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LA ARGENTINA ANTE LA CRISIS DEL ´29 Y LA GRAN DEPRESION

LA DECADA INFAME (1930-1943)


La década de 1930 fue un período en el que se produjeron importantes transformaciones en
nuestra  economía y sociedad. La crisis económica mundial de 1930, entre otras cuestiones,
desorganizó la circulación de dinero, el comercio y la producción internacional y esto afectó la
relación que Argentina, como país exportador de materia prima e importador de industria y
capitales, mantenía con los países industriales (en especial con Gran Bretaña). El descenso de la
economía provoca deterioro en los niveles de vida de los sectores populares, desempleo y reducción
de salarios.
En este contexto, la burguesía agraria vinculada con el mercado externo tuvo que emprender
una serie de ajustes en el sector primario exportador y en la organización de la economía argentina
en general. Para ello se utiliza al Estado ocupado a través del golpe de Estado de 1930. El Estado
asumiría un nuevo papel, interviniendo cada vez más en las cuestiones económicas para buscar
soluciones: en un primer momento asegurando márgenes de ganancias para el sector terrateniente,
luego desarrollando políticas que indirecta o directamente posibilitaron la producción en el país de
industrias.
La expansión paulatina de esta actividad produjo el surgimiento de una nueva clase obrera.
Estos trabajadores eran consecuencia de las migraciones internas, al traslado de poblaciones de
origen rural a las grandes ciudades en búsqueda de trabajo ante la caída de la producción en el
campo y la posibilidad de una vida mejor en la ciudad. La veloz afluencia de estos contingentes
llevó al surgimiento de asentamientos irregulares o villas de emergencia en los alrededores de las
ciudades de destino.
El 6 de septiembre de 1930, el General José Felix Uriburu realiza un golpe de Estado que
derrocó al gobierno democrático de Yrigoyen. Se establece un gobierno de facto (de hecho), sin
respetar los procedimientos de acceso al poder y prácticas del mismo, así como los derechos y
garantías, establecidos en la Constitución y las leyes.
De esta manera comenzó una extensa etapa de la historia argentina caracterizada por la
presencia periódica de militares en el gobierno. Los golpes de Estado generan gobiernos
que restringen en forma violenta la participación de la mayoría de los ciudadanos en la toma de
decisiones. En el corto plazo fue una reacción de la burguesía terrateniente argentina ante la
amenaza de perder poder económico en un contexto de crisis.
 Una de las consecuencias más importantes de la crisis de 1930 fue el profundo cambio que se
produjo en los sistemas ideológicos y en las creencias dominantes en la Argentina. Se produce un
desgaste del pensamiento liberal. Este se caracterizaba por: A) la confianza en el progreso
continuo del país, que acompañaba al progreso general de la civilización, cuyo ejemplo era Europa.
B) en lo político, la defensa de la democracia republicana C) en lo cultural, la adopción de pautas
culturales europeas, preferentemente francesas e inglesas D) en lo económico, el libre intercambio
de bienes y capitales a nivel local e internacional E) en lo social, la movilidad  de las personas en
cuanto a la posibilidad de ascenso en los niveles de vida.
En el plano de las ideas y de los movimientos políticos, el fenómeno más saliente fue el
surgimiento de distintas organizaciones nacionalistas que nunca llegaron a ponerse de acuerdo y
unirse en un único movimiento.
Los nacionalistas restauradores rechazaban los principios de la Revolución Francesa
y afirmaban como valores la patria, la religión, la tradición, la familia, la raza. Proponen un orden
social jerárquico, pensaban que la sociedad debe ser guiada por una minoría seleccionada
y apelaban a la figura del jefe o del caudillo de masas. Incluso llegaron a organizarse en cuerpos
armados, como la Legión Cívica. Habían tendencias de las mas diversas: elitistas, antidemocráticas,
católicas, hispanistas, pro fascista y pro nazis. Muchos de sus líderes y propagandistas estuvieron
ligados al gobierno de Uriburu.
 
Otra vertiente nacionalista, de menor peso en la década de 1930, fue la del nacionalismo
popular. Para estos el actor central debía ser el "pueblo", entendido como la gran mayoría de
la población. También centraban su denuncia en el papel que el imperialismo inglés tuvo en los
problemas argentinos aliados a la rapacidad de una clase dominante nacional rapaz (burguesía
terrateniente). Uno de los núcleos que alcanzaría mayor influencia era la Fuerza de Orientación
Radical de la Joven Argentina (FORJA), un grupo surgido de la UCR que contó entre otros,
con Jauretche, Scalabrini Ortiz y Manzi.

