compra", utilizados ambos como
operaciones de garantía; para Borda, en cambio, estamos ante el pacto de retroventa,
"frente a un negocio usurario que debe prohibirse; en la enorme mayoría de los casos
responde a operaciones usurarias; aún cuando no fuera así -agregó- es nulo como
compraventa, por ser meramente simulada y debe denunciárselo como operación de
crédito". Otros, en cambio, discutieron acerca de si el pacto de retroventa es siempre y
en todos los casos "instrumento de crédito, fuera del cual no tiene finalidad" (Chávarri)
o, por el contrario, "puede celebrarse como verdadera compraventa sujeta a una
resolución" (Borgonovo); mientras para Spota "debe mantenerse su vigencia y
controlarse caso por caso, pues puede ser útil como operación de garantía no usuraria";
para Videla Escalada "funciona únicamente como modo de encubrir operaciones
usurarias". Como puede deducirse toda una gama, rica y variable, de opiniones.
Volveremos sobre este instituto.
18 El tema ahora considerado tiene que ver con otro instituto, regulado en el Código Civil,
artículo 1376, la "venta con reserva de dominio", cuyo empleo con fines de garantía, de
una operación crediticia, es innegable. A diferencia del caso precedente -venta con
pacto de retro- se vende un inmueble por instrumento privado -boleto- sin transmitir el
dominio. Esta enajenación dominial queda supeditada al no pago de la deuda o no
restitución del dinero que el "vendedor-deudor" debe al "comprador-acreedor". Esta
vinculación entre la compraventa -usada con fines de garantía de un crédito- y el mutuo
preexistente, explica la cuestión que ha originado la perplejidad de buena parte de la
doctrina: ¿la venta con reserva de dominio está sujeta a una condición resolutoria o a
una suspensiva? ¿Cuál es la relación entre esta venta y el pacto comisorio, que ha
llevado a muchos, entre otros a Freitas, a decir que "la venta con pacto comisorio
equivale a la que se hiciere con la cláusula de dominio reservado o propiedad reservada
hasta el pago del precio"? La explicación de una y otra cuestión es, a nuestro juicio, la
siguiente: debe distinguirse entre la transmisión del dominio y el negocio obligacional
que, de alguna manera, está en su base; el dominio está sujeto a una condición
suspensiva, el contrato a una resolutoria. El no pago en la compraventa "verdadera" o la
no restitución del dinero, en el negocio creditorio, extingue esta relación y produce la
adquisición del dominio. Equivale a la ocurrencia del hecho al cual se sujeta la
condición suspensiva. Digamos, para concluir esta nota que, en rigor de verdad, la venta
con reserva de dominio es una venta apta para transmitirlo -si es inmueble, en escritura
pública y con tradición del bien- pero en la cual se formula esa reserva. De ahí el arduo
debate sobre su validez...
19 Más sobre este tema en el trabajo de investigación de REZZONICO, Juan C., Contrato
de venta con pacto de retroventa, Platense, La Plata, 1971; FERRARI, Oscar M., Pacto
de retroventa, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1971; DEGNI, F., La compraventa, trad.
de F. Bonet Ramón, Revista de Derecho Privado, Madrid, 1957, ps. 206 y ss.;
WAYAR, Ernesto C., Compraventa y permuta, Astrea, Buenos Aires, 1984, ps. 463 y
ss.
20 PUGLIATTI, L., Precisazioni in tema di vendita a scopo di garanzia, en Riv. Trim. Dir.
e Proc. Civ., 1959, p. 298; PUGLIESE, J., Nullità del patto commissorio e vendita con
patto di riscatto, en Giur. Compl. Cass. Civ., 1945 (XVII), p. 156; ONDEI, G., Sulla
vendita a scopo di garanzia, en Foro padano, 1948, III, col. 53; MESSINA, S., Scritti
giuridici, Milán, 1948, t. I; CARRARA, F., Il negozio in frode alla legge, Padua, 1943;
RUBINO, L., El negocio jurídico indirecto, Madrid.
21 Sobre el pacto comisorio, en general, RAMELLA, Anteo, La resolución por
incumplimiento, Astrea, Buenos Aires y La resolución del contrato: incumplimiento.
