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Frente a la crisis, los países centrales disminuyeron sus compras de materias primas y alimentos
a los países periféricos. No teníamos suficientes compradores para nuestras materias primas (carnes
y cereales). Argentina vio cómo disminuían los precios de sus exportaciones, se cerraban los
créditos, se agotaba el dinero disponible para pagar las compras y la deuda externa (porque no había
dinero), y se reducían los ingresos del Estado, que dependían, en gran medida, de los impuestos al
comercio internacional.
La situación provocó el deterioro del nivel de ganancia de los terratenientes, ya que eran los
propietarios de aquellos productos primarios que se vendían al exterior.
El Pacto Roca Runciman
Gran Bretaña, principal comprador de cereales y carnes argentinos, redujo sus importaciones
y en 1932 estableció acuerdos preferenciales con sus colonias para las compras de materias primas
y alimentos, excluyendo así a Argentina. Esta decisión afectaba a los poderosos ganaderos locales.
El gobierno en su representación el pacto Roca-Runcirnan con Gran Bretaña en 1933.
Además este pacto incluía claúsulas secretas que también beneficiaban a los británicos
En 1936 se realiza el pacto Eden-Malbrán, que ratifica el anterior y otorgaba a los británicos: la
opción de aplicar impuestos extra a las carnes argentinas, el aumento de envío de dinero a Londres,
y el monopolio del transporte.
Fue un tratado muy beneficioso para los ingleses y los dueños de las mejores tierras argentinas.
El acuerdo comercial con Gran Bretaña provocó un debate entre la dirigencia política. En 1935-
36 estalló un escándalo por el negociado de las carnes. La denuncia de corrupción la realizó
Lisandro de la Torre en el Senado. Allí sostuvo el acuerdo del gobierno con los
frigoríficos extranjeros y los grandes ganaderos para llevar a cabo una estafa en perjuicio de los
pequeños productores y del Estado. La denuncia involucra a Pinedo, ministro de Hacienda, y
Duhau, secretario de Agricultura y Ganadería y a su vez miembro de la Sociedad Rural.
Los principales frigoríficos mencionados en la maniobra eran: Anglo, Armour, La Blanca y
Wilson. La maniobra habría consistido en exportar carne de primera, pagándola a los pequeños y
medianos productores como de segunda y haciéndola figurar como tal en los registros aduaneros,
para disminuir los impuestos correspondientes. Los frigoríficos extranjeros evadían impuestos
nacionales. Responsabiliza al gobierno argentino corno cómplice de esas irregularidades. La
Cámara de Senadores, conservadora en su casi totalidad, apoyó al gobierno y obstaculizó el
avance de la investigación. Estas denuncias llevaron a un acalorado debate en el Parlamento. El
escándalo culminó cuando Enzo Bordabehere (senador nacional por Santa Fe y amigo de de la
Torre) fue asesinado en el mismo recinto de la Cámara en plena sesión (con dos balazos destinados,
en realidad, a de la Torre). El asesino fue apresado (ex comisario de policía y matón al servicio de
los conservadores), pero sus mandantes no. El debate quedaría así sin resolución continuando las
irregularidaddes.
Reorganización financiera
Se creó el Banco Central en 1935, para regular la cantidad de dinero que podía circular
y controlar-respaldar a los bancos privados. Su capital era integrado por el Estado y por capitales
en su mayoría extranjeros lo cual demuestra la tendencia de defensa sectorial que esta institución
podía tener.
Juntas Reguladoras
El gobierno creó entes reguladores: la Junta Nacional de Granos, la de Carnes, la del Algodón,
la de la Yerba Mate, la de leche, la del Vino, la Corporación Argentina de Productores de Carnes
(CAP), etc. Su función era estabilizar el mercado, controlando el impacto de la crisis sobre los
sectores productores. Intervenían en las actividades productivas en beneficio de los principales y
más poderosos grupos agropecuarios, asegurándoles precios beneficiosos. El objetivo es lograr un
clima propicio para la producción y sostener al sector económico primario. El Estado intervenía
dando créditos para financiar la producción, fijando un precio mínimo y comprando lo que no se
vendía.