El impacto de la crisis mundial en Argentina

 El desarrollo de la política y de la economía argentina durante la década infame guarda


estrecha vinculación con la crisis mundial.

La producción disminuyó y el comercio internacional se redujo. Cayeron también los precios


de los productos. No se pudo contar con préstamos, refinanciaciones, ni inversiones extranjeras para
contrapesar las pérdidas (ya que los países centrales estaban también en crisis).

Frente a la crisis, los países centrales disminuyeron sus compras de materias primas y alimentos
a los países periféricos. No teníamos suficientes compradores para nuestras materias primas (carnes
y cereales). Argentina vio cómo disminuían los precios de sus exportaciones, se cerraban los
créditos, se agotaba el dinero disponible para pagar las compras y la deuda externa (porque no había
dinero), y se reducían los ingresos del Estado, que dependían, en gran medida, de los impuestos al
comercio internacional.

La situación provocó el deterioro del nivel de ganancia de los terratenientes, ya que eran los
propietarios de aquellos productos primarios que se vendían al exterior.

Al paralizarse la actividad económica la consecuencia fue desocupación y miseria.

 La intervención del Estado

Frente al conjunto de factores externos e internos que originaban la disminución de la ganancia


de los capitalistas agrarios, los sectores dirigentes políticos y económicos del país se propusieron
profundizar, a partir de la década del 30, la intervención del Estado en la economía. Esta
intervención estatal observada a través de la toma de decisiones tuvo como objetivos
centrales corregir los problemas originados por la crisis y proteger a los sectores
económicamente dominantes del país.

 
El Pacto Roca Runciman

Gran Bretaña, principal comprador de cereales y carnes argentinos, redujo sus importaciones
y en 1932 estableció acuerdos preferenciales con sus colonias para las compras de materias primas
y alimentos, excluyendo así a Argentina. Esta decisión afectaba a los poderosos ganaderos locales.
El gobierno en su representación el pacto Roca-Runcirnan con Gran Bretaña en 1933.

Los principales puntos de la convención y del protocolo sobre intercambio comercial


estipulaban:

1. Gran Bretaña aseguraba a la Argentina la compra de carne.


2. El dinero que Gran Bretaña paga por compras a Argentina, podía volver a aquel
país como pago de la deuda externa.
3. La Argentina tendría con las empresas británicas "un tratamiento benévolo", por
ejemplo con las compañías inglesas de tranvías y ferrocarriles ingleses.
4. Gran Bretaña permite solo un pequeño porcentaje de venta de carnes en manos de
frigoríficos siempre que fuera transportado y comercializado por ingleses; el resto sería contratado a
los frigoríficos británicos.
5. La Argentina no cobra impuestos al carbón y demás mercaderías que se importaban de
Gran Bretaña. Además debe comprar a dicho país el total del carbón que consumía.
6. Argentina se comprometía a no aumentar los impuestos aduaneros a las mercaderías
inglesas .Los productos iban a pagar un impuesto más bajo que la que pagaban los productos de
otros países.

Además este pacto incluía claúsulas secretas que también beneficiaban a los británicos

En 1936 se realiza el pacto Eden-Malbrán, que ratifica el anterior y otorgaba a los británicos: la
opción de aplicar impuestos extra a las carnes argentinas, el aumento de envío de dinero a Londres,
y el monopolio del transporte.

Fue un tratado muy beneficioso para los ingleses y los dueños de las mejores tierras argentinas.

Los principales partidos de la oposición (demócrata-progresistas, socialistas y comunistas)


calificaron al pacto como un acto de sometimiento frente al imperialismo inglés.

El acuerdo comercial con Gran Bretaña provocó un debate entre la dirigencia política. En 1935-
36 estalló un escándalo por el negociado de las carnes. La denuncia de corrupción la realizó
Lisandro de la Torre en el Senado. Allí sostuvo el acuerdo del gobierno con los
frigoríficos extranjeros y los grandes ganaderos para llevar a cabo una estafa en perjuicio de los
pequeños productores y del Estado. La denuncia involucra a Pinedo, ministro de Hacienda, y
Duhau, secretario de Agricultura y Ganadería y a su vez miembro de la Sociedad Rural.
Los principales frigoríficos mencionados en la maniobra eran: Anglo, Armour, La Blanca y
Wilson. La maniobra habría consistido en exportar carne de primera, pagándola a los pequeños y
medianos productores como de segunda y haciéndola figurar como tal en los registros aduaneros,
para disminuir los impuestos correspondientes. Los frigoríficos extranjeros evadían impuestos
nacionales. Responsabiliza al gobierno argentino corno cómplice de esas irregularidades. La
Cámara de Senadores, conservadora en su casi totalidad, apoyó al gobierno y obstaculizó el
avance de la investigación. Estas denuncias llevaron a un acalorado debate en el Parlamento. El
escándalo culminó cuando Enzo Bordabehere (senador nacional por Santa Fe y amigo de de la
Torre) fue asesinado en el mismo recinto de la Cámara en plena sesión (con dos balazos destinados,
en realidad, a de la Torre). El asesino fue apresado (ex comisario de policía y matón al servicio de
los conservadores), pero sus mandantes no. El debate quedaría así sin resolución continuando las
irregularidaddes.

