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José Carlos Becerra

Te detuviste a desear aquello que mirabas, llaba en los dientes de tu deseo,


te detuviste a inventar aquello que mirabas, eras tú esa masa pastosa que alguien masticaba
pero no estabas detenido, lo que veías agitaba su propio pero que iba siempre a parar a tu estómago,
pañuelo, era tuya la mano con que te decían adiós
hacía tus señas desde tu lejanía. y era tuyo el pañuelo.
Algo de eso comprendiste;
los muelles, los sitios donde la sal es una ciega sentada Por eso en mitad de la noche has vacilado,
en el alma, has oído a los árboles perderse en sus ramas,
los sitios donde la espuma roe la base de todo has sentido al viento quedarse quieto de pronto, como
con sus pequeños dientes parecidos a la arena de lo que en acecho de algo, entre los pliegues de la cortina,
se olvida, has oído a los muertos reírse en sus agujeros imitando
los sitios donde las viejas anclas y los motores de a los topos,
barcazas vencidas has descubierto que un día vestido de mayordomo el
se oxidan cagados por las gaviotas y los pelícanos, olvido, vendrá a anunciarte
los pequeños tumultos blancos donde la paz y el movi- que ya está servida la mesa,
miento entrelazan sus redes a la usanza del mar, y sin quererlo tú, esa noche cenarás con apetito y al
los sitios menos frecuentados de las playas, final, dejando la servilleta sobre la mesa
los paisajes que te rodeaban sin que supiera exacta- elogiarás complacido el menú ...
mente a qué distancia de tu imaginación,
a qué distancia de tus argumentos más íntimos. Todas las luchas libradas en el océano brillan en esa
lámpara que acabas de encender,
en esas aguas donde el horizonte desarrolla su instinto
Hay un cielo de navíos que los ojos contemplan desde
abajo de las lágrimas, de montaña, .
desde donde la mirada se queda sin respiración, allá donde el cielo parece dormitar entre sus mandíbu-
sin oxígeno para saber qué mira todavía y qué ha deja- las de abismo.
do de mirar.
Puedes romper la carta de aquella qu~ amaste,
puedes hacer que el olvido, tu extraño servidor, entre
Una eternidad que cualquiera diría gastada por el uso, al pasado, los sorprenda juntos a ti y a ella
manoseada por los muertos, ablandada por la queja de y allí los atrape, .
los enfermos, tocada por las lágrimas, puedes fingir que eres la ropa que té qUitaste, la frase
una tarde que se va hundiendo como un -barco que escribiste, el número telefónico que te buscas en
en cierto paisaje tuyo. el bolsillo, la dirección que no aciertas a dar.

Algo de eso comprendiste, Puedes fingir que estás fingiendo, puedes simular que
desconfiabas de tu deseo, pero era tu saliva la que bri- eres tú,
El pequeño César

que es tu deseo y no tu olvido tu verdadero cómplice, certe como un trapo sucio,


que tu olvido es el invitado que envenenaste ¿ entonces, quién eres tú?
la noche que cenaron juntos.
Puedes decir lo que quieras, eso será la verdad Tal vez te gustaría ser el custodio de los reinos que la
aunque no puedas ni puedan tocarla. carroña acecha,
tal vez te gustaría tomar tu deseo, levantarlo converti-
Alzas tu lámpara y lo que fuiste parpadea en aquello do en el deseo del mundo en la base del mundo.
que está siendo, también tu libertad te tiene entre Algo de eso comprendiste y vacilas,
sus manos. y tu vacilación te afianza en el mundo, te da vientos
para navegar, uñas para clavarlas,
Quisieras llorar porque la eternidad navega como una te invita a subir al puente de mando.
muerta, Pero aún vacilas, tal vez ese traje de marinero no es el
masticas despacio tu bocado de alma, tu rebanada de tuyo,
ideología, tus órganos para conmoverte, pero ya es tarde, pero aún vacilas, pero ya es tarde,
tomas la servilleta y te limpias la boca, intentas despedirte de alguien,
distraídamente miras la mancha de vino en el mantel. .. pero la mano con que deseas decir adiós
se va quedando atrás, y ya no puedes alcanzarla aun-
Quisieras llorar porque la noche es un árbol que no que te inclines hacia ella,
podemos sacudir con las manos con todo tu cuerpo, con toda tu duda de no inclinarte
para que caigan los frutos deseados; lo suficiente.
todo pasa mientras terminas de comer, mientras doblas
la servilleta de nuevo, ¿ Qué cosa es tu cuerpo? ¿ qué cosa es tu lámpara?
y tu lámpara ilumina para ti la espuma que el tiempo ¿qué cosa es no inclinarse lo suficiente?
deja en lo alto de las ruinas, (. es todo esto decir adiós?
en todos los sitios que han resistido el oleaje del hierro
la embestida de los discursos triunfales. Hablabas de un deseo y también de un olvido,

I
En mitad de la noche algo tiembla, en mitad de la no-
che te oyes hacia arriba
como quien se despierta por el ruido de la lluvia,
en mitad de la noche te oyes hacia abajo como quien
hablabas de la carta de una mujer, no se sabe si la
rompiste,
no se sabe si te olvidaste de ella, si alguna tarde cami-
naste pensándolo,
también hablabas de una lámpara,
se despierta por el ruido de la muerte. y de un pañuelo
y no quieres ser cómplice' de los dormidos, no quieres o de un barco ...
ser cómplice de los muertos,
no quieres ser traspasado por- tus lágrimas, humede- Hablabas de algo así, no recuerdas cómo.

U13

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