Obras públicas
Para reactivar la economía, el gobierno de Justo encaró un programa de obras públicas, tanto de
grandes edificios para la administración pública como de la infraestructura necesaria para el
transporte y comercialización agropecuaria: rutas, para el creciente tráfico automotor, la Avda.
Gral. Paz y 9 de Julio en Buenos Aires, y elevadores de granos. Se construyó el Colegio Militar de
El Palomar, el Hospital Militar de Campo de Mayo, la Escuelas de Aviación de Córdoba y demás
edificios militares, confirmando a su vez el papel de las Fuerzas Armadas en la sociedad.
La industria demanda mano de obra. A partir de 1935, la desocupación en los grandes centros
urbanos bajó notablemente debido al empleo de una gran cantidad de mano de obra por parte de las
industrias que comenzaron a desarrollarse. La mano de obra era abundante y también barata. Se
incorpora fuerza laboral en condiciones de transitoriedad, inestabilidad. Si bien a partir de 1935 los
capitalistas lograron una creciente acumulación de ganancias, para los trabajadores no hubo
redistribución de ingresos ni estabilidad laboral.
Durante mediados de los 30, el grupo más poderoso de los capitalistas agrarios argentinos
vinculados al capital extranjero comenzaron a diversificar (acaparar rubros derivados de su
actividad originaria) sus inversiones de capital. Estos capitalistas, nacionales y extranjeros,
fueron conformando grupos económicos (uniéndose, fenómeno denominado concentración), cuyas
empresas se dedicaron tanto a las actividades características de la dinámica agroexportadora -—la
producción agropecuaria, la comercialización y las finanzas— como a las nuevas actividades
económicas: la producción industrial y la construcción. Por ejemplo las poderosas firmas
exportadoras de grano, como Bunge & Born (Bélgica) empezaran a pensar que no sólo el campo
sino también la industria podía ser un buen negocio. Bunge & Born fundó Grafa, una fábrica de
telas, y Alba, una fábrica de pinturas.
Petróleo y siderurgia
En el área petrolera 1932 se exceptuó a YPF del pago de impuestos sobre los equipos que
importaba a cambio de contribuir con un 10% de sus ganancias para el Estado. En 1935
un impuesto semejante se aplicó a las compañías extranjeras.
Transporte terrestre
Norteamericanos y británicos competían. Si bien los acuerdos con Gran Bretaña favorecían a
los ferrocarriles y a la Corporación de Transportes en manos inglesas, el transporte automotor,
controlado por los norteamericanos, se desarrolló. Creció la presencia de Ford en nuestro país y la
General Motors presentó sus Chevrolet, mientras la Firestone fabricaba cubiertas. No sólo los
automóviles ampliaron el mercado automotor: los colectivos se multiplicaban y empezaban a
competir con los tranvías. Justo apoyó con entusiasmo el programa de extensión de la red vial,
financiado con un impuesto al combustible; para manejar los fondos y organizar el sistema creó la
Dirección Nacional de Vialidad. Entre 1934 y 1943 se construyeron 11300 kilómetros de caminos.
Muchos fabricantes locales avanzan en la inversión industrial ya que las potencias estaban en
guerra y destinaban todos sus esfuerzos en lograr la victoria. SIAM, la fábrica de heladeras, nunca
daba abasto y la gente esperaba durante meses que le tocase el turno de comprar una. La industria
dio un paso adelante y aumentó el número de obreros.
Migraciones internas
Se comenzó a despoblar el campo. Muchos pobladores rurales de la región pampeana y de
otras provincias interiores abandonaron sus lugares de residencia ante la falta de trabajo o la
reducción de los salarios para trasladarse a la ciudad. Además, la ciudad (conocida desde el
campo por medio de la radio), con su gran actividad, atraía como un imán. Vivir en la ciudad
podía ser mucho más excitante y se podía elegir entre gran variedad de oficios.