 Reorganización financiera

Se creó el Banco Central en 1935, para regular la cantidad de dinero que podía circular
y  controlar-respaldar a los bancos privados. Su capital era integrado por el Estado y por capitales
en su mayoría extranjeros lo cual demuestra la tendencia de defensa sectorial que esta institución
podía tener.

 Juntas Reguladoras

El gobierno creó entes reguladores: la Junta Nacional de Granos, la de Carnes, la del Algodón,
la de la Yerba Mate, la de leche, la del Vino, la Corporación Argentina de Productores de Carnes
(CAP), etc. Su función era estabilizar el mercado, controlando el impacto de la crisis sobre los
sectores productores. Intervenían en las actividades productivas en beneficio de los principales y
más poderosos grupos agropecuarios, asegurándoles precios beneficiosos. El objetivo es lograr un
clima propicio para la producción y sostener al sector económico primario. El Estado intervenía
dando créditos para financiar la producción, fijando un precio mínimo y comprando lo que no se
vendía.

 Obras públicas

Para reactivar la economía, el gobierno de Justo encaró un programa de obras públicas, tanto de
grandes edificios para la administración pública como de la infraestructura necesaria para el
transporte y comercialización agropecuaria: rutas, para el creciente tráfico automotor, la Avda.
Gral. Paz y 9 de Julio en Buenos Aires, y elevadores de granos. Se construyó el Colegio Militar de
El Palomar, el Hospital Militar de Campo de Mayo, la Escuelas de Aviación de Córdoba y demás
edificios militares, confirmando a su vez el papel de las Fuerzas Armadas en la sociedad.

Surgimiento del Modelo económico de industrialización por sustitución de importaciones

El Pacto Roca-Runciman no logró resolver los problemas económicos. La Argentina tenía


desarrollado su sector primario (ganadería-agricultura) que servía para exportación a la vez que
importaba entre otras cosas, industria. La crisis produce la caída de esta estructura de comercio. La
suspensión de las importaciones (compra del exterior de bienes industriales) por la crisis
promovió su sustitución (reemplazo) por las industrias locales, o sea la producción de bienes
terminados, industriales.

Poco a poco grandes terratenientes y comerciantes exportadores —nucleados en la Sociedad


Rural Argentina (SRA)— terminaron por coincidir en sus orientaciones económicas con los grupos
industrialistas —nucleados en la Unión Industrial Argentina (UIA)—: ambos aceptaron el
desarrollo de la actividad industrial como una solución para los problemas de la economía nacional.
Estos grupos económicos impulsan a sus socios políticos del gobierno para iniciar un proceso de
sustitución de importaciones de manufacturas industriales.

Tipo de Industria predominante

Se desarrolla la industria alimenticia: panificación, envasados y conservas en general: harina,


aceite, cerveza, vinos, azúcar, molinos harineros y envasadoras y empacadoras de frutas y conservas
importadas,etc.

La industria textil comenzó su desarrollo. La expansión de la industria textil se vio favorecida


también porque nuestro país contaba con las materias primas agropecuarias necesarias como
insumos: lana y algodón.

Esta industrialización se localizó sólo en determinadas áreas: la zona metropolitana de Buenos


Aires (integrada por la Capital Federal y alrededores), Rosario y Córdoba. En otras regiones no
hubo desarrollo industrial.

La industria local proveyó en definitiva los bienes industriales de consumo necesarios, pero


con falencias. Una de las falencias fue la ausencia de una industria pesada: aquella que produce
los bienes indispensables para el funcionamiento de otras industrias -por ejemplo, bienes de
capital, siderurgia, petroquímica. Las maquinarias para que funcionen nuestras fábricas tuvieron que
ser importadas. Existe además un proceso de concentración de las industrias. Las grandes empresas
eran la mayoría. Las fábricas estaban principalmente en manos de extranjeros o hijos de extranjeros.

La industria demanda mano de obra. A partir de 1935, la desocupación en los grandes centros
urbanos bajó notablemente debido al empleo de una gran cantidad de mano de obra por parte de las
industrias que comenzaron a desarrollarse. La mano de obra era abundante y también barata. Se
incorpora fuerza laboral en condiciones de transitoriedad, inestabilidad. Si bien a partir de 1935 los
capitalistas lograron una creciente acumulación de ganancias, para los trabajadores no hubo
redistribución de ingresos ni estabilidad laboral.