Imposibilidad, en Contratos (libro homenaje a Jorge Mosset Iturraspe), La Rocca,
Buenos Aires, 1989, ps. 277 y ss.; SANTIAGO, Horacio C., Pacto comisorio, en
Contratos cit., ps. 325 y 22.; GASTALDI, José M., Pacto comisorio, Hammurabi,
Buenos Aires, 1985. Las Sextas Jornadas Nacionales de Derecho Civil, celebradas en
Poder Judicial de la Nación
deuda, es prohibido al acreedor apropiarse del bien, dado en seguridad, aunque medie
cláusula en tal sentido, ya al constituirse el gravamen, ya por acto ulterior"
(LAFAILLE, Héctor, Tratado, t. III, ps. 12 y ss.).
22 Al menos en la venta de inmuebles, cuando es convenido en el mismo acto de la venta y
se respeta el plazo para su ejercicio (arts. 1366 y ss., Cód. Civ.).
23 Aludimos ya al debate, en las Segundas Jornadas Nacionales de Derecho Civil, acerca
de la posibilidad de esta figura típica o pura.
24 Es la figura, indirecta o simulada, que ahora nos interesa.
25 Afirma Gamarra que: "La compraventa con pacto de retro se emplea, además, para
eludir la prohibición del pacto comisorio en los contratos de garantía. O si se quiere:
mediante la retroventa se llega a resultados análogos a cuando se estipula el contrato de
garantía con pacto comisorio" (GAMARRA, Tratado... cit., t. III, V.II, p. 217). Está
claro, empero, que la propiedad, en el pacto, se transfiere "desde un principio", mientras
en los otros negocios, mutuos con garantía, el pasaje del dominio sólo se produce en un
momento posterior, cuando el deudor no paga y se admite el pacto comisorio. Sobre
esto dice Pugliatti: "en el más debe comprenderse el menos".
26 En 1988 se celebró en la Universidad de Lima, Perú, un Congreso Internacional sobre
tendencias actuales y perspectivas del Derecho Privado y el Sistema Jurídico
Latinoamericano, en el cual uno de los temas fue "La contratación contemporánea y la
defensa patrimonial del deudor". La preocupación central es la de armonizar la "defensa
del crédito" y la "protección del acreedor", frente a las argucias del deudor por un lado
y el exceso en las garantías y los abusos del deudor, como parte débil en el negocio, por
el otro lado. Se destacan, en tal sentido, las exposiciones de Sandro Schipani, Moreira
Alves y Max Arias Schreiber, que expusieron sobre el Derecho Romano, el del Brasil y
del Perú, respectivamente. Se coincidió en que el "pacto comisorio" permitido en el
Digesto y hasta la ley 3 de Constantino, es prohibido en los Derechos actuales,
"evitando el engaño del constituyente frente a la codicia del acreedor" (Cultural Cuzco
S. A., Lima, 1990, p. 259).
27 Sobre los caracteres del dominio fiduciario, a partir del texto legal, artículo 2662 citado,
el estudio de KIPPER, Régimen jurídico del dominio fiduciario cit., ps. 127 y ss. Así
mismo, la Introducción de Marina Mariani de Vidal, ps. XI y ss. Este carácter, el de
dominio absoluto, destacado por los juristas citados (en el mismo sentido,
CARREGAL, El fideicomiso cit., p. 69) no les impide señalar que "el dominio pleno"
se encuentra limitado temporalmente por "la sujeción a una condición o a un plazo
resolutorio" y, además, "por la prohibición del artículo 2841 de constituir usufructo".
28 Se rechazan, para nuestro Derecho, las teorías de origen alemán acerca de "dos
derechos de propiedad distintos", material y formal, denominadas "teorías de la
legitimación". La síntesis de Kipper es la siguiente: "como dos dominios no pueden
coexistir porque el carácter exclusivo impone la incompatibilidad absoluta con la
pertenencia a más de una persona, y como el titular fiduciario adquiere el dominio de la
cosa transmitida, deben ser descartadas de plano aquellas teorías que indican la
permanencia en cabeza del fiduciante de una propiedad material. Tampoco nos parece
factible la idea de que el fiduciario sea propietario frente a todos menos frente al
fiduciante, porque ha sido justamente este último quien le transmitió el dominio, razón
por la que no podría alegar la inoponibilidad de la enajenación, mientras que cuando se
recurre a la idea de la inoponibilidad, o a la de titulares verdaderos o putativos, se trata
de transmisiones a non domino" (KIPPER, ob. cit., ps. 128 y ss.).