Se instalaban en Rosario, Córdoba, pero sobre todo en Buenos Aires, ciudades donde se
concentrarían las industrias con la consecuente demanda de mano de obra. Este fenómeno alteró la
vida y el espacio urbanos de ciudades no preparadas para recibir un aumento explosivo de
población. A la ciudad tradicional la fue rodeando un cinturón cada vez más espeso de viviendas
precarias, muchas veces apenas de chapa y cartón donde los recién llegados se iban mezclando con
los antiguos trabajadores empobrecidos por la crisis, ya más arraigados. En las villas de
emergencia las condiciones de hacinamiento eran graves, los servicios públicos (luz, transporte,
agua corriente, pavimento) tampoco estuvieron a la altura de las necesidades de los nuevos
contingentes urbanos.
La clase obrera
La clase obrera creció, siguiendo el avance de la industrialización. La afluencia de una gran
cantidad de trabajadores de origen rural a la actividad industrial provocó un profundo
cambio en la composición de la clase obrera argentina. Los nuevos obreros, provenientes del
interior no tenían experiencia gremial y política. Se mezclaban con los viejos obreros, en su
mayoría de origen europeo, que si estaban organizados en sindicatos y muchos participaban en
partidos políticos.
La situación de los trabajadores no varió demasiado. Las condiciones de trabajo eran
fijadas por los patrones. No había convenios de trabajo, por lo que los empresarios podían
manejarse con arbitrariedad.
A partir de 1935 se podría decir que había más fábricas, más actividad, más empleos... pero los
salarios seguían muy bajos. Los obreros, ya más seguros de sus puestos, protestaban por medio
de huelgas. Pero los empresarios, apoyados por el gobierno conservador, no hacían concesiones.
Poco a poco, los obreros iban teniendo más y más claro qué era lo que necesitaban y cuáles eran las
grandes injusticias, y de esa manera volvían a fortalecerse los sindicatos. Especialmente
la Confederación General del Trabajo (CGT), creada en 1930 y reorganizada en 1936, donde se
agrupaban sindicatos tradicionales, como el de los ferroviarios y otros más nuevos, como los
textiles o los de la carne.
En 1930, el movimiento obrero se diferenciaba en dos sectores. Por un lado, el sector apolítico
(que se apoyaba en los sindicatos y que no creía en la eficacia de los partidos obreros), representado
por sindicalistas y anarquistas. Y por otro el sector político, que sostenía la necesidad de organizar
partidos obreros para luchar por la defensa de los intereses de los trabajadores, representado por
socialistas y comunistas. El derrocamiento de Yrigoyen y la instauración de la dictadura militar de
Uriburu (que reprimió con dureza a las organizaciones obreras) plantearon a sus dirigentes la
necesidad de unificar el movimiento obrero. La dictadura tuvo un fuerte impacto negativo sobre el
movimiento obrero. Los anarquistas y los comunistas fueron víctimas de una represión feroz y hasta
entonces desconocida y que obligó a los militantes a vivir en la clandestinidad. Los anarquistas
nunca pudieron recuperarse y su influencia comenzó a declinar cada vez más. Los comunistas
retomaron su actividad sólo después del alejamiento de Uriburu. A pesar de sus diferencias
ideológicas, en 1930 la COA (Central sindicalista) y la USA (Central socialista) se unificaron y
organizaron la Confederación General del Trabajo (CGT).
Frente a los problemas sociales los gobiernos oscilaron entre la represión y la indiferencia.
La persecución política y sindical fue la primera reacción frente a las demandas de los trabajadores.
Se produjeron numerosas deportaciones de obreros extranjeros, y los encarcelamientos y la tortura
fueron prácticas habituales. La ley marcial (mediante la cual se aplicaba la pena de muerte), el
estado de sitio (suspensión de las garantías constitucionales) y una política de represión
generalizada fueron el signo político de estos tiempos. Las actividades sindicales eran vistas
como hechos delictivos peligrosos para los intereses del Estado.
El fraude patriótico
Lo ideal era los conservadores era volver a un sistema que se pareciese a la democracia, pero
sin correr ningún riesgo recurriendo incluso a la trampa. Se organizó el llamado "fraude patriótico",
definición creada desde el poder. Significaba que el objetivo de salvar a la patria justificaba el
uso de métodos ilegales. Pensaban que la gran mayoría del pueblo era demasiado ignorante para
saber elegir, de modo debía "simular la participación en la elección de autoridades". Los que
tomaban decisiones desde el gobierno entonces obtienen y mantienen el poder solamente a través
del engaño.