Los capitales que financiaron la expansión industrial

Durante mediados de los 30, el grupo más poderoso de los capitalistas agrarios argentinos
vinculados al capital extranjero comenzaron a diversificar (acaparar rubros derivados de su
actividad originaria) sus inversiones de capital. Estos capitalistas, nacionales y extranjeros,
fueron conformando grupos económicos (uniéndose, fenómeno denominado concentración), cuyas
empresas se dedicaron tanto a las actividades características de la dinámica agroexportadora -—la
producción agropecuaria, la comercialización y las finanzas— como a las nuevas actividades
económicas: la producción industrial y la construcción. Por ejemplo las poderosas firmas
exportadoras de grano, como Bunge & Born (Bélgica) empezaran a pensar que no sólo el campo
sino también la industria podía ser un buen negocio. Bunge & Born fundó Grafa, una fábrica de
telas, y Alba, una fábrica de pinturas.

Además de las inversiones de los grupos económicos diversificados, el desarrollo de la


industrialización estuvo financiado también por nuevas inversiones realizadas por capitales
extranjeros. Estas inversiones llegaron desde Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra.
Algunas de las empresas extranjeras fueron: en el rubro alimentos y bebidas, Nestlé (1930,
Suiza), Suchard (1933, Suiza) y Ginebra Bols (1933, Holanda); en el rubro textil,
Anderson Clayton (EUA, 1936), Sudamtex (EUA, 1934) y Ducilo (EUA, 1937); en metales y
maquinarias, Olivetti (1932, Italia), Hierromat (1933, Francia) y CAMEA (1934, Francia); en
maquinarias y artefactos eléctricos, Phillips (1935, Holanda), Osram (1934,
Alemania), Philco (EUA, 1931) y Eveready (EUA, 1937); en productos químicos, Duperial (1935,
Gran Bretaña) y Electrocolor (1936, Gran Bretaña) ; en productos derivados del caucho, Good
Year (EUA, 1930) y Firestone (EUA, 1931); y en productos farmacéuticos y de tocador, Johnson
y Johnson (EUA, 1931) y Pond's (EUA, 1939).

Petróleo y siderurgia

El presidente Justo (1932-38) encargó al General Savio la organización de la industria


siderúrgica, área estratégica cuyo desarrollo reclamaba el ejército: es importante para este ya que es
base de la industria armamentística.

En el área petrolera 1932 se exceptuó a YPF del pago de impuestos sobre los equipos que
importaba a cambio de contribuir con un 10% de sus ganancias para el Estado. En 1935
un impuesto semejante se aplicó a las compañías extranjeras.

Transporte terrestre

Norteamericanos y británicos competían. Si bien los acuerdos con Gran Bretaña favorecían a
los ferrocarriles y a la Corporación de Transportes en manos inglesas, el transporte automotor,
controlado por los norteamericanos, se desarrolló. Creció la presencia de Ford en nuestro país y la
General Motors presentó sus Chevrolet, mientras la Firestone fabricaba cubiertas. No sólo los
automóviles ampliaron el mercado automotor: los colectivos se multiplicaban y empezaban a
competir con los tranvías. Justo apoyó con entusiasmo el programa de extensión de la red vial,
financiado con un impuesto al combustible; para manejar los fondos y organizar el sistema creó la
Dirección Nacional de Vialidad. Entre 1934 y 1943 se construyeron 11300 kilómetros de caminos.

La industria Argentina estimulada durante la 2ª Guerra Mundial

Muchos fabricantes locales avanzan en la inversión industrial ya que las potencias estaban en
guerra y destinaban todos sus esfuerzos en lograr la victoria. SIAM, la fábrica de heladeras, nunca
daba abasto y la gente esperaba durante meses que le tocase el turno de comprar una. La industria
dio un paso adelante y aumentó el número de obreros.

