Lo que parecía ser cuestión de un fin de semana, se transformó en días,
semanas y meses. El 6 de marzo se confirmó el primer caso de coronavirus en Colombia, aun el pánico no crecía y seguíamos como normalmente era nuestra vida cotidiana. Y así, los casos continuaron aumentando concretando cuarentena total el 15 de marzo. Aunque nos aseguraron que sería un fin de semana se convirtió en más de tres meses sin poder salir a las calles. Por mi parte, creía que todo sería mejor así, estar en casa tanto tiempo es algo de lo que antes no estábamos acostumbrados, me parecía una experiencia algo intrigante el estar tanto tiempo aquí, al igual que pensaba que todo mejoraría. Pero al cabo de un tiempo me sentía sola en casa y anhelaba regresar a mis actividades normales, me daba nostalgia recordar lo feliz que era al pasar tiempo con mis amigos, recordar cosas que antes no valore. Fue algo inesperado. Mis días se transformaron en una monotonía de la cual no podía salir ni siquiera intentando hacer algo nuevo, cosas que antes me gustaban se convirtieron en algo aburrido para mí, estar en el celular o en el computador ya no era una forma de distracción, las veía más como una forma de estudio. Perdí familiares en esta pandemia, familiares con los cuales no pude compartir sus últimos meses de vida. Aunque hay que aceptar que hubo cosas buenas, cosas que me hicieron mejorar como persona; comencé a tener más responsabilidad, pude pensar un poco en mi misma. El día de mi cumpleaños 21 de mayo, pensé que las cosas mejorarían y podríamos salir a celebrarlo, pero las calles seguían cerradas y no todos podíamos salir. Mis familiares se decidieron por hacer una pequeña reunión, con los que vivíamos en casa. En la mañana me levante, recuerdo que no había podido a asistir a clases en línea esa semana, ya que, me encontraba enferma. Mi madre me hizo un pequeño desayuno, fue especial porque a pesar de todos mis familiares se acordaron de mi cumpleaños. Como estaba enferma, no pude comer mucho ese día. En la tarde mis amigas me llamaron para felicitarme, nos decidimos por jugar hasta la noche, en eso mi madre llego de su trabajo, como estábamos en el pico de la pandemia ella salía solo unas horas a trabajar y volvía. Me hicieron una cena muy especial, al igual que un postre muy lindo y casero. Estuve muy agradecida con mis familiares porque al final del día la pase bien. Al otro día ya era normal, entraba a clases en la mañana, en la tarde terminaba tareas y en la noche veía alguno que otro video para distraerme. Y así se conformaron mis semanas y meses hasta el día de hoy. Un año después ya no recuerdo como era mi vida antes de esta pandemia, he aprendido muchas cosas al igual que valorar a las personas que tengo conmigo; aun anhelo la idea de poder volver a como era antes o a lo menos una parte de lo que era, empezar a valorar esas pequeñas cosas, como el frio de la mañana al caminar hacia el colegio, o las risas con mis amigas en descansos. Anhelo volver a esa parte de mi vida donde todo iba bien y era feliz, espero en un futuro cercano, reencontrarme con mis profesores y compañeros. Anhelo volver a tener estas pequeñas cosas de mi vida que la hacían más feliz.