Los dueños del poder tenían un sistema de líderes locales que les "hacían" las
votaciones. Barceló, el intendente de Avellaneda, y su hombre fuerte Ruggeri -Ruggerito, como lo
llamaba todo el mundo- fueron tal vez los más famosos. Eran dueños de la municipalidad, de la
policía, de la Justicia, de los clubes de fútbol, de las casas de juego, de los prostíbulos. Cambiaban
votos por empleos públicos, por regalos, por mirar para otro lado cuando se cometían robos, hasta
por camas de hospital. Coleccionaban libretas de enrolamiento, no había muerto que no votara y
pedían que el voto fuera "cantado". Las libretas de enrolamiento eran retenidas por los patrones y
usadas por gente de su confianza; se daban las papeletas del partido en sobres cerrados a los
votantes, quienes a la salida del comicio debían entregar como prueba el sobre que les entregaban
en la mesa electoral. El otorgamiento de "favores", la simple "invitación" a un almuerzo
de empanadas y vino antes o después de la votación, o la tradicional intimidación eran
prácticas habituales que iba a costar mucho desarraigar de las costumbres electorales. Y, si alguien
se oponía había de matones a sueldo para torturas, asesinatos y castigos variados.
La oposición
El Partido Socialista y el Partido Demócrata-Progresista
El Partido Socialista y los demócratas progresistas (muy fuertes en Santa Fe) se constituyeron
en la principal oposición de los conservadores. Los socialistas fueron oposición en un régimen
fraudulento. Ambos partidos aumentan su caudal electoral al no participar de elecciones la UCR.
La mayor parte de las leyes sociales propuestas por los socialistas en el Congreso no fueron
aprobadas debido a la oposición de los conservadores que eran mayoría.
La Unión Cívica Radical
En 1935, los radicales, dirigidos por Marcelo T. de Alvear decidieron presentarse
en elecciones. Sabían que había fraude y que de ningún modo iban a poder ganar pero les pareció
que podía valer la pena conseguir algunos diputados y concejales. Alvear prefería llegar a un
acuerdo con los conservadores antes que enfrentarlos. Eso hizo que muchos militantes radicales
perdieran confianza en su partido; no les parecía bien esa especie de negociación.
La política conservadora y en particular la firma del Tratado Roca-Runciman en 1933
revitalizaron las corrientes nacionalistas en el radicalismo, a la vez que se oponían al liderazgo de
Alvear. En este contexto surge FORJA. Las posiciones políticas se centraron en: a) la denuncia del
imperialismo británico —criticaron duramente el Pacto Roca-Runciman— b) se opusieron al
fraude c) hasta 1940, FORJA intentó cambiar la orientación alvearista del radicalismo desde
adentro, pero finalmente se apartaron de la UCR d) mantuvieron una actitud neutralista frente a la
Segunda Guerra Mundial. Hacia 1945, muchos de sus integrantes se incorporaron al peronismo.
El Partido Comunista
Fueron duramente perseguidos y reprimidos en toda la década, por lo que su labor política se
vio muy dificultada. No participó en las elecciones de este periodo, ya que fue declarado ilegal por
los gobiernos conservadores.
El poder del Ejército y la Iglesia
El Ejército se fue robusteciendo y finalmente hizo su entrada en la política con el golpe de
1930. A partir de 1930 el Ejército estaba envalentonado. Con la 2ª Guerra Mundial había en el
Ejército diferencias. Estaban los "nacionalistas" que simpatizaban con el Eje (Alemania, Italia y
Japón), y los "liberales" con los Aliados (Francia e Inglaterra). La Iglesia era el otro gran grupo de
presión. En él había ideas encontradas, por un lado monseñor De Andrea, por ejemplo, que se
ocupaba por el bienestar social y por otro la Acción Católica, donde militaban jóvenes
ultranacionalistas.