Repercusiones de la crisis en la sociedad


Los primeros años de la década del '30 estuvieron marcados por el desempleo, la miseria, la
reducción de los salarios y la disminución del consumo familiar, secuelas de la crisis económica.
La crisis afectó tanto a los trabajadores rurales como a los industriales que fueron despedidos o
vieron disminuir sensiblemente sus salarios. En los grandes centros urbanos, como Buenos Aires y
Rosario se formaron grandes villas de viviendas precarias, construidas con latas y cartón, en las
que se asentaron muchas familias empobrecidas, provenientes del campo y de la misma ciudad.
Junto a las condiciones de marginalidad a las que eran empujados los sectores populares
urbanos, en las grandes ciudades se incrementó de manera notable la criminalidad. Además de la
delincuencia individual fueron tomando auge importantes bandas organizadas al estilo de la mafia
italiana. La ciudad de Rosario, que había atraído a un gran número de inmigrantes mostró la acción
de grupos cuyos principales negocios eran los secuestros extorsivos, la prostitución y el juego
clandestino. La delincuencia también estaba asociada al poder político. Algunos dirigentes
utilizaban pistoleros tanto para controlar sus negocios clandestinos particulares como para manejar
a su antojo los actos comiciales fraudulentos. El más célebre de estos pistoleros fue Juan Ruggero,
alias Ruggerito, que trabajaba para el caudillo de Avellaneda Alberto Barceló.
La recuperación económica, manifiesta desde 1933, fue acompañada por un descenso del
desempleo y un crecimiento de las migraciones internas.

Migraciones internas
Se comenzó a despoblar el campo. Muchos pobladores rurales de la región pampeana y de
otras provincias interiores abandonaron sus lugares de residencia ante la falta de trabajo o la
reducción de los salarios para trasladarse a la ciudad. Además, la ciudad (conocida desde el
campo por medio de la radio), con su gran actividad, atraía como un imán. Vivir en la ciudad
podía ser mucho más excitante y se podía elegir entre gran variedad de oficios.
Se instalaban en Rosario, Córdoba, pero sobre todo en Buenos Aires, ciudades donde se
concentrarían las industrias con la consecuente demanda de mano de obra. Este fenómeno alteró la
vida y el espacio urbanos de ciudades no preparadas para recibir un aumento explosivo de
población. A la ciudad tradicional la fue rodeando un cinturón cada vez más espeso de viviendas
precarias, muchas veces apenas de chapa y cartón donde los recién llegados se iban mezclando con
los antiguos trabajadores empobrecidos por la crisis, ya más arraigados. En las villas de
emergencia las condiciones de hacinamiento eran graves, los servicios públicos (luz, transporte,
agua corriente, pavimento) tampoco estuvieron a la altura de las necesidades de los nuevos
contingentes urbanos.

La clase obrera
La clase obrera creció, siguiendo el avance de la industrialización. La afluencia de una gran
cantidad de trabajadores de origen rural a la actividad industrial provocó un profundo
cambio en la composición de la clase obrera argentina. Los nuevos obreros, provenientes del
interior no tenían experiencia gremial y política. Se mezclaban con los viejos obreros, en su
mayoría de origen europeo, que si estaban organizados en sindicatos y muchos participaban en
partidos políticos.
La situación de los trabajadores no varió demasiado. Las condiciones de trabajo eran
fijadas por los patrones. No había convenios de trabajo, por lo que los empresarios podían
manejarse con arbitrariedad.
A partir de 1935 se podría decir que había más fábricas, más actividad, más empleos... pero los
salarios seguían muy bajos. Los obreros, ya más seguros de sus puestos, protestaban por medio
de huelgas. Pero los empresarios, apoyados por el gobierno conservador, no hacían concesiones.
Poco a poco, los obreros iban teniendo más y más claro qué era lo que necesitaban y cuáles eran las
grandes injusticias, y de esa manera volvían a fortalecerse los sindicatos. Especialmente
la Confederación General del Trabajo (CGT), creada en 1930 y reorganizada en 1936, donde se
agrupaban sindicatos tradicionales, como el de los ferroviarios y otros más nuevos, como los
textiles o los de la carne.
En 1930, el movimiento obrero se diferenciaba en dos sectores. Por un lado, el sector apolítico
(que se apoyaba en los sindicatos y que no creía en la eficacia de los partidos obreros), representado
por sindicalistas y anarquistas. Y por otro el sector político, que sostenía la necesidad de organizar
partidos obreros para luchar por la defensa de los intereses de los trabajadores, representado por
socialistas y comunistas. El derrocamiento de Yrigoyen y la instauración de la dictadura militar de
Uriburu (que reprimió con dureza a las organizaciones obreras) plantearon a sus dirigentes la
necesidad de unificar el movimiento obrero. La dictadura tuvo un fuerte impacto negativo sobre el
movimiento obrero. Los anarquistas y los comunistas fueron víctimas de una represión feroz y hasta
entonces desconocida y que obligó a los militantes a vivir en la clandestinidad. Los anarquistas
nunca pudieron recuperarse y su influencia comenzó a declinar cada vez más. Los comunistas
retomaron su actividad sólo después del alejamiento de Uriburu. A pesar de sus diferencias
ideológicas, en 1930 la COA (Central sindicalista) y la USA (Central socialista) se unificaron y
organizaron la Confederación General del Trabajo (CGT).
Frente a los problemas sociales los gobiernos oscilaron entre la represión y la indiferencia.
La persecución política y sindical fue la primera reacción frente a las demandas de los trabajadores.
Se produjeron numerosas deportaciones de obreros extranjeros, y los encarcelamientos y la tortura
fueron prácticas habituales. La ley marcial (mediante la cual se aplicaba la pena de muerte), el
estado de sitio (suspensión de las garantías constitucionales) y una política de represión
generalizada fueron el signo político de estos tiempos. Las actividades sindicales eran vistas
como hechos delictivos peligrosos para los intereses del Estado.

