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Con la actual época de pandemia, he podido evidenciar que las prácticas letradas han desplazado

las prácticas vernáculas en varios aspectos de la vida diaria, en especial en el laboral. Es por eso
que la docencia actualmente se ha convertido en una profesión caótica en el sentido en que la
comunicación está directamente mediada por dispositivos tecnológicos para entablar
conversación y procesos pedagógicos tanto con los establecimientos educativos como con los
acudientes y estudiantes. En ese sentido, las practicas letradas se ven permeadas en la formalidad
de responder mensajes a cualquier hora del día por cualquier medio de comunicación, en especial
por WhatsApp, el cual era anteriormente mi medio predilecto para establecer practicas vernáculas
con gente cercana a mí, aunque aún lo sigo haciendo pero en menor medida comparto memes,
stickers y gifts que son de mi agrado, aunque personalmente prefiero los emoticones.

A continuación hablaré más a profundidad de mi condición como migrante digital Presky (2001),
las prácticas letradas que llevo a cabo habitualmente a través de las TIC y algunas prácticas
cualitativas de Cassany (2010).

En primer lugar, me considero como una migrante digital (Presky, 2001) ya que si bien nací en los
años 90, época en la que nacieron los nativos digitales, tuve poca interacción con medios
tecnológicos, más que con un televisor y uno que otro videojuego, mientras que mi primer
computador portátil lo tuve a los 16 años, finalizando la secundaria y mi primer Smartphone lo
conseguí a los 20 años, en la mitad de mi pregrado. Con estos dos últimos dispositivos, aprendí a
desarrollar las prácticas letradas y vernáculas hasta la actualidad, reconociendo que en muchos
espacios han evolucionado, como en el ámbito educativo donde me desempeño actualmente,
teniendo en ocasiones que recurrir a prácticas de los nativos digitales como los juegos empleando
las tabletas o computadores o navegación en la internet.

En segundo lugar, mis prácticas letradas abarcan mí día a día. A nivel personal y laboral, hago uso
de tecnologías y aplicaciones, estando en primer lugar el WhatsApp, en segundo lugar, la red
social Facebook, en tercer lugar el correo electrónico, en cuarto lugar la plataforma Meet y en
último lugar la plataforma institucional Zeti. Todos los días varia el tiempo y uso de estos recursos
ya que algunos de no los utilizo diariamente pero sí con frecuencia.

Para ilustrar, un día en mi rutina de en época de aislamiento, como el miércoles 19 de agosto,


comienza mirando mi celular, primero reviso mensajes que tenga pendientes en mis dos líneas de
whatsapp: una personal y laboral y la otra como canal de comunicación entre docente, estudiantes
y acudientes, por lo general consisten en dudas sobre la cartilla de trabajo o en su defecto, la
entrega de esta resuelta. Cabe resaltar que reviso y mantengo al pendiente de la línea 2 ya que los
estudiantes requieren una comunicación asincrónica con una respuesta rápida que ayude en su
proceso de pedagógico y de aprendizaje, la cual se da en términos formales de mi parte, teniendo
en cuenta además que estos chats cuentan como evidencia de trabajo. Después de realizar una
lectura y una escritura letrada, continuo con una lectura más contextual y multimodal de mi
contexto, revisando la red social Facebook, de hecho lo hago muy seguido, mientras tenga
trabajos independientes o espacios de pausa, me gusta leer artículos de prensa del contexto
nacional e internacional de variados temas, ver videos, leer memes convirtiéndose en mi espacio
habitual de ocio. Asimismo, la mañana la dedico a reuniones de docentes de la institución donde
laboro, por lo general se utiliza Meet o Aula para todos, siendo este un espacio para interactuar
oralmente con gente ajena a mi entorno físico pero muy cercana a la vez por las cuestiones
laborales y personales. De hecho, estas reuniones toman gran parte de mi mañana, entre 2 y 3
horas pues el espacio de discusión se amplía cuando participan alrededor de 20 o más personas.
Por un lado, mantengo pendiente de mi correo electrónico, no solamente para redactar mensajes
sino para estar al pendiente de información acerca de capacitaciones, avisos institucionales y
laborales, al igual que las notificaciones académicas de la universidad. Por otro lado, la mayor
parte de mi labor de enseñanza la llevo a cabo a partir de la plataforma Zeti, en la cual los
estudiantes suben sus trabajos resueltos y yo me encargo de descargarlos, hacerles una
retroalimentación y darles una valoración de desempeño.

A modo de reflexión y centrándome en Cassany (2010) destaco a través de este escrito de mis
prácticas letradas a la lectura y a escritura ceñidas al concepto de multimodalidad y en la
preferencia por la escritura sobre la oralidad. La mayoría de textos elaborados y leídos por mi
contienen contenido no solo signos lingüísticos sino también elementos ilustrativos como fotos,
imágenes, videos y diseños que buscan de igual manera comunicar y generar impacto en el lector.
Así lo explica Cassany (2010, p. 9) “son artefactos elaborados intencionalmente para construir una
determinada visión del mundo y para argumentar a favor de una idea”. Finalmente, la lectura
genera asimismo la interacción recurrente en código escrito, lo que se evidencia fácilmente en mi
comunicación diaria y la de otros, contando la cantidad de mensajes escritos recibidos versus las
llamadas recibidas por día. En esencia, las condiciones sociales actuales nos guian hacia una
escritura asincrónica de rápida respuesta y nos encamina de nuevo a la comunicación escrita como
se hacía anteriormente mediante las epístolas y que se transformó en llamadas telefónicas para
retomar mediante los chats.

Prensky, M. (2001). Digital Natives Digital Immigrants. On the Horizon MCB University Press, Vol. 9
No. 5, 1-9.

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