29 Este carácter, que puede faltar en los negocios fiduciarios atípicos, aparece claro en el
artículo 2662 y en la nota al artículo 2663, como un reconocimiento a la autonomía de
la voluntad. La perpetuidad del dominio "no debe existir indefectiblemente, sin
excepción, por estar atribuida a la naturaleza, pero no a la esencia del mencionado
derecho real". Semejante limitación dominial puede ser insatisfactoria para la finalidad
buscada por las partes, al "recortar" el derecho del fiduciario y de ahí que, siguiendo la
fiducia romana, se haya impuesto, en la práctica, la sola limitación obligacional o
creditoria, con base en un pacto interno, que no se traduce en el título del fiduciario.
30 Es aquí donde el elemento confianza, fe, adquiere su importancia máxima, como
también, en los tiempos modernos, la credibilidad del fiduciario.
31 En la ley vetada, de Unificación Civil y Comercial, se dispone, en orden al contrato de
compraventa "sujeto a una condición resolutoria: 1) El contrato producirá los efectos
propios de la compraventa, pero la tradición sólo transferirá el dominio revocable. 2) El
vendedor podrá solicitar medidas conservatorias de la cosa. 3) Producida la condición,
el comprador deberá restituir la cosa y el vendedor el precio actualizado. Los intereses
se presumirán compensados con los frutos o el uso de la cosa". Creemos que esta
situación, de "dominio resoluble" es ajena al negocio fiduciario o de fideicomiso con
tipicidad social, aunque se acomode al "dominio fiduciario" del Código Civil -como ya
hemos señalado-. En la mencionada ley se contiene una prolija regulación del contrato
de prenda y de sus especies, la prenda de cosas y la prenda de créditos. Frente al
incumplimiento del deudor se dispone un procedimiento de "enajenación forzada", que
implica una ventaja sobre el régimen actual, puesto que prescinde del remate judicial
exigido por el Código Civil y mejora el régimen del artículo 585 del Código de
Comercio: "...el acreedor puede proceder a la venta de la cosa -del crédito- previa
notificación fehaciente al deudor, en la que se le comunicarán los detalles de la venta
proyectada [...] La venta se hará en remate público, salvo que la cosa tuviese un precio
cierto de mercado, en cuyo caso se venderá a ese valor, o que por la naturaleza del bien
de que se trate correspondiere otro procedimiento".
32 JORDANO BAREA, El negocio fiduciario cit., ps. 145 y ss.
33 Es la tesis de la doctrina tradicional, defendida por Ferrara, Franceschelli, Greco, Thur,
Navarro Martorell, entre otros.
34 GUASTAVINO, La transmisión del crédito en garantía cit.
35 Debe entenderse, salvo pacto en contrario, que se ha conferido al fiduciario el derecho
"de satisfacción directa" -de cobrar para satisfacerse o cobrarse- siendo discutible el
modo en que ha de ejercer dicho jus vendendi. Vimos ya las diferencias entre el camino
señalado por el Código en materia de prenda y el marcado por la Ley Unificadora
vetada. Un sector de la doctrina denomina a la especie de fiducia sin derecho a venta,
como "fiducia de aseguramiento", y a la con derecho a venta como "fiducia de
cumplimiento", ambas dentro de la "fiducia de garantía". Véase BERTINI, A., Il negozi
fiduciari di preparazione dell'adempimento, Milán, 1940, N° 12.
36 Toda la doctrina precisa que en estos casos, cesión de un crédito en garantía, no existe
el peligro de la apropiación por el fiduciario del bien cedido, por un precio inferior a su
valor real; el fiduciario sólo puede, por la índole de lo cedido, cobrar el crédito y luego
retener las sumas a él adeudadas por el cedente. Y, en caso de haber un excedente,
restituirlo al fiduciante. El peligro de un abultamiento de su crédito, común a cualquier
hipótesis, es un abuso que encuentra los remedios propios o específicos.
37 GUASTAVINO, ob. cit., p. 508. Del mismo jurista el comentario del fallo de la Cám.
Nac. Com., Sala E, 15-4-85, en L.L. 1989-C-226 y ss., Venta forzada de la "res fiducia"
por un acreedor del fiduciario. También sobre el tema, ORELLE, J. M. R., Compra de
inmuebles por y para terceros, Abaco, Buenos Aires, 1978.