Cultura y sociedad en la década del 30


Quedaron atrás los años de prosperidad y expectativas. Había que convivir con la crisis y la
depresión económica, la interrupción del proceso democrático, el fraude electoral y los negociados.
Para muchos, como los sectores medios y obreros, fueron años de desesperanza y escepticismo.
Escritores, artistas plásticos e intelectuales en general, reflejaron en su obra los sentimientos de una
época sentida por muchos como una de las más difíciles y sufridas de nuestra historia. El tango fue
una de las manifestaciones de la cultura popular que mejor expresaron estos cambios.

El primer golpe de Estado en Argentina


Los militares y civiles que llevaron adelante el golpe de 1930 compartían, ante todo, la
oposición a Yrigoyen y a su partido. ¿Quiénes fueron los organizadores?¿Quiénes se beneficiaron
con el cambio? Los organizadores salían, sin lugar a dudas, de la clase alta de la sociedad. Sentían
un fuerte rencor contra las instituciones democráticas, que les habían dado más participación en
el poder político a la gente común, a los hijos de los inmigrantes y, de ese modo, les habían quitado
a ellos -a los dueños de la tierra y de los buenos negocios- el privilegio, que siempre habían tenido,
de manejar a su antojo las riendas del país. El golpe de Estado resultaba el atajo para llegar al
poder. Para golpear tuvieron que contar con dos cosas: con algunos del Ejército dispuestos a
empuñar las armas contra el gobierno y con la indiferencia del pueblo.
Hubo además grupos nacionalistas que apoyaron las acciones. Se integraban por jóvenes hijos
de familias distinguidas. Esos grupos nacionalistas proporcionaron la influencia ideológica a
Uriburu.
Pronto, la alianza que llevó adelante el golpe se dividió en dos líneas. Una, encabezada por el
general Justo, congregaba a los partidarios de una restauración del orden político anterior a 1916.
El presidente Uriburu, acompañado por un núcleo nacionalista buscaba transformar el orden
político, de acuerdo con las ideas de los regímenes fascistas que estaban creciendo en Europa,
como el de Benito Mussolini en Italia.
Dada la carencia de apoyos, Uriburu buscó retirarse de la presidencia: el resultado electoral
frustró el proyecto de Uriburu. En adelante, la línea política fue marcada por Agustín P. Justo,
quien al frente de la fórmula oficialista de la Concordancia -alianza integrada por conservadores,
socialistas independientes y radicales antipersonalistas- y con la adhesión del Ejército, triunfó en las
fraudulentas elecciones y gobernó entre 1932 y 1938. Esta alianza representaba los intereses de la
burguesía agraria. Para estas elecciones se prohíbe la participación de la UCR.

El fraude patriótico
Lo ideal era los conservadores era volver a un sistema que se pareciese a la democracia, pero
sin correr ningún riesgo recurriendo incluso a la trampa. Se organizó el llamado "fraude patriótico",
definición creada desde el poder. Significaba que el objetivo de salvar a la patria justificaba el
uso de métodos ilegales. Pensaban que la gran mayoría del pueblo era demasiado ignorante para
saber elegir, de modo debía "simular la participación en la elección de autoridades". Los que
tomaban decisiones desde el gobierno entonces obtienen y mantienen el poder solamente a través
del engaño.
Los dueños del poder tenían un sistema de líderes locales que les "hacían" las
votaciones. Barceló, el intendente de Avellaneda, y su hombre fuerte Ruggeri -Ruggerito, como lo
llamaba todo el mundo- fueron tal vez los más famosos. Eran dueños de la municipalidad, de la
policía, de la Justicia, de los clubes de fútbol, de las casas de juego, de los prostíbulos. Cambiaban
votos por empleos públicos, por regalos, por mirar para otro lado cuando se cometían robos, hasta
por camas de hospital. Coleccionaban libretas de enrolamiento, no había muerto que no votara y
pedían que el voto fuera "cantado". Las libretas de enrolamiento eran retenidas por los patrones y
usadas por gente de su confianza; se daban las papeletas del partido en sobres cerrados a los
votantes, quienes a la salida del comicio debían entregar como prueba el sobre que les entregaban
en la mesa electoral. El otorgamiento de "favores", la simple "invitación" a un almuerzo
de empanadas y vino antes o después de la votación, o la tradicional intimidación eran
prácticas habituales que iba a costar mucho desarraigar de las costumbres electorales. Y, si alguien
se oponía había de matones a sueldo para torturas, asesinatos y castigos variados.

La oposición
El Partido Socialista y el Partido Demócrata-Progresista
El Partido Socialista y los demócratas progresistas (muy fuertes en Santa Fe) se constituyeron
en la principal oposición de los conservadores. Los socialistas fueron oposición en un régimen
fraudulento. Ambos partidos aumentan su caudal electoral al no participar de elecciones la UCR.
La mayor parte de las leyes sociales propuestas por los socialistas en el Congreso no fueron
aprobadas debido a la oposición de los conservadores que eran mayoría.

La Unión Cívica Radical
En 1935, los radicales, dirigidos por Marcelo T. de Alvear decidieron presentarse
en elecciones. Sabían que había fraude y que de ningún modo iban a poder ganar pero les pareció
que podía valer la pena conseguir algunos diputados y concejales. Alvear prefería llegar a un
acuerdo con los conservadores antes que enfrentarlos. Eso hizo que muchos militantes radicales
perdieran confianza en su partido; no les parecía bien esa especie de negociación.
La política conservadora y en particular la firma del Tratado Roca-Runciman en 1933
revitalizaron las corrientes nacionalistas en el radicalismo, a la vez que se oponían al liderazgo de
Alvear. En este contexto surge FORJA. Las posiciones políticas se centraron en: a) la denuncia del
imperialismo británico —criticaron duramente el Pacto Roca-Runciman— b) se opusieron al
fraude c) hasta 1940, FORJA intentó cambiar la orientación alvearista del radicalismo desde
adentro, pero finalmente se apartaron de la UCR d) mantuvieron una actitud neutralista frente a la
Segunda Guerra Mundial. Hacia 1945, muchos de sus integrantes se incorporaron al peronismo.

El Partido Comunista
Fueron duramente perseguidos y reprimidos en toda la década, por lo que su labor política se
vio muy dificultada.  No participó en las elecciones de este periodo, ya que fue declarado ilegal por
los gobiernos conservadores.
El poder del Ejército y la Iglesia
El Ejército se fue robusteciendo y finalmente hizo su entrada en la política con el golpe de
1930. A partir de 1930 el Ejército estaba envalentonado. Con la 2ª Guerra Mundial había en el
Ejército diferencias. Estaban los "nacionalistas" que simpatizaban con el Eje (Alemania, Italia y
Japón), y los "liberales" con los Aliados (Francia e Inglaterra). La Iglesia era el otro gran grupo de
presión. En él había ideas encontradas, por un lado monseñor De Andrea, por ejemplo, que se
ocupaba por el bienestar social y por otro la Acción Católica, donde militaban jóvenes
ultranacionalistas.

Los gobiernos de Roberto Ortiz y Ramon Castillo (1938-1943)


Roberto Ortiz fue elegido presidente por la Democracia Nacional (conservadores) en nuevas
elecciones fraudulentas. Intentó acercarse a algunos sectores del movimiento obrero, a la UCR y
poner límites al fraude en provincias del interior. Su objetivo es ampliar la base de apoyo suya y de
los conservadores, pero debió enfrentarse a la oposición dentro y fuera de su partido. Ortiz sufre una
enfermedad lo cual lo obligó primero a pedir licencia y luego a renunciar en 1940. Murió poco
después, y fue reemplazado por el vice.
Ramón Castillo se oponía a los objetivos de Ortíz. Con él, el fraude no sólo continuó sino que
se intensificó escandalosamente.
Es cierto que Ortíz había tenido el apoyo de fuertes grupos de poder pero había
desacuerdos. Ortiz, el sucesor de Justo, había hecho un intento por volver a la democracia sin fraude
(para eso tuvo que intervenir la provincia de Buenos Aires, gobernada a su antojo por Fresco, el del
voto cantado) y eso había disgustado a los conservadores.
En 1940 a todos les pareció bien que Ortiz, que estaba enfermo, dejase el gobierno en manos
del vice, Castillo. Este dio marcha atrás con el tema de las elecciones libres, y en eso contentó a los
conservadores, pero, en cambio, como era partidario del neutralismo, no le dio el gusto de alinear al
país con los Aliados, como le pedían. Y también a él le dieron la espalda. Elige a su sucesor en la
presidencia: Robustiano Patrón Costas, representante del conservadurismo salteño en oposición a
la opinión del Ejercito que no veía con agrado a ese candidato. El 4 de junio de 1943 un golpe
militar puso fin al gobierno presidido por Ramón Castillo y marcó el fin de una etapa.
Mientras tanto la guerra en Europa venía siendo el tema obligado de todo el mundo y se
seguían con interés las noticias. Estaban los que querían que el país se definiera en favor de los
Aliados o en favor del Eje, y estaban los que querían seguir siendo neutrales. Desde afuera también
había presiones: a los ingleses lo que más les convenía era el neutralismo, que les permitía seguir
comerciando y recibiendo los alimentos. Los norteamericanos, en cambio, querían que la Argentina
y todos los países latinoamericanos entraran en la guerra con ellos. Los ciudadanos discutían, los
políticos hacían discursos y el gobierno titubeaba.
Los gobiernos conservadores de Justo y Ortiz apoyaron a los aliados; en cambio, al gobierno de
Castillo se le cuestionaba una simpatía hacia los nazi-fascistas.
Los problemas nacionales e internacionales se entremezclaban y la política nacional era vista
como reflejo de las posiciones enfrentadas en el conflicto mundial. Por esta razón, existió una
asimilación entre los partidarios de los aliados y los defensores de la democracia constitucional, por
un lado, y los simpatizantes del Eje y los partidarios del gobierno de Castillo, por otro.
Uno de los temas más discutidos fue la posición argentina frente al conflicto mundial. El
gobierno de Ortiz había optado por la neutralidad. El mantenimiento o abandono de la neutralidad
dividía a las fuerzas políticas, más después del ingreso de los Estados Unidos. Los opositores al
gobierno de Castillo eran partidarios de los aliados y proclives a abandonar la neutralidad.
Acusaban al gobierno de que la neutralidad escondía una preferencia por la causa del Eje, debida a
la germanofilia del sector nacionalista del Ejército que apoyaba a Castillo. Algunas medidas de
Castillo parecían dar razón a la oposición. Sin embargo, el sentido de la neutralidad no puede
entenderse apelando solamente a la simpatía del gobierno por Alemania.
La decisión de optar por la neutralidad favorecía a los intereses de Gran Bretaña, de los
estancieros y de los exportadores argentinos. Si la Argentina hubiera adoptado una actitud
abiertamente hostil frente a Alemania, el abastecimiento de alimentos para Gran Bretaña se
habrían visto perjudicados (ya que los barcos de guerra alemanes hundían a barcos de cualquier
bandera que comerciara con Inglaterra y los aliados).
Los militares percibían que la Argentina era débil en su equipamiento y armamento. La
inquietud aumentó cuando Brasil se convirtió en el aliado militar de los Estados Unidos en la
región, situación que avivaba el viejo recelo de los militares argentinos ante su vecino.
En este mismo período continuó y se aceleró el proceso de industrialización y crecieron las
exportaciones argentinas. Sin embargo, esta bonanza económica no llegaba a la mayoría de la
población -desde 1939, el salario real no crecía-.
A medida que la guerra avanzaba, estas preocupaciones militares se generalizaron, al tiempo
que empeoraba la relación del Ejército con Castillo. La muerte imprevista del general Justo (1943)
abrió paso a la acción política de nuevos grupos militares, que plantearon la necesidad de una
intervención más directa de las Fuerzas Armadas en la política nacional.
 
El golpe del GOU en 1943
El régimen había nacido con un golpe de Estado en 1930 y se había sostenido gracias al
fraude. En medio de tanta corrupción y tanto engaño, los ciudadanos comunes cada vez se
entusiasmaban menos con los discursos; volvían a desconfiar de sus políticos y, poco a poco, se
iban desentendiendo de los asuntos de interés general.
Castillo se reunía miembros dentro del Ejército lo cual aceleró la tendencia a involucrarse
más abiertamente en la política nacional. Mientras tanto se creaba en el ejército el GOU (Grupo de
Oficiales  Unidos) el 10 de marzo de 1943, integrado por oficiales entre los que se encontraba Juan
D. Perón. El grupo era nacionalista y en un principio parecía no tener un programa para tomar el
poder. Su protagonismo se aceleró cuando el presidente Castillo advirtió los manejos del General
Pedro Pablo Ramírez (hombre del GOU), su ministro de Guerra, para ser nominado candidato a la
presidencia por los radicales, en oposición a la designación de Patrón Costas. Castillo se propuso
destituir a Ramírez. El golpe estalló el 4 de junio de 1943.

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